La traición de Adán capítulo 30: Deseo en ausencia




–Está muerto.
–Lo sé, acaban de informarme.
– ¿Entonces es todo? Ayer murió Cisternas, esta tarde murió Samuel, quiere decir que todo terminó.
–Siempre tendremos que ser precavidos, pero el peligro más inmediato está eliminado. Salimos librados de esto.
–Es insólito. Pero está bien.
–Sí.

Eva y Adán estaban en uno de los restaurantes del Boulevard, ante una larga mesa, esperando a que comenzaran a llegar los invitados. La noticia había llegado en ese momento a oídos de ambos, así que rompiendo el trato, habían tenido que hablar, en voz baja y asegurándose de que no los oían. Los detalles los hablarían luego, pero de momento, tenían al menos la tranquilidad de que la amenaza inmediata de ser delatados o acusados se había extinguido. Precisamente en esos momentos Bernarda apareció vestida de rojo oscuro y completamente dichosa.

–Sabía que ustedes serían los primeros en llegar. Esta reunión con el equipo de trabajo es muy importante para dar energías a todos, ya tenemos una semana de trabajo y además tengo una noticia. Estamos cerca de la hora, seguro empiezan a llegar los ejecutivos.

Adán sabía que ese almuerzo era importante para estrechar puntos de vista y ganar tiempo, ya que llevaban avance en los tiempos y él personalmente creía que era lo más recomendable terminar cuanto antes el Hotel.

–Supongo que Luna también vendrá.
–No, ella está de viaje, le encargué algunas cosas –comentó Bernarda sonriendo enigmáticamente– y la extrañan, todos lo hacen, pero es entendible, yo también la echo de menos. Ahí llegan mis ejecutivos.

En pocos minutos llegaron a la mesa los gerentes y encargados de las distintas áreas, completando una treintena de personas, en una mesa encabezada por Bernarda y flanqueada por Eva y Adán. Durante el aperitivo, uno de los ingenieros dio una importante noticia.

–Debido al éxito de Boulevard y a las grandes expectativas que se están generando con Hotel, la constructora Del Mar está invitada al salón de la innovación y construcción que será inaugurado dentro de un mes, el 17 de Marzo en Espacio Infinito. En ese salón expondrán sus proyectos las compañías más importantes del continente.

Bernarda estaba muy complacida.

–Esta será una oportunidad de oro, tanto para la constructora como para nosotros, ya que por un lado podremos hacer tratos o acuerdos con marcas de diferentes países sin tener que ir por ellos, y además a ustedes les lloverán ofertas si muestran que son realmente los mejores, como espero que lo sean. Ahora que ya tenemos ese anuncio quiero que alguien me diga que es lo que vamos a exponer.

Intervino un ejecutivo.

–En materia de construcción pesada, contamos con la tecnología anti incendios y las innovaciones en aleaciones perdurables; en materia de estructuras y acabados, podemos contar con las más modernas estructuras y los terminados artesanales exclusivos. También hemos pensado en un apartado a la difusión del éxito de Boulevard, más que como negocio, como una nueva forma de acercar a la población a los placeres de la vida y de fomentar la amistad y la familia.
–Es perfecto, me encanta –Bernarda alzó su copa– este evento es lo que estaba esperando para mostrarle al mundo el grandioso equipo que tengo; ahora brindemos.

Poco después Bernarda, Eva y Adán estaban en la oficina de la primera.

–Se estarán preguntando porque no les informé de todo el asunto del Salón de la innovación.
–En realidad es un poco extraño.
–Tiene todo el sentido si lo miran desde mi óptica. Esto es sencillo, me interesa que mi Constructora sea exhibida, me conviene que mis ejecutivos sean reconocidos, pero no necesito que ustedes dos se vayan por el momento, así que por eso no están incluidos; de hecho no estarán presentes en ese Salón.

Los dos guardaron silencio un instante; cada uno sabía lo que estaba pensando el otro sin necesidad de mirarse.

–Creo que es halagador –comentó Eva livianamente– pero entiendo tu punto; ahora que si vamos a lo del Salón en particular, no vi ninguna idea especial.
–Eso me da lo mismo, me basta con que estemos ahí y tengamos la publicidad necesaria, para algo espectacular tenemos el hotel, además que de todos modos tengo pensado algo que sea bien notorio.
–Bernarda, hasta ahora solo sacamos cuentas alegres, supongo que estás contenta.
–Contenta si, satisfecha no, quiero ver terminado ese hotel lo más pronto posible, no veo la hora de que pasen esos ocho meses.

Adán sonrió.

–Tranquila. De pronto notarás que ya pasó el tiempo sin haberlo sentido.
–Eso espero.

Esa noche Adán estaba duchándose en su departamento cuando recibió una llamada. Un número desconocido.

–Hola.
–Hola Adán.

Era Luna.

–Que sorpresa, Bernarda me dijo que estabas de viaje.
–Si –replicó la sensual voz del otro lado de la línea– pero volveré pronto. Llamaba para preguntarte por el Salón de la innovación, supongo que Bernarda ya les habló de eso.

Adán sintió que se le subía la temperatura del cuerpo a pesar de haber estado bajo el agua fría.

–Sí, nos lo dijo hoy.
–Es tan raro. Me envió la información, pero al parecer no estoy incluida; acabo de llamarla pero tiene el teléfono apagado.
–Eso es porque no quiere que estés presente –se aventuró a decir– lo mismo pasó conmigo, dijo que no quiere exponer a los mejores a que alguna multinacional quiera llevárselos.
–Al menos eso habla bien de nosotros.

Se había creado una formula cómplice entre ambos aún con solo unos momentos de charla; Adán había omitido a Eva sin cuestionárselo, y Luna sonaba tan natural y melódica como siempre.

–Es verdad, nos tiene bien considerados.
–Así que tendremos que olvidarnos de los viajes por los continentes, aunque de todos modos podríamos hacerlo, en otro momento.
–Por supuesto siempre hay posibilidades.

Luna hizo una breve pausa, un suave suspiro que bien podía ser solo su respiración.

–Entonces eso es todo. Perdona por llamarte a esta hora.
–No te preocupes, no estaba durmiendo aún.
–Que bien. Nos vemos a mi regreso Adán.
–Nos vemos.

Luna cortó, y el hombre se quedó un momento inmóvil, mirando en la semi oscuridad su reflejo en el espejo que lo mostraba tal cual era, y por un instante la vio, a esa mujer misteriosa y atrayente, de pie junto a él, a un milímetro de tocarlo, mirándolo fijo con esos ojos negros que bien transmitían sus sentimientos, o simplemente no decían nada; unos segundos después la imagen en su mente se esfumó. Desde luego que había considerado el atractivo de Luna, pero una llamada como esa, y escuchar su voz, lo habían hecho imaginar todo tipo de cosas placenteras. Era tarde, así que no le dio más vueltas al asunto y decidió irse a dormir.

– ¿Lo llamaste?
–Sí, y todo funcionó como esperaba.

Luna y Bernarda estaban en el departamento de esta última esa noche, pero la jornada estaba aún lejos de finalizar para ellas.

–Luna, es muy importante que no cometas errores.
–Tranquilízate, no es primera vez que seduzco a un hombre.

Las dos rieron.

–Lo sé, pero este no es un hombre común; es demasiado bello, capaz e inteligente para ser común, además es intuitivo, no quiero que te descubra.
– ¿Por qué tanta urgencia de la noche a la mañana?
–Porque descubrí que él y Eva son amantes en secreto.

Luna meditó un momento las palabras antes de hablar. Pero qué gran papel habían representado los dos, actuando como si solo fueran ejecutivos en el mismo proyecto. Bernarda nunca lo había sospechado, lograron engañarla.

–Reconozco que me sorprendes, pero tampoco es tan importante.

Bernarda negó con la cabeza.

–Tanto Adán como Eva son personas poco comunes y eso lo sabes tan bien como yo; ya desde un principio tomé la precaución de darles poder pero no demasiado, pero si están juntos, ten por seguro que traman algo, seguro que quieren más de lo que les ofrezco.

La joven se revolvió el cabello. Por un lado tenía sentido, por otro sonaba improbable que ella lograra hacer demasiado al respecto; incluso con todo su dinero y astucia, Bernarda desconocía algo muy importante en las personas, y eso era la capacidad de llegar a hacer lo impensable guiándose por todo tipo de instintos más allá de la razón.

–No lo sé, supongo que tienes razón; de cualquier manera asumo que seguimos con lo mismo, aún no voy a dar un paso definitivo.
–Aún no. Pero quiero que cuando sea necesario, incluso nuestro precioso Adán esté en nuestras manos.

Eva estaba en su habitación sin poder dormir aún; en un momento había pensado en alquilar un departamento, pero los últimos hechos la habían convencido de permanecer allí, le otorgaba más seguridad y anonimato.
¿Por qué le molestaba la imagen de Adán preguntando por Luna? Resultaba increíble que en su relación pudieran haber celos ya que lo que sentían el uno por el otro era mucho más que simple amor, entonces, ¿qué sucedía? No era la belleza de Luna, tampoco que como mujer notara claramente que la morena deseaba a Adán, eso no era difícil de entender, era algo más. Le resultaba un poco difícil reconocerlo, pero en el fondo, sabía que la razón de inquietud no estaba en esa mujer, ni en ella misma. La razón de su preocupación era el mismo Adán, y lo tenía muy claro aunque fuera doloroso reconocerlo. Sabía que él la había mirado con otros ojos, que Luna tenía en su mente un lugar más grande que el que tienen las fantasías, lo que significaba que en ella había algo que encontrar, algo más allá del sexo.
Nada.
Eso era, en cierta forma, lo que Adán había visto en esa exótica mujer. Donde todos los hombres buscarían pasión salvaje, el buscaría un espacio vacío, un cuerpo, un juego de sensaciones que no significaran nada, ni para ella ni para él, lo opuesto a lo que tenía ahora, que era todo significados absolutos y respuestas concretas. En cierto modo la propia Eva también necesitaba algo así, una válvula de escape, algo que fuese intrascendente para recordar que no todo es de vital importancia, y para olvidar quizás, en lo que ambos se estaban convirtiendo.

Al mediodía del día 20 de Febrero, Pilar estaba en el restaurante junto a unos trabajadores; últimamente se sentía a ratos incómoda ahí, desde que por su mente había pasado la imagen de algún peligro oculto. Los expertos no habían detectado anomalías, lo que quería decir que todo estaba en regla con la construcción de su restaurante, pero con ese resultado no había conseguido un ápice de calma, como si la amenaza de Bernarda Solar siguiera ahí, incluso más presente que antes. En esos momentos estaban cambiando unas lámparas muy altas, de hierro forjado, de más de dos metros y medio de altura, de un lugar a otro de la instalación, aprovechando que el local estaba vacío por esos momentos.
Y en ese momento a los trabajadores se les soltó la pesada estructura.

– ¡Ciudado!

El grito de Pilar fue inútil, y finalmente ahogado por el estruendo; la alta estructura fue a estrellarse directo contra la muralla, y su parte más alta dio de lleno en el techo que ahí era más bajo; el techo en esa zona estaba cubierto por un decorado artístico, el que se destrozó en mil pedazos. Los trabajadores corrieron a ponerse a salvo, mientras los trozos de acrílico del recubrimiento caían en todas direcciones. Uno de los hombres se acercó a ella.

– ¿Está bien señorita Pilar?
–Si Gabriel, ¿ustedes están bien, hay heridos?
–No, alcanzamos a protegernos. Perdone, se nos fue de las manos.

Pilar negó con la cabeza.

–Fue un accidente, lo importante es que estamos todos bien.

El trabajador tomó un trozo de acrílico en sus manos.

–Mire, yo no soy experto, pero este acrílico debe ser bastante malo si se rompió con el golpe.
–Déjame verlo.

Tomó el afilado trozo en sus manos y lo miró de cerca; ese brillo, ese perfil tan agudo...y sintió que se le cortaba la respiración, por fin todo tenía sentido.

–No puede ser...

Dejó caer el trozo, tomó una copa de una de las mesas y la golpeó suavemente contra un pedazo más grande que también había caído.

–Dios Santo. Esto no es acrílico de alta resistencia. Es vidrio común.
–Pero no puede ser señorita, no podrían poner vidrio en un revestimiento en altura porque sería peligroso, a lo menos tendrían que instalar algo más resistente.

Pilar dejó la copa. Ahora lo entendía todo.

–Dejen todo tal como está y cierren. Pongan un letrero de cierre por hoy por remodelación. Vuelvo en seguida.

Corrió a su oficina dejando a sus trabajadores sin entender lo que había ocurrido, y de inmediato tomó el teléfono.

–Hola Pilar.
–Margarita, necesito que vengas ahora.
– ¿Qué pasó?
–No tengo tiempo para explicarte, te lo diré aquí. Llámame cuando estés llegando.
–Está bien.

Cortó y marcó otro número. La voz de Micaela se escuchaba sorprendida.

–Qué sorpresa Pilar.
–Tenías razón –dijo la joven saltándose los saludos– acabo de descubrirlo.
–Descubrir qué, no te entiendo.
–La empresa de estructuras –replicó con algo de urgencia– aquella de la que me advertiste; parte de los recubrimientos en altura que instalaron están defectuosos, no son de acrílico de alta densidad, son de vidrio común.

Micaela entendía del tema y se quedó helada al escuchar la descripción.

–No puedo creerlo, pero ¿tú estás bien?
–Estoy bien, lo importante es lo que descubrí. Seguramente tu madre planeó esto.
–Lamento decir que me parece muy posible, aunque por desgracia, legalmente esa empresa no tiene relación con ella, así que no puedo culparla. Pilar, has que quiten cada uno de esos revestimientos, o podría ocurrir un accidente grave, imagina lo que pasaría si hay un terremoto.
–Lo sé. Tengo que irme, gracias por la advertencia.

Cortó. Micaela se quedó pensando en lo que acababa de escuchar, ese era el tipo de trabajo que hacía o mandaba a hacer Bernarda Solar, encubierto, sin dejar sospechas previas, delatando la verdad solo en el momento preciso, cuando no hay más que hacer; pero era cierto, no podía hacer nada en su contra por mucho que supiera a quien pertenecía esa empresa de estructuras, e ir a encararla de nuevo era absurdo, incluso peligroso. El principal problema es que, más allá de los riesgos a los que estuvo expuesta Pilar, no veía cual era el beneficio que podía sacar Bernarda de todo eso. Tendría que analizarlo con más calma. Lo bueno que podía sacar de todo eso, además que Pilar saliera ilesa, es que al menos la había llamado, eso significaba que tenía su reconocimiento y era bastante más de lo que había esperado después de que se supiera toda la verdad.




Próximo episodio: Venganza de cristal



Por ti, eternamente Capítulo 15: Asuntos personales

x

Víctor despertó mucho más descansado de lo que esperaba; ya era Domingo por la mañana, bastante temprano y se sentía más despejado después de dormir seguro y en una cama, luego de una relajante ducha y además de haber compartido con el bebé momentos diferentes de estar corriendo y escapando de peligros. Pero sabía que no era conveniente quedarse ahí por más tiempo, aún tenía que poner más distancia para poder estar a salvo y preparar lo que había pensado.
Después de levantar y mudar a Ariel, le dio desayuno y él mismo comió algo de entre las provisiones que le quedaban; por desgracia había perdido casi toda su comida junto con los bolsos que quedaron en el furgón, pero podía mantenerse tranquilo con respecto a las pertenencias y alimentación del bebé, al menos si no tenía que comprar esas cosas llamaría menos la atención.

—Creo que ya es momento de irnos, todavía no dan las ocho y media así que creo que es lo mejor, antes que Eva nos descubra o venga para acá.

Comenzó a ordenar nuevamente las cosas; le gustaría quedarse más tiempo allí, pero haber pasado toda la noche bajo techo y descansando era lo más que podía permitirse en esos momentos.

En ese momento tocaron a la puerta.

—Oye, ¿Me escuchas?

Víctor vio con espanto como el pomo de la puerta giraba, y de manera automática miró en dirección a la cama, donde el pequeño permanecía quieto e ignorante de todo. El pestillo cedió ¡Tenía llave por supuesto! Contar con que el seguro interno le daría privacidad había sido una insensatez, pero ahora que ella había tratado de abrir ya sabía que la puerta estaba trancada.

— ¡Oye! ¿Por qué está trancada la puerta?
—Ahora salgo.
—No quiero que tranques la puerta, abre ahora mismo.

Víctor se abalanzó sobre la cama y se puso al pecho el artesanal arnés que había hecho; necesitaba cubrir al bebé, lo demás no tenía mayor relevancia.

—Ven acá —susurró mientras cargaba al pequeño—, por favor no hagas ruido.

Los golpes en la puerta se escucharon otra vez. Cuando ya estuvo cubierto, con el bebé oculto, trató de mostrarse sereno y quitó el bloqueo de la puerta. Eva entró en el cuarto con el ceño fruncido.

— ¿Por qué tenías así la puerta?
—Quería dormir en paz, solo eso —se excusó en voz baja—, no quiero molestarla.

Ella pareció conforme con el comentario, pero aún quería demostrar su autoridad, al parecer; por un momento quitó de él la mirada para mirar en derredor.

— ¿Tienes hambre?
—Tengo comida.

La mujer tenía la vista desenfocada de él a pesar de estar justo enfrente y a poca distancia; se tardó unos momentos en decir algo más.

—Entonces comiste.
—Sí.
—Y claro —siguió lúgubremente—, seguramo tomaste leche en ese biberón.

Víctor giró la cabeza lentamente hacia la cama; con la prisa por ocultar al bebé en las cobijas que cubrían su cuerpo había pasado por alto algo tan llamativo. En ese momento ella lo descubrió y ahogó una exclamación.

—Oh por Dios...tienes un bebé...eso quiere decir que tú...

Lo había descubierto; Víctor volvió a cubrirse con la cobija y tomó, a toda prisa de la cama el biberón, que era lo único que le faltaba por guardar.

—Es mejor que me vaya.

Pero Eva le tapó la salida.

—Voy a llamar a la policía.
—No tienes que hacerlo —dijo él enfrentándola— mira, no quiero problemas y no quiero darte problemas, así que solo déjame salir.

Eva sin embargo no parecía estarlo escuchando.

—No se trata de eso, no lo entiendes...todo el mundo debe estar buscándote, saliste en las noticias, pero escogiste el peor lugar para esconderte.

Aunque aún no sabía de qué se trataba, la mirada y la actitud de ella lo asustaron; dio un paso atrás, con el corazón oprimido. ¿Por qué lo angustiaba esa mirada preocupada?

— ¿Quién eres tú?

 2

Romina y Álvaro estaban cerca de la entrada del pueblo, con ella al volante y él mirando a través de los binoculares.

—Estoy cansado —comentó él por decir algo—, ha sido una noche larga.
—Al parecer Segovia tiene una capacidad natural para perderse —dijo ella con voz neutra—, ayer pasamos de estar a un paso de él a perderlo, y luego de estar tras su pista a no saber si está en éste pueblito o no.
—Al menos no somos los únicos, solo imagina la cara de Armendáriz, debe estar hecho una bestia por lo que pasó ayer.

Romina se sacudió el cabello mientras abría otra botella de agua mineral con sabor a frutas.

—Tengo la sensación de que estamos en la ruta correcta, además se me hace lógico que se haya quedado, tendría que reorganizarse después de la sorpresa del gorilote.

Pero él ignoró esos comentarios al ver algo con los binoculares.

—Diablos.
— ¿Qué pasa?
—El vehículo del que me hablaste, está entrando al pueblo.

Romina no dio muestras de angustia, al parecer ya tenía superado ese tema, pero fuera de eso seguía siendo una mala noticia.

—Eso significa que no pudimos distraerlos.
—Tenemos que localizar a Segovia lo más pronto posible, a ver qué es lo que se esconde en todo esto.

A distancia se veía que el vehículo iba lento, seguramente los tipos tenían alguna idea o habían sacado conjeturas, pero no llegaban a destino. No aún.

— ¿Alguna noticia de Armendáriz?
—Hasta ahora su equipo sigue peinando la zona; seguro que está reorganizando las ideas, no puede arriesgarse otra vez a fallar.

Mientras los periodistas hablaban de eso, Adrián y sus dos colegas estaban recorriendo al lugar a no mucha distancia.

—Ustedes dos pregunten por ahí si hay alguna pensión o algo parecido, el tipo tiene que haber pasado por aquí.

Mientras los otros bajaban del automóvil, Adrián contestaba una llamada.

—Señor Claudio.
—Te has tardado en encontrarlo.

Sabía que iba a decirle eso, pero aún no sabía lo demás.

—Es verdad, el policía complicó las cosas.
— ¿Por qué?
—Porque al parecer tuvieron una pelea o algo y el tipo escapó, así que ahora está prevenido y se está ocultando; de todos modos estamos más adelantados ahora que la policía, así que ya por la tarde lo tendremos.

Claudio hizo una pausa lo suficientemente clara, sin necesitar decir más.

—No me asegures nada, a estas alturas yo esperaría que ya lo tuvieras resuelto, sabes que la noticia está en todas partes.
—Tiene razón, pero lo haremos bien.
—Eso espero.

Cortó.

3

Víctor retrocedió un paso ante las palabras que había escuchado de Eva. ¿En dónde se había ido a meter en esa ocasión?

— ¿Quién eres tú?
—No importa quién soy, sino lo que hice —dijo ella sin quitarse aún del umbral de la puerta del cuarto—, hace cuatro años maté a mi esposo.

Se quedó un momento sin palabras. Eso no se lo esperaba de ninguna manera, pero claramente ella trataba de decirle algo más ¿Por qué se veía tan angustiada?

— ¿Por qué lo hiciste?
—Porque me tenía encerrada en el sótano, tenía dos cuchillos y quería matarme. Así que decidí que no iba a matarme, al menos no tan fácilmente.

Escuchar eso lo hizo recordar su enfrentamiento con el policía, y se le tensaron todos los músculos del cuerpo; él mismo había estado, unas cuantas horas antes, en una situación muy fuerte, quizás no de peligro mortal, pero si lo tan peligrosa como para actuar por instinto, porque en una situación común no se arriesgaría a hacerle frente a un hombre como ese policía. Pero antes que pudiera preguntar lo que se estaba formulando en su mente, ella siguió hablando.

—Si te éstas preguntando porqué es que te digo esto, es por lo que pasó después. Aunque tendría que haber salido libre sin cargos porque fue defensa propia, tenía antecedentes, así que me creyeron a medias; no fui a la cárcel, pero me obligaron a ser contacto de la policía, por eso es que tengo una pensión, porque así siempre estoy enterada de todo.
—Oh por Dios...
—Y si descubro algo tengo que llamarlos de inmediato, o me meteré en problemas.

Tenía que salir de ahí, era imperativo alejarse lo más rápido posible de esa casa; todo el descanso del baño, la comida y el sueño parecían estar muy lejos ya.

—Eva —murmuró él, muy lento—, escucha, solo quiero irme, te dije que no quiero problemas. No tienes porqué interponerte, no tienes por qué decir que estuve aquí.

Pero ella sonrió con tristeza.

—No lo entiendes. No tengo alternativa, en la sala y en los pasillos de ésta casa hay cámaras grabando, sabrán que les mentí en algún momento.

De pronto se sintió otra vez expuesto, como si decenas de ojos estuvieran mirándolo fijamente. Eva se movió sólo un poco, lo suficiente para quedar por fuera del umbral de la puerta, y marcó el número de la policía; Víctor no podía perder tiempo, así que armándose de valor salió del cuarto.

— ¿Hola? Sí, soy yo, tengo algo que decirles. El hombre que andan buscando, el que se robó al niño, está en mi casa.

Se le oprimió el corazón al escuchar esas palabras, pero decidió no mirar atrás, y cubriéndose de nuevo con la misma cobija que había usado la jornada anterior salió a toda prisa de la pensión; toda la distancia que podría haber puesto entre él y ese policía no había servido de nada, ahora otra vez tenían una pista de su paradero, así que tenía que salir de ese pueblito lo más rápido que pudiera, antes que lo encontraran.

 4        

Armendáriz llegó al pueblo de San Andrés junto con su equipo de trabajo mientras respondía una llamada telefónica.

—Gracias Martínez, déjalo en el corral, por ahora ese auto no me sirve de nada.

Cortó y bajó del vehículo junto con Marianne. Había algo extraño en el aire, y sus temores se empezaban a hacer realidad.

—Está aquí.
— ¿Cómo dice señor?
—Segovia está o estuvo en éste lugar Marianne, en éste pueblo pasó algo.
— ¿Cómo lo sabe?

El policía señaló la calle principal del pueblo.

—Es temprano, pero hay gente en las calles y en las puertas, se ve que ocurre algo. Seguramente lo vieron, o alguien preguntó por él, y por eso están nerviosos, recuerda que en éstos pueblos nunca pasa nada.

—Pero nosotros no hemos hecho nada, usted dijo que había que actuar de otra forma.

Armendáriz pensó en ese periodista que lo había molestado antes; alguien más estaba por esos lados, y la perspectiva de algún periodista muy aventajado no era alentadora.

—Por ahora quiero que se ocupen de hacer todas las preguntas, vayan a los sitios que ya saben.
—De acuerdo.

Marianne se alejó para dirigir a los demás, mientras un hombre descendía de un automóvil y caminaba hacia Armendáriz.

—Buenos días oficial.
—Buenos días.

Era policía. Se saludaron formalmente; el otro hombre era mayor de cuarenta años, corpulento, de figura fuerte y actitud un poco tosca, lo que te da una vida alejado de la ciudad.

—Armendáriz.
—Un gusto señor, soy Vidal. ¿Que lo trae por aquí?
—Estamos haciendo un barrido de la zona, se trata de la búsqueda de una persona, concretamente el hombre que se llevó a un lactante.

El otro se cruzó de brazos.

—Lo vi en las noticias, fuerte el asunto.
—Es verdad. ¿Ha visto algo extraño, algo fuera de lo común?
—Pasó un auto blanco hace poco, se nota que no es de por aquí; no hablé con ellos, pero una persona me dijo que consultaron por lugares para alojar, pero no se quedaron en la pensión. Ahora que si me pregunta por alguna persona sospechosa, no he visto nada.

Periodistas.

— ¿Hace cuánto fue eso?
—Hace más o menos diez minutos.
—Gracias.
—Espere, creo que puedo ayudarlo en algo más; tenemos una persona que puede darnos más información, si me acompaña le diré.
—Está bien —replicó Armendáriz— ¿De quién se trata?
—De la dueña de la pensión.

5

Álvaro se había subido al techo más alto que había encontrado en la entrada del pueblo, tratando de tener la mejor visual; era cierto que habían perdido mucho, pero seguía teniendo la sensación de que estaban en la línea correcta. En ese momento, mientras permanecía acostado boca abajo, recibió una llamada de Romina.

— ¿Ya estás arriba?
—Si —respondió enérgicamente—, tengo una muy buena vista, pero no he visto a Segovia.
— ¿Y los del auto blanco?
—Por irónico que suene, a un par de cuadras del gorilote; quédate ahí, trata de no llamar la atención, en seguida te aviso hacia donde hay que ir.

No cortó, pero se mantuvo en silencio mientras miraba por las calles de cemento y tierra del lugar, donde resaltaban tanto el auto blanco de esos matones como los oficiales de policía repartiéndose por puertas y ventanas haciendo preguntas. Y en ese momento vio.

—Romina, lo encontré.
— ¿Donde?
—Por la calle principal, va directo a donde pasan los buses, quiere salir de aquí.
—Voy a dar la vuelta para tener buen punto de vista desde el otro extremo —dijo ella mientras se sentía el motor de la camioneta arrancar— ¿Quién crees que lo va a atrapar primero?
—A éste paso los del auto blanco, lo que quiere decir que podríamos tener la exclusiva de su captura, si es que Armendáriz se aviva y se mueve más rápido. Además sabremos si es que esos tipos son aliados suyos o no.

Tenían la mejor oportunidad, por fin estaban sobre una noticia que hasta el momento nadie más tenía, y si las cosas funcionaban como lo esperaba, al día siguiente estarían cocinando la noticia perfecta.



Próximo capítulo: La noticia principal