La traición de Adán Capítulo 11: La única



Todo se convirtió en un infierno en tan solo pocos segundos. El balazo que había atravesado uno de los dos cuadros provocó miedo y algunos casos de histeria, además de detonar los flashes de los periodistas, ávidos de nueva información. A pesar del sonido, nadie hablaba concretamente de un disparo, lo que hizo que Adán reaccionara de inmediato, ordenándole al personal que esparcieran el rumor de una falla eléctrica en las instalaciones; esta versión no podría sustentarse, pero serviría para distraer a la gente el tiempo suficiente mientras recuperaba el orden. Ordenó al jefe de guardias que se llevara a Carmen al interior de la galería, pero no fue fácil porque ella intentó acercarse a las obras.

–Suéltame –dijo ella, con vehemencia.
–Venga conmigo, es por su propia seguridad.
—Obedece, por favor, es por tu propia seguridad –ordenó Adán, imponiéndose— . Llévela al taller, y que nadie entre o salga de la galería.

El jefe de guardias se llevó casi arrastrando a la artista al interior de la sala, mientras la confusión y el pánico cundía en el lugar; todo se estaba yendo al diablo, pero no iba a perder el control, así que levantó la voz por sobre el barullo y los sollozos que comenzaban.

–Escúchenme, ha ocurrido un lamentable accidente, pero no hay ningún peligro, no hay heridos. Sé que el sonido ha sido fuerte, pero como podrán ver, estamos haciendo lo necesario para mantener la seguridad, así que les pido que conserven la calma y se mantengan aquí, junto a nosotros. Por favor sigan las instrucciones del equipo de guardias, si cualquiera de ustedes o sus acompañantes necesita asistencia por el stress del momento, no dude en pedirla, esta organización corre con cualquier gasto involucrado. Si tienen preguntas pueden hablar conmigo, mi nombre es Adán Valdovinos, y soy el asesor personal de Carmen Basaure, y encargado de la gestión de la galería.

Sus palabras, y el tono de absoluta seguridad y calma que transmitió al hablar, hizo el efecto deseado, y la mayoría de los asistentes a la gala volvieron a su centro, aunque desde luego, el nerviosismo continuaba y era evidente que la inauguración ya estaba suspendida. Una dama de la que no recordaba apellido se le acercó, temblorosa.

–Muchacho, tengo la garganta seca con este susto, podrías hacer algo.
–Desde luego –respondió tomándole una mano, con coqueta dulzura–, déjelo todo en mis manos.

La mujer sonrió nerviosa, y Adán le encargó al personal de banquetería que ofrecieran agua mineral, tragos suaves e infusiones frías a discreción, mientras las voces de los periodistas no paraban de insistir. Miró en todas direcciones, Pilar estaba entrando a la galería, los invitados importantes aún permanecían, solo se habían ido unos pocos, ahora el alcohol y la curiosidad habían reemplazado al miedo anterior y eso podía ser aún más peligroso. El jefe de los guardias volvió.

–Una asistente de enfermería y la hija están con Carmen –le comentó en voz baja–, voy a hablar con la policía, ya me avisaron que vienen en camino.
–De acuerdo, manténgame informado de todo.

La expectación era total, y sin más alternativas por el momento, Adán se acercó al espacio reservado para los medios especializados en arte, que de pronto se habían vuelto caza recompensas de la crónica roja.

–Señor. ¿Tiene alguna idea de lo ocurrido, que piensa de este atentado?

Ahora ya era un atentado, así que sí sería la noticia del día después de todo.

–Lo que ha ocurrido ha sido un accidente –explicó con total convicción–, nuestro equipo de seguridad ya confirmó esta información.
– ¿No le parece extraño este hecho en la noche inaugural de la galería de arte?
–Los accidentes ocurren inesperadamente, por eso son accidentes –respondió con serenidad, sin mostrarse soberbio–, ustedes han visto noticias, al igual que yo, de personas heridas o muertas por mala manipulación de elementos peligrosos, lo importante aquí es que no hay personas heridas, los daños estructurales son irrelevantes, de hecho, la obra dañada es una réplica que teníamos proyectado mostrar al público como parte del tema central de la exposición.
– ¿A qué replica se refiere?
–A una pintura histórica, pero comprenderán que no puedo revelar de qué obra se trata por una cuestión de sentido común. Nos pondremos en contacto con ustedes para informar de la nueva fecha de inauguración de la galería.

Dio las gracias y se alejó, dispuesto a tranquilizar a cada asistente respondiendo preguntas y entregando palabras de apoyo. En pocos momentos se había vuelto el centro de la atención, y todos los asistentes se le acercaban esperando una aclaración o palabra de tranquilidad, quedando mucho más tranquilos después de interactuar con él. Apartados del centro de toda la acción, Micaela miró fijamente a Esteban.

–Creo que te cobro las cervezas.
–Tienes razón, vámonos de aquí, parece que ya terminó el espectáculo.

Poco después estaban en un bar, donde todos los miraban de arriba abajo; desde que cruzaron la puerta, se convirtieron en el centro de atención de todos, por sus atuendos demasiado elegantes para un lugar casual. Buscaron una mesa alejada para tratar de pasar desapercibidos, pero luego de un par de minutos notaron que eso había logrado el efecto contrario.

–Somos demasiado sexys para este lugar.
–Parecemos un par de lunáticos –comentó ella–, vestidos de gala, pidiendo unas cervezas aquí. En todo caso, me alegro.

Lo dijo con auténtico sentimiento, pero se arrepintió al instante, solo que demasiado tarde.

– ¿Por qué lo dices?
–Porque no me gustan éstas cosas, no es mi estilo estar vestida así, maquillada y arreglada de esta forma.
–Te ves muy bien.
–Pero lo que ves esta encima de mí, no soy yo. Si quieres saber quién soy, pues soy la que viste en el departamento, relajada, con el pelo suelto, ropa cómoda y una buena charla, no ésta.
–Pero igual pudiste haber ido de otra manera.

Ella se encogió de hombros.

–No lo hice porque esto –se señaló a si misma–, es lo que hago para burlarme del mundo que cree que una mujer es solo bonita si se cree una modelo. Cuando voy a un evento, me disfrazo como una forma de no estar ahí, de ser hipócrita como todos ellos, pero con la diferencia de que yo lo sé, y no me miento.

Esteban bebió de su enorme vaso.

–No lo había pensado de esa forma; pero quizás es algo parecido a lo que siento yo  cuando estoy de trabajo; no me gusta el traje ni eso, no soy mejor por mi corbata, pero por Dios que me siento bien cuando estoy en mi estilo. ¿Oye y te gusta la música? Va a haber un concierto de Replicantes, podrías ir conmigo.

Y le gustaba el rock. Solo le faltaba ser mujer para haber sido el partido perfecto. Micaela sonrió.

– ¿Y quedan entradas?
–Sí, a mí sí.
–No te entiendo.
–Mi primo trabaja en una disquería especializada y tiene algunas así que si te animas...
–No me gusta tanto Replicantes, pero es buena idea escuchar una o dos guitarras. Y ya vamos en la tercera cita, no puedo creerlo.

El rio alegremente.

–No te alarmes, ya te dije que no estoy tratando de conquistarte.

2


Adán entró en el taller donde Pilar intentaba sin éxito calmar a Carmen.

– ¡Quiero ir allá ahora!
–Mamá por favor cálmate...
–Por favor mantengamos la calma.

Las palabras de Adán surtieron el efecto deseado, y Carmen se contuvo, aunque aún parecía una bestia enjaulada.

–Los asistentes están trayendo los cuadros, y tengo al jefe de guardias entendiéndose con la policía; ya di una primera declaración, luego veremos cómo proceder.

Finalmente, los dos cuadros fueron traídos, y la artista descubrió la obra que había sido violentada: era la segunda de ellas.

–Maldita sea, estoy arruinada, estoy arruinada, no sé qué es lo que voy a hacer ahora.

Adán miró la imagen y comprobó que la tela había sido desgarrada en varias direcciones por causa del disparo. Estaba destruida. Pilar vio la imagen y algo en esa deformada ilustración le evocó algo, pero en el momento no supo detectar qué era.

– ¿No puedes exponer sin esta obra?

Carmen no respondió. Estaba como loca, paseando de un lado a otro sin quitar la vista de la destruida imagen, hasta que de pronto se quedó quieta; Pilar temió una recaída, pero al oírla hablar de nuevo confirmó que estaba en perfectas condiciones, al menos físicas.

–La inauguración de la galería se suspende hasta que pueda restaurar esta obra. Ahora salgan de aquí, necesito trabajar.
–Pero...
– ¡Salgan de aquí!

Ambos salieron del taller. Carmen estaba herida, su orgullo estaba severamente dañado y necesitaba rearmarse, refugiándose en lo único que podía llenarla. Extrañamente, Pilar se mostró más ofendida que preocupada, y en silencio salió del lugar. Adán apuntó ese comportamiento, y él mismo se quedó en silencio en la galería, enfrentando un enorme contratiempo en desarrollo en la noche en que debería haber comenzado su triunfo.

3


Eva San Román y Bernardo Cienfuegos iban a bordo de un taxi de vuelta al hotel Eiffel; ella había tomado nota de todo lo ocurrido, sobre todo del hombre que había manejado el escándalo; en tanto, él estaba bastante molesto.

–Es increíble hacernos perder el tiempo de esta manera, y además exponer a la asistencia, pudo haber sido algo grave.
–El anfitrión dijo que había sido un accidente –apuntó ella, con calma.
–Ja, esas cosas no ocurren así nada más, es mucha coincidencia que en el momento de la inauguración pase algo así.

Eva notaba algo más en sus palabras; tal vez esa artista tenía historia no oficial en ese país.

– ¿Qué tratas de decir?
–Los artistas son personas hormonales, seguro hay un lío de hombres o de egos y alguien hizo ese atentado por algo así, ya verás que se termina descubriendo algo parecido.

Era desagradable cuando se volvía tan elocuente, pero podría tener razón. De cualquier modo, pensó Eva, no pasaba de ser una anécdota sin importancia, no había ningún motivo para pensar que esa frustrada gala o sus asistentes terminaran por tener algo que ver con ella.

—Bernardo –preguntó después de una pausa — ¿Hay algo en particular que te moleste de lo que ocurrió?

El hombre reaccionó como si lo hubieran aguijoneado; se aclaró la garganta más de lo necesario antes de hablar.

—Lo que sucede es que esa inauguración era el momento perfecto para cerrar un negocio; Fernando Salous es un hombre un poco esquivo, pero con una copa en la mano es muy sencillo entablar conversación con él.
—Imagino que debe ser un hombre acostumbrado a la fiesta, y a la buena compañía femenina, también.

Lo dijo sin ninguna intención en la voz, lo que produjo en él el efecto contrario, haciendo que se pusiera más nervioso.

—Bueno —dijo para salir del tema — ¿Quién no quiere algo de buena compañía?

Eva analizó rápidamente las palabras de él, y notó algo raro en su voz al decirlas. La había invitado a un evento importante, en el que pensaba cerrar un trato con un empresario al que le gustaba el alcohol; entonces el hecho de invitarla era tenerla como un trofeo, o quizás un distractor que permitiera concretar su negocio. Ya había estado expuesta antes a situaciones como esa, por lo que no le sorprendía, aunque sí era bastante desagradable.

4


Adán entró en el taller pasada la media noche, dispuesto a hablar con la artista, quien llevaba encerrada ahí desde que los despachó a él y a Pilar luego del desafortunado suceso. Esperaba encontrar a Carmen durmiendo, o en uno de esos largos estados de contemplación que para ella eran necesarios en algunos momentos, pero el escenario que se encontró fue totalmente distinto: había lienzos garrapateados por el suelo, paletas de pintura, esparcidas por distintos sitios, y un evidente aroma a pintura, fruto de la gran cantidad de trabajo frustrado que la mujer había dejado por doquier, sin siquiera preocuparse de depositarlos en un sitio especifico. En el centro del taller, oponiéndose d una de las puertas, tres atriles, ordenados de izquierda a derecha, en donde reposaba El regreso al paraíso original, la copia destrozada , y finalmente un lienzo en blanco, que era a todas luces el proyecto que captaba toda su atención; el efecto hipnótico y mágico había desaparecido, lo que dejaba muy claro cuál era el motivo de toda esa desesperación: la pintora trataba de hacer un nuevo cuadro, como el segundo.

–Carmen, debes descansar.
–No estoy cansada, tengo muchísimo que hacer.

Sus palabras no estaban surtiendo efecto, y eso ya era preocupante. Adán optó por acercarse más y usar su poder de convencimiento.

–Podrás trabajar mucho mejor cuando hayas dormido y descansado un poco.
–No tengo sueño –replicó ella, ida.
–Pero necesitas descansar.

Cuando la artista se volteó hacia él, había en su rostro una expresión completamente distinta a lo que él hubiera visto antes en ella, lo que demostraba que en ese mismo momento no estaba viéndolo.

–No necesito descansar. Necesito rehacer esta obra, o que Bastián esté aquí para volver a hacerla. No es imposible, es solo que no tengo la imagen original, tendré que empezar desde cero.
—Pero hay fotografías.
—No seas iluso –objetó ella—. Este tipo de obra no puede captarse digitalmente; es el efecto, el fruto del color lo que hace que tenga efecto; pero vi el cuadro –agregó, con una inquietante sonrisa—, yo lo vi, ahora sólo tengo que replicarlo. Así que déjame sola y no me molestes, tengo trabajo que hacer.

Se volteó y regresó a su lienzo y sus colores, ignorándolo, por lo que a Adán no le quedó otra alternativa más que salir de ahí. Sabía que Carmen era una mujer temperamental y con un carácter muchas veces impredecible, pero no se esperaba encontrarla en trance hasta ese punto; lo que sí le quedaba claro, es que ella estaría fe esa forma hasta que pudiera replicar el segundo cuadro, y no estaba claro cuánto tardaría eso.
Dio unos pasos por la sala de exposiciones a medio iluminar, donde  el resto de los cuadros permanecían cubiertos por telas, como pobres fantasmas abandonados a su suerte, tan solo espíritus creados en función de otro, dejados allí o en el olvido hasta que la cabeza de ese ser fuera reconstruida, qué noche tan sorpresiva, qué jornada tan extraña.
Adán iba a salir de la galería a dar una vuelta, cuando recordó que existía la posibilidad de encontrar algún indicio, que ayudara a descubrir la verdad detrás de ese misterioso ataque; desde luego, no se trataba de algo accidental, pero si había sido hecho a propósito, era necesario descubrir si era realmente el segundo cuadro el objetivo inicial del ataque.

–Cómo no lo recordé antes...

Fue a la recepción e ingresó al sistema de seguridad, orientado exclusivamente al interior de la construcción, ya que ahí es donde estaban los objetos de mayor valor. No podía modificar la orientación de las cámaras sin que se supiera, pero hacía un tiempo había cambiado de sitio un espejo en el lugar, de modo que quedó ubicado estratégicamente y permitía ver parte del exterior, que era donde se había realizado la única parte del evento que se consumó; comenzó  a pasar el registro a velocidad más rápida, esperando el milagro de ver un objetivo cumplido con facilidad, pero el rango de visión que permitía el espejo era reducido y las posibilidades también; terminó de ver pasar el registro sin haber encontrado nada que llamara su atención, y algo frustrado iba a apagar los sistemas cuando algo totalmente diferente despertó todo su interés. Dentro de los últimos segundos de grabación durante la fallida gala, mientras aún quedaban personas nerviosas despidiéndose, apareció frente al lente una mujer, pero no era una mujer común y corriente, eso se podía ver incluso a través del reflejo y la fría grabación; no se trataba de algo puramente físico, porque eso se puede ver habitualmente, tenía una figura proporcionada y esbelta, transmitía seguridad en sus gestos, era hermosa, de rasgos perfectamente delineados, ojos de mirada decidida y directa, pero había algo más que se podía ver en ella, se trataba de una energía, un aura en torno a su persona que la hacía única. Adán jamás había sentido fascinación por nada, quizás por el efecto irreal de los dos cuadros, pero esa noche, por primera vez en su vida, sintió que todo el resto del mundo se borró, y solo quedó  mirándola a ella, deseando haber estado físicamente ahí, sabiendo de antemano que solo verla sería un espectáculo para los sentidos, anticipando la maravilla de su compañía. Necesitó entonces conocerla, necesitó por sobre todas las cosas hablar con ella, y se sintió atraído por una fuerza magnética incomparable, que por primera vez lo hacía ver solamente una cosa, una persona, esa desconocida que a partir de ese momento ya era parte de su vida. Los segundos de grabación pasaron con tremenda rapidez, y luego su imagen se esfumó del reflejo, dejando al hombre totalmente deslumbrado ante esa aparición. Necesitaba conocerla, y si estaba en la gala debía ser parte de la  lista de invitados, de modo que no sería difícil dar con ella. Veinte minutos después había podido localizarla, se llamaba Eva San Román, y el tipo que salía al lado de ella era el hijo del dueño de la constructora Del mar y Alzarrieta, por lo que era muy probable que ella fuera una importante ejecutiva de esa empresa, con la que coincidentemente estaban relacionados porque esa constructora era la dueña de las instalaciones de la galería.
Al día siguiente a primera hora hizo una visita a esa familia.
Adán entró en el edificio de la constructora Del mar y Alzarrieta, que como buen ejemplo de la ocupación de la familia, era moderno y atrevido, con un diseño que aparentaba estar inclinado, y con paneles internos a la vista. Ya tenía concertada una cita con el Gerente de proyectos nuevos, que extrañamente se mostró muy solícito a la hora de recibirlo. Se saludaron escuetamente, en una oficina que claramente estaba pensada para impresionar, con las medallas de deporte y títulos del ejército que Bernardo Céspedes había conseguido. El visitante se sentó frente a su escritorio como si ocupara un trono.

–Usted me leyó el pensamiento –le dijo Bernardo, de entrada, con aire superior–, precisamente iba a buscar a alguien que tenga respuestas sobre lo que ocurrió ayer, estamos muy descontentos.

Así que no era el único que adelantaba trabajo; pero Adán no se dejaba impresionar fácilmente.

–Nosotros estamos dedicados en absoluto a este hecho; Carmen y yo decidimos suspender cualquier evento hasta que nuestro equipo de investigación resuelva esta situación.

El otro disimuló lo mejor que pudo una mueca de desprecio.

– ¿Cuál es el cargo que tiene?
–Soy asesor artístico de Carmen, y administrador de la galería de arte.

Céspedes frunció  el ceño. Por lo visto esperaba pisotearlo, pero no sería fácil.

–En esta constructora no nos gusta estar involucrados en escándalos de ningún tipo, por lo que se imaginará que no estamos satisfechos con esto.
–Me decía que querían contactar conmigo, debe haber algún motivo en especial.
–Sí, lo hay, y es que necesitamos separarnos de este tipo de escándalos.

¨Quiere cancelar el contrato con la galería¨

–Imaginé que pensaría algo como eso, pero los negocios siempre se pueden arreglar con un trato adecuado: por eso es que vine a ofrecerle uno que puede ser muy beneficioso.

El otro lo miró con desdén. Adán pensó que seguramente no estaba acostumbrado a dejarse superar por nadie, y mucho menos a que alguien a quien, de seguro consideraba inferior, no se mostrara sumiso o nervioso en su presencia.

– ¿De qué se trata?
–La constructora Del mar y Alzarrieta tiene un perfil bastante bajo en el mercado, por lo que se caracteriza por realizar gestiones de manera silenciosa. En los tiempos actuales, eso es un activo de un valor considerable. Lo que menos quiero es hacer algo que les perjudique –estaba usando estratégicamente las palabras–, así que les propongo traspasar el edificio de la galería a una sociedad neutral que la maneje, de esta forma el nombre de Del mar y Alzarrieta no sufriría percance.

Céspedes frunció el ceño.

–Alguien le disparó a mi edificio en medio de una ceremonia, difícilmente alguien querría adquirirla actualmente; además, incluso si pensara en traspasarla, tendría pérdidas, porque la mala fama se extenderá muy rápido.

Era del tipo que acostumbra hablar mucho más de lo que en realidad pretende hacer, típica costumbre de militar que grita a sus subalternos, aunque sean sus amigos.

–Por eso es que pretendo que la galería sea traspasada a una sociedad neutral, es un trámite administrativo que quita de circulación el nombre de ustedes pero los mantiene como dueños; en el mundo del arte, esta noticia no generará tanto daño como lo haría en otro, se lo aseguro; en poco tiempo, los medios estarán ansiosos de volver a asistir a la inauguración, y cuando eso suceda, el valor de esa construcción será mucho mayor, sin mencionar que la galería será apetecida por otros artistas, para el momento en que Carmen termine el proceso de esta muestra – esbozó una sonrisa gentil —. Cuando el tiempo de esta muestra termine, la exposición se reducirá, dejando espacio para que otros artistas firmen un contrato con la sociedad neutral, que por supuesto será de su propiedad.
– ¿Qué quiere decir con eso?

Ambos ya sabían la respuesta, pero Adán se tonó el tiempo de explicarlo; el solo hecho de haber hecho la pregunta significaba que el ejecutivo estaba interesado en el trato.

— Mire las reacciones de los medios especializados –explicó, con calma—. El día de hoy se menciona el incidente, pero el tono de las notas es, inequívocamente, de apoyo al artista; de una forma u otra, un artista en desgracia hace que nazca en los otros un sentimiento de solidaridad, y sabiendo eso, Carmen redactó una declaración oficial, que será pública durante la tarde de hoy. Todo esto significa que, tan pronto como se anuncie la nueva fecha, el alza en el valor del que le hablé, será una realidad, y en el trayecto, podrá desligar el nombre de su constructora sin perder; en esta propuesta hay solo ganancias. También tengo autorización para ofrecer algunas obras, de las que usted puede ser accionista, y obtener una ganancia de ellas sólo con el hecho de que sean solicitadas para exposiciones en muestras a lo largo del continente.

Céspedes se quedó en silencio unos momentos, analizando la situación; Adán sabía que la práctica de ofrecer alguna obra para que tenga accionistas era atractiva, porque significaba un dinero extra de manera permanente y que venía de las exposiciones pagadas a las que Carmen siempre era invitada. Resultaba un negocio atractivo, aunque a Bernardo le resultara desagradable, pero tenía algunas sospechas de él, así que decidió que necesitaba a alguien a cargo de sus acciones.

–Puede ser una buena idea, pero para hacer algo así, necesito encargarle esta tarea a alguien de mi total confianza. Y tengo a la persona indicada para eso.

Llamó a través del interno de su teléfono de escritorio, y a los pocos momentos se abrió la puerta de la oficina. Bernardo se levantó, hinchado de orgullo.

–Le presento a mi Gerente de proyectos, Eva San Román.


Próximo capítulo: El comienzo del paraíso



Contracorazón Capítulo 10: Visita sorpresa




La última semana del mes fue muy tranquila en la tienda, y eso permitió que Rafael se hiciera cargo al completo de su nuevo cargo; actualizó informes, solicitó reportes, husmeó en los historiales de adquisiciones de productos y se informó acerca de todo lo que fuera necesario para poder realizar sus nuevas labores dentro de la empresa. Las ventas estuvieron tranquilas, con el usual aumento paulatino que se percibe antes del día de pago, y llegó una partida de productos nuevos que le permitió realizar ingresos en lista y verificación de bodega desde cero, algo que no había hecho con anterioridad; tuvo algunos problemas con los códigos, pero una vez que tomó las notas apropiadas de procedimiento, todo resultó mucho más fácil.
Intentó resistirse, pero terminó por buscar páginas de corredores de propiedades que tuvieran departamentos que ofrecer, y estuvo largo rato revisando las opciones disponibles; quería algo cercano al centro de la ciudad para poder desplazarse fácil y en lo posible caminando a su trabajo, pero no excesivamente céntrico, por el alto costo que eso implicaba. Por otro lado, quería algo cómodo, pero no muy grande, con espacio un poco mayor que el disponible en su departamento actual, pero siempre en la clave de poder manejar su espacio y no sentirse dentro de una gran caja.
Aún con el nuevo departamento en mente, luchó por no entrar en la ansiedad por adquirirlo antes de tiempo, y se reunió con sus amigos de Vida pro, una empresa en donde estuvo muy poco tiempo debido al pésimo salario y peores condiciones laborales, pero de donde sacó tres buenas amistades; no se veían muy a menudo por causa de los horarios de todos, pero cuando lograban un tiempo, se reunían para un café o un helado.

—Esperen, esperen ¡Viene llegando el jefe!

Abigail, Benjamín y Julio hicieron aspavientos y aplaudieron cuando lo vieron entrar en el lugar; ese viernes 26 la cita había sido en una cafetería en el centro, a solo cinco cuadras de su trabajo.

—Tenía que suponer que iban a hacer esto, están haciendo un espectáculo.

Saludó afectuosamente a los tres y se sentó; habían pedido una canasta de galletas y chocolates.

—Es una gran noticia —comentó Abigail—, todos estamos muy orgullosos de ti, es un gran logro.
—Pero, pero —repitió Julio para darse a notar—, no nos olvidemos que pasaste un vía crucis para llegar a eso ¡Qué sufrimiento!

Rafael hizo un gesto para disminuir la importancia del hecho.

—No es ningún vía crucis —aclaró de inmediato.
—Oh no, a mí no me cambies el texto, lo dijiste en el chat del grupo.

Julio tenía una personalidad chispeante, y siempre hablaba y gesticulaba mucho al conversar; había tenido un affaire con Benjamín, pero para ambos la amistad primó.

—Sé lo que dije, pero no es un vía crucis.
—Ese hombre horrible —siguió su amigo, haciendo una mueca de desprecio— ¿Cómo se atreve a ponerse en tu contra solo por eso? Estoy seguro que en el fondo algo le gusta, porque no es normal que tenga ese nivel de fijación con el tema ¡Es tan1979!
—Julio, tú no habías nacido en ese año.
—No, pero me informo —gesticuló con una barra de oblea—, y las personas que tienen una obsesión con un asunto generalmente es porque les interesa, pero no quieren reconocerlo, es un deseo reprimido.

Benjamín hizo una mueca de desagrado.

—Pues con esas actitudes va a ser un amargado muy pronto; pero en fin, no nos amarguemos por eso, de verdad no lo vale.
—En eso estoy de acuerdo —comentó Rafael—, prefiero quedarme con la parte buena, con el nuevo cargo y el apoyo de la gente, en general todo está saliendo bien.
— ¿Y esa niña Sara? —apuntó Julio con un toque de maldad en la voz— ¿Está enamorada de ti?

Benjamín y Rafael rieron ante la pregunta; a Rafael le causaban mucha gracia las bromas de doble sentido de Julio.

—No, absolutamente no —replicó, tomando la carta de café—, no hay nada de eso, definitivo.
—Bueno, no es como si tuviese destino —murmuró Abigail, con expresión deprimida—, no tendría sentido que lo intentara contigo.

Pidieron los cafés y otra canasta de dulces, que desaparecían a medida que conversaban.

—Tú no pongas esa cara de mártir —la recriminó Julio con una sonrisa—, tienes un novio guapo y atento, no empieces con el sufrimiento.
—Debería sufrir un poco —comentó Benjamín—, esta mujer es demasiado afortunada, es insoportable.

Durante unos momentos no hablaron, mientras les servían el café y endulzaban a gusto; Rafael intervino tras un sorbo de su café con crema y canela.

—Hablando de eso, no se olviden de la fiesta por el matrimonio de mi hermana, están invitados.
—Yo no puedo ir —se lamentó Julio—. Cambiaron las fechas de filmación en la productora, y ese día tengo que grabar en exteriores desde las diez de la mañana, estoy perdido.

Abigail torció el gesto, disgustada.

—Pensé que tenías todo listo para esa fiesta.
— ¡Lo tenía! —replicó él, suspirando—, el traje listo, iba a llevar el cabello con un estilo para morirse, pero no puedo faltar porque soy el director del spot que se va a grabar. Así que tendrán que sobrevivir sin mí.

Benjamín hizo un gesto de paréntesis.

—A todo esto, casi se me pasa: parece que voy a cambiarme de trabajo.
—Pero siempre hablas tan bien de la clínica —comentó Rafael— ¿Ocurrió algo?
—Pasó algo, pero nada malo; sucede que una ex enfermera jefe de la clínica comenzó a trabajar en la consulta particular de un médico, y si todo sale bien, va a necesitar un asistente para trabajar con ellos.

Benjamín había trabajado en una clínica dental durante bastante tiempo, y de ellos era el más contento con su trabajo; no parecía tener problema alguno.

— ¿Es algo seguro?
—Por ahora están comenzando, así que no hay nada demasiado seguro — comentó con tono de cautela—, pero ustedes saben que las consultas médicas son un éxito siempre, como dice mamá, es grito y dinero, así que sólo tengo que esperar algunas semanas y me podría ir con un contrato indefinido desde el día uno, y como administrador, eso me suma mucho al historial laboral.
— ¿Vas a estar sirviendo café y contestando teléfonos? —preguntó Abigail.
—No, es decir, lo primero no, lo segundo sí; pero lo mejor es que yo estaría a cargo de la agenda de los médicos, revisando los historiales, asignando descansos, sería genial.
—Espero que todo resulte bien —comentó Rafael—, te lo mereces.

Julio hizo un gesto para demostrar que había recordado algo.

—Bien, esperen, acabo de recortar que tú —indicó a Rafael—, dijiste que tenías un nuevo amigo; quiero saber todos los detalles, empezando por dónde lo conociste y cómo fue esa primera noche de pasión.

Rafael casi se atragantó con el café al escuchar eso, pero después de haber hablado con su hermana ya estaba preparado.

—Empecemos como corresponde —aclaró—, no es esa clase de amistad.
—Rafael, no necesitas aparentar con nosotros.
—No estoy aparentando nada —replicó el moreno—, no entiendo por qué tanto interés en que atrape un hombre como si fuera una competencia.

Aunque sí sabía lo que le iban a decir; Abigail lo miró con las cejas levantadas.

—A lo mejor si fuera una competencia te esforzarías más en eso —criticó, encogiéndose de hombros—. Eres guapo, tienes tus cosas, eso es seguro, pero te comportas como si estuvieras en el siglo catorce, y nadie te va a venir a cortejar.

A Rafael se le hizo muy cómica la expresión, pero no perdió el objetivo de lo que le habían preguntado.

—Tranquila, no estoy en la habitación de ninguna torre esperando a que me venga a rescatar un príncipe, es sólo que no es el momento de pensar en una relación.
—Yo estaba pensando en otro tipo de relaciones —apuntó Julio con una sonrisa pintada de intención—, las que tú y...
—No es esa clase de amigo, ya te lo dije —lo interrumpió el moreno—, no hay nada de eso ahí, ni siquiera le atraen los hombres.
—Eso siempre se puede arreglar —opinó Julio.
—No es cierto —replicó Rafael—, no cuando uno sabe lo que quiere; ahora, volviendo al principio de todo esto, tengo un amigo nuevo, y nos estamos llevando muy bien.
— ¿Te gusta?

Esa era una pregunta que había tenido que hacerse en algún momento, y haber sido capaz de enfrentar esa incógnita era un gran símbolo de sus sentimientos en ese momento.

— ¿Respuesta rápida? No. Si quieren la respuesta larga, cuando lo vi por primera vez me pareció guapo, porque lo es, pero a medida que lo fui conociendo, nació otro sentimiento.
— ¿A qué te refieres?

Quizás si no se hubiera complicado tanto con lo de hablar con él de forma natural acerca de su orientación sexual, o si la verdad hubiese salido antes a la luz lo habría sabido con anterioridad, pero lo importante era que ya tenía claridad acerca de ese sentimiento, y eso lo hacía sentir muy bien.

—Es raro decirlo —reflexionó con tono menos alegre—, pero es como si fuera de la familia, como si lo conociera desde hace mucho tiempo atrás; cuando estoy con él me siento igual que con mi hermana, como si tuviera toda la confianza con él y no tuviera nada de qué preocuparme porque sé que puedo confiar en él.

Sus palabras, o quizás su actitud al decirlas, llamaron lo atención de los demás, que se quedaron en silencio al escucharlo; hasta ese momento en su vida, nunca había conocido a alguien con quien experimentara la misma sensación de cotidianeidad y comodidad que con Magdalena. Era algo más que conversar o sentirse a gusto, era que podría estar hablando de cualquier cosa con él por horas, o hablar de asuntos mucho más profundos con la misma dedicación; era sobre preocuparse de él y estar ahí, tan simple y tan complejo a la vez.

—Eso fue muy profundo —comentó Benjamín—, nunca te había oído hablar de esa forma de alguien.
—Sí, también me cuesta un poco entenderlo, pero así es. Y le agrado, creo que él también se siente bien conmigo, incluso tuvo la confianza para contarme un asunto familiar que él mismo dice que prefiere mantener resguardado; espero que nada haga que perdamos este contacto.

2


Como si lo hubiera invocado al estar hablando de él cuando estuvo con sus amigos, Martín le envió un mensaje poco después de las nueve treinta, cuando Rafael iba de regreso a su casa.

— ¿Ya cenaste o comiste algo?
—No todavía -respondió de inmediato.
—Tengo unas delicias de cóctel ¿Te parece ahora o es muy tarde?

Rafael al día siguiente no debía levantarse temprano, de modo que aceptó la sugerencia; lo invitó a pasar a su departamento, y subió rápido para verificar tener algo para beber en el refrigerador.

— ¿Cómo estuvo el trabajo? —le preguntó el trigueño a modo de saludo.
—Bien, pasa —lo invitó a entrar—, fue una semana tranquila, pero en realidad vengo de otra parte, acabo de llegar.

Rafael le indicó que dejara las cosas sobre la pequeña mesa de centro; su invitado depositó lo que traía en las manos, que era un paquete de papel dentro del cual había una bandeja con snacks de fiesta y unos pequeños cuencos con salsa.

—Me los traje del trabajo —explicó Martín —, una compañera va a ser madre y le hicieron una pequeña celebración, así que como sobraron muchas bandejas de estas nos dieron permiso de traer algo a casa; voy a extrañar los regalos comestibles de este trabajo.

Rafael probó una empanada en miniatura de pasta de pollo al tomate, encontrando un gran sabor.

— ¿Cerveza? —ofreció, yendo hacia la cocina.
—Me viene perfecto —respondió el otro—, es refrescante a esta hora.

Rafael volvió de la cocina con una cerveza individual y un vaso con un contenido transparente.

— ¿Champagne?
—Por ahora no —replicó Rafael, sonriendo ante la broma—, prefiero gaseosa, hoy no tengo ganas de beber, así que voy a aparentar que soy sano y solo tomaré ginger ale.

Se sentaron frente al televisor y dispusieron de los distintos elementos; había masas crocantes, empanadas, croquetas frías y papas pops entre otras cosas.

—Esto está muy bueno ¿los hacen allí?
—No, no hacen preparaciones de fiesta —comentó Martín—, las compraron en una tienda en el mismo centro comercial; me decías que no venías del trabajo.

Rafael le contó de la reunión con sus amigos.

—En la época en que nos conocimos, fue lo único bueno que sacamos de ese trabajo —ya no le importaba, pero en ese tiempo fue todo un caso de estrés—; estuvimos más del tiempo indicado en una supuesta capacitación, no nos enseñaban lo que se suponía tenían que hacer, y luego del primer mes empezaron los problemas con los pagos.
—Entonces fue un trauma —apuntó el trigueño.
—Bastante, es complicado cuando no te dicen lo que está pasando y además no te quieren pagar; supongo que eso ayudó a que nos hiciéramos más cercanos, fue como unirse para luchar con un enemigo común. Si vas al matrimonio de mi hermana, seguro los vas a conocer.

Martín se quedó pensando en esa sugerencia un rato antes de hablar.

—Ahora que lo vuelves a decir, no es mala idea; pero recuerda que quedamos en que íbamos a salir a tomar algo pasando el fin de mes, así que también hay que hacer espacio para eso.
—Cierto —internamente se alegró de que el plan siguiera en pie, ya que no habían vuelto a hablar de ello—, creo que puedo el próximo fin de semana.
—Yo debería poder, aunque voy a estar en el medio de mi primera semana y no lo tengo claro.

Rafael se dio cuenta que su cuota dulce estaba completa por esa jornada, y agradeció los distintos sabores salados y crocantes de aquella bandeja.

—Si quieres, podemos estar al pendiente de eso —comentó tras un trago de gaseosa—, y durante la semana lo confirmamos.
—Me parece una buena idea.

Martín hizo una pausa y sacó el móvil del bolsillo.

— ¿Tienes un cargador? Se me está descargando el móvil.
—Claro, está encima de ese mueble —señaló Rafael—, el enchufe está justo a un costado.

El trigueño conectó el teléfono celular en el punto indicado y regresó a sentarse.

—Si funciona el plan, vamos a estar saliendo al mismo tiempo que mi hermana y Mariano, tienen unas invitaciones para una obra musical.
—La familia de fiesta —comentó el trigueño—, espero que no haya contratiempo, creo que me hace falta salir de verdad; me refiero a que no es lo mismo estar en la casa que salir, son dos mundos distintos.

Rafael lo miró con las cejas levantadas.

—Suena como que quieres estar atento por si hay algo que cazar.
—Bueno, siempre hay algo de eso —rio ante el comentario—, de todos modos, fuera de eso, es verdad lo que digo, siento que es diferente salir a tomar algo que reunirse aquí, por ejemplo. De alguna forma es como estar en una zona cómoda y cuando sales es más formal para todo.

Rafael fue a la cocina a servir más gaseosa para él; no lo había pensado de ese modo, pero tenía sentido lo de hacer un panorama diferente y salir del lugar que conocía; pensó que fuera de reunirse con sus amigos durante esa misma jornada, no recordaba con exactitud cuando había salido por última vez.

— ¿Otra cerveza?
—Luego, aún tengo.

El moreno iba a volver a sentarse, pero recordó algo y fue a su cuarto.

—Se me había olvidado decirte que estoy tranquilo porque por fin me compré el traje, y además le compré el obsequio a mi hermana.
— ¿Y qué es?
—Un broche para que lo use con el vestido. Mira.

Se acercó a él y abrió el estuche, descubriendo el objeto: se trataba de un nido de flores y hojas que rodeaban un clavel, con muchos relieves en plateado y dorado, dejando espacio para unas diminutas piedras brillantes que decoraban el centro del adorno, como borde de los pétalos de la flor.

—A Magdalena siempre le han gustado los claveles, así que pensé que sería una buena idea.
—Es muy bonito —observó Martín—, pero no es por arruinarte el regalo ¿Combina con el vestido de ella?
—Sí, no hay problema —replicó mientras lo guardaba de nuevo en su empaque—, ya vi el vestido, y el concepto está perfectamente coordinado porque mi hermana diseñó el suyo con un estilo que tiene muchas capas de tela y varios tonos.
—Espera ¿Tu hermana diseñó su vestido de novia?

No era la primera persona que se sorprendía de eso; además, considerando que Magdalena trabajaba en una administradora de seguros y nunca había tenido relación alguna con el diseño, era una sorpresa mayor, incluso para él.

—Sí, ella lo diseñó; le tomó mucho tiempo, pero estaba determinada, y tiene muy buen gusto; el vestido tiene el aspecto de uno clásico, pero es de tonos azules y verdes, es como si fuera agua o algo parecido.

Guardó la caja en el lugar apropiado, pero pasó a llevar unas prendas sin darse cuenta y las tiró al suelo; las estaba recogiendo cuando escuchó el timbre.

— ¿Puedes abrir? —dijo desde el cuarto—, debe ser un vecino.
—Ahora voy.

Escuchó cómo su invitado iba hacia la puerta y abría; precisamente cuando salió de su cuarto para regresar a la sala, vio a quien había tocado a la puerta, y al reconocerlo entendió de inmediato la expresión descompuesta de Martín.

—Carlos —balbuceó estupefacto—, pero ¿Cómo...?

El muchacho iba vestido con ropa deportiva oscura y una chaqueta gris con el logo de un equipo de baloncesto conocido; era casi igual a la foto que Rafael había visto de él tiempo antes, muy delgado, con profundas ojeras marcando un rostro que demostraba estar de muy mal humor.

—Así que aquí estabas —dijo, saltándose cualquier saludo—, y tu departamento está en el edificio de junto, dejaste tu departamento y no me dijiste nada, me estuviste mintiendo.

El rostro de Martín estaba blanco por la impresión; Rafael comprendió de inmediato que era porque no había descubierto la verdad a causa de un accidente ni nada por el estilo: se dijo que probablemente había seguido a su hermano mayor hasta su nuevo hogar.

— ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Viniste solo? Por dios Carlos, no puedes hacer eso, es peligroso.

Rafael no supo qué hacer; el muchacho entró en el departamento con la mirada altiva y una expresión dura en su rostro.

—Me mentiste —acusó, ignorando las palabras de su hermano—, me mentiste descaradamente.

Martín había perdido por completo el control; por un momento miró nervioso hacia el exterior, como si esperara a que alguien entrara tras el chico, pero al ver que eso no sucedió, cerró la puerta con manos temblorosas y caminó hacia él.

— ¿Te sientes bien? Carlos, tus medicamentos.
—Estoy bien; pero no cambies el tema, tienes que explicar lo que hiciste, a menos que no te importe haber mentido.
—Voy a llamar a papá para avisarle —el hombre deambuló nervioso, aparentemente había olvidado donde estaba su móvil— ¿No les dijiste nada? Mamá no me ha llamado.

El muchacho se plantó frente a él y le dedicó una mirada dura, que solo empeoró el estado de nervios que había detonado en Martín unos momentos atrás; Rafael frunció el ceño ¿Por qué le hablaba de ese modo a su hermano?

—La llamarás cuando terminemos de hablar; le dije a mamá que estaría en la tienda de renta de películas, así que no hay nada de qué ocuparse.
—Pero no es seguro que salgas solo —intervino el mayor con voz de ruego—, vamos, te llevaré a casa, hablaremos después.

Intentó acercarse, pero el muchacho lo evitó con un gesto de deprecio; Rafael no podía creer lo que estaba viendo en esos momentos.

—Vamos a hablar ahora mismo —reprochó, implacable—. Me mentiste, me has estado ocultando esta información.
—Carlos, yo...
—Fue por el medicamento nuevo —acusó, mirándolo con dureza—. Me pareció raro que de la noche a la mañana pudieron comprarlo ¡Claro! Estabas planeando todo eso a mis espaldas, vendiste tu departamento por mi culpa.

Martín negó casi de forma espasmódica al escuchar eso; para Rafael las cosas estaban yendo demasiado lejos.

—No es así, por favor.
—Y además de eso, me mientes —continuó, sin dejarlo hablar—, ¿Crees que soy tan estúpido como para no darme cuenta de lo que pasa en mi propia familia?
—No, yo no...

Rafael no aguantó más, y entró en la sala; toda esa escena se le hizo intolerable.

—Disculpa, pero no me parece correcto que le hables así a tu hermano.
—Rafael, perdón —se excusó Martín—, disculpa por esto.
—Usted seguramente sabia de esto —dijo el muchacho, mirándolo con las cejas levantadas—, mi propio hermano me oculta cosas pero no tiene problemas en decírselas a desconocidos.

Hizo un obvio gesto de ignorarlo y volteó hacia su hermano, pero Rafael no había terminado.

—Disculpa, estoy hablando contigo.
—Yo estoy hablando con mi hermano —declaró el joven—, no tengo interés en hablar con usted, así que le pediría que no interfiriera.

Esa actitud bastó para que a Rafael se le olvidara todo lo demás; dejó en segundo plano la expresión de pánico de Martín y se enfrentó al muchacho, mirándolo por primera vez con severidad.

—Pero esta es mi casa y las órdenes no las vas a dar tú. Siéntate por favor.

El joven, claramente tomado por sorpresa, no dijo nada, pero lo desafió con la mirada; ignorando por completo a Martín, Rafael le devolvió una mirada más dura.

—Dije que te sientes.

Incapaz de reaccionar de otro modo, el joven se sentó, y toda la estructura de rabia y desprecio que había presentado desde un principio empezó a quebrarse; Rafael hizo un esfuerzo por controlarse y no hablarle como de verdad quería hacerlo, y se concentró en sus padres, tratando de evocar su sabiduría en momentos de dificultad.

—No voy a hablar de si Martín te ocultó información o no, porque ese no es el punto; fuiste descortés con él, y no es justo que le hables de ese modo a tu hermano.
—Pero él me mintió.
—Es cierto que no te dijo una parte de la información, pero es porque no era el momento de decírtela.
— ¿Por qué soy un enfermo? —protestó el joven.
—No, porque eres un niño.

El muchacho lo fulminó con la mirada.

—No soy un niño.
—Si no quieres que te traten como un niño, entonces no te comportes como tal.

Sabía que al hablarle de ese modo podía estar matando su reciente amistad con Martín, pero no se iba a detener; desde que lo conocía, había aprendido a apreciar las virtudes de él, y no estaba dispuesto a dejar que su propio hermano lo maltratara de esa forma.

—A ti no te corresponde estar en los asuntos de dinero de tu familia, porque eso es algo que depende de ellos.
— ¿Entonces me mienten, me tratan como un tonto?
—Oh por favor, no te hagas la victima —replicó con aspereza—, si te comportas siempre de esa forma tiene mucho sentido que no quieran hacerte parte de lo que está pasando. Puede que lo del departamento haya sido para ayudarte, pero esa propiedad es de Martín, no tuya, y él tiene derecho a hacer lo que quiera, es un hombre adulto y no tiene que pedirte permiso para eso.

El chico dio un respingo, pero Rafael no se detuvo.

—Y ahora tú vienes y le dices que te de explicaciones, lo maltratas como si hubiera cometido un terrible delito.
—Pero él no tendría que haberme mentido —protestó tozudamente el joven.
—Es cierto que se equivocó en eso, pero tu hermano lo hizo porque te ama.
— ¿Y me menosprecia? —insistió débilmente.
—Parece que nunca lo escuchaste hablar de ti —replicó Rafael, imparable— ¿De verdad no has escuchado a tu hermano, tan poco lo conoces? Cuando Martín habla de ti, todo su mundo se ilumina —esbozó una sonrisa, casi de forma involuntaria—, y cuando eso pasa, no hay nada que pueda afectarlo. Tu hermano te ama, y no sólo eso, te admira por ser un chico fuerte ¿Menospreciarte? —hizo una mueca de escepticismo— Eres todo para él en la vida, te admira por tu fortaleza, por la capacidad que tienes para salir adelante, y si no lo puedes ver, tienes que revisar qué es lo que pasa contigo, porque si un extraño como yo puede notar ese amor tan grande que te tiene, tú deberías saberlo de sobra.

Mientras hablaba, la rudeza de la expresión del chico terminó por desaparecer; había enrojecido, y sus ojos se humedecieron por la emoción. Cuando habló, su voz ya no era altanera como antes, y toda su expresión corporal había cambiado por completo.

—Lo siento —murmuró, apenas pudiendo hablar.
—No me lo digas a mí —replicó Rafael, señalando a Martín—, díselo a él.

La expresión del trigueño era una composición de emociones; con pasos temblorosos se acercó a su hermano menor, quien lo miró con culpa.

—Perdón por hablarte así.
—No, no —murmuró Martín con voz entrecortada—, no te disculpes, no digas eso.

Al fin la distancia entre ambos se quebró, y los hermanos se fundieron en un tierno abrazo; Rafael estaba conmovido por lo que acababa de pasar, pero más por ver que el conflicto había podido resolverse. Nunca había sido su intención expresarse de esa forma, pero se vio superado por lo que estaba sucediendo, y consideró que ni la actitud de Martín ni la enfermedad del chico eran justificación para un actuar desmedido como ese; Carlos era joven y estaba sometido a una gran presión, pero eso debería actuar como un catalizador para tener una perspectiva más madura y amplia de la vida, no en sentido contrario, y ese era el punto de vista que se impuso en esos tensos momentos.
Después que se calmaran los ánimos, Martín le dijo a su hermano menor que lo llevaría a casa, y ambos salieron del departamento; sólo entonces Rafael se preguntó si toda esa escena iba a perjudicar su amistad con Martín ¿Cómo se tomaría la reacción respecto a su hermano? Era cierto que estaba en su casa, y que todo lo que dijo era verdad, pero el vínculo de sangre con su hermano podía pesar mucho más. Sin mucho que hacer al respecto, y sin querer llamarlo o enviarle un mensaje por el momento, guardó en el refrigerador las partes que servían de la interrumpida comida, y se dio una ducha rápida, pensando en dejar todo así y tratar de hacer algo al día siguiente; se llevó una sorpresa al escuchar el timbre.

—Martín —exclamó, sorprendido al verlo del otro lado de la puerta.

No pudo descifrar la emoción que pasaba por el rostro del trigueño; el visitante respiró profundo antes de hablar.

— ¿Puedo pasar?
—Sí, si, por supuesto.

Observó a Martín entrar, actuando con cautela; el trigueño lo miró con una mezcla de emociones.

—Martín, disculpa por lo que sucedió, yo...
—No, no tienes nada de que disculparte —lo interrumpió—, soy yo el que debería disculparse por la actitud de mí hermano. Quería agradecerte por lo de hace un rato —dijo, en voz baja—; para ser honesto, yo no había tenido el valor de hablarle así a Carlos, pero desde hace un tiempo era necesario.

Ambos se quedaron en silencio un instante, hasta que Martín volvió a hablar.

—Nunca me había puesto a pensar seriamente en las actitudes que Carlos tiene en ocasiones. Supongo que por su enfermedad y todas las cosas que le han pasado, no consideré que pudiera simplemente reaccionar como un muchacho altanero común y corriente.
—Pero dijiste que a veces tenía comportamientos clásicos de un adolescente —observó Rafael.

Le hizo un gesto para que se sentara, y ambos lo hicieron en el sillón; Martín lucía cansado en esos momentos.

—Si, pero no lo dije en el sentido estricto de la palabra. Como sea, sólo quería darte las gracias por haber sido firme y no dar tu brazo a torcer, hiciste lo correcto.
—En reditad no estaba pensando en hacer lo correcto o no, lo que dije me salió de las entrañas —explicó Rafael— ¿Cómo está tu hermano?
—Tranquilo —replicó Martín—; lo que le dijiste lo dejó pensando en todo lo que sucedió, y me dijo que yo había escogido muy bien tenerte como amigo.

Era primera vez que se refería a él de esa forma, y dadas las circunstancias, esa expresión adquirió un valor adicional para Rafael.

—Pensé que podías enojarte por lo que dije, siento que fui duro con él y no sabía cómo te lo ibas a tomar.
—Todo está bien —dijo el trigueño—, sirvió, fue para mejor.
—Entonces me quedo tranquilo; me alegra que no haya pasado algo malo.
—Yo también me alegro, amigo.


Próximo capítulo: Un día de descanso

Las divas no van al infierno Capítulo 08: Cuatro minutos


Disfruta este episodio al ritmo de esta canción: Cuatro minutos


El martes pasó como una exhalación para todos, y las veinticuatro chicas estuvieron en las instalaciones del canal Vive, ubicado a veinte minutos de distancia de la productora en donde tendrían lugar las clases. Antes de los seis de la tarde, todas estaban en el lugar, con bolsos y maletas a cuestas y muy nerviosos. Marcos las recibió sonriente en la sala de espera donde todas aguardaban, y les entregó de inmediato tarjetas de identificación.

—Bienvenidas, niñas. Ahora escuchen muy bien porque esta es la única oportunidad que tendré de ayudarlas desde ahora hasta que termine el programa.

El silencio fue instantáneo en el grupo, y todas prestaron atención a lo que el hombre tenía para decirles.

—A las seis en punto saldrán de aquí, caminarán por el pasillo y entrarán en lo que se ha denominado “El área de trabajo”

Lisandra se sintió mucho más nerviosa a medida que escuchaba; desde que fue él quien les anunció que tendrían que producir su propio espectáculo, sentía que Marcos iba a ser el portador de las noticias más angustiantes.

—No es un nombre muy original, pero les va a encantar el lugar, estoy seguro; ahora, en toda esa zona y las relacionadas hay cámaras en el techo, y un equipo de camarógrafos que seguirán todos sus movimientos. Desde las seis, en las cuentas oficiales de Pictagram, Lifebook, Veeter y Mero se podrán seguir las actividades de todas ustedes, y el programa decidirá si hacer breves tomas en vivo, mostrar fotografías o grabar y subir después un resumen, así que les recomiendo que simplemente se olviden de las cámaras y hagan como que no existen.

¿Cómo iba a hacer como si no existiera un montón de gente siguiéndola a todas partes? Nubia se sintió apabullada, más aún al recordar que bajo las cámaras no sólo estarían ellas, sino toda la producción y equipo del canal.

— ¿Podemos enviar un saludo o recomendar que nos voten? —preguntó Margara.
—No cariño, ustedes no pueden y no deben hablar con las cámaras, es una norma del programa y quita puntos si lo hacen —replicó él con una amable sonrisa—, que no se les olvide. Ahora, les quedan cinco minutos, así que salgan ahí, sean las mejores y demuestren todo lo que han aprendido hasta ahora.

Dicho esto, se despidió y salió de la pequeña sala, dejando a todas con una inconfundible sensación de nerviosismo; los cinco minutos pasaron muy rápido, y la puerta volvió a abrirse, siendo Sandra quien apareció, haciendo un gesto a todas para que avanzaran.

—Llegó el momento chicas; el lugar es todo suyo.

Charlene no pudo dejar de ver en ella una sonrisa de maligna satisfacción; se dijo que definitivamente era una mala persona, que de seguro estaba esperando cualquier oportunidad para perjudicar a los demás. Salió de la sala con su mejor actitud, mirando al frente decidida, fuerte y dueña del mundo, pero no pudo evitar quedar algo abrumada al ver lo que la producción había dispuesto en ese lugar. El pasillo era alto y ancho, e intercaladas con las luces, decenas de cámaras como ojos estaban orientadas hacia abajo, activadas y captando cada uno de sus movimientos; tras un avance silencioso y tenso, llegaron a otra puerta, que fue abierta por un asistente.
La luz inundó la mirada de totas al entrar; el “área de trabajo” como había sido descrita por Marcos, era un enorme recinto cerrado, dentro del cual había por lo menos quince camarógrafos, además de asistentes de sonido y ayudantes, quienes al momento de percibir la entrada del grupo se volcaron a grabar desde todos los puntos de vista. Nubia sintió que se le subían los colores a la cara ¡Estaban grabándola en ese preciso momento! Por un instante no supo qué hacer, pero luego se ordenó conservar la calma “Esto es lo quiero hacer, puedo lograrlo” se dijo con fuerza mientras miraba alrededor: Vio que había módulos individuales similares a un tocador, con espejo y cajones, y estos estaban dispuestos en las paredes de izquierda y derecha; en la que correspondía a la puerta por la que entraron, había cuatro puertas , tres de las cuales lucían llamativos letreros que decían Vestuario, escenografía y extras y una última sin nombre. En la pared restante se podía ver una gran pizarra, que lucía cubierta con una tela negra que impedía ver lo que se escribió en ella.

—Gracias por venir, las estaba esperando —saludó Vicenta—, estoy muy emocionada, este es un gran día para ustedes.

Charlene estuvo a punto de preguntarse qué mosca le había picado, pero reaccionó en las cámaras; por supuesto, Vicenta podía ser malvada y disfrutar humillándolas, pero seguro que no era ninguna tonta. De seguro se mostraría como una maestra cercana y empática cuando estuvieran frente a las cámaras.

—Ahora chicas, como saben —indicó la mujer—, hoy tienen su primera presentación, y la palabra para hoy es desafío.

Márgara mantenía una actitud de atención completa; se dijo que ese era el momento indicado para intervenir.

— ¿Cuál va a ser ese desafío? Muero por empezar ahora mismo.
—Estoy segura de eso —replicó la maestra—, así que no las voy a hacer esperar porque el tiempo apremia.

Quitó la tela negra de la pizarra, dejando a la vista un total de sobres de colores equivalente al número de participantes, cada uno de ellos con un nombre escrito.

—Dentro de esos sobre, está escrito lo que deben hacer; no olviden que tienen tres horas para disponer de los elementos, armar una presentación y estar listas, porque a las nueve deberán entrar al estudio y ya no será posible hacer más.
Su participación en el programa se divide en tres etapas: imaginar, de acuerdo a la idea que les presentamos, construir junto al equipo y todo lo que les facilitamos, y desde las nueve de la noche, presentarlo en vivo ante todos. Por favor tomen cada una un sobre, y comiencen a trabajar, su público las espera.

Las chicas avanzaron hacia la pizarra con mucha más calma de la que se habría visto en ellas en una clase común, y ante los ojos y lentes de todos fueron tomando cada una el sobre que le corresponda. Lisandra abrió su sobre y se quedó un momento inmóvil, mirando el texto que definía su participación en esa jornada.

—Amo esto —estaba exclamando Sussy a un costado—, esto va a ser muy divertido, estoy segura.

No sabia qué le había tocado ni le importaba, porque en ese momento sólo le interesaba que tenía la mente en blanco y el tiempo descontando cada segundo; arrastró sus cosas hacia uno de los módulos y fingió estar ordenando todo con calma, mientras alrededor todas se movían o pedían indicaciones acerca del lugar.
Timbres.
En sus ratos libres había estado investigando y haciendo lo posible por instruirse, pero con ese desafío en mente, sentía que nada tenía utilidad, que todo lo que vio y estudió no tuvo sentido ¿Cómo iba a hacer una presentación artística basada en timbres y usando cintas blancas y color rojo? Pasó por unos segundos de auténtica desesperación, en los que quiso dejar de fingir que todo estaba bien, pararse y decirles a todos que eran unos entrometidos, y que sus pruebas eran estúpidas; pero ese instante de desesperación y angustia pasó, y aunque se sentía expuesta y observada, se dijo que tendría que hacer algo, que, si se trataba de una prueba, seguro había forma de resolverlo. Respiró lento y profundo, se miró en el espejo y se ató el cabello en una cola alta, despejando el rostro y preparándose para inventar cualquier cosa que fuese posible con tal de superar esa dificultad.
Los camarógrafos apuntaban alternadamente en una dirección u otra, buscando captar todo lo que estaba pasando, y aunque se sabía delatada en un estado de nerviosismo, rogó que pareciera lo suficientemente normal, como parte de lo esperable para un primer día. A través del reflejo de su espejo, entre los lentes de las cámaras y el movimiento, pudo ver que en un reloj de pared se indicaba que daban las seis y diez de la tarde, lo que significaba que ya había perdido más tiempo del que podía permitirse.

2


Aaron Love sabía que su aspecto era la carta de identificación más clara de quién era en el mundo del espectáculo; estaba lejano el tiempo en que fue un animador de festivales de localidades menores, así como también estaba lejos el rostro que tuvo en esos años. A los cuarenta, era un hombre alto y fornido, de excelente condición física y rasgos bien definidos; el cirujano lo había convertido muy de a poco en un hombre atractivo, de mentón cuadrado y firme, pómulos marcados, nariz recta y piel bronceada, siempre perfecta, que combinaba con su cabello negro siempre peinado a la última moda.
La asistente de maquillaje dio los últimos toques, que él dio por aprobados al mirarse en el espejo, se puso la chaqueta color gris brillante salió del cuarto de asistentes.

—Chicos, espero que todo esté listo.
—Estamos listos —replicó uno de los asistentes.

De forma oficial sería el primer integrante del programa en aparecer en pantalla, y eso le daba una satisfacción interna; mientras los otros grababan a las chicas para compartir sus primeros pasos en la competencia, él entró en el gran escenario donde iba a tener lugar la batalla por el protagonismo. De pie, erguido, imponente y orgulloso, dirigió una mirada al frente, y asintió en cuanto uno de los directores de piso le indicó que estaban listos para empezar.

—Llegó el momento.

Una ligera mirada hacia arriba, para confirmar que los micrófonos estaban en posición, la luz en la cámara central encendida, indicando que comenzaba a grabar, y realizó su gesto habitual de sacar el micrófono del bolsillo para empezar.

—Buenas tardes, damas y caballeros, es un placer estar aquí, frente a ustedes, para comenzar este hermoso camino al estrellato, el Siempre divas.

El hombre se movía con total soltura por el escenario; cuando estaba ahí, nadie más que él dominaba la escena.

—Hasta ahora han visto muchos anuncios —explicó, con voz seductora—, comerciales y afiches de todo tipo, pero, para que quede muy claro, voy a explicarles de qué se trata este programa: tenemos a veinticuatro maravillosas chicas, veinticuatro joyas esperando ser descubiertas por ustedes, y por primera vez el destino de su talento estará en las manos de cada uno de ustedes ¡Sí! —recalcó con alegría—. Hemos visto tantos programas de televisión en donde la votación del publico no es relevante, que nos cansamos de eso.

Se desplazaba frente a la cámara, recorriendo el escenario de punta a punta, y luego fue hacia el mesón del jurado consejero a un costado, sentándose sobre él con soltura.

—La dirección del programa decidió que era momento de hacer algo diferente, dejar esas votaciones del jurado que cambian a última hora el resultado, o esos votos por mensaje que llegan a una casilla misteriosa ¡No más! En este programa, para votar por tu favorita, sólo tienes que hacer un post en tu cuenta de Pictagram, Lifebook, Mero o Veeter con el hashtag de tu elegida durante el tiempo de presentación de ella en ese escenario —señaló hacia donde había estado momentos antes—, y listo, la chica que tenga más votos será la ganadora del día.

Se levantó y fue hacia el espacio dedicado al público, cuyas butacas aún estaban vacías.

—Sin embargo, un programa de talento como éste, en donde las chicas tienen que enfrentar desafíos de baile, actuación y creación sería un poco aburrido si cada día sólo fuera sobre verlas a todas y decidir una ganadora, así que nuestros creadores han decidido crear mini concursos; uno de ellos es responsabilidad del público en este estudio, que decidirá una ganadora por la presentación más divertida, y esa chica recibirá un bonus de cuatro minutos para presentar algo nuevo, totalmente improvisado, y tener una mejor opción de salvar de la eliminación semanal. Además, desde sus casas ustedes también podrán elegir a la más bella, la más creativa y la más elegante, y cada una de ellas se llevará a casa un set de productos de nuestros anunciantes.

Esperó, sabiendo que en esa pausa la pantalla que veía el publico quedaría dividida, y la gente podría ver los logos de las marcas de maquillaje, ropa, zapatos y alimentos saludables que auspiciaban el programa. Él mismo ya había recibido en su casa una adornada caja con multitud de regalos sin tener que pedirla.

—En este momento las chicas ya están en el área de trabajo, pero antes de ir a dar una mirada a lo que están haciendo, déjenme explicarles cómo es que funciona este programa: cada miércoles y viernes, a las seis de la tarde, nuestras queridas competidoras estarán aquí con su mejor energía, y conocerán un desafío sorpresa, pensado por nuestro equipo. Cada chica deberá tomar este desafío, y dispondrá de tres horas para coordinar a los estilistas, tramoyas, vestuaristas, bailarines y asistentes de piso, para preparar íntegramente su espectáculo ¿Pueden creerlo? Las participantes crearán todo el espectáculo que presentarán más tarde, así que no hay trampa, ellas serán las responsables de todo.

Aunque Kevin no se lo había dicho de forma concreta, él sabía que todo eso no era más que un intrincado plan para enmascarar la verdad; nada estaba medido por el azar; cada paso que dieran las participantes había sido programado sin que ellas lo supieran. Pero a él que era un presentador, eso no le importaba; mantendría la seguridad acerca de esa mentira todo el tiempo que fuera necesario.

—Así que no se lo pierdan, amigas y amigos, porque dos veces a la semana podrán seguir el trabajo de las participantes en vivo, en directo, a través de nuestros ojos dispuestos en todo este maravilloso estudio ¡Denles consejos en las redes sociales! Si tú le aconsejas algo a tu favorita —prosiguió, indicando a la cámara como si hablara en persona con quien estaba del otro lado—, y ella lo pone en práctica, tú vas a ganar un entretenido premio, que será anunciado durante la emisión del programa.
No lo olviden, apoyen a su favorita usando el hashtag de ella en las redes sociales desde ahora mismo. Ustedes pueden ganar, y serán ustedes quienes decidan quién será la ganadora el día miércoles, y la eliminada el viernes.

Hizo una pausa dramática, en la que las luces se oscurecieron y una música de tensión se escuchó por el lugar.

—Esta semana no habrá eliminación, porque queremos que se acostumbren a nuestras participantes, pero todos sus votos en las redes sociales se acumularán hasta la próxima semana. Hoy ustedes potarán escoger a una ganadora, que se llevará a casa un fabuloso premio; no olviden que también pueden escoger a la más bella, la más creativa y la más elegante, y entre quienes voten por las que resulten ganadoras sortearemos divertidos premios.

Hizo una nueva pausa, mientras se acercaba a la puerta que, escondida tras el escenario, guiaba hacia una zona generalmente vetada para el público. Había llegado el momento de decir qué sería del destino de las chicas a partir de ese momento.

—Les conté de la mecánica del concurso, de los desafíos de nuestras participantes y los premios que ellas y ustedes pueden ganar en cada programa, pero falta algo —agregó con tono solemne—: en este programa buscamos a una nueva estrella del espectáculo nacional, y con una competencia tan estricta como esta, no todo es color de rosa. A partir de la siguiente semana, la ganadora escogida por ustedes disfrutará de la tranquilidad de ser inmune en la votación por eliminación del viernes, asegurando una semana más en competencia; las restantes chicas tendrán que presentarse nuevamente el viernes, y la menos votada por ustedes se irá a casa.
No olviden seguir a nuestras cuentas oficiales desde ahora mismo, sigan a sus favoritas y no pierdan detalle, porque en Siempre divas, a la ganadora la eliges tú. Acompáñenme ahora a dar un vistazo a las chicas, que están comenzando su carrera por ser la mejor.

Finalmente, hombre y cámara entraron en el área de trabajo; en el interior el movimiento era intenso, ya que todas las chicas estaban trabajando a toda máquina en sus proyectos.

— ¿Saben? Realmente no debería estar aquí con ustedes, pero no puedo esperar a que vean lo que estas joyas están haciendo; ahora mismo ellas no pueden hablar con nosotros porque deben estar muy concentradas, así que vamos a jugar a ser sombra, en éste santuario de la fama.

Actuaba como si hubiera una complicidad total con los espectadores, y a la vez ignorando por completo las miradas furtivas de las chicas, que reaccionaban con evidente nerviosismo ante su presencia.

—Por aquí hay pruebas previas de cabello —explicó con tono de familiaridad—, muy importante si quieren tener éxito, porque un cabello fabuloso puede cambiar toda una presentación. Escuchen esto, en este programa, si lo quieres, ya lo tienes, espero que sea lo que querías, porque debe ser en serio, solo di la palabra. ¿A qué me refiero con esto? A que aquí estamos para servirlas y ayudarlas en todo lo que necesiten para que ellas puedan brillar. Y cuando una de ellas gane el premio del público en el estudio ¿Qué es lo que le diré a esa afortunada? No esperes, solo tienes cuatro minutos para salvar el mundo, el reloj está sonando tic toc, tic toc, tic toc.

Hizo una pausa mientras la cámara recorría el lugar, como un ojo vigilante y de momento invisible; pocos segundos después salió del lugar y regresó al escenario, en donde dedicó una flamante sonrisa al público.

—El día es hoy, y pueden comenzar a ver el material disponible en nuestras redes oficiales ¡Miren! La gente ya está comentando con el hashtag Siempre divas ¿Te lo vas a perder? Esta noche somos tendencia, y no te pierdas todo lo que los chicos están preparando: descubre todo en nuestras redes sociales iNos vemos a las nueve de la noche!

Mientras se despedía con elegancia, Kevin observaba todo desde el cuarto de dirección. Sandra llegó en ese momento y le paso una hoja en donde figuraba un gráfico multicolor.

—Diez por ciento de impacto en redes, es lo que esperábamos.

En realidad él esperaba un doce, pero no lo dijo; miró con cierto desinterés el gráfico mientras la suave voz de Sarki se escuchaba en el altavoz de su móvil.

— ¿Ya es el momento?
—Sí, Sarki —respondió con voz amable—, te lo agradezco mucho.
—Hecho —replicó la mujer del otro lado de la conexión—, después me cuentas cómo resultó.

Cortó sin despedirse; incapaz de momento de esperar, el esbelto hombre entró a la aplicación de Pictagram y localizó el perfil de la artista: una foto con encuadre y luz perfectos mostraba a la mujer ante un espejo, con una brocha de maquillaje rozando su mejilla derecha. El texto de la foto contenía un mensaje muy breve, pero poderoso por su significado “Nos vemos esta noche en siempre divas” y agregando el hashtag correspondiente. Esperó un minuto, actualizó, y la foto ya tenía diez comentarios y un par de docenas de corazones; perfecto para el despegue del programa, pero aunque era bueno contar con el gancho de las redes sociales de alguien influyente como ella, necesitaba que las chicas tomaran el protagonismo de esa historia, y eso tenía que ser cuanto antes.
Al mismo tiempo, Sandra revisaba el video del presentador del programa, específicamente la parte en donde estaba dentro del área de trabajo; ahí estaban las chicas, las que serían utilizadas, las pocas que triunfarían, y las que serían descartadas.
No por talento ni carisma.
Sólo por no servir a la pantalla. Y entre ellas, su apuesta secreta, a la que iba a convertir en una estrella, costase lo que costase, incluso en contra de los deseos de Kevin.


Próximo capítulo: Mujer peligrosa

La traición de Adán Capítulo 10: Presentación



Lo primero que hizo Carmen la noche anterior a la inauguración, fue ir a la galería; ya se encontraba completa mente recuperada, y tal como anunció el abogado Izurieta, su estado de salud era espléndido. Adán despachó a todo el personal en cuanto ella le dijo que iría, y la esperó en la recepción; de lo que sucediera en esa jornada dependía mucho de sus planes para el Futuro, por lo que no podía cometer errores.

–Adán, quiero ver el cuadro.

Era evidente que ella había regresado por completo, y su actitud era consecuente con eso; en su galería, estaba en su ambiente, y se sentía a sus anchas ahí.
Ahí estaba la gran oportunidad, el momento perfecto en que el hombre daría el golpe indicado; hasta ese momento, sólo él tenía conocimiento de lo que se ocultaba en los dos cuadros, y darlo a conocer tenía que asegurarle un paso más en sus planes.

–Carmen, como te dije antes, conseguí el segundo cuadro, pero hay algo más importante que debes ver.

La artista asintió con cautela.

–Eso me tranquiliza de momento, pero no ayuda con la amenaza que significa Bastián Donoso ahora mismo.
–Lo sé -replicó, mientras entraban en el taller -, pero algo me dice que no tendremos ningún escándalo, o ya habría pasado algo. De todos modos, eso aún no es lo más importante, descubrí algo que es lo primordial, tiene que ver con el segundo cuadro.

Una vez dentro, Adán sacó los dos cuadros de la bodega secreta, depositándolos en atriles previamente preparados para ello; Carmen lucía tranquila, y el hombre, por un instante, se preguntó si sería apropiado darle la sorpresa que tenía junto a él. Pero ya no iba a cambiar de parecer, el paso ya estaba dado.

–Necesito saber si estás totalmente repuesta de lo que te pasó.

La mirada de ella se hizo un poco más aguda; estaba sospechando de que había algo más en esa historia.

–Claro que sí. ¿No me ves?  Fue un malestar nada más, estaba ansiosa y preocupada cuando estabas fuera y comencé a maldecir y protestar, me sentía abrumada y supongo que me subió la presión, pero eso es todo.
–De acuerdo –replicó él, suspirando-, porque necesito que estés bien para lo que vas a ver, descubrí algo importante para ti.
–No le des más vueltas.

Estaba como de costumbre. Adán celebró la buena salud de la artista, pero tenía claro que lo que pasara de ahí en adelante sería dado en gran parte por el azar, todo dependía de la reacción de Carmen. Ya no podía esperar más, así que dispuso los cuadros en el ángulo perfecto, los descubrió, y se ubicó a un lado de ellos para que ella pudiera verlos en toda su magnitud.

–Oh...

La artista, que en ese momento estaba sentada en uno de los taburetes, se quedó inmóvil, muda de asombro ante lo que estaba viendo.
Adán estaba concentrado en su reacción, pero no pudo evitar desviar la mirada hacia lo que estaba viendo. Al colocar las pinturas una al lado de la otra en cierto ángulo, la conjunción de formas y colores engañaban a la vista, haciendo que la obra cobrara vida; en la imagen seguía estando el hombre perfecto, separándose de las raíces de la Tierra y elevándose hacia un cielo magnifico, repleto de colores y formas que evocaban la paz y la armonía eternas, y con la presencia de ambas pinturas, cada milímetro de tela se veía no solo en relieve, sino que además en movimiento, haciendo que el espectador viera un cuadro vivo, donde las nubes en el cielo tenían una textura que casi podía tocarse, las hojas de las plantas se mecían suavemente, y parecía que la turgente piel del hombre casi podía tocarse. La creación de la tecnología mostraba imágenes en tercera dimensión con muchos avances, mientras que la mano humana y los colores reales habían dado origen a una maravilla que jamás dejaría de impresionar, tal era el encanto hipnótico de El regreso al paraíso.

–Adán –exclamó Carmen, con un hilo de voz–esto es... impresionante.

Adán guardó silencio un momento, dejando que la maravilla visual que se conseguía al posicionar ambos cuadros en determinado ángulo hiciera efecto en la mujer; dentro del escaso tiempo del que había dispuesto, se tomó un momento para buscar en la red creaciones de ese tipo, pero sin ayuda de medios complementarios, el número de casos era muy limitado. Si se pintaba con cierta técnica, y el resultado se miraba con anteojos especiales, todo era posible, pero sin eso, no existía nada en el planeta que se le acercara, y lo más sorprendente era que el efecto tridimensional no producía cansancio a la vista, algo que incluso la tecnología tenía problemas en enfrentar.

–Yo... nunca creí que lo vería hecho realidad...

Adán usó toda su capacidad en evitar que se notara alguna expresión en su rostro; lo que la artista acababa de decir es por completo distinto a lo que esperó. Estaba preparado para la sorpresa de ella, y para una serie de conclusiones y reflexiones, pero no para que ella reaccionara como si todo eso fuera algo que estaba en sus planes.

–No te entiendo, Carmen -dijo con cautela.

Ella se puso de pie, auténticamente maravillada, y por primera vez desde que la conocía, Adán tuvo la oportunidad de ver a la verdadera Carmen Basaure, sin arrebatos de ira, sin magnificencias, sin artilugios, y así, era como una niña pequeña, en cuyos ojos se veía con claridad la impresión y la fantasía. La sonrisa que vio en su rostro era real, y condensaba muchas emociones positivas, la mayoría de las cuales no eran frecuentes de ver en ella.

–Tenías razón en lo que me dijiste, Adán, esto es mucho más grande que el Regreso al paraíso, es la culminación de todo lo que siempre he buscado; más allá de todo lo que pude haber pensado de él, incluso de su actitud errática con respecto a esto, la verdad es que lo que tengo aquí, es un regalo, un auténtico regalo.

Nada de eso tenía sentido. Adán decidió tomar el camino más directo y preguntar lo que estaba pensando.

–Sigo sin entender, dime de qué estás hablando.
–Adán, El Regreso al paraíso es la obra de mi vida, te lo dije desde un principio, es el motivo por el que he hecho todo mi trabajo y estudio. En la época en que me involucré con Bastián estaba en pleno proceso artístico, tratando de descubrir mi verdadero norte y propósito; así fue como logré dar con la idea que compartí con él, y luego de eso dediqué años a tratar de plasmar mis ideas en el lienzo, pero siempre hubo algo más, la necesidad de llegar a un nuevo nivel; sentía frustración porque las obras de arte son tan relativas como el público que las ve, y quería conseguir un efecto único, algo que perdurara más allá de las personas o los puntos de vista. Hablé tanto con ese hombre –siguió con auténtica añoranza–, que llegué a pensar que él debía ser el protagonista de mi obra y quien me ayudaría a terminarla, pero al final no fue así, y me dediqué a terminar la pintura sin creer que lograría esto, desgasté pinceles y lienzos sin fin y nunca lo logré, pero ese hombre hizo la otra mitad de mi obra, y consiguió esto, un nivel de detalle tan perfecto como el enfoque, como si mis pensamientos guiaran su mano. Adán, esto es lo que siempre quise, una obra viva, y por fin la tengo frente a mí, por fin tengo una imagen que no puede olvidarse.

Después de su declamación reaccionó y volvió a su centro, a ser la misma de siempre.

–Sé que tienes ambiciones Adán, lo entiendo y lo valoro, por eso es que quiero recompensarte por tu apoyo, por lo que has hecho por mí, y por traerme esta maravilla.
–Carmen, yo no...
–No, es lo justo – lo interrumpió -. No puedes seguir siendo solo un asistente, siempre has estado por sobre eso, ahora mucho más. Voy a aprovechar la inauguración para presentarte como mi asesor artístico.

Esa vez el hombre no disimuló la sorpresa al escuchar las palabras de la pintora. Ser asesor artístico de alguien era llegar a otro nivel, volverse realmente mucho más que un asistente, porque como muy bien lo sabía, en el mundo del arte un asesor era la persona que llevaba la agenda y los tiempos, la única persona válida para conectar el atribulado espíritu del artista con el mundo exterior, y ayudarle a plasmar sus ideas al tiempo que hacía que el común de la gente pudiera conectar con el resultado de su obra; en países más desarrollados, era algo conocido aunque no habitual, pero ahí, el solo hecho de ser presentado de ese modo en el círculo artístico significaría un impulso tremendo.

–No sé qué decirte Carmen, es un honor lo que me ofreces. Te lo agradezco mucho.
–No tienes que agradecerlo –replicó ella–, es lo que te mereces, además te abre el campo laboral porque mucha gente querrá trabajar contigo. Lo único que te pido a cambio es que mantengas el secreto del origen del segundo cuadro.

Adán se mostraba verdaderamente sorprendido y agradecido, y así fue como ella lo entendió; todavía persistía la amenaza de la aparición de ese extraño hombre, pero a ella eso parecía serle de nula importancia, en comparación con el abrumador poder de los dos cuadros reunidos.

–Nadie nunca lo sabrá.
–Excelente, entonces creo que tendrás que mandar a imprimir tarjetas de presentación con tu nuevo cargo en ellas; desde ahora, te aseguro que serás muy solicitado para hacer asesorías -hizo una breve pausa para contemplar de nuevo los cuadros -. Ahora hay que disponer todo, tú encárgate de los últimos detalles, yo debo hacer algo, y procura que nadie me interrumpa.
–¿Qué harás?
–Descubrir la frecuencia exacta de los cuadros. Ahora que por fin sé que es posible hacer esto, tengo que descifrar la forma de realizarlo, para poder recrearlo por completo yo sola.

2


La última jornada antes de la inauguración de la galería pasó en total calma, entre algo similar al letargo previo a acontecimientos importantes, y Pilar no sabía si se trataba de la calma antes de la tormenta.
Estaba recluida en el hotel donde se había hospedado, arreglándose para estar presentable ante el evento, pero recordó que tenía que hablar con Adán para evitar que hiciera de su presencia un espectáculo; sus planes habían cambiado tanto desde su llegada, que yo no tenía claridad sobre cuánto tiempo se iba a quedar, o si tendría sentido seguir en la ciudad.

- Adán, buenas tardes.
- Buenas tardes, Pilar ¿En qué te puedo ayudar?

Pilar le explicó sus aprensiones respecto al evento, y le dijo que de ninguna manera pretendía figurar; debió esperar la respuesta en realidad, pero no se esperaba la fría y cortés distancia con la que él le explicó que toda la presentación estaría enfocada en Carmen y la obra de arto, por lo que no habría espacio para mucho más.

Eso es una buena noticia, entonces.
Claro –replicó él, vagamente-. Por cierto, me respondió la persona a la que contactaste, le avisaré a Carmen que esa gestión fio resultado.

“Esa gestión” sonaba tan impersonal como el trato que le estaba dando; entonces, probablemente yo estaba esterado de los hechos de meses atrás. Pilar omitió decirle, por suerte, que le había enviado a su madre un mensaje con esta misma información, y que ella no lo había respondido. ¿Cuál era su objetivo, entonces? Se había quedado, albergando la esperanza de poder generar un acercamiento con su madre, pero si todo se remitía a eso, daba la impresión de estar dándole algo en qué ocuparse mientras ella hacia lo que de verdad le importaba.
Optó por un sencillo vestido negro con cuello alto con transparencias, largo hasta la rodilla, tacones a juego, el cabello recogido con elegancia y accesorios mínimos. Ya daban las seis de la tarde, faltaba muy poco.

3


Todo estaba dispuesto para la flamante inauguración de la galería de arte, los medios especializados estaban citados a las siete y media, el público a las siete cuarenta y cinco, y desde ese momento, todas las miradas estarían sobre ellos.
A las siete en punto, Adán ya tenía todo dispuesto, y dio unas rápidas aunque elocuentes palabras de apoyo y agradecimiento a todo el personal; el trabajo realizado por ellos estaba dando sus frutos, y a la hora de la inauguración, deberían poner el máximo esfuerzo para que cada uno de los asistentes se sintiera en el mejor lugar del mundo. Gracias a su encanto y magnetismo natural, impresionar a todos con sencillas pero emotivas palabras, no fue difícil, y tuvo la seguridad de contar con todos ellos para hacer un trabajo de primer nivel.
 Se tomó un breve lapso para ir a su departamento y cambiarse; miró en el espejo, y sonrió satisfecho al ver el resultado: estaba vestido con un hermoso traje negro de diseñador, con elegantes líneas grises que resaltaban su porte, haciendo lucir su estructura Fuerte, los brazos masatos y el vientre plano, aunque sin caer en la moda barata de ajustar demasiado para enseñar los músculos. La idea era tener consolidad de movimiento, lucir sobresaliente y fuerte, sin dejar de ser elegante; complementó el atuendo con colleras de plata, y un osado arete de diamante, que le daba un toque moderno, un detalle de luz que podía permitirse en ese ambiente sin que nadie dudara de su profesionalismo. Regresó a la galería con tiempo disponible para chequear todo otra vez, comprobó que todo funcionaba según lo esperado; estaba seguro de su aspecto, sabía la impresión que iba a causar en todos a su alrededor, y esa noche más que cualquier otra tenía que destacar, ser el complemento perfecto para la galería y verse como el asesor artístico que desde el día anterior era.

Adán, los demás y yo queremos una foto contigo antes de la inauguración.
Desde luego.

Se tomó la foto con el grupo de trabajadores, recibió felicitaciones de parte de todos, y ya sobre la hora, estaba muy tranquilo de saber que todo estaba organizado: el personal de banquetera estaba dispuesto, el taller cerrado, la colección de arte dispuesta con perfección milimétrica en el gran salón, cada obra cubierta aún por sedas, y la terraza previa a la galería acordonada y con guardias, con el podio con micrófono listo y el sitial de honor para la obra máxima, listo para maravillar a todos, aunque los dos cuadros se quedarían aun en el taller bajo llave hasta el último instante. Ya era la hora.

4


–Y ¿cómo me veo?
–Cielos, pareces una estrella de cine.

Esteban no disimuló su sorpresa y encanto al ver a Micaela vestida para el evento; a ella en realidad no le gustaba el estilo de traje de modelo o de fiesta, pero cuando tenía un evento de gala salía su lado perverso y se convertía en otra, solo para tentar a los hombres que jamás podrían tenerla, y para provocar envidia en las mujeres, lo que era una estupenda terapia. Esteban por su parte, no desmerecía, estaba de un azul eléctrico impresionante, sin corbata y enseñando un fibroso pecho que no parecía tener bajo el traje formal con el que lo había conocido en la oficina; aun siendo delgado, tenía una figura atlética: como si de un galán latino se tratase, dejaba algo a la vista y usaba colores llamativos sin ser vulgar, algo muy osado pero totalmente en su estilo y acorde con el evento, que perteneciendo al mundo del arte, se permitía licencias que en otro sitio habrían sido vistas fuera de lugar.

–Tú estás muy guapo.
–Gracias. Y si ya estás lista, nos vamos.
–Por supuesto que no estoy lista –sonrió ella–, nunca estoy lista a la hora, tengo que repasar mi brillo de labios y tomar mi carterita.
—Oh, entonces cuando te vistes de modelo te comportas como una modelo.
—Por supuesto que sí –dijo ella, con una voz muy aguda-, tienes que abrirme la puerta del coche, buscarme un asiento si me canso, pasarme tu chaqueta si tengo frío, y entender todo lo que me pasa.
—Qué miedo.

Los dos rieron.

5


En tanto, Eva San Román estaba lista para ir al evento al que estaba invitada. Era una mujer de 24 años, cuya figura era impresionante en todo sentido: esbelta, de miembros marcados por el ejercicio, aunque fina y elegante de movimientos, de cabello castaño largo hasta más abajo de los hombros, con movimiento y estilo, rostro proporcionado y hermoso, brillantes ojos color miel y actitud segura de sí misma. Se trataba del tipo de mujer que domina a la perfección cada centímetro de su cuerpo, se conoce y sabe lo que es y lo que provoco, pero no saca provecho de ello.
Había estado el último tiempo fuera del país terminando su perfeccionamiento en ciencias de negocios, terminando con calificaciones sobresalientes, y ahora volvía para hacerse cargo de un puesto importante en la Constructora Del mar y Alzarrieta, como encargada integral del servicio; por azares del tránsito aéreo llegó al país a media tarde, con el tiempo justo para arreglarse y asistir a una gala artística por la inauguración de una galería de arte. El atuendo que había elegido para esa jornada tenía como centro un vestido largo, exquisito en tonalidades y degradados de verde, con Tacones altos a juego y un colgante con una hoja esculpida a mano en oro blanco. Los brazos, descubiertos por ser un vestido de tirantes, luciendo cada uno una pulsera de diseño de ramas, finas y delicadas, que eran parte del conjunto con el collar y los aretes de brillante, y combinando el conjunto con un clutch blanco níveo, diseñado por un amigo.
Puntual, llegó Bernardo Céspedes, hijo del dueño de la empresa en donde iba a comenzar labores, anfitrión en su llegada al país y gerente de proyectos nuevos, un hombre joven de aspecto rígido y militar, muy fuerte y grande.

–Buenas noches, Eva.
–Gracias por venir a buscarme –respondió ella, acercándose a la puerta–, estoy lista para salir, para llegar a tiempo.

Desde un principio le había parecido que él se volvía más rígido en su compañía, y notablemente más escueto, pero ya no le sorprendían esas actitudes; en la universidad siempre era lo mismo, hasta con los profesores, e incluso sus amigas la criticaban por no sacar provecho de ello; era verdad que en algunas ocasiones lo hacía, pero siempre con asuntos insignificantes como conseguir que abrieran una tienda un poco antes o conseguir que el taxista se diera más prisa, pero jamás con asuntos que fueran realmente relevantes. Su regla de oro era que todo aquello que lograba, era en base a su capacidad.

En el exterior de la galería, apropiadamente preparado para la ocasión, un elegante y  carismático presentador estaba amenizando la jornada, entregando a los medios de prensa algunos datos de la trayectoria de Carmen Basaure, mientras los invitados que estaban llegando eran recibidos por copas de licor y aperitivos, junto a delicadas réplicas en miniatura de diferentes obras de la pintora; Adán deambulaba de un lado a otro con gracia y estilo, saludando a todo mundo, haciendo comentarios ante lo que le decían todos, prestando atención a cada detalle del entorno y la realización mientras demostraba interés por todos los invitados, quienes no le quitaban los ojos de encima, especialmente las mujeres. Sabía que Carmen y los espectaculares dos cuadros le quitarían protagonismo, pero solo para resaltarlo aún más cuando la artista diera públicamente los habituales parabienes y felicitaciones, destacándolo como su asesor artístico. Las cosas estaban dando nuevamente un giro, ahora en su favor, y solo faltaba que la autora y su misteriosa obra cumbre se presentaran. Divisó en un costado a Pilar, dispuesta a pasar desapercibida como se lo había propuesto, a varios funcionarios de Gobierno, empresarios, damas de alta sociedad, siendo todo ello una exquisita mezcla para sus proyectos; alrededor de doscientas personas seleccionadas con pinzas estaban presentes, vistiendo de forma elegante, quizás un poco ostentosa, pero lo principal, demostrando carácter y personalidad. Si bien muchos de ellos eran habituales en eventos sociales, la lista no había sido confeccionada al azar, e incluía personalidades que pertenecían a diversos espectros políticos, económicos y mediáticos, lo que significaba que todo lo que allí sucediera provocaría un impacto en distintas esferas, de modo que al día siguiente la inauguración fuera tema obligado en los lugares importantes.
De acuerdo con la programación, una ver estuvieron presentes todos los invitados, Carmen apareció por un costado de los telones de fondo dispuestos para la ocasión, vestida con una túnica bordada a mano, la cual había sido traída directamente de Senegal: con finísimos decorados en hilos dorados que dibujaban sobre un fondo azul un cielo estrellado, era el traje ideal para la jornada. El presentador la anunció, hubo un respetable y sobrio aplauso, y en seguida el propio Adán se escabulló por un costado junto a dos trabajadores. Les ordenó a los dos hombres que tomaran los dos atriles cubiertos con seda desde el taller, y con cuidado los llevaran al frente de la galería, para ubicarlos delante del telón de fondo y poder exhibirlos.

–Quiero agradecer su amable espera, pero principalmente por acompañarnos aquí -comentó cordialmente el presentador–; ahora quiero hablarles un poco del presente de nuestra anfitriona, de nuestra amiga Carmen Basaure.

Carmen y Adán quedaron a un costado, a distancia prudente de los fotógrafos, mientras las miradas comenzaban a centrarse en las dos obras cubiertas de seda.
Y en ese momento la paz de la noche fue fulminada por un estruendo que cambió todo.
Un disparo venido de un punto ciego atravesó una de las dos obras, terminando por impactar contra los muros de la galería. Algunas mujeres soltaron gritos de miedo.


Próximo capítulo: La única