La traición de Adán capítulo 22: Pequeños triunfos



Pilar estaba en su habitación de hotel: eran las diez de la mañana y recién estaba tomando desayuno, pero era comprensible porque había estado hasta las once treinta en el restaurante Morlacos; la semana había sido sumamente agotadora, prácticamente se trasladó a vivir durante esos días, pero las cosas habían funcionado mucho mejor de lo que se esperaba, de modo que tenía cuentas alegres para una inauguración y ya estaba contando con la primera clientela estable. El restaurante abría sus puertas a las doce del día para tener preparada la hora de almuerzo, y desde ahí no paraban hasta casi  la media noche, por lo que siendo un sector con mucha población de estudiantes ya se estaba corriendo la voz tanto para el almuerzo como para la hora del trago. Si bien era verdad que no había sido un éxito arrasador, las ventas eran constantes y eso era un excelente inicio de trabajo. Estaba cansada, pero satisfecha con su trabajo hasta el momento, además que la gente le estaba respondiendo muy bien y Margarita realmente se había vuelto fundamental en todo eso. Emocionalmente no tenía muy claro cómo se sentía, pero por el momento prefería seguir ocupada con el trabajo  y los nuevos proyectos. Sonó su teléfono celular.

–Pilar, espero que estés despierta.
–Sirviéndome el desayuno en el casino, ¿ocurrió algo amiga?

La voz del otro lado de la conexión se escuchaba emocionada.

–Tengo una solicitud para una reserva de sesenta personas para mañana.
–Estupendo, no hay reservas así que podemos hacernos cargo.
–Es un desayuno.

Se quedó con la taza de café en el aire mientras hablaba; eso sí que estaba fuera de sus planes.

–Margarita, abrimos a las doce.
–Lo sé, por eso te estoy llamando. Podemos decir que no, o podemos arreglarlo.
–Pero para eso tendríamos que llamar a todos y... espera... son sesenta personas, es muy bueno para dejarlo pasar. A ver, dame unos minutos para llamar a los que pueda y te confirmo.

Margarita seguía sonando alegre, pero también con un dejo de urgencia.

–Esperan la respuesta en diez minutos, necesito que te des prisa.

Pilar dejó el desayuno y se arrojó al ascensor mientras sacaba cuentas mentales.

–Amiga, supongo que podrás.
–Por supuesto, de eso no te preocupes. Ahora te dejo, llámame lo más pronto que puedas para coordinar; mira, es una reunión de un equipo de consultoras de belleza, si resulta las podemos amarrar para otras reuniones.
–Excelente, te llamo en cinco minutos.

Cortó y entró a su habitación; de inmediato tomó la agenda y ubicó el número de Manuel, el chef más antiguo y que ejercía un liderazgo sobre los otros. Si lo convencía a él seguro también lo lograría con los demás.

Micaela estaba en el departamento de Esteban para su desayuno de día Sábado. Tocó a la puerta, y casi al instante abrió una chica que no podía tener más de veintitrés o veinticuatro, con el cabello mojado y en tenida deportiva.

–Hola.
–Hola –saludó Micaela tratando de no poner caras– ¿podrías decirle a Esteban que llegué?

La chica la miró como si la conociera.

–Claro. Esteban, tu hermana ya llegó.
–Dile que pase linda, ahora salgo de la ducha.

La joven la dejó entrar.

–Ustedes dos son parecidos, tienen el mismo tipo de ojos.
–Si –respondió automáticamente– es de lo poco que tenemos en común.
–Hola –saludó Esteban desde su habitación– ya estoy. Ahora si –apareció sonriente– las voy a presentar oficialmente. Paula, mi hermana Micaela, hermanita, Paula, mi amiga.

La aludida sonrió coqueta, parecía que el termino de amiga le resultaba divertido. Micaela optó por seguir la corriente.

–Disculpa por interrumpir, pero el bruto éste no me avisó que iba a estar acompañado, pude haber venido para el almuerzo.

Lo miró reprochándolo, pero la mujer no se complicó.

–Ah, pero no te preocupes, Esteban me dijo que tenían la costumbre del desayuno los Sábados, y de todas formas yo me tengo que ir porque en media hora tengo que estar con mi grupo de la universidad haciendo un trabajo. Estudio diseño ¿sabes?
–Que bien, yo trabajo en el rubro de la construcción, y los expertos en ese campo  siempre faltan, así que si eres ingeniosa te van a llamar muchísimo.
–Eso espero.

La joven se despidió de ambos y salió. Cuando quedaron solos Micaela encaró a su amigo.

– ¿Hermana?
– ¿Que esperabas que dijera? No hay mujer en el mundo que no ponga cara rara si un hombre le dice que tiene una amiga.
–Yo no pondría ninguna cara.
–Está bien, ninguna excepto tú. Además no quería arruinarlo con desconfianzas.
–Así que lo mejor es mentirle –comentó ella sentándose– eres divertido, pero lo que no entiendo es por qué no hiciste un simple cambio de planes.

Esteban sirvió refrescos para ambos.

–Porque se te quedó ese arete que está encima, tuve que improvisar; además es lindo y de cualquier manera me deja espacio para divertirme, no puedo estar llorando eternamente por ti.
–No empieces con esas bromas.
–Está bien, está bien. Oye, mientras veo lo del desayuno, te quería contar que para esta tarde tendremos algunas novedades. Mi amigo me dijo que fuéramos a buscar la información, ya sabes que por seguridad es mejor no hablarlo por teléfono.

Ya era hora. Micaela estaba sintiéndose cada vez más irritada al ver como el Boulevard en el que trabajaban su madre y Eva San Román tenía cada vez más éxito; tenía que hacer algo pronto.

–Espero que sea algo bueno para que podamos comenzar a tramar algo, ya me tiene de los nervios la espera.
–Tranquila, solo  tendrás que esperar a esta tarde y tendremos al menos la primera pista. Había pensado en contactar a los trabajadores despedidos de la obra.

Micaela pensó en el obrero comprado por Eva para extraer la información. Ni a Esteban le había dicho, y prefería mantenerlo así, como información solo de último recurso.

–Mejor no, es más seguro mientras menos gente lo sepa. Ahora tomemos desayuno por amor de Dios, muero de hambre.

Pilar y Margarita se reunieron con la mayoría del personal del restaurante poco antes de las doce. La joven ya había hablado con quien debía.

–Gracias por llegar antes. Chicos, la cosa es simple, tenemos el desayuno para mañana temprano, lo pago en mano como horas extra, y si empieza a funcionar, extendemos el horario del Morlacos desde las ocho. Quiero saber si están dispuestos a hacer más horas extra.
–Lo estuvimos conversando –repuso el líder del grupo– si es por un día a la semana puede ser que hagamos horas extra, pero si va a abrir más temprano ahí va a tener que contratar más gente.

Pilar ya lo había considerado.

–Lo sé, pero al principio no me quiero arriesgar tanto, llevamos muy poco tiempo funcionando. De partida este grupo del desayuno es dos veces al mes, y sería solo eso, pero como es constante necesito saber si puedo contar con ustedes.

Todos parecieron de acuerdo.

–Genial, entonces nos veremos mañana a las siete treinta y como les dije, el trabajo extra lo pago en el momento y si alguien sabe rezar, que lo haga para que este grupo se quede aquí y nos vaya mejor. Gracias por venir un poco antes, ahora esperemos que todo salga bien.

Llegó la tarde y Micaela y Esteban se reunieron con F, el amigo que no dió ningún otro detalle suyo.

–Me diste un trabajo interesante Esteban.
– ¿Por qué, descubriste algo?
–No.

Micaela sintió que sus esperanzas se diluían.

– ¿Pero entonces qué tiene de interesante?
–Eso amiga, que esto no es natural, alguien metió las manos para que el historial de Eva San Román sea limpio y transparente, y si te digo que metieron las manos es que lo hicieron hondo; pero no lo suficiente, hay una fisura, y es que he podido rastrear su existencia solo hasta los quince años porque fue ahí cuando se supone que llegó al país.

Esteban frunció el ceño.

– ¿Se supone?
–Es nacional, ella nació aquí según sus registros, pero no sé dónde, ni cuando se fue o hacia donde, tampoco sé cuándo volvió, lo saqué por conclusión al descubrir sus registros, lo que significa que no solo hay algo raro en ella, sino que también en lo que la rodea.
–Es un fantasma.
–Exacto –replicó poéticamente– es un fantasma de sí misma, Eva San Román no es nadie y a la vez es alguien, es algo parecido a una representación teatral de sí misma, donde puedes ver como sólida la estructura, pero tras el parlamento no hay nada más que hojas escritas, ni pasado, ni hechos, solamente lo que puedes ver.

Micaela se quedó pensando en la explicación que les había dado F. Que Eva fuera una farsa era algo que se esperaba, pero no de manera tan literal, porque al ser así, tomaba un cariz completamente distinto; eso podría explicar esa confianza, esa actitud implacable, ese trato superior, porque si no tienes nada que esconder, simplemente no hay temores. Por eso los sacó del proyecto, porque en su vida todo estaba preparado y dispuesto y ellos no solo eran prescindibles, sino que además no eran parte de sus planes.

– ¿Qué piensas?
–F, hazme un favor, ten muchísimo ciudado, no dejes que te descubran mientras estés investigando, es primordial que llegues a la verdad sin que te atrapen.
–Soy indetectable.
–Entonces hazlo aún mejor, creo que esta mujer puede ser un peligro y no quiero que te arriesgues; por favor redobla tus medidas.

F se lo pensó un momento y  al final habló.

–Sí, tienes razón, la verdad es que de primera me había parecido que esto era divertido como desafío, pero también tiene otra cara, es mejor que no nos arriesguemos; pero les prometo algo: voy a descubrir quién es esta mujer, parece que no va a ser fácil, pero lo voy a hacer.
–Gracias F –intervino Esteban– yo confío en ti, estaremos esperando los resultados.

El otro los despidió, y los amigos salieron rápido del edificio en donde vivía; Esteban se mostraba un poco decepcionado.

–Y al final todavía no tenemos nada.
–Al contrario, tenemos mucho.
– ¿A qué te refieres?
–Mira –replicó ella decidida– saber que esta mujer es falsa ya es un triunfo, porque  quiere decir que no estaba equivocada en desconfiar de ella; es el tipo de colaborador especial para mi madre.
–Pero ella llegó antes que tu madre.
–Por lo que sabemos, podría ser algo diferente, pero aunque fuera así, Bernarda tiene un rastreador de personas así, de hecho ya tiene consigo a Luna, esa morena que apareció en todas partes haciendo publicidad del Boulevard. Se conocieron hace tiempo, y esa Luna le debe algún tipo de favor a Bernarda porque la idolatra, y  aparece cuando la llama, de hecho la última vez que supe de ella fue hace como dos temporadas, en Londres. Bernarda estaba perdiendo una  negociación y Luna apareció a seducir a los ejecutivos. Al final ganaron.

Esteban ya no se sorprendía de escuchar a su amiga hablar así de su madre, pero si le llamó la atención otra cosa.

–Sí, creo que tienes razón, pero ahora que lo dices, acabo de notar algo raro.
– ¿Qué es?
–Vi en las noticias las imágenes de la inauguración de algo de Boulevard, y ahí estaba Adán Valdovinos, ¿lo recuerdas?
–Para nada.
–El modelo de revistas que estaba encargándose de todo en la inauguración de la galería de arte de Carmen Basaure cuando ocurrió el disparo.
– ¿Estás seguro?
–Claro, un hombre así de atractivo no pasa por alto ni para los otros hombres, eso te lo aseguro. Si estaba ahí quiere decir que está trabajando para la competencia, ¿o no?

En ese momento a la joven le pareció que su amigo estaba dando con el punto. No hablaban de cualquier competencia, hablaban de que un colaborador de Carmen Basaure se iba a trabajar con Bernarda Solar, quien había tramado la forma de quedarse con una colección de la pintora tiempo atrás; ¿lo sabría Carmen mientras estaba de viaje, o se toparía con la sorpresa a su regreso?

No era un secreto que las dos eran algo así como rivales, una exponiendo sus obras magnificas, la otra haciendo negocios impresionantes con otras obras, y siempre parecía que el mundo no era lo suficientemente grande para las dos. Era una información importante. ¿Estaba ese hombre traicionando  a una mujer por otra, o estaba en medio de un juego más importante? Tenía que investigar.





Próximo episodio: Vida perfecta

La otra matrix Capítulo 7: Un ladrón con suerte



Helios 4. Seis meses después

Los pasillos del asteroide mecanizado en donde se mantenía interno a los autobots que presentaban fallas mentales eran todos iguales, altos, sin ventanas, con luces ocultas, interruptores y de un color gris blanco inmaculado; todo el asteroide estaba construido en forma de capas concéntricas de modo que la recepción de los pacientes y el alta de éstos se realizaba en el borde exterior, y la segmentación de los internados aumentaba su complejidad conforme se avanzaba hacia el centro. Las armas estaban prohibidas en el lugar tanto para los internos como para los guardias como una medida de protección, los medicamentos a base de infusiones de energon y los aparatos de control de impulso se encontraban resguardados a fin de evitar conflictos; en todas partes se respiraba tranquilidad y control, y según las instrucciones del autobot en jefe en el asteroide debía haber un clima de sana convivencia a fin de permitir que los internados pudieran, en determinado momento, recuperar el control de sí mismos y volver a ser útiles a la sociedad. Asimismo a los internos que se encontraban en etapas avanzadas de tratamiento se les asignaba un puesto en la línea de ensamblaje de componentes electrónicos que luego eran enviados las distintas bases autobot.
Los turnos de seis horas continuas por jornada dejaban tiempo suficiente para que los internos pudieran asistir a las terapias que les correspondían e ir a reposar e interactuar con los otros, aunque esto último era tema constante de debate, ya que los internos no se comunicaban unos con otros en las zonas destinadas a esparcimiento; algunos terapeutas opinaban que era porque se sentían presionados a hacerlo y otros porque las condiciones no eran las mismas que en cybertron o alguna de las colonias de donde ellos provenían. De todos modos la forma en que se determinaba si un autobot se encontraba en condiciones de volver a la vida civil y militar que le correspondía era a través de una serie de exámenes que confirmaban sus niveles de ecualización sensorial y la reacción a distintos tipos de estímulos tanto visuales como físicos.
Heartfire llevaba seis meses internado en el Helios 4 y se había convertido en un paciente modelo; después de la primera semana de adaptación no opuso resistencia a los tratamientos, procuró aprender los horarios y protocolos correspondientes a su terapia y redactó constantemente una línea de los avances y procedimientos en él realizados, con lo que dio una importante ayuda a sus terapeutas; antes de un mes, Heartfire ya estaba trabajando en la línea de ensamblaje, cumplía con prolijidad cada uno de los horarios y turnos que le asignaban sin jamás poner algún tipo de queja, y lo único que podían destacar de él como punto negativo era que fuera de lo estrictamente necesario no hablaba con otros internos o con los terapeutas, por lo cual se estimaba que la parte social de su carácter sería la que tardaría más tiempo en recuperarse por completo. No había sido posible encontrar registros de su memoria anterior, pero al consultarle cuál sería, según su juicio, la ocupación en la que le gustaría desempeñarse a futuro, indicó que le gustaría quedarse en la línea de producción, ya que en ese lugar se sentía parte de un todo y podía aportar y sentirse apoyado al mismo tiempo.
Su terapeuta confiaba en que dos años después, si no experimentaba ninguna diferencia estaría en condiciones de ser dado de alta y postular a un puesto de trabajo en una línea de producción en un asteroide dedicado a ello.

Faltando minutos para terminar su turno en la línea de producción, Heartfire se encontraba solo en la sala de ensamblaje ya que tenía a su cargo la revisión correcta del inventario de partes ensambladas y los pendientes; una vez terminó de confirmar los datos de manera correcta salió de la sala, pero volvió unos momentos después recordando que debía dejar un apunte de realización del sistema.
Cuando cruzó el umbral de regreso se quedó inmóvil mirando hacia una esquina.

—Disculpa, pero creo que no tienes permiso para estar en este lugar.

Ninguna voz respondió a sus palabras, sin embargo el autobot caminó en dirección al punto al que miraba sin un asomo de duda en la voz.


—No quiero ser descortés, pero aunque te quedes inmóvil, de todos modos te encuentras en un lugar sin autorización, y si alguno de los guardias te ve, vas a meterte en problemas.

Sucedió un nuevo instante de silencio. Heartfire aparentemente sólo en la sala de suministros.

—Además al verte da la sensación de que estás armado, y los protocolos de Helios 4 indican que no se pueden portar armas.

De manera repentina se materializó ante él un autobot de más baja estatura, acorazado y que llevaba un cañón en la espalda. Su rostro parecía inexpresivo con las facciones cubiertas por una máscara plana y un visor, pero aún así se notaba sorprendido por la situación en la que estaba.

—Podías verme —dijo en un susurro— no estabas hablando solo como los locos de aquí.
—Mis sensores ópticos se encuentran en buenas condiciones ¿por qué no iba a poder verte? —respondió Heartfire perplejo.

El otro no respondió durante largos momentos; que alguien pudiera verlo cuando estaba usando el escudo invisible era algo en extremo extraño, más aún considerando quién era el fabricante de ese escudo.

—Es difícil de explicar, pero lo cierto es que tú no deberías poder verme.
—No eres un producto de mi imaginación —respondió Heartfire resueltamente— los terapeutas analizaron mi caso y no sufro de trastornos de percepción de imagen.

“Este tipo no está loco” Se dijo Heavythread. “No está desvariando como los otros, lo que hicieron fue lavarle el cerebro.”

—Estoy convencido de que tu salud está en perfectas condiciones —replicó Heavythread con tranquilidad— aunque sólo debo hacerte una pregunta de rigor ¿Vas a activar la alarma?

En esta ocasión fue Heartfire quien se quedó unos momentos en silencio, sin saber qué responder; en el fondo sabía que con quien estaba hablando era un intruso en esa sala de la línea de producción, y que debería dar aviso a la guardia del lugar, pero algo inexplicable se lo impedía: dar una alarma por intrusión no estaba en ninguno de los protocolos que le habían sido inculcados a lo largo de los últimos meses.

“Esto es extraño” Se dijo Heavythread “Hay dos cosas que me parecen extrañas y alarmantes, la primera de ellas es que este tipo no está loco como los otros que están encerrados en este lugar, y la segunda y la más peligrosa es que puede verme.”

Percibió que alguien se acercaba y volvió a concentrarse en el autobot que tenía frente a sus ojos.

—Escucha, alguien se acerca, así que trata de aparentar que estás solo en este lugar, porque quien sea que venga no podrá verme, y si te ven hablando solo pensarán que perdiste todos los tornillos.

En efecto, unos momentos después entró en la estancia un centinela que lo quedó mirando extrañado.

—Heartfire, estás aquí, pensé que se había quedado encendida la luz.

Durante unos segundos que a Heavythread le parecieron una eternidad, Heartfire no respondió. Después lo hizo con un tono de voz plano, desprovisto de emoción.

—Me retrasé en registrar mi salida y el reporte de provisiones.
— ¿Todo está bien?
—Sí, terminaré lo pendiente e iré a reposar.
—Entiendo, te dejo entonces, tengo que terminar mi ronda.
— ¿No descansas?
—Aún no —replicó el otro— me faltan varias horas, nos vemos,

La puerta se cerró, y Heartfire quedó nuevamente sólo, hasta que Heavythread se materializó ante él de nuevo.

—No puedo seguir mucho más tiempo aquí, y es demasiado peligroso que te deje así nada más. Cielos, Aldren va a matarme por hacer esto.
—Disculpa, no entiendo a qué te refieres.

El tanque lo contempló, pensativo.

—Lo entenderás muy pronto, amigo.

2

Cybertron. Tarn. Laboratorios subterráneos de Spektre.

—Te traicionó.
—Aún no lo hace.

Arciagan y Spektre habían procurado no tocar el tema durante los últimos meses, amén de la presión que Galvatron había realizado sobre toda la población decepticon a fin de poner en marcha el inicio de los preparativos para una guerra que, en teoría, terminaría con la tregua dentro de un tiempo indeterminado. Pero luego de la primera y tensa etapa, todo había regresado a la normalidad, al menos en apariencia.

—Estos últimos seis meses no has vuelto a tener noticias de Runflight, es obvio que ya no está en carrera por conseguir lo que le encargaste.

Spektre sabía que las cosas no habían salido como esperaba en un principio, pero aún tenía cosas sobre las que decidir.

—Reconozco que Runflight me decepcionó en ese sentido, pero si lo hizo, es porque está tras algo que le interesa más que el paquete de créditos que le ofrecí por encontrar el objeto que detectamos en el radar tiempo atrás; le ofrecí mucho dinero porque esperaba que se quedara con la riqueza, y me trajera el objeto que tenía un rango de energía idéntico a la Matrix de liderazgo que estaba en otro sitio.
—No lo hizo —apuntó ella sin emoción en la voz— pero sí siguió su ruta.
—Exacto. Tus drones espías verificaron que Ultramagnus y ese sujeto que según Runflight cargaban el objeto llegaron hasta las cercanías de Kyryon, lo que significa que fracasó en su misión de recuperarlo y traerlo; en condiciones normales pensaría que no quiere venir a rendirme cuentas y que da por perdida la paga, pero…

Arciagan continuó el hilo de sus palabras.

—Pero está desaparecido. Por eso insisto en que te traicionó, no está pensando en abandonar todo, descubrió que puede obtener un beneficio mayor y está tras de eso.
—No puede llegar hasta el objeto si éste ya está en poder de los autobots, no será tan ingenuo como para tratar de entrar en Kyryon.
—Pero igual sabes que trama algo.

Spektre sabía que una oportunidad como esa no se repetiría, quizás, en toda la eternidad. Lo que sea que fuera el objeto con esa frecuencia de energía, estaba separado de la matrix por algún motivo ¿Seguridad? ¿Duplicar la matrix? No importa de lo que se tratara, si existía, la posibilidad de que quedara en manos de Runflight era una ruina en potencia, tanto o peor que si se enteraba de ello el propio Galvatron.

— ¿Aún tienes ese contacto secreto entre los autobots?
—Sí, pero sabes que es un simple soplón de poca monta, dudo que pueda siquiera llegar a Kyryon.
—No importa, me basta con que averigue cuáles son las murmuraciones entre los pasillos; dile que necesitamos saber hasta los más ínfimos cotilleos.

Arciagan disfrutaba más la actividad que la quietud, de modo que se puso de buen humor; casi al mismo tiempo recibió un mensaje codificado.

—Tenemos noticias buenas dentro de todo.
— ¿Qué pasa?
—Hay un potencial yacimiento de cristales de amatista estelar a cierta distancia de aquí; podré continuar con mis proyectos.
—Felicidades querida.
—Gracias. Nos veremos más tarde, seré la dama de la amatista.

3

Heavythread utilizó un dispositivo de luz, el que apuntó directo a los ojos de Heartfire; un segundo después del cegador destello, el autobot pareció despertar de un sueño.

— ¿Qué es lo que pasa, que…?

Se interrumpió a sí mismo; de pronto se agolparon en su mente las imágenes y voces de los últimos seis meses, como si hubiera sido una cinta reproducida, pero en la que él participaba de manera constante.

—Estoy en Helios 4, me internaron aquí.
—Parece que estás volviendo en ti —comentó el otro con cautela—. Dicen que es confuso volver de los efectos de los tranquilizantes.
—Un poco. Espera ¿Quién eres tú?

Heavythread estaba pensando en que si estaba equivocado, muy bien ese sujeto podía matarlo sin vacilar, o a lo menos activar una alarma y con ello, causar muchos problemas. Pero como la perspectiva de los regaños de Aldren más tarde no lo hacía alegrar el día, no había diferencia significativa.

—Eso no importa ahora; escucha, yo no debería estar aquí, y tú no deberías estar aquí: te sedaron y no sabías ni quién eras, supongo que hiciste algo grave para que te medicaran de esa manera.

Escuchar eso revivió de golpe todo lo que había pasado antes de su arribo a ese asteroide; claro que había hecho algo terrible, confiar en que estaba haciendo lo correcto.

—Creo que sí, pero no viene al caso, supongo.

El otro estaba dudando de qué era conveniente decirle, pero si algo tenía claro era que no podía correr el riesgo de dejarlo ahí.

—No es bueno que estés aquí; soy del exterior, y quiero ayudarte, al menos a salir. Si aquí eres un criminal o hiciste alguna locura, entonces te entiendo y quiero ayudarte.

Aún no entendía lo que pasaba por su mente, o cuál era su posición en el espacio luego de todo lo que pasaba; aún había bruma frente a sus visores, pero tenía muy claro lo que pensaba al respecto.

—No eres de aquí ¿Verdad?
—Soy un extranjero de visita —respondió con evasivas—. No me digas que eres un nativo cybertroniano fiel a tu raza.

Siempre había sabido que existían desafiliados a las filas, cybertronianos que, hartos de la guerra, ignorantes de las razas o simplemente desinteresados de seguir órdenes, tomaban su propio rumbo, ya sea de manera independiente o formando colonias. La sensación de tristeza que a él lo embargaba en esos momentos era indescriptible.

— ¿Puedes salir de aquí?
—Sí.
—Entonces iré contigo —repuso en voz muy baja, casi hablando consigo mismo—. No dejo nada atrás, nada hay aquí para mí.

4

Asteroide Kyryon. Puente de mando. Mientras tanto.

La ceremonia iba a ser sencilla, no se trataba de hacer pompa en las circunstancias como las que actualmente pasaban a los autobots, pero Rodimus insistió en realizarla. Ultramagnus, los miembros de La muralla autobot y los principales centinelas estaban presentes.

—Viejo amigo, hago oficial tu reintegración a tu cargo de comandante de tropas, mi mano derecha, el cargo que nunca debiste dejar de ostentar y que te quité en un alarde de inseguridad.
—Rodimus…
—No —lo atajó con una sonrisa—. Es la verdad, soy yo el primero que debe reconocer y superar sus errores a fin de ayudar a otros a mejorar. Nos encontramos en tiempos difíciles, en medio de una tregua que no puede durar mucho, y que, en riesgo de ser rota por los decepticons en cualquier momento, nos exige unión, y el máximo de trabajo para estar prevenidos.

Se detuvo un momento, incapaz de hablar, pero disimulando su malestar adoptando una actitud reflexiva; unos momentos después pudo continuar.

—Este también es un momento de alegría para nosotros, ya que tenemos junto a nosotros a un amigo y poderoso guerrero que ha aceptado un cargo que le es merecido por su fuerza y capacidad. Acércate por favor.

Tau se acercó a él de entre las filas al líder autobot.

—Sé que no te gusta mucho la ceremonia, así que seré breve. Ante ustedes, mis generales a cargo de la pesada tarea de ser La muralla autobot, los comandantes de grupo y los centinelas, quiero nombrarte uno de ellos, y confío en ti para que hagas tu mejor esfuerzo en pos de la paz y la seguridad de toda la población autobot, y de toda aquélla que esté en riesgo o necesite de nuestra ayuda. Bienvenido, Sentinel Tau.

Se hizo un respetuoso silencio en el grupo; los hechos en torno a la suplantación de la identidad del guerrero estaban limitados a muy pocos autobots, y se consideraba un asunto confidencial, sin embargo de lo cual, era sabido por todos que su poder era requerido por el alto mando.

—Gracias por confiar en mí, es muy importante.
—Sé que harás lo mejor para aportar a la paz y la seguridad de todos.
—Lo haré.

Pero no sólo ese asunto ocupaba la mente de Sentinel Tau en esos momentos, también una promesa que permanecía pendiente: ahora que tenía el cargo de centinela, podría dejar de dilatar la investigación sobre la intervención de Runflight en su recuperación, y llamarlo a Kyryon para que se le reconociera el desinteresado acto que hiciera en su favor. Hasta el momento, el mercenario había cumplido su promesa de no cometer crímenes, lo que era un antecedente enorme a su favor, y si bien Sentinel Tau no esperaba que se uniera a los autobots, al menos confiaba en alejarlo de la senda del delito de manera definitiva; él había visto en aquél la bondad y la capacidad de sentir compasión cuando el peligro era insuperable, y eso no podía desperdiciarse. Haría lo posible por concertar una cita con el alto mando lo más pronto posible.



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