La traición de Adán Capítulo 32: Planes desesperados



– ¡Cómo es posible que nadie sepa nada!

Bernarda estaba en su oficina, completamente fuera de sí; el accidente en el Salón de la innovación no le había causado perjuicios físicos, pero si emocionales; ahora sabía que ahí afuera estaba ese loco tratando de matarla o al menos de arruinar su vida. En esos momentos, su apariencia vivaz y estilo sofisticado eran opacados por la furia, que esta vez como pocas, estaba llevada en gran parte por el miedo. En la oficina estaban sus ejecutivos más importantes y su jefe de seguridad.

–Ha entrado alguien a las instalaciones a sabotear una estructura gigante que pudo matarnos, y nadie tiene la menor idea de cómo sucedió.
–Tenemos a nuestro personal revisando los registros y buscando soluciones.
–Eso ya lo sé –replico ácidamente– lo que quiero saber es que clase de seguridad permite que un lunático me amenace de esta manera.
–También estamos exigiendo toda la información, tomaremos medidas de todo tipo.

Pero Bernarda parecía no escuchar nada salvo su propia voz.

– ¡Ese lunático podría estar en cualquier parte! Quiero que mi seguridad esté realmente  resguardada esta vez, y quiero ver a ese loco fuera de la línea de peligro; encárguense de que la noticia no sea relacionada conmigo ni con la constructora, amenacen, exijan, paguen si es necesario, pero quiero mi nombre y mi propiedad fuera de esto. Salgan de aquí, necesito pensar.

Pocos momentos después estaba sola en su oficina. No podía decir que sabía quién era el causante de todo eso, no con los antecedentes que había, era imperativo que se deshiciera de él lo más limpia y prontamente posible, y sin mezclar a ninguna de las tres personas que tenía como más necesarias; Eva, Adán y Luna estaban reservados para otros asuntos. Tenía que calmarse, y encontrar alguna fórmula efectiva, porque Aruse no estaba de regreso en su vida  para exigir nada, ya había pasado la etapa de las recriminaciones para pasar directamente a la acción, quería venganza, y no la había conseguido de forma inmediata solo por un azar del destino. Pero faltaba muy poco, estaba demasiado cerca de ella, por lo que tenía que encontrar la forma  de eliminarlo mientras aún no se hacía pública la relación entre ambos; momentáneamente no estaba efectivamente afectada, solo se trataba de una amenaza real, y contaba con muy poco tiempo en su favor para actuar antes que alguien descubriera algo y su nombre y su imperio comenzara a desmoronarse. Sabía que era responsable de haber subestimado a Aruse, pero había librado batallas mucho más grandes, no se dejaría intimidar por algo como eso. En ese momento le avisaron de una visita.

–Dile que pase.

Luna llegó con expresión preocupada.

–Supe la noticia y de inmediato recordé que me habías contado que irías a ese evento; espero que estés bien.
–Gracias –respondió Bernarda sentándose– estoy un poco nerviosa, pero bien. Lo lamento Luna, creí que llegarías mañana.
–Despreocúpate, decidí volver hoy, así que no hay ningún problema. ¿Por qué estás tan nerviosa?

Bernarda tenía la intención de adelantar su plan, pero decidió esperar un poco más.

–Porque todos los planes que tenía para el Salón de la innovación se fueron al diablo, esperaba poder adelantar algo de un nuevo proyecto en el Sur del país hablando con los empresarios ganaderos y era la mejor oportunidad de hacerlo.

Luna fue al mini bar y sirvió dos whiskies en las rocas.

–Estás  haciendo  una tormenta en un vaso de agua mujer. Esto es solo un percance, ya verás que dentro de poco habrá una nueva oportunidad.
–Tienes razón, estoy exagerando –comentó Bernarda para dejar cambiado el tema– mejor me olvidaré de todo esto por el momento. Cuéntame como te ha ido con Adán últimamente.
–Excelente por supuesto, aunque reconozco que el hombre sabe muy bien cómo poner límites; aún no se desespera, pero estoy en su mapa, así que te aseguro que solo faltan un par de pasos más.
–Genial, eso quiere decir que vas muy bien encaminada Luna. Ya está poniéndose nervioso, sabes que muy pronto tendrás que actuar.
–Por mi encantada.
–Te creo.

Mientras tanto, Micaela y Esteban seguían analizando los últimos hechos.

–Estoy de acuerdo en que puede haber algo más en todo esto, viniendo de Bernarda nada me parece extraño. Lo que no sabemos es quien o cómo está detrás de todo.

En ese momento los llamó F.

– ¿Tienes alguna noticia?
–Sí, y es endiabladamente sabrosa.
–Te escuchamos.
–Así no. Véanme en donde la última vez.

Media hora más tarde estaban en una cafetería muy concurrida; F parecía muy serio y controlado.

–Tienen que saber que aquí hay algunas cosas que les parecerán muy feas.
–A estas alturas me espero cualquier cosa.
–Pues aquí voy: el dueño de la empresa de estructuras que quebró en Inglaterra se llama Vladimir Aruse, y está en el país desde hace poco.

Micaela silbó sorprendida.

–Y viene a vengarse.
–Creo que algo un poco más extremo que eso; en este video de una cámara de seguridad del evento de construcción se ve, aunque no muy nítido, a Aruse subiendo al escenario y accionando alguna clase de dispositivo, parece un mando a distancia sencillo.
–Eso confirmaría que lo del Salón no fue accidental.
–Lo llamativo no es eso –comentó F– lo interesante es a quien está mirando.

Micaela y  Esteban se acercaron más a la pantalla portátil de F para ver nuevamente.

–Es Bernarda.
–Eso quiere decir que Aruse pretende matarla.

La joven se quedó sorprendida de que no le importara lo más mínimo que Bernarda estuviera en peligro; eso era fruto de la lejanía que siempre habían tenido, alimentada por las intrigas y traiciones de la que era su madre.

–No puedo decir que me sorprende la noticia F, Bernarda es del tipo de persona que se hace de enemigos al por mayor.
–Muchachos, creo que no están siguiendo mi lógica. Aruse era el dueño de la empresa que muy presumiblemente quebró por alguna intriga orquestada por Bernarda, y ahora volvió. ¿Por qué creen que se tardó dos largos años en regresar?

Ninguno de los dos tenía la respuesta, básicamente porque no se habían planteado la pregunta.

–No lo sé. Y por tu cara no creo que sea algo trivial.
–Por eso les dije que eran cosas feas. Estuve revisando los informes de personal y algunos históricos de las empresas, y descubrí que Aruse consiguió algo que nadie ha logrado antes: tiene infiltrados en la empresa Biel Asís en cuatro cargos.
–Es decir que se dedicó todo éste tiempo a eso –comentó Esteban asombrado– reconozco que su nivel de odio es importante.
–No es eso por Dios –exclamó el otro– lo importante no es el tiempo que usó o no, lo importante es lo que están haciendo sus aliados: todos los aliados que tiene fueron del grupo más antiguo y fiel de Aruse y seguramente por eso buscaron junto a él la forma de vengarse. Están en lugares estratégicos de Biel Asís, y  creo firmemente que lo del Salón fue sólo una distracción porque está preparando algo más.

Micaela ya no aguantaba el misterio.

–Dinos de una vez qué es lo que crees que está pasando.
–Lo que creo es que Aruse está distrayendo a todo el mundo haca él para que no se descubra su plan de sabotaje.
–El aeropuerto –comprendió Esteban al fin– ese es su objetivo, quiere destruir la principal obra de Bernarda, por eso su empresa está ahí haciéndose cargo.
–Van a hacer en el aeropuerto lo mismo que en el restaurante de Pilar –dijo Micaela a su vez– eso no fue a propósito, fue ensayo para ver cómo funcionaba.

Esteban estaba descolocado.

–No puedo creer que diré lo que voy a decir, pero tenemos que advertirle a Bernarda.

Micaela frunció el ceño.

–No, eso no serviría.
–No te lo tomes así. Sabemos lo que ha hecho, pero no podemos dejar que las peleas entre ellos dos causen más problemas. Si nuestras conjeturas son acertadas, algo intervenido en el Hotel podría provocar un caos.
–No lo entiendes Esteban; conozco a Bernarda, avisarle de algo así tal vez la pondría sobre aviso, pero su reacción sería la de atacar de vuelta, y si Aruse fue capaz de hacer algo como lo del Salón, está claro que si lo presionan podría cometer una locura.
–Ya pero entonces, ¿tú que propones?

Micaela se lo pensó unos momentos. Si, había algo que podían hacer.

–Propongo que usemos ésta información para resolver más de un asunto a la vez. Eva San Román es uno de los brazos derechos de Bernarda, y es un peligro igual que ella, que Luna y Adán Valdovinos; tanta gente como esa reunida no puede no tener algo oculto, y en éste tiempo ya hemos descubierto varios cabos sueltos, pero nos estamos tardando demasiado en ver si es que conseguimos algo sustantivo o no: dejemos que los monstruos se coman entre ellos.

Esteban la miró perplejo.

–A  veces  das miedo.
–No estoy diciendo nada fuera de lo normal; mira, lo único que necesitamos para ganar en ésta situación es hacer que se pongan en contra unos de otros, y creo que todo éste embrollo de Aruse puede sernos de utilidad.

F parecía estar disfrutando la escena.

–Al fin piensan del modo conspirativo en que funciona éste mundo. Continúa.
–Lo que pienso es algo así: hacemos que Bernarda crea que Eva y Adán tratan de quedarse con sus propiedades o algo, y dejamos que ellos piensen que la Biel Asís es lo más provechoso que pueden obtener; así, cuando todo se descubra, ambos lados tendrán culpa y arruinaremos sus planes.
–Suena encantador.
–Ya –dijo Esteban un poco alarmado, aunque tratando de calmarse– digamos que hacemos eso, que encontramos la forma de ponerlos unos contra otros. ¿Cómo hará eso que se evite una tragedia en el Hotel del aeropuerto?

Micaela sonrió.

–Porque faltan meses para que eso siquiera se inicie, y la idea es actuar de una vez por todas. Veamos ahora mismo que es lo que tenemos en su contra, las verdades que sabemos y que podemos hacer con todo eso.
–Aunque no me están pagando por esto en particular muchachos, quiero ayudarlos. Pero llevamos demasiado tiempo aquí, así que les propongo algo: ustedes hagan los planes que quieran, yo mientras tanto reuniré la información más relevante, y volveremos a hablar esta noche. No se pierdan.
–Tampoco tú.

Esa misma noche, los tres se reunieron en un departamento derruido en una zona perdida.

–No me digas que ahora te trasladas aquí.

F sonrió.

–En realidad tengo muchos contactos para este tipo de lugares, pero hoy en particular nos estamos viendo aquí porque voy a tener que desaparecer.
– ¿Qué?
–No se lo tomen a mal, pero descubrí aún más cosas que pueden ser preocupantes, y aunque no lo crean, en este momento yo soy el eslabón más débil de la cadena.

Esteban levantó las cejas mientras se sentaban ante una mesita de centro en donde había un ordenador portátil.

– ¿Qué ocurrió?
–Las cosas están complicadas por acá –señaló el ordenador– tanto por cosas que pasaron como por temas actuales; como recordarán, les dije que Samuel era un informático que estaba relacionado con Adán Valdovinos en sus planes, y con su muerte mis sospechas se fueron directo a él, básicamente porque creí que él era el responsable de lo que le pasó. Ahora bien, el otro hombre involucrado en ese accidente y que también murió, es un administrador agrícola que tiene una lejana y oculta relación con Eva San Román.
– ¿En serio?
–Así es. Resulta ser que ella fue algo así como adoptada por la ex–esposa de Cisternas, el muerto en cuestión, después de que la mujer lo abandonara en medio de un misterio. El tema es que la adoptó cuando era una adolescente, y  por lo que estuve investigando, Cisternas estuvo un corto tiempo en tratamiento mental en una institución privada, adonde solo asisten personas que tienen algún tipo de característica parafílica.

Micaela estaba aprendiendo a atar cabos muy rápido, pero le sonaba cada vez peor lo que veían.

– ¿Estás insinuando que él podría haber intentado abusar de ella cuando fue joven, y por eso la separación y posteriormente este hecho confuso?
–Sí, lo estoy insinuando, primero porque son demasiadas coincidencias, y segundo porque ya no lo podemos comprobar. La ex de Cisternas está muerta, él está muerto y San Román jamás hablaría de algo así.
–Tiene sentido lo de las coincidencias –comentó Esteban– mira que terminar muriendo en el mismo hecho dos enemigos de la pareja del momento, eso pasa solo en las películas.
– ¿Eva y Adán unos asesinos? Suena increíble, pero sobre todo peligroso.

F frunció el ceño.

–Si mal no recuerdo, lo de peligrosos ya se los advertí antes. Sin embargo muchachos, esta información no nos sirve de nada, porque son todo especulaciones, más bien se los digo porque creo que ha llegado el momento en que tienen que decidir qué es lo que van a hacer de ahora en adelante o si de verdad se arriesgarán a continuar con estos antecedentes.
–Hemos llegado hasta aquí, no me voy a rendir F; sé que Bernarda es un peligro público, si puedo hacer algo, no dejaré de intentarlo, al menos no me quedaré con las ganas de tratar de detenerla, a ella y a todos sus secuaces.

F suspiró.

–Bien. Entonces prepárense, porque ahora viene lo nuevo, la información más reciente. El propio Valdovinos está haciendo una serie de investigaciones y movimientos, el tipo ha dejado huellas, pero es endemoniadamente bueno y temo que pronto estará a mi nivel, de modo que dejaré de ser de utilidad y pasaré a ser un factor de riesgo. Les dejaré información importante, muchas pistas falsas y desapareceré, es la única forma de evitar que él llegue hasta adonde ustedes dos.

Esteban pensó en su amiga y en todo lo que había vivido. Sabía que estaba haciendo todo ese trabajo investigativo por amor a Pilar y por venganza en contra de Bernarda y Eva, pero también sabía que por su personalidad, no se detendría a tiempo. Él tendría que hacerlo.

–Está claro entonces, si es por tu seguridad, lo entendemos. Micaela y yo nos haremos cargo, tú solo dinos que hacer.
–Por el dinero que me han pagado me permití ayudarlos con algunos artilugios electrónicos; este ordenador portátil está armado de decenas de partes así que es muy difícil de rastrear, a través del harán todo lo que les diga: estas memorias externas contienen la información que usarán para tratar de engañar a Valdovinos, es importante que nunca conecten el ordenador a cables, y que se conecten solo en lugares públicos y sin dejar que las cámaras de seguridad enfoquen la pantalla, porque como les dije, este tipo está dando pasos de gigante y pronto ya sabrá como explorar los sistemas de seguridad si es que se siente amenazado.
–Está bien, lo tenemos todo claro pero ¿Cuál es el plan?
–Esta es la parte más importante, no hablen por teléfono ni a través de internet de esto, solo deben hablarlo en persona y tratando de usar algún código que solo ustedes entiendan; Adán está tratando de meterse en los sistemas de control de gastos de la Constructora Del Mar y Alzarrieta que como saben ahora es casi propiedad de Solar, obviamente para quedarse con todo lo que pueda. El plan es este, tomarán la memoria externa azul, y a esa hora exacta de mañana enviarán los datos a través del servidor que dejé activado en el ordenador; no tienen que entender nada, solo seguir la orden, y con eso le dejaremos al modelo un regalo, que si funciona, les dará turno al siguiente paso.
– ¿Y si falla?
–Entonces todo se habrá perdido. En caso de resultar, el servidor mandará una señal a este ordenador de manera automática, pero la conexión se perderá si lo apagan, lo lamento pero por seguridad tuve que hacerlo así. El tema es que cuando reciban ese mensaje de regreso, tienen que conectar la memoria externa de color rojo antes de un minuto, no puede estar conectada de antes; esa memoria enviará una serie de datos que harán que ese tipo caiga definitivamente cerrando un trato secreto que según él será maravilloso.
–De acuerdo. ¿Y la tercera tarjeta?
–Ésta solo la tienen que ocupar cuando los dos primeros pasos funcionen. En resumidas cuentas, cuando Adán caiga en la trampa y tome para si lo que él cree es el mejor negocio de su vida, ustedes tendrán que eliminar las pruebas. Esa tarjeta verde tiene un poderoso virus que elimina los datos de origen de cualquier equipo al que se conecte en muy poco tiempo, y tiene el beneficio que destruye las memorias del aparato, con lo que lo deja inútil. Por supuesto que deberán usarla en ese ordenador, pero hay algo más: tendrán que usar esa misma tarjeta en el ordenador a través del que Valdovinos haga sus tratos secretos.

Esteban ahogó una exclamación.

– ¿Qué? ¿Estás diciendo que tendremos que meternos en su territorio para borrar la memoria de su ordenador? ¿Por qué no hacerlo a distancia?
–Porque eso dejaría huellas –explicó F tranquilamente– en cambio, un ordenador destruido no las deja, porque ni siquiera yo puedo revertir el proceso del virus una vez que funcione.
–Pero el ordenador debe estar en su departamento o en su oficina.
–No lo está, sabe lo que hace. En este papel está la dirección, es una bodega en un edificio en los límites de la ciudad. Cómo lo harán para infiltrarse ahí, evitar que él los descubra y salir a salvo, eso es plan de ustedes.

Micaela sintió nauseas; sabía muy bien que era lo que estaba haciendo, estaba convirtiéndose en lo mismo que odiaba, solo esperaba que eso resultara en primer lugar, y que el camino que había emprendido no fuera sin retorno.

–Espera. ¿De qué manera todo esto nos ayuda en contra de Bernarda?
–Sencillo. Porque él quiere robarle a ella, y si cae en esta trampa, no solo le robará, sino que también la hará tambalear. Es mejor que no sepan más detalles, pero tengan esto en cuenta: la única forma en que saldrán adelante es que me hagan caso, y que cada paso funcione a la perfección; ahora me voy, salúdenme la próxima vez que nos veamos.



Próximo episodio: La traición

La traición de Adán Capítulo 31: Venganza de cristal




Adán estaba contento con sus nuevos descubrimientos: en el último tiempo y a propósito de los hechos que involucraban a Samuel, había concluido que no era recomendable confiar determinados asuntos a terceros, pero como de todos modos tenía que estar al pendiente de todo, optó por el camino más sencillo, es decir involucrarse personalmente; siempre había manejado los conceptos medios de la informática, pero desde que se le hizo necesario, estudió por su cuenta, y haciendo gala de su increíble capacidad de estudio, se convirtió en poco tiempo en un experto, lo que en primer lugar le sirvió para hacer más seguras sus cuentas personales y también para poder borrar los historiales que pudieran perjudicarlo, de modo que estaba mucho más a salvo que antes, y desde luego que la historia de su verdadero origen había muerto junto con Samuel.
Investigando los detalles de todo lo que estaba pasando en esos instantes, el hombre de 24 años terminó por descubrir información que podría serle sumamente útil en determinado momento: la verdad de lo que había ocurrido en Londres hacía dos años atrás, sacada de informes económicos, de prensa y de algunos comentarios, y esa verdad era sumamente llamativa.

–Qué interesante Bernarda... sigues sorprendiendo como siempre.

Dos años atrás la Administradora de Bernarda Solar estaba a cargo de un proyecto importante en Inglaterra, algo parecido a Boulevard pero más enfocado al comercio que a la familia. Todo parecía ir sobre ruedas, hasta que hubo un grave accidente puso todo de cabeza: se descubrió entonces una gravísima falla en los armados de la empresa fabricante e instaladora de estructuras, con lo que el consorcio dueño del proyecto amenazó con hacer válidas las pólizas de garantía, lo que habría destruido a Bernarda. Todo parecía perdido, hasta que apareció Luna Arriaga y comenzó a tratar directamente con los dueños, con excelentes resultados. Finalmente la empresa fabricante terminó siendo sindicada como la única responsable, y para evitarse una demanda millonaria, liquidó todos sus activos, dejando a su personal, desde el dueño, Vladimir Aruse, hasta el último trabajador en la calle. Inmediatamente después se contrató a otra empresa fabricante e instaladora, llamada Biel Asís, la que aceptó el proyecto a pesar del riesgo, y además lo hizo cobrando precios excesivamente bajos, con lo que se obtuvo como resultado que el proyecto fuese terminado.
Así que de ese modo lo había hecho.
Como él lo veía, las cosas estaban bastante claras, ya que Bernarda era en realidad la responsable de todo; seguramente habían tenido alguna especie de problema con Aruse, y viendo contratos de por medio, la empresaria optó por el medio más sencillo, que era nada menos que el sabotaje, y ahora tenía a una empresa suya pero que aparentaba no serlo a cargo de sus propios proyectos, ganaba por todos lados y como de costumbre, eliminaba del camino a sus enemigos.
No era muy distinto de como el mismo procedería en caso de ser necesario, pero si bien eso supuestamente debería alegrarlo por encontrarse en terreno conocido, la verdad es que le provocaba más preocupaciones que otra cosa.
Estaba amarrado con un contrato millonario a Boulevard y con otro al Hotel, a pesar de ni siquiera haber comenzado a trabajar allí, y aunque en ganancias estaba muy bien posicionado, eso también podía significar que estaba atrapado en esos proyectos. Bernarda Solar era una empresaria generosa con los que estaban de su lado, pero claramente se libraba de la peor manera de quienes estaban en su contra. ¿Qué pasaría entonces cuando él fuera un obstáculo en su camino a conseguir tenerlo todo? Tenía que armar un plan de contingencia, no solo proteger su dinero, sino que también idear un modo de escape, una fórmula para evitar que cuando llegara el momento, los designios de la señora Solar lo quitaran del camino igual que a otros. Y tenía muy poco tiempo para hacer.

Micaela estaba llegando a su casa después del trabajo esa misma tarde. Estaba cansada, pero más que todo ansiosa por tener resultados de las investigaciones que habían estado haciendo junto con F. Últimamente tenía la sensación de que cada vez que conocían algo nuevo, se le quitaba más todavía la sorpresa hacia lo que su querida madre pudiera hacer, pero aun así no avanzaban nada. Le parecía imposible que ella siempre consiguiera eliminar tan bien las pruebas de su culpabilidad.
Tomó el celular y llamó a Esteban, pensando en tomar algo juntos y tratar de escapar un poco de la extraña rutina de trabajo e investigación, pero se sorprendió al escucharlo hablar en voz muy baja y con apuro.

– ¿Interrumpo algo?
–No exactamente –comentó el aún en voz baja– pero es un mal momento para que hablemos, estoy en medio del Salón de la innovación y construcción, está a punto de empezar una reunión muy importante.

Micaela terminó de entrar y se sentó ante el computador.

–No entiendo nada de lo que dices.
–Míralo en internet, vine para conseguir hacer los contactos necesarios y volver al ruedo, no quiero seguir haciendo inventarios toda mi vida. Te llamo luego, va a empezar la reunión de las siete cuarenta, deséame suerte.

Pero no le dio tiempo a hacerlo y cortó. Micaela se quedó con la duda, así que encendió el computador y buscó la información; claro, el Salón de la Innovación, era un evento importante, en el que no solo las empresas buscaban hacerse un espacio, también los ejecutivos, que si hablaban con las personas correctas podían hacerse de algún contrato.
Por curiosidad revisó algunas fotos del lugar, estaba muy bien ambientado por supuesto, pero todo cambió cuando vio la lista de invitados, y brillando entre ellos a nada menos que a Bernarda Solar. Por supuesto, como se lo iba a perder. Sin prestar mucha atención a lo que hacía, se desplazó por los asistentes y expositores, y le llamó particularmente la atención una empresa llamada Biel Asís. ¿Por qué le sonaba conocido ese nombre? Se puso de pie y comenzó a caminar hacia el baño para darse una ducha, pensando que probablemente era una empresa de las que tenían trato con la constructora Del Mar en el tiempo que alcanzó a trabajar con ellos; estaba cansada, quería relajarse un poco.

–No es...

Algo llamó su atención, y volvió a la pantalla del ordenador. Ese nombre no era parte de ninguna nómina presente en su época en la Constructora.

–Oh por Dios...

Biel Asís.
El nombre de la empresa que había trabajado con Bernarda en Reino Unido. Y con Pilar en su restaurante estando a un paso de causar un grave accidente. Nada de eso tenía sentido. Volvió a revisar la galería de imágenes de la exposición, con la respiración agitada por un presentimiento, hasta que dio  con la foto que al mismo tiempo esperaba, y no quería ver.

–Cielo santo...

Seguía sin tener sentido, pero sabía a ciencia cierta que algo estaba horriblemente mal en ese lugar.
Y vio en la lista de invitados a Bernarda Solar. Esteban había dicho que empezaría una reunión. ¿Dónde diablos estaba el programa para ese día? Al fin, después de tensos segundos, lo encontró, la reunión de las siete cuarenta en la primera explanada interior. Bajo un gran armado parte de las muestras de las compañías expositoras. Tomó el celular y marcó el número de Esteban, pero no le contestó; sin esperar más le envió un mensaje urgente a su casilla directa, esperó algunos segundos y volvió a llamar.

– ¿Qué pasa? –preguntó el en voz baja– estoy labrando mi futuro.

Micaela fue directo al punto.

– ¿La reunión es en la primera explanada?
– ¿Qué?
–Contéstame.
–S–sí, ¿por qué quieres saberlo?

Sintió que el corazón le daba un vuelco.

–Esteban, tienes que salir de ahí de inmediato.

Su amigo se mostraba algo confundido por lo que escuchaba, pero su relajo era más desesperante todavía.

– ¿Que te ocurre? No me voy a salir, esta oportunidad es única para...
– ¡Cállate y escúchame! –gritó fuera de si– Esteban, ¿confías en mí?

Solo entonces él pareció entender que algo estaba fuera de orden.

– ¿Qué pasa?
–Contéstame.
–Sí. Eres mi amiga, claro que confío en ti.
–Entonces –siguió con la voz temblorosa, los ojos llenándose de lágrimas– por lo que más quieras, sal de ahí ahora mismo; no me hagas preguntas, solo sal de ahí... te lo suplico.

Del otro lado de la conexión, Esteban miró hacia donde estaban los asistentes a la charla, y entre ellos divisó a Bernarda Solar. Solo entonces los ruegos de Micaela cobraron algún tipo de sentido, y  aunque seguía sin comprender que ocurría, decidió entregarse a sus palabras y obedecer.

–Está bien. Escucha, voy caminando hacia la salida ahora mismo.
–Por favor apresúrate.

Mientras Esteban salía a toda prisa, Bernarda estaba cómodamente ubicada en primera fila junto a otros exitosos empresarios, lista a presenciar la exposición de expertos y visionarios en la innovación, de la que por supuesto ella era parte importante. Todo estaba en calma y orden, hasta que las cosas cambiaron bruscamente; sobre el escenario apareció un hombre con un control remoto en las manos.

– ¡Bernarda!!

Su grito hizo que todas las miradas se dividieran entre ella y el hombre; de primera se sintió sorprendida, pero luego reconoció con horror que se trataba de Vladimir Aruse.

–Oh no...

Se puso de pie, lívida, sin reaccionar hasta lo siguiente; Aruse accionó el mando a distancia, y aunque a primera vista no ocurría nada, el extranjero pareció satisfecho, y tras dedicarle una mirada de odio, desapareció tan abruptamente como había aparecido. Solo entonces las piezas parecieron encajar, cuando un ruido ahogado de trizaduras se dejó oír en la explanada, y la mujer miró hacia arriba, donde una enorme estructura parte de la exposición comenzó a tambalearse. La empresaria llamó a su guardia para que la ayudara a salir, mientras algunas voces en el lugar comenzaban a advertir del peligro. Segundos después todo fue caos.

Más tarde en su departamento, Micaela abrazó emocionada a Esteban, aliviada de verlo sano y salvo.

–Estás bien cielos. Estaba tan preocupada, la noticia ya está en todas partes.

Esteban aún se veía nervioso por la situación.

–Yo todavía no puedo creerlo, ¿cómo fue que descubriste que iba a pasar algo así?

Se sentaron mientras en las noticias informaban del accidente en el Salón de la innovación y construcción, de las decenas de heridos y los millonarios daños.

–Fue intuición femenina. Cuando revisé imágenes del Salón, porque no tenía idea de lo que me hablabas, por casualidad vi la lista de expositores, y reconocí a la empresa que casi destruye el restaurante de Pilar. No sé cómo explicarlo Esteban, pero en cuanto vi esa información, supe que iba a ocurrir alguna desgracia.
–Me salvaste la vida –se admiró él– pude haber terminado muy mal; cuando  venía para acá escuché que hay un par de heridos graves pero ningún muerto.

Ya estaban más tranquilos, así que se enfocaron en sus conjeturas.

–Eso es una suerte. Lo que me preocupa Esteban, es que nada de esto tiene ningún sentido, no comprendo en primer lugar porque Bernarda quiere adueñarse del restaurante que a la vez pretende sabotear, y en segundo, mucho menos comprendo por qué resulta destruida una estructura de una empresa de su propiedad, en un evento de tal magnitud, no veo cómo puede sacar algún beneficio de una desgracia como esta.

Esteban reflexionó unos momentos.

– ¿Sabes algo? Quizás estamos enfocando las cosas de la manera equivocada. ¿Por qué todo tiene que ser culpa de ella?

Micaela lo miró sorprendida.

–Porque habitualmente lo es. Ella tiene la tendencia de dejar damnificados a su paso.
–Concuerdo contigo, pero, ¿y si esta vez no fuera así?
–No te entiendo.
–Tú y yo hemos estado tratando de buscar algún método para denunciar a Bernarda Solar en algún ilícito, demostrarle al mundo quien es para detenerla y evitar que le haga mal a otros como ya nos lo hizo. ¿Qué tal si no somos los únicos?

La joven se quedó un momento en silencio, pero todo parecía concordar.

–No lo había pensado desde esa óptica. ¿Dices que alguien podría estar  saboteando a las empresas de ella para perjudicarla?
–Eso explicaría lo del restaurante.
–Quizás tengas razón. Pero si es así... espera un momento.
– ¿Qué?
–Claro –se sorprendió a si misma por no haber hecho antes la relación– por supuesto, siempre ha estado allí, creo que tienes razón. Esta es tercera vez que ocurre algo parecido, y hay factores que se repiten: Bernarda, la empresa fabricante de estructuras y las consecuencias inesperadas, solo que ahora los papeles se invierten. Esta vez alguien está atacándola a ella, y a gran escala.
–Tiene demasiado sentido, pero por otra parte, si tenemos razón, quiere decir que quien está tratando de vengarse de ella no tiene límites.
–Es cierto. Me pregunto si habrá llegado el momento de la caída de Bernarda Solar.



Próximo episodio: Planes desesperados

La traición de Adán Capítulo 30: Deseo en ausencia




–Está muerto.
–Lo sé, acaban de informarme.
– ¿Entonces es todo? Ayer murió Cisternas, esta tarde murió Samuel, quiere decir que todo terminó.
–Siempre tendremos que ser precavidos, pero el peligro más inmediato está eliminado. Salimos librados de esto.
–Es insólito. Pero está bien.
–Sí.

Eva y Adán estaban en uno de los restaurantes del Boulevard, ante una larga mesa, esperando a que comenzaran a llegar los invitados. La noticia había llegado en ese momento a oídos de ambos, así que rompiendo el trato, habían tenido que hablar, en voz baja y asegurándose de que no los oían. Los detalles los hablarían luego, pero de momento, tenían al menos la tranquilidad de que la amenaza inmediata de ser delatados o acusados se había extinguido. Precisamente en esos momentos Bernarda apareció vestida de rojo oscuro y completamente dichosa.

–Sabía que ustedes serían los primeros en llegar. Esta reunión con el equipo de trabajo es muy importante para dar energías a todos, ya tenemos una semana de trabajo y además tengo una noticia. Estamos cerca de la hora, seguro empiezan a llegar los ejecutivos.

Adán sabía que ese almuerzo era importante para estrechar puntos de vista y ganar tiempo, ya que llevaban avance en los tiempos y él personalmente creía que era lo más recomendable terminar cuanto antes el Hotel.

–Supongo que Luna también vendrá.
–No, ella está de viaje, le encargué algunas cosas –comentó Bernarda sonriendo enigmáticamente– y la extrañan, todos lo hacen, pero es entendible, yo también la echo de menos. Ahí llegan mis ejecutivos.

En pocos minutos llegaron a la mesa los gerentes y encargados de las distintas áreas, completando una treintena de personas, en una mesa encabezada por Bernarda y flanqueada por Eva y Adán. Durante el aperitivo, uno de los ingenieros dio una importante noticia.

–Debido al éxito de Boulevard y a las grandes expectativas que se están generando con Hotel, la constructora Del Mar está invitada al salón de la innovación y construcción que será inaugurado dentro de un mes, el 17 de Marzo en Espacio Infinito. En ese salón expondrán sus proyectos las compañías más importantes del continente.

Bernarda estaba muy complacida.

–Esta será una oportunidad de oro, tanto para la constructora como para nosotros, ya que por un lado podremos hacer tratos o acuerdos con marcas de diferentes países sin tener que ir por ellos, y además a ustedes les lloverán ofertas si muestran que son realmente los mejores, como espero que lo sean. Ahora que ya tenemos ese anuncio quiero que alguien me diga que es lo que vamos a exponer.

Intervino un ejecutivo.

–En materia de construcción pesada, contamos con la tecnología anti incendios y las innovaciones en aleaciones perdurables; en materia de estructuras y acabados, podemos contar con las más modernas estructuras y los terminados artesanales exclusivos. También hemos pensado en un apartado a la difusión del éxito de Boulevard, más que como negocio, como una nueva forma de acercar a la población a los placeres de la vida y de fomentar la amistad y la familia.
–Es perfecto, me encanta –Bernarda alzó su copa– este evento es lo que estaba esperando para mostrarle al mundo el grandioso equipo que tengo; ahora brindemos.

Poco después Bernarda, Eva y Adán estaban en la oficina de la primera.

–Se estarán preguntando porque no les informé de todo el asunto del Salón de la innovación.
–En realidad es un poco extraño.
–Tiene todo el sentido si lo miran desde mi óptica. Esto es sencillo, me interesa que mi Constructora sea exhibida, me conviene que mis ejecutivos sean reconocidos, pero no necesito que ustedes dos se vayan por el momento, así que por eso no están incluidos; de hecho no estarán presentes en ese Salón.

Los dos guardaron silencio un instante; cada uno sabía lo que estaba pensando el otro sin necesidad de mirarse.

–Creo que es halagador –comentó Eva livianamente– pero entiendo tu punto; ahora que si vamos a lo del Salón en particular, no vi ninguna idea especial.
–Eso me da lo mismo, me basta con que estemos ahí y tengamos la publicidad necesaria, para algo espectacular tenemos el hotel, además que de todos modos tengo pensado algo que sea bien notorio.
–Bernarda, hasta ahora solo sacamos cuentas alegres, supongo que estás contenta.
–Contenta si, satisfecha no, quiero ver terminado ese hotel lo más pronto posible, no veo la hora de que pasen esos ocho meses.

Adán sonrió.

–Tranquila. De pronto notarás que ya pasó el tiempo sin haberlo sentido.
–Eso espero.

Esa noche Adán estaba duchándose en su departamento cuando recibió una llamada. Un número desconocido.

–Hola.
–Hola Adán.

Era Luna.

–Que sorpresa, Bernarda me dijo que estabas de viaje.
–Si –replicó la sensual voz del otro lado de la línea– pero volveré pronto. Llamaba para preguntarte por el Salón de la innovación, supongo que Bernarda ya les habló de eso.

Adán sintió que se le subía la temperatura del cuerpo a pesar de haber estado bajo el agua fría.

–Sí, nos lo dijo hoy.
–Es tan raro. Me envió la información, pero al parecer no estoy incluida; acabo de llamarla pero tiene el teléfono apagado.
–Eso es porque no quiere que estés presente –se aventuró a decir– lo mismo pasó conmigo, dijo que no quiere exponer a los mejores a que alguna multinacional quiera llevárselos.
–Al menos eso habla bien de nosotros.

Se había creado una formula cómplice entre ambos aún con solo unos momentos de charla; Adán había omitido a Eva sin cuestionárselo, y Luna sonaba tan natural y melódica como siempre.

–Es verdad, nos tiene bien considerados.
–Así que tendremos que olvidarnos de los viajes por los continentes, aunque de todos modos podríamos hacerlo, en otro momento.
–Por supuesto siempre hay posibilidades.

Luna hizo una breve pausa, un suave suspiro que bien podía ser solo su respiración.

–Entonces eso es todo. Perdona por llamarte a esta hora.
–No te preocupes, no estaba durmiendo aún.
–Que bien. Nos vemos a mi regreso Adán.
–Nos vemos.

Luna cortó, y el hombre se quedó un momento inmóvil, mirando en la semi oscuridad su reflejo en el espejo que lo mostraba tal cual era, y por un instante la vio, a esa mujer misteriosa y atrayente, de pie junto a él, a un milímetro de tocarlo, mirándolo fijo con esos ojos negros que bien transmitían sus sentimientos, o simplemente no decían nada; unos segundos después la imagen en su mente se esfumó. Desde luego que había considerado el atractivo de Luna, pero una llamada como esa, y escuchar su voz, lo habían hecho imaginar todo tipo de cosas placenteras. Era tarde, así que no le dio más vueltas al asunto y decidió irse a dormir.

– ¿Lo llamaste?
–Sí, y todo funcionó como esperaba.

Luna y Bernarda estaban en el departamento de esta última esa noche, pero la jornada estaba aún lejos de finalizar para ellas.

–Luna, es muy importante que no cometas errores.
–Tranquilízate, no es primera vez que seduzco a un hombre.

Las dos rieron.

–Lo sé, pero este no es un hombre común; es demasiado bello, capaz e inteligente para ser común, además es intuitivo, no quiero que te descubra.
– ¿Por qué tanta urgencia de la noche a la mañana?
–Porque descubrí que él y Eva son amantes en secreto.

Luna meditó un momento las palabras antes de hablar. Pero qué gran papel habían representado los dos, actuando como si solo fueran ejecutivos en el mismo proyecto. Bernarda nunca lo había sospechado, lograron engañarla.

–Reconozco que me sorprendes, pero tampoco es tan importante.

Bernarda negó con la cabeza.

–Tanto Adán como Eva son personas poco comunes y eso lo sabes tan bien como yo; ya desde un principio tomé la precaución de darles poder pero no demasiado, pero si están juntos, ten por seguro que traman algo, seguro que quieren más de lo que les ofrezco.

La joven se revolvió el cabello. Por un lado tenía sentido, por otro sonaba improbable que ella lograra hacer demasiado al respecto; incluso con todo su dinero y astucia, Bernarda desconocía algo muy importante en las personas, y eso era la capacidad de llegar a hacer lo impensable guiándose por todo tipo de instintos más allá de la razón.

–No lo sé, supongo que tienes razón; de cualquier manera asumo que seguimos con lo mismo, aún no voy a dar un paso definitivo.
–Aún no. Pero quiero que cuando sea necesario, incluso nuestro precioso Adán esté en nuestras manos.

Eva estaba en su habitación sin poder dormir aún; en un momento había pensado en alquilar un departamento, pero los últimos hechos la habían convencido de permanecer allí, le otorgaba más seguridad y anonimato.
¿Por qué le molestaba la imagen de Adán preguntando por Luna? Resultaba increíble que en su relación pudieran haber celos ya que lo que sentían el uno por el otro era mucho más que simple amor, entonces, ¿qué sucedía? No era la belleza de Luna, tampoco que como mujer notara claramente que la morena deseaba a Adán, eso no era difícil de entender, era algo más. Le resultaba un poco difícil reconocerlo, pero en el fondo, sabía que la razón de inquietud no estaba en esa mujer, ni en ella misma. La razón de su preocupación era el mismo Adán, y lo tenía muy claro aunque fuera doloroso reconocerlo. Sabía que él la había mirado con otros ojos, que Luna tenía en su mente un lugar más grande que el que tienen las fantasías, lo que significaba que en ella había algo que encontrar, algo más allá del sexo.
Nada.
Eso era, en cierta forma, lo que Adán había visto en esa exótica mujer. Donde todos los hombres buscarían pasión salvaje, el buscaría un espacio vacío, un cuerpo, un juego de sensaciones que no significaran nada, ni para ella ni para él, lo opuesto a lo que tenía ahora, que era todo significados absolutos y respuestas concretas. En cierto modo la propia Eva también necesitaba algo así, una válvula de escape, algo que fuese intrascendente para recordar que no todo es de vital importancia, y para olvidar quizás, en lo que ambos se estaban convirtiendo.

Al mediodía del día 20 de Febrero, Pilar estaba en el restaurante junto a unos trabajadores; últimamente se sentía a ratos incómoda ahí, desde que por su mente había pasado la imagen de algún peligro oculto. Los expertos no habían detectado anomalías, lo que quería decir que todo estaba en regla con la construcción de su restaurante, pero con ese resultado no había conseguido un ápice de calma, como si la amenaza de Bernarda Solar siguiera ahí, incluso más presente que antes. En esos momentos estaban cambiando unas lámparas muy altas, de hierro forjado, de más de dos metros y medio de altura, de un lugar a otro de la instalación, aprovechando que el local estaba vacío por esos momentos.
Y en ese momento a los trabajadores se les soltó la pesada estructura.

– ¡Ciudado!

El grito de Pilar fue inútil, y finalmente ahogado por el estruendo; la alta estructura fue a estrellarse directo contra la muralla, y su parte más alta dio de lleno en el techo que ahí era más bajo; el techo en esa zona estaba cubierto por un decorado artístico, el que se destrozó en mil pedazos. Los trabajadores corrieron a ponerse a salvo, mientras los trozos de acrílico del recubrimiento caían en todas direcciones. Uno de los hombres se acercó a ella.

– ¿Está bien señorita Pilar?
–Si Gabriel, ¿ustedes están bien, hay heridos?
–No, alcanzamos a protegernos. Perdone, se nos fue de las manos.

Pilar negó con la cabeza.

–Fue un accidente, lo importante es que estamos todos bien.

El trabajador tomó un trozo de acrílico en sus manos.

–Mire, yo no soy experto, pero este acrílico debe ser bastante malo si se rompió con el golpe.
–Déjame verlo.

Tomó el afilado trozo en sus manos y lo miró de cerca; ese brillo, ese perfil tan agudo...y sintió que se le cortaba la respiración, por fin todo tenía sentido.

–No puede ser...

Dejó caer el trozo, tomó una copa de una de las mesas y la golpeó suavemente contra un pedazo más grande que también había caído.

–Dios Santo. Esto no es acrílico de alta resistencia. Es vidrio común.
–Pero no puede ser señorita, no podrían poner vidrio en un revestimiento en altura porque sería peligroso, a lo menos tendrían que instalar algo más resistente.

Pilar dejó la copa. Ahora lo entendía todo.

–Dejen todo tal como está y cierren. Pongan un letrero de cierre por hoy por remodelación. Vuelvo en seguida.

Corrió a su oficina dejando a sus trabajadores sin entender lo que había ocurrido, y de inmediato tomó el teléfono.

–Hola Pilar.
–Margarita, necesito que vengas ahora.
– ¿Qué pasó?
–No tengo tiempo para explicarte, te lo diré aquí. Llámame cuando estés llegando.
–Está bien.

Cortó y marcó otro número. La voz de Micaela se escuchaba sorprendida.

–Qué sorpresa Pilar.
–Tenías razón –dijo la joven saltándose los saludos– acabo de descubrirlo.
–Descubrir qué, no te entiendo.
–La empresa de estructuras –replicó con algo de urgencia– aquella de la que me advertiste; parte de los recubrimientos en altura que instalaron están defectuosos, no son de acrílico de alta densidad, son de vidrio común.

Micaela entendía del tema y se quedó helada al escuchar la descripción.

–No puedo creerlo, pero ¿tú estás bien?
–Estoy bien, lo importante es lo que descubrí. Seguramente tu madre planeó esto.
–Lamento decir que me parece muy posible, aunque por desgracia, legalmente esa empresa no tiene relación con ella, así que no puedo culparla. Pilar, has que quiten cada uno de esos revestimientos, o podría ocurrir un accidente grave, imagina lo que pasaría si hay un terremoto.
–Lo sé. Tengo que irme, gracias por la advertencia.

Cortó. Micaela se quedó pensando en lo que acababa de escuchar, ese era el tipo de trabajo que hacía o mandaba a hacer Bernarda Solar, encubierto, sin dejar sospechas previas, delatando la verdad solo en el momento preciso, cuando no hay más que hacer; pero era cierto, no podía hacer nada en su contra por mucho que supiera a quien pertenecía esa empresa de estructuras, e ir a encararla de nuevo era absurdo, incluso peligroso. El principal problema es que, más allá de los riesgos a los que estuvo expuesta Pilar, no veía cual era el beneficio que podía sacar Bernarda de todo eso. Tendría que analizarlo con más calma. Lo bueno que podía sacar de todo eso, además que Pilar saliera ilesa, es que al menos la había llamado, eso significaba que tenía su reconocimiento y era bastante más de lo que había esperado después de que se supiera toda la verdad.



Próximo episodio: Venganza de cristal

La traición de Adán Capitulo 29: Una sola direccion




–Me iré. Ya no puedo seguir quedándome aquí.

Las cosas se habían salido de control. Ya no se trataba de encontrarla, porque eso lo había hecho. Se trataba de que ya no seguiría con eso, no soportaba estar con el juego del gato y el ratón.

–No permitiré que arruine mi vida. Si me encontró aquí, entonces me iré tan lejos como donde no pueda encontrarme.

No, definitivamente no entraría en ese juego. Ella estaba ahí, a solo un palmo de distancia, tenía que llegar a ella de una vez. Pero no, nuevamente se le escapaba, con esa misma actitud caprichosa que había tenido cuando era más joven, mirándolo con esos ojos tan intensos y seduciéndolo, pero a la vez burlándose y huyendo; no lo permitiría más, ahora estarían juntos, y ella jamás volvería a escapar. Sería su Eva y de nadie más.

–Ya llegamos.

Julio Cisternas volvió de sus pensamientos y bajó del vehículo; estaba en una zona residencial, a muy poca distancia de la carretera que salía de la ciudad, un territorio antiguo, marcado por el tiempo que había establecido allí a la gente y a sus casas en el silencio y la calma, al menos aparente. El hombre pasaba la cincuentena, pero los años de trabajo en el campo le habían conferido un físico imponente, y aún alejado de esas labores, se mantenía como un hombre grande y de miembros fuertes. El taxi en el que iba Eva se había detenido solo momentos antes, ignorando por completo al vehículo común en el que iba él. Iba a escapar, iba a subirse a un vehículo que la llevaría oculta junto a ese hombre que la poseía ahora, pero no por mucho tiempo más. Caminó a paso firme, viró en la siguiente esquina y la vio caminando algunos metros más adelante; ocultó tras un vehículo estacionado, el hombrón vio como ella tomaba en la siguiente esquina a la izquierda, y aguzando el oído, le pareció sentir un motor ronronear no muy lejos de ahí. Apuró el paso, y entonces la vio, acercándose a una van, encontrándose con el mismo hombre al que había visto besar en la cafetería el día anterior. El hombre la enfrentaba por algún motivo y ella trataba de acercarse. ¿Pelea de amantes? No duraría, no le daría oportunidad a ese tipo de poseerla nuevamente.

– ¡Eva!

Su grito atronó en la silenciosa calle, e hizo que los dos voltearan sorprendidos. No había más tiempo, esta vez ella no volvería a burlarse de él.

– ¿Quién es ese tipo? –le preguntó Samuel a Eva sin comprender– ¿qué significa esto?

Había descubierto los planes de Adán de huir del país junto con ella, y creía haber llegado en el momento preciso a intervenir y arruinar sus planes, pero la mirada fría de Eva y ese extraño hombre acercándose lo hicieron dudar. Demasiado tarde entendió que las cosas no eran lo que parecían.

– ¡Que has hecho!

La tomó fuertemente por los hombros, pero para ese momento el hombrón estaba muy cerca de ellos, y lo empujó a un costado; hábilmente Eva se quitó del camino, lo que le dejó el camino libre a Cisternas para lo siguiente.

–No lo vas a hacer Eva... ni tú ni él se burlarán de mí.

Eva retrocedió hacia la van que la esperaba a poca distancia; algo había salido mal, aún no sabía qué, pero la mirada desquiciada de ese hombre le advirtió que el plan que habían trazado con Adán había sido un error. En el vehículo a una cuadra de distancia, Adán soltó el volante y se dispuso a bajar, presintiendo también que las cosas habían salido de control, pero todo sucedió muy rápido. Cisternas extrajo un arma de su bolsillo, y con una expresión colérica en el rostro apuntó a Samuel, que reaccionó por instinto a correr justo en dirección a donde iba Eva a toda velocidad.

– ¡No me dispares! ¡No dispares! ¡No dispares!

En medio de los gritos de horror de Samuel, Adán regresó al volante y arrancó el motor, dispuesto a sacar de ahí a Eva antes que las cosas se pusieran peor de lo que estaban. Cisternas no esperó más y disparó.

– ¡No!

Samuel cayó fulminado por el disparo, pero el hombre no se detuvo y volvió a apuntar.

– ¡Eva!

Adán presionó con todas sus fuerzas el acelerador y enseguida el freno, sacando chispas del pavimento mientras el vehículo se sacudía; Eva aprovechó la cercanía para arrojarse al interior por la puerta lateral, pero Cisternas los había alcanzado y trató de subir también a la van detrás de ella. Sin pensarlo dos veces, Adán volvió a presionar el acelerador, y giró el volante con fuerza, sacudiendo nuevamente el vehículo en una maniobra muy arriesgada para una calle tan estrecha; consiguió girar la van en 180 grados, aplastando al hombre contra una muralla. Eva aprovechó para empujarlo, y de inmediato arrancaron el vehículo a toda velocidad, perdiéndose por las calles mientras los vecinos del sector comenzaban a salir, alarmados por los gritos y los disparos.
Poco después, Adán había dejado la van oculta en una bodega, y junto con Eva habían vuelto en el mismo anonimato en el que habían salido de un departamento alquilado en una zona apartada; la idea original había sido salir de ahí en secreto para despertar las sospechas de las personas indicadas, pero ahora se hacía vital volver para tramar una coartada. Eva estaba fuera de sí, y realmente Adán estaba muy cerca del límite.

–Es un desastre Adán, ¿has visto lo que hicimos?
–Eva, tienes que tranquilizarte.
– ¡No me digas que me tranquilice! –gritó ella con desesperación– no me digas lo que tengo que hacer Adán Valdovinos, no después de la catástrofe que causamos.
–Aún no sabemos con claridad lo que pasó.

Eva se acercó a él y lo empujó con fuerza, transmitiéndole una corriente eléctrica que explicaba muy bien su estado.

–Por supuesto que sabemos lo que pasó Adán, no hay ningún tipo de interpretación para esto: somos asesinos.

Adán la fulminó con la mirada.

–Cállate, eso no es cierto.
–Claro que sí, todo esto es nuestra culpa. Somos culpables de lo que le ha pasado a esos hombres, tú y yo tenemos esa responsabilidad.
– ¡Ellos eran una amenaza para nosotros y lo sabes! –gritó él de vuelta, pero estaba sintiendo el peso de las palabras de ella– lo único que podíamos hacer era defendernos.
–Eso no cambia el resultado –replicó ella lúgubremente– ahora también tenemos eso en la conciencia.

Adán sabía que estaban en la situación más compleja que pudieron haber ideado, pero no iba a rendirse, tenía que haber una forma de salir adelante.

–Puedo vivir con eso –dijo decidido– puedo sobrellevarlo, prefiero eso a que te ocurra algo, o que no estemos juntos.

Se miraron fijamente. Habían tantas cosas que sabían el uno del otro, tanto en común, una conexión tan fuerte a nivel físico y sensorial que resultaba insoportable la sola idea de estar separados, pero una situación como la que enfrentaban los ponía al límite, enfrentando el amor y la unión que tenían con lo más básico de sus instintos, lo que los llevaba a sobrevivir a costa de cualquier cosa.

–Tenemos que salir de aquí e investigar en que va todo –dijo al fin Eva, sin calmarse pero obligándose a mantenerse en su centro– además necesitaremos una coartada para este tiempo.
–Por el momento sabemos que es difícil que nos localicen en ese lugar, tomamos precauciones para empezar.
–Salgamos de este lugar entonces.

Por la noche recién se emitió una noticia más o menos completa con respecto a los hechos ocurridos antes; la información era escasa y confusa, pero algo sorprendió a Adán mientras estaba en su departamento: ninguno de los dos involucrados estaba muerto. Samuel había recibido el disparo en el pecho, pero en una zona no vital, así que estaba entubado en ciudados intensivos con pronóstico reservado, lo que significaba que habían bastantes posibilidades de que las cosas empeoraran para él; Cisternas en tanto, tenía múltiples heridas provocadas por el que los medios informaban como choque, y varios órganos comprometidos, lo que indicaba que también estaba fuera de combate por el momento.
Eso podía ser bueno desde un punto de vista moral, pero multiplicaba los riesgos prácticos, porque había dos testigos vitales que aun podían arruinar todos sus planes. Habían decidido con Eva mantenerse alejados de momento y siempre visibles, de modo de evitar cualquier sospecha en el entorno; por el momento nadie podía relacionarlos con esos hechos, pero eventualmente alguien podía decir alguna referencia del pasado de Cisternas, o haber visto a Samuel con algún misterioso conocido, y eso llevaría a que quisieran investigar. Tenía planeado algún tipo de enfrentamiento entre Cisternas y Samuel para poder hacer intervenir a la policía y anularlos momentáneamente, inclusive exponer alguna historia inventada que surgiera como verdad oculta, algo de abuso o de drogas para causarles más problemas mientras ganaban más tiempo y podían armar algo más, pero no se imaginó una balacera con todas esas consecuencias. Eva tenía razón, la situación era catastrófica, más todavía porque se encontraban en un punto ciego donde todo podía complicarse aún más en varias direcciones, y además de eso estaba atado de manos momentáneamente.
Solo tenía una alternativa, y esa era seguir adelante sin detenerse. El producto de sus inversiones en la galería ya estaba seguro en una cuenta en el extranjero, y las ganancias por Boulevard y por Hotel estaban dirigidas a otra cuenta, lo que lo protegía ante cualquier eventualidad; no se lo había preguntado, pero lo más probable es que Eva estuviera protegiéndose de un modo similar. Por un lado agradecía haber salido ileso tanto él cómo Eva, pero por otro, estaba sumido en una incertidumbre total, obligado a permanecer firme ante cualquier circunstancia.

Eva estaba momentáneamente recluida en su habitación de hotel, luchando por volver a ser la de siempre; las cosas habían pasado los límites, y lo peor es que ni siquiera podía darse por satisfecha, porque aún tenía que esperar los resultados de los tratamientos a los que estaban siendo sometidos tanto Cisternas como Samuel. Por el momento estaba a salvo, protegida, pero a la vez enfrentada a un mar de incertidumbres; muy a su pesar, trasladó todos sus bienes, las inversiones y ganancias a una cuenta en el extranjero, para protegerse ante cualquier eventualidad. ¿Acaso tendría que escapar dado el caso? Era una mala perspectiva, pero definitivamente preferible a la de encontrarse cara a cara con la policía. Adán tenía razón, debía aprender a sobrellevar lo que había hecho, y no rendirse, porque solo así podría cumplir con sus objetivos, y precisamente en esos momentos el trabajo en Hotel ya le estaba reportando tanto beneficios como interesantes utilidades, que no estaba dispuesta a perder.

Una semana más tarde, las cosas seguían en las mismas condiciones, excepto que tanto Eva como Adán habían regresado a su vida de costumbre, haciendo oídos sordos a cualquier posible peligro mientras este no fuera explícito, aunque en secreto mantenían los ojos puestos en los servicios de urgencia ante cualquier movimiento fuera de lo común. Y lo más tenso es que todo seguía igual.

–Adán, ya tenemos firmado el último permiso, empezamos a trabajar en la zona de construcción hoy mismo.
–Excelente, creí que íbamos a tener que esperar hasta Febrero pero al fin estamos autorizados. Las empresas de maquinarias, la asignación de obreros, los tiempos fuera de horario, las estructuras, los acabados, las obras gruesas, los equipos, está todo definido.

Estaban solos en una de las oficinas de la constructora, después de las seis, afinando los últimos detalles. Sabían que Bernarda estaría en júbilo al saber la buena nueva.

–Ahora viene lo más pesado, la coordinación de todo, porque hasta ahora luce bien en el papel – comentó Eva mirando los detallados planos– me parece un diseño fuerte y sin puntos débiles, creo que la primera impresión será fundamental en los clientes.
–Es cierto, ya de entrada los túneles exclusivos con los decorados especiales y las rutas hacia los estacionamientos modulares son interesantes, además el Hotel cumple con todo lo que se necesita para ser de gran categoría. ¿Sabes qué? Creo que el segundo punto fuerte es la sala de recepción.
–Si es tan impresionante como la sugerimos, entonces si será un gran punto fuerte. Ahora tenemos que avisarle a Bernarda y prepararnos para que nos arrastre a una de sus alcoholizadas celebraciones.
–Es un precio aceptable por ésto –comentó Adán– además lo necesitamos después de todo el trabajo al que hemos estado sometidos. Solo mira la hora, casi dan las siete y ni siquiera hemos almorzado. Propongo que dejemos que Bernarda pague el almuerzo–cena y nos desentendemos de detalles.
–Estoy de acuerdo, hagamos eso.

Adán marcó el número de Bernarda; Eva sabía muy bien que tenían el acuerdo de no mencionar el más mínimo detalle personal durante horas de trabajo, pero sentía en él la irritación y el cansancio por la espera. Ella también estaba nerviosa mientras pasaban los días.

Esteban estaba en su departamento cuando recibió la llamada de F, su misterioso informante al que solo había visto un par de veces y del que no tenía ningún dato; contestó esperando alguna novedad.

–Hola.
– ¿Has visto las noticias? –le preguntó de golpe– ¿eso de que hay dos heridos en un incidente confuso casi a las afueras de la ciudad?

Esteban se quedó un momento sin saber que decir, pero al fin recordó.

–Sí, la vi. ¿Por qué me estás preguntando esto?
–Uno de los dos involucrados, Samuel Benavente, es un genio de la informática; no lo conozco personalmente, pero en este mundo siempre terminas sabiendo algo del resto, y este tipo se inmiscuyó en una serie de asuntos que te van a interesar: estuvo rastreando datos para Adán Valdovinos.
– ¿Qué? ¿Cómo lo sabes?
–No lo entenderías si te explico cómo rastreo a las personas, pero Samuel recibió un par de visitas de Valdovinos antes que la galería de Carmen Basaure fuera inaugurada, y recientemente ellos dos y Eva San Román estuvieron juntos en una cafetería, justo antes del incidente que mandó a nuestro genio a urgencias.

Esteban no entendía nada.

–Cielos, no sé qué decir, ni siquiera entiendo cómo llegaste a eso.
–En parte gracias a las cámaras de seguridad, el resto es ingenio.
–Te creo. Pero tienes razón, me interesa pero no lo comprendo del todo; por lo que imagino, Valdovinos podría necesitar los servicios de Benavente para poder hacer investigaciones o... claro, la forma en que sabotearon nuestro correo.
–Es una posibilidad.
–Por lo que se ha dicho en las noticias, este hecho es confuso y se piensa que hay más involucrados, así que perfectamente... oh, Dios, estoy pensando que Valdovinos podría haber querido deshacerse de él por algún motivo.
–Como tener información.
–No es muy alentador para ti.
–Por eso es que nadie sabe nada de mí, y por suerte soy del tipo físico que con un cambio de cabello y ropa me vuelvo irreconocible; voy a tratar de conseguir más información, aunque estando otro genio en medio puede ser más complicado, pero te digo esto Esteban: me caes bien, este consejo es gratis, cuídate de este tipo, porque tengo la sensación de que a su alrededor siempre hay alguien que sale perjudicado.


Próximo episodio: Deseo en ausencia