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Las divas no van al infierno Capítulo 19 Un año sin lluvia

Conoce este capítulo al ritmo de esta canción: A year without rain


El sábado Márgara recibió una llamada muy temprano; saltó de la cama en silencio y sin despertar a Fernando. Sacó del armario un vestido básico color magenta, un bolero a juego, sandalias de tacón de un rosa pálido que se le antojó exquisito, y se miró en el espejo de cuerpo entero que tenía en el baño.
La imagen debía ser distinta para lo que iba a hacer en comparación con sus apariciones en el programa, pero era fundamental que la gente pudiera reconocerla de todos modos.
Tenía ganas de gritar de emoción, pero no lo iba a hacer; de hecho, no despertaría a Fernando. Sería una forma de castigarlo por haber sido tan indolente con ella la jornada anterior.

—Perfecto —dijo admirando la imagen en el espejo—, justo lo que quería.

Para combinar escogió una cadena de oro con un pendiente de cristal tornasol, y aretes de brillante; en el ultimo momento decidió cambiar el bolero por una gillete, retocó el iluminador de ojos y salió silenciosamente.
La llamada había sido desde la producción del programa, y la invitaban a participar en un pequeño espacio dentro de un programa misceláneo que se emitía los sábados desde las nueve treinta de la mañana; era conducido por dos chicos que habían iniciado su carrera en programas de talento algún tiempo atrás, y era de un estilo mucho más ligero que los programas de la semana.
Estaba feliz porque en ese pequeño espacio, que duraba cinco minutos dentro del programa, invitaban a una famosa para que mostrara sus secretos de belleza, lo que le daría una vitrina estupenda para la gente que no la conociera; armó un bolso pequeño con su set básico de maquillaje, algo elegante y nada ostentoso, y salió del departamento con la idea de brillar por todo lo alto en su primera aparición en televisión fuera del programa, la que además era un punto de mayor orgullo.
Era la primera de todas las participantes que era requerida por un programa, y ese triunfo era gigante para sus metas.

2


Sandra estaba llegando al canal cuando recibió una llamada de Verónica; la productora sonaba un poco sorprendida al hablar.

—¿Tienes un televisor cerca

Uno de los guardias abrió la puerta por ella para dejarla entrar; el hecho de haber estado tanto tiempo en el canal tenía beneficios, como que nadie le pedía identificación para entrar a las dependencias y generalmente la hacían sentir bien.

—No ahora ¿Qué pasa
—Márgara va a Sin edición.

Se quedó detenida en el pasillo, mirando a la nada. Márgara, la que había sido la primera en ser puesta en el foco por indicación de Kevin, la que había ido subiendo en las estimaciones del público e incluso ganado una inmunidad. ¿Por qué invitarla a ella en primer lugar a ese insulso programa de fin de semana ¿Por qué no la loca de Sussy, o Alma que era perfecta

—¿Averiguaste si hay más invitadas
—Sí, la semana que viene hay una solicitud sin nombre para espacio del matinal para todos los días.

Para generar falsa expectativa en las otras. Que estuviera sola, de improviso en ese programa generaría todo tipo de conjeturas en las demás, haciéndoles creer que el canal la evaluaba mejor que a ellas; esas miradas y susurros molestos tendrían lugar durante toda la clase del sábado, anidarían el domingo, y estarían a punto de estallar cuando, el lunes, cuatro chicas serían sacadas en pantalla en el matinal. Las intrigas que seguirían a eso estaban aseguradas.

Si convocaban a cuatro por día, eso completaba el cupo de las participantes menos la eliminada del próximo viernes; significaba que Kevin ya había decidido cuál era la siguiente, o al menos tenía todo programado según su parecer.

—¿Ya está al aire
—La anunciaron, entra después de la pausa comercial.
—Gracias.

Cortó y enfiló hacia el casino; necesitaba de forma urgente un café.
Valeria era su carta bajo la manga, y los bailarines sus ases para manipular y gestionar información, pero aun no tenía el nivel de control suficiente como para hacer lo que quisiera; como productor en jefe y director del proyecto, Kevin era el que seguía moviendo todos los hilos ¿Cómo anticipar esa jugada

—Sandra, buenos dios ¿Vas a querer tu café
—Sí, por favor —saludó a la encargada de la cafetería con una sonrisa—, lo necesito con locura.

Kevin se había reunido con Sarki el mismo día que con el esto del equipo involucrado en la gestión del programa; Sandra sabía muy bien que esa reunión no era por pura palabrería, sino que se trataba de un momento de confirmación de datos. En toda su larga trayectoria, Sarki nunca había participado como invitada en un programa que no fuera un suceso para el mercado.
Siempre divas estaba marcando y era comentario en redes, pero eso no garantizaba el éxito de forma permanente.
Estaba segura de que la eternamente joven Sarki le había exigido a Kevin algún tipo de seguridad acerca del suceso en el que se convertiría el programa, y él, necesitando de la venia de una estrella local tan relevante, sin duda se lo dijo. ¿Cuál era esa seguridad que garantizaba que el programa trascendería Desde luego que las pasiones del público ya se habían desatado, pero para perdurar, para que se hablara de ese programa por años y se convirtiera en un referente de la cultura popular de ese país debía haber algo más que tener a un grupo de guionistas organizando los sucesos, y el control sobre el resultado real de las votaciones cada día.
Tenía que averiguarlo, para poder blindar a su elegida; al final, todo iba a reducirse a un juego de probabilidades y a dos de las competidoras peleando por el trono.

3


Fernando se reunió con la madre de Márgara en una cafetería en el sector empresarial de la ciudad; se trataba de un barrio donde abundaban los edificios corporativos, y había multitud de tiendas costosas para el exigente público que transitaba por esos sitios. A él le pareció curioso que ella lo hubiera citado en un local pequeño, minimalista y sencillo, que contrastaba por completo con la ostentación de la mayoría de las instalaciones cercanas.

—Hola, Elena.
—Hola cariño.

Ella iba vestida con un traje casual de camisa y pantalón; dejó la cartera a un costado e hizo un gesto al garzón para que se acercara.

—Yo voy a tomar un té de frutas ¿Y tú
—No estoy seguro —comentó mirando con disimulo la carta—, la verdad no entiendo la mitad de lo que ofrecen aquí.

Elena no hizo gesto alguno que demostrara molestia por ese comentario, y en cambio, sonrió.

—Te gusta el café ¿Fuerte
—Sí.
—Entonces está decidido —y dirigiéndose al garzón—, por favor, un té de frutas del número cinco y un expreso doble con un toque de crema.

Un momento después les trajeron el pedido, y ella optó por hacerle las cosas más fáciles.

—La viste hace un rato en el programa ¿No es así
—Sí, lo dejé grabado para el archivo.

Elena sintió pena, pero no por él, sino por toda esa situación; pero no podía quedarse callada.

—Y bien ¿Qué fue lo que mi hija hizo

La mirada de él mostraba indecisión, como si incluso en ese momento estuviera a punto de cambiar de parecer; pero también mostraba a un chico inocente y honesto.

—Nada, no es que haya hecho algo.

Ella lo miró con amabilidad, dando a entender que no era necesario mentirle; al final él se rindió.

—¿Márgara siempre ha sido tan cambiante
—Cielo ¿Por qué mejor no me dices qué fue lo que pasó

Fernando suspiró.

—Ella no ha hablado contigo ¿No es así
—Si lo que me estás preguntando es si ella me ha dicho si tienen algún problema, por supuesto que la respuesta es no. Ella nunca le dirá a nadie tiene algo que resolver.
—Ya veo.

Elena supo que él no estaba juzgando si podía confiar en ella; estaba luchando contra un gran sentimiento de culpa por hablar de la mujer a la que amaba de un modo que consideraba incorrecto.

—A veces, la mayoría del tiempo —dijo en voz baja—, no sé cómo actuar o qué cosas hacer para agradarla. Sé que está bajo estrés por el programa, pero eso...
—Pero eso no justifica que tenga un mal comportamiento contigo —terminó la frase por él.

Se hizo un silencio en el que el hombre divagó en su mente, quizás intentando alcanzar el significado de lo que había tras las palabas de ella.

—Yo a veces no la reconozco.
—Pero estoy segura de que si haces memoria vas a comprobar que no se comporta como lo hace desde que empezó el programa, la única diferencia es que ahora, es más.

Él la miró con alarma en el rostro.

—¿Cómo...
—Porque la conozco —replicó ella, con tranquilidad—. Puede que yo no la haya criado de esa forma, pero Márgara sigue siendo mi hija; te voy a contar una historia, y puedo apostar todo a que ella nunca te lo ha dicho.
Cuando mi ex se fue de la casa, porque según él no podía cargar con el desafío de una mujer y una hija, me quedé sola y sin un veinte; era básicamente joven e inexperta, se me desarmó el cuento de la familia feliz y estaba sin hogar y con una hija de cinco años que dependía de mí.

Fernando nunca había preguntado acerca de esa etapa de la vida de su novia; cuando se conocieron, en determinado momento ella dio a entender que sus padres se habían separado y que no pretendía hablar al respecto, pero con el paso del tiempo dejó en claro a través de comentarios muy escuetos que de alguna forma la culpa era de su madre. Ahora, la historia que estaba escuchando era por completo distinta.

—Tuve que dejar una casa que no podía pagar, cambiarme a un departamento y asumir que fuera de la secundaria no tenía estudios ni experiencia. Supongo que por el peso de la exigencia encontré que tenía talento para los negocios, dicen que la oportunidad se crea con la necesidad.

Fernando notó que ella no lucía apesadumbrada por lo que estaba diciendo; se trataba de una historia superada.

—Bueno, tampoco voy a contar todos los capítulos de la novela —comentó ella tras un trago de su té—; yo me mataba trabajando mientras Márgara estaba en la escuela, llegaba agotada, pero a hacerme cargo, pensando que todo iba a mejorar eventualmente.
El punto es que un día llegué con las compras del supermercado, y ella me vio guardar las cosas en la alacena; por supuesto que había tenido que cambiar por marcas más baratas, y sucedió que serví la cena, y ella se quedó sentada a la mesa, mirándome después de mirar de reojo el plato. Y me dijo “No puedo comer eso, me va a hacer mal”
Reconozco que cuando sucedió, casi me eché a llorar —había un matiz irónico en su voz—, y a punto estuve de tener un ataque de histeria, pero tuve uno de esos maravillosos momentos de iluminación que uno tiene a veces. Me dije que, si dejaba pasar eso, después ya nada podría detenerla, y se me antojó muy injusto que una niña de siete años decidiera sobre mi vida.
Así que me quedé sentada frente a ella y le dije “No vas a pararte de ahí hasta que hayas comido la cena”

Fernando sintió ganas de reír; esa actitud de Márgara, de despreciar marcas menos conocidas era moneda corriente, aunque siempre iba acompañado de un discurso sobre lo sano de los alimentos y las normas sanitarias. Sí, sentía ganas de reír, pero no porque todo eso le hiciera gracia; era porque de pronto parecía estar quitando una serie de capas que dejaban a la vista a una chica que no estaba seguro de conocer.

—Pero fue después de decir eso que tuve la real revelación —agregó ella—, porque Márgara, una niña de siete años, me miró con rencor, con rabia; no había miedo a un castigo ni frustración como en la mayoría de los niños cuando no consiguen lo que quieren, ella me estaba mirando como a una rival.
Se quedó ahí mucho rato, y yo estaba tan cansada; de pronto me dijo que iría al baño, pero la atajé y dije que no iría hasta que hiciera lo que tenía pendiente. Creo que fue la primera vez que la vi alarmada, porque si se hacía en la ropa, estropearía su atuendo, y el atuendo era demasiado importante para ella.
Entonces se rindió, pero no dejó de pelear conmigo; desde ese momento me concentré en no dejar que me manipulara, y aunque lo logré, también logré una enemiga. Márgara mantiene contacto formal conmigo porque es lo que una chica de bien hace, porque eso ayuda a cuidar su imagen, pero nada más. Márgara es incapaz de sentir empatía por ninguna persona que no sea ella misma.

Fernando sintió que le temblaba la barbilla, pero hizo un esfuerzo por reponerse.

—Eres muy dura cuando hablas de ella.
—Soy sincera —corrigió Elena con tranquilidad—, si se puede hablar de fracasos y éxitos en la vida, puedo decir que fracasé en educar a mi hija de la forma que debiera, pero no podía cometer otro error siendo ciega y desconociendo quién es en realidad.

Fernando tenía la vista clavada en la taza, y en un acto intempestivo bebió todo el contenido casi en un trago; aunque lo que necesitaba en realidad era un whisky o algo fuerte, al menos la sensación de ingerir la cafeína servía para que sintiera que no estaba sonando.

—No sé qué hacer.
—Por desgracia no te puedo aconsejar sobre tu relación de pareja —comentó Elena con sinceridad—, en principio, no me corresponde, pero más que eso, yo creo que tú sabes lo que tienes que hacer; eres un muchacho inteligente, capaz y con muchas cualidades, no puedo creer que estés demasiado ciego como para no ver el futuro que tienes delante.

3



Los ánimos en la sala de ensayos estaban divididos; para el momento en que Márgara llego, con un poco de retraso, ya todas sabían que había estado en el programa de televisión, pero sólo algunas la felicitaron, mientras que el resto ignoró el tema de un modo cordial, pero sin tomar el tiempo para atender, como si se tratara de un asunto que carecía de la importancia necesaria.

Valeria estaba auténticamente sorprendida; Márgara apareció en el programa en la sección de recomendaciones y secretos de belleza, caracterizada como el prototipo de la mujer joven, fuerte e independiente. Se notaba que había planificado lucir suave, juvenil y elegante, seguramente para contrarrestar las apariciones sensuales en la noche, y con ello captar a un tipo de público distinto para subir en las votaciones.
Su participación había sido correcta, pero al menos a ella no le parecía sobresaliente; hablaba bien, se veía bien en cámara y sabía cómo moverse, pero era como una modelo genérica, no como alguien a destacar. Desde luego que estaba hinchada de orgullo por ser la primera de ellas a quien requerían en un programa, pero fingiendo que estaba más sorprendida que contenta por lo que había sucedido.

—Bien señoritas, ahora van a trabajar un aspecto que es muy importante para sus presentaciones.

Marcos había traído una serie de elementos de trabajo de arte, y sostenía en ese momento un trofeo similar a una estatuilla entre las manos; Valeria había descubierto que los consejos de él para pulir y mejorar el trabajo de producción escondían mensajes acerca de cómo enfrentar los desafíos en esa competencia.

—Como pueden ver, esto es un trofeo; las personas estamos condicionados casi de forma natural para asociar los dorados y plateados con el éxito ¿Por qué Porque las joyas están hechas de esos materiales.
Pero si ustedes ven este trofeo muy de cerca —le pasó el objeto a una de las chicas—, podrán descubrir que tiene marcas y defectos; el color dorado puede ayudar a disimular, y aunque no esconde las fallas, hace que estas queden en segundo plano, al menos por el momento. Ahora voy a darles unos consejos útiles para que cuando estén en el escenario puedan disimular y salir del paso; recuerden que su presentación tiene que estar bien trabajada desde el comienzo, pero si sucede algo inesperado, la idea es que tengan la rapidez, pero también los elementos para solucionarlo con dignidad.

Para Lisandra, la noticia del llamado a Márgara desde el programa no era importante, aunque de cierto modo no se lo esperaba; a la hora de sacar cuentas, habría pensado que Alma sería la primera en ser convocada, pero de todos modos no quitaba tanto de su atención en esos momentos.
Esa mañana había tomado una decisión definitiva, y era eso lo que ocupaba casi por completo su mente durante esas clases.
Después de la discusión con sus padres y salir atropelladamente de su casa, se reunió con Sam; estuvieron hablando largo rato, y él se mostró en todo momento atento y amable con ella. Fueron al departamento de él, y aunque todo podría haber sugerido que Sam aprovecharía la ocasión para un acercamiento más íntimo con ella, tuvo la genial actitud de no insinuar nada al respecto, y le indicó que podía ocupar su cuarto mientras él dormía en el sofá.
La conversación entonces emigró hacia otras zonas, y aunque no se lo esperaba, de pronto se encontró charlando con él con ánimo y buena energía, encantada de sentirse apreciada y escuchada en un momento como ese; Sam era listo, agradable y simpático, y era honesto en la conversación con ella no disimulaba que se sentía atraído, pero era educado y galante, comportándose en todo momento de la forma adecuada.
Dentro de todo lo que hablaron, él nunca la cuestionó acerca del programa ni la discusión con sus padres; de ese modo, el contacto fue libre y sincero, lo que la hizo sentir ánimos para el día siguiente, y a la vez le dio tiempo de pensar con calma y claridad.
Había estado quejándose demasiado tiempo, llorando por las cosas que estaban mal, protestando internamente por aquello que no se podía corregir o que estaba fuera de su control; poniendo en riesgo su estadía en el programa una y otra vez. Había estado perdiendo tiempo cuestionando en su interior las acciones de las demás, midiendo con su vara el rendimiento y actitud de las otras, y esperando que su esfuerzo y trabajo duro valiese la pena.
Se había equivocado.
Había decidido que todo eso quedaba atrás; desde ese momento, comenzaría desde cero, como si esa fuera la primera y gran oportunidad que tenía, como si apenas estuviera comenzando. Había decidido que ese era el fin de la Lisandra que esperaba lo mejor, y el inicio de la que iría a buscarlo; no más lágrimas ni sentimentalismos, lo que haría sería buscar todo lo que pudiera hacerla más fuerte y ponerlo en práctica, tanto si para eso tenía que jugar limpio como si no.
Y se sintió bien con esa nueva perspectiva de la vida, porque la alejaba de la posibilidad de ser una víctima ¿Por qué tenía que sufrir cuando ella quería triunfar Otras ya lo estaban haciendo, pero la diferencia era que ella era inteligente, no solo una cáscara vacía; e iba a usar esa inteligencia como su mejor alma.
También había otro asunto que había cambiado en su interior, y tenía que ver con Sam; no sabía si podría surgir algo o no, pero la cercanía y las palabras de él le hacían bien.
No supo si era un espejismo, pero le parecía ver su cara ¿estaría comenzando a sentir ese delicioso cosquilleo del enamoramiento Durante la noche las estrellas estuvieron ardiendo, mientras ella escuchaba su voz en su mente y hasta cuando creyó llamarlo en la oscuridad; cuando el suelo estaba cayendo bajo sus pies, se preguntó si alguien la salvaría, y él llegó a hacerlo. Tal vez podía agradecerle por encontrarla, tal vez el mundo podría ser maravilloso con él en su vida.
Tal vez.


Próximo capítulo No puedo ser domada

Las divas no van al infierno Capítulo 18: Freak


Conoce este capítulo al ritmo de: https://youtu.be/jq30l5-vBbo

La eliminación del viernes y todo el asunto entre Charlene y Lisandra no había ayudado con el ánimo de Valeria después de todo lo que había pasado.
Apenas había pasado un día y ya se estaba arrepintiendo de haber aceptado hacer un trato con Sandra, la productora del programa; llegó al departamento y se quitó los zapatos, y se tendió de espalda en el sofá, intentando convencerse de que había tomado la decisión correcta.
Había salido indemne de una nueva semana de eliminación, y sin embargo se sentía mal, cansada y sin ganas de hacer cosa alguna; desde luego que debería alegrarse por no haber sido denunciada, y poder mantener su falsa identidad, pero en el fondo sentía que, a partir de ese momento, lo que había trabajado para estar allí ya no le pertenecía. ¿Qué otra cosa podía hacer? Sandra ya tenía todas las pruebas, por lo que, aunque ella lo hubiera negado, no habría logrado nada más que precipitar las cosas; probablemente habría hecho que la sacaran del programa, y demandado o algo parecido ¡No habría tenido escapatoria! El resto fue un montaje para conseguir una declaración suya con la que fuera posible chantajearla, pero en el fondo no habría cambiado mucho; fue elegir ser una espía dentro del programa o enfrentar un proceso judicial sin recursos para un abogado, y se quedó con lo primero.
También tenía que ser honesta consigo misma y admitir que había una cuota de ambición en aceptar ese trato, porque permitía que su sueño se mantuviera aún como algo posible; si seguía en televisión, tendría más dinero y distintas cosas, y si era lista, en algún momento podría firmar algún contrato que le permitiera alejarse de todo eso. Sandra estaba utilizándola para averiguar algo en el programa, pero una vez que terminara, las cosas podrían cambiar mucho.
Era tarde poro no tenía sueño, y vio la hora en el móvil; sentía ganas de hablar con Jorge, pero se le antojó imposible decirle lo que estaba sucediendo y la decisión que había tomado. Él se lo recriminaría, le diría que había tomado la peor decisión y que por supuesto debería haber enfrentado las consecuencias con dignidad en vez de meterse en otro embrollo, y ella lo que menos necesitaba en ese momento era que alguien, incluso él, la estuviera criticando; estaba en una situación imposible y tomó la decisión que le pareció menos mala de las únicas dos posibles, y eso era todo por el momento.
De pronto llegó un mensaje de Harris, el bailarín del programa; durante las pasadas emisiones no habían hablado, pero para ella era evidente que de parte de él existía un coqueteo disimulado, una forma de buscar su mirada y dedicarle una sonrisa.

—¿Aún despierta?

Leyó el mensaje en la vista previa pero no entró al chat ¿En qué estaba pensando?

—Hoy te veías preciosa, pero parecías cansada ¿Todo está bien?

No pudo evitar sentir una oleada de ternura por el mensaje; eso era lo que necesitaba, alguien que se preocupara por ella, no un juez que cuestionara sus actitudes.

—Estoy bien, gracias por preguntar.

Inmediatamente vio que el estaba escribiendo; le envió un emoticón de sonrisa para empezar.

—Me alegra saber que estás bien.

Le envió una foto, que era una selfie en donde estaba en la cama, con sombra de ojos embarrada en un lado de la cara.

—Olvidé quitar el maquillaje cuando me vine a casa. Ahora soy un mapache.

Valeria no pudo evitar sonreír. Recordó que ese día él y otros bailarines llevaban un sobrecargado maquillaje para la última presentación.

—Se ve bien —escribió en respuesta.
—No bromees —replicó él, agregando un emoticón de risa.

Ella iba a escribir algo, pero él hizo una video llamada; sin pensarlo, se arregló un poco cabello y se sentó para estar en una posición más digna. Luego aceptó la llamada y lo vio a él, que estaba de espalda y aparentemente sostenía el móvil en alto; estaba sobre la cama y sin remera, y a pesar de ya haberlo visto en bañador en persona, al tener esa perspectiva de él en aquel ambiente se le hizo algo muy privado, como una muestra de confianza, y eso la hizo sentir bien.

—Hola —dijo sonriendo e indicando el ojo sombreado— ¿ves? Soy mitad mapache.

Valeria no pudo reprimir una risa ante el comentario; Harris lucía tan natural y transparente que le resultaba adorable.

—¿Y te vas a dormir así? —Sonrió ante la cámara—, mancharás la almohada.
—No tengo desmaquillante ni nada de eso —repuso él, con sencillez—, no importa, lo quitaré con lavalozas mañana; ahora prefiero descansar.

Aunque la expresión en su rostro no decía descanso; sin embargo, ella optó por hacer como que no se daba cuenta de eso.

—¿Muy cansado?
—No tanto —susurró, luego hizo una mueca divertida y rectificó—, un poco, supongo; pero me gusta mucho bailar, me siento vivo en el escenario.

Eso era algo que ella podía entender muy bien; incluso después del terrible momento en que Sandra había descubierto todo, seguía sintiendo la misma emoción y pasión ante la idea de estar en el escenario, presentándose y causando todo tipo de impresiones en el público. Era como una droga a la que no quería negarse.

—Y lo haces muy bien.
—Podríamos bailar juntos un día —la sonrisa de él se hizo más amplia—, no en el programa, me refiero a algo distinto.

Mientras hablaba, había alejado un poco la cámara, mostrando de forma involuntaria más de su tonificado torso: lucía tan guapo, tan desinteresado y confidente que resultaba muy difícil ignorar su atractivo.

—No tengo mucho tiempo —Se estaba excusando con debilidad y lo sabía—, el programa y las clases exigen mucho.
—Siempre podemos encontrar el momento —replicó él, casi en un susurro—, si tú quieres, yo estaré disponible.

No habló durante un momento, y ella no supo si agradecerlo o no, porque por un lado la eximía de tener que dar una respuesta concreta, y por otro daba más tiempo para que él la mirara de ese modo tan intenso.

—Te dejo tranquila —dijo el al cabo de un momento—, que duermas muy bien.
—Tú también —replicó ella—, que descanses.

Mientras ella finalizaba la videollamada, Harris dejó el móvil a un costado de la cama y se sentó.

—¿Cómo lo hice?

En la habitación también estaban Sam y Nick; este último tenía el móvil en la mano, apuntando con la cámara hacia él.

—Me emocioné —dijo ahogando una risa—, de verdad parecía que estabas hablando en serio con Valentina.
—Eso quiere decir que lo estoy haciendo muy bien —comentó, también riendo—, si me cree, será más fácil que suelte cualquier información que le sirva a Sandra.

Se acercó al velador y extrajo un poco de loción y un pañuelo desechable para quitarse el maquillaje del ojo; Sam le dedicó una mirada curiosa con sus oscuros ojos almendrados.

—Te gusta.
—No digas tonterías.
—Pero te acostarías con ella —apuntó el otro, divertido.

Harris se puso de pie y tomó la sudadera que se había quitado para hacer esa puesta en escena.

—Claro que me acostaría con ella; igual que tú con Lisandra o Nick con Nubia. Oh, lo siento, ella ya no está con nosotros.

Nick se encogió de hombros ante el comentario.

—Si no es ella, será otra, eso no es importante. Quedan varias en el programa, y tú no te rías tanto, a Lisandra la tienen en la cuerda floja.

Harris salió del cuarto y le indicó a los demás que lo siguieran; en seguida sacó cervezas para los tres y se sentó ante el mesón largo del bar acondicionado en la sala.

—¿No te estresa un poco?
—¿Con su actitud? —Sam se sonrió—, un poco, le falta relajarse.
—Y tú estás esperando con los brazos abiertos —apuntó Nick.
—Tengo todas las partes de mi cuerpo listas —dijo flexionando los brazos—, sólo es cosa de tiempo.
—A todo esto —Sam bebió un trago largo antes de continuar—, estaba pensando que, si al programa le sigue yendo bien, esto podría ser un buen negocio a futuro.

Harris se cruzó de brazos y le dedicó una mirada entre divertida y curiosa.

—¿Te refieres a hacerse el novio de una de ellas de verdad para cuando sean famosas y ganen dinero?
—¿Por qué no? —Preguntó con total sinceridad—, la diversión está garantizada. Y nadie de la producción tiene que saberlo.

2


—Fernando, no me éstas prestando atención.

El aludido estaba sentado ante el escritorio, luchando por terminar un informe en el laptop antes que el sueño lo venciera; Márgara pausó la transmisión en la pantalla y se puso de pie, contrariada.

—Te estoy hablando.
—Sí, cariño —replicó él sin quitar la vista de la pantalla, continuando con su labor—, si me dieras solo un minuto.

Ella se paró junto a él con los brazos cruzados; la respuesta no le era suficiente en absoluto.

—Tal vez no escuchaste nada de lo que dije.
—Te he estado escuchando —El hombre pronunció estas palabras con total calma—, me estabas hablando de ese inconveniente cuando Valentina te comentó que en un programa habían transmitido un par de mensajes de algunos usuarios que no te evaluaban bien.
—¡No fue un inconveniente! —La chica exclamó estas palabras con molestia—. Incluso si ella no lo hubiera hecho con una mala intención, de todos modos, me perjudica, eso salió al aire en el programa, y está teniendo mucha pantalla, es un segmento que va en ascenso ¿Te das cuenta?

Esperó en silencio, expectante; Fernando guardó el avance en el documento y la miró, con cariño.

—¿Qué ocurre?
—¿Cómo que qué ocurre? —chilló ella, enfadada—. Te dije que no me estabas escuchando.

Fernando estaba cansado; en su trabajo en la tienda había sido realizado un cambio de sistema y tenía que ingresar muchos cambios.

—Cariño, no estoy preguntando eso; lo que sucedió es algo que puede pasar en el mundo de la televisión, siempre habrá alguien que no le agrade tu trabajo, y está bien.
—No, no está bien —Márgara hizo un gesto de molestia con las manos, impotente ante lo que estaba sucediendo—, tú no lo estás entendiendo, no le estás tomando el peso que corresponde.
—Le estoy dando la importancia que merece —él se acercó y tomó con suavidad sus manos—. ¿Por qué te angustia tanto que una o dos personas tengan esa opinión?

Márgara se soltó de él y se alejó algunos pasos, haciendo gestos de protesta por lo que él había dicho.

—No son una o dos personas ¿Por qué no lo entiendes? ¿No te importa lo que hago, me estás subestimando?

Fernando se llevó las manos a la cara y se restregó los ojos, agotado.

—Amor, estás demasiado alterada.
—Oh, entonces esto es un problema mío —chilló ella—, supongo que lo estoy imaginando.
—¡No fue eso lo que dije! —estalló él. Al momento resopló e intentó calmarse—. No fue eso lo que dije; amor, sé que estás sometida a un estrés por el programa., lo entiendo, pero tienes que ver que estás muy alterada por algo que no es tan importante. Es un dato, es un par de personas y eso es todo, mira las estadísticas del programa ¿No las ves todo el tiempo?

Ella lo miró con expresión desconcertada.

—No estoy obsesionada con eso ¿Por qué lo estás mencionando?

Él estuvo a punto de decirle que tampoco había dicho que estuviera obsesionada, pero optó por saltar esa parte.

—Porque tú sabes que tus estadísticas van bien; cariño, tienes buenas votaciones, y lo sabes, pero nadie puede tener el favor de todo el mundo, siempre habrá alguien que no esté de acuerdo. Tienes que estar tranquila y seguir con lo que sabes hacer, y el tiempo demostrará lo que vales.

Ella se quedó un momento muy largo mirándolo en silencio, con una expresión que rayaba en una mueca infantil de rabia; después de eso habló en voz más baja, y aparentemente más calmada.

—Pues espero que sea así. Tengo que aplicarme la crema de tratamiento en el cabello ¿Hasta qué hora vas a seguir con eso?
—Voy a terminar tan pronto como pueda —explicó el con voz dulce—, ¿Todo está bien?
—Sí.

Ella fue al baño, y el hombre se sentó frente al escritorio, abatido; después de un instante tomó el móvil y entró al chat de la madre de Márgara.

«¿Podemos hablar?»

Se sorprendió de ver que ella contestaba de inmediato; su respuesta fue breve, pero muy contundente.

«Por supuesto que podemos. ¿Problemas en el paraíso?»

3


Charlene y Harry estaban muy concentrados en reparar los adornos de pedrería de un vestido verde esmeralda; en ese momento ella estaba ocupado toda la mesa, en donde tenía el vestido, y él estaba a un costado con un costurero, hilvanando hilo plástico transparente para coser las piedras.

—¿Es necesario terminar esto ahora? —rezongó él—, ya te salvaste hoy y el siguiente programa es hasta el martes.
—Sí, es necesario —replicó ella, Sin despegar la vista delo que estaba haciendo—, porque mañana yo tengo que ir a clases, tú tienes que conseguir más votos por si acaso, y el domingo ya no podremos porque tendré que estar haciendo el espectáculo en ese hogar de niñas.

Harry sonrió; desde que Charlene entró en el programa, él creó algunas cuentas en redes sociales y las cargó con toneladas de tonterías para hacerlas pasar por cuentas reales, y desde el minuto uno del programa las mantuvo activas, pero sin seguir o hacerle barra a ella. La idea era poder usar esas cuentas en el momento más adecuado.

—Salvamos por los pelos cuando Lisandra te encaró en el programa —comentó mientras enhebraba una aguja—, por suerte no dijiste nada concreto frente a las cámaras y eso me dio tiempo.
—Es que estoy preparada para todo —apuntó ella con tono profesional—; tengo que reconocer que me tomó por sorpresa.

Harry le alcanzó una red de cuatro piedras y siguió con otro juego.

—La próxima vez que se te ocurra un vestido, que no sea algo que se desarme solo; ah, y escucha bien esto, la próxima vez escoge bien la canción, porque incluso con tu teatro de princesa lastimada tus votaciones bajaron.

Charlene revoleó los ojos.

—Cómo me iba a imaginar que en todo el mundo una canción como esa era de un tema así? —Se encogió de hombros—. Y no te pongas como ella, tú eres mi aliado.
—No te estoy criticando moralmente, ni más faltaba —meneó la cabeza, divertido—, no nos probemos el zapato de taco entre modelos; solo digo que podrías haber usado el buscador de internet, viene incluido en el precio.
—Sí, bueno, como sea —repuso la rubia—, ahora lo importante es brillar en ese hogar para que esas chiquillas me ayuden a ser lo que quiero ser.
—La Barbie solidaria.

Ella ignoró el comentario; en el caso del vestido no podía culparlo de la falla del traje, porque fue ella quien no pudo notar que todo el conjunto de pedrería estaba conectado, por lo que el accidente que cortó una de ellas cuanto había basado del escenario terminó por desarmar casi todo lo demás. En apariencia nadie había notado esa falla y pretendía mantenerse de la misma forma.

—Estoy segura de que lo del hogar va a ser solo primer paso; ahora comienza la subida al estrellato.

Habían acordado una serie de claves para coordinarse; de momento, él seguía siendo invisible, de modo que era muy importante que ella pudiera contar con su ayuda, como en el momento de conflicto con Lisandra; acorralada y con pocas opciones, el gesto de tocase la oreja de una forma específica de decirle que tenía que darle sentido a sus palabras, aunque no estaba diciendo algo concreto. A Harry lo único que se le ocurrió fue usar la cuenta de una anciana y publicar un escueto "Gracias señorita Charlene" con el hashtag mal escrito; hasta ese momento, no tenía visualizaciones, y era lo mejor que podía pasar, ya que durante el sábado tendría que conseguir que esa información tuviera una conexión directa con la directora del hogar de niñas a quien Charlene iba a visitar.

—Gracias a mi brillante plan —El hombre ahogó una risa—, soy brillante ¿Quién diría que lograría que tú te convirtieras en hada madrina de ese hogar?
—Sólo espero que el esfuerzo valga la pena y esa anciana se trague el cuento —repuso ella—, porque no va a ser fácil estar compartiendo con esas chiquillas como si fuera una fiesta.
—Qué miedo, son pobres, te podrían recordar tu pasado.
—Cállate.
—Y a todo esto —Harry entornó los ojos—, hay algo que me parece muy raro, y es que no hayas llegado echando fuego por los ojos por tu pelea con Lisandra.

En realidad, se había sentido bastante molesta con eso, pero no tanto como para iniciar una pelea; además, por mucho que quisiera, no podía iniciar un pleito como si estuviera en una novela venezolana.

—Mira, para empezar, eso tonta de Lisandra es una escandalosa; se estaba tomando las cosas como si fuera la cura para el cáncer o algo parecido; esa actitud la puso mal con todas, quiero ver cuando lleguemos a clases mañana y trate de hacerse la inocente mientras todas la miren mal. Y estoy segura de que ella se va la otra semana ¡La tercera es la vencida!
—Ah, entonces lo que quieres es ver cómo la humillan las demás.
—Claro, así yo no me quemo —comentó ella con alegría—. Incluso había pensado hacer algo mucho mejor y seguir el camino de la paz ¿Entiendes? No quiero hacerme su amiga, pero tal vez podría ponerme en plan heroína y meterme en medio con algo como “Esperen, no le hablen así, ella solo cometió un error”

Harry la miró con desconfianza.

—¿Estás pensando hacerlo o ya lo decidiste?

Charlene levantó la vista de lo que estaba haciendo y lo miró sin hablar durante un momento; después entornó los ojos y soltó una carcajada.

—No, realmente ya está decidido; esa mosca muerta se llevará mi saludo justo antes de irse, será como su forma de pagar lo que me hizo —y agregó con tono dramático—. Su humillación será mi mayor triunfo.

4



Lisandra llegó tarde a su casa y sin ganas de hacer cosa alguna; todo había terminado mal en esa jornada, y a pesar de no haber sido eliminada, se sentía casi peor que si eso hubiera sucedido. De camino vio algunos comentarios en redes sociales, y por increíble que le pareciera, a la gente le llamaba más la atención su actitud que el bochornoso espectáculo de Charlene; no quería saber más por el momento, solo quería dormir y poder prepararse para el sábado, que de seguro sería una jornada terrible, con todas las demás tratándola como si ella fuera la incitadora al odio, y de seguro con esa rubia aparentando que era una inocente víctima.
Pero al entrar se encontró con sus pobres mirándola con algo de severidad.

—Lisandra, cariño, queremos hablar contigo.

¿Iban a regañarla? Se sintió demasiado pasada de época para algo así.

—Mamá, estoy muy cansada, podemos hablar en otro momento.

Dio un paso en dirección a la escalera que conducía a su cuarto, tirando de la maleta, pero la voz de su padre la detuvo.

—Lisandra, por favor.

Se detuvo y miró a ambos; no, no necesitaba a sus padres sentados en la sala de su casa, pasada la medianoche, actuando como si ella fuese una niña malcriada.

—Papá, estoy cansada.
—Yo estoy preocupado —repuso él, con voz neutra—; hija, lo que pasó con esa niña no estuvo bien.
—Papá, ella hizo algo espantoso.
—Eso no justifica que hayas actuado de esa forma, fuiste injusta con ella.

Escuchar eso fue la gota que derramó el vaso; por un momento, Lisandra casi pensó en dejar todo por la paz, pero lo desechó al instante; no necesitaba escuchar otra vez que alguien la criticaba.

—¿Injusta? Papá, tú ni siquiera la conoces.
—No hablo de ella —intervino él—, estoy preocupado por ti.
—En ese caso deberías apoyarme —exclamó ella, perpleja—, no criticarme.
—Hija —su madre habló con tono calmo, aunque estaba un tanto nerviosa—, tu padre está hablando de tu comportamiento; no es correcto que agredas a una persona y que le grites, eso es mala educación.

Lisandra soltó el bolso que llevaba al hombro y se cruzó de brazos, con un mal gesto en la cara.

—Mala educación es que ella haya hecho ese espectáculo ¿Sabes qué fue lo que hizo con la canción que estaba interpretando?
—Sí, lo sabemos, la buscamos en internet cuando vimos lo que pasó.

La calma respuesta la descolocó; sin embargo, tras un segundo había vuelto a su punto.

—¿Y se supone que eso no me importe, que deje pasar su falta de respeto por un tema como ese?
—Se supone que actúes mejor que ella, si piensas que hizo algo mal.
—¿Si pienso que hizo algo mal? —parafraseó, estupefacta—. Mamá, esto no es un asunto de puntos de vista ¿Saben algo? No estoy de humor para esto, ya tuve suficiente con lo que pasó en el programa. Me voy a dormir.

Volteó hacia la escalera, pero su padre se puso de pie; vio en él un enojo que no había visto antes, y se sintió profundamente dolida de ver que esa expresión iba dirigida a ella. Después de todo lo que había pasado, sintió que era injusto y desmedido.

—Lisandra, no hemos terminado de hablar.
—Yo sí terminé —sintió su voz algo débil, pero no quiso darse por vencida—, de verdad, esperaba que me apoyaran, que estuvieran de mi lado, no que hicieran como si yo fuera una adolescente.

Les dio la espalda y tomó el bolso y la manija de la maleta, pero otra vez la voz de su padre la detuvo.

—Lisandra; no vas a ir a tu cuarto hasta que terminemos esta conversación.

La chica se dio vuelta hacia él y lo miró, estupefacta. Nunca lo había visto así.

—¿Me estás amenazando?
—No —respondió su padre, su voz era grave y se escuchaba tensa al pronunciar las palabras—, lo que quiero es que nos entendamos, que comprendas que lo que hiciste no está bien.
—No me voy a disculpar —sentenció, en voz baja—, en serio, no sigas con eso.
—Entonces no dormirás en esta casa.

La madre de Lisandra dio un respingo y se puso de pie, tratando le intervenir en una escena que se había ido de las manos.

—¿Qué? Cariño, espera, están exagerando; esto se puede solucionar conversando.
—No, mamá —la interrumpió la joven, decidida—, está bien, es cierto. Supongo que nada ha cambiado, son tus reglas; pero no me voy a disculpar.
—Pero qué piensas hacer —exclamó su progenitora, alarmada.
—Me quedaré donde una amiga.

Ignoró la expresión de dolor de su madre y la de decepción de su padre, y salió con toda la decisión que pudo; una vez fuera, marcó el número de Sam y esperó, aunque sin saber con exactitud qué esperaba.

—Hola — saludó él.

La voz animada del bailarín la hizo sentir mejor; se dio cuenta que, a pesar de lo que creía, no sentía ganas de llorar después de esa discusión con sus padres. En vez de eso, sólo quería a alguien que la apoyara sin restricciones.

—¿Estás ocupado ahora?

Minutos después se reunieron en un bar donde sonaba una agradable melodía; él iba vestido de cuero negro, con los ojos reflejando las luces del lugar como si fuera el sol en la mañana. Mirándolo mientras él se acercaba a la barra, ella se dijo que él se veía como un motoquero, frío como el hielo, pero que en las ocasiones que habían hablado, casi a escondidas, era distinto y tierno. Había sido diferente cuando la instó a sobreponerse a un percance, pero ella veía en él ahora al chico de fuego y calma que necesitaba ver.

—No me quisiste decir por teléfono que fue lo que pasó —dijo a modo de saludo—, pensé que estabas enojada.

Ella se encogió de hombros.

—Para nada, no estoy enojada contigo; es sólo que, bueno, sé que sonará tonto, pero no quiero llegar a mi casa hoy, mis papás no me están apoyando en esto, se volvieron en mi contra por lo que pasó con Charlene.

Había un halo de fuego en torno a él; parecía que estaba ahí en cuerpo y alma, y sentir que estaba así por ella hizo que su mente se alzara más y más.

—No me suena tonto —replicó él—. ¿Quieres contarme cómo te sientes?

Eso era lo que necesitaba; alguien que se preocupara por ella, que intentara ponerse en su lugar y no tratara de contradecirla. Le contó lo que sintió en el área de trabajo cuando Charlene hizo la presentación, y aunque varios hechos de seguro podrían haber sido vistos por él, Sam en ningún momento actuó como si estuviera cansado o aburrido de escucharla.
Cuando terminó, notó que él se había acercado más y la miraba muy fijo, mientras mantenía tomadas sus manos entre las suyas.
Estaba sonando una canción lenta de rock; la mirada de él era una invitación a bailar suave a ese ritmo, a disfrutar en cámara lenta mientras disfrutaban al máximo ese momento. Si tuviera que capturar un instante eterno, sería ese, y lo estiraría por la eternidad.


Próximo capítulo: Un año sin lluvia







Las divas no van al infierno Capítulo 17: Once de marzo




Valeria había recibido un mensaje de una de las asistentes en la mañana del jueves, en donde le pedían que llegara un poco antes al edificio donde se desarrollaban las jornadas de clase, para una reunión. Después de la gran noticia de haber sido escogida como la presentación más divertida, pensó que tal vez había llegado uno de los momentos que esperaba dentro del programa: que los representantes de un auspiciador quisieran hablar con ella.
Sabía que en el mundo espectáculo había enviados de las marcas a cada programa nuevo para testear nuevos rostros; en muchas ocasiones el representante de una marca hablaba con la potencial figura semanas o hasta meses antes de firmar un contrato. Una vez que llegó a las instalaciones fue directo a la oficina en donde le indicaron que la estaban esperando; Sandra, la productora encargada del espacio abrió la puerta al instante.

Buenos días Sandra.
Llegaste puntual —observó la mujer, haciendo un gesto para que entrara en la oficina —, pasa por favor y siéntate.

Valeria entró al lugar; le pareció extraño que fuera de un escritorio básico y sillas, el lugar estaba apenas decorado.

—Valeria.

El nombre había sido pronunciado con total seguridad, por parte de la mujer que a su espalda había cerrado la puerta.
Lo sabía, la había descubierto.
Tantas veces practicó el gesto y la voz, que, aunque se le encogió el corazón al escuchar su verdadero nombre, reaccionó de la forma en que cualquier persona haría cuando alguien lo nombra de forma equivocada, es decir sin hacer aspavientos, pero aclarando un error menor.

—Es Valentina, creo que te confundiste.

Se había sentado, y se obligó a mantener una postura física relajada, aunque todo en ella le gritaba que las cosas estaban muy mal. Sandra, en tanto, rodeó el escritorio y se quedó de pie frente a ella.

—¿Tengo cara de tonta?
—Sandra, no sé…

No alcanzó a terminar la frase, y esta fue interrumpida por la otra mujer, que arrojó sobre la mesa unos papeles, coronados con una impresión a color de su cédula real de identidad, en donde estaba su nombre verdadero, así como su foto con la antigua apariencia; se quedó sin palabras, incapaz de reaccionar de la forma apropiada ¿Cómo había conseguido toda esa información de un día para otro?

—¿Qué es lo que me vas a decir? —espetó la otra mujer, fulminándola con la mirada—. ¿Que no sabes de lo que estoy hablando, que seguramente es un error? Entonces yo soy una estúpida, tú me estás viendo como una estúpida.

Era demasiada información, no se trataba solo de un dato aislado; pero ella había contactado a un profesional ¿Cómo habían descubierto su engaño? Sintió pánico instantáneo, y todo lo que intentó, todo lo que estaba sacrificando y todo lo que quería para su carrera estaba al borde de un precipicio, sin que hubiera alguien para sujetarla y detener su caída.

—Sandra, yo…
—Tú ¿Qué? —la mujer la fulminó con la mirada—. ¿Qué es lo que me quieres decir? ¡Si tú no existes ¡Estoy parada frente a un holograma, tú no eres nada de lo que dijiste, todo es una gran mentira! ¿Quién eres? ¡Quién eres!

La segunda frase no era una pregunta, y la coronó con un violento gesto con el que arrojó el portalápices al suelo; Valeria temblaba de pies a cabeza, tomada demasiado por sorpresa como para poder recomponerse y saber qué hacer, dio un salto en el asiento, mirando a la otra mujer como si fuera alguna fuerza incapaz de contrarrestar.

—Sandra, escúchame por favor.
—¿Sabes cuánto tiempo llevo en este mundo? —preguntó la productora con voz de acero, sin dejar de mirarla con furia—. Años, los suficientes años como para no dejarme engañar por cualquier mujerzuela que cree que con cara de inocente puede hacer pasar por alto cualquier cosa. ¿Crees que eres la primera que intenta esconder sus secretos, la primera delincuente que lo hace?

Valeria estalló en una exclamación ahogada; no podía estar pasando, todo eso era una pesadilla.

—¡Yo no soy una delincuente!
—¿No? —Sandra la miró con expresión escéptica—, eso es lo que eres ¿No te pusiste a pensar por un segundo en que falsificar documentos es un delito? ¿Que las personas que usan una identidad falsa para firmar contratos están haciendo algo ilegal? Hay cámaras por todas partes, no sólo firmaste un contrato, también aseguraste frente a una cámara que todo lo que decías era verdad. ¿Cómo se le llama a una persona que miente de esa manera?
—Pero yo no quería cometer ningún delito —suplicó ella, sin poder contener las lágrimas—, yo no le he hecho daño a nadie.

Se sintió pequeña y abrumada en ese lugar; ridícula por creer que podía conseguir burlar todas las medidas de seguridad, tonta por creer en un futuro de fama en donde sus fallos serían cubiertos por un futuro brillante y prometedor. Ilusa por pensar en la posibilidad de cumplir sus sueños, y completamente ciega por no ver en lo que se había metido.

—No le has hecho daño a nadie —parafraseó la productora, cruzándose de brazos—, no le hiciste daño a nadie, eso suena muy lindo, pero no resiste análisis de ninguna persona. Yo soy la productora de este programa y por debajo de Kevin yo soy la persona con más responsabilidad, soy quien tiene toda la culpa si las cosas salen mal; las horas de trabajo, el tiempo de esfuerzo, semanas de planeación y de puesta en marcha, y todo se tambalea ¡por culpa de lo que hiciste tú!

Valeria dio otro salto en el asiento; estaba llorando ante las acusaciones de la mujer, quien la continuaba atacando sin piedad; todo se había derrumbado de pronto, y no podía hacer nata excepto llorar sin parar. La mujer hizo una pausa, tras la cual se sentó frente a ella, mirándola con actitud de completa superioridad.

—Dime tu verdadero nombre —le ordenó en voz baja.
—Yo...
—Dilo —repitió, con determinación—. Deja de llorar, no tienes derecho a eso después de lo que hiciste.
—Mi nombre. Soy Valeria.
—Valeria. Eso el algo de sinceridad, al menos es un comienzo.

No sabia cómo actuar frente a ella; desde la audición la había visto como una mujer fuerte y capaz, el prototipo de productora experimentada. Pero ahora, en el interior de esa oficina y después de las acusaciones, parecía alguien mucho mas fría y calculadora, alguien que tenía en mente algo que iba mucho más allá de mostrar sus documentos de identidad.

—¿Por qué hiciste esto? ¿Por qué cambiar tu identidad?
—Yo solo quería entrar al programa —replicó con tono suplicante.
—No, no, no nos distraigamos —la interrumpió Sandra, con una expresión indescifrable en el rostro, hablándole con firmeza, pero sin agresividad como un momento atrás—. Necesito entender qué te llevó a cambiar tu identidad.

Valeria se obligó a respirar profundo y tratar de calmarse; tendría que decirle, aunque no entendía qué podía cambiar eso.

—Solo lo hice para poder entrar en el programa.
—¿Qué edad tienes en realidad?

El tratamiento facial para verse más joven, la deuda con la dueña del centro de estética, todo eso estaba en juego en el momento de entrar al programa, y luego de lo ocurrido, todo estaba destruido.

—Tengo veintisiete años.
—Entonces te quitaste años para poder pasar las etapas preliminares —observó la productora.
—Yo sólo quería mostrar que tengo talento, que puedo hacerlo bien —explicó con voz temblorosa—, pero estaba la restricción de edad hasta los veintiséis, y supe que no me iban a dejar participar, que incluso si tuviera veintiséis no me serviría de nada, porque en este mundo las mujeres jóvenes son las que tienen futuro. Entre una de veintiséis años que puede hacer un buen trabajo por cuatro y una de veintidós que pueden enseñarle y sacar provecho por ocho, la elección es muy clara.

Sandra la miró con los ojos entrecerrados; después de una nueva pausa siguió analizando y preguntando.

—Y entonces conseguiste una identidad falsa.
—Conocí a un sujeto que fabricó la cédula —explicó la morena—, y él me dio las indicaciones; todo funcionó, pude incluso hacer algunos trámites con el documento con el otro nombre.
—Pero firmaste un contrato —apuntó la productora—. Esas cosas no desaparecen por sí solas, y lo sabes; después de entrar en el programa ¿Cómo hiciste para que nadie te reconociera?
—Me hice un tratamiento facial para verme más joven —explicó, resignada—, y creé redes sociales nuevas; también me hice un cambio de apariencia.
—¿Me estás diciendo que mantienes dos perfiles simultáneamente en las redes sociales?
—Fue lo único que se me ocurrió para distraer la atención —replicó con tono suplicante—, pensé que eso ayudaría; inventé que mi perfil real tenía un viaje de trabajo, y he estado subiendo fotos y comentarios como si estuviera ahí.
—Como si Valeria estuviera de viaje —puntualizó la otra mujer—, mientras Valentina estudia y se presenta aquí en un escenario. ¿Nadie le dijo en las redes a tu yo real que había una chica parecida en televisión?

Sí, lo habían hecho por lo que su novio le había dicho, pero había controlado esa situación. Como si le sirviera de algo.

—Pocas personas, pero lo mantuve lejos con lo del viaje; además, nadie creería que yo fingiera no ser alguien de la televisión.
—Apelaste a lo poco probable —dijo la productora—, te aseguraste de tapar todos los agujeros en la historia para que tu identidad fuera perfecta. ¿Qué pensabas hacer en el futuro?
—Pensé que, con el tiempo, si todo salía bien, podría asumir que era sólo un seudónimo, un nombre artístico; que podría solucionarlo cuando ya hubiera demostrado lo que valgo y el talento que tengo.

Siempre había pensado que con el tiempo lograría solucionar todos los problemas. Qué equivocada estaba.

—Bien, eso fue bastante dramático —comentó Sandra, ahora con un tono algo divertido—, ahora, vamos a hablar en serio.
—¿Me vas a denunciar?

Sandra soltó un bufido y sacó desde un punto no visible para ella una grabadora portátil. Entonces por eso las pausas, por eso los cambios de tono.

—Ahora que tengo toda tu confesión correctamente respaldada en esta grabación —indicó la productora—, tú y yo vamos a hablar en serio; eres una mujer adulta, sécate esas lágrimas y deja de lloriquear. Viniste hasta aquí con mentiras, pues muy bien, quiero saber exactamente si estás dispuesta a conservar todo lo que tienes aquí, y si estás dispuesta a hacer un trato.
—¿Un trato?
—Sí, un trato, es como un acuerdo —le respondió con mal tono—. Si estás dispuesta a trabajar para mí, puede que aún sigas siendo Valentina ¿Estás dispuesta a negociar?

2


El viernes de eliminación llegó muy rápido, y Lisandra estaba demasiado harta y cansada; el día anterior las clases fueron especialmente difíciles y sentía que todo le estaba costando.
Sin embargo, se hizo del mejor ánimo para el día, tomó un buen desayuno y almuerzo y salió preparada, escuchando música bailable en el IPad y repitiéndose que todo iba a estar bien. Como se lo esperaba, Charlene hizo lo posible por seguir recordando a todos que era la inmune de la semana, pero luchó por hacer como que no la escuchaba y prepararse de la mejor forma.
Normalmente la emisión del programa empezaba con la música de introducción, pero en esa ocasión fue Aaron Love quien dio el puntapié inicial.

—Gracias por estar aquí con nosotros en esta nueva jornada de su programa Siempre divas. Hoy queremos comenzar con el espectáculo que Charlene, nuestra inmune de la semana ha preparado para todos nosotros, así que sigan atentos porque después de una pausa de anunciantes muy breve, podremos verla en el escenario en todo su esplendor.

Charlene la primera en salir a escena. Pues bien, eso sería cumplir uno de sus deseos, seguramente, pero Lisandra se dijo que eso incluso sería mejor, ya que después de presentarse estaría ocupada con las preguntas de Aaron Love y alguno de los maestros saldría del escenario para hablar con ella. Mientras se presentaban ante las cámaras, las otras estaban en la zona de trabajo ultimando cualquier detalle que fuese necesario, y la que recién salía de escena hacía una ronda de preguntas o comentarios con un maestro.

"Te sientas en frente, y ni te imaginas "

En el momento que la voz de la vocalista del grupo español llegó hasta ella, Lisandra se dijo que de seguro estaba escuchando mal; todas usaban canciones de divas de la música pop o electrónica para presentarse, por lo que no tenía sentido usar una balada para pararse en el programa.

"que llevo por ti mi falda más bonita”

Excepto que Charlene era inmune esa semana.
Por un eterno segundo no quiso voltear, como si de alguna forma estuviera anticipando lo que iba a ver en la pantalla; esa canción era un homenaje, una invitación a reflexionar y valorar, y tenía que ser interpretada con respeto.

"yo cierro los ojos, tú apartas la vista"

Si no hubiera estado sentada, probablemente se habría caído; Charlene había llenado el escenario de cintas y colores, de globos y bailarines en parejas en poses exageradas y excesivamente dulces. Era como la reunión de todos los estereotipos de romanticismo empalagoso posibles, con ella caracterizada de nena inocente.

"Estación a estación, de frente tú y yo…"

Las caras del público en el estudio eran de extrañeza, como si no comprendieran del todo lo que estaba sucediendo; Lisandra estaba muda de espanto por el espectáculo ridículo que la rubia estaba haciendo ¿Cómo permitían que hiciera eso? Miró a las otras chicas a su alrededor, y vio algunas caras sorprendidas y otras un poco divertidas, aunque no era capaz de entender qué veían de divertido en todo eso. Quiso ponerse de pie, gritar que terminaran con ese espectáculo, pero no podía hablar, estaba tan sorprendida por lo que estaba sucediendo que no era capaz de reaccionar de forma alguna.

—Y esa fue la presentación de nuestra inmune de la semana, la chispeante Charlene —declaró Aaron Love, mientras el público aplaudía—. Charlene, ¿Cómo te sientes?
—Muy contenta de estar aquí —replicó ella, radiante—, muy agradecida de todos, y espero que les haya gustado mi presentación.

Hizo una reverencia y salió del escenario; unos momentos después entró en la zona de trabajo, sonriendo ampliamente.

—¿Qué les pareció mi presentación?

Se veía tan alegre y satisfecha que eso hizo que Lisandra se sintiera mucho peor; la miró de abajo a arriba, estupefacta.

—¿Presentación? —exclamó; con voz mucho más alta de lo que habría querido—. Eso no se le puede llamar presentación.

Ignoró por completo las miradas de asombro de las demás; se olvidó de todo, de las cámaras, de sus objetivos y de su propio desafío para ese día. Charlene había pasado el límite y si nadie se lo decía, lo haría ella.

—Yo creo que fue bastante colorida —se aventuró una de las chicas con tono conciliador.
—¿Colorida? —Exclamó Lisandra—. Esto es imposible ¿Colorida?
—¿Qué te sucede?

Charlene había quedado descolocada, y la miraba con extrañeza a dos metros de distancia.

—¿Qué me sucede? ¿No te das cuenta lo que hiciste, no entendiste la letra de la canción?
—Amor, una pareja que...
—¡No, no es eso! —estalló, hablando en un tono mucho más agudo—. No es una canción sobre una pareja, ese tema lo compusieron después de un atentado terrorista. Terrorismo ¿Entiendes, puedes entender eso en tu cabecita? Es sobre la pérdida, sobre personas que murieron ¿Cómo puedes convertir eso en una tarjeta de día de San Valentín? ¡Estúpida!

Charlene había perdido la sonrisa y se sintió al borde de un ataque de histeria; vio la letra de la canción en un lyric video en la red y lo asoció con un video de amor, pero no se ocupó de investigar al respecto. ¿Cómo en todo un mundo de canciones de amor sin contenido había chocado justo con esa?  Pero no había dicho nada hasta el momento, y el conductor del programa no le preguntó acerca de la idea central de la presentación, lo que significaba que aún podía salvarse. Tenía que alargar esa situación lo más posible hasta que se le ocurriera algo.

—Lisandra, por favor tranquilízate, estás haciendo un escándalo —dijo con tono dulce.
—¿Escándalo? —bramó la otra chica, fuera de sí—. Tú haces el ridículo, ofendes una canción como esa delante de millones de personas y yo soy la que hace un escándalo; hay gente que ve este programa como una inspiración, como un ejemplo ¿Y es eso lo que le das al público?

¡Bingo! Charlene se dijo que su inesperada enemiga acababa de darle la clave para escapar de todo ese embrollo; pero no podía hacer de víctima, así que aunque fuera mucho más arriesgado, tendría que jugar la carta de la heroína.
Se dijo mientras comenzaba a hablar, que era hora de tener toda la ayuda que fuera posible, de modo que se tocó el lóbulo de la oreja izquierda, confiando en que Harry viera el gesto y se pusiera a trabajar.

—Escucha, voy a ignorar que estás siendo tan agresiva conmigo —pronunció lentamente—, porque yo sí estoy pensando en el público, en las personas que me ven y en las niñas...

Se felicitó internamente por esa pausa de una milésima de segundo; esperaba que le estuvieran haciendo un primer plano.

—Esta presentación no era para ti —rectificó, con tono de contrariedad—, la hice con un objetivo muy claro, pero no te lo voy a decir porque no voy a dejar que lo ensucies con tus malos modos.
—¿De qué estás hablando? —exclamó Lisandra, visiblemente confundida.
—No importa, no es tu asunto —le respondió con dignidad—, no importa lo que digas, hice lo que me dijo mi corazón y estoy contenta por haber sido fiel a lo que siento y a las personas que me importan. Ahora, por favor deja de gritar, es terrible.

Lisandra estaba descolocada por las serias palabras de Charlene; esperaba que se hiciera la víctima o que comenzara a discutir con ella, no que la tratara como si estuviera hablando tonterías. Miró a las otras personas, buscando con la vista alguna clase de apoyo, pero todas las demás estaban expectantes, de seguro esperando ver quién ganaba para ponerse de su lado ¿Qué acababa de hacer?

—No trates de dar vuelta las cosas.

Intentó acusarla, pero la sensación de que estaba equivocada en algo hizo mella en su actitud y su voz perdió fuerza ¿Charlene estaba mintiendo o de verdad había algo más? ¿Acaso al principio dijo algo y ella no se dio cuenta?

—No estoy intentando nada —replicó, pasando junto a ella—, no importa si no lo quieres entender, pero por favor deja de gritar, vas a poner nerviosas a las demás.

Pasó junto a ella y fue hasta su tocador para retocar las extensiones de cabello que había usado para esa jornada; estaba caminando sobre un cristal tan delgado que casi podía ver la ruina esperándola abajo, pero estaba obligada a mantenerse firme hasta el final.

Lisandra no se resignaba; no estaba preparada para esa clase de respuesta por parte de Charlene, pero no estaba dispuesta a dejar las cosas así, no después de todo lo que había pasado.

—Espera un momento, no he terminado de hablar contigo.
—Linda, en serio —Alma se interpuso y la miró fijo a los ojos—, basta, no necesitamos esto.

Más tarde y tras un programa con una gran sensación de incomodidad para todos tras el escenario, llegó el momento en que el conductor del espacio pidió a todas que se reunieran frente a las cámaras.

—Bien, damas y caballeros, el momento más esperado de la jornada ha llegado y ustedes han decidido. Como recodarán, en la edición pasada les contamos que las menores votaciones eran Lisandra, Carol y Rebecca. Ahora, empezaré por decir que Rebecca ha subido en las votaciones del público, por lo que queda libre por hoy, como pueden ver en nuestros medidores de popularidad en pantalla. Y ahora, por un estrecho margen, Lisandra permanece en el programa, y la eliminada de esta semana es Carol.

La chica demostró una gran fortaleza al despedirse de forma clara y agradecer al público por su apoyo en las redes sociales; a diferencia de la semana anterior, la descartada por el público no salió por otra ruta y llegó hasta la zona de trabajo junto con todas. Dedicó un momento a recoger sus cosas y luego se dirigió a las demás.

—Eso fue todo, fue muy lindo mientras duró. Sólo quiero decirles que tengan mucho cuidado con las personas que se quieran destacar, como Lisandra.

La aludida estaba convencida de que la iban a eliminar del programa, por lo que aún no salía de su asombro porque no fuera así.

—Carol, lo siento mucho…
—No, realmente no creo que lo siestas —la interrumpió la otra chica, con una sonrisa que nada tenía de alegre—; hasta el miércoles te estabas yendo y ahora hiciste ese espectáculo patético. Te quedaste por la polémica, no por talento, y lo sabes.
—¡No! —exclamó, abrumada—. No es así, yo no quería…
—¿Sabes qué? No importa. Pero ahora que no tengo nada que perder te puedo decir en tu cara lo que pienso de ti: llegaste como la amable e inocente, y mira cómo es que lograste salvarte. Felicidades, chica.

Se despidió rápido y salió del lugar; Lisandra se dio cuesta en ese momento que todas la estaban mirando con mala cara.

—De verdad, yo no quise.
—Lisandra, de verdad —comentó Sussy—, mejor no digas nada.


Próximo capítulo: Freak

Las divas no van al infierno Capítulo 16: Jueves




El programa del miércoles 05 comenzó con una sensación de ansiedad generalizada, gracias a que el programa se convirtió en tendencia en las redes sociales desde la mañana, cuando un reportaje sobre el concurso en un programa misceláneo a las cuatro de la tarde ahondó en la competencia y los perfiles de las competidoras.

—Las cosas están funcionando como lo esperabas.

En la oficina de Kevin, Sandra estaba analizando los datos entregados por la consultora de redes; del otro lado del escritorio, el productor jugaba con un abrecartas.

—Lo que anunciaste que sucedería está pasando —comentó en voz baja—, la gente en las redes está empezando discutir acerca de las chicas y tomando partido por ellas.
—Pero no te veo satisfecho —observó ella.
—Sí, lo que ocurre es que necesito algo más —apuntó él—, hay algunos anunciantes en espera para hacer contratos con el programa, pero no han firmado.

Ella aún no estaba por completo segura de que la chica que suponía era la elegida por el para ser la ganadora, pero no podía seguir presionando; su carta bajo la manga aún estaba en camino, y si era de lo que se imaginaba, podría usarla para manipular a las competidoras de una forma mucho más eficiente. Para calmar a Kevin y no llamar la atención tendría que jugar una sorpresa.

—Podemos revolver un poco los medidores si así lo quieres; puedo hacer una llamada tendremos una sorpresa en las votaciones.

Kevin había ordenado que un equipo cuidadosamente camuflado mantuviera perfiles falsos en las redes sociales; estos funcionaban como personas comunes que participaban de ellas, pero lo cierto es que era una farsa: un grupo de expertos en redes conectados, con acceso a decenas de cuentas cada uno, preparados para votar por quién él quisiera elegir como inmune, listos para dejar en lo más bajo a quien él decidiera poner en peligro de eliminación. Y al tratarse de perfiles sociales aparentemente reales, estas personas ganaban seguidores de forma paulatina, a diferencia de los perfiles automáticos.
Una palabra, y él decidía todo.

—¿Cómo va eso de hacer explotar a una de las chicas?
—Oh, eso está en su punto —replicó ella.
—Perfecto, en ese caso une ambos asuntos, que los temas estén relacionados.

2


Equilibrio era la palabra del día y Márgara sabía exactamente qué hacer; buscó entre las cosas que había traído al canal unos stilettos de color rojo encendido y los calzó, sintiendo cómo los pies se acostumbraban a la forma de los zapatos. Su prueba era con banderas, de modo que podría desplazarse con comodidad por el escenario, pero como tenía la idea de resultar muy llamativa, pidió a los tramoyas que fabricaran una pasarela angosta y alta. Lo suficientemente alta cono para parecer arriesgada, pero con las medidas perfectas para desplazarse con toda tranquilidad y sin riesgo de caerse.

—Con esas medidas es perfecta —indicó con una sonrisa—, y no olviden que en el extremo debe tener una rosa roja, es muy importante. Ahora voy a maquillaje.

Dejó a los tramoyas trabajando según sus indicaciones, y fue de inmediato a maquillaje.

—Buenas tardes, necesito un poco de espacio por favor.

El cuarto de maquillaje estaba lleno en ese momento, y varias de las chicas miraron con escepticismo a través de los reflejos.

—¿No ves que estamos ocupadas? —preguntó Jazmín.

Márgara desplazó la mirada de unas a otras, como si no comprendiese lo que estaba sucediendo.

—Pero yo necesito maquillarme, es una parte fundamental de mi presentación.
—Y yo necesito que no se me caigan las extensiones de cabello —comentó Lucine desde un costado, con un falso tono divertido—, pero ya sabes lo que dicen: no se puede tener todo en esta vida.
—Márgara —intervino una de las maquilladoras—, si quieres, puedes esperar en el cuarto pequeño que está al lado, y cuando alguien se desocupe irá a ayudarte.
—¿Ayudarme? —exclamó ella, descolocada—. Tengo que hacer una presentación muy importante, el maquillaje es vital y tiene que estar listo lo más pronto posible, porque debo ensayar con él ¿Cómo puedo estar esperando? ¿Tendré que hacer esperar al público en su casa, en el estudio?

Valeria fingía estar revisando sus uñas mientras la maquilladora aplicaba el corrector con un aplicador especial, pero lo cierto es que estaba escuchando todo con lujo de detalles; había sospechado que Márgara era una chica un tanto extraña, pero hasta el momento le resultaba difícil saber cuál era su defecto. En principio parecía amable, simpática, pero a medida que la escuchaba hablar en distintas situaciones notó que era lista y manipuladora, algo que a su juicio quedó claro cuando puso de manifiesto que Charlene había usado un concepto para presentación antes que Lisandra; pero aún con eso sentía que había algo más, que su principal defecto no era tratar de parecer un ángel cuando en realidad era una víbora, sino algo más.
Y al verla en la sala de maquillaje, de pie mientras todos trabajaban de Forma ardua sin poder entender que simplemente tenía que esperar, comprendió cual era su problema: Márgara no soportaba no tener la razón; entonces era el momento perfecto para atacar y hacer daño.

—Chicas, sean un poco más comprensivas con Márgara — comentó con tono de absoluta bondad —, ella está un poco ofuscada por lo que pasó en las redes sociales, es natural que se sienta un poco insegura.

La aludida reaccionó como si la hubieran pinchado.

—¿Qué pasó en las redes sociales? No podemos usar redes sociales los días de programa, nos advirtieron eso.
—No, no, lo decía por lo que está pasando ahora, porque no lo sé — levantó la vista y la miró a través del espejo — Perdona ¿No lo sabías? Hoy en el matinal hablaron un poco sobre el programa y mostraron algunos comentarios en las redes sociales, creo que era en Verter y como no hablaban muy bien de ti, creí que eso te tenía un poco nerviosa.

Había puesto Una expresión perfecta de inocencia con un toque de confusión; llegada a ese momento, las cámaras serían sus mejores aliadas, porque en vez de mostrarla molesta, les dirían a todos que ella intentaba ayudar y cometió un error sin darse cuenta. Márgara no pudo evitar que su expresión mostrara que estaba confundida.

—¿Qué? ¿Por qué alguien iba a hablar mal de mí? ¿Por qué nadie me dijo?

Charlene se hizo la desentendida, aprovechando que en ese momento le estaban aplicando una sombra de ojos con glitler que la obligaba a mantener los párpados inmóviles, pero por dentro se moría por ver esa escena. ¿Así que la máscara de bondad de la princesita se estaba cayendo y estaba quedando al descubierto? Pues muy bien, eso era sólo lo primero que le iba a pasar si no la echaban del programa esa misma semana; incapaces de guardar chismes, algunas chicas eran muy útiles a sus objetivos, y en particular lo fue cuando una de ellas terminó por contarle que la doble de Lana había estado diciendo que ella robó la presentación de Lisandra.
Lo había hecho, en parte; se había asegurado de humillarla cambiando en el último momento la canción escogida por la que sabía que iba a usar, pero estaba convencida de que nadie iba a notarlo. No había cámaras en el pequeño cuarto de maquillaje donde el bailarín había soltado la información, y para cubrir todas las apariencias, hizo todo un teatro hablando con personas de vestuario y Su equipo de baile, diciendo que estaba insegura con su elección; hasta se disculpó con los bailarines por cambiar la canción a última hora, pero de algún modo ella lo había descubierto.
O tal vez no la descubrió, sino que hizo Una asociación de ideas; de cualquier modo, no se había dado por aludida, pero ya era hora de hacerla pagar.

—No, Márgara — dijo Valeria con un toque de alarma en la voz —, no estaban hablando mal de ti, eran comentarios de algunos usuarios, eso es Todo.

La chica volvió a mirar en todas direcciones, como si de alguna forma esperara que alguien desmintiera lo que Valentina había dicho; pero el resto de las personas en esa sala de maquillaje habían optado por el silencio o seguir trabajando sin prestarle atención.

—Entonces era eso — aseguró con voz que contradecía la seguridad que intentaba demostrar —. Siendo así, no hay nada de qué preocuparse ¿No es así? Iré a preparar algunas cosas mientras se desocupa un lugar.

Salió rápido de la sala de maquillaje, casi chocando con uno de los camarógrafos que pasaba siguiendo los pasos de otra de las chicas a quien no pudo identificar; desde algunos días atrás había olvidado las cámaras, y sentía que eso era bueno porque significaba que ya estaba cómoda, en su ambiente. Pero, al estar en esa situación, donde alguien acusaba que había ocurrido algo como eso, nada menos que una queja o un mal comentario en su contra, sintió que la habían tomado por sorpresa, y que todas esas cámaras eran intrusos en una situación que no entendían de forma correcta. ¿Por qué alguien hablaría mal de ella? Había sido escogida como la favorita del publico y sus estadísticas iban en ascenso, no tenia sentido algo como eso.

En Tanto, Lisandra estaba trabajando en lo que esperaba fuera la mejor presentación que había hecho hasta el momento: su concepto para trabajar el equilibrio en ese día era Telas, y eso de inmediato la transportó a espectáculos de circo que había visto en televisión.
Su conversación con Jaime la había ayudado a replantear algunas cosas sobre su permanencia en ese concurso; era cierto, no podía estar esperando a que los demás valoraran su esfuerzo, tenía que ser ella quien les demostrara con hechos de lo que era capaz. Que podía producir y presentar un espectáculo que los sorprendiera a todos por estar bien desarrollado, por una puesta en escena inteligente y con significado, no solo algo efectista. Pidió a los asistentes que hicieran una escalera en semi circulo y fue de inmediato a vestuario a conseguir telas en color blanco, celeste, azul y verde, las que se dedicó a entrelazar como una Trenza en un inicio, para luego dejar caer con libertad; haría una cascada que cayera sobre la escalera y bailaría una melodía clásica sobre ella, demostrando que no solo la música bailable daba buenos resultados.

Una vez comenzó el programa, Aaron Love fue hacia la sala acondicionada en donde estaba Sarki, la estrella invitada del programa. Acompañado de cámaras, el hombre lucía perfecto para la cámara, y la saludó con una gran sonrisa.

—Sarki al fin nos vemos cara a cara en este programa ¡Hemos estado tan ocupados!
—Te he visto con las manos llenas —comentó ella, con una mirada cargada de picardía —, no lo tomes a mal, me refería a que tienes un ramillete ahí en el escenario ¿No es así?

El hombre mantuvo la sonrisa ante la cámara, aunque internamente se recordó redoblar los esfuerzos por evitar que ella usara cualquier cosa en su contra, como esa sutil broma; pero con el programa al aire no era momento para esas cosas.

—A veces creo que soy demasiado afortunado por estar en este programa y tener la oportunidad de ver a estas chicas Tan Talentosas ¿Piensas que la lucha por ser Tu sucesora será muy ardua ¿
—Oh, realmente no espero que ninguna de ellas sea mi Sucesora — replicó ella con una amable sonrisa.

El conductor del programa hizo el acostumbrado asentimiento que hacía cuando todo iba bien en la conversación, sin demostrar que en el oído el director le estaba gritando que cambiara el tema porque ella lo estaba arruinando. Sarki no usaba soro, pero como si hubiera adivinado el efecto de sus palabras, siguió tras una pausa casi imperceptible.

—No me gustaría que ellas siguieran mis errores o desaciertos ¿Sabes a lo que me refiero? Estos son tiempos de ir por eso que tanto quieres de una forma nueva, tomar ese lugar que está esperando y hacer lo que corresponde. Y sé que ellas se están haciendo poderosas, que están tomando este desafío y harán todo lo que puedan para llegar tan alto como se lo merezcan.

Hacia el final había añadido un toque de emoción en sus palabras; nuevamente, sin decir algo concreto, se quedaba con la razón en todo.

—Siempre eres tan certera, estoy seguro de que esto es algo que nuestro público y las chicas valoran ¿Sabes que tu sección fue lo más comentado el programa anterior? La gente no para de elogiarte, y tienen razón en hacerlo.
—Oh, son unos aduladores tan irresistibles — comentó ella, con una risilla —, todos mis seguidores saben que mi corazón es de ellos.
—Así es. Y hoy el desafío de las chicas es sobre equilibrio, tendrán que mantenerse firmes sobre algún tipo de escenario que será algo difícil ¿Qué consejo podrías dar?
—Bueno, eso realmente es un desafío grande — comentó ella, reflexionando —, así que lo que podría decir es que recuerden en todo momento que el futuro está hacia adelante y que nunca dejen de mirar en esa dirección.

Terminó la oración apuntando a la cámara con un gesto elegante con una de sus cuidadas manos, en ese momento adornada por uñas color rubí. Aron Love se despidió de ella y regresó al estudio para avanzar con el programa.
La jornada fue intensa y no exenta de accidentes; con un público enardecido, el conductor del programa se mantuvo todo el tiempo en el tope Máximo de la emoción, felicitando a cada una de las chicas por su dedicación y esfuerzo en la presentación, e ignorando por completo cualquier falla que hubiesen cometido. Por otro lado, la participación del público en las redes sociales se mantuvo alta desde la etapa en que se captaban los movimientos de las participantes antes del programa, por lo que Love no escatimó en agradecimientos para las personas en su casa y estuvo mostrando diversas reacciones entre las presentaciones y antes de las pausas publicitarias.
Cuando finalizó la ronda de espectáculos de las veintitrés competidoras, el llamativo conductor del programa se ubicó al centro del escenario y sonrió ante las cámaras, que estaban por completo en él.

—Gracias por seguir con nosotros, y quiero también agradecer a cada uno de ustedes por hacer de siempre divas el programa número uno en redes sociales el día de hoy; nos encanta que nos vean, que disfruten de las espectaculares presentaciones de nuestras participantes y las apoyen con sus comentarios. Ustedes son la razón por la que ellas están aquí, así que no dejen de animarlas y aconsejar en lo que creen que pueden mejorar.
Y hablando de eso, Tenemos a la primera ganadora de esta modalidad de concurso: En este momento en pantalla pueden ver el nombre de la afortunada ganadora de dos entradas para la función de premieres de “Conquista en la ciudad” la película que explora las aventuras de Mandy, la sensual reportera que siempre está a la moda. En seguita veremos su comentario y cómo una de nuestras chicas lo siguió al pie de la letra en nuestra emisión pasada.

Tan pronto terminó de hacer ese anuncio, las luces cambiaron un poco hacia más oscuro y la cámara central se acercaba a él; esto ayudado por la música dramática daba luces del inicio de la etapa más esperada del día.

—Bien, pediremos a nuestras fabulosas chicas que entren y saluden a Todos. ¡Un Fuerte aplauso para ellas, que lo han dado todo en el escenario! Ahora es momento de dar a conocer las votaciones de hoy, y están muy reñidas, sabemos que ustedes no quieren que ninguna se vaya a casa. Comenzaremos por la votación en el estudio, que ha elegido como la presentación más divertida a nuestra querida Valentina.

Valeria había disimulado a la perfección que durante su tiempo en escena se había torcido un tobillo; su idea había sido apostar por la comedia, simulando estar a punto de perder el equilibrio sobre un armado que aparentaba ser un velero. Pero para que todo resultara, nadie podía saber que había fallado su equilibrio, y escuchar su nombre fue como un analgésico para el dolor; cuando la cámara enfocó, Sonrió con auténtica sorpresa y agradecimiento, haciendo un gesto hacia el público a través de la pantalla.

—Como saben, nuestra ganadora tendrá una presentación adicional el viernes para su beneficio, y eso le permitirá acumular más votos para ella. felicitaciones Valentina. Ahora, usando el hashtag de su favorita, nuestro público ha determinado que las ganadoras de premios de nuestros auspiciadores son Marina, Karin y Analie; ellas se llevan a casa un set completo de productos para el cuidado del cabello, cortesía de nuestro auspiciador Potente, porque tu cabello eres tú.

Lisandra había sentido pánico al ver a Alma caerse en el escenario y se esforzó mucho más por no cometer el mismo error; se sentía confiada, quizás no para ganar el día, pero sí para superar a otras. Su presentación estuvo libre de fallas y ese era su momento.

—Ahora diré las tres votaciones más bajas del día de hoy, que quedan en zona de eliminación para el viernes —anunció el conductor con seriedad—. Y las nominadas son Lisandra, Carol y Rebecca.

Lisandra sintió que se le iban los colores del rostro. ¿De nuevo? ¿Otra vez entre las menos votadas? Pero dos de las otras chicas se habían caído, mientras que ella lo había hecho muy bien. ¿Por qué otra vez la nominaban?

—Y ahora —seguía el conductor—, el momento más esperado por todas, conocer a la elegida del público, que será inmune en la votación del viernes y además asegura de inmediato otra semana en competencia. La elegida por ustedes es Charlene.

Mientras la rubia ahogaba un grito de sorpresa ante la mención, Lisandra no pudo sostener la sonrisa; esa elección era la peor posible, un ejemplo demasiado claro sobre una Forma de votación que ella no compendia.

—Charlene, acércate por favor —siguió el conductor con la emoción plasmada en la voz—, te veo muy contenta con el resultado de la votación del público.

En esa ocasión no necesitaba fingir algún tipo de emoción porque de verdad estaba sorprendida y feliz; estaba preocupada de las consecuencias de las malas palabras de Márgara, pero nada la había afectado, y aún más, se había destacado como la favorita de todos. Eso significaba que tendría que preparar algo memorable para que el viernes su presentación fuera la más comentada y acumulara votos desde ya.

—Estoy tan sorprendida —dijo al acercarse a Aaron—, esto no lo esperaba, y es tan maravilloso.
—¿Tienes alguna idea sobre qué harás el viernes?
—¡Ninguna! —Replicó ella con una risilla un tanto aguda—. Estoy tan asombrada, pero les prometo que no van a olvidar lo que haré, en serio.

Aaron Love le dio las gracias a Charlene y se dirigió de nuevo al público.

—Eso es alegría y entusiasmo, y sé que muchos están acompañándote desde sus casas en este momento tan importante; recuerden amigas y amigos que no todo está dicho: Charlene es inmune a la eliminación el viernes próximo, pero nadie puede descuidarse porque todo puede cambiar en cualquier momento.
Recuerden que nuestras tres votaciones más bajas tendrán que hacer una presentación con el doble de pasión para poder remontar, pero además las restantes participantes no pueden descuidarse un solo segundo. Sigan comentando en nuestras redes con el hashtag de su favorita, descubran más contenido especial y las repeticiones de los mejores momentos del programa, y nos veremos nuevamente en dos días. Gracias a nuestro ferviente público, a los maestros, a nuestra maravillosa Sarki, y nos despedimos por hoy en Siempre divas.

El público aplaudió mientras las luces se apagaban, y Lisandra aprovechó la momentánea oscuridad para apurar el paso y llegar a la zona de trabajo antes que el resto.
Otra vez nominada, otra vez dentro de las menos votadas, y lo peor era que de todas era la única que se repetía, mientras que las demás habían rotado. No era grosera, no discutía, se esforzaba al máximo y tenía una actitud positiva, pero de todos modos seguía siendo invisible para el público ¿Acaso alguien no notaría que ella se encontraba de nuevo en riesgo de eliminación y por segunda semana seguida? ¿Estaría sirviendo eso para que en ese preciso momento se burlaran de ella en las redes sociales? ¿O era tan invisible que hasta eso resultaba improbable?

Se ató el cabello a la altura de la nuca, tomó un cambio de ropa y corrió al vestuario para cambiarse con rapidez; se dio el lujo de vestirse a la rápida, de disfrutar las zapatillas en vez de los tacones, salió y guardó rápido.

—Tan apurada, Lisandra.
—Es que tengo mucho que ensayar, no me puedo quedar de brazos cruzados.

Hizo una despedida rápida y salió; bien, había logrado disimular lo suficiente para que no se viera su frustración, y al mismo tiempo darse prisa para no toparse con Charlene. Sólo escuchó su aguda voz a cierta distancia, pero se dijo que no era tan importante, que era recompensa suficiente poder salir de ahí y no tener que soportar sus gritos y la forma en que haría patente que había sido la elegida por el público; salió del canal con una fuerte sensación de frustración, porque hasta el momento sentía que una y otra vez las cosas salían mal, como si de alguna forma todo conspirara en su contra para que, pese a lo que intentara, siguiera en la misma situación.
Otro viernes de eliminación, otro viernes de sentir que estaban a punto de terminar con su sueño.

3


Charlene llegó tan contenta a su departamento que llamó a Harry por el trayecto y le dijo que llegara de forma disimulada al edificio.

—Pasa —le dijo tan pronto como él tocó el timbre—, estoy feliz, tan feliz que casi podría abrazarte. Pero no lo haré.

Soltó una risa alegre y sincera tras cerrar la puerta; el hombre fue hasta el refrigerador y se quedó contemplando el contenido.

—Dónde dejaste mis cervezas? ¿Por qué hay tantas cosas verdes?
—Las escondí al fondo porque no quiero que alguna visita piense que me gusta beber de esa manera —replicó ella haciendo una pose de modelo—, y no son “cosas” verdes, son ensaladas y productos saludables para mantener esta silueta de diosa con la que me gané mi primera inmunidad.

Harry, que ese día iba de celeste, se sentó en el sofá y abrió una lata de cerveza.

—Estoy sorprendido.
—Gracias —su expresión cambió por una de sorpresa—. ¿Cómo que sorprendido? ¿Por qué no me estás felicitando?
—Porque estoy más sorprendido que contento —explicó él mostrando una gran sonrisa—. No entiendo por qué ganaste.
—Porque fui la mejor, obviamente —pronunció ella—, no entiendo qué clase de asistente dices ser.

Harry hizo un gesto simbólico de brindis hacia ella.

—Tenemos algo en común, los dos no entendemos algo — se encogió de hombros —, pero tienes razón en que soy tu asistente, así que ¡Te felicito por tu triunfo! Eres la mejor por un día y la inmune por otro, enhorabuena por tener este éxito.
—Solo era cuestión de tiempo —dijo ella con tono académico—, la gente sabe lo que es bueno.
—Y haber estado dando lástima en pantalla puede haberte empujado un poquito hacia arriba —observó el hombre haciendo comillas con los dedos—, pero no nos distraigamos en esa clase de tonterías en este momento. Mejor dime qué es lo que piensas hacer en esa presentación que tienes el viernes.

Charlene fue hasta el refrigerador y sacó una fruta; su mente estaba en muchos sitios en el instante, menos en pensar en una presentación.

—No sé, algo se me va a ocurrir. Pero estaba pensando en otra cosa, en lo que me dijiste más temprano.
—Se te está abriendo el apetito, chica con suerte —observó él, divertido—, puedo hacer muchas sugerencias ahora mismo, pero algo me dice que esa retorcida mente tuya ya pensó en algo.
—Es bueno que sepas que soy yo la que toma las decisiones —la chica se sentó frente a él como si el sofá fuera un trono—, escucha, estuve viendo a algunas chicas famosas, y sé que muchas de ellas promocionan mallas de maquillaje o esas cosas, es algo obvio. Pero yo quiero marcar la diferencia ¿Entiendes? Así que lo que quiero hacer es ayudar a alguna fundación o algo parecido donde trabajen con niñas y enseñarles a ser estrellas, jugar con maquillajes y eso ¿De qué te ríes?

El hombre había dejado la cerveza en la mesa de centro y se sujetaba el estómago mientras luchaba por no ahogarse con el trago por causa de la risa.

—¿De qué? Charlene, tú odias los niños.
—¿Cómo sabes eso?
—Porque basta con verte —explicó él, muy divertido—, es obvio que no te gustan los niños, y no es una crítica, yo lo entiendo porque los críos generalmente son ruidosos, sucios y molestos.
—Bueno, eso no importa, no te pongas melodramático —replicó ella, quitando toda la importancia al tema—, lo que importa es que es una idea muy buena, solo tienes que encontrar un lugar que sea discreto y pequeño, esto tiene que ser como esas famosas que apoyan a una fundación y nadie lo sabe ¿Cómo era ese dicho que usaste?

Harry recuperó la compostura y volvió a tomar la lata de cerveza.

—Invierte y pronto recibirás. Bien, entonces si esas son las órdenes de la reina ¿Quién soy yo para oponerme? Vamos hacia adelante, el triunfo nos espera.


Próximo capítulo: Once de marzo

Las divas no van al infierno Capítulo 15: Ruleta rusa

Conoce este capítulo al ritmo de esta canción: Roussian roulette


Fernando estaba terminando de atender a una persona en la tienda del centro comercial cuando sacó de su bolsillo el móvil, que anunciaba una llamada.

—¿Por qué no me contestas? —dijo la voz de Márgara a modo de saludo—. Te estoy llamando desde hace rato.

Su jefe en ese momento estaba ocupado y no miraba en su dirección; el hombre se apartó un momento del módulo de atención.

—Cariño, hay mucho público hoy, estamos a tope.
—Eso no me parece suficiente —refutó la voz de ella—, soy tu novia, tienes que cuidarme.

El hombre se llevó la mano libre a la frente y luchó por mostrarse tranquilo.

—Amor, lo lamento en serio, pero no quiero que me regañen en el trabajo.
—Ven a buscarme —la voz de ella se volvió dulce de un momento a otro—, y podrás llevarme a tomar un helado, hace una tarde muy bonita y acabo de pensar en eso durante el almuerzo.

Fernando miró de reojo hacia el módulo de atención; su jefe no iba a estar para siempre ocupado en lo que estaba haciendo.

—Salgo a las siete de la tarde y tú a las siete y media, entre lo que me despido de las otras chicas —estaba diciendo ella—, y me arreglo un poco, tú alcanzas a venir sin problema, vi los tiempos de viaje en la aplicación de mapas.
—Márgara —comenzó a decir él.
—Te espero, ya sabes dónde es ¿O lo olvidaste? Por las dudas te envío la localización ahora mismo, un beso.

En el casino, Márgara cortó y se guardó el móvil en el bolsillo antes de volver a la mesa donde estaban las demás chicas del grupo.

—Perdón por la interrupción, estaba hablando con mi novio.
—Parecías muy acaramelada hablando con él —opinó Mayre.
—Sí, es que siempre se preocupa mucho por mí, como es obvio —replicó ella, con una sonrisa.
—¿Y no se ha puesto complicado con esto? —preguntó Esmeralda—. Ya sabes, los trajes que usamos son sensuales, y en las redes sociales los hombres dicen muchas cosas.

Márgara, sabiendo que toda la atención estaba en ella, se reclinó en el asiento con el vaso de jugo de frutas en la mano.

—Para nada, él sabe que todo esto es un trabajo, además tiene que apoyarme en todo lo que yo haga, es lo que corresponde.

Vio que algunas de las chicas la miraban con algo de confusión, y decidió dar un consejo al respecto, hablando con calma y seguridad.

—Escuchen, las relaciones no son tan complicabas en realidad; lo primero que tienes que saber es que es la mujer quien dirige una relación de pareja ¡Somos nosotras quienes tomamos las decisiones! Los hombres no saben hacerlo, se complican con cualquier cosa demasiado sencilla porque son unos niños ¿No han visto que se comportan de una forma tan inmadura?
—¿Entonces hay que ser más imperativa?

La chica se sacudió el cabello haciendo un gesto para quitar importancia a eso.

—De ninguna manera; escucha, ninguna mujer quiere ser la madre de su pareja, eso nunca funciona. Mi propia madre trató de controlar a papá, y por eso todo funcionó mal para ellos; una mujer tiene que ser discreta, inteligente, saber cómo manejar las cosas. Deja que se sienta macho alfa, pero debes ser tú quien decida todo, y cuando él ve que las cosas funcionan bien, que se siente cómodo y que tú llevas las riendas, simplemente se deja llevar, porque a los hombres les gusta esa comodidad.

Esmeralda la miró con algo de envidia.

—Haces que suene tan fácil.
—Oh, lo es, solo es cuestión de actitud.

En tanto, Lisandra había terminado de almorzar rápido y había regresado a uno de los salones en donde estudiaban; al día siguiente sería miércoles de nominación y tenía que conseguir quedar fuera del grupo de las nominadas. De momento no le importaba sacar premios, pero necesitaba salir de la zona de peligro y la única vía aceptable que veía era trabajar el doble y el triple, hasta que ese esfuerzo y dedicación se vieran en pantalla.
Calzó un par de tacones altos con plataforma y puso una canción de fondo, mientras se equilibraba y miraba en el gran espejo de pared; no era tan difícil mantenerse de pie y posar, lo que era complicado de sostener era una presentación en donde tuviera que moverse o bailar ¿Tanto se notaba esa inseguridad? El día anterior había estado revisando los videos suyos en el portal del canal de televisión y no le parecían tan mal, aunque tampoco podía decir que fuesen lo mejor del universo; en las redes sociales, en tanto, seguía viendo comentarios amables hacia ella, pero se sentía enfrentada a un mar de elogios hacia las otras y eso la hacia sentir invisible.

—¿Qué haces aquí, chica?

Concentrada en mirarse en el gran espejo, la chica no había visto entrar al maestro de desfile en tacones. Jaim la miraba con expresión de curiosidad.

—Solo quería ensayar un poco.

El hombre estaba apoyado en el umbral de la puerta, mirándola con la cabeza un poco ladeada.

—No te sientes a gusto en el escenario usando tacones.

El diagnostico era certero e infalible; ella suspiró, resignada.

—¿Tanto se me nota en clase?
—No contestaste la pregunta.
—Me siento insegura —admitió ella—; quiero decir, tú haces lo que sea en tacones y quiero poder hacerlo, a mi realmente me gustan, pero no lo consigo. Quiero decir, me estoy esforzando tanto que pienso que eso debería tener un sentido, que se debería notar, pero no es así, siento que las otras destacan y yo no. Me gustaría recibir algo de crédito por estar dejando todo en el escenario.

Jaim la observó en silencio por unos momentos, hasta que habló, dando su opinión con voz clara y desprovista de sentimientos.

—¿Sabes cuál es tu problema? Todavía no has entendido en dónde estás. ¿Qué quieres que suceda? ¿Qué el poder del esfuerzo te ayude a conseguir tus objetivos? Un día te despertarás y el universo entenderá lo mucho que te esfuerzas en la vida, así que las cosas empezarán a salir bien y todos dirán “Miren qué esforzada y eficiente es esta chica”.
Pero el mundo no funciona de esa manera. Cuando estás en el escenario, cuando la gente está ocupando su tiempo y sus caracteres para opinar en las redes sociales, a nadie le importa si estabas sangrando detrás del telón o si todo fue improvisación. Ahí afuera es un circo romano, acostúmbrate y empieza a hacer las cosas porque esa fue la decisión que tomaste. ¿Viniste? Entonces toma esto, las cosas malas con las buenas, y elige que es lo que vas a hacer con eso; si pierdes tiempo en ver si la gente te valora o no, nunca vas a poder mantener el equilibrio.

Dijo las últimas palabras indicando los zapatos con uno de sus largos dedos, tras lo cual hizo una ligera reverencia y salió del lugar, dejando a la chica con el eco de su declaración. En uno de los pasillos, el estilizado maestro se cruzó con Verónica, quien caminaba apurada y con evidente nerviosismo.

—¿Qué te ocurre mujer de Dios?
—¿Viste a Sandra? —replicó ella.
—Creo que estaba al fondo —señaló él un poco extrañado— ¿Todo está bien?
—Sí, por supuesto —replicó ella—. ¿Por qué no lo estaría?

La mujer siguió caminando a toda velocidad por los pasillos de las instalaciones hasta que dio con Sandra, que en ese momento daba algunas indicaciones a un grupo de técnicos; al ver la expresión de la otra productora despachó a todos y cerró la puerta para asegurarse que nadie las estaba escuchando.

—Por tu cara, parece algo importante —observó la productora.
—¿Recuerdas que dijiste que pidiera una investigación del origen de todas las chicas?

Sandra era una mujer de baja estatura, corpulenta y de rasgos fuertes; sus ojos oscuros evidenciaron una cierta alarma ante la pregunta, pero se mantuvo firme en su posición.

—Sí, lo recuerdo.
—Pues la persona que ha estado viendo ese asunto dice que hay una inconsistencia: una de las chicas nos estuvo mintiendo.

Y aún lo estaba haciendo; Sandra se dijo que esa información, manejada de la forma apropiada, podía asegurarle encontrar un modo de bloquear los planes de Kevin y al mismo tiempo asegurar que la ganadora del programa fuera definida por ella.

—¿Ya saben quién es?
—Todavía no —aseguró la otra mujer—. Dijo que necesita más tiempo porque quien hizo esa farsa sabía muy bien lo que estaba haciendo.

En cierto modo eso le convenía. Había dos días entre esa jornada y la siguiente eliminación, de modo que disponer del dato a lo largo de la semana le permitía tener en su poder algo que le permitiera cambiar el curso de los acontecimientos.

—Bien, escucha esto, esta información tiene que quedar guardada entre nosotras ¿De acuerdo?
—Pero Kevin…
—Yo voy a manejar este asunto —dijo Sandra sin comprometer palabras concretas—; tú no te preocupes nada, solo dile a tu contacto que cuando tenga las pruebas necesito saberlo de inmediato.
—Está bien, como quieras.

Era una excelente noticia que una de las chicas estuviera mintiendo; podría tomar las riendas del destino de ese programa.

2


Charlene caminaba animadamente por la calle en dirección al canal el miércoles; llevaba una cómoda tenida deportiva y a la espalda una pequeña mochila, mientras arrastraba la maleta con los vestuarios que iba a usar ese día. Se sentía de un humor magnífico, y estaba segura de que sus trucos anteriores le asegurarían un lugar cada vez más privilegiado entre las competidoras.
Pero a media cuadra del canal se quedó de una pieza.
Vio a Valentina más adelante, completamente producida; iba con un vestido básico negro, tacones a juego, un pequeño bolso al hombro, y su largo cabello negro resplandecía con un alaciado casi perfecto.
Charlene había pensado salir del canal con un atuendo preparado, para ser la primera en estar fuera de cámara lista para las fotos y los probables fans que la vieran al salir victoriosa una vez más. Ser la primera en mostrar estilo y determinación era muy importante para hacerse notar en las redes sociales.
Y Valentina se le había adelantado.

—Desgraciada —murmuró con rabia.

Tuvo que resignarse y seguir caminando, ya que en las cercanías del canal siempre podía haber fans eventuales o cámaras; se moría por salir de ahí y regresar cambiada, pero no le quedaba otra opción más que continuar con el juego. Ya se le ocurriría algo.
Su móvil anunció una llamada de Harry; no tenía registrado el número bajo ese nombre, por precaución ante cualquier eventualidad.

—¿Qué pasa?
—Tengo una información que podría interesarte —replicó él con tono confidencial—, pero aún no está confirmado a muerte.
—Me faltan diez pasos para llegar al canal, habla antes que tenga que cortar.

Harry se dio el tiempo de hacer una pausa dramática; la rubia revoleó los ojos.

—Me enteré que una consultora externa está haciendo un estudio de mercado sobre personas de entre veinte y veinticinco años que puedan resultar influyentes en determinados mercados. Y atención, sólo están analizando rostros en etapa de inicio.
—Harry, ve al grano.

El otro soltó una risa burlesca.

—No entendiste nada, lo sabía; bueno, el punto es que tu querido programa de talentos está pegando fuerte, y eso hace que las empresas quieran a algunos de sus rostros para que eventualmente sean parte de sus colaboradores.

Charlene contuvo la respiración para no soltar un grito; esa era una de las cosas que había esperado con más ilusión para empezar su vida artística.

—¿Me estás diciendo —habló más bajo, por las dudas—, que me quieren para una campaña de publicidad?
—No —respondió él con gentileza fingida—, no te estoy diciendo eso, te estoy diciendo que empezaron a hacer estudios de mercado porque a futuro puede que elijan a una o más chicas para que la represente. Y te digo —continuó hablando muy despacio y pronunciado—, que están buscando algunos perfiles de persona.

Ella decidió pasar por alto el tono burlesco de él y se concentró en el asunto que le parecía importante.

—Entonces ¿qué clase de persona es la que buscan?
—Gente buena, caritativa y desinteresada, justo lo opuesto a ti.

La rubia bufó ante el comentario.

—Será mejor que me lo digas ahora mismo antes que me canse.
—Está bien, está bien —concedió él—. Escucha, el perfil que están buscando es de personas que puedan inspirar a otros, líderes de acción es el nombre.
—Ya, no entiendo cómo hacer eso.
—Igual que como hiciste lo otro —replicó él en tono de obviedad—, aparentando que no sabes lo que estás haciendo ni en dónde estás parada. Aprovecha el impulso y demuestra que te interesa alguna causa como los niños con cáncer o algo parecido, en el matinal siempre hablan de esas cosas.

En eso tenía razón; la vena sensible de la gente nunca dejaba de estar abierta, y aunque ella misma se había dicho que no podía volver a hacerse la víctima tan pronto, esa faceta en particular no la había pensado: estimular a la gente a pensar lo mejor de ella, como una benefactora del prójimo o algo parecido. Sonaba muy bien.

—Está bien, pero no puede ser de un día para otro; voy a pensar con calma qué es lo que tengo que hacer.

Cortó y terminó el camino hasta el canal; que Valentina hiciera lo que le diera la gana, ella iba a brillar por muchas más razones que ella.

Mientras, Valeria se sentía feliz de que su plan estuviera funcionando a la perfección; desde que entró en el canal sintió las miradas asombradas de todos alrededor, y ese era un excelente inicio para sus planes. las participantes entraban por una puerta lateral a la gran escalera de entrada del canal, lo cual no era en regla algo que hiciera mella en su estatus, aunque a ella en particular le hacía mucha emoción un día llegar y salir por esa puerta enorme y bajar las escaleras mientras todos la miraban. Pero para eso había tiempo; de momento era mucho más importante conseguir que su imagen y estilo llamaran la atención, y lo estaba logrando.
De seguro las demás la imitarían después, pero lo vital era que la primera en hacerlo era ella, y ese precedente no sería pasado por alto; llegar bien preparada al canal hablaba de ser una mujer integral, que está dispuesta y concentrada en brillar como una forma de vida, no solo como el paso previo a estar ante las cámaras. En todo momento procuró lucir amable y relajada, nunca como una diva para llamar la atención como otras que luchaban por destacar; su plan era ser moderna, elegante y atractiva, pero a la vez muy cercana y natural.

—Buenas tardes Valentina.

Gael, el asistente personal de Vicenta, iba pasando con unas cajas a cuestas; ella se adelantó y abrió la puerta de vidrio del salón al que él se dirigía.

—Gracias —exclamó él, algo sorprendido.
—Por nada. Gracias a ti por estar siempre para nosotras.

Era una frase sencilla y dicha para causar efecto en cualquier persona que la escuchara, pero no dejaba de tener razón; cuando no estaba asistiendo a Vicenta en sus ideas para las clases, el joven hacía de tramoya en el canal y generalmente tenía energía para resistir todo. Casi de forma involuntaria el joven sonrió, agradecido, lo que hizo que ella se planteara con más seriedad seguir con esa actitud mucho más allá de un cambio de atuendo; podía verse mejor y a la vez demostrar con hechos que era mejor que las otras y no sólo pensaba en sí misma.

—Hola Lisandra.
—Hola, qué tal.

Lisandra se quedó un poco sorprendida ante la cordial actitud de Valentina al llegar al canal; si bien no había visto discusiones explícitas entre los participantes, era evidente que había algunos grupos menores en clase, y que en día de competencia eran frecuentes los comentarios al aire con algún texto escondido o una broma de mal gusto. Quizás Valentina solo intentaba mejorar la actitud, y para ella era algo bueno.

Tan pronto estuvieron en la zona de trabajo a las tres de la tarde, las luces y cámaras se encendieron y todo comenzó nuevamente; en esa ocasión fue Jaim quien estuvo a cargo de presentar el concepto con el que trabajarían en esa jornada.

—Buenas tardes preciosas; muy bien, no voy a hacer que pierdan tiempo, así que iré directo al grano: la palabra sobre la que tendrán que trabajar el día de hoy es equilibrio, y todas tendrán que hacer su presentación con un elemento donde deban demostrar su capacidad de mantenerse erguidas y dignas hasta el final.

¿Equilibrio? Lo que eso quería decir era en toda regla torceduras de tobillo. Charlene sonreía con amabilidad, pero por dentro se dijo que seguramente esa era una prueba diseñada para enviar a alguien directo a la eliminación.

—Como saben —continuó él—, desde la semana pasada se tomó la decisión de hacer una tómbola con los objetos que tendrán que incorporar a su presentación, así que por favor pasen, tomen una de esas pelotas de color y en el interior van a encontrar lo que les corresponde; después de memorizarlo deben dejarlo en la pizarra que está allá.

Lisandra se adelantó y fue la primera en llegar a la tómbola. Respira, respira profundamente, introduce tus dedos en ella como si estuvieras tomando un arma, se dijo, no hay tiempo para pensar.
Su corazón estaba latiendo de un modo intenso, casi podía verse el latido desde el exterior; de alguna manera estaba aterrorizaba, pero no se iba a ir, estaría en ese lugar y en ningún otro.
Cerró los ojos por una fracción de segundo, sabía que debía apretar el gatillo, así que tomó la esfera como si estuviera empuñando un arma. Sí, realmente no había entendido hasta ese momento en donde estaba, pero la jornada de eliminación del viernes pasado había pintado un panorama muy claro para todas: el hecho de estar ahí indicaba con una abrumadora claridad que era porque ninguna había perdido el juego, y ser concierte de eso hizo que sintiera un escalofrío. Su vida, todo lo que había querido lograr en el mundo del espectáculo estaba al final de un largo corredor sin salidas, y todas ellas estaban apuntando a las imágenes de las otras, que eran lo único que las mantenía allí. Al final de cada semana, siempre habría una que perdería el juego, un tocador menos en esa zona, una foto manchada de lápiz labial con la palabra “Eliminada”
¿Vería otra jornada amanecer con la luz de la salvación? Ya sabía que quien se iba no tendría la oportunidad de decir adiós.



Próximo capítulo: jueves