Las divas no van al infierno Capítulo 24: Encontramos amor




Después de la competencia del día viernes, los siguientes días de clase para las ocho finalistas se convirtieron en jornadas de ensayo, supervisadas por los maestros; además, fueron un poco más breves para permitir que las chicas preparan su última presentación en solitario, pues se les informó que la última participación sería en una modalidad diferente.

Charlene salió a recibir a Harry el miércoles en la mañana; no lo había visto desde la semana anterior.

—Por fin te dignaste a aparecer —dijo a modo de saludo—, me dejaste abandonada o algo parecido.

Harry iba a decir algún sarcasmo acerca de la incapacidad de ella para ver que él estaba ojeroso y cansado; muerto de sueño, agotado y harto. Pero decidió no mencionarlo.

—Estaba juntando votos para ti, por supuesto; sobre todo porque dijiste algunas cosas mal como la cantidad de meses que llevas colaborando con ese hogar y tengo que hacer lo posible para subirte en las listas.

Entró y fue directo al refrigerador para sacar una cerveza.

—Una botella de champaña —comentó alzando las cejas.
—Por supuesto, habrá que celebrar cuando gane el programa el viernes, así que tomaremos una copa en algún momento para festejar que seas mi representante oficial. ¿No puedes vestirte un poco mejor?

Harry iba vestido de azul oscuro con cadenas doradas y plateadas al cuello, y anillos brillantes en la mano izquierda; hizo un giro con estilo artístico y remató con una pose exagerada, sonriendo.

—Vamos a hacer una cosa. Cuando tú aprendas a leer y escribir como una persona normal, yo me vestiré de otra manera.
—Muy gracioso.
—Por otro lado —continuó, tomando uno de los collares con un dedo—, éste atuendo y mi maravilloso actuar son lo que me han permitido conseguirte más y más votos, así que no puedes quejarte. Ah, en ese bolso está el vestido de flequillos que querías para hoy, fue un parto conseguirlo a un precio decente, pero lo logré.

Charlene abrió el discreto bolso negro y extrajo de él un vestido blanco cubierto de cientos de flequillos que resplandecían ante la luz; lo admiró un rato y comprobó en la etiqueta que fuera original como le había dicho a su asistente que debía ser.

—Perfecto, lo hiciste muy bien, con este vestido hoy voy a parecer una novia.
—Tendría que ser rojo en ese caso —comentó el con tono divertido—, y con unos grandes lunares verdes.
—Cállate, tu no entiendes de los colores que me vienen perfecto.
—Y tú no entiendes de ecuaciones diferenciales ¿Cuál es el punto?

Charlene hizo un breve baile, como un vals, moviendo el vestido de un lado al otro.

—Todo lo que he tenido que aguantar con esas chiquillas ruidosas ha servido muy bien hasta ahora, porque la gente entiende que soy una mujer completa y dedicada, y humilde.
—Sobre todo humilde.
—La idea es perfecta para hoy, estoy segura —Continuó ella, ignorándolo—, porque voy a hacer la presentación de la despedida, como si no me importara si gano o no.

Harry se sentó y la miró con los ojos entrecerrados.

—Y eso te dará mas votos.
—¡Claro! —replicó ella—, porque las otras estarán intentando figurar a costa de todo, menos la tonta de Nubia, y yo estaré ahí atrás, humilde y sencilla, para que todos vean que soy sincera y me elijan. Marcar la diferencia va a ser fundamental.

Harry decidió dejar que ella se quedara con su ilusión; Charlene no iba a ganar el programa, eso era algo seguro, pero no iba a tratar de convencerla cuando faltaban unas cuantas horas para el penúltimo programa, y la final recién sería el viernes. De momento, su trabajo estaba completo.

2


Alberto estaba terminando su sesión de trote matutino cuando recibió una llamada de Sandra. Siendo el penúltimo programa, no había muchas opciones acerca de lo que iba a decirle.

—¿Puedes hablar?
—Sí.
—Bien, escucha esto: las piezas deben moverse hoy.

Las piezas eran todo lo que los bailarines habían estado obteniendo de información durante esos meses de competencia; se trataba de una larga lista de fortalezas, debilidades y oportunidades que la producción podía usar para hacer caer o subir a una de las participantes.

—¿Cuáles piezas?
—Excepto la número cuatro y seis —Respondió la fría voz de ella—, todas.

Alberto cortó la llamada y se quedó de pie en la vereda, pensando. Entonces la gente del programa quería que una de dos ganara ¿Por qué no sabotear a todas las otras y dejar libre a una, para que llegara en mejores condiciones a la final?
Se dijo que era un movimiento extraño, pero que por otro lado a él no le afectaba quién ganara y quién perdiera en esa competencia; el dinero que a él y los demás les ofrecieron para infiltrarse, ganar su confianza y obtener información útil ya estaba pagado. Marcó un número en el móvil.

—Nigel —Pronunció tan pronto le contestaron—, llama a los demás, necesito una reunión en cuarenta minutos.
—¿Tan pronto? —contestó la voz del otro lado de la línea.
—Sí, es algo urgente, pero vamos a cambiar el lugar, por si acaso.
—¿Alguien sospecha?

Hasta el momento, los movimientos de tobos habían sido perfectos; constantemente aparentando ser simples trabajadores dentro de la gran maquinaria de la producción, y todo el tiempo insistiendo en mantener las amistades o coqueteos con las concursantes en un estricto secreto. Incluso, cuando uno de ellos recibió una oferta por un trabajo por dos meses en otro país, inventaron que había sido despedido por hacerse amigo de una de las participantes, asegurándose de que todas se enteraran de esto para reforzar la idea de una producción inflexible.

—No, pero es mejor que nada falle, mucho menos ahora. Además, tendremos que estor todos coordinados, esto no puede fallar.
—Está bien, mándame los datos para reunirnos.
—Prefiero que no queden pruebas —Replicó, con frialdad—, reúnanse en el sitio donde bailó Massimo y les daré instrucciones.

Terminó la llamada y volvió a correr, en ese momento más rápido. En esa jornada todo tenía que salir bien.

3


Harris había insistido tanto en que se reunieran, que finalmente Valeria aceptó; de todos modos, ella también quería verlo, y ese sentimiento era cada vez más fuerte, aunque se negara a aceptarlo.
Se reunieron en una cafetería en un barrio discreto; él lucía elegante con una tenida en colores claros, compuesta por camisa blanca y pantalones a juego. Le invitó un café y dijo que quería hablar con ella y felicitarla por su avance.

—Estoy tan contenta de estar en la final —Estaba diciendo ella—, ha sido todo tan intenso, es increíble que ya pasaron varios meses desde que empecé en todo esto.

Se sentía halagada por la forma en que él la miraba con tanta atención, pero más por ese respeto por sus decisiones. Ella se había encargado de sostener la versión pública sobre la soltería de su identidad falsa, y él no había vuelto a mencionar nada sobre un acercamiento entre los dos después que ella dijera que no era el momento.

—Qué bueno que todo esté bien —dijo él, sin dejar de mirarla con intensidad—, yo sólo quería felicitarte por todo lo que lograste en el programa.
—Gracias.

Harris se puso de pie y se acercó a ella; por algún motivo, Valeria había anticipado que él iba a abrazarla, y se puso de pie con cierta alarma por un gesto así en un lugar público.

—¿Qué sucede?
—No creo que sea el lugar.
—Solo es un abrazo —replicó él, con simpleza—.  Tómalo como un abrazo de amigo o de colega.

Estar tan cerca hizo que todas sus defensas se derrumbaran; dejó que él se acercara, que le diera un suave beso en los labios y que la abrazara con ternura.
Y mientras lo estaba abrazando, sintiendo su corazón junto a su pecho, abrió los ojos, y vio a Jorge a unos metros de ellos, mirando con el rostro pálido y desencajado.

—Disculpa, no tenía que haber hecho eso —murmuró el bailarín, sin soltarla.

No podía hablar ni moverse; era como si su corazón se hubiese congelado junto a todo su cuerpo ¡Cómo podía ser que, entre todos los sitios de la ciudad, Jorge entrara precisamente a ese!
Pero su mente reaccionó al instante y todas las ideas vinieron al mismo tiempo; Harris no estaba mirando en esa dirección, lo que significaba que no sabría lo que pasaba a menos que ella tuviera una reacción exagerada o Jorge hiciera un escándalo. Y si Harris se enteraba de algo, toda su mentira quedaría expuesta.
Pero Jorge no haría algo como eso; con una expresión terrible en el rostro, salió de la cafetería.

—¿Qué pasa? —preguntó Harris cuando se separó de ella.

No podía dejar que el bailarín sospechara algo, pero tampoco dejar que Jorge se fuera de ese modo. Quizás no había hecho un escándalo en ese momento, pero desconocía por completo lo que podía pasar después.

—No es nada —respondió, luchando por controlarse—, es mejor que me vaya.
—Pero…
—Hablemos en otro momento ¿De acuerdo?

Salió rápido del lugar y tomó un taxi, sabiendo que Jorge iría en primer lugar al departamento; lo alcanzó cuando el recién estaba entrando.

—Vete —exclamó él cuando la escuchó entrar—. Lo mejor puedes hacer es irte ahora.

Valeria no sabía qué hacer; jamás había pensado en algo como eso ¿Cómo enfrentarlo?

—Jorge, escúchame.

Él le estaba dando la espalda; apoyado sobre el mueble de la pared, sus brazos temblaban por la rabia.

—Qué estúpido. Estúpido, estúpido, y yo esperándote todo este tiempo, soportando todo esto…
—Jorge, escúchame, no es...

Él se volteó y la miró con una rabia que jamás imaginó ver en sus ojos; su mandíbula tensa por la emoción contenida daba a su rostro un aspecto salvaje.

—Ni siquiera te atrevas a decir que no era lo que parecía. No te atrevas a decir eso. —repitió—. Estuve todos estos meses esperando, soportando que hicieras esa doble vida para estar en ese maldito programa de televisión, te he sido fiel como un animal, y todo para esto.
—Jorge, por favor, las cosas no son así.
—¡Te estabas besando con ese bailarín! —rugió él, con los ojos desorbitados—.Yo ni siquiera miré a otra mujer durante todo este tiempo ¿Qué es lo que me vas a decir  ¿Que fue la primera vez, que te tomó por sorpresa? Es un tipo guapo, joven y fuerte ¿Qué tan estúpido crees que soy? ¡Contéstame!

Al gritar dio un manotazo, con el que golpeó sin darse cuenta el florero, que estalló en mil pedazos; no pareció darse cuenta del golpe, ni de los trozos de vidrio que hacían que sus dedos sangraran. Valeria no podía hablar.

—Vete, en serio. No puedo verte.

4


Márgara había decidido ir temprano al centro comercial para comprar unos esmaltes de uñas; debido a que Fernando estaba trabajando, llamó a Miguel, su nuevo amigo bailarín y le dijo que la acompañara. Él era parte del equipo del programa, pero ella realmente nunca le había prestado atención hasta que, pasado el primer mes de participación, se toparon a la salida y empezaron a hablar.
Para ella era obvio que Miguel estaba interesado de un modo romántico, pero no le correspondía hacerle cargo de los sentimientos de los demás, principalmente porque todos sabían que estaba feliz y comprometida. Pero Miguel era muy amable, educado y simpático, por lo que se dijo que no había problema en ir a un lugar público como un centro comercial o a tomar un helado en su compañía, ya que podía charlar sobre distintas cosas de un modo amigable.
Ya habían salido de otra tienda, y ella caminaba con las pequeñas y coloridas bolsas de papel de los esmaltes, contenta y relajada.

—Estás de muy buen humor hoy.
—Oh, claro —respondió ella—, las clases por fin terminaron y solo queda un programa más además de hoy, va a ser divino.
—¿Por qué dices que va a ser divino?

Ella ladeó la cabeza y sonrió, un poco burlona ante la pregunta del bailarín.

—Porque voy a ganar, por supuesto ¿Por qué más?
—No estás hablando en serio.
—Claro que sí, tonto —Soltó una risa alegre—; es sólo cosa de ver las redes sociales ¿No es así?

Miguel la hizo detenerse, parándose frente a ella. Lucía algo divertido.

—Ya, en serio, tú no vas a ganar el programa.
—¿Por qué me dices eso? —preguntó ella, confundida.

El hombre soltó una carcajada sarcástica que la descolocó; si se trataba de una broma, no estaba entendiendo hacia dónde iba.

—Márgara, no puede ser que no te hayas dado cuenta en todos estos meses que es imposible que ganes el programa.
—¿Por qué sería imposible? —la voz de ella había comenzado a temblar—; soy favorita, la gente me quiere y aprecia mi talento.
—No, tú eres bonita —replicó él, cruzando los brazos mientras la miraba con una inconfundible expresión de superioridad—. Márgara, tú estas en el programa porque eres bonita, esa es tu importancia ahí, pero ¿Ganar? Eso no.

Márgara sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas. ¿Por qué le estaba diciendo esas cosas?

—Eso no es cierto.
—Sí, lo es —reafirmó él, con frialdad—. ¿No te has tomado el tiempo de ver a las otras finalistas? ¿Con qué piensas competir tú? Cada vez que sales al escenario haces un poco de improvisación sexy, mueves el cabello y levantas una pierna, no puedes creer realmente que con ese nivel tan básico puedes vencer a las demás.
Este programa lo va a ganar Joanna por su talento; Alma porque es perfecta, lo podría ganar Nubia porque es como la cenicienta, o Lisandra porque se hizo un espacio al pasar de tonta a zorra. Lo puede ganar Charlene por esa tontería de la labor humanitaria, Sussy porque es graciosa, hasta Valentina por ese aspecto medio exótico que tiene ¿Pero tú? Tú solo eres bonita, sirves para adornar la pantalla.

Márgara estaba temblando, impotente ante las frías palabras de él; necesitaba que se detuviera.

—No entiendo por qué me estás diciendo estas mentiras, pero…
—No son mentiras, te estoy ayudando —corrigió él, con perfecta calma—. Deberías agradecerme, la verdad. Y deberías estar agradecida también por la pantalla, porque te dejaron estar mucho más tiempo que a otras que lo merecen más. Lo mejor que puedes hacer es buscar algo como ser modelo, pero de catálogo. No te alcanza para más.
—¡Eso no es cierto! —estalló, gritando entre lágrimas—. Yo tengo talento, yo soy una triunfadora.
—No —negó él, con una sonrisa cargada de condescendencia—, sin alguien que te sostenga en alto, tú no eres nada. Y lo vas a comprobar cuando salgas última y a la semana, nadie hable de ti.

5


Nubia había tomado la decisión de formalizar un noviazgo con Nick en la final del programa; todo estaba saliendo tan bien, que se dijo que era el momento indicado para hacerlo.
Pero como no quería que fuera una sorpresa para él ni actuar por sí sola, se dijo que debería hablar con él en persona y tomar una decisión; hasta el momento no habían hablado de un noviazgo con palabras concretas, pero para ella resultaba obvio que estaban en el camino de concretar algo como eso. Esa mañana de miércoles estaba pensando en qué momento hablarle del tema, cuando él le envió un mensaje y le dijo que estaría por el gimnasio de la calle Nueva Extremadura, por si tenía tiempo al mediodía para verse.
Tan pronto como llegó al lugar y se encontró con él en la puerta, se dijo que algo no estaba bien.

—Gracias por venir —Dijo el a modo de saludo; no le dio un beso en la mejilla como era su costumbre—. Tenía algo que hablar contigo y es mejor que sea ahora.
—¿Qué ocurre? —Preguntó ella, confundida.
—Pasa que tengo que decirte que nuestra cercanía —Usó un tono especial para la palabra, que se le antojó muy extraño—, eso tiene que terminar.

Se sintió un poco tonta al quedarse en silencio, sin comprender. Su lado lógico le decía que lo que Nick estaba diciendo era bastante claro, pero los sentimientos en esa jornada estaban primero.

—¿De qué estás hablando?
—De que conocí una chica —Explicó él, con simpleza—, no ha sucedido nada, por supuesto; está en el gimnasio y bueno, estas cosas son así, hemos empezado a hablar mucho, ella es culta y tiene tanto mundo, no lo sé, supongo que solo se dieron las cosas.

Esa descripción fue abrumadora para Nubia. Nick nunca le hablado a ella misma de ese modo en esos meses.

—El punto es —Siguió el bailarín—, que siento que me gusta, y no puedo estar así. Me acordé de cuando dijiste que la sinceridad en una persona es muy importante, y tienes razón; si hay alguien que me está causando algo, lo lógico es que sea honesto.
—¿Y cuando la conociste? —Se arrepintió al instante de haber hecho la pregunta, porque su voz salió con un inconfundible tono de reproche—, quiero decir, esto es muy raro.

Él se encogió de hombros como inicio de su respuesta.

—Solo estoy siendo honesto contigo, es todo. Pero escucha esto, fue divertido, lo pasamos bien este tiempo ¿No es así?

Quería salir de ahí y dejar de exponerse a esa humillación, pero era como tener los pies clavados al piso.

—Entonces eso es todo.
—La sinceridad, ante todo, eso dijiste siempre —Sonrió de forma amistosa—. lo importante era decírtelo a la cara, y que supieras que nunca estuve jugando a dos bandas; ni siquiera sé si a ella le interesaré o no, pero lo primero era dejar las cosas en claro.
6


La noche del viernes, cuando la euforia por el programa había pasado y el escenario estaba a oscuras, Lisandra fue la última en salir de las instalaciones del canal; había medios de prensa de espectáculos en las afueras del canal, y al igual que con las anteriores, se acercaron a ella para conseguir algunas declaraciones.

—Lisandra, te estábamos esperando.
—Perdón por la tardanza —Sonrió con picardía—, tenía un nudo en el cabello y no podía dejarlo así.
—¿Nos podrías dar tus impresiones sobre la final del día de hoy?

Ella se encogió de hombros.

—Creo que todas ya hablamos mucho en el escenario; eso es algo que agradezco, que además de presentarnos tuvimos la oportunidad de comunicar. Ahora hay que dormir y descansar ¿Se dan cuenta que casi son las dos de la mañana?
Ah, y ahora de verdad me tengo que disculpar, mi novio está esperándome. ¡Benjamín! Ahora voy.

El chico hizo un tímido gesto a cierta distancia.

—Siempre bien acompañada —Observó otra periodista, intentando hacerla hablar—. Tu novio te acompaña mucho.
—Soy tan afortunada —dijo ella como respuesta—, el entiende mi trabajo, aunque no es mucho de cámaras. Ahora queremos celebrar esta etapa y ver lo que viene para el futuro.

Se despidió de la prensa y apuró el paso hasta donde Benjamín la esperaba, junto a un taxi particular.
El camino no fue largo hasta el departamento en donde ella estaba viviendo, y que había comenzado a arrendar un tiempo atrás. Subieron de inmediato, en silencio, y el cerró la puerta.

—Ahora ya estamos solos.

La chica se había sentado en el sofá; seguía callada al igual que durante todo el viaje.
Benjamín tampoco había tenido ganas de hablar; esa farsa de noviazgo lo tenía cansado, y todos los regalos que venían de auspiciadores de ella que constantemente recibía no cambiaban mucho las cosas. Tenía dinero en la cuenta, y cosas, pero estaba vacío.

—Bien, ya se terminó —dijo en voz baja; odiaba lo que iba a decir, pero no podía callarse —. Te peleaste con tus padres por tu cambio de actitud, te fuiste de tu casa, empezaste a arrendar este departamento en un barrio acomodado, me pediste que fingiera este noviazgo para ayudar con tu imagen, inventaste una nueva versión de ti que es una especie de mujer fatal, llegaste a la final, y el primer lugar se lo llevó Sussy.
El segundo, Alma, y el tercero, Joanna.
¿Sirvió todo lo que hiciste? ¿Sirvió cambiar hasta ser otra persona?

Lisandra no contestó; el llanto que había estado conteniendo todo ese tiempo no le permitió hablar.

Al mismo tiempo, Charlene estaba llegando al departamento; estaba cansada de todo y quería mandar el mundo al demonio, pero hasta no estar tras paredes seguras, sabía que no podía perder la actitud.

—Hasta que apareces.

Ni siquiera volteó al escuchar la voz de Harry, y se limitó a poner la llave en la cerradura y dejar la puerta abierta mientras dejaba el bolso de mano en el mueble.

—No sé por qué, pero me imaginé que no iba a volver a verte.
—Hola Harry ¿Cómo estuvo tu día? —la imitó él.

Charlene se sentó y lo miró, un poco sorprendida de verlo de tan buen humor.

—Supongo que esta es la parte donde me dices que tengo que pagarte por tu trabajo de asistente en estos meses —Dijo con cansancio—, pero como te darás cuenta, no hay nada.

Aún le dolía la pierna después de la caída en el escenario; era obvio que alguien había saboteado su parte, pero eso ya no importaba.

—No, rubia debilidad, no es esa parte. Nunca puse mis esperanzas en que ganaras.
—Oh pues muchas gracias —replicó ella, con acidez—, pudiste decirlo hace meses en vez de soltar toda esa palabrería sobre llevarme al estrellato.

Harry revoleó los ojos; por suerte su plan había funcionado.

— Charlene, nunca fue sobre este programa. Aparte de conseguirte votos y accesorios, lo que estuve haciendo durante este tiempo fue hablar muchas veces con empresarios que quisieran apoyarte. El lunes tienes una reunión con unos ejecutivos que quieren contratarte para que conduzcas un programa estilo “Conociendo la ciudad” para su canal de cable.

Charlene había entendido todo, pero se detuvo en otro punto al hablar.

—¿Por qué no me lo dijiste? Harry, estuve sufriendo como una bestia todo este rato.
—Pasando por alto que aún no me agradeces —replicó él con sorna—, es porque vendí el cuento de que eras casi como esas protagonistas pobres de telenovela, y si te lo decía, obviamente te ibas a relajar y todos nuestros planes se irían por la basura.

La rubia iba a rebatir, pero tuvo que reconocer que eso era verdad; dio un largo suspiro.

—Qué alivio, ya estaba pensando en meterme a un reality.
—¿Y mis felicitaciones? —Reclamó él, falsamente ofendido.
—Saca la champaña, hay que celebrar —Dijo ella, sonriendo—. Lo hiciste de verdad muy bien, Harry. Así que un programa de televisión, eso es un muy buen paso, pero hay que planear muy bien cómo seguir.

Harry descorchó la champaña y sacó dos copas; haber logrado eso era un gran paso para él también, y no estaba dispuesto a ocultar su satisfacción por eso.

—Ya estás tramando algo.
—Por supuesto, no hay que confiarse —Bebió un corto trago y sonrió ampliamente—, ah, yo cumplo lo que prometo, desde ahora serás mi manager oficial, y más vale que nos pongamos a trabajar, porque desde aquí, quiero alcanzar las estrellas.
—Esa es la actitud, leona. Pero ahora brindemos por este triunfo, y porque no tuviste que entrar a uno de esos programas donde todo está manipulado.


6


Un poco más temprano, Márgara había llegado al departamento, y se encontró con Fernando sentado en el sofá de la sala.

—¿Por qué no me contestas el teléfono? —exclamó, arrojando la cartera a un lado—, necesitaba que me fueras a buscar ¿No te importa que no haya ganado? Es obvio que alguien cambió las votaciones y por eso pasó todo esto ¿No me vas a decir nada?

El joven desvió la mirada por un momento a la pequeña caja en donde tenía cosas de su trabajo, y suspiró.

—Me despidieron.
—¿Qué? —exclamó ella, confundida.
—De mi trabajo, me despidieron. ¿Recuerdas todas esas veces que me llamaste el miércoles? ¿Recuerdas que al final te contesté, cuando me hablaste de esa discusión con tu compañero de trabajo?
—Oh, ese hombre horrible —Soltó ella, pasando por sobre sus palabras—, y hoy tuvo el descaro de estar ahí como si nada.

Fernando se tapó la cara con las manos; en ese momento estaba escuchando otra vez las difíciles palabras de la madre de ella, y al hacerlo quería gritar o romper algo. Quería gritarle que él tenía un problema y necesitaba su apoyo esa vez, no exigencias ni reclamos.

—Acabo de decirte que me despidieron ¿No vas a decir algo sobre eso?
—Bueno —Ella pareció incómoda con la pregunta—, si es un despido injustificado los demandas y eso es todo.
—No, no es eso —replicó poniéndose de pie—, me advirtieron el miércoles que no podía estar hablando por teléfono.
—¿Y no puedes decir que es una emergencia?

La pregunta en tono escéptico lo hizo callar por un segundo; se calló de nuevo todo lo que pensaba.

—Voy a salir.
—¿Adónde vas? —preguntó con voz chillona—. No puedes hacer eso ¿Vas a dejarme hablando sola? Tuve un día horrible con todo lo que pasó en la final.

El hombre estuvo demasiado cerca de decirle que ella ya estaba hablando sola, pero lo evitó; la seguía amando demasiado.

—Voy al bar de Henry. Me voy a tomar una cerveza. O dos, o diez, no importa. Y no te preocupes por enfadarte y echarme del cuarto, cuando regrese dormiré aquí en la sala. Buenas noches.



7


Valeria llegó al departamento con una sensación global de frustración y agotamiento.
¿De qué le había servido todo lo hecho hasta ese momento? Ni siquiera por las mentiras y la forma en que se mantuvo en el programa, sino por todas esas semanas de estar interviniendo en las presentaciones de las otras participantes, haciendo algo para perjudicarlas día a día según las instrucciones exactas de Sandra. Se dijo una y otra vez que eso era parte de los sacrificios que debía hacer para subsistir en ese mundo, pero lo cierto es que la culpa de saberse responsable de dañar los sueños de las otras empezó a afectarla.
Le dijo en más de una ocasión a la productora que necesitaba los resultados y ver que todo eso había servido para algo; le repitió que necesitaba ganar el programa o al menos quedar entre las mejores tres, y esa mujer le aseguró que podría hacerlo, que solo tenía que seguir las ordenes al pie de la letra.
Jorge la había visto con el bailarín en la peor situación posible, y después de eso, como si no fuera suficiente con ese estrés y angustia, la productora había cortado todo contacto con ella, y como si fuera una premonición, no consiguió posicionarse entre las tres mejores del programa. La dejaron sola.
Estaba sola, se sentía culpable por haber saboteado las presentaciones de sus compañeras las últimas semanas, y Jorge estaba tan furioso que ni siquiera le contestaba el teléfono.
Marcó el número de Harris, y se sorprendió al escuchar música fuerte de fondo.

—¿Hola?

La voz de él se escuchaba eufórica, y eso la descolocó.

—Harris, soy yo.
—Lo sé, tu nombre apareció en la pantalla —Replicó con una risa—. ¿Qué ocurre?
—Pensé que podríamos hablar —Respondió, sin saber muy bien por qué seguía hablando cuando claramente él estaba en una fiesta—. Como estuviste ensayando tanto ayer y no pudimos hablar.
—Valentina, estamos en la disco —Él sonaba muy alegre mientras hablaba—, acaba de terminar el programa, podemos divertirnos, por unos días no hay horarios ni exigencias ¡Hay que vivirlo! ¿O qué, eres una vieja de treinta que se queda en casa sacudiendo?

Esa expresión la desarmó por completo; nunca lo había visto hablar de esa forma, y aunque no podía saber si lo estaba diciendo a propósito o sólo como una frase, se sintió tonta al tratar de seguir hablando con él.

—Como sea —Estaba diciendo el bailarín—, estamos en una disco genial, si te animas dejé la localización en Pictagram.

Se escuchó su despedida un poco a lo lejos, mientras la música engullía todo antes de cortar la comunicación. Valeria se dio cuenta de que estaba completamente sola.

En tanto, Harris se guardó el móvil en el bolsillo de la camisa y se acercó a los demás bailarines, que estaban junto a una mesa en donde había alcohol y distintas cosas para comer.

—¿Cómo resultó? —Preguntó Alberto.
—Perfecto —Respondió, sonriendo—, se quedó muda cuando le dije lo que me aconsejaste ¿De verdad tiene casi treinta?
—Así es —Replicó el líder del grupo—, tiene algunos fantasmas ocultos.
—Vaya, eso sí que es raro.

Harris se unió al grupo, y Alberto fue hacia un costado, por donde venía regresando Nigel con unas copas.

—Gracias.
—El bar está a reventar, pero conseguí los tragos perfectos ¿Cómo va todo?
—Harris ya se deshizo de Valentina, así que oficialmente estamos todos libres de este trabajo y todo salió de acuerdo con el plan. Pero quiero preguntar algo —Siguió con una sonrisa—. Hoy cambiaste todo a última hora y dijiste que no era necesario hacer nada contra Charlene. ¿Tú dañaste el escenario?

El otro hombre se encogió de hombros, sonriendo ampliamente.

—Solo digamos que alguien tenía que bajarla de donde estaba.
—Pero se las va a arreglar para seguir en este mundo y habrá que verla, estoy seguro.

Nick también lo estaba, pero eso ya no era problema. Tarde o temprano lograría hacerle algo de daño.

Mientras los bailarines celebraban su finalización de trabajo, Kevin Aim descendió de su auto y le dijo al chofer que esperara con el motor en marcha; esa visita no tomaría mucho tiempo.
Había descubierto que Sandra estaba manipulando las cosas por su cuenta, para lograr que su elegida se convirtiera en la ganadora del certamen; estaba contando con la ayuda de una de las participantes, y estaba saboteando las participaciones de las otras para que sus errores se vieran en pantalla, y eso las perjudicara en el juicio que emitía el público a través de las redes sociales.
Que lo hiciera, que ganara.
Su plan no había sido descubierto, y en ese momento podía decir que el verdadero triunfo era solo suyo, porque el programa siempre fue una pantalla para sus verdaderas intenciones.

—Buenas noches —Saludó cuando abrieron la puerta.
—¿Usted?
—Sí, yo —Respondió con calma, saliendo que era lógico que ella estuviera confundida de verlo ahí—, lamento la hora ¿Podemos hablar?

Era una de las ocho finalistas del programa; después de ese día viernes de alto rating y muchos comentarios en las redes, después de las luces y las notas de prensa que inundarían los programas misceláneos durante los días siguientes, lo único que importaba era esa breve e informal reunión. El programa jamás había sido relevante.

—Estoy sorprendida, como el programa ya terminó.
—Sí, pero no es exactamente de eso de lo que vengo a hablar —Respondió mientras entraba—, vengo a hacerte una pregunta ¿Quieres seguir en el mundo del espectáculo?

La expresión confundida de ella pasó de inmediato a una de determinación; por supuesto, toda la exigencia en las clases, la forma en que se manipularon las redes para que ciertos comentarios, positivos o negativos, fueran más visibles, los meses de ensayos, los premios y regalos de los auspiciadores, todo había sido programado paso a paso para generar ese tipo de reacción; lo que había provocado era que un grupo de chicas que querían estar en ese mundo, se transformaran en personas que desearan más que cualquier otra cosa seguir ahí.

—Sí, por supuesto.
—Entonces podemos hablar de negocios.
—Pero el programa —replicó ella.
—Olvídate del programa —La interrumpió él—, eso es pasado. Tengo un contrato con unos auspiciadores que creen en tu talento y en mi capacitad creativa. Te propongo que firmes con ellos, y te convertiré en algo mucho más grande que una simple participante de programa de talento.

La chica estaba sorprendida, pero procesó rápido la información; en realidad, esa decisión ya estaba tomada.

—Claro que me interesa.
—Entonces es una cita. Te voy a convertir en algo mucho mejor.
—¿En qué? —preguntó ella.
—En una celebridad.


Fin









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