Narices frías: Adelanto


Hace dieciséis años, una tragedia cambió para siempre el distrito de Victoria de Borou; un incendio en un galpón utilizado de forma ilegal para almacenaje de mascotas causó la muerte de muchos de estos seres inocentes, y encendió las alarmas acerca de los peligros de la incontenible moda de adquirir mascotas costosas y exóticas para demostrar status.
En un esfuerzo por mejorar la sociedad y dar un ejemplo apropiado, las autoridades del distrito intentaron imponer una norma al respecto, pero los ciudadanos se sentían incómodos con la idea de una restricción acerca de algo tan personal como una mascota. Hubo protestas de grupos defensores de los animales, y también de opositores a reglamentos duros. Los ánimos se enardecieron; el distrito necesitaba un milagro, pero en vez de eso, llegaron tres.
La organización Tiempo futuro fue fundada por Abigail Mariani y Edgardo Leyton, dos etólogos de amplia experiencia; juntos, tomaron en sus manos la pesada tarea de cambiar el paradigma de la crianza de animales, y luego de presentar extensos estudios, consiguieron el permiso de las autoridades locales para poner la primera piedra para iniciar un proyecto que prometía cambiar para siempre los dogmas establecidos.
Ellos habían adoptado a Bobby, un tierno pastor alemán de quince años que había quedado abandonado poco tiempo atrás; lo cuidaron y criaron como a un hijo, proporcionándole toda la atención necesaria.
Bobby era alegre y fuerte, aunque maduro, pero algo faltaba en él: un día, el destacado actor Elías Restrepo lo vio en un programa de televisión y sintió la necesidad de conocerlo en persona, por lo que pidió una reunión con ellos. El cambio en él fue inmediato, y al verlo en persona, pudo comprobar que se formó una conexión instantánea con Bobby; ambos se sintieron cómodos en compañía, al punto que el señor Restrepo, por primera vez en su vida a sus setenta y cuatro años, quiso adoptar una mascota.
La unión y amor entre hombre y mascota fue tan fuerte, que el artista decidió salir de su retiro, convirtiéndose en el portavoz oficial de la organización y el primer familiar oficial de un miembro de Narices Frías; todos pudieron ver cómo se volvió más amigable y vital en compañía de Bobby, e incluso él decía que se sentía veinte años más joven desde que tenía a su hijo adoptado. Por su parte, el alegre pastor se adaptó al ritmo de vida pausado del actor, acompañándolo de forma silenciosa en sus tardes de lectura, pero también liberando energía en cortas pero intensas carreras a través del parque en jornadas soleadas, en las que brincaba y corría tras la pelota, lleno de una pasión y diversión que lo contagiaban.
La creación del proyecto, la aparición del primer hijo y el hombre que lo adoptó fueron los tres milagros que iluminaron el distrito, y a partir de ese momento, su luz comenzó a cambiar todo a su alrededor
Animados por esta fabulosa experiencia, los creadores siguieron trabajando de forma ardua para mejorar el proyecto, solicitando el gentil apoyo de las autoridades y organizaciones de cuidado de mascotas; todos quienes quisieran podían acercarse a ver y conocer a los nuevos hijos, ya sea para buscar la posibilidad de adoptarlos como para ser nuevas manos que cuidaran de su futuro.
Con el tiempo, Narices Frías se convirtió por derecho en el nombre más conocido, y su fama se hizo palpable en todos los rincones del distrito; nuevos centros de atención y cuidado fueron abiertos en distintas zonas de Victoria de Borou, y muchas personas iniciaron labor para cuidar y atender a los pequeños mientras llegaba su familia indicada.
En muchas ocasiones se preguntó cual era el secreto para diferenciarse del resto, y en eso Mariani y Leyton fueron categóricos: todo se trataba del cómo, no del para qué; Narices Frías no fue pensada para ser un depósito de mascotas en espera de ser vendidas, sino como un hogar transitorio pero estable para ellas, sin presiones de ningún tipo. El planteamiento de ambos, que se convirtió en la declaración de intenciones de la institución, era cuidar de ellos de forma amorosa y atenta, hasta que apareciera alguien con quien se estableciera la conexión adecuada. No era posible admitir que alguien escogiera a una mascota por su apariencia física o gustos predefinidos, y aunque la mayoría de las personas se mostraron confundidas, o incluso reticentes, todas pudieron comprobar que se trataba de la decisión correcta, pues al llegar al lugar, todo sucedía de forma natural.
Las personas y las mascotas podían establecer vínculos, pero solo con una se creaba el lazo, y una vez formado, nada lo detenía. Algunos decían que era una actitud, otros que se trataba de la primera mirada, pero todos estaban de acuerdo en que era un momento único, un después que sería por completo distinto del antes.
Mas de una década después, Narices Frías era la institución más conocida y valorada del país, y fuente de inspiración para otros que desearan con la misma fuerza abordar este delicado tema. Elías Restrepo, como portavoz oficial de la organización, decía a menudo que los últimos quince años habían pasado en un suspiro, que para él y Bobby el tiempo se había detenido.
Y por lo que todos podían ver en los anuncios de la organización, parecía que en realidad no pasaban los años, que incluso ambos estaban más jóvenes y vitales que cuando se conocieron.




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