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Cuento: Arriba en los rieles



Vicente sabía que existían los parques de diversiones porque aparecían en televisión y sus compañeros en el colegio hablaban acerca de ello, pero nunca había ido a uno; mamá decía que eran lugares peligrosos.
¿Dónde estaba mamá?
Sabía que estaba ocurriendo algo que no era habitual, porque en la mañana mamá no lo despertó, ni lo vistió para llevarlo al colegio; cuando abrió los ojos, papá estaba sentado en una silla mirándolo con los ojos muy abiertos.

—Papá ¿dónde está mamá?

Había aprendido que no era bueno hacer muchas preguntas; mamá decía que era una falta de cortesía, pero ella le hacía preguntas a papá y él se enojaba. A veces cuando estaba en el cuarto, arriba, escuchaba a mamá y a papá discutir. Hablaban fuerte durante un rato muy corto y luego no decían nada más, y Vicente se metía bajo las cobijas intentando respirar lo más suave posible, intentando hacerse invisible, transportarse a otro mundo en donde no pudieran verlo ni oírlo. Cuando mamá y papá discutían no quería que lo miraran, porque ambos ponían una cara muy fea en esos casos, y esas caras le daban miedo. Papá no respondió, sólo siguieron caminando en línea recta por una calle que no conocía, era tarde, el cielo se estaba poniendo oscuro y no había sol; mamá decía que la gente de bien no salía cuando se ocultaba el sol, pero nunca le había dicho a Vicente qué ocurría afuera de casa cuando el sol se ocultaba, y tampoco le había dicho cómo era la gente que no era de bien. Sin embargo pensó que tal vez en esa calle vivía mucha gente de bien, porque no podía ver a nadie caminando en esa vereda ni a la vereda del frente; tampoco pasaban autos.

— ¿A dónde vamos?