Por ti eternamente Capítulo 8: Verdades a medias



-Hoy día Ariel, es Viernes Nueve de Mayo. Mira, las semanas tienen siete días, Lunes, Martes, Miércoles, Jueves, viernes, Sábado y Domingo. Los meses tiene cuatro semanas, pero no son tan exactos porque varios tienen treinta días, algunos treinta y uno, e incluso hay un mes que tiene veintiocho o vientinueve, dependiendo del caso. Cuando tú te duermes en la noche y está oscuro y después despiertas con Sol, es porque pasaste a un nuevo día. Por ejemplo, tú y yo ya nos conocemos casi dos días.

Llevaba un par de horas de viaje, algo más tranquilo de tener un poco del control de la situación; viró a la izquierda y unos momentos después sintió que el bebé comenzaba a sollozar.

-¿Que pasa Ariel? ¿Estás incómodo?

Acercó una mano al pequeño, que se removía incómodo, mientras los sollozos aumentaban de volumen.

-Espera, no puedo parar ahora, espera un momento...

Los sollozos del pequeño aumentaban de volumen, de modo que optó por aumentar la velocidad; ya estaba en una zona semi urbana, por lo que no le costó encontrar un terreno vacío al costado del camino. Al estacionarse miró la hora y comprendió.

-Ay Dios mío, pero cómo no vas a estar molesto, si son más de las doce y no te he dado tu leche...espera, espera un poco por favor.

Alargó el brazo hacia atrás, tomó el bolso y comenzó a reunir lo necesario para preparar la leche. Mientras abría el termo donde mantenía agua caliente seguía hablando, aunque no sabía con claridad si era para tranquilizar al pequeño o a si mismo.

-Estoy preparándolo ¿ves? ya va a estar, solo dame un momento más, creo que lo mejor es que programe algunas alarmas para que no te pases de tus horas, al menos mientras consigo establecerme en alguna parte y todo se normaliza...ya está, ya está lista, lo lamento, estaba pensando en cualquier cosa, ya sabes que los adultos no comemos tan seguido...

Tomó al bebé en sus brazos y le acercó la mamadera, con lo que calmó sus llantos inmediatamente; pero pensándolo mejor, abrió la puerta del copiloto y se sentó allí con el bebé, para que a ambos les diera un poco de la luz del sol de la mañana.

-Está bueno...si, lo mejor es que programe la alarma, pero ya ves que en un instante estás comiendo. Aquí ya está empezando la zona rural, es decir que empieza el campo, mira, ya no hay tanto cemento, hay árboles y mucho más sol, éstas zonas son bonitas. Ahora que lo pienso, no he comido nada desde anoche, yo también tengo hambre...

Realmente la tensión lo tenía en otro mundo, porque solo al pensar en comer es que había notado el vacío en el estómago y la necesidad de alimentarse. Algunos metros más atrás había un almacén o algo por el estilo, tendría que devolverse y comprar algo para él, principalmente para no perder tiempo después; también necesitaría un mapa, porque sus escasos conocimientos de la zona en donde estaba ya se terminaban. Tan pronto como terminó de alimentar al bebé, volvió al asiento del piloto y se dispuso a reanudar la marcha, pero se detuvo.

-Tal vez no sea buena idea.

No le pareció recomendable pasar por un lugar con el bebé en sus brazos. Había escuchado en las noticias todo lo posible, y con una denuncia por secuestro, todo llamaría la atención a su alrededor. Emprendió la marcha lentamente, y estacionó el vehículo a prudente distancia del almacén que había visto, pero dejó al pequeño en el asiento del copiloto.

-Espera aquí, voy a comprar algunas cosas porque aunque no lo creas no se me ocurrió comer. Voy por algo de fruta, a ver si es que hay comida preparada, una bebida que muero por una bebida, y vuelvo en un momento.

Descendió del vehículo y caminó rápido hacia el almacén, donde esperaba en el mesón una mujer de cierta edad leyendo un periódico.

-Buenos días.
-Buenos días joven - saludó ella amablemente - dígame que necesita.
-Necesito varias cosas, comida en realidad.

Ella dejó el periódico en el mesón; suerte, aún no había ninguna noticia impresa.

-¿Va de día de campo?
-Si - respondió automáticamente - mi familia ya llegó, yo fuí a buscar el vehículo para que volvamos a la tarde, pero estoy un poco perdido porque siempre es mi papá el que conduce.
-Eso es normal, la gente se pierde un poco por aquí. ¿Que va a necesitar?
-¿Usted vende comida preparada?

La mujer se trasladó hacia un costado.

-Si, tengo rollos de carne, ensaladas, sandwich, oiga, ¿pero la familia no trajo nada?

No se suponía que empezara a dar explicaciones, pero ya que lo había hecho, quería al menos pasar por un citadino perdido más que por alguien que llamara la atención.

-No trajeron nada, porque se vinieron en la camioneta de un vecino que es amigo nuestro, y yo quedé a cargo de traer el furgón y comprar la comida, ya sabe lo que pasa cuando el papá empieza con lo de ser responsable y todo eso...

Sonrió esperando sonar creíble, pero al menos a ella no le sonó extraño.

-Eso es bueno, así se maneja mejor. Saque un mapa de esa esquina.
-Gracias. Voy a querer algunos rollos de carne, unos cuatro sandwich, bebidas, y algunas ensaladas.
-Son buenos para comer.
-Si, y eso que somos solo cinco.

Pagó y cargó las bolsas, ahora realmente ansioso de comer algo; la mujer le hizo un gesto con la mano.

-Váyase con cuidado joven, a la vuelta del sauce el camino está bastante malo.
-Muchas gracias.

Salió y volvió rápidamente al vehículo, sorprendido de la facilidad con la que Ariel se quedaba quieto y en silencio, a la vez que volvía a mirarlo fijamente como parecía ser su costumbre.

-Ya volví. Mira, ya tengo algo para comer, así que vamos a movernos un poco y voy a buscar un lugar tranquilo para almorzar, realmente necesito comer.

Dejó toda la compra junto con los bolsos en la parte de atrás, abrió una bebida personal y se la tomó de un trago, agradeciendo el frío líquido y el sabor refrescante a esa hora, aunque seguía con hambre. Reinició la marcha.


                                     2


Ignacio Armendáriz era un hombre alto, que casi llegaba al metro noventa de estatura, de figura imponente, cuerpo musculoso trabajado por años de ejercicio, rasgos duros en un rostro de piel morena y ojos oscuros de aguda mirada, que usaba el cabello prácticamente rapado. Se le conocía por tener un carácter inquebrantable, y a sus treinta y siete años tenía una fama de policía duro y fuerte, aunque siempre bastante callado y pensativo, una combinación algo extraña. Había entrado al cuerpo de policía siendo muy joven, y ahí se había forjado, haciendo uso de todas sus capacidades para convertirse en un verdadero sabueso, especializado en alcanzar su meta de detener a los criminales a los que se le encargaba. Esa mañana de Viernes entró en la oficina del comandante Véliz, un hombre delgado, de pasados los cincuenta años, que aún mantenía su aspecto de autoridad y sabiduría.

-Buenos días comandante.
-Armendáriz - le pasó una carpeta roja - ya tienes un nuevo caso.

Comenzó a revisar el contenido mientras el otro hombre permanecía sentado con los brazos cruzados.

-Ahí están los datos del caso y la información que tenemos hasta el momento. Estarás a cargo del caso del secuestro del menor.

Armendáriz lo miró con las cejas levantadas.

-¿Un menor desaparecido? Señor, no parece la clase de caso que yo...
-Es un secuestro - lo cortó el otro oficial - el menor está efectivamente desaparecido, la denuncia ya está hecha y hay un sospechoso apuntado por la familia de la madre, un hombre que extrañamente desapareció del mapa ayer, justo cuando se conoció la desaparición del infante y la muerte de la madre.

El otro oficial había escuchado algunos datos, pero no con detalle.

-Señor, ésta es la unidad de reos fugados y delincuentes peligrosos, pero por lo que veo aquí éste tipo ni siquiera tiene una multa de tránsito.
-Eso es irrelevante - explicó su superior con calma - el tipo es hasta ahora el único sospechoso de tener a un bebé de cinco meses de vida con él, y sabes que se podría prestar para una serie de cosas.
-Pero eso es de delitos sexuales.
-No, es tú caso - sentenció el comandante algo hastiado - por algo te lo estoy diciendo. Tú sabes muy bien que delitos sexuales no opera como nosotros, si le pasan un caso en el que no hay ninguna prueba, van a tener que seguir sus procedimientos y eso toma tiempo. recuerda que hace dos años pasó algo parecido con ese monstruo que se llevó a la niña de dos años, y sabes que la asesinó después de hacerle cosas horribles.

Armendáriz se cruzó de brazos.

-El tipo es un hijo de perra.

El comandante lo miró con el ceño fruncido.

-Lo siento señor. ¿Puedo hacerle una pregunta?
-Habla.
-Son órdenes de arriba ¿verdad?
-No exactamente, y aunque lo fuera, eso no lo hace menos importante.
-Lo sé señor, es solo que me llama la atención que precisamente...
-No quiero que nada te llame la atención - lo cortó el otro oficial - lo que quiero es que organices a gente de tu confianza y registren ésta ciudad para encontrar a ese hombre, pero principalmente al pequeño. Y quiero que sea lo más pronto posible.

Se miraron fijo sin hablar durante unos momentos. Armendáriz no acostumbraba a cuestionar las órdenes de un superior, mucho menos de alguien como Véliz que solo le inspiraba respeto y confianza, pero de todos modos le llamaba la atención que un caso como ese estuviera en sus manos en esos momentos. Pensó que posiblemente la familia de la madre hubiera hablado con las personas correctas, o que algún personaje de muy arriba estuviera preocupado por la imagen de la institución luego de ciertos escándalos financieros tiempo atrás, pero ya había estirado demasiado la confianza con su comandante.

-Señor, reuniré a mi gente ahora mismo, pero necesitaré algunas cosas.
-Dile eso a Martinez.
-Señor - continuó con decisión - según éstos datos, el tipo no puede estar muy lejos, es geográficamente imposible. Le prometo que voy a recuperar a ese pequeño.


                                     3

Víctor estacionó el furgón a un costado del camino, lo suficientemente lejos de la vista de quien pasara por esa vía sin prestar mucha atención; abrió la puerta trasera se acomodó con el bebé en su regazo; su cuerpo luchaba por algo de alimento, así que no esperó más y sacó de una de las bolsas uno de los rollos de carne, el que desenvolvió al instante. Solo sentir el aroma de la comida despertó todos sus sentidos, y lo hizo comer ansiosamente, prácticamente devorando la pieza de comida tibia, sazonada y aromática.

-Dios, que hambre tenía...

Se terminó el rollo de carne en un par de mordidas, y sacó otro de inmediato, el que comenzó a comer con un poco más de calma; en eso notó que el bebé en sus brazos lo miraba ansiosamente.

-¿Que ocurre? ¿Quieres comer? Pero si tú eres muy chico todavía, no tienes ni dientes.

Pero lo seguía mirando, de modo que Víctor sacó del rollo de carne un trozo de zanahoria y se lo acercó a los labios.


-A ver, prueba ésto...mira, parece que te gusta, es zanahoria, y tiene el sabor del jugo de la carne...no vas a poder comer, pero parece que te gusta el sabor, vas a ser bueno para comer más adelante.

Dejó el rollo de carne a un lado, y acomodó al bebé en su regazo para que quedara mirando hacia el prado.

-¿Ves? Ésto es un prado...hay muchas plantas y animales, y también hay árboles. En un lugar como éste me gustaría vivir...nada de ésto tiene sentido, estoy escapando contigo en un furgón destartalado, estoy saliendo de la ciudad y no sé adonde voy a ir. Me siento tan inseguro, pero me gustaría que tú pudieras sentirte seguro conmigo porque eso es lo que quería Magdalena...

Se quedó en silencio unos instantes, y sintió que repentinamente el reposo, la aparente calma y los nervios comienzan a jugarle una mala pasada. A lo lejos unas aves vuelan raso, bajo el Sol del mediodía, mientras un hombre comienza a sentirse verdaderamente asustado y solo.

-Yo...no lo sé, solo quisiera que las cosas hubieran sido distintas...me habría gustado...no sé, es extraño, pero ahora siento que habría querido de verdad poder acompañar a Magdalena, no solo por ti, sino que porque ella realmente no merecía pasar por todas esas cosas sola. La echo de menos porque ella era una gran mujer, y la prueba es que te crió sola y a pesar de todo, y la echo de menos porque estoy seguro de que ella habría sabido mejor que yo que hacer. Ahora estoy tan asustado, pero no es por haber dejado todo lo que tenía, porque siento que esas cosas no son importantes, es porque...porque todo pasó tan de prisa y yo solo trataba de hacer lo que debía hacer, pero no sé si estoy haciendo lo correcto. No sé lo que que va a suceder, solo sé quiero mantenerte a salvo, y que  me habría gustado enamorarme de Magdalena, para que ella no nos dejara solos.

Sintió la presión en el pecho, la emoción fluyendo al escucharse a si mismo plantear un panorama que era aún peor de lo que sonaba, pero se obligó a mantener la calma; no podía perder el norte, no podía dejar que las emociones lo superaran, porque había algo importante, preservar la tranquilidad y la seguridad del bebé.


                                      4

Arturo estaba recluído en su habitación, pero no había dormido nada en toda la noche; el día anterior su amigo Víctor le había pedido ayuda para poder vender todas sus pertenencias, pero después de un rato había desaparecido por completo, no contestaba el celular y además aparecía desconectado en las redes sociales.

-Es increíble.

Volvió a ver la noticia en el ordenador, donde salía un periodista hablando de una denuncia hecha por presunto secuestro de un niño de cinco meses de vida. Y luego decía que extraoficialmente la identidad del principal y único sospechoso era la misma que la de su amigo.

-¿Que significa ésto Víctor? ¿Que hiciste?

Nada de lo que estaba pasando tenía sentido, pero él mismo estaba involucrado; por eso no había dormido en toda la noche, desde que al volver a la casa de Víctor no lo encontrara. Por esos azares del destino no se toparon con nadie del pasaje cuando sacaron todo de la casa, y cuando él regresó tampoco, de modo que nadie de muy cerca podía asegurar que hubiera estado ahí, y si lo hacía, bien podía decir que no sabía nada y que no lo había visto.

-Dios santo...

Pero pensar de esa manera no le daba seguridad alguna. Que su amigo decidiera vender todas sus pertenencias de la noche a la mañana podía ser extraño, pero tampoco era un delito, sobre todo si considerabas que Víctor no tenía familia, por lo que no estaba atado como él u otras personas; además cualquiera podía querer un cambio de vida. Pero luego estaba lo otro, los momentos en que estuvo acompañándolo y lo extraño que estaba, con tanto nerviosismo y sin decirle nada. Tenía al cuello la cadena que le había pedido y por la que no había esperado ¿como podía ser que él, precisamente él, hubiera secuestrado a un bebé?

-No, no puede ser...

Arturo estaba angustiado, sentía que en cualquier momento la policía iba a aparecer en su casa a exigirle explicaciones. Siempre podía decir justo la verdad, que Víctor no le había dicho nada y que desconocía su paradero, pero al final, su amistad era más fuerte, y se resistía a hacer cualquier cosa que pudiera significar entregarlo, al menos mientras no tuviera la confirmación. Sin embargo lo sabía, en algún momento la policía llamaría a su puerta, y tendría que hablar, pero hasta ese momento, trataría de mantenerse al margen, y de seguir creyendo que Víctor no era capaz de hacer nada malo, por muy malo que pareciera.


                                       5


Armendáriz estaba hablando con la dueña de la pieza que hasta hacía poco habitaba su objetivo, pero internamente estaba sorprendido de no haber encontrado nada. La habitación estaba vacía, y solo quedaban algunas prendas de ropa vieja y cosas inútiles, claramente el tipo había decidido salir con todo, pero eso no le ayudaba a completar el panorama.

-¿Entonces usted no vió nada?

La mujer estaba claramente irritada, aunque no se notaba muy bien cual era el motivo.

-Nada señor, nada. Yo en la mañana no estaba, y usted ve, por aquí la gente es muy tranquila, incluso poca gente sale, pero cuando volví me di cuenta que la puerta estaba entreabierta y me acerqué, imagínese como quedé cuando vi que la pieza estaba vacía.
-Debe haber sido una sorpresa.
-Claro. Fui a hablar con los vecinos, pero nadie había visto nada, solo una señora, de la casa de afuera dijo que pasó un camión, pero no sé más.

Comenzaba a parecerle lógico que lo hubieran dejado a cargo del caso.

-¿Que clase de persona es Segovia?

La mujer dudó. Claro, no quería quedar mal diciendo lo que pensaba de él, pero tampoco tenía pruebas de nada.

-Mire, yo nunca lo aprobé, es de esas cosas que uno siente.
-¿Lo vió en alguna actitud extraña?
-No - titubeó tratando de darle sustancia a sus sopechas - le podría decir que no pasaba mucho aquí, supongo que se iba para el Boulevard del Centro comercial como muchos jóvenes o con su amigo, ese tal Arturo, le dije lo mismo a los periodistas que estuvieron hace un rato aquí.

Los periodistas se le habían adelantado, eso no era buena señal, porque las pruebas o los testimonios de los testigos pueden cambiar ante las preguntas insidiosas de ellos.

-¿Sabe algo de ese amigo, lo vió por aquí?
-Pasaba seguido por aquí, supongo que lo venía a buscar para ir a alguna de sus fiestas, ¿porque, cree que tiene algo que ver con lo que están diciendo en las noticias también?

Armendáriz frunció el ceño.

-Solo estoy reuniendo información, por favor dígame si sabe como encontrar a ese amigo del que me habla.
-No lo sé, pero podría preguntar por el centro comercial, creo que trabaja ahí en alguna tienda.
-Muchas gracias - le pasó una tarjeta - escuche, si recuerda cualquier dato adicional, llame a éste número, no se preocupe si es por cobrar, la atenderé de inmediato, recuerde que es muy importante.

Volvió sobre sus pasos hacia la casa que la mujer le había indicado para conseguir más información. ¿Acaso había subestimado el caso? Le parecía improbable que una persona común y corriente desapareciera de la noche a la mañana y llevándose todas sus cosas, lo que indicaba que probablemente las sospechas del comandante Véliz eran fundadas y ahí había algo más. Tenía que apurarse y bloquear el paso de los periodistas, y ordenar a su equipo. Marcó un número en su celular para pedir que buscaran los registros de las cámaras de seguridad de las avenidas más cercanas, a ver si por ahí tenía suerte.


                                    6


Álvaro conducía velozmente mientras Romina finalizaba una llamada.

-No me vas a creer lo que acabo de confirmar.
-¿Que?
-Adivina a quien pusieron en el caso del niño.
-Supongo que a Martínez de la º14.
-¡No! ¡A Armendáriz!

Él detuvo violentamente la camioneta en un semáforo.

-¡Oye más cuidado!
-Lo siento, pero es que no me lo creo, el gorilote es de reos fugados o peligrosos, ¿Que hace en éste caso?

Reanudaron la marcha para tomar el acceso al centro comercial.

-Tal vez hay algo que no sabemos.
-¿Como qué?
-No lo sé, también estoy sorprendida, tal vez la familia les dijo algo adicional o éste tipo estaba en seguimiento, algo que no aparezca en los informes oficiales.
-Puede ser, pero eso significa que si está el gorilote, tenemos que apurarnos al máximo porque ese tipo es un sabueso, recuerda lo que pasó hace seis meses.

Ella encendió una grabadora portátil y se la guardó en un bolsillo de la chaqueta.

-Malas noticias Álvaro, mira.

El automóvil conducido por Armendáriz pasó a toda máquina hacia el centro comercial.

-Diablos, éste tipo nos está pisando los talones.
-Deténlo - dijo ella bajándose mientras se estacionaban - deténlo lo más que puedas, voy a subir por el otro ascensor.

Álvaro se bajó a toda carrera de la camioneta y logró interceptar al policía cuando éste bajaba de su auto.

-Oficial Armendáriz, que oportuno encontrarlo, quisiera hacerle unas preguntas.

El policía se mantuvo imperturbable.

-¿Que se te ofrece?
-Solo unas preguntas, supe que está en el caso del menor desaparecido.
-No estoy en ningún caso.
-¿Que piensa del secuestro del menor?

Armendáriz había tenido problemas con los periodistas habitualmente en su carrera, pero en ese momento no le convenía discutir ni tampoco dejar pista alguna de lo que estaba haciendo, aunque evidentemente ese estaba tras la misma pista que él, y seguramente no estaba solo.

-Sería un delito grave.
-¿Cuales van a ser sus pasos a partir de ahora para encontrarlo?
-La división encargada se hará cargo.
-Pero seguramente le han pedido ayuda, ¿estaría dispuesto a colaborar?
-Todo policía está dispuesto a ayudar en cualquier caso si se le solicita.

Llegó al ascensor. Tenía la impresión de haber visto a una periodista subir al otro ascensor del estacionamiento, necesitaba apurarse.

-¿Maneja información privilegiada acerca de éste terrible caso que pueda ayudar a resolverlo?
-No estoy en ningún caso, por lo tanto no manejo ninguna clase de información.
-Pero ahora mismo está en un automóvil institucional.
-Desde luego, estoy en mi hora de almuerzo, tengo permiso de desplazarme en auto institucional para una situacíon así.

Y con un hábil movimiento entró al ascensor dejando a Álvaro afuera. Tenía que conseguir la información precisa mientras su gente conseguía informes, pero lo que estaba claro es que ese caso tenía muchos elementos que lo hacían especial, por decir de alguna manera.

                                  7


La noche se apoderaba de los alrededores, mientras una sombra se internaba en la parte trasera de un vehículo.

-¿Lo ves? Ya estoy de vuelta, solo me tardé dos minutos, eso es porque yo no uso pañales como tú.

Tomó una botella con agua, se lavó las manos con jabón, enjuagó la botella y se secó con una toalla pequeña. Se subió y cerró la puerta; daban más de las siete de la tarde, estaba en un lugar tranquilo y hacía buen clima, pero no podía quedarse ahí toda la noche, tenía que pensar en un plan.

-Ah, pero aquí no hay luz. Espera, voy a hacer un cambio, ya vas a ver.

Buscó en la guantera y encontró un destornillador, con el que sacó una de las dos pequeñas ampolletas del techo de adelante, y en unos momentos la instaló atrás.

-Listo, ahora tenemos luz, para que veas de las cosas que aprende uno en la vida.

Se recostó junto al bebé, que continuaba mirándolo fijamente, con esos ojos grandes y brillantes.

-¿Porqué será que me miras tanto? ¿Creerás que soy feo, o estarás preguntándote qué es lo que pretendo hacer ahora qjue estamos en la mitad de la nada? Espero que algún día puedas decirme por qué me miras tanto.

Se sorprendió a si mismo hablando cordialmente con el bebé, a diferencia de lo que había pasado hasta entonces, donde le hablaba para tranquilizarlo, o realmente para tranquilizarse a si mismo. Casi se sentía tranquilo, quieto junto con el bebé, mientras pensaba que tendría que reiniciar el viaje para encontrar alguna posada donde pasar la noche; había visto en el mapa que a no mucha distancia había algún pueblo, ahí tendría que encontrar la forma de alojarse sin llamar mucho la atención.

-Mejor me levanto un poco o me voy a quedar dormido...

Tocó suavemente sus mejillas.

-Estás tibio, que bueno que...

De pronto se quedó callado. Algo no estaba bien, algo estaba despertando su atención, y arrodillado dentro del furgón, el hombre aguzó el oído. Un ruido extraño, algo afuera lo estaba incomodando.

-No hagas ruido - susurró levantándose - voy a ver que pasa.

Iba a abrir la puerta trasera, pero optó por acercarse y mirar por la ventanilla. Y cuando lo hizo, su corazón casi se detuvo.


Por ti eternamente Capítulo 7: Noticias entre manos



-Muchas gracias, estamos a las afueras del Servicio Forense, hasta adonde ha llegado la familia de la joven fallecida recientemente y que es la noticia del momento en ésta mañana. Les recordamos que el día de ayer fué notificada la desaparición de un menor de solo cinco meses de vida. Me encuentro en compañía de la señora Ingrid, quien amablemente accedió a hablar unas palabras con nosotros. Señora Ingrid, cuéntenos un poco de lo que saben al respecto de éste extraño caso.

La cámara se trasladó del periodista a una mujer de aspecto saludable, de largo cabello oscuro, que con la mirada baja hablaba lentamente, intentando a medias controlar sus sollozos.

-Todo es tan extraño - comenzó con la voz temblorosa - estamos aquí para reclamar el cuerpo de mi sobrina.
-¿Tienen alguna noción de qué es lo que le causó la muerte a su hija?

La mujer hizo una pausa.

-Mi sobrina estaba enferma, pero aún no han salido los resultados de los exámenes. Lo que más nos preocupa ahora es que desapareció mi sobrino-nieto, el hijo de ella.
-Según la información que tenemos, su familia ha hecho una denuncia por presunto secuestro.

La mujer se mostró sorprendida.

-Mire...yo...yo no puedo hablar de ese asunto porque el abogado nos dijo que era un tema complicado.
-Es decir que si están realizando algunas acciones.
-La verdad es que lo que más nos importa es la seguridad del niño, el tiene solo cinco meses de vida, necesita cuidados y estar con su familia. Por eso es que necesitamos de toda la ayuda posible, que la gente nos ayude a encontrar al niño, que miren a todas partes, porque por ahí está la persona que lo tiene, y necesitamos que nos lo devuelva.

La cámara regresó al periodista.

-Los informes más recientes nos indican que hay una sospecha sobre una persona que podría tener relación con Magdalena de la Torre, la joven fallecida, y quien podría saber del paradero del bebé o inclusive tenerlo en su poder. Desde ya se le solicita a toda la audiencia que si tienen cualquier información, se comuniquen a los números de la policía o a través de nuestros servicios de comunicación en las redes sociales. Adelante estudios.


                                        2

Víctor abrió los ojos lentamente. Estaba aún en la sala de espera de la urgencia en donde había pasado la noche, aún sentado en la misma silla, con Ariel durmiendo tranquilamente en sus brazos. Había tratado de mantenerse lo más despierto posible, pero el sueño lo vencía a veces, haciendolo dormitar por momentos mientras a su alrededor el movimiento seguía incesantemente. En ese momento despertó el bebé, que por cierto había dormido espléndidamente para su edad, despertándose solo dos veces durante la noche; el pequeño comenzó a bostezar, y por primera vez, Víctor sintió que se olvidaba de todo lo que estaba sucediendo, y se dedicó a mirar al niño en sus brazos.

-Todo lo que está pasando es tan increíble...de pronto estoy aquí contigo y...No estoy seguro de nada de lo que estoy haciendo ni sé si las decisiones que estoy tomando son las correctas, pero en ese momento, cuando Magdalena habló conmigo, no pude...simplemente tenía que hacerlo, no podía dejar de cumplir la promesa que había hecho, pero ahora todo es un torbellino y no sé que es lo que va a pasar...Magdalena cuidó de ti, ella es tu madre, pero ahora...ahora tú me miras tanto, ¿será que me miras porque me tienes confianza? ¿o será que tienes miedo y no sabes como explicarlo? Sólo sé que estoy tratando de hacer lo correcto, y quisiera...

No pudo seguir hablando; un nudo en la garganta le quitaba la respiración, pero a la vez, al mismo tiempo que todo a su alrededor había cambiado para siempre, por primera vez experimentó una nueva sensación, una tibieza especial que solo surgía estando así, simplemente mirando al pequeño bostezar en su regazo.

-Tengo que darte tu leche - murmuró en voz baja - y luego voy a mudarte, todavía necesito saber que hacer.

Pasar la noche en la urgencia había sido mejor idea de lo que él mismo había supuesto, porque en medio del constante movimiento de la urgencia, y al ser ésta un servicio público, desde luego tenía más demanda de la que podía soportar, de modo que un hombre, aún siendo joven, con un bebé en los brazos, no era nada llamativo, más bien era de lo que menos podía interesarle al resto. Se desperezó lo mejor que pudo, mudó al bebé, y después de darle la leche, decidió salir. Ya daban las siete y media, y con la amenaza constante de las noticias de primera hora, no quiso arriesgarse a ver su propia cara en alguna de éstas, aunque tenía al mismo tiempo algún tipo de curiosidad por saber qué era lo que estaban hablando de él. Salió de la urgencia por una calle lateral, sin saber muy bien aún que hacer durante el día, pero lo que tenía totalmente claro es que no podía seguir sin información y sin teléfono, porque romper el chip con su número al que lo había llamado ese hombre amenazándolo podía ser una buena medida preventiva, pero el celular apagado en la mochila no le servía de nada; con él podía informarse de algunas cosas.

-Víctor.

Se quedó detenido ante la voz que lo llamó, sin saber que hacer. Un momento después siguió su camino a paso más rápido, intentando parecer normal en medio de esa calle desierta, pero una mano lo sujetó por el hombro.

-Espera.

Se soltó, y entonces la voz tomó cuerpo y figura. Se trataba de Eduardo, un antiguo conocido, un tipo de casi su estatura, corpulento y de rasgos duros.

-Entonces si eras tú, el que dijeron hace un rato en las noticias.

No solo era impactante que alguien a quien había conocido en algún momento le hablara con tal propiedad, también lo era el confirmar que su identidad ya estaba en conocimiento público.

-¿Qué es lo que quieres? 
-No tienes que ser hostil, recuerda que antes fuimos amigos.
-Y recuerdo muy bien porqué dejamos de serlo; tienes malas costumbres.
-Tal vez, pero a mi no me gustan los chiquillos.

Sonaba peor escucharlo de lo que creía. Pero decidió obviar esa parte, lo primordial era salir de allí inmediatamente.

-Cállate y déjame pasar.
-No lo creo - replicó comenzando a acorralarlo - ésta vez voy a ser bueno y voy a devolver a ese niño, su familia va a estar muy agradecida.

La recompensa! Víctor intentó alejarse, pero el otro tenía claramente más rango de movimiento y trató de acercarse al bebé.

-No te acerques.
-No me des problemas, es muy temprano para eso.

Víctor se dió vuelta para evitar al otro hombre, pero éste se le adelantó y le asestó un puñetazo en el costado.

-¡¡Aahh!!
-No lo hagas más difícil amigo...

Volvió a golpearlo, pero eso le dió una pequeña oportunidad; Víctor giró arriesgadamente y le hizo una zancadilla, haciéndolo caer estrepitosamente. Sin pensar en nada más, comenzó a correr.

-¡Espera!

Al hacer caer al otro, tuvo el tiempo suficiente para alejarse, tras lo cual llegó a toda carrera a una calle más transitada; tenía el corazón a mil, pero no podía detenerse, así que subió a un bus que estaba pasando, sin saber siquiera hacia adónde iba, pero teniendo un poco de distancia de lo que acababa de ocurrir. 

-Tranquilo - murmuró hacia el bebé - todo está bien, ahora vamos a ir hacia otra parte, no te preocupes por nada, no te preocupes por nada.

Poco después, cuando creyó estar lo suficientemente lejos de la urgencia donde había tenido el enfrentamiento con Eduardo, Víctor buscó un teléfono público y marcó en él un número.

-Arriendo de autos Gómez y Gómez, habla Daniel.

La voz del otro lado de la línea se escuchaba bastante más decente que el aviso que había visto en el diario, pero en realidad esa era la idea.

-Hola, necesito rentar un auto barato.
-¿Papeles al día?
-En realidad no.
-Eso le va a subir un treinta porciento el costo.

Podían ser indecentes, pero tenían sus prioridades, y eso era lo realmente importante.

-¿Puede ser para hoy?
-Si, podría ser un sedán del '94.
-Necesito algo más barato y menos vistoso.

La voz hizo una breve pausa.

-Tengo un huevito del '89, una camioneta blanca del año pasado y un furgón utilitario con algunos años.
-El furgón.
-¿Quiere ir a buscarlo o se lo voy a dejar?
-Lo necesito en la esquina de Miguel Antares y Guérnico lo más pronto posible.
-¿Lo quiere por el día o por el momento? 
-Por cuatro días.
-Perfecto, espere ahí y se lo voy a pasar a dejar.

La voz cortó y Víctor colgó el auricular. Aún se encontraba en un sector bastante céntrico de la ciudad, pero la dirección que había dado era más alejada, y confiaba en que fuera la mejor decisión: tenía que salir como fuera de la Capital.

Casi media hora después, Víctor se encontró en la calle acordada con un hombre de aspecto desaliñado que conducía el furgón de color gris desteñido que había solicitado. El vehículo no estaba tan mal tenido, si te fijabas en los detalles pequeños.

-Buenas - dijo el hombre - ¿usted es...?
-El que lo llamó - respondió Víctor - necesito llevármelo ahora.

El hombre parecía totalmente desinteresado en él, lo que era perfecto para sus planes.

-Claro. Tome - le pasó unas llaves - en la guantera está la tarjeta con mi número y "lo otro"
-¿Que otro?
-Usted dijo que no tenía documentos - explicó como si los estuvieran escuchando - ahora los tiene, solo que va a tener que ser inteligente para usarlos, no resisten mucho análisis. El estanque está lleno, y por el precio que le dije, lo dejé con algunos litros en la parte de atrás.
-Comprendo - replicó Víctor entregándole el dinero - gracias.
-No lo rasguñe ni lo choque, al término del plazo de cuatro días puede dejarlo en la dirección que aparece en la tarjeta o llamarme al número. Y por supuesto, si tiene algún problema, ni yo lo conozco ni usted me ha visto.
-Comprendo.

El hombre recontó el dinero.

-Seguro.

El hombre se guardó el dinero en el bolsillo, y dando media vuelta caminó lentamente. Víctor subió al vehículo, dejó los bolsos atrás y al bebé en el asiento de junto, mientras evaluaba el interior; claramente no les podía importar mucho el furgón, porque probablemente no valía mucho más del dinero que había pagado por el arriendo. Revisó la guantera, y encontró un portadocumentos con tarjetas, fotos y esas cosas, y además una licencia de conducir a nombre de un tal Orlando Ortiz, cuyo rostro precisamente era de esas caras que se parecen a cualquier persona. Comprobó su rostro en el reflejo del espejo retrovisor, y en ese momento agradeció no tener rasgos demasiado notorios, de modo que la imagen podía pasar por una suya, con algo de suerte. Respiró profundamente y comenzó el viaje.


                                        3


Álvaro se subió a la camioneta negra ocupando el volante, mientras Romina se sentaba en el asiento del copiloto con el bolso y varias cosas en las manos.

-Pensé que me ibas a venir a buscar más tarde, son las ocho y cuarto.
-La frase de: "El tiempo es oro" es tuya.

Iniciaron la marcha a velocidad moderada.

-¿Adonde vamos?
-A visitar a la familia del niño. ¿Has visto como se están moviendo todos? Ayer la noticia salía tímidamente en las noticias, y ahora ya está puesta la denuncia, se sabe la identidad del tipo y están haciendo los exámenes al cadáver de la madre. 

Romina se ataba el cabello mientras hacía conjeturas.

-Tenemos que apurarnos, éstos tipos de prensa ya deben estar organizándose.¿Que tienes?
-Ésto.

Le alcanzó una carpeta que ella comenzó a revisar.

-Déjame ver. Segovia, 24 años, soltero, no tiene ningún familiar vivo, sus padres murieron, trabaja - o trabajaba supongo - en una tienda de ropa en el centro comercial, no tiene antecedentes, no tiene deudas, bueno, una en un casa comercial pero es baja, no tiene hijos...es básicamente un tipo común y corriente, no hay mucho material que sacar de aquí. Ah, pero mira, podemos pasar a la casa de la familia, después al centro comercial y de ahí directamente a la casa de Segovia, a ver lo que conseguimos.

Poco después ambos estaban en la casa de Fernando de la Torre, sentados en el patio frente a él y a Sonia, su esposa, una mujer alta y de cabello rubio, quienes estaban sentados muy juntos y quietos.

-Muchas gracias por recibirnos señor De la Torre. 
-¿Ustedes son de la televisión?
-No. Somos periodistas, y estamos recopilando datos para hacer un reportaje que va a salir en la prensa escrita sobre lo que ha estado sucediendo, y por supuesto que estamos en conexión directa con la policía.

De la Torre frunció el ceño.

-Pero nosotros ya hablamos con la policía.

Romina reaccionó a la velocidad del rayo.

-Lo sabemos, pero en éstas circunstancias todo lo que podamos hacer es importante, además que la policía tiende a prestar atención solo a las pruebas o elementos concretos, mientras que nosotros estamos interesados en toda la historia.

De la Torre ya había hablado con su abogado, y él mismo le había recomendado dar alguna entrevista para sensibilizar a la gente y además para estar prevenido ante cualquier situación.

-Magdalena siempre fué una buena muchacha; tenía su carácter, pero nunca pensé que iba a salir con algo como eso. De pronto empezó a alejarse de la familia, no la veíamos mucho por acá, y ya sabe, siempre es por algo.
-Ella no es mi hija - comentó la mujer - pero siempre la quise como si lo fuera; cuando las cosas se pusieron complicadas quise hablar con ella, pero no quería hablar con nadie de la familia, era como si de pronto le diéramos alergia, y casi al mismo tiempo supimos que andaba con ese tal Víctor y luego quedó embarazada, pero ese solo fué el comienzo de los problemas reales, porque cuando se embarazó desapareció, dejó de venir a la casa y no contestaba el teléfono.

Alvaro tomaba notas mientras Romina seguía con las preguntas; el caso se ponía cada vez más interesante.

-¿Y que ocurrió entonces?
-Traté de dar con ella, de hacer que volviera o que por lo menos hablara conmigo - respondió De la Torre - pero no había forma. Magdalena quiso alejarse y desaparecer, no podía hacer nada, usted sabe que cuando las personas son adultas uno no las puede obligar. Al menos de vez en cuando contestaba al principio, pero después simplemente dejó de contestar. Y entonces empecé a preocuparme, a tratar de dar con ella, pero no había forma, al menos lo que parecía era que quería esconderse a propósito.

Romina aguzó la vista.

-Pero usted dijo que ella contestaba el celular al principio y depués no; ¿Que era lo que le decía?

El hombrón hizo una breve pausa, recordando.

-Reconozco que estaba enojado. Preocupado por ella, pero enojado, sentía que todo estaba mal, que una muchacha joven como ella, que siempre fué de su casa, no tenía porqué alejarse de su familia y de su vida así como así, sobre todo estando embarazada. Pero al final cuando no me quería escuchar si la regañaba, le pedía que volviera, siempre le dije que estábamos esperándola aquí, pero nunca me escuchó.
-¿Como supieron de la existencia de Víctor Segovia?
-Por ella. Un día, antes que quedara embarazada, empezó a decir que saldría con él, o la escuchabas hablando por teléfono, y parecía importante, o eso creo, usted sabe que las cosas entre los jóvenes no son como entre uno que es más adulto.
-¿Pero si no tienen la seguridad, como puede creer que ese hombre tiene al bebé?

De la Torre ya estaba preparado también para esa pregunta; Claudio lo había advertido bien.

-Porque llamé al número de ella, cuando me informaron que la habían encontrado;

Romina estaba tomando notas mentales adicionales a las que estaba tomando Álvaro; para armar lo que pretendía, necesitaba algunos datos más.

-Cuénteme un poco más de esa situación, es decir cuando supo de la muerte de su hija.

Sonia le dedicó una mirada de reprobación a la periodista e iba a decir algo, pero De la Torre se le adelantó calmándola.

-Está bien cariño, es normal que pregunten; mire, hace un tiempo decidí pedirle a algunos de mis trabajadores de confianza que me ayudaran a buscar a mi hija.
-Podría haber llamado a la policía.
-¿Para decirles que? ¿Que mi hija mayor de edad no quería hablar conmigo y se había ido de casa? No, eso era ridículo, pero si podía pedirle ayuda a la gente que tengo a mi alrededor, y le pedí a algunos de mis hombres de confianza que la buscaran, que recorrieran las calles tratando de encontrarla, mientras trataba de comunicarme con ella. Cuando me avisaron que la habían encontrado muerta, yo...no supe que hacer, sabía que estaba enferma pero no tan grave, y además pasó lo otro, mi nieto no estaba y no había ninguna razón para que no estuviera, y además en esa casa abandonada...De pronto me dijeron que su celular estaba allí, y había un número, el último que había marcado, así que mi asistente llamó y le contestaron, pero no hablaron.
-¿Que quiere decir?
-Que la persona, la voz de hombre, contestó, pero luego se quedó callado, y se escuchaba un llanto...después ya no pudimos volver a llamar.

Álvaro intervino con una pregunta que lo estaba asfixiando.

-Señor De la Torre, usted hizo una denuncia por presunto secuestro, pero ¿Que sabe de Segovia, el hombre al que frecuentaba su hija? ¿Tiene alguna información de su paradero?
-Parece que nadie en la ciudad sabe donde está.

Minutos después Romina y Álvaro ya estaban de vuelta en la camioneta rumbo al centro comercial en donde trabajaba su objetivo.

-Éste caso es demasiado interesante.
-Pero la familia sabe algo - comentó ella agudamente - estoy segura de eso. O conocen algo de Segovia que nadie más conoce y que no está en los informes, o la madre les dijo algo importante.

Álvaro meneó la cabeza, aún con algunas dudas.

-Si, concuerdo contigo, pero no es mucho como para avanzar; la madre del bebé está muerta, la familia claramente ya fué aconsejada sobre qué decir y qué no, y el tipo éste está desaparecido. ¿Y si solo fuera una coincidencia?
-¿Que euieres decir?
-Ya sabes, sólo han pasado algunas horas, no sabemos exactamente que ocurre, excepto que la familia tiene datos que nosotros no. Lo que sabemos es que a la fiscalía le parece plausible porque aceptaron la denuncia hoy en la mañana, pero todavía necesitamos algo más, no quiero descubrir que el tipo simplemente se fué de juerga y no tiene idea de nada.


                                        4


Víctor conducía el furgón a baja velocidad, comenzando a salir de la ciudad. El vehículo claramente resistía el viaje, pero igualmente tenía sus dudas.

-Debí haberte comprado una silla para bebé - comentó en voz baja, tratando de sonar natural - pero el menos te tengo bien ubicado aquí junto a mi; cielos, ahora entiendo porqué me rentaron el vehículo con tanta facilidad, porque probablemente no valga mucho más de lo que pagué por él por el arriendo. Cuatro días, realmente no creo que ésto resista cuatro días de viaje, pero ¿sabes que? no lo vamos a necesitar tanto tiempo, porque tengo un plan, y ahora lo vamos a necesitar solo dos días, para ese momento ya vamos a estar fuera de la ciudad y podremos tomar algún bus provincial, de esos que van para zonas menos pobladas. Tenemos dinero gracias al cielo, y por suerte hay buen tiempo, así que no hay que preocuparse.

Pero si estaba preocupado; aún sentía las palpitaciones de los golpes a los costados del cuerpo, resultado de su enfrentamiento con Eduardo. Había sido una increíble mala suerte encontrarse precisamente con él en esas circunstancias, pero al menos agradecía haberse librado, en gran parte por suerte. Miró el celular sobre el panel del vehículo; ahora estaba encendido y funcionando con la tarjeta de prepago que había comprado, pero tener celular nuevamente era al mismo tiempo bueno y malo, porque lo que había ideado para poder informarse de lo que ocurría mientras salía de la ciudad, por otro lado lo tentaba de contactar a sus amigos. ¿Que estaría pensando Arturo? Le había mentido, y por supuesto que una parte de si le decía que tenía que aclarar las cosas, pero estaba sometido a demasiadas amenazas como para arriesgarse, y la existencia de personas como Eduardo y la rapidez de esa denuncia por presunto secuestro que ya había confirmado por la radio lo hacían sentirse más desconfiado todavía. Lo mejor era esperar.