Por ti eternamente Capítulo 24: Sobre la pista



La vida de Ignacio Armendáriz se había detenido desde el día en que Víctor había desaparecido; pero no por eso pensaba quedarse sin hacer algo al respecto. La investigación llevaba más de una semana completamente estancada, y a pesar de que se lo habían advertido, no había dejado de hacer sus propias investigaciones; en ese momento estaba en el bosque, pero bastante lejos del lugar en donde ocurriera todo aquel fatídico día. Por precaución tenía apagado el celular, y se desplazaba a pie, explorando una vez más en medio de ramas y troncos que muy bien podían tener cien años de antiguedad. Todos, incluso los más experimentados exploradores de la policía habían descartado la posibilidad, pero él seguía pensando que Segovia no solo estaba vivo, sino que estaba siendo ayudado por alguien, alguien que conocía lo suficiente el bosque como para ocultar sus huellas.

-¿Que es ésto?

Llegó a una zona bastante escarpada, en donde forzosamente debía sujetarse de las ramas y andar con extremo cuidado, agradeciendo que tuviera consigo el equipo indispensable como las botas todoterreno y los guantes, entre otras cosas. Ahí había algo extraño, ¿sería posible que estuviera tan lejos del sitio del suceso, casi seis kilometros?

-Lo sabía...ésto no es normal...

Se internó algunos metros más; la zona tenía tantos arboles y vegetación que resultaba dificil creer que un hombre pudiera desplazarse por ahí con un niño en brazos, pero los pensamientos del policía no estaban en Segovia, sino en esa persona sin nombre que lo había estado ayudando, esa sombra que lo había hecho desaparecer hasta ese momento. Y entre las ramas bajas vio un par de ellas quebradas, que tenían algún tiempo de antiguedad. Podría parecer natural, pero ambas estaban quebradas a la misma altura, y en el mismo ángulo, lo que indicaba que el autor era una persona; siguió caminando lentamente, sentía que por fin, después de interminables dieciocho días, estaba llegando a alguna parte.
2

Víctor se sentía aún muy extraño mientras hablaba con Tomás; en ese momento el otro le señaló su propio cuerpo.

-¿No piensas preguntarme que pasó contigo?
-No te entiendo.

Pero al instante se miró a si mismo; bajo las cobijas vio su cuerpo con vendas y parches, en el pecho, brazos y muslos, lo que explicaba porque desde el momento de abrir los ojos momentos atrás sentía el cuerpo algo rigido, y sobre todo pesado y sin fuerzas.

-¿Que ocurrió?

Tomás sonrió.

-Tú no dimensionas lo que está pasando Víctor. El lugar en donde caiste tiene vegetación muy variada, y hay plantas con espinas agudas; cuando te encontré estabas desangrándote, las heridas que tenías de la caída en la espalda principalmente, y en los brazos y piernas no estaban tratadas, y tenías una noche sin ningún tipo de cuidado. ¿Que fue lo que te pasó en el ojo?
-Creo que fue una astilla de vidrio, tenía problemas para ver desde antes.
-Eso creí - dijo con más vehemencia - mira, desde que te traje aquí hice todo lo que pude por controlar el sangrado, y puedo asegurarte que las heridas no se infectaron, pero no hay mucho más que pueda hacer por ustedes. Solo es cuestión de tiempo para que la policía llegue hasta aquí.

Víctor volvió a mirar al bebé, y en ese momento dos cosas muy importantes llegaron a su mente.

-Tomás ¿Porque estoy aquí, es decir, porque no llamaste a la policía en todo éste tiempo?

El otro se encogió de hombros simplemente.

-Porque no pude. Es decir, en las noticias hablan de que secuestraste al pequeño, la familia dice o insinúa que podrías tener horribles intenciones, pero lo que yo veo aquí, es a un hombre y a su hijo, veo a un hijo con su padre, solo de esa manera se puede explicar que entre ustedes dos exista esa conexión.
-Pero es arriesgado que pienses eso, si la policía llega te llevarán con ellos.

Tomás ya había pensado en esa posibilidad, pero estaba tranquilo.

-Que me lleven no es algo que me preocupa, lo que me angustia es que es lo que vas a hacer. Te dije antes que vas a tener que tomar una decisión, y ahora te lo repito; tienes que elegir entre dos opciones, una que es entregarte a las autoridades, y la otra, que es volver a irte. Si por mi fuera podrían quedarse aquí para siempre, pero eso no pasará por lo que te dije antes.
-Tomás...
-Sé que tuviste tus razones - lo interrumpió - pero lo que sea que hagas...debes entender que no estás totalmente recuperado, no sabes lo que podría suceder.

Víctor se quedó un momento en silencio, mirando al bebé que como de costumbre parecía tan tranquilo cerca de él ¿como podía simplemente...?

-No tengo muchas alternativas de todos modos - dijo sintiendo como se le apretaba la garganta al hablar - la familia De la Torre me amenazó, y esos hombres que me golpearon...se habrían llevado a Ariel si no lo hubiera logrado evitar.
-¿La madre del niño era tu novia o algo?
-No en realidad pero...Tomás, ella me pidió... No, yo le prometí que iba a hacerme cargo de Ariel, y que lo mantendría a salvo de lo que hace su familia.
-Pero has estado en riesgo todo el tiempo, solo mira las condiciones en que estás.
-No puedo hacer otra cosa - replicó en tono suplicante - Ariel es...es mi hijo, y no se trata solo de lo que le prometí a Magdalena, es que con él yo...yo descubrí que era lo único realmente importante, y si me lo quitan...entonces no habrá nada.

Se sentía abrumado por los sentimientos, parecía primera vez que lo decía así, con tanta seguridad, pero esa verdad era mucho más poderosa al escucharla. Tomás respiró profundo.

-En los años en que fui rescatista vi muchas cosas Víctor, pero hace tiempo que no veía algo así; estás tan determinado a hacer lo que prometiste, a proteger y a mantener contigo a ese niño, que vas a hacerlo, no importa cuanto tengas que sacrificar. Desafiaste a la muerte por protegerlo, y no importa cuan herido estés, tú solo vas a hacer justo lo que prometiste.

Víctor iba a decir algo, pero el otro no lo dejó.

-Estamos de acuerdo en que no puedes quedarte aquí para siempre, así que lo que quieres es salir de mi casa antes que llegue la policía. Hasta ahora mi casa ha sido tu refugio, pero si se acercan será el fin de tu huida, no hay por donde escapar excepto por una puerta.

El joven se incorporó un poco en la cama, sintiendo el dolor en las articulaciones. Era verdad, no podía quedarse más tiempo. Moviéndose un poco más tomó entre sus manos las del hombre duro y fuerte que estaba junto a él.

-Tus manos son benditas Tomás, me cuidaste a mi y a Ariel, te debo demasiado.
-No me debes nada.
-Si - insistió con más energía - te debo todo, nunca podré terminar de agradecerte por lo que hiciste. Gracias a ti todavía tengo alguna oportunidad de proteger a Ariel.

Tomás iba a decir algo, pero su oído ya acostumbrado a los sonidos del bosque, incluso a los que estaban por fuera de las paredes, detectó algo inquietante.

-No puede ser...
-¿Que pasa?

El hombre se puso de pie y corrió hacia una de las paredes; se quedó muy quieto unos momentos, y cuando volteó, su expresión había perdido cualquier signo de suavidad y se mostraba duro nuevamente.

-Hay alguien afuera de la casa.
-¿Que, como lo sabes?
-Porque cuando vives tanto tiempo aquí como yo, lo puedes identificar. Y esos pasos no solo son humanos, son de alguien que sabe muy bien como moverse.

Víctor sintió que se le oprimía el pecho.

-Tengo que salir de aquí.
-Pensé que dirías eso - replicó el hombre frunciendo el ceño - por suerte tengo algunas cosas preparadas hace días. Te daré ropa apropiada y un chaleco de sobrevivencia, lo suficiente para que puedas moverte hasta llegar a un lugar seguro.

El joven hizo un esfuerzo por incorporarse, y lo logró con algo de dificultad; sus movimientos eran lentos, pero aunque tenía multitud de dolores, ninguno parecía tan grave como para detenerlo.

-¿Pero crees que podremos salir?
-Tenemos tiempo suficiente para hacer algunas cosas. Escucha, junto a tu cama está la ropa, vistete mientras salgo a averiguar que tan cerca están de la entrada.
-¿Pero no será peligroso?
-No es fácil encontrar la entrada.

No dijo más y se alejó rapida y silenciosamente. Víctor aún tenía muchas preguntas, pero ante la situación decidió concentrarse y empezar a vestirse; había un pantalón cargo, una camisa algo grande y un chaleco muy pesado, lleno de cierres y bolsillos, el que sin embargo se sentía mucho más cómodo al tenerlo sobre el cuerpo. Mientras se vestía volvió a mirar al pequeño.

-Lo lamento, tendremos que movernos otra vez.

Sentía que se movía lentamente, pero lo que le dijera a Tomás era cierto, no estaba dispuesto a dejar que lo atraparan, menos aún después de que esos hombres lo atacaran en el bosque, porque estaba seguro de que ellos eran trabajadores de Fernando de la Torre, y eso significaba que las palabras de ese hombre al teléfono cuando todo comenzó no eran otra cosa que un aviso cierto. Sabía perfectamente que no podía escapar para siempre, pero mientras tanto buscaría un lugar seguro y después actuaría. En eso volvió Tomás.

-¿Ya estás listo?
-Si, éste chaleco es muy extraño.

El otro comenzó a sacar algo de un mueble.

-Es de supervivencia, tiene cosas que te servirán como comida seca lista para comer, utensilios como navajas y fuego y otras cosas más. Escucha, cuando te encontré no llevabas nada más contigo y tu ropa estaba inservible, pero rescaté la ropa del bebé, es la misma que tiene puesta, aunque tuve que botar la cobija porque no pude quitarle las manchas de sangre. ¿Esto es tuyo?

Le enseñó un bultito poco más grande que una moneda, el que Víctor tomó en sus manos.

-Es un bordado - dijo tontamente - no lo reconozco ¿estaba entre las cosas de Ariel?
-Si, en un doblez de la cobija, creí que era importante para ti.

La pequeña etiqueta estaba bordada, no tenía ninguna forma especifica, solo era una especie de paisaje o lienzo pequeño, tenía cara de algo inconcluso.

-Tal vez lo estaba haciendo Magdalena. Lo guardaré conmigo, es un recuerdo de ella.
-Que bien. Mira, ahora vamos a salir, te acompañaré un trecho, luego tendré que disimular tus huellas.

Momentos después estaban saliendo de la casa a un paisaje completamente impresionante; realmente la casa estaba sepultada en un bosque que casi tapaba el cielo, tan denso y colorido era que bastaba caminar algunos pasos para que la casa de rusticas maderas comenzara a camuflarse con el ambiente. No había camino demarcado, pero entre los arboles se podía entender por donde seguir, o al menos eso fue lo que le pareció.

-Escucha, por aquí...

Tomás iba a decir algo más, pero nuevamente algo que el joven no podía percibir llamó su atención; se volteó en dirección a la casa y se quedó muy quieto.

-¿Que ocurre?
-No te muevas.

Durante un momento nadie hizo nada; el bebé se sentía un poco más pesado de lo que recordaba en sus manos, o tan vez era resultado de los días acostado y las heridas. Al cabo de unos instantes Tomás hizo un imperceptible chasquido con los dientes.

-Víctor, lo lamento.
-¿Qué pasa?
-Tendrás que seguir tú solo; eso es extraño, estoy viendo a una persona cerca de la casa, pero es solo uno, no me explico porqué estaría solo una persona, los policías siempre trabajan en grupos.
-Armendáriz.
-¿Que?
-Es él, estoy seguro - replicó Víctor en voz baja - no me preguntes porqué, solo sé que es él, es ese policía. ¿Que vas a hacer?
-Por eso te dije que vas a tener que seguir solo, lo detendré el tiempo que pueda, para que puedas alejarte.
-Pero no sé donde estoy, no sé que hacer.

El otro sonrió.

-Estoy seguro que sabrás que hacer. Mira, solo tienes que seguir por el sendero, la forma de saber por donde ir es sencilla, tienes que ir junto a los arboles que tienen una rama seca a un costado, justo como ese.

Efectivamente un árbol tenía una rama baja seca, y al mirar en perspectiva podía identificar otros más, algo que sin saber no habría tomado en cuenta.

-Que buena guía.
-Después que salgas de la espesura, solo tienes que seguir hacia donde se ve el horizonte, en poco tiempo llegarás a una estación de tren. Cuando estés ahí, podrás ir adonde sea.
-Gracias por ayudarme en todo ésto Tomás, eres lo mejor que me ha pasado e  mucho tiempo, pero me preocupa que tengas problemas.
-Deja de preocuparte por mi, ahora vete.

Se volteó para alejarse mientras Víctor se iba por el camino indicado con el bebé en brazos. Al saber que se alejaba sintió que se le revolvía el estómago.

-Por favor que sea la decisión correcta, que ese muchacho y el niño estén bien.

3

-Estamos perdidos.

Romina y Álvaro iban en un automóvil de segunda mano, rapidamente por un camino rural mientras la tarde pasaba iluminada y silenciosa.

-No puede ser.
-Pero estamos perdidos Álvaro - protestó ella - deberíamos haber terminado el rodeo a la zona boscosa hace Dime minutos.

El bosque aún no terminaba y a esa hora la luz del sol no era de mucha ayuda, ya que estaba rumbo al ocaso, y sabían el punto cardinal, no así el sitio exacto. A lo lejos se escuchaba un sonido fuerte y acompasado.

-El tren...
-Te dije que no podíamos estar perdidos - exclamó él sonriendo - solo que vamos a investigar desde otro angulo, si estamos diciendo que Segovia está vivo, perfectamente podría haber alguna pista en la estación de tren o alguien lo vio.
-Sigamos por ese sendero - indicó ella más animada - así podremos hacer que estamos perdidos, la gente es muy colaboradora con los citadinos extraviados.

Romina estaba mucho más animada desde que había salido junto a Álvaro, tenía la seguridad de que estaban haciendo lo correcto; mientras tanto él la ayudaba porque estaba realmente conmovido por su actitud, pero en el fondo se negaba a creer que las cosas fueran como su amiga predecía, básicamente porque no quería decepcionarse.
Unos minutos después el auto estaba más cerca de la línea del tren, aunque aún se desplazaban por entre la tierra y la maleza.

-Ouch, éste terreno es dificil.
-No te distraigas.

Pero Álvaro frenó bruscamente.

-Ayy!! Me pegué en un brazo ¿Que te...?

Pero Romina no siguió hablando, se quedó sin palabras al ver lo mismo que le estaba indicando su amigo.

4

Cuando encontró la casa, tan rústicamente construida en medio de tantos arboles, Ignacio Armendáriz pensó inmediatamente que Segovia podía estar ahí; tenía mucho sentido, que en medio de ese espeso bosque alguien lo hubiera ocultado hasta ese momento, pero aunque interiormente algo le decía que estaba sobre la pista indicada, no quería dar aviso mientras no tuviera algo claro, porque de hacerlo terminaría por sepultar la reputación que le quedaba.

-Debe ser por aquí.

Estaba tratando de buscar un lado apropiado, la entrada a esa casa en el bosque, cuando sintió un ruido que llamó su atención.

-No se mueva.

Tomás se quedó inmóvil en cuanto el oficial de policía le apuntó con el arma.

-¿Que pasa?
-No se mueva - repitió Armendáriz acercándose - oficial de policía.
-Sé quien es - replicó Tomás sencillamente - todo el mundo lo conoce, vi su rostro en las noticias en el pueblo.

El otro hombre mostraba una tranquilidad imperturbable, pero el policía no iba a dejarse afectar.

-Eso es de ayuda, necesito entrar en la casa, es parte de una investigación.

Tomás se quedó un momento sin reaccionar, lo suficiente para que resultara sospechoso.

-Entremos a la casa, no lo haga dificil.

Con Tomás adelante, el policía avanzó hacia la puerta, entrando en pocos momentos en la casa; una mirada le bastó para comprender.

-Dígame donde está Víctor Segovia.
-Escuche, yo...
-No lo niegue - lo cortó el oficial con voz autoritaria - esas vendas, esa ropa de bebé, no puede negar que aquí hay alguien más, dígame donde está Segovia y ahorrese problemas.

Pero el hombre no se mostraba preocupado en absoluto, ni por el arma ni por la acusación que se estaba haciendo en su contra.

-Usted es muy hábil, no es fácil llegar hasta aquí, pero ustedes los policías están equivocados con Víctor, él no es ningún delincuente.

Entonces si estaba ahí, y estaba vivo.

-Eso no le corresponde a usted decidirlo.
-No, pero si ustedes persiguen a una persona como si fuera un peligroso delincuente, lo más lógico es que quiera huir y esconderse, y a ese muchacho lo han perseguido sin compasión.

Armendáriz ya había escuchado ese discurso antes, pero en ese momento tenía prioridades, y saber que el niño estaba vivo después de todos esos días no solo era un alivio, también era un aliciente para terminar con toda esa locura.

-Escuche, encubrir a un prófugo es un delito, no lo haga peor y dígame donde está el niño y Segovia.
-No puedo señor. Ya se fueron.


Por ti eternamente Capitulo 23: Despertando



"Hace dieciocho días que seguimos ésta noticia, y todos los medios de comunicación seguimos pendientes de la noticia del mes. Hasta el momento nadie, absolutamente nadie, puede asegurar donde está Víctor Segovia ni el pequeño Ariel de la Torre, lo que ha convertido a ésta conmovedora historia en un caso digno de no olvidar.
Hace veintidós días Víctor Segovia, por razones que se mantienen en reserva por ser parte de la investigación, se llevó consigo al pequeño de brazos de su madre, iniciando una insólita huida, en la que se intentó detenerlo en más de una ocasión, pero lo complejo del caso y el riesgo de daño para el infante complicaron todo el caso, resultando en el camino una serie de heridos, e incluso un hombre muerto, que según versiones de cercanos, sería un trabajador al servicio de la familia De la Torre, que habría resultado muerto en un confuso incidente en la carretera que une San Andrés y Santa Marta, donde además se descubrió que una pareja de periodistas aparentemente estarían involucrados en el escape de Segovia. Hasta el momento la policía ha hecho todos los esfuerzos por mantener celosamente protegido los detalles del caso, arguyendo la necesidad de mantener reserva para evitar un mal desenlace. A pesar de que en un principio Segovia había muerto junto al pequeño al caer por un barranco en el bosque en el que se internó al tratar de huir, posteriores investigaciones dejaron en claro que tanto él como el niño sobrevivieron, lo que lleva a toda la ciudadanía a hacerse la pregunta: ¿Donde están?
Ahora vamos a ver una nota con todo..."

Fernando de ma Torre apagó el televisor mientras su esposa, Ingrid, se sentaba a su lado ante la mesa del comedor.

-Amor, no es bueno que veas constantemente esos reportajes.
-No puedo dejar de estar pendiente - replicó él - amor, ésta situación está fuera de todo lo que creímos que podría pasar. Segovia está vivo, de eso estoy seguro, pero alguien debe estar ayudándolo.

La mujer sirvió café mientras tanto.

-Eso tiene sentido, pero me asusta pensar en eso Fernando; si alguien lo ayuda, significa que lo de llevarse al niño estaba planeado desde el principio.

Él también había pensado en eso muchas veces durante las más de dos semanas que habían transcurrido; no le gustaba la idea, pero por más que pensaba, no conseguía entender quien o qué querría de él.

-Si todo ésto estaba planeado de antes, no tiene sentido que simplemente desaparezca. No han pedido dinero, ni me han amenazado, nada, nada que tenga cara de algo en particular. Y eso me preocupa.

2

Álvaro se acercó a la puerta de su departamento y abrió sin preguntar quien era.

-¿Disfrutando de la cesantía?

Romina entró sin pedirlo; estaba vestida con pantalones cargo, camisa y botas, y llevaba el cabello atado simplemente en una cola y cargaba una mochila. Él estaba en buzo y con cara de circunstancia.

-¿Que haces aquí?
-¿Interrumpo algo?

Álvaro la miró con una media sonrisa que no por irónica dejaba de ser divertida.

-Ahora bromeas conmigo por lo que veo. ¿Que haces aquí?

La joven se sentó en el sofá mientras el se sentaba enfrente sin entender mucho. Desde lo de la desaparición de Segovia, habían perdido un poco de contacto, por un lado porque la policía seguía realizando entrevistas y ellos formaban parte de los interrogados, y además porque tenían que tratar de encontrar algún modo de sobrevivir cuando las puertas del área periodística se cerraban  cada día más.

-Escucha, sé que nuestra situación es complicada...
-¿Complicada? Ahora si que estás jugando conmigo Romina - la interrumpió él mirándola con las cejas alzadas - tuvimos un "accidente" en la carretera, la policía nos quitó los datos de Segovia, nos prohibieron hablar y los medios no quieren contactarnos porque somos más útiles como entrevistados que como periodistas.
-Álvaro...
-Incluso supe que un abogado del fisco quiere implicarnos como colaboradores.

Romina suspiró. No esperaba que su amistad se viera afectada, pero no lo permitiría, no tan fácilmente.

-Escucha. Todo éste tiempo me ha servido para pensar, y si lo ves desde el punto de vista de Segovia, tiene mucho sentido que quiera esconderse.
-Si es que está vivo. ¿Adonde quieres llegar?

Ella tomó aire. Un mes antes se habría reído de la imagen de si misma diciendo lo que iba a decir, ahora le parecía totalmente lógico.

-Sabes que se ha formado un gran grupo de gente que apoya a Víctor.
-Sería imposible no saberlo, eso lo comenzó algún amigo de Segovia, y se ha ido agregando gente, están en las redes sociales, a diario ese tipo incógnito sube información de él, afirma que es su amigo y que Segovia es el padre. Mucha gente lo sigue y manda mensajes de apoyo.
-Y tiene a la policía loca porque es un elemento distractivo para ellos. Mira, lo que tenemos que hacer no es un reportaje sobre el caso, eso lo están haciendo todos los canales. Lo que tenemos que hacer es emitir señal en vivo, con Segovia diciendo toda la verdad.

La reacción de Álvaro fue mucho más dramática de lo que ella se había imaginado desde antes. Se puso de pie como activado por un resorte, con los ojos muy abiertos por la sorpresa.

-¿Que? ¿Estás....estás loca?
-Probablemente Álvaro, pero eso es lo que tenemos que hacer, estoy segura. Me conseguí una cámara de vídeo profesional, la conexión se puede hacer a través de internet.

Álvaro soltó una risa nerviosa.

-Ya, quieres hacer un contacto en vivo con Segovia para que diga su verdad. ¿Piensas encontrarlo en las páginas amarillas?

Ella también se puso de pie, tratando de hacerlo entrar en su sintonía.

-Sé que suena loco, pero nosotros somos los únicos que estuvimos con  él, y ya lo encontramos antes, podemos hacerlo de nuevo. De entre todos, somos los que hemos estado más cerca de él, eso tiene que servir de algo. Y creo que podemos convencerlo de hablar, de decirle al mundo lo que realmente sucede.

El hombre se quedó mirándola durante varios segundos, sin hablar. Estaba hablando con convicción, pero algo era distinto a todo lo que en años había visto en ella.

-¿Que te sucede?

Ella respiró profundamente. No podía negarlo.

-Estuve pensando en todo lo que pasó, en el accidente y en esos tipos que me atacaron.
-Uno de ellos está muerto, la policía dice que Segovia lo asesinó.
-¿Y tú no estarías dispuesto a matar si la persona que amas corriera peligro? ¿Que pasaría si no tuvieras alternativa?

Se quedaron mirando fijamente un momento más. En ese momento algo sucedió con el hombre, que experimentó un sentimiento extraño, algo antiguo y básico. Por alguna razón escucharla decir eso hizo que recordara a sus padres.

-Romina, estás cambiando tus prioridades.
-No es eso - replicó ella. Sintió un temblor en la voz, la garganta apretada, tal vez era miedo de ser tan brutalmente sincera - más bien fue un cambio de corazón.
-Romina...
-Nadie le ha dado una oportunidad a Víctor, ni nosotros se la dimos.

Álvaro se quedó inmóvil, con la cabeza baja, sin saber que creer o que sentir.

-Ayúdame, acompañame a buscarlo. Necesito que estés conmigo en ésto.
-Esto podría dejarnos sin trabajo de por vida en el periodismo.
-Puede ser, pero siento que necesitamos hacerlo. Por él, pero también por nosotros.

Álvaro se sintió nuevamente estremecido, pero se encogió de hombros simplemente.

-Sabes que iré contigo.

3

Cuando recuperó la conciencia, Víctor se sintió momentáneamente como cuando despertaba de una noche de fiesta, con el cuerpo pesado, la cabeza como dentro del agua y los músculos pesados y torpes.

-¿Que...?

Iba a decir algo, pero el cansancio o lo que fuera lo detuvo; al abrir los ojos se encontró con luz, el techo de algún sitio y nada más ¿que estaba pasando?
Le costaba moverse, pero giró lentamente la cabeza a la izquierda, lo que hizo que viera directamente lo que había a su lado.

-Ariel...

El pequeño estaba en una especie de cama, justo a su lado, medio de costado; y lo miraba fijamente, como había sido desde el principio, sin dejar de escudriñarlo incesantemente.

-Buenas tardes.

La voz no lo sobresaltó, aunque debería haberlo hecho; era como si hubiera sentido antes esa voz, por lo que no le causaba mayor preocupación. Volteó la cabeza hacia el otro lado, y se encontró con un hombre de más de treinta años, sentado a poca distancia. Era moreno, de complexión fuerte y mirada penetrante, y por lo que se apreciaba a primera vista, estaba muy tranquilo.

-¿Quien eres tú?

Su propia voz se oía lenta y pesada. El otro hombre lo miraba atentamente.

-Me alegra que despertaras. Mi nombre es Tomás.
-¿Donde...donde estoy?
-Estás en mi casa, se podría decir que eres mi huésped. Hace dieciocho días.

Durante unos momentos no comprendió lo que estaba escuchando. ¿Dieciocho días? No tenía noción clara de nada.

-Yo...murmuró lentamente - estoy confundido...

Tomás estaba mucho más tranquilo ahora que veía a Víctor recuperar la conciencia; para los tres habían sido días muy difíciles.

-Es normal que estés confundido - replicó poniéndose de pie - has pasado por muchas cosas. No te muevas, aún estás débil.

Era extraño mirar a ese hombre y no sentir ninguna desconfianza de él, pero el estado en que estaba seguía siendo, al parecer, muy poderoso.

-¿Que...que fue lo que pasó?

Tomás se quedó cruzado de brazos a poca distancia de él.

-En un principio no lo supe con claridad, pero fui armando la historia poco a poco. Tú eres Víctor.
-Si.
-Mira, para no confundirte más te lo explicaré. Vivo en el bosque hace quince años, lo conozco como la palma de mi mano, y jamás había  visto algo así. Estás vivo de milagro.
-¿Que?
-Es la verdad. Sé de donde venías cuando caíste por el barranco, son muchos metros de profundidad, pero a pesar de todo, el bebé no sufrió ningún daño; no tiene una sola herida.

Víctor volteó lentamente hacia el pequeño, que encontró su mirada instantáneamente; si, probablemente era un milagro.

-No puedo creerlo.
-Te encontré deambulando por el bosque la mañana siguiente a cuando desapareciste - explicó sin dramatismos - estabas completamente fuera de ti mismo, y las heridas que tenías... Francamente estabas en peligro de muerte, delirabas y seguramente tenías mucha fiebre; pero aún tenías claro lo que ibas a hacer, solo repetías que no querías que nadie se te acercara, pero eso no era lo único preocupante - hizo una pausa, para él también era dificil - me costó, pero logré hacer que entendieras que no iba a hacerte daño y con eso acercarme. Lo peor es que habías pasado la noche a la intemperie, y tu bebé estaba enfermo, había cogido un resfriado.

Víctor no recordaba nada de eso, probablemente porque la fiebre era muy alta; lo último que recordaba era su huida, la caída...y el dolor, el dolor de las heridas, y sentir que todo había terminado. Todo eran nubes después.

-Conseguí que entendieras que necesitabas ayuda con el bebé, así que te traje a mi casa. Es increible, apenas podías mantenerte en pie, pero no permitiste que te alejara del pequeño, y lo más sorprendente de todo fue la reacción que tuvo él.

Víctor volvió a mirar a Tomás, sin poder creer aún todo lo que estaba escuchando; pero si sabía que ver a Ariel enfermo lo habría asustado mucho.

-¿Que pasó?

-Pasó que la preocupación que tenías por él era recíproca, porque el niño solo dejó que me hiciera cargo mientras tu estuvieras  cerca; si te alejabas lloraba, pero al momento de tenerte cerca, volvía a calmarse. La primera noche fue dura, pero la fiebre cedió al amanecer. Pero al día siguiente eras tú el que me preocupaba, habías perdido mucha sangre, y tenías golpes y heridas; como te dije antes, fui rescatista, por lo tanto tengo algunos medicamentos y elementos, pero no sabía si iba a poder curarte. Entonces fue el pequeño quien me ayudó.
-No te entiendo.

Tomás no podía evitar hablar con cierto orgullo acerca de todo lo que había pasado; pero no era orgullo de si mismo, gracias al cielo estaba más allá de eso, de quien sentía cada vez más orgullo era de ese muchacho, y del pequeño.

-Yo tampoco. O debería decir que lo entiendo pero no lo puedo explicar bien, aunque supongo que podría decir que ustedes dos están conectados, porque así como tú no ibas a permitir allá en el bosque que nadie se acercara a tu hijo, cuando empeoraste, fue él quien te dio fuerzas para continuar.

El joven se volteó otra vez hacia el pequeño. Ahí estaba, mirandolo como siempre y tan indefenso, pero tan poderoso en su significado, y en lo que podía hacer de él como persona; en cierto modo no le sonaba tan imposible como parecía.

-Después de eso me dediqué a cuidar y curar tus heridas, aunque estuviste bastante complicado, pero permanentemente fue él quien te dio la calma y la fuerza. Solo se quedaba tranquilo estando cerca de ti, solo con él cerca te quedabas quieto, y a la larga eso resultó ser lo más efectivo.

Ambos quedaron en silencio unos momentos. Habían pasado tantas cosas, y poco a poco todos los recuerdos más antiguos volvían a  su mente, la promesa a Magdalena, la forma en que había tenido que huir, las amenazas y la persecución de la policía.

-No sé como agradecerte - dijo lentamente - me salvaste la vida, nos salvaste a los dos.

Tomás se sentó junto a la camita en donde reposaba el pequeño y le dedicó una sonrisa sincera.

-No tienes nada que agradecer - replicó simplemente - ya te dije que fui rescatista, eso es parte de mi aunque ahora ya no lo haga. Y ahora que veo que están mejor entiendo que fue la mejor decisión.

Víctor aún estaba bastante confundido, pero sí tenía claro que sentía mucha tranquilidad de saber que Ariel estaba bien y a salvo. Pero las preguntas no dejaban de surgir en su mente.

-No puedo creer que haya pasado todo éste tiempo... Espera... ¿porqué estoy aquí, donde está la policía?

Iba a decir algo más, pero el otro lo silenció con un gesto de la mano.

-No te agites. Mira, para no darle largas, la policía aún está buscándolos, todo es un hervidero afuera.
-¿Que, pero como es posible, donde estamos?

Tomás no había querido pensar mucho en lo que estaba sucediendo, ni en las implicancias, pero decir las cosas siempre hacía que fuera mucho más real.

-Te dije antes que fui rescatista, pero ya no lo soy más. Me retiré a éste lugar, me alejé de todo, y el resultado es ésta casa, que está en el mismo bosque donde tuviste el accidente, pero varios kilometros alejada. Además el lugar está oculto tras un muro de piedra natural y árboles, por lo que es muy dificil que la encuentren; pero tienes que saber algo Víctor: solo es cuestión de tiempo para que la policía, o quien sea, termine por llegar aquí. Lamento decirte que aunque estás recién despertando, tendrás que tomar una decisión.