No vayas a casa Capítulo 8: Sube



“Hubo una vez silencio.
El silencio es parte de la vida y la creación, es el origen de todo. Se dice que en un principio no había nada, solo silencio; un silencio eterno e infinito, tan largo como el horizonte, tan lejano como la última estrella en el firmamento. Pero en el principio de todo no habían estrellas, porque todo no era más que un espacio vacío, de modo que el silencio era aún más grande, más inmenso e incomprensible.
No había nada.
Luego, hubo una explosión, una detonación causada por algo que no es posible comprender. Simplemente, de pronto, dos partículas colisionaron entre ellas, y al hacerlo, se produjo el primer sonido.
Pero todo eso sólo pasó en el interior; no había nada que explicar ni comprender, porque no existía el entendimiento, ni el conocimiento de las cosas. Aún seguía sin haber más que silencio, con la diferencia de que, a partir de ese momento, el silencio era algo que se podía entender. El silencio es parte de la vida, pero no es toda la vida.
¿Qué hay ahí afuera?
Cuando comenzó, cuando el silencio absoluto se convirtió en el silencio interior, y existió una forma de entender que lo que pasaba ahí, no era más que una parte de la vida, una parte muy pequeña. Pero dentro de ese sitio, seguía habiendo silencio.
En determinado momento comprendió que el silencio no era bueno si era absoluto, porque las cosas absolutas aplastan cualquier otra posibilidad, destruyendo alternativas; el silencio es parte de la vida, es algo natural, pero la ausencia de algo que reemplace al silencio también es parte de toda existencia ¿Cómo se llama lo que se opone al silencio?
Poco a poco el tiempo pasaba, de forma inexorable, pero al mismo tiempo, era como si no estuviera sucediendo nada. Silencio y tiempo alrededor ¿Qué era el tiempo? ¿Cómo sabía que existía el tiempo si en ese sitio sólo había silencio? Las cosas debían explicarse de alguna forma, pero esta no existía, sólo el silencio, pero este también comenzó a tener una apariencia; algo que era posible definir. Ahí, en ese sitio, el silencio era todo, era la ausencia de algo más, la forma de entender que debía haber una oposición, pero que esta no tenía cabida porque el silencio selló todas las opciones; aquella cosa estaba en todas partes, pero no era todo.
¿Qué es, de dónde viene?
El silencio era algo, que estaba ahí y al mismo tiempo estaba en otros sitios. Existían otros sitios, existían lugares donde todo no era sólo esa monotonía y simpleza, y existía también una forma de saberlo; la comprensión del medio llegó poco a poco, y así como el silencio fue comprendido como algo que llenaba el sitio, también fue entendido el tiempo, que era más poderoso y más grande que el silencio, pero no por ello su enemigo; el tiempo estaba en todas partes y en todas las cosas, se transmitía a sí mismo en cada cosa que tocaba, y era lo único que no tenía oposición, porque el tiempo se impregnaba de las cosas y las impregnaba a ellas. Al final, sin importar quién, cómo o dónde, todos volvían al tiempo, todos vuelven al tiempo, a formar parte de él con y de su paso incesante, más extenso y más fuerte que todo.
El silencio y el tiempo.
No eran enemigos, el tiempo estaba ahí desde antes del silencio, y le dejó espacio para que pudiera hacerse cargo de llenar ese vacío.
Vacío.
El vacío era el depositario de todas las cosas. Antes de todo, cuando sólo existía el tiempo, este creó al vacío, y el vacío se extendió hasta el infinito, porque sólo así quedaría completa su labor; el tiempo no tenía lugar, de modo que podía estar en todas partes del vacío, en donde debían comenzar a existir también otras cosas. Así fue como apareció el silencio, que es el reflejo del vacío, la forma física de la ausencia de casi todo en todo lugar; pero luego del tiempo, el vacío y el silencio, comenzó a existir lo que, por definición, debía existir en todo sitio, y de este modo se originó el Ser y el Lugar, el Ser porque representaba la unidad única, irrepetible pero replicable, y el Lugar, porque permitía que el Ser estuviera.
El Ser está en el Lugar, que ocupa una parte del vacío, y crea la oposición al silencio, mientras transcurre el tiempo.
El tiempo decidió que nada podía ser más eterno que él, de forma que creó la vida, y la envió a ocupar un sitio en cada lugar, y a vivir dentro de cada ser, por lo que desde entonces, cada ser vive en un lugar, hasta que el tiempo decide que ha pasado suficiente, y el silencio viene a reclamar el espacio que fue ocupado.
El tiempo es generoso, el silencio es calmo, la vida es buena. Pero el tiempo nunca olvida quién es, por lo que se opone a que las cosas puedan ser más longevas que él; el silencio no hace daño, no hiere ni lastima, pero siempre está ahí, y escoge un momento para llegar y recuperar, porque jamás pierde nada. La vida es buena, pero no es eterna, porque si existiera una vida eterna, esta vida podría ser enemiga del tiempo, y de ocurrir esto, todo lo que ha sido puesto en el manto del silencio y a través del tiempo, desaparecería por completo. De esta forma, la vida creó a su par, usando un espejo proporcionado por el tiempo, y así fue como surgió la muerte, la hermana de la vida, y ambas dejaron su manto a través de todo, existiendo ambas en el mismo sitio, pero jamás juntas; una de ellas daba, mientras la otra quitaba, y ambas sabían en qué momento hacerlo, guiadas por un lenguaje propio, que nadie más podía escuchar.
Tiempo, silencio, vida, muerte, lugar y ser.
Y el ser comenzó a ser, a vivir dentro de un lugar, mientras tuviera tiempo, y entendió que la vida era un trozo de tiempo que le había sido otorgado, mientras la muerte esperaba su turno, de modo que comprendió que era necesario hacer algo para contrarrestar el silencio, que como un manto oscuro evitaba que cualquier otra cosa pudiese suceder.
Los oídos aprendieron a conocer los sonidos  y los ojos aprendieron a ver las cosas, y todo se unió en el ser, para que estuviera completo. Teniendo ojos para ver el lugar, supo también que tenía oídos para conocer el sonido que era un hermano menor del silencio, un intrépido curioso que causaba estragos en el silencio, pero era aceptado con benevolencia por este porque era parte de la vida; porque el ruido permitía que el ser fuese, y ese era el fin último del tiempo.
El tiempo quería que el ser hiciese ruido, y el silencio lo permitía, porque el ruido obstaculizaba muchas cosas. El ruido callaba las preguntas, hacía retroceder al miedo y a la frustración, por lo que cada ser podía elegir qué y cómo hacer, y ese ruido de sus movimiento se volvió desde entonces parte de su vida, desde un inicio, hasta el final.
Con el pasar del tiempo que era eterno, la muerte hizo un trato con el silencio, que hizo que las cosas se equilibraran de una nueva manera: la muerte vendría precedida por el silencio, mientras que la vida vendría anticipada por el ruido; las hermanas separaron entonces sus caminos para siempre, conviviendo como antes, pero convertidas ya no en dos lados de un mismo espejo, sino en dos opuestos irreconciliables, jamás tan distintas así como jamás tan iguales en sentidos contrapuestos. El ser entonces aprendió a entender el ruido y el silencio, y aprendió a temer al silencio repentino por creerlo partícipe de la muerte próxima, y a advertir también por el exceso de ruido, porque la premonición de la nueva podía al mismo tiempo significar la predicción de la mala. Porque el ser comprendió que, por diferentes que fueran, por silenciosa y oscura una, y ruidosa y luminosa la otra, ambas estaba en medio del juego de equilibrio planteado por el tiempo, que exigía que jamás nadie tuviera demasiado de ninguna de ellas. Así fue como el viento, joven participante del gran juego, esparció la voz de temor y de advertencia entre los distintos seres, y estos crearon en su lugar, y en cada lugar de todos, un equilibrio posible, que alejara el silencio de la muerte y no permitiera la llegada inesperada del sonido de la vida. Existieron entonces las voces, los cantos, y todo se pobló de ruidos que interceptaban el silencio y que regulaban el sonido; un carnaval de tonos y timbres, todos distintos, pero todos controlados de una u otra forma.
El ser creyó que había encontrado una forma de manipular al silencio, y que a través del ruido podría saber de él todo lo que fuera necesario, por lo que podría usarlo a su antojo, y dejar de temerle.
Nada es tan poderoso como el silencio, y lo saben todos. O deberían saberlo. Pero no quieren escuchar, no quieren comprender que no existe forma de escapar ni de controlar algo que, de una forma simple, es lo más grande y poderoso. Desde un comienzo, desde el inicio del tiempo, el silencio ha sido quien ha manejado todo; con su manto invisible, que esconde tras sus pliegues a la oscuridad de la muerte y a la luz de la vida, el silencio es el arma más poderosa de todas, porque no importa cuánto ruido puedas hacer, el silencio se escabulle por algún sitio.
Pero el silencio también podía ser un aliado, y algunos lo entendieron así; porque el silencio podía ser fuerte, y era paciente, es que algunos comprendieron que era un compañero, jamás un subordinado. Aprendieron entonces a usar su informe poder en su beneficio, usando ese manto que nadie podía tocar, a través del ruido; creada la paradoja, los secretos nacieron como un arma poderosa, efectiva y eterna, permitida por el silencio, ya que era una de sus tantas armas para mantenerse siempre vigente, siempre existiendo e influyendo. Desde siempre fue que los seres pensaron que habían manipulado al silencio, pero no entendieron que al crear los secretos, hicieron del silencio algo mucho más poderoso, porque lo empezaron a llevar dentro de ellos. A partir de ese momento, se sobrevino la muerte por sorpresa, y el tiempo y el silencio se congratularon de haber conseguido un triunfo que no por merecer, eles era menos grato tener en su poder. Los secretos se convirtieron en un arma de doble filo, pero como el ser no lo sabía, los esparció por todo lugar, llegando a valorarlos y apreciarlos como armas, e incluso como tesoros.
Los seres pensaban que usaban el ruido, que creaban espacios, que manejaban el silencio, y que podían anticipar la muerte y evitar la vida, pero en su interior llevaban aún el silencio, que al estar en todo lugar y desde el principio del tiempo, llevaba consigo también algo de la esencia de la muerte, el tiempo y la vida, por lo que estos no tuvieron que deambular en busca de cada ser, sino que solo esperar a que ellos terminaran el camino que ya estaba marcado por anticipado.
El secreto del silencio escondido en los secretos de los seres podría haber sido revelado, pero el tiempo fue astuto y le dijo a la muerte que apareciera de forma súbita, y esta encontró una forma nueva de llevar su existencia entre los seres, cortando la vida de algunos de ellos sin avisar, callando el sonido de un  golpe. Así fue también como la vida vio esta ventaja, y aprendió a llegar disimulando su ruido, o detonando de golpe un festival de ellos; ambas entonces volvieron a hermanarse, haciendo juegos macabros en donde al mismo ser visitaban ambas, una para llevar y la otra para dar. Los seres, con el paso de más tiempo, se convencieron de que no podían manipular por completo la vida ni la muerte, y se resignaron a que el tiempo era, al final, enemigo de todos, así como un aliado en quien confiar solo lo necesario, pero jamás lo justo. Y guardaron este  temor en su interior por siempre, por lo que el equilibrio se mantuvo, y se mantiene.”

— ¿Te gustó el cuento? Por el brillo en tus ojos, parece que sí.




Prtóximo capítulo: No esperes más

No vayas a casa: Capítulo 7: No es lo que crees



¿Qué te sucede hombre?

Vicente se llevó la mano a los ojos, y los cerró durante un momento mientras se reía en voz baja.

— ¿De qué te estás riendo?
—De nada, es que el agua está tan buena, estoy tan relajado que siento como si alguien me estuviera invitando a quedarme aquí durante todo el día.

Juan Miguel se rió estruendosamente al tiempo que golpeaba la superficie del agua. Tener la razón se contaba entre las cosas que lo hacían divertirse mucho.

—Te lo dije. Te dije que este lugar te iba a encantar y que después de venir ibas a hacerte cliente habitual ¿vas a solicitar un pase por el día o una membresía anual?
—Vamos, no es eso; eso no quiere, es sólo que… al diablo, puede ser que tengas razón. Después de todo, no he estado tan tranquilo como quisiera ¿qué mal me puede hacer? Por supuesto no es ahora cuando me voy a quedar todo el día, pero supongo que tienes razón cuando me dices que es una buena idea; podría venir una vez a la semana o cada dos. Aunque en realidad se supone que en este momento estoy resolviendo un asunto en la empresa, no creo que pueda hacerlo todos los fines de semana.

Juan Miguel hizo un gesto de desprecio con las manos, como si estuviera eliminando algo imaginario que estorbara en la superficie del agua.

—En ese caso, lo que tienes que hacer es escaparte durante la semana —comentó su amigo— ¿sabes algo? Tienes que tratar de dejar de hacerte problemas por situaciones tan sencillas; apuesto que Iris no te pregunta si te parece bien que vaya o no a arreglarse el cabello o a hacerse algo en las uñas ¿verdad? ¿te has preguntado la cantidad de cosas que las mujeres hacen por sí mismas mientras que nosotros nos vamos a cortar el cabello en 5 minutos y nos afeitamos? No estoy diciendo que te conviertas en uno de esos ridículos modelos de televisión con la piel de muñeca y las cejas perfiladas, sólo hazlo y ya.

Pensándolo bien, en los últimos dos días había experimentado muchos cambios emocionales y por otra parte, si quería continuar con su vida según estas nuevas ideas, no le haría mal un poco de cuidado personal.

—Está bien, tienes razón, encontraré la manera de venir a nadar un rato aunque sea una vez cada dos semanas.
—Me gusta esa actitud, es lo correcto. Ahora me parece que deberíamos dejar de estar quietos aquí ¿no crees?

Sin esperar más se zambulló, lo que Vicente interpretó de inmediato como un desafío; inspiró con fuerza y se sumergió también, pudiendo ver la silueta de su amigo en el agua, impulsándose hasta el fondo de la piscina. Ambos nadaron por el fondo durante varios segundos, realizando una competencia de resistencia en lugar de la de velocidad anterior; en este caso se trataba de cuál de los dos podía llegar más lejos conteniendo la respiración. Para su sorpresa, Juan Miguel se rindió antes que él y regresó a la superficie.
 Vicente en tanto se tomó el lujo de avanzar un par de metros más; estaba empezando a sentir el cansancio, la falta de oxígeno que causaba una especie de presión en la cabeza y hacía más lentos sus movimientos. Con el triunfo en el bolsillo regresó arriba impulsándose con lentitud, hasta que regresó a flote y volvió a respirar. Juan Miguel estaba a cierta distancia, sonriendo pero con un evidente síntoma de agotamiento.

— ¿Qué pasó? Te rendiste muy rápido.
—No alcancé a respirar lo suficiente antes de meterme —replicó el otro con naturalidad—. Me salió el tiro por la culata ¿sabes? que creo que por ahora es suficiente de agua. Acompáñame a la sala del sol.

Nadaron de forma relajada hasta la orilla y se acercaron al panel en donde colgaban las toallas y batas.

—Parece que sólo faltan las camareras en traje de baño.
—Ni lo pienses, esto se convertiría en un burdel para gente con dinero ya hay uno a unas cuantas manzanas de aquí. Además, no es ese el tipo de relajación de la que te hablaba cuando estábamos en el agua.
—Lo sé, es sólo una broma.

Caminaron por un pasillo lateral hasta llegar a una puerta, a cuya izquierda había un tarjetero y un casillero metálico en dónde se podían colocar las tarjetas de forma ordenada.

—En la semana o cuando hay más gente hay un chico aquí vigilando que respetemos las horas; como ahora no hay nadie no está. Tú sólo tomas tu tarjeta y la pones en la hora que te parece más necesaria si está libre, ahora por ejemplo no hay nadie, si te fijas.

Sacó del tarjetero una ficha con su nombre y la puso en la hora correspondiente; la sala que había detrás de la puerta era mucho más grande de lo que parecía: se trataba de un salón cuadrado con paredes que parecían desnudas, pero que al ver de cerca explicaba por sí mismo el concepto de sala de bronceado. Los tubos de rayos ultravioleta se encontraban distribuidos por las murallas y también el techo, detrás de una lámina que probablemente era aleación de vidrio que permitiera que la luz pasara sin que aumentara la temperatura en la superficie; habían grandes taburetes de lo que parecía ser imitación de madera de nogal, mientras que al centro se encontraba un pequeño bar refrigerado acompañado de vasos acrílicos y unas píldoras de colores dispuestas en un recipiente.

—Son hidratantes —dijo Juan Miguel como si adivinara en dónde había ido a parar su mirada— son el reemplazo de un buen trago o de una bebida isotónica, ya sabes que hay personas que les gusta nadar pero odian tomar cualquier cosa que no contenga alcohol. ¿Me acompañas?
—No, creo que esta vez voy a pasar del sol; quiero volver a casa antes que Iris comience a sospechar que mi visita excepcional al trabajo es algo más que eso.
— ¿No le has dicho lo de Joaquín? —preguntó el otro mientras se sentaba secándose el cabello— Sabes que eso no es buena idea ¿verdad?
—No, ella  no sabe, no quiero que sepa la forma en que me enteré de todo esto, digamos que no es la manera más alta santa y preferiría mantenerla al margen, al menos hasta que tenga una total claridad sobre lo que voy a hacer.
— ¿No vas a hablar con él?
— ¿Para qué? —replicó Vicente—, es decir no tendría ningún sentido, todo esto ya está finiquitado.

Tal vez en realidad no lo estuviera; hasta este momento, al menos si dependía de la información que consiguió del ordenador de Sergio, no existía ningún trato concreto, es decir todavía no había un contrato firmado. ¿Sería posible que las cosas cambiaran? De alguna manera había estado torturándose con la posibilidad de que su fuente de trabajo estuviera en riesgo por causa de la situación que se estaba suscitando entre el padre y el hijo; sin embargo ¿Qué pasaría si él pudiese intervenir? Tenía las capacidades y sabía que podía enfrentar un nuevo desafío, así que tal vez no sería malo explorar la posibilidad de hacer algo al respecto. ¿Y si sólo se tratara de hablar con él? Quizás estaba complicándose la vida más de lo necesario, de la misma manera que su amigo acababa de decírselo.

—Te veré de nuevo por aquí.
—Lo más probable es que sí, pero ahora me voy, quiero pasar la tarde en familia y además tengo mucho en qué pensar.
—Ya sabes que estoy aquí si me necesitas.
—Lo sé. Oye ¿quieres que te devuelva esto?
— ¿El bañador? No seas ridículo, es tuyo, tengo tanta ropa que podría vestir a un equipo de fútbol completo.

Después de despedirse de su amigo y vestirse, Vicente salió del club de nado mucho más tranquilo y relajado; el viaje a casa y le pareció bastante rápido, acompañado de la música que ponían en las emisoras de radio. Llegó a la conclusión de que estaba en un punto en que tenía que tomar una decisión: continuar con su trabajo normal como si nada estuviera sucediendo, esperando en silencio el momento en que sucediera lo que sea que fuese a suceder, o por el contrario tomar las riendas de la situación y elegir entre la ocupación que tenía y la posibilidad de empezar un nuevo rumbo laboral. No quería comentarle a su esposa la forma en que había confirmado la participación de Joaquín en todo eso, ya que de alguna manera lo hacía sentirse culpable, como si el hecho de descubrir un acto que en potencia era criticable desde un punto de vista moral, se convirtiera en un punto criticable por el método utilizado; de acuerdo se dijo ¿qué hago?

Estacionó el auto en el aparcadero a la derecha de la construcción y descendió, ocupada su mente aún en estos pensamientos.

“Llámalo por teléfono”

Programó la alarma del auto con el mando a distancia, un poco ido, con la vista perdida en un punto entre el vehículo y la casa ¿por qué esperar hasta el lunes? Decidió no aguardar más y marcó en el móvil el número de Sergio, quien contestó al tercer tono.

—Hola.
—Sergio, soy yo, Vicente; me preguntaba si podíamos hablar sobre un asunto, se trata de trabajo por supuesto.

La voz del otro lado de la conexión, que había saludado con amabilidad y ligereza, hizo una pausa muy breve, casi imperceptible, pero que fue suficiente para que se notara el cambio en el tono.

— ¿Sucedió algo en la empresa?
—No es algo que haya sucedido, sino algo que va a suceder, pero creo que no es correcto hablarlo por teléfono.

Una nueva pausa, esta vez un poco más extensa ¿Estaría analizando la situación, habría supuesto ya que había sido descubierto? Aunque a él mismo le pareció extraño, estaba muy tranquilo en ese momento: se sintió dueño de la situación, como si de alguna manera supiera por anticipado cuál iba a ser la respuesta que escucharía del otro lado de la conexión.

—Tengo una tarde muy ocupada-
— ¿En verdad?
—En este momento estoy almorzando en el restaurant italiano de Plaza las Heras, estaré 20 minutos más aquí.

Estaría hasta las cuatro, y a buena velocidad en auto podía llegar en 10 minutos, tiempo más que suficiente.
Ni siquiera se tomó la molestia de avisar, sólo subió de regreso al auto y emprendió la marcha; poco tiempo después no le costó encontrar la mesa ante la cual estaba sentado Sergio en la terraza: tenía ante el un plato de pasta casi por terminar junto con un vaso de refresco. La expresión de su rostro era seria y determinada, bastante lejos de la continua amabilidad que lo caracterizaba en la empresa; se saludaron con un fuerte apretón de manos, tras lo cual Vicente se sentó en la silla desocupada y se aclaró la garganta.

—No voy a quitarle mucho tiempo. Sólo quiero saber si es que hay una plaza disponible para mí en su nueva empresa.

Aparentemente Sergio ya se esperaba algo como eso, ya que su expresión severa no cambió, ni pareció sorprendido o alterado.

— ¿Cómo fue que te enteraste?

No se lo había dicho a Juan Miguel, pero decidió recurrir a él como culpable del manejo de esa información; al tratarse de un empresario independiente, las posibilidades de que estuviera familiarizado con los sitios de registro y dominio de nuevas empresas era mucho más elevado.

—Un amigo mío es empresario independiente —dijo con total seguridad—, estábamos charlando y me comentaba de uno de sus nuevos emprendimientos cuando me pregunto por qué no le había contado de mi nuevo empleo, y como le dije que no sabía de lo que estaba hablando me mostró el registro de la nueva empresa: su nombre y el de su padre es conocido, así que él pensó que se trataba de la misma persona con la que yo había trabajado durante tantos años. Revisé por mí mismo el registro en línea y comprobé que esta nueva empresa es un proyecto suyo.
—Y quieres trabajar conmigo.
—No veo por qué no, quiero decir, es evidente que usted tiene ideas nuevas y un proyecto ambicioso, así que me dije ¿por qué no? Tal vez en este nuevo proyecto usted puede necesitar a alguien joven, con fuerza y carácter.

Durante un momento pensó que el otro iba a hacer algún tipo de recriminación, un juicio de valor o alguna frase conocida como “piensas traicionar a mi padre” sin embargo mientras su actitud continuaba siendo serena y controlada, su voz  expresó algo que Vicente no esperaba escuchar de inmediato.

—Entonces es eso ¿Y no piensas que puede ser arriesgado dejar de tu trabajo de tanto tiempo por un proyecto que apenas está comenzando?
—Pienso que esa pregunta usted ya se la hizo. Siendo honestos no creo que haya invertido dinero y esfuerzo sin tener la seguridad de que el proyecto va a funcionar; si quiere tener una empresa de este rubro que pueda funcionar de una forma correcta y resultando más eficiente que la que ya existe, necesita tener a la mejor gente con usted. Conozco los métodos de despacho, el comportamiento de los clientes y soy eficiente a la hora de tomar decisiones, si tiene a alguien mejor que yo y con más experiencia sólo dígamelo, hemos tenido una buena relación laboral durante más de 10 años, podemos mantener la cordialidad trabajando en sitios separados o ser colaboradores en una empresa con horizontes muy ambiciosos.

Fue extraño porque no había pensado en nada de lo que dijo durante el viaje, sólo se concentró en conducir bien y seguía tan tranquilo como al momento de llamarlo; todo eso era una situación sorpresiva provocada por él mismo, pero ante la cual se comportaba como si se tratara de un plan previamente trazado.

—Una vez que esta empresa comience a funcionar —dijo el otro hombre sin inflexión en la voz—, ya no habrá vuelta atrás, y esta ciudad no es tan grande en realidad, así que no podrían existir…

Vicente levantó las manos para evitar que siguiera hablando; algo le dijo que era mejor dejar el ciertos temas en silencio. Si Sergio estaba a punto de cortar toda relación con su padre de poco serviría entrar en el asunto como si se tratara de una terapia de familia.

—No es necesario que hablemos de cosas que no tienen que ver con el trabajo —sentenció con tranquilidad—, cuando uno comienza un proyecto el anterior ya está terminado, no hay necesidad de continuar preocupándose por eso, así que qué tal si nos concentramos en esto ¿Necesita mi ayuda?
—Es evidente que eres el mejor en este campo, aunque reconozco que me sorprende un poco tu decisión, no pareces el tipo de hombre que deja la seguridad con mucha facilidad.
—Eso es porque tal vez antes no se había presentado la oportunidad.
—Este lunes a primera hora —dijo Sergio pasando a otro tema—, voy a recibir una serie de contratos de parte de mi abogado; si firmas cualquier documento no habrá vuelta atrás.
—Ya le dije que…
—No estoy hablando de ti sino de las personas que trabajan alrededor tuyo; si dices que esto es sólo un asunto laboral, entonces espero que no haya algún tipo de problema sentimental de por medio.
—Le aseguro que no lo habrá.
—Puedo enviarte esta tarde un borrador de un contrato.
—Eso sería fantástico.

Cuando llegó por segunda vez a la casa se encontró con Benjamín jugando en el patio trasero mientras Iris leía, sentada en la mecedora colgante.

—Hola hijo.
—Hola.

Estaba jugando con unos bloques de plástico que le había regalado 2 años atrás. A diferencia de los que él mismo había tenido cuando niño, éstos tenían imanes por dentro, lo que permitía armar estructuras que desafiaban a la gravedad, aunque el grado de dificultad estaba dado por encontrar en cada pieza el polo positivo y el negativo; fue extraño porque cuando se lo regaló, el pequeño no le prestó la menor atención, hasta que dos años más tarde lo encontró en una de sus cajas y se convirtió en un pasatiempo habitual: cada tanto se ponía a jugar con ellos, y resultaba muy interesante ver el nivel de concentración que utilizaba en ello, ignorando por completo a sus padres incluso.

— ¿Cómo te fue —dijo ella con aire distraído mientras dejaba un momento a un lado el libro—, tenías mucho trabajo pendiente?
—Casi nada —dijo él después de darle un beso en los labios—, habría llegado antes pero me tomé un rato para hacer otra cosa: fui a nadar con Juan Miguel.

Iris hizo un asentimiento mientras esbozaba una sonrisa: siempre le había agradado él.

—Vaya, no sabía que tenías ese plan.
—Yo tampoco, se me ocurrió en el momento. En realidad lo llamé para que nos tomáramos un café y me dijo que lo acompañara a nadar, así que me pareció buena idea. Está yendo al club de nado de Fernanda Moreno.
—Como siempre tiene buen gusto —repuso ella—. Ese club está muy bien cotizado, tengo una amiga que va bastante seguido y dice que es un lujo.
—Deberías ir comentó él de forma liviana—, a lo mejor no soy el más entendido en el asunto, pero me da la sensación de que está muy bien construido, es espacioso y muy moderno. ¿Qué estás leyendo?
—Las llaves de la calle de Ruth Rendell; nada más lo estoy comenzando, pero me encanta la forma en que esta autora describe los escenarios. Es como si yo fuera a dedicarme a la literatura después del trabajo que tengo, y estuviera aplicando mis conocimientos.
—Entonces debes amarla —dijo él.

Se sentía tranquilo y relajado después del nado, y mucho más calmado después de su fugaz reunión con Sergio: quería contarle a Iris pero decidió que lo mejor era esperar hasta que las cosas se concretaran.
Finalmente cuando pasó el fin de semana y la jornada del lunes pudo sentirse más tranquilo y llegar a casa con una nueva buena; no obstante tuvo que esperar hasta que Benjamín estuviera durmiendo y ambos ya se encontraran en el cuarto.

—Amor, hay algo que tengo que decirte —comenzó sin rodeos—, voy a tener un nuevo trabajo en un par de semanas más: comenzaré a trabajar en la nueva empresa de Sergio.

Iris estaba sentada en su lado de la cama y al escuchar estas palabras se quedó muy quieta, mirándolo con una expresión que por momentos fue indescifrable; a lo largo de tan sólo un segundo pudo ver en su rostro sorpresa, curiosidad, extrañeza y un asomo de incredulidad. Por suerte en ningún momento vivo enfado o enojo. No todavía.

—No entiendo.
—Mira, para ser sincero no conozco los detalles porque él no los ha querido comentar, todo lo que sé es que él pretende y de hecho ya tiene casi listo el funcionamiento de una nueva empresa de importación y distribución de suministros para la pequeña y mediana industria, y desde luego necesita a alguien que se encargue de gestionar los despachos y soy el más indicado para eso, así que ya tengo el contrato en mis manos y sólo es cuestión de tiempo para que comencemos a trabajar.

Durante un momento la mirada de Iris se perdió, como si entre lo que estaba escuchando hubiese surgido un tema que distrajera su atención.

— ¿Cuándo fue que ya cerraste este trato con él? No me lo habías dicho.
—No te lo dije porque no sabía que él iba a llamarme —replicó él. Seguía manteniéndose firme en su decisión de no mencionar la forma exacta en la que había accedido a la información, aunque por suerte existían otros datos de los cuales tomarse para que no se notara—. Todo esto fue muy sorpresivo para mí ¿Recuerdas cuando te dije que había descubierto por accidente todo este asunto de la nueva empresa? Pues nada, sólo me quedé esperando a ver qué era lo que sucedía, decidí que no tenía sentido ponerme nervioso por causa de algo que obviamente no podía controlar. El sábado cuando volví de haber ido a nadar con Juan Miguel hablamos por teléfono, tuvimos una reunión muy rápido, por eso fue que vine y salí de inmediato; desde luego él necesita a una persona muy capacitada para comenzar en este negocio y es por eso que…
—Vicente no estoy hablando de eso —replicó ella como si fuera obvio—, cuando me comentaste lo que habías descubierto por accidente en su oficina, me imaginé que existía la posibilidad de que en algún momento él te contactara para tratar de contratarte, lo que no entiendo es por qué, es decir cómo es que firmaste un contrato así, con tanta facilidad.

Aunque a primera vista pudiese parecerlo, no se trataba de una crítica o un reclamo por no haberle dicho acerca de ese asunto; lo que en realidad le estaba diciendo era que no tenía mucho sentido dejar a una empresa en la que llevaba doce años trabajando de un momento a otro. Por suerte estaba preparado para eso y ya tenía claro su argumento.

—En el momento no fue fácil —explicó con calma—, pero el contrato que tengo es exactamente lo que quería, y va a funcionar de forma espléndida.
— ¿Por qué es tan bueno?
—Sergio me ofrece un 50% más del salario que estoy ganando en este momento, con un trabajo que es de lunes a viernes sin excepción y además con un contrato por un año para comenzar; y lo que es lo mejor de todo, una cláusula que me protege ante eventualidades, por lo que incluso si este proyecto fracasa tengo un respaldo legal durante todo ese tiempo ¿Te das cuenta de lo que eso significa?

La expresión de Iris se había vuelto indeciso indescifrable.

—Sí, que vas a ganar más dinero.
—No amor, no es eso; es decir por supuesto que se trata de un aumento de sueldo, pero lo más importante es que esta es una oportunidad para nosotros.
— ¿A qué te refieres?
—Sólo Piénsalo —dijo él con más entusiasmo—, teniendo un salario un 50% más elevado y asegurado durante un año, para empezar tenemos la posibilidad de hacer cosas que tenemos en mente hace mucho tiempo.
—No estoy muy segura de que sea momento para hacer proyectos cuando acabas de comenzar en un trabajo.
—Este es el momento perfecto para hacerlo —mientras hablaba, el entusiasmo que se generaba en su interior comenzó a aflorar, y comprendió que no se trataba sólo de un asunto laboral; había mucho más en juego—. Escucha, considerando el salario que voy a tener a partir de ahora puedes dejar tu trabajo, piensa lo que sería eso. Podrías poner en práctica ese negocio que has estado pensando hace tanto tiempo, el área de compra y venta de propiedades es definitivamente lo tuyo y desde hace mucho has dicho que te gustaría iniciar un proyecto propio, dedicarte a estas mismas transacciones llevando tu propio negocio trabajando con particulares ¿No has pensado que la llamada de esa mujer puede ser una especie de señal, algo que te diga que ya es el momento de confiar en ti, de no postergar, de aprovechar la oportunidad? Teniendo una entrada de dinero mayor puedes dedicarte a eso sin presiones, y además sabes que significa que si yo dispongo de los fines de semana y las tardes de forma fija puedes atender tus proyectos de forma más confiada, incluso descansar en la medida de que lo necesites.

El rostro de Iris hasta ese momento serio había ido cambiando a una expresión mucho más amable; no alcanzaba a esbozar una sonrisa pero estaba más cerca de hacerlo, lo que significaba que su entusiasmo y honestidad a la hora de explicarle cuáles eran sus motivaciones estaba surtiendo efecto.

— ¿De verdad crees que es el momento indicado para hacer eso?
—Amor, es el momento perfecto; sólo me gustaría que pudieras ver esto de la misma manera en que lo estoy viendo yo. Tenías razón cuando me dijiste que estaba sometido a algún tipo de estrés, y de alguna manera no lo supe ver, pero ahora quiero, es decir necesito que hagamos esto, que hagas esto, siento que esta es la oportunidad de comenzar desde cero, al menos en algunos puntos.

En el fondo quería decirle que de verdad había abandonado esa costumbre de buscar sexo en otra parte como si se tratara de un juego, y que quería que ella también lo hiciera, es decir que volcaran sus intereses sexuales al mismo punto en donde estaban los intereses sentimentales; pero sabía que, al no ser esto posible, tenía que apelar a todo lo demás. Y en verdad quería que eso funcionara, pretendía poner todo de su parte no solo para que el nuevo empleo saliera adelante, sino para que cualquier fisura que en el pasado pudiese haber amenazado su relación, desapareciera para siempre.

—Lo que estás diciendo es muy lindo de tu parte, no sé qué decir.
—Dime que me apoyas; di que te apoyas a ti misma, que vas a darte los ánimos de salir de tu trabajo. Podemos hacer esto, puedo hacerme más cargo que ahora de los asuntos de la casa y de Benjamín, y tú puedes iniciar ese negocio personal con tranquilidad, porque estaremos respaldados; podemos hacerlo juntos, yo quiero que tú lo hagas, necesito que esta familia, y lo que hay entre nosotros, sea mucho más.

Iris no respondió por un momento, pero sonrió; estaba hecho, había sembrado en ella la intriga, el interés por saber si de verdad eso podía hacerse realidad. Se acercó y le dio un beso, el que ella respondió con una suavidad y ternura imposible de creer, como si en ese suave roce de sus labios estuviera agradeciendo la forma desinteresada de comprometerse con ella. Sintió que la abrupta decisión de intervenir en los planes del hijo del dueño de su futuro ex trabajo, era el principio de algo muy importante, y bueno.



Próximo capítulo: Sube