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Broken spark Capítulo 3: Una frecuencia óptima



Para el momento en que Optimus y los demás maximals llegaron a las cercanías de la base era tarde para sorprender a Megatron; los dos grupos se encontraron frente a frente, el barranco y la nave protegida por el campo de fuerza como telón de fondo.

—Al fin nos vemos las caras Optimus.
—Esperaba una emboscada —dijo el líder maximal.

Megatron ahogó una risa burlona.

—Siempre con ese concepto tan malo acerca de mí, pero aunque no lo creas, en esta ocasión no vengo enfrentarme a ti ni a los tuyos.

Pero podría hacerlo, pensó el gorila. Algo se oculta detrás de esa supuesta actitud pacífica.

— ¿Qué es lo que quieres?
—Me gustaría saber en dónde se encuentran tres de mis camaradas —replicó con seguridad—, desde el momento en que nos estrellamos, mis asociados parecen estar desapareciendo por arte de magia.
— ¿Y eso de qué manera tiene que ver con nosotros?
—No lo sé —replicó Megatron— entre el lugar donde se estrellaron ustedes y aquí en donde nos estrellamos nosotros existe una distancia que se puede cubrir casi en línea recta, y cuando llegué ustedes ya venían de regreso.

Ratrap iba a decir algo, pero Optimus reaccionó con rapidez y evitó que hablara.

—Estás confundido de bando Megatron —contestó con firmeza—, no somos del tipo de los que dan caza a sus enemigos sólo por diversión.
—Por algún motivo, eso no te lo creo.
—Tendrías que preguntarte a ti mismo a qué se debe esa desconfianza.

Megatron decidió que la reunión ya había llegado a su fin.

—Vamos a dejar algo en claro: ahora tenemos dos opciones, intentamos matarnos squí y ahora o nos retiramos para preparar con mucho cuidado los pasos que vamos a dar ¿sabes? El enfrentamiento es inevitable.

Optimus por su parte, no estaba dispuesto a ceder.

—No vas a usar el disco para tus planes, no te lo permitiré.
—Sé que no lo harás —replicó el otro con alegría—, para los asuntos que corresponden a tu deber, funcionas en una frecuencia óptima, Optimus.

Hizo una breve pausa especulativa, tras lo cual comenzó a moverse hacia un costado.

—Predacons, retírense, no queremos caer en una trampa.

Los predacons se retiraron con rapidez mientras Rhinox se convertía a robot y activaba el mando a distancia que permitía que se abriera una brecha en el campo de energía protector. Dinobot apareció desde el escondite que lo había mantenido oculto a cierta distancia y se acercó al grupo.

—Escuchar Optimus —dijo Rattrap en voz muy baja—, sé que fui  irrespetuoso contigo. Pero esta vez estoy hablando en serio, no lo dejes entrar.

El líder maximal hizo una pausa.

—En estos momentos el mayor peligro para nosotros no se encuentra ahí, en ese transformer, está en la mente de Megatron y en los planes que aún no logro descifrar.

Dinobot llegó hasta ellos a paso lento, la satisfacción se notaba con toda claridad en sus ojos.

—Esta fue una reunión interesante y al parecer una charla muy emotiva.

El gorila no respondió.

—Es extraño que haya aparecido de esa forma y no los atacara ¿no es así?
— ¿Se te ocurre por qué podría haberlo hecho?
—No, pero él aún no sabe que estoy con ustedes, lo que significa que tenemos una oportunidad de engañarlo.
— ¿Qué sugieres?

El velocirraptor miró directamente hacia Rattrap, que lo observaba con desconfianza.

—Lo más sensato que puedes hacer, trata de matarme.
— ¿Qué?
—Lo que oíste. Megatron ya sospecha de la desaparición de algunos de sus seguidores, entrégale a uno de ellos malherido, al borde del colapso.

Rattrap soltó una exclamación burlesca.

—Estás demente si crees que eso lo va a alterar, o a provocarlo de alguna manera, a Megatron no le interesan sus seguidores.
—No se trata de lo que pueda ponerlo nervioso o no, sino de entrar en su nave con armamento que no tengo en mi poder.
—No entiendo lo que…

La voz de Rhinox se escuché fuerte y clara, emergiendo desde detrás de ellos con su aplomo característico.

—Una bomba.

Cheetah intervino alarmado.

— ¿De qué estás hablando? Sólo tenemos algunos detonadores en el interior de la nave, no podemos desperdiciarlos en pasárselos a él.
—Es cierto —chilló Rattrap—, ¿cómo sabes que todo esto no es más que un plan para desarmarnos?
—Porque hay una forma de comprobarlo —replicó Optimus con tranquilidad—, Dinobot, aceptaré que te involucres en este arriesgado plan con una condición: vas a cambiar tu código mental a Maximal.

2

Megatron y los predacons volvieron a la base en un ambiente de nerviosismo.

—Megatron —intervino Tarantulas— ¿crees que esto es de verdad un plan de los maximals? No parece su estilo.
— ¿Porque siempre son los héroes de las historias? —replicó el líder con tranquilidad— Hace miles de años que los predacons, y antes los decepticons, hemos sido considerados y vistos como los grandes conspiradores pero, si lo analizas bien mi estimado arácnido, puede ser que detrás de todo esto haya un símbolo distinto al que nosotros ostentamos.
— ¿Y qué sugieres?

Megatron quitó de su brazo el extremo dentado con el que podía disparar grandes lásers y lo dejó sobre el mesón. Luego contempló durante unos momentos el mapa tridimensional frente a sus sensores ópticos.

—Piensan atacarnos —replicó al fin—, nos hemos vuelto un obstáculo. Tenemos que descifrar el mensaje escondido en el Disco dorado, lo más pronto posible.
— ¿Y los predacons que faltan?
—Preparen una búsqueda, pero no saldrán todavía; presiento que los maximals están muy, muy cerca.

3

Al fin y a pesar de los murmullos de desaprobación de Rattrap, el grupo ingresó a la nave en compañía de Dinobot; el velocirraptor se mostraba muy calmado y confiado en el procedimiento que se iba a realizar. En tanto, Cheetah se escabulló a un costado, en donde Rhinox preparaba la cápsula en donde iba a realizarse el cambio de facción.

— ¿Estás seguro de lo que vas a hacer?
—Hay un procedimiento standard para realizar los cambios de facción.

El felino se interpuso en sus laboras, y lo obligó a mirarlo.

—Sabes que no hablo de eso. ¿Crees que el Gran jefe enloqueció?

Rhinox lo miró con detenimiento durante unos momentos, antes de contestar.

—No ha enloquecido, está tomando la decisión de tomar medidas peligrosas en contra de enemigos peligrosos. Ciertamente, que Megatron tenga en su poder el disco dorado lo convierte en una mgran amenaza.
— ¡Pero uno de sus aliados está dentro de nuestra nave!
—Baja la voz.
—Lo siento.
—Escucha, sólo mantén los sensores ópticos muy abiertos, y ahora déjame revisar esto antes que me tarde aún más.

Mientras tanto, en el puente de mando, Optimus le explicaba a Dinobot la información.

—El procedimiento no será largo, pero escucha; no vamos a cambiar tu memoria, pero tus códigos de pensamiento van a cambiar. La primera directiva, es no matar de forma innecesaria, y cuando lo digo, me refiero a cualquiera de tus especiales motivaciones.
— ¿Qué sucedería en el caso de que lo quisiera hacer?
—Hay un comando de directivas en el programa que cambiará tu forma de pensar. Si quisieras matar por placer, por ejemplo, u sistema va a dirigir tus emociones en sentido opuesto, no sentirás placer ni gusto al intentarlo, y todo tu organismo y pensamientos lucharán por detenerte, o hacer que cometas un error.
—Entiendo.

Dinobot se convirtió a robot y enfrentó al líder maximal, mirándolo a los ojos. Puso una mano en su hombro y habló con voz clara y confiada.

—Cuando todo haya terminado, convénceme de que es una misión de máxima importancia, para que no me arrepienta.
—Lo haré.

Un instante después de esas palabras, Optimus se llevó una mano al cuello, palpando la misma zona en donde el otro había tocado.

— ¿Qué…? ¿Qué es esto?

Dinobot se alejó unos pasos; en tanto, el virus comenzó a infectar el organismo del líder autobot. Optimus intentó hablar, pero se vio muy rápidamente detenido por la acción del agente que se inmiscuía en sus circuitos. Dio algunos pasos sin sentido, tratando de hacer algo en medio de la confusión, cuando, de manera repentina, dejó de moverse y quedó quieto en el lugar. En ese momento apareció Rattrap, quien se escandalizó al ver a ambos tan quietos.

— ¿Qué es lo que estás haciendo asqueroso saurio?
—Nada —replicó el otro encogiéndose de hombros—. De pronto dijo que se sentía extraño, y luego ya no se movió.
— ¡Rhinox!

El aludido y Cheetah aparecieron a los pocos momentos. Rhinox preparó un escáner para revisar el estado del líder, pero antes que pudiera hacerlo, este se recuperó.

— ¿Qué pasa, por qué me miran todos así?
—Estabas muy extraño.
—No es nada, sólo el cansancio. Ahora vamos a realizar el procedimiento en Dinobot lo más pronto posible.

Fueron hasta el módulo, al que el velocirraptor entró con toda tranquilidad. Una vez que estuvo dentro, Optimus activó los cañones de los brazos y hombros y comenzó a disparar.



Próximo capítulo: Un ejército considerable


Broken spark Capítulo 2: Una nueva apariencia. Segunda parte



La conversación que se había estado desarrollando entre los maximales quedó interrumpida ante las palabras de Optimus.

—Esos eran gritos de alguien a quien estaban torturando, y estaba gritando mi nombre.

Rattrap se encogió de hombros quitándole importancia al asunto.

—Por favor, todos los maximales estamos aquí, es obvio que se trata de una trampa para atraerte.
—No lo creo —replicó Optimus—. Hay algo en esa voz… no puedo creer que sea fingida; vamos a ir a investigar.
— ¿Vamos?
—Sí, vamos; somos un equipo y no nos vamos a separar.

Cheetah se mostró entusiasmado con la idea de salir de los alrededores de la nave

—Excelente, qué bueno que vamos a hacer algo, sería una buena oportunidad para estirar los miembros y probar cuál es mi verdadera velocidad.
—Ni lo pienses —lo interrumpió el líder—, mientras no sepamos con exactitud qué es lo que causó esos gritos nadie va a moverse solo; concuerdo en que puede tratarse de una trampa, pero también puede ser algo mucho peor. Avanzaremos en formación cerrada, con cuidado.

2

Dinobot se sentía bastante contento con el resultado de su trabajo; contempló la forma en que las cadenas que había robado desde la nave mantenían el cuerpo de Scorponok fuertemente sujeto, asegurando tanto el aguijón como las tenazas, para evitar que pudiera liberarse o atacar.

—Eres un maldito demente.

Scorponok apenas pudo balbucear estas palabras, acosado por el dolor que sus terminales nerviosas revelaban segundo a segundo luego de la tortura a la que había sido sometido.

—Parece que tus emisores de audio aún no están dañados —dijo Dinobot, susurrante, con un tono divertido.

Desvió la mirada hacia un costado en donde, sobre el suelo del prado, se encontraban las ocho patas del escorpión desperdigadas, inertes, excepto la última que había arrancado, que todavía hacía algunos movimientos estentóreos, producto de la energía residual.

—Me alegra que aún puedes gritar —continuó con tono divertido—, vamos a ver qué tanto podemos llamar la atención de Optimus.

En sus manos tenía una cuchilla de energía, y se acercó con ella para volver al realizar el trabajo.

—No —exclamó el otro con terror—, no te me acerques.

Dinobot soltó una risa macabra.

—Como si fuera hacerte caso, sólo porque lo dices.

3

Rinox avanzaba en modo bestia, con Optimus en su espalda y Rattrap y Cheetah escoltándolos. El Prado ante los ojos de ellos se extendía sin mucho movimiento.

—Esto es extraño —comentó Cheetah—, estamos en un lugar donde abundan las formas de vida animales, pero en este lugar no hay movimiento alguno.
—Eso confirma que esto es una mala idea.
—No Rattrap —replicó el líder—, lo que confirma es que los gritos que escuchamos no son fingidos; ya falta poco dense prisa.

Unos cuantos minutos después se internaron en una zona boscosa de plantas frondosas y árboles altos con Optimus al frente; caminaron entre los árboles, en silencio, analizando cada característica del paisaje y considerando las fluctuaciones que percibían alrededor.

—Debe ser por aquí cerca —comentó Cheetah—, da la impresión que todos los animales de este bosque se escondieron entre lo más profundo.

Nadie dijo nada durante unos momentos; el silencio era espectral.

—No es normal que en medio de un ambiente de flora y fauna haya tanto silencio. Parece…
—Una tumba.

La voz de Dinobot sorprendió a todos, al mismo tiempo que el grupo entraba en un claro del bosque. Atado con cadenas a los troncos de gruesos árboles, el cuerpo de Scorponok permanecía suspendido como un grotesco trofeo, la cabeza pendiendo apenas de unos cuantos cables, el torso cortado a lo largo por la mitad, las patas del escorpión y el extremo del aguijón esparcidos por el suelo.

—Esto es… no puedo creer lo que estoy viendo.

Los cuatro se quedaron mudos de asombro ante el dantesco espectáculo que se extendía ante sus visores ópticos; un momento después apareció ante ellos el velocirraptor caminando con toda tranquilidad.

—Veo que te has presentado, líder de los maximales. Mi nombre es Dinobot y he abandonado el grupo liderado por Megatron. Necesitamos hablar.

4

Waspinator había visto cuál era el destino del avance de Scorponok y decidió seguirlo desde cierta distancia; no pretendía esforzarse mucho en su labor, de modo que resultaba más sencillo seguir al otro y aprovechar su capacidad de vuelo para adelantarse en caso de tener buenos resultados. Tan pronto como vio que Scorponok caía en la trampa de Dinobot se mantuvo en las alturas y atento a lo que pudiese suceder; en un principio pensó que el velocirraptor sería derrotado, sin embargo no sólo hacía gala de una gran fuerza, sino que además la utilizaba con gran inteligencia, por lo que luego de algunos instantes de encarnizada batalla consiguió golpear de manera efectiva a su rival y atarlo a unos árboles con poderosas cadenas.

—Waspinator le avisará a Megatron.

Cuando se escuchó el primer grito de dolor y el llamado al líder de los maximales, Waspinator ya se encontraba a cierta distancia de ese lugar volando a toda prisa.

—Está sucediendo algo muy malo —se dijo mientras superaba unos roqueríos y elevaba el vuelo para pasar por sobre una elevación del terreno—, Waspinator no se enfrentará a ese lunático.
—Waspinator ¿A dónde vas?

La voz de Megatron lo sorprendió; suspendido en el aire miró en ambas direcciones hasta que encontró al Tiranosaurio, en la parte más alta de un risco cercano. Voló hacia él y se mantuvo flotando nerviosamente frente a su objetivo.

—Waspinator iba a buscarte poderoso líder.
—Les dije con toda claridad que debían ir a buscar a los maximales.

Su interlocutor continuaba aleteando mientras hablaba con un sentimiento de angustia.

—Sucedió algo Megatron y se trata de algo muy grave.
—De que podría tratarse…
—Dinobot se adelantó a los predacons y fue en dirección al lugar en donde se estrellaron los maximales.

Megatron guardó silencio durante unos momentos, sin tratar de seguir con la mirada Waspinator.

—Eso cambiaría un poco mi percepción acerca de él pero no me parece que sea algo malo para nosotros.
—Lo es poderoso líder, porque Dinobot capturó a Scorponok y comenzó a torturarlo, escuché que lo obligaba a gritar pidiendo ayuda a los maximales.

Megatron se convirtió a robot y guardó silencio durante unos momentos, sonriendo mientras Waspinator seguía el movimiento constante y hablaba sin parar.

—Los predacons estamos en peligro, estamos en peligro.

Megatron le hizo un gesto para que guardara silencio.

—Escucha Waspinator, sólo escúchame: según lo que sé, la especie nativa de la cual copiaste tu apariencia actual es muy rápida de movimientos; según los informes de la computadora tus aleteos son muy rápidos.

Waspinator lo miró sin comprender.

—No sé a qué te refieres.
—Nada en especial —murmuró Megatron—, es solo que resulta divertido que alguien que se mueve tan rápido no demuestre la misma habilidad para otras tareas.

Haciendo gala de una agilidad sorprendente, el líder de los predacons capturó Waspinator con el brazo de la mandíbula, y antes que éste pudiera reaccionar, utilizó el brazo que tenía libre para arrancarle las alas.

— ¡Qué estás haciendo! —aulló de dolor y terror su subalterno— ¡porque me haces esto!

Megatron no respondió, y con un nuevo movimiento muy veloz del brazo libre tomó la cabeza y la retorció hasta que escuchó cómo se cortaban las terminales nerviosas y se destrozaban los conductos de energía que iban desde el cuello; el cuerpo de Waspinator quedó colgando, inerte en la mandíbula del Tiranosaurio, la cabeza pendiendo como una fruta seca de la rama de un árbol. El líder de los predacons lo observó durante un momento, divertido.

—Es una lástima que hayas tenido que convertirte en un daño colateral —comentó como si el otro aún pudiera escucharlo—, pero lo cierto es que ahora todo va de acuerdo al plan, y para el momento en que los demás lleguen hasta los maximales, se habrá producido un cambio que me va a permitir cumplir con mis objetivos.

Sonrió y arrojó el cuerpo de Waspinator, el que dio algunos tumbos sobre las rocas para luego rodar el risco hasta perderse de vista; de inmediato se transformó a tiranosaurio y re emprendió la marcha.

5

—Eres un monstruo Dinobot —exclamó Rattrap con furia extrayendo de su coraza una de sus armas.

Dinobot no reaccionó ante la amenaza armada, y continuó mirando al líder del grupo, ignorando a los demás.

—Lo asesinaste —sentenció Optimus con voz templada—, lo torturaste y luego acabaste con su vida sin contemplaciones.
—Eso es lo que pretendía hacer él con alguno de ustedes —respondió el velocirraptor—, y es también lo que Megatron pretende hacer con quien sea, por eso es que te llamé.

Optimus había entendido que tanto Rattrap como Cheetah estaban muy alterados por la situación, pero no quería provocar un enfrentamiento armado sin saber cuáles eran los verdaderos planes del reptil; presintió que se escondía algo detrás de ese cruel espectáculo.

— ¿Qué es lo que te propones?
—Como te dije, he abandonado a los predacons y pienso que podemos hacer un trato que nos sea conveniente a todos.
—Nadie quiere hacer tratos contigo asquerosos saurio.
—Cállate Rattrap. Dime a qué trato te refieres.
—Es bueno que hablemos las cosas tal como son. Megatron tiene en su poder el disco dorado con información muy importante que va a permitirle iniciar una nueva era de guerra entre los cybertronianos;  tu nave siguió a la nuestra para detenerlo y nadie conoce a los predacons tan bien como yo.

Optimus procesaba cada palabra que escuchaba; sabía muy bien lo que iba a escuchar.

—Después de montar este espectáculo resulta difícil pensar que quieres aliarte con nosotros.
—Sin embargo el espectáculo del cual tú y tus compañeros reniegan es necesario a la hora de planear algo en contra de Megatron te estoy demostrando que estoy dispuesto a todo con tal de detenerlo.
— ¿Y qué es lo que ganas tú?
—La gloria de cybertron —respondió el velocirraptor—, te ayudo a detener los planes de Megatron, y me convierto en un héroe.


6

Megatron y sus subordinados se reunieron a cierta distancia del barranco que se interponía entre la nave y ellos
—Y no hay rastro de los maximales —dijo Terrorsaur—, tenemos una oportunidad perfecta para destruir su nave.
—No —replicó Tarántula—, estuve analizando el sector y los maximales instalaron un campo de energía alrededor de la nave, tengo la impresión de que se trata de un campo energético que refleja los ataques que recibe. Tardaría mucho en desactivarlo.
—Quiero las cabezas de los maximales encima de una bandeja —dijo Megatron—, pero al parecer ellos se nos han adelantado.
— ¿Lo dices por Scorponok y Waspinator?
—Por supuesto, es extraño que no hayan aparecido. Sin embargo, no haremos algo tan inútil como intentar destruir su nave mientras ellos nos exterminan uno por uno, haremos esto de otra manera… los esperaremos aquí.



Próximo capítulo: Frecuencia óptima

Beast wars: Broken spark Capítulo 1: Una nueva apariencia. Parte 1



Zona desértica. Día 1.

Al interior de la nave, todos habían pasado por alto el resto del informe de daños, en cuanto la computadora de navegación comenzó a informar que se trataba de algo grave; de momento, no volverían a volar.

—Rayos, ahora estamos derribados mientras esos predacons están por ahí siguiéndonos.

La voz de Optimus conservaba su tranquilidad.

—Tranquilo Rattrap. Ahora es más importante que entremos a las cápsulas de adaptación, al escáner casi termina de revisar las formas de vida con las que podemos mimetizarnos.

Obedecieron la instrucción, y unos momentos después, Rattrap estaba observando en el reflejo de una de las máquinas, complacido, su nueva apariencia.

—Esto luce realmente elegante.
—No sabes nada de elegancia por lo que se ve —comentó Cheetah mientras flexionaba sus laxos miembros—, lo que yo tengo es velocidad y poder.

A un costado, Rhinox se movía con calma, casi a paso lento, pero cada uno de sus movimientos demostraba la fuerza que tenía, y se viera potenciada por la adaptación.

—Son formas de vida bastante básicas, pero sus apariencias nos servirán.

Optimus salió de su propia cápsula; el gorila era de color negro, los miembros anteriores  fuertes y largos, sin embargo la mirada seguía mostrando la sabia calma que poseía.

—Lo que necesitamos es que estas corazas nos protejan; recuerden que en el planeta en el que hemos caído, las cantidades de energon son tan altas que, de exponernos en nuestras formas androide, quedaríamos fuera de funciones en tan sólo unos minutos.

Rattrap hizo entonces una de sus habituales apreciaciones sardónicas.

—Somos semejantes a formas de vida animal propias de este planeta, esto podría gustarme si estuviéramos en un museo en Cybertron pero, lo que me pregunto es ¿Quiénes son nuestros depredadores?


2

Zona rocosa. Día 1
Megatron fue el primero en reaccionar, y tan pronto lo hizo, puso en funcionamiento el escáner móvil, y lo envió a inspeccionar la zona.

—Computadora ¿estamos en el planeta correcto?
—Afirmativo.

El líder de la nave soltó una risa sarcástica.

—Excelente, todo marcha de acuerdo al plan.


Al mismo tiempo, en un rincón de la nave, Dinobot pasaba de modo bestia a robot y observaba con desdén el disco dorado.

—Megatron es un líder incompetente —dijo para sí— no sólo falló en destruir a los maximals, sino que además no pudo utilizar el puente transwarp para llevarnos al planeta correcto. Esto no es la Tierra. Sin embargo, los predacons son superiores en número los maximals y ambas naves cayeron en este extraño planeta, pude ver cómo ellos también caían aquí; para poder derrotar al inútil de Megatron, necesito tener un ejército bajo mis órdenes, y ya sé dónde conseguirlo.

Arrojó el disco dorado a un costado, tras lo cual abrió una compuerta lateral y salió al exterior; un paisaje rocoso y abandonado era lo que lo esperaba del otro lado, algo difícil para esconderse, pero suficiente para correr a toda velocidad y perderse de vista.

—Estamos en el planeta correcto —dijo mientras tanto Megatron para sí mismo—, y la cantidad de energía que hay disponible rebasa todas nuestras expectativas, de modo que los predacons tendremos para nosotros todo el energon que necesitamos para conquistar las galaxias. Tarántula, Scorpicon, Waspineitor y Terrorsaur, vayan a buscar la nave estrellada de los maximals, localicen a cada uno de ellos y destrúyanlos, esos malditos maximals tienen la costumbre de ser muy difíciles de eliminar, así que no creo que un simple golpe los haya vencido.
—Cumpliremos tus órdenes —respondió Scorpicon.
—Eso es lo que espero, no necesito otro desertor ni mucho menos un inútil. Tráiganme sus cabezas en la punta de una lanza, también la de ese cobarde de Dinobot, si lo ven de camino.

3

—Estamos perdidos en la mitad de la nada, esto no va de acuerdo al plan.

Rattrap estaba reclamando acerca de la situación en la que se encontraban mientras descendía por la plataforma hacia el exterior de la nave; Rhinox, en tanto, estaba revisando diversos materiales y maquinaria, para descartar aquella que no se encontrara en buenas condiciones.

—Cállate —le dijo Optimus severamente—. Aunque originalmente no éramos un grupo de combate, nos enviaron a tratar de detener a Megatron porque se trata de un peligroso delincuente; recuerda La gran guerra que hubo en el pasado, si él consigue la cantidad de energía que quiere, podría volver a comenzarla.
—Oh pues disculpe señor…

Optimus se acercó a él y en un movimiento rápido  lo tomó por el cuello.

—Dije que te callaras. Mientras tú te quejas por cualquier tontería que sucede a tu alrededor, las vainas que lanzamos antes de estrellarnos están perdidas en algún punto de la atmósfera de este planeta, nuestros compañeros nos necesitan y están mucho más cerca de la muerte que tú, a menos que quieras que te arroje por el precipicio y termine con tu amargo sufrimiento.

Rattrap no dijo nada durante unos momentos hasta que la amenazadora mirada del líder lo convenció.

—Está bien, no diré nada. Vamos a morir —añadió en un susurro.
—Tenemos que estar atentos indicó Optimus—, el informe de robo del disco dorado que nos enviaron decía que en la nave se encontraban seis predacons, y presiento que vamos a encontrarnos con ellos muy pronto.

4

Scorpicon avanzaba rápidamente valiéndose de sus ocho ágiles patas en modo alterno. Le había parecido ver a la distancia algo de movimiento, quizás humo, y eso podía significar que los maximals estaban muy cerca.

—Con un buen premio voy a ganarme el aprecio total de Megatron —murmuró para sí mismo—, y en las actuales circunstancias no es de extrañar que sea necesario.

Traspasó un muro natural de rocas, y tuvo en punto de vista un sector desértico antecedido por un gran prado; más allá podía ver una serie de piedras altas como una formación moldeada por siglos de vientos y lluvias, y entre ellas una figura que se parecía mucho a la nave de los maximals.

— ¿Te perdiste amiguito?

Scorpicon dio un respingo al escuchar la voz rasposa, lenta y susurrada como una amenaza letal; Dinobot apareció frente  a él, a muy poca distancia.

—Eres tú ¿qué es lo que crees que haces?
—Al parecer lo mismo que tú, encontrar a los maximales.

Scorpicon agitó las poderosas tenazas en gesto de reprobación.


—Traidor, eso es lo que eres, abandonaste la nave tan pronto como nos estrellamos.

Tendría un punto extra por eso, de aquello estaba seguro. Pero contra ese sujeto, lo mejor era ir con cuidado.

—No soy un traidor —replicó el otro sin disimular que estaba disfrutando con el nerviosismo del otro—, sólo es…que tengo otra forma de poner en práctica los planes.

Scorpicon sospechó de la tranquilidad de Dinobot, y decidió no esperar más.

— ¡Aterrorizar!

Una vez activado el comando de voz, el escorpión pasó a modo robot, y de inmediato desplegó el cañón lanzamisiles en una de sus tenazas; sin embargo, Dinobot también se transformó, y utilizando la espada giratoria, desvió la tenaza, lo que le permitió acercarse a su oponente.

—No te conviene ser mi enemigo, pero tampoco podrás ser mi aliado.

Scorpicon no alcanzó a reaccionar a tiempo para esquivar el golpe. La espada atravesó su torso, pero no contento con eso, el velociraptor accionó el mecanismo característico, que la hizo girar durante un instante sobre la base, como un taladro de gran potencia. De inmediato la soltó, sujetando ambos brazos de su oponente.

— ¡No lo hagas! —suplicó el otro, desesperado ante el artero ataque—. No me mates, haré lo que quieras.

Dinobot sonrió maléficamente, tenía bajo su control al enemigo, y podía ver con total claridad el temor pintado en sus sensores ópticos. Pero su objetivo era mucho más importante que la misericordia.

—No voy a matarte, camarada —susurró con goce—, de momento no me sirves muerto, eres mucho más valioso así, inmóvil pero capaz de gritar.



5

— ¿Qué fue eso?

Cheetah fue el primero en escuchar el sonido a no mucha distancia; todos sus sentidos se pusieron alerta.

—También lo escucho.
—Son gritos —dijo el felino—, estoy seguro de que lo son.
— ¿Qué nos importa? —intervino Rattrap— Lo mejor que puede pasarnos es que alguna de las extrañas bestias de este lugar esté devorando a uno o dos predacons, eso sería en verdad un premio.

Optimus afinó al máximo los sensores auditivos, aunque la extrema suma de energon en la superficie interfería con eso. Durante casi un minuto nadie dijo nada, todos tratando de interpretar o definir con total certeza de qué se trataba; quien dio con la frecuencia de audio correcta para escuchar mejor fue el propio Optimus, pero cuando lo hizo, se arrepintió de inmediato. A lo lejos, en la posición que ocupaban, sólo se alcanzaba a oír el sonido, pero él sí pudo identificar el contenido, el amargo mensaje. Antes que pudiera comenzar a hacer algo, el sonido se extinguió, y le sucedió un silencio tan profundo, que supo sin temor a equivocarse, que para el origen del grito, todo había terminado.

—No son simples gritos —repuso al fin, conmocionado—. Estaban torturando a uno de los predacones, y esa víctima, estaba llamando mi nombre.



Próximo capítulo: Una nueva apariencia. Parte 2

Por ti, eternamente Capítulo 3: Única opción



Tan pronto como salió de la casa en donde había encontrado a Magdalena, un poderoso sentimiento de inseguridad se apoderó de Víctor. Parecía como si todo lo que pasara fuera una película, una fantasía en la que estaba atrapado sin poder hacer nada más que seguir participando, una situación excepcional en la que nada estaba bien, y donde parecía que todos podían estar observándolo. Con el bebé en sus brazos y muy bien envuelto en las cobijas, el hombre caminó varias cuadras en la dirección contraria por donde había llegado, sin poder sacarse de la cabeza las palabras de Magdalena, y la amenaza de la familia De la Torre como un ojo amenazante, muy cerca de él.
Algunas cuadras después subió a un taxi, pero descendió a cierta distancia de su casa, sin tener muy claro qué hacer; a fin de cuentas tenía un bebé en sus manos, y la posibilidad de que alguien lo viera con él era incómoda y desagradable. Caminando a paso rápido entró en el pasaje y se metió a su cuarto, sorprendiéndose de no haber topado con nadie en el trayecto, pero cuando se encontró en lo que consideraba la seguridad de su privacidad, comenzó a sentirse más angustiado.

—Esto no puede estar pasando...

Se sentó en la cama y dejó al bebé sobre las cobijas; seguía estando muy quieto, y aunque estaba despierto, no hacía más que respirar y mirarlo, muy fijamente con esos impresionantes ojos castaños que había heredado de su madre, casi como si quisiera conocerlo, como si estuviera estudiando su cara y sus rasgos.

—Tengo que ir a buscar a Magdalena.

Que ella le hubiera dicho con tanta propiedad que confiaba en él para hacerse cargo de Ariel era un peso que comenzaba a sentir sobre los hombros, pero aún en esos momentos no procesaba todo lo que estaba pasando; Magdalena estaba muy enferma, pero seguramente había algo que se podía hacer, además, el peligro que ella temía de su familia no era directo si era él quien tenía al bebé, lo que les daría tiempo para conseguir ayuda. De primera, lo importante era llevarla a algún centro asistencial, para que se hicieran cargo de estabilizarla. Pero obviamente no podía hacerse cargo del bebé y de ella a la vez, eso lo sabía desde el principio.

—Voy a tener que salir...

Sabía que estaba muy nervioso, pero al menos tenía algo en su favor, y es que cuando más joven había trabajado de canguro, así que sabía todo lo necesario del cuidado de un bebé o un niño, desde los alimentos hasta como detectar determinadas reacciones, y en ese momento Ariel estaba totalmente tranquilo, lo que le daba un tiempo en su favor.
Aunque no estaba muy convencido, acomodó al bebé justo en medio de la cama, y armó a su alrededor con las cobijas una estructura que lo mantuviera quieto, ligeramente ladeado y con la cabeza en ángulo para mantenerlo estable y con las vías despejadas. Tomó algo de dinero de entre sus cosas, pero se detuvo y puso música ambiental en el minicomponente, a un volumen suficiente para no molestar al bebé, pero suficiente también para que cubriera los llantos si es que los había.

—Volveré pronto, pórtate bien.

El bebé lo miró fijamente, pero no pareció alterado por quedarse en la cama, seguramente porque con la enfermedad de la madre estaba acostumbrado a permanecer sobre el lecho. Encomendándose a sí mismo a todos los santos, Víctor salió a toda velocidad y se subió a un taxi y comenzó el viaje, sabiendo que se tardaría aproximadamente ocho minutos en llegar. Luego tendría que rogar no tardarse demasiado en sacar a Magdalena de ese sitio en donde estaba.

Mientras Víctor hacía esos planes, Magdalena yacía sola sobre la cama, respirando lenta y cansadamente. De pronto su celular anunció una llamada, y con algo de dificultad lo alcanzó; era un número desconocido, pero sabía de quien se trataba, y no contestaría.

—Víctor...

Sus murmuraciones apenas se escuchaban en sus propios oídos; apagó el celular, sabiendo que le había entregado su hijo a su padre en el momento preciso, porque los hombres de su padre ya la habían localizado. ¿Qué tan cerca estarían? Ya no importaba.

—Víctor —murmuró como hablando con él— te confío a Ariel para que cuides de él; solo puedo confiar en ti, y mi corazón de madre me dice que harás lo correcto. Adiós Víctor.

Cerró los ojos, y ya no sentía más preocupación; no podía estar equivocada, el hombre al que había conocido antes y que era el padre de Ariel no era ni por lejos perfecto, y claramente era joven como ella, pero algo en su interior le decía insistentemente que había tomado la decisión correcta, porque alguien que se estremece en un abrazo como el que le dio, alguien que puede sintonizar con lo realmente importante a pesar de todo lo demás, es realmente la persona indicada para criar a un niño.
La joven madre se quedó muy quieta, orgullosa de su hijo y tranquila con su decisión, y con los ojos cerrados esperó el momento, en que tuviera que dormir.

2

Víctor se bajó del taxi a un par de cuadras del sitio en donde estaba la casa donde poco antes encontrara a Magdalena, y mientras caminaba en esa dirección sacó del bolsillo el celular para llamarla; pero cambió de opinión, porque le pareció absurdo llamarla. Antes de girar en una esquina se le cayó el celular, y tuvo que detenerse a recogerlo, justo cuando escuchó unas voces del otro lado de la esquina.

— ¿Y qué se supone que vamos a hacer?
—Tenemos que llamar a Don Fernando, hay que decirle ahora mismo.
—Ese hombre se va  a poner como una fiera cuando le digamos que encontramos a la señorita Magdalena muerta en esa casa.

¿Muerta? Víctor sintió que se le helaba la sangre.

—Es verdad, pero hay que decirle ya mismo, después veremos cómo reacciona.

Los dos hombres se alejaron, justo en la dirección en donde estaba la casa donde había encontrado a Magdalena; Víctor se puso de pie dificultosamente, con las manos temblorosas, sin poder creer nada de lo que estaba sucediendo. ¿Cómo podía estar muerta? Es cierto que estaba  enferma, pero demostraba tanta fuerza al hablar de su hijo, y de cómo estuvo dispuesta a todo para ponerlo a salvo de...

—Oh por Dios...

Se tapó la boca con las manos para no dar un grito de espanto. ¿Cómo no lo había entendido, como no se había dado cuenta de lo que en realidad estaba pasando?

—Dios mío...

No daba crédito a su ingenuidad. Magdalena le había mentido, o le había dicho algo que no era totalmente cierto al menos; estaba encargándole a su hijo, pero no era por su familia o la enfermedad, o al menos esos no eran el motivo principal. Cuando le encargó al bebé, ella sabía que su muerte estaba cerca, muchísimo más cerca de lo que se veía y de lo que ella misma dijera, porque la estaba viviendo, no era una exageración decir que no quería que su hijo presenciara la muerte.
Estaba estupefacto, no podía creer lo que estaba pasando, pero de pronto reaccionó y supo que tenía que salir de allí lo más pronto posible; giró en dirección contraria, y caminó a toda velocidad, tenía que salir de ahí, tenía que alejarse de ese sitio y no volver, y lo más importante de todo, tenía que volver a su cuarto, y tomar una decisión muy importante.

                        3    

Víctor volvió en pocos minutos al cuarto, sin poder terminar de procesar nada de lo que estaba pasando; todo parecía una pesadilla, en la que estaba involucrado de manera irremediable, pero ahora no tenía más opción que vivir, y decidir lo qué iba a hacer.

— ¿Qué voy a hacer?

Se sentó en la cama junto al bebé, y se quedó mirándolo de hito en hito. El pequeño estaba prácticamente en la misma posición de antes, y se encontró con su mirada penetrante buscando la suya.

—Tengo que hacer algo, no puedo seguir así...

Lo primero que asomó en su mente fue la idea más inmediata, llamar a la policía y advertirles de lo que había ocurrido, creyendo que seguramente ellos tomarían la mejor decisión. Pero un momento después reaccionó, y recordó lo que la propia Magdalena le había dicho; no solo eso, el recuerdo de las palabras de esos hombres hablando de su muerte, la realidad de su muerte, todo se conjugaba para hacerle entender poco a poco la realidad.

No podía llamar a la policía sin perder a Ariel en el intento, y nuevamente apareció en su mente la imagen de Magdalena pidiéndole que le asegurara que cuidaría a su hijo. Él mismo no sabía muy bien cómo es que no había salido corriendo, ni tampoco por qué es que seguía involucrado, sin huir como de seguro haría cualquiera en su lugar. Tomó al bebé en sus brazos y lo liberó de las cobijas que lo envolvían; llevaba un trajecito celeste de dos partes, y lentamente, con sumo cuidado, levantó la tela para ver la piel. Ahí estaba, un lunar rojo alargado, increíblemente similar al suyo, que delataba la verdad en las palabras de Magdalena.

—Cielo santo, no puedo creerlo...

Era su hijo tal como ella lo había dicho, y se sintió culpable por haber dudado de sus palabras, pero comprobar con esa prueba que el bebé realmente llevaba su sangre no facilitaba las cosas, al contrario, las hacía muchísimo más complicadas.

—Así que te llamas Ariel...

Sostuvo al pequeño frente a si, mientras él lo miraba nuevamente, con esos profundos ojos color castaña, como si estuviera analizándolo, o queriendo decirle algo.

—Te llamas Ariel... yo soy Víctor, soy...

Pero no pudo decirlo. Era una tontería porque en su mente ya lo tenía claro, pero igual no pudo exteriorizarlo, solo pudo quedarse mirando al bebé mientras éste parecía querer escudriñar su alma a través de los ojos.

Tenía que tomar una decisión que iba a definir su vida.

No podía simplemente aparecer con un bebé de la nada, por mucho que fuera su hijo; existía Servicios infantiles, y tan pronto como alguien descubriera al pequeño, los tendría a ellos y a la policía encima, pero tampoco tenía ningún plan, no había nada que se le ocurriera, y desde luego no tenía familia en ninguna parte como para recurrir a ese tipo de salida momentánea. Ya lo tenía decidido, conservaría al pequeño ahí durante la tarde, y luego decidiría con más calma qué hacer, pero lo que tenía claro, al menos en  su mente, es que no iba a entregar al niño a la primera.

—Magdalena tenía razón —murmuró lentamente— tú no deberías vivir en un entorno como el de su familia, y si se lo prometí, no puedo fallarle, además que tú eres...

Se quedó un momento sin palabras, la música ambiental aún se dejaba escuchar, pero él no podía oír nada, solo sabía que todo había cambiado del cielo a la tierra en menos de un día, y que todas esas sorpresas y cambios lo hacían sentir sacudido, con una sensación total de vacío en el estómago.

—No sé qué es lo que va a pasar, ni tampoco sé si ésta es la decisión correcta, pero le hice una promesa a tu madre y haré lo posible por cumplirla.

Volvió a envolver al bebé en las cobijas, sintiendo el ritmo del corazón acelerado y la respiración entrecortada. A partir de ese momento no sabía lo que iba a pasar y sentía miedo de todo, pero algo en su interior pujaba por hacerlo cumplir la promesa que había hecho a una madre desesperada.



Próximo capítulo: Escándalo y escape