La traición de Adán capítulo 22: Pequeños triunfos



Pilar estaba en su habitación de hotel: eran las diez de la mañana y recién estaba tomando desayuno, pero era comprensible porque había estado hasta las once treinta en el restaurante Morlacos; la semana había sido sumamente agotadora, prácticamente se trasladó a vivir durante esos días, pero las cosas habían funcionado mucho mejor de lo que se esperaba, de modo que tenía cuentas alegres para una inauguración y ya estaba contando con la primera clientela estable. El restaurante abría sus puertas a las doce del día para tener preparada la hora de almuerzo, y desde ahí no paraban hasta casi  la media noche, por lo que siendo un sector con mucha población de estudiantes ya se estaba corriendo la voz tanto para el almuerzo como para la hora del trago. Si bien era verdad que no había sido un éxito arrasador, las ventas eran constantes y eso era un excelente inicio de trabajo. Estaba cansada, pero satisfecha con su trabajo hasta el momento, además que la gente le estaba respondiendo muy bien y Margarita realmente se había vuelto fundamental en todo eso. Emocionalmente no tenía muy claro cómo se sentía, pero por el momento prefería seguir ocupada con el trabajo  y los nuevos proyectos. Sonó su teléfono celular.

–Pilar, espero que estés despierta.
–Sirviéndome el desayuno en el casino, ¿ocurrió algo amiga?

La voz del otro lado de la conexión se escuchaba emocionada.

–Tengo una solicitud para una reserva de sesenta personas para mañana.
–Estupendo, no hay reservas así que podemos hacernos cargo.
–Es un desayuno.

Se quedó con la taza de café en el aire mientras hablaba; eso sí que estaba fuera de sus planes.

–Margarita, abrimos a las doce.
–Lo sé, por eso te estoy llamando. Podemos decir que no, o podemos arreglarlo.
–Pero para eso tendríamos que llamar a todos y... espera... son sesenta personas, es muy bueno para dejarlo pasar. A ver, dame unos minutos para llamar a los que pueda y te confirmo.

Margarita seguía sonando alegre, pero también con un dejo de urgencia.

–Esperan la respuesta en diez minutos, necesito que te des prisa.

Pilar dejó el desayuno y se arrojó al ascensor mientras sacaba cuentas mentales.

–Amiga, supongo que podrás.
–Por supuesto, de eso no te preocupes. Ahora te dejo, llámame lo más pronto que puedas para coordinar; mira, es una reunión de un equipo de consultoras de belleza, si resulta las podemos amarrar para otras reuniones.
–Excelente, te llamo en cinco minutos.

Cortó y entró a su habitación; de inmediato tomó la agenda y ubicó el número de Manuel, el chef más antiguo y que ejercía un liderazgo sobre los otros. Si lo convencía a él seguro también lo lograría con los demás.

Micaela estaba en el departamento de Esteban para su desayuno de día Sábado. Tocó a la puerta, y casi al instante abrió una chica que no podía tener más de veintitrés o veinticuatro, con el cabello mojado y en tenida deportiva.

–Hola.
–Hola –saludó Micaela tratando de no poner caras– ¿podrías decirle a Esteban que llegué?

La chica la miró como si la conociera.

–Claro. Esteban, tu hermana ya llegó.
–Dile que pase linda, ahora salgo de la ducha.

La joven la dejó entrar.

–Ustedes dos son parecidos, tienen el mismo tipo de ojos.
–Si –respondió automáticamente– es de lo poco que tenemos en común.
–Hola –saludó Esteban desde su habitación– ya estoy. Ahora si –apareció sonriente– las voy a presentar oficialmente. Paula, mi hermana Micaela, hermanita, Paula, mi amiga.

La aludida sonrió coqueta, parecía que el termino de amiga le resultaba divertido. Micaela optó por seguir la corriente.

–Disculpa por interrumpir, pero el bruto éste no me avisó que iba a estar acompañado, pude haber venido para el almuerzo.

Lo miró reprochándolo, pero la mujer no se complicó.

–Ah, pero no te preocupes, Esteban me dijo que tenían la costumbre del desayuno los Sábados, y de todas formas yo me tengo que ir porque en media hora tengo que estar con mi grupo de la universidad haciendo un trabajo. Estudio diseño ¿sabes?
–Que bien, yo trabajo en el rubro de la construcción, y los expertos en ese campo  siempre faltan, así que si eres ingeniosa te van a llamar muchísimo.
–Eso espero.

La joven se despidió de ambos y salió. Cuando quedaron solos Micaela encaró a su amigo.

– ¿Hermana?
– ¿Que esperabas que dijera? No hay mujer en el mundo que no ponga cara rara si un hombre le dice que tiene una amiga.
–Yo no pondría ninguna cara.
–Está bien, ninguna excepto tú. Además no quería arruinarlo con desconfianzas.
–Así que lo mejor es mentirle –comentó ella sentándose– eres divertido, pero lo que no entiendo es por qué no hiciste un simple cambio de planes.

Esteban sirvió refrescos para ambos.

–Porque se te quedó ese arete que está encima, tuve que improvisar; además es lindo y de cualquier manera me deja espacio para divertirme, no puedo estar llorando eternamente por ti.
–No empieces con esas bromas.
–Está bien, está bien. Oye, mientras veo lo del desayuno, te quería contar que para esta tarde tendremos algunas novedades. Mi amigo me dijo que fuéramos a buscar la información, ya sabes que por seguridad es mejor no hablarlo por teléfono.

Ya era hora. Micaela estaba sintiéndose cada vez más irritada al ver como el Boulevard en el que trabajaban su madre y Eva San Román tenía cada vez más éxito; tenía que hacer algo pronto.

–Espero que sea algo bueno para que podamos comenzar a tramar algo, ya me tiene de los nervios la espera.
–Tranquila, solo  tendrás que esperar a esta tarde y tendremos al menos la primera pista. Había pensado en contactar a los trabajadores despedidos de la obra.

Micaela pensó en el obrero comprado por Eva para extraer la información. Ni a Esteban le había dicho, y prefería mantenerlo así, como información solo de último recurso.

–Mejor no, es más seguro mientras menos gente lo sepa. Ahora tomemos desayuno por amor de Dios, muero de hambre.

Pilar y Margarita se reunieron con la mayoría del personal del restaurante poco antes de las doce. La joven ya había hablado con quien debía.

–Gracias por llegar antes. Chicos, la cosa es simple, tenemos el desayuno para mañana temprano, lo pago en mano como horas extra, y si empieza a funcionar, extendemos el horario del Morlacos desde las ocho. Quiero saber si están dispuestos a hacer más horas extra.
–Lo estuvimos conversando –repuso el líder del grupo– si es por un día a la semana puede ser que hagamos horas extra, pero si va a abrir más temprano ahí va a tener que contratar más gente.

Pilar ya lo había considerado.

–Lo sé, pero al principio no me quiero arriesgar tanto, llevamos muy poco tiempo funcionando. De partida este grupo del desayuno es dos veces al mes, y sería solo eso, pero como es constante necesito saber si puedo contar con ustedes.

Todos parecieron de acuerdo.

–Genial, entonces nos veremos mañana a las siete treinta y como les dije, el trabajo extra lo pago en el momento y si alguien sabe rezar, que lo haga para que este grupo se quede aquí y nos vaya mejor. Gracias por venir un poco antes, ahora esperemos que todo salga bien.

Llegó la tarde y Micaela y Esteban se reunieron con F, el amigo que no dió ningún otro detalle suyo.

–Me diste un trabajo interesante Esteban.
– ¿Por qué, descubriste algo?
–No.

Micaela sintió que sus esperanzas se diluían.

– ¿Pero entonces qué tiene de interesante?
–Eso amiga, que esto no es natural, alguien metió las manos para que el historial de Eva San Román sea limpio y transparente, y si te digo que metieron las manos es que lo hicieron hondo; pero no lo suficiente, hay una fisura, y es que he podido rastrear su existencia solo hasta los quince años porque fue ahí cuando se supone que llegó al país.

Esteban frunció el ceño.

– ¿Se supone?
–Es nacional, ella nació aquí según sus registros, pero no sé dónde, ni cuando se fue o hacia donde, tampoco sé cuándo volvió, lo saqué por conclusión al descubrir sus registros, lo que significa que no solo hay algo raro en ella, sino que también en lo que la rodea.
–Es un fantasma.
–Exacto –replicó poéticamente– es un fantasma de sí misma, Eva San Román no es nadie y a la vez es alguien, es algo parecido a una representación teatral de sí misma, donde puedes ver como sólida la estructura, pero tras el parlamento no hay nada más que hojas escritas, ni pasado, ni hechos, solamente lo que puedes ver.

Micaela se quedó pensando en la explicación que les había dado F. Que Eva fuera una farsa era algo que se esperaba, pero no de manera tan literal, porque al ser así, tomaba un cariz completamente distinto; eso podría explicar esa confianza, esa actitud implacable, ese trato superior, porque si no tienes nada que esconder, simplemente no hay temores. Por eso los sacó del proyecto, porque en su vida todo estaba preparado y dispuesto y ellos no solo eran prescindibles, sino que además no eran parte de sus planes.

– ¿Qué piensas?
–F, hazme un favor, ten muchísimo ciudado, no dejes que te descubran mientras estés investigando, es primordial que llegues a la verdad sin que te atrapen.
–Soy indetectable.
–Entonces hazlo aún mejor, creo que esta mujer puede ser un peligro y no quiero que te arriesgues; por favor redobla tus medidas.

F se lo pensó un momento y  al final habló.

–Sí, tienes razón, la verdad es que de primera me había parecido que esto era divertido como desafío, pero también tiene otra cara, es mejor que no nos arriesguemos; pero les prometo algo: voy a descubrir quién es esta mujer, parece que no va a ser fácil, pero lo voy a hacer.
–Gracias F –intervino Esteban– yo confío en ti, estaremos esperando los resultados.

El otro los despidió, y los amigos salieron rápido del edificio en donde vivía; Esteban se mostraba un poco decepcionado.

–Y al final todavía no tenemos nada.
–Al contrario, tenemos mucho.
– ¿A qué te refieres?
–Mira –replicó ella decidida– saber que esta mujer es falsa ya es un triunfo, porque  quiere decir que no estaba equivocada en desconfiar de ella; es el tipo de colaborador especial para mi madre.
–Pero ella llegó antes que tu madre.
–Por lo que sabemos, podría ser algo diferente, pero aunque fuera así, Bernarda tiene un rastreador de personas así, de hecho ya tiene consigo a Luna, esa morena que apareció en todas partes haciendo publicidad del Boulevard. Se conocieron hace tiempo, y esa Luna le debe algún tipo de favor a Bernarda porque la idolatra, y  aparece cuando la llama, de hecho la última vez que supe de ella fue hace como dos temporadas, en Londres. Bernarda estaba perdiendo una  negociación y Luna apareció a seducir a los ejecutivos. Al final ganaron.

Esteban ya no se sorprendía de escuchar a su amiga hablar así de su madre, pero si le llamó la atención otra cosa.

–Sí, creo que tienes razón, pero ahora que lo dices, acabo de notar algo raro.
– ¿Qué es?
–Vi en las noticias las imágenes de la inauguración de algo de Boulevard, y ahí estaba Adán Valdovinos, ¿lo recuerdas?
–Para nada.
–El modelo de revistas que estaba encargándose de todo en la inauguración de la galería de arte de Carmen Basaure cuando ocurrió el disparo.
– ¿Estás seguro?
–Claro, un hombre así de atractivo no pasa por alto ni para los otros hombres, eso te lo aseguro. Si estaba ahí quiere decir que está trabajando para la competencia, ¿o no?

En ese momento a la joven le pareció que su amigo estaba dando con el punto. No hablaban de cualquier competencia, hablaban de que un colaborador de Carmen Basaure se iba a trabajar con Bernarda Solar, quien había tramado la forma de quedarse con una colección de la pintora tiempo atrás; ¿lo sabría Carmen mientras estaba de viaje, o se toparía con la sorpresa a su regreso?

No era un secreto que las dos eran algo así como rivales, una exponiendo sus obras magnificas, la otra haciendo negocios impresionantes con otras obras, y siempre parecía que el mundo no era lo suficientemente grande para las dos. Era una información importante. ¿Estaba ese hombre traicionando  a una mujer por otra, o estaba en medio de un juego más importante? Tenía que investigar.





Próximo episodio: Vida perfecta

La otra matrix Capítulo 7: Un ladrón con suerte



Helios 4. Seis meses después

Los pasillos del asteroide mecanizado en donde se mantenía interno a los autobots que presentaban fallas mentales eran todos iguales, altos, sin ventanas, con luces ocultas, interruptores y de un color gris blanco inmaculado; todo el asteroide estaba construido en forma de capas concéntricas de modo que la recepción de los pacientes y el alta de éstos se realizaba en el borde exterior, y la segmentación de los internados aumentaba su complejidad conforme se avanzaba hacia el centro. Las armas estaban prohibidas en el lugar tanto para los internos como para los guardias como una medida de protección, los medicamentos a base de infusiones de energon y los aparatos de control de impulso se encontraban resguardados a fin de evitar conflictos; en todas partes se respiraba tranquilidad y control, y según las instrucciones del autobot en jefe en el asteroide debía haber un clima de sana convivencia a fin de permitir que los internados pudieran, en determinado momento, recuperar el control de sí mismos y volver a ser útiles a la sociedad. Asimismo a los internos que se encontraban en etapas avanzadas de tratamiento se les asignaba un puesto en la línea de ensamblaje de componentes electrónicos que luego eran enviados las distintas bases autobot.
Los turnos de seis horas continuas por jornada dejaban tiempo suficiente para que los internos pudieran asistir a las terapias que les correspondían e ir a reposar e interactuar con los otros, aunque esto último era tema constante de debate, ya que los internos no se comunicaban unos con otros en las zonas destinadas a esparcimiento; algunos terapeutas opinaban que era porque se sentían presionados a hacerlo y otros porque las condiciones no eran las mismas que en cybertron o alguna de las colonias de donde ellos provenían. De todos modos la forma en que se determinaba si un autobot se encontraba en condiciones de volver a la vida civil y militar que le correspondía era a través de una serie de exámenes que confirmaban sus niveles de ecualización sensorial y la reacción a distintos tipos de estímulos tanto visuales como físicos.
Heartfire llevaba seis meses internado en el Helios 4 y se había convertido en un paciente modelo; después de la primera semana de adaptación no opuso resistencia a los tratamientos, procuró aprender los horarios y protocolos correspondientes a su terapia y redactó constantemente una línea de los avances y procedimientos en él realizados, con lo que dio una importante ayuda a sus terapeutas; antes de un mes, Heartfire ya estaba trabajando en la línea de ensamblaje, cumplía con prolijidad cada uno de los horarios y turnos que le asignaban sin jamás poner algún tipo de queja, y lo único que podían destacar de él como punto negativo era que fuera de lo estrictamente necesario no hablaba con otros internos o con los terapeutas, por lo cual se estimaba que la parte social de su carácter sería la que tardaría más tiempo en recuperarse por completo. No había sido posible encontrar registros de su memoria anterior, pero al consultarle cuál sería, según su juicio, la ocupación en la que le gustaría desempeñarse a futuro, indicó que le gustaría quedarse en la línea de producción, ya que en ese lugar se sentía parte de un todo y podía aportar y sentirse apoyado al mismo tiempo.
Su terapeuta confiaba en que dos años después, si no experimentaba ninguna diferencia estaría en condiciones de ser dado de alta y postular a un puesto de trabajo en una línea de producción en un asteroide dedicado a ello.

Faltando minutos para terminar su turno en la línea de producción, Heartfire se encontraba solo en la sala de ensamblaje ya que tenía a su cargo la revisión correcta del inventario de partes ensambladas y los pendientes; una vez terminó de confirmar los datos de manera correcta salió de la sala, pero volvió unos momentos después recordando que debía dejar un apunte de realización del sistema.
Cuando cruzó el umbral de regreso se quedó inmóvil mirando hacia una esquina.

—Disculpa, pero creo que no tienes permiso para estar en este lugar.

Ninguna voz respondió a sus palabras, sin embargo el autobot caminó en dirección al punto al que miraba sin un asomo de duda en la voz.


—No quiero ser descortés, pero aunque te quedes inmóvil, de todos modos te encuentras en un lugar sin autorización, y si alguno de los guardias te ve, vas a meterte en problemas.

Sucedió un nuevo instante de silencio. Heartfire aparentemente sólo en la sala de suministros.

—Además al verte da la sensación de que estás armado, y los protocolos de Helios 4 indican que no se pueden portar armas.

De manera repentina se materializó ante él un autobot de más baja estatura, acorazado y que llevaba un cañón en la espalda. Su rostro parecía inexpresivo con las facciones cubiertas por una máscara plana y un visor, pero aún así se notaba sorprendido por la situación en la que estaba.

—Podías verme —dijo en un susurro— no estabas hablando solo como los locos de aquí.
—Mis sensores ópticos se encuentran en buenas condiciones ¿por qué no iba a poder verte? —respondió Heartfire perplejo.

El otro no respondió durante largos momentos; que alguien pudiera verlo cuando estaba usando el escudo invisible era algo en extremo extraño, más aún considerando quién era el fabricante de ese escudo.

—Es difícil de explicar, pero lo cierto es que tú no deberías poder verme.
—No eres un producto de mi imaginación —respondió Heartfire resueltamente— los terapeutas analizaron mi caso y no sufro de trastornos de percepción de imagen.

“Este tipo no está loco” Se dijo Heavythread. “No está desvariando como los otros, lo que hicieron fue lavarle el cerebro.”

—Estoy convencido de que tu salud está en perfectas condiciones —replicó Heavythread con tranquilidad— aunque sólo debo hacerte una pregunta de rigor ¿Vas a activar la alarma?

En esta ocasión fue Heartfire quien se quedó unos momentos en silencio, sin saber qué responder; en el fondo sabía que con quien estaba hablando era un intruso en esa sala de la línea de producción, y que debería dar aviso a la guardia del lugar, pero algo inexplicable se lo impedía: dar una alarma por intrusión no estaba en ninguno de los protocolos que le habían sido inculcados a lo largo de los últimos meses.

“Esto es extraño” Se dijo Heavythread “Hay dos cosas que me parecen extrañas y alarmantes, la primera de ellas es que este tipo no está loco como los otros que están encerrados en este lugar, y la segunda y la más peligrosa es que puede verme.”

Percibió que alguien se acercaba y volvió a concentrarse en el autobot que tenía frente a sus ojos.

—Escucha, alguien se acerca, así que trata de aparentar que estás solo en este lugar, porque quien sea que venga no podrá verme, y si te ven hablando solo pensarán que perdiste todos los tornillos.

En efecto, unos momentos después entró en la estancia un centinela que lo quedó mirando extrañado.

—Heartfire, estás aquí, pensé que se había quedado encendida la luz.

Durante unos segundos que a Heavythread le parecieron una eternidad, Heartfire no respondió. Después lo hizo con un tono de voz plano, desprovisto de emoción.

—Me retrasé en registrar mi salida y el reporte de provisiones.
— ¿Todo está bien?
—Sí, terminaré lo pendiente e iré a reposar.
—Entiendo, te dejo entonces, tengo que terminar mi ronda.
— ¿No descansas?
—Aún no —replicó el otro— me faltan varias horas, nos vemos,

La puerta se cerró, y Heartfire quedó nuevamente sólo, hasta que Heavythread se materializó ante él de nuevo.

—No puedo seguir mucho más tiempo aquí, y es demasiado peligroso que te deje así nada más. Cielos, Aldren va a matarme por hacer esto.
—Disculpa, no entiendo a qué te refieres.

El tanque lo contempló, pensativo.

—Lo entenderás muy pronto, amigo.

2

Cybertron. Tarn. Laboratorios subterráneos de Spektre.

—Te traicionó.
—Aún no lo hace.

Arciagan y Spektre habían procurado no tocar el tema durante los últimos meses, amén de la presión que Galvatron había realizado sobre toda la población decepticon a fin de poner en marcha el inicio de los preparativos para una guerra que, en teoría, terminaría con la tregua dentro de un tiempo indeterminado. Pero luego de la primera y tensa etapa, todo había regresado a la normalidad, al menos en apariencia.

—Estos últimos seis meses no has vuelto a tener noticias de Runflight, es obvio que ya no está en carrera por conseguir lo que le encargaste.

Spektre sabía que las cosas no habían salido como esperaba en un principio, pero aún tenía cosas sobre las que decidir.

—Reconozco que Runflight me decepcionó en ese sentido, pero si lo hizo, es porque está tras algo que le interesa más que el paquete de créditos que le ofrecí por encontrar el objeto que detectamos en el radar tiempo atrás; le ofrecí mucho dinero porque esperaba que se quedara con la riqueza, y me trajera el objeto que tenía un rango de energía idéntico a la Matrix de liderazgo que estaba en otro sitio.
—No lo hizo —apuntó ella sin emoción en la voz— pero sí siguió su ruta.
—Exacto. Tus drones espías verificaron que Ultramagnus y ese sujeto que según Runflight cargaban el objeto llegaron hasta las cercanías de Kyryon, lo que significa que fracasó en su misión de recuperarlo y traerlo; en condiciones normales pensaría que no quiere venir a rendirme cuentas y que da por perdida la paga, pero…

Arciagan continuó el hilo de sus palabras.

—Pero está desaparecido. Por eso insisto en que te traicionó, no está pensando en abandonar todo, descubrió que puede obtener un beneficio mayor y está tras de eso.
—No puede llegar hasta el objeto si éste ya está en poder de los autobots, no será tan ingenuo como para tratar de entrar en Kyryon.
—Pero igual sabes que trama algo.

Spektre sabía que una oportunidad como esa no se repetiría, quizás, en toda la eternidad. Lo que sea que fuera el objeto con esa frecuencia de energía, estaba separado de la matrix por algún motivo ¿Seguridad? ¿Duplicar la matrix? No importa de lo que se tratara, si existía, la posibilidad de que quedara en manos de Runflight era una ruina en potencia, tanto o peor que si se enteraba de ello el propio Galvatron.

— ¿Aún tienes ese contacto secreto entre los autobots?
—Sí, pero sabes que es un simple soplón de poca monta, dudo que pueda siquiera llegar a Kyryon.
—No importa, me basta con que averigue cuáles son las murmuraciones entre los pasillos; dile que necesitamos saber hasta los más ínfimos cotilleos.

Arciagan disfrutaba más la actividad que la quietud, de modo que se puso de buen humor; casi al mismo tiempo recibió un mensaje codificado.

—Tenemos noticias buenas dentro de todo.
— ¿Qué pasa?
—Hay un potencial yacimiento de cristales de amatista estelar a cierta distancia de aquí; podré continuar con mis proyectos.
—Felicidades querida.
—Gracias. Nos veremos más tarde, seré la dama de la amatista.

3

Heavythread utilizó un dispositivo de luz, el que apuntó directo a los ojos de Heartfire; un segundo después del cegador destello, el autobot pareció despertar de un sueño.

— ¿Qué es lo que pasa, que…?

Se interrumpió a sí mismo; de pronto se agolparon en su mente las imágenes y voces de los últimos seis meses, como si hubiera sido una cinta reproducida, pero en la que él participaba de manera constante.

—Estoy en Helios 4, me internaron aquí.
—Parece que estás volviendo en ti —comentó el otro con cautela—. Dicen que es confuso volver de los efectos de los tranquilizantes.
—Un poco. Espera ¿Quién eres tú?

Heavythread estaba pensando en que si estaba equivocado, muy bien ese sujeto podía matarlo sin vacilar, o a lo menos activar una alarma y con ello, causar muchos problemas. Pero como la perspectiva de los regaños de Aldren más tarde no lo hacía alegrar el día, no había diferencia significativa.

—Eso no importa ahora; escucha, yo no debería estar aquí, y tú no deberías estar aquí: te sedaron y no sabías ni quién eras, supongo que hiciste algo grave para que te medicaran de esa manera.

Escuchar eso revivió de golpe todo lo que había pasado antes de su arribo a ese asteroide; claro que había hecho algo terrible, confiar en que estaba haciendo lo correcto.

—Creo que sí, pero no viene al caso, supongo.

El otro estaba dudando de qué era conveniente decirle, pero si algo tenía claro era que no podía correr el riesgo de dejarlo ahí.

—No es bueno que estés aquí; soy del exterior, y quiero ayudarte, al menos a salir. Si aquí eres un criminal o hiciste alguna locura, entonces te entiendo y quiero ayudarte.

Aún no entendía lo que pasaba por su mente, o cuál era su posición en el espacio luego de todo lo que pasaba; aún había bruma frente a sus visores, pero tenía muy claro lo que pensaba al respecto.

—No eres de aquí ¿Verdad?
—Soy un extranjero de visita —respondió con evasivas—. No me digas que eres un nativo cybertroniano fiel a tu raza.

Siempre había sabido que existían desafiliados a las filas, cybertronianos que, hartos de la guerra, ignorantes de las razas o simplemente desinteresados de seguir órdenes, tomaban su propio rumbo, ya sea de manera independiente o formando colonias. La sensación de tristeza que a él lo embargaba en esos momentos era indescriptible.

— ¿Puedes salir de aquí?
—Sí.
—Entonces iré contigo —repuso en voz muy baja, casi hablando consigo mismo—. No dejo nada atrás, nada hay aquí para mí.

4

Asteroide Kyryon. Puente de mando. Mientras tanto.

La ceremonia iba a ser sencilla, no se trataba de hacer pompa en las circunstancias como las que actualmente pasaban a los autobots, pero Rodimus insistió en realizarla. Ultramagnus, los miembros de La muralla autobot y los principales centinelas estaban presentes.

—Viejo amigo, hago oficial tu reintegración a tu cargo de comandante de tropas, mi mano derecha, el cargo que nunca debiste dejar de ostentar y que te quité en un alarde de inseguridad.
—Rodimus…
—No —lo atajó con una sonrisa—. Es la verdad, soy yo el primero que debe reconocer y superar sus errores a fin de ayudar a otros a mejorar. Nos encontramos en tiempos difíciles, en medio de una tregua que no puede durar mucho, y que, en riesgo de ser rota por los decepticons en cualquier momento, nos exige unión, y el máximo de trabajo para estar prevenidos.

Se detuvo un momento, incapaz de hablar, pero disimulando su malestar adoptando una actitud reflexiva; unos momentos después pudo continuar.

—Este también es un momento de alegría para nosotros, ya que tenemos junto a nosotros a un amigo y poderoso guerrero que ha aceptado un cargo que le es merecido por su fuerza y capacidad. Acércate por favor.

Tau se acercó a él de entre las filas al líder autobot.

—Sé que no te gusta mucho la ceremonia, así que seré breve. Ante ustedes, mis generales a cargo de la pesada tarea de ser La muralla autobot, los comandantes de grupo y los centinelas, quiero nombrarte uno de ellos, y confío en ti para que hagas tu mejor esfuerzo en pos de la paz y la seguridad de toda la población autobot, y de toda aquélla que esté en riesgo o necesite de nuestra ayuda. Bienvenido, Sentinel Tau.

Se hizo un respetuoso silencio en el grupo; los hechos en torno a la suplantación de la identidad del guerrero estaban limitados a muy pocos autobots, y se consideraba un asunto confidencial, sin embargo de lo cual, era sabido por todos que su poder era requerido por el alto mando.

—Gracias por confiar en mí, es muy importante.
—Sé que harás lo mejor para aportar a la paz y la seguridad de todos.
—Lo haré.

Pero no sólo ese asunto ocupaba la mente de Sentinel Tau en esos momentos, también una promesa que permanecía pendiente: ahora que tenía el cargo de centinela, podría dejar de dilatar la investigación sobre la intervención de Runflight en su recuperación, y llamarlo a Kyryon para que se le reconociera el desinteresado acto que hiciera en su favor. Hasta el momento, el mercenario había cumplido su promesa de no cometer crímenes, lo que era un antecedente enorme a su favor, y si bien Sentinel Tau no esperaba que se uniera a los autobots, al menos confiaba en alejarlo de la senda del delito de manera definitiva; él había visto en aquél la bondad y la capacidad de sentir compasión cuando el peligro era insuperable, y eso no podía desperdiciarse. Haría lo posible por concertar una cita con el alto mando lo más pronto posible.



Próximo capítulo: Antigua enemistad

La traición de Adán capítulo 21: Siete días



Eva y Bernarda estaban en un bar en el que se reunían habitualmente durante la tarde cuando tenían algún asunto que tratar, y que contaba como punto de encuentro porque el sitio le pertenecía; en eso llego Adán, en una tenida semiformal en colores celestes que lo hacían lucir como un modelo publicitario. Bernarda ahogó un suspiro al verlo entrar al bar.

–Dime si no es un placer ver a ese hombre.
–Es cierto –coincidió Eva acostumbrada ya a ese tipo de comentarios de parte de la otra– es guapo.
–Guapo es demasiado poco para él; hola Adán, nuestra invitada está por llegar, supongo que se retrasó arreglándose.

Adán saludó a ambas y leyó fácilmente el mensaje visual que le transmitía Eva: debía estar muy atento.

–Puedo esperar –sonrió ocupando un lugar– además tenemos muy poco tiempo para afinar todos los detalles.

En ese momento entró Luna, y Adán supo de inmediato que ella era la mujer que le iban a presentar; se trataba de una chica realmente atractiva, de figura espléndida, voluptuosa y de movimientos sinuosos, como si estuviera danzando sugestivamente. Tenía hermosos y a la vez poco usuales rasgos, una mirada misteriosa, penetrante y al mismo tiempo joven y fresca, era la representación física de una amazona de las leyendas, la mezcla perfecta entre la frescura de la juventud y la fuerza de una fiera. Para ser una gerente de relaciones públicas era demasiado atractiva, pero para haber sido contratada por Bernarda y para ese tipo de labores parecía perfecta.

–Buenas tardes.
–Gracias por venir.  Te presento a Luna Arriaga, ella es la nueva gerente de relaciones públicas de Boulevard. Luna, él es Adán Valdovinos.
–Un placer –saludó la joven con los ojos brillantes y sonriendo– espero que trabajemos muy bien juntos, por lo pronto con Eva ya estoy interiorizándome de algunos aspectos, pero por lo que Bernarda me dijo, trabajaré directamente para ti.

Adán la invitó a sentarse como si fuera el anfitrión.

–Para mí también es un placer. Desde ahora te digo que puedes confiar en mi para lo que necesites, para mi es sumamente importante que este proyecto vaya sobre ruedas.

Bernarda sonrió al ver a su triunvirato.

–Es cierto muchachos, pero lo que tiene que ver con Boulevard ya está demasiado adelantado; gracias a la gestión impecable de Eva, estamos a muy poco de inaugurar, y tan pronto esté listo, tú Adán te harás cargo del manejo del proyecto y Luna, tú te ocuparás de lo tuyo, que por cierto incluye una gran campaña de publicidad. Además cuando comience, la idea central es que haya una nueva sorpresa cada día. Pero de eso se ocuparán principalmente ustedes, lo que ahora mismo me es mucho más importante es que hay un nuevo proyecto, del que ya te hablé Eva.
–Es  verdad.
–Se trata de un hotel de lujo junto al aeropuerto, estrenando en él un diseño totalmente innovador, y pretendo que ustedes tres se hagan cargo de absolutamente todo, Eva en la planificación de la obra, y Adán junto a Luna en la publicidad y el manejo; quiero que Boulevard sea la publicidad para el hotel.

Eva se asombró internamente, aunque no lo demostró; entonces esa era su forma de trabajar, tomaría cada cosa como un escalón hacia sus objetivos, que peligroso pero a la vez conveniente estar junto a ella. Aunque también significaba proyectar sus planes mucho más allá del futuro inmediato, para conseguir estar un paso adelante de Bernarda.

–Me dijiste que podía conservar a la parte importante del equipo en Hotel; para empezar contar con ellos es genial, y como te decía antes, mantener a  mi equipo cercano y a mi arquitecto e ingeniero es fundamental, sobre todo si quieres que me haga cargo de cada detalle.
–Planéalo como mejor sea Eva, sorpréndeme, has algo que ni a mí se me ocurriría y triunfaremos; como el tiempo apremia, la publicidad de Boulevard ya la definí y solo tendrás que integrarte Luna, pero para el hotel todo dependerá de ti, lo mismo digo Adán.

Adán estaba sacando cuentas; Boulevard era una buena plataforma, el hotel sería el piso de sus siguientes proyectos y todo se estaba dando a pedir de boca, con la única diferencia que aquí tenía que cuidarse de quienes lo rodeaban, ahora más que nunca.

–Aunque solo ahora lo sé, ya me estoy haciendo algunas ideas; tendremos que organizar el tiempo con cronómetro, porque preveo reuniones maratónicas afinando cada detalle.
–Así que se trata de eso –comentó Luna divertida– vas a hacernos una prueba de fuego con Boulevard, y lo fuerte vendrá después; pero si quieres una buena iniciativa, te advierto que estoy comenzando a idear un proyecto publicitario que va a dejar como unos infantes a todos los comerciales y carteles que has visto en este país.

Bernarda estaba disfrutando de las personas a las que había citado; cada uno de ellos era único en su tipo, y eso era exactamente lo que necesitaba con ella, personas fuera de lo común dispuestas a hacer cosas fuera de lo común: Adán era hermoso, inteligente, un imán para la gente tanto  como para el éxito, Eva era magnética, brillante, una joya de la planificación y Luna...Luna era su arma favorita, la segunda arma más importante con la que podía contar.

–Me fascina ver a personas jóvenes como ustedes estudiando un nuevo trabajo tan solo con la mente, además que son perfectos para lo que se proponen y funcionan de una manera muy parecida a mí; ahora quiero contarles lo que tiene que ver con la publicidad de Boulevard, porque quise innovar un poco y por primera vez en este país, no habrá comerciales, ni afiches de publicidad. Tengo organizadas visitas a diferentes sitios donde tú Luna, en persona y como gerente de relaciones públicas, regalarás sesiones completas de relajación en el Spa, con la única condición de enviar la invitación a unirse al sitio de la nueva Galería Cielo. Hay sitios confirmados en discotecas, bibliotecas, centros de estudios, instituciones financieras y cines, y para apoyar  todo esto contacté a una serie de rostros de la farándula para que les muestren a nuestros invitados los beneficios de lo que tendrán. Estarás en terreno con algún bailarín o una modelo y una sesión móvil de masajes y terapias, y mientras el público se admira con eso, tú ofrecerás invitaciones gratis, y lo único que el elegido tendrá que hacer es enviar la invitación de la galería y llamar a su amigo para que visite  el sitio en ese instante.

Adán ya tenía considerada la variable, por lo que no le fue difícil deducir que tenía amarrado un millonario contrato de publicidad por emplazamiento en la web, con lo que se aseguraba ingresos solo por cada visita, además de lo que tendría en su favor con las visitas pagadas o con descuento, sin contar el ahorro de millones al no hacer comerciales de ningún tipo.

–Es brillante, me encanta  –comentó Luna sonriendo ampliamente– es una estrategia que es muy poco común porque es arriesgada, pero tiene todos los ingredientes para ser un éxito, y por supuesto me tiene a mí, así que no te preocupes porque sé exactamente cómo tratar al público. ¿Cuando empezamos?
–Mañana a primera hora en mi oficina, voy a necesitar Eva, que me confirmes si estamos en condiciones de inaugurar la nueva Cielo este Sábado.
–Totalmente Bernarda, de hecho mis ojos están en terminar con lo demás para poder inaugurar una sorpresa cada vez como dijiste, solo me preocupa un poco la sala de teatro, pero si la desplazamos al tercer o cuarto lugar no habrá problemas.
–Con eso tengo, me importa únicamente que el spa este en segundo lugar, lo demás lo organizamos según el momento. Ahora que ya tenemos lista la  previa de Boulevard,  quiero darles un plazo: a partir del sábado, el resto de esa obra va a ser estrenado en siete días, inmediatamente después de eso quiero en mi escritorio la primera visualización del proyecto del hotel.

Adán sonrió.

–La tendrás Bernarda, y prometo que te vas a sorprender.
–Eso es exactamente lo que quiero. Ahora tengo que irme. Luna, acompáñame al taxi, necesito que me digas donde conseguiste los anillos que traes.

Ambas se pusieron de pie, Bernarda se despidió de los otros, y se alejaron conversando animadamente. Eva y Adán siguieron conversando con total naturalidad, sin demostrar que había algo más que los unía, aunque en sus voces se notaba la diferencia, el mensaje secreto.

–Ten ciudado con esa mujer.
–Ya había pensado que podía ser espía de Bernarda, solo hay que tener más ciudado si es posible.

Eva bebió un poco de agua.

–Quiere acostarse contigo.
–Pero yo no quiero acostarme con ella –sentenció Adán sin alterarse– jamás querría, y lo sabes.
–Ese  no es el punto, Bernarda y Luna son amigas porque son del mismo tipo de persona, están acostumbradas a conseguir lo que quieren, y no se detienen ante nada para lograrlo.

Adán estaba tan tranquilo como de costumbre; no estaban discutiendo ni algo parecido, simplemente estaban hablando de lo que era importante en esos momentos.

– ¿Se diferencian en algo de nosotros?
–Sí, ellas son personas solitarias.
–Y nosotros nos tenemos el uno al otro. Eso no va a cambiar, no hay nada que pueda alejar mi mente de ti.
–Eso no cambia lo que he dicho; Luna es una persona tanto o más peligrosa que Bernarda, y no nos libraremos de ella con facilidad.
–Lo sé. Sin embargo ninguna de ellas, ni ambas unidas pueden contra nosotros, tenemos en nuestras manos el inicio de todo.
–No cometeremos errores.
–Jamás. Es  necesario pasar sobre el Boulevard y más allá del hotel, solo así tendremos el control; aún no tengo claras las ideas, pero estoy en eso.
–Igual yo. Tengo algunas ideas, pero es mejor mantener todo como está por ahora.

Luna volvió y se integró a la conversación.

Pilar y Margarita se abrazaron eufóricas.

– ¡Ya está amiga, inauguramos el Viernes!
–Es increíble, estoy tan emocionada Margarita. Y tenemos reservas, ahora solo falta que la máquina funcione bien.

Estaban en la pequeña oficina al fondo de la edificación.

–Es el momento, la gente que contratamos está afuera esperándote: garzones, chefs, ayudantes, guardias, todos están ahí, así que tienes que darles la bienvenida y todo eso.
–Que nervios, no se me da mucho lo de hablar así en público, pero lo haré.

Respiró profundo y salió al salón, donde todo estaba listo menos el mobiliario; se dirigió a todos con una voz segura pero suave, que logró captar la atención de todos al instante.

–Buenas tardes. Mi nombre es Pilar, soy la dueña del restaurante y su jefa, les agradezco que  estén aquí. Para ustedes esto puede ser un trabajo más, pero para mí es un proyecto muy importante y estoy esforzándome al máximo en que funcione bien, así que les quiero pedir que pongan también todo su esfuerzo aquí; no soy del tipo de persona que tiene esclavos, sé que ustedes son seres humanos y por eso es que quiero que confíen en mí, que sepan que también estoy trabajando y que me importa que estén bien, porque si trabajan bien todos vamos a salir ganando. Mientras tanto esto es una apuesta, pero quiero que me ayuden a que se vuelva estable y confío en cada uno, por eso los elegí para trabajar aquí. También quiero que sepan que Margarita es mi asistente, si en algún momento no estoy pueden hablar con ella por cualquier cosa, así que háganse parte de todo esto, díganme qué funciona mal, qué funciona bien, y si tienen alguna idea o lo que nos pueda ayudar a mejorar, no se detengan, puedo escucharlos a todos. Gracias.

Se produjo en breve silencio, y un experimentado chef alzó la voz.

–Señorita.
–Dígame Manuel.
–Mire, yo he  trabajado mucho tiempo en éste rubro, ya no estoy para durar un mes en un trabajo, así que  si es por algún consejo o lo que sea, si es para que nos vaya bien, cuente conmigo, yo la voy a apoyar.
–Gracias Manuel, cuento con usted, y también con todos, no puedo hacer esto sola, así que les pido que trabajemos juntos y así creo que a todos nos irá mejor.

Algunos en el grupo lucían indiferentes, pero afortunadamente la mayoría se mostraban interesados, y ese era un excelente capital, contar con personas que estuvieran dispuestas a aportar; estaba convencida de que en esa empresa  solo tendrían éxito funcionando como un gran mecanismo. El Viernes estaba extremadamente cerca, de modo que ya sentía la emoción de la inauguración y eso se sentía muy bien.

Finalmente la campaña publicitaria de la inauguración de la nueva Galería Cielo y el adelanto del spa y centro de relajación fue un éxito rotundo, y permitió que Luna mostrara todas sus dotes como imán para la gente, cualidad en la que Bernarda no se había quedado corta en elogios; sus apariciones junto a figuras del ambiente del espectáculo en lugares estratégicos fueron llamativas en primer lugar, y al principio llegaron uno o dos medios de comunicación obviamente contratados, pero después ya no fue necesario hacer más. El enganche de los cuerpos tonificados de los modelos guiaba la vista hacia la hermosura de Luna, quien se las arregló para parecer al mismo tiempo una ejecutiva y una mujer cercana a cada persona; dirigía cada acto sin que se notara, y hacía que el público entrara en su dinámica, reaccionando eufórica cada vez que alguien conseguía un premio. Para la tercera o  cuarta presentación pública su existencia ya era conocida, y el público comenzó a esperarla en los sitios donde se rumoraba que estaría con nuevos premios. El día Sábado la galería Cielo ubicada  en el Boulevard se inauguró sin ceremonias, pero con una insólita asistencia de público y de medios de prensa, convirtiéndose en la noticia del día en las páginas sociales por la concurrencia de famosos y personas renombradas, en economía y negocios por la original propuesta publicitaria y en espectáculos por conseguir darle un segundo impulso a una muestra que ya había sido estrenada más de siete meses atrás. El domingo fue el turno del spa, al que se le registró todas las locaciones ocupadas gracias a la publicidad que había hecho Luna, sin contar que había también muchas reservas específicas por los regalos y el interés por acceder al servicio que se mostraba como accesible, conveniente y de excelente calidad. El Lunes fué el turno del Centro de terapias alternativas, el Martes siguió el cine y la sala de teatro, el Miércoles abrieron sus puertas tiendas exclusivas de ropa, joyas y exquisiteces, el Jueves fué el turno de las tiendas familiares de nombres desconocidos en el país, importados solo para el Boulevard y con productos y ofertas insólitas, el Viernes se puso en funcionamiento la cafetería, el bar, el restaurante familiar y la gelatería, para finalizar en la noche de esa misma jornada con la biblioteca internacional y un espectáculo de artistas circenses como celebración; gracias a la ingeniosa campaña y a la omnipresencia de Luna, que parecía no cansarse jamás de atraer al público, cada nuevo evento solo agrandaba el interés por los servicios del Boulevard, incrementando por supuesto los ingresos y la fama del nuevo juguete de Bernarda Solar. Tras el espectáculo el Viernes, la empresaria se reunió con Eva, Adán y Luna en el bar del Boulevard en un sector exclusivo.

– ¡Ésta ha sido una semana dura, pero ya tenemos todo inaugurado y es un éxito! Los felicito a los tres, aunque en éstos días tengo que decir que el mayor crédito se lo lleva Luna.

La morena sonrió satisfecha.

–No es para tanto, solo estoy haciendo mi trabajo, y estoy muy contenta de hacerlo.
–Eso puedo verlo; ahora quiero saber si cumplieron con lo que les pedí.

Eva sacó de su bolso una pequeña carpeta y se la entregó.

–Estaba lista ayer temprano pero no tuve oportunidad de entregártelo; esa es la primera idea por supuesto, pero también es la base para que funcione a la perfección.

Bernarda paseó la vista por los primeros bocetos y planificaciones, y tal como lo había supuesto, la idea inicial era mucho más sorprendente de lo que se esperaba.

–Me gusta, es un verdadero monstruo. De verdad que es un monstruo muchachos, así que tenemos otra razón para celebrar esta noche. La próxima semana y mientras este lugar  sigue rebosando de gente, comenzamos a construir el Hotel que le va a cambiar la vida a los pasajeros del Aeropuerto.




Próximo episodio: Pequeños triunfos.

Por ti, eternamente Capítulo 7: Noticias entre manos



—Muchas gracias, estamos a las afueras del Servicio Forense, hasta adonde ha llegado la familia de la joven fallecida recientemente y que es la noticia del momento en ésta mañana. Les recordamos que el día de ayer fue notificada la desaparición de un menor de solo cinco meses de vida. Me encuentro en compañía de la señora Ingrid, quien accedió a hablar unas palabras con nosotros. Señora Ingrid, cuéntenos un poco de lo que saben al respecto de éste extraño caso.

La cámara se trasladó del periodista a una mujer de aspecto saludable, de largo cabello oscuro, que con la mirada baja hablaba lento, intentando a medias controlar sus sollozos.

—Todo es tan extraño —comenzó con la voz temblorosa— estamos aquí para reclamar el cuerpo de mi sobrina.
— ¿Tienen alguna noción de qué es lo que le causó la muerte a su hija?

La mujer hizo una pausa.

—Mi sobrina estaba enferma, pero aún no han salido los resultados de los exámenes. Lo que más nos preocupa ahora es que desapareció mi sobrino—nieto, el hijo de ella.
—Según la información que tenemos, su familia ha hecho una denuncia por presunto secuestro.

La mujer se mostró sorprendida.

—Mire... yo... yo no puedo hablar de ese asunto porque el abogado nos dijo que era un tema complicado.
—Es decir que si están realizando algunas acciones.
—La verdad es que lo que más nos importa es la seguridad del niño, él tiene solo cinco meses de vida, necesita cuidados y estar con su familia. Por eso es que necesitamos de toda la ayuda posible, que la gente nos ayude a encontrar al niño, que miren a todas partes, porque por ahí está la persona que lo tiene, y necesitamos que nos lo devuelva.

La cámara regresó al periodista.

—Los informes más recientes nos indican que hay una sospecha sobre una persona que podría tener relación con Magdalena de la Torre, la joven fallecida, y quien podría saber del paradero del bebé o inclusive tenerlo en su poder. Desde ya se le solicita a toda la audiencia que si tienen cualquier información, se comuniquen a los números de la policía o a través de nuestros servicios de comunicación en las redes sociales. Adelante estudios.


                                                                       2

Víctor abrió los ojos lentamente. Estaba aún en la sala de espera de la urgencia en donde había pasado la noche, aún sentado en la misma silla, con Ariel durmiendo tranquilo y casi inmóvil en sus brazos. Había tratado de mantenerse lo más despierto posible, pero el sueño lo vencía a veces, haciéndolo dormitar por momentos mientras a su alrededor el movimiento seguía incesantemente. En ese momento despertó el bebé, que por cierto había dormido espléndido para su edad, despertándose solo dos veces durante la noche; el pequeño comenzó a bostezar, y por primera vez, Víctor sintió que se olvidaba de todo lo que estaba sucediendo, y se dedicó a mirar al niño en sus brazos.

—Todo lo que está pasando es tan increíble... de pronto estoy aquí contigo y... No estoy seguro de nada de lo que estoy haciendo ni sé si las decisiones que estoy tomando son las correctas, pero en ese momento, cuando Magdalena habló conmigo, no pude... simplemente tenía que hacerlo, no podía dejar de cumplir la promesa que había hecho, pero ahora todo es un torbellino y no sé qué es lo que va a pasar... Magdalena cuidó de ti, ella es tu madre, pero ahora... ahora tú me miras tanto, ¿será que me miras porque me tienes confianza? ¿O será que tienes miedo y no sabes cómo explicarlo? Sólo sé que estoy tratando de hacer lo correcto, y quisiera...

No pudo seguir hablando; un nudo en la garganta le quitaba la respiración, pero a la vez, al mismo tiempo que todo a su alrededor había cambiado para siempre, por primera vez experimentó una nueva sensación, una tibieza especial que solo surgía estando así, sólo mirando al pequeño bostezar en su regazo.

—Tengo que darte tu leche —murmuró en voz baja—, y luego voy a mudarte, todavía necesito saber qué hacer.

Pasar la noche en la urgencia había sido mejor idea de lo que él mismo había supuesto, porque en medio del constante movimiento de la urgencia, y al ser ésta un servicio público, desde luego tenía más demanda de la que podía soportar, de modo que un hombre, aun siendo joven, con un bebé en los brazos, no era nada llamativo, más bien era de lo que menos podía interesarle al resto. Se desperezó lo mejor que pudo, mudó al bebé, y después de darle la leche, decidió salir. Ya daban las siete y media, y con la amenaza constante de las noticias de primera hora, no quiso arriesgarse a ver su propia cara en alguna de éstas, aunque tenía al mismo tiempo algún tipo de curiosidad por saber qué era lo que estaban hablando de él. Salió de la urgencia por una calle lateral, sin saber muy bien aún qué hacer durante el día, pero lo que tenía totalmente claro es que no podía seguir sin información y sin teléfono, porque romper el chip con su número al que lo había llamado ese hombre amenazándolo podía ser una buena medida preventiva, pero el celular apagado en la mochila no le servía de nada; con él podía informarse de algunas cosas.

—Víctor.

Se quedó detenido ante la voz que lo llamó, sin saber qué hacer. Un momento después siguió su camino a paso más rápido, intentando parecer normal en medio de esa calle desierta, pero una mano lo sujetó por el hombro.

—Espera.

Se soltó, y entonces la voz tomó cuerpo y figura. Se trataba de Eduardo, un antiguo conocido, un tipo de casi su estatura, corpulento y de rasgos duros.

—Entonces si eras tú, el que dijeron hace un rato en las noticias.

No solo era impactante que alguien a quien había conocido en algún momento le hablara con tal propiedad, también lo era el confirmar que su identidad ya estaba en conocimiento público.

— ¿Qué es lo que quieres?
—No tienes que ser hostil, recuerda que antes fuimos amigos.
—Y recuerdo muy bien porqué dejamos de serlo; tienes malas costumbres.
—Tal vez, pero a mí no me gustan los chiquillos.

Sonaba peor escucharlo de lo que creía. Pero decidió obviar esa parte, lo primordial era salir de allí inmediatamente.

—Cállate y déjame pasar.
—No lo creo —replicó comenzando a acorralarlo—, ésta vez voy a ser bueno y voy a devolver a ese niño, su familia va a estar muy agradecida.

¡La recompensa! Víctor intentó alejarse, pero el otro tenía a todas luces más rango de movimiento y trató de acercarse al bebé.

—No te acerques.
—No me des problemas, es muy temprano para eso.

Víctor se dio vuelta para evitar al otro hombre, pero éste se le adelantó y le asestó un puñetazo en el costado.

— ¡¡Aahh!!
—No lo hagas más difícil amigo...

Volvió a golpearlo, pero eso le dio una pequeña oportunidad; Víctor giró lo más rápido que pudo y le hizo una zancadilla, haciéndolo caer con estrépito. Sin pensar en nada más, comenzó a correr.

— ¡Espera!

Al hacer caer al otro, tuvo el tiempo suficiente para alejarse, tras lo cual llegó a toda carrera a una calle más transitada; tenía el corazón a mil, pero no podía detenerse, así que subió a un bus que estaba pasando, sin saber siquiera hacia dónde iba, pero teniendo un poco de distancia de lo que acababa de ocurrir.

—Tranquilo —murmuró hacia el bebé—, todo está bien, ahora vamos a ir hacia otra parte, no te preocupes por nada, no te preocupes por nada.

Poco después, cuando creyó estar lo suficientemente lejos de la urgencia donde había tenido el enfrentamiento con Eduardo, Víctor buscó un teléfono público y marcó en él un número.

—Arriendo de autos Gómez y Gómez, habla Daniel.

La voz del otro lado de la línea se escuchaba bastante más decente que el aviso que había visto en el diario, pero en realidad esa era la idea.

—Hola, necesito rentar un auto barato.
— ¿Papeles al día?
—En realidad no.
—Eso le va a subir un treinta por ciento el costo.

Podían ser indecentes, pero tenían sus prioridades, y eso era lo realmente importante.

— ¿Puede ser para hoy?
—Sí, podría ser un sedán del '94.
—Necesito algo más barato y menos vistoso.

La voz hizo una breve pausa.

—Tengo un huevito del '89, una camioneta blanca del año pasado y un furgón utilitario con algunos años.
—El furgón.
— ¿Quiere ir a buscarlo o se lo voy a dejar?
—Lo necesito en la esquina de Miguel Antares y Guérnico lo más pronto posible.
— ¿Lo quiere por el día o por el momento?
—Por cuatro días.
—Perfecto, espere ahí y se lo voy a pasar a dejar.

La voz cortó y Víctor colgó el auricular. Aún se encontraba en un sector bastante céntrico de la ciudad, pero la dirección que había dado era más alejada, y confiaba en que fuera la mejor decisión: tenía que salir como fuera de la Capital.

Casi media hora después, Víctor se encontró en la calle acordada con un hombre de aspecto desaliñado que conducía el furgón de color gris desteñido que había solicitado. El vehículo no estaba tan mal tenido, si te fijabas en los detalles pequeños.

—Buenas —dijo el hombre— ¿usted es...?
—El que lo llamó —respondió Víctor—, necesito llevármelo ahora.

El hombre parecía totalmente desinteresado en él, lo que era perfecto para sus planes.

—Claro. Tome —le pasó unas llaves—, en la guantera está la tarjeta con mi número y "lo otro"
— ¿Qué otro?
—Usted dijo que no tenía documentos —explicó como si los estuvieran escuchando—, ahora los tiene, solo que va a tener que ser inteligente para usarlos, no resisten mucho análisis. El estanque está lleno, y por el precio que le dije, lo dejé con algunos litros en la parte de atrás.
—Comprendo —replicó Víctor entregándole el dinero—, gracias.
—No lo rasguñe ni lo choque, al término del plazo de cuatro días puede dejarlo en la dirección que aparece en la tarjeta o llamarme al número. Y por supuesto, si tiene algún problema, ni yo lo conozco ni usted me ha visto.
—Comprendo.

El hombre recontó el dinero.

—Seguro.

El hombre se guardó el dinero en el bolsillo, y dando media vuelta caminó lentamente. Víctor subió al vehículo, dejó los bolsos atrás y al bebé en el asiento de junto, mientras evaluaba el interior; estaba claro que no les podía importar mucho el furgón, porque de seguro no valía mucho más del dinero que había pagado por el arriendo. Revisó la guantera, y encontró un porta documentos con tarjetas, fotos y esas cosas, y además una licencia de conducir a nombre de un tal Orlando Ortiz, cuyo rostro era de esas caras que se parecen a cualquier persona. Comprobó su rostro en el reflejo del espejo retrovisor, y en ese momento agradeció no tener rasgos demasiado notorios, de modo que la imagen podía pasar por una suya, con algo de suerte. Respiró profundo y comenzó el viaje.


                                                                  3


Álvaro se subió a la camioneta negra ocupando el volante, mientras Romina se sentaba en el asiento del copiloto con el bolso y varias cosas en las manos.

—Pensé que me ibas a venir a buscar más tarde, son las ocho y cuarto.
—La frase de: "El tiempo es oro" es tuya.

Iniciaron la marcha a velocidad moderada.

— ¿Adónde vamos?
—A visitar a la familia del niño. ¿Has visto cómo se están moviendo todos? Ayer la noticia salía tímidamente en las noticias, y ahora ya está puesta la denuncia, se sabe la identidad del tipo y están haciendo los exámenes al cadáver de la madre.

Romina se ataba el cabello mientras hacía conjeturas.

—Tenemos que apurarnos, estos tipos de prensa ya deben estar organizándose. ¿Qué tienes?
—Esto.

Le alcanzó una carpeta que ella comenzó a revisar.

—Déjame ver. Segovia, 24 años, soltero, no tiene ningún familiar vivo, sus padres murieron, trabaja —o trabajaba supongo—, en una tienda de ropa en el centro comercial, no tiene antecedentes, no tiene deudas, bueno, una en un casa comercial pero es baja, no tiene hijos... es básicamente un tipo común y corriente, no hay mucho material que sacar de aquí. Ah, pero mira, podemos pasar a la casa de la familia, después al centro comercial y de ahí directo a la casa de Segovia, a ver lo que conseguimos.

Poco después ambos estaban en la casa de Fernando de la Torre, sentados en el patio frente a él y a Sonia, su esposa, una mujer alta y de cabello rubio, quienes estaban sentados muy juntos y quietos.

—Muchas gracias por recibirnos señor De la Torre.
— ¿Ustedes son de la televisión?
—No. Somos periodistas, y estamos recopilando datos para hacer un reportaje que va a salir en la prensa escrita sobre lo que ha estado sucediendo, y por supuesto que estamos en conexión directa con la policía.

De la Torre frunció el ceño.

—Pero nosotros ya hablamos con la policía.

Romina reaccionó a la velocidad del rayo.

—Lo sabemos, pero en éstas circunstancias todo lo que podamos hacer es importante, además que la policía tiende a prestar atención solo a las pruebas o elementos concretos, mientras que nosotros estamos interesados en toda la historia.

De la Torre ya había hablado con su abogado, y él mismo le había recomendado dar alguna entrevista para sensibilizar a la gente y además para estar prevenido ante cualquier situación.

—Magdalena siempre fue una buena muchacha; tenía su carácter, pero nunca pensé que iba a salir con algo como eso. De pronto empezó a alejarse de la familia, no la veíamos mucho por acá, y ya sabe, siempre es por algo.
—Ella no es mi hija —comentó la mujer—, pero siempre la quise como si lo fuera; cuando las cosas se pusieron complicadas quise hablar con ella, pero no quería hablar con nadie de la familia, era como si de pronto le diéramos alergia, y casi al mismo tiempo supimos que andaba con ese tal Víctor y luego quedó embarazada, pero ese solo fue el comienzo de los problemas reales, porque cuando se embarazó desapareció, dejó de venir a la casa y no contestaba el teléfono.

Álvaro tomaba notas mientras Romina seguía con las preguntas; el caso se ponía cada vez más interesante.

— ¿Y qué ocurrió entonces?
—Traté de dar con ella, de hacer que volviera o que por lo menos hablara conmigo —respondió De la Torre—, pero no había forma. Magdalena quiso alejarse y desaparecer, no podía hacer nada, usted sabe que cuando las personas son adultas uno no las puede obligar. Al menos de vez en cuando contestaba el teléfono, pero después simplemente dejó de contestar. Y entonces empecé a preocuparme, a tratar de dar con ella, pero no había forma, al menos lo que parecía era que quería esconderse a propósito.

Romina aguzó la vista.

—Pero usted dijo que ella contestaba el celular al principio y después no; ¿Qué era lo que le decía?

El hombrón hizo una breve pausa, recordando.

—Reconozco que estaba enojado. Preocupado por ella, pero enojado, sentía que todo estaba mal, que una muchacha joven como ella, que siempre fue de su casa, no tenía por qué alejarse de su familia y de su vida así como así, sobre todo estando embarazada. Pero al final cuando no me quería escuchar si la regañaba, le pedía que volviera, siempre le dije que estábamos esperándola aquí, pero nunca me escuchó.
— ¿Cómo supieron de la existencia de Víctor Segovia?
—Por ella. Un día, antes que quedara embarazada, empezó a decir que saldría con él, o la escuchabas hablando por teléfono, y parecía importante, o eso creo, usted sabe que las cosas entre los jóvenes no son como entre uno que es más adulto.
— ¿Pero si no tienen la seguridad, como puede creer que ese hombre tiene al bebé?

De la Torre ya estaba preparado también para esa pregunta; Claudio lo había advertido bien.

—Porque mi asistente llamó al número de ella, cuando me informaron que la habían encontrado; contestó una voz de hombre, y cuando le preguntó por Magdalena y mi nieto, simplemente cortó y ya no pudimos contactarlo.

Romina estaba tomando notas mentales adicionales a las que estaba tomando Álvaro; para armar lo que pretendía, necesitaba algunos datos más.

—Cuénteme un poco más de esa situación, es decir cuando supo de la muerte de su hija.

Sonia le dedicó una mirada de reprobación a la periodista e iba a decir algo, pero De la Torre se le adelantó calmándola.

—Está bien cariño, es normal que pregunten; mire, hace un tiempo decidí pedirle a algunos de mis trabajadores de confianza que me ayudaran a buscar a mi hija.
—Podría haber llamado a la policía.
— ¿Para decirles qué? ¿Que mi hija mayor de edad no quería hablar conmigo y se había ido de casa? No, eso era ridículo, pero sí podía pedirle ayuda a la gente que tengo a mi alrededor, y le pedí a algunos de mis hombres de confianza que la buscaran, que recorrieran las calles tratando de encontrarla, mientras trataba de comunicarme con ella. Cuando me avisaron que la habían encontrado muerta, yo... no supe qué hacer, sabía que estaba enferma pero no tan grave, y además pasó lo otro, mi nieto no estaba y no había ninguna razón para que no estuviera, y además en esa casa abandonada... De pronto me dijeron que su celular estaba allí, y había un número, el último que había marcado, así que mi asistente llamó y le contestaron, pero no hablaron.
— ¿Qué quiere decir?
—Que la persona, la voz de hombre, contestó, pero luego se quedó callado, y se escuchaba un llanto... después ya no pudimos volver a llamar.

Álvaro intervino con una pregunta que lo estaba asfixiando.

—Señor De la Torre, usted hizo una denuncia por presunto secuestro, pero ¿Qué sabe de Segovia, el hombre al que frecuentaba su hija? ¿Tiene alguna información de su paradero?
—Parece que nadie en la ciudad sabe dónde está.

Minutos después Romina y Álvaro ya estaban de vuelta en la camioneta rumbo al centro comercial en donde trabajaba su objetivo.

—Éste caso es demasiado interesante.
—Pero la familia sabe algo —comentó ella agudamente—, estoy segura de eso. O conocen algo de Segovia que nadie más conoce y que no está en los informes, o la madre les dijo algo importante.

Álvaro meneó la cabeza, aún con algunas dudas.

—Sí, concuerdo contigo, pero no es mucho como para avanzar; la madre del bebé está muerta, la familia claramente ya fue aconsejada sobre qué decir y qué no, y el tipo éste está desaparecido. ¿Y si solo fuera una coincidencia?
— ¿Qué quieres decir?
—Ya sabes, sólo han pasado algunas horas, no sabemos con exactitud qué ocurre, excepto que la familia tiene datos que nosotros no. Lo que sabemos es que a la fiscalía le parece plausible porque aceptaron la denuncia hoy en la mañana, pero todavía necesitamos algo más, no quiero descubrir que el tipo simplemente se fue de juerga y no tiene idea de nada.


                                                                     4


Víctor conducía el furgón a baja velocidad, comenzando a salir de la ciudad. El vehículo claramente resistía el viaje, pero igualmente tenía sus dudas.

—Debí haberte comprado una silla para bebé —comentó en voz baja, tratando de sonar natural—, pero al menos te tengo bien ubicado aquí junto a mí; cielos, ahora entiendo por qué me rentaron el vehículo con tanta facilidad, porque probablemente no valga mucho más de lo que pagué por él cuando lo arrendé. Cuatro días, de verdad no creo que esto resista cuatro días de viaje, pero ¿sabes qué? no lo vamos a necesitar tanto tiempo, porque tengo un plan, y ahora lo vamos a necesitar solo dos días, para ese momento ya vamos a estar fuera de la ciudad y podremos tomar algún bus provincial, de esos que van para zonas menos pobladas. Tenemos dinero gracias al cielo, y por suerte hay buen tiempo, así que no hay qué preocuparse.

Pero sí estaba preocupado; aún sentía las palpitaciones de los golpes a los costados del cuerpo, resultado de su enfrentamiento con Eduardo. Había sido una increíble mala suerte encontrarse precisamente con él en esas circunstancias, pero al menos agradecía haberse librado, en gran parte por suerte. Miró el celular sobre el panel del vehículo; ahora estaba encendido y funcionando con la tarjeta de prepago que había comprado, pero tener celular nuevamente era al mismo tiempo bueno y malo, porque lo que había ideado para poder informarse de lo que ocurría mientras salía de la ciudad, por otro lado lo tentaba de contactar a sus amigos. ¿Que estaría pensando Arturo? Le había mentido, y por supuesto que una parte de sí le decía que tenía que aclarar las cosas, pero estaba sometido a demasiadas amenazas como para arriesgarse, y la existencia de personas como Eduardo y la rapidez de esa denuncia por presunto secuestro que ya había confirmado por la radio lo hacían sentirse más desconfiado todavía. Lo mejor era esperar.



Próximo capítulo: Verdades a medias