La traición de Adán capítulo 18: Paraíso sin retorno



Faltaban solo un par de horas para la inauguración de la Galería de arte, y Adán fue al departamento de Carmen ante su llamada.

–Adán, después de la inauguración me voy del país.
– ¿Qué?

Adán la miró fijamente; había pasado en la última jornada algo que él desconocía, estaba seguro de eso, y ella no se lo diría, no en ese momento al menos.

–Así es, me voy, así que te quedarás a cargo de todo.
– ¿Y por qué te vas, qué pasará con la galería?
–La galería puede sostenerse a sí misma, no me necesita aquí, además tú estarás ocupándote de los negocios, porque esto será un éxito; por mi parte debo iniciar un viaje, quiero buscar mi siguiente inspiración, algo que supere la majestuosidad del Regreso al paraíso.

Adán se quedó un momento en silencio, sabiendo que eso tenía que ver con algo más, muy probablemente con Pilar. Tendría que investigar a prisa, pero por otro lado no le venía mal que Carmen se fuera, de hecho esa era una de las escenas más ventajosas para el inicio de su nuevo proyecto.

–No sé qué decir. Por un lado me alegro que tengas nuevas inspiraciones, pero será extraño que no estés, la galería quedara huérfana.

Carmen parecía estar pensando en cualquier cosa menos en eso, así que no le tomó importancia.

–Adán, es de suma importancia que la galería sea un éxito.
–Lo será –replicó el– la gente quedará impactada con el Regreso al paraíso. A propósito, tú y yo seguiremos en contacto. ¿O no?
–Yo te llamaré si te necesito para algo en particular, por lo demás está todo en tus manos, así que eres libre de tomar tus decisiones; ahora ve a arreglarte para la inauguración.

Micaela estaba en su departamento con la segunda cerveza de la tarde y completamente deprimida cuando tocaron a la puerta. Esteban entró vestido de gala y  la miró sorprendido.

– ¿Dónde has estado? Llevo todo el día buscándote, me tienes loco, y además mírate, estás en buzo cuando deberías estar lista para acompañarme de nuevo a la galería de arte.
–No voy a ir.
– ¿Y se puede saber por qué?

Micaela no había querido hablar con nadie, y no tenía claro si quería contarle o no a su nuevo amigo lo de Pilar. Pero tampoco le había dicho lo otro, así que decidió comenzar por ahí.

–Eva San Román está detrás del robo de nuestras cuentas de correo.

El hombre se guardó una maldición y se sentó junto a ella.

–No puedo decir que me sorprenda. ¿Cómo lo supiste?
–Estuve investigando –replicó ella con evasivas– van a despedirte y a mi contigo.
–Es muy posible, pero eso no nos priva de ir allá y beber gratis.
–No iré, ve tú. No estoy de humor.

Esteban bebió un trago de cerveza.

–Pero tú no estás así por el trabajo, hay algo más en todo esto.
–Es verdad.
–Hagamos algo entonces –comentó Esteban sonriendo– cuéntame que es lo que ocurre, desahógate conmigo porque parece que estás desmoronándote.

Micaela sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas.

–No es eso, es que... se suponía que estaba rehaciendo mi  vida, que ya había quedado atrás y ahora todo es diferente, porque...

No pudo seguir hablando, sintió que se le iba el aire del cuerpo; Esteban la abrazó.

–Tranquila. Oye, tu puedes confiar en mí, así que sácalo, di todo lo que estás pensando, vas a ver que soy un muy buen paño de lágrimas.

Poco después la galería rebosaba de gente; tal como Adán lo había previsto, el misterioso hecho del disparo había centrado todas las miradas en ellos, de modo que para la inauguración todos los medios especializados confirmaron su asistencia de inmediato, e incluso se agregaron un par de revistas de sociedad con la excusa de retratar a varios de los asistentes. Adán estaba vestido con un traje en un exclusivo tono petróleo,  y se paseaba por entre los invitados sabiendo que muchas de las miradas estaban sobre él por su porte y gracia, y además porque su manejo de la situación anterior había sido brillante. Carmen apareció a su lado con un sencillo vestido en colores verdes que mezclaba distintas tonalidades, y se quedó junto a él mientras el anfitrión, ubicado estratégicamente delante de los cuadros centrales aún cubiertos, hacía las presentaciones finales.

–Damas y caballeros, la espera terminó; tengo el honor de presentarle a cada uno la obra más importante en la carrera de Carmen Basaure hasta ahora, El regreso al paraíso.

El silencio se apoderó del lugar, y el anfitrión se hizo a un lado para permitir que las asistentes quitaran las oscuras sedas que tapaban las obras; Adán miró nuevamente la obra y vió otra vez el mismo efecto, la sensación tormentosa y angustiante que había sustituido a la paz y armonía de la obra anterior. Luego miró en sentido contrario, y entre los disparos incesantes de las cámaras de los periodistas, vió como los rostros de los asistentes quedaban invadidos por el asombro; estaba funcionando, el efecto casi mágico de los dos cuadros ubicados a una distancia y en un ángulo especifico invadía a cada uno de sus asistentes, expandiendo el silencio y las murmuraciones de asombro. Una a una las asistentes descubrieron el resto de los cuadros  de la galería, pero nada podía contrarrestar el efecto único del lienzo que parecía moverse por sí solo. Una crítica de arte, que estaba muy cerca de Adán, escribía a toda velocidad en un bloc sus primeras impresiones. ¨Completamente desconcertante, la afamada Carmen Basaure ha logrado crear frente a nuestros ojos una ilusión tortuosa que solo creímos que era posible en la pantalla de un cine. Ahora el dolor y la paz del paraíso están entre nosotros.¨  Era más o menos lo que se esperaba de una crítica, aunque creía que a rasgos generales hablarían de Regreso como una obra innovadora aunque tortuosa.
Volcó su interés en Carmen, que respondía a las preguntas de algunos reporteros.

–Quiero decir que este es un gran paso para mí y espero que todos puedan verlo así. En el desarrollo artístico siempre estoy buscando más.
– ¿Cómo enfrentó el desafortunado incidente de la primera oportunidad?
–Solo un incidente menor, pero gracias a mi asesor artístico todo sigue en su camino correcto.

Una periodista dió con el punto.

– El asesor artístico es una figura conocida en Europa pero no mucho aquí. ¿Que la llevó a contar con uno?
–La necesidad de enfocar mi trabajo al público, que es el importante aquí; no me sirve crear algo interesante si nadie va a verlo, y en la comunicación con el público Adán Valdovinos ha sido fundamental, pues me permite a la vez encontrar el camino hacia los sentimientos de mi público y expresar lo que quiero en mi obra.

¨Expresar lo que quiero¨ ya no tenía el mismo sentido que antes, aunque quizás conllevaba el sentido más práctico de Carmen: una mujer atormentada tratando de alcanzar algo que jamás consigue tocar. Comprobó que Pilar no había llegado, lo que confirmaba sus sospechas, pero lo que más le llamó la atención fue, al fin, ver llegar a Eva. Hasta el último momento ella no le había asegurado asistir ya que estaba ocupada con algunos asuntos, pero finalmente se acercó; estaba más hermosa aún si era posible, con un vestido negro impresionante, aunque sin Céspedes como compañía.

–Me alegra que estés aquí.
–A mi también, aunque estoy sorprendida con lo de la obra, dijiste que era perturbadora pero no creí que tanto.
–Lo es –comentó Adán– pero al menos no puedo decir que pasara desapercibida; más tarde tenemos que hablar.
–De acuerdo, ve a mi hotel.
–Tan pronto salga de aquí.

Eva se mezcló con los invitados. Ahora había logrado la inauguración, solo le bastaba despedir a Carmen en el aeropuerto para empezar su nuevo proyecto con Bernarda Solar.

En tanto, Bernarda estaba en su lujoso departamento disfrutando de una copa de champagne. Aunque sonara extraño, la inauguración de Carmen Basaure le convenía progresivamente más en la medida que tuviera más éxito, pues así sería más exitosa ella con el nuevo proyecto de Cielo; ya tenía a Luna, a Adán Valdovinos, y también a la constructora Del mar y Alzarrieta, de modo que las piezas estaban en donde las necesitaba; ya había comprobado que Carmen tenía hecha una  reserva en una aerolínea, que predecible para ser una artista. Solo había una molestia, y es que tenía que cambiar cerraduras y asignar algún tipo de protección a sus propiedades, porque aunque no era un riesgo, Micaela si podía ser una molestia y era algo que podía suprimirse con facilidad. No podía provocarle daño alguno, pero si tenía pensado destruir sus estatuillas perfectamente podía querer atacar su galería o lo que fuera.
Bebió otro trago de champagne.

Pilar despertó de pronto en la noche; estaba agitada y con el rostro bañado en lágrimas; así que había estado llorando durante el sueño, obviamente por los recuerdos de su enfrentamiento con Micaela. A fin de cuentas tenía que afectarle en algún momento, si sea como fuere se había enfrentado a ella, a la única mujer que había amado; en esos momentos le dijo todo lo que sentía, la rabia y el dolor que tenía guardado hacía ocho meses y contando, pero además de eso se encontró con algo sorpresivo, la súplica de Micaela por su perdón; había supuesto que lo negaría o que estaría obstinada en su pensamiento inicial, pero su actitud y las pruebas que le llevó habían resultado inapelables. Por un lado, al recordarlo, se sentía angustiada de verla así, pero por otro no dejaba de tener rabia por todas las humillaciones pasadas. No sabía que era lo que podía ocurrir después, pero si tenía claro que no quería a Micaela ni a nadie de los involucrados en su vida, se quedaría en el país para reconstruir la vida que le habían quitado y con el restaurante creía tener el mejor comienzo.

Adán llegó al hotel y fue recibido por Eva, que ya estaba preparada con un hermoso camisón de satén blanco; se besaron con ardor tan pronto cerraron la puerta.

–Ya lo conseguí –comentó ella triunfante– mañana ya no tendré que preocuparme por el gerente de proyectos.
–Fantástico, pero eso quiere decir que lo despediste hoy, porque no estaba en la inauguración.
–Tal vez lo está presintiendo, pero aún no, lo despediré mañana. Lo demás ya está cubierto.

Adán comenzó a desnudarse mientras Eva servía whisky para ambos.

–Genial, tienes dos problemas resueltos, y yo dentro de los próximos días comienzo a trabajar como Administrador en el nuevo proyecto integral de Bernarda Solar, me contactó hace algunos días por la expansión de la galería Cielo, y ahora que termino con Carmen Basaure, es la oportunidad perfecta.

Eva frunció el ceño.

– ¿Bernarda Solar?
–Sí.
–Es accionista mayoritaria en la constructora –replicó ella alcanzándole una copa mientras evaluaba su cuerpo– de hecho estuvo en la última reunión de directorio.
–Así que se trataba de eso –comentó Adán sonriendo– ese es el nuevo proyecto, seguro quiere una constructora de proporciones para sus planes, eso quiere decir que de un modo u otro trabajaremos unidos.

Volvieron a besarse.

–Y mientras estemos unidos no hay nada más que importe.
–Es verdad. Ahora celebremos, quiero hacer el amor contigo.
–No tengo ningún reparo.

Eva se despojó del camisón, dejaron las copas con las que habían brindado a un lado y se enfrascaron nuevamente en el juego del amor, donde sabían que cada caricia era deliciosa como la primera, y cada nueva sensación era incomparable. Éxito profesional, amor, placer, dos personas fuera de lo común unidas por sus propios deseos, no había nada mejor todavía para ellos.




Próximo episodio: Cielo infinito

Por ti, eternamente Capítulo 4: Escándalo y escape



Fernando De la Torre estaba en su estudio totalmente fuera de sí.

— ¡Maldita sea!

Enfurecido, el hombre arrancó la pantalla de su ordenador y la arrojó con todas sus fuerzas. La pantalla fue a estrellarse contra un hermoso florero que estaba en un mueble esquinero, destruyéndolo en mil pedazos; De la Torre era un hombre de más de cincuenta años, de figura corpulenta e imponente, raleado cabello cano y rasgos endurecidos por sus años y por su fuerte carácter.

—Esto es una locura Claudio, es una completa locura.

Claudio era un hombre de alrededor de treinta años, de figura atlética y rasgos agudos, que enfundado en un impecable traje azul ultramarino contemplaba la escena; el asistente estaba inmóvil a prudente distancia del escritorio de De la Torre, estratégicamente cerca de la puerta, pero impasible, con los brazos cruzados mirando con tranquilidad lo que ocurría.

—Tranquilícese señor, ese florero era de su tía Jazmín.
—No me vengas con mi árbol genealógico, mi hija está muerta.
—Usted ya sabía que eso iba a pasar —replicó el asistente con total calma— según recuerdo ese fue el pronóstico que hizo el doctor que había examinado a la Señorita Magdalena y al que usted interrogó.

De la Torre se dejó caer con peso muerto en su silla.

—No puedo creer que haya ocurrido.
—Por desgracia era una posibilidad muy alta señor; además usted dijo que prefería verla muerta que deshonrando a la familia.
—No lo decía en el estricto sentido de la palabra. Magdalena era mi única hija.
—Su única hija que renegó de su familia más cercana y huyó con su salud y con su hijo en gestación.
—No hables de esa manera.
—Son sus palabras señor.

El hombrón tomó una grabadora portátil de su escritorio y se la arrojó, aunque sin puntería porque el artilugio fue a estrellarse contra el suelo.

— ¡Tengo una grabadora, no estés repitiendo lo que digo!
—Cálmese señor.
—Nunca he podido comprender como es que una muchacha linda, joven e inteligente como ella pudo alejarse y renegar de todo; no solo dejó una vida cómoda, sino que abandonó a su familia, y la familia es lo más importante.
—Eso está bien, saque todos los sentimientos.

De la Torre se puso de pie.

—Y eso no es todo; ella se fue con su hijo, con mi nieto, y ahora ese niño simplemente no está. ¡Dime donde está, dime que fue lo que pasó con mi nieto!

Claudio adoptó un tono más reflexivo.

—Es claro que la señorita Magdalena decidió desaparecer de la vida de ésta familia desde antes de haber concebido a ese bebé, pero si estaba tan enferma como para terminar tan trágicamente, usted puede estar seguro de que contó con la ayuda de alguien.
— ¿De quién?
—De la persona que tiene a su nieto.

De la Torre tomó un abrecartas de empuñadura dorada y comenzó a gesticular con él. Su rabia no había disminuido un ápice.

—Es necesario encontrar a mi nieto.

Claudio ya estaba pensando en eso, como de costumbre.

—Ya tengo algunas personas encargadas de buscar por los alrededores, usted sabe que siempre hay alguien que ha visto algo.
—Pero eso es muy vago.
—Claro, pero mi plan principal es otro señor —sonrió mostrando su teléfono celular— ya me estoy encargando del celular de su hija, ahí seguro encontraremos información muy importante.

El patrón parecía satisfecho aunque no sorprendido con la eficiencia de su asistente, pero aún no era suficiente para él.

—Un niño de tan pocos meses de vida no es sencillo de ocultar, pero tampoco es imposible.
—Siempre se pueden tomar medidas adicionales.
— ¿A qué te refieres?

Claudio respiró profundamente.

—En ésta sociedad lo que importa no es lo que sea, sino lo que se puede probar señor; sabemos muy bien que usted ha sido acusado varias veces de ilícitos, pero nunca se le ha probado nada, de modo que usted es un ciudadano honorable como cualquier otro. Y un abuelo angustiado por la desaparición de su nieto puede ser muy efectivo.

De la Torre presentía algún ardid, pero aún estaba demasiado irritado como para dilucidarlo por sí mismo.

—Continúa.
—Lo que digo es que la policía puede sernos de ayuda para variar, sobre todo si previamente hay  una denuncia por posible secuestro. Tanto demos con el paradero del niño ahora mismo o no, esa información abrirá muchos ojos y oídos, usted me entiende.

El hombre se pasó una mano por su encanecido cabello.

—Entonces haremos eso. Pero dile a tus hombres que tengan mucho cuidado, no quiero que nadie los descubra en algo sospechoso.

                               2                            

Víctor estaba en su cuarto con Ariel en sus brazos cuando sonó su teléfono celular; estaba tratando de llegar a alguna decisión lógica, así que simplemente no prestó atención al número desconocido.

— ¿Hola?
—Hola —dijo una voz muy educada desde el otro lado de la conexión— me preguntaba si el bebé está bien.

No dijo nada más, pero fue suficiente para que a Víctor se le congelara la sangre; quienquiera que fuera, lo había descubierto, pero ¿cómo? Entonces lo supo, el celular de Magdalena, seguramo esos hombres lo habían registrado.

—Necesito que me escuches con mucha atención.

Estaba paralizado, y en vez de cortar, sólo se quedó inmóvil escuchando la amable amenaza que se deslizaba por la línea telefónica.

—Esto es lo que vas a hacer. Dejarás al bebé en una Iglesia ahora mismo, y todos nos olvidaremos del tema. Ya sabes que te encontré rápido por teléfono, lo que me pregunto es si te haces una idea de lo poco que me costará encontrarte en persona.

Cortó. Solo entonces, cuando la llamada hubo finalizado, Víctor soltó el celular sobre la cama, como si el aparato pudiera hacerle algún daño sólo por el hecho de haber recibido esa comunicación.

—Dios mío...

Lo habían encontrado, y obviamente habían llamado al último número que marcó ella, el suyo. La amenaza era evidente, y concordaba a la perfección con lo que Magdalena le había advertido de su propia familia; pero haber recibido esa llamada no solo era preocupante, sino que además era peligroso, en extremo.

— ¿Qué es lo que voy a hacer?

Que en tan poco dieran con él podía ser igualmente una casualidad, pero lo concreto es que la persona estaba hablando en serio, y escucharlo decir que no le llevaría mucho encontrarlo lo hacía pensar lo peor. ¿Dejar a Ariel en una Iglesia? Sonaba a tratos entre mafiosos.

—De acuerdo, tengo que tranquilizarme, tengo que tranquilizarme.

Pero no estaba tranquilo en realidad; tenía que tomar una decisión en ese momento, no podía continuar esperando a calmarse. Tomó el celular y marcó un número.

—Hola Víctor ¿dónde estás? los demás estuvieron preguntando por ti.
—Arturo, necesito que me ayudes con algo.
—Claro, ¿pero qué te pasa?

Sintió que se le revolvía el estómago al hablar.

—Necesito que llames a ese conocido tuyo que es reducidor de especies, necesito dinero.

Arturo era uno de sus mejores amigos, pero incluso a él había algo que no podía decirle.

— ¿Pero estás corto de dinero? Porque si es así yo te puedo prestar.
— ¡No! No es eso, Arturo, necesito vender muchas cosas, no puedo darte más detalles por ahora. Ayúdame por favor.

Arturo hizo una breve pausa; desde luego estaba sospechando, pero decidió no decir nada.

—Mira, puedo llamarlo ahora y estar por allá en diez minutos.
—Genial, te espero.

Después de varios minutos de tensión, Víctor dejó al pequeño en el armarito del baño y dejó entreabierta la puerta, para que no fuera visible.

—Quédate aquí, enseguida vuelvo.

El bebé se limitó a mirarlo muy fijo, sin moverse.

—Si llora, estoy frito.

Salió del cuarto luchando por calmarse, y a poca distancia se encontró con su amigo, que era de su misma edad, muy delgado, de cabello rubio y piel blanca.

—Arturo, te demoraste.
—Vine apenas me dijiste, ¿qué te pasa, porqué estás así  tan extraño?

Víctor sintió que todo lo que conocía pasaba frente  a sus ojos; conocía a Arturo desde hacía muchos años, era parte de su grupo de amigos más cercano, y en particular era muy importante para él, parte de las personas más cercanas. Víctor no tenía familiares, sus padres habían muerto cuando era muy pequeño, y desde entonces se había dividido entre el deber de hacerse responsable y crear un círculo cercano, pero en ese momento sentía que tenía que mantener una cierta distancia aunque eso le resultara difícil.

—Mira, después te explico, ahora estoy realmente apurado. ¿Trajiste al reducidor?
—Está ahí —indicó por encima del hombro— ¿qué vas a vender?

Víctor trató de sonar tranquilo, aunque sabía que eso era difícil en un momento como ese.

—Voy a vender todo lo que tengo.
— ¿Qué? ¿Estás loco? Pero por qué, no lo entiendo Víctor... ¿qué hiciste?

El aludido respiró profundamente; era obvio después de todo, pero el nerviosismo y la presencia del bebé escondido en el baño lo mantenían en tensión total.

—Mira Arturo, no he hecho nada, solo necesito hacer algunas cosas y necesito el dinero, además va a ser mucho más fácil trasladarme si solo llevo lo puesto.
—Puede ser —replicó el otro dudando— pero es tan sorpresivo que yo...

Víctor siguió un impulso y lo abrazó. De un momento a otro toda su vida parecía pender de un hilo y necesitaba a un amigo, pero la amenaza de la familia De la Torre era muy severa como para ignorarla.

—Oye, me gusta que me abraces pero...
—Mira, Arturo, tú eres mi mejor amigo, solo te pido que confíes en mí, en que estoy haciendo lo correcto.
—Está bien, está bien. No te voy a preguntar nada, por ahora, pero necesito que me cuentes todo después.
—Te lo prometo, después te diré todo. Ahora vamos a hablar con éste tipo.

Se acercaron a la entrada del pasaje, donde los esperaba un hombre alto de cabello muy largo, con una carpeta en las manos, junto a un hombrón de casi dos metros de altura, corpulento y musculoso enfundado en jeans y sudadera.

—Así que eres tú el que quiere vender —dijo a modo de presentación el de cabello largo mientras se acercaban al camión— ¿y de qué cosas estaríamos hablando?
—Son varias cosas, muebles y otras cosas, la idea es que sea ahora mismo.
— ¡Hola! Estás apurado. Bueno, mientras más pronto mejor, Hércules, prepárate.

El musculoso se acercó al camión y abrió la puerta para sacar unas llaves, y el sonido de la radio del vehículo inundó el ambiente.

—Apaga esa cosa, hoy se han dedicado a decir tragedias.

Pero antes que el grandote lo hiciera, la voz de un periodista se escuchó fuerte y clara.

»Ésta es una noticia en desarrollo, según nuestras fuentes hay una familia que acaba de realizar una denuncia por secuestro de un menor, un lactante de no más de seis meses de vida; hasta ahora no hay muchos datos más, pero al parecer el bebé fue sustraído del sitio en donde se encontraba sola la madre, quien aparentemente estaba enferma y muy grave. Dentro de los próximos minutos estaremos ampliando la información«

El musculoso apagó la radio del vehículo, mientras Víctor sentía que su estómago se contraía luego de escuchar esa información.



Próximo capítulo: De la mano de la ley