La otra matrix Capítulo 5: En manos equivocadas



Tan pronto como sintió la hoja afilada amenazando con cortar la placa exterior de su brazo y llegar hasta la Matrix oculta en la caja, Soulbreaker intentó moverse o defender su posición en medio de la espesa bruma que de la nada había surgido, pero la luz se lo impidió. Fue una situación muy extraña, en donde la luz parecía tener cuerpo físico igual como si estuviera en un sitio inundándose de algún tipo de sustancia acusa muy pesada; de inmediato sus sensores oculares y auditivos quedaron bloqueados y se vio incapaz de moverse, atenazado por esa sustancia que no podía tocar pero que al mismo tiempo lo inmovilizaba por completo. Ante una amenaza como ésta, lo lógico es que su sistema hubiese activado de inmediato los protocolos de defensa, pero esto no sucedió.
Dentro de su mente, Soulbraker sentía que estaba ahogándose en un mar de energon puro con la desesperación bullendo por todas partes.

“Ultramagnus —pensó desesperado— ¿Dónde estás, qué sucedió contigo?”

Después de varios minutos de un silencio y quietud insoportables, la luz se disipó como si hubiese sido una explosión silenciosa y sin ruido, tras lo cual Soulbraker se dio cuenta que había estado flotando en el exterior de la cámara sellada, y cayó como peso muerto al suelo.

—Levántate, estamos bajo ataque.

La voz de Ultramagnus, dura como el acero, lo obligó a ponerse de pie de inmediato; sólo en ese momento recordó que no traía armamento consigo, ya que las pistolas combinables habían sido destruidas en su muerte. Corrió a toda prisa tras Ultramagnus que ya estaba llegando a la superficie del asteroide mecánico con las pistolas preparadas para disparar, y recordó que lo único que tenía él era el disco magnético.
Una nave negra con unas vistosas líneas doradas estaba circundando el asteroide mecánico, y desde los disparadores ubicados en los extremos de las alas arrojaba pulsos eléctricos esféricos a gran velocidad. Soulbraker reguló la intensidad de las dos mitades del disco magnético para generar pulsos de igual frecuencia y comenzó a disparar en contra del misterioso atacante; Ultra magnus por su parte anulaba cada pulso esférico con una precisión envidiable.

— ¿Quién es ese decepticon?
—No es un decepticon, es Runflight, no te distraigas, es extremadamente poderoso.

Continuaron repeliendo el ataque mientras a su alrededor comenzaban a arder distintos focos de fuego, los que en su mayoría eran ocasionados por las esferas que Soulbraker no había podido evitar o detener antes de llegar a la superficie; el vuelo de su enemigo se desplazaba en distintos puntos de una manera inexacta, por lo que resultaba difícil saber cuál sería el siguiente punto de ataque, además que él contaba con la superioridad que le otorgaba el vuelo en esos momentos. De manera repentina y sin haber perdido la ventaja que tenía sobre ellos, el enemigo lanzó unos cuantos pulsos eléctricos más y se alejó a toda velocidad del asteroide.

— ¿Te encuentras bien? —le preguntó Ultramagnus acercándose.

El asteroide donde se encontraban estaba en ruinas, había fuego en distintas partes y varias Torres de comunicaciones se habían desmoronado ante el ataque; Soulbraker se sorprendió al revisar su brazo derecho y ver quién no tenía cortes como había sentido al momento en que la bruma envolvió a ambos.

—Si, estoy bien, pero es extraño, cuando nos envolvió esa niebla sentí que alguien estaba tratando de cortarme el brazo.
—Yo también lo sentí —dijo Ultramagnus— pero eso no era una simple neblina. Era espuma corrosiva.

En ese momento Soulbraker vio que Ultramagnus tenía una serie de heridas en distintas partes del cuerpo donde la cubierta exterior de metal había sido carcomida; él mismo tenía algunas de estas heridas, aunque eran sólo algunas y parecían de menor intensidad.

—Runflight es un mercenario muy poderoso, lo conocí tiempo atrás en una misión de rescate y lo dimos por muerto en Asblenios 6 hace más de cinco décadas cuando cayó a un pozo de lava, pero al parecer nos equivocamos y él sigue haciendo de las suyas por el universo.

Soulbraker sabía de mercenarios autobots y decepticons desde siempre, incluso sabía que a pesar de ser un mal para la sociedad, en muchos casos eran un mal aceptado ya que ellos realizaban misiones que otros no podían o no querían realizar; eran algo así como la versión no oficial y aún más salvaje de los Wreckers y La patrulla X.

—No lo entiendo, no tiene sentido que un mercenario esté atacándonos en este asteroide. ¿Cómo podría? Oh por Primus…
—Debe haber estado siguiéndonos, andaba cerca y nos vio descender en el asteroide.

En este instante lo entendió, la relación entre los hechos ocurridos inmediatamente después de despertar, y lo sucedido después. No tenía como probarlo y tampoco podía decírselo a Ultramagnus sin decir quién era y generar con ello una serie de nuevos conflictos, pero tenía la seguridad que ese mercenario que los había atacado unos minutos antes era el mismo que había asesinado a Slimdeam en las ruinas de ciudad autobot y que estaba al mando de los barredores.

—Él lo sabe.
— ¿De qué hablas?
—Él sabe que tengo la copia —dijo Soulbraker sin poder ocultar el nerviosismo— por eso nos atacó. ——Pero dijiste que nadie había visto la copia antes, además estaba en superioridad con respecto a nosotros, si quería la copia era el mejor momento para obtenerla en vez de irse.
—Pero nos arrojó esa espuma corrosiva, tiene que haberlo hecho por algo.
— ¿Comprobaste que la caja estuviera cerrada?
—Sí, sí lo está.

Ambos guardaron silencio, sabiendo que la luz que se había aparecido en el lugar luego de la niebla no tenía una explicación lógica.

—Estamos perdiendo tiempo y seguimos expuestos en el espacio. Tenemos que ir con Rodimus, así que vamos a subir a esta nave y dejaremos lo más rápido que sea posible este basurero.


2


Laboratorios subterráneos en Tarn
Spektre era un decepticon muy antiguo, pese a lo cual nunca había tenido una participación destacada en los ejércitos al servicio de Megatron; cuando Shockwave dominó Tarn y le asignó los laboratorios subterráneos, Spektre se sintió muy complacido, la tarea no era desafiante aunque sí rutinaria y muy específica, por lo que estaba obligado a estar permanentemente pendiente de los radares de superficie y las fluctuaciones de energía en los distintos túneles la ciudad. Él y su equipo estaban obligados a super vigilar y permitir que todo funcionara de manera correcta a las órdenes y al Servicio del gran Lord Megatron.
Algún tiempo después el líder de la sección subterránea descubrió que había mucho de lo cual sacar provecho en ese trabajo sin descuidar su misión como sirviente de los decepticons; estar en un lugar como ese, trabajando de manera constante lo volvía invisible para la mayoría de sus congéneres, y si se trataba de despistar el ojo vigilante de Shockwave, bastaba con ser riguroso hasta el extremo, en el envío de informes de resultado y también en los preventivos, de esta manera el matemático estaría concentrado y satisfecho con lo que recibía y él tendría tiempo disponible para sus propios planes. Algunos se dedicaban a la guerra, otros a los números, gobernar, construir o esclavizar, mientras que en sus tiempos libres él se dedicaba a escanear. Al final construyó un Scanner tan poderoso y detallado que era capaz de identificar casi cualquier fuente y frecuencia de energía en miles de kilómetros a la redonda, utilizando para ello millones de drones microscópicos que actuaban como sensores espejo; entre las muchas frecuencias que había podido identificar se encontraba por supuesto la Matrix de liderazgo, aquel poderoso objeto en poder del líder de los Autobots y que era un objeto ambicionado por Megatron y temido por el gigante come planetas Unicron, pero inalcanzable para cualquier otro Transformer que no fuera el líder de los Autobots.
Lo que nunca se imaginó fue detectar ese tipo de frecuencia energética tan única en dos sitios diferentes.

—Cariño, veo que volviste.

Arciagan llegaba justo en ese momento; la hermosa y misteriosa ladycon se sentó junto a él ante los tableros en donde se encontraba realizando su trabajo.

—Todo sigue igual en el exterior —dijo ella con un tono de voz sedoso y susurrante— ¿Qué hay de ti, hay alguna noticia de Runflight o de la señal?
—Parece que las cosas no están resultando tan sencillas como él mismo había dicho en un principio —repuso Spektre lentamente—, al parecer la señal se encuentra bastante bien cuidada, ya que no he vuelto registrarla. De todos modos Runflight insiste en que su trabajo está a punto de concluir.
— ¿Y tú le crees?
—Runflight funciona en base a créditos y los que le ofrecí son una enorme cantidad, así que puedo contar con que haga el trabajo que me prometió.
—Pero ese Mercenario también es codicioso —dijo ella—, ¿ qué tal si quiere quedarse con el objeto para sí mismo
—Puede —respondió Spektre sin alterarse—, pero no me importa que lo haga porque el poder de ese objeto será demasiado para alguien como él. Y no olvides que si logra apropiarse de ese objeto quiere decir que ya no estará en manos de los Autobots y por lo tanto un paso más cerca de nosotros.

3

Runflight volaba a toda velocidad en modo jet hacia el asteroide mecánico donde se ubicaba una de sus bases de operación; en realidad en ese lugar sólo había lo necesario para recargar energía y armas y el depósito completamente equipado en donde permanecía el robot agonizante conectado a una serie de aparatos. Después de ingresar los códigos necesarios en los paneles de seguridad, Runflight entró nuevamente en la habitación donde la compleja maquinaria que tiempo atrás había sido utilizado para torturas evitaba la casi inevitable muerte de un transformer; el recinto estaba aislado del exterior y poseía un regulador de temperatura además de un purificador de partículas, lo que permitía que el sistema nervioso y mecánico que quedaba del transformer y su expuesta chispa no fueran afectados por agentes exteriores. La gran camilla conectada a numeroso cableado, todo ello concentrando los esfuerzos de todas las máquinas en preservar la chispa.
Runflight se acercó lo suficiente para que el otro pudiera verlo directo a los ojos.

—Es un gusto volverte a ver viejo amigo —dijo con una voz desprovista de emoción como era casi habitual en sus visitas a este sitio—. Seguramente debes estar preguntándote por qué es que vuelvo a visitarte tan pronto siendo que antes me he tardado mucho más. Has sufrido tanto, y lo cierto es que eso ya no va a seguir sucediendo. No puedo seguir manteniéndote en este estado en el que tanto sufres, ni vivo ni muerto pero dándote cuenta del estado en el que te encuentras.Eesto termina ahora.

La mirada en los ojos del transformer vibró con nerviosismo por las palabras de Runflight. Este se sentía orgulloso de haber comprobado una vez más su excelente olfato para los trabajos que realizaba, y también la eficiencia de los inventos que había estado adaptando en el último tiempo; la espuma corrosiva que había arrojado sobre Ultramagnus y Heartfire contenía una molécula especial modificada por sus manos, que era capaz de atravesar virtualmente cualquier tipo de metal no vivo, por lo que no afectaba a los Transformers. Una vez que la espuma cubrió a sus víctimas, la molécula se dirigió al primer objeto metálico que encontró y que Runflight suponía era donde estaba guardado el objeto que Heartfire y Ultramagnus estaban transportando tan secretamente; sabía que Spektre de alguna manera estaba vigilándolo y agradeció que la espuma corrosiva bloqueara de manera momentánea cualquier tipo de señal o frecuencia, ya que eso y le dio tiempo para absorber una parte muy pequeña de la energía desplegada sin ser descubierto en el acto. De todos modos y aunque se hubiese apropiado de una minúscula fracción de la energía del objeto, sabía que no podía disponer de mucho tiempo y que tenía la obligación de continuar con el trabajo por el que le estaban pagando.
Utilizando el dispositivo con el que había absorbido una parte de la energía desplegada como una jeringa, introdujo el contenido en la chispa del robot que permanecía moribundo.

4

Asteroide de vigilancia fuera de la órbita de Cybertron
El viaje había sido corto y silencioso para ambos después del ataque que habían sufrido, pero tal como había indicado Ultramagnus aún tenían que traspasar La muralla autobot. El asteroide al que se dirigían no era de gran tamaño pero estaba dotado de muy buena tecnología y cuatro anillos de asteroides de carga magnética que impedían las comunicaciones a distancia y bloqueaban casi cualquier tipo de arma energética; Ultramagnus tuvo que detener la nave en el espacio. Un autobot grande armado con una cadena y una porra flotó hacia ellos y los enfrentó con cara de pocos amigos.

—Justo lo que necesitaba para hacer más entretenido mi día, Ultramagnus qué sorpresa verte por aquí.
—Sentinel Kharx —respondió éste a modo de saludo—, estoy aquí porque necesito hablar con Rodimus de manera urgente, se trata de una amenaza de nivel Gamma.

El otro no pareció sorprenderse ante esas palabras.

—El chico desobediente quiere hablar con el líder; déjame decirte que es improbable que el líder quiera hablar contigo después de lo que hiciste.
— Esto no se trata de mí.
—Imagino que no, entonces dime de qué se trata. ¿Quién es él y por qué está aquí?
—Este autobot tiene información importante que sólo puede ser escuchada por el líder, ya que se trata de algo confidencial.

El otro lo miró con desdén.

—Lo siento Ultramagnus pero eso no es suficiente.

 Soulbraker no se atrevía a decir una sola palabra, temeroso de causar un problema mayor al que ya estaban viviendo.

—Lo siento pero no puedo seguir perdiendo tiempo en este lugar —sentenció el gran guerrero—, invoco al Espíritu de Primus.

El otro quedó en silencio durante unos momentos, a todas luces impresionado por la declaración de Ultramagnus; el propio Soulbraker no podía creerlo.

— ¿Ttienes alguna idea de lo que estás diciendo?
—Claro que la tengo, conozco los estatutos y las leyes de Cybertron.

El espíritu de Primus era un antiguo juramento autobot, mediante el cual, quien lo invocara adquiría derecho a audiencia con el líder máximo sin importar las condiciones, ya que lo que lo apremiaba era un hecho o noticia de tal importancia que hasta el mismo Primus atendería sus razones; el lado malo del juramento es que generaba un código único en la memoria del robot que lo realizaba, por lo que si se hacía en vano, la ley indicaba que el culpable debía ser juzgado por alta traición. Después de un nuevo y tenso silencio el centinela le indicó a otro que estaba cerca que acompañar a los dos hacia el transporte que los acercaría  a la posición de Rodimus.

5

Runflight permaneció inmóvil a una prudente distancia mientras se producía el impresionante efecto. Frente a sus ojos el cuerpo del moribundo robot, comenzando por el núcleo y siguiendo por las conexiones nerviosas y terminales eléctricos, inició un proceso regenerativo que avanzaba a una velocidad sorprendente; poco a poco las articulaciones recobraron su estado original, los sensores y cableado interno se restituyeron y por una milésima de segundo, Runflight pudo ver los finos conductos de energía por donde el energon volvería a correr. Todo el sistema de cableado y sensores conectado a las máquinas que él mismo había conectado salieron despedidos cuando el cuerpo continuó con su reparación, y tan sólo unos minutos más tarde, el cuerpo había recuperado la estética original, la salud y la vida que tiempo atrás perdiera producto de desafortunados hechos.

—Maravilloso.

El mercenario no pudo menos que reconocer el inmenso poder de la fracción de energía de la matrix, y cómo esta logró restaurar el cuerpo y la esencia de un robot que debería haber muerto mucho antes, de no ser por su intervención; se trataba de un tanque cibertroniano del tipo guerrero, que casi doblaba su estatura en modo robot, y que ahora de pie, exhibía nuevamente las múltiples ruedas en las extremidades, los cañones direccionales en la espalda y los lanzamisiles en las piernas, además de muchos otros detalles que hacían de él una máquina de guerra.
El símbolo autobot también había sido restaurado.

—No puedo creerlo —dijo con voz quebrada por la sorpresa y emoción—. Esto es algo que no creí que pudiera suceder…
—Prometí que intentaría salvarte, viejo amigo —replicó Runflight en voz baja—, y estoy contento de haberlo logrado.

El gran robot movió los brazos y articuló las extremidades, aún sin poder creer lo que estaba pasando.

—Es increíble estar completo de nuevo Runflight. Estoy vivo, como si nada hubiera sucedido.
—Pero sí han sucedido muchas cosas amigo. El líder de los autobots ha resultado muerto, un nuevo líder y nuevas reglas se han establecido, y alguien amenaza con destruir tu recuerdo, suplantándote.

El otro lo miró, asombrado.

— ¿Por qué alguien querría suplantarme?
—Porque por tus logros en galaxias lejanas, serías ascendido al rango de defensor que mereces; sin embargo, mientras hablamos, el impostor está a un paso de recibir ese cargo y con ello, el poder que conlleva.
—No puedo creerlo.
—Las intenciones de ese ser, y de otros, pueden ser extrañas, y por eso mismo y la amenaza a la raza, es que tienes que hacer algo.
—Ven conmigo.
—Sabes que no puedo, por mis crímenes sería encarcelado, si es que no algo peor.

El gran robot apretó los puños, tomando la decisión.

—Mi restauración debió haber sido prodigada por los autobots, pero me abandonaron, y ahora tú me dices que alguien usurpa mi puesto y quiere obtener poder a costa de ello. ¿para eso resistí tanto sufrimiento por años?

Runflight ingresó en el tablero de la pared los datos correspondientes para apagar todos los sistemas y borrar los archivos, excepto una copia de seguridad; ninguno de los dos volvería a ese sitio.

—Lamento traer malas noticias.
—Nada de lo que venga de ti es malo, amigo mío; siempre estaré en deuda contigo y, cuando aclare todas estas cuestiones en Cybertyron y el mando autobot, exigiré que se te exculpe de los crímenes que cometiste en el pasado; tienes derecho a rehacer tu vida.
—Dudo que eso suceda, pero te agradezco la preocupación. Ahora lo que es importante es que salgas de este lugar, y llegues a tu destino lo más pronto posible. Enfrenta a los traidores, desenmascara al usurpador y recupera tu puesto, tu vida y tu poder.
—Gracias por cuidarme, Runflight.
—Gracias a ti por tener fe en mí, Tau.



Próximo capítulo: Nunca digas la verdad

La traición de Adán capítulo 17: Mariposas calcinadas



La mañana del día de la inauguración de la galería avanzaba rápidamente, y Carmen estaba tranquila en su departamento, hasta que tocaron insistentemente a la puerta.

–Pilar, ¿qué haces aquí?

Se le veía algo demacrada, y lo más llamativo de todo fue la expresión de su rostro; definitivamente estaba enfadada.

–Había pensado dejar esto para otro momento –dijo entrando sin preguntar – incluso pensé en esperar, pero después lo pensé mejor; sé que hoy inauguras tu galería, pero no voy a privarte de nada.

Carmen alzó las cejas.

–No sé de qué estás hablando, pero no recuerdo haberte invitado. Cuando te necesite te llamaré.

Le hablaba como a un empleado. Que indiferencia por Dios, ¿Acaso cambiaría al saber la verdad, o seguiría importándole tan poco como ahora?

–En realidad no creo que te importe, pero no voy a quedarme con esto aquí dentro, tú también tienes que saberlo.
– ¿A qué te refieres?
–A todo lo que ha pasado entre nosotras desde siempre –explicó serenamente– porque haciendo memoria mamá, es lo mismo que antes; siempre me has subestimado, siempre me has considerado... poca cosa para ser tu hija, y yo siempre traté de contentarte, siempre quise que me valoraras por quien soy, pero nada funcionaba –miró un cuadro– tu tenías cosas más importantes de que ocuparte.
–No tengo ganas de escuchar esa clase de cursilerías de ti –la interrumpió Carmen– no después de cómo te has comportado.
–Como según tú me he comportado –la corrigió la joven impasible– porque las cosas son muy distintas ahora que cuando me echaste de tu casa gritándome que era una traidora y una ladrona.

A Carmen se le agotó la paciencia.

–Pero si eso es lo que eres –exclamó decidida– o dime como se le llama a una hija que le roba a su madre algo invaluable y lo vende al mejor postor.

Pilar respiró. Otra vez el mismo desprecio, de nuevo la misma rabia; sabía que después de lo que iba a decir nada mejoraría, pero ya no importaba, porque ya había llegado al límite de la humillación.

–Es divertido que ahora recuerdes que soy tu hija –comentó duramente– por lo visto es solo porque te conviene. Pero si algo te acuerdas de lo que pasó, tal vez recuerdes que  esa tarde te supliqué de rodillas que me ayudaras y que me creyeras, y no solo me diste la espalda, también me echaste de tu vida, me maldijiste y además hiciste lo posible para perjudicarme. Qué clase de madre le hace eso a una hija sin escucharla.
–No te atrevas a hablarme así.
–Me atrevo Carmen Basaure –le espetó desafiante– me atrevo a decirte que no eres una madre, porque una madre de verdad iría al infierno por proteger a un hijo, y a ti te bastó con ver un par de papeles para arrojarme de tu vida. Jamás me quisiste.

Carmen iba a decir algo pero no lo hizo, ahogada por una exclamación que más parecía por sorpresa que por verse afectada por las palabras de Pilar. La joven sacó de su bolso un disco en un sobre transparente.

–La venta de tu querida colección de arte no la hice yo, y ahí está la prueba; como te dije entonces, soy inocente y fui utilizada porque quisieron perjudicarme. Si quieres saberlo por adelantado te lo diré, la responsable de esto, quien falsificó mi firma y envió gente a perjudicarme fue la madre de Micaela.
– ¿Qué?
–Así es, y en la grabación que hay en ese disco lo vas a comprobar.
–Eso es ridículo, no hay ningún motivo para que ella...
–Ella fue la única que salió ganando –siguió Pilar implacable– ¿No lo ves? La verdad siempre ha estado ahí frente a tus ojos, pero si no quieres entenderlo, no te mereces más mi insistencia. Solo vine a eso, ahora si te satisface más seguir engañada, déjalo, si quieres comprobar lo que te estoy diciendo, entonces escúchalo, es material de primera, como a ti te gusta.

Salió del departamento sin decir más, y dejando a Carmen perpleja; miró el disco con desconfianza, casi como si pudiera hacerle algún daño, pero no sabía aún si sería peor la incertidumbre o la verdad. Desde siempre había predicho que Pilar le provocaría problemas, y ahora mismo no sabía que pensar, más bien parecía todo orquestado como parte de un plan de ella. Sin embargo y aunque tenía cientos de dudas al respecto, la curiosidad pudo más, y finalmente la artista tomó en sus manos el disco, decidida a escuchar su contenido.

– ¿Sabes para que vuelan las mariposas?

La mujer se quedó  inmóvil, escuchando.

–Las mariposas vuelan para llegar al cielo. Pero nunca lo logran, porque cuando están demasiado alto, la luz del Sol les quema las alas.

La mujer volteó lentamente; no creyó escuchar de alguien más esa críptica descripción, pero había pasado y sabía quién era la persona que había entrado por su cuenta a su departamento.

–Micaela.

La vió y al momento se sintió sorprendida: físicamente se veía como de costumbre, quizás con el cabello más largo, pero su expresión era distinta, su rostro estaba endurecido, la mirada afilada como un puñal.

–Hola Bernarda.

Bernarda Solar miró de pies a cabeza a Micaela; tenía la sospecha de que ella volvería en algún momento,  pero pensó que se tardaría más.

–Pudiste avisarme, te habría tenido algo especial.

Un saludo típico para ganar tiempo; pero en el estado mental en que se encontraba Micaela, no seguiría su juego.

–Ya sé lo que hiciste.  Ya sé que tú armaste la estrategia para quedarte con la colección Cielo y que me  mentiste para lograrlo. Ya sé todo lo que hiciste, mamá.

Lo último lo dijo como disparando un arma; Bernarda la miró fijo, así que después de esos meses finalmente lo había descubierto, no podía culparla por estar enfadada, pero nada más.

–Que sorpresa, no creí que estuvieras investigando este tema después de tanto tiempo.
–Me mentiste Bernarda. Me hiciste creer que estabas de mi lado, mientras a mi espalda tramabas la forma de intrigar contra mi relación con Pilar. Usaste mi cercanía con ella para conseguir información, y te valiste de engaños y falsificaciones.
–Culpable de esos cargos –replicó Bernarda sin inmutarse– por fin caen las máscaras hija mía, ahora podemos hablar con la verdad.
–Quiero que me digas porqué.
–Porque nunca iba a estar de acuerdo en esa aventurilla tuya con esa muchacha. ¿Por qué más?

Micaela la miró con desprecio. Siempre había sabido que su madre era una bestia de caza en los negocios, y nunca la apoyó ni estuvo de acuerdo, pero de alguna manera creyó que por ser su hija, ella establecería un límite de no dañar, de no destruir. Que estúpida había sido.

–Eso ya lo había supuesto, me refiero a porque me hiciste creer que eras mi aliada.
–Porque era la única forma de entrar en el área de Carmen sin poner en riesgo mis planes – respondió la otra simplemente– todo se trataba de oportunidades.

La joven vió por un momento la escena desde afuera, con ella por un lado,  joven, natural, sincera, y por el otro Bernarda, madura, artificial, mentirosa. No tenía ningún sentido estar allí pidiendo explicaciones, mejor era pasar a la parte importante. Tomó en sus manos una costosa figura tallada a mano en cristal blanco, una especie de hada con corazón de brillante.

–Así que solo fue otro negocio –comentó jugando con la estatuilla– otro día, otro billete para ti, nada más y nada menos. Solo otro comerciante pequeño expropiado porque pondrás en lugar de su tienda una automotora, otro grupo de obreros despedidos para abaratar costos, otra empleada tirada a una casa de reposo a cambio de una más joven. Eso fué para ti tu hija, y yo que creí que me mantendrías al margen de tus maquinaciones al menos para no perjudicar tus propios intereses.

Arrojó violentamente la figura contra una pared, haciéndola mil pedazos; Bernarda contrajo los músculos de su cara al ver la destrucción de una de sus posesiones, pero se mantuvo firme, a tres metros de distancia de la más joven, decidida a no dejarse intimidar por nadie, como siempre.

–Estás haciendo un melodrama barato –atacó haciendo ojos ciegos a la estatuilla– a fin de cuentas yo no soy la bruja de la historia ni eso que pretendes. ¿O acaso fui yo quien se llenó de desconfianza?

Eso fue un golpe bajo.

–Claro que no, pero si eres responsable de tus actos, a la larga todo lo que haces termina por tener una consecuencia, no puedes ser tan inocente como para creer que eso no pasará nunca. Soy una tonta, fui la mujer más estúpida del mundo al creer que tú, específicamente tú, ibas a tener alguna cuota de humanidad teniendo un botín jugoso a la vista; te creí, te  creí tu apoyo y tus palabras, incluso di por correcto que me pidieras mantener lo nuestro en secreto, porque pensé que era el precio que tenía que pagar por tener a mi madre de aliada. Luego –continuó con rabia– estuvo esa noche en la galería, cuando estábamos tú y yo y me mostraste esa horrenda pintura: un cielo tormentoso iluminado por infinitos colores, salidos de las alas de las más exquisitas mariposas, volando en ascensión hacia un cielo impredecible, y las que estaban más arriba con las alas incendiándose; me dijiste cual era el concepto de esa obra, y mientras yo miraba esas frágiles vidas destruirse, te escuchaba diciéndomelo ¨nunca logran llegar al cielo, porque cuando están demasiado alto la luz del Sol les quema las alas¨ Y sabías que yo le decía a Pilar que era mi mariposa, tú lo sabías. ¿Qué te ocurrió en ese momento? ¿Estabas advirtiéndome en un momento de debilidad a ver si yo comprendía el mensaje, o simplemente estabas anunciando mi destino?

–Un poco de las dos cosas –contestó Bernarda sin alterarse– pero a fin de cuentas daba lo mismo, porque lo importante ya estaba hecho, no iba a dar pie atrás, y lo mismo digo de ti, no te arrepentiste de mezclarte con esa chiquilla, y ahí tienes. Todo el amor que supuestamente tenías ni siquiera era tan grande después de todo.

Micaela miró de arriba a abajo a su madre; esa era la verdadera, la que había visto siempre y no otra.

–No estoy hablando de eso, ya te lo dije. Mis sentimientos por Pilar y lo que pueda pasar con ella son asunto mío, pero te concierne actuar contra tu hija, y lo sabes. Estás completamente sola en el mundo, mi papá huyo de ti, tus amigos solo se te acercan porque vives un buen momento, y no cuidas a tu hija ni siquiera por interés.

Bernarda sabía desde siempre que ser madre no era lo suyo, y en realidad Micaela había sido un dolor de cabeza desde que se convirtió en lesbiana, pero ya era irrelevante, simplemente tenía que quitarla del camino.

–No tengo interés en ti, no te necesito Micaela, siempre he sido autosuficiente, y si ya terminaste tu teatro, es mejor que te vayas.
–No tengo mayor interés en quedarme contigo aquí, pero si quiero que sepas que no me voy a cruzar de brazos viendo como le sigues arruinando la vida a los demás.
– ¿Y qué vas a hacer? ¿Destruir mis adornos?

Micaela la miró fijamente; escuchar a la propia madre hablarle como a una desconocida era duro, pero lo superaría, y cumpliría con lo que estaba anunciando.

–Voy a destruirte a ti –sentenció decidida– tal vez no pueda cambiar el engaño que hiciste, pero te conozco Bernarda Solar, y no solo puedo entrar a tu departamento, también conozco varios otros sitios, veremos qué tan molesta puede ser para una leona como tú una mariposa volando a su alrededor.

Una hora después, Micaela estaba en la obra del Boulevard, y aprovechó un momento para hablar con el mismo obrero que había visto saliendo del edificio de la constructora anteriormente.

–Mario, quiero que me digas por qué estabas en el edificio de la constructora.

El hombre la miró sorprendido.

– ¿En el edificio? Nunca estuve ahí, además ¿para qué?
–No lo niegues –replicó ella– sé que tienes estudios de informática, y creo saber lo que hiciste, pero quiero que primero me lo digas tú. Sé que hemos trabajado muy poco, pero siempre estuve  de su lado, respétame un poco y dime la verdad, me lo merezco.

El hombre tragó saliva.

–Tiene que comprender que es mucho dinero, y lo necesito.
–No te voy a juzgar. Solo dímelo.
–Me pagaron por conseguir información de los proyectos que lleva don Esteban –explicó el trabajador en voz baja– y lo hice. Es mucho lo que me pagaron, lo siento pero lo hice por mi familia.
– ¿Quién te pagó?
–La misma mujer que estuvo aquí la otra vez. Por favor no le diga a los demás o van a matarme.

Micaela lo miró, y comprendió porque es que personas como Bernarda  tenían éxito: porque habían personas como él que les pavimentaban el camino.

–No le voy a decir a nadie. Además no tendría sentido, me van a despedir dentro de muy poco.
– ¿Por lo que hice?
–No, iba a pasar igual. Eres un buen hombre Mario, no te arriesgues a colaborar con este tipo de gente, porque así  como ahora te  pagan por algo que necesitan que hagas, el día de mañana le pagaran a otro para quitarte de su camino si les estorbas; cuídate mucho de las personas como Eva San Román, con ellos lo único que tienes claro es que algún día te causaran problemas.

– ¿Y ahora qué hago?

Pilar estaba nuevamente en la casa de su amiga Margarita, después de las visitas que les había hecho a Micaela y a su madre; estaba cansada, pero no sabía definir si estaba triste o no.

–Mira, lo importante es que ya diste ese paso tan importante.
–No lo habría logrado sin tu apoyo.
–Ni lo menciones –comentó la otra sonriendo– es lo mínimo que haría por ti amiga. Ahora, si ya pasaste esta etapa, creo que deberías hacer alguna clase de proyecto nuevo.
– ¿Pero de que, con qué dinero?
– ¿Cómo que con qué dinero? Pues con el del pago, ese que tienes ahí desde hace ocho meses.

Pilar frunció el ceño.

–Nunca he pensado en usar ese dinero, creo que no corresponde.
– ¿Y por qué no? Ese dinero no es mal habido si es eso en lo que estás pensando, es un pago mínimo en comparación con todo lo que has sufrido mujer; tómalo como una indemnización, si se pudiera enjuiciar a alguien por lo que te hicieron exigirías una reparación o una multa, esto es exactamente lo mismo.
–La verdad es que no lo había tomado de esa manera.
–Ya  veo. Pero hazme caso, te aseguro que es la mejor decisión.

Pilar sabía que había estado haciendo algunas cosas, además de algunas inversiones con el dinero que le dejara su padre, pero la idea, ahora planteada, tenía sentido.

–Margarita, y tú ¿que harías con ese dinero?
– ¿Yo?
–Claro, es tu idea, dime en que lo usarías.
–Pues si lo pones así... mira, la verdad yo pondría un restaurant o algo parecido, en estos tiempos está de moda eso de los lugares temáticos y tú has viajado así que tienes más conocimientos.

Pilar se lo pensó un momento. La idea tenía sentido tanto por el argumento de Margarita como por la perspectiva de estar ocupada.

– ¿Sabes qué? Que me parece una idea genial, eso voy a hacer, y tú vas a ayudarme.
–Pero como te voy a ayudar yo mujer si no sé nada de negocios.
–Pero sabes de recetas –replicó animándose– y yo no. Así que te voy a contratar, desde ahora serás mi asesora, pondremos un restaurante que será un éxito, y nos vamos a olvidar de todos estos problemas.

Interiormente sabía que no será fácil, pero si ya había enfrentado a su madre y a Micaela, seguramente todo lo demás sería fácil.




Próximo episodio: Paraíso sin retorno