Narices frías Capítulo 26: Anticipación





Tres muertes en los alrededores; Carlos estaba leyendo distraídamente las tendencias locales en el móvil cuando un ruido en el primer piso lo distrajo. Después de un momento entendió que solo era su madre hablando con el perro.
Los hechos delictuales nunca salían en las noticias importantes; tenía que suceder algo grande para que los medios prestaran atención a lo que pasaba en el distrito, como aquella maldita empresa de animales que tenía a todos embobados. Por lo general las noticias sectoriales eran muy aburridas y se centraban en eventos culturales y cosas por el estilo, pero en esa ocasión eran palabras mayores; tendido sobre la cama, decidió que no tenía más que hacer que investigar un poco al respecto, ya que no tenía tarea, y aunque la hubiese tenido, estaba desganado.
Las fuentes oficiales siempre censuraban la información, así que entró en un foro que conocía y navegó un poco hasta dar con el lugar indicado: en principio, se sorprendió de descubrir que las muertes en los últimos tres días no eran tres, sino cuatro. El primero, un accidente en el que un doctor tropezó en un semáforo y cayó delante de un camión; había una foto bastante clara de cómo un brazo había quedado debajo de la rueda delantera, desprendido del torso. Eso había sido el viernes por la tarde, seguido no de muy lejos por otra cosa anunciada el sábado, aunque al parecer se trataba de algo de un poco antes: habían encontrado a un matrimonio muerto en una casa, junto a una niña pequeña que estaba en el interior del lugar; las fotos tomadas por los vecinos solo mostraban el exterior de la casa, la cinta de seguridad en el perímetro y los vehículos de la policía, así como oficiales, pero por lo visto nadie alcanzó a ir tomar imágenes directas. Sin embargo, alguien comentaba que había un olor insoportable en el lugar y que los gritos que se escuchaban de la niña eran peores que en una película de terror cuando la sacaron de la casa.
Pero en el subforo de audio no había registro de eso; se dijo que la gente era muy desprolija al confiar tanto en las cámaras y no tener la precaución de usar la grabadora de audio del móvil en momentos en donde era útil.
Se sorprendió de ver que el último caso era más complejo de lo que parecía. Un hombre había entrado a la casa de su vecino la noche pasada y lo había apuñalado, pero no estaba muerto, o al menos no lo estaba hasta lo último que se sabía; el muerto en ese caso era el hijo del atacante, que según lo que se había filtrado, había sido asesinado por su propio padre.
Fue hasta los datos y al ver la imagen del hombre se quedó de una pieza: él conocía a esa gente. En realidad no de forma personal, pero sabía de quién se trataba; un hombre con un hijo y una novia, ella era muy bonita. Los había visto en la plaza en algunas ocasiones, paseando con un gato blanco en brazos, y le había parecido tonto que llevaran al animal de esa forma, como si le fuese a pasar algo por el simple hecho de tocar el suelo. Quizás era para que no se ensuciara el pelaje, pero era absurdo que alguien hiciera algo como eso, porque a los animales no les pasaba algo malo por ensuciarse.
De pronto se le ocurrió que eso fuera alguna de esas tontas medidas que inventaban en Narices frías para sacarle más dinero a la gente y tenerla siempre pendiente de esos comerciales y comunicados; había un foro en donde algunas personas decían que todo eso era una especie de enorme negocio entre distintas empresas que estaban relacionadas entre sí, y que se beneficiaban de Narices frías. Esa empresa vendía a los animales y todo ese concepto de cuidado extremo, con una clínica casi a domicilio, mantenimiento, consejos de qué darles de comer y hasta qué shampoo usar para limpiarlos, y las empresas proveían de esos productos con todas las características necesarias, para que personas como sus padres hicieran caso sin pensar y siguieran todas las instrucciones.
Tenía sentido, excepto porque no parecía malo, no había precios altos o un monopolio contra el que alguien reclamara; las pequeñas tiendas de mascotas en el distrito habían sido absorbidas por ese gigante, quien pagó unas cifras increíbles, pero no para hacerlas desaparecer, sino para convertirlas en pequeñas sucursales. Los archivos de noticias decían que varias se habían negado, pero que al ver cómo su publico disminuía y les ofrecían mucho dinero por la franquicia, terminaron por caer como siempre ocurre cuando llegaba una gran empresa a una ciudad: todos estaban felices y el negocio parecía perfecto para todos los involucrados, lo que hacía imposible destacar algo negativo en los noticieros grandes.
Seguía vagando por algunas noticias en el foro cuando se le ocurrió que no sabía si esa empresa tenía alguna clase de plan de acción para ayudar a sus mascotas en un caso como el que había visto. Si ese hombre había asesinado a su hijo y apuñalado al vecino, no era muy probable que se pudiera hacer cargo del gato; sintiendo un fuerte rechazo por la idea de visitar el sitio de esa empresa, optó por hacerlo en un navegador de incógnito para no quedar con huellas de su paso por ahí.
Después de un video introductorio que le pareció insoportable y que no podía saltar, en donde el viejo rostro publicitario estaba jugando con el perro símbolo en cámara lenta, al fin pudo entrar a la página, y fue directo hasta el apartado de ayuda y preguntas frecuentes. Había una enorme cantidad de preguntas divididas por tipo de animal, pero lo que le sorprendió de verdad fue que había una sección de comentarios que redirigía a redes sociales, en donde había tal cantidad de comentarios y posteos que se extrañó de nunca haberlo visto en tendencias; intrigado, usó su cuenta secundaria para espiar en la red social y buscó la tendencia indicada.
Por la cantidad de posteos, debería estar entre las primeras nacionales, pero aunque sí aparecía en las listas del analítico, no se llevaba el primer lugar por alguna razón que se le escapaba; personalizó en su perfil las opciones relacionadas con mascotas y animales, y solo en ese momento pudo verla en primeros puestos. Generalmente las empresas pagaban por estar visibles en las redes, pero en este caso era al contrario, como si no quisieran ser vistos a pesar de la gran cantidad de publicidad que estaba por todas partes.
La mayor parte de los post eran de personas luciendo el nuevo juguete o accesorio o comentando con flores y corazones la última foto del animal en cuestión; no había mucho que analizar, porque al igual que la publicidad de esa empresa, los comentarios de unos usuarios hacia otros eran todo dulces y colores. Entonces tomó la decisión de hacer un comentario en donde se preguntaba qué pasaría con ese pobre animal tras aquel terrible hecho, y cuando no habían pasado cinco segundos, comenzaron a llegar comentarios de personas que se unían en hilo a la misma pregunta, incluso informándose entre ellas acerca de cuál era el terrible hecho policial. No tardaron en aparecer vecinos o supuestos, que afirmaban haber visto que un oficial de la policía había tomado al felino para protegerlo en la escena del crimen.
Carlos opinaba que era muy improbable que una de esas mascotas necesitara algún tipo de protección, pero no hizo comentarios en el hilo y dejó que los amables samaritanos se explayaran hablando del asunto. Que alguien vio que era un gato blanco, que era muy bonito, que quizás qué tragedia había tenido lugar en esa familia, que pobre niño; y apareció alguien diciendo que sabía lo que iba a suceder, explicaba que cuando en una familia sucedía alguna clase de accidente que impedía que pudieran hacerse cargo de la mascota, un equipo especializado la recibía y se ocupaba de ella hasta que pudiese volver con los suyos.
Pero ¿Cómo iba a volver con los suyos si en esa familia ya no quedaban miembros? No se imaginaba que la novia de ese sujeto quisiera quedarse con el perro de un hombre que había asesinado a su hijo y casi matado a alguien más. Y en ese momento, una idea pasó por su mente, algo que lo hizo ponerse rígido y frío, pero que en su mente tenía sentido total. Navegó un poco más por el sitio, hasta que encontró el registro de mascotas, o como lo llamaban ahí, de hijos adoptados; después de una larga declaración de principios en donde repetían muchas veces cuánto amaban a los animales, estaba el registro actualizado, con datos del nombre y raza del animal, y la información de quien realizó el procedimiento. Después de hacer otras averiguaciones en el foro de noticias en donde supo de todos esos detalles, comprobó que las dos muertes más extrañas eran en casas donde tenían mascotas de Narices frías, mientras que tanto el hombre atropellado como el sujeto acuchillado no las tenían; ambos casos involucraban muertes muy violentas, una cometida por el propio padre, y la otra en una situación misteriosa que había dejado dos cadáveres junto a una niña pequeña.
Y en ambos casos, las mascotas estuvieron ahí; caminaron junto al río de la muerte sin ser nunca salpicadas por ella, indiferentes a los eventos sucedidos, sin huir y siendo protegidos de inmediato. Resultaba curioso que pareciera que la gente estaba más preocupada de su bienestar que del de los humanos; a fin de cuentas, según su propia convicción, esbozada en los comentarios pero nunca dicha, las personas ya estaban muertas, y los sobrevivientes tendrían que acostumbrarse a los hechos, mientras que las mascotas eran seres por completo indefensos, expuestos a los malos designios del destino e incapaces de defenderse por sí solos de los males del mundo.
Pero él sabía que eso no era así; sabía lo que había en ese perro y conocía al enemigo como para saber que la inocencia era solo una distracción para hacer que los demás creyeran en el ¿Podría haber sido él un número más en esa estadística de fin de semana, otro cadáver del que no se preocuparan lo suficiente por estar preocupándose de los traumas de la mascota? No tenía respuesta para eso, y tampoco alguien con quien hablar; estaba solo en su cuarto, con débiles puertas y ventanas resguardando una intimidad frágil y cuestionable, y las razonables dudas que solo él entendía.


Próximo capítulo: Silencio en el cielo

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