La otra matrix Capítulo 11: Navegando hacia el hielo



La corte de los despreciados. Tres días  después

La voz se escuchaba clara, y con ese ligero tono metalizado tan característico de él.

—Mañana haré las pruebas finales, tenemos que poner el dispositivo en funcionamiento.
— ¿Ya se lo contaste a Optimus?
—Desde luego —dijo la voz—, él fue quien me autorizó a fabricar la copia de la matrix.
—Pero él no sabe de los inconvenientes que has presentado con los diagramas de flujo.
—Lo sé.
—Hasta ahora te ayudado a mantener a máximo resguardo la copia de la matrix, pero sabes que es peligroso mantenerla en ciudad autobot, podrían atacarnos en cualquier momento.
—Lo sé, ya veremos mañana si encontramos una forma de hacer que funcione.

»Recuperando funciones. Modo operativo»

Soulbreaker recuperó la consciencia después de una noche de recarga; en la corte había tenido que acostumbrarse el sistema lumínico interno para medir los días y las jornadas: en eso habían copiado el sistema de Cybertron, con días de 30 horas, siete de ellas dedicadas a la recarga de energía.
La vida en la corte se había vuelto interesante, entretenida y novedosa desde el primer día; tal como Aldren lo había indicado, no existían normas rígidas ni funciones preestablecidas, aunque eso generaba un orden de todas maneras, una especie de orden libre.
Le fue asignado un aposento en uno de los pasillos intermedios, y en vista de que había ayudado con la reparación del reactor central del asteroide, le obsequiaron un set completo de herramientas para que pudiese utilizarlas. Se levantó de la camilla de recarga donde reposaba en las noches y contempló el espacioso aposento a su alrededor: en un rincón estaba el aparador con sus herramientas, de las cuales varias las había adoptado para poder guardarlas en las placas de sus brazos y tener las más indispensables siempre a la mano; también se encontraban todos los objetos de cuidado personal y era una rutina interesante comenzar realizando el escaneo físico para descubrir cualquier falla. En comparación con Cybertron, en donde este proceso era automático en cada habitación, en este lugar resultaba mucho más agradable hacer algo por su propia cuenta.

¿Acaso era esa la voz de Wheeljack?
En todo ese tiempo no había vuelto a recordar con tanta claridad los hechos sucedidos antes de su supuesta muerte, pero al pensarlo bien se convenció de que sólo se trataba de un recuerdo alojado en el fondo de su memoria, y que volvía a aparecer ahora que se encontraba en una situación de calma.

—Hola cariño
—Hola Usleazy.

Se encontró con Usleazy al salir de su aposento y está lo saludó con su habitual alegría; sin duda lo mejor de estar en la corte era ser parte del mismo panorama que los otros y no llamar la atención en absoluto. Los últimos tres días habían sido totalmente tranquilos mientras el asteroide continuaba la nueva ruta definida por Aldren, rumbo a un planeta rico en recursos naturales y minerales de los cuales nutrirse, mientras pasaba el período en que el arrecife espacial habría terminado el proceso de maduración y sería posible acceder a la amatista estelar que necesitaban.

— ¿Qué es lo que haces ahí tan tranquilo? Ven a ayudarme.

Heavythread apareció por un pasillo lateral y le hizo gestos para que lo acompañara.

— ¿Qué sucede, por qué estás operativo tan temprano?
—Lo que sucede es que Aldren ya está aburrida y comenzó a repartir órdenes por todas partes, llegaremos a nuestro destino en menos de 2 horas y todos los que podamos, tenemos que estar listos para ayudar a recoger energía y recursos.

Entraron en un salón en dónde Soulbreaker vio una serie de contenedores esparcidos.

—Ah, entonces quieres que te ayude a ordenar esto.
—Por supuesto ¿qué esperabas? Por cierto ¿revisaste la cantidad de cableado que hay en la bodega?
—No.
—Eso pensé. ¿no se te ha ocurrido que en el planeta al que nos dirigimos puedes obtener materia prima?

Ambos empezaron a ordenar los contenedores, Soulbreaker más animado ante la perspectiva de obtener algo que necesitaba para poder desarrollar sus labores.

—Pensé que Alfan había dicho que faltaban 6 horas para llegar.
—Al parecer navegamos y ligero, Alfan estuvo recalculando todos sus números y dijo que faltaban dos horas, lo cual al Relámpago azul le pareció perfecto.

No había visto salir a Alfan de su aposento y según Heavythread nunca lo hacía; la suya era una habitación grande llena de pantallas, tabletas y teclados, en donde él estaba haciendo de manera frenética y constante cálculos de todo tipo. Casi no hablaba y parecía entender todo de un modo casi subliminal, pero lo cierto es que sus cálculos eran virtualmente perfectos en la medida que recibiera información concreta: no podía calcular cuál era la distancia hasta el infinito, pero sí le decías cuánto tiempo y a qué velocidad te habías tardado en llegar hasta el extremo de un sistema podría calcular no sólo la distancia, sino también cuál habría sido la ruta más apropiada; sus cálculos eran de vital importancia dentro del funcionamiento de la corte.

— ¿Sabes lo que haré cuando bajemos a la superficie de este planeta…?

Soulbreaker no alcanzó a terminar la frase cuando una sacudida violenta y repentina lo arrojó contra una muralla.

— ¡Rayos, que fue eso! —dijo Heavythread sujetándose de la plataforma donde estaban apilando los .

Una nueva sacudida, más fuerte que la anterior arrojó a ambos al suelo al mismo tiempo que en el techo se encendían las luces color ámbar de alarma.

—No puede, ser parece que estamos bajo ataque.

Ambos dejaron lo que estaban haciendo, se pusieron de pie y corrieron fuera de la bodega en dirección al puente de mando. A los que vieron al pasar estaban saliendo de sus aposentos, confundidos o directamente asustados.
La líder de la corte, como de costumbre más preparada que el resto, llegó unos momentos antes y de un salto se ubicó frente al mesón de mando de la nave.

— ¿Qué es lo que está sucediendo, quién nos ataca?

El Transformer que estaba haciendo la guardia volteó hacia ella indicando la gran pantalla al frente con una mano y la pantalla de su Mesón con la otra.

—Acabo de transferir la captura de las cámaras externas: es una llamarada estelar.

Soulbreaker sintió que se le congelaba la energía en el cuerpo.

—Lo estoy viendo, dime qué es lo que lo provoca.
—Estoy actualizando la información del radar ahora mismo —dijo otro ubicándose en su posición—, todo es muy confuso, pero al parecer un asteroide grande ha chocado con una de las lunas de este planeta.

Un tercer transformer, que llegó tan apresurado como los otros, mostraba un brazo desprovisto de fuselaje, seguramente porque estaba haciendo mantención de rutina cuando se dio la alarma.

—Las lunas de ese planeta son como diminutas estrellas ¡el fuego se propaga!

Planetas como ese tenían satélites cargados de energía residual, lo que ayudaba a la iluminación de la superficie y estimulaba el crecimiento de diversas formas de energía, pero en caso de que un asteroide lo suficientemente grande se estrellara con el satélite, se producía una explosión que arrojaba oleadas de fuego desde la órbita del planeta hacia el exterior. Soulbreaker incluso recordaba que en alguna batalla antigua relatada en La Academia, un general había causado un accidente similar para proteger el planeta en el que se encontraba, de una serie de cruceros espaciales; si los datos de Alfan eran correctos, y Hevythread aseguraba que siempre lo eran, cualquiera podía concluir que estaban tan solo a un tiro de bala de las llamaradas, y además en línea directa con el planeta.

—Dirijan toda la energía hacia los propulsores del asteroide —dijo la líder—, tenemos que aprovechar la distancia para poder alejarnos del planeta y evitar que la ola de fuego nos afecte. Dame imágenes laterales, necesito imágenes superiores e inferiores.

Los aludidos comenzaron a realizar sus labores de manera inmediata, y la gran pantalla central del puente de mando se dividió en varias secciones, llegando al centro el punto de vista del espacio frente a ellos.

—Diablos, era justo eso.

En efecto, a través de las cámaras frontales y a pesar de que la calidad no era la mejor, se podía ver casi en línea recta el planeta, y entre la corte y el cuerpo celeste, una explosión que comenzaba a expandirse; en el espacio las cosas parecían suceder en cámara lenta, hasta que te alcanzaban y todo se volvía un infierno.
Aldren tomó el control del asteroide para desviar su ruta lo más pronto posible, pero una nueva arremetida desde el exterior sacudió a todos.

—Alfan acaba de enviarnos cálculos —dijo Heavythread intentando sonar tranquilo—, según esto la potencia de las llamaradas está aumentando exponencialmente conforme continúan apareciendo.
— ¿Qué?
—Lo más fuerte todavía no viene.

Hasta el momento el asteroide no había sido golpeado por las olas de llamas, sino por los oleajes expansivos previos a ellos, pero a través de las cámaras secundarias ya se podía ver cómo el mar de fuego comenzaba al desplazarse.

—Los motores de órbita están a su máxima potencia —dijo otro—, pero no nos estamos desviando de la órbita original.
— ¿Qué pasa con la energía del centro de entrenamiento y las auxiliares? —gritó Aldren mientras luchaba con los timones.
—Ya la redireccionamos, pero no está funcionando.

Una nueva onda expansiva, mucho más fuerte que las anteriores, los golpeó en medio del pánico que comenzaba a reinar en los pasillos fuera del puente de mando; Aldren salió despedida desde su ubicación y fue a estrellarse contra una de las murallas, mientras otros caían de sus asientos y Soulbreaker luchaba por sostenerse del umbral de la entrada.
Uno de los navegantes alcanzó los controles del asteroide e intentó seguir la dirección que estaba manteniendo la líder, pero el instante en el que estuvieron sin conducción los dejó a merced de la fuerza gravitatoria secundaria existente entre una oleada y otra.

—La primera llamarada espacial está demasiado cerca —gritó el navegante con terror—, después de la siguiente onda expansiva nos alcanzará ese poder de fuego ¡Va a destruir la corte!

Aldren se puso de pie y corrió a toda velocidad a recuperar su puesto.

—Sobre mi cadáver. Comando de emergencia ¡Transformación!

Cada uno de los tres navegantes ubicados a cada costado, entre ellos Heavythread, activó un dispositivo oculto debajo de la consola; durante un eterno milisegundo pareció no ocurrir nada, pero entonces, el asteroide mecánico se transformó.

—En nombre de todas las estrellas…

Soulbreaker observó anonadado cómo aparecía una nueva pantalla frente a la consola de la capitana, en donde se mostraba el flujo de energía y el diagrama representando al asteroide mientras cambiaba de forma; toda la sección correspondiente al puente de mando se alargó y quedó ubicada al frente del gran armatoste, mientras cientos de pequeños paneles deflectores se desplegaban a fin de formar a su alrededor un escudo translúcido protector. Las demás secciones se mantuvieron en una posición similar a la que tenía originalmente, excepto por la sección ocupada por el reactor central, que descendió hasta el vientre del crucero; manteniendo de esta forma la fuente de poder lista para ser descartada en caso de sobrecarga. En ese momento Soulbreaker comprendió por qué los habitáculos de los habitantes se encontraban debajo de los salones técnicos y de armas, porque en esta conformación nueva quedaban protegidos ante eventualidades.

—Activa los mandos manuales.
—Pero es demasiado arriesgado.
—Haz lo que te digo, no tenemos tiempo.

Soulbreaker se quedó de una pieza al contemplar cómo la consola de mando de Aldren se dividía en dos, para permitir que desde el suelo surgieran dos postes paralelos, de la mitad de la altura de ella, coronados por manijas plateadas que jaló con sus manos. ¡Era tecnología obsoleta! Este tipo de conducción había sido implementada miles de años atrás en algunos cruceros de tamaño reducido, y el uso de las manijas permitía controlar la cadencia y el movimiento de los motores y propulsores dependiendo de la presión que se aplicaba sobre ellos, de modo que si quién lo realizaba era un avezado conductor podía realizar giros con precisión milimétrica, y redirigir la energía de un punto a otro en microsegundos; ese tipo de tecnología fue descartada porque era extremadamente peligrosa, y cualquier error, aunque fuese mínimo, provocaría que el crucero tomara una dirección inesperada, y en circunstancias cómo esas el peligro era extremo.

— ¡Vamos no pienso dejar que caigamos aquí!

Haciendo gala de fuerza y precisión, Aldren jaló de las manijas conectadas a cables de fuerte aleación, y junto con un grito para darse fuerza consiguió desviar hacia arriba el curso del crucero, y sortear por unos cuantos metros la primera oleada de llamas; todo el lugar se sacudía como si cada tornillo estuviese en el límite de su resistencia. Soulbreaker miró por el pasillo fuera del puente de mando oyó  cómo algunos trataban de controlar y calmar a otros que habían caído presa del miedo.
No estaba siendo de ninguna utilidad en ese momento, tenía que hacer algo; observó una de las pantallas laterales desde donde aún podía visualizarse la explosión espacial, y sus ópticos se centraron en pequeños remolinos de fuego que parecían intensificarse: el crucero aún no estaba a salvo, la fuerza gravitacional de la onda expansiva aún provocaba un flujo irregular que impedía que la nave pudiera alejarse.

—Aldren —dijo Soulbreaker a la desesperada—, la siguiente oleada de fuego está desplegando remolinos, si pudiéramos usar los cañones de pulso electromagnético al mismo tiempo que pasamos por el centro de uno de ellos, eso podría darnos la fuerza para salir.
—Para eso —replicó uno de los navegantes—, el remolino tendría que ser de una proporción específica para que no nos envuelva.
— ¡Y qué es lo que estás esperando! —gritó Aldren directo a Soulbreaker— Ve a pedirle sus cálculos a Alfan.

El aludido corrió a toda velocidad fuera del puente de mando; por suerte la habitación de Alfan no estaba muy lejos del puente, y para el momento en que llegó, la puerta se abrió y el experto en cifras le entregó una tableta con una serie de en ella.

— ¡Gracias, eres el mejor!

Con la información en su poder y mientras el lugar continuaba remeciéndose, regresó al puente de mando a tiempo para entregar los datos a uno de los navegantes, mientras la siguiente marea de fuego estaba casi sobre ellos.

—Aldren, envié los datos a tu consola principal, sólo vas a disponer de 5.7 segundos con un margen de uno punto siete por ciento de error proyectado. ¡Será como pasar un filamento por un canal conductor!
—Entonces no perdamos más tiempo.

Con decisión total, Aldren redirigió el control manual, de modo que por un instante la nave pareció dirigirse a una zambullida directa hacia la siguiente oleada de fuego; sin embargo en el último instante volvió a cambiar el curso y se enfiló hacia un aro de fuego. A un tiempo los navegantes dirigieron los pulsos electromagnéticos, formando un aro alrededor del crucero; lo siguiente fue un impulso mucho mayor a la velocidad de la nave, que los alejó a toda máquina del peligro. Entre gritos y vítores por el éxito conseguido, Aldren desactivó el control manual y se quedó un momento quieta, mirando la pantalla a través de la cual se veía el planeta más allá de la explosión que casi arrasa con ellos todos.

—Lo hicieron muy bien, los felicito.

Soulbreaker notó que el brazo izquierdo de la líder mostraba una serie de grietas y fisuras, seguramente provocadas por el esfuerzo supremo de manejar sola el crucero; sin embargo ella no lo notaba, o hizo un esfuerzo perfecto para disimularlo.

—Los niveles de energía en la corte están muy bajos —dijo uno de los navegantes—, además me informan que el reactor está bajando su nivel de producción.

La líder no contestó, parecía estar perdida en el espacio y en la visión del planeta al que se dirigían. Heavythread reaccionó a tiempo antes que volvieran a hacerle la misma pregunta.

—Escuchen, creo que tenemos que devolver la corte a su modo anterior, ya saben que Aldren dice que en modo crucero gastamos muchísima energía ¡no es así Aldren?
Ella volteó y lo miró un momento sin responder, para luego recuperar su actitud habitual.

—Desactiva el modo crucero, manténganse atentos a cualquier fluctuación de energía, conserven el curso que acabo de ingresar en el sistema; descenderemos en la superficie del planeta en una hora.

Mientras la corte recuperaba su apariencia habitual y todo volvía a la calma, Soulbreaker fue hacia la zona de entretención y se encontró con la mayor parte de los miembros de la corte reunidos en torno a Undertow; por lo que le contó su hermano al momento de entrar, tan pronto como se desató el pánico, el escudero de los Caballeros de cybertron fue recorriendo cada uno de los aposentos, y reunió a los que estaban más asustados o fuera de sí, y los distrajo de los constantes embates energéticos relatando algunos hechos ocurridos mucho tiempo atrás. Su voz fuerte y profunda y la tranquilidad que transmitía impidió que las cosas se salieran de control.
Fuera de la corte, Undertow sería tratado como un demente por contar cosas que supuestamente no había experimentado, pero allí nadie cuestionaba su origen, lo importante a su respecto era de quién se trataba y lo que pudiera aportar a los demás; Soulbreaker había visto en los dos días y fracción que llevaba ahí, que algunos de los miembros de la corte no realizaban labor alguna, incluso algunos eran muy antisociales y se refugiaban en la seguridad de su aposento hablando consigo mismos de hechos pasados, pero no por eso eran considerados dementes, se respetaba su vida y su forma de ser y no resultaban peligrosos para el resto.
Aldren odiaba a utilizar los altavoces porque consideraba que invadían el espacio personal de cada uno, pero en esos momentos se sentía muy nerviosa e hizo caso omiso de su propia advertencia y los activó.

—Escuchen todos, vamos a descender dentro de muy poco en la superficie del planeta; no nos quedaremos mucho tiempo, sólo recolectaremos lo que sea estrictamente necesario para poder volver  a emprender el viaje, el curso de desplazamiento de la corte será cambiado de nuevo. Les informare pronto de nuestro nuevo destino.

En el salón de entretenimiento todos habían quedado en silencio mientras se dictaban las instrucciones; Undertow, que había hecho una pausa respetuosa, continuó con su mismo tono afable, con el objetivo de no perder el hilo de normalidad que había logrado tejer entre todos.

— ¿Qué le sucede a Aldren? —preguntó Soulbreaker a Underslow—. Se escuchaba muy nerviosa a pesar de haber conseguido salvarnos a todos.

El otro se mostró desconfiado, como era su actitud habitual.

—Mira, no sé qué es lo que le sucede, pero las decisiones de Aldren siempre son por algo, aunque la mayoría de las veces no sepamos por qué las toma.

El cambio de decisión de Aldren podía deberse a que pensaba que podía volver a ocurrir algún accidente como el de la luna, pero era absurdo considerando que un planeta de esas dimensiones sólo podría estar en riesgo si se estrellaba contra él un asteroide gigantesco, al menos 20 veces más grande que la corte, y sería imposible no ver eso en el radar. Volvió al puente de mando y se encontró con que ella no estaba allí, de modo que fue a buscarla a su aposento.

— ¿Puedo pasar?
—Entra.

Aldren estaba sentada frente a una pantalla dividida, donde se mostraba una versión resumida de lo que se estaba viendo en el puente de mando; su brazo izquierdo reposaba sobre el costado del asiento, mientras el pequeño dron de cuidado personal hacía todo cuanto estaba a su alcance para atenderlo. Sin embargo, él se dio cuenta de que las lesiones que tenía, debían ser reparadas por alguno de los médicos de la corte.

—Disculpa por entrometerme, sé que no tengo mucho tiempo aquí… pero no entendí por qué tomaste la decisión de reducir al máximo el tiempo de estadía sobre el planeta.
—Tenemos que descender sobre el planeta por obligación —respondió ella—, nuestros niveles de energía son muy bajos.

Se escuchaba y se veía cansada además de nerviosa. Soulbreaker se preguntó qué lo había llevado hasta ese lugar.

—Escucha, no sé si estoy pensando más de la cuenta o mi nivel de perspicacia ha aumentado desde que comencé a vivir aquí, pero tengo la sensación de que hay algo que te preocupa y que no se trata de esas llamaradas espaciales.

Aldren giró y lo miró directamente a los ojos; en ese momento Soulbreaker la vio al fin, sin la apariencia de capitana ruda o la líder de grupo, sino simplemente como una Transformer que quería lo mejor para sus amigos, igual a cómo la había visto en el promontorio durante el atardecer en su primera jornada en la corte. Por un momento fue como si a través de sus ojos pudiera ver el infinito.

—No es la perspicacia lo que te trajo hasta aquí —dijo con un tono de voz enigmático.
— ¿Qué quieres decir?
—No lo sé, en ocasiones como ésta no sé qué decir o qué pensar; a veces pienso que esto sólo es…

Sus palabras quedaron vagando en el vacío; él no entendía de qué estaba hablando, pero comprendió su tono reflexivo e inquieto ¿por qué le daba la sensación de que ella lo estaba esperando?

— ¿Qué sentiste cuando despertaste?
— ¿Qué?
—Me refiero a cuando despertaste en las ruinas de ciudad autobot —dijo ella sin dejar de mirarlo—. No puedes engañarme, tú omitiste deliberadamente tus sentimientos con respecto a ese instante en particular.

De hecho, cuando relató sus vivencias antes de llegar a la corte, Soulbreaker omitió a propósito  lo que había experimentado en su interior al momento de despertar.

—Fue una extraña mezcla —explicó hablando con lentitud—, al mismo tiempo me sentí perdido como si no supiera quién era, y de manera simultánea sabía que estaba vivo aunque mi propio sistema me había indicado antes el momento de mi muerte.

Ella continuó observándolo fijamente ¿Acaso estaba tratando de descifrar algún significado oculto en sus palabras?

—Ya veo —concluyó al fin—. Escucha, hay algo que voy a contarte, y es necesario que esto no se lo digas a nadie.

Soulbreaker solo asintió.

—Tengo la capacidad —dijo ella— de ver cosas que van a suceder. No, no puedo ver el futuro —se apresuró a decir antes que él la interrumpiera—, no soy ninguna clase de oráculo o algo parecido.
Hace mucho tiempo en Cybertron, comencé a tener estas visiones, como las calificaría alguien más, y cometí el error de hablar de esto con mis superiores en la refinería en la que trabajaba; nadie me tomó en cuenta, y de pronto las visiones cesaron, hasta que estas imágenes sobre lo que iba a suceder después regresaron, mientras me encontraba a bordo de un crucero. Intenté advertir al Capitán de la nave sobre lo que iba a suceder, pero él era despiadado y megalómano, y no hizo caso de mis palabras, arguyendo que yo estaba tramando algún tipo de insubordinación en su contra; no tuve el valor para hacer nada más, y el crucero espacial terminó destruido; decenas de transformers murieron en una horrible agonía, sólo sobrevivieron unos pocos
Me alejé de allí cuando logré salvarme, aterrada por lo que había sucedido y temerosa de lo que pudiera suceder, como si de alguna forma pensara que era mi culpa no haber podido evitar aquella desgracia; después de un tiempo de vagar por el espacio llegué hasta la corte que en ese tiempo no era más que unos cuantos pedazos de chatarra espacial adheridos al dorso de una nave en desuso, y conocí al capitán que me antecedió. Ese transformer estaba loco, es cierto, pero era justo, y me enseñó a valorar aquello que tenía en mi poder; le dije que la mayor parte del tiempo las cosas que veía eran sólo diminutas fracciones acerca de un acontecimiento que no necesariamente conocía, y que de seguro a bordo del crucero espacial no pude explicarme de manera correcta porque no podía decirle de manera específica al Capitán cuál era la mala decisión que él iba a tomar o, cuáles serían en concreto las consecuencias de sus actos. Me dijo que tenía que aprender en primer lugar, que en el universo hay muchas cosas que no podemos controlar, y en segundo, que a partir del primer punto debía hacer lo posible por ayudar a quienes sí pudiera identificar dentro de mis visiones. Desde entonces aprendí a trazar una línea imaginaria en mi mente, con la que separo hechos desconocidos de cosas respecto a las cuales puedo hacer algo; el futuro no es un texto escrito por adelantado, ya que está en constante cambio debido a las decisiones de cada individuo, pero si puedo hacer algo, aunque sea la más mínima cosa por ayudar a alguien, lo haré.

Entonces por eso es que ya sabía por adelantado que Heavythread lo había llevado a él a la corte. De pronto todas sus actitudes tomaron un cariz distinto por lo que ella estaba explicando; no podía anticipar que el satélite del planeta iba a estar cerca de una explosión, pero sí pudo dirigirse al puente de mando antes que todos, para poder enfrentar el conflicto de la mejor manera posible. Eso significaba que la líder de la corte estaba constantemente sometida a la presión de tomar las decisiones correctas, de acuerdo a esas fotografías que pasaban frente a sus sensores ópticos.

—Hay algo que no entiendo. ¿Por qué no acudiste a los sabios de Cybertron, a Prime mismo? Ellos podrían haberte ayudado a enfocar tus visiones cuando recién las tuviste, o podrías haber ayudado a otros desde aquí.

Ella le dedicó una mirada que era casi compasiva.

—Ir con ellos. ¿Para decirles qué? ¿Que había visto que en un salón de armas se iba a disparar un fusil por estar mal asegurado? ¿Que sabía que en un viaje interespacial, alguien iba a abrir una escotilla en una superficie con atmósfera? Ninguna de esas microscópicas fotografías tienen utilidad si no sé de qué se trata en realidad, es como estar ciego en medio de una ciénaga. Los cybertronianos piensan siempre en el bien o beneficio de la comunidad, y una habilidad como la mía habría sido utilizada para predecir eventos futuros, acaso para crear miedo o control, y ni siquiera así sería seguro poder poner a salvo a todos, porque descubrí que cuánto más individuos haya a mi alrededor, el número de imágenes aumenta cada vez más. Volverme loca con eso no sería de ayuda para nadie.

Entonces era su misma historia. Se sintió profundamente conectado con Aldren al entender que, de todos, la capitana no estaba exenta de ese tipo de situaciones, y de hecho entendía a la perfección su situación, porque la había experimentado ella misma. La verdad, manipulada de cierta manera, podía ser más letal que cualquier rayo destructor.

—El peligro del satélite no es el más grande —concluyó el en voz baja—, hay algo más que nos está amenazando ¿no es así?
—Me gustaría poder hacerte esa pregunta en vez de escucharla —dijo ella con voz sin inflexión—, pero lo cierto es que tenemos que darnos prisa.
— ¿Por qué me estás contando esto a mí, por qué ahora?

Durante varios segundos ninguno de los dos habló.

—Porque es importante que lo sepas.
— ¿Importante por qué? No lo comprendo.

Ella se puso de pie y lo enfrentó más de cerca.

—Eres listo e inteligente, y demuestraa un afán de ayudar al resto que es importante para todos nosotros. Lo siento si estoy dejando mucho peso sobre tus hombros, pero como puedes ver, en la corte hay muchos habitantes que casi no pueden valerse por sí mismos, y en tal caso, los que sí podemos hacerlo tenemos que ayudarles a compartir la carga.

Soulbreaker estaba seguro de que ella nunca diría algo como esto último ante los otros, porque sería una forma de menospreciar a los más débiles. Entonces se le ocurrió que podría estar contándole eso por otra razón.

—Aldren, no es necesario que me trates de convencer de tus buenas decisiones, porque confío en ti desde el primer momento en que te vi, y estoy dispuesto a ayudarte a ti y a los demás de la mejor manera posible, principalmente porque lo que siento que he recibido de la corte es más de lo que siento que puedo dar.
—Gracias por confiar en mí.
—Soy yo quién te lo agradece. Aldren, yo…

Durante un momento no supo qué decir.

—Creo que después de estas experiencias vamos a tener que ver unos cuantos atardeceres.
—Sí —dijo ella—, te tomaré la palabra. Tendremos que reservar el promontorio para ver juntos un par de esos atardeceres.

Mientras esto sucedía dentro del asteroide, en el espacio, a cierta distancia, una sombra observaba fijo lo que estaba sucediendo. Una sombra grande y poderosa, un rostro con un solo ojo púrpura, observando.

2

Sentinel Tau volaba por el espacio a gran velocidad en su modo alterno de nave; en los últimos días había estado muy ocupado poniendo a prueba todos sus conocimientos en batalla, y entrenando a los distintos soldados a su cargo, los que acataban sus órdenes y estaban ávidos de sus conocimientos como de costumbre; sin embargo, ya era hora de concretar algunas decisiones que estaban en su mente desde su reintegración a las filas del mando autobot.

— ¿Puedes escucharme?
—Fuerte y claro.

Al principio se había sentido un poco intimidado por el nombramiento como Sentinel Tau, pero concluyó que se trataba no sólo de algo lógico, sino que podía ser de utilidad en varios sentidos; los autobots parte de La muralla eran experimentados y fuertes, de modo que su presencia ayudaría para mejor ante una guerra que se veía venir sea como fuere, y, por otro lado, ese cargo le había sido ofrecido con anterioridad. Mucho tiempo antes del mandato de Optimus prime, se le había ofrecido el cargo, a lo que él se negó indicando que aún no estaba preparado para tal nivel de responsabilidad, y que or lo tanto resultaba mucho más útil en el campo de batalla. Ahora, por causa de su historial, desenmascarar a un par de amenazas ocultas para los autobots y haber regresado de una muerte segura, accedía a llevar a gran responsabilidad, remarcada por Rodimus prime en su gran confianza hacia él por su enorme experiencia y sabiduría.

—Ya estoy en la zona que me indicaste.
—Excelente, sólo debes descender en el asteroide metálico que está debajo de ti.

Descendió según las instrucciones, a un asteroide formado principalmente por piedra y metal; adoptó la forma robótica y empezó a caminar por el lugar, que era una especie de páramo desolado. ¿por qué se le habrá ocurrido venir hasta aquí? Se preguntó mientras exploraba el lugar.

—No te escondas.

Nadie contestó a sus palabras. Las formaciones rocosas del lugar no dejaban mucho a la imaginación, de modo que siguió caminando esperando encontrar algo que llamara su atención. Poco después se encontró con una construcción que se asemejaba a un edificio, desde donde salió su interlocutor.

—Hola viejo amigo.
—Runflight.

Estrecharon las manos en señal de saludo; el interior del lugar era sencillo y había sido moldeado con rayos, pero a pesar de la simplicidad se notaba que había instrumentos de carga electrónica e intercomunicadores.

— ¿Por qué estás recluido en este lugar?
—Me ha ayudado a pensar —explicó Runflight de manera sencilla—. Durante mucho tiempo estuve concentrado en obtener riquezas y hacer daño, creo que es un cambio para mejor.

Sentinel Tau meditó unos momentos, mientras el otro le alcanzaba un vaso lleno de una mezcla de energon; probó el contenido, encontrándolo dulce y sólo un poco embriagador.

— ¿Lo destilaste? —al instante se arrepintió de la pregunta; el lugar estaba desierto salvo por esa pequeña porción de civilización, era obvio que sí—. Lo siento.
—No te disculpes.
—Runflight, estoy seguro de que ya ha llegado el momento que hemos estado esperando.

El otro lo interrumpió con una pregunta muy acertada.

— ¿Hemos?
—Por favor. Te he dicho que quiero ayudarte a recuperar la paz para ti, y sé que de alguna manera también lo quieres, incluso lo dijiste.
—Tau, es decir, Sentinel Tau —replicó el otro en voz baja, soltando cada palabra con sumo cuidado—. Te he dicho que estar en este sitio me ha permitido pensar; me he enfrentado a desafíos básicos de supervivencia, pero no se me ha olvidado lo que sucede allá afuera.
—Escucha, yo…
—Sé que tienes buenas intenciones y lo aprecio, pero la verdad es que sigo teniendo mis dudas acerca de ir a enfrentarme con el bando autobot. Soy un traidor para ambos bandos, los autobots no me despedazarán sólo porque su sistema de justicia no se los permite, pero yo… sólo quiero que sepas que abandoné la vida criminal porque tu fe en mí me hizo cambiar, pero no sé si quiero arriesgarme a lo que revelar mi paradero implica.

Sentinel Tau asintió, comprendiendo.

—Yo creo en ti, pero con mi palabra no basta, al menos no aquí, en la mitad de la nada. Tengo algo que decirte: dentro de una semana, Rodimus prime estará desocupado de sus arduas labores como líder autobot, y para entonces tengo concertada una cita con él. Quiero que vengas conmigo y te entrevistes de manera directa con nuestro líder.
—Estás loco, jamás te lo permitirán.
—Soy casi el oficial de mayor confianza de él, y salvé de la muerte por tu ayuda, te aseguro que conmigo harán una excepción. Sólo te pido que vayas conmigo a esa reunión y te entrevistes con él; si Rodimus no te da las garantías o no te sientes en confianza, lo dejaremos, y podrás irte en paz.

Runflight meditó unos segundos, antes de contestar.

—Si tú vas a estar presente, entonces estaré seguro. Iré contigo.



Próximo capítulo: El descanso del héroe

Por ti, eternamente Capítulo 11: Huellas extraviadas





Cuando amaneció, Víctor aún no había dormido; ya era la mañana del Sábado, y sentía que no había hecho mucho, aunque de todos modos sabía que sí había algún avance. La comunicación con Arturo a través de la red lo había preocupado y animado a la vez, porque tener una impresión más completa de lo que ocurría a su alrededor era impactante, y tener noción de que al menos su mejor amigo estaba apoyándolo era esperanzador. Revitalizado por haber tenido comunicación con alguien, volvió al furgón y reinició la marcha, desviándose al Oriente un poco más, esperando no toparse con nadie ya que había dejado la carretera. Daban más de las ocho de la mañana cuando se encontró con una sorpresa, una casa en medio de algo parecido a una granja, algo que por cierto no salía en los mapas.

— ¿Qué es eso?

Alcanzó una botella de bebida y bebió un trago largo; no pretendía quedarse dormido por ningún motivo, necesitaba permanecer despierto y atento a todo, al menos hasta que llegara a la siguiente zona poblada, donde pretendía reabastecerse y comprar algunas cosas que no había considerado en su momento. La casa era relativamente pequeña, de madera aunque de construcción bastante sólida para estar en la mitad de la nada. Estacionó el furgón a cierta distancia y bajó del vehículo para tomar un poco de aire, aunque en realidad estaba evaluando si acercarse o no; era un relativo peligro, pero por otro lado podía contar con que la gente del lugar no estuviera informada como en la ciudad.

—Me pregunto si estará vacía...

Se alejó unos pasos del furgón en donde Ariel dormía aún, pensando que tal vez no fuera tan mala idea; la casa estaba a algunos metros, y viéndolo bien, al lado había una pequeña construcción, del tipo de las que se usan para almacenar verduras o guardar provisiones.

—Buenos días.

Dio un respingo al escuchar la voz a muy poca distancia suya, y se volteó a la izquierda; lo primero que vio fue un arma apuntándole a la cara.


2


La camioneta de Álvaro y Romina iba rápidamente por la carretera al sur; pendiente de los binoculares en la derecha y del volante en la izquierda, el hombre se mantenía firme a pesar del sueño.

—Despierta.

Romina, en el asiento del copiloto se removió; habían estado turnándose durante la noche para hacer el seguimiento del policía.

— ¿Qué pasa, lo encontraste? Préstame los binoculares.
—Te dije que lo iba a encontrar —replicó él satisfecho— ¿Quieres ver el mapa? Estoy un poco perdido.

Siguieron avanzando al sur. Habían tenido complicaciones, pero hasta el momento eran menores; ella desplegó el mapa junto a él.

—Estamos a poca distancia de Las águilas, el siguiente pueblo; por éste camino deberíamos llegar en poco tiempo, pero creo que Armendáriz no va para allá, se va a desviar otra vez de la carretera.

Álvaro detuvo la camioneta y cambiaron posiciones.


—Estoy cansado.
—Deberías hacer más ejercicio —comentó ella sonriendo mientras se estiraba— yo estoy bien, y que no se te olvide que estamos en la mejor parte. Ahí lo veo, se está desviando hacia la meseta que está hacia el Oriente.

Sabía que esa parte de la carretera estaba más arriba que el sector por donde iba el automóvil del policía, por lo que ellos tenían mejor vista que él.

—Anoche debe haber presentido que lo estaban siguiendo y por eso se quitó del camino por un rato, pero ahora seguro que va tras la pista.
—Pero eso quiere decir que tendría que estar muy cerca —comentó ella—, creo que deberíamos ir pensando en el nombre del reportaje porque...oh...
— ¿Qué?
—Nada.
—Conozco ese "oh" dime qué pasa.

Ella dejó los binoculares y tomó una hoja en la que garrapateó algo.


—Éste es el panorama —le dijo enseñándole el dibujo— Armendáriz va directo hacia ese sector de campo; hay una casa y algo  como una granja pequeña, y más atrás hay una elevación del terreno.
—Y ahí hay algo —dijo él tratando de adelantarse— algo importante.
—Puede ser —replicó ella— veo un vehículo, un furgón.



3


— ¡Oh por dios!

Víctor dio un salto al ver que un arma estaba apuntándole a la cara.

— ¡Señora por favor no me apunte!

Una mujer de más de cincuenta años, de baja estatura pero de contextura fuerte y actitud recia estaba apuntándole con un fusil, con el dedo puesto en el gatillo.

— ¿Qué haces tú aquí? Éste es mi territorio y mi casa, te puedo apuntar todo lo que quiera.

Siguió apuntándole totalmente decidida; Víctor levantó las manos presa de gran nerviosismo.

—No estoy buscando problemas, se lo prometo, no sabía que era propiedad privada.
—Traspasaste mi cerca.
—Pero si no hay ninguna cerca —se defendió tratando de sonar convincente— vi la casa pero no tengo malas intenciones, se lo prometo.

La mujer quitó la mirada de él y miró hacia atrás de su objetivo, con lo que él mismo giró la cabeza lentamente. En efecto, atrás, a cierta distancia había una cerca de madera, pero estaba tirada en el suelo y no se veía con facilidad por el pasto; de hecho el furgón estaba estacionado a pocos metros y él de seguro había pasado caminando sobre ella sin percatarse. La mujer bajó el fusil.

—Debe haberse caído durante la noche.
—Creí que iba a decir que yo la había tirado.
—Está hacia afuera —explicó como si fuera obvio— tendrías que haber jalado de ella y no pareces tener fuerza como para hacer eso.

Era una mujer muy perceptiva, pero una vez que bajó el arma ya no se veía tan amenazante; más bien parecía una buena persona.

—Disculpa por asustarte, pero cuando una es una mujer sola tiene que saber cómo defenderse.
—Tiene razón, pero discúlpeme por haber entrado en su terreno.

La mujer se le acercó sonriendo con gesto amisoto; tenía que volver al furgón y sacarlos a él y a Ariel de ahí.

—No pareces un mal tipo; pero tienes cara de sueño, mejor entra y te sirvo un café.

Víctor negó lentamente con la cabeza.

—Muchas gracias, pero no puedo, tengo mucha prisa.
—Vamos, no seas desconfiado; te apunté con un arma pero no lo hice con maldad, es solo para defenderme.

Ya había pasado un gran susto por confiarse de una persona, pero por otro lado el ofrecimiento de un café caliente a esa hora de la mañana sonaba tentador, y no había usado del agua de los termos para dejarla para la comida, leche y limpieza del bebé mientras encontraba donde reponer suministros. Y además, a pesar incluso de que todavía estaba nervioso por haberse sentido amenazado por el fusil, de alguna manera no podía sentir desconfianza de ella. Se acercaron al furgón, donde la mujer vio alarmada por la ventanilla del conductor.

— ¡Tienes un bebé!
—Lo que ocurre es que yo...
— ¡Y andas a la intemperie en pleno amanecer!
—Yo...
—De ninguna manera te puedes ir —sentenció con la misma decisión que antes— se te ve en la cara que no puedes conducir, y está frío, tienes que darle de comer y tú necesitas un café bien fuerte.
—Pero...
—No quiero excusas —lo apuntó con el dedo— entras ahora mismo, voy a poner a calentar el agua y ya vas a ver cómo te vas a sentir mejor, y no me discutas o voy a tener que hacerte entrar con el fusil. Vamos, vamos, no pierdas tiempo.

Dio media vuelta y caminó hacia la casa. Víctor respiró varias veces, esperando no equivocarse otra vez, y tomó al bebé envuelto en cobijas, para seguirla a paso rápido.

—Pasa, siéntate ahí.

El interior de la casa era modesto pero muy acogedor, daba realmente la misma sensación de las  series de televisión ambientadas en zonas rurales, con adornos en los muebles y chimenea, aunque ahora estaba apagada; la vigorosa señora puso agua en un hervidor metálico.

—Todavía no me presento. Soy Gladys.
—Mucho gusto.
—Y dime, ¿por qué andas por estos lados, estás perdido?
—Un poco —replicó él— la verdad es que estoy tratando de llegar a Las águilas, pero no estoy muy seguro de que sea el camino correcto, no quiero usar la carretera.

La mujer preparó dos tazones mientras el agua hervía. Ariel aún dormía en sus brazos, seguramente más tranquilo y relajado cuando se sentía la tibieza del lugar. Víctor sintió que el estómago se le contraía.

—No estás tan perdido, pero si un poco; mira, desde aquí tienes que tomar hacia el sur directo desde donde dejaste el furgón, a poca distancia vas a encontrar una planicie y desde ahí solo tienes que seguir la ruta vieja, porque la ruta a Las águilas está cortada.
— ¿Cortada?
—Sí, están haciendo unos trabajos. Mira, es como si hicieras una letra S desde aquí, es cierto que es más largo pero si llegas directo por el camino nuevo te vas a quedar atrapado en el desastre que tienen. Oye, y el pequeño ¿es tu hijo?

No supo que contestar durante un momento, no sabía si podía o no confiar en ella, a pesar de estar en su casa, se sentía repitiendo la escena de la Iglesia, de hecho ¿Qué estaba haciendo ahí?

— ¿Qué pasa muchacho? —dijo de pronto ella, acercándose con el tazón con café— ¿por qué tienes esa cara?
—Lo que sucede es que yo...las cosas son complicadas.

No pudo seguir hablando; de pronto sentía la necesidad de salir de ese sitio, de volver a la seguridad del furgón, en donde podía huir en cualquier dirección como la última vez. Miró al pequeño en sus brazos, admirándose de la tranquilidad con la que dormía; un niño de esa edad no podía estar en peligro, esas cosas no tenían que ocurrir.

—Eres tú ¿verdad?

Dio un respingo en el asiento, levantando la mirada del bebé hacia Gladys; pero ella mantenía la misma expresión de antes, no se veía amenazante ni asustada, y el fusil seguía a un costado, suficientemente lejos de ella.

—No sé de lo que está hablando.
—Estás en mi casa —replicó ella con un dejo de hastío— estoy siendo hospitalaria contigo, no seas deshonesto, no me mientas en mi cara.

Hacía muchos años que no escuchaba un reto como ese, era casi como el de una madre a un hijo que está comportándose de manera incorrecta, y para su propia sorpresa se sintió avergonzado por lo que estaba ocultando.

—Lo lamento, es que todo es tan complicado ahora...
—Supongo que sí, la noticia está en la radio —explicó ella señalando un aparato de radio sobre un mueble— lo que no me explico es cómo es que te metiste en todo esto.

Víctor se puso de pie.

—Yo tampoco lo sé muy bien, pero ahora mismo la policía está buscándome, no creo que sea buena idea quedarme. Además no quiero ser una molestia.
—Pero si no lo eres —dijo ella livianamente— no estás aquí a la fuerza, yo te invité. Ahora siéntate, si no quieres hablar del tema no importa, lo que quiero es que me contestes la pregunta que te hice. ¿Es tu hijo?

No valía la pena seguir mintiendo. Optó por sentarse y bebió del café, que su cuerpo agradeció con fervor en los primeros tragos.

—Sí, es mi hijo.
—Te creo —repuso de manera simple, sonriendo—, parece tener muy buena salud.
— ¿Me cree? —la interrumpió sorprendido— pero me acaba de decir que la noticia está en la radio, no puede creerme solo porque yo se lo digo.

Gladys lo miró con infinito cariño, tanto que lo hizo sentirse avergonzado otra vez.

—Escucha muchacho, hay cosas que no tienen nada que ver con las noticias, son las cosas que se ven, las que pasan a nuestro alrededor; te veo con ese niño en los brazos, veo la forma en que lo miras, la tranquilidad de él y para mi es suficiente, no me importa lo que puedan estar diciendo.
—Para la gente no parece ser tan evidente.
—Eso es porque la gente se cree todo lo que está por fuera, no ven nada más —le respondió sencillamente—. Vivir en el campo me ha ayudado en muchos aspectos, y uno de ellos es que aprendí a ver las cosas como deben ser. Estoy segura de que tú solo cometiste varios errores.

Víctor terminó de beberse el café con más ansias de las que esperaba. Se sentía más tranquilo, derribando la última barrera de desconfianza que sentía por ella, porque con tal sinceridad las cosas simplemente no podían tener otro rumbo.

—No creo que sea bueno que le diga demasiado, no quiero meterla en problemas.
—Es muy amable de tu parte.
—Pero lo que sí puedo decirle es que Magdalena, la madre de Ariel, me pidió que lo cuidara, y que lo mantuviera lejos de su familia, porque ellos tienen negocios sucios; iba a ir a la policía, pero me amenazaron, y después las cosas empezaron a pasar una tras otra.
—Eso es lo malo —comentó ella más para sí que para él—, a  veces simplemente las cosas no salen como lo esperas.


 4

                               
Fernando de la Torre estaba en la sala de su casa, paseando de un lado al otro, caminando sin destino. En ese momento apareció su esposa en pijama y con cara de sueño.

— ¿Qué pasa Fernando, por qué estás despierto a ésta hora?
—No deberías estar levantada Ingrid.
—Tú tampoco.
—Estoy preocupado por mi nieto. Ya debería haber alguna novedad.

Ella lo abrazó cariñosamente por la espalda.

—Tus hombres ya salieron a buscarlo y la policía también está en eso, debe ser cosa de horas para que lo encuentren. Magdalena cometió un error al alejarse de nosotros.
—Todo ese puritanismo por nada ¡Somos su familia! Teníamos un enemigo aquí, y lo peor es que ni siquiera sé hasta adonde puede haber llegado.

Ella se soltó de él y lo miró a los ojos.

— ¿Qué quieres decir?
—Que es posible que Magdalena le haya dicho algunas cosas sobre la familia a ese tipo.
—Pero Magdalena podría haber dicho cualquier cosa, es su palabra contra la tuya.

Pero Fernando seguía intranquilo.

—No se trata de eso. Ella podría haber llegado más lejos.
— ¿Estás tratando de decir que ella podría haberle entregado alguna prueba?
—Todavía no puedo saberlo. Que entre sus cosas no hubiera nada no significa que siempre haya sido así.

Ingrid había captado el sentido de sus palabras, y como él, estaba preocupada por lo que pudiera suceder.

—Si pudo pasar algo así, es más necesario que hagamos algo, hay que recuperar al niño y silenciar a Segovia.

Fernando dio una mirada a la sala de la casa, tan silenciosa como durante toda la noche.

— ¿Planeas deshacerte de él?
—Por ahora no, lo que más nos conviene es ayudar a la policía mientras tanto.
— ¿Y si resulta que no tiene nada?
—Entonces a nadie le va a importar que alguien lo haga a un lado.

La pareja se abrazó en silencio.


5  


Cuando sonó el timbre en la entrada de la casa a las ocho de la mañana, Arturo dio un salto de la cama y se asomó por la ventana, sin dejarse ver.

—Maldición.

El momento al fin había llegado. La policía estaba afuera, y venían a preguntarle por el correo que le había enviado a Víctor o por la ayuda que le había dado para vender todas sus cosas; sea lo que fuere, no era nada bueno, pero lo tenía asumido. Esperó a que tocaran por segunda vez y se asomó por la cortina, mirando para abajo con una expresión que esperó fuera de confusión o extrañeza, o ambas. Abajo dos oficiales, una mujer y un hombre lo miraban fijamente, y ella le hizo señas de que bajara. Asintió sin mostrar otro gesto en su rostro.

Desde que hablara con Víctor se sentía más paranoico que antes si era posible, pero habían pasado solo un par de horas desde que se comunicó por internet, así que creía que era improbable que supieran que habían hablado, por lo menos momentáneamente, además que había navegado en esa ocasión en modo incógnito; desde luego todo eso eran solo parches, la verdad era algo que tendría que enfrentar en esos momentos.

—Tranquilo Arturo —se dijo mientras bajaba la escalera—, tranquilo, tranquilo...

Había decidido quedarse en pijama, a fin de cuentas si se suponía no sabía a qué venía la policía, no tenía sentido vestirse. Mientras abría agradeció que sus padres tuvieran el sueño tan pesado.

—Buenos días.
—Buenos días, ¿usted es Arturo Fuentes?

Lo miraban sin expresión, pero a la vez con la clásica autoridad que les enseñaban a tener.

—Sí, soy yo.
—Necesitamos hablar con usted sobre Víctor Segovia ¿podemos pasar?
—No —repuso resueltamente— ¿Qué sucede con él?

La mujer intervino; estaba pasando por alto su altanería, al menos de momento.

—Tenemos entendido que usted es amigo de él.
—Así es.
— ¿Y no le parece extraño que haya desaparecido como lo hizo? —no lo dejó responder— ¿ha hablado con él en el último tiempo?
—Eso quisiera —respondió siendo auténtico—, pero no hemos hablado desde que desapareció.
— ¿Que sabe de su desaparición?

Arturo ya tenía preparadas todas las respuestas, se había pasado horas repitiendo frente al espejo las cosas que podía decir, imaginando preguntas ácidas como en los juicios. Tenía que parecer natural, tenía que parecer que realmente no sabía nada de Víctor, que estaba preocupado por él pero que confiaba en su amigo a pesar de no tener ninguna información de él. Y sabía que no iba a sonar convincente, pero si podía mantener los argumentos al menos eso le daría tiempo.

—Sé que desapareció. Lo último que supe es que la dueña de su cuarto estaba como loca porque se había ido.
—Pero usted le envió un correo hace poco.

Eso lo sorprendió, pero se repuso a tiempo para no sonar demasiado culpable.

—Claro que  le envié un correo, soy su amigo y estoy preocupado por él.
— ¿Le contestó?
—Todavía no.
— ¿Cree que lo hará?

Esa pregunta en realidad no se la esperaba. ¿Cómo no se le había pasado por la mente algo tan básico? Optó por ser sincero con la respuesta y jugarse todo a la espontaneidad.

—A éstas alturas no sé muy bien qué pensar —respondió—, se supone que nada de eso debería pasar, quiero decir, Víctor es un buen tipo, pero ahora todo es demasiado extraño.
—Necesitamos una declaración al respecto.

Estaba arriesgándose, pero no quería que sus padres supieran que estaba al menos remotamente involucrado. No aún.


—Si me esperan tres minutos aquí afuera puedo acompañarlos a la unidad.



Próximo capítulo: Disparos y sangre