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Por ti eternamente Capitulo 23: Despertando
"Hace dieciocho días que seguimos ésta noticia, y todos los medios de comunicación seguimos pendientes de la noticia del mes. Hasta el momento nadie, absolutamente nadie, puede asegurar donde está Víctor Segovia ni el pequeño Ariel de la Torre, lo que ha convertido a ésta conmovedora historia en un caso digno de no olvidar.
Hace veintidós días Víctor Segovia, por razones que se mantienen en reserva por ser parte de la investigación, se llevó consigo al pequeño de brazos de su madre, iniciando una insólita huida, en la que se intentó detenerlo en más de una ocasión, pero lo complejo del caso y el riesgo de daño para el infante complicaron todo el caso, resultando en el camino una serie de heridos, e incluso un hombre muerto, que según versiones de cercanos, sería un trabajador al servicio de la familia De la Torre, que habría resultado muerto en un confuso incidente en la carretera que une San Andrés y Santa Marta, donde además se descubrió que una pareja de periodistas aparentemente estarían involucrados en el escape de Segovia. Hasta el momento la policía ha hecho todos los esfuerzos por mantener celosamente protegido los detalles del caso, arguyendo la necesidad de mantener reserva para evitar un mal desenlace. A pesar de que en un principio Segovia había muerto junto al pequeño al caer por un barranco en el bosque en el que se internó al tratar de huir, posteriores investigaciones dejaron en claro que tanto él como el niño sobrevivieron, lo que lleva a toda la ciudadanía a hacerse la pregunta: ¿Donde están?
Ahora vamos a ver una nota con todo..."
Fernando de ma Torre apagó el televisor mientras su esposa, Ingrid, se sentaba a su lado ante la mesa del comedor.
-Amor, no es bueno que veas constantemente esos reportajes.
-No puedo dejar de estar pendiente - replicó él - amor, ésta situación está fuera de todo lo que creímos que podría pasar. Segovia está vivo, de eso estoy seguro, pero alguien debe estar ayudándolo.
La mujer sirvió café mientras tanto.
-Eso tiene sentido, pero me asusta pensar en eso Fernando; si alguien lo ayuda, significa que lo de llevarse al niño estaba planeado desde el principio.
Él también había pensado en eso muchas veces durante las más de dos semanas que habían transcurrido; no le gustaba la idea, pero por más que pensaba, no conseguía entender quien o qué querría de él.
-Si todo ésto estaba planeado de antes, no tiene sentido que simplemente desaparezca. No han pedido dinero, ni me han amenazado, nada, nada que tenga cara de algo en particular. Y eso me preocupa.
2
Álvaro se acercó a la puerta de su departamento y abrió sin preguntar quien era.
-¿Disfrutando de la cesantía?
Romina entró sin pedirlo; estaba vestida con pantalones cargo, camisa y botas, y llevaba el cabello atado simplemente en una cola y cargaba una mochila. Él estaba en buzo y con cara de circunstancia.
-¿Que haces aquí?
-¿Interrumpo algo?
Álvaro la miró con una media sonrisa que no por irónica dejaba de ser divertida.
-Ahora bromeas conmigo por lo que veo. ¿Que haces aquí?
La joven se sentó en el sofá mientras el se sentaba enfrente sin entender mucho. Desde lo de la desaparición de Segovia, habían perdido un poco de contacto, por un lado porque la policía seguía realizando entrevistas y ellos formaban parte de los interrogados, y además porque tenían que tratar de encontrar algún modo de sobrevivir cuando las puertas del área periodística se cerraban cada día más.
-Escucha, sé que nuestra situación es complicada...
-¿Complicada? Ahora si que estás jugando conmigo Romina - la interrumpió él mirándola con las cejas alzadas - tuvimos un "accidente" en la carretera, la policía nos quitó los datos de Segovia, nos prohibieron hablar y los medios no quieren contactarnos porque somos más útiles como entrevistados que como periodistas.
-Álvaro...
-Incluso supe que un abogado del fisco quiere implicarnos como colaboradores.
Romina suspiró. No esperaba que su amistad se viera afectada, pero no lo permitiría, no tan fácilmente.
-Escucha. Todo éste tiempo me ha servido para pensar, y si lo ves desde el punto de vista de Segovia, tiene mucho sentido que quiera esconderse.
-Si es que está vivo. ¿Adonde quieres llegar?
Ella tomó aire. Un mes antes se habría reído de la imagen de si misma diciendo lo que iba a decir, ahora le parecía totalmente lógico.
-Sabes que se ha formado un gran grupo de gente que apoya a Víctor.
-Sería imposible no saberlo, eso lo comenzó algún amigo de Segovia, y se ha ido agregando gente, están en las redes sociales, a diario ese tipo incógnito sube información de él, afirma que es su amigo y que Segovia es el padre. Mucha gente lo sigue y manda mensajes de apoyo.
-Y tiene a la policía loca porque es un elemento distractivo para ellos. Mira, lo que tenemos que hacer no es un reportaje sobre el caso, eso lo están haciendo todos los canales. Lo que tenemos que hacer es emitir señal en vivo, con Segovia diciendo toda la verdad.
La reacción de Álvaro fue mucho más dramática de lo que ella se había imaginado desde antes. Se puso de pie como activado por un resorte, con los ojos muy abiertos por la sorpresa.
-¿Que? ¿Estás....estás loca?
-Probablemente Álvaro, pero eso es lo que tenemos que hacer, estoy segura. Me conseguí una cámara de vídeo profesional, la conexión se puede hacer a través de internet.
Álvaro soltó una risa nerviosa.
-Ya, quieres hacer un contacto en vivo con Segovia para que diga su verdad. ¿Piensas encontrarlo en las páginas amarillas?
Ella también se puso de pie, tratando de hacerlo entrar en su sintonía.
-Sé que suena loco, pero nosotros somos los únicos que estuvimos con él, y ya lo encontramos antes, podemos hacerlo de nuevo. De entre todos, somos los que hemos estado más cerca de él, eso tiene que servir de algo. Y creo que podemos convencerlo de hablar, de decirle al mundo lo que realmente sucede.
El hombre se quedó mirándola durante varios segundos, sin hablar. Estaba hablando con convicción, pero algo era distinto a todo lo que en años había visto en ella.
-¿Que te sucede?
Ella respiró profundamente. No podía negarlo.
-Estuve pensando en todo lo que pasó, en el accidente y en esos tipos que me atacaron.
-Uno de ellos está muerto, la policía dice que Segovia lo asesinó.
-¿Y tú no estarías dispuesto a matar si la persona que amas corriera peligro? ¿Que pasaría si no tuvieras alternativa?
Se quedaron mirando fijamente un momento más. En ese momento algo sucedió con el hombre, que experimentó un sentimiento extraño, algo antiguo y básico. Por alguna razón escucharla decir eso hizo que recordara a sus padres.
-Romina, estás cambiando tus prioridades.
-No es eso - replicó ella. Sintió un temblor en la voz, la garganta apretada, tal vez era miedo de ser tan brutalmente sincera - más bien fue un cambio de corazón.
-Romina...
-Nadie le ha dado una oportunidad a Víctor, ni nosotros se la dimos.
Álvaro se quedó inmóvil, con la cabeza baja, sin saber que creer o que sentir.
-Ayúdame, acompañame a buscarlo. Necesito que estés conmigo en ésto.
-Esto podría dejarnos sin trabajo de por vida en el periodismo.
-Puede ser, pero siento que necesitamos hacerlo. Por él, pero también por nosotros.
Álvaro se sintió nuevamente estremecido, pero se encogió de hombros simplemente.
-Sabes que iré contigo.
3
Cuando recuperó la conciencia, Víctor se sintió momentáneamente como cuando despertaba de una noche de fiesta, con el cuerpo pesado, la cabeza como dentro del agua y los músculos pesados y torpes.
-¿Que...?
Iba a decir algo, pero el cansancio o lo que fuera lo detuvo; al abrir los ojos se encontró con luz, el techo de algún sitio y nada más ¿que estaba pasando?
Le costaba moverse, pero giró lentamente la cabeza a la izquierda, lo que hizo que viera directamente lo que había a su lado.
-Ariel...
El pequeño estaba en una especie de cama, justo a su lado, medio de costado; y lo miraba fijamente, como había sido desde el principio, sin dejar de escudriñarlo incesantemente.
-Buenas tardes.
La voz no lo sobresaltó, aunque debería haberlo hecho; era como si hubiera sentido antes esa voz, por lo que no le causaba mayor preocupación. Volteó la cabeza hacia el otro lado, y se encontró con un hombre de más de treinta años, sentado a poca distancia. Era moreno, de complexión fuerte y mirada penetrante, y por lo que se apreciaba a primera vista, estaba muy tranquilo.
-¿Quien eres tú?
Su propia voz se oía lenta y pesada. El otro hombre lo miraba atentamente.
-Me alegra que despertaras. Mi nombre es Tomás.
-¿Donde...donde estoy?
-Estás en mi casa, se podría decir que eres mi huésped. Hace dieciocho días.
Durante unos momentos no comprendió lo que estaba escuchando. ¿Dieciocho días? No tenía noción clara de nada.
-Yo...murmuró lentamente - estoy confundido...
Tomás estaba mucho más tranquilo ahora que veía a Víctor recuperar la conciencia; para los tres habían sido días muy difíciles.
-Es normal que estés confundido - replicó poniéndose de pie - has pasado por muchas cosas. No te muevas, aún estás débil.
Era extraño mirar a ese hombre y no sentir ninguna desconfianza de él, pero el estado en que estaba seguía siendo, al parecer, muy poderoso.
-¿Que...que fue lo que pasó?
Tomás se quedó cruzado de brazos a poca distancia de él.
-En un principio no lo supe con claridad, pero fui armando la historia poco a poco. Tú eres Víctor.
-Si.
-Mira, para no confundirte más te lo explicaré. Vivo en el bosque hace quince años, lo conozco como la palma de mi mano, y jamás había visto algo así. Estás vivo de milagro.
-¿Que?
-Es la verdad. Sé de donde venías cuando caíste por el barranco, son muchos metros de profundidad, pero a pesar de todo, el bebé no sufrió ningún daño; no tiene una sola herida.
Víctor volteó lentamente hacia el pequeño, que encontró su mirada instantáneamente; si, probablemente era un milagro.
-No puedo creerlo.
-Te encontré deambulando por el bosque la mañana siguiente a cuando desapareciste - explicó sin dramatismos - estabas completamente fuera de ti mismo, y las heridas que tenías... Francamente estabas en peligro de muerte, delirabas y seguramente tenías mucha fiebre; pero aún tenías claro lo que ibas a hacer, solo repetías que no querías que nadie se te acercara, pero eso no era lo único preocupante - hizo una pausa, para él también era dificil - me costó, pero logré hacer que entendieras que no iba a hacerte daño y con eso acercarme. Lo peor es que habías pasado la noche a la intemperie, y tu bebé estaba enfermo, había cogido un resfriado.
Víctor no recordaba nada de eso, probablemente porque la fiebre era muy alta; lo último que recordaba era su huida, la caída...y el dolor, el dolor de las heridas, y sentir que todo había terminado. Todo eran nubes después.
-Conseguí que entendieras que necesitabas ayuda con el bebé, así que te traje a mi casa. Es increible, apenas podías mantenerte en pie, pero no permitiste que te alejara del pequeño, y lo más sorprendente de todo fue la reacción que tuvo él.
Víctor volvió a mirar a Tomás, sin poder creer aún todo lo que estaba escuchando; pero si sabía que ver a Ariel enfermo lo habría asustado mucho.
-¿Que pasó?
-Pasó que la preocupación que tenías por él era recíproca, porque el niño solo dejó que me hiciera cargo mientras tu estuvieras cerca; si te alejabas lloraba, pero al momento de tenerte cerca, volvía a calmarse. La primera noche fue dura, pero la fiebre cedió al amanecer. Pero al día siguiente eras tú el que me preocupaba, habías perdido mucha sangre, y tenías golpes y heridas; como te dije antes, fui rescatista, por lo tanto tengo algunos medicamentos y elementos, pero no sabía si iba a poder curarte. Entonces fue el pequeño quien me ayudó.
-No te entiendo.
Tomás no podía evitar hablar con cierto orgullo acerca de todo lo que había pasado; pero no era orgullo de si mismo, gracias al cielo estaba más allá de eso, de quien sentía cada vez más orgullo era de ese muchacho, y del pequeño.
-Yo tampoco. O debería decir que lo entiendo pero no lo puedo explicar bien, aunque supongo que podría decir que ustedes dos están conectados, porque así como tú no ibas a permitir allá en el bosque que nadie se acercara a tu hijo, cuando empeoraste, fue él quien te dio fuerzas para continuar.
El joven se volteó otra vez hacia el pequeño. Ahí estaba, mirandolo como siempre y tan indefenso, pero tan poderoso en su significado, y en lo que podía hacer de él como persona; en cierto modo no le sonaba tan imposible como parecía.
-Después de eso me dediqué a cuidar y curar tus heridas, aunque estuviste bastante complicado, pero permanentemente fue él quien te dio la calma y la fuerza. Solo se quedaba tranquilo estando cerca de ti, solo con él cerca te quedabas quieto, y a la larga eso resultó ser lo más efectivo.
Ambos quedaron en silencio unos momentos. Habían pasado tantas cosas, y poco a poco todos los recuerdos más antiguos volvían a su mente, la promesa a Magdalena, la forma en que había tenido que huir, las amenazas y la persecución de la policía.
-No sé como agradecerte - dijo lentamente - me salvaste la vida, nos salvaste a los dos.
Tomás se sentó junto a la camita en donde reposaba el pequeño y le dedicó una sonrisa sincera.
-No tienes nada que agradecer - replicó simplemente - ya te dije que fui rescatista, eso es parte de mi aunque ahora ya no lo haga. Y ahora que veo que están mejor entiendo que fue la mejor decisión.
Víctor aún estaba bastante confundido, pero sí tenía claro que sentía mucha tranquilidad de saber que Ariel estaba bien y a salvo. Pero las preguntas no dejaban de surgir en su mente.
-No puedo creer que haya pasado todo éste tiempo... Espera... ¿porqué estoy aquí, donde está la policía?
Iba a decir algo más, pero el otro lo silenció con un gesto de la mano.
-No te agites. Mira, para no darle largas, la policía aún está buscándolos, todo es un hervidero afuera.
-¿Que, pero como es posible, donde estamos?
Tomás no había querido pensar mucho en lo que estaba sucediendo, ni en las implicancias, pero decir las cosas siempre hacía que fuera mucho más real.
-Te dije antes que fui rescatista, pero ya no lo soy más. Me retiré a éste lugar, me alejé de todo, y el resultado es ésta casa, que está en el mismo bosque donde tuviste el accidente, pero varios kilometros alejada. Además el lugar está oculto tras un muro de piedra natural y árboles, por lo que es muy dificil que la encuentren; pero tienes que saber algo Víctor: solo es cuestión de tiempo para que la policía, o quien sea, termine por llegar aquí. Lamento decirte que aunque estás recién despertando, tendrás que tomar una decisión.
Por ti eternamente Capítulo 22: Las esperanzas se pierden
Tomás era un hombre de 35 años que ya estaba de vuelta en la vida a pesar de no ser tan mayor; había pasado por muchas cosas en el cuerpo de rescate al que perteneció por más de quince años, y muchas de ellas eran más de lo que una persona común vive en toda su existencia. Quizás por eso es que su presencia en el bosque no era tan extraña, por una parte porque sabía a la perfección como moverse en un terreno como ese, y por otro porque poseía algo de la experimentada calma de alguien que ya ha vivido lo suficiente.
En ese momento, esa mañana de Lunes estaba en lo profundo del bosque, cuando el Sol apenas se dibujaba en la lejanía a las seis de la mañana, con el rifle en las manos, apuntando directo a su blanco.
-Eso es...no te muevas...
La liebre se había internado entre la vegetación hacía rato, pero Tomás le seguía la pista de cerca, y estaba seguro de poder hacer un tiro limpio que le aseguraría después una cena de muy buen sabor.
-Espera...espera...
Lo tenía en la mira, solo debía disparar, pero precisamente en ese instante un ruido a lo lejos advirtió al pequeño animal y lo hizo correr nuevamente.
-Diablos...
Bajó el arma, dispuesto a continuar la persecución del animal, pero el ruido que alertó a la liebre continuaba escuchándose ¿de que se trataba?
-¿Que es eso?
No lo podía identificar claramente, pero estaba ahí, a unos cuantos metros de distancia; era extraño que alguien como él no supiera que clase de ruido era cualquier cosa que escuchara en el campo o el bosque, por lo que, por precaución, volvió a levantar el rifle avanzando lentamente en dirección al origen del sonido. Unos pasos después se quedó congelado ante lo que estaba viendo.
-No puede ser...
Un hombre joven estaba frente a él, delgado, con las ropas sucias, evidentes heridas en la cara, brazos y diversas partes del cuerpo, y lo que resultaba más inquietante de todo: tenía entre sus brazos un bulto pequeño que era claramente un bebé.
-¿Que haces aquí, que te pasó?
-No...
Hizo un gesto de alejamiento con el cuerpo, pero estaba temblando de pies a cabeza, y tenía la mirada perdida, claramente esas heridas eran mucho más de lo que de veía a cinco metros de distancia, lo que sea que le hubiera causado eso podría generar un estado febril. Y en ese momento comprendió.
-Tú - dijo en voz baja - eres el de las noticias...eres Víctor...
-No...
Trataba de mantener distancia, pero en realidad apenas parecía poder mantenerse en pie; Marcos tenía que acercarse.
-Escucha - le habló lentamente - estás herido, déjame ayudarte.
-¡No!
El muchacho estaba asustado ¿que edad podía tener?
-No quiero hacerte daño. Escucha, soy rescatista, no voy a hacerte nada malo, solo quiero ayudarte.
Durante unos momentos no contestó, pero seguía manteniendo esa actitud hostil, lo que era particularmente preocupante en el estado en que estaba.
-Mírame - siguió con voz neutra, sin dar ninguna inflexión - no voy a hacerte daño, solo quiero ayudarte, sé que estás sufriendo.
Entre los temblores que remecían su débil cuerpo, el muchacho parecía dudar; supo entonces que tenía que darle alguna señal evidente de confianza.
-Mira, estoy quitando las balas del rifle, ahora están en mi bolsillo, dejaré el rifle en lo espalda - mientras lo hacía sacó lentamente algo de su cinturón - ahora mira, éste es mi cuchillo, tómalo, así vas a estar más seguro. Ahora tú vas a tener el arma, tú vas a mandar, puedes apuntarme con él si quieres.
Sus palabras surtieron efecto, porque el joven dejó que se acercara lo suficiente, y con mano temblorosa tomó el cuchillo.
-Eso está bien. Mira, quiero ayudarte, dime que pasó, como está el bebé.
Eso pareció llegar más cerca que todo lo que había dicho antes, pero la reacción del muchacho fue más preocupante que verlo en ese estado.
-No sé que le pasa - replicó débilmente - está tan quieto, y no reacciona, no me mira y solo...solo...
Tomás sintió que se le oprimía el corazón; en las noticias había escuchado que el hombre estaba dado por desaparecido desde el día anterior, e incluso algunas personas de aventuraban a decir que estaba muerto. Tenía que acercarse, tenía que verlo, aunque estuviera siendo amenazado por su propia arma.
-Escucha, voy a acercarme ahora, no te voy a tocar, solo necesito ver al bebé.
Avanzó lentamente, procurando no hacer ningún movimiento brusco. Unos momentos después estuvo lo suficientemente cerca como para poder ver al pequeño, y al hacerlo, su corazón dio un vuelco.
-Oh por Dios...
2
Claudio estaba en la oficina de Fernando de la Torre, nuevamente vestido con su traje a la medida, fresco y orgulloso como siempre, aunque su patrón se mostraba bastante alterado.
-Toda la noche - protestó el hombrón - toda la noche estuve esperando alguna noticia, estoy volviendome loco y la policía me llama diciendo que ed probable que mi nieto esté muerto.
-Cálmese señor.
-¡Como quieres que me calme! Se suponía que tú ibas a ayudar a que mi nieto volviera con su familia y ahora es posible que haya muerto.
Claudio respiraba profundamente; le provocaba un cierto placer perverso tranquilizar a su patrón con simples artilugios.
-Su nieto no está muerto.
El rostro del otro hombre se mantuvo rígido y duro como lo había estado hasta ese momento, mientras él seguía junto al escritorio, de pie y con los puños apretados.
-Dame un motivo para creerte.
-Si estuvieran muertos usted ya lo sabría. La policía no sabe donde está.
De la Torre sopesó la situación un momento, pero aunque podía estar de acuerdo, no estaba conforme.
-Ya pasó una noche, creer que están vivos y bien es pedir mucho.
-Pero no demasiado señor. Además, el plan aún sigue su curso, Segovia cargará con toda la culpa.
-Eso ya lo sé, pero nada de eso tendrá sentido si le pasó algo, y ahora que ese lugar está infestado de policías no puedes acercarte.
Claudio se acercó al bar y sirvió unos tragos; todo lo que había hecho hasta ese momento tenía buen resultado, excepto que Segovia desapareciera en ese accidente, pero aún estaba convencido de que la muerte de ese hombre lo sepultaría en vida.
-Por ahora hay que esperar, ahora que hay luz de día seguramente ese teléfono sonará señor, y usted podrá recuperar a su nieto.
3
Romina y Álvaro habían salido de la urgencia la tarde anterior, pero cuando era Lunes por la mañana las cosas solo parecían empeorar en el departamento de él, en donde ambos habían pasado la noche.
-Buenos días.
El hombre entró en la habitación en donde ella reposaba en la cama, despierta desde hacía varios minutos.
-¿Como dormiste?
-¿Como podría haber dormido? Armendáriz nos destruyó, no podemos hacer absolutamente nada porque somos parte de la investigación, y como ahora todo es público, no podemos hacer un reportaje o dar declaraciones ni nada...demonios.
Él se sentó junto a ella.
-Yo dormí más o menos, creí que sería peor dormir en el sofá pero no está mal.
-Te dije que podías dormir aquí.
Ambos sabían que su amistad era demasiado férrea como para verse afectada por la típica confusión de sentimientos por estar demasiado cerca; de hecho la opinión más importante que tenían a la hora de buscar pareja era la del otro, su confianza era total.
-No te alarmes, no estoy tan viejo todavía. Además los dos necesitábamos un poco de espacio, la única razón por la que quedamos aquí es que era más seguro estando convalecientes. Ahora lo que tenemos que hacer es pensar en lo que vamos a hacer de ahora en adelante.
Romina no contestó.
-Escucha, sé que dijimos que haríamos éste reportaje, pero ahora no hay nada que podamos hacer; tenemos que asumir que estamos de manos atadas.
-Lo sé, tienes razón, pero las cosas han sido mucho peores de lo que nos esperábamos. Estuvimos tan cerca Álvaro, tan cerca, y ahora tenemos las manos vacías.
Álvaro suspiró profundamente.
-Todo está mal para nosotros, pero no somos los únicos. Anoche trataba de dormir, y solo pensaba en Segovia, y en ese niño...yo...Dios...
4
Ignacio Armendáriz estaba en su departamento aún a las nueve de la mañana, recostado en su cama, cuando sonó su teléfono celular. Había pasado una noche horrenda, entre sueños y alucinaciones, sin poder sacarse de la cabeza las últimas imágenes que tenía de Segovia y el pequeño. El día Domingo había sido muy largo, además de infructuoso, pero finalmente los equipos de búsqueda habían tenido que retirarse ante la imposibilidad de buscar en la oscuridad, por lo que el sitio del suceso permanecía acordonado mientras amanecía nuevamente; en ese momento ya habían comenzado nuevamente los trabajos, pero él llegaría un poco más tarde, necesitaba concentrarse y presentarse como un hombre completo. Pero nunca en su vida había sido tan difícil.
-Hola.
-Ignacio, viejo, por fin logro encontrarte.
Era una frase retórica, pero escuchar esa voz lo ayudaba mucho.
-Marcos, como estás.
-Bien viejo, pero quería comunicarme contigo, supe lo que pasó.
Marcos era oficial de narcóticos, había estudiado con él en la academia y era uno de sus mejores amigos; con él siempre se sentía a sus anchas de ser sincero y claro, y sabía que tenía su apoyo en todo.
-Estoy mal hombre.
-Imagino que si, pero tienes que estar tranquilo, además los trabajos aún no terminan, tienes que estar con tu gente.
-Lo sé, pero sabes tan bien como yo que la responsabilidad es mía; tengo la responsabilidad de lo que pasó, yo soy el culpable. No puedo quitar de mi cerebro la imagen de ese niño muerto.
El otro hizo una pausa. En ese momento los papeles se invertían, ya que tiempo antes fue Marcos quien pasaba por un grave problema.
-Todavía no des nada por hecho, te vas a volver loco. Anda al lugar, haz tu trabajo y cuando sepas que diablos está pasando, tal vez ahí puedas culparte. Pero aún así viejo, pase lo que pase, tienes que recordar lo que nos decía el Capitán en la academia: si sabes que hiciste lo máximo, lo demás está fuera de tu control. Llámame si necesitas una cerveza.
Por ti eternamente Capitulo 21: Condena y sangre
Cuando despertó, Víctor no recordaba nada, pero tampoco tenía la más mínima noción de el lugar en donde se encontraba, o siquiera si estaba despierto o aún dormido.
A su alrededor solo había murmullos ininteligibles.
Sintió que algo lo abrumaba, y así fue como, con el pasar de los minutos, fue un poco más consciente, aunque aun estaba en un limbo entre la conciencia y la inconciencia.
Se sentía como bajo el agua, con los oídos tapados, la nariz obstruida, y los ojos aún cerrados; ¿que había pasado, porqué sentía todas esas extrañas sensaciones? ¿acsso estaba teniendo una pesadilla? Su mente no funcionaba correctamente y de algún modo lo sabía, pero a la vez, esa misma sensación lo mantenía atrapado, ahogado, inmovilizado, inútil.
Entonces abrió los ojos.
Fue muy lentamente, luchando desde algún rincón de su ser con esa extraña somnolencia, que consiguió levantar los párpados, tratando de enfocar la vista en algo, de dejar el mundo de sombras y volver a la luz del día o a la oscuridad de la noche, donde fuera que estuviese. Lo primero que pudo ver fue una neblina, una cortina borrosa enfrente, que fue disipándose con lentitud, para luego dar paso a un panorama que no podía entender, pero que de alguna manera se le antojaba críptico y tortuoso; todo era contrastes, de sombras delante de luces, danzando sin sentido, sombras alargadas, como lineas algunas, otras como humanoides con muchos brazos y piernas, sin rostro, solo observando a lo lejos o a una distancia indeterminada, moviéndose a ese raro ritmo, mientras la luz, semi oculta tras ellos se mostraba tímida, con destellos que resultaban igual de inquietantes. Luego apareció el sonido, como si sus oídos hubieran recuperado la capacidad así nada más, de golpe, siendo invadidos por ese murmullo que creyó estaba ocurriendo solo en sus sueños; otra grotesca situación, un ingrediente más para la danza, como si de algún modo ambas cosas estuvieran conectadas, las informes formas moviéndose al ritmo inconstante de los murmullos, o los murmullos saliendo de ellas ¿que era lo que estaba pasando?
-Mmppf...
Trató de murmurar algo, de abrir la boca siquiera, pero solo consiguió emitir un sonido ahogado y extraño, casi tanto como los murmullos que escuchaba. Solo entonces, al hacer el esfuerzo de hablar, algo se activó en su cerebro, y comenzó a procesar la información que a oleadas llegaba visual y auditivamente; poco a poco lo que veía comenzó a tener algún sentido, pero a pesar de saberlo, no podía identificarlo, el sopor que lo apresaba todavía ejercía el influjo sobre su ser, mas no se detuvo, siguió, casi inconsciente, tratando de de identificar algo, de mover los ojos en derredor, y de hacer algo, lo que fuera.
Y en ese momento el tacto volvió a su ser, despertando de esa somnolencia que lo había atrapado hasta entonces, y despertándolo también a él, pero recuperar ese sentido fue lo peor desde que abriera los ojos, porque el dolor hizo que su mente recordara también todo lo que había ocurrido hasta entonces. Las imágenes se agolparon violentamente en su mente, pasando frente a sus ojos, vívidas, acompañadas de los sonidos que también lo golpeaban; recordó su miedo, las amenazas, el llanto de Ariel, su huida, los gritos de Armendáriz, y esos policías con sus armas, y no solo eso, también recordó el enfrentamiento, el disparo, la voz de Magdalena antes de morir, y su miedo, todo su miedo.
-Ahggg...
Solo pudo balbucear un quejido, aunque no representaba en lo más mínimo lo que estaba sintiendo; el dolor parecía expandirse a cada momento que se hacía más consciente de lo que pasaba, recorriendo su cuerpo y golpeando sus sentidos, directamente desde el interior. De a poco comprendió que era en realidad lo que estaba viendo, aun entre nieblas, y descubrió que las sombras que de movían de esa manera irreal no eran más que ramas, ramas y hojas que se mecían entre el murmullo de la niebla, mudos testigos de lo que estaba sufriendo.
Había caído mientras trataba de escapar de la policía, pero al ser inesperada, la caída también se convirtió en una trampa casi mortal; en esos momentos, Víctor estaba tendido, inmóvil, sobre un cruel colchón de ramas y espinas, el que sin embargo le había salvado la vida. El descenso fue veloz e inevitable, pero en determinado punto la espesura de las ramas frenó el avance, haciéndolo chocar con una serie de ramas, hasta que de manera providencial terminara chocando de espalda contra un firme entramado natural de ramas, lo suficientemente añoso e inexplorado como para resistir el peso del hombre y la fuerza de la caída. Y Víctor había quedado ahí, inconsciente, tendido con la espalda atascada, acuchillada por decenas de ramas y espinas, las que durante los últimos minutos le habían arrancado hilos de sangre, que corrían hacia la vegetación como prueba de su dolor; de alguna manera había logrado sobrevivir, pero en esos momentos las espinas que lo salvaran eran también una nueva amenaza para su ser. Hacia el lado izquierdo solo veía sombras, hacia el derecho, arboles y luces a medias; entonces algo más se abrió paso entre el dolor y el golpe emocional que estaba sufriendo, algo que remeció no solo sus oídos, sino también su alma, hasta lo más profundo, y eso fue el llanto de Ariel.
-Aahh...
Intentó murmurar su nombre, pero el dolor aún se lo impedía. Pero estaba ahí, estaba llorando, tenía miedo, y como las veces anteriores, necesitaba de él; sin embargo parecía no tener fuerzas ¿como iba a ocuparse de él si no podía moverse, si sentía que la fuerza se sustituyera por dolor.
-Ariel...
Apenas susurró su nombre, haciendo un esfuerzo nuevamente. Pero no sabia en donde estaba, tenía que moverse, tenía que encontrarlo, de la manera que fuese. Haciendo acopio de fuerza, Víctor luchó contra el dolor, y obligó a su cuerpo a moverse, moviendo con ello la cabeza, y en ese instante fue que sintió como se le volcaba dentro del pecho el corazón; Ariel estaba ahí, sobre su pecho, sostenido bajo el brazo derecho, milagrosamente intacto, apoyado contra él, completamente indemne, lejos de las heridas que poblaban el cuerpo del hombre, recostado, llorando intensamente por el miedo que seguramente lo había embargado durante los últimos minutos. Su llanto era constante, pero también ahogado, seguramente porque la angustia lo había debilitado muchísimo mientras él seguía inconsciente; verlo fue un bálsamo para sus heridas, un calmante que alivió, al menos de manera pasajera, la tortura que estaba sufriendo, pero si recordar todo lo pasado había sido un golpe y descubrir en donde exactamente se encontraba acentuado su sufrimiento, tener conciencia del milagro que estaba en su diestra, firmemente sujeto contra su pecho, consiguió atormentarlo aún más, sin embargo de lo cual sabía que algo se anteponía a cualquier otra cosa.
-Tranquilo...
Su susurro no iba a ser suficiente, pero tenía que continuar, y al menos intentarlo una vez más. Dejó caer la cabeza hacia atrás, para concentrarse en hablar, aunque la sangre en el paladar seguía sintiéndose rara y ajena.
-Tranquilo Ariel...
Volvió a repetirlo un par de veces más, y extrañamente el llanto del bebé comenzó a ceder, alertado por una voz conocida que se esforzaba por transmitirle calma. Al cabo de unos momentos el llanto finalmente cedió.
-Ariel...
Estaba atrapado, en el fin de todo, en un estado en que no solo tenía heridas físicas, sino que también mentales, las que parecían haberse llevado su fuerza por completo.
-Parece que ésto fue una mala idea desde el principio - murmuró en voz baja - Ariel...perdóname, no pude cumplir la promesa que le hice a tu madre, a Magdalena...le prometí que iba a cuidarte y a mantenerte a salvo de su familia y de quien quisiera hacerte daño, pero ahora siento que no tengo fuerzas...la policía va a llegar en cualquier momento, a ti te llevarán con la familia De la Torre y yo...no sé que es lo que me va a pasar...
Se quedó sin palabras, sin llegar a comprender la magnitud de lo que estaba ocurriendo, pero sintiendo en su interior el dolor de las heridas, casi tanto como la frustración del fracaso en el que estaba sumido.
Pero cuando toda esperanza parecía abandonarlo por completo, ocurrió algo totalmente inesperado; el pequeño Ariel alargó una de sus pequeñas manos, y se acercó más a él, lo suficiente para rozarle la mejilla, y dejar sobre la piel su piel mientras lo miraba fijamente.
-Ariel...
Lo miraba igual que desde el primer momento, con fijación, casi como queriendo explorar sus sentimientos a la vez que con su manito le tocaba la cara; que confianza, que incorruptible sentimiento dedicado a quien lo mantenía consigo, nada de eso podía ser casual.
-Ariel...¿porque sigues confiando en mi?
No hubo respuesta, pero la mirada del pequeño seguía ahí, entregándole la misma seguridad de antes, fija en sus ojos como si nada hubiera cambiado.
-Tengo...tengo que...
Algo en su interior le dijo que debía seguir, que aún no era el momento de rendirse, de modo que el hombre volvió a moverse y le pidió a su cuerpo un nuevo esfuerzo, para salir del colchón de hojas y espinas que hasta ese momento lo había mantenido atrapado.
-Tengo que...
Casi no podía hablar. En un principio las espinas y ramas ofrecieron resistencia, y el dolor aumentó al tratar de quitarse de esa superficie, pero no se detuvo, rogando que funcionara y pudiera moverse. Después de unos momentos de intentarlo consiguió tener la energía suficiente, y se arrancó a si mismo del lugar en donde estaba, cayendo semi sentado en el suelo. Respiró lo más intensamente que pudo, tratando de absorber algo de aire puro, o lo que fuera que pudiera animarle, mientras mantenía en los brazos al pequeño niño.
-¿Que dices? - murmuró en voz baja - ¿crees que deberíamos seguir avanzando?
Volvió a mirarlo a los ojos, y se encontró nuevamente con la fija mirada del bebé, diciéndole sin palabras que todo estaba bien, o al menos lo estaría mientras estuvieran juntos. Así fue como Víctor tuvo la fuerza para volver a ponerse de pie, y volvió a caminar.
Por ti eternamente Capítulo 20: Pistas ciegas
Aún sabiendo que podía ser un error hacer una declaración tan pronto, Ignacio Armendáriz decidió presentarse ante los medios de prensa que ya estaban alrededor de la carretera. Antes de hacer lo que sería una declaración preliminar, los primeros segundos fueron una lluvia de preguntas, en donde prácticamente no se entendía nada pero podía extraer palabras como muerte, secuestro y desaparición; no podía dejarse afectar por esa clase de preguntas, debía mantenerse sereno.
-Silencio. escuchen, en este momento no puedo dar una declaración oficial detallada, pero de acuerdo a la importancia de los hechos y a la connotación nacional de la noticia quiero entregar la siguiente información.
Se hizo silencio.
-En el lugar en donde nos encontramos, en la carretera a la entrada del pueblo de Santa Marta ocurrieron dos hechos de relevancia, el primero de ellos un choque entre dos vehículos particulares, resultando tres personas heridas de diversa consideración, las que ahora se encuentran en observación y fuera de peligro. Paralelamente, el hombre identificado como Víctor Segovia fue encontrado en las cercanías, provocándose una persecución por parte de los oficiales encargados de su captura; durante ésta persecución un grupo de hombres interceptaron a Segovia, generándose entre ellos un enfrentamiento tras lo cual el imputado por sustracción de un menor fue acorralado por el grupo de oficiales encargado, sucediéndose la desaparición del sujeto y el menor que tenía en su poder con respecto a la intervención de civiles. Quiero recalcar que se trata de una actitud que como cuerpo de policía rechazamos, porque expone tanto a la policía como a los civiles involucrados a peligros inesperados, y que pueden exceder a los controles de las autoridades. En este caso, personalmente y como cuerpo de policía lamentamos los hechos ocurridos en lo relativo a civiles, ya que debemos consignar que en el enfrentamiento entre Segovia y el grupo de hombres que lo interceptaron tuvo lugar mientras la policía cerraba el cerco, ocurriendo por desgracia la muerte de uno de estos civiles en circunstancias que aún deben ser investigadas, para determinar los detalles y las responsabilidades. Respecto a Segovia, el sujeto fue cercado en su huida de la policía, pero no obedeció las instrucciones del personal especializado y continuó intentando proseguir con su escape, lo que expuso a su persona al peligro de un lugar inexplorado y de geografía adversa. Lamentablemente Víctor Segovia cayó por una especie de foso o pendiente de varios metros de profundidad, no habiendo resultados de su búsqueda en los noventa minutos que han pasado desde ese momento. Por último resaltar que la zona en donde se dio esta situación es una zona no habitada, dónde comienza un bosque muy tupido, en donde el terreno y la vegetación hacen sumamente difícil el desplazamiento y por ende la búsqueda. Muchas gracias.
Mientras los periodistas estallaban en más preguntas con respecto a los hechos ocurridos y a las declaraciones de Armendáriz, el oficial dio media vuelta y se internó nuevamente en el cerco de seguridad. Bárbara estaba mirándolo muy fijamente.
-¿Cómo estás?
-Tratando de asimilar lo que ha pasado ¿hay alguna novedad?
-Ninguna hasta ahora - replicó ella - pero no vamos a descansar hasta que los encontremos.
2
Álvaro continuaba recostado en la camilla escuchando incrédulo el extra informativo donde Armendáriz reconocía su fracaso.
-No puedo creerlo.
Por el trabajo que el y Romina habían tenido una serie de enfrentamientos con ese policía, lo que se intensificaba por el rechazo natural que el demostraba hacia los periodistas en general, pero en esa ocasión se esperaba todo, menos verlo fracasando, porque fracasar significaba directamente una tragedia, por mucho que su lado periodista lo llamara a salir de esa urgencia y terminar la nota. En ese momento entró Romina con una fea bata larga sobre el cuerpo, demacrada y con unos parches en una mejilla y el un antebrazo.
-Romina.
-Me dijeron que estabas aquí - dijo ella saltándose cualquier saludo - ¿como te sientes?
-Golpeado - replicó él en voz baja - pero no es tan grave; quería saber de ti desde que desperté hace como una hora pero todavía no puedo levantarme.
La mujer se sentó junto a su camilla.
- La enfermera va a regañarme cuando sepa que salí del cuarto, me amenazó. Oye - siguió más seria - escuchaste verdad?
Se miraron un momento sin decir nada. ¿hasta donde estaba la separación entre los periodistas, los amigos y las personas, en que punto uno de ellos debía detenerse para dar paso al otro?
-Si, escuché, pero no entiendo nada.
-No digas eso, tienes una idea bastante clara.
Un nuevo silencio. Si, ambos estaban volviendo al modo periodista.
-Está bien, lo primero que pensé es que esos "hombres" que interceptaron a Segovia fueran los mismos que vimos antes, pero eso no concuerda con que uno de ellos haya muerto después de ese supuesto enfrentamiento en el bosque. Romina, Segovia no podría pelear con esos tipos, nosotros los vimos.
Romina recordó el momento en que los vio, la actitud amenazante, el arma, la mirada agresiva.
-No, no podría, pero igual hay un muerto en ese lugar. Y además lo más importante sigue siendo lo de Segovia. ¿Acaso está muerto y no lo quieren decir?
-Si no lo quieren decir - comentó ella lúgubremente - la única razón que se me ocurre es que el niño también murió en la caída, y estarían esperando el informe o que la familia estuviera informada de manera oficial. Escucha, hay algo más, la policía se quedó con nuestras cosas, tienen tu libreta, la cámara y los celulares, así que es cuestión de tiempo que lleguen a la entrevista.
-Diablos, eso quiere decir que no tenemos nada con que trabajar. No puedo creer nada de esto, ni que Segovia se haya matado ni que tengamos las manos vacías, éste caso solo nos ha traído desgracias.
Romina no habló por un momento; necesitaba más, no podía simplemente quedarse ahí, ese caso, ese reportaje aún no terminaba.
-No puede ser Álvaro, no puede ser que nos quedemos sin nada, recordamos perfectamente lo que nos dijo, podemos hacer el reportaje.
Álvaro la miró lentamente. El también se sentía frustrado por las consecuencias de todo lo que habían hecho, pero por otro lado, una parte de él también sentía como irradiaba en su interior un sentimiento de culpa, una pregunta simple ¿Podrían haber retenido a Segovia con cualquier excusa y evitar lo siguiente, o al bajarse, él solo había salvado del choque para caer después?
-Tienes razón, pero después de lo que pasó, estamos involucrados, ya no somos imparciales, Armendáriz podría incluso exigir que guardemos toda la información.
-Es verdad, pero para eso tendríamos que apurarnos, tenemos que terminar el reportaje, darle un enfoque humano y hablar con los medios que ya teníamos contactados. A éstas alturas lograremos un golpe en una edición con portada incluso.
-Si, entiendo, lo más lógico es que hagamos eso, además será un buen golpe en el momento preciso, solo que tenemos que esperar hasta saber que fue exactamente lo que pasó con él, una vez que eso se sepa, el reportaje valdrá oro.
4
El oficial Armendáriz seguía muy de cerca las investigaciones que se estaban realizando en la zona donde había desaparecido Ariel de la Torre en manos de Víctor Segovia, pero los minutos pasaban cada vez más tortuosamente. En un momento vio que se acercaba Benjamín Pereira, uno de los rastreadores.
-Señor.
-¿Encontraste algo?
-Si señor, pero no son buenas noticias.
Por un momento no supo que decir, pero la imagen que apareció en su mente fue devastadora.
-¿Que pasó?
-Las condiciones del terreno son un poco distintas de lo que habíamos visto al principio señor. La zona en donde desapareció Segovia es escarpada, pero también es muy tupida, en varias zonas los arboles y la maleza cubren la tierra, y por eso es que se produjo el accidente.
-Pero eso ya lo sabemos.
-Si, pero la zona del accidente es mucho mas compleja de lo que nos esperábamos; señor, la pendiente por la que cayó Segovia tiene alrededor de cuarenta metros de profundidad, pero no termina ahí.
-¿Que quieres decir?
-Esa zona está hacia la ladera del cauce del río Alyari. Lo que implica que la pendiente no termina ahí, los colchones de hojas son sumamente intrincados, pero calculando por la altura de ésta zona y la del cauce del río, creemos que en total puede haber una diferencia de doscientos metros.
Armendáriz sintió que se contraían todos los músculos de su cuerpo. Ya no había nada mas que esperar.
-Llamen a Fernando de la Torre; hay que informarles que pueden estar preparados para lo peor.
5
-Claudio!
Fernando de la Torre se obligó a guardar silencio, a pesar de que su estado mental le indicaba completamente lo contrario. Acababa de colgar el teléfono, y la información que le habían entregado era mucho peor de lo que había visto en las noticias; pero Cláudio no estaba, había salido supuestamente a resolver el tema de Segovia para evitar que la policía lo encontrara.
-Maldita sea, esto no puede ser verdad.
Deseaba la muerte de Segovia con toda su fuerza, pero su nieto no podía estar en la misma situación, no podía ser que su nieto terminara de esa manera. Volvió a marcar el numero de su asistente, pero seguía estando fuera de área; sabía que Segovia había estado escapando de la policía con una suerte increíble, extendiendo esa huida por los últimos días, pero se suponía que Claudio tenía que solucionar ese asunto ¿Que había pasado en realidad, porque la policía le anunciaba que debía prepararse para lo peor pero aun así no le hablaban de algo concreto? No podía esperar más, tendría que comunicarse con la policía para tener toda la información.
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