La traición de Adán Capítulo 06: Confrontación



Ya era Martes por la mañana, y Adán despertó puntualmente a las siete; preparó un desayuno ligero y saludable, se dio una ducha, y salió en su automóvil directamente a la Galería de arte de Carmen Basaure.
Para cuando llegó, apenas alcanzó a abrir cuando tocaron: era el personal de aseo, y el que había contratado especialmente para dejar todo a punto para el evento. Se trataba de un día decisivo, y cuando llevaba solo media hora en la galería, verificando que todos los detalles se perfeccionaran a su orden, sucedió la primera sorpresa de la jornada.

–Pilar.

No movió un músculo, pero internamente se sorprendió por verla a esa hora, y más aún vestida de esa forma, con un traje formal muy sobrio y el cabello recogido, en una tenida que la hacía verse un poco menos frágil, y definitivamente en modo operativo.

– Buenos días Adán, necesito hablar contigo ahora mismo.

Adán hizo un gesto de asentimiento muy vago, y la guió en silencio hacia el taller de Carmen; podrían haber salido, pero dado que ella claramente venía en son de guerra, el taller jugaría a su favor.

–Te escucho.

Con un gesto cálido la invitó a ocupar uno de los altos pisos que había en el taller, precisamente en el que estaba enfocado a un autorretrato de Carmen; Adán observó a Pilar y cómo apretaba la mandíbula, mirando de reojo el cuadro antes de volver a él.

–Necesito que me expliques cuales son las condiciones específicas en las que estás haciendo funcionar la galería de arte mientras mi madre está en la clínica.
–Pensé que eso te lo había explicado bien, pero si lo necesitas, puedo repetírtelo.

Pilar miró a Adán fijamente un par de segundos; no se había equivocado en el juicio que había emitido de él en un principio, solo se había quedado corta en las medidas.
Adán era un tipo realmente fuera de orden, eso era verdad; era increíblemente atractivo, magnético, seguro, consciente, eficiente, claro. Era perfecto, pero no se supone que las personas perfectas existan, y sin embargo él se veía como una aparición ideal, como esos personajes de las novelas de amor, ese hombre que tiene en su poder la respuesta y la solución de todo. Eso explicaba que él y su madre fueran tan cercanos.

–Adán, quiero saber por qué es que estás siguiendo  con todo lo de la organización de la inauguración, supongo que sabes lo importante que es para ella y que por lo tanto no querría estar fuera de esto.
–No es algo que esté bajo mi control  –replicó Adán, con una expresión inescrutable en el rostro–, cuando ocurrió todo, hablé con el abogado de Carmen, quien me dio a conocer un documento redactado por ella, en donde deja estipulado lo que hay que hacer en caso de que le suceda algo que la invalide antes de inaugurar la exposición; lo primero que le pregunté al abogado, desde luego, fue si Carmen tenía alguna sospecha de que pudiera ocurrirle algo, a lo que me contestó que ella no le había dicho nada especifico. Así las cosas, tengo que obedecer las órdenes de Carmen, no podría dejar de hacerlo, sobre todo después de todo lo que nos hemos esforzado para sacar adelante la galería.

Pilar observó a Adán en silencio mientras éste le explicaba la situación; no sonaba a discurso preparado, sino que a la verdad espontánea que sale de alguien que no tiene nada que esconder. Pero eso no era suficiente. Sin embargo, la joven entendió que no conseguiría nada más allí.

–Entonces eso quiere decir que me puedo considerar invitada a la inauguración mañana a las ocho.

Adán asintió lentamente, sin poder descifrar del todo la expresión de la joven; ella estaba jugando muy bien sus cartas.

–No eres una invitada Pilar, eres la persona más importante en el evento después de tu madre, solo que no sabía si era apropiado invitarte en estas circunstancias.
–Pero me tenías considerada.
–Siempre –respondió él, con una amable y sincera sonrisa—, pero desde luego que todo depende de ti, aunque sé que tu madre querría que estuvieras presente.

Pilar descubrió en esa oración una fisura en la actuación de ese hombre, porque, de hecho, su madre no sólo no quería tenerla en la inauguración, sino que en ninguna parte.

–Entonces es eso. Bien, voy a venir entonces.
– ¿En serio? Pilar, es magnífico, te aseguro que vas a quedar encantada con todo, no voy a decepcionarte.
—Estoy segura de que no olvidaré ese evento.

Poco después, Pilar fue directamente a la oficina del abogado Ramón Izurieta, sin avisar de su llegada.
Para cuando llegó a la lujosa oficina, que a todas luces había sido redecorada con gran lujo desde la última vez que la había visto, estaba más preocupada que antes de su reunión con Valdovinos, pero al menos esperaba haber interpretado bien su papel y no delatarse: Adán era de temer.

–Buenos días, Pilar.

El saludo del abogado fue cortés, solo políticamente correcto, y la invitó a entrar, aunque no lo dijera, porque no tenía alternativa, ya que claramente no se encontraba a gusto con ella. Y Pilar estaba al tanto de eso; Izurieta, por su parte estaba empezando a preocuparse por el tema: Carmen en la clínica, Adán declarado responsable comercial por la propia artista, y ahora la muchachita con cara de mosca muerta aparecida por sorpresa, en circunstancies que él se esperaba algo mucho menos llamativo.

–Te hacía en el extranjero.
–Llegué hace poco tiempo al país —replicó ella, habla do lento y claro—, pero quiero ir al grano, necesito saber exactamente las condiciones de las que dispuso mi madre en el documento que usted le dio a conocer a Valdovinos.

Valdovinos. O sea que la hija de Carmen ya había estado moviéndose, y por lo visto no había caído rendida a sus pies como todo el resto de las mujeres que lo veía. Una excepción en mil.

–Veo que hablaste con Adán.
–Por eso estoy aquí.

El abogado se puso de pie y fue directo a un aparador, tomándose un tiempo más largo de lo habitual para extraerlo, y poder analizar la situación: después de lo sucedido meses atrás, parecía imposible que ella estuviera de regreso, pero ahora que lo estaba, sus intenciones eran por completo poco claras. Carmen no había considerado siquiera la posibilidad de que su hija volviera al país, pero ¿quién lo habría supuesto? Después de lo que ella había hecho, resultaba casi inimaginable que se apareciera así de pronto, justo en un momento como ese, y con aires de la hija buena en una situación como esa, pero el tacto era fundamental, y a menos que su clienta se lo dijera de forma expresa, la muchacha seguía siendo su hija.
Pilar leyó el documento en silencio y luego se lo devolvió a Izurieta.

–Necesito que suspenda la inauguración de la exposición, al menos hasta que mi madre esté en condiciones de presenciarla, o de autorizarla en persona.
–Pero eso es imposible –replico él, conservando la calma–; Pilar, por favor, esto es un documento perfectamente legal, no puedes simplemente detenerlo.

Pilar sabía que las cosas no iban a ser tan fáciles; pero estaba preparada, no iba a dar pie atrás.

–Ese documento que tiene en sus manos solamente es legal si nadie sabe de la existencia de otro documento, firmado por mi madre y redactado por usted, en el que ella se asegura que nada, absolutamente nada de lo que le pertenece sea removido o modificado si ella no está de cuerpo presente para autorizarlo.

Izurieta sintió que los músculos de su cara se contraían ¿Cómo es que sabía eso, si supuestamente el documento había sido confidencial? Tiempo atrás, Carmen oficializó un documento con esas características, pero cuando lo redactó, le dijo que se iba a tratar de un secreto, preparado como una protección frente a alguna emergencia, para resguardos su propiedad intelectual. El que Pilar estuviera esterada de la existencia de ese documento era un factor que él no había tenido en cuenta.

–Lo que estás diciendo es absurdo, ella misma desautoriza el primer documento en función del segundo.
–Dudo que otro abogado opinara lo mismo –replicó Pilar en voz baja–, sobre todo considerando las condiciones en las que se firmó el documento y todo lo que ha ocurrido ahora. A su reputación no le haría nada bien que se supiera eso, imagine el escándalo que se generaría si se hiciera público que un estudio jurídico de esta categoría –hizo un gesto amplio, como señalando el lujo alrededor—, pasa por encima de uno de sus propios documentos en medio de una situación que puede afectar gravemente a su cliente en su patrimonio, hay muchísimo implicado.

Izurieta estaba perdiendo la calma. ¿Qué le podía importar el patrimonio de Carmen si ella misma lo había puesto tanto en riesgo algunos meses atrás?

– ¿Me estás amenazando?
–No, abogado, solo pretendo que la galería se abra por autorización expresa de mi madre, no por un papel que perfectamente podría haber sido redactado en otras circunstancias y siendo interpretado voluntariosamente. No puedo creer que el orgullo de Carmen Basaure le permita dejarse a sí misma fuera de un evento como este.
–De cualquier manera  – intervino el abogado con tono cortante – nada podrías hacer contactando a un abogado, la inauguración es mañana.
–No pretendo acudir a un abogado hoy, sé que no conseguiría nada. Lo que pretendo es que usted mismo detenga a Valdovinos y la inauguración, hoy mismo.
–Pero lo que estás diciendo es ridículo –estalló el–, no tiene sentido.
–Lo tiene –replicó ella con fuerza– solo tiene que detener  a Valdovinos, la galería como ente es la forma de hacerlo. Usted sabe que el edificio en donde está no es propiedad de mi madre, así que sólo tiene que inventar cualquier cosa relacionada con eso, y el asunto se volverá un trámite administrativo que obligará a posponer.

El abogado guardó silencio un momento; era obvio que ella había analizado la situación con detención, puesto que lo que planteaba era un tena plausible; en términos sencillos, cualquier tramitación de permisos por parte del dueño del edificio, quien recientemente había tonado la decisión de venderle la galería a la artista, podría retrasar la inauguración, pero eso jamás sería un problema real, sólo ficticio.

–Lo que sugieres es ilegal.
–No. Usted sabe que no lo es.
–Pero con esto solo conseguirás arruinar la exposición de tu madre, no ganas nada con eso.

Pilar estaba al límite de sus fuerzas. Aparentar ser la mujer fuerte y decidida que no era, estaba desgastándola demasiado, y ya podía verlo de reojo como una señal, sus manos en el regazo, temblando.

–Arruinar la exposición de mi madre es mucho más difícil de lo que parece, dado que ella cuenta con un oficial al mando que es muy eficiente; además, usted debe recordar muy bien que ya una vez se suspendió una inauguración, y esa vez fue por puro capricho de ella, sin embargo eso atrajo a los medios como abejas a la miel. Además es por una causa justificada, usted lo sabe.

Izurieta respiró profundo para obligarse a no gritarle en su cara todo lo que pensaba de ella. Pero tenía razón, y momentáneamente le convenía no arriesgarse.

– ¿Cómo pretendes manejar la situación?
–Hágase cargo. Puede culparme, de todos modos ya estoy acostumbrada a que me traten como si fuera la peor persona del mundo, pero la inauguración debe detenerse.

2


Mientras tanto, Micaela andaba dando tumbos por la ciudad. Había salido del departamento sin muchas energías, así que decidió caminar hacia donde fuese para darse ánimos y empezar de una vez por todas con su camino de sanación en esas calles. Después de reunir su determinación, se dio cuenta de que no estaba lejos de la torre del Nuevo extremo, y como al fin y al cabo no tenía mucho que hacer, decidió ir hacia allá.
A medida que se fue acercando, la gigantesca mole fue abriéndose paso entre los otros edificios de la ciudad, una enorme torre de cuarenta pisos de altura, desde cuya terraza se dominaba casi toda la ciudad, del que una de sus cinco caras, era un gigantesco espejo que reflejaba silencioso el pasar de los días y los años a su alrededor. Con el estómago apretado y algo tensa en general, Micaela siguió caminando hacia el edificio, doblando una esquina y enfilando por la calle que en otros días la había albergado a ella y a Pilar.
Y entonces la vio.
Pilar tenía cierto tiempo de terminada su reunión con el abogado de su madre, y aunque aún debía hacer otras cosas, tuvo que darse unos minutos y caminar para darse energías. Enfrentarse a Valdovinos y al abogado en el mismo día había sido mucho más duro de lo que esperaba, pero al menos podía estar bastante segura de que Izurieta estaría obligado a ceder, por el momento. Luego caerían sobre ella las consecuencias de la tormenta que acababa de desatar.
Pero entonces la vio.
Ambas se quedaron inmóviles, incapaces de reaccionar al encontrarse nuevamente, de sorpresa, separadas tan solo por una cuadra de distancia, que era mucho más, eran kilómetros de recuerdos, terminados por gritos y llantos. Imposible no verse en esa calle tan desierta a esa hora de la mañana, imposible no quedar helada, cuando una sufría por el tan inesperado reencuentro y la otra se maldecía por haber ido a dar allí.
Un fantasma frente a otro, dos siluetas dibujadas contra el sol de la mañana, en un momento que por sorpresivo y doloroso, solo podía agregarse a la lista de penas y amarguras que cada una de las dos cargaba en esos momentos.

–No puede ser  –murmuró Pilar, sintiendo que el aire escapaba de su cuerpo–, es imposible...

Sintió los ojos llenándose de lágrimas, pero no podría llorar siquiera, tan aturdida estaba por ese encuentro.
Micaela no podía moverse, trataba de reaccionar, pero el cuerpo no le respondía, era como si de alguna manera la conexión entre ambas aun persistiera, convirtiendo a Pilar en un imán demasiado fuerte como para evitarlo. Al fin hizo un esfuerzo más, reunió las energías que le quedaban, y consiguió quitar la vista de la otra mujer, para luego devolverse sobre sus pasos, comenzando a escapar torpemente, dispuesta a salir de allí, con el corazón en llamas, solo deseando desaparecer, borrarse de manera definitiva.

– ¿Se siente bien, señorita?

Pilar volvió a la realidad cuando se dio cuenta de que casi se había desplomado. El hombre que la había sostenido la miraba claramente perplejo, viéndola pálida y casi sin respiración.

– Estoy bien –replicó ella en voz baja, sin sonar convincente–, solo fue un mareo.
– ¿Quiere que la lleve a algún sitio o que llame a alguien?
–No, en serio –repuso con más firmeza–, de verdad estoy bien, se lo agradezco mucho.
—No se ofenda, pero no parece que se sienta bien.

Pilar miró al hombre; pareció una buena persona, y a decir verdad, lo más probable es que ella no luciese para naba bien.

— Se lo agradezco mucho, pero es solo cansancio; mi madre está un poco mal de salud, y ya sabe...

Dejó la frase en el aire, ante lo fue el hombre asintió, entendiendo. Des pues le agradeció otra vez por su atención, y se alejó lentamente del lugar, caminando sin rumbo, solo que en sentido contrario al que llevaba antes de lo ocurrido. Sentía la piel helada, su presión estaba por el suelo; seguramente se trataba de una pesadilla, ella de vuelta, encontrándose con Micaela por casualidad, y como si eso fuera poco, en ese sitio y en esas circunstancias. Pero era real, y la había visto allí, tan cerca como para haber corrido directo a ella, pero a la vez tan lejos, tan dramáticamente lejos por causa de todo lo que había ocurrido hacía ya ocho meses. No se esperaba el ataque de su madre, ni se esperaba tener que presentarse en público, mucho menos encontrarse otra vez con Micaela, así que ahora todo se reunía en un torbellino de emociones que no sabía si podría enfrentar con éxito; pero esta vez no tenía alternativa, estaba entre la espada y la pared, y tendría que conseguir de algún modo reunir las energías para enfrentar toda esa compleja situación.
Adán tramaba algo, la inauguración de la galería estaba en entredicho, el estado de salud de su madre era incierto, y como si necesitara coronar ese panorama, la veía a ella, tomando conciencia de todo lo que había perdido en el último tiempo; pero, aún con todo eso, ya había tomado una decisión, e incluso si su madre se tomaba sus acciones de la peor manera, no iba a detenerse, porque al meros así, tendría la tranquilidad de haber sido honesta consigo misma, en vez de estar escapando continuamente. Si ese era su destino ahora que estaba de regreso, lo asumiría, a pesar de las consecuencias.


Próximo capítulo: Paso a paso

Las divas no van al infierno Capítulo 03: Luces, cámara y mucho trabajo




Márgara se sintió humillada cuando la maestra de actitud les dijo que se quitaran los zapatos luego de la desastrosa prueba de la tarjeta; estar descalza en una situación que no era para eso se convertía en un acto de vergüenza, por que era una forma de decirle que no estaba preparada para hacer lo que se proponía en ese programa.

—Bien, ahora que las princesas están con los pies sobre la tierra —dijo Vicenta, con una gran sonrisa triunfante—, es el momento de que bajen del cielo y empiecen a trabajar. Primero, como es evidente que ninguna trajo un cambio de ropa, van a ponerse un pantalón y un peto deportivo, pueden sacarlos del armario del fondo.

Mientras las chicas obedecían la instrucción en silencio, la maestra se acercó a su asistente.

—Date vuelta, no puedes mirar.

El chico revoleó los ojos y volteó, quedando de frente a ella, que lo miraba con picardía.

—¿Qué opinas?
—Hay varias que están de diez —comentó él.
—¡Tonto! —Le dio un golpe en el hombro— Te estoy preguntando si crees que alguna tiene al menos una remota posibilidad en todo esto.

Gael se lo pensó un momento antes de responder.

—Creo que sí, es decir, supongo, por algo las escogieron. Lo único que me llama la atención es que todas tengan algo de una famosa ¿Crees que sea por eso que el señor Haim dijo que después...?
—Shhtt —Lo silenció ella—. No puedes decir palabra de eso, es información clasificada. Pero sí hay algo de eso, desde luego que sí, pero va a ser después; durante el principio del programa necesitamos que sirvan para la cámara.
—Va a ser difícil entonces —murmuró él, en tono confidencial, mientras indicaba a algunas de las fotos en la libreta de notas— creo que ellas son las mejores.
—Ocho, eres generoso, eso me encanta de ti —repuso ella—. Y me gusta mi trabajo.

El joven la miró con los ojos entrecerrados.

—Te gusta humillarlas.
—¡Pero claro! —La mujer le guiñó un ojo—. Es mi trabajo, y además piensa que si no son capaces de sobrevivir a esto, estarán perdidas la semana que viene cuando les digan el truco del programa.

Dio unos sonoros aplausos e hizo que las chicas se reunieran de nuevo; pudo ver lo incómodas que varias de ellas estaban usando el vestuario proporcionado por la producción.

—Bien, ahora voy a determinar los seis grupos de trabajo para esta actividad: escuchen muy bien, les voy a dar la referencia de un lugar cerca de aquí, y tendrán que llegar hasta ese lugar sin ayuda de los teléfonos móviles. Y espero que esos aparatos no sean lo único inteligente en esta sala.

Poco después, los seis grupos salieron, intentando seguir las instrucciones para cumplir con la actividad; Charlene estaba tratando de liderar el grupo, pero las cosas no estaban saliendo como esperaba.
Analie, Jazmín y Eva estaban con ella en el grupo designado, y la última estaba en una nube por haber sido nombrada entre las cuatro mejores seleccionadas la primera jornada.

—Te digo que no es así —Insistió—. Escucha, esto es igual que las competencias que hacían en el programa de las modelos, tenemos que encontrar las pistas en lo que nos apuntaron en esa tarjeta.

Todo lo que tenían para realizar la tarea era una tarjeta en donde decía "el secreto está en la manzana" y que de alguna forma debía llevarlas a una localización; hasta el momento, ninguna del grupo lograba dar con la clave.

—Escucha, rubia legal, este no es un concurso de modelos. Al menos no para muchas de nosotros.
—Dame la tarjeta.
—¡No!
— iCállense! —gritó Jazmín por sobre sus voces— Parecen un par de gallinas. Eva, no sabes lo que estás haciendo, y Carlire tampoco.
—Me llamo Charlene.
—No me importa —exclamó la chica, con tono desafiante—, no me importas tú, ni ninguna de ustedes, sólo cállense mientras no tengan algo importante que decir.

Analie aprovechó la oportunidad para apropiarse de la tarjeta. La leyó y dijo con tono experto.

—Es un símbolo. Eso es lo que es, sólo tenemos que encontrar un lugar que tenga que ver con una manzana.
—No hay ninguna tienda de Dapple por aquí cerca.

Charlene miró en todas direcciones, intentando encontrar algo que tuviera sentido. Y en ese momento vio a una cuadra una tienda de productos naturales, cuyo símbolo verde era una manzana.

—Bien, escuchen todas porque las voy a salvar de los problemas.

Hizo una pausa dramática hasta que captó la atención de todas, y cuanto consideró que era apropiado, indicó en dirección a la tienda que había descubierto; su expresión podría haber sido de superioridad, pero en cambio, decidió ganarse su respeto sonriendo de la forma más amigable.

—Juntas podemos lograr mucho más si trabajamos juntas, en vez de enfrentarnos. Cuando empiece la competencia podemos poner mucho más esfuerzo, pero recuerden que Vicenta lo dijo: la actitud es un modo de vida. ¿Y si demostramos que podemos cumplir y ser exitosas sin tener que pelear?



2


Márgara había conseguido en tiempo récord que las chicas de su grupo estuvieran a sus pies; después de algunos minutos de conversación ligera, Carla, Estela y Darla estaban bajo control y podía dedicarse a tratar de descifrar el enigma que les indicaron en una tarjeta. Sin embargo, de momento era mucho más importante estrechar lazos, y sabía que una conversación distendida era lo mejor para crear buenas amistades.

—¿Saben lo que creo? Que cuando estás a punto de entrar al escenario tienes que acordarte de alguna estrella de la música.
—¿Por qué?

Sacudió su largo cabello como para dar realce a sus palabras y habló de forma inspirada.

—Porque es ponerse en su lugar, pero anticiparse a lo que va a suceder: tienes que saber que serás un éxito ¿Entiendes? Es como si vieras tu vida pasar antes que pase, así que ya sabes que vas a ser aplaudida, y usas esa energía en ese momento para que todo resulte.

Estela estaba muy de acuerdo con ella.

—Es como lo que dijo Vicenta, que hay ere tener actitud todo el tiempo.
—Exacto —Márgara asintió con energía—, es cierto que ella está siendo dura con nosotras, pero lo que está diciendo es la verdad y nosotras tenemos que estar preparadas para todas las pruebas que nos van a hacer ¿Se dan cuenta que en una semana estaremos saliendo al aire?

Darla ahogó un grito.

—¡Sí! Estoy tratando de no pensar en eso, porque es mucha emoción, de verdad, es increíble ¿Qué creen que hagamos el primer día?
—Tengo la sospecha —replicó Márgara de inmediato—, que va a ser algo totalmente nuevo, este programa es muy innovador, de eso estoy segura.



3


Lisandra se sentía muy cómoda junto a las chicas de su grupo en ese momento; Sussy, Lucine y Adriana eran sus compañeras, pero era esta última quien llamaba más la atención de las tres: su piel aceitunada y su cabello largo y rizado la hacían destacar por sobre el resto, pero era su carácter chispeante lo que la hacía resaltar mucho mas.

—No estoy entendiendo muy bien todo esto —comentó alegremente—, se supone que tenemos que encontrar un lugar siguiendo estas instrucciones.
—Parece que es un acertijo —Apuntó Lisandra—, me gustan los acertijos, son divertidos.

Se habían detenido fuera de una tienda de ropa para analizar lo que tenían que hacer; Sussy le entregó la tarjeta.

—¿Crees que puedas resolverlo?
—Lo intentaré.

El texto impreso era breve, y decía "Cuando busques el camino, las ondas llegarán a su destino" Por alguna razón, esa frase se le hizo cómica, y sonriendo trató de descifrar lo que quería decir; referirse a las ondas podía hablar de algún tipo de comunicación ¡Radio! En el lugar en el que estaban había una serie de instalaciones de productoras de televisión y afines, pero perderían demasiado tiempo tratando de encontrar alguna en especial sin mayor información.
Tenía que haber algo más.
Entonces enfocó la idea como si fuera una Transmisión de radio a la antigua, y pensó que si quería saber el destino, tenía que localizar el emisor.

—¡Es una antena!
—¿Qué?
—Es una antena de radio, tiene que haber alguna por aquí —Explicó, más calmada—, seguramente se ve a simple lista
—Qué lista eres —La aduló Sussy—, lo descifraste en un instante, eres maravillosa; ahora solo tenemos que encontrar esa antena, estoy segura de que lo lograremos gracias a ti.



4


Nubia sentía que le iba a estallar la cabeza mientras iba por la calle con las demás; sin dificultad las habría bautizado como “Las ruidosas” por la enorme cantidad de ruido que hacían mientras hablaban. Se conocían hace minutos pero parecía que eran amigas de toda la vida; mientras la ignoraban de forma profesional, parecía que ya tenían todo resuelto y darían con el resultado del acertijo, sin que ella tuviera oportunidad de decir o hacer algo: era como en la secundaria.

—Debe ser por aquí —dijo Alma.
—Tienes razón —comentó Rebecca.
—Es claro que la frase se refiere a un lugar con espejos —Apuntó Ivonne.
—Moda, una tienda de moda, estoy segura —exclamó Alma alegremente Alma.

Las risitas de las tres al mismo tiempo coronaban cada seguidilla de frases cortas; Nubia había tenido ganas de intervenir o decir algo, pero considerando el comportamiento de las tres, su mente hizo el viaje de regreso a la secundaria, en donde las populares siempre salían bien libradas de todo ¿Y si se las arreglaban para quedar bien y hacer que ella fuera la conflictiva? No en su primer día; tendría que aguantar, callar y sonreír, y sobre todo estar atenta a cada cosa que sucediera desde ese momento en adelante.

—Ahí hay una tienda de moda —señaló Ivonne.
—Oh, mira el vestido con flores en la vitrina, es divino —Rebecca suspiró.
—Es cierto ¿Cuántos trajes nos darán? —Alma ladeó la cabeza mientras hacía la pregunta.

¿Darles trajes? Eso no sonaba plausible, pero Nubia había pensado que de seguro tendrían acceso a la guardarropía, se decía que en los canales de televisión eran unas enormes habitaciones con toneladas de ropa de todos los tipos, y que incluso podías encontrar las tenidas de los personajes de algunas series producida, por ellos.

—Y los zapatos —Estaba diciendo Rebecca—¿Saben una cosa? Creo que hay que celebrar la primea semana.
—¿Cuándo eliminen a la primera? —comentó Alma con un tono divertido.
—Sí. De alguna forma me da un poco de pena que una se vaya la primera semana, pero la vida es así. Estoy segura que lo mejor para nosotras viene desde la segunda semana.

Nubia no sabía si sentirse admiraba o enfadada por ese exceso de seguridad.



5


Valeria estaba decidida a no volver a cometer errores desde ese momento en adelante; por suerte su grupo, formado por Karin, Marina y Carol era bastante ameno, y en su compañía las cosas iban bien mientras intentaban descifrar el texto de la tarjeta, pero ya estaba mentalizada en lo que realmente estaba sucediendo ahí: cualquiera de ellas aprovecharía la oportunidad que fuese para pasar por encima de las otros, y no importaba si era durante el programa o en las clases, cualquier oportunidad sería aprovechada.
Así que su trabajo era pasar primero por encima de las demás, pero con una gran sonrisa y sus mejores zapatos de tacón.

—¿Estamos de acuerdo entonces en que lo que estamos buscando es una librería? — preguntó Karin.
—Si, así tiene que ser eso —replicó Marina—, escuché a papá decir que antes le decían papelería a las librerías.
—Excelente —Apuntó Valeria, con una sonrisa—. Lo estamos haciendo muy bien como equipo ¿Creen que nos mantengan haciendo actividades juntas?
—Puede ser.
—Eso sería genial —Comentó Carol con voz animada—, porque así podemos darnos un poco de ayuda cuando sea necesario.
—Pero somos competidoras —apuntó Karin.

Desde luego que lo eran, pero si de ella dependía, haría todo el esfuerzo por sabotear una parte del espíritu de competencia de las otras, mientras dejaba que pensaran que era ingenua y amistosa; después de conocerlas, entrar en sus cabezas y hacerles el daño necesario para que no pudieran competir con tranquilidad en el programa sería un juego de niños.

Seremos competidoras en el programa, no entre nosotros ¿Recuerdan lo que dijo el productor del programa? Ellos aprecian el talento ¿Por qué perder tiempo y esfuerzo en tratar de hacer algo Unas contra otras? Eso se verá en la pantalla, y al público no le gustar mucho los conflictivas.

—Vio que las otras tres dudaban; perfecto, ya estaban empezando a caer.

—¿Tú crees que se note? —Preguntó Marina.
—¡Claro! —Respondió con total seguridad—, no olviden lo que dijo Vicenta sobre la actitud, ella dijo que se sentía una reina aunque estuviera rodeada de super modelos. Esa actitud es de trabajar para ser mejor, no para destruir. Estoy segura que otras chicas están pensando en eso, somos mejores que ellas, lo sé.



6


De vuelta en la sala, Vicenta hizo que todos los grupos esperaran en silencio hasta que llegó la totalidad de las participantes, siendo el grupo de Joanna, Ayline, Esmeralda, Mayre el que llegó en primer lugar.

—Se tardaron una eternidad en llegar, pensé que tendría tiempo de almorzar mientas volvían —Comentó la mujer cuando el último grupo llegó—. Bien, quiero decir primero que gracias al cielo todas pudieron llegar al objetivo, pero la prueba no era sobre descifrar mensajes, esto no es Tiempo de oro —soltó una risilla malvada—, era un ejercicio de actitud, sobre ir con esas tenidas deportivas que no son las mejores y resolver el problema con la mejor postura y estilo. En la calle había personal evaluando a los grupos, y ya me trajeron las notas.

¿Las estuvieron evaluando en la calle? Nubia sintió que se le caía el alma a los pies.

—Las que tuvieron el mejor comportamiento fueron Valentina, Márgara, Charlene, Alma, Adriana y Joanna; ustedes ayudaron a dirigir a su grupo, y eso es parte de la actitud. Ahora, también tengo que decir que Nubia, Lisandra, Analie y Mayre no brillaron, nunca se vieron: escuchen esto, si están en un grupo, no todas pueden ser la protagonista, pero una verdadera estrella sabe ser un personaje secundario importante, de esos que el público quiere incluso más que a los principales. Ustedes en particular tienen mucho que hacer, y más vale que se carguen de energía hoy mismo, o no van a pasar de la primera semana.

Lisandra sintió que palidecía al momento de escuchar su nombre entre los que menos hicieron ¡Pero si ella resolvió sola el enigma! Pensó que debería hablar de eso, pero como si se anticipara a sus palabras, Vicenta aplastó su idea.  

—Antes que se les ocurra culpar a alguien de lo que les pasó, quiero recordarles que dejar sobre los demás nuestras responsabilidades hace que sean peores, no mejores. Aprendan esto y empiecen a pensar cómo hacer bien las cosas desde ahora.

Nubia no sabía si reír o llorar con lo que estaba escuchando; decidió no entrar en una polémica con el resto de su grupo para no quedar mal, y al cabo había llegado al mismo resultado; miró a las otras del equipo, y no pudo menos que notar su actitud reposada en ese momento. No triunfantes, sólo muy tranquilas por conseguir lo que querían. Casi le había dicho a su madre que en ese programa los sentimientos no importaban, qué estúpida, ahora estaba sintiéndose de lo peor por haber actuado con demasiada precaución, y el resultado de esa prueba era que tendría que esforzarse muchísimo más. El fantasma de la eliminación dentro de dos semanas se hizo algo muy real en su mente.



Próximo capítulo: Tacones para llegar al cielo