La traición de Adán capítulo 9: El segundo engaño



Adán salió lentamente de la habitación de Carmen, y por una vez agradeció que Pilar reaccionara como la supuesta hija sufriente y se retirara al baño para recomponerse.

–Diablos.

Si antes creía que las cosas estaban complicadas, pues en esos instantes todo era una maraña. Definitivamente no podía seguir estando entre todos y aparentando estar del lado de todos. Tenía que tomar una decisión, y el tiempo del que disponía no era mucho. Tomó su celular y llamó al abogado Izurieta.

– ¿Qué?

Desde luego que se sorprendió al escuchar la noticia, pero como buen zorro viejo, reaccionó en segundos.

– No hagas nada hasta que yo esté allí.
– Aún no sabe que se lo dije.
– Yo me encargo de los ataques de histeria de Carmen – replicó el abogado – estaré allí en cinco minutos.

Así fue. Cinco minutos más tarde, Izurieta estaba presente en la clínica con cara de pocos amigos; por suerte Pilar aun no aparecía.

– ¿Por qué no me llamaste de inmediato?

Obviamente Adán estaba perdiendo puntos, pero ya tenía pensado como recuperarlos.

– Porque estoy con Pilar a mi lado. ¿Qué cree que iba a decir ella si sabía que yo estaba en comunicación directa con usted cuando según sus propias instrucciones debe parecer que estoy del lado de ella?

Izurieta lo miró fijamente.

– Estoy hecho un manojo de nervios con todo esto, Pilar me monta un espectáculo, Carmen y ella hablan como si nada de lo que usted me dijo hubiera pasado, tengo que hacer y deshacer los planes sobre la marcha y además Carmen me pide que la saque de aquí.
– Está bien, está bien, sé que estás bajo presión, todos estamos igual – se disculpó en su estilo – Ahora déjame hablar con Carmen a solas, tú encárgate de entretener a Pilar con cualquier excusa mientras veo si logro hacerla razonar.

Magnifico, ahora volvían a sacarlo de escena, pero no tenía ningún argumento válido en esos momentos, así que se dedicó a esperar a Pilar y luego hacerla perder algo de tiempo. Unos minutos más tarde ambos se reunieron con el abogado en la cafetería de la clínica.

– Pilar, tu madre quiere salir de aquí ahora mismo y necesito que no te opongas.

La joven se mostró sorprendida.

– Me imaginaba eso ¿Y cuál es su argumento?
– Que se siente bien, y estoy casi seguro de que cuando la examinen, los especialistas no van a tener dudas de esto. Ella es muy fuerte.
– ¿Y que se supone que va a pasar después?
– Por lo pronto acompañarla con Adán a su departamento, yo voy a encargarme de los asuntos de la clínica.

Pilar asintió resignada, y eso llamo la atención de Adán. ¿Ese era entonces su nuevo plan, verse como la sufrida hija de Carmen y apoyarla mientras preparaba la siguiente puñalada? ¿O había algo allí, en esa historia madre–hija que ni él ni el zorro de Izurieta sabían?

Casi a las seis de la tarde, los tres llegaron al departamento de Carmen, que estaba ubicado en el barrio más progresista y de moda de la ciudad. El departamento, por supuesto, estaba plagado de obras de arte de la propia Carmen, pero con un gusto que rozaba en lo minimalista. Claramente no había sido decorado por ella, porque más que una vitrina suya, parecía un elegante pero momentáneo asentamiento.

– ¿Qué piensas hacer mamá?
– Prepararme para mi inauguración por supuesto. A propósito ¿Por qué sigues aquí Adán? Supongo que con todo lo que paso debes estar retrasado, y solo falta muy poco.

Adán la observaba en silencio: se veía notablemente mejor, casi podía decirse que estaba como de costumbre, excepto por la ropa desarreglada y el hecho de verla sentada en vez de paseando de un lado a otro como lo haría en una situación así.

– Solo quería asegurarme de que estás bien.
– Claro que estoy bien Adán, no me he muerto, todavía.

Agregó un dejo sarcástico al final de la oración. Ni él ni Pilar acusó el golpe.

– Entonces me retiro. Sabes que por cualquier cosa estoy en línea directa.
– Estaremos en contacto.

Adán salió del departamento, dejando a madre e hija solas.
Pilar se sentó; que extraño, se sentía como una extraña en la casa de su propia madre, y ella misma no ayudaba mucho con eso.

– ¿Por qué volviste?

Pilar volvió a sentir el cuerpo rígido ante la amenazadora voz de su madre. Entonces lo del hospital solo había sido un momento de debilidad de alguien que en comparación con ella era demasiado fuerte.

– Ya te lo dije, volví solo para estar un tiempo; además quería visitar tu inauguración, ver de qué se trataba tu obra, en vivo y en directo, nada más. Después las cosas se sucedieron muy rápido, solo hice lo que se me ocurrió que sería lo más adecuado.
– Quiero dejarte claro que nada de lo que has hecho ahora cambia nada de lo que paso antes. Solo quería que supieras que valoro lo que hiciste por la galería.

La actitud de Carmen era por lo demás contradictoria, pero Pilar volvió a sujetarse de un clavo ardiendo, es decir a la pequeña porción de su madre que estaba cerca de ella.

– Lo que no entiendo es que es lo que está sucediendo con la galería de arte, me refiero a porque te alegra que y detuviera la inauguración que estaba en manos de Adán cuando fuiste tú misma quien lo autorizó a hacerlo.

Carmen se puso de pie resueltamente, pero eso no había ocultado del todo que fuera tomada por sorpresa por la pregunta de su hija.

– Eso no es de tu incumbencia.
– Pero al menos dime que es lo que pasó.

Carmen guió sus pasos a raves de la sala. Por una parte seguía desconfiando de su hija y no creía ni una palabra de lo que le había dicho, pero por otro lado, le serviría mucho más tenerla cerca para poder vigilarla.

– Las cosas cambiaron en el último tiempo.
– ¿Es algo que tiene que ver con él?
– Adán no tiene nada que ver con esto, él es mi colaborador más importante, de hecho ha sido fundamental en el armado de la galería.
–Entonces hay algo que se interpone o de lo contrario no estarías tan nerviosa.

Carmen dio con el punto.

– Es la verdad. Hay algo que se interpone, y por eso es que creí que se trataba de ti, como te darás cuenta las cosas confluyeron.
– Pero mamá, ya te dije que yo no...
– Eso no importa ahora –la interrumpió con tono más firme– lo que importa es que la inauguración de mi galería es muy pronto y ya que estas aquí me podrías ayudar.

Pilar esbozó una sonrisa nerviosa.

– Solo dilo.
–Necesito contactar a la directora de la revista Obra maestra, se ha negado a darme una cita y asumo que no va a ir a mi inaugura con; necesito que ella también esté, no puedo tener ausencias.
– Hablaré con ella lo más pronto posible.
– Muy bien, ahora déjame sola, necesito prepararme para todo lo que hace falta.
–Está bien.

Pilar salió del departamento de Carmen sin saber muy bien que pensar ¿En qué torbellino se había convertido todo?

Mientras tanto, Micaela estaba ordenando algunas cosas en su departamento, mientras le daba la impresión de que nunca terminaría. En eso tocaron el timbre.

– Que puntual.
– Hola.

Esteban entró al departamento en una tenida casi tan informal como a ella: Micaela estaba de buzo y zapatillas, él llegaba con polo y jeans, el cabello revuelto y un aspecto de total descuido que lo hacía mucho más real que la ciudada tenida de oficina.

– Cielos, cuando dijiste que estabas ordenando un poco te quedaste corta.
– Te dije que estaba recién llegando al país.
– Pues entonces empecemos de una vez.

Pasados algunos momentos ya se había roto el hielo y ambos movían cajas mientras bromeaban.

– ¿Así que rockeas? eso explica porque parece que estas dentro de una cárcel cuando estas de traje y corbata.

Esteban rió.

– Lo mismo digo. Oye y hablando de cosas que no son muy agradables pero que de todas maneras hay que hacer, esta noche tengo un evento del que no puedo escapar y no tengo quien me acompañe ¿Qué dices?

Micaela trataba de mover una gran caja, pero tuvo que dejarlo en manos de él.

– ¿Ahora estás invitándome a salir?
– No, es solo que el evento es de la empresa y no puedo decir que no, así que me aburriré solo y una amiga me serviría muchísimo.
– ¿De qué se trata?
– La inauguraciones la galería de arte de Carmen Basaure, es una artista conocida, supongo que te suena el nombre.

A Micaela se le cayó de las manos una caja que por suerte solo contenía papeles.

– ¿Que fue algo que dije o qué?

Micaela se demoró algunos segundos en recoger la caja, y aprovechó de recogerse el cabello para darse tiempo de recuperarse ¿Que acaso la estaban persiguiendo?

– ¿Estás bien?
– Claro –replicó ella mecánicamente– ¿Y tu empresa que tiene que ver con la galería de arte?
– Casi nada, es solo que ya sabes, el negocio inmobiliario tiene muchas implicancias y creo que es porque el dueño de las instalaciones de la galería es amigo de nuestro jefe máximo. Así que ¿qué dices?

¿Que podía decir? ¿Que no podía ir porque estaba peligrosamente relacionada con la gente de la galería y porque era el último lugar al que quería ir? Ya había decidido extirparse todo lo que tuviera que ver con Pilar, pero terminar en la inauguración de la galería de arte de su madre no estaba entre sus primeras opciones.

– ¿A qué hora es?
– Mañana a las ocho.
– No es exactamente lo que considero un gran evento, pero es que no tengo como decirte que no cuando estas siendo tan lindo en ayudarme.
– Mira, para terminar de convencerte te ofrezco unas cervezas luego del evento.

Micaela suspiró.

– Hecho.

Mientras tanto, Adán estaba llegando a la galería de arte de Carmen para retomar sus labores. Estaba cansado, pero principalmente preocupado, aunque suponiendo por el momento que las cosas estaban bien.

Faltaba un día y poco más de una hora para la inauguración, tenía en su poder nuevamente el control del trabajo en la galería, y sabía que tenía muy bien aleccionado al personal para que cumplieran sus órdenes.
No estaba acostumbrado a sentir fascinación por los objetos, pero desde que había visto los dos cuadros había sentido la necesidad de volver a ver el efecto de ambos a la vez.
Luego de una breve incursión en la puerta secreta del taller, concluyó que todo estaba bien, pero justo en ese momento se le ocurrió que tal vez Carmen no tuviera pensado desde un principio decirle cuales eran los motivos de su ataque, o que historia se tejía entre ella y su hija, y si era así ¿No estaba quedando fuera de la jugada?
No.
Podía hacer algo deleznable, pero que le permitiría tener el control no solo de la galería, sino que también del futuro curso de los acontecimientos: espiaría a Carmen Basaure.






Próximo episodio: Presentación

Nuevo fanfic


En la mítica batalla final entre Autobots y Decepticons, mientras todos los ojos estaban en Megatron y Optimus y la guerra de gestalts, sucedió algo inesperado: alguien sobrevivió.  

Pronto, un fanfic que explora el inmenso universo de Transformers.
    Transformers: La otra matrix





Esto es para ustedes

Soy escritor de la vida, de los que escribe además de hacer otras cosas, que escribe cuando tengo tiempo, porque ideas siempre tengo: las voy formando mientras pasan otras cosas, armo las escenas, recreo en mi mente los diálogos y voy madurando todo, para que al momento de escribir, simplemente fluya; armo las escenas en secuencia, o me nacen escenas futuras y las dejo archivadas para luego reunir todo. Pienso en los  personajes mientras cocino, cuando voy en el subte o mientras leo, y vivo la vida entre otras cosas porque de vida se nutre la literatura.

Siempre me estoy nutriendo de todo lo que pasa a mi alrededor. La mayoría de mis novelas son urbanas, suceden en una versión propia de una ciudad que podría ser la tuya o la mía, donde hay congestiones de tráfico, problemas de comunicación, y gente común y corriente. Claro, también hay personajes estrafalarios o situaciones inverosímiles, eso es parte del todo, pero en el fondo quiero que ustedes conozcan un mundo nuevo, y que reconozcan también el suyo en eso. Y si se divierten, se ríen o lloran, tanto mejor, porque mi misión va  a estar cumplida.

Los invito a encontrar Libros para después en Facebook,  a seguir las novedades en lopezcoleccionista.tumblr.com y a encontrar cada semana un nuevo episodio en Wattpad y en librosparadespues.blogspot.com







Maldita secundaria capítulo 11: Elige para sobrevivir



Miércoles 17 Octubre

—Gracias por venir.
—No lo agradezcas, mejor explícanos que es lo que está pasando.

Los tres estaban reunidos en una sala, minutos antes de que comenzaran las clases. La juvenil voz masculina respondió en voz baja.

—Tengo serias razones para creer que hay una respuesta para lo que nos pasó el otro día.

Una de las dos voces femeninas habló, dejando notar su nerviosismo.

— ¿Cómo lo averiguaste?
—Prefiero no adelantarlo, pero necesito que me ayuden en algo antes de hablar.

La otra voz femenina intervino.

— ¿Qué quieres?
—Es sencillo. Tenemos que descubrir si esas personas están involucradas, y la única forma es seguirlos. Hoy es el día.

Secundaria Santa Sofía.
Inicio tercera hora de clases
Sala de Lenguaje

La sala aún era un absoluto caos sin la presencia de la maestra; Soledad se acercó a Dani muy preocupada.

—Dani, tengo que contarte algo.
— ¿Qué pasa, por qué tienes esa cara?

La chica miró en derredor, y aunque no había nadie exactamente cerca, igualmente habló en voz baja.

—Creo que está pasando algo extraño.
— ¿Por qué lo dices?
—Tengo la sensación de que alguien me ha estado siguiendo.

Dani la miró sorprendido.

— ¿Qué?

Iba a decir algo más, pero la alarma de evacuación sonó precisamente en esos momentos. El ruido generalizado fue reemplazado por una confusión total, y algunos gritos desesperados de los más alarmistas.

—Por favor estudiantes —exclamó el inspector Vergara parándose en el umbral de la puerta— no se alarmen. Permanezcan en sus puestos.

Carolina frunció el ceño. Vergara estaba actuando como de costumbre, excepto que no estaba aplicando el procedimiento de emergencias que ya había aplicado en los ensayos. Fernando se deslizó hacia el resto mientras el nerviosismo cundía.

—Aquí pasa algo raro, no se escucha al director por el altavoz.
—Porque probablemente no sea una alerta oficial —comentó Leticia— de pronto se trata de los espíritus.
—Habla más bajo —la reprendió Fernando— pero te encuentro razón.
—Yo me preocuparía más por lo que está pasando afuera —intervino Soledad— porque con Vergara ahí no podemos salir a ver qué es lo que está pasando. Ahora mismo alguien podría estar en riesgo.

Solo en ese momento Lorena comprendió que era lo que la había estado molestando durante todo ese tiempo; desde lo de Dani, sabía que algo no estaba bien, que algo además de los espíritus había evolucionado, y al escuchar a Soledad, lo comprendió. Miró alarmada a Dani.

—Dani, hay que salir de la sala ahora mismo. Tengo un mal presentimiento.

El joven la miró con los ojos muy abiertos; el mensaje había sido transmitido con toda claridad.

—Si, tienes razón, pero no se me ocurre nada, si alguien tiene alguna sugerencia...

En ese momento la alarma de evacuación dejó de sonar, y el inspector se apartó un poco para darle paso al maestro. Lorena miró desesperadamente a la puerta, y aplicó lo único que se le ocurrió, dejándose caer desvanecida en los brazos de Fernando.

— ¡Ayúdenme por favor, acaba de desmayarse!

Fernando dramatizó la escena subiendo el tono de voz, con lo que llamó la atención de todos. Dani le dio un codazo a Soledad.

—Desmáyate, que esperas.

Ella iba a replicar algo, pero se rindió y puso los ojos en blanco, tras lo cual se dejó caer en sus brazos.

— ¡Soledad!

Vergara se acercó al grupo ante las miradas de todos los compañeros. Por un momento Leticia creyó que los había descubierto, pero el hombre se limitó a mirarlos muy fijamente.

—Acompañen a éstas dos señoritas a la enfermería.

Rápidamente los restantes cinco se las ingeniaron para parecer necesarios en llevarlas fuera; sin embargo tuvieron que seguir fingiendo por el pasillo hasta la escalera al notar la insistente mirada del inspector.

—Las cosas deben estar realmente movidas como para que Vergara no sospechara de ti —le dijo Fernando a Hernán— parece que su nivel de sorpresa está muy arriba.

Hernán hizo una mueca.

—Supongo que estaba distraído destapándose los oídos después de tus gritos —replicó el otro— ahora si nos concentramos, debería haber un lugar adonde ir a investigar, no va a pasar mucho tiempo hasta que nos descubran.

Se reunieron con Dani abajo.

—Escuchen, hay que comprobar lo de la alarma y eso es en la parte de atrás, pero me preocupa el director.

En ese momento el altavoz se escuchó encender, y la fuerte y serena voz del director quebró el silencio del patio.

—Estudiantes, por favor manténganse dentro de sus salas, la alarma que escucharon fue solo un defecto del sistema, no hay alarma ni ningún motivo de evacuación. Por favor continúen con sus estudios.

Leticia hizo una mueca.

—Genial, salimos de la sala por nada.

Pero Lorena sorprendió a todos ahogando un grito.

— ¡No puede ser!
— ¿Qué pasa, qué? —exclamó Fernando mirando en todas direcciones— ¿que viste?

La joven se veía devastada, pero a todas luces era la única que sabía de qué hablaba.

—Lorena, dime en que piensas.
—La alarma de evacuación —dijo— el motivo por el que pasó ésto, la verdad de todo ésto es...

Todos se reunieron a su alrededor.

— ¿De qué estás hablando?
—Esto no pasó por casualidad —repuso aun procesando lo que estaba pasando por su mente— muchachos, la alarma de evacuación no tiene nada que ver con el espíritu de Matías ni con los de los secuestradores. Es una trampa.

Soledad sintió que le caía un peso encima.

—No puede ser, dime por qué estás diciendo algo así.
—No hay tiempo para eso, tenemos que ir a la enfermería; hay que tratar que parezca que salimos por esa razón.

Comenzaron a caminar nerviosamente hacia la parte delantera de la secundaria, con todos atendiendo a lo que nerviosamente decía Lorena.

—Seguramente ya es muy tarde, pero hagamos pantalla de todas maneras.
— ¿Pero de qué estás hablando?
— ¿Acaso no les parece muy raro que después del ataque a Dani y al Director no haya pasado nada más?

Fernando ahogó una risa burlona.

—No, no me pareció raro, fue una bendición o habríamos terminado todos hospitalizados.
—Estoy hablando en serio Fernando. Todo lo que pasó fue en la mañana, ¿por qué no iba a haber algún otro ataque si los espíritus de los secuestradores estaban desatados?
—N—no lo sé, ya habían descargado todo su poder sobre nosotros.
—O sobre alguien más —intervino Carolina— ¿es eso lo que tratas de decir?
—Después durante el día no estuvimos aquí, ¿cómo podríamos saberlo? Y después las cosas quedaron en ese estado tan extraño, cualquiera pensaría que se trataba de algo nuevo, pero nunca nos preguntamos si pasó o no algo más.

En eso llegaron a la enfermería. La señorita Bastías abrió la puerta y los miró fijamente.

—Buenos días.

La enfermera era una mujer corpulenta y fuerte, de carácter fuerte pero afable, y que siempre parecía tener razón en cada diagnóstico gratuito o en los orígenes que imaginaba de los malestares de los estudiantes.

—Ustedes están volviéndose clientes frecuentes de ésta enfermería —dijo poniendo los brazos en jarras— ¿qué ocurrió ahora?
—Dos compañeras con dolores de cabeza —dijo Fernando entrando con decisión— seguramente es por lo de la alarma.

Lorena y Soledad se sentaron con cara de circunstancia frente a la enfermera, que hizo algunos testeos de rutina como evaluar el pulso y revisar el iris.

—Es un poco de estrés —sentenció acercándose a su escritorio— cuando dejen de involucrarse tanto en cosas sin importancia como una simple alarma éstas cosas dejarán de pasar.
—Seguramente está teniendo mucho trabajo últimamente.

La señorita Bastías miró a Dani con la misma expresión embelesada de casi todas las maestras.

—Si mi vida, desde hace un tiempo en ésta secundaria pasa cada accidente más extraño que el anterior, y además parece que la mala suerte persigue a las mismas personas, ustedes son la muestra de ello.

Dedicó un momento a rellenar un informe; todos miraron alarmados a Lorena, quien después de un instante le hizo un gesto a Dani.

—Tal vez es por la presión del fin de año, todos estamos nerviosos y torpes.
—Nada de actividades fuertes, hoy según el horario no tienen clase de deporte, y un analgésico —sentenció guardando la ficha en la repisa que correspondía a los terceros, y que extrañamente era la que estaba más llena de todas— puede ser cariño, ustedes los jóvenes tienen tanta energía que a veces eso los supera. Pero supongo que está bien, al menos las peleas no han aumentado, aunque si los accidentes.
— ¿Algún día más pesado que el otro?
—Claro cielo, el Miércoles; mi enfermería parecía hospital de campaña, entre ustedes, y más tarde la chica que quedó encerrada en el laboratorio de química con un experimento peligroso, la que cayó desmayada, el pobre al que golpearon entre varios... bueno, pero ya está bien de tanta palabrería, vuelvan a sus salas, y tu cariño, me debes una visita, estoy preocupada.

Dani se acercó a la puerta con los demás.

—Muchas gracias, pero estoy bien; le prometo que para fin de mes estaré por aquí.
—O quizás antes.

Los dejó y cerró la puerta. Otra vez todos se reunieron en torno a Lorena.

— ¿Quieres explicarnos de una vez por todas qué diablos está pasando?
—Lo que suponía es verdad. Todo ésto de la alarma fue una trampa, alguien nos descubrió.

Todos se quedaron en silencio ante las palabras Lorena.

—No puede ser, debe haber otra explicación.
—Yo al menos no la encuentro. Esos tres estudiantes, los que mencionó la señorita Bastías, lo que les pasó fue justamente después de que salimos de la secundaria, cuando no podíamos hacer nada por ayudar. Y justamente ahora alguien acciona la alarma misteriosamente cuando estábamos atrapados en la sala. Como si lo hubieran planeado.

Fernando tragó saliva.

—Y no ha pasado nada fuera de lo común.
—No, no puede ser —dijo Dani sin mucha convicción— no puede pasarnos ésto justo ahora, no ahora que estamos tan cerca...
—Esperen, esperen —intervino Hernán— antes de desesperarse, hay que saber si de verdad tienen razón o no.
—Y que quieres que haga —le espetó Fernando— no puedo ir a preguntar por ahí: oye, ¿tu descubriste que somos un grupo que pelea contra espíritus del más allá?
—No digas tonterías, sé que te cuesta pero controla lo que dices.
—Aunque tal vez no sea mala idea.
— ¿Que, enloqueciste?

Dani suspiró profundamente.

—Probablemente, pero todos estamos un poco locos ya; vamos a la biblioteca.
— ¿Y con qué excusa?
—Francamente Leticia, ya me da igual.

Minutos después los siete estaban en la biblioteca ante uno de los ordenadores.

—No puedo seguir esperando —se quejó Soledad— ¿crees que podrás hacer algo Leticia?

Leticia estaba tratando de entrar en el servidor del sitio sured.

—No es difícil, sobre todo porque no quiero meterme a las salas de chat, solo quiero saber si... Ay por todos los cielos...

Encontró un grupo de conversación cerrado que llamó su atención. Para entrar se necesitaba una clave, y se le ocurrió escribir "siete" "espiritus" y falló, pero descubrió que era una palabra de seis letras.

— ¿Que puede ser?
—Oculto; es lo que somos ¿o no?

Leticia probó y funcionó. Claramente habían borrado los mensajes más antiguos, pero la última línea que quedaba era muy clara: vamos a descubrir lo que esconden esos siete. A Soledad se le vino el mundo encima.

— ¿No puede ser, pero cómo?
—Es bastante lógico si lo pensamos —dijo Leticia pesadamente— hemos estado todo este tiempo llamando la atención en medio de los disturbios que pasan en ésta secundaria, y ahora que Lorena lo dice, dejamos de lado el lugar ese día, porque claramente no estábamos para hacernos cargo.
—Y los espíritus siguieron provocando cosas —intervino Fernando— pero la pregunta no es qué pasó, la pregunta es por qué ellos tres en particular están tras nuestros pasos.

Dani se removió incómodo.

—No, no es eso, es más complicado aún.
— ¿Que dices?
—Adriano del Real nos lo dijo —explicó sin terminar de convencerse— nadie tenía que saber lo que pasaba o las cosas se pondrían peores, y ustedes mismos me dijeron que luego del accidente aquí todo cambió. Perfectamente puede tratarse de eso.

Fernando tuvo que sentarse.

— ¿Y qué se supone que vamos a hacer ahora? Esto no tiene sentido, si se supone que hay más gente enterada, deberían haber cambiado las cosas y no es así.

Pero él mismo no estaba muy convencido de eso, y la duda ya se había esparcido por todo el grupo; Dani habló en voz más baja.

—Lorena, ¿era ésto lo que temías?
—No, pero es lo único que tiene sentido ahora.

El silencio de la biblioteca estaba haciéndose cada vez más insoportable; de pronto había ocurrido algo más inesperado que todo lo anterior, y la incertidumbre era un componente que ninguno de ellos se esperaba.

—Estamos expuestos. Si alguno de ellos habla, la noticia correrá como pólvora y estaremos metidos en problemas peores.

Dani estaba inmóvil ante los demás.

—Lo sé.

Hernán resopló.

—Todo lo que hemos hecho está en peligro. Esas personas pueden arruinarlo todo.

Fernando odiaba estar de acuerdo con él, pero tenía la razón.

—Las personas que saben que estamos metidos en ésto pueden querer investigar por su propia seguridad o por las razones que sea, pero igual son un peligro.
—Desde un principio —comentó Lorena nerviosamente— sabíamos que si más personas se enteraban de ésto las cosas se saldrían de control.

Soledad suspiró.

—Estamos atrapados. Si ésto de verdad es así, el riesgo es mucho mayor que antes, puede pasar cualquier cosa.
—No solo eso —agregó Leticia— también está en peligro la gente de la Secundaria.
—Eso también lo sé.

Carolina sabía muy bien a lo que se exponían.

—Hay que tomar una decisión ahora. ¿Qué vamos a hacer?

Dani respondió resueltamente.

—No hay salida. Tendremos que decirles toda la verdad.



Próximo capítulo: Sin temor