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La otra matrix Capítulo 10: Una jornada normal
La corte de los despreciados
En el aposento de Aldren , el pequeño dron de cuidado personal se acercó nuevamente a ella, pero la líder lo descartó otra vez con un movimiento de la mano; a todas vistas ofendido, el diminuto androide se elevó con lentitud y se ocultó en un resquicio en el techo.
—Aldren ¿Por qué hay que cambiar la órbita de la corte, qué fue lo qué te sucedió, qué significan esas heridas?
—El banco de rocas espaciales donde se ubicaba la amatista estelar no era objetivo sólo mío, también lo era de alguien más. Me encontré con Arciagan.
— ¡Qué! —exclamó Heavythread—. Después de todo este tiempo… Ahora entiendo por qué decidiste eso, el banco de rocas espaciales está aproximadamente en curso de la órbita de la corte.
—Sin embargo no es el único problema que tenemos —replicó ella acercándose a la puerta—, ven acá, no voy a rogarte.
Los tres se quedaron detenidos en el umbral mientras el pequeño dron recapacitaba; descendió con lentitud y se posó en el hombro derecho de ella; después de eso salieron al pasillo, donde otro transformer los estaba esperando. Se trataba de un robot de un vivo color azul y con placas protectoras en los hombros y piernas que esperaba inmóvil la salida de Aldren y los demás.
—Filence, qué bueno que estás aquí, este es el muchacho del que vas a hacerte cargo, quiero que seas su guardia personal hasta que pueda ocuparme de él.
El otro hizo un asentimiento imperceptible y se quedó al lado de SoulBreaker.
Después de dejarlo junto a su nuevo guardia en uno de los salones centrales, Aldren y Heavythread continuaron caminando por un pasillo.
—Dime qué fue lo que sucedió con la amatista estelar. ¿Acaso Arciagan se quedó con ella?
—Sucedió algo más preocupante —dijo Aldren—, un accidente provocó la creación de un arrecife estelar. Y cómo sabes, hay varios días de maduración hasta que podamos intervenir y sacar los trozos desde el interior; sin embargo la cercanía de ella me hace temer que alguien pueda amenazar la seguridad de la corte, lo mejor que podemos hacer es cambiar el curso y ponernos a salvo.
—Sabes que es peligroso cambiar el curso de la corte sin consultar los planos numéricos de Alfan, no sabemos lo que podemos encontrar en el camino.
—Tendré que asumir el riesgo respondió ella.
Soulbreaker No sabía muy bien qué hacer, de modo que trató de entablar conversación con Filence.
—Así que… tú vas a ser mi guardaespaldas ¿Cierto?
El otro no respondió, aunque algo en su inexpresivo rostro lo hizo sentir incómodo, como si fuera incorrecto hablar en un momento como ese. Se preguntó cuál sería la capacidad especial de su acompañante.
2
El ojo púrpura del cíclope se mantenía posado impertérrito sobre ella, pero Arciagan se recuperó rápido de la impresión inicial.
—Debiste decirme que lo tenías aquí, por un momento pensé que se trataba de Shockwave.
Spektre continuaba preocupado por ella; sin embargo verla hacer una conclusión tan rápida como siempre lo tranquilizó un poco.
—Estoy haciéndole una revisión de rutina.
Los ojos de la ladycon brillaron; Arciagan sabía que el clon de Shockwave había sido desechado por este tiempo atrás; sin embargo Spektre lo había sustraído de la planta de ensamblaje adonde se le envió para su desmantelamiento, para utilizarlo como un arma futura. Posteriormente, utilizando los conocimientos numéricos de él y la experticia en batalla de ella, comenzaron a producir mejoras en el clon hasta llegar a convertirlo en una auténtica máquina de batalla. De momento no habían necesitado usar lo.
— ¿Sabés una cosa? —comentó con un tono de voz melodioso—, creo que es una excelente idea que se encuentre a punto de funcionamiento, tengo la oportunidad perfecta para probar su verdadero poder.
Se hizo una pausa, en la que él comprendió que su compañera tenía una idea que, de seguro, tenía que ver con sus planes anteriores y de los que aún no sabía nada.
— ¿Y entonces vas a decirme qué fue lo que sucedió?
—Por supuesto cariño —replicó ella mirándolo directamente—, estoy segura de que te va a encantar esta historia.
3
El curso de desplazamiento de la corte de los despreciados fue cambiado con facilidad tras las órdenes de Aldren, y todo pareció volver a la tranquilidad con bastante rapidez. Un par de horas más tarde, Filence acompañó a Soulbreaker hacia el puente de mando de la corte: se trataba de una gran sala ubicada en el extremo opuesto a la plataforma de aterrizaje donde había llegado en primer lugar.
A pesar de lo que había supuesto al momento de aterrizar allí, la corte no era un asteroide perfectamente redondo, se asemejaba más a un óvalo inexacto, del cual el puente de mando era una especie de cabina. Por lo que le explicó Heavythread cuando llegaron al puente y mientras esperaban a la líder, desde el punto de vista del puente de mando, a continuación se encontraban los salones técnicos, y de armas en los extremos superior e inferior, bajo los cuales se encontraban los aposentos de los distintos habitantes, el cuarto de máquinas, el reactor central que había reparado, y hacia el final, la plataforma de despegue, el bar, la zona de esparcimiento y entrenamiento. En el lugar al que llegaron había una veintena de transformers, entre ellos a los que Soulbreaker ya conocía. Aldren apareció por un costado y enfrentó al grupo.
—Gracias por reunirse aquí conmigo —dijo con un tono afable—. Cómo sabrán, he decidido cambiar el curso de desplazamiento de la corte; esto lo hice por nuestra seguridad. De todas maneras espero que podamos retomar el curso que teníamos planificado desde antes; además de esto, hay un nuevo integrante entre nosotros, o eso es lo que me parece.
Soulbreaker ya se había estado temiendo algo como eso; sin querer llamar la atención asintió con un gesto mínimo y trató de ignorar que todas las miradas estaban sobre él.
—Soulbreaker —dijo ella con un tono autoritario, aunque no duro—, fuiste traído aquí por uno de nuestros amigos, porque él cree que este es el lugar correcto para ti. Ahora me gustaría saber qué es lo que piensas tú.
Después que Heavythread lo presentara con ella, lo que él esperaba era algún tipo de entrevista privada y no algo parecido a un espectáculo de circo, pero no quiso quejarse después de la buena acogida que había tenido por parte de todos.
—La verdad no sé qué es lo que quieres…
—Lo que quiero —dijo ella adelantándose a sus palabras—, es que nos cuentes lo que te pasó, es decir cuál es el motivo por el que terminaste encerrado en dónde estabas.
Se dio a sí mismo un momento para asimilar la realidad de su pasado y comenzó a hablar.
—Entiendo… yo les contaré mi historia…
—No —dijo ella con energía—, no queremos que nos cuentes una historia. Escucha, lo primero que deben haber hecho contigo en ese lugar es convencerte de que tenías una historia que contar, pero yo sé que en el fondo de tu ser, sabes que esa historia en realidad es lo que te ocurrió.
—Disculpa, pero no entiendo a lo que te refieres.
— ¿Sabes por qué la mayoría de nosotros estamos aquí? Es porque hemos sido rechazados, porque no encajamos con lo que la sociedad espera de nosotros. ¿Acaso crees que alguien entre los Autobots le creyó a Undertow cuando les dijo que él fue un escudero de los Caballeros de Cybertron? Por supuesto que no. Consideraron que eso era una historia, algo que él se había inventado dentro de su cabeza hasta convencerse de que eso era real, y lo mismo ocurrió con muchos de nosotros. Hay algo que debes entender: en este universo no importa lo que suceda, no importa lo que otros te digan, o cuántos puedan estar en tu contra, la verdad siempre es la verdad y tienes que luchar con todas tus fuerzas para defenderla y mantenerla a salvo en ti.
Escuchar que alguien que apenas lo conocía una confianza de ese tipo hizo que Soulbreaker se sintiera conmovido, mucho más que cuando lo celebraron por reparar el reactor, y entendió que no necesitaba alabanzas, sólo necesitaba que creyeran en él, es decir tener algo sólido sobre lo que sustentar sus pensamientos.
Más tarde, cuando terminó de relatar los hechos en los que se había visto envuelto hasta la aparición de Hevaythread, descubrió que todos a su alrededor lo observaban en un silencio absoluto, y hasta la líder se mantenía respetuosamente inmóvil y atenta a sus palabras.
—Tu vida no ha sido fácil —dijo Aldren una vez que él terminó de hablar—, para mí este es un lugar apropiado para que puedas comenzar una nueva vida, y las puertas de la corte están abiertas para que te quedes, pero la decisión final es tuya. ¿Qué vas hacer?
Soulbreaker miró alrededor, y a pesar de que apenas había intercambiado pocas palabras con Heavythread, Aldren, Chainrack, Underslow y Undertow, se sentía en confianza, como si todos ellos estuvieran dispuestos a conocerlo.
—Sí —dijo al fin—, quiero quedarme.
4
Cybertron. Mientras tanto.
El espacio parecía convertirse en un torbellino negro que succionaba todo alrededor; no podía realizar sus labores como tenía que realizarlas, estaba atrapado en algo que no podía explicar y sabía que eso estaba poniendo en riesgo a todos los Autobots.
—Rodimus ¿me estás escuchando?
—Tú estabas allí en ese momento.
Ultramagnus no respondió, sin embargo mantuvo la mirada del líder de los autobots.
—Desde ayer te he visto muy extraño ¿acaso se trata de eso?
Estaban hablando sobre los acontecimientos del asteroide de tratamiento médico, sin embargo los pensamientos de Rodimus se encontraban bastante lejos de allí.
—Ciertamente —dijo tratando de retomar el hilo de sus propias palabras— la desaparición de Heartfire desde el Helios-4 es preocupante, demuestra que nuestros estándares de seguridad no son tan altos como creíamos. Es preocupante —puntualizó.
Ultra magnus se había dado cuenta de que el líder no era el mismo de siempre, o tal vez debería decir que no actuaba con la seguridad que su cargo y el objeto que llevaba en su pecho harían suponer; sin embargo y de manera coincidente con la aparición de la copia de la Matrix en poder de Heartfire, a quien él mismo había llevado ante su presencia, su actuar se había vuelto más cambiante e inestable: parecía abstraído, en muchas ocasiones perdía el hilo de sus pensamientos o lucía extraño y perdido. A ojos de los demás no parecía estar sucediendo nada, pero eso era gracias a que sus apariciones en público se habían reducido al máximo; sólo los miembros de la Muralla Autobot y los comandantes intercambiaban opiniones o alternaban con él.
—En tu informe dijiste que no viste nada especial.
Ultramagnus sabía que ese momento iba a llegar, y estaba preparado para ello. Cuando vio a HeartFire salir de esa habitación, estaba por casualidad en un punto estratégico tras un recodo, y en una milésima de segundo comprendió que se encontraba en una especie de punto ciego, donde las cámaras nunca captarían el ángulo exacto de su punto de vista, ya que avanzaba caminando muy despacio y cabizbajo. ¿Cómo podía imaginar que justo el día en que, corroído por la culpa había tomado la decisión de visitar al muchacho, éste iba a encontrar una manera de escapar del asteroide médico? No pudo explicárselo en ese momento y tampoco después cuando le dio mil vueltas al asunto, pero en su interior supo dos cosas: la primera de ellas es que el muchacho estaba escapando, y la segunda, que su lugar estaba fuera de allí y no encerrado bajo vigilancia y tratamiento. Se prometió a sí mismo conservar ese secreto inexplicable, asegurar que en realidad no lo había visto, hecho que se vio confirmado por los reportes de las cámaras de seguridad que mostraban cómo, por arte de milagro, el sujeto evadido salía de la zona de trabajo que le había sido asignada, y esquivaba con precisión milimétrica a cualquier otro autobot hasta conseguir salir por uno de los compartimientos a través de los cuales se arrojaban ciertos desperdicios. Ultramagnus sabía que de acuerdo al protocolo había hecho algo incorrecto, pero lo cierto es que jamás se había sentido más satisfecho haciendo algo que no era lo que debía hacer.
— ¿Qué es lo que te molesta Rodimus? —preguntó sin inflexión en la voz— ¿te molesta que ese muchacho haya podido escapar, o que yo no haya podido detenerlo?
No era una acusación, pero el comandante necesitaba saber cuál era la opinión del líder: si le decía que desconfiaba de él por lo que había sucedido anteriormente, presentaría su dimisión al cargo de manera inmediata. Aunque en su interior se prometió nunca revelar lo que de verdad había sucedido, sentía que se lo debía a ese muchacho, después de entregarlo a las autoridades por el motivo que fuese. Sin embargo sus palabras parecieron devolver a Rodimus al presente.
—No. De ninguna manera —afirmó con vehemencia—, es imposible que piense que tienes algo que ver en esto, sé a la perfección que si hubiera estado en tus manos, habrías impedido que se escapara, pero no estaba bajo tu control.
—Entonces dime de qué se trata, confía en mí.
Rodimus se pregunto qué haría Optimus en su lugar. ¿Se habría sentido también él confundido y absorbido por esa extraña e indefinible sensación? a veces sentía como si la Matrix fuera a disolverse en su pecho, para nunca volver a aparecer.
—Me preocupa que sucedan cosas como ésta porque demuestran que no estamos seguros ante un potencial ataque, y es un hecho que Galvatron planea algo, sus tropas han estado demasiado tranquilas y Unicron demasiado inmóvil en el espacio.
—Pondremos más énfasis en mejorar las políticas de seguridad.
Rodimus no contestó.
5
A pesar de la multitud que presenció los hechos, Soulbreaker pasó a convertirse en noticia vieja con gran rapidez, y a los pocos minutos ya era como si llevara bastante tiempo en La corte. Después de la reunión, varios se trasladaron al bar, que era atendido por la alegre Usleazy, una minicon que dominaba el lugar con su voz y sus amplios conocimientos de todo.
—Aldren, hay algo que quiero preguntarte.
—Dime.
— ¿Cuáles son mis ocupaciones? Me refiero a qué es lo que debo hacer en este lugar.
Aldren se mostraba muy relajada y tranquila en el bar, comportándose como cualquiera de ellos en vez de mostrarse como la líder de gran carácter que era unos minutos antes.
—Esto no es Cybertron Soulbreaker.
—No entiendo.
Ella dio un trago de energon.
—Aquí muchos de nosotros podemos hacer algo útil, aunque no todos. Mira, si sirves para algo, bienvenido seas, pero esto no funciona como una milicia o todas esas cosas que conoces; me interesa que este lugar funcione porque no hay hogar que se mantenga solo, pero creemos que cada uno puede organizar su rutina como mejor le parezca y hacer lo que quiera por ayudar al resto y a La corte.
—Lo que ella está tratando de decir —intervino Usleazy—, es que no hay obligaciones impuestas. Yo estoy en el bar porque me hace sentir bien, este es mi medioambiente. ¿para qué sirves tú?
Soulbreaker asintió, animado.
—Soy bueno con los cables —explicó—. Y parece que no tienen un técnico aquí, así que puedo ayudar.
— ¿Pero es eso lo que te gusta hacer?
—Como dijiste, me siento en mi ambiente cuando estoy reparando cables y haciendo conexiones.
Usleazy hizo aparecer de un estante un vaso de energon y lo deslizó por una canaleta, hasta que llegó a las manos de un sujeto a varios metros de distancia.
—Entonces creo que está decidido cariño. Y ya que estás en eso ¿por qué no revisas las luces de esa tarima? Hace días que está parpadeando y mi bar no puede lucir mal.
—También podrías ayudarme con las luces de mi cuarto —intervino Chainrack apareciendo por un costado—, sé que brillo con este color de fuselaje, pero no me gusta estar a oscuras.
—Está bien, está bien, sólo no me presionen.
Se sentía tan bien en ese lugar que le parecía imposible que todo lo ocurrido antes estuviera tan sólo a unos meses de distancia; sin embargo, aún faltaba algo más.
—Escuchen, parece que vamos a tener un atardecer.
Alguien dio ese inexplicable aviso, el que hizo que varios en el bar se dirigieran a una de las salidas. Aldren le hizo un gesto para que la acompañara.
—Estoy segura de que Heavythread te dijo que este es el mejor lugar del universo. Ahora vas a saber por qué; vas a conocer nuestro Promontorio.
Soulbreaker la siguió en silencio mientras se desplazaban al exterior. Caminando por un pasillo corto y algo oscuro, llegaron a un costado del asteroide, casi al lado de la plataforma de aterrizaje que ya conocía; en el lugar no había nada, excepto un promontorio hecho de metal con una vista de 180° que permitía ver el universo como si se tratara del horizonte en un planeta.
— ¿Qué es lo que vamos a ver aquí?
De inmediato entendió que la pregunta estaba de más, alguien dijo que se trataba de un atardecer. En Cybertron, se podían ver dependiendo de la ubicación y la cantidad de luz, y una vez en La tierra, los pudo apreciar un poco mejor gracias a que la estrela que brillaba en ese sistema solar era muy brillante. Sin embargo, nunca le habían parecido especialmente interesantes, de modo que no comprendió cuál era el motivo del alboroto.
—Cállate y observa.
— ¿Crees que lo veremos Aldren? —dijo alguien a un lado.
—Hay una estrella en ángulo correcto —replicó ella con tono de reflexión—, así que sólo hay que esperar.
Durante un rato no sucedió nada; cuando ya se estaba preguntando si todo eso no sería tal vez un ritual extraño, sucedió.
Y se quedó sin palabras.
La luz de la estrella a cientos de kilómetros en el espacio, con determinada inclinación respecto del asteroide, hizo que su luz atravesara el espacio, hasta iluminar la superficie despejada en la que se encontraban. Los haces de luz reflejaron en el metal del promontorio, y en ese instante, Soulbreaker comprendió que no se trataba de simple metal, sino de una aleación especial con cristales espejo; por una reacción química básica, la luz se disparó en una dirección y otra, rebotando en cada uno de los espejos infinitas veces, provocando cientos de miles de diminutas auroras luminiscentes que parecían danzar al compás del suave movimiento del asteroide. Al ver aquel espectáculo de luces, al mismo tiempo tan sencillo y magnífico, Soulbreaker se sintió despejado y tranquilo, igual que si hubiera tenido una larga recarga de energía, como si todos los problemas que había dejado atrás estuvieran realmente atrás. No olvidados, pero sí pasando a ser parte de una vida anterior, una donde la copia de la matrix, las intrigas y la internación en el centro de tratamiento mental formaban una historia que ya no le pertenecía. Había encontrado un hogar en La corte.
—Heavythread tenía razón —dijo emocionado—, este es el mejor lugar del universo.
Próximo capítulo: Navegando hacia el hielo
La traición de Adán capítulo 26: Destino decidido
–Al fin llegaste Samuel.
Samuel llegó al lugar de encuentro, un restaurante italiano que a esa hora estaba relativamente vacío; quienes lo esperaban parecían impacientes.
–Lo lamento, estaba ocupado. Miguel, Sofía, es un gusto venir con buenas noticias.
Sofía estaba algo nerviosa, pero Miguel la había tranquilizado diciéndole que la mejor parte de todo es que no estaban cometiendo delito alguno.
–Cuéntanos que has descubierto.
Samuel sonrió.
–Hay bastante que contar; primero, tengo confirmada una sospecha anterior, Adán mantiene una relación con Eva San Román, la gerente de proyectos de la constructora Del Mar.
Sofía frunció el ceño. Así que finalmente tenía razón al pensar que todo lo que él le había dicho no era más que una mentira.
–Me imagino que se traen algo entre manos.
–Eso es seguro; ella compró algunas acciones de las obras de arte de Carmen Basaure apenas llegó al país, y él tiene algunas de la constructora desde casi el mismo momento en que empezó a trabajar como gerente del Boulevard, así que lo más probable es que tengan pensado aprovechar sus conocimientos de la empresa para sacar jugosos dividendos; por supuesto que están protegidos porque las acciones no están directamente a su nombre.
–Pero entonces podríamos revelarlo, eso les causaría problemas.
–Sí y no –comentó Samuel– no es tan sencillo y demasiadas cosas pueden salir mal al hacer una denuncia como esa, pero es un buen antecedente. En todo caso conozco a Adán Valdovinos y sé que sus planes van mucho más allá de unas simples acciones, quiere más y ahí es donde tenemos que atacar.
Miguel estaba ansioso por vengarse, pero sabía que aún tenía que seguir siendo paciente; sentada a su lado estaba la recompensa.
– ¿A qué te refieres con que quiere más?
–Mi sospecha es que pretende adueñarse de algo, realizar algún traspaso a su nombre o algo así, y el proyecto del que es gerente, es decir el Hotel en el Aeropuerto, va a ser el indicado, porque ahí está junto a Eva San Román y además comienza desde los cimientos; solo necesito un poco más de tiempo y paciencia. Pero lo que les dije no es todo, hay otra cosa que me parece muy relevante: Bernarda Solar, la nueva accionista mayoritaria de la Constructora, también tiene algunos secretos, y estoy cerca de descubrir cómo es que se quedó con la mayor parte de unas acciones que no estaban en venta, así que cuando lo confirme estoy seguro de que tendremos más cosas interesantes que agregar a esta historia.
–Espero que tengas razón –comento Sofía– ya estoy cansándome de esperar los resultados. Adán no puede ser tan brillante de no haber dejado cabos sueltos.
Samuel se sacudió el cabello; Adán si había dejado cabos sueltos, pero eso era otro cuento, por el momento tenía la fórmula perfecta para sacar dividendos de ambas partes, sin olvidarse de su venganza personal en contra de Adán.
–Nadie es tan brillante cuando depende de otros, y él necesita a mucha gente que colabore con él o que sean sus víctimas.
Sofía apretó los puños. Claro, ahora veía con claridad que solo había sido un trozo de camino, pero en su momento no era tan evidente, porque Adán llegó a ella por accidente cuando ya tenía un buen trabajo, pero después de ser su novio tuvo acceso directo a un mundo un poco más exclusivo, donde usó sus estrategias para terminar trabajando para Carmen Basaure y comenzar su ascenso. Seguro que San Román era su siguiente escalón, pero a ella no la envidiaba, más bien deseaba que fuera más inteligente que él y lograra hacerle algún tipo de daño, o al menos distraerlo lo suficiente como para evitar que se diera cuenta de su presencia.
–Quiero estar presente.
– ¿Qué?
–Me refiero al momento –respondió ella con convicción– quiero estar allí, cuando Adán caiga. No me importa que sea específicamente lo que logremos, pero quiero estar viéndolo a los ojos cuando caiga, quiero que me vea decirle con la mirada que eso es por lo que me hizo, porque herirme no es gratis como siempre creyó.
Miguel sonrió.
–Vas a estar Sofía. Tú y yo vamos a estar ahí, juntos viéndolo desplomarse, te lo aseguro.
Pilar estaba en casa de Margarita decidiendo qué iban a hacer en la celebración de año nuevo.
–Ay amiga, y yo que pensé que a mi amado le iba a parecer fatal lo de trabajar para estas fiestas, y me sale con que quiere una reserva para todos sus amigos de trabajo.
–Excelente, eso quiere decir que no tendrás que vigilarlo.
Las dos rieron alegremente, mientras Margarita servía café para ambas.
–Estoy tan contenta con el éxito que ha tenido el Morlacos –comentó– es como si hubiéramos nacido para hacer este restaurante, ¿no crees?
–Es verdad, yo tampoco creí que funcionara tan bien: imagínalo, ahora atendiendo a tiempo completo, y con reservas copadas para fin de ciclo. Es estupendo.
–Y las ganancias amiga. Oh, hay un vestido que creí que nunca podría comprar y ahora solo tengo problemas de tiempo para ir por él; a todo esto, supongo que sabes que te tengo en mi exclusiva lista de invitados a la celebración de Navidad.
– ¿Pero en qué momento mujer?
–A la hora de almuerzo por supuesto –contestó Margarita como si fuera obvio– perfectamente nos podemos escapar, yo dejo todo adelantado y tú... tú eres la jefa, así que está todo listo.
–Te lo agradezco...
Pero su amiga la interrumpió haciéndola callar.
–Shhhtt. Ni siquiera pienses en inventar alguna excusa Pilar, estás con nosotros en el almuerzo y se terminó el tema.
Pilar asintió agradecida; tener no solo a Margarita sino que a su familia como la propia era más de lo que podía esperar de la vida. De pronto sonó su teléfono móvil.
–Hola –saludó rápidamente– sí, soy yo... así es... ¿disculpe?... no, no es así... ¿de parte de quien llama? disculpe, le han dado información equivocada, mi restaurante no está en venta.
Margarita dejó el café en la mesa y miró fijamente a Pilar, sin saber muy bien qué pasaba, aunque ya había notado el cambio en su expresión.
– ¿Qué pasó?
–Algo está mal en todo ésto. Me acaba de llamar un ejecutivo para concertar una cita.
– ¿Y qué te dijo?
–Que quieren comprar el Morlacos.
–Pero eso no es nada malo mujer.
–Yo creo que sí. Porque la empresa a la que representaba ese hombre es propiedad de Bernarda Solar.
– ¡La madre de Micaela! –exclamó Margarita escandalizada– eso sí que es raro, aunque también podría ser una coincidencia o un error.
Pilar bebió un trago largo de café; debía tener demasiado ciudado.
–No es un error. Esa mujer actúa premeditadamente, es seguro que esto lo hace sabiéndolo muy bien. Fue un error quedarme como titular.
–Ya pero... –se interrumpió. Iba a decir que no era para tanto, pero la experiencia decía otra cosa, y entonces su lado egoísta comenzó a advertirle– amiga, creo que tienes razón, pero no podemos quedarnos así nada más, hay que investigar por si acaso al menos.
Investigar había dado frutos antes, pero ahora necesitaba algo más.
–No Margarita; esta vez voy a hacer algo más directo.
Momentos después Bernarda estaba contestándole la llamada.
–Hola.
–Usted está hablando con Pilar –sucedió un incómodo silencio– sé que sabe quién soy, así que no se quede callada.
–Buenas tardes Pilar.
–La llamé por un tema y espero no tener que repetirlo. El restaurante Morlacos es mío, no trate de interferir de ninguna manera.
Bernarda había acusado el golpe muy lentamente, pero reaccionó.
–No pretendo interferir ni nada por el estilo. Simplemente pretendo hacer buenas inversiones.
–Sus únicas inversiones son mentir y envenenar todo lo que la rodea –replicó la joven ácidamente– pero quiero que le quede claro que no soy la estúpida que era antes, ahora no permitiré que se me acerque.
– ¿Y por qué no? –preguntó la otra– puedo hacer una oferta interesante y además de seguir haciendo lo mismo, ganarás mucho dinero.
–Mi restaurante no está en venta. Y tenga cuidado con lo que hace, porque si me amenaza o hace cualquier cosa en mi contra, voy a empezar a hablar de lo que se dé usted, y créame que le va a parecer muy asqueroso escuchar de boca de los demás decir que es un pedazo de basura.
–Te lo estás tomando muy personal querida...
–Sí, me lo estoy tomando personal porque esto es personal; ni usted ni nadie se van a interponer en mis proyectos personales. Tenga ciudado, porque su dinero no puede contra los rumores, y solo necesito hablar con las personas indicadas para que su fama de gran persona y empresaria se vea amenazada por la verdad. Recuerde que estuve en su casa Bernarda, y recuerdos visuales no son lo único que tengo.
Cortó. Del otro lado de la conexión Bernarda dejó el teléfono sobre su escritorio y arrojó violentamente un vaso contra la pared, el que fue a destrozarse en mil pedazos.
– ¡Mocosa insolente, cómo te atreves a amenazarme! Qué es lo que te robaste de mi casa, ¿qué es lo que tienes en mi contra?
Volvió a sentarse, luchando por calmarse. Sabía que no estaba oyéndola, pero deseó tenerla frente a si y sacudirla hasta hacerla llorar para obligarla a contarle todo. No podía soportarlo, ella no era nada, ni su propia madre la quería, ¿cómo podía simplemente creer que era rival para ella, para Bernarda Solar? Muchos con más recursos se habían interpuesto en sus planes, pero no importaba lo que pasara, el resultado siempre era el mismo, se salía con la suya; cuando descubrió que esa idiota tenía un restaurante decidió quitarla del camino, y ahora las cosas tomaban ese cariz tan extraño. Bien podía ser una amenaza sin fundamento, pero también podía ser verdad, y no podía arriesgarse a ningún escándalo mientras tenía el éxito del Boulevard y comenzaba a armar el Hotel; tendría que esperar un poco más para eliminarla, pero vaya que lo haría, y entonces ella se tendría que comer todas sus amenazas.
Por otro lado, el detective que había contratado Eva estaba avanzando en sus investigaciones; Mijaíl Macrura era un nombre demasiado recordable como para usarlo en su trabajo, así que iba variando entre los nombres y apellidos que tuvieran más individuos en el país, de modo que seguía siendo nadie, lo más importante en su trabajo. El acosador de Eva San Román era un caso especial, porque en primer lugar no era reciente y en segundo era alguien con quien había un vínculo en cierto modo voluntario; hombre de 53 años, administrador de propiedades rurales, separado, sin hijos, sin un domicilio comprobable, con ciertos recursos y perdidamente enamorado de la mujer. No era difícil imaginar cómo es que alguien se puede interesar o incluso enamorar de alguien como Eva San Román, estaba de más decir que era atractiva, bellísima, interesante, inteligente y educada por decir solo algunos de los atributos que tenía, lo que llamaba la atención del caso es que alguien como ella llegara a tener contacto directo con alguien como él. Tenía como costumbre no investigar los aspectos oscuros de sus clientes siempre que estos no tuvieran que ver directamente con el caso, así se evitaba emitir juicios o perder el norte, al fin y al cabo que en términos fríos, el cliente era el bueno y quien le persiguiera o acosara terminaba siendo el malo, al menos para él.
Sabía que ese hombre estaba en la ciudad, había llamado por teléfono al antiguo número de ella, le había enviado un sobre con un mechón de sus cabellos claramente de hacía algunos años y era lo suficientemente peligroso como para que ella temiera por su vida si daba con su paradero exacto; había sido un error romper la tarjeta y bloquear el número antiguo de la mujer, ya que con el habría podido tomar muchos datos, pero por otro lado había algo importante de donde sacar información, es decir del sobre que ella había recibido. A simple vista era algo común y que se vende en cualquier sitio, pero un conocido que trabajaba en papelería lo revisó y le dijo que esos sobres los vendían las librerías o bazares de barrio, porque estaban descontinuados y solo ahí podían quedarles; actualmente en las librerías de prestigio vendían unos sobres iguales, pero que según el entendido eran de una calidad inferior y eso se notaba en como reaccionaba el papel ante la presión o la fricción. Así que el administrador estaba alojándose en una zona residencial relativamente antigua donde tenía a la mano un bazar típico de barrio, y podía deducir que estaba en un hostal porque si no tenía domicilio conocido hacía mucho tiempo, era improbable que tuviera vivienda propia. Que pudiera enviar el sobre indicaba que sabía dónde trabajaba en general pero no en particular, y que tampoco sabía dónde alojaba, tema que se hacía más difícil para él porque ella estaba en un hotel. Pero solo era cuestión de tiempo para que la alcanzara, y Eva San Román era una profesional exitosa que no podía permitirse escándalos de ningún tipo, menos aún si estos involucraban a alguien potencialmente peligroso.
Ya había reducido los sitios de búsqueda, porque si el acosador pretendía dar con el paradero de ella, lo lógico es que estuviera en un lugar barato y con buen y rápido acceso al centro de la ciudad y también a las salidas vía carretera, tanto para escapar como para llevársela si es que ese fuera su objetivo final; en el trabajo que tenía encargado sabía que acercarse al tipo y asustarlo sería inútil, así que lo que debía hacer era fabricar una situación que lo expusiera ante la ley, de preferencia algo llamativo que lo hiciera ser público al menos momentáneamente, y desde luego que si armaba todo bien, dejarlo en la cárcel sería un broche de oro.
Próximo episodio: Dos balas
Por ti, eternamente Capítulo 10: Buscando el olvido
Víctor conducía a velocidad moderada hacia el sur por una
carretera totalmente desierta mientras comenzaba a caer la noche; no sabía
ninguna canción de cuna, pero había inventado una, y tarareaba lentamente, en
voz baja, sin detenerse, solo repitiendo lo mismo que había ideado.
—En el pueblo...de San Vicente...le cantaban...a los
inocentes...para que sueñen...con ternura...y descansen...sus almas puras...en
el pueblo...
Ahogó lentamente la voz. A su lado Ariel se había dormido al
fin, agotado.
—Al fin se durmió.
Había estado llorando sin detenerse desde su escape de la
Iglesia, pero no pudo tomarlo en sus brazos para calmarlo, estaba demasiado
alterado y además sentía que debía seguir avanzando sin parar, manteniendo
apenas el curso del vehículo con sus temblorosas manos; pasó mucho tiempo hasta
que se calmó un poco, pero seguía inquieto, sin llorar pero inquieto, así que
optó por cantarle esa canción de cuna inventada, tratando de tranquilizarlo,
aunque al mismo tiempo intentaba calmarse a sí mismo. La carretera se extendía
negra y solitaria a su vista, solo removida de momento por las débiles luces de
los faros. Vio la hora en el reloj, y se sorprendió al ver que casi daban las
once de la noche ¿en qué momento? Pero claro, habían pasado cosas que lo habían
hecho perder la noción del tiempo. Sentía dolor en el brazo por el golpe que
había recibido del sacerdote, pero más le dolía la traición, porque había
confiado en ese hombre que se suponía debía apoyarlo y darle cobijo, pero
simplemente lo había engañado con palabras dulces. Lo más seguro es que él ya
había escuchado la noticia, y descubriendo que se trataba de la misma persona, se
decidió por la fórmula más sencilla: utilizar la cercanía que se había
provocado para intentar...
—Oh, por Dios...
La frase quedó bailando en sus labios. El sacerdote le dijo
que iba a cerrar la Iglesia, pero en realidad sacó las llaves del furgón para
evitar que se fuera del lugar, pero tardó demasiado considerando que el
vehículo estaba cerca de la puerta.
¡La policía!
Ahogó una exclamación justo a tiempo para no asustar al
bebé. Claro, la razón por la que se había tardado más era para llamar a la
policía, lo que significaba que en ese mismo momento podían estar siguiéndolo;
miró por el retrovisor, y se encontró con la misma carretera vacía por la que
ya había pasado antes, pero eso no lo calmaba. Estaba procesando la información
demasiado lento, y eso no lo ayudaba, pero ¿qué podía hacer? Si empezaba a
pensar de esa manera, podía creer que la policía no necesariamente lo estaba
siguiendo, ¿Para qué? podía estarlo esperando en la siguiente zona poblada.
Aparcó el vehículo a un costado de la carretera, necesitaba ver el mapa para
tomar una decisión más sensata que la última que había tomado.
2
Armendáriz estaba entrevistando al sacerdote mientras su
equipo se alejaba a paso lento y cuidado explorando las cercanías de la Iglesia;
la llamada de ese lugar solo confirmaba sus sospechas, aunque sí tenía que
reconocer que el tipo se movía rápido.
— ¿Se encuentra bien?
El sacerdote asintió mientras el policía miraba alrededor.
— ¿Qué sucedió?
—Traté de ayudarlo —explicó despacio— me di cuenta de quién
era mientras me contaba cómo había salido de la ciudad, pero yo quería ayudarlo
de alguna manera.
—Me estaba contando que llegaron hasta aquí sin problemas.
—Sí, y le ofrecí un techo para alojar; pero se notaba en su
actitud que no estaba bien, actuaba muy
extraño. Me golpeó, y luego se fue.
— ¿Cómo fue el enfrentamiento?
—Me arrojó al suelo. Yo traté de detenerlo, pero me golpeó
con mi bastón y luego se fue en el furgón en el que lo encontré al principio,
con el niño con él.
El sacerdote hizo una pausa mientras Armendáriz miraba
alrededor otra vez; si tan solo Segovia no hubiera huido. Pero al menos saber
que el niño estaba con él confirmaba todas las sospechas iniciales, y además lo
dejaba en un buen pie para encontrarlo.
— ¿Qué clase de persona le pareció que era Segovia?
—Parecía perturbado —explicó el otro hombre— traté de
explicarle que podía hacerle daño al bebé, pero no me escuchó.
— ¿Y el bebé?
—Estaba tranquilo al principio, luego cuando se lo llevó
lloraba mucho, aunque en ningún momento pude acercarme a él.
—Escuche padre, un equipo médico viene en camino para
constatar lesiones; tengo que retirarme.
—Muchas gracias.
Regresó al automóvil paso vivo. Por las dudas tenía a su equipo
revisando la zona más cercana, pero si Segovia había escapado en esas
condiciones era improbable que estuviera cerca aún. Al frente se extendía la
única dirección, una carretera hacia la siguiente zona poblada, al sur, por lo
que era lógico pensar que el tipo hubiera tomado ese camino; pero nada en ese
caso era lógico, partiendo por la desaparición del niño, de modo que no
necesariamente tenía que haber ido en esa dirección. Era obvio que devolverse
era entregarse, pero si miraba alrededor, podía deducir que al Poniente no
podía ir, porque era demasiado escarpado y dejar el vehículo no era opción, al
menos no todavía. Pero sí podía ir al Oriente, un furgón podía resistir esos
movimientos, al menos lo suficiente como para evitar la principal entrada a la
siguiente zona poblada; agradeció tener un vehículo que parecía de ciudad, pero
que estaba adaptado para terrenos diversos.
—Demonios.
Mirando el mapa, ya en el auto, descubrió que al sur, casi
en línea recta estaba la siguiente zona poblada, y que efectivamente la
planicie al Oriente daba bastantes posibilidades de desplazamiento, aunque por
fuerza tenías que volver a las cercanías del siguiente pueblo para poder
seguir, porque una antigua zona industrial impedía el paso. Por el momento
dejaría a los demás trabajando en la zona, esperando que sus presentimientos
estuvieran en lo cierto y el caso terminara lo más pronto posible.
Mientras tanto, la camioneta donde iban Álvaro y Romina
seguía detenida a un costado de la carretera, a prudente distancia del sector
de la Iglesia.
—No debimos quedarnos aquí, el equipo de Armendáriz lleva
diez minutos de adelanto.
—Calma.
—Ya veo lo que sucedió, mira, Segovia se refugia en la
Iglesia o amenaza al cura, luego escapa, pero él ve hacia dónde va y por eso
llama a la policía.
—Es probable.
—Esas camionetas —continuó Álvaro— son rápidas, nos vamos a
perder la exclusiva, ahora mismo deben estar a un paso de atraparlo.
—Cálmate Álvaro por Dios —lo interrumpió ella firmemente—,
pareces un niño. Escucha, Armendáriz siempre lleva la investigación
personalmente, ¿no es así?
Él respiró profundo.
—Es cierto.
—Entonces las cosas cambian un poco; mira, esto es lo que
creo: Segovia habla con el cura, y le dice algo importante, recuerda que los
desequilibrados hablan en los momentos más inesperados.
—Romina, el secreto de confesión es un secreto, no lo pueden
entregar; incluso recuerda ese caso en Escocia donde el sacerdote no pudo
revelarlo y el asesino huyó finalmente.
—El punto no es el secreto, sino lo que puede significar.
Imagina que el tipo habla algo, o da alguna pista de algo, y por eso es que
Armendáriz se queda para investigar. Ahora te apuesto a que el gorilote va en
otra dirección, de eso estoy segura.
Él se revolvió el cabello.
—Está bien, de acuerdo, las cosas están pasando como tú
dices. Entonces se supone que él va por la pista mayor.
—Así es colega —sonrió divertida—, así que por el momento
sólo tenemos que esperar, y los resultados se verán después, ya vas a ver como
ese gorila nos lleva al centro del caso.
3
La madrugada ya comenzaba en la lejanía de las montañas, con
un aire frío que por fortuna no era tan fuerte como se lo habría esperado
anteriormente. Víctor se vio obligado a detener el avance del furgón, exhausto
después de horas continuas de viaje, cuando notó que ya no podía continuar manteniendo
el curso del manejo. Deseaba descansar, pero en esos momentos era imposible.
—Cielos...
Faltaba poco más de veinte minutos para las cinco de la
mañana, realmente en el volante se perdía la noción del tiempo, pero estaba muy
cansado y con sueño.
Había mantenido las ventanas cerradas para evitar que el
viento entrara, por lo que además se sentía sofocado; en medio de la relativa
oscuridad salió rápido para disfrutar de un poco del viento de la madrugada,
que se sentía refrescante en comparación con lo de antes, aunque desde luego
que el sueño aún persistía, era como si el peligro y los enfrentamientos
anteriores se hubieran convertido en sueño.
— ¿Y ahora qué hago?
Miró en todas direcciones, pero a donde quiera que mirara
era lo mismo; ¿estaría avanzando realmente hacia el oriente como se lo había
propuesto?
—Cálmate Víctor —siguió
hablando consigo mismo — vas en la dirección correcta, el Norte es en
esa dirección, por lo tanto vas al Oriente. El único problema es que sigo sin
ver nada.
Había tratado de seguir el mapa, según el cual desviándose
hacia el oriente debería llegar a la siguiente zona poblada por una vía
antigua, con lo que podría salir de la vista de todos.
A lo lejos, un poco hacia el norte, divisó una sombra en
movimiento, y aguzó la vista para ver con más claridad. Parecía un auto, aunque
no iba en su dirección, pero de todas maneras eso parecía preocupante. Por
mayor preocupación, decidió apagar las luces del furgón, quedándose
momentáneamente en la oscuridad, aunque esto no duraría mucho, muy pronto el
día ya estaría sobre él y no podía seguir al descubierto.
—Dios, qué sueño tengo...
El viento frío de la madrugada lo había refrescado, pero aún
no lo suficiente como para estar completamente despierto; de todos modos entró
en el vehículo, donde en el asiento del copiloto Ariel dormía con una inusitada
calma. Encendió el celular y conectó el dispositivo a internet; se sorprendió
al ver que tenía señal, aunque era débil, pero le permitía navegar de todos
modos. No había entrado a sus redes sociales y tampoco pensaba hacerlo, desde
un principio supo que eso sería delatarse, aunque de todos modos no podía negar
que sentía muchos deseos de saber qué era lo que estaba sucediendo en el resto
del mundo. Pero tenía una dirección de correo electrónico, así que después de
mucho titubear, optó por ingresar. Tenía decenas de correos electrónicos,
increíblemente la menor parte eran publicidad, quizás unos cinco o seis. El
resto era de remitentes anónimos, casi todos con asunto "Comunicar urgente"
o "Solicitamos se comunique" Eran remitentes y mensajes aterradores,
pero por ningún motivo iba a abrir ninguno de ellos, básicamente porque no
quería angustiarse aún más. Cuando estaba a punto de cerrar el correo, un
mensaje en particular llamó su atención, uno que era de Arturo.
—Un correo de Arturo...
Se le oprimió el corazón. Arturo, su mejor amigo, el mismo
que sin saber lo había ayudado a salir de la ciudad, pero ¿acaso no estaría él
también metido en problemas gracias a él? No había pensado en eso hasta el
momento, pero de verdad, si lo estaban buscando a él, era muy probable que
también hubieran hablado con Arturo y con quienes lo conocieran. Dudó un
momento, pero al fin decidió abrirlo. El mensaje distaba bastante de ser lo que
se había imaginado en los momentos previos.
"Víctor.
Estoy
devastado con la noticia que acabo de ver en las noticias. ¿Qué pasó, por qué
desapareciste de esa forma? Viejo, no entiendo nada, no sé qué es lo que está
pasando ¿Qué van a decir en tu trabajo? ¿Qué van a decir tus amigos? Por favor, no importa lo que esté
pasando, yo sé que puedes arreglarlo, solo tienes que volver y te ayudarán en
lo que sea necesario. Los que te queremos vamos a estar contigo, te apoyaremos
en todo, pero no desaparezcas, no hagas esto.”
Se quedó un momento releyendo el correo; era muy extraño,
principalmente porque no era el tipo de escritura o la forma de hablar de
Arturo. Parecía escrito por alguien más ¿sería eso posible? Ya estaba
arrepintiéndose de haber leído el correo y de entrar al mismo en primer lugar,
pero luego se calmó un poco. El correo era extraño, sí, pero no se comprometía
a nada, era como...como si supiera que alguien más podía leerlo; claro, se
trataba de eso, Arturo, donde estuviera, aún con sus mentiras y con todo lo que
seguramente estaba pasando, aún estaba de su lado. Entonces recordó cuando
estaban estudiando y se pasaban datos en los exámenes, escribiéndolos como si
no significaran nada. ¡Eso era! estaba hablando en clave. Volvió a leer el
correo, y comenzó a interpretarlo; lo primero relevante es que le estaba
diciendo que no se comunicara con nadie, ni con sus amigos, por eso hacía esa
pregunta, y luego hablaba sobre volver y mencionar que lo ayudarían, eso podía
referirse a que ya era público que lo estaban buscando. Y, por último, al final
hablaba en plural, sobre las personas que lo querían, pero no tenía sentido si
antes le advertía que no hablara con nadie. A menos que no estuviera hablando
de eso.
— ¿Que puede ser?
Se quedó mirando unos momentos más el correo, tratando de
descifrar el mensaje, intentando entender lo que su amigo quería decirle, hasta
que creyó comprender. Desaparezcas no era un término que Arturo usara
habitualmente, menos incluso que el resto del correo, era lo más importante,
era una petición, le pedía que se comunicara con él. ¿Pero cómo iba a
comunicarse? No podía llamarlo, si estaba en lo cierto y lo estaban rastreando,
no podía simplemente llamar, lo ubicarían de alguna manera. Pero internet no
era tan sencillo de rastrear, por eso es que podía usarlo, al menos de momento.
Entonces recordó que cuando estudiaban, usaban un sitio de internet para
comunicarse, en una época donde las redes sociales aún estaban en pañales y era
relativamente escaso el acceso. Rogando que su presentimiento fuera el
correcto, ingresó al sitio, y se identificó; en su fuero interno sintió un
estremecimiento, habían pasado años, pero aún recordaba el usuario, una palabra
absurda como Máquina, y la clave terror, algo que no tenía sentido ahora mismo,
aunque sí lo tenía en sus mentes en esa época, por lo que tenía sentido que se
comunicara por ahí ya que no sería sencillo identificarlo. Para su sorpresa el
usuario funcionaba, así que buscó el chat interno, y se encontró con un mensaje
de Engrane, es decir Arturo.
— ¿Eres tú?
—Si —escribió rápidamente—, qué sorpresa.
Sentía un nudo en el estómago, hablar, aunque fuera por
internet con Arturo era más fuerte de lo que podría haberse esperado.
—Creí que nunca ibas a escribir, estoy con los nervios de
punta.
— ¿La policía ya habló contigo?
— ¿Crees que eso es necesario? —le preguntó el interlocutor—
todo el mundo lo sabe, ya es noticia oficial, dime qué diablos fue lo que
hiciste.
—No es lo que parece, de verdad, no estoy haciendo nada
malo.
Durante unos angustiosos momentos no apareció ningún mensaje
de regreso.
—No te estaría escribiendo si no creyera en ti.
—Gracias.
—Pero no es fácil creer en ti cuando me mentiste, saliste
sin avisar, vendiste todas tus cosas y te robaste un bebé.
Al leer esas palabras sonaba muchísimo peor de lo que
parecía, así que eso le daba al menos una dimensión de lo que estaba ocurriendo
en el mundo exterior.
—Sé que parece extraño, pero no es nada malo. El bebé es mi
hijo.
— ¿Qué?
—Es en serio, es hijo de ella y mío.
— ¿Y entonces por qué estás desaparecido? Si es tu hijo
simplemente ve a la policía y di toda la verdad.
Dicho así parecía muy fácil.
—No puedo.
— ¿Por qué no?
—Porque la familia es de delincuentes, son una mafia, ya me
llamaron para amenazarme.
—Pero con mayor razón ve a la policía.
Y estaría muerto o en la cárcel para el momento en que lo
hiciera.
—Mira, no puedo, nadie me va a creer, tengo miedo, ellos me
amenazaron, tienes que creerme.
—Te creo, pero no sé, se supone que la policía te ayude,
ellos pueden probar que es tu hijo.
— ¿Pero cuando? No sé lo que me pueda pasar, podrían hacerme
algo.
Otra vez el silencio. Claro, Arturo estaba midiendo los
hechos, decidiendo si debía continuar o no.
— ¿Dónde estás?
—No puedo decírtelo.
— ¿Qué vas a hacer?
—Por ahora estar lejos de todo. Después voy a ver como
consigo arreglar las cosas.
—Está bien, pero tienes que saber que la policía está
buscándote, todos están pendientes.
—Necesito saber si estás conmigo.
— ¿Bromeas? Claro que sí, por algo soy tu amigo, si dices
que es tu hijo lo es, solo necesito saber que vas a arreglarlo, que vas a
aparecer y a decir toda la verdad.
—Lo haré.
—No vuelvas a entrar a éste sitio ni a tus redes, deben
estar rastreándote.
— ¿Qué vas a hacer?
—Esperar a que la policía venga a buscarme, les diré que te
fuiste y que no sé dónde estás.
—Gracias.
—No me lo agradezcas tanto, solo cuídate. Y vuelve.
Enseguida apareció desconectado. Por seguridad se desconectó
también, con las letras de Arturo grabadas en la mente ¿Realmente las cosas se
habían torcido tanto en el último tiempo? Pensar que podía ir a la policía era
sencillo, pero esa voz amable amenazándolo le había dicho muchas cosas más de
las que se escuchaban; de alguna manera sabía que si volvía, le quitarían a
Ariel, y después de eso, lo que pasara con él en la cárcel era algo que solo se
había imaginado por reportajes en la televisión, y era demasiado crudo como
para exponerse.
4
Armendáriz estaba detenido en su automóvil en medio de la
nada, en medio de la noche y en medio de una serie de sentimientos que no se
esperaba. En su carrera se había guiado exitosamente por su instinto, pero en
esos momentos las cosas no estaban ocurriendo como se lo esperaba desde un
principio, había algo mal.
Entonces recibió una llamada de Marianne, una de sus
oficiales.
—Marianne.
—Señor, tengo algunas noticias.
— ¿Qué ocurrió?
—Estuvimos revisando la información de la gente cercana a
Segovia, y hay un correo sospechoso, creo que es un mensaje en clave.
—No pierdan tiempo en descifrarlo, busquen a la persona que
la envió y entrevístenla.
Cortó, pero de inmediato recibió otra llamada.
—Señor, soy Méndez.
Su corazón ni siquiera se agitó; sabía que no tendría buenas
noticias.
— ¿Que hay?
—Ya estamos en la zona adonde se supone que tendría que
estar Segovia. No hay rastros de él.
—Dejen dos puntos fijos y los demás regresen por la
carretera, después los contacto.
—Está bien señor.
Cortó y se quedó mirando la carretera; tenía un
presentimiento, algo que podía parecer tonto de su parte, pero de todas maneras
estaba ahí, presente, dando vueltas en su mente. Segovia, como la mayoría de
las personas, iría a través de la carretera hacia la siguiente zona poblada, o
en su defecto iría por un desvío, es decir por donde mismo iba él, pero no
estaba ahí, y parecía no estar en ninguna parte. ¿Qué pasaba con ese hombre,
que había de él que no sabía y que ahora lo hacía desaparecer frente a sus
ojos?
En ese momento el sueño amenazaba su cuerpo, pero no iba a
dormirse, estaba entrenado para no dormir si era necesario, y se quedaría en la
ruta, rastreando, porque sabía que estaba ahí, y no podía tardarse tanto en
encontrarlo, solo tenía que ser más preciso, y todo terminaría.
Próximo capítulo: Huellas extraviadas
La traición de Adán capítulo 25: Asesino de identidad
Eva estaba en su oficina saboreando el amargo gusto de la llamada que había recibido momentos antes.
–Suspenda mis reuniones y no me pase llamadas por favor.
La secretaria entendió su tono glacial y decidió no hacer ninguna pregunta; pensó en Adán, pero al instante desechó la idea, porque era imposible hablar con él de asuntos como ese. Su relación era perfecta, no podía simplemente decirle que había un demente persiguiéndola, no si existía detrás todo el resto de la historia. No, ese era un problema que tenía que resolver sola, y tan rápido como fuera posible, porque si ese hombre estaba tras sus pasos y había conseguido localizarla después de tanto tiempo, cualquier paso en falso sería fatal para sus planes; eso explicaba que hubieran estado espiándola y su enviado no pudiera dar con el origen de esos hechos; tenía que cortar el problema de raíz. Marcó un número en la extensión del teléfono de su oficina.
–Buenas tardes.
–Necesito hablar con usted. Esta tarde.
–Dígame la hora y el lugar señorita.
–En el estacionamiento del centro comercial Altamira, a las siete, lo volveré a llamar cuando este allí.
–Comprendido.
Cortó y salió rápidamente de su oficina. Alrededor de media hora después ya estaba de regreso y llamando a Adán desde su nuevo número.
–Hola.
–Soy yo.
– ¿Qué ocurre? –preguntó la voz de Adán– tu teléfono está fuera de servicio.
–Bórralo, ahora tengo esta nueva línea.
Adán comprendió de inmediato el tono de su voz y supo que no era momento de hacer preguntas.
–De acuerdo. Hablamos después.
–Muy bien. Nos vemos.
Cortó y se comunicó con su secretaria para retomar sus funciones momentáneamente.
En tanto, Adán estaba viajando a toda velocidad por la carretera; aun no podía quitarse las imágenes de la cabeza, y se sentía vulnerable, un estado que además de desagradarle era poco usual en él. No quería contacto con nadie por el momento, necesitaba hacer algo antes, y sobre todo recuperar la serenidad y el aplomo que le eran característicos, o de lo contrario se encontraría en una encrucijada más. Sabía que el asunto de Samuel no era una molestia solamente, y como tal, tenía que encargarse seriamente, más aún si con solo hablarle le había causado esa tormenta de sensaciones. Después de algunos minutos de viaje a toda velocidad, Adán llegó hasta una zona de bosque denso, y tomó un desvío rural que lo internó entre caminos invisibles circundados de árboles, solo mirando al frente, recorriendo una vez más un territorio que esperaba nunca tener que volver a visitar; el sol de la tarde hacía cálido el ambiente, a veces sofocante igual que dos décadas atrás.
Detuvo el automóvil en la parte en donde sabía que ya no podía continuar sobre ruedas, y siguió caminando con la misma seguridad que cuando tenía seis años, sabiendo que ahí estaba la pared de árboles centenarios que lo había cobijado en su huida tantas veces, como testigo presencial del secreto que era su fantasma, y en ocasiones como esa, su tortura. Sabía bien por dónde ir, no se dejó engañar por la tupida vista que había y siguió avanzando, recordando las piedras y las raíces que no eran suyas pero a la vez seguían persiguiéndolo. Después de unos minutos de caminata superó la pared de árboles y quedó enfrentado a un acantilado, desde el que se podía ver, alrededor de cincuenta metros más abajo, el cauce de un río; entonces se quedó inmóvil, recordándose a sí mismo, casi en ese mismo sitio, mirando a lo lejos a esa familia a la que quería pertenecer, a esos padres y su hijo, sabiendo quizás inconscientemente que podía conseguir ser parte de la familia, que ya había comenzado el proceso haciéndose amigo secreto de él, pensando cada cosa, tomando nota mental de cada hecho y cada juego, a cada momento. Y así fue como ese día presenció la subida repentina del rio, confirmando una especie de mito popular que decía que el río era traicionero, y volvió a ver a las tormentosas aguas salir de la nada, sorprendiendo a la familia que reposaba sin preocupaciones, y vio como el agua arrastró al niño a toda velocidad, y en seguida a los padres a su cauce, sin compasión por la felicidad de ninguno de ellos. Se recordó corriendo por el borde del acantilado, viendo impotente como el agua se llevaba al pequeño, y como el padre luchaba con todas sus fuerzas para salvar aunque fuera a la madre; ella parecía aturdida, pero el hombre era grande y fuerte, no se dio por vencido, y en un momento estuvo cerca de conseguirlo, se sujetó de una rama con una mano y contuvo a su esposa con la otra, luchando con toda su fuerza por evitar el arrastre, pero sin poder evitar una nueva traición del rio que soltó algunos pedruscos del borde. Trató de evitarlo, pero le fue imposible, al final se soltó y también fue arrastrado a su suerte, directo a una muerte segura. Y él los había estado viendo, era el único testigo de la tragedia, pero no se tardaría en saber, en algún momento el rio se tranquilizaría y arrojaría los cuerpos en alguna parte. No supo muy bien por qué, pero corrió de regreso, rehízo el camino a toda velocidad rumbo a la finca del matrimonio, y por primera vez entró en la casa, descubriendo la realidad de la que solo sabía hasta entonces por palabras de su amigo; ahí habían cosas hermosas y costosas, había dinero, comodidad, algo que hasta ese momento se le había negado por completo en ese sitio inmundo del que procedía. Recorrió frenéticamente las habitaciones, cada una de ellas, y con pasión tomó las fotos que encontró de la familia, pero eran muy pocas, tal vez una decena, posiblemente porque en un sitio alejado como ese no se conseguía fotógrafos con facilidad y algunos beneficios de la tecnología como las cámaras fotográficas eran prescindibles. Esas fotos eran la única prueba, así que las tomó todas y las destruyó, reduciéndolas a trozos diminutos de papel imposibles de identificar, los que después quemó con un encendedor. Había perdido la oportunidad de conseguir todo eso y a esa familia, pero no quería perder esa casa ni esa vida, y solo entonces su mente infantil creó la idea; no habían testigos, así que volvió a correr rumbo al río, encontró la zona que había sido asolada por el caudal y se quedó ahí, aguantando el hambre y las ansias, esperando. Esa jornada pasó, y por primera vez no volvió al orfanato, se quedó a la intemperie, soportando el frio y la oscuridad, hasta que llegó el momento tan esperado, cuando un grupo de policías llegó al lugar y lo encontraron; lo llevaron a una unidad, le dieron comida y abrigo, y fueron muy ciudadosos con el trato, pero al principio no sabía que era lo que estaba sucediendo, hasta que confirmó lo que de vista tenía supuesto: el cadáver del hijo del matrimonio nunca apareció, de modo que fue muy sencillo dejar que creyeran que él era el hijo, sobretodo porque ya conocía la casa y sabía todas las historias de memoria. Nunca lo había tenido tan claro, pero ahora que era un adulto lo sabía bien; físicamente había muerto una persona, pero en realidad, a quien había asesinado era a sí mismo, arrojando por el río su pasado y su identidad, dejando que las aguas destruyeran todo lo que había sido antes. Una vez más, de frente al acantilado, Adán volvió a ser él mismo, y decidió cerrar el ciclo que secretamente había dejado abierto sin medir las consecuencias; él era Adán Valdovinos, habían pasado demasiados años como para volver atrás, ese río traicionero se llevó el cuerpo como si se lo llevara a él en una vida anterior y así era, esa era la única verdad, así que no permitiría que nadie interviniera en su camino, no dejaría que los fantasmas revivieran, mucho menos que una persona amenazara su futuro y sus planes. La vida que tuvo antes de ser quien era estaba sepultada, y se quedaría ahí a costa de cualquier cosa. Tenía que deshacerse de Samuel.
Eva llegó al estacionamiento en donde tenía la cita, puntualmente a las siete de la tarde en un taxi privado sin identificación, y llamó de inmediato al hombre, que la estaba esperando en un rincón discreto. Era un hombre común y corriente, ideal para el trabajo.
–Buenas tardes señorita.
–Buenas tardes. En este sobre está la información que necesita, este es el hombre que me está causando problemas.
El otro recibió el sobre, reviso rápidamente el contenido y lo cerró.
–Este hombre tiene características psicopáticas, eso se ve de inmediato, podría hablar con la policía.
Siempre usaba ese argumento, le permitía saber que tan desesperado estaba el cliente. Pero esta hermosa mujer no era un cliente habitual, ni siquiera era una persona habitual.
–La policía no puede intervenir en este caso, cuando vea el detalle entenderá por qué. Lo primero que necesito es que sepa exactamente donde está, lo siguiente es bloquearlo.
–Comprendo, y asumo que cualquier otra acción dependerá del curso de los acontecimientos.
–Así es. En el sobre más pequeño está el primer pago, en efectivo y billetes comunes como lo pidió.
–Se lo agradezco.
El detective le entregó un celular de la gama más baja, que solo podía hacer o recibir llamadas.
–Si necesita información de mi trabajo o está preocupada o tiene una emergencia, llame, estaré permanentemente disponible.
–De acuerdo.
–No le quito más tiempo. Le tendré buenas noticias muy pronto.
–Eso espero.
El hombre se retiró caminando con normalidad, mientras que Eva se devolvió al taxi y reinició su marcha, guardando el celular barato en su bolso. Le dio algunas instrucciones al conductor y se sumió en el silencio, sintiendo como los malos recuerdos volvían a ella; sabía que tenía una gran parte de la responsabilidad en lo que estaba desarrollándose, y eso aumentaba la sensación de vulnerabilidad. Era responsable de haber detonado la bomba, aunque a veces creía que también lo era de no haber podido identificar la clase de hombre al que había provocado. ¿Que acaso nunca vio las señales? No, no las vio, o era demasiado joven y arrogante como para poder reaccionar, y ahora que creía que todo había quedado en el pasado, ahora que tenía el éxito en sus manos, aquello volvía a hacerse presente y complicarle la existencia. Ahora sabía con claridad que estaba en problemas que no podía resolver escapando. Estaría atenta a los resultados de la investigación, pero también a todo lo que sucediera a su alrededor, a la visita que no quería tener, pero que permanecía como una amenaza constante.
Micaela estaba llegando a su departamento; había conseguido un empleo administrando una sociedad inmobiliaria nueva y enfocada a pequeñas propiedades, por lo que su gestión era a menor escala, aunque igualmente era interesante; seguía sin sentirse cómoda con el trabajo de oficina, pero necesitaba un empleo mientras estuviera en el país tratando de ajustar cuentas con su madre, y esa era la mejor opción para mantenerse invisible. Pocos minutos después llegó Esteban en tenida deportiva.
– ¿Cómo te fue?
–Normal, ya sabes que llevar inventarios es un trabajo sin sorpresas, excepto por el sueldo que casi es demasiado como para aceptarlo. Micaela, tengo buenas noticias, estuve hablando con F y me entregó algunos datos.
–Ya era hora. ¿Qué es?
Se sentaron ante la mesa con refrescos para ambos.
–Pidamos una pizza.
–Luego, ahora dime de qué se trata.
El hombre tomó su computador portátil y accedió a unos archivos.
–Esto es sobre dos personas que nos interesan bastante; el primero es Adán Valdovinos, el modelito del que te hablé. Resulta que él es artífice del éxito mediático de la galería de Carmen Basaure, y ahora mismo ejerce como administrador de la galería mientras es nada menos que Gerente en el Boulevard de Bernarda Solar y está involucrado en un nuevo proyecto de la constructora Del Mar, que por lo que se sabe en el registro nacional de construcción, es algo de grandes dimensiones alrededor del Aeropuerto.
–Es decir que juega a dos bandos.
–Yo diría que solo juega a su bando. Mira ésto: tiene inversiones en algunas obras de Carmen Basaure, y ha invertido en la constructora.
Micaela frunció el ceño. Era la clase de persona que Bernarda quería junto a ella.
–Es decir que está cubierto por todos lados.
–Sí, pero eso no es lo más llamativo. El tipo es un aparecido, sin mirar en menos, ya que solo tiene algunos estudios técnicos, por lo que veo todo lo ha conseguido con esfuerzo o acostándose con las personas indicadas.
–O ambos –comentó ella– aunque no hay que pensar que es solo eso, si trabaja con Bernarda quiere decir que además de bonito es inteligente y zorro.
–Sí que lo es. La razón por la que esto es importante es que Bernarda podría estar usando los conocimientos de Adán para otros fines además de los que te digo, pero eso claramente no lo podemos comprobar de momento.
–Por ahora da igual, porque si están juntos en Boulevard y además en ese nuevo proyecto, quiere decir que tenemos que investigar justo esa parte, porque de seguro que dejaran víctimas en su trabajo.
–Como nosotros –comentó Esteban– también F estuvo investigando sobre Luna Arriaga, y claro, trabajó con Bernarda hace poco más de dos años, pero las cosas son un poco diferentes de lo que crees.
Micaela se encogió de hombros.
–Comprenderás que no soy seguidora de esa mujer, lo que supe en esa época es que Bernarda estaba a punto de perder un contrato millonario, y que de pronto apareció la morena y todo se solucionó.
–Pues ahí está lo divertido; según lo que investigó F, la razón por la que ella iba a perder el negocio es que en los trabajos iniciales tenía a una compañía fabricante de estructuras que fue denunciada por políticas deficientes y riesgos, y ante algunas fallas menores los representantes de los mandamases del edificio quisieron terminar el contrato, hasta que apareció Luna como representante y ofreciendo un cambio estructural en la constructora a cambio de conservar el contrato y rebajar algo los honorarios, a lo que la otra parte accedió.
Micaela se puso de pie, y comenzó a pasear sin estar aún muy convencida de todo.
–Eso me suena incongruente; mira, Bernarda puede ser cualquier cosa, pero tiene un ego tan grande que dudo que haga peligrar su reputación contratando una empresa que hace trabajos deficientes.
–No lo hizo, voy para allá.
–No te entiendo.
–Entonces escúchame –sonrió él– la cosa es que la empresa de estructuras se fue a la quiebra poco después gracias a la mala fama, y en sustitución llego una nueva en donde la propia Bernarda tiene invertidas acciones. Sé que me vas a decir que es sospechoso o ilegal, pero solo un genio como F pudo descubrirlo, oficialmente ella y esa empresa no tienen relación.
–Y esa empresa está en el país –interrumpió Micaela– y puedo jurar que va a ser contratada para ese nuevo proyecto.
–Por lo que mi querido F investigó, es aún más interesante, porque aunque está muy bien cubierto, parece que hay sabotaje de por medio.
Micaela rió con falsa alegría.
–Pues claro, esa es la forma en que trabaja Bernarda; puede ser que no tenga sentido, pero si lo ves desde cierto punto de vista... mira, la empresa cobra muy caro, o critica a Bernarda por alguna mala gestión de ella, y no puede separarse porque hay un contrato, así que hace sabotaje para deshacerse de ellos y paralelamente crea una empresa de lo mismo y la pone a nombre de alguien más; como siempre ella sale ganando.
– ¿Se te ocurre algo?
–Sí, hay que investigar si es que de verdad esa empresa de estructuras está en el país; tengo la sensación de que ahí la ambición de Bernarda podría estar jugándole una mala pasada.
Esteban guardó silencio unos momentos. Estar tratando de encontrar el modo de hacerle frente a una persona como Bernarda Solar parecía una locura, pero al mismo tiempo era sensato intentarlo; de cualquier forma él había perdido un excelente trabajo solo por mostrarse en desacuerdo con una persona así, y sonaba justo hacer lo posible por, al menos, devolverle la mano.
Próximo episodio: Destino decidido
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