Por ti, eternamente Capítulo 21: Condena y sangre




Cuando despertó, Víctor no recordaba nada, pero tampoco tenía la más mínima noción del lugar en donde se encontraba, o siquiera si estaba despierto o aún dormido.

A su alrededor solo había murmullos ininteligibles.

Sintió que algo lo abrumaba, y así fue como, con el pasar de los minutos, fue un poco más consciente, aunque aún estaba en un limbo entre la conciencia y la inconciencia.
Se sentía como bajo el agua, con los oídos tapados, la nariz obstruida, y los ojos aún cerrados; ¿qué había pasado, por qué sentía todas esas extrañas sensaciones? ¿acaso estaba teniendo una pesadilla? Su mente no funcionaba correctamente y de algún modo lo sabía, pero a la vez, esa misma sensación lo mantenía atrapado, ahogado, inmovilizado, inútil.

Entonces abrió los ojos.

Fue muy lentamente, luchando desde algún rincón de su ser con esa extraña somnolencia, que consiguió levantar los párpados, tratando de enfocar la vista en algo, de dejar el mundo de sombras y volver a la luz del día o a la oscuridad de la noche, donde fuera que estuviese. Lo primero que pudo ver fue una neblina, una cortina borrosa enfrente, que fue disipándose con lentitud, para luego dar paso a un panorama que no podía entender, pero que de alguna manera se le antojaba críptico y tortuoso; todo era contrastes, de sombras delante de luces, danzando sin sentido, sombras alargadas, como líneas algunas, otras como humanoides con muchos brazos y piernas, sin rostro, solo observando a lo lejos o a una distancia indeterminada, moviéndose a ese raro ritmo, mientras la luz, semi oculta tras ellos se mostraba tímida, con destellos que resultaban igual de inquietantes. Luego apareció el sonido, como si sus oídos hubieran recuperado la capacidad así nada más, de golpe, siendo invadidos por ese murmullo que creyó estaba ocurriendo solo en sus sueños; otra grotesca situación, un ingrediente más para la danza, como si de algún modo ambas cosas estuvieran conectadas, las informes formas moviéndose al ritmo inconstante de los murmullos, o los murmullos saliendo de ellas ¿qué era lo que estaba pasando?

—Mmppf...

Trató de murmurar algo, de abrir la boca siquiera, pero solo consiguió emitir un sonido ahogado y extraño, casi tanto como los murmullos que escuchaba. Solo entonces, al hacer el esfuerzo de hablar, algo se activó en su cerebro, y comenzó a procesar la información que a oleadas llegaba visual y auditivamente; poco a poco lo que veía comenzó a tener algún sentido, pero a pesar de saberlo, no podía identificarlo, el sopor que lo apresaba todavía ejercía el influjo sobre su ser, mas no se detuvo, siguió, casi inconsciente, tratando de identificar algo, de mover los ojos en derredor, y de hacer algo, lo que fuera.

Y en ese momento el tacto volvió a su ser, despertando de esa somnolencia que lo había atrapado hasta entonces, y despertándolo también a él, pero recuperar ese sentido fue lo peor desde que abriera los ojos, porque el dolor hizo que su mente recordara también todo lo que había ocurrido hasta entonces. Las imágenes se agolparon violentamente en su mente, pasando frente a sus ojos, vívidas, acompañadas de los sonidos que también lo golpeaban; recordó su miedo, las amenazas, el llanto de Ariel, su huida, los gritos de Armendáriz, y esos policías con sus armas, y no solo eso, también recordó el enfrentamiento, el disparo, la voz de Magdalena antes de morir, y su miedo, todo su miedo.

—Ahggg...

Solo pudo balbucear un quejido, aunque no representaba en lo más mínimo lo que estaba sintiendo; el dolor parecía expandirse a cada momento que se hacía más consciente de lo que pasaba, recorriendo su cuerpo y golpeando sus sentidos, directamente desde el interior. De a poco comprendió que era en realidad lo que estaba viendo, aun entre nieblas, y descubrió que las sombras que de movían de esa manera irreal no eran más que ramas, ramas y hojas que se mecían entre el murmullo de la niebla, mudos testigos de lo que estaba sufriendo.

Había caído mientras trataba de escapar de la policía, pero al ser inesperada, la caída también se convirtió en una trampa casi mortal; en esos momentos, Víctor estaba tendido, inmóvil, sobre un cruel colchón de ramas y espinas, el que sin embargo le había salvado la vida. El descenso fue veloz e inevitable, pero en determinado punto la espesura de las ramas frenó el avance, haciéndolo chocar con una serie de ramas, hasta que de manera providencial terminara chocando de espalda contra un firme entramado natural de ramas, lo suficientemente añoso e inexplorado como para resistir el peso del hombre y la fuerza de la caída. Y Víctor había quedado ahí, inconsciente, tendido con la espalda atascada, acuchillada por decenas de ramas y espinas, las que durante los últimos minutos le habían arrancado hilos de sangre, que corrían hacia la vegetación como prueba de su dolor; de alguna manera había logrado sobrevivir, pero en esos momentos las espinas que lo salvaran eran también una nueva amenaza para su ser. Hacia el lado izquierdo solo veía sombras, hacia el derecho, árboles y luces a medias; entonces algo más se abrió paso entre el dolor y el golpe emocional que estaba sufriendo, algo que remeció no solo sus oídos, sino también su alma, hasta lo más profundo, y eso fue el llanto de Ariel.

—Aahh...

Intentó murmurar su nombre, pero el dolor aún se lo impedía. Pero estaba ahí, estaba llorando, tenía miedo, y como las veces anteriores, necesitaba de él; sin embargo parecía no tener fuerzas ¿cómo iba a ocuparse de él si no podía moverse, si sentía que la fuerza era reemplazada por dolor?

—Ariel...

Apenas susurró su nombre, haciendo un esfuerzo nuevamente. Pero no sabía en dónde estaba, tenía que moverse, tenía que encontrarlo, de la manera que fuese. Haciendo acopio de fuerza, Víctor luchó contra el dolor, y obligó a su cuerpo a moverse, moviendo con ello la cabeza, y en ese instante fue que sintió como se le volcaba dentro del pecho el corazón; Ariel estaba ahí, sobre su pecho, sostenido bajo el brazo derecho, milagrosamente intacto, apoyado contra él, completamente indemne, lejos de las heridas que poblaban el cuerpo del hombre, recostado, llorando por el miedo que de seguro lo había embargado durante los últimos minutos. Su llanto era constante, pero también ahogado, seguramente porque la angustia lo había debilitado muchísimo mientras él seguía inconsciente; verlo fue un bálsamo para sus heridas, un calmante que alivió, al menos de manera pasajera, la tortura que estaba sufriendo, pero si recordar todo lo pasado había sido un golpe y descubrir en donde exactamente se encontraba acentuado su sufrimiento, tener conciencia del milagro que estaba en su diestra, sujeto contra su pecho, consiguió atormentarlo aún más, sin embargo de lo cual sabía que algo se anteponía a cualquier otra cosa.

—Tranquilo...

Su susurro no iba a ser suficiente, pero tenía que continuar, y al menos intentarlo una vez más. Dejó caer la cabeza hacia atrás, para concentrarse en hablar, aunque la sangre en el paladar seguía sintiéndose rara y ajena.

—Tranquilo Ariel...

Volvió a repetirlo un par de veces más, y extrañamente el llanto del bebé comenzó a ceder, alertado por una voz conocida que se esforzaba por transmitirle calma. Al cabo de unos momentos el llanto cedió.

—Ariel...

Estaba atrapado, en el fin de todo, en un estado en que no solo tenía heridas físicas, sino que también mentales, las que parecían haberse llevado su fuerza por completo.

—Parece que esto fue una mala idea desde el principio —murmuró en voz baja—, Ariel...perdóname, no pude cumplir la promesa que le hice a tu madre, a Magdalena...le prometí que iba a cuidarte y a mantenerte a salvo de su familia y de quien quisiera hacerte daño, pero ahora siento que no tengo fuerzas...la policía va a llegar en cualquier momento, a ti te llevarán con la familia De la Torre y yo...no sé qué es lo que me va a pasar...

Se quedó sin palabras, sin llegar a comprender la magnitud de lo que estaba ocurriendo, pero sintiendo en su interior el dolor de las heridas, casi tanto como la frustración del fracaso en el que estaba sumido.
Pero cuando toda esperanza parecía abandonarlo por completo, ocurrió algo totalmente inesperado; el pequeño Ariel alargó una de sus pequeñas manos, y se acercó más a él, lo suficiente para rozarle la mejilla, y dejar sobre la piel su piel mientras lo miraba con esa inexplicable intensidad.

—Ariel...

Lo miraba igual que desde el primer momento, con fijación, casi como queriendo explorar sus sentimientos a la vez que con su manito le tocaba la cara; qué confianza, qué incorruptible sentimiento dedicado a quien lo mantenía consigo, nada de eso podía ser casual.

—Ariel... ¿por qué sigues confiando en mí?

No hubo respuesta, pero la mirada del pequeño seguía ahí, entregándole la misma seguridad de antes, fija en sus ojos como si nada hubiera cambiado.

—Tengo...tengo que...

Algo en su interior le dijo que debía seguir, que aún no era el momento de rendirse, de modo que el hombre volvió a moverse y le pidió a su cuerpo un nuevo esfuerzo, para salir del colchón de hojas y espinas que hasta ese momento lo había mantenido atrapado.

—Tengo que...

Casi no podía hablar. En un principio las espinas y ramas ofrecieron resistencia, y el dolor aumentó al tratar de quitarse de esa superficie, pero no se detuvo, rogando que funcionara y pudiera moverse. Después de unos momentos de intentarlo consiguió tener la energía suficiente, y se arrancó a si mismo del lugar en donde estaba, cayendo semi sentado en el suelo. Respiró lo más intensamente que pudo, tratando de absorber algo de aire puro, o lo que fuera que pudiera animarle, mientras mantenía en los brazos al pequeño niño.

— ¿Que dices? —murmuró en voz baja— ¿crees que deberíamos seguir avanzando?

Volvió a mirarlo a los ojos, y se encontró otra vez con la fija mirada del bebé, diciéndole sin palabras que todo estaba bien, o al menos lo estaría mientras estuvieran juntos. Así fue como Víctor tuvo la fuerza para volver a ponerse de pie, y volvió a caminar.



Próximo capítulo: Las esperanzas se pierden.

Proyectos y actualizaciones del nuevo ciclo


Este blog, después de tantas publicaciones y vicisitudes, está a punto de cumplir seis años, y aunque no soy de celebrar ni hacer aspavientos, quiero aprovechar de renovar y comentar algunas cosas.

En primer lugar, un refresco a la imagen del blog, conservando su aspecto sencillo y amable a la vista para que quienes visiten puedan leer con tranquilidad y la mejor experiencia posible. A esto se añade un buscador mejorado de entradas y enlaces actualizados, pero no es todo: He decidido que los libros completos van a estar ubicados en una lista en una página aparte, de modo que quien quiera leerlos nuevamente, o todos de una vez, sólo tenga que pulsar un enlace, y seleccionar de la novela correspondiente el episodio que quiera ver, sin estar interrumpido por otras publicaciones.

Este blog ha visto un total de cinco novelas completas y ya terminadas, de las cuales dos están revisadas y corregidas, y las otras tres están en proceso, a la espera de que este autor esté en condiciones de entregarles un material de la mejor calidad posible. Mi idea es que, llegado el momento, no haya nada que corregir al momento de publicar, y lucho por ello.
La traición de Adán, Maldita secundaria, Por ti, eternamente, La última herida y La otra matrix han sido publicados a lo largo de estos cinco años, pero quiero avisar que desde aquí, la carrera se vuelve mucho más frenética y más explosiva. Por un lado, entro de lleno en el universo de los fanfic con La otra matrix, siguiendo en esa senda con Broken spark que se encuentra en un comienzo ¿Anuncios? Claro que sí.

Este año continúo con las republicaciones corregidas, por lo que termino Por ti, eternamente, y de inmediato sigo con La última herida, que irá en formato de dos episodios por semana ¿Por qué? Porque este año viene el fanfic ambientado en el universo DC No traiciones a las hienas, mi primera novela de terror No vayas a casa, mi primer libro de cuentos Cuentos para después, y un nuevo thriller Distancia incorrecta. Y es posible que comience a publicar otro proyecto, pero aún no está confirmado.
Al tener en mente tantas publicaciones, La última herida irá en doble por semana para concretar su corrección lo más pronto posible, y los restantes proyectos se dividirán en domingo, lunes, miércoles y viernes, al menos según el programa. Además comienzo una nueva sección de curiosidades y datos acerca de los libros que he escrito, para amenizar la lectura y, que a través de ello ustedes conozcan un poco más de mi y del universo en donde la novela fue creada.

Sé que me leen, los admiro y los quiero, este trabajo es por ustedes, mil millones de gracias.