Por ti, eternamente Capítulo 6: Mentiras piadosas



Tan pronto como dejó el cuarto en donde había vivido durante años, solo con una mochila con ropa y el bebé en brazos, Víctor se alejó del lugar para evitar los arrepentimientos, y fue directo a una farmacia, donde compró todo lo que necesitaba para el bebé, es decir pañales, ropa de cambio, accesorios, leche, vitaminas y preparados; agradeció los años de escuela en donde, para ganar dinero hacía de canguro, porque gracias a eso sabía cómo cuidar de él y también identificar sus comportamientos. Sabía que estaba seco, alimentado y en perfecto estado de salud, lo que explicaba su actitud, y además era claro que tenía costumbre de comer a horas específicas, ya que en las casi dos horas que lo tenía consigo  no había hecho ninguna seña en ese sentido. De primera la paranoia lo perseguía, pero por suerte logró mantener el temple suficiente para no llamar la atención, aunque por supuesto ir por la ciudad con un bebé a cuestas claramente le parecía muy llamativo. De primer momento no tenía muy claras las cosas, pero después decidió salir de la ciudad, al menos momentáneamente, mientras se le ocurría un plan mejor, de modo que tenía que ir al terminal de buses. En la Capital había dos, así que fue al que le quedaba más cerca, pero se topó con una sorpresa inesperada.

—Lo siento joven, pero los pasajes están todos agotados.
— ¿Y eso por qué?
—Porque viene la festividad de la Virgen, en ésta época siempre se agotan.

No contaba con eso, pero aún le quedaba una oportunidad, así que salió de allí y llamó desde un teléfono público al otro terminal, donde después de mucho insistir logró reservar un pasaje al Sur para las nueve y media.

— ¿Qué pasa? Debes tener hambre, voy a darte algo de comer, no te preocupes.

El bebé estaba claramente inquieto, aunque no lloraba ni nada, pero si se movía bastante. Tuvo que devolverse al terminal y entrar a uno de los baños para padres, donde siguiendo las instrucciones del envase junto con lo que recordaba de su época de canguro preparó leche y se la dio, logrando calmarlo de inmediato.

—Tenías hambre, mira qué manera de comer.

El pequeño estaba literalmente pegado a la mamadera, pero era bueno porque eso lo mantendría tranquilo, lo último que necesitaba era llamar la atención en donde fuera que estuviese. Sabía que tenía a Ariel hacía solo unas cuantas horas en sus brazos, pero desde ese momento toda su vida estaba vuelta de cabeza; no podía olvidar las palabras de ese educado hombre amenazándolo por teléfono, diciéndole que debía entregar al bebé en una iglesia para evitarse problemas. No podía, simplemente no podía, y no se trataba de la promesa a Magdalena únicamente, también tenía que ver con su propia responsabilidad, con que él se había criado por las suyas desde que sus padres murieron, y no podía dejar a un hijo suyo en las manos de alguien más, independiente de todo lo demás.

—Vamos, tenemos que salir de viaje.

Faltaban un par de horas para que tuviera que viajar, pero mientras tanto, no le pareció buena idea deambular por todas partes cuando ya había una noticia relacionada con él en las radios, pero quedarse en un hotel era demasiado llamativo y las pensiones tendían a ser peligrosas por esas zonas; optó por ir directo al otro terminal, y quedarse en las instalaciones, al final que sabía que al tener varios pisos en el edificio adjunto, tendría la posibilidad de pasar inadvertido durante más tiempo.

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Más tarde, Víctor ya estaba en el Terminal de buses Santa Rosario, esperando a que diera la hora indicada para abordar el bus; ya había estado en el patio de comidas en el cuarto piso y se había estado moviendo por el segundo y tercero, y para su tranquilidad no llamaba en nada la atención, ya que por un sitio como ese deambulaban familias de todo tipo, extranjeros, y gente de todas edades y orígenes, así que a fin de cuentas él con un bebé en brazos perfectamente podía pasar por un joven esperando a alguien como muchos otros. Después de las siete de la tarde, Ariel despertó buscando ansioso su cara.

—Ya despertaste —comentó mirándolo—, parece que no te caigo mal, y tú me caíste bien desde el principio, eres muy observador y tienes esos enormes ojos como los de tu madre.

Quedó en silencio durante algunos momentos, pero ante el recuerdo de esos momentos con Magdalena, se sintió flaquear, por lo que optó por desplazarse nuevamente; tomó el ascensor y bajó hasta el primer subterráneo, pero a los pocos pasos comprobó que había sido mala idea, porque ese piso estaba prácticamente vacío, solo era un largo pasillo que conectaba con los ascensores, los montacargas y las bodegas de los locatarios de los otros pisos, además de los accesos a algunos estacionamientos subterráneos.

—Creo que lo mejor es subir.

Llegó a una esquina que conducía a una de las entradas del estacionamiento, y se quedó muy quieto esperando, hasta que localizó un sonido a cierta distancia.

»Continuamos con la información que entregábamos anteriormente. Según las informaciones que se manejan, hay nerviosismo en la Fiscalía, porque ya se presentó una denuncia por la desaparición de un lactante de seis meses de vida, el que habría sido arrebatado de los brazos de su madre éste mismo mediodía; aún no hay información acerca de la identidad de la madre del lactante o de la persona que se lo llevó con paradero aún desconocido,  pero se comenta que el bebé sería parte de una importante y conocida familia con empresas bajo su manejo, lo que haría pensar en algún chantaje o venganza y algún tipo de recompensa por cualquier dato; nuestras fuentes indican que la policía ya fue contactada para coordinar la búsqueda inmediata del menor.«

Y la noticia seguía saliendo en las radios; era impresionante que en tan pocas horas ya se estuvieran filtrando detalles, se notaba que lo que decía Magdalena acerca de las influencias de su familia era totalmente cierto. Decidió devolverse y subir otra vez, así que comenzó a caminar lentamente, con el bebé en sus brazos.

—Creo que es mejor ponerte en el canguro que te compré —dijo en voz baja—, así vas a estar más tranquilo y cómodo; que bueno que no te estás enterando de nada, porque ahora en las noticias están hablando de la familia de tu madre. No sé cómo puede ser que...

Iba a decir algo más, pero se quedó muy quieto, con una extraña sensación. El corazón de pronto le azotó el pecho, se sintió seguido, como si hubiera ojos muy fijos en él.

Y en ese momento vio a un hombre a un costado marcando un número en el celular, mirándolo fijo, con una inexplicable media sonrisa en los labios, entre disculpa y satisfacción.

—Lo siento, pero tengo una familia que mantener.

Víctor sintió una oleada de furia; el tipo lo había escuchado hablar, y había sacado conclusiones con increíble rapidez. Podía hacerse el loco, pero sabía que por su propia expresión ya se había delatado.

—Y yo tengo una familia que proteger.

Y antes que el otro hombre pudiera reaccionar, se subió al ascensor y cerró la puerta, que por fortuna cerró por completo antes que nadie lo impidiera. Mientras subía sabía que no solo había perdido el pasaje que ya tenía pagado, también el lugar en donde pudiera pasar la noche; tenía que desaparecer de inmediato de ese sitio, y encontrar la forma de mantenerse oculto y lo más a salvo posible.

Sin muchas opciones y cada vez más nervioso, Víctor optó por alejarse del terminal de buses e ir directamente a un servicio de urgencia para refugiarse. Sabía que no era lo más recomendable, pero después de todo lo que había pasado en tan poco tiempo no tenía ninguna seguridad en la idea de estar en alguna clase de hostal o pensión, y por otro lado, en una urgencia se mueve tanta gente que no debería llamar demasiado la atención. Escogió la urgencia Central, ya que ahí había una enorme cantidad de flujo de personas, y se quedó en una de las salas de espera, sentado con el bebé reposando en el canguro tranquilamente, comenzando a dormirse por la hora que era, más de las diez de la noche.

—Es mejor que duermas —murmuró en voz baja—, ahora tenemos que pasar la noche aquí mientras pienso en que es lo que voy a hacer. Ese hombre estaba llamando a la policía supongo, lo que quiere decir que seguramente nos están buscando ahora mismo; tengo que salir de la ciudad, pero no puedo volver al terminal de buses, no me atrevo, sería como ir a entregarme. Necesito pensar en algo.


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Álvaro Mendoza se sentó y miró a Romina. Ella era una mujer de 28 años, alta, esbelta y de rasgos agudos, de cabello largo castaño oscuro que en ese momento llevaba atado en una cola, y de mirada reflexiva, sobre todo ante la información que estaba viendo en ese instante.

—Éste es el caso que estamos buscando.

La mujer levantó la mirada hacia Álvaro. Él era un hombre de 28 años, que había salido de la universidad junto a ella y desde entonces no se le había separado; ambos eran periodistas, aunque él solo en el último tiempo había experimentado un cambio físico; durante los años de estudio llevaba el cabello largo y un estilo un poco hippie, que abandonó junto con la licenciatura en periodismo para usar jeans y camisa y el cabello muy corto, casi rapado para evitarse los rizos rojizos. Tenía pecas en toda la cara, aunque eso no suavizaba sus rasgos duros y la expresión habitualmente aguda. Ambos eran aves de presa, habían entrado en el mundo del periodismo para hacer cosas grandes, y al parecer había llegado su momento.

— ¿Cómo te conseguiste esto?
—Un amigo que tengo en la fiscalía me dijo, pero no sabe mucho más. Lo que está claro es que los primeros informes que han salido por la prensa no son solo especulaciones, realmente alguien secuestró a un menor de seis meses, y nadie sabe en dónde está.

Romina se puso de pie.

— ¿Sabes lo que me pasa con esto? Que es del tipo de noticia que nos puede llevar a la cima, si lo hacemos muy bien, podríamos incluso pensar en que nos incluyeran en la siguiente temporada de "Reportaje a fondo"
—Tienes razón —opinó él sonriendo con agudeza—, por eso te lo conté lo más rápido que pude, porque es una noticias completamente interesante, hace mucho tiempo que no pasaba algo parecido, para ser más preciso desde ese caso cuando estábamos en la universidad, acuérdate de cómo nos imaginábamos haciendo ese reportaje o el seguimiento.

La decisión entonces estaba tomada.

—Eso es lo que tenemos que hacer, un seguimiento. Es perfecto, perfecto, tenemos que ir un poco más atrás, encontrar a la familia del bebé, y reunir todos los datos posibles, ya sabes que ahora los reportajes con historia son los más pedidos. Luego lo presentamos ya editado y con eso podemos conseguir lo que tanto necesitamos.
—Llevamos ya bastante tiempo detrás de algo así —comentó él—, pero tenemos que comenzar a trabajar ya mismo, antes que alguien se nos adelante.
—Entonces lo haremos —decidió ella—, empezamos a trabajar en éste mismo momento, tenemos que encontrar a la persona que se llevó a ese bebé, y decirle al mundo qué es lo que pasó y quien lo hizo.



Próximo capitulo: Noticias entre manos

La traición de Adán capítulo 19: Cielo infinito



Carmen tomó el primer avión una vez amaneció tras la exitosa jornada de inauguración de la galería de arte, dejando a Adán como encargado del funcionamiento de ésta. Esa misma mañana comenzaron las visitas, y las cuentas comenzaron a marcar esperanzadores números, aunque por el lado de la crítica, esta era tan conflictiva como la obra  en sí, pues se resaltaba el delicado y detallista estilo de la autora, llegando a catalogar su trazo como maestro, pero en contraposición se mencionaba el carácter inquietante y tormentoso del resultado; todos tenían razón, pero ya nada se podía hacer al respecto, por el momento lo importante era sacar los mayores dividendos de la galería, eso haría que su inversión tuviera éxito aun si en el futuro Regreso terminaba destruyendo a su creadora si esta no podía superarlo. El Lunes siguiente el hombre de 24 años se reunió con Bernarda Solar para firmar un suculento contrato.

–Me alegra que estemos comenzando bien –celebró ella sonriente– estoy segura de que todo irá sobre ruedas.

Adán continuaba leyendo el contrato.

–A propósito, supe que ahora eres dueña de la constructora Del Mar.

Bernarda sonrió.

–No soy la dueña, la gente es tan exagerada, solo soy accionista.
–Mayoritaria.
–Pero accionista al fin.
–Te doy el punto –coincidió él tomando lápiz– y ya que estamos en ésta etapa, quiero comenzar con algo que me importa mucho, es decir el proyecto en sí.

La mujer se sacudió el cabello y le enseñó un bosquejo de su proyecto, que el reconoció al instante.

–Esta es la cara que tendrá el Boulevard del centro comercial Plaza  Centenario cuando terminen con él. Será un paseo para los sentidos, pues ahí tendré la galería Cielo, restaurantes, spas, centros de masajes, terapistas, expertos en sanaciones alternativas y todo lo que está relacionado, me refiero a la combinación entre un centro para vacacionar, una ida al museo más vanguardista y un paso por los lugares de encuentro más prestigiosos, todo reunido en un solo sitio; nadie jamás ha intentado algo así, por eso es que será un éxito.

Eva estaba dirigiendo aquel y otros proyectos para la constructora, lo que significaba que estaría informado de manera directa de lo que Bernarda no quisiera decirle, y además de eso, ambos podrían sellar ese lugar con su marca, dejando una clave o un aspecto único que solo ellos dos pudieran entender y que les daría un control total de todo. Jugueteó con el lápiz unos momentos más.

–Es un proyecto sumamente ambicioso.
–Por eso te dije que esto es llegar a otro nivel; haré que la mejor gente trabaje conmigo, por eso es que te quiero aquí. Además tengo a otras personas, solo tenemos que comenzar.

Adán la miró fijamente y vio que Bernarda sería una gran aliada en sus proyectos. Firmó el contrato y se quedó con una copia.

–Excelente, puedes cobrar tu primer cheque este jueves. Ahora tenemos un almuerzo a las dos, con el equipo que he seleccionado, aunque por supuesto podrás hacer modificaciones; quiero que te hagas cargo de todo lo más pronto posible.
–No tengo reparos –comentó él– por lo que veo me estás dando mucha autoridad.
–Casi toda, porque la única persona sobre ti soy yo, pero me cansa estar en reuniones cuando hay tantas cosas mejores que hacer, además que claro, tengo varios otros negocios.

Adán guardó silencio unos momentos. Lo tenía en sus manos, y podría hacer lo que se propusiera de ahí en adelante, no tenía más que pedir por el momento.

Pilar y Margarita se reunieron en la oficina de Martín Zamora, un joven y entusiasta asesor que era amigo del marido de Margarita.

–Así que esa es la idea Martín, ya tienes el estado de la cuenta de la que puedo echar mano,  necesito que me digas si es posible comenzar el proyecto del restaurante.

Martín era delgado y esbelto, de rasgos angulosos y vivaces ojos claros que contrastaban con su piel morena. El hombre sonrió.

– ¿Si es posible? Pilar, ¿tienes alguna idea de cuánto dinero es el que tienes en esta cuenta?
–Pues sí pero...
– ¡Claro que es posible! –sonrió ampliamente– esto es más dinero del que necesitas, de hecho te podrías comprar un edificio completo en un muy buen barrio y aun te alcanzaría para poner el restaurante.
– ¿En serio?
–Sobradamente, incluso te alcanza para mis honorarios. Como sea, voy  a asesorarte en esto, pero quiero definir quién va a hacer que.
–La verdad no soy muy buena para los negocios, así que te dejo toda la logística del tema, con Margarita nos ocuparemos de la temática y todo lo interno.

Martín trabajaba rápido y ya tenía algunas  proyecciones en la pantalla.

–Miren, me parece que tu propuesta de instalarse en el sector de la remodelación Mistral es muy buena, sobre todo porque ese conjunto de edificios extraños está tomando impulso nuevamente, y eso que muchos lo dieron por muerto hace diez años, así que si todo funciona bien podrías convertir tu restaurante en el centro del éxito de allí.
Ahora, tengo una propuesta, y es invertir un monto equivalente a la mitad del capital inicial que invertirás en el restaurante en fondos seguros, así ante cualquier eventualidad tendrás un respaldo y de todos modos la rentabilidad es mayor que los intereses que te genera ese dinero quieto ahí.
–Me parece una buena idea –comentó Margarita rápidamente– además recuerda lo que te dije, tienes que sacar provecho de ese dinero.

Pilar se lo pensó un momento y al fin decidió.

–De acuerdo, apoyo tu idea; lo que sí, quiero la instalación para el restaurante esta misma semana, así que veamos ahora mismo cuales son las opciones.
–Esa actitud me gusta, nos vamos a llevar de maravilla. Acompáñenme ahora mismo, vamos a la oficina de un amigo que es corredor de propiedades y vemos que es lo que podemos conseguir.

Mientras tanto, Esteban estaba solo en su departamento saliendo de la ducha; se sentía extraño estando sin trabajo, ya que como lo había pronosticado, Eva San Román lo había despedido. Desde luego que tuvo que indemnizarlo, así que tenía una interesante suma de dinero en la cuenta corriente y como era ordenado sabía que podía tomarse un tiempo, pero igual todo era nuevo después de años trabajando continuamente; se había llevado todas sus cosas y sus archivos más por orgullo que por otra cosa, porque sabía que Eva ya había conseguido copiar todo lo importante y por eso no lo necesitaba más. Estaba en esos pensamientos cuando tocaron el timbre.

–Micaela, que sorpresa.

La joven estaba haciendo esfuerzos por animarse y lo miró de arriba a abajo.

– ¿Y tú recibes a todas tus visitas en esa facha? Estás prácticamente desnudo.

De hecho él llevaba solo una toalla a la cintura.

–Oh, lo lamento, pero pasa mientras me visto. ¿Y cómo van esos ánimos?
–Más o menos –replicó ella– igual es extraño haber sido despedida después de tan poco y además ser indemnizada, por un lado el dinero me viene bien, pero por otro me frustra haber perdido contra esa desgraciada de Eva San Román.
–La mujer es brillante –comentó Esteban– lo tenía todo planeado desde el principio, me sentí como en medio de una cinta de suspenso en algunos momentos.

Micaela prendió el televisor; estaban pasando un documental de animales cazadores.

–Y podría seguir siéndolo. Si mal no recuerdo dijiste que tenías un amigo que es informático.

El hombre apareció en la sala, ya vestido y mirándola fijamente.

– ¿En qué estás pensando? ¿En venganza?
–Si –respondió la joven livianamente– la gente como ella tiende a dejar una huella de destrucción a su paso, pero siempre son daños menores, a gente que no se puede defender, o personas que no pueden probar nada. Yo digo que podemos desenmascararla, nada más que eso.
–Reconozco que la idea me parece muy atractiva, pero eso nos pone, como dicen en las películas, en el otro lado.

Micaela pensó en su madre.

–Esteban, la única forma de luchar contra este tipo de gente es ser más inteligentes que ellos, y también más malvados si lo quieres decir así. No puede ser todo tan perfecto, no puede ser que ellos siempre ganen.

Él se sentó junto a ella y la abrazó.

–Esto también es por tu madre.
–Ella también está involucrada –respondió lúgubremente– y ahora van a ser aliadas, eso quiere decir que Bernarda Solar encontró a su heredera, no quiero ver a esta ciudad bajo el poder de esas dos.
–Puede ser que tengas razón. Oye, ¿y cómo has estado?
–Bien.
–Vamos, no me digas mentiras. Te estoy preguntando porque sé que no estás de maravillas, quiero apoyarte porque eres mi amiga, pero tienes que ayudarme siendo sincera. Lo que me contaste de tu discusión con tu ex– novia y lo que descubriste es para angustiar a cualquiera.
–Es cierto –replicó Micaela en voz baja– pero no hay mucho  que pueda hacer. Tengo rabia con mi madre por mentirme, rabia conmigo misma por haber desconfiado de Pilar y por haber sido tan tonta, pero una gran parte de la culpa es mía, no puedo simplemente decir que no me importa. Además ya ha pasado tiempo, me gustaría lograr que ella me perdone por todo lo que le dije, pero por otra parte está en su derecho de no querer verme ni en pintura, al fin y al cabo perdonar no es una exigencia.
– ¿La amas?
–Si –respondió resueltamente– durante este tiempo lo negué y quise convertir todo en odio, pero al final la verdad es que la amo. Supongo que por eso también es que quiero hacer algo en contra de Eva y de Bernarda, porque de cierta manera es una forma de recompensar algo de lo mal que hice.

Esteban guardó silencio unos momentos. Le había sorprendido un poco saber toda la verdad, pero eso no cambiaba su amistad por Micaela, de hecho la hacía más fuerte; ahora sabía que tenían que luchar por ese objetivo común.

–Está bien, voy a ayudarte, al final que ya tengo también algo en contra de Eva San Román, no me viene mal algo de acción al respecto. Hagámoslo entonces, vamos a ser justicieros, a ver hasta que parte conseguimos llegar.

El almuerzo con los ejecutivos del Proyecto Cielo había sido largo y provechoso, ya que Adán había entrado en conocimiento de los ejecutivos, y comenzó a tomar de manera real su nuevo puesto; el equipo estaba compuesto por profesionales de alto nivel, lo que haría pensar que estarían por sobre Adán que no ostentaba títulos, pero el cargo y además su personalidad magnética hacían evidente los motivos por los que se encontraría al mando desde ese momento.
El hombre hizo una parada rápida en el departamento, y fue ahí que se topó con una nueva sorpresa: una segunda nota dentro de un sobre diminuto, y en su interior el mismo tipo de mensaje ¨Ya sé quién eres¨
Recibir por segunda vez la misma advertencia delataba  que no se trataba de un hecho fortuito, pero eso no ayudaba en nada. Había descartado cualquier actitud que acusara el golpe, como empezar a hacer preguntas en conserjería o cosas similares, pero en el momento de su vida en que estaba, era necesario saber quién estaba detrás de esas amenazas. Marcó en su teléfono el número de Samuel, el informático al que había recurrido en primer lugar para descubrir el origen del segundo cuadro, pero para su sorpresa se lo encontró fuera de servicio.

–Esto es extraño –dijo para si– no me imagino que...

Optó por no hacer más conjeturas y salir directo al departamento del otro, ya que tenía tiempo aún, pero se encontró con otra desagradable sorpresa.

–El joven del departamento se fué hace una semana –le comentó el conserje del edificio– tomó sus cosas y se largó, fué durante la tarde, y no dejó referencias ni números, de hecho nadie sabía nada, parece que fué alguna emergencia.

Y dada en un muy mal momento. Adán sentía que algo no estaba bien, y lo atribuyó a que posiblemente a Samuel lo habían descubierto en algún ilícito virtual y por eso el apuro por desaparecer; tendría que buscar otros métodos de investigación. Sin antecedentes ni pistas, volvió al departamento, pero en vez de entrar se quedó en el auto, a media cuadra del edificio. La zona no era muy transitada al ser un sector residencial y bien acomodado, así que algún desconocido podía ser advertido con facilidad, pero investigar algo así era trabajo detectivesco que tomaba tiempo del que no disponía; sin embargo vió que el sistema de cámaras de seguridad del edificio de enfrente apuntaba al suyo, con lo que podía hacer un seguimiento, sobre todo considerando que en esta ocasión el lapso de su ausencia era mucho menor, solo tenía que descubrir quien había pasado por allí entre las siete y treinta y las cuatro, y después descubrir si todo eso era nada más que un alarde, o si de verdad alguien había conseguido remover los cimientos de su pasado.

Eva estaba en el edificio de la Constructora Del Mar y Alzarrieta cuando recibió una comunicación de su secretaria.

–Señorita San Román, hay un hombre que quiere hablar con usted y ha insistido mucho.
– ¿Quién es?
–Solo dijo su nombre de pila, dice que usted lo conoce. Se llama Mario.
–Comunícalo.

Esperó unos instantes. Era extraño que la llamara con tanta urgencia cuando su trabajo ya había terminado.

–Diga.
–Soy yo, ¿me reconoce?
–Sí, dime por qué llamas tan insistentemente.

La voz se escuchaba nerviosa del otro lado de la línea.

–Descubrí algo preocupante, pero voy a necesitar más dinero.
– ¿De qué se trata?

El hombre no habló. Por lo visto ya había comprendido el lenguaje.

–Te pagaré Mario, ahora dime qué es lo que descubriste.
– ¿Alguien además de usted tiene acceso a su información o a lo que recibió de mí?
–Nadie. ¿Por qué?
–Porque cuando estaba eliminando las cuentas de correo que creé para enviarle los datos que tomé –replicó siendo claro pero sin palabras concretas– descubrí que alguien hizo un rastreo. La están espiando.

Eva se quedó un momento sin habla mientras las imágenes aparecían en su mente; casi podía ver a la persona tras el ordenador, en la noche, mirando fijo la pantalla mientras trataba de darle alcance aunque fuera en el mundo virtual. No podía ser, no después de tanto tiempo, no después de poner años, tierra y tantas otras cosas de por medio; tal vez era solo parte de las fracasadas medidas de seguridad de Esteban, pero también podía haber algo más y no podía descuidarse. Se echó el cabello hacia atrás en un gesto de nerviosismo, pero controló la voz a la perfección.

–Tendrás lo que corresponde. Tan pronto tengas cualquier otra información avísame, tendrás nuevas recompensas si descubres algo más. Apunta el número donde puedes encontrarme directamente y a cualquier hora.

Le dio rápidamente el número y colgó. No podía ser, no después de tanto esfuerzo por dejar todo atrás; ahora era una mujer exitosa, estaba consiguiendo todo lo que se merecía, por lo que no cabía lugar para los errores.




Próximo episodio: Dueños de todo