La traición de Adán capítulo 21: Siete días



Eva y Bernarda estaban en un bar en el que se reunían habitualmente durante la tarde cuando tenían algún asunto que tratar, y que contaba como punto de encuentro porque el sitio le pertenecía; en eso llego Adán, en una tenida semiformal en colores celestes que lo hacían lucir como un modelo publicitario. Bernarda ahogó un suspiro al verlo entrar al bar.

–Dime si no es un placer ver a ese hombre.
–Es cierto –coincidió Eva acostumbrada ya a ese tipo de comentarios de parte de la otra– es guapo.
–Guapo es demasiado poco para él; hola Adán, nuestra invitada está por llegar, supongo que se retrasó arreglándose.

Adán saludó a ambas y leyó fácilmente el mensaje visual que le transmitía Eva: debía estar muy atento.

–Puedo esperar –sonrió ocupando un lugar– además tenemos muy poco tiempo para afinar todos los detalles.

En ese momento entró Luna, y Adán supo de inmediato que ella era la mujer que le iban a presentar; se trataba de una chica realmente atractiva, de figura espléndida, voluptuosa y de movimientos sinuosos, como si estuviera danzando sugestivamente. Tenía hermosos y a la vez poco usuales rasgos, una mirada misteriosa, penetrante y al mismo tiempo joven y fresca, era la representación física de una amazona de las leyendas, la mezcla perfecta entre la frescura de la juventud y la fuerza de una fiera. Para ser una gerente de relaciones públicas era demasiado atractiva, pero para haber sido contratada por Bernarda y para ese tipo de labores parecía perfecta.

–Buenas tardes.
–Gracias por venir.  Te presento a Luna Arriaga, ella es la nueva gerente de relaciones públicas de Boulevard. Luna, él es Adán Valdovinos.
–Un placer –saludó la joven con los ojos brillantes y sonriendo– espero que trabajemos muy bien juntos, por lo pronto con Eva ya estoy interiorizándome de algunos aspectos, pero por lo que Bernarda me dijo, trabajaré directamente para ti.

Adán la invitó a sentarse como si fuera el anfitrión.

–Para mí también es un placer. Desde ahora te digo que puedes confiar en mi para lo que necesites, para mi es sumamente importante que este proyecto vaya sobre ruedas.

Bernarda sonrió al ver a su triunvirato.

–Es cierto muchachos, pero lo que tiene que ver con Boulevard ya está demasiado adelantado; gracias a la gestión impecable de Eva, estamos a muy poco de inaugurar, y tan pronto esté listo, tú Adán te harás cargo del manejo del proyecto y Luna, tú te ocuparás de lo tuyo, que por cierto incluye una gran campaña de publicidad. Además cuando comience, la idea central es que haya una nueva sorpresa cada día. Pero de eso se ocuparán principalmente ustedes, lo que ahora mismo me es mucho más importante es que hay un nuevo proyecto, del que ya te hablé Eva.
–Es  verdad.
–Se trata de un hotel de lujo junto al aeropuerto, estrenando en él un diseño totalmente innovador, y pretendo que ustedes tres se hagan cargo de absolutamente todo, Eva en la planificación de la obra, y Adán junto a Luna en la publicidad y el manejo; quiero que Boulevard sea la publicidad para el hotel.

Eva se asombró internamente, aunque no lo demostró; entonces esa era su forma de trabajar, tomaría cada cosa como un escalón hacia sus objetivos, que peligroso pero a la vez conveniente estar junto a ella. Aunque también significaba proyectar sus planes mucho más allá del futuro inmediato, para conseguir estar un paso adelante de Bernarda.

–Me dijiste que podía conservar a la parte importante del equipo en Hotel; para empezar contar con ellos es genial, y como te decía antes, mantener a  mi equipo cercano y a mi arquitecto e ingeniero es fundamental, sobre todo si quieres que me haga cargo de cada detalle.
–Planéalo como mejor sea Eva, sorpréndeme, has algo que ni a mí se me ocurriría y triunfaremos; como el tiempo apremia, la publicidad de Boulevard ya la definí y solo tendrás que integrarte Luna, pero para el hotel todo dependerá de ti, lo mismo digo Adán.

Adán estaba sacando cuentas; Boulevard era una buena plataforma, el hotel sería el piso de sus siguientes proyectos y todo se estaba dando a pedir de boca, con la única diferencia que aquí tenía que cuidarse de quienes lo rodeaban, ahora más que nunca.

–Aunque solo ahora lo sé, ya me estoy haciendo algunas ideas; tendremos que organizar el tiempo con cronómetro, porque preveo reuniones maratónicas afinando cada detalle.
–Así que se trata de eso –comentó Luna divertida– vas a hacernos una prueba de fuego con Boulevard, y lo fuerte vendrá después; pero si quieres una buena iniciativa, te advierto que estoy comenzando a idear un proyecto publicitario que va a dejar como unos infantes a todos los comerciales y carteles que has visto en este país.

Bernarda estaba disfrutando de las personas a las que había citado; cada uno de ellos era único en su tipo, y eso era exactamente lo que necesitaba con ella, personas fuera de lo común dispuestas a hacer cosas fuera de lo común: Adán era hermoso, inteligente, un imán para la gente tanto  como para el éxito, Eva era magnética, brillante, una joya de la planificación y Luna...Luna era su arma favorita, la segunda arma más importante con la que podía contar.

–Me fascina ver a personas jóvenes como ustedes estudiando un nuevo trabajo tan solo con la mente, además que son perfectos para lo que se proponen y funcionan de una manera muy parecida a mí; ahora quiero contarles lo que tiene que ver con la publicidad de Boulevard, porque quise innovar un poco y por primera vez en este país, no habrá comerciales, ni afiches de publicidad. Tengo organizadas visitas a diferentes sitios donde tú Luna, en persona y como gerente de relaciones públicas, regalarás sesiones completas de relajación en el Spa, con la única condición de enviar la invitación a unirse al sitio de la nueva Galería Cielo. Hay sitios confirmados en discotecas, bibliotecas, centros de estudios, instituciones financieras y cines, y para apoyar  todo esto contacté a una serie de rostros de la farándula para que les muestren a nuestros invitados los beneficios de lo que tendrán. Estarás en terreno con algún bailarín o una modelo y una sesión móvil de masajes y terapias, y mientras el público se admira con eso, tú ofrecerás invitaciones gratis, y lo único que el elegido tendrá que hacer es enviar la invitación de la galería y llamar a su amigo para que visite  el sitio en ese instante.

Adán ya tenía considerada la variable, por lo que no le fue difícil deducir que tenía amarrado un millonario contrato de publicidad por emplazamiento en la web, con lo que se aseguraba ingresos solo por cada visita, además de lo que tendría en su favor con las visitas pagadas o con descuento, sin contar el ahorro de millones al no hacer comerciales de ningún tipo.

–Es brillante, me encanta  –comentó Luna sonriendo ampliamente– es una estrategia que es muy poco común porque es arriesgada, pero tiene todos los ingredientes para ser un éxito, y por supuesto me tiene a mí, así que no te preocupes porque sé exactamente cómo tratar al público. ¿Cuando empezamos?
–Mañana a primera hora en mi oficina, voy a necesitar Eva, que me confirmes si estamos en condiciones de inaugurar la nueva Cielo este Sábado.
–Totalmente Bernarda, de hecho mis ojos están en terminar con lo demás para poder inaugurar una sorpresa cada vez como dijiste, solo me preocupa un poco la sala de teatro, pero si la desplazamos al tercer o cuarto lugar no habrá problemas.
–Con eso tengo, me importa únicamente que el spa este en segundo lugar, lo demás lo organizamos según el momento. Ahora que ya tenemos lista la  previa de Boulevard,  quiero darles un plazo: a partir del sábado, el resto de esa obra va a ser estrenado en siete días, inmediatamente después de eso quiero en mi escritorio la primera visualización del proyecto del hotel.

Adán sonrió.

–La tendrás Bernarda, y prometo que te vas a sorprender.
–Eso es exactamente lo que quiero. Ahora tengo que irme. Luna, acompáñame al taxi, necesito que me digas donde conseguiste los anillos que traes.

Ambas se pusieron de pie, Bernarda se despidió de los otros, y se alejaron conversando animadamente. Eva y Adán siguieron conversando con total naturalidad, sin demostrar que había algo más que los unía, aunque en sus voces se notaba la diferencia, el mensaje secreto.

–Ten ciudado con esa mujer.
–Ya había pensado que podía ser espía de Bernarda, solo hay que tener más ciudado si es posible.

Eva bebió un poco de agua.

–Quiere acostarse contigo.
–Pero yo no quiero acostarme con ella –sentenció Adán sin alterarse– jamás querría, y lo sabes.
–Ese  no es el punto, Bernarda y Luna son amigas porque son del mismo tipo de persona, están acostumbradas a conseguir lo que quieren, y no se detienen ante nada para lograrlo.

Adán estaba tan tranquilo como de costumbre; no estaban discutiendo ni algo parecido, simplemente estaban hablando de lo que era importante en esos momentos.

– ¿Se diferencian en algo de nosotros?
–Sí, ellas son personas solitarias.
–Y nosotros nos tenemos el uno al otro. Eso no va a cambiar, no hay nada que pueda alejar mi mente de ti.
–Eso no cambia lo que he dicho; Luna es una persona tanto o más peligrosa que Bernarda, y no nos libraremos de ella con facilidad.
–Lo sé. Sin embargo ninguna de ellas, ni ambas unidas pueden contra nosotros, tenemos en nuestras manos el inicio de todo.
–No cometeremos errores.
–Jamás. Es  necesario pasar sobre el Boulevard y más allá del hotel, solo así tendremos el control; aún no tengo claras las ideas, pero estoy en eso.
–Igual yo. Tengo algunas ideas, pero es mejor mantener todo como está por ahora.

Luna volvió y se integró a la conversación.

Pilar y Margarita se abrazaron eufóricas.

– ¡Ya está amiga, inauguramos el Viernes!
–Es increíble, estoy tan emocionada Margarita. Y tenemos reservas, ahora solo falta que la máquina funcione bien.

Estaban en la pequeña oficina al fondo de la edificación.

–Es el momento, la gente que contratamos está afuera esperándote: garzones, chefs, ayudantes, guardias, todos están ahí, así que tienes que darles la bienvenida y todo eso.
–Que nervios, no se me da mucho lo de hablar así en público, pero lo haré.

Respiró profundo y salió al salón, donde todo estaba listo menos el mobiliario; se dirigió a todos con una voz segura pero suave, que logró captar la atención de todos al instante.

–Buenas tardes. Mi nombre es Pilar, soy la dueña del restaurante y su jefa, les agradezco que  estén aquí. Para ustedes esto puede ser un trabajo más, pero para mí es un proyecto muy importante y estoy esforzándome al máximo en que funcione bien, así que les quiero pedir que pongan también todo su esfuerzo aquí; no soy del tipo de persona que tiene esclavos, sé que ustedes son seres humanos y por eso es que quiero que confíen en mí, que sepan que también estoy trabajando y que me importa que estén bien, porque si trabajan bien todos vamos a salir ganando. Mientras tanto esto es una apuesta, pero quiero que me ayuden a que se vuelva estable y confío en cada uno, por eso los elegí para trabajar aquí. También quiero que sepan que Margarita es mi asistente, si en algún momento no estoy pueden hablar con ella por cualquier cosa, así que háganse parte de todo esto, díganme qué funciona mal, qué funciona bien, y si tienen alguna idea o lo que nos pueda ayudar a mejorar, no se detengan, puedo escucharlos a todos. Gracias.

Se produjo en breve silencio, y un experimentado chef alzó la voz.

–Señorita.
–Dígame Manuel.
–Mire, yo he  trabajado mucho tiempo en éste rubro, ya no estoy para durar un mes en un trabajo, así que  si es por algún consejo o lo que sea, si es para que nos vaya bien, cuente conmigo, yo la voy a apoyar.
–Gracias Manuel, cuento con usted, y también con todos, no puedo hacer esto sola, así que les pido que trabajemos juntos y así creo que a todos nos irá mejor.

Algunos en el grupo lucían indiferentes, pero afortunadamente la mayoría se mostraban interesados, y ese era un excelente capital, contar con personas que estuvieran dispuestas a aportar; estaba convencida de que en esa empresa  solo tendrían éxito funcionando como un gran mecanismo. El Viernes estaba extremadamente cerca, de modo que ya sentía la emoción de la inauguración y eso se sentía muy bien.

Finalmente la campaña publicitaria de la inauguración de la nueva Galería Cielo y el adelanto del spa y centro de relajación fue un éxito rotundo, y permitió que Luna mostrara todas sus dotes como imán para la gente, cualidad en la que Bernarda no se había quedado corta en elogios; sus apariciones junto a figuras del ambiente del espectáculo en lugares estratégicos fueron llamativas en primer lugar, y al principio llegaron uno o dos medios de comunicación obviamente contratados, pero después ya no fue necesario hacer más. El enganche de los cuerpos tonificados de los modelos guiaba la vista hacia la hermosura de Luna, quien se las arregló para parecer al mismo tiempo una ejecutiva y una mujer cercana a cada persona; dirigía cada acto sin que se notara, y hacía que el público entrara en su dinámica, reaccionando eufórica cada vez que alguien conseguía un premio. Para la tercera o  cuarta presentación pública su existencia ya era conocida, y el público comenzó a esperarla en los sitios donde se rumoraba que estaría con nuevos premios. El día Sábado la galería Cielo ubicada  en el Boulevard se inauguró sin ceremonias, pero con una insólita asistencia de público y de medios de prensa, convirtiéndose en la noticia del día en las páginas sociales por la concurrencia de famosos y personas renombradas, en economía y negocios por la original propuesta publicitaria y en espectáculos por conseguir darle un segundo impulso a una muestra que ya había sido estrenada más de siete meses atrás. El domingo fue el turno del spa, al que se le registró todas las locaciones ocupadas gracias a la publicidad que había hecho Luna, sin contar que había también muchas reservas específicas por los regalos y el interés por acceder al servicio que se mostraba como accesible, conveniente y de excelente calidad. El Lunes fué el turno del Centro de terapias alternativas, el Martes siguió el cine y la sala de teatro, el Miércoles abrieron sus puertas tiendas exclusivas de ropa, joyas y exquisiteces, el Jueves fué el turno de las tiendas familiares de nombres desconocidos en el país, importados solo para el Boulevard y con productos y ofertas insólitas, el Viernes se puso en funcionamiento la cafetería, el bar, el restaurante familiar y la gelatería, para finalizar en la noche de esa misma jornada con la biblioteca internacional y un espectáculo de artistas circenses como celebración; gracias a la ingeniosa campaña y a la omnipresencia de Luna, que parecía no cansarse jamás de atraer al público, cada nuevo evento solo agrandaba el interés por los servicios del Boulevard, incrementando por supuesto los ingresos y la fama del nuevo juguete de Bernarda Solar. Tras el espectáculo el Viernes, la empresaria se reunió con Eva, Adán y Luna en el bar del Boulevard en un sector exclusivo.

– ¡Ésta ha sido una semana dura, pero ya tenemos todo inaugurado y es un éxito! Los felicito a los tres, aunque en éstos días tengo que decir que el mayor crédito se lo lleva Luna.

La morena sonrió satisfecha.

–No es para tanto, solo estoy haciendo mi trabajo, y estoy muy contenta de hacerlo.
–Eso puedo verlo; ahora quiero saber si cumplieron con lo que les pedí.

Eva sacó de su bolso una pequeña carpeta y se la entregó.

–Estaba lista ayer temprano pero no tuve oportunidad de entregártelo; esa es la primera idea por supuesto, pero también es la base para que funcione a la perfección.

Bernarda paseó la vista por los primeros bocetos y planificaciones, y tal como lo había supuesto, la idea inicial era mucho más sorprendente de lo que se esperaba.

–Me gusta, es un verdadero monstruo. De verdad que es un monstruo muchachos, así que tenemos otra razón para celebrar esta noche. La próxima semana y mientras este lugar  sigue rebosando de gente, comenzamos a construir el Hotel que le va a cambiar la vida a los pasajeros del Aeropuerto.




Próximo episodio: Pequeños triunfos.

Por ti, eternamente Capítulo 7: Noticias entre manos



—Muchas gracias, estamos a las afueras del Servicio Forense, hasta adonde ha llegado la familia de la joven fallecida recientemente y que es la noticia del momento en ésta mañana. Les recordamos que el día de ayer fue notificada la desaparición de un menor de solo cinco meses de vida. Me encuentro en compañía de la señora Ingrid, quien accedió a hablar unas palabras con nosotros. Señora Ingrid, cuéntenos un poco de lo que saben al respecto de éste extraño caso.

La cámara se trasladó del periodista a una mujer de aspecto saludable, de largo cabello oscuro, que con la mirada baja hablaba lento, intentando a medias controlar sus sollozos.

—Todo es tan extraño —comenzó con la voz temblorosa— estamos aquí para reclamar el cuerpo de mi sobrina.
— ¿Tienen alguna noción de qué es lo que le causó la muerte a su hija?

La mujer hizo una pausa.

—Mi sobrina estaba enferma, pero aún no han salido los resultados de los exámenes. Lo que más nos preocupa ahora es que desapareció mi sobrino—nieto, el hijo de ella.
—Según la información que tenemos, su familia ha hecho una denuncia por presunto secuestro.

La mujer se mostró sorprendida.

—Mire... yo... yo no puedo hablar de ese asunto porque el abogado nos dijo que era un tema complicado.
—Es decir que si están realizando algunas acciones.
—La verdad es que lo que más nos importa es la seguridad del niño, él tiene solo cinco meses de vida, necesita cuidados y estar con su familia. Por eso es que necesitamos de toda la ayuda posible, que la gente nos ayude a encontrar al niño, que miren a todas partes, porque por ahí está la persona que lo tiene, y necesitamos que nos lo devuelva.

La cámara regresó al periodista.

—Los informes más recientes nos indican que hay una sospecha sobre una persona que podría tener relación con Magdalena de la Torre, la joven fallecida, y quien podría saber del paradero del bebé o inclusive tenerlo en su poder. Desde ya se le solicita a toda la audiencia que si tienen cualquier información, se comuniquen a los números de la policía o a través de nuestros servicios de comunicación en las redes sociales. Adelante estudios.


                                                                       2

Víctor abrió los ojos lentamente. Estaba aún en la sala de espera de la urgencia en donde había pasado la noche, aún sentado en la misma silla, con Ariel durmiendo tranquilo y casi inmóvil en sus brazos. Había tratado de mantenerse lo más despierto posible, pero el sueño lo vencía a veces, haciéndolo dormitar por momentos mientras a su alrededor el movimiento seguía incesantemente. En ese momento despertó el bebé, que por cierto había dormido espléndido para su edad, despertándose solo dos veces durante la noche; el pequeño comenzó a bostezar, y por primera vez, Víctor sintió que se olvidaba de todo lo que estaba sucediendo, y se dedicó a mirar al niño en sus brazos.

—Todo lo que está pasando es tan increíble... de pronto estoy aquí contigo y... No estoy seguro de nada de lo que estoy haciendo ni sé si las decisiones que estoy tomando son las correctas, pero en ese momento, cuando Magdalena habló conmigo, no pude... simplemente tenía que hacerlo, no podía dejar de cumplir la promesa que había hecho, pero ahora todo es un torbellino y no sé qué es lo que va a pasar... Magdalena cuidó de ti, ella es tu madre, pero ahora... ahora tú me miras tanto, ¿será que me miras porque me tienes confianza? ¿O será que tienes miedo y no sabes cómo explicarlo? Sólo sé que estoy tratando de hacer lo correcto, y quisiera...

No pudo seguir hablando; un nudo en la garganta le quitaba la respiración, pero a la vez, al mismo tiempo que todo a su alrededor había cambiado para siempre, por primera vez experimentó una nueva sensación, una tibieza especial que solo surgía estando así, sólo mirando al pequeño bostezar en su regazo.

—Tengo que darte tu leche —murmuró en voz baja—, y luego voy a mudarte, todavía necesito saber qué hacer.

Pasar la noche en la urgencia había sido mejor idea de lo que él mismo había supuesto, porque en medio del constante movimiento de la urgencia, y al ser ésta un servicio público, desde luego tenía más demanda de la que podía soportar, de modo que un hombre, aun siendo joven, con un bebé en los brazos, no era nada llamativo, más bien era de lo que menos podía interesarle al resto. Se desperezó lo mejor que pudo, mudó al bebé, y después de darle la leche, decidió salir. Ya daban las siete y media, y con la amenaza constante de las noticias de primera hora, no quiso arriesgarse a ver su propia cara en alguna de éstas, aunque tenía al mismo tiempo algún tipo de curiosidad por saber qué era lo que estaban hablando de él. Salió de la urgencia por una calle lateral, sin saber muy bien aún qué hacer durante el día, pero lo que tenía totalmente claro es que no podía seguir sin información y sin teléfono, porque romper el chip con su número al que lo había llamado ese hombre amenazándolo podía ser una buena medida preventiva, pero el celular apagado en la mochila no le servía de nada; con él podía informarse de algunas cosas.

—Víctor.

Se quedó detenido ante la voz que lo llamó, sin saber qué hacer. Un momento después siguió su camino a paso más rápido, intentando parecer normal en medio de esa calle desierta, pero una mano lo sujetó por el hombro.

—Espera.

Se soltó, y entonces la voz tomó cuerpo y figura. Se trataba de Eduardo, un antiguo conocido, un tipo de casi su estatura, corpulento y de rasgos duros.

—Entonces si eras tú, el que dijeron hace un rato en las noticias.

No solo era impactante que alguien a quien había conocido en algún momento le hablara con tal propiedad, también lo era el confirmar que su identidad ya estaba en conocimiento público.

— ¿Qué es lo que quieres?
—No tienes que ser hostil, recuerda que antes fuimos amigos.
—Y recuerdo muy bien porqué dejamos de serlo; tienes malas costumbres.
—Tal vez, pero a mí no me gustan los chiquillos.

Sonaba peor escucharlo de lo que creía. Pero decidió obviar esa parte, lo primordial era salir de allí inmediatamente.

—Cállate y déjame pasar.
—No lo creo —replicó comenzando a acorralarlo—, ésta vez voy a ser bueno y voy a devolver a ese niño, su familia va a estar muy agradecida.

¡La recompensa! Víctor intentó alejarse, pero el otro tenía a todas luces más rango de movimiento y trató de acercarse al bebé.

—No te acerques.
—No me des problemas, es muy temprano para eso.

Víctor se dio vuelta para evitar al otro hombre, pero éste se le adelantó y le asestó un puñetazo en el costado.

— ¡¡Aahh!!
—No lo hagas más difícil amigo...

Volvió a golpearlo, pero eso le dio una pequeña oportunidad; Víctor giró lo más rápido que pudo y le hizo una zancadilla, haciéndolo caer con estrépito. Sin pensar en nada más, comenzó a correr.

— ¡Espera!

Al hacer caer al otro, tuvo el tiempo suficiente para alejarse, tras lo cual llegó a toda carrera a una calle más transitada; tenía el corazón a mil, pero no podía detenerse, así que subió a un bus que estaba pasando, sin saber siquiera hacia dónde iba, pero teniendo un poco de distancia de lo que acababa de ocurrir.

—Tranquilo —murmuró hacia el bebé—, todo está bien, ahora vamos a ir hacia otra parte, no te preocupes por nada, no te preocupes por nada.

Poco después, cuando creyó estar lo suficientemente lejos de la urgencia donde había tenido el enfrentamiento con Eduardo, Víctor buscó un teléfono público y marcó en él un número.

—Arriendo de autos Gómez y Gómez, habla Daniel.

La voz del otro lado de la línea se escuchaba bastante más decente que el aviso que había visto en el diario, pero en realidad esa era la idea.

—Hola, necesito rentar un auto barato.
— ¿Papeles al día?
—En realidad no.
—Eso le va a subir un treinta por ciento el costo.

Podían ser indecentes, pero tenían sus prioridades, y eso era lo realmente importante.

— ¿Puede ser para hoy?
—Sí, podría ser un sedán del '94.
—Necesito algo más barato y menos vistoso.

La voz hizo una breve pausa.

—Tengo un huevito del '89, una camioneta blanca del año pasado y un furgón utilitario con algunos años.
—El furgón.
— ¿Quiere ir a buscarlo o se lo voy a dejar?
—Lo necesito en la esquina de Miguel Antares y Guérnico lo más pronto posible.
— ¿Lo quiere por el día o por el momento?
—Por cuatro días.
—Perfecto, espere ahí y se lo voy a pasar a dejar.

La voz cortó y Víctor colgó el auricular. Aún se encontraba en un sector bastante céntrico de la ciudad, pero la dirección que había dado era más alejada, y confiaba en que fuera la mejor decisión: tenía que salir como fuera de la Capital.

Casi media hora después, Víctor se encontró en la calle acordada con un hombre de aspecto desaliñado que conducía el furgón de color gris desteñido que había solicitado. El vehículo no estaba tan mal tenido, si te fijabas en los detalles pequeños.

—Buenas —dijo el hombre— ¿usted es...?
—El que lo llamó —respondió Víctor—, necesito llevármelo ahora.

El hombre parecía totalmente desinteresado en él, lo que era perfecto para sus planes.

—Claro. Tome —le pasó unas llaves—, en la guantera está la tarjeta con mi número y "lo otro"
— ¿Qué otro?
—Usted dijo que no tenía documentos —explicó como si los estuvieran escuchando—, ahora los tiene, solo que va a tener que ser inteligente para usarlos, no resisten mucho análisis. El estanque está lleno, y por el precio que le dije, lo dejé con algunos litros en la parte de atrás.
—Comprendo —replicó Víctor entregándole el dinero—, gracias.
—No lo rasguñe ni lo choque, al término del plazo de cuatro días puede dejarlo en la dirección que aparece en la tarjeta o llamarme al número. Y por supuesto, si tiene algún problema, ni yo lo conozco ni usted me ha visto.
—Comprendo.

El hombre recontó el dinero.

—Seguro.

El hombre se guardó el dinero en el bolsillo, y dando media vuelta caminó lentamente. Víctor subió al vehículo, dejó los bolsos atrás y al bebé en el asiento de junto, mientras evaluaba el interior; estaba claro que no les podía importar mucho el furgón, porque de seguro no valía mucho más del dinero que había pagado por el arriendo. Revisó la guantera, y encontró un porta documentos con tarjetas, fotos y esas cosas, y además una licencia de conducir a nombre de un tal Orlando Ortiz, cuyo rostro era de esas caras que se parecen a cualquier persona. Comprobó su rostro en el reflejo del espejo retrovisor, y en ese momento agradeció no tener rasgos demasiado notorios, de modo que la imagen podía pasar por una suya, con algo de suerte. Respiró profundo y comenzó el viaje.


                                                                  3


Álvaro se subió a la camioneta negra ocupando el volante, mientras Romina se sentaba en el asiento del copiloto con el bolso y varias cosas en las manos.

—Pensé que me ibas a venir a buscar más tarde, son las ocho y cuarto.
—La frase de: "El tiempo es oro" es tuya.

Iniciaron la marcha a velocidad moderada.

— ¿Adónde vamos?
—A visitar a la familia del niño. ¿Has visto cómo se están moviendo todos? Ayer la noticia salía tímidamente en las noticias, y ahora ya está puesta la denuncia, se sabe la identidad del tipo y están haciendo los exámenes al cadáver de la madre.

Romina se ataba el cabello mientras hacía conjeturas.

—Tenemos que apurarnos, estos tipos de prensa ya deben estar organizándose. ¿Qué tienes?
—Esto.

Le alcanzó una carpeta que ella comenzó a revisar.

—Déjame ver. Segovia, 24 años, soltero, no tiene ningún familiar vivo, sus padres murieron, trabaja —o trabajaba supongo—, en una tienda de ropa en el centro comercial, no tiene antecedentes, no tiene deudas, bueno, una en un casa comercial pero es baja, no tiene hijos... es básicamente un tipo común y corriente, no hay mucho material que sacar de aquí. Ah, pero mira, podemos pasar a la casa de la familia, después al centro comercial y de ahí directo a la casa de Segovia, a ver lo que conseguimos.

Poco después ambos estaban en la casa de Fernando de la Torre, sentados en el patio frente a él y a Sonia, su esposa, una mujer alta y de cabello rubio, quienes estaban sentados muy juntos y quietos.

—Muchas gracias por recibirnos señor De la Torre.
— ¿Ustedes son de la televisión?
—No. Somos periodistas, y estamos recopilando datos para hacer un reportaje que va a salir en la prensa escrita sobre lo que ha estado sucediendo, y por supuesto que estamos en conexión directa con la policía.

De la Torre frunció el ceño.

—Pero nosotros ya hablamos con la policía.

Romina reaccionó a la velocidad del rayo.

—Lo sabemos, pero en éstas circunstancias todo lo que podamos hacer es importante, además que la policía tiende a prestar atención solo a las pruebas o elementos concretos, mientras que nosotros estamos interesados en toda la historia.

De la Torre ya había hablado con su abogado, y él mismo le había recomendado dar alguna entrevista para sensibilizar a la gente y además para estar prevenido ante cualquier situación.

—Magdalena siempre fue una buena muchacha; tenía su carácter, pero nunca pensé que iba a salir con algo como eso. De pronto empezó a alejarse de la familia, no la veíamos mucho por acá, y ya sabe, siempre es por algo.
—Ella no es mi hija —comentó la mujer—, pero siempre la quise como si lo fuera; cuando las cosas se pusieron complicadas quise hablar con ella, pero no quería hablar con nadie de la familia, era como si de pronto le diéramos alergia, y casi al mismo tiempo supimos que andaba con ese tal Víctor y luego quedó embarazada, pero ese solo fue el comienzo de los problemas reales, porque cuando se embarazó desapareció, dejó de venir a la casa y no contestaba el teléfono.

Álvaro tomaba notas mientras Romina seguía con las preguntas; el caso se ponía cada vez más interesante.

— ¿Y qué ocurrió entonces?
—Traté de dar con ella, de hacer que volviera o que por lo menos hablara conmigo —respondió De la Torre—, pero no había forma. Magdalena quiso alejarse y desaparecer, no podía hacer nada, usted sabe que cuando las personas son adultas uno no las puede obligar. Al menos de vez en cuando contestaba el teléfono, pero después simplemente dejó de contestar. Y entonces empecé a preocuparme, a tratar de dar con ella, pero no había forma, al menos lo que parecía era que quería esconderse a propósito.

Romina aguzó la vista.

—Pero usted dijo que ella contestaba el celular al principio y después no; ¿Qué era lo que le decía?

El hombrón hizo una breve pausa, recordando.

—Reconozco que estaba enojado. Preocupado por ella, pero enojado, sentía que todo estaba mal, que una muchacha joven como ella, que siempre fue de su casa, no tenía por qué alejarse de su familia y de su vida así como así, sobre todo estando embarazada. Pero al final cuando no me quería escuchar si la regañaba, le pedía que volviera, siempre le dije que estábamos esperándola aquí, pero nunca me escuchó.
— ¿Cómo supieron de la existencia de Víctor Segovia?
—Por ella. Un día, antes que quedara embarazada, empezó a decir que saldría con él, o la escuchabas hablando por teléfono, y parecía importante, o eso creo, usted sabe que las cosas entre los jóvenes no son como entre uno que es más adulto.
— ¿Pero si no tienen la seguridad, como puede creer que ese hombre tiene al bebé?

De la Torre ya estaba preparado también para esa pregunta; Claudio lo había advertido bien.

—Porque mi asistente llamó al número de ella, cuando me informaron que la habían encontrado; contestó una voz de hombre, y cuando le preguntó por Magdalena y mi nieto, simplemente cortó y ya no pudimos contactarlo.

Romina estaba tomando notas mentales adicionales a las que estaba tomando Álvaro; para armar lo que pretendía, necesitaba algunos datos más.

—Cuénteme un poco más de esa situación, es decir cuando supo de la muerte de su hija.

Sonia le dedicó una mirada de reprobación a la periodista e iba a decir algo, pero De la Torre se le adelantó calmándola.

—Está bien cariño, es normal que pregunten; mire, hace un tiempo decidí pedirle a algunos de mis trabajadores de confianza que me ayudaran a buscar a mi hija.
—Podría haber llamado a la policía.
— ¿Para decirles qué? ¿Que mi hija mayor de edad no quería hablar conmigo y se había ido de casa? No, eso era ridículo, pero sí podía pedirle ayuda a la gente que tengo a mi alrededor, y le pedí a algunos de mis hombres de confianza que la buscaran, que recorrieran las calles tratando de encontrarla, mientras trataba de comunicarme con ella. Cuando me avisaron que la habían encontrado muerta, yo... no supe qué hacer, sabía que estaba enferma pero no tan grave, y además pasó lo otro, mi nieto no estaba y no había ninguna razón para que no estuviera, y además en esa casa abandonada... De pronto me dijeron que su celular estaba allí, y había un número, el último que había marcado, así que mi asistente llamó y le contestaron, pero no hablaron.
— ¿Qué quiere decir?
—Que la persona, la voz de hombre, contestó, pero luego se quedó callado, y se escuchaba un llanto... después ya no pudimos volver a llamar.

Álvaro intervino con una pregunta que lo estaba asfixiando.

—Señor De la Torre, usted hizo una denuncia por presunto secuestro, pero ¿Qué sabe de Segovia, el hombre al que frecuentaba su hija? ¿Tiene alguna información de su paradero?
—Parece que nadie en la ciudad sabe dónde está.

Minutos después Romina y Álvaro ya estaban de vuelta en la camioneta rumbo al centro comercial en donde trabajaba su objetivo.

—Éste caso es demasiado interesante.
—Pero la familia sabe algo —comentó ella agudamente—, estoy segura de eso. O conocen algo de Segovia que nadie más conoce y que no está en los informes, o la madre les dijo algo importante.

Álvaro meneó la cabeza, aún con algunas dudas.

—Sí, concuerdo contigo, pero no es mucho como para avanzar; la madre del bebé está muerta, la familia claramente ya fue aconsejada sobre qué decir y qué no, y el tipo éste está desaparecido. ¿Y si solo fuera una coincidencia?
— ¿Qué quieres decir?
—Ya sabes, sólo han pasado algunas horas, no sabemos con exactitud qué ocurre, excepto que la familia tiene datos que nosotros no. Lo que sabemos es que a la fiscalía le parece plausible porque aceptaron la denuncia hoy en la mañana, pero todavía necesitamos algo más, no quiero descubrir que el tipo simplemente se fue de juerga y no tiene idea de nada.


                                                                     4


Víctor conducía el furgón a baja velocidad, comenzando a salir de la ciudad. El vehículo claramente resistía el viaje, pero igualmente tenía sus dudas.

—Debí haberte comprado una silla para bebé —comentó en voz baja, tratando de sonar natural—, pero al menos te tengo bien ubicado aquí junto a mí; cielos, ahora entiendo por qué me rentaron el vehículo con tanta facilidad, porque probablemente no valga mucho más de lo que pagué por él cuando lo arrendé. Cuatro días, de verdad no creo que esto resista cuatro días de viaje, pero ¿sabes qué? no lo vamos a necesitar tanto tiempo, porque tengo un plan, y ahora lo vamos a necesitar solo dos días, para ese momento ya vamos a estar fuera de la ciudad y podremos tomar algún bus provincial, de esos que van para zonas menos pobladas. Tenemos dinero gracias al cielo, y por suerte hay buen tiempo, así que no hay qué preocuparse.

Pero sí estaba preocupado; aún sentía las palpitaciones de los golpes a los costados del cuerpo, resultado de su enfrentamiento con Eduardo. Había sido una increíble mala suerte encontrarse precisamente con él en esas circunstancias, pero al menos agradecía haberse librado, en gran parte por suerte. Miró el celular sobre el panel del vehículo; ahora estaba encendido y funcionando con la tarjeta de prepago que había comprado, pero tener celular nuevamente era al mismo tiempo bueno y malo, porque lo que había ideado para poder informarse de lo que ocurría mientras salía de la ciudad, por otro lado lo tentaba de contactar a sus amigos. ¿Que estaría pensando Arturo? Le había mentido, y por supuesto que una parte de sí le decía que tenía que aclarar las cosas, pero estaba sometido a demasiadas amenazas como para arriesgarse, y la existencia de personas como Eduardo y la rapidez de esa denuncia por presunto secuestro que ya había confirmado por la radio lo hacían sentirse más desconfiado todavía. Lo mejor era esperar.



Próximo capítulo: Verdades a medias