Por ti, eternamente Capítulo 6: Mentiras piadosas



Tan pronto como dejó el cuarto en donde había vivido durante años, solo con una mochila con ropa y el bebé en brazos, Víctor se alejó del lugar para evitar los arrepentimientos, y fue directo a una farmacia, donde compró todo lo que necesitaba para el bebé, es decir pañales, ropa de cambio, accesorios, leche, vitaminas y preparados; agradeció los años de escuela en donde, para ganar dinero hacía de canguro, porque gracias a eso sabía cómo cuidar de él y también identificar sus comportamientos. Sabía que estaba seco, alimentado y en perfecto estado de salud, lo que explicaba su actitud, y además era claro que tenía costumbre de comer a horas específicas, ya que en las casi dos horas que lo tenía consigo  no había hecho ninguna seña en ese sentido. De primera la paranoia lo perseguía, pero por suerte logró mantener el temple suficiente para no llamar la atención, aunque por supuesto ir por la ciudad con un bebé a cuestas claramente le parecía muy llamativo. De primer momento no tenía muy claras las cosas, pero después decidió salir de la ciudad, al menos momentáneamente, mientras se le ocurría un plan mejor, de modo que tenía que ir al terminal de buses. En la Capital había dos, así que fue al que le quedaba más cerca, pero se topó con una sorpresa inesperada.

—Lo siento joven, pero los pasajes están todos agotados.
— ¿Y eso por qué?
—Porque viene la festividad de la Virgen, en ésta época siempre se agotan.

No contaba con eso, pero aún le quedaba una oportunidad, así que salió de allí y llamó desde un teléfono público al otro terminal, donde después de mucho insistir logró reservar un pasaje al Sur para las nueve y media.

— ¿Qué pasa? Debes tener hambre, voy a darte algo de comer, no te preocupes.

El bebé estaba claramente inquieto, aunque no lloraba ni nada, pero si se movía bastante. Tuvo que devolverse al terminal y entrar a uno de los baños para padres, donde siguiendo las instrucciones del envase junto con lo que recordaba de su época de canguro preparó leche y se la dio, logrando calmarlo de inmediato.

—Tenías hambre, mira qué manera de comer.

El pequeño estaba literalmente pegado a la mamadera, pero era bueno porque eso lo mantendría tranquilo, lo último que necesitaba era llamar la atención en donde fuera que estuviese. Sabía que tenía a Ariel hacía solo unas cuantas horas en sus brazos, pero desde ese momento toda su vida estaba vuelta de cabeza; no podía olvidar las palabras de ese educado hombre amenazándolo por teléfono, diciéndole que debía entregar al bebé en una iglesia para evitarse problemas. No podía, simplemente no podía, y no se trataba de la promesa a Magdalena únicamente, también tenía que ver con su propia responsabilidad, con que él se había criado por las suyas desde que sus padres murieron, y no podía dejar a un hijo suyo en las manos de alguien más, independiente de todo lo demás.

—Vamos, tenemos que salir de viaje.

Faltaban un par de horas para que tuviera que viajar, pero mientras tanto, no le pareció buena idea deambular por todas partes cuando ya había una noticia relacionada con él en las radios, pero quedarse en un hotel era demasiado llamativo y las pensiones tendían a ser peligrosas por esas zonas; optó por ir directo al otro terminal, y quedarse en las instalaciones, al final que sabía que al tener varios pisos en el edificio adjunto, tendría la posibilidad de pasar inadvertido durante más tiempo.

                                   2          

Más tarde, Víctor ya estaba en el Terminal de buses Santa Rosario, esperando a que diera la hora indicada para abordar el bus; ya había estado en el patio de comidas en el cuarto piso y se había estado moviendo por el segundo y tercero, y para su tranquilidad no llamaba en nada la atención, ya que por un sitio como ese deambulaban familias de todo tipo, extranjeros, y gente de todas edades y orígenes, así que a fin de cuentas él con un bebé en brazos perfectamente podía pasar por un joven esperando a alguien como muchos otros. Después de las siete de la tarde, Ariel despertó buscando ansioso su cara.

—Ya despertaste —comentó mirándolo—, parece que no te caigo mal, y tú me caíste bien desde el principio, eres muy observador y tienes esos enormes ojos como los de tu madre.

Quedó en silencio durante algunos momentos, pero ante el recuerdo de esos momentos con Magdalena, se sintió flaquear, por lo que optó por desplazarse nuevamente; tomó el ascensor y bajó hasta el primer subterráneo, pero a los pocos pasos comprobó que había sido mala idea, porque ese piso estaba prácticamente vacío, solo era un largo pasillo que conectaba con los ascensores, los montacargas y las bodegas de los locatarios de los otros pisos, además de los accesos a algunos estacionamientos subterráneos.

—Creo que lo mejor es subir.

Llegó a una esquina que conducía a una de las entradas del estacionamiento, y se quedó muy quieto esperando, hasta que localizó un sonido a cierta distancia.

»Continuamos con la información que entregábamos anteriormente. Según las informaciones que se manejan, hay nerviosismo en la Fiscalía, porque ya se presentó una denuncia por la desaparición de un lactante de seis meses de vida, el que habría sido arrebatado de los brazos de su madre éste mismo mediodía; aún no hay información acerca de la identidad de la madre del lactante o de la persona que se lo llevó con paradero aún desconocido,  pero se comenta que el bebé sería parte de una importante y conocida familia con empresas bajo su manejo, lo que haría pensar en algún chantaje o venganza y algún tipo de recompensa por cualquier dato; nuestras fuentes indican que la policía ya fue contactada para coordinar la búsqueda inmediata del menor.«

Y la noticia seguía saliendo en las radios; era impresionante que en tan pocas horas ya se estuvieran filtrando detalles, se notaba que lo que decía Magdalena acerca de las influencias de su familia era totalmente cierto. Decidió devolverse y subir otra vez, así que comenzó a caminar lentamente, con el bebé en sus brazos.

—Creo que es mejor ponerte en el canguro que te compré —dijo en voz baja—, así vas a estar más tranquilo y cómodo; que bueno que no te estás enterando de nada, porque ahora en las noticias están hablando de la familia de tu madre. No sé cómo puede ser que...

Iba a decir algo más, pero se quedó muy quieto, con una extraña sensación. El corazón de pronto le azotó el pecho, se sintió seguido, como si hubiera ojos muy fijos en él.

Y en ese momento vio a un hombre a un costado marcando un número en el celular, mirándolo fijo, con una inexplicable media sonrisa en los labios, entre disculpa y satisfacción.

—Lo siento, pero tengo una familia que mantener.

Víctor sintió una oleada de furia; el tipo lo había escuchado hablar, y había sacado conclusiones con increíble rapidez. Podía hacerse el loco, pero sabía que por su propia expresión ya se había delatado.

—Y yo tengo una familia que proteger.

Y antes que el otro hombre pudiera reaccionar, se subió al ascensor y cerró la puerta, que por fortuna cerró por completo antes que nadie lo impidiera. Mientras subía sabía que no solo había perdido el pasaje que ya tenía pagado, también el lugar en donde pudiera pasar la noche; tenía que desaparecer de inmediato de ese sitio, y encontrar la forma de mantenerse oculto y lo más a salvo posible.

Sin muchas opciones y cada vez más nervioso, Víctor optó por alejarse del terminal de buses e ir directamente a un servicio de urgencia para refugiarse. Sabía que no era lo más recomendable, pero después de todo lo que había pasado en tan poco tiempo no tenía ninguna seguridad en la idea de estar en alguna clase de hostal o pensión, y por otro lado, en una urgencia se mueve tanta gente que no debería llamar demasiado la atención. Escogió la urgencia Central, ya que ahí había una enorme cantidad de flujo de personas, y se quedó en una de las salas de espera, sentado con el bebé reposando en el canguro tranquilamente, comenzando a dormirse por la hora que era, más de las diez de la noche.

—Es mejor que duermas —murmuró en voz baja—, ahora tenemos que pasar la noche aquí mientras pienso en que es lo que voy a hacer. Ese hombre estaba llamando a la policía supongo, lo que quiere decir que seguramente nos están buscando ahora mismo; tengo que salir de la ciudad, pero no puedo volver al terminal de buses, no me atrevo, sería como ir a entregarme. Necesito pensar en algo.


                                     3

Álvaro Mendoza se sentó y miró a Romina. Ella era una mujer de 28 años, alta, esbelta y de rasgos agudos, de cabello largo castaño oscuro que en ese momento llevaba atado en una cola, y de mirada reflexiva, sobre todo ante la información que estaba viendo en ese instante.

—Éste es el caso que estamos buscando.

La mujer levantó la mirada hacia Álvaro. Él era un hombre de 28 años, que había salido de la universidad junto a ella y desde entonces no se le había separado; ambos eran periodistas, aunque él solo en el último tiempo había experimentado un cambio físico; durante los años de estudio llevaba el cabello largo y un estilo un poco hippie, que abandonó junto con la licenciatura en periodismo para usar jeans y camisa y el cabello muy corto, casi rapado para evitarse los rizos rojizos. Tenía pecas en toda la cara, aunque eso no suavizaba sus rasgos duros y la expresión habitualmente aguda. Ambos eran aves de presa, habían entrado en el mundo del periodismo para hacer cosas grandes, y al parecer había llegado su momento.

— ¿Cómo te conseguiste esto?
—Un amigo que tengo en la fiscalía me dijo, pero no sabe mucho más. Lo que está claro es que los primeros informes que han salido por la prensa no son solo especulaciones, realmente alguien secuestró a un menor de seis meses, y nadie sabe en dónde está.

Romina se puso de pie.

— ¿Sabes lo que me pasa con esto? Que es del tipo de noticia que nos puede llevar a la cima, si lo hacemos muy bien, podríamos incluso pensar en que nos incluyeran en la siguiente temporada de "Reportaje a fondo"
—Tienes razón —opinó él sonriendo con agudeza—, por eso te lo conté lo más rápido que pude, porque es una noticias completamente interesante, hace mucho tiempo que no pasaba algo parecido, para ser más preciso desde ese caso cuando estábamos en la universidad, acuérdate de cómo nos imaginábamos haciendo ese reportaje o el seguimiento.

La decisión entonces estaba tomada.

—Eso es lo que tenemos que hacer, un seguimiento. Es perfecto, perfecto, tenemos que ir un poco más atrás, encontrar a la familia del bebé, y reunir todos los datos posibles, ya sabes que ahora los reportajes con historia son los más pedidos. Luego lo presentamos ya editado y con eso podemos conseguir lo que tanto necesitamos.
—Llevamos ya bastante tiempo detrás de algo así —comentó él—, pero tenemos que comenzar a trabajar ya mismo, antes que alguien se nos adelante.
—Entonces lo haremos —decidió ella—, empezamos a trabajar en éste mismo momento, tenemos que encontrar a la persona que se llevó a ese bebé, y decirle al mundo qué es lo que pasó y quien lo hizo.



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La traición de Adán capítulo 19: Cielo infinito



Carmen tomó el primer avión una vez amaneció tras la exitosa jornada de inauguración de la galería de arte, dejando a Adán como encargado del funcionamiento de ésta. Esa misma mañana comenzaron las visitas, y las cuentas comenzaron a marcar esperanzadores números, aunque por el lado de la crítica, esta era tan conflictiva como la obra  en sí, pues se resaltaba el delicado y detallista estilo de la autora, llegando a catalogar su trazo como maestro, pero en contraposición se mencionaba el carácter inquietante y tormentoso del resultado; todos tenían razón, pero ya nada se podía hacer al respecto, por el momento lo importante era sacar los mayores dividendos de la galería, eso haría que su inversión tuviera éxito aun si en el futuro Regreso terminaba destruyendo a su creadora si esta no podía superarlo. El Lunes siguiente el hombre de 24 años se reunió con Bernarda Solar para firmar un suculento contrato.

–Me alegra que estemos comenzando bien –celebró ella sonriente– estoy segura de que todo irá sobre ruedas.

Adán continuaba leyendo el contrato.

–A propósito, supe que ahora eres dueña de la constructora Del Mar.

Bernarda sonrió.

–No soy la dueña, la gente es tan exagerada, solo soy accionista.
–Mayoritaria.
–Pero accionista al fin.
–Te doy el punto –coincidió él tomando lápiz– y ya que estamos en ésta etapa, quiero comenzar con algo que me importa mucho, es decir el proyecto en sí.

La mujer se sacudió el cabello y le enseñó un bosquejo de su proyecto, que el reconoció al instante.

–Esta es la cara que tendrá el Boulevard del centro comercial Plaza  Centenario cuando terminen con él. Será un paseo para los sentidos, pues ahí tendré la galería Cielo, restaurantes, spas, centros de masajes, terapistas, expertos en sanaciones alternativas y todo lo que está relacionado, me refiero a la combinación entre un centro para vacacionar, una ida al museo más vanguardista y un paso por los lugares de encuentro más prestigiosos, todo reunido en un solo sitio; nadie jamás ha intentado algo así, por eso es que será un éxito.

Eva estaba dirigiendo aquel y otros proyectos para la constructora, lo que significaba que estaría informado de manera directa de lo que Bernarda no quisiera decirle, y además de eso, ambos podrían sellar ese lugar con su marca, dejando una clave o un aspecto único que solo ellos dos pudieran entender y que les daría un control total de todo. Jugueteó con el lápiz unos momentos más.

–Es un proyecto sumamente ambicioso.
–Por eso te dije que esto es llegar a otro nivel; haré que la mejor gente trabaje conmigo, por eso es que te quiero aquí. Además tengo a otras personas, solo tenemos que comenzar.

Adán la miró fijamente y vio que Bernarda sería una gran aliada en sus proyectos. Firmó el contrato y se quedó con una copia.

–Excelente, puedes cobrar tu primer cheque este jueves. Ahora tenemos un almuerzo a las dos, con el equipo que he seleccionado, aunque por supuesto podrás hacer modificaciones; quiero que te hagas cargo de todo lo más pronto posible.
–No tengo reparos –comentó él– por lo que veo me estás dando mucha autoridad.
–Casi toda, porque la única persona sobre ti soy yo, pero me cansa estar en reuniones cuando hay tantas cosas mejores que hacer, además que claro, tengo varios otros negocios.

Adán guardó silencio unos momentos. Lo tenía en sus manos, y podría hacer lo que se propusiera de ahí en adelante, no tenía más que pedir por el momento.

Pilar y Margarita se reunieron en la oficina de Martín Zamora, un joven y entusiasta asesor que era amigo del marido de Margarita.

–Así que esa es la idea Martín, ya tienes el estado de la cuenta de la que puedo echar mano,  necesito que me digas si es posible comenzar el proyecto del restaurante.

Martín era delgado y esbelto, de rasgos angulosos y vivaces ojos claros que contrastaban con su piel morena. El hombre sonrió.

– ¿Si es posible? Pilar, ¿tienes alguna idea de cuánto dinero es el que tienes en esta cuenta?
–Pues sí pero...
– ¡Claro que es posible! –sonrió ampliamente– esto es más dinero del que necesitas, de hecho te podrías comprar un edificio completo en un muy buen barrio y aun te alcanzaría para poner el restaurante.
– ¿En serio?
–Sobradamente, incluso te alcanza para mis honorarios. Como sea, voy  a asesorarte en esto, pero quiero definir quién va a hacer que.
–La verdad no soy muy buena para los negocios, así que te dejo toda la logística del tema, con Margarita nos ocuparemos de la temática y todo lo interno.

Martín trabajaba rápido y ya tenía algunas  proyecciones en la pantalla.

–Miren, me parece que tu propuesta de instalarse en el sector de la remodelación Mistral es muy buena, sobre todo porque ese conjunto de edificios extraños está tomando impulso nuevamente, y eso que muchos lo dieron por muerto hace diez años, así que si todo funciona bien podrías convertir tu restaurante en el centro del éxito de allí.
Ahora, tengo una propuesta, y es invertir un monto equivalente a la mitad del capital inicial que invertirás en el restaurante en fondos seguros, así ante cualquier eventualidad tendrás un respaldo y de todos modos la rentabilidad es mayor que los intereses que te genera ese dinero quieto ahí.
–Me parece una buena idea –comentó Margarita rápidamente– además recuerda lo que te dije, tienes que sacar provecho de ese dinero.

Pilar se lo pensó un momento y al fin decidió.

–De acuerdo, apoyo tu idea; lo que sí, quiero la instalación para el restaurante esta misma semana, así que veamos ahora mismo cuales son las opciones.
–Esa actitud me gusta, nos vamos a llevar de maravilla. Acompáñenme ahora mismo, vamos a la oficina de un amigo que es corredor de propiedades y vemos que es lo que podemos conseguir.

Mientras tanto, Esteban estaba solo en su departamento saliendo de la ducha; se sentía extraño estando sin trabajo, ya que como lo había pronosticado, Eva San Román lo había despedido. Desde luego que tuvo que indemnizarlo, así que tenía una interesante suma de dinero en la cuenta corriente y como era ordenado sabía que podía tomarse un tiempo, pero igual todo era nuevo después de años trabajando continuamente; se había llevado todas sus cosas y sus archivos más por orgullo que por otra cosa, porque sabía que Eva ya había conseguido copiar todo lo importante y por eso no lo necesitaba más. Estaba en esos pensamientos cuando tocaron el timbre.

–Micaela, que sorpresa.

La joven estaba haciendo esfuerzos por animarse y lo miró de arriba a abajo.

– ¿Y tú recibes a todas tus visitas en esa facha? Estás prácticamente desnudo.

De hecho él llevaba solo una toalla a la cintura.

–Oh, lo lamento, pero pasa mientras me visto. ¿Y cómo van esos ánimos?
–Más o menos –replicó ella– igual es extraño haber sido despedida después de tan poco y además ser indemnizada, por un lado el dinero me viene bien, pero por otro me frustra haber perdido contra esa desgraciada de Eva San Román.
–La mujer es brillante –comentó Esteban– lo tenía todo planeado desde el principio, me sentí como en medio de una cinta de suspenso en algunos momentos.

Micaela prendió el televisor; estaban pasando un documental de animales cazadores.

–Y podría seguir siéndolo. Si mal no recuerdo dijiste que tenías un amigo que es informático.

El hombre apareció en la sala, ya vestido y mirándola fijamente.

– ¿En qué estás pensando? ¿En venganza?
–Si –respondió la joven livianamente– la gente como ella tiende a dejar una huella de destrucción a su paso, pero siempre son daños menores, a gente que no se puede defender, o personas que no pueden probar nada. Yo digo que podemos desenmascararla, nada más que eso.
–Reconozco que la idea me parece muy atractiva, pero eso nos pone, como dicen en las películas, en el otro lado.

Micaela pensó en su madre.

–Esteban, la única forma de luchar contra este tipo de gente es ser más inteligentes que ellos, y también más malvados si lo quieres decir así. No puede ser todo tan perfecto, no puede ser que ellos siempre ganen.

Él se sentó junto a ella y la abrazó.

–Esto también es por tu madre.
–Ella también está involucrada –respondió lúgubremente– y ahora van a ser aliadas, eso quiere decir que Bernarda Solar encontró a su heredera, no quiero ver a esta ciudad bajo el poder de esas dos.
–Puede ser que tengas razón. Oye, ¿y cómo has estado?
–Bien.
–Vamos, no me digas mentiras. Te estoy preguntando porque sé que no estás de maravillas, quiero apoyarte porque eres mi amiga, pero tienes que ayudarme siendo sincera. Lo que me contaste de tu discusión con tu ex– novia y lo que descubriste es para angustiar a cualquiera.
–Es cierto –replicó Micaela en voz baja– pero no hay mucho  que pueda hacer. Tengo rabia con mi madre por mentirme, rabia conmigo misma por haber desconfiado de Pilar y por haber sido tan tonta, pero una gran parte de la culpa es mía, no puedo simplemente decir que no me importa. Además ya ha pasado tiempo, me gustaría lograr que ella me perdone por todo lo que le dije, pero por otra parte está en su derecho de no querer verme ni en pintura, al fin y al cabo perdonar no es una exigencia.
– ¿La amas?
–Si –respondió resueltamente– durante este tiempo lo negué y quise convertir todo en odio, pero al final la verdad es que la amo. Supongo que por eso también es que quiero hacer algo en contra de Eva y de Bernarda, porque de cierta manera es una forma de recompensar algo de lo mal que hice.

Esteban guardó silencio unos momentos. Le había sorprendido un poco saber toda la verdad, pero eso no cambiaba su amistad por Micaela, de hecho la hacía más fuerte; ahora sabía que tenían que luchar por ese objetivo común.

–Está bien, voy a ayudarte, al final que ya tengo también algo en contra de Eva San Román, no me viene mal algo de acción al respecto. Hagámoslo entonces, vamos a ser justicieros, a ver hasta que parte conseguimos llegar.

El almuerzo con los ejecutivos del Proyecto Cielo había sido largo y provechoso, ya que Adán había entrado en conocimiento de los ejecutivos, y comenzó a tomar de manera real su nuevo puesto; el equipo estaba compuesto por profesionales de alto nivel, lo que haría pensar que estarían por sobre Adán que no ostentaba títulos, pero el cargo y además su personalidad magnética hacían evidente los motivos por los que se encontraría al mando desde ese momento.
El hombre hizo una parada rápida en el departamento, y fue ahí que se topó con una nueva sorpresa: una segunda nota dentro de un sobre diminuto, y en su interior el mismo tipo de mensaje ¨Ya sé quién eres¨
Recibir por segunda vez la misma advertencia delataba  que no se trataba de un hecho fortuito, pero eso no ayudaba en nada. Había descartado cualquier actitud que acusara el golpe, como empezar a hacer preguntas en conserjería o cosas similares, pero en el momento de su vida en que estaba, era necesario saber quién estaba detrás de esas amenazas. Marcó en su teléfono el número de Samuel, el informático al que había recurrido en primer lugar para descubrir el origen del segundo cuadro, pero para su sorpresa se lo encontró fuera de servicio.

–Esto es extraño –dijo para si– no me imagino que...

Optó por no hacer más conjeturas y salir directo al departamento del otro, ya que tenía tiempo aún, pero se encontró con otra desagradable sorpresa.

–El joven del departamento se fué hace una semana –le comentó el conserje del edificio– tomó sus cosas y se largó, fué durante la tarde, y no dejó referencias ni números, de hecho nadie sabía nada, parece que fué alguna emergencia.

Y dada en un muy mal momento. Adán sentía que algo no estaba bien, y lo atribuyó a que posiblemente a Samuel lo habían descubierto en algún ilícito virtual y por eso el apuro por desaparecer; tendría que buscar otros métodos de investigación. Sin antecedentes ni pistas, volvió al departamento, pero en vez de entrar se quedó en el auto, a media cuadra del edificio. La zona no era muy transitada al ser un sector residencial y bien acomodado, así que algún desconocido podía ser advertido con facilidad, pero investigar algo así era trabajo detectivesco que tomaba tiempo del que no disponía; sin embargo vió que el sistema de cámaras de seguridad del edificio de enfrente apuntaba al suyo, con lo que podía hacer un seguimiento, sobre todo considerando que en esta ocasión el lapso de su ausencia era mucho menor, solo tenía que descubrir quien había pasado por allí entre las siete y treinta y las cuatro, y después descubrir si todo eso era nada más que un alarde, o si de verdad alguien había conseguido remover los cimientos de su pasado.

Eva estaba en el edificio de la Constructora Del Mar y Alzarrieta cuando recibió una comunicación de su secretaria.

–Señorita San Román, hay un hombre que quiere hablar con usted y ha insistido mucho.
– ¿Quién es?
–Solo dijo su nombre de pila, dice que usted lo conoce. Se llama Mario.
–Comunícalo.

Esperó unos instantes. Era extraño que la llamara con tanta urgencia cuando su trabajo ya había terminado.

–Diga.
–Soy yo, ¿me reconoce?
–Sí, dime por qué llamas tan insistentemente.

La voz se escuchaba nerviosa del otro lado de la línea.

–Descubrí algo preocupante, pero voy a necesitar más dinero.
– ¿De qué se trata?

El hombre no habló. Por lo visto ya había comprendido el lenguaje.

–Te pagaré Mario, ahora dime qué es lo que descubriste.
– ¿Alguien además de usted tiene acceso a su información o a lo que recibió de mí?
–Nadie. ¿Por qué?
–Porque cuando estaba eliminando las cuentas de correo que creé para enviarle los datos que tomé –replicó siendo claro pero sin palabras concretas– descubrí que alguien hizo un rastreo. La están espiando.

Eva se quedó un momento sin habla mientras las imágenes aparecían en su mente; casi podía ver a la persona tras el ordenador, en la noche, mirando fijo la pantalla mientras trataba de darle alcance aunque fuera en el mundo virtual. No podía ser, no después de tanto tiempo, no después de poner años, tierra y tantas otras cosas de por medio; tal vez era solo parte de las fracasadas medidas de seguridad de Esteban, pero también podía haber algo más y no podía descuidarse. Se echó el cabello hacia atrás en un gesto de nerviosismo, pero controló la voz a la perfección.

–Tendrás lo que corresponde. Tan pronto tengas cualquier otra información avísame, tendrás nuevas recompensas si descubres algo más. Apunta el número donde puedes encontrarme directamente y a cualquier hora.

Le dio rápidamente el número y colgó. No podía ser, no después de tanto esfuerzo por dejar todo atrás; ahora era una mujer exitosa, estaba consiguiendo todo lo que se merecía, por lo que no cabía lugar para los errores.




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Por ti, eternamente Capítulo 5: De la mano de la ley



—Víctor, ¿qué te pasa?

Cuando su amigo Arturo lo removió, Víctor reaccionó y trató de poner la mayor expresión de tranquilidad.

—Lo siento, estaba distraído. Vamos.

Acompañaron al reducidor y al musculoso hasta el cuarto que ocupaba, y con la carpeta en sus manos el de cabello largo le echó una mirada al interior.

— ¿Y entonces qué es lo que se va?
—Todo.
— ¿Cómo todo?
—Todo —explicó como si fuera lo más normal del mundo—, necesito pagar unas deudas, así que es mi única salida.

Arturo hizo una mueca.

—Bueno, mientras tanto yo voy a ir al baño.
— ¡No!

Víctor lo sujetó. Si alguien se acercaba a esa parte estaba perdido.

— ¿Qué te pasa?
—No me dejes solo —le susurró para parecer convincente—, quédate aquí.
—Está bien, si tampoco es urgente.

Unos minutos después el tipo musculoso salía con un armario al hombro como si no tuviera ningún peso; solo había unos bolsos con ropa y pocas cosas más en el suelo.

—Bueno, bueno, aquí tienes lo que acordamos —le alcanzó un fajo de billetes—, fue un placer hacer negocios contigo, si tienes cualquier necesidad solo tienes que buscarme.
—Gracias, eso haré.

El tipo musculoso cerró la puerta trasera del camión y se apeó, tras lo cual el vehículo se fue; Arturo dio un silbido.

—Qué fuerte amigo, tienes una importante cantidad de dinero, pero estás en la calle.

No habían más sonidos alrededor, era un día extraño en el que por suerte no se había topado con nadie del barrio, ideal para pasar desapercibido por el momento, pero no podía confiar en la suerte para siempre; tenía que salir de ahí ya mismo.

—No importa, ya tendré cosas nuevas. Ahora sólo necesito pedirte una cosa más, y es que me prestes la cadenita que te dejé hace un tiempo.
—No tienes que pedirla, es tuya. Oye —lo miró fijamente—, dime qué está pasando, yo soy tu amigo, te prometo que no te voy a juzgar ni le voy a decir a nadie.

Víctor guardó silencio un momento; deseaba tanto hablar con alguien de lo que estaba pasando, soltar algo de toda esa energía que tenía en su interior, poder confiar en alguien que le diera un consejo o al menos lo escuchara, pero ya se sentía muy paranoico como para agregar más tensión, así que respiró hondo y se forzó a mantener la calma.

—Arturo te prometo que te voy a decir la verdad, pero tienes que darme tiempo; ayúdame con lo de la cadena, yo voy a separar la ropa y a lo que vuelvas hablamos, en serio.

No podía seguir perdiendo el tiempo así, estaba estirando demasiado la cuerda, y era realmente un milagro que el bebé no hubiera hecho ningún ruido en todo ese tiempo, aunque por cierto llamaba la atención que Magdalena tuviera razón en decir que era muy tranquilo.

—Está bien, voy y vuelvo en un rato, pero no me puedes dar más largas, cuando llegue me cuentas todo.
—Te lo prometo.

Arturo se fue rápidamente, seguramente estaba decidido a saber toda la verdad, pero Víctor tenía que traicionar su amistad con los planes que tenía.
Tan pronto como su amigo se fue, entró en el cuarto, tratando de ignorar la enorme diferencia entre su cuarto antes y después de la visita del reducidor de especies, porque luego de su llegada había quedado solo con algo de ropa y pocas cosas más. De inmediato entró en el baño y se encontró con el bebé prácticamente en la misma posición en la que lo había dejado en el armarito, despierto y buscando su mirada con sus penetrantes ojos; era un milagro que no hubiera hecho el más mínimo ruido, pero aunque hasta ese momento había tenido suerte, no podía seguir así, tenía que moverse sin tardanza.

—De acuerdo, ahora vamos a tener que salir de aquí lo más rápido posible.

Después se lo pensó y llegó a la conclusión de que había dejado demasiada ropa en los bolsos, y que no tenía absolutamente nada para el bebé; pero tenía dinero resultado de haber vendido todas sus cosas, así que podía hacer algo, pero lo que no podía hacer de ninguna manera era quedarse ahí, porque mientras más se quedaba, más aumentaba su sensación de vacío, y por lo tanto su inseguridad. Y de alguna manera sabía que si salía, no iba a volver.

                             2              

Claudio había estado haciendo una serie de investigaciones antes de entrar nuevamente en la oficina de Fernando de la Torre.

—Permiso.
—Pasa.

De la Torre seguía bastante exaltado, pero se estaba forzando a mantener la calma mientras se llegaba a algún punto donde tuviera que decidir un paso a seguir.

— ¿Qué noticias hay?
—Se están encargando de la señorita Magdalena para poder hacer el velorio correspondiente, pero vine porque tengo información nueva y me parece importante que usted lo sepa.

De la Torre sabía que su asistente se presentaba de esa manera porque había algo que debía saberse.

—Habla.
—Estuve hablando con un conocido en la compañía telefónica, y me entregó un reporte de los últimos movimientos de la línea y también los históricos.
—Eso quiere decir que ya sabes con quien se estuvo comunicando.

Claudio suspiró antes de continuar; había algo en eso, en las jugadas que estaban haciendo, que le decía que no era normal, que algo no terminaba de tener sentido.

—Aún me falta el nombre, que lo voy a tener dentro de poco, pero hay un número al que ella se contactó en último lugar, lo llamé y claramente se asustó, tengo serias razones para pensar que se trata del hombre que tiene a su nieto.
—Es decir que ya sabes que es un hombre.
—Sí, pero lo que me llama la atención no es eso, sino que en el historial del número antiguo de la señorita Magdalena también aparece ese número, con muchas llamadas hace cierto tiempo, poco antes que ella quedara embarazada.

Eso fue como si a De la Torre le aplicaran corriente en la espalda; se puso de pie con los ojos muy abiertos.

— ¿Qué es lo que estás suponiendo Claudio?
—Que hay motivos para creer que ese hombre fuera el padre de la criatura.

De la Torre hizo una pausa; no era difícil imaginar que las cosas eran distintas si su asistente tenía razón, pero eso cambiaba la forma, no el fondo.

—Averigua lo más posible acerca de ese tipo, envía a tu gente a buscarlo y encuéntrenlo sin perder tiempo, pero ya te dije que no quiero que llamen la atención.
—Señor, si mis sospechas son ciertas y el niño estuviera en poder del padre...
—Magdalena hizo muchas cosas incorrectas —lo cortó De la Torre—, alejarse de su familia, ponernos en riesgo, amenazarme y huir con mi nieto, pero no voy a permitir que por un capricho suyo mi nieto termine en cualquier parte. Mi nieto debe estar con los de su sangre, no con un extraño, así que vamos a seguir con lo que habíamos hablado; además, todo el mundo tiene su precio, y si no lo tiene, para algo le pago al abogado todo ese dinero, tiene que servir cuando lo necesito. Mi nieto va a vivir conmigo y con su familia, a cualquier costo.

El asistente aún tenía algunas dudas, seguía creyendo que necesitaban algo más, pero precisamente en ese instante recibió una llamada telefónica.

— ¿Hola? Si, por supuesto... estupendo... si, luego hablamos.

Cortó y devolvió la mirada a su patrón, que lo contemplaba con cierta intriga.

— ¿Que pasó ahora?
—Ya tengo la información que necesitaba señor —explicó lentamente—, el tipo del teléfono que estuvo en contacto con la señorita Magdalena se llama Víctor Segovia Hurtado, y me acaban de enviar todos sus datos; en unos minutos mi gente estará en su casa y en su trabajo, y recuperaremos a su nieto, creo que será mucho más rápido después de todo.

De la Torre suspiró.

—Hasta no ver no creer. Date prisa.

Mientras tanto, en la Fiscalía el fiscal Mendoza tomaba el auricular para llamar a un número directo.

— ¿Hola? Artirreaga, qué gusto hablar contigo... sí, tenemos pendiente un juego de tenis para vengarme por la humillante derrota de la última vez... sí, pero ahora te llamo porque necesito tu ayuda. Si, eres un viejo zorro, sigues teniendo el mismo olfato de siempre; asigna a alguien de tu departamento, sé que es apresurado, pero lo necesitamos, la desaparición de un menor siempre hace que la sociedad se sienta insegura y es un crimen grave. Por favor, sabes lo que pasó hace dos años... gracias, sabía que ibas a entender... no, no es necesario, hazlo tan pronto se confirmen las primeras investigaciones, me refiero a que cuando logremos tener una imagen clara y un sitio o un nombre, puedas llamar de inmediato a un oficial y asignarlo... exacto, no podemos dar pie a errores. Gracias.

Colgó y se quedó en su escritorio; siempre había un filtro, un montón de ojos y oídos que estaban pendientes, y avisaban de cualquier denuncia de determinadas características, con lo que la información se dirigía a los puntos indicados y antes incluso que terminaran ciertos procedimientos oficiales. La desaparición de un menor era un caso importante, y si efectivamente las cosas eran tan malas como pintaban, había que dar un golpe y encontrar al menor, para devolverlo con su familia lo más pronto posible.



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La traición de Adán capítulo 18: Paraíso sin retorno



Faltaban solo un par de horas para la inauguración de la Galería de arte, y Adán fue al departamento de Carmen ante su llamada.

–Adán, después de la inauguración me voy del país.
– ¿Qué?

Adán la miró fijamente; había pasado en la última jornada algo que él desconocía, estaba seguro de eso, y ella no se lo diría, no en ese momento al menos.

–Así es, me voy, así que te quedarás a cargo de todo.
– ¿Y por qué te vas, qué pasará con la galería?
–La galería puede sostenerse a sí misma, no me necesita aquí, además tú estarás ocupándote de los negocios, porque esto será un éxito; por mi parte debo iniciar un viaje, quiero buscar mi siguiente inspiración, algo que supere la majestuosidad del Regreso al paraíso.

Adán se quedó un momento en silencio, sabiendo que eso tenía que ver con algo más, muy probablemente con Pilar. Tendría que investigar a prisa, pero por otro lado no le venía mal que Carmen se fuera, de hecho esa era una de las escenas más ventajosas para el inicio de su nuevo proyecto.

–No sé qué decir. Por un lado me alegro que tengas nuevas inspiraciones, pero será extraño que no estés, la galería quedara huérfana.

Carmen parecía estar pensando en cualquier cosa menos en eso, así que no le tomó importancia.

–Adán, es de suma importancia que la galería sea un éxito.
–Lo será –replicó el– la gente quedará impactada con el Regreso al paraíso. A propósito, tú y yo seguiremos en contacto. ¿O no?
–Yo te llamaré si te necesito para algo en particular, por lo demás está todo en tus manos, así que eres libre de tomar tus decisiones; ahora ve a arreglarte para la inauguración.

Micaela estaba en su departamento con la segunda cerveza de la tarde y completamente deprimida cuando tocaron a la puerta. Esteban entró vestido de gala y  la miró sorprendido.

– ¿Dónde has estado? Llevo todo el día buscándote, me tienes loco, y además mírate, estás en buzo cuando deberías estar lista para acompañarme de nuevo a la galería de arte.
–No voy a ir.
– ¿Y se puede saber por qué?

Micaela no había querido hablar con nadie, y no tenía claro si quería contarle o no a su nuevo amigo lo de Pilar. Pero tampoco le había dicho lo otro, así que decidió comenzar por ahí.

–Eva San Román está detrás del robo de nuestras cuentas de correo.

El hombre se guardó una maldición y se sentó junto a ella.

–No puedo decir que me sorprenda. ¿Cómo lo supiste?
–Estuve investigando –replicó ella con evasivas– van a despedirte y a mi contigo.
–Es muy posible, pero eso no nos priva de ir allá y beber gratis.
–No iré, ve tú. No estoy de humor.

Esteban bebió un trago de cerveza.

–Pero tú no estás así por el trabajo, hay algo más en todo esto.
–Es verdad.
–Hagamos algo entonces –comentó Esteban sonriendo– cuéntame que es lo que ocurre, desahógate conmigo porque parece que estás desmoronándote.

Micaela sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas.

–No es eso, es que... se suponía que estaba rehaciendo mi  vida, que ya había quedado atrás y ahora todo es diferente, porque...

No pudo seguir hablando, sintió que se le iba el aire del cuerpo; Esteban la abrazó.

–Tranquila. Oye, tu puedes confiar en mí, así que sácalo, di todo lo que estás pensando, vas a ver que soy un muy buen paño de lágrimas.

Poco después la galería rebosaba de gente; tal como Adán lo había previsto, el misterioso hecho del disparo había centrado todas las miradas en ellos, de modo que para la inauguración todos los medios especializados confirmaron su asistencia de inmediato, e incluso se agregaron un par de revistas de sociedad con la excusa de retratar a varios de los asistentes. Adán estaba vestido con un traje en un exclusivo tono petróleo,  y se paseaba por entre los invitados sabiendo que muchas de las miradas estaban sobre él por su porte y gracia, y además porque su manejo de la situación anterior había sido brillante. Carmen apareció a su lado con un sencillo vestido en colores verdes que mezclaba distintas tonalidades, y se quedó junto a él mientras el anfitrión, ubicado estratégicamente delante de los cuadros centrales aún cubiertos, hacía las presentaciones finales.

–Damas y caballeros, la espera terminó; tengo el honor de presentarle a cada uno la obra más importante en la carrera de Carmen Basaure hasta ahora, El regreso al paraíso.

El silencio se apoderó del lugar, y el anfitrión se hizo a un lado para permitir que las asistentes quitaran las oscuras sedas que tapaban las obras; Adán miró nuevamente la obra y vió otra vez el mismo efecto, la sensación tormentosa y angustiante que había sustituido a la paz y armonía de la obra anterior. Luego miró en sentido contrario, y entre los disparos incesantes de las cámaras de los periodistas, vió como los rostros de los asistentes quedaban invadidos por el asombro; estaba funcionando, el efecto casi mágico de los dos cuadros ubicados a una distancia y en un ángulo especifico invadía a cada uno de sus asistentes, expandiendo el silencio y las murmuraciones de asombro. Una a una las asistentes descubrieron el resto de los cuadros  de la galería, pero nada podía contrarrestar el efecto único del lienzo que parecía moverse por sí solo. Una crítica de arte, que estaba muy cerca de Adán, escribía a toda velocidad en un bloc sus primeras impresiones. ¨Completamente desconcertante, la afamada Carmen Basaure ha logrado crear frente a nuestros ojos una ilusión tortuosa que solo creímos que era posible en la pantalla de un cine. Ahora el dolor y la paz del paraíso están entre nosotros.¨  Era más o menos lo que se esperaba de una crítica, aunque creía que a rasgos generales hablarían de Regreso como una obra innovadora aunque tortuosa.
Volcó su interés en Carmen, que respondía a las preguntas de algunos reporteros.

–Quiero decir que este es un gran paso para mí y espero que todos puedan verlo así. En el desarrollo artístico siempre estoy buscando más.
– ¿Cómo enfrentó el desafortunado incidente de la primera oportunidad?
–Solo un incidente menor, pero gracias a mi asesor artístico todo sigue en su camino correcto.

Una periodista dió con el punto.

– El asesor artístico es una figura conocida en Europa pero no mucho aquí. ¿Que la llevó a contar con uno?
–La necesidad de enfocar mi trabajo al público, que es el importante aquí; no me sirve crear algo interesante si nadie va a verlo, y en la comunicación con el público Adán Valdovinos ha sido fundamental, pues me permite a la vez encontrar el camino hacia los sentimientos de mi público y expresar lo que quiero en mi obra.

¨Expresar lo que quiero¨ ya no tenía el mismo sentido que antes, aunque quizás conllevaba el sentido más práctico de Carmen: una mujer atormentada tratando de alcanzar algo que jamás consigue tocar. Comprobó que Pilar no había llegado, lo que confirmaba sus sospechas, pero lo que más le llamó la atención fue, al fin, ver llegar a Eva. Hasta el último momento ella no le había asegurado asistir ya que estaba ocupada con algunos asuntos, pero finalmente se acercó; estaba más hermosa aún si era posible, con un vestido negro impresionante, aunque sin Céspedes como compañía.

–Me alegra que estés aquí.
–A mi también, aunque estoy sorprendida con lo de la obra, dijiste que era perturbadora pero no creí que tanto.
–Lo es –comentó Adán– pero al menos no puedo decir que pasara desapercibida; más tarde tenemos que hablar.
–De acuerdo, ve a mi hotel.
–Tan pronto salga de aquí.

Eva se mezcló con los invitados. Ahora había logrado la inauguración, solo le bastaba despedir a Carmen en el aeropuerto para empezar su nuevo proyecto con Bernarda Solar.

En tanto, Bernarda estaba en su lujoso departamento disfrutando de una copa de champagne. Aunque sonara extraño, la inauguración de Carmen Basaure le convenía progresivamente más en la medida que tuviera más éxito, pues así sería más exitosa ella con el nuevo proyecto de Cielo; ya tenía a Luna, a Adán Valdovinos, y también a la constructora Del mar y Alzarrieta, de modo que las piezas estaban en donde las necesitaba; ya había comprobado que Carmen tenía hecha una  reserva en una aerolínea, que predecible para ser una artista. Solo había una molestia, y es que tenía que cambiar cerraduras y asignar algún tipo de protección a sus propiedades, porque aunque no era un riesgo, Micaela si podía ser una molestia y era algo que podía suprimirse con facilidad. No podía provocarle daño alguno, pero si tenía pensado destruir sus estatuillas perfectamente podía querer atacar su galería o lo que fuera.
Bebió otro trago de champagne.

Pilar despertó de pronto en la noche; estaba agitada y con el rostro bañado en lágrimas; así que había estado llorando durante el sueño, obviamente por los recuerdos de su enfrentamiento con Micaela. A fin de cuentas tenía que afectarle en algún momento, si sea como fuere se había enfrentado a ella, a la única mujer que había amado; en esos momentos le dijo todo lo que sentía, la rabia y el dolor que tenía guardado hacía ocho meses y contando, pero además de eso se encontró con algo sorpresivo, la súplica de Micaela por su perdón; había supuesto que lo negaría o que estaría obstinada en su pensamiento inicial, pero su actitud y las pruebas que le llevó habían resultado inapelables. Por un lado, al recordarlo, se sentía angustiada de verla así, pero por otro no dejaba de tener rabia por todas las humillaciones pasadas. No sabía que era lo que podía ocurrir después, pero si tenía claro que no quería a Micaela ni a nadie de los involucrados en su vida, se quedaría en el país para reconstruir la vida que le habían quitado y con el restaurante creía tener el mejor comienzo.

Adán llegó al hotel y fue recibido por Eva, que ya estaba preparada con un hermoso camisón de satén blanco; se besaron con ardor tan pronto cerraron la puerta.

–Ya lo conseguí –comentó ella triunfante– mañana ya no tendré que preocuparme por el gerente de proyectos.
–Fantástico, pero eso quiere decir que lo despediste hoy, porque no estaba en la inauguración.
–Tal vez lo está presintiendo, pero aún no, lo despediré mañana. Lo demás ya está cubierto.

Adán comenzó a desnudarse mientras Eva servía whisky para ambos.

–Genial, tienes dos problemas resueltos, y yo dentro de los próximos días comienzo a trabajar como Administrador en el nuevo proyecto integral de Bernarda Solar, me contactó hace algunos días por la expansión de la galería Cielo, y ahora que termino con Carmen Basaure, es la oportunidad perfecta.

Eva frunció el ceño.

– ¿Bernarda Solar?
–Sí.
–Es accionista mayoritaria en la constructora –replicó ella alcanzándole una copa mientras evaluaba su cuerpo– de hecho estuvo en la última reunión de directorio.
–Así que se trataba de eso –comentó Adán sonriendo– ese es el nuevo proyecto, seguro quiere una constructora de proporciones para sus planes, eso quiere decir que de un modo u otro trabajaremos unidos.

Volvieron a besarse.

–Y mientras estemos unidos no hay nada más que importe.
–Es verdad. Ahora celebremos, quiero hacer el amor contigo.
–No tengo ningún reparo.

Eva se despojó del camisón, dejaron las copas con las que habían brindado a un lado y se enfrascaron nuevamente en el juego del amor, donde sabían que cada caricia era deliciosa como la primera, y cada nueva sensación era incomparable. Éxito profesional, amor, placer, dos personas fuera de lo común unidas por sus propios deseos, no había nada mejor todavía para ellos.




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