Acompáñame en el increíble viaje por el mundo de la literatura. Cómics, libros, escritura y mucho más.
Por ti, eternamente Capítulo 5: De la mano de la ley
—Víctor, ¿qué te pasa?
Cuando su amigo Arturo lo removió, Víctor reaccionó y trató de poner la mayor expresión de tranquilidad.
—Lo siento, estaba distraído. Vamos.
Acompañaron al reducidor y al musculoso hasta el cuarto que ocupaba, y con la carpeta en sus manos el de cabello largo le echó una mirada al interior.
— ¿Y entonces qué es lo que se va?
—Todo.
— ¿Cómo todo?
—Todo —explicó como si fuera lo más normal del mundo—, necesito pagar unas deudas, así que es mi única salida.
Arturo hizo una mueca.
—Bueno, mientras tanto yo voy a ir al baño.
— ¡No!
Víctor lo sujetó. Si alguien se acercaba a esa parte estaba perdido.
— ¿Qué te pasa?
—No me dejes solo —le susurró para parecer convincente—, quédate aquí.
—Está bien, si tampoco es urgente.
Unos minutos después el tipo musculoso salía con un armario al hombro como si no tuviera ningún peso; solo había unos bolsos con ropa y pocas cosas más en el suelo.
—Bueno, bueno, aquí tienes lo que acordamos —le alcanzó un fajo de billetes—, fue un placer hacer negocios contigo, si tienes cualquier necesidad solo tienes que buscarme.
—Gracias, eso haré.
El tipo musculoso cerró la puerta trasera del camión y se apeó, tras lo cual el vehículo se fue; Arturo dio un silbido.
—Qué fuerte amigo, tienes una importante cantidad de dinero, pero estás en la calle.
No habían más sonidos alrededor, era un día extraño en el que por suerte no se había topado con nadie del barrio, ideal para pasar desapercibido por el momento, pero no podía confiar en la suerte para siempre; tenía que salir de ahí ya mismo.
—No importa, ya tendré cosas nuevas. Ahora sólo necesito pedirte una cosa más, y es que me prestes la cadenita que te dejé hace un tiempo.
—No tienes que pedirla, es tuya. Oye —lo miró fijamente—, dime qué está pasando, yo soy tu amigo, te prometo que no te voy a juzgar ni le voy a decir a nadie.
Víctor guardó silencio un momento; deseaba tanto hablar con alguien de lo que estaba pasando, soltar algo de toda esa energía que tenía en su interior, poder confiar en alguien que le diera un consejo o al menos lo escuchara, pero ya se sentía muy paranoico como para agregar más tensión, así que respiró hondo y se forzó a mantener la calma.
—Arturo te prometo que te voy a decir la verdad, pero tienes que darme tiempo; ayúdame con lo de la cadena, yo voy a separar la ropa y a lo que vuelvas hablamos, en serio.
No podía seguir perdiendo el tiempo así, estaba estirando demasiado la cuerda, y era realmente un milagro que el bebé no hubiera hecho ningún ruido en todo ese tiempo, aunque por cierto llamaba la atención que Magdalena tuviera razón en decir que era muy tranquilo.
—Está bien, voy y vuelvo en un rato, pero no me puedes dar más largas, cuando llegue me cuentas todo.
—Te lo prometo.
Arturo se fue rápidamente, seguramente estaba decidido a saber toda la verdad, pero Víctor tenía que traicionar su amistad con los planes que tenía.
Tan pronto como su amigo se fue, entró en el cuarto, tratando de ignorar la enorme diferencia entre su cuarto antes y después de la visita del reducidor de especies, porque luego de su llegada había quedado solo con algo de ropa y pocas cosas más. De inmediato entró en el baño y se encontró con el bebé prácticamente en la misma posición en la que lo había dejado en el armarito, despierto y buscando su mirada con sus penetrantes ojos; era un milagro que no hubiera hecho el más mínimo ruido, pero aunque hasta ese momento había tenido suerte, no podía seguir así, tenía que moverse sin tardanza.
—De acuerdo, ahora vamos a tener que salir de aquí lo más rápido posible.
Después se lo pensó y llegó a la conclusión de que había dejado demasiada ropa en los bolsos, y que no tenía absolutamente nada para el bebé; pero tenía dinero resultado de haber vendido todas sus cosas, así que podía hacer algo, pero lo que no podía hacer de ninguna manera era quedarse ahí, porque mientras más se quedaba, más aumentaba su sensación de vacío, y por lo tanto su inseguridad. Y de alguna manera sabía que si salía, no iba a volver.
2
Claudio había estado haciendo una serie de investigaciones antes de entrar nuevamente en la oficina de Fernando de la Torre.
—Permiso.
—Pasa.
De la Torre seguía bastante exaltado, pero se estaba forzando a mantener la calma mientras se llegaba a algún punto donde tuviera que decidir un paso a seguir.
— ¿Qué noticias hay?
—Se están encargando de la señorita Magdalena para poder hacer el velorio correspondiente, pero vine porque tengo información nueva y me parece importante que usted lo sepa.
De la Torre sabía que su asistente se presentaba de esa manera porque había algo que debía saberse.
—Habla.
—Estuve hablando con un conocido en la compañía telefónica, y me entregó un reporte de los últimos movimientos de la línea y también los históricos.
—Eso quiere decir que ya sabes con quien se estuvo comunicando.
Claudio suspiró antes de continuar; había algo en eso, en las jugadas que estaban haciendo, que le decía que no era normal, que algo no terminaba de tener sentido.
—Aún me falta el nombre, que lo voy a tener dentro de poco, pero hay un número al que ella se contactó en último lugar, lo llamé y claramente se asustó, tengo serias razones para pensar que se trata del hombre que tiene a su nieto.
—Es decir que ya sabes que es un hombre.
—Sí, pero lo que me llama la atención no es eso, sino que en el historial del número antiguo de la señorita Magdalena también aparece ese número, con muchas llamadas hace cierto tiempo, poco antes que ella quedara embarazada.
Eso fue como si a De la Torre le aplicaran corriente en la espalda; se puso de pie con los ojos muy abiertos.
— ¿Qué es lo que estás suponiendo Claudio?
—Que hay motivos para creer que ese hombre fuera el padre de la criatura.
De la Torre hizo una pausa; no era difícil imaginar que las cosas eran distintas si su asistente tenía razón, pero eso cambiaba la forma, no el fondo.
—Averigua lo más posible acerca de ese tipo, envía a tu gente a buscarlo y encuéntrenlo sin perder tiempo, pero ya te dije que no quiero que llamen la atención.
—Señor, si mis sospechas son ciertas y el niño estuviera en poder del padre...
—Magdalena hizo muchas cosas incorrectas —lo cortó De la Torre—, alejarse de su familia, ponernos en riesgo, amenazarme y huir con mi nieto, pero no voy a permitir que por un capricho suyo mi nieto termine en cualquier parte. Mi nieto debe estar con los de su sangre, no con un extraño, así que vamos a seguir con lo que habíamos hablado; además, todo el mundo tiene su precio, y si no lo tiene, para algo le pago al abogado todo ese dinero, tiene que servir cuando lo necesito. Mi nieto va a vivir conmigo y con su familia, a cualquier costo.
El asistente aún tenía algunas dudas, seguía creyendo que necesitaban algo más, pero precisamente en ese instante recibió una llamada telefónica.
— ¿Hola? Si, por supuesto... estupendo... si, luego hablamos.
Cortó y devolvió la mirada a su patrón, que lo contemplaba con cierta intriga.
— ¿Que pasó ahora?
—Ya tengo la información que necesitaba señor —explicó lentamente—, el tipo del teléfono que estuvo en contacto con la señorita Magdalena se llama Víctor Segovia Hurtado, y me acaban de enviar todos sus datos; en unos minutos mi gente estará en su casa y en su trabajo, y recuperaremos a su nieto, creo que será mucho más rápido después de todo.
De la Torre suspiró.
—Hasta no ver no creer. Date prisa.
Mientras tanto, en la Fiscalía el fiscal Mendoza tomaba el auricular para llamar a un número directo.
— ¿Hola? Artirreaga, qué gusto hablar contigo... sí, tenemos pendiente un juego de tenis para vengarme por la humillante derrota de la última vez... sí, pero ahora te llamo porque necesito tu ayuda. Si, eres un viejo zorro, sigues teniendo el mismo olfato de siempre; asigna a alguien de tu departamento, sé que es apresurado, pero lo necesitamos, la desaparición de un menor siempre hace que la sociedad se sienta insegura y es un crimen grave. Por favor, sabes lo que pasó hace dos años... gracias, sabía que ibas a entender... no, no es necesario, hazlo tan pronto se confirmen las primeras investigaciones, me refiero a que cuando logremos tener una imagen clara y un sitio o un nombre, puedas llamar de inmediato a un oficial y asignarlo... exacto, no podemos dar pie a errores. Gracias.
Colgó y se quedó en su escritorio; siempre había un filtro, un montón de ojos y oídos que estaban pendientes, y avisaban de cualquier denuncia de determinadas características, con lo que la información se dirigía a los puntos indicados y antes incluso que terminaran ciertos procedimientos oficiales. La desaparición de un menor era un caso importante, y si efectivamente las cosas eran tan malas como pintaban, había que dar un golpe y encontrar al menor, para devolverlo con su familia lo más pronto posible.
Próximo capítulo: Mentiras piadosas
La traición de Adán capítulo 18: Paraíso sin retorno
Faltaban solo un par de horas para la inauguración de la Galería de arte, y Adán fue al departamento de Carmen ante su llamada.
–Adán, después de la inauguración me voy del país.
– ¿Qué?
Adán la miró fijamente; había pasado en la última jornada algo que él desconocía, estaba seguro de eso, y ella no se lo diría, no en ese momento al menos.
–Así es, me voy, así que te quedarás a cargo de todo.
– ¿Y por qué te vas, qué pasará con la galería?
–La galería puede sostenerse a sí misma, no me necesita aquí, además tú estarás ocupándote de los negocios, porque esto será un éxito; por mi parte debo iniciar un viaje, quiero buscar mi siguiente inspiración, algo que supere la majestuosidad del Regreso al paraíso.
Adán se quedó un momento en silencio, sabiendo que eso tenía que ver con algo más, muy probablemente con Pilar. Tendría que investigar a prisa, pero por otro lado no le venía mal que Carmen se fuera, de hecho esa era una de las escenas más ventajosas para el inicio de su nuevo proyecto.
–No sé qué decir. Por un lado me alegro que tengas nuevas inspiraciones, pero será extraño que no estés, la galería quedara huérfana.
Carmen parecía estar pensando en cualquier cosa menos en eso, así que no le tomó importancia.
–Adán, es de suma importancia que la galería sea un éxito.
–Lo será –replicó el– la gente quedará impactada con el Regreso al paraíso. A propósito, tú y yo seguiremos en contacto. ¿O no?
–Yo te llamaré si te necesito para algo en particular, por lo demás está todo en tus manos, así que eres libre de tomar tus decisiones; ahora ve a arreglarte para la inauguración.
Micaela estaba en su departamento con la segunda cerveza de la tarde y completamente deprimida cuando tocaron a la puerta. Esteban entró vestido de gala y la miró sorprendido.
– ¿Dónde has estado? Llevo todo el día buscándote, me tienes loco, y además mírate, estás en buzo cuando deberías estar lista para acompañarme de nuevo a la galería de arte.
–No voy a ir.
– ¿Y se puede saber por qué?
Micaela no había querido hablar con nadie, y no tenía claro si quería contarle o no a su nuevo amigo lo de Pilar. Pero tampoco le había dicho lo otro, así que decidió comenzar por ahí.
–Eva San Román está detrás del robo de nuestras cuentas de correo.
El hombre se guardó una maldición y se sentó junto a ella.
–No puedo decir que me sorprenda. ¿Cómo lo supiste?
–Estuve investigando –replicó ella con evasivas– van a despedirte y a mi contigo.
–Es muy posible, pero eso no nos priva de ir allá y beber gratis.
–No iré, ve tú. No estoy de humor.
Esteban bebió un trago de cerveza.
–Pero tú no estás así por el trabajo, hay algo más en todo esto.
–Es verdad.
–Hagamos algo entonces –comentó Esteban sonriendo– cuéntame que es lo que ocurre, desahógate conmigo porque parece que estás desmoronándote.
Micaela sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas.
–No es eso, es que... se suponía que estaba rehaciendo mi vida, que ya había quedado atrás y ahora todo es diferente, porque...
No pudo seguir hablando, sintió que se le iba el aire del cuerpo; Esteban la abrazó.
–Tranquila. Oye, tu puedes confiar en mí, así que sácalo, di todo lo que estás pensando, vas a ver que soy un muy buen paño de lágrimas.
Poco después la galería rebosaba de gente; tal como Adán lo había previsto, el misterioso hecho del disparo había centrado todas las miradas en ellos, de modo que para la inauguración todos los medios especializados confirmaron su asistencia de inmediato, e incluso se agregaron un par de revistas de sociedad con la excusa de retratar a varios de los asistentes. Adán estaba vestido con un traje en un exclusivo tono petróleo, y se paseaba por entre los invitados sabiendo que muchas de las miradas estaban sobre él por su porte y gracia, y además porque su manejo de la situación anterior había sido brillante. Carmen apareció a su lado con un sencillo vestido en colores verdes que mezclaba distintas tonalidades, y se quedó junto a él mientras el anfitrión, ubicado estratégicamente delante de los cuadros centrales aún cubiertos, hacía las presentaciones finales.
–Damas y caballeros, la espera terminó; tengo el honor de presentarle a cada uno la obra más importante en la carrera de Carmen Basaure hasta ahora, El regreso al paraíso.
El silencio se apoderó del lugar, y el anfitrión se hizo a un lado para permitir que las asistentes quitaran las oscuras sedas que tapaban las obras; Adán miró nuevamente la obra y vió otra vez el mismo efecto, la sensación tormentosa y angustiante que había sustituido a la paz y armonía de la obra anterior. Luego miró en sentido contrario, y entre los disparos incesantes de las cámaras de los periodistas, vió como los rostros de los asistentes quedaban invadidos por el asombro; estaba funcionando, el efecto casi mágico de los dos cuadros ubicados a una distancia y en un ángulo especifico invadía a cada uno de sus asistentes, expandiendo el silencio y las murmuraciones de asombro. Una a una las asistentes descubrieron el resto de los cuadros de la galería, pero nada podía contrarrestar el efecto único del lienzo que parecía moverse por sí solo. Una crítica de arte, que estaba muy cerca de Adán, escribía a toda velocidad en un bloc sus primeras impresiones. ¨Completamente desconcertante, la afamada Carmen Basaure ha logrado crear frente a nuestros ojos una ilusión tortuosa que solo creímos que era posible en la pantalla de un cine. Ahora el dolor y la paz del paraíso están entre nosotros.¨ Era más o menos lo que se esperaba de una crítica, aunque creía que a rasgos generales hablarían de Regreso como una obra innovadora aunque tortuosa.
Volcó su interés en Carmen, que respondía a las preguntas de algunos reporteros.
–Quiero decir que este es un gran paso para mí y espero que todos puedan verlo así. En el desarrollo artístico siempre estoy buscando más.
– ¿Cómo enfrentó el desafortunado incidente de la primera oportunidad?
–Solo un incidente menor, pero gracias a mi asesor artístico todo sigue en su camino correcto.
Una periodista dió con el punto.
– El asesor artístico es una figura conocida en Europa pero no mucho aquí. ¿Que la llevó a contar con uno?
–La necesidad de enfocar mi trabajo al público, que es el importante aquí; no me sirve crear algo interesante si nadie va a verlo, y en la comunicación con el público Adán Valdovinos ha sido fundamental, pues me permite a la vez encontrar el camino hacia los sentimientos de mi público y expresar lo que quiero en mi obra.
¨Expresar lo que quiero¨ ya no tenía el mismo sentido que antes, aunque quizás conllevaba el sentido más práctico de Carmen: una mujer atormentada tratando de alcanzar algo que jamás consigue tocar. Comprobó que Pilar no había llegado, lo que confirmaba sus sospechas, pero lo que más le llamó la atención fue, al fin, ver llegar a Eva. Hasta el último momento ella no le había asegurado asistir ya que estaba ocupada con algunos asuntos, pero finalmente se acercó; estaba más hermosa aún si era posible, con un vestido negro impresionante, aunque sin Céspedes como compañía.
–Me alegra que estés aquí.
–A mi también, aunque estoy sorprendida con lo de la obra, dijiste que era perturbadora pero no creí que tanto.
–Lo es –comentó Adán– pero al menos no puedo decir que pasara desapercibida; más tarde tenemos que hablar.
–De acuerdo, ve a mi hotel.
–Tan pronto salga de aquí.
Eva se mezcló con los invitados. Ahora había logrado la inauguración, solo le bastaba despedir a Carmen en el aeropuerto para empezar su nuevo proyecto con Bernarda Solar.
En tanto, Bernarda estaba en su lujoso departamento disfrutando de una copa de champagne. Aunque sonara extraño, la inauguración de Carmen Basaure le convenía progresivamente más en la medida que tuviera más éxito, pues así sería más exitosa ella con el nuevo proyecto de Cielo; ya tenía a Luna, a Adán Valdovinos, y también a la constructora Del mar y Alzarrieta, de modo que las piezas estaban en donde las necesitaba; ya había comprobado que Carmen tenía hecha una reserva en una aerolínea, que predecible para ser una artista. Solo había una molestia, y es que tenía que cambiar cerraduras y asignar algún tipo de protección a sus propiedades, porque aunque no era un riesgo, Micaela si podía ser una molestia y era algo que podía suprimirse con facilidad. No podía provocarle daño alguno, pero si tenía pensado destruir sus estatuillas perfectamente podía querer atacar su galería o lo que fuera.
Bebió otro trago de champagne.
Pilar despertó de pronto en la noche; estaba agitada y con el rostro bañado en lágrimas; así que había estado llorando durante el sueño, obviamente por los recuerdos de su enfrentamiento con Micaela. A fin de cuentas tenía que afectarle en algún momento, si sea como fuere se había enfrentado a ella, a la única mujer que había amado; en esos momentos le dijo todo lo que sentía, la rabia y el dolor que tenía guardado hacía ocho meses y contando, pero además de eso se encontró con algo sorpresivo, la súplica de Micaela por su perdón; había supuesto que lo negaría o que estaría obstinada en su pensamiento inicial, pero su actitud y las pruebas que le llevó habían resultado inapelables. Por un lado, al recordarlo, se sentía angustiada de verla así, pero por otro no dejaba de tener rabia por todas las humillaciones pasadas. No sabía que era lo que podía ocurrir después, pero si tenía claro que no quería a Micaela ni a nadie de los involucrados en su vida, se quedaría en el país para reconstruir la vida que le habían quitado y con el restaurante creía tener el mejor comienzo.
Adán llegó al hotel y fue recibido por Eva, que ya estaba preparada con un hermoso camisón de satén blanco; se besaron con ardor tan pronto cerraron la puerta.
–Ya lo conseguí –comentó ella triunfante– mañana ya no tendré que preocuparme por el gerente de proyectos.
–Fantástico, pero eso quiere decir que lo despediste hoy, porque no estaba en la inauguración.
–Tal vez lo está presintiendo, pero aún no, lo despediré mañana. Lo demás ya está cubierto.
Adán comenzó a desnudarse mientras Eva servía whisky para ambos.
–Genial, tienes dos problemas resueltos, y yo dentro de los próximos días comienzo a trabajar como Administrador en el nuevo proyecto integral de Bernarda Solar, me contactó hace algunos días por la expansión de la galería Cielo, y ahora que termino con Carmen Basaure, es la oportunidad perfecta.
Eva frunció el ceño.
– ¿Bernarda Solar?
–Sí.
–Es accionista mayoritaria en la constructora –replicó ella alcanzándole una copa mientras evaluaba su cuerpo– de hecho estuvo en la última reunión de directorio.
–Así que se trataba de eso –comentó Adán sonriendo– ese es el nuevo proyecto, seguro quiere una constructora de proporciones para sus planes, eso quiere decir que de un modo u otro trabajaremos unidos.
Volvieron a besarse.
–Y mientras estemos unidos no hay nada más que importe.
–Es verdad. Ahora celebremos, quiero hacer el amor contigo.
–No tengo ningún reparo.
Eva se despojó del camisón, dejaron las copas con las que habían brindado a un lado y se enfrascaron nuevamente en el juego del amor, donde sabían que cada caricia era deliciosa como la primera, y cada nueva sensación era incomparable. Éxito profesional, amor, placer, dos personas fuera de lo común unidas por sus propios deseos, no había nada mejor todavía para ellos.
Próximo episodio: Cielo infinito
Por ti, eternamente Capítulo 4: Escándalo y escape
Fernando De la Torre estaba en su estudio totalmente fuera de sí.
— ¡Maldita sea!
Enfurecido, el hombre arrancó la pantalla de su ordenador y la arrojó con todas sus fuerzas. La pantalla fue a estrellarse contra un hermoso florero que estaba en un mueble esquinero, destruyéndolo en mil pedazos; De la Torre era un hombre de más de cincuenta años, de figura corpulenta e imponente, raleado cabello cano y rasgos endurecidos por sus años y por su fuerte carácter.
—Esto es una locura Claudio, es una completa locura.
Claudio era un hombre de alrededor de treinta años, de figura atlética y rasgos agudos, que enfundado en un impecable traje azul ultramarino contemplaba la escena; el asistente estaba inmóvil a prudente distancia del escritorio de De la Torre, estratégicamente cerca de la puerta, pero impasible, con los brazos cruzados mirando con tranquilidad lo que ocurría.
—Tranquilícese señor, ese florero era de su tía Jazmín.
—No me vengas con mi árbol genealógico, mi hija está muerta.
—Usted ya sabía que eso iba a pasar —replicó el asistente con total calma— según recuerdo ese fue el pronóstico que hizo el doctor que había examinado a la Señorita Magdalena y al que usted interrogó.
De la Torre se dejó caer con peso muerto en su silla.
—No puedo creer que haya ocurrido.
—Por desgracia era una posibilidad muy alta señor; además usted dijo que prefería verla muerta que deshonrando a la familia.
—No lo decía en el estricto sentido de la palabra. Magdalena era mi única hija.
—Su única hija que renegó de su familia más cercana y huyó con su salud y con su hijo en gestación.
—No hables de esa manera.
—Son sus palabras señor.
El hombrón tomó una grabadora portátil de su escritorio y se la arrojó, aunque sin puntería porque el artilugio fue a estrellarse contra el suelo.
— ¡Tengo una grabadora, no estés repitiendo lo que digo!
—Cálmese señor.
—Nunca he podido comprender como es que una muchacha linda, joven e inteligente como ella pudo alejarse y renegar de todo; no solo dejó una vida cómoda, sino que abandonó a su familia, y la familia es lo más importante.
—Eso está bien, saque todos los sentimientos.
De la Torre se puso de pie.
—Y eso no es todo; ella se fue con su hijo, con mi nieto, y ahora ese niño simplemente no está. ¡Dime donde está, dime que fue lo que pasó con mi nieto!
Claudio adoptó un tono más reflexivo.
—Es claro que la señorita Magdalena decidió desaparecer de la vida de ésta familia desde antes de haber concebido a ese bebé, pero si estaba tan enferma como para terminar tan trágicamente, usted puede estar seguro de que contó con la ayuda de alguien.
— ¿De quién?
—De la persona que tiene a su nieto.
De la Torre tomó un abrecartas de empuñadura dorada y comenzó a gesticular con él. Su rabia no había disminuido un ápice.
—Es necesario encontrar a mi nieto.
Claudio ya estaba pensando en eso, como de costumbre.
—Ya tengo algunas personas encargadas de buscar por los alrededores, usted sabe que siempre hay alguien que ha visto algo.
—Pero eso es muy vago.
—Claro, pero mi plan principal es otro señor —sonrió mostrando su teléfono celular— ya me estoy encargando del celular de su hija, ahí seguro encontraremos información muy importante.
El patrón parecía satisfecho aunque no sorprendido con la eficiencia de su asistente, pero aún no era suficiente para él.
—Un niño de tan pocos meses de vida no es sencillo de ocultar, pero tampoco es imposible.
—Siempre se pueden tomar medidas adicionales.
— ¿A qué te refieres?
Claudio respiró profundamente.
—En ésta sociedad lo que importa no es lo que sea, sino lo que se puede probar señor; sabemos muy bien que usted ha sido acusado varias veces de ilícitos, pero nunca se le ha probado nada, de modo que usted es un ciudadano honorable como cualquier otro. Y un abuelo angustiado por la desaparición de su nieto puede ser muy efectivo.
De la Torre presentía algún ardid, pero aún estaba demasiado irritado como para dilucidarlo por sí mismo.
—Continúa.
—Lo que digo es que la policía puede sernos de ayuda para variar, sobre todo si previamente hay una denuncia por posible secuestro. Tanto demos con el paradero del niño ahora mismo o no, esa información abrirá muchos ojos y oídos, usted me entiende.
El hombre se pasó una mano por su encanecido cabello.
—Entonces haremos eso. Pero dile a tus hombres que tengan mucho cuidado, no quiero que nadie los descubra en algo sospechoso.
2
Víctor estaba en su cuarto con Ariel en sus brazos cuando sonó su teléfono celular; estaba tratando de llegar a alguna decisión lógica, así que simplemente no prestó atención al número desconocido.
— ¿Hola?
—Hola —dijo una voz muy educada desde el otro lado de la conexión— me preguntaba si el bebé está bien.
No dijo nada más, pero fue suficiente para que a Víctor se le congelara la sangre; quienquiera que fuera, lo había descubierto, pero ¿cómo? Entonces lo supo, el celular de Magdalena, seguramo esos hombres lo habían registrado.
—Necesito que me escuches con mucha atención.
Estaba paralizado, y en vez de cortar, sólo se quedó inmóvil escuchando la amable amenaza que se deslizaba por la línea telefónica.
—Esto es lo que vas a hacer. Dejarás al bebé en una Iglesia ahora mismo, y todos nos olvidaremos del tema. Ya sabes que te encontré rápido por teléfono, lo que me pregunto es si te haces una idea de lo poco que me costará encontrarte en persona.
Cortó. Solo entonces, cuando la llamada hubo finalizado, Víctor soltó el celular sobre la cama, como si el aparato pudiera hacerle algún daño sólo por el hecho de haber recibido esa comunicación.
—Dios mío...
Lo habían encontrado, y obviamente habían llamado al último número que marcó ella, el suyo. La amenaza era evidente, y concordaba a la perfección con lo que Magdalena le había advertido de su propia familia; pero haber recibido esa llamada no solo era preocupante, sino que además era peligroso, en extremo.
— ¿Qué es lo que voy a hacer?
Que en tan poco dieran con él podía ser igualmente una casualidad, pero lo concreto es que la persona estaba hablando en serio, y escucharlo decir que no le llevaría mucho encontrarlo lo hacía pensar lo peor. ¿Dejar a Ariel en una Iglesia? Sonaba a tratos entre mafiosos.
—De acuerdo, tengo que tranquilizarme, tengo que tranquilizarme.
Pero no estaba tranquilo en realidad; tenía que tomar una decisión en ese momento, no podía continuar esperando a calmarse. Tomó el celular y marcó un número.
—Hola Víctor ¿dónde estás? los demás estuvieron preguntando por ti.
—Arturo, necesito que me ayudes con algo.
—Claro, ¿pero qué te pasa?
Sintió que se le revolvía el estómago al hablar.
—Necesito que llames a ese conocido tuyo que es reducidor de especies, necesito dinero.
Arturo era uno de sus mejores amigos, pero incluso a él había algo que no podía decirle.
— ¿Pero estás corto de dinero? Porque si es así yo te puedo prestar.
— ¡No! No es eso, Arturo, necesito vender muchas cosas, no puedo darte más detalles por ahora. Ayúdame por favor.
Arturo hizo una breve pausa; desde luego estaba sospechando, pero decidió no decir nada.
—Mira, puedo llamarlo ahora y estar por allá en diez minutos.
—Genial, te espero.
Después de varios minutos de tensión, Víctor dejó al pequeño en el armarito del baño y dejó entreabierta la puerta, para que no fuera visible.
—Quédate aquí, enseguida vuelvo.
El bebé se limitó a mirarlo muy fijo, sin moverse.
—Si llora, estoy frito.
Salió del cuarto luchando por calmarse, y a poca distancia se encontró con su amigo, que era de su misma edad, muy delgado, de cabello rubio y piel blanca.
—Arturo, te demoraste.
—Vine apenas me dijiste, ¿qué te pasa, porqué estás así tan extraño?
Víctor sintió que todo lo que conocía pasaba frente a sus ojos; conocía a Arturo desde hacía muchos años, era parte de su grupo de amigos más cercano, y en particular era muy importante para él, parte de las personas más cercanas. Víctor no tenía familiares, sus padres habían muerto cuando era muy pequeño, y desde entonces se había dividido entre el deber de hacerse responsable y crear un círculo cercano, pero en ese momento sentía que tenía que mantener una cierta distancia aunque eso le resultara difícil.
—Mira, después te explico, ahora estoy realmente apurado. ¿Trajiste al reducidor?
—Está ahí —indicó por encima del hombro— ¿qué vas a vender?
Víctor trató de sonar tranquilo, aunque sabía que eso era difícil en un momento como ese.
—Voy a vender todo lo que tengo.
— ¿Qué? ¿Estás loco? Pero por qué, no lo entiendo Víctor... ¿qué hiciste?
El aludido respiró profundamente; era obvio después de todo, pero el nerviosismo y la presencia del bebé escondido en el baño lo mantenían en tensión total.
—Mira Arturo, no he hecho nada, solo necesito hacer algunas cosas y necesito el dinero, además va a ser mucho más fácil trasladarme si solo llevo lo puesto.
—Puede ser —replicó el otro dudando— pero es tan sorpresivo que yo...
Víctor siguió un impulso y lo abrazó. De un momento a otro toda su vida parecía pender de un hilo y necesitaba a un amigo, pero la amenaza de la familia De la Torre era muy severa como para ignorarla.
—Oye, me gusta que me abraces pero...
—Mira, Arturo, tú eres mi mejor amigo, solo te pido que confíes en mí, en que estoy haciendo lo correcto.
—Está bien, está bien. No te voy a preguntar nada, por ahora, pero necesito que me cuentes todo después.
—Te lo prometo, después te diré todo. Ahora vamos a hablar con éste tipo.
Se acercaron a la entrada del pasaje, donde los esperaba un hombre alto de cabello muy largo, con una carpeta en las manos, junto a un hombrón de casi dos metros de altura, corpulento y musculoso enfundado en jeans y sudadera.
—Así que eres tú el que quiere vender —dijo a modo de presentación el de cabello largo mientras se acercaban al camión— ¿y de qué cosas estaríamos hablando?
—Son varias cosas, muebles y otras cosas, la idea es que sea ahora mismo.
— ¡Hola! Estás apurado. Bueno, mientras más pronto mejor, Hércules, prepárate.
El musculoso se acercó al camión y abrió la puerta para sacar unas llaves, y el sonido de la radio del vehículo inundó el ambiente.
—Apaga esa cosa, hoy se han dedicado a decir tragedias.
Pero antes que el grandote lo hiciera, la voz de un periodista se escuchó fuerte y clara.
»Ésta es una noticia en desarrollo, según nuestras fuentes hay una familia que acaba de realizar una denuncia por secuestro de un menor, un lactante de no más de seis meses de vida; hasta ahora no hay muchos datos más, pero al parecer el bebé fue sustraído del sitio en donde se encontraba sola la madre, quien aparentemente estaba enferma y muy grave. Dentro de los próximos minutos estaremos ampliando la información«
El musculoso apagó la radio del vehículo, mientras Víctor sentía que su estómago se contraía luego de escuchar esa información.
Próximo capítulo: De la mano de la ley
La otra matrix Capítulo 5: En manos equivocadas
Tan pronto como sintió la hoja afilada amenazando con cortar la placa exterior de su brazo y llegar hasta la Matrix oculta en la caja, Soulbreaker intentó moverse o defender su posición en medio de la espesa bruma que de la nada había surgido, pero la luz se lo impidió. Fue una situación muy extraña, en donde la luz parecía tener cuerpo físico igual como si estuviera en un sitio inundándose de algún tipo de sustancia acusa muy pesada; de inmediato sus sensores oculares y auditivos quedaron bloqueados y se vio incapaz de moverse, atenazado por esa sustancia que no podía tocar pero que al mismo tiempo lo inmovilizaba por completo. Ante una amenaza como ésta, lo lógico es que su sistema hubiese activado de inmediato los protocolos de defensa, pero esto no sucedió.
Dentro de su mente, Soulbraker sentía que estaba ahogándose en un mar de energon puro con la desesperación bullendo por todas partes.
“Ultramagnus —pensó desesperado— ¿Dónde estás, qué sucedió contigo?”
Después de varios minutos de un silencio y quietud insoportables, la luz se disipó como si hubiese sido una explosión silenciosa y sin ruido, tras lo cual Soulbraker se dio cuenta que había estado flotando en el exterior de la cámara sellada, y cayó como peso muerto al suelo.
—Levántate, estamos bajo ataque.
La voz de Ultramagnus, dura como el acero, lo obligó a ponerse de pie de inmediato; sólo en ese momento recordó que no traía armamento consigo, ya que las pistolas combinables habían sido destruidas en su muerte. Corrió a toda prisa tras Ultramagnus que ya estaba llegando a la superficie del asteroide mecánico con las pistolas preparadas para disparar, y recordó que lo único que tenía él era el disco magnético.
Una nave negra con unas vistosas líneas doradas estaba circundando el asteroide mecánico, y desde los disparadores ubicados en los extremos de las alas arrojaba pulsos eléctricos esféricos a gran velocidad. Soulbraker reguló la intensidad de las dos mitades del disco magnético para generar pulsos de igual frecuencia y comenzó a disparar en contra del misterioso atacante; Ultra magnus por su parte anulaba cada pulso esférico con una precisión envidiable.
— ¿Quién es ese decepticon?
—No es un decepticon, es Runflight, no te distraigas, es extremadamente poderoso.
Continuaron repeliendo el ataque mientras a su alrededor comenzaban a arder distintos focos de fuego, los que en su mayoría eran ocasionados por las esferas que Soulbraker no había podido evitar o detener antes de llegar a la superficie; el vuelo de su enemigo se desplazaba en distintos puntos de una manera inexacta, por lo que resultaba difícil saber cuál sería el siguiente punto de ataque, además que él contaba con la superioridad que le otorgaba el vuelo en esos momentos. De manera repentina y sin haber perdido la ventaja que tenía sobre ellos, el enemigo lanzó unos cuantos pulsos eléctricos más y se alejó a toda velocidad del asteroide.
— ¿Te encuentras bien? —le preguntó Ultramagnus acercándose.
El asteroide donde se encontraban estaba en ruinas, había fuego en distintas partes y varias Torres de comunicaciones se habían desmoronado ante el ataque; Soulbraker se sorprendió al revisar su brazo derecho y ver quién no tenía cortes como había sentido al momento en que la bruma envolvió a ambos.
—Si, estoy bien, pero es extraño, cuando nos envolvió esa niebla sentí que alguien estaba tratando de cortarme el brazo.
—Yo también lo sentí —dijo Ultramagnus— pero eso no era una simple neblina. Era espuma corrosiva.
En ese momento Soulbraker vio que Ultramagnus tenía una serie de heridas en distintas partes del cuerpo donde la cubierta exterior de metal había sido carcomida; él mismo tenía algunas de estas heridas, aunque eran sólo algunas y parecían de menor intensidad.
—Runflight es un mercenario muy poderoso, lo conocí tiempo atrás en una misión de rescate y lo dimos por muerto en Asblenios 6 hace más de cinco décadas cuando cayó a un pozo de lava, pero al parecer nos equivocamos y él sigue haciendo de las suyas por el universo.
Soulbraker sabía de mercenarios autobots y decepticons desde siempre, incluso sabía que a pesar de ser un mal para la sociedad, en muchos casos eran un mal aceptado ya que ellos realizaban misiones que otros no podían o no querían realizar; eran algo así como la versión no oficial y aún más salvaje de los Wreckers y La patrulla X.
—No lo entiendo, no tiene sentido que un mercenario esté atacándonos en este asteroide. ¿Cómo podría? Oh por Primus…
—Debe haber estado siguiéndonos, andaba cerca y nos vio descender en el asteroide.
En este instante lo entendió, la relación entre los hechos ocurridos inmediatamente después de despertar, y lo sucedido después. No tenía como probarlo y tampoco podía decírselo a Ultramagnus sin decir quién era y generar con ello una serie de nuevos conflictos, pero tenía la seguridad que ese mercenario que los había atacado unos minutos antes era el mismo que había asesinado a Slimdeam en las ruinas de ciudad autobot y que estaba al mando de los barredores.
—Él lo sabe.
— ¿De qué hablas?
—Él sabe que tengo la copia —dijo Soulbraker sin poder ocultar el nerviosismo— por eso nos atacó. ——Pero dijiste que nadie había visto la copia antes, además estaba en superioridad con respecto a nosotros, si quería la copia era el mejor momento para obtenerla en vez de irse.
—Pero nos arrojó esa espuma corrosiva, tiene que haberlo hecho por algo.
— ¿Comprobaste que la caja estuviera cerrada?
—Sí, sí lo está.
Ambos guardaron silencio, sabiendo que la luz que se había aparecido en el lugar luego de la niebla no tenía una explicación lógica.
—Estamos perdiendo tiempo y seguimos expuestos en el espacio. Tenemos que ir con Rodimus, así que vamos a subir a esta nave y dejaremos lo más rápido que sea posible este basurero.
2
Laboratorios subterráneos en Tarn
Spektre era un decepticon muy antiguo, pese a lo cual nunca había tenido una participación destacada en los ejércitos al servicio de Megatron; cuando Shockwave dominó Tarn y le asignó los laboratorios subterráneos, Spektre se sintió muy complacido, la tarea no era desafiante aunque sí rutinaria y muy específica, por lo que estaba obligado a estar permanentemente pendiente de los radares de superficie y las fluctuaciones de energía en los distintos túneles la ciudad. Él y su equipo estaban obligados a super vigilar y permitir que todo funcionara de manera correcta a las órdenes y al Servicio del gran Lord Megatron.
Algún tiempo después el líder de la sección subterránea descubrió que había mucho de lo cual sacar provecho en ese trabajo sin descuidar su misión como sirviente de los decepticons; estar en un lugar como ese, trabajando de manera constante lo volvía invisible para la mayoría de sus congéneres, y si se trataba de despistar el ojo vigilante de Shockwave, bastaba con ser riguroso hasta el extremo, en el envío de informes de resultado y también en los preventivos, de esta manera el matemático estaría concentrado y satisfecho con lo que recibía y él tendría tiempo disponible para sus propios planes. Algunos se dedicaban a la guerra, otros a los números, gobernar, construir o esclavizar, mientras que en sus tiempos libres él se dedicaba a escanear. Al final construyó un Scanner tan poderoso y detallado que era capaz de identificar casi cualquier fuente y frecuencia de energía en miles de kilómetros a la redonda, utilizando para ello millones de drones microscópicos que actuaban como sensores espejo; entre las muchas frecuencias que había podido identificar se encontraba por supuesto la Matrix de liderazgo, aquel poderoso objeto en poder del líder de los Autobots y que era un objeto ambicionado por Megatron y temido por el gigante come planetas Unicron, pero inalcanzable para cualquier otro Transformer que no fuera el líder de los Autobots.
Lo que nunca se imaginó fue detectar ese tipo de frecuencia energética tan única en dos sitios diferentes.
—Cariño, veo que volviste.
Arciagan llegaba justo en ese momento; la hermosa y misteriosa ladycon se sentó junto a él ante los tableros en donde se encontraba realizando su trabajo.
—Todo sigue igual en el exterior —dijo ella con un tono de voz sedoso y susurrante— ¿Qué hay de ti, hay alguna noticia de Runflight o de la señal?
—Parece que las cosas no están resultando tan sencillas como él mismo había dicho en un principio —repuso Spektre lentamente—, al parecer la señal se encuentra bastante bien cuidada, ya que no he vuelto registrarla. De todos modos Runflight insiste en que su trabajo está a punto de concluir.
— ¿Y tú le crees?
—Runflight funciona en base a créditos y los que le ofrecí son una enorme cantidad, así que puedo contar con que haga el trabajo que me prometió.
—Pero ese Mercenario también es codicioso —dijo ella—, ¿ qué tal si quiere quedarse con el objeto para sí mismo
—Puede —respondió Spektre sin alterarse—, pero no me importa que lo haga porque el poder de ese objeto será demasiado para alguien como él. Y no olvides que si logra apropiarse de ese objeto quiere decir que ya no estará en manos de los Autobots y por lo tanto un paso más cerca de nosotros.
3
Runflight volaba a toda velocidad en modo jet hacia el asteroide mecánico donde se ubicaba una de sus bases de operación; en realidad en ese lugar sólo había lo necesario para recargar energía y armas y el depósito completamente equipado en donde permanecía el robot agonizante conectado a una serie de aparatos. Después de ingresar los códigos necesarios en los paneles de seguridad, Runflight entró nuevamente en la habitación donde la compleja maquinaria que tiempo atrás había sido utilizado para torturas evitaba la casi inevitable muerte de un transformer; el recinto estaba aislado del exterior y poseía un regulador de temperatura además de un purificador de partículas, lo que permitía que el sistema nervioso y mecánico que quedaba del transformer y su expuesta chispa no fueran afectados por agentes exteriores. La gran camilla conectada a numeroso cableado, todo ello concentrando los esfuerzos de todas las máquinas en preservar la chispa.
Runflight se acercó lo suficiente para que el otro pudiera verlo directo a los ojos.
—Es un gusto volverte a ver viejo amigo —dijo con una voz desprovista de emoción como era casi habitual en sus visitas a este sitio—. Seguramente debes estar preguntándote por qué es que vuelvo a visitarte tan pronto siendo que antes me he tardado mucho más. Has sufrido tanto, y lo cierto es que eso ya no va a seguir sucediendo. No puedo seguir manteniéndote en este estado en el que tanto sufres, ni vivo ni muerto pero dándote cuenta del estado en el que te encuentras.Eesto termina ahora.
La mirada en los ojos del transformer vibró con nerviosismo por las palabras de Runflight. Este se sentía orgulloso de haber comprobado una vez más su excelente olfato para los trabajos que realizaba, y también la eficiencia de los inventos que había estado adaptando en el último tiempo; la espuma corrosiva que había arrojado sobre Ultramagnus y Heartfire contenía una molécula especial modificada por sus manos, que era capaz de atravesar virtualmente cualquier tipo de metal no vivo, por lo que no afectaba a los Transformers. Una vez que la espuma cubrió a sus víctimas, la molécula se dirigió al primer objeto metálico que encontró y que Runflight suponía era donde estaba guardado el objeto que Heartfire y Ultramagnus estaban transportando tan secretamente; sabía que Spektre de alguna manera estaba vigilándolo y agradeció que la espuma corrosiva bloqueara de manera momentánea cualquier tipo de señal o frecuencia, ya que eso y le dio tiempo para absorber una parte muy pequeña de la energía desplegada sin ser descubierto en el acto. De todos modos y aunque se hubiese apropiado de una minúscula fracción de la energía del objeto, sabía que no podía disponer de mucho tiempo y que tenía la obligación de continuar con el trabajo por el que le estaban pagando.
Utilizando el dispositivo con el que había absorbido una parte de la energía desplegada como una jeringa, introdujo el contenido en la chispa del robot que permanecía moribundo.
4
Asteroide de vigilancia fuera de la órbita de Cybertron
El viaje había sido corto y silencioso para ambos después del ataque que habían sufrido, pero tal como había indicado Ultramagnus aún tenían que traspasar La muralla autobot. El asteroide al que se dirigían no era de gran tamaño pero estaba dotado de muy buena tecnología y cuatro anillos de asteroides de carga magnética que impedían las comunicaciones a distancia y bloqueaban casi cualquier tipo de arma energética; Ultramagnus tuvo que detener la nave en el espacio. Un autobot grande armado con una cadena y una porra flotó hacia ellos y los enfrentó con cara de pocos amigos.
—Justo lo que necesitaba para hacer más entretenido mi día, Ultramagnus qué sorpresa verte por aquí.
—Sentinel Kharx —respondió éste a modo de saludo—, estoy aquí porque necesito hablar con Rodimus de manera urgente, se trata de una amenaza de nivel Gamma.
El otro no pareció sorprenderse ante esas palabras.
—El chico desobediente quiere hablar con el líder; déjame decirte que es improbable que el líder quiera hablar contigo después de lo que hiciste.
— Esto no se trata de mí.
—Imagino que no, entonces dime de qué se trata. ¿Quién es él y por qué está aquí?
—Este autobot tiene información importante que sólo puede ser escuchada por el líder, ya que se trata de algo confidencial.
El otro lo miró con desdén.
—Lo siento Ultramagnus pero eso no es suficiente.
Soulbraker no se atrevía a decir una sola palabra, temeroso de causar un problema mayor al que ya estaban viviendo.
—Lo siento pero no puedo seguir perdiendo tiempo en este lugar —sentenció el gran guerrero—, invoco al Espíritu de Primus.
El otro quedó en silencio durante unos momentos, a todas luces impresionado por la declaración de Ultramagnus; el propio Soulbraker no podía creerlo.
— ¿Ttienes alguna idea de lo que estás diciendo?
—Claro que la tengo, conozco los estatutos y las leyes de Cybertron.
El espíritu de Primus era un antiguo juramento autobot, mediante el cual, quien lo invocara adquiría derecho a audiencia con el líder máximo sin importar las condiciones, ya que lo que lo apremiaba era un hecho o noticia de tal importancia que hasta el mismo Primus atendería sus razones; el lado malo del juramento es que generaba un código único en la memoria del robot que lo realizaba, por lo que si se hacía en vano, la ley indicaba que el culpable debía ser juzgado por alta traición. Después de un nuevo y tenso silencio el centinela le indicó a otro que estaba cerca que acompañar a los dos hacia el transporte que los acercaría a la posición de Rodimus.
5
Runflight permaneció inmóvil a una prudente distancia mientras se producía el impresionante efecto. Frente a sus ojos el cuerpo del moribundo robot, comenzando por el núcleo y siguiendo por las conexiones nerviosas y terminales eléctricos, inició un proceso regenerativo que avanzaba a una velocidad sorprendente; poco a poco las articulaciones recobraron su estado original, los sensores y cableado interno se restituyeron y por una milésima de segundo, Runflight pudo ver los finos conductos de energía por donde el energon volvería a correr. Todo el sistema de cableado y sensores conectado a las máquinas que él mismo había conectado salieron despedidos cuando el cuerpo continuó con su reparación, y tan sólo unos minutos más tarde, el cuerpo había recuperado la estética original, la salud y la vida que tiempo atrás perdiera producto de desafortunados hechos.
—Maravilloso.
El mercenario no pudo menos que reconocer el inmenso poder de la fracción de energía de la matrix, y cómo esta logró restaurar el cuerpo y la esencia de un robot que debería haber muerto mucho antes, de no ser por su intervención; se trataba de un tanque cibertroniano del tipo guerrero, que casi doblaba su estatura en modo robot, y que ahora de pie, exhibía nuevamente las múltiples ruedas en las extremidades, los cañones direccionales en la espalda y los lanzamisiles en las piernas, además de muchos otros detalles que hacían de él una máquina de guerra.
El símbolo autobot también había sido restaurado.
—No puedo creerlo —dijo con voz quebrada por la sorpresa y emoción—. Esto es algo que no creí que pudiera suceder…
—Prometí que intentaría salvarte, viejo amigo —replicó Runflight en voz baja—, y estoy contento de haberlo logrado.
El gran robot movió los brazos y articuló las extremidades, aún sin poder creer lo que estaba pasando.
—Es increíble estar completo de nuevo Runflight. Estoy vivo, como si nada hubiera sucedido.
—Pero sí han sucedido muchas cosas amigo. El líder de los autobots ha resultado muerto, un nuevo líder y nuevas reglas se han establecido, y alguien amenaza con destruir tu recuerdo, suplantándote.
El otro lo miró, asombrado.
— ¿Por qué alguien querría suplantarme?
—Porque por tus logros en galaxias lejanas, serías ascendido al rango de defensor que mereces; sin embargo, mientras hablamos, el impostor está a un paso de recibir ese cargo y con ello, el poder que conlleva.
—No puedo creerlo.
—Las intenciones de ese ser, y de otros, pueden ser extrañas, y por eso mismo y la amenaza a la raza, es que tienes que hacer algo.
—Ven conmigo.
—Sabes que no puedo, por mis crímenes sería encarcelado, si es que no algo peor.
El gran robot apretó los puños, tomando la decisión.
—Mi restauración debió haber sido prodigada por los autobots, pero me abandonaron, y ahora tú me dices que alguien usurpa mi puesto y quiere obtener poder a costa de ello. ¿para eso resistí tanto sufrimiento por años?
Runflight ingresó en el tablero de la pared los datos correspondientes para apagar todos los sistemas y borrar los archivos, excepto una copia de seguridad; ninguno de los dos volvería a ese sitio.
—Lamento traer malas noticias.
—Nada de lo que venga de ti es malo, amigo mío; siempre estaré en deuda contigo y, cuando aclare todas estas cuestiones en Cybertyron y el mando autobot, exigiré que se te exculpe de los crímenes que cometiste en el pasado; tienes derecho a rehacer tu vida.
—Dudo que eso suceda, pero te agradezco la preocupación. Ahora lo que es importante es que salgas de este lugar, y llegues a tu destino lo más pronto posible. Enfrenta a los traidores, desenmascara al usurpador y recupera tu puesto, tu vida y tu poder.
—Gracias por cuidarme, Runflight.
—Gracias a ti por tener fe en mí, Tau.
Próximo capítulo: Nunca digas la verdad
Suscribirse a:
Entradas (Atom)