La última herida Capítulo 13: Caída libre




Matilde seguía mirando fijamente a Antonio a los ojos; le había respondido con tanta seguridad que eso la había animado a seguir hablando.

– ¿De verdad crees que puedes hacerlo?
–Por supuesto –dijo él sin dejar de mirarla fijamente– sólo tengo que encender mi computador y en un par de horas te conseguiré un número privado o algo más.

Eso no era nada. Patricia seguía inconsciente y la gente de la clínica seguía desaparecida, pero si podía encontrar esa mujer por medio de Antonio tal vez podría encontrar también a los responsables de lo que fuera que estuviera sucediéndole a su hermana.

–Eso sería maravilloso.

Antonio abrió mucho los ojos por un momento y luego volvió a concentrarse en ella con el ceño fruncido, marcando las arrugas alrededor de los ojos.

–Esa modelo te habló de la clínica.

El ascensor finalmente llegó y Matilde sintió su espalda como las puertas metálicas se abrían con un sordo sonido, un tintineo agudo y breve anunciando que la máquina ya estaba en el piso solicitado.

–Sí.

La mano de él ya estaba frente a ella; la empujó tan rápido y con tanta fuerza que Matilde no tuvo ninguna oportunidad de reaccionar. Durante un eterno momento la joven pudo ver como el rostro de él desaparecía de su campo visual y era sustituido por el techo gris y frío sobre ella. Dio un paso hacia atrás, pero el segundo paso fue torpe, y con el cuerpo torcido por la fuerza sobre él desatada fue en falso. En ese instante perdió por completo el equilibrio; durante una fracción de segundo quiso gritar, moverse o reaccionar de alguna manera pero toda la energía parecía haber abandonado su ser con tan sólo un movimiento. Con terror vio el umbral de la puerta del ascensor y nuevamente el techo oscuro pero no se estrelló contra ninguna superficie; flotó y flotó de espalda cayendo como en un terrorífico sueño antes de despertar, como cuando era niño y no podía diferenciar entre la realidad y lo que pasaba por su mente. Estaba desapareciendo, siendo absorbida por algo que no podía identificar y para cuando su mente comprendió lo que estaba sucediendo ya era demasiado tarde: una de sus piernas chocó con algo, su cuerpo cambió de curso en la caída, se golpeó la espalda y los brazos, sintió como que rodaba contra algo, luego un tirón y casi de inmediato se estrelló contra una superficie, escuchó su propio grito ahogado en sus pulmones, la cabeza como presionada por un gran peso y después todo se oscureció.






2


Soraya estaba maquillándose antes de salir esa mañana; no se lo había dicho a nadie, tampoco a Eliana cuando estaban hablando el día anterior a la hora de almuerzo, pero había algo que no estaba bien. Llevaba pensando lo mismo hacía días a pesar de que nadie de su familia había pasado por una situación similar, ella comprendía bastante bien lo que tenía que ver con heridas y esas cosas y desde un principio había entendido que Patricia y su familia quisieran mantener reserva respecto del tratamiento y en el proceso de recuperación, sobre todo considerando que la mujer había sido afectada en la cara. Pero habían sacado a Patricia de la clínica y después de eso nadie la había vuelto a ver y su vida a partir de entonces había transcurrido entre el departamento donde estaban sus padres y el centro donde estaba realizando tratamientos, que por la callada alegría de Matilde por lo visto prometía bastante. Ni siquiera ella que era del círculo más íntimo de las hermanas había visto a Patricia ¿cuál es el motivo? Matilde no había podido disimular su nerviosismo cuando la llamó por teléfono, y eso de reunirse así porque sí era también muy extraño, más parecía una excusa para disimular algo. Había pensado en llamarla, pero decidió que era mejor esperar un poco más para averiguar que estaba sucediendo.


3


Cuando abrió los ojos, Matilde no vio absolutamente nada a su alrededor. ¿Qué había sucedido?
Inmediatamente después sintió dolor expandido por su cuerpo e instintivamente intentó moverse pero no pudo hacerlo ¿Qué estaba pasando, dónde estaba, porque estaba tan oscuro? Había una especie de olor como aceite o líquido de frenos y obviamente estaba aturdida; de momento no podía recordar qué es lo que estaba sucediendo, y sentir que estaba atrapada en una especie de pesadilla no estaba ayudando mucho. Sintió su corazón azotando su pecho y la respiración cada vez más agitada, estaba entrando en pánico pero precisamente en ese momento la mente hizo el trabajo necesario y recordó qué era lo que había sucedido. ¿Acaso realmente estaba dentro de un sueño  horrendo? ¿Acaso todo no era más que una pesadilla y aún estaba en su departamento luchando contra la realidad? Intentó gritar o hablar, pero sólo salió un balbuceo jadeante de sus labios, tenía el pecho oprimido y la garganta completamente cerrada; de pronto frente a sus ojos en su memoria volvió a ver Antonio empujándola con un movimiento decidido y un instante antes esa mirada extraña con los ojos muy abiertos, para luego mirarla fijamente sin pestañear. ¿Por qué la había empujado, que era lo que estaba sucediendo?
Entonces recordó lo que había sucedido anteriormente: habían quedado de juntarse en un café pero a última hora y le dijo que se reunieran en un restaurante en un subterráneo, se encontraron en el estacionamiento y caminaron juntos hacia la puerta del ascensor; ella estaba pidiéndole ayuda había decidido contarle algunas cosas del caso de Patricia para que él pudiera ayudarla a encontrar a la modelo Miranda Arévalo, y se sentía tan nerviosa mientras le hacía preguntas, sentía que tenía que confiar en él, que tenía que confiar en alguien que pudiera ayudarla y su amigo del instituto había demostrado tener conocimientos. ¿Por qué la había empujado? ¿Por qué? ¿Dónde se encontraba en ese momento? Unos instantes después los recuerdos aparecieron con un poco más de claridad: estaban hablando frente a la puerta del ascensor y éste anunció su llegada con esa campanilla, sintió en sus oídos el sonido anunciando que el ascensor ya estaba en el piso y se volteó hacia él para decirle algo más. Luego simplemente vio aparecer el techo y desaparecer el suelo bajo sus pies, pero ahora todo estaba oscuro y ella estaba completamente perdida dentro de un lugar que no podía identificar. ¿Habría perdido el conocimiento? trató de moverse palpando la zona en donde estaba y encontró cables y tuercas, la superficie era metálica y había efectivamente algo grasiento en algunas partes; sentía dolor en la espalda, en la cabeza y en las extremidades, pero hizo un esfuerzo y consiguió ponerse de rodillas. El miedo continuaba amenazando con apoderarse de ella.

–Cálmate, tranquilízate, respira, tienes que respirar.

Se dijo a sí misma tratando de animarse de alguna manera; en ese preciso instante no importaba Antonio ni lo que hubiera hecho, lo que importaba ir a descubrir en donde estaba y que era lo que había ocurrido. Decidió que debía comprobar si tenía alguna herida grave además de los dolores que se expandían por su cuerpo. Respira Matilde, respira. Después de unos momentos había conseguido controlar un poco su respiración y comprobado que no tenía algún hueso roto aunque sí tenía muchos dolores; tocó a su alrededor y continuó encontrando superficie metálica, tuercas y salientes también de metal, lo que significaba que no podía estar dentro del ascensor, ninguna de esas cosas era de lo que hay dentro de un ascensor, más parecía  el interior de un auto o algo parecido. Por supuesto que tenía miedo y ese sentimiento sólo parecía aumentar con el paso de los momentos, pero su lado sensato le decía que tenía que estar tranquila al menos hasta saber en dónde se encontraba. Lentamente intentó ponerse de pie, pero apoyar la pierna izquierda sobre la superficie la hizo dar un grito de dolor; volvió a arrodillarse en la superficie y comprobó que tenía inflamado el tobillo y prácticamente no lo podía mover, además lo que tenía en la pierna no era la misma grasa de la superficie metálica, era sangre. Pero al tocar se dio cuenta que el corte no era profundo.

–Ayúdenme...

Su voz salió entre sollozos, nuevamente estaba quebrándose. ¿Qué iba a hacer sola, golpeada, herida y completamente perdida? Necesitaba ayuda, pero la última vez que había pedido ayuda habían tratado de matarla. Sin embargo tenía claro que no podía quedarse allí simplemente, estaba obligada a hacer algo, de modo que volvió a intentar ponerse de pie aunque apoyando el peso del cuerpo en la pierna derecha; así logró mantener algo de estabilidad y extendió los brazos lentamente hacia delante y a los lados para ver si podía encontrar algo.
Estaba encerrada, sola, perdida, herida y muerta de miedo, pero no podía quedarse simplemente así, aun cuando la oscuridad confabulara en su contra. Se arriesgó a desplazarse por la superficie irregular mientras sus manos tocaban más tuercas y salientes de metal hasta que tocó una cadena engrasada; sólo podía ser eso, una cadena gruesa y de metal qué iba de arriba a abajo ¡estaba en el interior del conducto del ascensor! Por fin comprendió que de alguna manera Antonio había conseguido arrojarla al interior del conducto, pero no se encontraba en el compartimiento del ascensor, estaba encerrada en un pasillo oscuro y vertical. Se le congeló el corazón al pensar que si ya no estaba en el interior del ascensor, esa máquina en cualquier momento podría defender y aplastarla.



4


El doctor Medel había estado evaluando la situación de Patricia durante las últimas horas; desde un punto de vista clínico jamás había imaginado algo semejante y como profesional se sentía profundamente intrigado, pero estaba consciente de que había algo más. Le había mentido a Matilde al decirle que solicitaría exámenes, ya que casi desde el principio había tomado la decisión de mantener todo lo más oculto posible.
Las insólita historia de esa muchacha, el estado en el que se encontraba Patricia y los distintos signos que él como profesional podía advertir le decían que se encontraba frente a un caso prácticamente sobrenatural, y a pesar de saber que probablemente el médico en jefe daría aviso a las autoridades, tomó la decisión de hacerse cargo personalmente de ese caso utilizando en su favor el habitual ajetreo de todos estos pasillos y habitaciones. Estaba prácticamente seguro de que esa muchacha no podría encontrar información que le ayudara a ir a dilucidar sus dudas, pero su constante presencia allí y sus llantos no eran de ayuda, por lo cual agradeció cuando ella fue a dormir un poco a su casa ya que le permitió sacar a Patricia y esconderla en el lugar en donde en ese momento se encontraba; no esperó más y desconectó el saturómetro y apagó también las otras máquinas de las que disponía en ese lugar, y se sentó junto a la camilla esperando saber qué es lo que iba a ocurrir a partir de ese preciso instante ¿Acaso la bella durmiente iba a pasar a mejor vida?



Próximo episodio: Llamada distante

La traición de Adán en rostros humanos

Debido a la re-publicación de La traición de Adán en diversos medios, decidí hacer un arte conceptual donde los personajes de ésta entretenida novela de intriga son "interpretados" por actores y actrices de carne y hueso.

En la imagen promocional de La traición de Adán, con los rostros referenciales que ven a continuación.
Podemos ver a Hellen Mirren como Carmen Basaure, Rebecca de Mornay como Bernarda Solar, Elizabeth Olsen como Pilar Basaure, Ginifer Goodwin como Micaela Riveros y Eduardo Verastegui como Adán Valdovinos.


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