Las divas no van al infierno Capítulo 06: Mejor, trabaja

Descubre este capítulo al ritmo de esta canción:

Work Bitch - Britney Spears


Los días siguientes al inicio de las clases en la academia fueron ajetreados para todas, y Lisandra llegó a su casa muy cansada la tarde del jueves, de modo que se dio una ducha y decidió quedarse en su cuarto para descansar; más tarde, su padre tocó a la puerta.

— ¿Se puede?
—Sí, pasa —replicó ella.

Su padre era un hombre de baja estatura, regordete, de escaso cabello cano y una permanente expresión feliz en el rostro. Usualmente decía que al tener a su esposa y dos hijas era el hombre más feliz sobre la tierra, y desde que ella tenía recuerdo hacía todo por apoyarlas.

—Parece que estás un poco cansada.
—Sí, fue un día muy largo, pero estoy contenta —replicó ella—. Todo salió mejor de lo que esperaba, ahora soy parte de todo esto y aunque es un hecho, todavía no lo puedo creer.

Su padre la miraba con el mismo cariño de siempre; sonrió y quitó uno de sus cabellos de la mejilla.

— ¿Recuerdas cuando eras pequeña y tu madre te compró ese set de maquillaje?

Los dos empezaron a reír; incluso había un video de esa situación, que él sin duda iba a mencionar en ese momento.

—Papá, por favor no —rogó ella.
—Ahora siento que de alguna forma soy responsable de eso, de lo que está sucediendo ahora —declaró su padre, con orgullo—. Tú tenías seis años, y un día vimos que usabas los crayones para pintar la cara de esas muñecas antiguas que tenías, y tu madre dijo que tal vez ya era hora de comparte ese set.

Lisandra no tenía recuerdos de eso fuera del vídeo, pero lo había visto tantas veces en reuniones familiares que terminó por incorporarlo a su mente como un acontecimiento del pasado.

—Así que fui tu rostro para el maquillaje, y era tan tierno ver cómo te esforzabas por hacer que todo quedara de la mejor forma posible, cómo calculabas un párpado sobre el otro, y la forma en que admirabas el resultado.
—Papá, el resultado era horroroso —protestó ella—, parecía que quería dejarte como payaso del circo.
—No, era tu punto de vista y es lo importante, tú sólo tratabas de hacer lo que se te pasaba por la mente ¡Y lo hacías con mucho empeño! Pasamos tantas tardes de diversión, fue realmente maravilloso.

Una vez él había dicho, como si fuera una declaración de principios, que la forma de saber si un hombre era realmente un macho rudo era que se dejara maquillar por sus hijas. Incluso le contó que en alguna ocasión la fue a dejar a la escuela sin quitarse el maquillaje, como una forma de demostrar orgullo por la labor hecha por su hija.

—Por suerte he ido mejorando con los años —comentó ella.
—Mucho, es verdad.

Él la miró en silencio por unos segundos, y la chica pudo ver en su mirada el auténtico amor que sentía hacia ella, el mismo que por su madre y su hermana, y no supo por qué, pero ver y sentir esa entrega y confianza absoluta en ella hizo que sintiera deseos de llorar.

—Mi niña. Me cuesta pensar que ya eres una mujer, pero sé que lo eres. Los padres siempre vemos a las hijas cono niñas pequeñas ¿No es así? Sólo quiero que seas feliz, que hagas lo que tú quieras y que puedas cumplir con lo que decidiste hacer.
—Gracias papá.
—No tienes nada que agradecer —repuso él—. Sólo hay una cosa que quiero pedirte, y lo lamento, pero me voy a poner aburrido.

Tomó sus manos entre las suyas y respiró profundo antes de hablar; estaban sentados al borde de la cama en ese momento, compartiendo un momento de complicidad que para él era muy importante.

—Hija, quiero que recuerdes que esto es un proyecto importante, pero no es más importante que tú. Nunca abandones a la chica honesta que eres, y siempre te sentirás orgullosa de ti misma; no necesito que hagas algo en particular para que nos sintamos orgullosos de ti, porque esto es por ti. Si actúas de forma correcta, lo vas a saber en tu corazón.

2


El viernes comenzó con mucho que hacer en la academia de talento; para comenzar, Sandra visitó a las chicas y les hizo entrega del contrato por el que se regirían en el programa: Lisandra se quedó sorprendida por el monto de dinero que iba a recibir, que era mucho más alto de lo que esperaba, y le permitiría tener una buena fuente de ingresos. Si bien era cierto que en el documento se indicaba que todos los valores eran proporcionales a la duración de su estadía en el programa, de todos modos, se alegró de la cantidad, y pensó que era una forma de animarse a poner el mayor esfuerzo para permanecer. Después de esa parte, las cosas se pusieron complicadas por parte de Milena, la maestra de baile, quien demostró un carácter de hierro y un ánimo inclasificable a la hora de practicar.

—Vamos niñas, tienen que esforzarse y mover esos cuerpos ¿Creen que están aquí para modelar? No señoritas, ustedes tienen mucho por hacer y les quedan horas para estar listas ¿Qué van a hacer el miércoles?

En ese momento las tenía en el suelo, haciendo abdominales de la forma más complicada posible, levantando una pierna estirada a la vez que mantenían la espalda rígida y elevaban el brazo opuesto; Nubia no estaba acostumbrada a la actividad física constante, y el cuerpo le estaba cobrando cada segundo de esfuerzo.

—Suficiente, ahora pónganse de pie y respiren, estamos comenzando con el entrenamiento del día de hoy.
—Me arden los pulmones —murmuró una de las chicas.
—Eso es bueno, quiere decir que estás haciendo un buen trabajo para empezar.

Márgara estaba cansada, pero la rutina que estaban haciendo le recordaba de cierta forma a su rutina de yoga, de modo que lo estaba enfrentando con el mejor de los ánimos.

— ¿Vamos a practicar algo de baile?

Milena era una mujer delgada y fuerte, de miembros largos y torneados, que poseía una elasticidad y firmeza notables a sus cuarenta y cinco años; sacó de un bolsillo de su tenida deportiva el pequeño mando a distancia y activó con él la pantalla gigante al fondo de la sala, detonando a la vez el espectáculo de imagen y el vibrante sonido.

—Van a bailar toda esa canción —declaró, poniéndose al frente de ellas—, en las partes donde no hay movimiento seguirán mis pasos, y en las demás haremos la coreografía.

Charlene había visto el video de la cantante en más de una ocasión, pero no recordaba nada del baile; había considerado que al parecerse a ella podría ser necesario interpretar alguna de sus canciones más importantes, pero no se sabía todos los pasos de memoria.

— Charlene debería estar adelante —comentó Adriana, divertida—, a fin de cuentas, es la versión local de esa cantante; pobre, pero lo es.
—Vamos, no se desconcentren —exclamó la maestra—, recuerden que tienen que seguir los pasos que voy a hacer; para que se les haga más sencillo todo esto, voy a estar de frente a ustedes, y tienen que imitar los pasos que yo haga ¿entendido? Tienen solo una oportunidad.

El inicio del video era una sucesión de imágenes de la cantante en distintos escenarios y con diferentes atuendos, acompañada de bailarinas y rodeada de un entorno glamuroso al aire libre; Valeria recordó un video de otra cantante, en donde ella bailaba sobre la arena, y se dijo que, si tenía la oportunidad de preparar una presentación con total libertad, aprovecharía de hacer algo parecido a esa voluptuosa artista afroamericana.
Los primeros acordes fueron sencillos y Milena solo les hizo seguir algunos movimientos ligeros, pero llegando al primer coro las cosas se complicaron, ya que los movimientos eran mucho más rápidos y había cambios de ritmo; en la parte donde había que inclinarse y dar una media vuelta casi todas perdieron la concentración o el ritmo, mientras Milena completaba los pasos al mismo ritmo que la cantante en pantalla, y sin perder la actitud.

—Deténganse, lo están haciendo muy mal.
—La coreografía es difícil, necesitamos más práctica —dijo Alma, intentando recuperar el aliento.

La maestra le dedicó una mirada condescendiente.

—Dentro de un par de días, van a tener tres horas para preparar una presentación completa ¿Cuándo vas a ensayar? Vas a tener unos veinte o treinta minutos en total, así que, si no puedes con esto, te vas a morir la primera semana; ah, y no se olviden de cantar, porque se supone que son artistas integrales.

Charlene estaba exhausta, de modo que decidió hacer algo para ganar algo de tiempo.

—Milena, estoy segura de que tú conoces trucos para poder memorizar rápido una coreografía ¿Hay algún secreto?

Lo dijo con un tono de admiración y fascinación que consiguió su objetivo, y desvió de momento la atención; Milena asistió.

—Yo no los llamaría trucos; escuchen, ustedes no son bailarinas y en el programa no se pretende que lo sean, pero tienen que saber cómo presentarse en un escenario y estar preparadas para lo que sea que tengan que hacer. No van a imitar los bailes que ya existen, pero tienen que preparar algo de acuerdo con un estilo concreto; yo lo que hago es sentir la coreografía, sentir el baile.

Valeria observaba discretamente a un costado; Charlene sabía cómo manipular las situaciones por lo que se veía, así que tendría que estar muy atenta a lo que hiciera para no caer en sus redes.

—Esta canción —siguió la maestra—, es un himno, una forma de decirte que, si quieres algo, tienes que hacer lo que corresponde; ¿Quieres un auto costoso?

Tomó una actitud de diva y las miró, imperiosa.

—Entonces trabaja, si te gustaría poder pasear por Francia, irte de fiesta con tus amigas y disfrutar esos martinis, lo mejor que puedes hacer es trabajar, y eso es lo que van a hacer. Esa mujer no llegó hasta donde está sin trabajar, ella lo hizo y por eso puede decirte que tú también tienes que hacerlo.

Se paró en actitud de presentación, y volvió a activar el clip, con lo que la música llenó el espacio otra vez; en esa ocasión los pasos que realizó eran de propia inventiva, pero llevaban el ritmo de la melodía sin titubear, y los movimientos estaban impregnados de carácter y determinación.

—Espero que estén aprendiendo, porque para mañana quiero que tengan preparada una presentación original.


3


Durante la hora de almuerzo, Valeria decidió usar todo su encanto para ganar terreno ante el avance de Charlene; era evidente que varias estaban intentando ganar adeptas, y en eso no podía quedarse atrás.

— ¿Han visto la piel de algunas famosas? –comentó en un momento que consideró adecuado– Es necesario hacer un tratamiento especial.
—Sí, pero son muy costosos –comentó Carol.

Hizo un gesto de secreto, y las otras chicas lo siguieron, inclinándose sobre la mesa hacia ella.

—Escuchen, tengo un contacto para eso.
— ¿En serio? –pronunció Marina.
—Baja la voz. Sí, lo tengo, pero es para dentro de dos semanas, me pidieron que guarde el secreto; es un centro de tratamiento cosmético del mejor nivel, y pueden hacer un descuento especial si se trata de una persona que viene de la televisión.
—Eso sería maravilloso —murmuró Karin—. ¿Qué hay que hacer?
—Por ahora, esperar, y mantener esto en secreto -replicó Valeria.
— ¿Por qué?

Porque dependía de cuántas personas pudiera llevar para no tener que pagar el costoso tratamiento, y por eso era muy importante hacerles creer que se trataba de una oportunidad muy valiosa.

—Porque la dueña del centro es muy delicada y no le gusta que lleguen de improviso, o que pasen personas desconocidas porque eso baja el nivel del lugar; pero en cuanto estemos al aire, hablaré con ella para que pueda atenderlas.

Ya las tenía en sus manos; las otras tres chicas estaban muy interesadas.

—Suena muy bien –comentó Carla.
—Entonces sólo hay que esperar unos días –reflexionó Marina— ¿Qué te hiciste ahí?
—Oh, nada muy profundo –replicó quitando importancia al tema—, sólo una limpieza de cutis, eliminaron unos granos muy molestos que insistían en salir en mi frente; pero ahí hacen maravillas, lo puedo asegurar.

En tanto, Lisandra estaba con su grupo y el de Nubia, charlando animadamente.

—Ahora me digo que en primaria debí haber participado mas en las actividades deportivas —comentó con una sonrisa—, estoy cansada y siento que me van a doler mucho las piernas mañana.
—Pero tenemos que estar listas para todo —comentó Nubia_ ¿Se fijaron en Milena? Era como si fuera incapaz de transpirar o de cansarse, y lo hacía todo tan perfecto.
—Tienes razón —indicó Lisandra—, hay mucho que aprender de ella, pero lo que más me preocupa es eso de que tendremos que producir nuestro propio espectáculo, es abrumador.

Nubia sentía lo mismo, y miro en dirección a Márgara, quien lucía real mente cómoda y tranquila en esos momentos; no había sido la más destacada en los ensayos hasta el momento, pero se veía como si tuviera todo bajo control. ¿Cuestión de actitud o de verdad podría enfrentar todo sin problemas?

—Ahora que lo mencionas, yo me arrepiento de no haber estado más presente en las presentaciones para el carnaval escolar.

Todas rieron ante la broma, aunque en el fondo sabían que no se trataba de un chiste. Era un desafío.

4


La cena en familia era el momento más esperado por la familia de Nubia, y ella también sentía gusto de que todos estuvieran juntos reunidos junto a la mesa de la gran sala.
Papá preparaba los bocados de masa al horno y las tablas de carne y queso, mamá se encargaba de los jugos y tragos, la tía Hilda de disponer los puestos, el tío Freddy de la música y ella junto a su hermano eran los responsables de las salsas y los aderezos; la casa hervía de un amigable ruido y movimiento a las nueve y media de la noche, mientras comenzaba a sonar música rock en español de los años noventa.

— ¿Dónde está la salsa tártara? -gritó su madre.
—Nubia era la responsable hoy —acusó su hermano desde la sala—, es una lenta, una lenta.
— ¡Cállate gato!

El sobrenombre había pasado a ser casi el nombre de pila de su hermano menor; el chico era muy parecido a su padre, pero era el único en la familia que tenía ojos verdes, y almendrados como los de un felino. Nubia probó la salsa que estaba preparando en la cocina y decidió que estaba lista.

—La salsa esta lista en el momento preciso —dijo con tono triunfal—, y para que sepas me quedó estupenda.
—Pase, su majestad.

Burlonamente, el adolescente hizo una exagerada reverencia. El padre, un hombre enorme como un roble le dio un golpe al pasar junto a él.

—Basta, no te pases.
—No importa papá —comentó ella mientras ponía el cuenco al centro de la mesa—, sólo lo hace para llamar la atención.
—Cuidado cariño —intervino la risueña voz de su tío—, no te vayas a disparar en los pies con lo que dices.

Nubia sintió que se le subían los colores a la cara; como de costumbre, su tío hacia el comentario perfecto en el momento indicado, y la verdad era que después de clasificar para un programa de talentos, ella era quien menos tenía autoridad para decir si alguien estaba haciendo algo para llamar la atención o no.

—Y como te disparo, te salvo querida —prosiguió él—, le quiero contar a todos que tengo listo el video que le hice a Nubia con las fotos que le tomé el mes pasado ¡Te ves maravillosa!

Su tío había sido fundamental en la grabación del video que ella envió en primer lugar para su participación en el programa, e insistió en hacer una sesión de fotos en el parque de las esculturas; en un principio, ella temió que las fotos lucieran como un retrato anticuado y básico, pero él tenía todo preparado y las fotos que le había mostrado parecían profesionales e incluso el escenario se veía beneficiado.

—Muchas gracias tío, pero por favor no lo vayas a poner ahora.
— ¡Cómo crees! Lo tengo en el portátil, mañana lo ves con calma, y después lo puedes subir a tu perfil de Pictagram si quieres.
—De acuerdo, lo revisaremos entonces -asintió ella, con agrado.

Su madre intervino mientras se sentaba, como siempre, junto a su esposo.

— ¿Eso es donde Freddy pone las fotos de los trabajos que hace?
—Sí mamá.
—Bueno, está bien. Pero ten cuidado con quien te ve en esas redes, porque vas a estar en televisión y tú sabes que hay pervertidos en todas partes.

Hizo una de sus clásicas pausas. Ella a menudo perdía el hilo de las conversaciones o incluso de lo que hablaba, y es que con una familia numerosa era sencillo para ella perderse algunos detalles.

—Freddy ¿Y tu novio?

El aludido hizo un exagerado gesto de sufrimiento artes de contestar.

—Tuvo que trabajar hoy en la clínica, fue por una emergencia. Es tan bello, siempre está preocupado de sus compañeros.

Nubia se tomó un instante para mirar de lejos a toda su familia mientras la conversación seguía; esos momentos iban a ser menos a partir del próximo martes, pero estaba segura de que cada vez que pudiera reunirse con ellos, las noticias iban a ser mejores. Estaba cansada, pero cenar en familia valía la pena.


Próximo capítulo: Que no pare la música

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