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La traición de Adán Capítulo 13: Trampas de seda



Pilar estaba bastante deprimida ese viernes; las cosas estaban resultando peores, si eso era posible, ya que su madre había decidido encerrarse en su taller, obcecada en terminar su obra destruida en la fallida inauguración de la galería, lo que significaba que no saldría de allí hasta que lo consiguiera; no se sentía ofendida por esa dedicación extrema al cuadro, sino por la actitud de ella, y por lo visto no importaba cuánto tiempo pasara, siempre iba a ser lo mismo. Desde niña, siempre se supo en segundo lugar, desplazada, porque su madre, la artista, tenía algo más importante que hacer, porque el arte era perfecto y lo único a quien se le debía dedicar toda la atención.
Esto provocó que Pilar se obsesionara con su madre, y desde entonces vivió en función de eso, de lograr captar la atención que le había sido negada, y todo tenía que ver con lo mismo, con conseguir destacar en algo que le diera la atención de la gran Carmen Basaure; y cuando creyó estar consiguiéndolo, sucedió la desgracia de hacía ocho meses, pero lo más doloroso de todo fue que, a fin de cuentas, la ira de su madre no era por la supuesta acción de su hija, sino por el daño que su maravillosa obra sufriera, por perjudicar su carrera y  su futuro. A veces Pilar se preguntaba qué era en realidad lo que Carmen Basaure quería en la vida, cuál era su real objetivo en todo eso, y en muchas ocasiones la respuesta que aparecía en su mente era que ella, en resumidas cuentas, lo que ansiaba ver en sus obras era a ella misma admirándose continuamente.
No había sido tan ingenua como para pensar que iban a pasar tiempo juntas o algo por el estilo, pero había decidido quedarse al verla enferma y ahora estaba como siempre, sola. Demasiado como siempre. Pero tampoco podía estar las 24 horas del día sufriendo por temas que estaban fuera de su control, así que decidió hacer algo de vida real por su cuenta y salió a dar una vuelta. No había terminado de bajar en el ascensor cuando la llamaron por teléfono.

–Hola.
– ¿Aun me reconoces la voz, amiga?
– ¡Margarita! –exclamó sorprendida– qué gusto escucharte.

Veinte minutos después se abrazaban emocionadas, en un pequeño local de comida vegetariana que frecuentaban en el centro antiguo de la ciudad, años atrás; Margarita había sido su amiga y mutua confidente toda la infancia, y había sido duro separarse cuando ella fue a otro país a estudiar; aunque habían mantenido contacto por la red, verse de nuevo era toda una sorpresa.

–Creí que estabas en el extranjero.
—Volví hace un tiempo y vine para quedarme; pero eres tú la que sorprende, estaba convencida de que estabas en el extranjero, mujer.

Margarita era una mujer alta, voluminosa, y, según sus propias palabras, feliz de ser talla grande; de cabello rizado oscuro y actitud amigable, resultaba llamativa a primera vista, pero cualquiera que tratara con ella comprobaría de inmediato que era muy sencilla en su actuar.

—Llevo aquí solo un par de días –replicó, sonriendo— ¿Y tú?
–Volví el año pasado, ya terminé mis estudios así que me establecí de vuelta y estoy haciendo clases en el instituto Buenaventura.
– ¿Qué no es de beneficencia?
–No Pilar, a menos que estemos hablando de la beneficencia de los dueños, claro. Y tú en qué andas por aquí, llegué a pensar que no volverías.

Pilar le contó brevemente la historia del ataque de su madre. Su amiga reaccionó escandalizada.

–Discúlpame amiga, pero nunca voy a poder entender cómo es posible que una madre puede tratar así a su propia hija.
–Sabes que tiene motivos por lo que pasó hace ocho meses.

Margarita hizo un ademán con las manos, como despejando el ambiente.

–Eso es puro humo amiga, ya te lo dije antes. Una madre le cree primero a su hija que a nadie, no importa lo que le digan o lo que pase, pero ella parece que esperaba un motivo para maltratarte.
–Margarita...
–Es la verdad, lo siento mucho. Además, por favor —agregó, con una mirada de dulzura—, tú no eres capaz de matar ni una mosca, es ridículo pensar que podrías urdir un plan para robarle a tu madre su colección de arte, engañar a todos, incluida esa persona, venderla y luego, como si todo eso fuera poco, quedarte ahí mirando a la cara de medio mundo como si nada.

Pilar sabía que no era culpable de nada de eso.

–Pero tenían pruebas.
– ¡Al diablo las pruebas!
–Baja la voz.
–Está bien –se disculpó en voz más baja–; mira Pilar, tu problema es que siempre te has preocupado más del resto que de ti misma, siempre has estado concentrada en el otro lado de la moneda. ¿Te acuerdas cuando había esas escuelas de verano y querías ir a acampar? Podíamos organizar todo, pero ahí salías tú con que no, que mejor danza o historia del teatro porque eso te haría más culta, pero era para representar algo.

Era agobiante y a la vez muy grato estar con Margarita, porque de ella no tenía desconfianza, y era de la clase de amigas que irán contigo al infierno y de vuelta.

–Y qué consigues con eso –le preguntó, apuntándola–, sufrir, porque te dejas en último lugar, ¿o acaso no te regañé cuando me contaste por chat lo que pasó hace ocho meses?
–Sí, pero...

Margarita siguió hablando, respondiendo con vehemencia a su pregunta retórica.

–Sí, claro que lo hice. Apuesto que ni siquiera has pedido explicaciones, o tratado de averiguar cómo diablos es que terminaste metida en ese embrollo, pero te digo que las cosas no pasan así nada más, nunca se olvidan y tú jamás podrás sacarte esa tristeza que tienes si no te armas de valor y dices ¨basta, hasta aquí¨ y se lo dices bien claro a todo el mundo.

Viniendo de ella y dicho con semejante pasión, parecía muy sencillo, pero Pilar recordaba a la perfección lo difícil que había sido enfrentarse al abogado con anterioridad ¿Cómo iba a sacar fuerzas para más?

–Sabes que no soy una persona conflictiva.
–Pues vas a tener que empezar a serlo ahora, o nunca lo serás. Ya vas a ver, me vas a contar todos los detalles escabrosos, y juntas vamos a poner las cosas en su lugar.

Pilar no sabía si era algo del destino volver a encontrarse con su amiga de toda la vida, mucho menos si en realidad tendría algún sentido escarbar en el pasado y remover los recuerdos, pero sabía que no tenía alternativa, porque a Margarita nadie le sacaba una idea de la cabeza; la parte buena es que era gratificante estar en su compañía, porque de su parte no había cuestionamientos y además se sentía igual que siempre, ahí los años separadas no contaban en absoluto.

— Gracias por tu amistad.
— No tienes nada que agradecer –replicó con una gran sonrisa—. Ahora lo que necesitamos es tiempo para que me cuestes todo, y más de este jugo de aloe, porque necesitamos hidratarnos.

2


Micaela estaba despierta desde las seis de la mañana, y salió del departamento en su tenida de trabajo en terreno, pantalones cargo, botines, una camisa sencilla y el cabello atado simplemente; fue de inmediato a la obra que tenía que supervisar, la remodelación del Boulevard del centro comercial Plaza Centenario, donde la esperaban sus trabajadores.

– ¡Llegó la jefa!

Sorprendentemente, el grupo de trabajadores la recibió con toda alegría, aunque después supo que el encargado que creyeron tener era un viejo feo y cascarrabias, por lo que la mejora de la visual incidió notablemente en su estado de ánimo; sin embargo, a poco conversar con el equipo de trabajo, supo que la mayoría se conocían desde antes, y se trataba de hombres que tenían un buen sentido del humor, que al mismo tiempo sabían hacer su trabajo, pero estaban descontentos con ciertos aspectos de su anterior encargado, de modo que dedicó algo de tiempo a interiorizarse en todo lo que había sucedido antes de su llegada.
 Las obras estaban en una etapa inicial, por lo que todo lo que debía ser demolido estaba eliminado y había que comenzar con las mediciones y los cálculos, una parte en donde a veces por dejación o por apurar los plazos se dejaban detalles sin terminar. Estaba revisando los planos con el capataz y bromeando un poco cuando apareció una mujer joven, de traje ejecutivo, a quien juzgó de inmediato como bonita, y con cara de disgusto.

–Buenos días.
–Hola –saludó Micaela–, y tú eres...

La otra la miró de arriba a abajo. Tenía claro que ese proyecto era complicado porque la empresa había escogido un muy mal equipo de trabajo, así que tendría que vigilarlos de cerca, muy de cerca.

–Eva San Román, responsable del proyecto, estoy aquí para comprobar si es que hay avances en los trabajos, pero parece ser que no.

Esteban no le había dicho nada de eso, pero claramente ella tenía un cargo sobre él; por suerte ya estaba enterada de varios detalles.

–Micaela Riveros –respondió, sin saludarla–, estoy a cargo de la supervisión en terreno. ¿Cuál es el problema?

La otra mujer pareció sorprenderse de su respuesta tan sencilla y natural. ¿Creía que por ser bonita podía decir lo que quisiera?

–El problema es que el proyecto está atrasado un siete por ciento según el detalle que tengo, y en la constructora nos gusta que se cumplan los plazos.

Le entregó un informe, que Micaela hojeó sin darle mucho interés; el capataz y los obreros estaban en absoluto silencio mientras tanto. Mejor.

–Este informe es bonito –comentó la trigueña, dejando la carpeta sobre un mesón–, pero le falta información.
–Ese es el cronograma de avance del proyecto.

Micaela le dedicó una mirada algo divertida; ya había conocido ejecutivas así: mujeres inteligentes y capaces, pero que desconocían por completo lo que pasa en la realidad de una obra, las que sólo ven números.

–Es una proyección –la corrigió con calma–; aquí no dice en ninguna parte que hace siete días el trabajo quedó detenido porque la maquinaria que arrendaron para una obra gruesa estaba defectuosa; no dice que desde arriba le dijeron a mi capataz que tenía que esperar medio día para que llegara la otra, aunque al final fue un día completo. Es sólo un ejemplo, pero es muy claro.

Eva imaginaba que encontraría mil excusas en ese lugar, aunque no se esperaba a esa encargada en terreno.

–Tengo claro que puede haber imprevistos en el camino –explicó Eva, con amabilidad–, pero la misión del encargado en terreno es que los tiempos se optimicen y se trabaje, en vez de reír.

El capataz hizo una mueca, pero no dijo nada, sabía que él y sus trabajadores eran la parte delgada de la cuerda, pero Micaela no se dejaba intimidar.

– ¿Tú nunca has trabajado en terreno verdad?
– ¿Qué?
–Eso creí –comentó Micaela, livianamente–, yo sí, así que te explicaré: la esclavitud fue abolida porque no funcionaba, lo que se usa es que la empresa nos de todo lo que necesitamos para trabajar, y que nosotros nos hagamos cargo de hacer el trabajo lo mejor posible. Si como Responsable —remarcó la palabra, dándole una importancia exagerada—, puedes asegurarme que no nos vamos a quedar sin materiales y que no me enviarán equipos defectuosos, ya sabes, ese tipo de cosas, entonces yo te puedo asegurar que cumpliremos con los plazos para terminar esta remodelación. ¿Qué dices?

Eva frunció el ceño. Era extraño, habitualmente tenía mucho mejor efecto en las personas, aunque impusiera su autoridad. Este proyecto de remodelación era un foco importante dentro de los que tenía a su cargo, y al estar ahí le parecía que las cosas no tenían buen rumbo, sin contar con que ya había investigado, y el capataz era conocido por hacer un trabajo bueno, pero de forma irresponsable. En ese mundo los equipos tienden a ser como su líder, y si agregaba a esta sorpresiva encargada en terreno que se creía abogada, preveía problemas.

–Por fortuna mi trabajo no es hacer tratos –comentó, con condescendencia–, esto se trata simplemente de hacer el trabajo que corresponde, así que te pido por favor que te dediques a hacer lo que te ordenan en tu contrato. Vine para asegurarme de que todo vaya en orden, ahora sé muy bien cuáles son los puntos débiles en la maquinaria.

Los ojos de Micaela relampaguearon.

–Es un bonito juego de palabras, rima con la maquinaria en mal estado que nos enviaron hace un tiempo; te felicito por recordarlo tan bien.
–Tengo una excelente memoria –la sonrisa que le dedicó era por completo una amenaza.
–Te aseguro que puedo hacer cosas que no se te van a olvidar.
–No lo creo.

Micaela replicó a eso en voz baja; esa era una pelea personal, no de trabajo.

–Pareces linda –reflexionó, con las cejas levantadas—, pero no tan experimentada como tú misma crees. Me pregunto qué va a pasarte cuando te des cuenta que con tu título y tu cargo, no basta –y agregó, en voz alta, para que todos pudieran oír—. Muchas gracias por venir, querida, estaremos en contacto.

Sonrió espléndidamente, mientras que Eva optó por no acusar el golpe, al menos por el momento. Se despidió de forma escueta, aunque cortés, y se fue. Unos momentos después los trabajadores estallaron en vítores.
Eva salió del sector de la remodelación haciendo oídos sordos a los gritos y aplausos que se escuchaban a lo lejos; si alguien le hubiese advertido que habría una revolucionaria como encargada en terreno, habría usado otra estrategia, pero ya estaba hecho y no podía lamentarse, quien lo haría sería esa tal Micaela Riveros; dentro de poco tendría que darse su  lugar, porque no podía permitirse el lujo de tener inconvenientes con su trabajo.
Sin embargo, eso podía esperar, pues tenía que reunirse con el abogado para hacer todo el papeleo que necesitaba para poder hacerse cargo de la sociedad que manejaría a la galería de arte, en donde supuestamente inauguraría Carmen Basaure, debía conocer bien ese ambiente, y manejar cada palabra con sumo cuidado, ya que los artistas y sus relacionados pueden ser muy quisquillosos.
Según lo que le contó Adán, el abogado le había dicho abiertamente que creía que ahí había un tema de celos o venganza, y aunque le pareció una locura, después de pensarlo un poco llegó a la conclusión de que podía tener razón. Si eso era al menos probable, resultaba mucho más sensato investigar y anular cualquier riesgo, porque ese incidente podía servir para generar expectativas, pero un segundo sería ya un síntoma y significaría todo lo contrario.

En tanto, Adán llegó al exclusivo restaurant De Constantino, un hermoso lugar con decorados rústicos en el que se atendía solo a clientes seleccionados. En recepción una asistente le indicó con ojos brillantes de admiración, pero un correcto tono, cuál era su mesa.
Todo en la mesa elegida parecía preparado para impresionar: ubicada precisamente al lado de la enorme ventana que daba al jardín interior, poblado de hermosos colores, y en donde esperaba sentada y muy sonriente una mujer de cincuenta y pocos, imponente de actitud y aspecto; se notaba a simple vista que era alta y de buena salud, se le veía generosa de curvas para su edad, bastante atractiva, de mirada felina, cabello castaño muy claro y una tenida semi formal con camisa blanca y pantalón; en cualquier otra mujer ese atuendo se habría visto un poco exagerado, pero lucía tan satisfecha de sí misma que conseguía que su estilo personal resultara agradable a la vista. Le sonrió sin levantarse del asiento.

–Buenos días Adán, me alegra que estés aquí, siéntate conmigo.
–Buenos días.

Él también sonrió, usando como de costumbre su enorme encanto; la mujer pareció complacida.

–Eres muchísimo más guapo de lo que te ves en los periódicos, y ya en esas fotos te ves muy bien –comentó, con una sonrisa que acompañó a una mirada que evaluó todo su cuerpo antes que él se sentara—. Perdóname por ser tan sincera, pero no puedo callarme cuando veo algo hermoso, supongo que por eso todo lo que hago tiene que ver con lo mismo.
–Está elogiándome más de lo que merezco –replicó él, con tono natural–, a fin de cuentas, soy un tipo común.

Un garzón apareció con dos copas y sirvió una a cada uno. Bernarda sonrió.

–Dos cosas –explicó, tomando la copa con dedos adornados por anillos con brillantes—, la primera, me tratas de tú y la segunda, tú y yo sabemos que no eres un tipo común, tienes demasiadas cualidades como para serlo, y solo estoy hablando de lo que veo, porque estoy seguro de que cuando te conozca, veré todavía más. Bebe con tranquilidad, es un trago de fantasía sin alcohol, aquí lo preparan exclusivamente para mí, así que podemos beber y manejar sin problemas.

Ambos bebieron, y mientras probaba el delicioso contenido de la copa, el hombre de 24 años observó el entorno y también a Bernarda; ella era una leona, se sabía poderosa y dueña de sí misma, de su espacio y  quizás del de los demás; siempre atenta, siempre adelantándose a todo, como con la puesta en escena, los tragos y lo que le decía: no estaba adulándolo, estaba planteando la situación porque sabía que era así, porque desde su lado ella era algo como él, un animal diseñado para liderar al resto, y si era así, quería hablar con él porque ya conocía algo de su historia y antecedentes, cosa que él no tuvo la precaución de hacer. Estaba en desventaja, pero no lo suficiente como para sentirse intimidado.

–Es delicioso.
–Desde luego, es una receta exclusiva del restaurant que hicieron para mí, como te decía, ahora ya es más conocida. Pero te cité aquí para hablar de trabajo en realidad, aunque no me molesta la vista. Iré al grano, Adán, quiero que trabajes para mí en mi nuevo proyecto en la galería Cielo.

Adán frunció el ceño.

–Trabajar en Cielo es completamente imposible, sabes que trabajo con Carmen Basaure.
–Lo tengo claro, pero lo has dicho bien, trabajas para Carmen, no para la galería, y una de las muchas cosas que nos diferencian es que yo trabajo con entes, no con artistas, por lo que trabajar para mí como gerente administrativo no perjudica que seas asesor artístico de ella, a Carmen la ayudas con su arte, a mí con mis negocios.

Adán se tomó una pausa; no solo era una impresión, era además cierto que ella sabía muy bien qué decir y estaba informada, pero. ¿Por qué él?

–Te estarás preguntando por qué tengo este súbito interés en ti para trabajar –dijo ella, como si leyera su mente—, y la verdad es que eres de los ejecutivos del entorno más indicados para lo que estoy buscando. Trabajaste para la revista Capital humano, estuviste en el equipo creativo de la desaparecida productora Tasajos, hiciste un par de asesorías para estrellas de televisión y ahora trabajas con Carmen, es notable cómo te desempeñas, y pareces tener un olfato maestro para los negocios.
–Trabajo lo mejor posible.

Ella ladeó un poco la cabeza, cono despreciando la muestra fe sencillez, pero no dijo nada al respecto.

–Lo sé, por eso te quiero conmigo, porque mi anterior administrador se conformó con que mi galería tuviera un buen nombre, y por eso lo despedí. Quiero que el mundo caiga ante los encantos de mis obras, y sé que tú encontrarás la forma.

Adán sabía que era una gran oportunidad que llegaba en un mal momento, porque en esos instantes no podía dejar a Carmen, no tan cerca de conseguir lo que quería, no en medio de un trance y con el riesgo de quedar como traidor.

–Es interesante esta propuesta, pero no puedo aceptar, tengo ocupado todo mi tiempo con mi trabajo actual y no voy a dejarlo.
–Lo dejarás –sentenció ella, con toda tranquilidad–, cuando veas esto.

Le pasó un escrito, que era básicamente un acuerdo precontractual con una cantidad de ceros que, incluso viniendo de ella, lo sorprendió.

– ¿Por qué esta cantidad?
–Porque no puedes rechazarla, claro –explicó Bernarda, como si fuera obvio–, y porque dejarás de trabajar con Carmen dentro de muy poco.
– ¿Qué te hace pensar eso?

Bernarda bebió otro trago. Estaba disfrutando de la escena casi tanto como de la vista.

–Carmen y yo llevamos demasiados años dentro del mundo del arte; no somos amigas y nunca lo seremos, porque para ella el arte es una forma de vivir, y para mí es un trabajo y un negocio del cual vivir, pero no ser amigas no quiere decir que no la conozca al menos un poco. Ella es temperamental, tiene fuego en el alma, y por ahora está tranquila porque no ha terminado su trabajo, pero cuando lo haga, se aislará o se perderá en algún sitio. Lo sé, porque siempre es así.

La forma en que había conocido a Bastián Donoso hacia quince años, el desapego por su hija, el departamento que parecía habitación de hotel, su excesivo interés por terminar el segundo cuadro. Por supuesto, estaba de paso, Carmen siempre estaba de paso, que tuviera domicilio fijo en el país no quería decir que siempre estuviera ahí, para permanecer estaba su obra, el único amor que jamás la abandonaría. Había considerado el trabajo con Carmen como algo importante, pero pasajero porque pretendía conseguir a través de nuevos niveles, no había pensado en que el propio trabajo podía abandonarlo antes a él, y mucho menos que sucediera sin ninguna clase de aviso.

–Esto es un acuerdo precontractual por ese motivo –asintió, mirándola fijo; la sonrisa había desaparecido de su rostro, pero conservaba la tranquilidad necesaria para hablar con cautela y cortesía–, quieres tener asegurada la siguiente etapa.

Bernarda asintió con lentitud; era evidente que estaba disfrutando con todo lo que estaba pasando.

–Y tú, tienes asegurada esa cifra –comentó, luego de beber un trago–, veo que estamos hablando el mismo lenguaje, me parece completamente fantástico. Por el momento no tengo prisa porque comiences, sí porque me asegures que lo harás, así que solo necesito que firmes, y por el espacio con la fecha, no lo hay, todo depende de ti.

Adán no tenía la costumbre de ser tomado por sorpresa, y de golpe, se había llevado dos: estar en una evidente desventaja informativa en comparación con la empresaria, y tener la certeza de que su trabajo con Carmen, y los beneficios indirectos que esto traía, podía terminar de un momento a otro; asoció todo lo relacionado con la artista con su temperamento y ocupación, y descuidó el elemento de caos que podría llevar eso a otro nivel.

–Es interesante para mí —replicó, con lentitud—, pero nada te asegura el tiempo, no sabes si tal vez la artista cambia de genio y me necesita a su lado por mucho más.
–Es verdad, nadie me lo asegura, pero no me importa, esta es una jugada que no me voy a quedar sin hacer. ¿Te arriesgas a hacer la jugada conmigo?


Próximo capítulo: Cosas elementales










La traición de Adán Capítulo 18: Paraíso sin retorno



Faltaban solo un par de horas para la inauguración de la Galería de arte, y Adán fue al departamento de Carmen ante su llamada; había estado preocupado por su absoluto silencio y ausencia esa jornada, pero tuvo que dedicarse a ultimar todos los detalles del evento, por lo que no tuvo oportunidad de pensar a qué podía deberse aquella reclusión. Quería pensar que era una especie de introspección previa a la presentación en público, pero estaba seguro de que la verdad sería otra.

—Adán, después de la inauguración me voy del país.
— ¿Qué?

Adán la miró fijamente; había pasado en la última jornada algo que él desconocía, estaba seguro de eso, y ella no se lo diría, no en ese momento al menos. O quizás nunca lo diría, pero lo concreto, era que algo ya no seguía siendo igual.

—Así es, me voy, así que te quedarás a cargo de todo.
— ¿Y por qué te vas? ¿qué pasará con la galería?
—La galería puede sostenerse a sí misma, no me necesita aquí, además —replicó, con fuerza—, tú estarás ocupándote de los negocios, porque esto será un éxito; por mi parte debo iniciar un viaje, quiero buscar mi siguiente inspiración, algo que supere la majestuosidad del Regreso al paraíso.

Adán se quedó un momento en silencio, sabiendo que eso tenía que ver con algo más, muy probablemente con Pilar. Tendría que investigar a prisa, pero por otro lado, no le venía mal que Carmen se fuera, de hecho esa era una de las escenas más ventajosas para el inicio de su nuevo proyecto.

—No sé qué decir. Por un lado me alegro que tengas nuevas inspiraciones, pero será extraño que no estés, la galería quedara huérfana.

Carmen parecía estar pensando en cualquier cosa menos en eso, así que no le tomó importancia; tampoco tuvo la deferencia de aparentar que estaba de acuerdo con eso.

—Adán, es de suma importancia que la galería sea un éxito.
—Lo será —replicó él,— la gente quedará impactada con el Regreso al paraíso. A propósito, tú y yo seguiremos en contacto. ¿O no?
—Yo te llamaré si te necesito para algo en particular, por lo demás está todo en tus manos, así que eres libre de tomar tus decisiones; ahora ve a arreglarte para la inauguración.

La forma de despacharlo era muy elocuente, de modo que a Adán no le quedó más alternativa que salir de ahí. Tendría que programar todo con sumo cuidado, para que en ausencia de la pintora, la galería funcionara sin problemas, mientras él dedicaba su atención al proyecto de Bernarda Solar.

2


Micaela estaba en su departamento, con la segunda cerveza de la tarde y completamente deprimida cuando tocaron a la puerta. Esteban entró vestido de gala y la miró sorprendido.

— ¿Dónde has estado? Llevo todo el día buscándote, me tienes loco, y además mírate, estás en buzo cuando deberías estar lista para acompañarme de nuevo a la galería de arte.
—No voy a ir.
— ¿Y se puede saber por qué?

Micaela no había querido hablar con nadie, y no tenía claro si quería contarle o no a su nuevo amigo lo de Pilar. Pero tampoco le había dicho lo otro, así que decidió comenzar por ahí.

—Eva San Román está detrás del robo de nuestras cuentas de correo.

Esteban tuvo la amabilidad de no hacer aspavientos por su aspecto desaliñado, ni por la declaración de ella ; terminó de entrar y cerró la puerta, mientras Micaela se sentaba ante la mesa de la sala. Le dedicó una larga mirada antes de hablar, y cuando lo hizo, fue con suma cautela.

—No puedo decir que me sorprenda. ¿Cómo lo supiste?
—Estuve investigando —replicó ella, con evasivas—, van a despedirte, y a mí contigo.



—Es muy posible, pero eso no nos priva de ir allá y beber gratis.
—No iré, ve tú. No estoy de humor.

Esteban bebió un trago de cerveza.

—Pero tú no estás así por el trabajo, hay algo más en todo esto.
—Es verdad.
—Hagamos algo entonces —comentó Esteban, sonriendo con ternura—, cuéntame que es lo que ocurre, desahógate conmigo porque parece que estás desmoronándote.

Micaela sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas.

—No es eso, es que... se suponía que estaba rehaciendo mi vida, que ya había quedado atrás y ahora todo es diferente, porque...

No pudo seguir hablando, sintió que se le iba el aire del cuerpo; Esteban la abrazó.

—Tranquila. Oye, tú puedes confiar en mí, así que sácalo, di todo lo que estás pensando, vas a ver que soy un muy buen paño de lágrimas.

3



Poco después de la inauguración, la galería rebosaba de gente, y el personal iba de un lado a otro sirviendo tragos a todos los asistentes; tal como Adán lo había previsto, el misterioso hecho del disparo había centrado todas las miradas en ellos, de modo que para la inauguración todos los medios especializados confirmaron su asistencia de inmediato, e incluso se agregaron un par de revistas de sociedad con la excusa de retratar a varios de los asistentes. El hombre llevaba un traje azul petróleo confeccionado de forma exclusiva, y lucía siempre perfecto, sonriente y atento a cualquier comentario o pregunta, sin despegar los ojos del personal, y de cada detalle; se paseaba por entre los invitados sabiendo que muchas de las miradas estaban sobre él por su porte y gracia, y además, porque su manejo de la situación anterior había sido brillante, y esa prestancia y cercanía natural no se pasaban por alto. Carmen apareció a su lado con un sencillo vestido en colores verdes que mezclaba distintas tonalidades, y se quedó junto a él mientras el anfitrión, ubicado estratégicamente delante de los cuadros centrales aún cubiertos, hacía las presentaciones finales.

—Damas y caballeros, la espera terminó; tengo el honor de presentarle a cada uno la obra más importante en la carrera de Carmen Basaure hasta ahora, El regreso al paraíso.

El silencio se apoderó del lugar, y el anfitrión se hizo a un lado para permitir que las asistentes quitaran las oscuras sedas que tapaban las obras; Adán miró otra vez la obra y vio de nuevo el mismo efecto, la sensación tormentosa y angustiante que había sustituido a la paz y armonía de la obra anterior. Luego miró en sentido contrario, y entre los disparos incesantes de las cámaras de los periodistas, vio como los rostros de los asistentes quedaban invadidos por el asombro; estaba funcionando, el efecto casi mágico de los dos cuadros ubicados a una distancia y en un ángulo específico invadía a cada uno de sus espectadores, expandiendo el silencio y las murmuraciones de asombro. Una a una las asistentes descubrieron el resto de los cuadros de la galería, pero nada podía contrarrestar el efecto único del lienzo que parecía moverse por sí solo, mostrando una escena que muchos esperarían de una creación digital, pero no de la mano humana. Una crítica de arte, que estaba muy cerca de Adán, escribía a toda velocidad en un bloc sus primeras impresiones. ¨Completamente desconcertante, la afamada Carmen Basaure ha logrado crear frente a nuestros ojos una ilusión que mezcla cielo e infierno, algo que solo creímos que era posible en la pantalla de un cine. Ahora el dolor del averno y la paz del paraíso están entre nosotros.¨  Era más o menos lo que se esperaba de una crítica, aunque creía que a rasgos generales hablarían de Regreso como una obra innovadora aunque tortuosa.
Volcó su interés en Carmen, que respondía a las preguntas de algunos reporteros.

—Quiero decir que este es un gran paso para mí —estaba diciendo—, y espero que todos puedan verlo así. En el desarrollo artístico siempre estoy buscando más.

Carmen sabía muy bien cómo enfrentar las cámaras y periodistas; muy distinta de la mujer terca, apasionada y explosiva que era en un ambiente privado, cuando se trataba de una entrevista, lucía como una persona reposada, amable y cercana.

— ¿Cómo enfrentó el desafortunado incidente de la primera oportunidad?
—Solo un incidente menor — sonrió, amablemente —, pero gracias a mi asesor artístico, todo sigue en su camino correcto.

Una periodista dio con el punto. Una suerte, porque eso significaba que la información relacionada con él estaría corriendo con mucha rapidez.

—El asesor artístico es una figura conocida en Europa, pero no mucho en este país. Según lo que se sabe, no es sencillo alcanzar este cargo, y tampoco es fácil enfrentar los desafíos que trae consigo. ¿Qué la llevó a contar con uno?
—La necesidad de enfocar mi trabajo al público —replicó ella, con seguridad—, que es el importante aquí; no me sirve crear algo interesante si nadie va a verlo, y en la comunicación con el público Adán Valdovinos ha sido fundamental, pues me permite a la vez encontrar el camino hacia los sentimientos de mi público, y expresar lo que quiero en mi obra.

¨Expresar lo que quiero¨ ya no tenía el mismo sentido que antes, aunque quizás conllevaba el sentido más práctico del presente de Carmen: una mujer atormentada tratando de alcanzar algo que jamás consigue tocar. Comprobó que Pilar no había llegado, lo que confirmaba sus sospechas respecto a la sorpresiva decisión de la artista de salir del país, pero no aportaba mayores detalles; podía suponer que tuvieron un enfrentamiento, pero después de ver la actitud fría de la madre, parecía improbable que la hija tuviera el poder de obligarla a escapar de forma tan abrupta ¿O sólo se trataba de su forma de ser, que Bernarda describió poco antes?
Poco después, cuando la atención de todos estaba repartida por la galería, tuvo la oportunidad de dirigir su atención, al fin, a ver llegar a Eva. Hasta el último momento ella no le había asegurado asistir, ya que estaba ocupada con algunos asuntos de trabajo, pero finalmente se acercó; estaba más hermosa aún, si era posible, con un vestido negro largo, que destacaba por un cinto de cristales que resaltaba su esbelta figura; aunque notó de inmediato que llegaba sin Céspedes como compañía.

—Me alegra que estés aquí.
—A mí también —replicó ella, sonriendo —, aunque estoy sorprendida con lo de la obra, dijiste que era perturbadora, pero no creí que tanto.
—Lo es —comentó Adán—, pero al menos no puedo decir que pasará desapercibida; más tarde tenemos que hablar.
—De acuerdo, ve a mi hotel —replicó Eva, en voz baja.
—Tan pronto salga de aquí.

Eva se mezcló con los invitados. Ahora había logrado la inauguración, solo le bastaba despedir a Carmen en el aeropuerto para empezar su nuevo proyecto con Bernarda Solar.

4


En tanto, Bernarda estaba en su lujoso departamento disfrutando de una copa de champagne mientras escuchaba una alegre sinfonía. Aunque sonara extraño, la inauguración de Carmen Basaure le convenía progresivamente más en la medida que tuviera más éxito, pues así sería más exitosa ella con el nuevo proyecto de Cielo; a los medios les encantaba crear rivalidades, y en algunos se mencionaba “el otro polo del arte” en alusión a la nueva galería, y el relativo desgaste de la suya, que ya tenía cierto tiempo. Pues bien, ahora el enemigo más antiguo iba a regresar por todo lo alto. Tenía a Luna, a Adán Valdovinos, y también a la constructora Del mar y Alzarrieta en sus manos, de modo que las piezas estaban en donde las necesitaba; ya había comprobado que Carmen tenía hecha una reserva en una aerolínea, qué predecible para ser una artista. Solo había una molestia, y es que tenía que cambiar cerraduras y asignar algún tipo de protección a sus propiedades, porque, aunque no era un riesgo real, Micaela sí podía ser una molestia, y era algo que podía suprimirse con facilidad. No podía provocarle daño alguno, pero si tenía pensado destruir sus estatuillas, perfectamente podía querer atacar su galería o lo que fuera.
Bebió otro trago de champagne, y marcó el número del móvil de Luna; la chica respondió a los pocos segundos , escuchándose una mezcla de alegres voces y música de fondo.

—Bernarda.
—Parece que ya tienes un grupo de admiradores a tus pies — observó, con una risilla — . Eres sorprendente.
— Sólo salí a tomar un poco de aire, no quería aburrirme en el departamento. Por cierto, el chico que cuida el jardín es un sueño, sólo que es algo tímido.

Bernarda lo sabía; siempre procuraba que en sus instalaciones hubiera una combinación de gente madura , con experiencia, y jóvenes vitales y atractivos que distrajeran la vista.

—Bueno, pues muy pronto vas a conocer a alguien que no es finido en absoluto; te envié su perfil, puedes mirar tobo lo que gustes.

Luna vio el perfil en el móvil; Bernarda había escogido una Foto en donde e/ hombre estaba en la playa, a pleno sol, con un bañador azul que dejaba poco a la imaginación.

—Es guapo — admitió, sonriendo — y y tiene un físico trabajado.
—Guapo es poco para lo que es — la mujer hizo una mueca de placer — , y te aseguro que en persona se ve mucho mejor. Adán es su nombre, y es mi nueva contratación estrella: ustedes van a trabajar juntos.

Luna sabía identificar los sutiles mensajes que Bernarda incorporaba en todo lo que decía; si le estaba mostrando una foto de ese hombre, poniendo de manifiesto su atractivo, eso quería decir que él sabía usar ese atractivo como un arma, al igual que ella. La empresaria contrataba a alguien peligroso, y para hacerle frente, traía a alguien de quien estaba segura poder contar con su lealtad. Sería un trabajo interesante, faltaba saber si se trataría de un desafío o algo muy sencillo de ejecutar.


4


Pilar despertó de pronto en la noche; estaba agitada y con el rostro bañado en lágrimas; así que había estado llorando durante el sueño, obviamente por los recuerdos de su enfrentamiento con Micaela. A fin de cuentas, tenía que afectarle en algún momento, si sea como fuere se había enfrentado a ella, a la única mujer que había amado; en esos momentos le dijo todo lo que sentía, la rabia y el dolor que tenía guardado hacía ocho meses y contando, pero además de eso se encontró con algo sorpresivo, la súplica de Micaela por su perdón; había supuesto que lo negaría o que estaría obstinada en su pensamiento inicial, pero su actitud y las pruebas que le llevó habían resultado inapelables. Por un lado, al recordarlo, se sentía angustiada de verla así, pero por otro, no dejaba de tener rabia por todas las humillaciones pasadas. No sabía qué era lo que podía ocurrir después, pero sí tenía claro que no quería a Micaela ni a nadie de los involucrados en su vida, se quedaría en el país para reconstruir la vida que le habían quitado y esa era una decisión en la que no iba a dar pie atrás.
Se levantó y fue hasta el refrigerador para tomar un poco de agua fría; haciendo un recuento, incluso en el lapso de tiempo que estuvo fuera del país, toda su vida siguió congelada, y estuvo girando en torno a otras personas. Trabajó en la recepción de un hotel, y luego en relaciones públicas, cargo que desempeñaba con una sorprendente facilidad, pues la gente, en su mayoría, se sentía cómoda y en confianza al momento de verla; de alguna forma, incluso sin notarlo, estaba tratando de contentar y ayudar a otros, como si de alguna forma eso pudiera suplir lo que fue incapaz de lograr cuando todo se destruyó en su vida. Incluso su regreso, en un principio por un periodo breve, había sido impulsado por el deseo de acompañar a su madre, a la misma que la había negado y despreciado como hija. Ahora estaba de vuelta, y se sentía golpeada y cansada, pero al mismo tiempo, llena de una nueva energía; cuando llamó a su jefe en el hotel pal explicarle que no volvería, él fue muy amable, le agradeció su trabajo incansable, y la felicitó por tomar una decisión valiente que lo obligaba a empezar otro vez de cero en muy poco tiempo. No estaba segura de que fuera una decisión valiente, pero se merecía la oportunidad de rehacer su vida en donde ella quisiera, no en un sitio al que llegara por estar huyendo.


5


Adán llegó al hotel y fue recibido por Eva, que ya estaba preparada con un hermoso camisón de seda blanca; se besaron con ardor tan pronto cerraron la puerta.

—Ya lo conseguí —comentó ella, triunfante—, mañana ya no tendré que preocuparme por el gerente de proyectos.
—Fantástico, pero eso quiere decir que lo despediste hoy, porque no estaba en la inauguración.
—Tal vez lo está presintiendo, pero aún no, lo despediré mañana. Lo demás ya está cubierto.

Adán comenzó a desnudarse mientras Eva servía whisky para ambos.

—Genial, tienes dos problemas resueltos, y yo dentro de los próximos días comienzo a trabajar como administrador en el nuevo proyecto de Bernarda Solar, me contactó hace algunos días por la expansión de la galería Cielo, y ahora que termino con Carmen Basaure, es la oportunidad perfecta.

Eva frunció el ceño. Eso era una sorpresa que no estaba prevista.

— ¿Bernarda Solar?
—Sí.
—Es accionista mayoritaria en la constructora —replicó ella, alcanzándole una copa mientras evaluaba su cuerpo—; de hecho estuvo en la última reunión de directorio.
—Así que se trataba de eso —comentó Adán, sonriendo—, ese es el nuevo proyecto, seguro quiere una constructora de proporciones para sus planes, eso quiere decir que de un modo u otro trabajaremos unidos.

Volvieron a besarse.

—Y mientras estemos unidos no hay nada más que importe.
—Es verdad. Ahora celebremos, quiero hacer el amor contigo.
—No tengo ningún reparo.

Eva se despojó del camisón, dejaron las copas con las que habían brindado a un lado y se enfrascaron nuevamente en el juego del amor, donde sabían que cada caricia era deliciosa como la primera, y cada nueva sensación era incomparable. Éxito profesional, amor, placer, dos personas fuera de lo común unidas por sus propios deseos, no había nada mejor todavía para ellos.




Próximo capítulo: Cielo infinito

La traición de Adán Capítulo 19: Cielo infinito




Carmen tomó el primer avión una vez amaneció, tras la exitosa jornada de inauguración de la galería de arte, dejando a Adán como encargado del funcionamiento de ésta. Esa misma mañana comenzaron las visitas, y las cuentas comenzaron a marcar esperanzadores números, aunque por el lado de la crítica, esta era tan conflictiva como la obra  en sí, pues se resaltaba el delicado y detallista estilo de la autora, llegando a catalogar su trazo como maestro, pero en contraposición se mencionaba el carácter inquietante y tormentoso del resultado; todos tenían razón, pero ya nada se podía hacer al respecto, por el momento lo importante era sacar los mayores dividendos de la galería, eso haría que su inversión tuviera éxito aun si en el futuro Regreso terminaba destruyendo a su creadora. Esta era una posibilidad concreta, que en caso de cumplirse, llevaría la obra a una categoría especial, a convertirse en lo último que una mujer talentosa había sido capaz de crear, antes de apagarse por completo, quizás atormentada por un trabajo sublime, pero que opacaba los siguientes, demostrado su incapacidad para superarlo; muchos artistas veían cómo su trayectoria entraba en declive, cuando una de sus obras pasaba a ocupar un sitio especial dentro del mundo al que pertenecido, tan polémico, controvertido o amado, que ni si quiera su propio autor podía alcanzar. Después venía el conflicto, entre tratar de sacar el máximo provecho de ello, hasta que no quedara nada, o convertirse en enemigo de su propia creación.
El lunes siguiente, el hombre de 24 años se reunió con Bernarda Solar para firmar un importante contrato.

—Me alegra que estemos comenzando bien —celebró ella, sonriente—, estoy segura de que todo irá sobre ruedas.

Adán continuaba leyendo los detalles del contrato. La suma era apreciable, de modo que sólo debía saber de forma concreta cuáles serían sus ocupaciones.

—A propósito, supe que ahora eres dueña de la constructora Del Mar.

Bernarda sonrió; una jugada inteligente, en el momento preciso. Por lo visto, Adán jamás descansaba cuando se trataba de investigar y tener información en su poder.

—No soy la dueña, la gente es tan exagerada, solo soy accionista.
—Mayoritaria.
—Pero accionista al fin.
—Te doy el punto —coincidió él, tomando lápiz—, y ya que estamos en esta etapa, quiero comenzar con algo que me importa mucho, es decir el proyecto en sí.

La mujer se sacudió el cabello y le enseñó un bosquejo de su proyecto, que él reconoció al instante.

—Esta es la cara que tendrá el Boulevard del centro comercial Plaza Centenario cuando terminen con él. Será un paseo para los sentidos, pues ahí tendré la galería Cielo, restaurantes, spas, centros de masajes, terapistas, expertos en sanaciones alternativas y todo lo que está relacionado, me refiero a la combinación entre un centro para vacacionar, una ida al museo más vanguardista y un paso por los lugares de encuentro más prestigiosos, todo reunido en un solo sitio; nadie jamás ha intentado algo así, por eso es que será un éxito.

Eva estaba dirigiendo aquel y otros proyectos para la constructora, lo que significaba que estaría informado de manera directa de lo que Bernarda no quisiera decirle, y además de eso, ambos podrían sellar ese lugar con su marca, dejando una clave o un aspecto único que solo ellos dos pudieran entender y que les daría un control total de todo. Jugueteó con el lápiz unos momentos más.

—Es un proyecto sumamente ambicioso.
—Por eso te dije que esto es llegar a otro nivel; haré que la mejor gente trabaje conmigo, por eso es que te quiero aquí. Además, tengo a otras personas, solo tenemos que comenzar.

Adán la miró fijamente y vio que Bernarda sería una gran aliada en sus proyectos. Firmó el contrato y se quedó con una copia.

—Excelente, puedes cobrar tu primer cheque este jueves. Ahora tenemos un almuerzo a las dos, con el equipo que he seleccionado, aunque por supuesto podrás hacer modificaciones; quiero que te hagas cargo de todo lo más pronto posible.
—No tengo reparos —comentó él—, por lo que veo me estás dando mucha autoridad.
—Casi toda, porque la única persona sobre ti soy yo, pero me cansa estar en reuniones cuando hay tantas cosas mejores que hacer, además que claro, tengo varios otros negocios.

Adán guardó silencio unos momentos. Lo tenía en sus manos, y podría hacer lo que se propusiera de ahí en adelante, no tenía más que pedir lo que quisiera. Usando las palabras adecuadas, y manejando a todos a su alrededor, estaba seguro de poder controlar ese proyecto, y ganar aún más en un futuro cercano.

2


Pilar y Margarita se reunieron en la oficina de Martín Zamora, un joven y entusiasta asesor que era amigo del marido de Margarita. Después de conversarlo, Pilar ya había tomado una decisión, y cuanto antes se pusiera manos a la obra, tanto mejor.

—Así que esa es la idea, Martín —dijo, cuanto terminó de relatar su idea—, ya tienes el estado de la cuenta de la que puedo echar mano, necesito que me digas si es posible comenzar el proyecto del restaurante.

Martín era delgado y esbelto, de rasgos angulosos y vivaces ojos claros que contrastaban con su piel morena; era rápido de pensamiento, y había estado realizando cálculos desde el primer momento. El hombre sonrió.

— ¿Si es posible? Pilar, ¿tienes alguna idea de cuánto dinero es el que tienes en esta cuenta?
—Pues sí, pero...
— ¡Claro que es posible! —sonrió ampliamente—. Esto es más dinero del que necesitas, de hecho, te podrías comprar un edificio completo de cuatro pisos en un muy buen barrio y aun te alcanzaría para poner el restaurante.
— ¿En serio?

El asesor apoyó los codos en su escritorio y entrelazó los dedos, mirándola seriamente.

—Sobradamente, incluso te alcanza para mis honorarios. Como sea, voy a asesorarte en esto, pero quiero definir quién va a hacer qué.
—La verdad no soy muy buena para los negocios, así que te dejo toda la logística del tema, con Margarita nos ocuparemos de la temática y todo lo interno.

Martín trabajaba rápido y ya tenía algunas proyecciones en la pantalla.

—Miren —señaló, volteando la pantalla hacia ellas—, me parece que tu propuesta de instalarse en el sector de la remodelación Mistral es muy buena, sobre todo porque ese conjunto de edificios extraños está tomando impulso nuevamente, y eso que muchos lo dieron por muerto hace diez años —agregó para sí—, así que si todo funciona bien, podrías convertir tu restaurante en el centro del éxito de allí.
Ahora, tengo una propuesta, y es invertir un monto equivalente a la mitad del capital inicial que invertirás en el restaurante en fondos seguros, así ante cualquier eventualidad tendrás un respaldo, y de todos modos la rentabilidad es mayor que los intereses que te genera ese dinero quieto ahí.
—Me parece una buena idea —comentó Margarita, asintiendo—, además recuerda lo que te dije, tienes que sacar provecho de ese dinero.

Pilar se lo pensó un momento y al fin decidió.

—De acuerdo, apoyo tu idea; lo que sí, quiero la instalación para el restaurante esta misma semana, así que veamos ahora mismo cuáles son las opciones.
—Esa actitud me gusta, nos vamos a llevar de maravilla. Acompáñenme ahora mismo, vamos a la oficina de un amigo que es corredor de propiedades y vemos qué es lo que podemos conseguir.
Mientras bajaban en el ascensor, Margarita se mostraba muy entusiasmada con lo que estaba sucediendo.

—Me gusta ver ese cambio en ti; te noto con más energía, más decidida.
—Estoy haciendo el esfuerzo, amiga — replicó, luego de un suspiro —. Todo esto es muy extraño para mí, no se me había pasado por la mente la idea de comprar o arrastrar un inmueble para poner un restaurante, mucho menos dirigir gente, pero eso es algo para empezar a sentirme cómoda aquí. Quiero dejar de sentirme como una extranjera.

Su amiga le dedicó una gran sonrisa.

—Esa es la actitud que quiero ver en ti. Y me encantó esa decisión que mostraste, de comenzar ahora mismo.
— ¿Pero no te causaré problemas con tu trabajo?
—Para nada. Además, como soy amiga de la dueña, puedo organizar mil propios horarios ¿no crees?

3


Esteban estaba en su departamento, saliendo de la ducha; se sentía extraño estando sin trabajo, ya que como lo había pronosticado, Eva San Román lo había despedido. Desde luego que tuvo que indemnizarlo, así que tenía una interesante suma de dinero en la cuenta corriente, y como era ordenado en gastos y todo lo que tuviese que ver con responsabilidad, sabía que podía tomarse un tiempo, pero de todos modos, la sensación de estar en su cosa, sin preocuparse por horario, y citas, era muy extraña, sobre todo después de trabajar por años de forma continua, dejando espacio solo para las vacaciones; se había llevado todas sus cosas y sus archivos más por orgullo que por otra cosa, porque sabía que Eva ya había conseguido copiar todo lo importante, y por eso no lo necesitaba más. Estaba dando vueltas a esos pensamientos cuando tocaron el timbre.

—Micaela, qué sorpresa —dijo al abrir.

La joven estaba haciendo esfuerzos por animarse después de todo lo que había pasado; quedar sin trabajo cerca de una semana de entrar, y además vivir otras experiencias, era duro, pero algo tenía que hacer al respecto. Lo miró de arriba a abajo, con las cejas levantadas.

— ¿Y tú recibes a todas tus visitas en esa facha? Estás prácticamente desnudo.

De hecho, él llevaba solo una pequeña toalla a la cintura.

—Oh, lo lamento, pero pasa mientras me visto. ¿Y cómo van esos ánimos?
—Más o menos —replicó ella—, igual es extraño haber sido despedida después de tan poco, y además ser indemnizada, por un lado el dinero me viene bien, pero por otro me frustra haber perdido contra esa desgraciada de Eva San Román.
—La mujer es brillante —comentó Esteban—, lo tenía todo planeado desde el principio, me sentí como en medio de una cinta de suspenso en algunos momentos.

Micaela prendió el televisor; estaban pasando un documental de animales cazadores.

—Y podría seguir siéndolo. Si mal no recuerdo dijiste que tenías un amigo que es informático.

El hombre apareció en la sala, ya vestido; la miró fijamente.

— ¿En qué estás pensando? ¿En venganza?
—Sí —respondió la joven, livianamente—; la gente como ella tiende a dejar una huella de destrucción a su paso, pero siempre son daños menores, a gente que no se puede defender, o personas que no pueden probar nada. Yo digo que podemos desenmascararla, nada más que eso.
—Reconozco que la idea me parece muy atractiva, pero eso nos pone, como dicen en las películas, en el otro lado.

Micaela pensó en su madre; en la empresaria poderosa y exitosa, en la mujer temida y respetada.

—Esteban, la única forma de luchar contra este tipo de gente es ser más inteligentes que ellos, y también más malvados si lo quieres decir así. No puede ser todo tan perfecto, no puede ser que ellos siempre ganen.

Él se sentó junto a ella y la abrazó con un gesto acogedor y tierno.

—Esto también es por tu madre.
—Ella también está involucrada —respondió, en voz baja—, y ahora van a ser aliadas, eso quiere decir que Bernarda Solar encontró a su heredera, no quiero ver a esta ciudad bajo el poder de esas dos.
—Puede ser que tengas razón. Oye, ¿y cómo has estado?
—Bien.
—Vamos, no me digas mentiras. Te estoy preguntando porque sé que no estás de maravillas, quiero apoyarte porque eres mi amiga, pero tienes que ayudarme siendo sincera. Lo que me contaste de tu discusión con tu ex— novia y lo que descubriste es para angustiar a cualquiera.

Esteban había dado una verdadera prueba de amistad en esos momentos, mostrándose comprensivo y fuerte, dispuesto a escucharla y acompañarla, pero también a ayudarla a ponerse de pie otra vez. Su compañía y consejo habían sido una ayuda invaluable.

—Es cierto —replicó Micaela en voz baja—, pero no hay mucho que pueda hacer. Tengo rabia con mi madre por mentirme, rabia conmigo misma por haber desconfiado de Pilar y por haber sido tan tonta, pero una gran parte de la culpa es mía, no puedo simplemente decir que no me importa. Además, ya ha pasado tiempo, me gustaría lograr que ella me perdone por todo lo que le dije, pero por otra parte, está en su derecho de no querer verme ni en pintura, al fin y al cabo, perdonar no es una exigencia.
— ¿La amas?

La pregunta que no se había hecho con total honestidad en todo ese tiempo, porque en el fondo, sabía que dar una respuesta la patria en un punto vulnerable. Prefirió mentirse y volcar la frustración y tristeza en rabia, y eso era un segundo acto de ceguera; no podía permitirse un tercero.

—Si —respondió resueltamente—, durante este tiempo lo negué y quise convertir todo en odio, pero al final la verdad es que la amo. Supongo que por eso también es que quiero hacer algo en contra de Eva y de Bernarda, porque de cierta manera es una forma de recompensar algo de lo mal que hice.

Esteban guardó silencio unos momentos. Le había sorprendido un poco saber toda la verdad, pero eso no cambiaba su amistad por Micaela, de hecho la hacía más fuerte; ahora sabía que tenían que luchar por ese objetivo común.

—Está bien, voy a ayudarte, de alguna forma, yo también tengo algo en contra de Eva San Román, no me viene mal algo de acción al respecto. Hagámoslo entonces, vamos a ser justicieros, a ver hasta qué parte conseguimos llegar.

4


El almuerzo con los ejecutivos del Proyecto Cielo había sido largo y provechoso, ya que Adán había entrado en conocimiento de los ejecutivos, y comenzó a tomar de manera real su nuevo puesto; el equipo estaba compuesto por profesionales de alto nivel, lo que haría pensar que estarían por sobre Adán que no ostentaba títulos, pero el cargo y además su personalidad magnética hacían evidente los motivos por los que se encontraría al mando desde ese momento.
El hombre hizo una parada rápida en el departamento, y fue ahí que se topó con una nueva sorpresa: una segunda nota dentro de un sobre diminuto, y en su interior el mismo tipo de mensaje ¨Ya sé quién eres¨
Recibir por segunda vez la misma advertencia delataba que no se trataba de un hecho fortuito, pero eso no ayudaba en nada. Había descartado cualquier actitud que acusara el golpe, como empezar a hacer preguntas en conserjería o cosas similares, pero en el momento de su vida en que estaba, era necesario saber quién estaba detrás de esas amenazas. Marcó en su teléfono el número de Samuel, el informático al que había recurrido en primer lugar para descubrir el origen del segundo cuadro, pero para su sorpresa se lo encontró fuera de servicio.

—Esto es extraño —dijo para sí—. Necesito saber por qué no me contesta, pero creo que ya no debo seguir así.

Optó por no hacer más conjeturas y salir directo al departamento del otro, decidido a sacarle algo de información pero al mismo tiempo, tomando la decisión de no continuar ese contacto; Samuel le había sido útil, pero ya no podía actuar de forma dependiente. Lo mejor sería hacerse del tiempo para aprender lo más rápido posible todo lo necesario para espiar y husmear en las redes; con ese elemento a su favor, podría hacer muchas cosas. Cuando llegó al edificio, se encontró con otra desagradable sorpresa.

—El joven del departamento se fue hace una semana —le comentó el conserje del edificio— tomó sus cosas y se largó, fue durante la tarde, y no dejó referencias ni números, de hecho nadie sabía nada, parece que fue alguna emergencia.

Y dada en un muy mal momento. Adán sentía que algo no estaba bien, y lo atribuyó a que posiblemente a Samuel lo habían descubierto en algún ilícito virtual y por eso el apuro por desaparecer; tendría que buscar otros métodos de investigación, lo que confirmaba sus pensamientos previos. Sin antecedentes ni pistas, volvió al departamento, pero en vez de entrar se quedó en el auto, a media cuadra del edificio. La zona no era muy transitada al ser un sector residencial y bien acomodado, así que algún desconocido podía ser advertido con facilidad, pero investigar algo así era trabajo detectivesco que tomaba tiempo del que no disponía; sin embargo vio que el sistema de cámaras de seguridad del edificio de enfrente apuntaba al suyo, con lo que podía hacer un seguimiento, sobre todo considerando que en esta ocasión el lapso de su ausencia era mucho menor, solo tenía que descubrir quién había pasado por allí entre las siete y treinta y las cuatro, y después descubrir si todo eso era nada más que un alarde, o si de verdad alguien había conseguido remover los cimientos de su pasado.

5


Eva estaba en el edificio de la Constructora Del Mar y Alzarrieta cuando recibió una comunicación de su secretaria.

—Señorita San Román, hay un hombre que quiere hablar con usted y ha insistido mucho.
— ¿Quién es?
—Solo dijo su nombre de pila, dice que usted lo conoce. Se llama Mario.

No era una buena señal que ese hombre quisiera hablar con ella; respiró hondo y replicó, con su usual amabilidad.

—Comunícalo.

Esperó unos instantes. Era extraño que la llamara con tanta urgencia cuando su trabajo ya había terminado.

—Diga.
—Soy yo, ¿me reconoce?
—Sí, dime por qué llamas tan insistentemente.

La voz se escuchaba nerviosa del otro lado de la línea.

—Descubrí algo preocupante, pero voy a necesitar más dinero.
— ¿De qué se trata?

El hombre no habló. Por lo visto ya había comprendido el lenguaje que era necesario utilizar si estaba hablando con ella.

—Te pagaré Mario, ahora dime qué es lo que descubriste.
— ¿Alguien además de usted tiene acceso a su información o a lo que recibió de mí?
—Nadie. ¿Por qué?
—Porque cuando estaba eliminando las cuentas de correo que creé para enviarle los datos que tomé —replicó siendo claro, pero sin usar palabras concretas—, descubrí que alguien hizo un rastreo. La están espiando.

Eva se quedó un momento sin habla, mientras las imágenes aparecían en su mente; casi podía ver a la persona tras el ordenador, en la noche, mirando fijo la pantalla mientras trataba de darle alcance, aunque fuera en el mundo virtual. No podía ser, no después de tanto tiempo, no después de poner años, tierra y tantas otras cosas de por medio; tal vez era solo parte de las fracasadas medidas de seguridad de Esteban, pero también podía haber algo más, y no podía descuidarse. Se echó el cabello hacia atrás en un gesto de nerviosismo, pero controló la voz a la perfección.

—Tendrás lo que corresponde. Tan pronto tengas cualquier otra información avísame, tendrás nuevas recompensas si descubres algo más. Apunta el número donde puedes encontrarme directamente y a cualquier hora.
—Como usted diga.
—Escucha bien esto —agregó, deslizando un toque de amenaza en su voz—. Es probable que la pista desaparezca, si esto pasa, me llamas a ese número, no importa la hora que sea; con nadie debes hablar de esto.
—Lo en tiendo bien —replicó la voz del hombre—. Señorita, después de esto, no puedo seguir con eso, agradezco la paga, pero ya me estoy arriesgando mucho, y no quiero que alguien descuba lo que hice.

Eva sintió ganas de reír. En comparación con lo que podía llegar a enfrentar ella, que los compañeros de trabajo de ese obrero descubrieran que estaba espiando en las oficinas de los ejecutivos era un simple juego de niños.

—Está bien, todo va a quedar hasta aquí; solo asegúrate de que no quede ninguna prueba de tu trabajo. Y sobre lo otro, no lo olvides.

Le dio rápidamente el número y colgó. No podía ser, no después de tanto esfuerzo por dejar todo atrás; ahora era una mujer exitosa, estaba consiguiendo todo lo que se merecía, por lo que no cabía lugar para los errores.


Próximo capítulo: Dueños de todo

La traición de Adán Capítulo 11: La única



Todo se convirtió en un infierno en tan solo pocos segundos. El balazo que había atravesado uno de los dos cuadros provocó miedo y algunos casos de histeria, además de detonar los flashes de los periodistas, ávidos de nueva información. A pesar del sonido, nadie hablaba concretamente de un disparo, lo que hizo que Adán reaccionara de inmediato, ordenándole al personal que esparcieran el rumor de una falla eléctrica en las instalaciones; esta versión no podría sustentarse, pero serviría para distraer a la gente el tiempo suficiente mientras recuperaba el orden. Ordenó al jefe de guardias que se llevara a Carmen al interior de la galería, pero no fue fácil porque ella intentó acercarse a las obras.

–Suéltame –dijo ella, con vehemencia.
–Venga conmigo, es por su propia seguridad.
—Obedece, por favor, es por tu propia seguridad –ordenó Adán, imponiéndose— . Llévela al taller, y que nadie entre o salga de la galería.

El jefe de guardias se llevó casi arrastrando a la artista al interior de la sala, mientras la confusión y el pánico cundía en el lugar; todo se estaba yendo al diablo, pero no iba a perder el control, así que levantó la voz por sobre el barullo y los sollozos que comenzaban.

–Escúchenme, ha ocurrido un lamentable accidente, pero no hay ningún peligro, no hay heridos. Sé que el sonido ha sido fuerte, pero como podrán ver, estamos haciendo lo necesario para mantener la seguridad, así que les pido que conserven la calma y se mantengan aquí, junto a nosotros. Por favor sigan las instrucciones del equipo de guardias, si cualquiera de ustedes o sus acompañantes necesita asistencia por el stress del momento, no dude en pedirla, esta organización corre con cualquier gasto involucrado. Si tienen preguntas pueden hablar conmigo, mi nombre es Adán Valdovinos, y soy el asesor personal de Carmen Basaure, y encargado de la gestión de la galería.

Sus palabras, y el tono de absoluta seguridad y calma que transmitió al hablar, hizo el efecto deseado, y la mayoría de los asistentes a la gala volvieron a su centro, aunque desde luego, el nerviosismo continuaba y era evidente que la inauguración ya estaba suspendida. Una dama de la que no recordaba apellido se le acercó, temblorosa.

–Muchacho, tengo la garganta seca con este susto, podrías hacer algo.
–Desde luego –respondió tomándole una mano, con coqueta dulzura–, déjelo todo en mis manos.

La mujer sonrió nerviosa, y Adán le encargó al personal de banquetería que ofrecieran agua mineral, tragos suaves e infusiones frías a discreción, mientras las voces de los periodistas no paraban de insistir. Miró en todas direcciones, Pilar estaba entrando a la galería, los invitados importantes aún permanecían, solo se habían ido unos pocos, ahora el alcohol y la curiosidad habían reemplazado al miedo anterior y eso podía ser aún más peligroso. El jefe de los guardias volvió.

–Una asistente de enfermería y la hija están con Carmen –le comentó en voz baja–, voy a hablar con la policía, ya me avisaron que vienen en camino.
–De acuerdo, manténgame informado de todo.

La expectación era total, y sin más alternativas por el momento, Adán se acercó al espacio reservado para los medios especializados en arte, que de pronto se habían vuelto caza recompensas de la crónica roja.

–Señor. ¿Tiene alguna idea de lo ocurrido, que piensa de este atentado?

Ahora ya era un atentado, así que sí sería la noticia del día después de todo.

–Lo que ha ocurrido ha sido un accidente –explicó con total convicción–, nuestro equipo de seguridad ya confirmó esta información.
– ¿No le parece extraño este hecho en la noche inaugural de la galería de arte?
–Los accidentes ocurren inesperadamente, por eso son accidentes –respondió con serenidad, sin mostrarse soberbio–, ustedes han visto noticias, al igual que yo, de personas heridas o muertas por mala manipulación de elementos peligrosos, lo importante aquí es que no hay personas heridas, los daños estructurales son irrelevantes, de hecho, la obra dañada es una réplica que teníamos proyectado mostrar al público como parte del tema central de la exposición.
– ¿A qué replica se refiere?
–A una pintura histórica, pero comprenderán que no puedo revelar de qué obra se trata por una cuestión de sentido común. Nos pondremos en contacto con ustedes para informar de la nueva fecha de inauguración de la galería.

Dio las gracias y se alejó, dispuesto a tranquilizar a cada asistente respondiendo preguntas y entregando palabras de apoyo. En pocos momentos se había vuelto el centro de la atención, y todos los asistentes se le acercaban esperando una aclaración o palabra de tranquilidad, quedando mucho más tranquilos después de interactuar con él. Apartados del centro de toda la acción, Micaela miró fijamente a Esteban.

–Creo que te cobro las cervezas.
–Tienes razón, vámonos de aquí, parece que ya terminó el espectáculo.

Poco después estaban en un bar, donde todos los miraban de arriba abajo; desde que cruzaron la puerta, se convirtieron en el centro de atención de todos, por sus atuendos demasiado elegantes para un lugar casual. Buscaron una mesa alejada para tratar de pasar desapercibidos, pero luego de un par de minutos notaron que eso había logrado el efecto contrario.

–Somos demasiado sexys para este lugar.
–Parecemos un par de lunáticos –comentó ella–, vestidos de gala, pidiendo unas cervezas aquí. En todo caso, me alegro.

Lo dijo con auténtico sentimiento, pero se arrepintió al instante, solo que demasiado tarde.

– ¿Por qué lo dices?
–Porque no me gustan éstas cosas, no es mi estilo estar vestida así, maquillada y arreglada de esta forma.
–Te ves muy bien.
–Pero lo que ves esta encima de mí, no soy yo. Si quieres saber quién soy, pues soy la que viste en el departamento, relajada, con el pelo suelto, ropa cómoda y una buena charla, no ésta.
–Pero igual pudiste haber ido de otra manera.

Ella se encogió de hombros.

–No lo hice porque esto –se señaló a si misma–, es lo que hago para burlarme del mundo que cree que una mujer es solo bonita si se cree una modelo. Cuando voy a un evento, me disfrazo como una forma de no estar ahí, de ser hipócrita como todos ellos, pero con la diferencia de que yo lo sé, y no me miento.

Esteban bebió de su enorme vaso.

–No lo había pensado de esa forma; pero quizás es algo parecido a lo que siento yo  cuando estoy de trabajo; no me gusta el traje ni eso, no soy mejor por mi corbata, pero por Dios que me siento bien cuando estoy en mi estilo. ¿Oye y te gusta la música? Va a haber un concierto de Replicantes, podrías ir conmigo.

Y le gustaba el rock. Solo le faltaba ser mujer para haber sido el partido perfecto. Micaela sonrió.

– ¿Y quedan entradas?
–Sí, a mí sí.
–No te entiendo.
–Mi primo trabaja en una disquería especializada y tiene algunas así que si te animas...
–No me gusta tanto Replicantes, pero es buena idea escuchar una o dos guitarras. Y ya vamos en la tercera cita, no puedo creerlo.

El rio alegremente.

–No te alarmes, ya te dije que no estoy tratando de conquistarte.

2


Adán entró en el taller donde Pilar intentaba sin éxito calmar a Carmen.

– ¡Quiero ir allá ahora!
–Mamá por favor cálmate...
–Por favor mantengamos la calma.

Las palabras de Adán surtieron el efecto deseado, y Carmen se contuvo, aunque aún parecía una bestia enjaulada.

–Los asistentes están trayendo los cuadros, y tengo al jefe de guardias entendiéndose con la policía; ya di una primera declaración, luego veremos cómo proceder.

Finalmente, los dos cuadros fueron traídos, y la artista descubrió la obra que había sido violentada: era la segunda de ellas.

–Maldita sea, estoy arruinada, estoy arruinada, no sé qué es lo que voy a hacer ahora.

Adán miró la imagen y comprobó que la tela había sido desgarrada en varias direcciones por causa del disparo. Estaba destruida. Pilar vio la imagen y algo en esa deformada ilustración le evocó algo, pero en el momento no supo detectar qué era.

– ¿No puedes exponer sin esta obra?

Carmen no respondió. Estaba como loca, paseando de un lado a otro sin quitar la vista de la destruida imagen, hasta que de pronto se quedó quieta; Pilar temió una recaída, pero al oírla hablar de nuevo confirmó que estaba en perfectas condiciones, al menos físicas.

–La inauguración de la galería se suspende hasta que pueda restaurar esta obra. Ahora salgan de aquí, necesito trabajar.
–Pero...
– ¡Salgan de aquí!

Ambos salieron del taller. Carmen estaba herida, su orgullo estaba severamente dañado y necesitaba rearmarse, refugiándose en lo único que podía llenarla. Extrañamente, Pilar se mostró más ofendida que preocupada, y en silencio salió del lugar. Adán apuntó ese comportamiento, y él mismo se quedó en silencio en la galería, enfrentando un enorme contratiempo en desarrollo en la noche en que debería haber comenzado su triunfo.

3


Eva San Román y Bernardo Cienfuegos iban a bordo de un taxi de vuelta al hotel Eiffel; ella había tomado nota de todo lo ocurrido, sobre todo del hombre que había manejado el escándalo; en tanto, él estaba bastante molesto.

–Es increíble hacernos perder el tiempo de esta manera, y además exponer a la asistencia, pudo haber sido algo grave.
–El anfitrión dijo que había sido un accidente –apuntó ella, con calma.
–Ja, esas cosas no ocurren así nada más, es mucha coincidencia que en el momento de la inauguración pase algo así.

Eva notaba algo más en sus palabras; tal vez esa artista tenía historia no oficial en ese país.

– ¿Qué tratas de decir?
–Los artistas son personas hormonales, seguro hay un lío de hombres o de egos y alguien hizo ese atentado por algo así, ya verás que se termina descubriendo algo parecido.

Era desagradable cuando se volvía tan elocuente, pero podría tener razón. De cualquier modo, pensó Eva, no pasaba de ser una anécdota sin importancia, no había ningún motivo para pensar que esa frustrada gala o sus asistentes terminaran por tener algo que ver con ella.

—Bernardo –preguntó después de una pausa — ¿Hay algo en particular que te moleste de lo que ocurrió?

El hombre reaccionó como si lo hubieran aguijoneado; se aclaró la garganta más de lo necesario antes de hablar.

—Lo que sucede es que esa inauguración era el momento perfecto para cerrar un negocio; Fernando Salous es un hombre un poco esquivo, pero con una copa en la mano es muy sencillo entablar conversación con él.
—Imagino que debe ser un hombre acostumbrado a la fiesta, y a la buena compañía femenina, también.

Lo dijo sin ninguna intención en la voz, lo que produjo en él el efecto contrario, haciendo que se pusiera más nervioso.

—Bueno —dijo para salir del tema — ¿Quién no quiere algo de buena compañía?

Eva analizó rápidamente las palabras de él, y notó algo raro en su voz al decirlas. La había invitado a un evento importante, en el que pensaba cerrar un trato con un empresario al que le gustaba el alcohol; entonces el hecho de invitarla era tenerla como un trofeo, o quizás un distractor que permitiera concretar su negocio. Ya había estado expuesta antes a situaciones como esa, por lo que no le sorprendía, aunque sí era bastante desagradable.

4


Adán entró en el taller pasada la media noche, dispuesto a hablar con la artista, quien llevaba encerrada ahí desde que los despachó a él y a Pilar luego del desafortunado suceso. Esperaba encontrar a Carmen durmiendo, o en uno de esos largos estados de contemplación que para ella eran necesarios en algunos momentos, pero el escenario que se encontró fue totalmente distinto: había lienzos garrapateados por el suelo, paletas de pintura, esparcidas por distintos sitios, y un evidente aroma a pintura, fruto de la gran cantidad de trabajo frustrado que la mujer había dejado por doquier, sin siquiera preocuparse de depositarlos en un sitio especifico. En el centro del taller, oponiéndose d una de las puertas, tres atriles, ordenados de izquierda a derecha, en donde reposaba El regreso al paraíso original, la copia destrozada , y finalmente un lienzo en blanco, que era a todas luces el proyecto que captaba toda su atención; el efecto hipnótico y mágico había desaparecido, lo que dejaba muy claro cuál era el motivo de toda esa desesperación: la pintora trataba de hacer un nuevo cuadro, como el segundo.

–Carmen, debes descansar.
–No estoy cansada, tengo muchísimo que hacer.

Sus palabras no estaban surtiendo efecto, y eso ya era preocupante. Adán optó por acercarse más y usar su poder de convencimiento.

–Podrás trabajar mucho mejor cuando hayas dormido y descansado un poco.
–No tengo sueño –replicó ella, ida.
–Pero necesitas descansar.

Cuando la artista se volteó hacia él, había en su rostro una expresión completamente distinta a lo que él hubiera visto antes en ella, lo que demostraba que en ese mismo momento no estaba viéndolo.

–No necesito descansar. Necesito rehacer esta obra, o que Bastián esté aquí para volver a hacerla. No es imposible, es solo que no tengo la imagen original, tendré que empezar desde cero.
—Pero hay fotografías.
—No seas iluso –objetó ella—. Este tipo de obra no puede captarse digitalmente; es el efecto, el fruto del color lo que hace que tenga efecto; pero vi el cuadro –agregó, con una inquietante sonrisa—, yo lo vi, ahora sólo tengo que replicarlo. Así que déjame sola y no me molestes, tengo trabajo que hacer.

Se volteó y regresó a su lienzo y sus colores, ignorándolo, por lo que a Adán no le quedó otra alternativa más que salir de ahí. Sabía que Carmen era una mujer temperamental y con un carácter muchas veces impredecible, pero no se esperaba encontrarla en trance hasta ese punto; lo que sí le quedaba claro, es que ella estaría fe esa forma hasta que pudiera replicar el segundo cuadro, y no estaba claro cuánto tardaría eso.
Dio unos pasos por la sala de exposiciones a medio iluminar, donde  el resto de los cuadros permanecían cubiertos por telas, como pobres fantasmas abandonados a su suerte, tan solo espíritus creados en función de otro, dejados allí o en el olvido hasta que la cabeza de ese ser fuera reconstruida, qué noche tan sorpresiva, qué jornada tan extraña.
Adán iba a salir de la galería a dar una vuelta, cuando recordó que existía la posibilidad de encontrar algún indicio, que ayudara a descubrir la verdad detrás de ese misterioso ataque; desde luego, no se trataba de algo accidental, pero si había sido hecho a propósito, era necesario descubrir si era realmente el segundo cuadro el objetivo inicial del ataque.

–Cómo no lo recordé antes...

Fue a la recepción e ingresó al sistema de seguridad, orientado exclusivamente al interior de la construcción, ya que ahí es donde estaban los objetos de mayor valor. No podía modificar la orientación de las cámaras sin que se supiera, pero hacía un tiempo había cambiado de sitio un espejo en el lugar, de modo que quedó ubicado estratégicamente y permitía ver parte del exterior, que era donde se había realizado la única parte del evento que se consumó; comenzó  a pasar el registro a velocidad más rápida, esperando el milagro de ver un objetivo cumplido con facilidad, pero el rango de visión que permitía el espejo era reducido y las posibilidades también; terminó de ver pasar el registro sin haber encontrado nada que llamara su atención, y algo frustrado iba a apagar los sistemas cuando algo totalmente diferente despertó todo su interés. Dentro de los últimos segundos de grabación durante la fallida gala, mientras aún quedaban personas nerviosas despidiéndose, apareció frente al lente una mujer, pero no era una mujer común y corriente, eso se podía ver incluso a través del reflejo y la fría grabación; no se trataba de algo puramente físico, porque eso se puede ver habitualmente, tenía una figura proporcionada y esbelta, transmitía seguridad en sus gestos, era hermosa, de rasgos perfectamente delineados, ojos de mirada decidida y directa, pero había algo más que se podía ver en ella, se trataba de una energía, un aura en torno a su persona que la hacía única. Adán jamás había sentido fascinación por nada, quizás por el efecto irreal de los dos cuadros, pero esa noche, por primera vez en su vida, sintió que todo el resto del mundo se borró, y solo quedó  mirándola a ella, deseando haber estado físicamente ahí, sabiendo de antemano que solo verla sería un espectáculo para los sentidos, anticipando la maravilla de su compañía. Necesitó entonces conocerla, necesitó por sobre todas las cosas hablar con ella, y se sintió atraído por una fuerza magnética incomparable, que por primera vez lo hacía ver solamente una cosa, una persona, esa desconocida que a partir de ese momento ya era parte de su vida. Los segundos de grabación pasaron con tremenda rapidez, y luego su imagen se esfumó del reflejo, dejando al hombre totalmente deslumbrado ante esa aparición. Necesitaba conocerla, y si estaba en la gala debía ser parte de la  lista de invitados, de modo que no sería difícil dar con ella. Veinte minutos después había podido localizarla, se llamaba Eva San Román, y el tipo que salía al lado de ella era el hijo del dueño de la constructora Del mar y Alzarrieta, por lo que era muy probable que ella fuera una importante ejecutiva de esa empresa, con la que coincidentemente estaban relacionados porque esa constructora era la dueña de las instalaciones de la galería.
Al día siguiente a primera hora hizo una visita a esa familia.
Adán entró en el edificio de la constructora Del mar y Alzarrieta, que como buen ejemplo de la ocupación de la familia, era moderno y atrevido, con un diseño que aparentaba estar inclinado, y con paneles internos a la vista. Ya tenía concertada una cita con el Gerente de proyectos nuevos, que extrañamente se mostró muy solícito a la hora de recibirlo. Se saludaron escuetamente, en una oficina que claramente estaba pensada para impresionar, con las medallas de deporte y títulos del ejército que Bernardo Céspedes había conseguido. El visitante se sentó frente a su escritorio como si ocupara un trono.

–Usted me leyó el pensamiento –le dijo Bernardo, de entrada, con aire superior–, precisamente iba a buscar a alguien que tenga respuestas sobre lo que ocurrió ayer, estamos muy descontentos.

Así que no era el único que adelantaba trabajo; pero Adán no se dejaba impresionar fácilmente.

–Nosotros estamos dedicados en absoluto a este hecho; Carmen y yo decidimos suspender cualquier evento hasta que nuestro equipo de investigación resuelva esta situación.

El otro disimuló lo mejor que pudo una mueca de desprecio.

– ¿Cuál es el cargo que tiene?
–Soy asesor artístico de Carmen, y administrador de la galería de arte.

Céspedes frunció  el ceño. Por lo visto esperaba pisotearlo, pero no sería fácil.

–En esta constructora no nos gusta estar involucrados en escándalos de ningún tipo, por lo que se imaginará que no estamos satisfechos con esto.
–Me decía que querían contactar conmigo, debe haber algún motivo en especial.
–Sí, lo hay, y es que necesitamos separarnos de este tipo de escándalos.

¨Quiere cancelar el contrato con la galería¨

–Imaginé que pensaría algo como eso, pero los negocios siempre se pueden arreglar con un trato adecuado: por eso es que vine a ofrecerle uno que puede ser muy beneficioso.

El otro lo miró con desdén. Adán pensó que seguramente no estaba acostumbrado a dejarse superar por nadie, y mucho menos a que alguien a quien, de seguro consideraba inferior, no se mostrara sumiso o nervioso en su presencia.

– ¿De qué se trata?
–La constructora Del mar y Alzarrieta tiene un perfil bastante bajo en el mercado, por lo que se caracteriza por realizar gestiones de manera silenciosa. En los tiempos actuales, eso es un activo de un valor considerable. Lo que menos quiero es hacer algo que les perjudique –estaba usando estratégicamente las palabras–, así que les propongo traspasar el edificio de la galería a una sociedad neutral que la maneje, de esta forma el nombre de Del mar y Alzarrieta no sufriría percance.

Céspedes frunció el ceño.

–Alguien le disparó a mi edificio en medio de una ceremonia, difícilmente alguien querría adquirirla actualmente; además, incluso si pensara en traspasarla, tendría pérdidas, porque la mala fama se extenderá muy rápido.

Era del tipo que acostumbra hablar mucho más de lo que en realidad pretende hacer, típica costumbre de militar que grita a sus subalternos, aunque sean sus amigos.

–Por eso es que pretendo que la galería sea traspasada a una sociedad neutral, es un trámite administrativo que quita de circulación el nombre de ustedes pero los mantiene como dueños; en el mundo del arte, esta noticia no generará tanto daño como lo haría en otro, se lo aseguro; en poco tiempo, los medios estarán ansiosos de volver a asistir a la inauguración, y cuando eso suceda, el valor de esa construcción será mucho mayor, sin mencionar que la galería será apetecida por otros artistas, para el momento en que Carmen termine el proceso de esta muestra – esbozó una sonrisa gentil —. Cuando el tiempo de esta muestra termine, la exposición se reducirá, dejando espacio para que otros artistas firmen un contrato con la sociedad neutral, que por supuesto será de su propiedad.
– ¿Qué quiere decir con eso?

Ambos ya sabían la respuesta, pero Adán se tonó el tiempo de explicarlo; el solo hecho de haber hecho la pregunta significaba que el ejecutivo estaba interesado en el trato.

— Mire las reacciones de los medios especializados –explicó, con calma—. El día de hoy se menciona el incidente, pero el tono de las notas es, inequívocamente, de apoyo al artista; de una forma u otra, un artista en desgracia hace que nazca en los otros un sentimiento de solidaridad, y sabiendo eso, Carmen redactó una declaración oficial, que será pública durante la tarde de hoy. Todo esto significa que, tan pronto como se anuncie la nueva fecha, el alza en el valor del que le hablé, será una realidad, y en el trayecto, podrá desligar el nombre de su constructora sin perder; en esta propuesta hay solo ganancias. También tengo autorización para ofrecer algunas obras, de las que usted puede ser accionista, y obtener una ganancia de ellas sólo con el hecho de que sean solicitadas para exposiciones en muestras a lo largo del continente.

Céspedes se quedó en silencio unos momentos, analizando la situación; Adán sabía que la práctica de ofrecer alguna obra para que tenga accionistas era atractiva, porque significaba un dinero extra de manera permanente y que venía de las exposiciones pagadas a las que Carmen siempre era invitada. Resultaba un negocio atractivo, aunque a Bernardo le resultara desagradable, pero tenía algunas sospechas de él, así que decidió que necesitaba a alguien a cargo de sus acciones.

–Puede ser una buena idea, pero para hacer algo así, necesito encargarle esta tarea a alguien de mi total confianza. Y tengo a la persona indicada para eso.

Llamó a través del interno de su teléfono de escritorio, y a los pocos momentos se abrió la puerta de la oficina. Bernardo se levantó, hinchado de orgullo.

–Le presento a mi Gerente de proyectos, Eva San Román.


Próximo capítulo: El comienzo del paraíso



La traición de Adán Capítulo 10: Presentación



Lo primero que hizo Carmen la noche anterior a la inauguración, fue ir a la galería; ya se encontraba completa mente recuperada, y tal como anunció el abogado Izurieta, su estado de salud era espléndido. Adán despachó a todo el personal en cuanto ella le dijo que iría, y la esperó en la recepción; de lo que sucediera en esa jornada dependía mucho de sus planes para el Futuro, por lo que no podía cometer errores.

–Adán, quiero ver el cuadro.

Era evidente que ella había regresado por completo, y su actitud era consecuente con eso; en su galería, estaba en su ambiente, y se sentía a sus anchas ahí.
Ahí estaba la gran oportunidad, el momento perfecto en que el hombre daría el golpe indicado; hasta ese momento, sólo él tenía conocimiento de lo que se ocultaba en los dos cuadros, y darlo a conocer tenía que asegurarle un paso más en sus planes.

–Carmen, como te dije antes, conseguí el segundo cuadro, pero hay algo más importante que debes ver.

La artista asintió con cautela.

–Eso me tranquiliza de momento, pero no ayuda con la amenaza que significa Bastián Donoso ahora mismo.
–Lo sé -replicó, mientras entraban en el taller -, pero algo me dice que no tendremos ningún escándalo, o ya habría pasado algo. De todos modos, eso aún no es lo más importante, descubrí algo que es lo primordial, tiene que ver con el segundo cuadro.

Una vez dentro, Adán sacó los dos cuadros de la bodega secreta, depositándolos en atriles previamente preparados para ello; Carmen lucía tranquila, y el hombre, por un instante, se preguntó si sería apropiado darle la sorpresa que tenía junto a él. Pero ya no iba a cambiar de parecer, el paso ya estaba dado.

–Necesito saber si estás totalmente repuesta de lo que te pasó.

La mirada de ella se hizo un poco más aguda; estaba sospechando de que había algo más en esa historia.

–Claro que sí. ¿No me ves?  Fue un malestar nada más, estaba ansiosa y preocupada cuando estabas fuera y comencé a maldecir y protestar, me sentía abrumada y supongo que me subió la presión, pero eso es todo.
–De acuerdo –replicó él, suspirando-, porque necesito que estés bien para lo que vas a ver, descubrí algo importante para ti.
–No le des más vueltas.

Estaba como de costumbre. Adán celebró la buena salud de la artista, pero tenía claro que lo que pasara de ahí en adelante sería dado en gran parte por el azar, todo dependía de la reacción de Carmen. Ya no podía esperar más, así que dispuso los cuadros en el ángulo perfecto, los descubrió, y se ubicó a un lado de ellos para que ella pudiera verlos en toda su magnitud.

–Oh...

La artista, que en ese momento estaba sentada en uno de los taburetes, se quedó inmóvil, muda de asombro ante lo que estaba viendo.
Adán estaba concentrado en su reacción, pero no pudo evitar desviar la mirada hacia lo que estaba viendo. Al colocar las pinturas una al lado de la otra en cierto ángulo, la conjunción de formas y colores engañaban a la vista, haciendo que la obra cobrara vida; en la imagen seguía estando el hombre perfecto, separándose de las raíces de la Tierra y elevándose hacia un cielo magnifico, repleto de colores y formas que evocaban la paz y la armonía eternas, y con la presencia de ambas pinturas, cada milímetro de tela se veía no solo en relieve, sino que además en movimiento, haciendo que el espectador viera un cuadro vivo, donde las nubes en el cielo tenían una textura que casi podía tocarse, las hojas de las plantas se mecían suavemente, y parecía que la turgente piel del hombre casi podía tocarse. La creación de la tecnología mostraba imágenes en tercera dimensión con muchos avances, mientras que la mano humana y los colores reales habían dado origen a una maravilla que jamás dejaría de impresionar, tal era el encanto hipnótico de El regreso al paraíso.

–Adán –exclamó Carmen, con un hilo de voz–esto es... impresionante.

Adán guardó silencio un momento, dejando que la maravilla visual que se conseguía al posicionar ambos cuadros en determinado ángulo hiciera efecto en la mujer; dentro del escaso tiempo del que había dispuesto, se tomó un momento para buscar en la red creaciones de ese tipo, pero sin ayuda de medios complementarios, el número de casos era muy limitado. Si se pintaba con cierta técnica, y el resultado se miraba con anteojos especiales, todo era posible, pero sin eso, no existía nada en el planeta que se le acercara, y lo más sorprendente era que el efecto tridimensional no producía cansancio a la vista, algo que incluso la tecnología tenía problemas en enfrentar.

–Yo... nunca creí que lo vería hecho realidad...

Adán usó toda su capacidad en evitar que se notara alguna expresión en su rostro; lo que la artista acababa de decir es por completo distinto a lo que esperó. Estaba preparado para la sorpresa de ella, y para una serie de conclusiones y reflexiones, pero no para que ella reaccionara como si todo eso fuera algo que estaba en sus planes.

–No te entiendo, Carmen -dijo con cautela.

Ella se puso de pie, auténticamente maravillada, y por primera vez desde que la conocía, Adán tuvo la oportunidad de ver a la verdadera Carmen Basaure, sin arrebatos de ira, sin magnificencias, sin artilugios, y así, era como una niña pequeña, en cuyos ojos se veía con claridad la impresión y la fantasía. La sonrisa que vio en su rostro era real, y condensaba muchas emociones positivas, la mayoría de las cuales no eran frecuentes de ver en ella.

–Tenías razón en lo que me dijiste, Adán, esto es mucho más grande que el Regreso al paraíso, es la culminación de todo lo que siempre he buscado; más allá de todo lo que pude haber pensado de él, incluso de su actitud errática con respecto a esto, la verdad es que lo que tengo aquí, es un regalo, un auténtico regalo.

Nada de eso tenía sentido. Adán decidió tomar el camino más directo y preguntar lo que estaba pensando.

–Sigo sin entender, dime de qué estás hablando.
–Adán, El Regreso al paraíso es la obra de mi vida, te lo dije desde un principio, es el motivo por el que he hecho todo mi trabajo y estudio. En la época en que me involucré con Bastián estaba en pleno proceso artístico, tratando de descubrir mi verdadero norte y propósito; así fue como logré dar con la idea que compartí con él, y luego de eso dediqué años a tratar de plasmar mis ideas en el lienzo, pero siempre hubo algo más, la necesidad de llegar a un nuevo nivel; sentía frustración porque las obras de arte son tan relativas como el público que las ve, y quería conseguir un efecto único, algo que perdurara más allá de las personas o los puntos de vista. Hablé tanto con ese hombre –siguió con auténtica añoranza–, que llegué a pensar que él debía ser el protagonista de mi obra y quien me ayudaría a terminarla, pero al final no fue así, y me dediqué a terminar la pintura sin creer que lograría esto, desgasté pinceles y lienzos sin fin y nunca lo logré, pero ese hombre hizo la otra mitad de mi obra, y consiguió esto, un nivel de detalle tan perfecto como el enfoque, como si mis pensamientos guiaran su mano. Adán, esto es lo que siempre quise, una obra viva, y por fin la tengo frente a mí, por fin tengo una imagen que no puede olvidarse.

Después de su declamación reaccionó y volvió a su centro, a ser la misma de siempre.

–Sé que tienes ambiciones Adán, lo entiendo y lo valoro, por eso es que quiero recompensarte por tu apoyo, por lo que has hecho por mí, y por traerme esta maravilla.
–Carmen, yo no...
–No, es lo justo – lo interrumpió -. No puedes seguir siendo solo un asistente, siempre has estado por sobre eso, ahora mucho más. Voy a aprovechar la inauguración para presentarte como mi asesor artístico.

Esa vez el hombre no disimuló la sorpresa al escuchar las palabras de la pintora. Ser asesor artístico de alguien era llegar a otro nivel, volverse realmente mucho más que un asistente, porque como muy bien lo sabía, en el mundo del arte un asesor era la persona que llevaba la agenda y los tiempos, la única persona válida para conectar el atribulado espíritu del artista con el mundo exterior, y ayudarle a plasmar sus ideas al tiempo que hacía que el común de la gente pudiera conectar con el resultado de su obra; en países más desarrollados, era algo conocido aunque no habitual, pero ahí, el solo hecho de ser presentado de ese modo en el círculo artístico significaría un impulso tremendo.

–No sé qué decirte Carmen, es un honor lo que me ofreces. Te lo agradezco mucho.
–No tienes que agradecerlo –replicó ella–, es lo que te mereces, además te abre el campo laboral porque mucha gente querrá trabajar contigo. Lo único que te pido a cambio es que mantengas el secreto del origen del segundo cuadro.

Adán se mostraba verdaderamente sorprendido y agradecido, y así fue como ella lo entendió; todavía persistía la amenaza de la aparición de ese extraño hombre, pero a ella eso parecía serle de nula importancia, en comparación con el abrumador poder de los dos cuadros reunidos.

–Nadie nunca lo sabrá.
–Excelente, entonces creo que tendrás que mandar a imprimir tarjetas de presentación con tu nuevo cargo en ellas; desde ahora, te aseguro que serás muy solicitado para hacer asesorías -hizo una breve pausa para contemplar de nuevo los cuadros -. Ahora hay que disponer todo, tú encárgate de los últimos detalles, yo debo hacer algo, y procura que nadie me interrumpa.
–¿Qué harás?
–Descubrir la frecuencia exacta de los cuadros. Ahora que por fin sé que es posible hacer esto, tengo que descifrar la forma de realizarlo, para poder recrearlo por completo yo sola.

2


La última jornada antes de la inauguración de la galería pasó en total calma, entre algo similar al letargo previo a acontecimientos importantes, y Pilar no sabía si se trataba de la calma antes de la tormenta.
Estaba recluida en el hotel donde se había hospedado, arreglándose para estar presentable ante el evento, pero recordó que tenía que hablar con Adán para evitar que hiciera de su presencia un espectáculo; sus planes habían cambiado tanto desde su llegada, que yo no tenía claridad sobre cuánto tiempo se iba a quedar, o si tendría sentido seguir en la ciudad.

- Adán, buenas tardes.
- Buenas tardes, Pilar ¿En qué te puedo ayudar?

Pilar le explicó sus aprensiones respecto al evento, y le dijo que de ninguna manera pretendía figurar; debió esperar la respuesta en realidad, pero no se esperaba la fría y cortés distancia con la que él le explicó que toda la presentación estaría enfocada en Carmen y la obra de arto, por lo que no habría espacio para mucho más.

Eso es una buena noticia, entonces.
Claro –replicó él, vagamente-. Por cierto, me respondió la persona a la que contactaste, le avisaré a Carmen que esa gestión fio resultado.

“Esa gestión” sonaba tan impersonal como el trato que le estaba dando; entonces, probablemente yo estaba esterado de los hechos de meses atrás. Pilar omitió decirle, por suerte, que le había enviado a su madre un mensaje con esta misma información, y que ella no lo había respondido. ¿Cuál era su objetivo, entonces? Se había quedado, albergando la esperanza de poder generar un acercamiento con su madre, pero si todo se remitía a eso, daba la impresión de estar dándole algo en qué ocuparse mientras ella hacia lo que de verdad le importaba.
Optó por un sencillo vestido negro con cuello alto con transparencias, largo hasta la rodilla, tacones a juego, el cabello recogido con elegancia y accesorios mínimos. Ya daban las seis de la tarde, faltaba muy poco.

3


Todo estaba dispuesto para la flamante inauguración de la galería de arte, los medios especializados estaban citados a las siete y media, el público a las siete cuarenta y cinco, y desde ese momento, todas las miradas estarían sobre ellos.
A las siete en punto, Adán ya tenía todo dispuesto, y dio unas rápidas aunque elocuentes palabras de apoyo y agradecimiento a todo el personal; el trabajo realizado por ellos estaba dando sus frutos, y a la hora de la inauguración, deberían poner el máximo esfuerzo para que cada uno de los asistentes se sintiera en el mejor lugar del mundo. Gracias a su encanto y magnetismo natural, impresionar a todos con sencillas pero emotivas palabras, no fue difícil, y tuvo la seguridad de contar con todos ellos para hacer un trabajo de primer nivel.
 Se tomó un breve lapso para ir a su departamento y cambiarse; miró en el espejo, y sonrió satisfecho al ver el resultado: estaba vestido con un hermoso traje negro de diseñador, con elegantes líneas grises que resaltaban su porte, haciendo lucir su estructura Fuerte, los brazos masatos y el vientre plano, aunque sin caer en la moda barata de ajustar demasiado para enseñar los músculos. La idea era tener consolidad de movimiento, lucir sobresaliente y fuerte, sin dejar de ser elegante; complementó el atuendo con colleras de plata, y un osado arete de diamante, que le daba un toque moderno, un detalle de luz que podía permitirse en ese ambiente sin que nadie dudara de su profesionalismo. Regresó a la galería con tiempo disponible para chequear todo otra vez, comprobó que todo funcionaba según lo esperado; estaba seguro de su aspecto, sabía la impresión que iba a causar en todos a su alrededor, y esa noche más que cualquier otra tenía que destacar, ser el complemento perfecto para la galería y verse como el asesor artístico que desde el día anterior era.

Adán, los demás y yo queremos una foto contigo antes de la inauguración.
Desde luego.

Se tomó la foto con el grupo de trabajadores, recibió felicitaciones de parte de todos, y ya sobre la hora, estaba muy tranquilo de saber que todo estaba organizado: el personal de banquetera estaba dispuesto, el taller cerrado, la colección de arte dispuesta con perfección milimétrica en el gran salón, cada obra cubierta aún por sedas, y la terraza previa a la galería acordonada y con guardias, con el podio con micrófono listo y el sitial de honor para la obra máxima, listo para maravillar a todos, aunque los dos cuadros se quedarían aun en el taller bajo llave hasta el último instante. Ya era la hora.

4


–Y ¿cómo me veo?
–Cielos, pareces una estrella de cine.

Esteban no disimuló su sorpresa y encanto al ver a Micaela vestida para el evento; a ella en realidad no le gustaba el estilo de traje de modelo o de fiesta, pero cuando tenía un evento de gala salía su lado perverso y se convertía en otra, solo para tentar a los hombres que jamás podrían tenerla, y para provocar envidia en las mujeres, lo que era una estupenda terapia. Esteban por su parte, no desmerecía, estaba de un azul eléctrico impresionante, sin corbata y enseñando un fibroso pecho que no parecía tener bajo el traje formal con el que lo había conocido en la oficina; aun siendo delgado, tenía una figura atlética: como si de un galán latino se tratase, dejaba algo a la vista y usaba colores llamativos sin ser vulgar, algo muy osado pero totalmente en su estilo y acorde con el evento, que perteneciendo al mundo del arte, se permitía licencias que en otro sitio habrían sido vistas fuera de lugar.

–Tú estás muy guapo.
–Gracias. Y si ya estás lista, nos vamos.
–Por supuesto que no estoy lista –sonrió ella–, nunca estoy lista a la hora, tengo que repasar mi brillo de labios y tomar mi carterita.
—Oh, entonces cuando te vistes de modelo te comportas como una modelo.
—Por supuesto que sí –dijo ella, con una voz muy aguda-, tienes que abrirme la puerta del coche, buscarme un asiento si me canso, pasarme tu chaqueta si tengo frío, y entender todo lo que me pasa.
—Qué miedo.

Los dos rieron.

5


En tanto, Eva San Román estaba lista para ir al evento al que estaba invitada. Era una mujer de 24 años, cuya figura era impresionante en todo sentido: esbelta, de miembros marcados por el ejercicio, aunque fina y elegante de movimientos, de cabello castaño largo hasta más abajo de los hombros, con movimiento y estilo, rostro proporcionado y hermoso, brillantes ojos color miel y actitud segura de sí misma. Se trataba del tipo de mujer que domina a la perfección cada centímetro de su cuerpo, se conoce y sabe lo que es y lo que provoco, pero no saca provecho de ello.
Había estado el último tiempo fuera del país terminando su perfeccionamiento en ciencias de negocios, terminando con calificaciones sobresalientes, y ahora volvía para hacerse cargo de un puesto importante en la Constructora Del mar y Alzarrieta, como encargada integral del servicio; por azares del tránsito aéreo llegó al país a media tarde, con el tiempo justo para arreglarse y asistir a una gala artística por la inauguración de una galería de arte. El atuendo que había elegido para esa jornada tenía como centro un vestido largo, exquisito en tonalidades y degradados de verde, con Tacones altos a juego y un colgante con una hoja esculpida a mano en oro blanco. Los brazos, descubiertos por ser un vestido de tirantes, luciendo cada uno una pulsera de diseño de ramas, finas y delicadas, que eran parte del conjunto con el collar y los aretes de brillante, y combinando el conjunto con un clutch blanco níveo, diseñado por un amigo.
Puntual, llegó Bernardo Céspedes, hijo del dueño de la empresa en donde iba a comenzar labores, anfitrión en su llegada al país y gerente de proyectos nuevos, un hombre joven de aspecto rígido y militar, muy fuerte y grande.

–Buenas noches, Eva.
–Gracias por venir a buscarme –respondió ella, acercándose a la puerta–, estoy lista para salir, para llegar a tiempo.

Desde un principio le había parecido que él se volvía más rígido en su compañía, y notablemente más escueto, pero ya no le sorprendían esas actitudes; en la universidad siempre era lo mismo, hasta con los profesores, e incluso sus amigas la criticaban por no sacar provecho de ello; era verdad que en algunas ocasiones lo hacía, pero siempre con asuntos insignificantes como conseguir que abrieran una tienda un poco antes o conseguir que el taxista se diera más prisa, pero jamás con asuntos que fueran realmente relevantes. Su regla de oro era que todo aquello que lograba, era en base a su capacidad.

En el exterior de la galería, apropiadamente preparado para la ocasión, un elegante y  carismático presentador estaba amenizando la jornada, entregando a los medios de prensa algunos datos de la trayectoria de Carmen Basaure, mientras los invitados que estaban llegando eran recibidos por copas de licor y aperitivos, junto a delicadas réplicas en miniatura de diferentes obras de la pintora; Adán deambulaba de un lado a otro con gracia y estilo, saludando a todo mundo, haciendo comentarios ante lo que le decían todos, prestando atención a cada detalle del entorno y la realización mientras demostraba interés por todos los invitados, quienes no le quitaban los ojos de encima, especialmente las mujeres. Sabía que Carmen y los espectaculares dos cuadros le quitarían protagonismo, pero solo para resaltarlo aún más cuando la artista diera públicamente los habituales parabienes y felicitaciones, destacándolo como su asesor artístico. Las cosas estaban dando nuevamente un giro, ahora en su favor, y solo faltaba que la autora y su misteriosa obra cumbre se presentaran. Divisó en un costado a Pilar, dispuesta a pasar desapercibida como se lo había propuesto, a varios funcionarios de Gobierno, empresarios, damas de alta sociedad, siendo todo ello una exquisita mezcla para sus proyectos; alrededor de doscientas personas seleccionadas con pinzas estaban presentes, vistiendo de forma elegante, quizás un poco ostentosa, pero lo principal, demostrando carácter y personalidad. Si bien muchos de ellos eran habituales en eventos sociales, la lista no había sido confeccionada al azar, e incluía personalidades que pertenecían a diversos espectros políticos, económicos y mediáticos, lo que significaba que todo lo que allí sucediera provocaría un impacto en distintas esferas, de modo que al día siguiente la inauguración fuera tema obligado en los lugares importantes.
De acuerdo con la programación, una ver estuvieron presentes todos los invitados, Carmen apareció por un costado de los telones de fondo dispuestos para la ocasión, vestida con una túnica bordada a mano, la cual había sido traída directamente de Senegal: con finísimos decorados en hilos dorados que dibujaban sobre un fondo azul un cielo estrellado, era el traje ideal para la jornada. El presentador la anunció, hubo un respetable y sobrio aplauso, y en seguida el propio Adán se escabulló por un costado junto a dos trabajadores. Les ordenó a los dos hombres que tomaran los dos atriles cubiertos con seda desde el taller, y con cuidado los llevaran al frente de la galería, para ubicarlos delante del telón de fondo y poder exhibirlos.

–Quiero agradecer su amable espera, pero principalmente por acompañarnos aquí -comentó cordialmente el presentador–; ahora quiero hablarles un poco del presente de nuestra anfitriona, de nuestra amiga Carmen Basaure.

Carmen y Adán quedaron a un costado, a distancia prudente de los fotógrafos, mientras las miradas comenzaban a centrarse en las dos obras cubiertas de seda.
Y en ese momento la paz de la noche fue fulminada por un estruendo que cambió todo.
Un disparo venido de un punto ciego atravesó una de las dos obras, terminando por impactar contra los muros de la galería. Algunas mujeres soltaron gritos de miedo.


Próximo capítulo: La única