Por ti, eternamente Capítulo 15: Asuntos personales

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Víctor despertó mucho más descansado de lo que esperaba; ya era Domingo por la mañana, bastante temprano y se sentía más despejado después de dormir seguro y en una cama, luego de una relajante ducha y además de haber compartido con el bebé momentos diferentes de estar corriendo y escapando de peligros. Pero sabía que no era conveniente quedarse ahí por más tiempo, aún tenía que poner más distancia para poder estar a salvo y preparar lo que había pensado.
Después de levantar y mudar a Ariel, le dio desayuno y él mismo comió algo de entre las provisiones que le quedaban; por desgracia había perdido casi toda su comida junto con los bolsos que quedaron en el furgón, pero podía mantenerse tranquilo con respecto a las pertenencias y alimentación del bebé, al menos si no tenía que comprar esas cosas llamaría menos la atención.

—Creo que ya es momento de irnos, todavía no dan las ocho y media así que creo que es lo mejor, antes que Eva nos descubra o venga para acá.

Comenzó a ordenar nuevamente las cosas; le gustaría quedarse más tiempo allí, pero haber pasado toda la noche bajo techo y descansando era lo más que podía permitirse en esos momentos.

En ese momento tocaron a la puerta.

—Oye, ¿Me escuchas?

Víctor vio con espanto como el pomo de la puerta giraba, y de manera automática miró en dirección a la cama, donde el pequeño permanecía quieto e ignorante de todo. El pestillo cedió ¡Tenía llave por supuesto! Contar con que el seguro interno le daría privacidad había sido una insensatez, pero ahora que ella había tratado de abrir ya sabía que la puerta estaba trancada.

— ¡Oye! ¿Por qué está trancada la puerta?
—Ahora salgo.
—No quiero que tranques la puerta, abre ahora mismo.

Víctor se abalanzó sobre la cama y se puso al pecho el artesanal arnés que había hecho; necesitaba cubrir al bebé, lo demás no tenía mayor relevancia.

—Ven acá —susurró mientras cargaba al pequeño—, por favor no hagas ruido.

Los golpes en la puerta se escucharon otra vez. Cuando ya estuvo cubierto, con el bebé oculto, trató de mostrarse sereno y quitó el bloqueo de la puerta. Eva entró en el cuarto con el ceño fruncido.

— ¿Por qué tenías así la puerta?
—Quería dormir en paz, solo eso —se excusó en voz baja—, no quiero molestarla.

Ella pareció conforme con el comentario, pero aún quería demostrar su autoridad, al parecer; por un momento quitó de él la mirada para mirar en derredor.

— ¿Tienes hambre?
—Tengo comida.

La mujer tenía la vista desenfocada de él a pesar de estar justo enfrente y a poca distancia; se tardó unos momentos en decir algo más.

—Entonces comiste.
—Sí.
—Y claro —siguió lúgubremente—, seguramo tomaste leche en ese biberón.

Víctor giró la cabeza lentamente hacia la cama; con la prisa por ocultar al bebé en las cobijas que cubrían su cuerpo había pasado por alto algo tan llamativo. En ese momento ella lo descubrió y ahogó una exclamación.

—Oh por Dios...tienes un bebé...eso quiere decir que tú...

Lo había descubierto; Víctor volvió a cubrirse con la cobija y tomó, a toda prisa de la cama el biberón, que era lo único que le faltaba por guardar.

—Es mejor que me vaya.

Pero Eva le tapó la salida.

—Voy a llamar a la policía.
—No tienes que hacerlo —dijo él enfrentándola— mira, no quiero problemas y no quiero darte problemas, así que solo déjame salir.

Eva sin embargo no parecía estarlo escuchando.

—No se trata de eso, no lo entiendes...todo el mundo debe estar buscándote, saliste en las noticias, pero escogiste el peor lugar para esconderte.

Aunque aún no sabía de qué se trataba, la mirada y la actitud de ella lo asustaron; dio un paso atrás, con el corazón oprimido. ¿Por qué lo angustiaba esa mirada preocupada?

— ¿Quién eres tú?

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Romina y Álvaro estaban cerca de la entrada del pueblo, con ella al volante y él mirando a través de los binoculares.

—Estoy cansado —comentó él por decir algo—, ha sido una noche larga.
—Al parecer Segovia tiene una capacidad natural para perderse —dijo ella con voz neutra—, ayer pasamos de estar a un paso de él a perderlo, y luego de estar tras su pista a no saber si está en éste pueblito o no.
—Al menos no somos los únicos, solo imagina la cara de Armendáriz, debe estar hecho una bestia por lo que pasó ayer.

Romina se sacudió el cabello mientras abría otra botella de agua mineral con sabor a frutas.

—Tengo la sensación de que estamos en la ruta correcta, además se me hace lógico que se haya quedado, tendría que reorganizarse después de la sorpresa del gorilote.

Pero él ignoró esos comentarios al ver algo con los binoculares.

—Diablos.
— ¿Qué pasa?
—El vehículo del que me hablaste, está entrando al pueblo.

Romina no dio muestras de angustia, al parecer ya tenía superado ese tema, pero fuera de eso seguía siendo una mala noticia.

—Eso significa que no pudimos distraerlos.
—Tenemos que localizar a Segovia lo más pronto posible, a ver qué es lo que se esconde en todo esto.

A distancia se veía que el vehículo iba lento, seguramente los tipos tenían alguna idea o habían sacado conjeturas, pero no llegaban a destino. No aún.

— ¿Alguna noticia de Armendáriz?
—Hasta ahora su equipo sigue peinando la zona; seguro que está reorganizando las ideas, no puede arriesgarse otra vez a fallar.

Mientras los periodistas hablaban de eso, Adrián y sus dos colegas estaban recorriendo al lugar a no mucha distancia.

—Ustedes dos pregunten por ahí si hay alguna pensión o algo parecido, el tipo tiene que haber pasado por aquí.

Mientras los otros bajaban del automóvil, Adrián contestaba una llamada.

—Señor Claudio.
—Te has tardado en encontrarlo.

Sabía que iba a decirle eso, pero aún no sabía lo demás.

—Es verdad, el policía complicó las cosas.
— ¿Por qué?
—Porque al parecer tuvieron una pelea o algo y el tipo escapó, así que ahora está prevenido y se está ocultando; de todos modos estamos más adelantados ahora que la policía, así que ya por la tarde lo tendremos.

Claudio hizo una pausa lo suficientemente clara, sin necesitar decir más.

—No me asegures nada, a estas alturas yo esperaría que ya lo tuvieras resuelto, sabes que la noticia está en todas partes.
—Tiene razón, pero lo haremos bien.
—Eso espero.

Cortó.

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Víctor retrocedió un paso ante las palabras que había escuchado de Eva. ¿En dónde se había ido a meter en esa ocasión?

— ¿Quién eres tú?
—No importa quién soy, sino lo que hice —dijo ella sin quitarse aún del umbral de la puerta del cuarto—, hace cuatro años maté a mi esposo.

Se quedó un momento sin palabras. Eso no se lo esperaba de ninguna manera, pero claramente ella trataba de decirle algo más ¿Por qué se veía tan angustiada?

— ¿Por qué lo hiciste?
—Porque me tenía encerrada en el sótano, tenía dos cuchillos y quería matarme. Así que decidí que no iba a matarme, al menos no tan fácilmente.

Escuchar eso lo hizo recordar su enfrentamiento con el policía, y se le tensaron todos los músculos del cuerpo; él mismo había estado, unas cuantas horas antes, en una situación muy fuerte, quizás no de peligro mortal, pero si lo tan peligrosa como para actuar por instinto, porque en una situación común no se arriesgaría a hacerle frente a un hombre como ese policía. Pero antes que pudiera preguntar lo que se estaba formulando en su mente, ella siguió hablando.

—Si te éstas preguntando porqué es que te digo esto, es por lo que pasó después. Aunque tendría que haber salido libre sin cargos porque fue defensa propia, tenía antecedentes, así que me creyeron a medias; no fui a la cárcel, pero me obligaron a ser contacto de la policía, por eso es que tengo una pensión, porque así siempre estoy enterada de todo.
—Oh por Dios...
—Y si descubro algo tengo que llamarlos de inmediato, o me meteré en problemas.

Tenía que salir de ahí, era imperativo alejarse lo más rápido posible de esa casa; todo el descanso del baño, la comida y el sueño parecían estar muy lejos ya.

—Eva —murmuró él, muy lento—, escucha, solo quiero irme, te dije que no quiero problemas. No tienes porqué interponerte, no tienes por qué decir que estuve aquí.

Pero ella sonrió con tristeza.

—No lo entiendes. No tengo alternativa, en la sala y en los pasillos de ésta casa hay cámaras grabando, sabrán que les mentí en algún momento.

De pronto se sintió otra vez expuesto, como si decenas de ojos estuvieran mirándolo fijamente. Eva se movió sólo un poco, lo suficiente para quedar por fuera del umbral de la puerta, y marcó el número de la policía; Víctor no podía perder tiempo, así que armándose de valor salió del cuarto.

— ¿Hola? Sí, soy yo, tengo algo que decirles. El hombre que andan buscando, el que se robó al niño, está en mi casa.

Se le oprimió el corazón al escuchar esas palabras, pero decidió no mirar atrás, y cubriéndose de nuevo con la misma cobija que había usado la jornada anterior salió a toda prisa de la pensión; toda la distancia que podría haber puesto entre él y ese policía no había servido de nada, ahora otra vez tenían una pista de su paradero, así que tenía que salir de ese pueblito lo más rápido que pudiera, antes que lo encontraran.

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Armendáriz llegó al pueblo de San Andrés junto con su equipo de trabajo mientras respondía una llamada telefónica.

—Gracias Martínez, déjalo en el corral, por ahora ese auto no me sirve de nada.

Cortó y bajó del vehículo junto con Marianne. Había algo extraño en el aire, y sus temores se empezaban a hacer realidad.

—Está aquí.
— ¿Cómo dice señor?
—Segovia está o estuvo en éste lugar Marianne, en éste pueblo pasó algo.
— ¿Cómo lo sabe?

El policía señaló la calle principal del pueblo.

—Es temprano, pero hay gente en las calles y en las puertas, se ve que ocurre algo. Seguramente lo vieron, o alguien preguntó por él, y por eso están nerviosos, recuerda que en éstos pueblos nunca pasa nada.

—Pero nosotros no hemos hecho nada, usted dijo que había que actuar de otra forma.

Armendáriz pensó en ese periodista que lo había molestado antes; alguien más estaba por esos lados, y la perspectiva de algún periodista muy aventajado no era alentadora.

—Por ahora quiero que se ocupen de hacer todas las preguntas, vayan a los sitios que ya saben.
—De acuerdo.

Marianne se alejó para dirigir a los demás, mientras un hombre descendía de un automóvil y caminaba hacia Armendáriz.

—Buenos días oficial.
—Buenos días.

Era policía. Se saludaron formalmente; el otro hombre era mayor de cuarenta años, corpulento, de figura fuerte y actitud un poco tosca, lo que te da una vida alejado de la ciudad.

—Armendáriz.
—Un gusto señor, soy Vidal. ¿Que lo trae por aquí?
—Estamos haciendo un barrido de la zona, se trata de la búsqueda de una persona, concretamente el hombre que se llevó a un lactante.

El otro se cruzó de brazos.

—Lo vi en las noticias, fuerte el asunto.
—Es verdad. ¿Ha visto algo extraño, algo fuera de lo común?
—Pasó un auto blanco hace poco, se nota que no es de por aquí; no hablé con ellos, pero una persona me dijo que consultaron por lugares para alojar, pero no se quedaron en la pensión. Ahora que si me pregunta por alguna persona sospechosa, no he visto nada.

Periodistas.

— ¿Hace cuánto fue eso?
—Hace más o menos diez minutos.
—Gracias.
—Espere, creo que puedo ayudarlo en algo más; tenemos una persona que puede darnos más información, si me acompaña le diré.
—Está bien —replicó Armendáriz— ¿De quién se trata?
—De la dueña de la pensión.

5

Álvaro se había subido al techo más alto que había encontrado en la entrada del pueblo, tratando de tener la mejor visual; era cierto que habían perdido mucho, pero seguía teniendo la sensación de que estaban en la línea correcta. En ese momento, mientras permanecía acostado boca abajo, recibió una llamada de Romina.

— ¿Ya estás arriba?
—Si —respondió enérgicamente—, tengo una muy buena vista, pero no he visto a Segovia.
— ¿Y los del auto blanco?
—Por irónico que suene, a un par de cuadras del gorilote; quédate ahí, trata de no llamar la atención, en seguida te aviso hacia donde hay que ir.

No cortó, pero se mantuvo en silencio mientras miraba por las calles de cemento y tierra del lugar, donde resaltaban tanto el auto blanco de esos matones como los oficiales de policía repartiéndose por puertas y ventanas haciendo preguntas. Y en ese momento vio.

—Romina, lo encontré.
— ¿Donde?
—Por la calle principal, va directo a donde pasan los buses, quiere salir de aquí.
—Voy a dar la vuelta para tener buen punto de vista desde el otro extremo —dijo ella mientras se sentía el motor de la camioneta arrancar— ¿Quién crees que lo va a atrapar primero?
—A éste paso los del auto blanco, lo que quiere decir que podríamos tener la exclusiva de su captura, si es que Armendáriz se aviva y se mueve más rápido. Además sabremos si es que esos tipos son aliados suyos o no.

Tenían la mejor oportunidad, por fin estaban sobre una noticia que hasta el momento nadie más tenía, y si las cosas funcionaban como lo esperaba, al día siguiente estarían cocinando la noticia perfecta.



Próximo capítulo: La noticia principal

La otra matrix Capítulo 13: Palabras clave



Heavythread y otros dos fueron los que resultaron más dañados durante el ataque del clon de  Shockwave, y aunque la intervención de Filence fue clave para evitar más daños, entre los que resultaron afectados por los disparos de manera directa, los que cayeron de la corte y los que recibieron daño, hubo un total de 15 heridos; sin embargo, ante la muerte de Undertow, nadie se preocupó de esos detalles, e incluso el propio Heavythread exigió que lo ayudaran a asistir a la ceremonia póstuma.
Entre los restos de la plataforma de aterrizaje, que había sido reducida casi a un tercio después del ataque, se instaló la pira funeraria, que consistía en una sencilla base triangular con postes en los extremos, los cuales generaban gravedad de bajo poder y sostenían el cuerpo levitando, mientras desde sus extremos se esparcía una solución química que junto con el fuego de la plataforma base permitiría incinerar los restos del caído robot. Aldren dijo unas breves palabras de despedida, pero viéndose superada por la emoción, guardó un respetuoso silencio, que se extendió a los demás en la corte, mientras con el viento de esa aciaga jornada se dispersaba el polvo de estrellas en el que se había convertido Undertow; después, durante ese mismo día, nada se hizo en la corte de los despreciados, y aunque muchas de las heridas eran de gravedad, nadie quiso interrumpir la ruta de partida del guerrero más valeroso del grupo, y defensor del asteroide.

—Empiecen las reparaciones más urgentes y reparen a los heridos para que podamos partir —dijo Aldren al despuntar el día siguiente—, aún estamos en riesgo en este planeta y debemos alejarnos.

Las labores en la corte se retomaron con una aparente normalidad, pero la líder notaba el temor, cansancio y por sobre todo la tristeza que inundaba a todos: hacía muchísimo tiempo que no perdían a uno de ellos y la experiencia era muy dura de enfrentar, sin embargo en su interior sabía que estaba obligada a animar al resto y empujarlos a seguir adelante, o de lo contrario el sacrificio de Undertow sería en vano.


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Cybertron. Laboratorios subterráneos en Tarn. Mientras tanto.

Al comenzar la siguiente jornada, Spektre salió de sus aposentos y entró precipitadamente en los de Arciagan.

— ¿Qué sucede? —dijo ella sorprendida de verlo actuar de esa manera— ¿Hay noticias sobre Runflight?


Spektre, por primera vez en mucho tiempo, estaba angustiado por algo; es más, incluso podía reconocerse a sí mismo estar asustado.

—Nuestros planes de ayudar a los Autobots para detener a Runflight van a tener que quedar en el olvido —replicó ásperamente—, hemos cometido un grave error.

Arciagan hizo a un lado el escáner que registrada de manera diaria el funcionamiento de su cuerpo y enfrentó a su compañero.

—El Clon de Shockwave.

Spektre le enseñó una tableta en donde figuraba un mensaje codificado: el remitente era el mismísimo cíclope, y luego de ingresar unos códigos, la información quedó legible para ambos. El texto era breve, sencillo en contenido, pero poderoso por su significado.

“Acabo de recibir la señal remota de la desactivación que ordené tiempo atrás del clon”

Arciagan volvió a leer el mensaje; recordaba a la perfección que cuando sustrajeron el clon, realizaron la desmantelación de este y un escaneo profundo de las partes, con el fin de evitar cualquier tipo de dispositivo de rastreo que delatara su nueva ubicación, y aquella revisión había terminado con éxito.

— ¿Cómo? —dudó un instante antes de continuar hablando— ¿Cómo puede haberlo sabido?
—Lo revisamos antes de realizar todas las mejoras —replicó él—, y siempre estuvimos tan seguros de haberlo hecho bien que no realizamos una revisión posterior, es decir antes de enviarlo a esa misión de prueba.

Es decir, pensó Arciagan, que las noticias eran malas por partida doble. El Clon no sólo había fallado en su misión de destruir a Aldren, sino que ese fracaso los había delatado antes del cíclope; sin embargo la gran pregunta era por qué les enviaba un aviso en vez de llamarlos ante su presencia o enviar a alguien a destruirlos.

—Entonces él siempre supo que el clon no fue destruido —concluyó ella—, sólo dejó que pasara el tiempo hasta descubrir quién se encontraba detrás de todo esto, y cuáles eran sus objetivos.
—Sus cálculos son brillantes como siempre —replicó Spektre en voz baja—, y nos deja a nosotros en una situación difícil y comprometida, ahora él sabe que estamos entre la espada y la pared ¿qué es lo que vamos a hacer? ¿iremos ante él a entregarnos, le diremos que el clon fue usado para una causa que era conveniente para él, jugándonos la vida en que nos crea, quizás nos quedaremos aquí haciendo como que no ocurre nada, quizás intentaremos escapar?

Mientras hablamos, pensó ella, puede haber una escuadra de elite esperando a que salgamos de este sector, las comunicaciones pueden estar intervenidas o simplemente puede haber ordenado que se corte el suministro de energía a esta zona y se bloqueen de manera permanente todos los accesos; siempre nos sentimos seguros en los subterráneos, y ahora es como si hubiéramos cavado en ellos una tumba.

—No podemos quedarnos sin reaccionar, es imperativo que tomemos una decisión.
— ¿Qué sugieres?
—Jugarnos el todo por el todo por el plan original. Si saber qué es lo que pretende Runflight no nos ayuda, entonces nada lo hará.

3

Los siguientes dos días en la corte de los despreciados fueron de bastante trabajo para todos; alejados del ambiente festivo y cómodo que había conocido antes, las acciones de todos estuvieron principalmente definidas por Aldren, quien manejó todo presencialmente y consiguió que, al segundo día, ya estuvieran fuera de la órbita del planeta que tan malos momentos les había traído.

— ¿Dónde está Soulbreaker?
—En el promontorio.

Heavythread había estado muy silencioso durante esos dos días, procurando ayudar en todo lo posible tan pronto estuvo recuperado de las heridas de batalla. Esa jornada, Aldren se había quedado sola en el puente por decisión propia y el tanque entró sin pedir permiso.

— ¿Aún piensas ir por la amatista estelar?

Aldren giró en su asiento y lo miró.

— ¿Por qué me estás preguntando eso?
—Para que alguien hable de algo —replicó él con simpleza—. Me estoy volviendo loco con este silencio; Usleazy aún no se recupera del trauma del ataque, y aunque estuviera bien, el bar seguiría vacío, nadie habla con nadie, parecemos esclavos dentro de este lugar y no porque tú nos des órdenes, sino porque todos están muy afectados.

Aldren sabía que los ánimos estaban mal, pero su propio estado le impedía salir del ensimismamiento.

—No es primera vez que pasamos por esto, cuando murieron Starheil y Mirr también estuvimos bastante mal.
—Lo sé, es sólo que a veces me pregunto si estas cosas no pueden terminar por quebrarnos.

No hablaban muy a menudo de las cosas que tenían relación con las aptitudes especiales de los dos, pero ella supo que se trataba justo de eso, en ese momento.

—No habrías podido hacer nada.
—Mi escudo pudo haber hecho la diferencia.
—O podrías haber muerto junto con él —replicó ella con firmeza—. Escucha, me siento tan mal como tú por la muerte de Undertow, pero a él es a quien le debemos volver a animarnos, ayudar a los más débiles de la corte y recuperar nuestro humor.

Se hizo un largo silencio entre ambos. Al final, Heavythread tomó la decisión de preguntar algo que había estado en su mente desde la jornada del ataque.

— ¿También te sientes frustrada por no haber podido hacer más?

Aldren no respondió de inmediato; se quedó mirando cómo Filence entraba en el puente de mando a paso lento.

—Filence ¿ocurre algo?

El robot asintió, pero en vez de mantenerse en silencio como era su costumbre, alzó la voz, un sonido calmo y medido que contrarrestaba la ansiedad de él y la angustia de ella.

—Todos te necesitan. También él.
—Lo sé.

Heavythread se interpuso entre ambos.

— ¿De qué están hablando, qué no me has dicho?

Desde que descubriera la forma de utilizar su capacidad de ver algo del inmenso mar del futuro, Aldren jamás se había sentido, a la vez, tan segura y tan atemorizada por algo de lo que no tenía certeza ninguna. Pero Filence, el silencioso y al tiempo sabio robot tenía razón.

—Esta falta de certeza es lo que me está matando.
—Pero en este asteroide, tú eres la luz que nos ilumina. Aconseja a tu propia voz interior, de la misma manera que lo has hecho con nosotros durante todo este tiempo.

Heavythread sintió que se quedaba sin soporte; Aldren no podía ver, estaba ciega con respecto a algo, a alguien en particular. No se trataba de lo que no querían decirle, sino de lo que no podían.

—Dime que no es cierto. Dime que no es por el mismo motivo que él…



4

Espacio. Asteroide mecánico. Mientras tanto.

Sentinel Tau siguió la misma ruta que la vez anterior, volando a baja velocidad mientras ubicaba en el asteroide la misma zona donde descendiera la vez anterior, aunque en esta ocasión lo hizo de manera independiente y sin seguir instrucciones. Unos instantes después, cambió a modo robot y se internó en el mismo sitio que antecedía a la construcción en donde alojaba quél al que iba a buscar.

—Runflight.

No escuchó voces ni sonidos, y ante eso, tomó la decisión de entrar en el lugar; estaba desocupado.

—Qué extraño.

Sólo faltaban dos días para que la reunión con Rodimus tuviera lugar, de modo que ya era momento de reunirse con el mercenario retirado y viajar hacia Cybertron, traspasar junto a él LA muralla autobot y entrevistarse con el líder; estaba seguro que, bajo su supervisión y el beneplácito del comandante supremo de los autobots, Runflight se convertiría en un estandarte de la redención, y en un futuro no muy lejano, incluso luchar junto a él en contra del asedio de los decepticons.

—Sentinel Tau.

La voz lo sorprendió, y giró hacia el umbral de la puerta de entrada; Runflight aparecía allí en forma de un lobo, mirándolo con destellantes ojos escarlata.

—Qué tal.

El otro no dijo nada, sólo cambió a robot y se le acercó.

—Me extrañó no verte al llegar.
—Perdí un poco la noción del tiempo —explicó el mercenario saludando—. Me dediqué a recorrer por última vez el asteroide; mal que mal, ha sido mi hogar hasta ahora, y no volveré otra vez.

Dio unos cuantos pasos y regresó hacia la puerta, haciendo un gesto a su interlocutor de que lo acompañara.

—No tienes que ser tan drástico —dijo Sentinel Tau con tacto—, no es necesario que te despidas de todo para siempre.

Juntos caminaron hacia un costado de la construcción, donde una serie de artefactos de fabricación propia lucían amontonados, aparentemente sin uso.

—Sí, es necesario, por completo —explicó Runflight—. A partir de hoy, ya no seré más el que se conoció, comenzaré una nueva etapa y quiero dejar todo atrás, necesito que todo esto —señaló de manera amplia el entorno—, sea parte del pasado.

Sentinel Tau lo observaba en silencio mientras se explayaba, y se convencía cada vez más de que sus decisiones al respecto habían sido las correctas.

—Reconozco que pensé, durante estos días, que podías arrepentirte de ir de cuerpo presente ante el líder autobot.

El otro se detuvo ante el montón de artefactos.

— ¿Arrepentirme? Esa idea jamás pasó por mi mente.

Eso hizo que se sintiera confundido. No era lo mismo que le dijera la vez anterior.

—No entiendo, me dijiste que tenías dudas acerca de revelar tu paradero o enfrentarte a los autobots.
—Desde luego, no sería sensato de mi parte hacer algo como eso, pero dijiste que tenías concertada una cita con el líder. Dijiste que contigo harían una excepción.
—Sí.
—Dijiste que podrías entrevistarte con él, que eras casi su mayor oficial, el más confiable.

Las palabras de Runflight denotaban cierta ansiedad, pero Tau no podía identificar a qué se debía.

—No puedo pasar por la burocracia —contestó sin saber hacia qué punto se dirigía en esa parte de la conversación, que a la vez parecía repetirse, y ser una nueva, con otro sentido—. Por eso es que te ofrecí mi compañía.
—Por eso es que nunca dudé —reflexionó el otro— De alguna manera, siempre supe que salvarte la vida sería útil, pero tengo que reconocer…
— ¿Qué quieres decir con…?
—…que nunca pensé…que tanto…

Mientras hablaban, y Tau trataba de descifrar las confusas palabras de su interlocutor, este se había ubicado, de manera estratégica, entre él y el armatoste. Con un movimiento rápido y muy fuerte, empujó al autobot hacia el amasijo de metales, que tan sólo al contacto con su cuerpo, demostró su verdadera naturaleza.

— ¿Qué significa esto?

Por instinto, Sentinel Tau intentó activar los cañones, pero lo que en apariencia era un montón de chatarra, era un sistema de tentáculos roba energía, que con una tecnología inspirada en la principal característica de los insecticons, funcionaban como sanguijuelas que se adherían y chupaban la energía de cualquier ser robótico, usando ese mismo flujo para hacerse más fuertes.

—Libérame, ¡Runflight!

El mercenario contempló a cierta distancia la macabra escena, donde el amasijo de metales envolvía el cuerpo del centinela, mientras este luchaba infructuosamente por liberarse; de haber reaccionado al momento de recibir el empujón, habría tenido una oportunidad de liberarse, pero la había perdido, por creer.

—No te alarmes, esa cosa no va a matarte.

Sin esperar más, disparó un láser al punto central de la sanguijuela energética, con lo que la desactivó; Sentinel Tau se liberó con un esfuerzo tremendo, pero sólo alcanzó a dar dos pasos antes de caer de espalda, exhausto.

— ¿Qué…qué sucede?
—Sucede —explicó el otro inclinándose sobre él—, que dejar de trabajar me dio mucho tiempo para fabricar esa cosa que consiguió inmovilizarte; debe sentirse terrible volver a caer en un estado como este.
— ¿Por qué…?
—Porque en el bando autobot hay algo que tú, Ultramagnus y un sucio loco encontraron, trasladaron y protegieron sin apreciar su inestimable poder.
— ¿De qué estás hablando?

Runflight soltó el arma; no la necesitaba en ese momento.

De la copia de la matrix de liderazgo autobot. Y ahora que tú has caído ante mí, al fin podré traspasar la Muralla sin interrupciones.

Sentinel Tau comprendió con horror que los planes de Runflight jamás habían contemplado dejar de ser quien era. Pero sí pretendía llegar hasta Rodimus. Tenía que detenerlo.

—Aunque me mates, no podrás llegar sin mí.
—No seré yo quien vaya hasta ese lugar —replicó el mercenario, con voz alegre—. ¿Por qué me pondría en riesgo a mí mismo, cuando puedo ir, disfrazado de ti?

Sentinel Tau levantó un brazo, tratando de llegar al otro que aún lo miraba con atención, inclinado sobre él.

—No los engañarás.

Runflight soltó una risa malévola.

—Claro que van a caer ante el engaño, porque no usaré un simple holograma o un disfraz. Iré hasta el centro mismo del bando autobot, convertido en ti.

El centinela sintió una punzada de terror.

—No…
—Sí —corrigió el mercenario—. Sí, y mil veces sí. Mi objetivo siempre fue el mismo, pasar al siguiente nivel, fusionando tu coraza con la mía, y ahora que he depurado la técnica, solo necesito un ingrediente más: tu chispa.

Sentinel Tau se aferró al otro, intentando extraer de sí mismo una energía que lo había abandonado por causa de la sanguijuela.

—Yo… yo confié en ti…
—Y eso —dijo el mercenario, exultante—, es algo que jamás dejaré de agradecer.
— ¡¡Noooo!!

Con un movimiento certero, Runflight clavó su mano, como una garra, en el pecho del autobot, activando a la vez el comando de conversión múltiple que había modificado durante el último tiempo; la chispa del centinela estalló en mil colores, entre un desgarrador grito de horror del caído, y la risa eufórica del mercenario, que mientras su enemigo caía, adoptaba su apariencia por completo, hasta convertirse en él.




Próximo capítulo: Tres luces, un origen