La traición de Adán Capítulo 20: Dueños de todo




La remodelación del Boulevard del centro comercial Plaza estaba a punto de terminar a mediados de Noviembre, y Eva se sentía satisfecha con ese proyecto a pesar de los problemas iniciales; despedir a Esteban Méndez había sido la mejor decisión junto con remover a los trabajadores que podían ser conflictivos, ya que luego de eso todo marchaba sin problemas e incluso tenía adelantado ese proyecto un 5% en relación a las proyecciones. Con la inclusión de Bernarda Solar en la junta de accionistas se había tomado un ritmo mucho más enérgico y arriesgado, además de darle prioridad al Boulevard en primer término. Tocaron a la puerta de la oficina mientras Eva revisaba su correo.

–Pase.
–Permiso –entró la secretaria– hay un documento certificado para usted señorita.
–Gracias, ahora lo veo; María, por favor llama a la señora Solar, necesito reunirme con ella para afinar algunos detalles.
–De inmediato. Permiso.

La secretaria se retiró, y Eva tomó despreocupadamente el sobre en sus manos, lo abrió, y solo entonces se percató de lo que le habían enviado y quedó helada por la sorpresa: dentro del ordinario sobre había tan solo un mechón de cabello, atado con una cinta de género rosa bordada a mano.

–No puede ser...

La había encontrado; aun después de las precauciones que había tomado, ese maldito hombre la había encontrado ¿Que iba a hacer? No podía regresar a la misma situación, pero tampoco podía arriesgarse a delatar su preocupación, y ya las tres semanas pasadas desde el incómodo suceso del espionaje eran demasiado sin ocuparse en realidad del asunto. Tenía que localizar lo más pronto posible a quien estaba detrás de todo eso y ponerle punto final a esa situación.

Mientras, la obra gruesa en el restaurante de Pilar estaba terminada y el trabajo estaba enfocado en los detalles y la ambientación interior; la zona en donde estaban era un conjunto de edificios de más de veinte años, que en su momento fueron lanzados como un proyecto revolucionario en la ciudad. Se trataba de nueve edificios similares en estructura, y conectados entre ellos en la primera planta y zócalo por una compleja red de escaleras y puentes, además de micro plazas y sectores dedicados al esparcimiento, pero aunque arquitectónicamente era llamativo, la sociedad no estaba preparada y el conjunto se volvió algo oscuro y de mal nombre. En la actualidad, más de veinte años después, mejoras en la seguridad y en los accesos, varios institutos cercanos y nuevas formas de vida revitalizaron todo el conjunto, y precisamente en el zócalo de uno de esos edificios es en donde se estableció la instalación del restaurante, que Pilar nombró Morlacos, y que por recomendación de su amiga Margarita se ambientó con la temática del dinero, tanto por ostentosas joyas falsas como por detalles de todo el lugar. Para mediados de ese mes ya casi estaba todo listo y Pilar estaba cansada pero ansiosa.

–Casi no puedo creer que haya pasado todo ésto y que estemos a punto de inaugurar Margarita...
–Hemos tenido muchísimo trabajo amiga, pero está quedando de lujo, te anticipo que será un éxito.
–Eso espero.

Margarita abrió un cofre parte de la decoración y sacó varios vistosos collares.

–Y espero que pronto esto se convierta en joyas reales, porque de tanto ver las falsas ya se me antoja tener de las verdaderas.
–Estás exagerando, no creo que nos hagamos millonarias con esto, pero si nos va a dar independencia económica.
–Mi marido está sorprendido –comentó Margarita sonriendo– pero a la vez contento, ya sabes que me apoya en todo; incluso me dijo que le haga una reserva el primer día porque se va a traer a sus amigos del trabajo.

Pilar sonrió.

–Ese hombre es un premio, no sabes lo afortunada que eres.
– ¡Si lo sé mujer!  Por eso lo tengo marcado, es mío y de nadie más.

Rieron. Pilar estaba cada vez más convencida de que había tomado el camino correcto al embarcarse en ese negocio, porque desde ese  momento se había sentido más completa, siempre ocupada y con ganas de seguir el proyecto sin detenerse; en su caso el trabajo la estaba ayudando a continuar con su vida.

Eva se reunió con Bernarda en un café del barrio empresarial mientras aún rondaba por su mente todo el asunto del sobre que había recibido; la empresaria la esperaba con un café espumoso frente a ella.

–Que gusto Eva.
–Igual para mí. Bernarda, necesito hablar algunas cosas con usted.

La empresaria frunció el ceño.

–Es imposible hablar mientras me trates de usted, así que me tratas de tú ahora mismo.
–Está bien, lo siento. Te decía que quiero aclarar algunas cosas ahora que estamos a un par de días de inaugurar el Boulevard.
–Te escucho.
–Lo primero es la campaña de publicidad, falta una semana para estrenar la obra gruesa y aún no he sabido nada.
–Eso déjalo por mi cuenta –replicó Bernarda alegremente– siempre tengo un chiche en cada proyecto, algo que depende exclusivamente de mí, y en este caso será la publicidad y la forma de relacionarnos con los medios. Así que no te preocupes por nada porque lo tengo todo controlado.

Eva asintió; era poco común pero no demasiado, ya que como responsable de la obra nunca estaría directamente relacionada con los temas de publicidad, pero al menos ya tenía la información. Siguió con el segundo tema.

–Hay algo más. El gerente de Boulevard es Adán Valdovinos, pero según lo que he hablado con él, no hay un gerente o encargado de relaciones públicas, ¿Es parte de tu plan?
–Exacto, y es tan secreto que ni él lo sabe, de hecho serás la primera en saberlo. Ahora que estas aquí quiero felicitarte por tu trabajo, hiciste las labores y los cambios perfectos para que los trabajos terminaran más de una semana antes, estoy sorprendida pero feliz contigo.

Bernarda había tomado en sus manos la parte mayoritaria de las acciones de la Constructora Del Mar y Alzarrieta, con lo que había mandado de vacaciones a Céspedes padre e hijo, y actualmente se hacía cargo de todo con una naturalidad impresionante; desde el principio le había parecido una mujer acostumbrada al poder, pero ahora estaba convencida de que trabajando con ella conseguiría muchos avances en sus proyectos personales.

–Me alegro de que todo funcione bien, pero ahora mi trabajo casi está terminando. ¿Qué sigue?
–Me gustan esas ganas –comentó Bernarda– mira, la verdad es que estoy confundida, no sé si seguir con el hotel o con la remodelación del centro de eventos.
–Un hotel –intervino Eva– es un proyecto nuevo, me imagino.
–En ese caso sí, acabo de adquirir los derechos para construir un hotel en las cercanías del Aeropuerto.
–Pero los aeropuertos son zonas en donde no puedes construir un hotel –replicó la joven– a menos que tengas en mente algo fuera de lo común.

Bernarda sonrió astutamente; esa muchacha era indicada para trabajar con ella.

–Diste en el clavo, ya sabes cuál es tu siguiente proyecto: pondré un hotel de dos plantas y con un diseño completamente innovador; aun no tengo nada claro así que tendrás que definir tu equipo y las cosas como el diseño y demás tecnicismos, pero el paso más importante que es el de los permisos de construcción ya está en mis manos. Y ya que veo ese brillo en tus ojos, dime si es que ya se te ocurre algo.
–En realidad estoy pensando muchas cosas –respondió la joven– lo principal es que quisiera conservar a algunas de las personas que están trabajando en Boulevard en mi equipo, principalmente a Bastián Sánchez como ingeniero en jefe y a Adán Valdovinos como  gerente.
–Me parece totalmente probable, además que Adán es irresistible, es perfecto en todo lo que se proponga hacer igual que tú, así que tienes mi consentimiento para eso; de hecho creo que se podría armar un fantástico triunvirato, ahora sabrás quien es la tercera persona.

Eva bebió un trago de café. Un nuevo proyecto arrancando desde los cimientos era perfecto para ella, y con Adán cerca en la fase operativa, no había forma de que las cosas salieran mal. Se les acercó una mujer realmente hermosa, sensual y de rasgos exóticos, aunque del tipo de persona con algún tipo de mezcla de herencia genética, pues al verla no sabías exactamente de donde podía venir.

–Qué bueno que llegaste.
–Hola.
–Eva San Román, te presento a la gerente de Relaciones públicas de Boulevard, Luna Arriaga.

Eva se puso de pie. No era común ver mujeres tan bonitas como ella, y la otra lo sabía a la perfección, pero a la vez se comportaba como si no hubiera nada extraño o fuera de lo común en su aspecto; en tanto, Luna miró con detenimiento a la otra mujer: era realmente bonita de rasgos y de cuerpo, tenía estilo y elegancia, como en la medida justa entre una modelo de pasarela y una sex symbol, y se veía a distancia que era inteligente y decidida, la clase de mujer que sabe muy bien que hacer y cuando, y que conoce a la perfección sus cualidades. Estrecharon las manos profesionalmente.

–Siéntate Luna. Verás Eva, conozco a Luna hace tiempo, y es la persona perfecta para el cargo, porque además de ser una muñeca, tiene un magnetismo increíble con la gente; planeo que ella se encargue de dialogar y conectar tanto con futuros inversionistas como con el público en la campaña que comenzaremos mañana, y será también tu gerente en el próximo proyecto del Hotel del aeropuerto. Estoy segura de que tú, Luna y Adán serán insuperables juntos.

Luna sonrió espléndidamente.

–Bernarda siempre me halaga demasiado Eva. Te contaré, yo tengo una capacidad natural para conectar con las personas, pero no  me gusta el mundo de la televisión y esas cosas, así que encontré en este mundo algo en lo que soy buena y además me fascina; tengo que pedirte algo en todo caso, que me des información del proyecto, pero sobre todo de cómo está el país ahora mismo, eso es fundamental.
–Puedes contar conmigo para lo que necesites, aunque no vamos a trabajar directamente estoy dispuesta a ayudarte en lo que me digas.

Bernarda estaba en la cima de la alegría.

–Excelente, excelente, ya veo que se entienden. Eva, te voy a pedir que te encargues de interiorizar a Luna sobre los detalles de este proyecto y que la presentes a los ejecutivos, porque yo ahora mismo voy saliendo, tengo un viaje relámpago.
–No te preocupes, yo me encargo.
–Nos vemos luego.

Bernarda dejó pagada la cuenta y se fue rápidamente en un taxi, mientras las otras dos mujeres se miraban fijo.

– ¿Y de dónde conoces a Bernarda?
–Trabajé con ella en Londres hace un par de años y lo hicimos fantástico, así que como ahora estoy una temporada en el país me contactó y acepté encantada por supuesto; y dime un poco como está el tema del Boulevard.
–Lo inauguramos este Sábado con la Galería Cielo que es una muestra exquisita, y ya la próxima semana comenzamos con lo demás, aunque a mí Bernarda no me ha informado de la campaña de publicidad que harán y como hoy es Lunes no hay mucho tiempo disponible.
–Sobre eso no hay problema, yo tampoco lo sé –replicó Luna con toda tranquilidad– seguro que Bernarda nos contacta hoy en la noche con el plan ya hecho. Quiero pedirte algo más Eva.
– ¿De qué se trata?
–Quiero pedirte  que cuentes conmigo para lo que pueda ayudar, para mí es muy importante que este proyecto funcione porque le pertenece a Bernarda.

Eva frunció el ceño.

– ¿Por qué motivo?
–Porque Bernarda me dió la oportunidad de desarrollarme cuando trabajamos en Londres, y si alguien me da una oportunidad nunca lo olvido y siempre trataré de hacer todo lo  posible por retribuírselo; aunque hay una paga de por medio, la oportunidad y el hecho de creer en mí no tiene precio, por eso es que no dudé en venir a ayudar.
–Entiendo –asintió Eva– pues mira, éste proyecto y el siguiente son importantes para mi también, así que te aseguro que necesitaré de tu apoyo, podemos hacer un muy buen equipo.
–Me alegro.

Eva no sabía muy bien que pensar de Luna; estaba claro que sentía gratitud hacia Bernarda, pero no tenía antecedentes de ella y por lo tanto no sabía si sería o no una ejecutiva de calidad y tampoco se le había preguntado, así que solo podía confiar en que Bernarda, como de costumbre, aplicara su ojo clínico para escoger a los mejores para tenerlos con ella.

Adán estaba de paso en la galería de arte de Carmen Basaure, que ese día estaba cerrada por mantenimiento; las cuentas eran definitivamente espectaculares, y en las tres semanas que iban desde el estreno, el público seguía asistiendo en masa a ver El Regreso al paraíso, en un afán casi insano por conocer de cerca lo que tanto se comentaba; al final parecía que todo había resultado para mejor, pues este nuevo Regreso provocaba morbo en el público que según mostraba la tendencia, perseguía con más interés aquello que lo estremecía que lo que le causaba placer. Aun así seguía pensando que a fin de cuentas esa obra encontraría la forma de arruinar a Carmen. De todos modos solo se estaba encargando de comprobar que las cosas funcionaran bien y llevar las finanzas de cerca, porque por un lado la máquina que había armado se movía casi sola, y además él estaba mucho más ocupado en lo nuevo que en eso. Ya desde un principio tener a su cargo todo el paraíso terrenal ideado por Bernarda era excelente, y a eso se le había agregado que por coincidencia Eva era la responsable de la construcción, por lo que estaban trabajando unidos aunque no lo pareciera. Lo primero en inaugurar el próximo Sábado sería la nueva Galería Cielo, junto con un restaurante temático, para luego atacar al público con un nuevo servicio cada día; con respecto a la publicidad y relaciones públicas, Bernarda estaba empeñada en mantenerlo todo en secreto hasta último minuto, lo que si bien podía parecer preocupante, viniendo de ella significaba que tenía pensado algo de verdad grande. Recibió entonces una llamada de Eva.

–Hola.
–Buenas tardes Adán –saludó ella con perfecto tono profesional– necesito que agendemos una reunión para más tarde, estoy junto a la gerente de relaciones públicas de Boulevard, ella, Bernarda, tú y yo tenemos que ajustar los detalles de campaña publicitaria que comienza mañana, durante las siguientes horas tendré la confirmación exacta.
–De acuerdo, dejaré libre la tarde para la reunión, estaremos en contacto.
–Fantástico, te llamo más tarde.

Cortó. Eva  le había transmitido mucha información en la llamada, lo primero, que no podrían hablar hasta el momento de la reunión, así que tenían que estar atentos a todo, también le dijo sin palabras que la nueva gerente era una persona que requería atención, y que Bernarda efectivamente tenía en mente algo importante, ya fuera algo nuevo o lo que tuviese que ver con la llamada que le hizo, donde por cierto la otra persona estaba allí y seguramente muy atenta, lo que quería decir que era probablemente experimentada, o bonita, o ambas. Adán decidió esmerarse más que de costumbre esa jornada, dispuesto a anular a la nueva gerente con una apariencia simplemente deslumbrante, pues eso le daría en su favor el segundo golpe después del que seguramente estaba dando Eva al conocerla y descubrir qué clase de persona era la nueva colega de Boulevard.



Próximo episodio: Siete días

La traición de Adán Capítulo 19: Cielo infinito




Carmen tomó el primer avión una vez amaneció tras la exitosa jornada de inauguración de la galería de arte, dejando a Adán como encargado del funcionamiento de ésta. Esa misma mañana comenzaron las visitas, y las cuentas comenzaron a marcar esperanzadores números, aunque por el lado de la crítica, esta era tan conflictiva como la obra  en sí, pues se resaltaba el delicado y detallista estilo de la autora, llegando a catalogar su trazo como maestro, pero en contraposición se mencionaba el carácter inquietante y tormentoso del resultado; todos tenían razón, pero ya nada se podía hacer al respecto, por el momento lo importante era sacar los mayores dividendos de la galería, eso haría que su inversión tuviera éxito aun si en el futuro Regreso terminaba destruyendo a su creadora si esta no podía superarlo. El Lunes siguiente el hombre de 24 años se reunió con Bernarda Solar para firmar un suculento contrato.

–Me alegra que estemos comenzando bien –celebró ella sonriente– estoy segura de que todo irá sobre ruedas.

Adán continuaba leyendo el contrato.

–A propósito, supe que ahora eres dueña de la constructora Del Mar.

Bernarda sonrió.

–No soy la dueña, la gente es tan exagerada, solo soy accionista.
–Mayoritaria.
–Pero accionista al fin.
–Te doy el punto –coincidió él tomando lápiz– y ya que estamos en ésta etapa, quiero comenzar con algo que me importa mucho, es decir el proyecto en sí.

La mujer se sacudió el cabello y le enseñó un bosquejo de su proyecto, que el reconoció al instante.

–Esta es la cara que tendrá el Boulevard del centro comercial Plaza  Centenario cuando terminen con él. Será un paseo para los sentidos, pues ahí tendré la galería Cielo, restaurantes, spas, centros de masajes, terapistas, expertos en sanaciones alternativas y todo lo que está relacionado, me refiero a la combinación entre un centro para vacacionar, una ida al museo más vanguardista y un paso por los lugares de encuentro más prestigiosos, todo reunido en un solo sitio; nadie jamás ha intentado algo así, por eso es que será un éxito.

Eva estaba dirigiendo aquel y otros proyectos para la constructora, lo que significaba que estaría informado de manera directa de lo que Bernarda no quisiera decirle, y además de eso, ambos podrían sellar ese lugar con su marca, dejando una clave o un aspecto único que solo ellos dos pudieran entender y que les daría un control total de todo. Jugueteó con el lápiz unos momentos más.

–Es un proyecto sumamente ambicioso.
–Por eso te dije que esto es llegar a otro nivel; haré que la mejor gente trabaje conmigo, por eso es que te quiero aquí. Además tengo a otras personas, solo tenemos que comenzar.

Adán la miró fijamente y vio que Bernarda sería una gran aliada en sus proyectos. Firmó el contrato y se quedó con una copia.

–Excelente, puedes cobrar tu primer cheque este jueves. Ahora tenemos un almuerzo a las dos, con el equipo que he seleccionado, aunque por supuesto podrás hacer modificaciones; quiero que te hagas cargo de todo lo más pronto posible.
–No tengo reparos –comentó él– por lo que veo me estás dando mucha autoridad.
–Casi toda, porque la única persona sobre ti soy yo, pero me cansa estar en reuniones cuando hay tantas cosas mejores que hacer, además que claro, tengo varios otros negocios.

Adán guardó silencio unos momentos. Lo tenía en sus manos, y podría hacer lo que se propusiera de ahí en adelante, no tenía más que pedir por el momento.

Pilar y Margarita se reunieron en la oficina de Martín Zamora, un joven y entusiasta asesor que era amigo del marido de Margarita.

–Así que esa es la idea Martín, ya tienes el estado de la cuenta de la que puedo echar mano,  necesito que me digas si es posible comenzar el proyecto del restaurante.

Martín era delgado y esbelto, de rasgos angulosos y vivaces ojos claros que contrastaban con su piel morena. El hombre sonrió.

– ¿Si es posible? Pilar, ¿tienes alguna idea de cuánto dinero es el que tienes en esta cuenta?
–Pues sí pero...
– ¡Claro que es posible! –sonrió ampliamente– esto es más dinero del que necesitas, de hecho te podrías comprar un edificio completo en un muy buen barrio y aun te alcanzaría para poner el restaurante.
– ¿En serio?
–Sobradamente, incluso te alcanza para mis honorarios. Como sea, voy  a asesorarte en esto, pero quiero definir quién va a hacer que.
–La verdad no soy muy buena para los negocios, así que te dejo toda la logística del tema, con Margarita nos ocuparemos de la temática y todo lo interno.

Martín trabajaba rápido y ya tenía algunas  proyecciones en la pantalla.

–Miren, me parece que tu propuesta de instalarse en el sector de la remodelación Mistral es muy buena, sobre todo porque ese conjunto de edificios extraños está tomando impulso nuevamente, y eso que muchos lo dieron por muerto hace diez años, así que si todo funciona bien podrías convertir tu restaurante en el centro del éxito de allí.
Ahora, tengo una propuesta, y es invertir un monto equivalente a la mitad del capital inicial que invertirás en el restaurante en fondos seguros, así ante cualquier eventualidad tendrás un respaldo y de todos modos la rentabilidad es mayor que los intereses que te genera ese dinero quieto ahí.
–Me parece una buena idea –comentó Margarita rápidamente– además recuerda lo que te dije, tienes que sacar provecho de ese dinero.

Pilar se lo pensó un momento y al fin decidió.

–De acuerdo, apoyo tu idea; lo que sí, quiero la instalación para el restaurante esta misma semana, así que veamos ahora mismo cuales son las opciones.
–Esa actitud me gusta, nos vamos a llevar de maravilla. Acompáñenme ahora mismo, vamos a la oficina de un amigo que es corredor de propiedades y vemos que es lo que podemos conseguir.

Mientras tanto, Esteban estaba solo en su departamento saliendo de la ducha; se sentía extraño estando sin trabajo, ya que como lo había pronosticado, Eva San Román lo había despedido. Desde luego que tuvo que indemnizarlo, así que tenía una interesante suma de dinero en la cuenta corriente y como era ordenado sabía que podía tomarse un tiempo, pero igual todo era nuevo después de años trabajando continuamente; se había llevado todas sus cosas y sus archivos más por orgullo que por otra cosa, porque sabía que Eva ya había conseguido copiar todo lo importante y por eso no lo necesitaba más. Estaba en esos pensamientos cuando tocaron el timbre.

–Micaela, que sorpresa.

La joven estaba haciendo esfuerzos por animarse y lo miró de arriba a abajo.

– ¿Y tú recibes a todas tus visitas en esa facha? Estás prácticamente desnudo.

De hecho él llevaba solo una toalla a la cintura.

–Oh, lo lamento, pero pasa mientras me visto. ¿Y cómo van esos ánimos?
–Más o menos –replicó ella– igual es extraño haber sido despedida después de tan poco y además ser indemnizada, por un lado el dinero me viene bien, pero por otro me frustra haber perdido contra esa desgraciada de Eva San Román.
–La mujer es brillante –comentó Esteban– lo tenía todo planeado desde el principio, me sentí como en medio de una cinta de suspenso en algunos momentos.

Micaela prendió el televisor; estaban pasando un documental de animales cazadores.

–Y podría seguir siéndolo. Si mal no recuerdo dijiste que tenías un amigo que es informático.

El hombre apareció en la sala, ya vestido y mirándola fijamente.

– ¿En qué estás pensando? ¿En venganza?
–Si –respondió la joven livianamente– la gente como ella tiende a dejar una huella de destrucción a su paso, pero siempre son daños menores, a gente que no se puede defender, o personas que no pueden probar nada. Yo digo que podemos desenmascararla, nada más que eso.
–Reconozco que la idea me parece muy atractiva, pero eso nos pone, como dicen en las películas, en el otro lado.

Micaela pensó en su madre.

–Esteban, la única forma de luchar contra este tipo de gente es ser más inteligentes que ellos, y también más malvados si lo quieres decir así. No puede ser todo tan perfecto, no puede ser que ellos siempre ganen.

Él se sentó junto a ella y la abrazó.

–Esto también es por tu madre.
–Ella también está involucrada –respondió lúgubremente– y ahora van a ser aliadas, eso quiere decir que Bernarda Solar encontró a su heredera, no quiero ver a esta ciudad bajo el poder de esas dos.
–Puede ser que tengas razón. Oye, ¿y cómo has estado?
–Bien.
–Vamos, no me digas mentiras. Te estoy preguntando porque sé que no estás de maravillas, quiero apoyarte porque eres mi amiga, pero tienes que ayudarme siendo sincera. Lo que me contaste de tu discusión con tu ex– novia y lo que descubriste es para angustiar a cualquiera.
–Es cierto –replicó Micaela en voz baja– pero no hay mucho  que pueda hacer. Tengo rabia con mi madre por mentirme, rabia conmigo misma por haber desconfiado de Pilar y por haber sido tan tonta, pero una gran parte de la culpa es mía, no puedo simplemente decir que no me importa. Además ya ha pasado tiempo, me gustaría lograr que ella me perdone por todo lo que le dije, pero por otra parte está en su derecho de no querer verme ni en pintura, al fin y al cabo perdonar no es una exigencia.
– ¿La amas?
–Si –respondió resueltamente– durante este tiempo lo negué y quise convertir todo en odio, pero al final la verdad es que la amo. Supongo que por eso también es que quiero hacer algo en contra de Eva y de Bernarda, porque de cierta manera es una forma de recompensar algo de lo mal que hice.

Esteban guardó silencio unos momentos. Le había sorprendido un poco saber toda la verdad, pero eso no cambiaba su amistad por Micaela, de hecho la hacía más fuerte; ahora sabía que tenían que luchar por ese objetivo común.

–Está bien, voy a ayudarte, al final que ya tengo también algo en contra de Eva San Román, no me viene mal algo de acción al respecto. Hagámoslo entonces, vamos a ser justicieros, a ver hasta que parte conseguimos llegar.

El almuerzo con los ejecutivos del Proyecto Cielo había sido largo y provechoso, ya que Adán había entrado en conocimiento de los ejecutivos, y comenzó a tomar de manera real su nuevo puesto; el equipo estaba compuesto por profesionales de alto nivel, lo que haría pensar que estarían por sobre Adán que no ostentaba títulos, pero el cargo y además su personalidad magnética hacían evidente los motivos por los que se encontraría al mando desde ese momento.
El hombre hizo una parada rápida en el departamento, y fue ahí que se topó con una nueva sorpresa: una segunda nota dentro de un sobre diminuto, y en su interior el mismo tipo de mensaje ¨Ya sé quién eres¨
Recibir por segunda vez la misma advertencia delataba  que no se trataba de un hecho fortuito, pero eso no ayudaba en nada. Había descartado cualquier actitud que acusara el golpe, como empezar a hacer preguntas en conserjería o cosas similares, pero en el momento de su vida en que estaba, era necesario saber quién estaba detrás de esas amenazas. Marcó en su teléfono el número de Samuel, el informático al que había recurrido en primer lugar para descubrir el origen del segundo cuadro, pero para su sorpresa se lo encontró fuera de servicio.

–Esto es extraño –dijo para si– no me imagino que...

Optó por no hacer más conjeturas y salir directo al departamento del otro, ya que tenía tiempo aún, pero se encontró con otra desagradable sorpresa.

–El joven del departamento se fué hace una semana –le comentó el conserje del edificio– tomó sus cosas y se largó, fué durante la tarde, y no dejó referencias ni números, de hecho nadie sabía nada, parece que fué alguna emergencia.

Y dada en un muy mal momento. Adán sentía que algo no estaba bien, y lo atribuyó a que posiblemente a Samuel lo habían descubierto en algún ilícito virtual y por eso el apuro por desaparecer; tendría que buscar otros métodos de investigación. Sin antecedentes ni pistas, volvió al departamento, pero en vez de entrar se quedó en el auto, a media cuadra del edificio. La zona no era muy transitada al ser un sector residencial y bien acomodado, así que algún desconocido podía ser advertido con facilidad, pero investigar algo así era trabajo detectivesco que tomaba tiempo del que no disponía; sin embargo vió que el sistema de cámaras de seguridad del edificio de enfrente apuntaba al suyo, con lo que podía hacer un seguimiento, sobre todo considerando que en esta ocasión el lapso de su ausencia era mucho menor, solo tenía que descubrir quien había pasado por allí entre las siete y treinta y las cuatro, y después descubrir si todo eso era nada más que un alarde, o si de verdad alguien había conseguido remover los cimientos de su pasado.

Eva estaba en el edificio de la Constructora Del Mar y Alzarrieta cuando recibió una comunicación de su secretaria.

–Señorita San Román, hay un hombre que quiere hablar con usted y ha insistido mucho.
– ¿Quién es?
–Solo dijo su nombre de pila, dice que usted lo conoce. Se llama Mario.
–Comunícalo.

Esperó unos instantes. Era extraño que la llamara con tanta urgencia cuando su trabajo ya había terminado.

–Diga.
–Soy yo, ¿me reconoce?
–Sí, dime por qué llamas tan insistentemente.

La voz se escuchaba nerviosa del otro lado de la línea.

–Descubrí algo preocupante, pero voy a necesitar más dinero.
– ¿De qué se trata?

El hombre no habló. Por lo visto ya había comprendido el lenguaje.

–Te pagaré Mario, ahora dime qué es lo que descubriste.
– ¿Alguien además de usted tiene acceso a su información o a lo que recibió de mí?
–Nadie. ¿Por qué?
–Porque cuando estaba eliminando las cuentas de correo que creé para enviarle los datos que tomé –replicó siendo claro pero sin palabras concretas– descubrí que alguien hizo un rastreo. La están espiando.

Eva se quedó un momento sin habla mientras las imágenes aparecían en su mente; casi podía ver a la persona tras el ordenador, en la noche, mirando fijo la pantalla mientras trataba de darle alcance aunque fuera en el mundo virtual. No podía ser, no después de tanto tiempo, no después de poner años, tierra y tantas otras cosas de por medio; tal vez era solo parte de las fracasadas medidas de seguridad de Esteban, pero también podía haber algo más y no podía descuidarse. Se echó el cabello hacia atrás en un gesto de nerviosismo, pero controló la voz a la perfección.

–Tendrás lo que corresponde. Tan pronto tengas cualquier otra información avísame, tendrás nuevas recompensas si descubres algo más. Apunta el número donde puedes encontrarme directamente y a cualquier hora.

Le dio rápidamente el número y colgó. No podía ser, no después de tanto esfuerzo por dejar todo atrás; ahora era una mujer exitosa, estaba consiguiendo todo lo que se merecía, por lo que no cabía lugar para los errores.



Próximo episodio: Dueños de todo

La traición de Adán Capítulo 18: Paraíso sin retorno




Faltaban solo un par de horas para la inauguración de la Galería de arte, y Adán fue al departamento de Carmen ante su llamada.

–Adán, después de la inauguración me voy del país.
– ¿Qué?

Adán la miró fijamente; había pasado en la última jornada algo que él desconocía, estaba seguro de eso, y ella no se lo diría, no en ese momento al menos.

–Así es, me voy, así que te quedarás a cargo de todo.
– ¿Y por qué te vas, qué pasará con la galería?
–La galería puede sostenerse a sí misma, no me necesita aquí, además tú estarás ocupándote de los negocios, porque esto será un éxito; por mi parte debo iniciar un viaje, quiero buscar mi siguiente inspiración, algo que supere la majestuosidad del Regreso al paraíso.

Adán se quedó un momento en silencio, sabiendo que eso tenía que ver con algo más, muy probablemente con Pilar. Tendría que investigar a prisa, pero por otro lado no le venía mal que Carmen se fuera, de hecho esa era una de las escenas más ventajosas para el inicio de su nuevo proyecto.

–No sé qué decir. Por un lado me alegro que tengas nuevas inspiraciones, pero será extraño que no estés, la galería quedara huérfana.

Carmen parecía estar pensando en cualquier cosa menos en eso, así que no le tomó importancia.

–Adán, es de suma importancia que la galería sea un éxito.
–Lo será –replicó el– la gente quedará impactada con el Regreso al paraíso. A propósito, tú y yo seguiremos en contacto. ¿O no?
–Yo te llamaré si te necesito para algo en particular, por lo demás está todo en tus manos, así que eres libre de tomar tus decisiones; ahora ve a arreglarte para la inauguración.

Micaela estaba en su departamento con la segunda cerveza de la tarde y completamente deprimida cuando tocaron a la puerta. Esteban entró vestido de gala y  la miró sorprendido.

– ¿Dónde has estado? Llevo todo el día buscándote, me tienes loco, y además mírate, estás en buzo cuando deberías estar lista para acompañarme de nuevo a la galería de arte.
–No voy a ir.
– ¿Y se puede saber por qué?

Micaela no había querido hablar con nadie, y no tenía claro si quería contarle o no a su nuevo amigo lo de Pilar. Pero tampoco le había dicho lo otro, así que decidió comenzar por ahí.

–Eva San Román está detrás del robo de nuestras cuentas de correo.

El hombre se guardó una maldición y se sentó junto a ella.

–No puedo decir que me sorprenda. ¿Cómo lo supiste?
–Estuve investigando –replicó ella con evasivas– van a despedirte y a mi contigo.
–Es muy posible, pero eso no nos priva de ir allá y beber gratis.
–No iré, ve tú. No estoy de humor.

Esteban bebió un trago de cerveza.

–Pero tú no estás así por el trabajo, hay algo más en todo esto.
–Es verdad.
–Hagamos algo entonces –comentó Esteban sonriendo– cuéntame que es lo que ocurre, desahógate conmigo porque parece que estás desmoronándote.

Micaela sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas.

–No es eso, es que... se suponía que estaba rehaciendo mi  vida, que ya había quedado atrás y ahora todo es diferente, porque...

No pudo seguir hablando, sintió que se le iba el aire del cuerpo; Esteban la abrazó.

–Tranquila. Oye, tu puedes confiar en mí, así que sácalo, di todo lo que estás pensando, vas a ver que soy un muy buen paño de lágrimas.

Poco después la galería rebosaba de gente; tal como Adán lo había previsto, el misterioso hecho del disparo había centrado todas las miradas en ellos, de modo que para la inauguración todos los medios especializados confirmaron su asistencia de inmediato, e incluso se agregaron un par de revistas de sociedad con la excusa de retratar a varios de los asistentes. Adán estaba vestido con un traje en un exclusivo tono petróleo,  y se paseaba por entre los invitados sabiendo que muchas de las miradas estaban sobre él por su porte y gracia, y además porque su manejo de la situación anterior había sido brillante. Carmen apareció a su lado con un sencillo vestido en colores verdes que mezclaba distintas tonalidades, y se quedó junto a él mientras el anfitrión, ubicado estratégicamente delante de los cuadros centrales aún cubiertos, hacía las presentaciones finales.

–Damas y caballeros, la espera terminó; tengo el honor de presentarle a cada uno la obra más importante en la carrera de Carmen Basaure hasta ahora, El regreso al paraíso.

El silencio se apoderó del lugar, y el anfitrión se hizo a un lado para permitir que las asistentes quitaran las oscuras sedas que tapaban las obras; Adán miró nuevamente la obra y vió otra vez el mismo efecto, la sensación tormentosa y angustiante que había sustituido a la paz y armonía de la obra anterior. Luego miró en sentido contrario, y entre los disparos incesantes de las cámaras de los periodistas, vió como los rostros de los asistentes quedaban invadidos por el asombro; estaba funcionando, el efecto casi mágico de los dos cuadros ubicados a una distancia y en un ángulo especifico invadía a cada uno de sus asistentes, expandiendo el silencio y las murmuraciones de asombro. Una a una las asistentes descubrieron el resto de los cuadros  de la galería, pero nada podía contrarrestar el efecto único del lienzo que parecía moverse por sí solo. Una crítica de arte, que estaba muy cerca de Adán, escribía a toda velocidad en un bloc sus primeras impresiones. ¨Completamente desconcertante, la afamada Carmen Basaure ha logrado crear frente a nuestros ojos una ilusión tortuosa que solo creímos que era posible en la pantalla de un cine. Ahora el dolor y la paz del paraíso están entre nosotros.¨  Era más o menos lo que se esperaba de una crítica, aunque creía que a rasgos generales hablarían de Regreso como una obra innovadora aunque tortuosa.
Volcó su interés en Carmen, que respondía a las preguntas de algunos reporteros.

–Quiero decir que este es un gran paso para mí y espero que todos puedan verlo así. En el desarrollo artístico siempre estoy buscando más.
– ¿Cómo enfrentó el desafortunado incidente de la primera oportunidad?
–Solo un incidente menor, pero gracias a mi asesor artístico todo sigue en su camino correcto.

Una periodista dió con el punto.

– El asesor artístico es una figura conocida en Europa pero no mucho aquí. ¿Que la llevó a contar con uno?
–La necesidad de enfocar mi trabajo al público, que es el importante aquí; no me sirve crear algo interesante si nadie va a verlo, y en la comunicación con el público Adán Valdovinos ha sido fundamental, pues me permite a la vez encontrar el camino hacia los sentimientos de mi público y expresar lo que quiero en mi obra.

¨Expresar lo que quiero¨ ya no tenía el mismo sentido que antes, aunque quizás conllevaba el sentido más práctico de Carmen: una mujer atormentada tratando de alcanzar algo que jamás consigue tocar. Comprobó que Pilar no había llegado, lo que confirmaba sus sospechas, pero lo que más le llamó la atención fue, al fin, ver llegar a Eva. Hasta el último momento ella no le había asegurado asistir ya que estaba ocupada con algunos asuntos, pero finalmente se acercó; estaba más hermosa aún si era posible, con un vestido negro impresionante, aunque sin Céspedes como compañía.

–Me alegra que estés aquí.
–A mi también, aunque estoy sorprendida con lo de la obra, dijiste que era perturbadora pero no creí que tanto.
–Lo es –comentó Adán– pero al menos no puedo decir que pasara desapercibida; más tarde tenemos que hablar.
–De acuerdo, ve a mi hotel.
–Tan pronto salga de aquí.

Eva se mezcló con los invitados. Ahora había logrado la inauguración, solo le bastaba despedir a Carmen en el aeropuerto para empezar su nuevo proyecto con Bernarda Solar.

En tanto, Bernarda estaba en su lujoso departamento disfrutando de una copa de champagne. Aunque sonara extraño, la inauguración de Carmen Basaure le convenía progresivamente más en la medida que tuviera más éxito, pues así sería más exitosa ella con el nuevo proyecto de Cielo; ya tenía a Luna, a Adán Valdovinos, y también a la constructora Del mar y Alzarrieta, de modo que las piezas estaban en donde las necesitaba; ya había comprobado que Carmen tenía hecha una  reserva en una aerolínea, que predecible para ser una artista. Solo había una molestia, y es que tenía que cambiar cerraduras y asignar algún tipo de protección a sus propiedades, porque aunque no era un riesgo, Micaela si podía ser una molestia y era algo que podía suprimirse con facilidad. No podía provocarle daño alguno, pero si tenía pensado destruir sus estatuillas perfectamente podía querer atacar su galería o lo que fuera.
Bebió otro trago de champagne.

Pilar despertó de pronto en la noche; estaba agitada y con el rostro bañado en lágrimas; así que había estado llorando durante el sueño, obviamente por los recuerdos de su enfrentamiento con Micaela. A fin de cuentas tenía que afectarle en algún momento, si sea como fuere se había enfrentado a ella, a la única mujer que había amado; en esos momentos le dijo todo lo que sentía, la rabia y el dolor que tenía guardado hacía ocho meses y contando, pero además de eso se encontró con algo sorpresivo, la súplica de Micaela por su perdón; había supuesto que lo negaría o que estaría obstinada en su pensamiento inicial, pero su actitud y las pruebas que le llevó habían resultado inapelables. Por un lado, al recordarlo, se sentía angustiada de verla así, pero por otro no dejaba de tener rabia por todas las humillaciones pasadas. No sabía que era lo que podía ocurrir después, pero si tenía claro que no quería a Micaela ni a nadie de los involucrados en su vida, se quedaría en el país para reconstruir la vida que le habían quitado y con el restaurante creía tener el mejor comienzo.

Adán llegó al hotel y fue recibido por Eva, que ya estaba preparada con un hermoso camisón de satén blanco; se besaron con ardor tan pronto cerraron la puerta.

–Ya lo conseguí –comentó ella triunfante– mañana ya no tendré que preocuparme por el gerente de proyectos.
–Fantástico, pero eso quiere decir que lo despediste hoy, porque no estaba en la inauguración.
–Tal vez lo está presintiendo, pero aún no, lo despediré mañana. Lo demás ya está cubierto.

Adán comenzó a desnudarse mientras Eva servía whisky para ambos.

–Genial, tienes dos problemas resueltos, y yo dentro de los próximos días comienzo a trabajar como Administrador en el nuevo proyecto integral de Bernarda Solar, me contactó hace algunos días por la expansión de la galería Cielo, y ahora que termino con Carmen Basaure, es la oportunidad perfecta.

Eva frunció el ceño.

– ¿Bernarda Solar?
–Sí.
–Es accionista mayoritaria en la constructora –replicó ella alcanzándole una copa mientras evaluaba su cuerpo– de hecho estuvo en la última reunión de directorio.
–Así que se trataba de eso –comentó Adán sonriendo– ese es el nuevo proyecto, seguro quiere una constructora de proporciones para sus planes, eso quiere decir que de un modo u otro trabajaremos unidos.

Volvieron a besarse.

–Y mientras estemos unidos no hay nada más que importe.
–Es verdad. Ahora celebremos, quiero hacer el amor contigo.
–No tengo ningún reparo.

Eva se despojó del camisón, dejaron las copas con las que habían brindado a un lado y se enfrascaron nuevamente en el juego del amor, donde sabían que cada caricia era deliciosa como la primera, y cada nueva sensación era incomparable. Éxito profesional, amor, placer, dos personas fuera de lo común unidas por sus propios deseos, no había nada mejor todavía para ellos.


Próximo episodio: Cielo infinito



La traición de Adán Capítulo 17: Mariposas calcinadas




La mañana del día de la inauguración de la galería avanzaba rápidamente, y Carmen estaba tranquila en su departamento, hasta que tocaron insistentemente a la puerta.

–Pilar, ¿qué haces aquí?

Se le veía algo demacrada, y lo más llamativo de todo fue la expresión de su rostro; definitivamente estaba enfadada.

–Había pensado dejar esto para otro momento –dijo entrando sin preguntar – incluso pensé en esperar, pero después lo pensé mejor; sé que hoy inauguras tu galería, pero no voy a privarte de nada.

Carmen alzó las cejas.

–No sé de qué estás hablando, pero no recuerdo haberte invitado. Cuando te necesite te llamaré.

Le hablaba como a un empleado. Que indiferencia por Dios, ¿Acaso cambiaría al saber la verdad, o seguiría importándole tan poco como ahora?

–En realidad no creo que te importe, pero no voy a quedarme con esto aquí dentro, tú también tienes que saberlo.
– ¿A qué te refieres?
–A todo lo que ha pasado entre nosotras desde siempre –explicó serenamente– porque haciendo memoria mamá, es lo mismo que antes; siempre me has subestimado, siempre me has considerado... poca cosa para ser tu hija, y yo siempre traté de contentarte, siempre quise que me valoraras por quien soy, pero nada funcionaba –miró un cuadro– tu tenías cosas más importantes de que ocuparte.
–No tengo ganas de escuchar esa clase de cursilerías de ti –la interrumpió Carmen– no después de cómo te has comportado.
–Como según tú me he comportado –la corrigió la joven impasible– porque las cosas son muy distintas ahora que cuando me echaste de tu casa gritándome que era una traidora y una ladrona.

A Carmen se le agotó la paciencia.

–Pero si eso es lo que eres –exclamó decidida– o dime como se le llama a una hija que le roba a su madre algo invaluable y lo vende al mejor postor.

Pilar respiró. Otra vez el mismo desprecio, de nuevo la misma rabia; sabía que después de lo que iba a decir nada mejoraría, pero ya no importaba, porque ya había llegado al límite de la humillación.

–Es divertido que ahora recuerdes que soy tu hija –comentó duramente– por lo visto es solo porque te conviene. Pero si algo te acuerdas de lo que pasó, tal vez recuerdes que  esa tarde te supliqué de rodillas que me ayudaras y que me creyeras, y no solo me diste la espalda, también me echaste de tu vida, me maldijiste y además hiciste lo posible para perjudicarme. Qué clase de madre le hace eso a una hija sin escucharla.
–No te atrevas a hablarme así.
–Me atrevo Carmen Basaure –le espetó desafiante– me atrevo a decirte que no eres una madre, porque una madre de verdad iría al infierno por proteger a un hijo, y a ti te bastó con ver un par de papeles para arrojarme de tu vida. Jamás me quisiste.

Carmen iba a decir algo pero no lo hizo, ahogada por una exclamación que más parecía por sorpresa que por verse afectada por las palabras de Pilar. La joven sacó de su bolso un disco en un sobre transparente.

–La venta de tu querida colección de arte no la hice yo, y ahí está la prueba; como te dije entonces, soy inocente y fui utilizada porque quisieron perjudicarme. Si quieres saberlo por adelantado te lo diré, la responsable de esto, quien falsificó mi firma y envió gente a perjudicarme fue la madre de Micaela.
– ¿Qué?
–Así es, y en la grabación que hay en ese disco lo vas a comprobar.
–Eso es ridículo, no hay ningún motivo para que ella...
–Ella fue la única que salió ganando –siguió Pilar implacable– ¿No lo ves? La verdad siempre ha estado ahí frente a tus ojos, pero si no quieres entenderlo, no te mereces más mi insistencia. Solo vine a eso, ahora si te satisface más seguir engañada, déjalo, si quieres comprobar lo que te estoy diciendo, entonces escúchalo, es material de primera, como a ti te gusta.

Salió del departamento sin decir más, y dejando a Carmen perpleja; miró el disco con desconfianza, casi como si pudiera hacerle algún daño, pero no sabía aún si sería peor la incertidumbre o la verdad. Desde siempre había predicho que Pilar le provocaría problemas, y ahora mismo no sabía que pensar, más bien parecía todo orquestado como parte de un plan de ella. Sin embargo y aunque tenía cientos de dudas al respecto, la curiosidad pudo más, y finalmente la artista tomó en sus manos el disco, decidida a escuchar su contenido.

– ¿Sabes para que vuelan las mariposas?

La mujer se quedó  inmóvil, escuchando.

–Las mariposas vuelan para llegar al cielo. Pero nunca lo logran, porque cuando están demasiado alto, la luz del Sol les quema las alas.

La mujer volteó lentamente; no creyó escuchar de alguien más esa críptica descripción, pero había pasado y sabía quién era la persona que había entrado por su cuenta a su departamento.

–Micaela.

La vió y al momento se sintió sorprendida: físicamente se veía como de costumbre, quizás con el cabello más largo, pero su expresión era distinta, su rostro estaba endurecido, la mirada afilada como un puñal.

–Hola Bernarda.

Bernarda Solar miró de pies a cabeza a Micaela; tenía la sospecha de que ella volvería en algún momento,  pero pensó que se tardaría más.

–Pudiste avisarme, te habría tenido algo especial.

Un saludo típico para ganar tiempo; pero en el estado mental en que se encontraba Micaela, no seguiría su juego.

–Ya sé lo que hiciste.  Ya sé que tú armaste la estrategia para quedarte con la colección Cielo y que me  mentiste para lograrlo. Ya sé todo lo que hiciste, mamá.

Lo último lo dijo como disparando un arma; Bernarda la miró fijo, así que después de esos meses finalmente lo había descubierto, no podía culparla por estar enfadada, pero nada más.

–Que sorpresa, no creí que estuvieras investigando este tema después de tanto tiempo.
–Me mentiste Bernarda. Me hiciste creer que estabas de mi lado, mientras a mi espalda tramabas la forma de intrigar contra mi relación con Pilar. Usaste mi cercanía con ella para conseguir información, y te valiste de engaños y falsificaciones.
–Culpable de esos cargos –replicó Bernarda sin inmutarse– por fin caen las máscaras hija mía, ahora podemos hablar con la verdad.
–Quiero que me digas porqué.
–Porque nunca iba a estar de acuerdo en esa aventurilla tuya con esa muchacha. ¿Por qué más?

Micaela la miró con desprecio. Siempre había sabido que su madre era una bestia de caza en los negocios, y nunca la apoyó ni estuvo de acuerdo, pero de alguna manera creyó que por ser su hija, ella establecería un límite de no dañar, de no destruir. Que estúpida había sido.

–Eso ya lo había supuesto, me refiero a porque me hiciste creer que eras mi aliada.
–Porque era la única forma de entrar en el área de Carmen sin poner en riesgo mis planes – respondió la otra simplemente– todo se trataba de oportunidades.

La joven vió por un momento la escena desde afuera, con ella por un lado,  joven, natural, sincera, y por el otro Bernarda, madura, artificial, mentirosa. No tenía ningún sentido estar allí pidiendo explicaciones, mejor era pasar a la parte importante. Tomó en sus manos una costosa figura tallada a mano en cristal blanco, una especie de hada con corazón de brillante.

–Así que solo fue otro negocio –comentó jugando con la estatuilla– otro día, otro billete para ti, nada más y nada menos. Solo otro comerciante pequeño expropiado porque pondrás en lugar de su tienda una automotora, otro grupo de obreros despedidos para abaratar costos, otra empleada tirada a una casa de reposo a cambio de una más joven. Eso fué para ti tu hija, y yo que creí que me mantendrías al margen de tus maquinaciones al menos para no perjudicar tus propios intereses.

Arrojó violentamente la figura contra una pared, haciéndola mil pedazos; Bernarda contrajo los músculos de su cara al ver la destrucción de una de sus posesiones, pero se mantuvo firme, a tres metros de distancia de la más joven, decidida a no dejarse intimidar por nadie, como siempre.

–Estás haciendo un melodrama barato –atacó haciendo ojos ciegos a la estatuilla– a fin de cuentas yo no soy la bruja de la historia ni eso que pretendes. ¿O acaso fui yo quien se llenó de desconfianza?

Eso fue un golpe bajo.

–Claro que no, pero si eres responsable de tus actos, a la larga todo lo que haces termina por tener una consecuencia, no puedes ser tan inocente como para creer que eso no pasará nunca. Soy una tonta, fui la mujer más estúpida del mundo al creer que tú, específicamente tú, ibas a tener alguna cuota de humanidad teniendo un botín jugoso a la vista; te creí, te  creí tu apoyo y tus palabras, incluso di por correcto que me pidieras mantener lo nuestro en secreto, porque pensé que era el precio que tenía que pagar por tener a mi madre de aliada. Luego –continuó con rabia– estuvo esa noche en la galería, cuando estábamos tú y yo y me mostraste esa horrenda pintura: un cielo tormentoso iluminado por infinitos colores, salidos de las alas de las más exquisitas mariposas, volando en ascensión hacia un cielo impredecible, y las que estaban más arriba con las alas incendiándose; me dijiste cual era el concepto de esa obra, y mientras yo miraba esas frágiles vidas destruirse, te escuchaba diciéndomelo ¨nunca logran llegar al cielo, porque cuando están demasiado alto la luz del Sol les quema las alas¨ Y sabías que yo le decía a Pilar que era mi mariposa, tú lo sabías. ¿Qué te ocurrió en ese momento? ¿Estabas advirtiéndome en un momento de debilidad a ver si yo comprendía el mensaje, o simplemente estabas anunciando mi destino?

–Un poco de las dos cosas –contestó Bernarda sin alterarse– pero a fin de cuentas daba lo mismo, porque lo importante ya estaba hecho, no iba a dar pie atrás, y lo mismo digo de ti, no te arrepentiste de mezclarte con esa chiquilla, y ahí tienes. Todo el amor que supuestamente tenías ni siquiera era tan grande después de todo.

Micaela miró de arriba a abajo a su madre; esa era la verdadera, la que había visto siempre y no otra.

–No estoy hablando de eso, ya te lo dije. Mis sentimientos por Pilar y lo que pueda pasar con ella son asunto mío, pero te concierne actuar contra tu hija, y lo sabes. Estás completamente sola en el mundo, mi papá huyo de ti, tus amigos solo se te acercan porque vives un buen momento, y no cuidas a tu hija ni siquiera por interés.

Bernarda sabía desde siempre que ser madre no era lo suyo, y en realidad Micaela había sido un dolor de cabeza desde que se convirtió en lesbiana, pero ya era irrelevante, simplemente tenía que quitarla del camino.

–No tengo interés en ti, no te necesito Micaela, siempre he sido autosuficiente, y si ya terminaste tu teatro, es mejor que te vayas.
–No tengo mayor interés en quedarme contigo aquí, pero si quiero que sepas que no me voy a cruzar de brazos viendo como le sigues arruinando la vida a los demás.
– ¿Y qué vas a hacer? ¿Destruir mis adornos?

Micaela la miró fijamente; escuchar a la propia madre hablarle como a una desconocida era duro, pero lo superaría, y cumpliría con lo que estaba anunciando.

–Voy a destruirte a ti –sentenció decidida– tal vez no pueda cambiar el engaño que hiciste, pero te conozco Bernarda Solar, y no solo puedo entrar a tu departamento, también conozco varios otros sitios, veremos qué tan molesta puede ser para una leona como tú una mariposa volando a su alrededor.

Una hora después, Micaela estaba en la obra del Boulevard, y aprovechó un momento para hablar con el mismo obrero que había visto saliendo del edificio de la constructora anteriormente.

–Mario, quiero que me digas por qué estabas en el edificio de la constructora.

El hombre la miró sorprendido.

– ¿En el edificio? Nunca estuve ahí, además ¿para qué?
–No lo niegues –replicó ella– sé que tienes estudios de informática, y creo saber lo que hiciste, pero quiero que primero me lo digas tú. Sé que hemos trabajado muy poco, pero siempre estuve  de su lado, respétame un poco y dime la verdad, me lo merezco.

El hombre tragó saliva.

–Tiene que comprender que es mucho dinero, y lo necesito.
–No te voy a juzgar. Solo dímelo.
–Me pagaron por conseguir información de los proyectos que lleva don Esteban –explicó el trabajador en voz baja– y lo hice. Es mucho lo que me pagaron, lo siento pero lo hice por mi familia.
– ¿Quién te pagó?
–La misma mujer que estuvo aquí la otra vez. Por favor no le diga a los demás o van a matarme.

Micaela lo miró, y comprendió porque es que personas como Bernarda  tenían éxito: porque habían personas como él que les pavimentaban el camino.

–No le voy a decir a nadie. Además no tendría sentido, me van a despedir dentro de muy poco.
– ¿Por lo que hice?
–No, iba a pasar igual. Eres un buen hombre Mario, no te arriesgues a colaborar con este tipo de gente, porque así  como ahora te  pagan por algo que necesitan que hagas, el día de mañana le pagaran a otro para quitarte de su camino si les estorbas; cuídate mucho de las personas como Eva San Román, con ellos lo único que tienes claro es que algún día te causaran problemas.

– ¿Y ahora qué hago?

Pilar estaba nuevamente en la casa de su amiga Margarita, después de las visitas que les había hecho a Micaela y a su madre; estaba cansada, pero no sabía definir si estaba triste o no.

–Mira, lo importante es que ya diste ese paso tan importante.
–No lo habría logrado sin tu apoyo.
–Ni lo menciones –comentó la otra sonriendo– es lo mínimo que haría por ti amiga. Ahora, si ya pasaste esta etapa, creo que deberías hacer alguna clase de proyecto nuevo.
– ¿Pero de que, con qué dinero?
– ¿Cómo que con qué dinero? Pues con el del pago, ese que tienes ahí desde hace ocho meses.

Pilar frunció el ceño.

–Nunca he pensado en usar ese dinero, creo que no corresponde.
– ¿Y por qué no? Ese dinero no es mal habido si es eso en lo que estás pensando, es un pago mínimo en comparación con todo lo que has sufrido mujer; tómalo como una indemnización, si se pudiera enjuiciar a alguien por lo que te hicieron exigirías una reparación o una multa, esto es exactamente lo mismo.
–La verdad es que no lo había tomado de esa manera.
–Ya  veo. Pero hazme caso, te aseguro que es la mejor decisión.

Pilar sabía que había estado haciendo algunas cosas, además de algunas inversiones con el dinero que le dejara su padre, pero la idea, ahora planteada, tenía sentido.

–Margarita, y tú ¿que harías con ese dinero?
– ¿Yo?
–Claro, es tu idea, dime en que lo usarías.
–Pues si lo pones así... mira, la verdad yo pondría un restaurant o algo parecido, en estos tiempos está de moda eso de los lugares temáticos y tú has viajado así que tienes más conocimientos.

Pilar se lo pensó un momento. La idea tenía sentido tanto por el argumento de Margarita como por la perspectiva de estar ocupada.

– ¿Sabes qué? Que me parece una idea genial, eso voy a hacer, y tú vas a ayudarme.
–Pero como te voy a ayudar yo mujer si no sé nada de negocios.
–Pero sabes de recetas –replicó animándose– y yo no. Así que te voy a contratar, desde ahora serás mi asesora, pondremos un restaurante que será un éxito, y nos vamos a olvidar de todos estos problemas.

Interiormente sabía que no será fácil, pero si ya había enfrentado a su madre y a Micaela, seguramente todo lo demás sería fácil.



Próximo episodio: Paraíso sin retorno