La otra matrix Capítulo 6: Nunca digas la verdad



Espacio exterior fuera de la órbita de Cybertron.

Heartfire y Ultramagnus fueron dirigidos por un silencioso y malhumorado guardián autobot a una nave transporte, y dejados a cargo de un piloto igual de malhumorado que se limitó a hacer un asentimiento con la cabeza antes de ocupar su puesto y comenzar el vuelo, que tardaría poco más de una hora. Ultramagnus le explicó a su acompañante que, luego de establecerse la tregua entre Galvatron y Rodimus, los autobots dictaron una serie de medidas nuevas de seguridad, entre las que se decidió instaurar La muralla autobot, un servicio de protección que evitaba la intrusión de enemigos que pudieran provocar desastres como la batalla en Ciudad autobot en la Tierra; de manera paralela, Rodimus se rodeó de varios generales que controlaban todos los movimientos de las filas del grupo, además de los oficiales encargados de reagrupar  los perdidos o desafiliados y restaurar el orden perdido antes, durante la guerra.

— ¿Y por qué no estuviste incluido en esos cambios?
—Eso no importa ahora —dijo Ultramagnus seriamente— nuestra misión es más importante que eso.

Otra vez aparecía el mismo tema; el legendario guerrero autobot sabía todo lo que pasaba, pero evitaba mencionar lo que había producido su caída; ese punto era una espina que Soulbraker no podía evitar tener siempre en mente. De cierta manera, esperaba que, al momento de entregar la copia de la matrix, su historia y la importantísima participación de su acompañante pudieran devolverle lo que le correspondía por derecho.

«Llegaremos en diez minutos. Tendrán que esperar en la plataforma de aterrizaje a que los trasladen porque me indican que Rodimus prime está en una reunión importante.»

La voz fría del piloto fue todo lo que escucharon en el resto del viaje, y ambos pasajeros se sumieron en un extraño silencio; Soulbraker estaba nervioso por la perspectiva de entrar en contacto con los altos mandos, pero al mismo tiempo se abría un nuevo espectro de futuro antes sus sensores ópticos. Una vez que entregara la copia de la matrix, podría buscar una forma de comenzar de nuevo, ya fuera recuperar su ocupación anterior, o hacer algo más; se sacaría de encima ese tremendo peso, y su misión estaría cumplida, tal como Slimdeam se lo encomendara antes de morir; quería honrar su memoria, pidiendo que se destacara su nombre en alguno de los memoriales autobot.

Minutos después, ambos esperaban en una sala blanca de paredes desnudas y muy iluminada. Tras una espera que pareció eterna, un nuevo guardián grande y armado les indicó que lo siguieran. Pasillos sin puertas y con luz blanca en el techo, silencio y un eco sordo de los pasos que daba cada uno de ellos; finalmente llegaron a un gran salón de color metal también sin salidas y con sólo una luz central, que apuntaba al mesón donde Rodimus prime esperaba sentado a la cabecera.

—Bienvenidos.

El saludo del líder autobot fue frío y distante, pero Ultramagnus no se inmutó. El guardián se quedó de pie junto a la única puerta mientras los dos visitantes permanecían de pie frente al mesón. Rodimus terminó de ingresar una serie de datos en la pantalla que tenía frente a él, y luego se puso de pie, tras lo cual enfrentó a ambos, sin hacer ningún acercamiento.

—Ultramagnus, asumo que sabes la gravedad de la invocación de El espíritu de Primus, el peso sobre tus hombros es muy grande. Estamos en medio de una situación muy delicada.
—Entiendo a la perfección cuáles son las potenciales consecuencias de mis actos y estoy seguro que tú también lo entenderás en la medida que atiendas a la urgencia de mi solicitud.

La tensión entre ambos autobots era evidente; Soulbraker se mantuvo en silencio mientras tanto.

— ¿Quién es él?
—Su nombre es Heartfire; mientras me encontraba realizando mis labores de reagrupación de autobots perdidos luego de la guerra, este autobot pidió mi ayuda para poder entregarte un objeto perdido en las ruinas de ciudad autobot, y por la importancia del objeto y el potencial peligro de que cayera en manos incorrectas, tomé la decisión de venir directamente a rendir cuenta.
— ¿Un objeto importante? —exclamó Rodimus a todas luces sorprendido—, Es extraño, en este tiempo no hemos recibido ninguna información de algo parecido. —y dirigiéndose al otro— ¿Tú tienes un objeto importante para nosotros?

La actitud de Rodimus era contenida ante él, a pesar de lo cual no se mostraba agresivo; Soulbraker se esforzó por mostrarse tranquilo ante el nuevo líder autobot.

—Rodimus, primero quiero decir que no sé muy bien cómo es que sucedió todo esto, pero si recurrí a Ultramagnus y a ti, es porque esto es realmente importante.

Le mostró la caja que hasta entonces había mantenido en su poder, aunque aún cerrada.

— ¿Qué es esto?
—Es una copia de la matrix de liderazgo —explicó tratando de sonar tranquilo—, la encontré en las ruinas de Ciudad autobot, creo que Wheeljack estaba trabajando en ella y no tuvo tiempo de entregársela a Optimus por todo lo que pasó después.

Si a Rodimus esa información le pareció sorprendente o ridícula, no lo demostró. Con un movimiento cuidado, oprimió el interruptor y abrió la caja. Por un momento, ninguno de los tres dijo nada, en tanto el dispositivo emitía un fugaz pero potente brillo desde el centro; desde el cuerpo de Rodimus se emitió un haz de luz de las mismas características, prueba innegable de que se trataba de un objeto que funcionaba en la misma frecuencia.

—Esto es…

Una vez recuperado de la sorpresa, Rodimus volvió a cerrar la caja y centró su atención en sus dos interlocutores.

—Dijiste que este dispositivo estaba en las ruinas de Ciudad autobot.
—Sí.

Antes que Rodimus pudiera decir algo al respecto, la puerta de la habitación se abrió y entró otro guardián con una severa actitud de preocupación.

—Rodimus…
—Howbrow, dije que no me interrumpieran.
—Lo siento, pero es importante.
—Debe esperar, estoy en una reunión de máxima importancia.
—Esto también lo es, me temo que no puede esperar —insistió el otro sin moverse del umbral—, es de suma urgencia.
—No podemos estar bajo ataque.

El autobot abrió completamente la puerta y entró, señalando al exterior.

—Creo que debe verlo por sí mismo, señor.

Sin esperar a que el líder dijera algo, el autobot encendió el mando del monitor holográfico, donde se vio de inmediato una imagen tomada desde el techo de uno de los salones de trabajo; Tau y otros conversaban animados.

—No lo entiendo, dime de qué se trata Howbrow.
—Se trata de un engaño, mi señor.

Una tercera voz se dejó oír en el lugar, mientras en el salón entraba quien lo decía a voz fuerte: era un robot idéntico al que se veía al interior de la sala enfocada por cámaras.

—Debes estar sorprendido de verme Rodimus prime —dijo el recién llegado—, pero puedo aclarar todo.
—No conversaré de nada con nadie en estas circunstancias; Howbrow, acompaña a este sujeto al puente de trabajo de batalla y custodien su estadía mientras resuelvo otro asunto.
—Sí señor.
—Espera, si quieres analizar este asunto tendrás que citar también a este sujeto —acusó el otro indicando a Heartfire—, porque está involucrado, es un traidor.

2

La presencia del doble de Tau y su acusación contra los recién llegados convulsionó al máximo el ambiente. Unos minutos después, en la sala central del puente se reunieron todos.
La sala se encontraba en el centro del asteroide mecánico Kyryon, provisional centro de operaciones del mando autobot mientras la tregua con los decepticons continuara siendo un asunto delicado en términos armamentísticos y diplomáticos. A diferencia de la sala anterior, el puente de batalla era amplio, con una gran pantalla en una de sus paredes y numerosos puestos de comunicación y control repartidos por las dos laterales, además de una serie de salidas por los costados y sensores de todo tipo, preparados para mantener la seguridad al máximo para sus ocupantes; también estaba custodiada por guardianes armados que vigilaban tanto el exterior como el interior.

—Entren.

Rodimus ocupó su puesto de espalda a la gran pantalla, mientras Ultramagnus fue dejado a un costado, junto a un guardián. Heartfire y Tau permanecieron al centro y, poco después, el otro robot con la misma apariencia fue conducido al interior del lugar. Soulbraker no podía articular palabra por la sorpresa que le provocaba ver dos autobots iguales, y que además uno de ellos estuviera acusándolo de estar involucrado en todo eso ¿Qué estaba sucediendo?

— ¿Qué es esto, quién es este sujeto?
—Eso es lo que quiero saber —exclamó el líder con fuerza—. Algo muy grave está sucediendo aquí y no puedo permitirlo.
—Este sujeto me ha suplantado tiempo atrás —explicó el gran robot—, es un impostor.
— ¡Es una locura! —gritó el primero escandalizado— ¡Es claro que es una trampa!
—Puedo probar lo que digo; usen un lector de sistema nervioso.

Ante esa declaración, el autobot hizo un movimiento para tratar de salir del lugar, pero fue inmediatamente sujeto de ambos brazos por dos de los guardias. El recién llegado indicó de forma acusadora a Heartifre.

—Esa es una prueba, y la otra la tienes ahí: ese sujeto al que llamaste Heartfire es su aliado y la copia de la matrix que tienes en tu poder son la respuesta a tus inquietudes.

¿La copia de la matrix? Soulbraker sintió que la habitación le daba vueltas ¿Cómo ese doble podía saber de aquello?

—Dime cómo es que sabes de ese objeto.
—Es un experimento antiguo en el que Wheeljack estaba trabajando desde antes de mi suplantación —explicó el otro—. Cuando el conflicto con los decepticons se intensificó, meses antes de la batalla en Ciudad autobot, fui a una misión en el cordón de asteroides de Saturno en la vía Láctea, y en esa misión se desató la desgracia.

Rodimus asintió, dando a entender que la misión en cuestión había existido; en tanto Ultramagnus sólo miraba al frente, absorto en la historia, o temiendo por su seguridad tras la invocación del espíritu de Primus, Soulbraker no podía identificar sus sentimientos.

—Sufrí un ataque por parte de un enemigo desconocido, y perdí el conocimiento; cuando desperté me encontré atrapado entre enormes bloques de roca espacial de alta densidad, sin armas y con los niveles de energía al mínimo. Tras una espera que me pareció eterna, el conjunto de rocas en el que estaba atrapado se estrelló contra el cinturón energético del planeta, lo cual debió haber provocado mi muerte.

En el puente no se escuchaba un sonido excepto la voz del recién llegado; Rodimus asintió indicando a su interlocutor que prosiguiera.

—Sin embargo, un misterioso transformer me rescató en mi agonía, y llevó mi cuerpo a un asteroide mecánico donde, a pesar de mis graves heridas, consiguió mantenerme con vida; debo decir que el sufrimiento que viví es tremendo, ya que estar al borde de la muerte, con el cuerpo destrozado y la chispa expuesta, superó el límite de lo que un cuerpo común puede resolver. La maquinaria que me mantuvo con vida es conocida por ser usada para torturar prisioneros y sin embargo, me salvó.

El visitante hizo una pausa en su narración, la que por cierto se volvía más aterradora a cada palabra; Soulbraker podría decir que no daba crédito a lo que escuchaba, pero su umbral de sorpresa estaba cada vez más difuso.

— ¿Quién es el que te rescató y te mantuvo con vida?
—En su momento te lo diré, pero ahora es importante que prestes atención a mi historia; de haber seguido conectado a las máquinas que menciono, mi muerte habría sido cuestión de tiempo, pero mi salvador utilizó algo que jamás esperé: la energía de la matrix de liderazgo.

Soulbraker dio un respingo al escuchar esas palabras.

— ¿Qué?
—Mi salvador siguió a aquel sujeto por el espacio, en tanto descubrió que llevaba consigo la copia de la matrix de liderazgo. Logró tomar una fracción de esa energía vital, y con ella me devolvió a la vida.

¿Runflight?

— ¡Runflight! —gritó Soulbraker sin poder contener su asombro— ¡Ese maniático nos atacó en el espacio, es un mercenario!
—Ser un mercenario no evitó que fuera compasivo con un moribundo —dijo fríamente el otro, mirándolo a los ojos con altivez—, mientras que tú estás aquí con maléficas intenciones.
— ¡Esto es una completa locura! —gritó Soulbraker sin dar crédito a lo que oía—. Rodimus, no sé quién es él, pero me está acusando sin tener fundamentos.

Rodimus se puso de pie resuelto y firme, haciendo callar a todos con un gesto de la mano. Mientras la discusión tenía lugar, el robot que hasta ese entonces había mantenido la identidad de Tau fue desenmascarado y su máscara retirada.

—Exijo que me digas tu nombre.
—No te diré nada —exclamó el impostor desafiante—, excepto que no puedes acusarme de intentar dañar a alguien, porque en este tiempo sólo he contribuido a la causa autobot.
—Eso puedo verlo con claridad, pero la pregunta es ¿por qué?
—Hagan lo que quieran, no diré nada más.

El verdadero Tau intervino con una respuesta.

—Creo que tengo una explicación para esto: implante sensorial.
— ¿Qué?
—Sabemos que hay Transformers más débiles mentalmente que otros, y ahí es donde los traficantes de implantes sensoriales tienen su mejor negocio; de ahí a que un robot use más cantidad de códigos de lo que es sensato, hay solo un paso, y sabemos que cuando eso sucede, los afectados comienzan a sufrir alucinaciones de todo tipo, lo que los vuelve peligrosos.

Se hizo un tenso silencio, que fue interrumpido por Ultramagnus; el autobot hablaba con voz endurecida por las experiencias recientes.

—Rodimus, no alcanzo a comprender lo que está sucediendo, pero Heartfire tiene razón al decir que Runflight, el mercenario que creímos muerto, nos atacó en el espacio.
—Lo que me trae a la mente una pregunta —replicó Rodimus en voz baja— ¿Cuáles eran tus intenciones al venir a buscarme, al utilizar a Ultramagnus?

Soulbraker no lograba comprender cuál podía ser siquiera el motivo por el que estaba siendo acusado, pero la intervención de ese temerario mercenario sólo empeoraba las cosas.

—La encontré en Ciudad autobot, es obvio que se trata de un objeto valioso, por eso tenía que traerlo contigo.
—Tú no estabas en ciudad autobot, y no hay ninguna información acerca de ti previo a todo este conflicto que te trajo ante nosotros.

El autobot empezó a entrar en pánico; recién lo comprendía, lo que el verdadero Tau estaba tratando de hacer era desacreditarlo, y él había sido tan ingenuo como para ir directo al mando autobot sin tener pruebas de quién era más que su presencia y la copia de la matrix.

—Mi verdadero nombre es Soulbraker. Rodimus, no sé por qué este autobot me está acusando de tener malas intenciones, pero no es así; resulté herido durante la batalla de Ciudad autobot, y me recuperé de un modo muy extraño, pero al hacerlo descubrí también la caja con la matrix, y comencé a tratar de encontrarte. No he hecho nada malo.

Desvió la mirada hacia Ultramagnus, que lo miraba como si estuviera demente; estaba perdido, después del golpe de efecto de las palabras de Tau, su versión sólo parecía un ridículo invento.

— ¿Qué has hecho?

La voz del gran guerrero autobot destilaba una sorpresa y decepción que traspasó a Soulbraker; de alguna manera, lo que él mismo había interpretado como una misión improvisada de llevar con Rodimus prime un objeto en extremo valioso se había convertido en una pesadilla.

—Ultramagnus, lo que estoy diciendo es verdad; estaba en ciudad autobot, soy un técnico de conexiones y cableado, lo juro.

Sintió el sonido de un detector de ondas sensoriales, un sencillo aparato que a él mismo jamás se le habría pasado por la mente usar; dio vuelta y vio a uno de los guardias leyendo los resultados arrojados sobre su cuerpo y enseñándolos al líder autobot, que meneó la cabeza con preocupación.

—El escáner sensorial  muestra niveles altísimos —dijo el líder quitando fuerza a sus palabras—. Muchacho, has estado consumiendo implantes sensoriales.
—No, no es así, te digo que volví a recuperarme después que supuestamente perdí la vida en la batalla de Ciudad autobot, Slimdeam estaba ahí y…

Se quedó sin palabras al escuchar sus propias palabras; Slimdeam había muerto tratando de salvarlo, y aunque desde luego lo había visto con vida, no había tenido tiempo de registrar ese dato por causa de los barredores y la amenaza del que, casi seguro, era Runflight. Por eso su aspecto no era el mismo de antes, porque estaba muerto, y le resultaba imposible demostrar que el fallecido Soulbraker y Heartfire eran el mismo autobot. El terror se apoderó de él.

—Rodimus, escúchame, no estoy mintiendo.

Tau le dedicó una mirada despectiva, pero el líder autobot no tuvo palabras tan duras.

—Si este autobot está bajo los efectos, o las consecuencias de un implante sensorial, no creo que tenga malas intenciones como dijiste Tau.
—Lo siento si fui demasiado duro, pero las cosas no han sido sencillas.
—Para nadie lo son —reflexionó el líder con voz pausada—, y es por eso mismo que debemos actuar con cautela.

Tenía que salir de ahí, o todo terminaría mal; pero, como si hubiera estado leyendo su mente,  el mismo guardia que pasó el escáner por su cuerpo lo sujetó por los hombros.

— ¡Espera! Rodimus, no tengo malas intenciones, sólo hice lo que era correcto.

La mirada de Rodimus hacia él era en extremo compasiva, y dadas las circunstancias, resultaba aterradora por lo que podía significar.

—Muchacho, necesitas ayuda.
— ¿Qué es lo que pretenden hacer?
—Necesitas recibir ayuda profesional, debes desintoxicarte y recuperar tu conciencia, o podrías terminar haciéndote daño, o a alguien más.
— ¿Van a encerrarme, por querer ayudar? Rodimus, no pueden hacerme esto, no le he hecho daño a nadie y sólo hice lo que tenía que hacer, no estoy loco ni soy un adicto, tienes que creerme.

La voz de Ultramagnus intervino en la agitada conversación.

—Lo siento tanto, creí estar haciendo lo correcto y sólo he puesto en riesgo la seguridad del alto mando.

Rodimus dejó por un momento al alterado Heartfire y volteó hacia Ultramagnus; su voz perdió la intensidad fría de antes y se volvió amigable y sincera.

—Hiciste lo correcto viejo amigo, y estoy seguro que nunca tuviste malas intenciones; soy yo el que debe disculparse contigo. Cuando quisiste insistir en tomar las armas y luchar en contra de los decepticons, no estabas haciendo más que lo que cada uno de nosotros quería, y dadas las circunstancias actuales incluso puede que hubiese sido lo mejor. Lo que interpreté antojadizamente como un ataque contra mi reciente autoridad era una acción honesta y sincera, y te debo una disculpa por eso.
—No tienes que pedirme disculpas, yo desafié tu autoridad.
—No, no lo hiciste, ahora lo comprendo. Tu interés por mí y los autobots y llegar a poner en riesgo tu vida al traer este misterioso objeto a mis manos confirma lo que digo, y quiero enmendar en algo mi error y devolver tu rango. En cuanto a ti —dijo hacia el impostor del guardián—, serás juzgado por suplantación de identidad y se decidirá tu situación. Llévenselo.

Los guardianes se llevaron al cautivo sin que este se opusiera, pero Soulbraker seguía sujeto por otro, imposibilitado de hacer algo.

—Heartfire, te pido que me escuches.
—No, es una trampa, ese autobot está tramando algo ¡Está aliado con Runflight!
—La participación de ese mercenario en la supervivencia de Tau será revisada al igual que su situación, pero es la tuya la que me preocupa; como dije, necesitas ayuda de manera urgente. Serás enviado a Helios-4 donde recibirás el tratamiento adecuado.

Helios-4 era uno de los centros de tratamiento mental que aún subsistían en el espacio; según lo que sabía, quien entraba en ese sitio tenía pocas oportunidades de salir.

—Eso no es justo, no he hecho nada malo.
—Sé que no, y por eso es que no serás juzgado en ninguna manera, pero tengo la obligación de velar por la estabilidad de todos los autobots. Los oficiales de Helios-4 te ayudarán en todo lo que necesites.

Soulbraker miró desesperadamente a Ultramagnus, pero este se había sentado a un costado, derrotado en su ánimo por los hechos ocurridos, sintiéndose traicionado y utilizado como un novato; Tau, en tanto, había tomado distancia y observaba la escena en silencio parado a pocos metros de los guardias de la puerta. No tenía salida.

—Él está mintiendo, no soy un adicto, no puedes creerle a alguien que sólo aparece en este instante.
—Tampoco tú tienes antecedentes previos —replicó Rodimus compasivo— y por eso es que ninguno de los dos será juzgado y los casos de ambos, revisados. Tú exhibes niveles sensoriales alterados y él no, sin embargo de lo cual ambos serán sometidos a exámenes para descartar fluctuaciones que a primera vista pasen desapercibidos, pero es necesario que entiendas que necesitas ayuda y que no vamos a hacerte daño, Heartfire.
—Lo estás haciendo ahora ¿No ves que pude haber abandonado la matrix o quedarme con ella en vez de traerla aquí? Fui honesto con ustedes, me arriesgué a transportar la copia y ahora están acusándome y quieren encerrarme.
—Nadie va a encerrarte.
—Entonces déjame ir —exclamó desafiante—. Si de verdad no quieren lastimarme ni encerrarme, entonces déjenme ir; prometo que jamás me volverán a ver.

El líder autobot hizo una pausa de algunos segundos que se hizo eterna. Al final habló con un tono amistoso y suave, digno de un auténtico líder.

—Dejarte ir sería lastimarte, Heartfire. Entiendo que no lo comprendas ahora, pero eso sucederá pronto, te prometo que no olvidaré tu caso, y te visitaré de manera frecuente para ver tus avances. Hablaremos.

El guardia que lo tenía sujeto se dispuso a llevarlo fuera de la sala; todo había sido en vano, sus ideas previas y lo que podía esperar de sus acciones se disolvía entre las manos como energon fuera de un recipiente. La desesperación se apoderó de él en un nivel más alto que antes, pero nadie parecía escuchar sus gritos y la mirada derrotada de Magnus no servía para nada.

— ¡No me encierren! ¡Rodimus por favor! ¡No hagan esto por favor, es una trampa, no me lleven! ¡Noo!

3

—Los análisis sensoriales completos indican que sus niveles de alteración de personalidad son 10 sobre 15, uno de los niveles más altos que hemos visto en mucho tiempo; el afectado duda de su personalidad y asegura ser un individuo que ha asumido esta identidad tras la muerte de otro, lo que indica que puede ser amigo o cercano del segundo sujeto, sin embargo su historial es inexistente, por lo que suponemos que el nombre clave que ha entregado no es el real. De momento estamos analizando los bancos de datos para dar con su verdadero nombre, por lo que el apelativo Heartfire será correcto hasta nuevo aviso. No parece ser peligroso, aunque su capacidad de abstraerse de la realidad y mezclar eventos comprobables con situaciones ajenas es alto, por lo que resulta convincente al trato aún sin demostrar notarlo; se recomienda aislamiento inicial y un tratamiento con cargas de baja frecuencia. El detalle está en el informe.

Redrain siempre recibía personalmente a cada uno de los nuevos integrantes del centro de tratamiento de afecciones sensoriales en Helios-4, o como él le llamaba: “La gran nube”.
Sentía muchas cosas acerca de los internados, menos desprecio. En su  opinión, incluso los que recaían una y otra vez en algo que sabían que les hacía mal, terminaban en eso por alguna carencia, ya fuera amistad, créditos, dolores, batallas perdidas o fragilidad mental, pero no conseguía pensar en ellos como Transformers malvados que pretendían dañar a la sociedad; su misión podía ser difícil, lenta, invisible e incomprendida por muchos, pero él sabía que estaba haciendo  algo bueno, y si en su trabajo conseguía que al menos uno lograra mejorías, la recompensa estaba en sus manos. Recibió la tarjeta con la información del recién llegado y contempló en silencio la camilla que lo transportaba. Le pareció extraño que en su mirada y actitud no había signos de demencia o extravío, tal como indicaba el informe, sino sólo un sentimiento: Miedo.

—Hola Heartfire, soy Redrain, voy a ocuparme de ti y tu tratamiento ahora que estás en Helios-4.

El autobot no respondió, presa del temor que lo dominaba en esos momentos; tampoco lo miró a los ojos, ya que su mirada vagaba de un punto a otro, como si temiera que desde cualquier punto pudiera aparecer un enemigo invisible y mortal.

—Sé que estás asustado y que todo esto es nuevo para ti, pero te vamos a ayudar a estar bien. Esto no es una cárcel, es un centro de tratamiento, y te garantizo libertad y tranquilidad en la medida que colabores con nuestro proceso; te darás cuenta que en el interior de este lugar hay muchas actividades, y autobots dedicados a ayudar a cada uno en lo que necesiten.

Hizo una nueva pausa, en la que el único cambio fue que lo miró fijo, desprovisto de emoción.

—Te equivocas.
— ¿En qué?
—Esto sí es una cárcel —dijo con voz sombría— Y ustedes son los responsables de mi encierro.



Próximo capítulo: Un ladrón con suerte

Por ti, eternamente Capítulo 6: Mentiras piadosas



Tan pronto como dejó el cuarto en donde había vivido durante años, solo con una mochila con ropa y el bebé en brazos, Víctor se alejó del lugar para evitar los arrepentimientos, y fue directo a una farmacia, donde compró todo lo que necesitaba para el bebé, es decir pañales, ropa de cambio, accesorios, leche, vitaminas y preparados; agradeció los años de escuela en donde, para ganar dinero hacía de canguro, porque gracias a eso sabía cómo cuidar de él y también identificar sus comportamientos. Sabía que estaba seco, alimentado y en perfecto estado de salud, lo que explicaba su actitud, y además era claro que tenía costumbre de comer a horas específicas, ya que en las casi dos horas que lo tenía consigo  no había hecho ninguna seña en ese sentido. De primera la paranoia lo perseguía, pero por suerte logró mantener el temple suficiente para no llamar la atención, aunque por supuesto ir por la ciudad con un bebé a cuestas claramente le parecía muy llamativo. De primer momento no tenía muy claras las cosas, pero después decidió salir de la ciudad, al menos momentáneamente, mientras se le ocurría un plan mejor, de modo que tenía que ir al terminal de buses. En la Capital había dos, así que fue al que le quedaba más cerca, pero se topó con una sorpresa inesperada.

—Lo siento joven, pero los pasajes están todos agotados.
— ¿Y eso por qué?
—Porque viene la festividad de la Virgen, en ésta época siempre se agotan.

No contaba con eso, pero aún le quedaba una oportunidad, así que salió de allí y llamó desde un teléfono público al otro terminal, donde después de mucho insistir logró reservar un pasaje al Sur para las nueve y media.

— ¿Qué pasa? Debes tener hambre, voy a darte algo de comer, no te preocupes.

El bebé estaba claramente inquieto, aunque no lloraba ni nada, pero si se movía bastante. Tuvo que devolverse al terminal y entrar a uno de los baños para padres, donde siguiendo las instrucciones del envase junto con lo que recordaba de su época de canguro preparó leche y se la dio, logrando calmarlo de inmediato.

—Tenías hambre, mira qué manera de comer.

El pequeño estaba literalmente pegado a la mamadera, pero era bueno porque eso lo mantendría tranquilo, lo último que necesitaba era llamar la atención en donde fuera que estuviese. Sabía que tenía a Ariel hacía solo unas cuantas horas en sus brazos, pero desde ese momento toda su vida estaba vuelta de cabeza; no podía olvidar las palabras de ese educado hombre amenazándolo por teléfono, diciéndole que debía entregar al bebé en una iglesia para evitarse problemas. No podía, simplemente no podía, y no se trataba de la promesa a Magdalena únicamente, también tenía que ver con su propia responsabilidad, con que él se había criado por las suyas desde que sus padres murieron, y no podía dejar a un hijo suyo en las manos de alguien más, independiente de todo lo demás.

—Vamos, tenemos que salir de viaje.

Faltaban un par de horas para que tuviera que viajar, pero mientras tanto, no le pareció buena idea deambular por todas partes cuando ya había una noticia relacionada con él en las radios, pero quedarse en un hotel era demasiado llamativo y las pensiones tendían a ser peligrosas por esas zonas; optó por ir directo al otro terminal, y quedarse en las instalaciones, al final que sabía que al tener varios pisos en el edificio adjunto, tendría la posibilidad de pasar inadvertido durante más tiempo.

                                   2          

Más tarde, Víctor ya estaba en el Terminal de buses Santa Rosario, esperando a que diera la hora indicada para abordar el bus; ya había estado en el patio de comidas en el cuarto piso y se había estado moviendo por el segundo y tercero, y para su tranquilidad no llamaba en nada la atención, ya que por un sitio como ese deambulaban familias de todo tipo, extranjeros, y gente de todas edades y orígenes, así que a fin de cuentas él con un bebé en brazos perfectamente podía pasar por un joven esperando a alguien como muchos otros. Después de las siete de la tarde, Ariel despertó buscando ansioso su cara.

—Ya despertaste —comentó mirándolo—, parece que no te caigo mal, y tú me caíste bien desde el principio, eres muy observador y tienes esos enormes ojos como los de tu madre.

Quedó en silencio durante algunos momentos, pero ante el recuerdo de esos momentos con Magdalena, se sintió flaquear, por lo que optó por desplazarse nuevamente; tomó el ascensor y bajó hasta el primer subterráneo, pero a los pocos pasos comprobó que había sido mala idea, porque ese piso estaba prácticamente vacío, solo era un largo pasillo que conectaba con los ascensores, los montacargas y las bodegas de los locatarios de los otros pisos, además de los accesos a algunos estacionamientos subterráneos.

—Creo que lo mejor es subir.

Llegó a una esquina que conducía a una de las entradas del estacionamiento, y se quedó muy quieto esperando, hasta que localizó un sonido a cierta distancia.

»Continuamos con la información que entregábamos anteriormente. Según las informaciones que se manejan, hay nerviosismo en la Fiscalía, porque ya se presentó una denuncia por la desaparición de un lactante de seis meses de vida, el que habría sido arrebatado de los brazos de su madre éste mismo mediodía; aún no hay información acerca de la identidad de la madre del lactante o de la persona que se lo llevó con paradero aún desconocido,  pero se comenta que el bebé sería parte de una importante y conocida familia con empresas bajo su manejo, lo que haría pensar en algún chantaje o venganza y algún tipo de recompensa por cualquier dato; nuestras fuentes indican que la policía ya fue contactada para coordinar la búsqueda inmediata del menor.«

Y la noticia seguía saliendo en las radios; era impresionante que en tan pocas horas ya se estuvieran filtrando detalles, se notaba que lo que decía Magdalena acerca de las influencias de su familia era totalmente cierto. Decidió devolverse y subir otra vez, así que comenzó a caminar lentamente, con el bebé en sus brazos.

—Creo que es mejor ponerte en el canguro que te compré —dijo en voz baja—, así vas a estar más tranquilo y cómodo; que bueno que no te estás enterando de nada, porque ahora en las noticias están hablando de la familia de tu madre. No sé cómo puede ser que...

Iba a decir algo más, pero se quedó muy quieto, con una extraña sensación. El corazón de pronto le azotó el pecho, se sintió seguido, como si hubiera ojos muy fijos en él.

Y en ese momento vio a un hombre a un costado marcando un número en el celular, mirándolo fijo, con una inexplicable media sonrisa en los labios, entre disculpa y satisfacción.

—Lo siento, pero tengo una familia que mantener.

Víctor sintió una oleada de furia; el tipo lo había escuchado hablar, y había sacado conclusiones con increíble rapidez. Podía hacerse el loco, pero sabía que por su propia expresión ya se había delatado.

—Y yo tengo una familia que proteger.

Y antes que el otro hombre pudiera reaccionar, se subió al ascensor y cerró la puerta, que por fortuna cerró por completo antes que nadie lo impidiera. Mientras subía sabía que no solo había perdido el pasaje que ya tenía pagado, también el lugar en donde pudiera pasar la noche; tenía que desaparecer de inmediato de ese sitio, y encontrar la forma de mantenerse oculto y lo más a salvo posible.

Sin muchas opciones y cada vez más nervioso, Víctor optó por alejarse del terminal de buses e ir directamente a un servicio de urgencia para refugiarse. Sabía que no era lo más recomendable, pero después de todo lo que había pasado en tan poco tiempo no tenía ninguna seguridad en la idea de estar en alguna clase de hostal o pensión, y por otro lado, en una urgencia se mueve tanta gente que no debería llamar demasiado la atención. Escogió la urgencia Central, ya que ahí había una enorme cantidad de flujo de personas, y se quedó en una de las salas de espera, sentado con el bebé reposando en el canguro tranquilamente, comenzando a dormirse por la hora que era, más de las diez de la noche.

—Es mejor que duermas —murmuró en voz baja—, ahora tenemos que pasar la noche aquí mientras pienso en que es lo que voy a hacer. Ese hombre estaba llamando a la policía supongo, lo que quiere decir que seguramente nos están buscando ahora mismo; tengo que salir de la ciudad, pero no puedo volver al terminal de buses, no me atrevo, sería como ir a entregarme. Necesito pensar en algo.


                                     3

Álvaro Mendoza se sentó y miró a Romina. Ella era una mujer de 28 años, alta, esbelta y de rasgos agudos, de cabello largo castaño oscuro que en ese momento llevaba atado en una cola, y de mirada reflexiva, sobre todo ante la información que estaba viendo en ese instante.

—Éste es el caso que estamos buscando.

La mujer levantó la mirada hacia Álvaro. Él era un hombre de 28 años, que había salido de la universidad junto a ella y desde entonces no se le había separado; ambos eran periodistas, aunque él solo en el último tiempo había experimentado un cambio físico; durante los años de estudio llevaba el cabello largo y un estilo un poco hippie, que abandonó junto con la licenciatura en periodismo para usar jeans y camisa y el cabello muy corto, casi rapado para evitarse los rizos rojizos. Tenía pecas en toda la cara, aunque eso no suavizaba sus rasgos duros y la expresión habitualmente aguda. Ambos eran aves de presa, habían entrado en el mundo del periodismo para hacer cosas grandes, y al parecer había llegado su momento.

— ¿Cómo te conseguiste esto?
—Un amigo que tengo en la fiscalía me dijo, pero no sabe mucho más. Lo que está claro es que los primeros informes que han salido por la prensa no son solo especulaciones, realmente alguien secuestró a un menor de seis meses, y nadie sabe en dónde está.

Romina se puso de pie.

— ¿Sabes lo que me pasa con esto? Que es del tipo de noticia que nos puede llevar a la cima, si lo hacemos muy bien, podríamos incluso pensar en que nos incluyeran en la siguiente temporada de "Reportaje a fondo"
—Tienes razón —opinó él sonriendo con agudeza—, por eso te lo conté lo más rápido que pude, porque es una noticias completamente interesante, hace mucho tiempo que no pasaba algo parecido, para ser más preciso desde ese caso cuando estábamos en la universidad, acuérdate de cómo nos imaginábamos haciendo ese reportaje o el seguimiento.

La decisión entonces estaba tomada.

—Eso es lo que tenemos que hacer, un seguimiento. Es perfecto, perfecto, tenemos que ir un poco más atrás, encontrar a la familia del bebé, y reunir todos los datos posibles, ya sabes que ahora los reportajes con historia son los más pedidos. Luego lo presentamos ya editado y con eso podemos conseguir lo que tanto necesitamos.
—Llevamos ya bastante tiempo detrás de algo así —comentó él—, pero tenemos que comenzar a trabajar ya mismo, antes que alguien se nos adelante.
—Entonces lo haremos —decidió ella—, empezamos a trabajar en éste mismo momento, tenemos que encontrar a la persona que se llevó a ese bebé, y decirle al mundo qué es lo que pasó y quien lo hizo.



Próximo capitulo: Noticias entre manos

La traición de Adán capítulo 19: Cielo infinito



Carmen tomó el primer avión una vez amaneció tras la exitosa jornada de inauguración de la galería de arte, dejando a Adán como encargado del funcionamiento de ésta. Esa misma mañana comenzaron las visitas, y las cuentas comenzaron a marcar esperanzadores números, aunque por el lado de la crítica, esta era tan conflictiva como la obra  en sí, pues se resaltaba el delicado y detallista estilo de la autora, llegando a catalogar su trazo como maestro, pero en contraposición se mencionaba el carácter inquietante y tormentoso del resultado; todos tenían razón, pero ya nada se podía hacer al respecto, por el momento lo importante era sacar los mayores dividendos de la galería, eso haría que su inversión tuviera éxito aun si en el futuro Regreso terminaba destruyendo a su creadora si esta no podía superarlo. El Lunes siguiente el hombre de 24 años se reunió con Bernarda Solar para firmar un suculento contrato.

–Me alegra que estemos comenzando bien –celebró ella sonriente– estoy segura de que todo irá sobre ruedas.

Adán continuaba leyendo el contrato.

–A propósito, supe que ahora eres dueña de la constructora Del Mar.

Bernarda sonrió.

–No soy la dueña, la gente es tan exagerada, solo soy accionista.
–Mayoritaria.
–Pero accionista al fin.
–Te doy el punto –coincidió él tomando lápiz– y ya que estamos en ésta etapa, quiero comenzar con algo que me importa mucho, es decir el proyecto en sí.

La mujer se sacudió el cabello y le enseñó un bosquejo de su proyecto, que el reconoció al instante.

–Esta es la cara que tendrá el Boulevard del centro comercial Plaza  Centenario cuando terminen con él. Será un paseo para los sentidos, pues ahí tendré la galería Cielo, restaurantes, spas, centros de masajes, terapistas, expertos en sanaciones alternativas y todo lo que está relacionado, me refiero a la combinación entre un centro para vacacionar, una ida al museo más vanguardista y un paso por los lugares de encuentro más prestigiosos, todo reunido en un solo sitio; nadie jamás ha intentado algo así, por eso es que será un éxito.

Eva estaba dirigiendo aquel y otros proyectos para la constructora, lo que significaba que estaría informado de manera directa de lo que Bernarda no quisiera decirle, y además de eso, ambos podrían sellar ese lugar con su marca, dejando una clave o un aspecto único que solo ellos dos pudieran entender y que les daría un control total de todo. Jugueteó con el lápiz unos momentos más.

–Es un proyecto sumamente ambicioso.
–Por eso te dije que esto es llegar a otro nivel; haré que la mejor gente trabaje conmigo, por eso es que te quiero aquí. Además tengo a otras personas, solo tenemos que comenzar.

Adán la miró fijamente y vio que Bernarda sería una gran aliada en sus proyectos. Firmó el contrato y se quedó con una copia.

–Excelente, puedes cobrar tu primer cheque este jueves. Ahora tenemos un almuerzo a las dos, con el equipo que he seleccionado, aunque por supuesto podrás hacer modificaciones; quiero que te hagas cargo de todo lo más pronto posible.
–No tengo reparos –comentó él– por lo que veo me estás dando mucha autoridad.
–Casi toda, porque la única persona sobre ti soy yo, pero me cansa estar en reuniones cuando hay tantas cosas mejores que hacer, además que claro, tengo varios otros negocios.

Adán guardó silencio unos momentos. Lo tenía en sus manos, y podría hacer lo que se propusiera de ahí en adelante, no tenía más que pedir por el momento.

Pilar y Margarita se reunieron en la oficina de Martín Zamora, un joven y entusiasta asesor que era amigo del marido de Margarita.

–Así que esa es la idea Martín, ya tienes el estado de la cuenta de la que puedo echar mano,  necesito que me digas si es posible comenzar el proyecto del restaurante.

Martín era delgado y esbelto, de rasgos angulosos y vivaces ojos claros que contrastaban con su piel morena. El hombre sonrió.

– ¿Si es posible? Pilar, ¿tienes alguna idea de cuánto dinero es el que tienes en esta cuenta?
–Pues sí pero...
– ¡Claro que es posible! –sonrió ampliamente– esto es más dinero del que necesitas, de hecho te podrías comprar un edificio completo en un muy buen barrio y aun te alcanzaría para poner el restaurante.
– ¿En serio?
–Sobradamente, incluso te alcanza para mis honorarios. Como sea, voy  a asesorarte en esto, pero quiero definir quién va a hacer que.
–La verdad no soy muy buena para los negocios, así que te dejo toda la logística del tema, con Margarita nos ocuparemos de la temática y todo lo interno.

Martín trabajaba rápido y ya tenía algunas  proyecciones en la pantalla.

–Miren, me parece que tu propuesta de instalarse en el sector de la remodelación Mistral es muy buena, sobre todo porque ese conjunto de edificios extraños está tomando impulso nuevamente, y eso que muchos lo dieron por muerto hace diez años, así que si todo funciona bien podrías convertir tu restaurante en el centro del éxito de allí.
Ahora, tengo una propuesta, y es invertir un monto equivalente a la mitad del capital inicial que invertirás en el restaurante en fondos seguros, así ante cualquier eventualidad tendrás un respaldo y de todos modos la rentabilidad es mayor que los intereses que te genera ese dinero quieto ahí.
–Me parece una buena idea –comentó Margarita rápidamente– además recuerda lo que te dije, tienes que sacar provecho de ese dinero.

Pilar se lo pensó un momento y al fin decidió.

–De acuerdo, apoyo tu idea; lo que sí, quiero la instalación para el restaurante esta misma semana, así que veamos ahora mismo cuales son las opciones.
–Esa actitud me gusta, nos vamos a llevar de maravilla. Acompáñenme ahora mismo, vamos a la oficina de un amigo que es corredor de propiedades y vemos que es lo que podemos conseguir.

Mientras tanto, Esteban estaba solo en su departamento saliendo de la ducha; se sentía extraño estando sin trabajo, ya que como lo había pronosticado, Eva San Román lo había despedido. Desde luego que tuvo que indemnizarlo, así que tenía una interesante suma de dinero en la cuenta corriente y como era ordenado sabía que podía tomarse un tiempo, pero igual todo era nuevo después de años trabajando continuamente; se había llevado todas sus cosas y sus archivos más por orgullo que por otra cosa, porque sabía que Eva ya había conseguido copiar todo lo importante y por eso no lo necesitaba más. Estaba en esos pensamientos cuando tocaron el timbre.

–Micaela, que sorpresa.

La joven estaba haciendo esfuerzos por animarse y lo miró de arriba a abajo.

– ¿Y tú recibes a todas tus visitas en esa facha? Estás prácticamente desnudo.

De hecho él llevaba solo una toalla a la cintura.

–Oh, lo lamento, pero pasa mientras me visto. ¿Y cómo van esos ánimos?
–Más o menos –replicó ella– igual es extraño haber sido despedida después de tan poco y además ser indemnizada, por un lado el dinero me viene bien, pero por otro me frustra haber perdido contra esa desgraciada de Eva San Román.
–La mujer es brillante –comentó Esteban– lo tenía todo planeado desde el principio, me sentí como en medio de una cinta de suspenso en algunos momentos.

Micaela prendió el televisor; estaban pasando un documental de animales cazadores.

–Y podría seguir siéndolo. Si mal no recuerdo dijiste que tenías un amigo que es informático.

El hombre apareció en la sala, ya vestido y mirándola fijamente.

– ¿En qué estás pensando? ¿En venganza?
–Si –respondió la joven livianamente– la gente como ella tiende a dejar una huella de destrucción a su paso, pero siempre son daños menores, a gente que no se puede defender, o personas que no pueden probar nada. Yo digo que podemos desenmascararla, nada más que eso.
–Reconozco que la idea me parece muy atractiva, pero eso nos pone, como dicen en las películas, en el otro lado.

Micaela pensó en su madre.

–Esteban, la única forma de luchar contra este tipo de gente es ser más inteligentes que ellos, y también más malvados si lo quieres decir así. No puede ser todo tan perfecto, no puede ser que ellos siempre ganen.

Él se sentó junto a ella y la abrazó.

–Esto también es por tu madre.
–Ella también está involucrada –respondió lúgubremente– y ahora van a ser aliadas, eso quiere decir que Bernarda Solar encontró a su heredera, no quiero ver a esta ciudad bajo el poder de esas dos.
–Puede ser que tengas razón. Oye, ¿y cómo has estado?
–Bien.
–Vamos, no me digas mentiras. Te estoy preguntando porque sé que no estás de maravillas, quiero apoyarte porque eres mi amiga, pero tienes que ayudarme siendo sincera. Lo que me contaste de tu discusión con tu ex– novia y lo que descubriste es para angustiar a cualquiera.
–Es cierto –replicó Micaela en voz baja– pero no hay mucho  que pueda hacer. Tengo rabia con mi madre por mentirme, rabia conmigo misma por haber desconfiado de Pilar y por haber sido tan tonta, pero una gran parte de la culpa es mía, no puedo simplemente decir que no me importa. Además ya ha pasado tiempo, me gustaría lograr que ella me perdone por todo lo que le dije, pero por otra parte está en su derecho de no querer verme ni en pintura, al fin y al cabo perdonar no es una exigencia.
– ¿La amas?
–Si –respondió resueltamente– durante este tiempo lo negué y quise convertir todo en odio, pero al final la verdad es que la amo. Supongo que por eso también es que quiero hacer algo en contra de Eva y de Bernarda, porque de cierta manera es una forma de recompensar algo de lo mal que hice.

Esteban guardó silencio unos momentos. Le había sorprendido un poco saber toda la verdad, pero eso no cambiaba su amistad por Micaela, de hecho la hacía más fuerte; ahora sabía que tenían que luchar por ese objetivo común.

–Está bien, voy a ayudarte, al final que ya tengo también algo en contra de Eva San Román, no me viene mal algo de acción al respecto. Hagámoslo entonces, vamos a ser justicieros, a ver hasta que parte conseguimos llegar.

El almuerzo con los ejecutivos del Proyecto Cielo había sido largo y provechoso, ya que Adán había entrado en conocimiento de los ejecutivos, y comenzó a tomar de manera real su nuevo puesto; el equipo estaba compuesto por profesionales de alto nivel, lo que haría pensar que estarían por sobre Adán que no ostentaba títulos, pero el cargo y además su personalidad magnética hacían evidente los motivos por los que se encontraría al mando desde ese momento.
El hombre hizo una parada rápida en el departamento, y fue ahí que se topó con una nueva sorpresa: una segunda nota dentro de un sobre diminuto, y en su interior el mismo tipo de mensaje ¨Ya sé quién eres¨
Recibir por segunda vez la misma advertencia delataba  que no se trataba de un hecho fortuito, pero eso no ayudaba en nada. Había descartado cualquier actitud que acusara el golpe, como empezar a hacer preguntas en conserjería o cosas similares, pero en el momento de su vida en que estaba, era necesario saber quién estaba detrás de esas amenazas. Marcó en su teléfono el número de Samuel, el informático al que había recurrido en primer lugar para descubrir el origen del segundo cuadro, pero para su sorpresa se lo encontró fuera de servicio.

–Esto es extraño –dijo para si– no me imagino que...

Optó por no hacer más conjeturas y salir directo al departamento del otro, ya que tenía tiempo aún, pero se encontró con otra desagradable sorpresa.

–El joven del departamento se fué hace una semana –le comentó el conserje del edificio– tomó sus cosas y se largó, fué durante la tarde, y no dejó referencias ni números, de hecho nadie sabía nada, parece que fué alguna emergencia.

Y dada en un muy mal momento. Adán sentía que algo no estaba bien, y lo atribuyó a que posiblemente a Samuel lo habían descubierto en algún ilícito virtual y por eso el apuro por desaparecer; tendría que buscar otros métodos de investigación. Sin antecedentes ni pistas, volvió al departamento, pero en vez de entrar se quedó en el auto, a media cuadra del edificio. La zona no era muy transitada al ser un sector residencial y bien acomodado, así que algún desconocido podía ser advertido con facilidad, pero investigar algo así era trabajo detectivesco que tomaba tiempo del que no disponía; sin embargo vió que el sistema de cámaras de seguridad del edificio de enfrente apuntaba al suyo, con lo que podía hacer un seguimiento, sobre todo considerando que en esta ocasión el lapso de su ausencia era mucho menor, solo tenía que descubrir quien había pasado por allí entre las siete y treinta y las cuatro, y después descubrir si todo eso era nada más que un alarde, o si de verdad alguien había conseguido remover los cimientos de su pasado.

Eva estaba en el edificio de la Constructora Del Mar y Alzarrieta cuando recibió una comunicación de su secretaria.

–Señorita San Román, hay un hombre que quiere hablar con usted y ha insistido mucho.
– ¿Quién es?
–Solo dijo su nombre de pila, dice que usted lo conoce. Se llama Mario.
–Comunícalo.

Esperó unos instantes. Era extraño que la llamara con tanta urgencia cuando su trabajo ya había terminado.

–Diga.
–Soy yo, ¿me reconoce?
–Sí, dime por qué llamas tan insistentemente.

La voz se escuchaba nerviosa del otro lado de la línea.

–Descubrí algo preocupante, pero voy a necesitar más dinero.
– ¿De qué se trata?

El hombre no habló. Por lo visto ya había comprendido el lenguaje.

–Te pagaré Mario, ahora dime qué es lo que descubriste.
– ¿Alguien además de usted tiene acceso a su información o a lo que recibió de mí?
–Nadie. ¿Por qué?
–Porque cuando estaba eliminando las cuentas de correo que creé para enviarle los datos que tomé –replicó siendo claro pero sin palabras concretas– descubrí que alguien hizo un rastreo. La están espiando.

Eva se quedó un momento sin habla mientras las imágenes aparecían en su mente; casi podía ver a la persona tras el ordenador, en la noche, mirando fijo la pantalla mientras trataba de darle alcance aunque fuera en el mundo virtual. No podía ser, no después de tanto tiempo, no después de poner años, tierra y tantas otras cosas de por medio; tal vez era solo parte de las fracasadas medidas de seguridad de Esteban, pero también podía haber algo más y no podía descuidarse. Se echó el cabello hacia atrás en un gesto de nerviosismo, pero controló la voz a la perfección.

–Tendrás lo que corresponde. Tan pronto tengas cualquier otra información avísame, tendrás nuevas recompensas si descubres algo más. Apunta el número donde puedes encontrarme directamente y a cualquier hora.

Le dio rápidamente el número y colgó. No podía ser, no después de tanto esfuerzo por dejar todo atrás; ahora era una mujer exitosa, estaba consiguiendo todo lo que se merecía, por lo que no cabía lugar para los errores.




Próximo episodio: Dueños de todo

Por ti, eternamente Capítulo 5: De la mano de la ley



—Víctor, ¿qué te pasa?

Cuando su amigo Arturo lo removió, Víctor reaccionó y trató de poner la mayor expresión de tranquilidad.

—Lo siento, estaba distraído. Vamos.

Acompañaron al reducidor y al musculoso hasta el cuarto que ocupaba, y con la carpeta en sus manos el de cabello largo le echó una mirada al interior.

— ¿Y entonces qué es lo que se va?
—Todo.
— ¿Cómo todo?
—Todo —explicó como si fuera lo más normal del mundo—, necesito pagar unas deudas, así que es mi única salida.

Arturo hizo una mueca.

—Bueno, mientras tanto yo voy a ir al baño.
— ¡No!

Víctor lo sujetó. Si alguien se acercaba a esa parte estaba perdido.

— ¿Qué te pasa?
—No me dejes solo —le susurró para parecer convincente—, quédate aquí.
—Está bien, si tampoco es urgente.

Unos minutos después el tipo musculoso salía con un armario al hombro como si no tuviera ningún peso; solo había unos bolsos con ropa y pocas cosas más en el suelo.

—Bueno, bueno, aquí tienes lo que acordamos —le alcanzó un fajo de billetes—, fue un placer hacer negocios contigo, si tienes cualquier necesidad solo tienes que buscarme.
—Gracias, eso haré.

El tipo musculoso cerró la puerta trasera del camión y se apeó, tras lo cual el vehículo se fue; Arturo dio un silbido.

—Qué fuerte amigo, tienes una importante cantidad de dinero, pero estás en la calle.

No habían más sonidos alrededor, era un día extraño en el que por suerte no se había topado con nadie del barrio, ideal para pasar desapercibido por el momento, pero no podía confiar en la suerte para siempre; tenía que salir de ahí ya mismo.

—No importa, ya tendré cosas nuevas. Ahora sólo necesito pedirte una cosa más, y es que me prestes la cadenita que te dejé hace un tiempo.
—No tienes que pedirla, es tuya. Oye —lo miró fijamente—, dime qué está pasando, yo soy tu amigo, te prometo que no te voy a juzgar ni le voy a decir a nadie.

Víctor guardó silencio un momento; deseaba tanto hablar con alguien de lo que estaba pasando, soltar algo de toda esa energía que tenía en su interior, poder confiar en alguien que le diera un consejo o al menos lo escuchara, pero ya se sentía muy paranoico como para agregar más tensión, así que respiró hondo y se forzó a mantener la calma.

—Arturo te prometo que te voy a decir la verdad, pero tienes que darme tiempo; ayúdame con lo de la cadena, yo voy a separar la ropa y a lo que vuelvas hablamos, en serio.

No podía seguir perdiendo el tiempo así, estaba estirando demasiado la cuerda, y era realmente un milagro que el bebé no hubiera hecho ningún ruido en todo ese tiempo, aunque por cierto llamaba la atención que Magdalena tuviera razón en decir que era muy tranquilo.

—Está bien, voy y vuelvo en un rato, pero no me puedes dar más largas, cuando llegue me cuentas todo.
—Te lo prometo.

Arturo se fue rápidamente, seguramente estaba decidido a saber toda la verdad, pero Víctor tenía que traicionar su amistad con los planes que tenía.
Tan pronto como su amigo se fue, entró en el cuarto, tratando de ignorar la enorme diferencia entre su cuarto antes y después de la visita del reducidor de especies, porque luego de su llegada había quedado solo con algo de ropa y pocas cosas más. De inmediato entró en el baño y se encontró con el bebé prácticamente en la misma posición en la que lo había dejado en el armarito, despierto y buscando su mirada con sus penetrantes ojos; era un milagro que no hubiera hecho el más mínimo ruido, pero aunque hasta ese momento había tenido suerte, no podía seguir así, tenía que moverse sin tardanza.

—De acuerdo, ahora vamos a tener que salir de aquí lo más rápido posible.

Después se lo pensó y llegó a la conclusión de que había dejado demasiada ropa en los bolsos, y que no tenía absolutamente nada para el bebé; pero tenía dinero resultado de haber vendido todas sus cosas, así que podía hacer algo, pero lo que no podía hacer de ninguna manera era quedarse ahí, porque mientras más se quedaba, más aumentaba su sensación de vacío, y por lo tanto su inseguridad. Y de alguna manera sabía que si salía, no iba a volver.

                             2              

Claudio había estado haciendo una serie de investigaciones antes de entrar nuevamente en la oficina de Fernando de la Torre.

—Permiso.
—Pasa.

De la Torre seguía bastante exaltado, pero se estaba forzando a mantener la calma mientras se llegaba a algún punto donde tuviera que decidir un paso a seguir.

— ¿Qué noticias hay?
—Se están encargando de la señorita Magdalena para poder hacer el velorio correspondiente, pero vine porque tengo información nueva y me parece importante que usted lo sepa.

De la Torre sabía que su asistente se presentaba de esa manera porque había algo que debía saberse.

—Habla.
—Estuve hablando con un conocido en la compañía telefónica, y me entregó un reporte de los últimos movimientos de la línea y también los históricos.
—Eso quiere decir que ya sabes con quien se estuvo comunicando.

Claudio suspiró antes de continuar; había algo en eso, en las jugadas que estaban haciendo, que le decía que no era normal, que algo no terminaba de tener sentido.

—Aún me falta el nombre, que lo voy a tener dentro de poco, pero hay un número al que ella se contactó en último lugar, lo llamé y claramente se asustó, tengo serias razones para pensar que se trata del hombre que tiene a su nieto.
—Es decir que ya sabes que es un hombre.
—Sí, pero lo que me llama la atención no es eso, sino que en el historial del número antiguo de la señorita Magdalena también aparece ese número, con muchas llamadas hace cierto tiempo, poco antes que ella quedara embarazada.

Eso fue como si a De la Torre le aplicaran corriente en la espalda; se puso de pie con los ojos muy abiertos.

— ¿Qué es lo que estás suponiendo Claudio?
—Que hay motivos para creer que ese hombre fuera el padre de la criatura.

De la Torre hizo una pausa; no era difícil imaginar que las cosas eran distintas si su asistente tenía razón, pero eso cambiaba la forma, no el fondo.

—Averigua lo más posible acerca de ese tipo, envía a tu gente a buscarlo y encuéntrenlo sin perder tiempo, pero ya te dije que no quiero que llamen la atención.
—Señor, si mis sospechas son ciertas y el niño estuviera en poder del padre...
—Magdalena hizo muchas cosas incorrectas —lo cortó De la Torre—, alejarse de su familia, ponernos en riesgo, amenazarme y huir con mi nieto, pero no voy a permitir que por un capricho suyo mi nieto termine en cualquier parte. Mi nieto debe estar con los de su sangre, no con un extraño, así que vamos a seguir con lo que habíamos hablado; además, todo el mundo tiene su precio, y si no lo tiene, para algo le pago al abogado todo ese dinero, tiene que servir cuando lo necesito. Mi nieto va a vivir conmigo y con su familia, a cualquier costo.

El asistente aún tenía algunas dudas, seguía creyendo que necesitaban algo más, pero precisamente en ese instante recibió una llamada telefónica.

— ¿Hola? Si, por supuesto... estupendo... si, luego hablamos.

Cortó y devolvió la mirada a su patrón, que lo contemplaba con cierta intriga.

— ¿Que pasó ahora?
—Ya tengo la información que necesitaba señor —explicó lentamente—, el tipo del teléfono que estuvo en contacto con la señorita Magdalena se llama Víctor Segovia Hurtado, y me acaban de enviar todos sus datos; en unos minutos mi gente estará en su casa y en su trabajo, y recuperaremos a su nieto, creo que será mucho más rápido después de todo.

De la Torre suspiró.

—Hasta no ver no creer. Date prisa.

Mientras tanto, en la Fiscalía el fiscal Mendoza tomaba el auricular para llamar a un número directo.

— ¿Hola? Artirreaga, qué gusto hablar contigo... sí, tenemos pendiente un juego de tenis para vengarme por la humillante derrota de la última vez... sí, pero ahora te llamo porque necesito tu ayuda. Si, eres un viejo zorro, sigues teniendo el mismo olfato de siempre; asigna a alguien de tu departamento, sé que es apresurado, pero lo necesitamos, la desaparición de un menor siempre hace que la sociedad se sienta insegura y es un crimen grave. Por favor, sabes lo que pasó hace dos años... gracias, sabía que ibas a entender... no, no es necesario, hazlo tan pronto se confirmen las primeras investigaciones, me refiero a que cuando logremos tener una imagen clara y un sitio o un nombre, puedas llamar de inmediato a un oficial y asignarlo... exacto, no podemos dar pie a errores. Gracias.

Colgó y se quedó en su escritorio; siempre había un filtro, un montón de ojos y oídos que estaban pendientes, y avisaban de cualquier denuncia de determinadas características, con lo que la información se dirigía a los puntos indicados y antes incluso que terminaran ciertos procedimientos oficiales. La desaparición de un menor era un caso importante, y si efectivamente las cosas eran tan malas como pintaban, había que dar un golpe y encontrar al menor, para devolverlo con su familia lo más pronto posible.



Próximo capítulo: Mentiras piadosas