La traición de Adán Capítulo 18: Paraíso sin retorno



Faltaban solo un par de horas para la inauguración de la Galería de arte, y Adán fue al departamento de Carmen ante su llamada; había estado preocupado por su absoluto silencio y ausencia esa jornada, pero tuvo que dedicarse a ultimar todos los detalles del evento, por lo que no tuvo oportunidad de pensar a qué podía deberse aquella reclusión. Quería pensar que era una especie de introspección previa a la presentación en público, pero estaba seguro de que la verdad sería otra.

—Adán, después de la inauguración me voy del país.
— ¿Qué?

Adán la miró fijamente; había pasado en la última jornada algo que él desconocía, estaba seguro de eso, y ella no se lo diría, no en ese momento al menos. O quizás nunca lo diría, pero lo concreto, era que algo ya no seguía siendo igual.

—Así es, me voy, así que te quedarás a cargo de todo.
— ¿Y por qué te vas? ¿qué pasará con la galería?
—La galería puede sostenerse a sí misma, no me necesita aquí, además —replicó, con fuerza—, tú estarás ocupándote de los negocios, porque esto será un éxito; por mi parte debo iniciar un viaje, quiero buscar mi siguiente inspiración, algo que supere la majestuosidad del Regreso al paraíso.

Adán se quedó un momento en silencio, sabiendo que eso tenía que ver con algo más, muy probablemente con Pilar. Tendría que investigar a prisa, pero por otro lado, no le venía mal que Carmen se fuera, de hecho esa era una de las escenas más ventajosas para el inicio de su nuevo proyecto.

—No sé qué decir. Por un lado me alegro que tengas nuevas inspiraciones, pero será extraño que no estés, la galería quedara huérfana.

Carmen parecía estar pensando en cualquier cosa menos en eso, así que no le tomó importancia; tampoco tuvo la deferencia de aparentar que estaba de acuerdo con eso.

—Adán, es de suma importancia que la galería sea un éxito.
—Lo será —replicó él,— la gente quedará impactada con el Regreso al paraíso. A propósito, tú y yo seguiremos en contacto. ¿O no?
—Yo te llamaré si te necesito para algo en particular, por lo demás está todo en tus manos, así que eres libre de tomar tus decisiones; ahora ve a arreglarte para la inauguración.

La forma de despacharlo era muy elocuente, de modo que a Adán no le quedó más alternativa que salir de ahí. Tendría que programar todo con sumo cuidado, para que en ausencia de la pintora, la galería funcionara sin problemas, mientras él dedicaba su atención al proyecto de Bernarda Solar.

2


Micaela estaba en su departamento, con la segunda cerveza de la tarde y completamente deprimida cuando tocaron a la puerta. Esteban entró vestido de gala y la miró sorprendido.

— ¿Dónde has estado? Llevo todo el día buscándote, me tienes loco, y además mírate, estás en buzo cuando deberías estar lista para acompañarme de nuevo a la galería de arte.
—No voy a ir.
— ¿Y se puede saber por qué?

Micaela no había querido hablar con nadie, y no tenía claro si quería contarle o no a su nuevo amigo lo de Pilar. Pero tampoco le había dicho lo otro, así que decidió comenzar por ahí.

—Eva San Román está detrás del robo de nuestras cuentas de correo.

Esteban tuvo la amabilidad de no hacer aspavientos por su aspecto desaliñado, ni por la declaración de ella ; terminó de entrar y cerró la puerta, mientras Micaela se sentaba ante la mesa de la sala. Le dedicó una larga mirada antes de hablar, y cuando lo hizo, fue con suma cautela.

—No puedo decir que me sorprenda. ¿Cómo lo supiste?
—Estuve investigando —replicó ella, con evasivas—, van a despedirte, y a mí contigo.



—Es muy posible, pero eso no nos priva de ir allá y beber gratis.
—No iré, ve tú. No estoy de humor.

Esteban bebió un trago de cerveza.

—Pero tú no estás así por el trabajo, hay algo más en todo esto.
—Es verdad.
—Hagamos algo entonces —comentó Esteban, sonriendo con ternura—, cuéntame que es lo que ocurre, desahógate conmigo porque parece que estás desmoronándote.

Micaela sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas.

—No es eso, es que... se suponía que estaba rehaciendo mi vida, que ya había quedado atrás y ahora todo es diferente, porque...

No pudo seguir hablando, sintió que se le iba el aire del cuerpo; Esteban la abrazó.

—Tranquila. Oye, tú puedes confiar en mí, así que sácalo, di todo lo que estás pensando, vas a ver que soy un muy buen paño de lágrimas.

3



Poco después de la inauguración, la galería rebosaba de gente, y el personal iba de un lado a otro sirviendo tragos a todos los asistentes; tal como Adán lo había previsto, el misterioso hecho del disparo había centrado todas las miradas en ellos, de modo que para la inauguración todos los medios especializados confirmaron su asistencia de inmediato, e incluso se agregaron un par de revistas de sociedad con la excusa de retratar a varios de los asistentes. El hombre llevaba un traje azul petróleo confeccionado de forma exclusiva, y lucía siempre perfecto, sonriente y atento a cualquier comentario o pregunta, sin despegar los ojos del personal, y de cada detalle; se paseaba por entre los invitados sabiendo que muchas de las miradas estaban sobre él por su porte y gracia, y además, porque su manejo de la situación anterior había sido brillante, y esa prestancia y cercanía natural no se pasaban por alto. Carmen apareció a su lado con un sencillo vestido en colores verdes que mezclaba distintas tonalidades, y se quedó junto a él mientras el anfitrión, ubicado estratégicamente delante de los cuadros centrales aún cubiertos, hacía las presentaciones finales.

—Damas y caballeros, la espera terminó; tengo el honor de presentarle a cada uno la obra más importante en la carrera de Carmen Basaure hasta ahora, El regreso al paraíso.

El silencio se apoderó del lugar, y el anfitrión se hizo a un lado para permitir que las asistentes quitaran las oscuras sedas que tapaban las obras; Adán miró otra vez la obra y vio de nuevo el mismo efecto, la sensación tormentosa y angustiante que había sustituido a la paz y armonía de la obra anterior. Luego miró en sentido contrario, y entre los disparos incesantes de las cámaras de los periodistas, vio como los rostros de los asistentes quedaban invadidos por el asombro; estaba funcionando, el efecto casi mágico de los dos cuadros ubicados a una distancia y en un ángulo específico invadía a cada uno de sus espectadores, expandiendo el silencio y las murmuraciones de asombro. Una a una las asistentes descubrieron el resto de los cuadros de la galería, pero nada podía contrarrestar el efecto único del lienzo que parecía moverse por sí solo, mostrando una escena que muchos esperarían de una creación digital, pero no de la mano humana. Una crítica de arte, que estaba muy cerca de Adán, escribía a toda velocidad en un bloc sus primeras impresiones. ¨Completamente desconcertante, la afamada Carmen Basaure ha logrado crear frente a nuestros ojos una ilusión que mezcla cielo e infierno, algo que solo creímos que era posible en la pantalla de un cine. Ahora el dolor del averno y la paz del paraíso están entre nosotros.¨  Era más o menos lo que se esperaba de una crítica, aunque creía que a rasgos generales hablarían de Regreso como una obra innovadora aunque tortuosa.
Volcó su interés en Carmen, que respondía a las preguntas de algunos reporteros.

—Quiero decir que este es un gran paso para mí —estaba diciendo—, y espero que todos puedan verlo así. En el desarrollo artístico siempre estoy buscando más.

Carmen sabía muy bien cómo enfrentar las cámaras y periodistas; muy distinta de la mujer terca, apasionada y explosiva que era en un ambiente privado, cuando se trataba de una entrevista, lucía como una persona reposada, amable y cercana.

— ¿Cómo enfrentó el desafortunado incidente de la primera oportunidad?
—Solo un incidente menor — sonrió, amablemente —, pero gracias a mi asesor artístico, todo sigue en su camino correcto.

Una periodista dio con el punto. Una suerte, porque eso significaba que la información relacionada con él estaría corriendo con mucha rapidez.

—El asesor artístico es una figura conocida en Europa, pero no mucho en este país. Según lo que se sabe, no es sencillo alcanzar este cargo, y tampoco es fácil enfrentar los desafíos que trae consigo. ¿Qué la llevó a contar con uno?
—La necesidad de enfocar mi trabajo al público —replicó ella, con seguridad—, que es el importante aquí; no me sirve crear algo interesante si nadie va a verlo, y en la comunicación con el público Adán Valdovinos ha sido fundamental, pues me permite a la vez encontrar el camino hacia los sentimientos de mi público, y expresar lo que quiero en mi obra.

¨Expresar lo que quiero¨ ya no tenía el mismo sentido que antes, aunque quizás conllevaba el sentido más práctico del presente de Carmen: una mujer atormentada tratando de alcanzar algo que jamás consigue tocar. Comprobó que Pilar no había llegado, lo que confirmaba sus sospechas respecto a la sorpresiva decisión de la artista de salir del país, pero no aportaba mayores detalles; podía suponer que tuvieron un enfrentamiento, pero después de ver la actitud fría de la madre, parecía improbable que la hija tuviera el poder de obligarla a escapar de forma tan abrupta ¿O sólo se trataba de su forma de ser, que Bernarda describió poco antes?
Poco después, cuando la atención de todos estaba repartida por la galería, tuvo la oportunidad de dirigir su atención, al fin, a ver llegar a Eva. Hasta el último momento ella no le había asegurado asistir, ya que estaba ocupada con algunos asuntos de trabajo, pero finalmente se acercó; estaba más hermosa aún, si era posible, con un vestido negro largo, que destacaba por un cinto de cristales que resaltaba su esbelta figura; aunque notó de inmediato que llegaba sin Céspedes como compañía.

—Me alegra que estés aquí.
—A mí también —replicó ella, sonriendo —, aunque estoy sorprendida con lo de la obra, dijiste que era perturbadora, pero no creí que tanto.
—Lo es —comentó Adán—, pero al menos no puedo decir que pasará desapercibida; más tarde tenemos que hablar.
—De acuerdo, ve a mi hotel —replicó Eva, en voz baja.
—Tan pronto salga de aquí.

Eva se mezcló con los invitados. Ahora había logrado la inauguración, solo le bastaba despedir a Carmen en el aeropuerto para empezar su nuevo proyecto con Bernarda Solar.

4


En tanto, Bernarda estaba en su lujoso departamento disfrutando de una copa de champagne mientras escuchaba una alegre sinfonía. Aunque sonara extraño, la inauguración de Carmen Basaure le convenía progresivamente más en la medida que tuviera más éxito, pues así sería más exitosa ella con el nuevo proyecto de Cielo; a los medios les encantaba crear rivalidades, y en algunos se mencionaba “el otro polo del arte” en alusión a la nueva galería, y el relativo desgaste de la suya, que ya tenía cierto tiempo. Pues bien, ahora el enemigo más antiguo iba a regresar por todo lo alto. Tenía a Luna, a Adán Valdovinos, y también a la constructora Del mar y Alzarrieta en sus manos, de modo que las piezas estaban en donde las necesitaba; ya había comprobado que Carmen tenía hecha una reserva en una aerolínea, qué predecible para ser una artista. Solo había una molestia, y es que tenía que cambiar cerraduras y asignar algún tipo de protección a sus propiedades, porque, aunque no era un riesgo real, Micaela sí podía ser una molestia, y era algo que podía suprimirse con facilidad. No podía provocarle daño alguno, pero si tenía pensado destruir sus estatuillas, perfectamente podía querer atacar su galería o lo que fuera.
Bebió otro trago de champagne, y marcó el número del móvil de Luna; la chica respondió a los pocos segundos , escuchándose una mezcla de alegres voces y música de fondo.

—Bernarda.
—Parece que ya tienes un grupo de admiradores a tus pies — observó, con una risilla — . Eres sorprendente.
— Sólo salí a tomar un poco de aire, no quería aburrirme en el departamento. Por cierto, el chico que cuida el jardín es un sueño, sólo que es algo tímido.

Bernarda lo sabía; siempre procuraba que en sus instalaciones hubiera una combinación de gente madura , con experiencia, y jóvenes vitales y atractivos que distrajeran la vista.

—Bueno, pues muy pronto vas a conocer a alguien que no es finido en absoluto; te envié su perfil, puedes mirar tobo lo que gustes.

Luna vio el perfil en el móvil; Bernarda había escogido una Foto en donde e/ hombre estaba en la playa, a pleno sol, con un bañador azul que dejaba poco a la imaginación.

—Es guapo — admitió, sonriendo — y y tiene un físico trabajado.
—Guapo es poco para lo que es — la mujer hizo una mueca de placer — , y te aseguro que en persona se ve mucho mejor. Adán es su nombre, y es mi nueva contratación estrella: ustedes van a trabajar juntos.

Luna sabía identificar los sutiles mensajes que Bernarda incorporaba en todo lo que decía; si le estaba mostrando una foto de ese hombre, poniendo de manifiesto su atractivo, eso quería decir que él sabía usar ese atractivo como un arma, al igual que ella. La empresaria contrataba a alguien peligroso, y para hacerle frente, traía a alguien de quien estaba segura poder contar con su lealtad. Sería un trabajo interesante, faltaba saber si se trataría de un desafío o algo muy sencillo de ejecutar.


4


Pilar despertó de pronto en la noche; estaba agitada y con el rostro bañado en lágrimas; así que había estado llorando durante el sueño, obviamente por los recuerdos de su enfrentamiento con Micaela. A fin de cuentas, tenía que afectarle en algún momento, si sea como fuere se había enfrentado a ella, a la única mujer que había amado; en esos momentos le dijo todo lo que sentía, la rabia y el dolor que tenía guardado hacía ocho meses y contando, pero además de eso se encontró con algo sorpresivo, la súplica de Micaela por su perdón; había supuesto que lo negaría o que estaría obstinada en su pensamiento inicial, pero su actitud y las pruebas que le llevó habían resultado inapelables. Por un lado, al recordarlo, se sentía angustiada de verla así, pero por otro, no dejaba de tener rabia por todas las humillaciones pasadas. No sabía qué era lo que podía ocurrir después, pero sí tenía claro que no quería a Micaela ni a nadie de los involucrados en su vida, se quedaría en el país para reconstruir la vida que le habían quitado y esa era una decisión en la que no iba a dar pie atrás.
Se levantó y fue hasta el refrigerador para tomar un poco de agua fría; haciendo un recuento, incluso en el lapso de tiempo que estuvo fuera del país, toda su vida siguió congelada, y estuvo girando en torno a otras personas. Trabajó en la recepción de un hotel, y luego en relaciones públicas, cargo que desempeñaba con una sorprendente facilidad, pues la gente, en su mayoría, se sentía cómoda y en confianza al momento de verla; de alguna forma, incluso sin notarlo, estaba tratando de contentar y ayudar a otros, como si de alguna forma eso pudiera suplir lo que fue incapaz de lograr cuando todo se destruyó en su vida. Incluso su regreso, en un principio por un periodo breve, había sido impulsado por el deseo de acompañar a su madre, a la misma que la había negado y despreciado como hija. Ahora estaba de vuelta, y se sentía golpeada y cansada, pero al mismo tiempo, llena de una nueva energía; cuando llamó a su jefe en el hotel pal explicarle que no volvería, él fue muy amable, le agradeció su trabajo incansable, y la felicitó por tomar una decisión valiente que lo obligaba a empezar otro vez de cero en muy poco tiempo. No estaba segura de que fuera una decisión valiente, pero se merecía la oportunidad de rehacer su vida en donde ella quisiera, no en un sitio al que llegara por estar huyendo.


5


Adán llegó al hotel y fue recibido por Eva, que ya estaba preparada con un hermoso camisón de seda blanca; se besaron con ardor tan pronto cerraron la puerta.

—Ya lo conseguí —comentó ella, triunfante—, mañana ya no tendré que preocuparme por el gerente de proyectos.
—Fantástico, pero eso quiere decir que lo despediste hoy, porque no estaba en la inauguración.
—Tal vez lo está presintiendo, pero aún no, lo despediré mañana. Lo demás ya está cubierto.

Adán comenzó a desnudarse mientras Eva servía whisky para ambos.

—Genial, tienes dos problemas resueltos, y yo dentro de los próximos días comienzo a trabajar como administrador en el nuevo proyecto de Bernarda Solar, me contactó hace algunos días por la expansión de la galería Cielo, y ahora que termino con Carmen Basaure, es la oportunidad perfecta.

Eva frunció el ceño. Eso era una sorpresa que no estaba prevista.

— ¿Bernarda Solar?
—Sí.
—Es accionista mayoritaria en la constructora —replicó ella, alcanzándole una copa mientras evaluaba su cuerpo—; de hecho estuvo en la última reunión de directorio.
—Así que se trataba de eso —comentó Adán, sonriendo—, ese es el nuevo proyecto, seguro quiere una constructora de proporciones para sus planes, eso quiere decir que de un modo u otro trabajaremos unidos.

Volvieron a besarse.

—Y mientras estemos unidos no hay nada más que importe.
—Es verdad. Ahora celebremos, quiero hacer el amor contigo.
—No tengo ningún reparo.

Eva se despojó del camisón, dejaron las copas con las que habían brindado a un lado y se enfrascaron nuevamente en el juego del amor, donde sabían que cada caricia era deliciosa como la primera, y cada nueva sensación era incomparable. Éxito profesional, amor, placer, dos personas fuera de lo común unidas por sus propios deseos, no había nada mejor todavía para ellos.




Próximo capítulo: Cielo infinito

La traición de Adán Capítulo 19: Cielo infinito




Carmen tomó el primer avión una vez amaneció, tras la exitosa jornada de inauguración de la galería de arte, dejando a Adán como encargado del funcionamiento de ésta. Esa misma mañana comenzaron las visitas, y las cuentas comenzaron a marcar esperanzadores números, aunque por el lado de la crítica, esta era tan conflictiva como la obra  en sí, pues se resaltaba el delicado y detallista estilo de la autora, llegando a catalogar su trazo como maestro, pero en contraposición se mencionaba el carácter inquietante y tormentoso del resultado; todos tenían razón, pero ya nada se podía hacer al respecto, por el momento lo importante era sacar los mayores dividendos de la galería, eso haría que su inversión tuviera éxito aun si en el futuro Regreso terminaba destruyendo a su creadora. Esta era una posibilidad concreta, que en caso de cumplirse, llevaría la obra a una categoría especial, a convertirse en lo último que una mujer talentosa había sido capaz de crear, antes de apagarse por completo, quizás atormentada por un trabajo sublime, pero que opacaba los siguientes, demostrado su incapacidad para superarlo; muchos artistas veían cómo su trayectoria entraba en declive, cuando una de sus obras pasaba a ocupar un sitio especial dentro del mundo al que pertenecido, tan polémico, controvertido o amado, que ni si quiera su propio autor podía alcanzar. Después venía el conflicto, entre tratar de sacar el máximo provecho de ello, hasta que no quedara nada, o convertirse en enemigo de su propia creación.
El lunes siguiente, el hombre de 24 años se reunió con Bernarda Solar para firmar un importante contrato.

—Me alegra que estemos comenzando bien —celebró ella, sonriente—, estoy segura de que todo irá sobre ruedas.

Adán continuaba leyendo los detalles del contrato. La suma era apreciable, de modo que sólo debía saber de forma concreta cuáles serían sus ocupaciones.

—A propósito, supe que ahora eres dueña de la constructora Del Mar.

Bernarda sonrió; una jugada inteligente, en el momento preciso. Por lo visto, Adán jamás descansaba cuando se trataba de investigar y tener información en su poder.

—No soy la dueña, la gente es tan exagerada, solo soy accionista.
—Mayoritaria.
—Pero accionista al fin.
—Te doy el punto —coincidió él, tomando lápiz—, y ya que estamos en esta etapa, quiero comenzar con algo que me importa mucho, es decir el proyecto en sí.

La mujer se sacudió el cabello y le enseñó un bosquejo de su proyecto, que él reconoció al instante.

—Esta es la cara que tendrá el Boulevard del centro comercial Plaza Centenario cuando terminen con él. Será un paseo para los sentidos, pues ahí tendré la galería Cielo, restaurantes, spas, centros de masajes, terapistas, expertos en sanaciones alternativas y todo lo que está relacionado, me refiero a la combinación entre un centro para vacacionar, una ida al museo más vanguardista y un paso por los lugares de encuentro más prestigiosos, todo reunido en un solo sitio; nadie jamás ha intentado algo así, por eso es que será un éxito.

Eva estaba dirigiendo aquel y otros proyectos para la constructora, lo que significaba que estaría informado de manera directa de lo que Bernarda no quisiera decirle, y además de eso, ambos podrían sellar ese lugar con su marca, dejando una clave o un aspecto único que solo ellos dos pudieran entender y que les daría un control total de todo. Jugueteó con el lápiz unos momentos más.

—Es un proyecto sumamente ambicioso.
—Por eso te dije que esto es llegar a otro nivel; haré que la mejor gente trabaje conmigo, por eso es que te quiero aquí. Además, tengo a otras personas, solo tenemos que comenzar.

Adán la miró fijamente y vio que Bernarda sería una gran aliada en sus proyectos. Firmó el contrato y se quedó con una copia.

—Excelente, puedes cobrar tu primer cheque este jueves. Ahora tenemos un almuerzo a las dos, con el equipo que he seleccionado, aunque por supuesto podrás hacer modificaciones; quiero que te hagas cargo de todo lo más pronto posible.
—No tengo reparos —comentó él—, por lo que veo me estás dando mucha autoridad.
—Casi toda, porque la única persona sobre ti soy yo, pero me cansa estar en reuniones cuando hay tantas cosas mejores que hacer, además que claro, tengo varios otros negocios.

Adán guardó silencio unos momentos. Lo tenía en sus manos, y podría hacer lo que se propusiera de ahí en adelante, no tenía más que pedir lo que quisiera. Usando las palabras adecuadas, y manejando a todos a su alrededor, estaba seguro de poder controlar ese proyecto, y ganar aún más en un futuro cercano.

2


Pilar y Margarita se reunieron en la oficina de Martín Zamora, un joven y entusiasta asesor que era amigo del marido de Margarita. Después de conversarlo, Pilar ya había tomado una decisión, y cuanto antes se pusiera manos a la obra, tanto mejor.

—Así que esa es la idea, Martín —dijo, cuanto terminó de relatar su idea—, ya tienes el estado de la cuenta de la que puedo echar mano, necesito que me digas si es posible comenzar el proyecto del restaurante.

Martín era delgado y esbelto, de rasgos angulosos y vivaces ojos claros que contrastaban con su piel morena; era rápido de pensamiento, y había estado realizando cálculos desde el primer momento. El hombre sonrió.

— ¿Si es posible? Pilar, ¿tienes alguna idea de cuánto dinero es el que tienes en esta cuenta?
—Pues sí, pero...
— ¡Claro que es posible! —sonrió ampliamente—. Esto es más dinero del que necesitas, de hecho, te podrías comprar un edificio completo de cuatro pisos en un muy buen barrio y aun te alcanzaría para poner el restaurante.
— ¿En serio?

El asesor apoyó los codos en su escritorio y entrelazó los dedos, mirándola seriamente.

—Sobradamente, incluso te alcanza para mis honorarios. Como sea, voy a asesorarte en esto, pero quiero definir quién va a hacer qué.
—La verdad no soy muy buena para los negocios, así que te dejo toda la logística del tema, con Margarita nos ocuparemos de la temática y todo lo interno.

Martín trabajaba rápido y ya tenía algunas proyecciones en la pantalla.

—Miren —señaló, volteando la pantalla hacia ellas—, me parece que tu propuesta de instalarse en el sector de la remodelación Mistral es muy buena, sobre todo porque ese conjunto de edificios extraños está tomando impulso nuevamente, y eso que muchos lo dieron por muerto hace diez años —agregó para sí—, así que si todo funciona bien, podrías convertir tu restaurante en el centro del éxito de allí.
Ahora, tengo una propuesta, y es invertir un monto equivalente a la mitad del capital inicial que invertirás en el restaurante en fondos seguros, así ante cualquier eventualidad tendrás un respaldo, y de todos modos la rentabilidad es mayor que los intereses que te genera ese dinero quieto ahí.
—Me parece una buena idea —comentó Margarita, asintiendo—, además recuerda lo que te dije, tienes que sacar provecho de ese dinero.

Pilar se lo pensó un momento y al fin decidió.

—De acuerdo, apoyo tu idea; lo que sí, quiero la instalación para el restaurante esta misma semana, así que veamos ahora mismo cuáles son las opciones.
—Esa actitud me gusta, nos vamos a llevar de maravilla. Acompáñenme ahora mismo, vamos a la oficina de un amigo que es corredor de propiedades y vemos qué es lo que podemos conseguir.
Mientras bajaban en el ascensor, Margarita se mostraba muy entusiasmada con lo que estaba sucediendo.

—Me gusta ver ese cambio en ti; te noto con más energía, más decidida.
—Estoy haciendo el esfuerzo, amiga — replicó, luego de un suspiro —. Todo esto es muy extraño para mí, no se me había pasado por la mente la idea de comprar o arrastrar un inmueble para poner un restaurante, mucho menos dirigir gente, pero eso es algo para empezar a sentirme cómoda aquí. Quiero dejar de sentirme como una extranjera.

Su amiga le dedicó una gran sonrisa.

—Esa es la actitud que quiero ver en ti. Y me encantó esa decisión que mostraste, de comenzar ahora mismo.
— ¿Pero no te causaré problemas con tu trabajo?
—Para nada. Además, como soy amiga de la dueña, puedo organizar mil propios horarios ¿no crees?

3


Esteban estaba en su departamento, saliendo de la ducha; se sentía extraño estando sin trabajo, ya que como lo había pronosticado, Eva San Román lo había despedido. Desde luego que tuvo que indemnizarlo, así que tenía una interesante suma de dinero en la cuenta corriente, y como era ordenado en gastos y todo lo que tuviese que ver con responsabilidad, sabía que podía tomarse un tiempo, pero de todos modos, la sensación de estar en su cosa, sin preocuparse por horario, y citas, era muy extraña, sobre todo después de trabajar por años de forma continua, dejando espacio solo para las vacaciones; se había llevado todas sus cosas y sus archivos más por orgullo que por otra cosa, porque sabía que Eva ya había conseguido copiar todo lo importante, y por eso no lo necesitaba más. Estaba dando vueltas a esos pensamientos cuando tocaron el timbre.

—Micaela, qué sorpresa —dijo al abrir.

La joven estaba haciendo esfuerzos por animarse después de todo lo que había pasado; quedar sin trabajo cerca de una semana de entrar, y además vivir otras experiencias, era duro, pero algo tenía que hacer al respecto. Lo miró de arriba a abajo, con las cejas levantadas.

— ¿Y tú recibes a todas tus visitas en esa facha? Estás prácticamente desnudo.

De hecho, él llevaba solo una pequeña toalla a la cintura.

—Oh, lo lamento, pero pasa mientras me visto. ¿Y cómo van esos ánimos?
—Más o menos —replicó ella—, igual es extraño haber sido despedida después de tan poco, y además ser indemnizada, por un lado el dinero me viene bien, pero por otro me frustra haber perdido contra esa desgraciada de Eva San Román.
—La mujer es brillante —comentó Esteban—, lo tenía todo planeado desde el principio, me sentí como en medio de una cinta de suspenso en algunos momentos.

Micaela prendió el televisor; estaban pasando un documental de animales cazadores.

—Y podría seguir siéndolo. Si mal no recuerdo dijiste que tenías un amigo que es informático.

El hombre apareció en la sala, ya vestido; la miró fijamente.

— ¿En qué estás pensando? ¿En venganza?
—Sí —respondió la joven, livianamente—; la gente como ella tiende a dejar una huella de destrucción a su paso, pero siempre son daños menores, a gente que no se puede defender, o personas que no pueden probar nada. Yo digo que podemos desenmascararla, nada más que eso.
—Reconozco que la idea me parece muy atractiva, pero eso nos pone, como dicen en las películas, en el otro lado.

Micaela pensó en su madre; en la empresaria poderosa y exitosa, en la mujer temida y respetada.

—Esteban, la única forma de luchar contra este tipo de gente es ser más inteligentes que ellos, y también más malvados si lo quieres decir así. No puede ser todo tan perfecto, no puede ser que ellos siempre ganen.

Él se sentó junto a ella y la abrazó con un gesto acogedor y tierno.

—Esto también es por tu madre.
—Ella también está involucrada —respondió, en voz baja—, y ahora van a ser aliadas, eso quiere decir que Bernarda Solar encontró a su heredera, no quiero ver a esta ciudad bajo el poder de esas dos.
—Puede ser que tengas razón. Oye, ¿y cómo has estado?
—Bien.
—Vamos, no me digas mentiras. Te estoy preguntando porque sé que no estás de maravillas, quiero apoyarte porque eres mi amiga, pero tienes que ayudarme siendo sincera. Lo que me contaste de tu discusión con tu ex— novia y lo que descubriste es para angustiar a cualquiera.

Esteban había dado una verdadera prueba de amistad en esos momentos, mostrándose comprensivo y fuerte, dispuesto a escucharla y acompañarla, pero también a ayudarla a ponerse de pie otra vez. Su compañía y consejo habían sido una ayuda invaluable.

—Es cierto —replicó Micaela en voz baja—, pero no hay mucho que pueda hacer. Tengo rabia con mi madre por mentirme, rabia conmigo misma por haber desconfiado de Pilar y por haber sido tan tonta, pero una gran parte de la culpa es mía, no puedo simplemente decir que no me importa. Además, ya ha pasado tiempo, me gustaría lograr que ella me perdone por todo lo que le dije, pero por otra parte, está en su derecho de no querer verme ni en pintura, al fin y al cabo, perdonar no es una exigencia.
— ¿La amas?

La pregunta que no se había hecho con total honestidad en todo ese tiempo, porque en el fondo, sabía que dar una respuesta la patria en un punto vulnerable. Prefirió mentirse y volcar la frustración y tristeza en rabia, y eso era un segundo acto de ceguera; no podía permitirse un tercero.

—Si —respondió resueltamente—, durante este tiempo lo negué y quise convertir todo en odio, pero al final la verdad es que la amo. Supongo que por eso también es que quiero hacer algo en contra de Eva y de Bernarda, porque de cierta manera es una forma de recompensar algo de lo mal que hice.

Esteban guardó silencio unos momentos. Le había sorprendido un poco saber toda la verdad, pero eso no cambiaba su amistad por Micaela, de hecho la hacía más fuerte; ahora sabía que tenían que luchar por ese objetivo común.

—Está bien, voy a ayudarte, de alguna forma, yo también tengo algo en contra de Eva San Román, no me viene mal algo de acción al respecto. Hagámoslo entonces, vamos a ser justicieros, a ver hasta qué parte conseguimos llegar.

4


El almuerzo con los ejecutivos del Proyecto Cielo había sido largo y provechoso, ya que Adán había entrado en conocimiento de los ejecutivos, y comenzó a tomar de manera real su nuevo puesto; el equipo estaba compuesto por profesionales de alto nivel, lo que haría pensar que estarían por sobre Adán que no ostentaba títulos, pero el cargo y además su personalidad magnética hacían evidente los motivos por los que se encontraría al mando desde ese momento.
El hombre hizo una parada rápida en el departamento, y fue ahí que se topó con una nueva sorpresa: una segunda nota dentro de un sobre diminuto, y en su interior el mismo tipo de mensaje ¨Ya sé quién eres¨
Recibir por segunda vez la misma advertencia delataba que no se trataba de un hecho fortuito, pero eso no ayudaba en nada. Había descartado cualquier actitud que acusara el golpe, como empezar a hacer preguntas en conserjería o cosas similares, pero en el momento de su vida en que estaba, era necesario saber quién estaba detrás de esas amenazas. Marcó en su teléfono el número de Samuel, el informático al que había recurrido en primer lugar para descubrir el origen del segundo cuadro, pero para su sorpresa se lo encontró fuera de servicio.

—Esto es extraño —dijo para sí—. Necesito saber por qué no me contesta, pero creo que ya no debo seguir así.

Optó por no hacer más conjeturas y salir directo al departamento del otro, decidido a sacarle algo de información pero al mismo tiempo, tomando la decisión de no continuar ese contacto; Samuel le había sido útil, pero ya no podía actuar de forma dependiente. Lo mejor sería hacerse del tiempo para aprender lo más rápido posible todo lo necesario para espiar y husmear en las redes; con ese elemento a su favor, podría hacer muchas cosas. Cuando llegó al edificio, se encontró con otra desagradable sorpresa.

—El joven del departamento se fue hace una semana —le comentó el conserje del edificio— tomó sus cosas y se largó, fue durante la tarde, y no dejó referencias ni números, de hecho nadie sabía nada, parece que fue alguna emergencia.

Y dada en un muy mal momento. Adán sentía que algo no estaba bien, y lo atribuyó a que posiblemente a Samuel lo habían descubierto en algún ilícito virtual y por eso el apuro por desaparecer; tendría que buscar otros métodos de investigación, lo que confirmaba sus pensamientos previos. Sin antecedentes ni pistas, volvió al departamento, pero en vez de entrar se quedó en el auto, a media cuadra del edificio. La zona no era muy transitada al ser un sector residencial y bien acomodado, así que algún desconocido podía ser advertido con facilidad, pero investigar algo así era trabajo detectivesco que tomaba tiempo del que no disponía; sin embargo vio que el sistema de cámaras de seguridad del edificio de enfrente apuntaba al suyo, con lo que podía hacer un seguimiento, sobre todo considerando que en esta ocasión el lapso de su ausencia era mucho menor, solo tenía que descubrir quién había pasado por allí entre las siete y treinta y las cuatro, y después descubrir si todo eso era nada más que un alarde, o si de verdad alguien había conseguido remover los cimientos de su pasado.

5


Eva estaba en el edificio de la Constructora Del Mar y Alzarrieta cuando recibió una comunicación de su secretaria.

—Señorita San Román, hay un hombre que quiere hablar con usted y ha insistido mucho.
— ¿Quién es?
—Solo dijo su nombre de pila, dice que usted lo conoce. Se llama Mario.

No era una buena señal que ese hombre quisiera hablar con ella; respiró hondo y replicó, con su usual amabilidad.

—Comunícalo.

Esperó unos instantes. Era extraño que la llamara con tanta urgencia cuando su trabajo ya había terminado.

—Diga.
—Soy yo, ¿me reconoce?
—Sí, dime por qué llamas tan insistentemente.

La voz se escuchaba nerviosa del otro lado de la línea.

—Descubrí algo preocupante, pero voy a necesitar más dinero.
— ¿De qué se trata?

El hombre no habló. Por lo visto ya había comprendido el lenguaje que era necesario utilizar si estaba hablando con ella.

—Te pagaré Mario, ahora dime qué es lo que descubriste.
— ¿Alguien además de usted tiene acceso a su información o a lo que recibió de mí?
—Nadie. ¿Por qué?
—Porque cuando estaba eliminando las cuentas de correo que creé para enviarle los datos que tomé —replicó siendo claro, pero sin usar palabras concretas—, descubrí que alguien hizo un rastreo. La están espiando.

Eva se quedó un momento sin habla, mientras las imágenes aparecían en su mente; casi podía ver a la persona tras el ordenador, en la noche, mirando fijo la pantalla mientras trataba de darle alcance, aunque fuera en el mundo virtual. No podía ser, no después de tanto tiempo, no después de poner años, tierra y tantas otras cosas de por medio; tal vez era solo parte de las fracasadas medidas de seguridad de Esteban, pero también podía haber algo más, y no podía descuidarse. Se echó el cabello hacia atrás en un gesto de nerviosismo, pero controló la voz a la perfección.

—Tendrás lo que corresponde. Tan pronto tengas cualquier otra información avísame, tendrás nuevas recompensas si descubres algo más. Apunta el número donde puedes encontrarme directamente y a cualquier hora.
—Como usted diga.
—Escucha bien esto —agregó, deslizando un toque de amenaza en su voz—. Es probable que la pista desaparezca, si esto pasa, me llamas a ese número, no importa la hora que sea; con nadie debes hablar de esto.
—Lo en tiendo bien —replicó la voz del hombre—. Señorita, después de esto, no puedo seguir con eso, agradezco la paga, pero ya me estoy arriesgando mucho, y no quiero que alguien descuba lo que hice.

Eva sintió ganas de reír. En comparación con lo que podía llegar a enfrentar ella, que los compañeros de trabajo de ese obrero descubrieran que estaba espiando en las oficinas de los ejecutivos era un simple juego de niños.

—Está bien, todo va a quedar hasta aquí; solo asegúrate de que no quede ninguna prueba de tu trabajo. Y sobre lo otro, no lo olvides.

Le dio rápidamente el número y colgó. No podía ser, no después de tanto esfuerzo por dejar todo atrás; ahora era una mujer exitosa, estaba consiguiendo todo lo que se merecía, por lo que no cabía lugar para los errores.


Próximo capítulo: Dueños de todo