Por ti eternamente Capítulo 25: Rumbo a la verdad



El tiempo que había estado inconciente comenzaba a hacerse evidente en distintos niveles cuando Víctor retomó su huida. Mientras caminaba por el bosque, tratando de no perder de vista los arboles marcados por Tomás, mantenía en sus brazos a Ariel, que lo miraba muy fijamente igual que antes, algo que a diferencia de su cuerpo, no había cambiado. Claramente estaba más delgado si eso era posible, y se le hacía dificil avanzar entre la maleza, básicamente porque tenía los miembros adoloridos por la quietud, además de las heridas de las que le hablara Tomás.

-Vamos bebé, vamos a viajar en tren.

Tener a Ariel en sus brazos le daba una nueva tranquilidad, resultaba reconfortante saber que se encontraba bien, y que también podía aún cumplir con lo que había prometido. Por otro lado sentía mucha preocupación por Tomás, pero la decisión de él y la forma de instarlo a continuar, junto con la fe que le demostró, lo alentaron a seguir adelante, además que no podía perder todo ese esfuerzo.
Después de varios minutos de caminar luchando por no perder el camino, vio que los árboles comenzaban a espaciarse, dejando algo más de espacio para la maleza, lo que indicaba que estaba acercándose a la línea del tren, aunque al no escuchar nada pensó que todavía le faltaba para llegar.
Pero un movimiento a corta distancia lo hizo detenerse.

-¿Que...?

Murmuró una inquietud en voz baja, pero antes que pudiera identificar bien de que se trataba, a su derecha aparecieron dos personas.

-¡Víctor!

Los reconoció de inmediato, eran los periodistas que lo habían acompañado antes del choque. Se quedó estúpidamente inmóvil al verlos, pero ella se abalanzó sobre él y lo estrechó entre sus brazos, explotando en emoción.

-¡Estás vivo, estás vivo, lo sabía!

Álvaro sonrió sinceramente al ver la escena.

-Ésto no puedo creerlo...

-Estás vivo, los dos lo están... Álvaro, te dije que podíamos encontrarlos...

Se separó de Víctor que aún no salía de su asombro.

-Ustedes...¿que hacen aquí? ¿Como me encontraron?
-Por accidente - intervino Álvaro - pero todo es culpa de ella, estaba obsesionada con encontrarte.

Se miraron un momento en silencio. Era extraño verlos de nuevo, pero más extraño era verlos y no sentir desconfianza alguna ¿que significaba?

-Pero no entiendo nada, no entiendo que hacen aquí, pensé que estaban muertos.
-Nosotros pensamos los mismo de ustedes - dijo ella - pero con el paso de los días entendimos que estaban bien.

Siguieron caminando.

-Víctor, nosotros estábamos equivocados, y tendríamos que haberte ayudado más, publicar tu historia, pero el accidente lo complicó todo.
-¿Que quieres decir con accidente?
-Lo del choque, acabas de mencionarlo, debes recordarlo.
-Por supuesto que lo recuerdo - replicó lentamente - pero eso no fue un accidente, fue intencional.

Se detuvieron otra vez; Álvaro tragó saliva.

-¿Que quieres decir?
-Estaba lejos pero no tanto, y yo lo vi. Ese auto blanco estaba ahí, estaba junto al vehiculo que los chocó a ustedes ¿como no iban a verlo?
-Estábamos ocupados de ti. Víctor, el auto blanco...nosotros habíamos visto a esos hombres, estuvieron siguiéndonos, también amenazaron a Romina.
-¿Pero porqué no se lo dijeron a la policía?
-Porque poco después uno de ellos apareció muerto de un disparo, según los informes eres el único sospechoso de ese crimen.

La reacción del joven fue mucho menos dramática de lo que en realidad sentía, básicamente porque no tenía energías de sobra como para eso.

-¡Yo no hice eso! Cuando vi el choque me asusté, solo quería escapar de ellos, pero me alcanzaron y me quitaron a Ariel; luché con ellos, es verdad, pero no maté a ninguno, es absurdo. Además ni siquiera sé como manejar un arma.

Álvaro lo miró sonriendo; él también empezaba a creer.

-No tienes que darnos explicaciones - señaló a Romina - hay muchas personas que creen en ti, y en cierta manera te lo debemos. Te debemos la oportunidad de decirle a todos cual es la verdad.

Víctor sintió que por segunda vez alguien estaba ayudandolo de verdad.

-No puedo creer que hayan hecho ésto por mi, se los agradezco muchísimo.
-No lo agradezcas. ¿Pero donde estuviste todo éste tiempo?
-Pasaron muchas cosas, pero no puedo quedarme, Armendáriz está cerca.

Los otros dos se espantaron de inmediato.

-¿Que dices?
-Es verdad, necesito alejarme.
-Debiste haberlo dicho antes, no podemos quedarnos aquí si él está cerca, escucha, tenemos el auto a poca distancia, vámonos ahora mismo.

Comenzaron a caminar más rápido hacia el lugar en donde estaba estacionado el automóvil, mientras seguían hablando de lo que había ocurrido hasta entonces.

-Escuchen, no quiero que se arriesguen, hay gente muy peligrosa metida en ésto.
-Créeme que lo sabemos mejor que tú Víctor - replicó Romina - después de todo lo que ha pasado es probable que estés menos informado que nosotros, pero afuera todo es un hervidero, la noticia es obligada en todos los medios de comunicación, e incluso la familia De la Torre tiene un equipo de abogados preparados para lo que sea. Pero no te preocupes, vamos a hacer algo para enfrentarlos: vas a salir en televisión.

Subieron al auto, aunque Víctor, si bien estaba superando la sorpresa inicial de encontrarse con ellos, aún no asimilaba que quisieran ayudarlo, y mucho menos una idea como esa.

-¿Estás hablando en serio?
-Por supuesto que si, si queremos que ésta locura funcione lo único que podemos hacer es dar un golpe - respondió Álvaro reiniciando lentamente la marcha - y tiene que ser grande. La vez anterior todo salió mal, terminamos hospitalizados, nos quitaron toda la información que teníamos sobre ti, y quedamos imposibilitados de utilizarla porque somos parte del proceso, así que ahora lo haremos bien. Tenemos una cámara profesional y conexión a internet, así que solo necesitamos que estés dispuesto a hablarle al país de lo que está sucediendo en realidad.

Víctor se acomodaba con el niño en sus brazos; su cuerpo gritaba por descanso y estar sentado le hacía bien.

-Por supuesto que estoy dispuesto. No sé que decir, nunca creí que ustedes aparecieran a ayudarme.
-Tuvimos mucha suerte en realidad ¿Adonde ibas?
-A la estación de tren, necesito poner algo de distancia, pero la presencia de Armendáriz me preocupa.
-Ese policía es una molestia interminable, dicen que desde que desaparecieron se va a meter a la zona todos los días, y que esté en las cercanías significa que es verdad, tenemos que alejarnos ahora mismo.

Víctor no habló durante unos momentos, pensando en lo que pudiera estar pasando en la casa de Tomás.

2

Tomás estaba tranquilamente sentado en la sala de su cada mientras Armendáriz marcaba un numero en su celular.

-Marianne, soy yo. Llama a todos, encontré a Segovia.
-¿Que?
-No hay tiempo para explicarlo, pero tanto él como el niño están en las cercanías de la línea del tren rumbo a Elisa Monsalve. Envía un grupo ahora mismo en esa dirección, hay que cortarles el paso antes que tome distancia.

Cortó y se volteó hacia Tomás.

-¿En qué dirección va Segovia?
-No lo sé.

Armendáriz se estaba cansando de las personas que simplemente miraban lo que pasaba a su alrededor; era casi un milagro que el niño estuviera vivo, pero no podía, bajo ningún concepto, seguir permitiendo esa situación.

-Usted lo mantuvo aquí en ésta casa durante todo éste tiempo, no me diga que no sabe nada de él o lo que pretende hacer.

El otro se puso de pie y lo enfrentó, mirándolo severamente.

-Escuche, si me pregunta por el niño y por Víctor, ambos están bien, aunque no precisamente gracias a usted y su gente; si quiere saber adonde fueron, ese muchacho solo está tratando de proteger a su hijo, así que simplemente está buscando un lugar seguro.

El oficial frunció el ceño.

-Eso no tiene sentido y usted no es quien para decidir eso, la ley indica que la seguridad del menor es prioridad, Segovia se lo llevó sin autorización alguna y está siendo acusado de...
-No me repita lo que sale en las noticias, por favor - replicó el otro firmemente - usted está a cargo del caso ¿no puede ver más allá de lo que dicen de él? ¿No puede pensar que tal vez son ustedes los que están equivocados?
-Esto no se trata de quien está equivocado, se trata de cumplir con mi deber, de que usted cumpliera con su deber de ciudadano, usted tendría que haber llamado a las autoridades en vez de encubrirlo, la principal facultad de éste tipo de perturbaciones mentales es que quienes las tienen consiguen que la gente les crean ¿cuantas personas hasta ahora piensa que me han dicho lo mismo?
-Ese no es el punto, Víctor no es un enfermo mental, ¿acaso se ha tomado la molestia de preguntarse que pasaría si él tuviera la razón?

Armendáriz lo esposó a una barra en la chimenea.

-No voy a seguir discutiendo con usted. Ruegue que al menor no le pase nada grave, porque usted será responsable en eso.

Volteó para salir, pero Tomás aún no terminaba.

-Abra los ojos oficial. Tiene que abrir los ojos antes que sea demasiado tarde.

3

Víctor jugueteaba distraídamente con la pequeña etiqueta bordada que Tomás había encontrado entre la ropa de Ariel, mientras el pequeño reposaba con los ojos entrecerrados, mecido por el movimiento del auto entre la tierra y maleza; llevaban varios minutos de viaje, después de decidir alejarse de la estación de tren y avanzar más hacia el sur, a un sitio menos evidente según donde se habían encontrado.

-Así fue como la noticia siguió creciendo - comentó Romina - después a nadie parecía quedarle duda de que tú hubieras cometido secuestro y asesinato, además de que Fernando de la Torre o alguno de sus abogados están constantemente en tribunales.
-Es increible hasta donde ha llegado todo.
-Pero como te dije - intervino Álvaro señalando a Romina - hay gente que te quiere y te cree, un amigo tuyo hizo un foro de apoyo, y aunque al principio recibió muchos ataques, él siguió publicando, y hablando bien de ti, así como haciendo conjeturas de lo que pasa en realidad, y conforme pasa el tiempo se ha agregado más gente, distintas personas que también te apoyan. Ahora que salgamos al aire va a ser una bomba.
-Cuidado!

Álvaro frenó al perder ligeramente el control del vehículo. Romina echó algunas maldiciones.

-Fíjate por donde vas por favor, ésto ya nos ha pasado antes - protestó ella - ¿estás bien Víctor?
-Si, no es nada, solo que se me cayó algo, es una etiqueta de Magdalena.

La joven se volteó para revisar el suelo del auto.

-Espera, creo que la veo, dame un momento.
-Lo siento - se lamentó el periodista - mi culpa, mi culpa.
-No te pongas dramático, no pasa nada. Escucha, éste me parece un buen lugar, ¿porqué no lo hacemos ahora mismo?

Víctor miró por la ventana; el bosque de donde había salido estaba lejos, quizás si era suficiente.

-Si, creo que tienes razón, parece un buen lugar.
-Excelente - dijo Álvaro más animado - escuchen, ésto es muy importante, necesitamos que funcione y si lo logramos, todo el país va a estar escuchándote dentro de muy poco.

4

Fernando de la Torre estaba hundido en el sillón de su escritorio, en medio de una oficina silenciosa y fría; Claudio entró con una bandeja con un humeante café.

-Le traje un café señor, creo que lo necesita ahora que están reparando la calefacción.
-Eres muy divertido cuando quieres - opinó el otro sin moverse - mejor dime si tienes alguna novedad.

Claudio estaba internamente mucho más preocupado de lo que aparentaba; fallar en una misión tan sencilla como creyó que sería esa no solo era frustrante, sino que además causaba una serie de contratiempos.

-Tengo alguien tras una pista y siguiendo a las personas correctas, está claro que solo es cuestión de tiempo para que aparezcan y quiero estar listo para actuar.
-Ésta espera me enferma, sigo pensando en lo que podría pasar si realmente Segovia tiene alguna prueba en mi contra que le haya pasado Magdalena.

Claudio respondió quitándole importancia, aunque en realidad si le parecía muy relevante.

-Tranquilícese señor, en ésto solo importa prestar atención a un asunto, y es como evitar que ese tipo tan molesto nos cause problemas. Hasta ahora todo está de su lado señor, las probabilidades de perder terreno son pocas, y para reducirlas a cero terminaré lo que comencé hace dieciocho días.


Por ti eternamente Capítulo 24: Sobre la pista



La vida de Ignacio Armendáriz se había detenido desde el día en que Víctor había desaparecido; pero no por eso pensaba quedarse sin hacer algo al respecto. La investigación llevaba más de una semana completamente estancada, y a pesar de que se lo habían advertido, no había dejado de hacer sus propias investigaciones; en ese momento estaba en el bosque, pero bastante lejos del lugar en donde ocurriera todo aquel fatídico día. Por precaución tenía apagado el celular, y se desplazaba a pie, explorando una vez más en medio de ramas y troncos que muy bien podían tener cien años de antiguedad. Todos, incluso los más experimentados exploradores de la policía habían descartado la posibilidad, pero él seguía pensando que Segovia no solo estaba vivo, sino que estaba siendo ayudado por alguien, alguien que conocía lo suficiente el bosque como para ocultar sus huellas.

-¿Que es ésto?

Llegó a una zona bastante escarpada, en donde forzosamente debía sujetarse de las ramas y andar con extremo cuidado, agradeciendo que tuviera consigo el equipo indispensable como las botas todoterreno y los guantes, entre otras cosas. Ahí había algo extraño, ¿sería posible que estuviera tan lejos del sitio del suceso, casi seis kilometros?

-Lo sabía...ésto no es normal...

Se internó algunos metros más; la zona tenía tantos arboles y vegetación que resultaba dificil creer que un hombre pudiera desplazarse por ahí con un niño en brazos, pero los pensamientos del policía no estaban en Segovia, sino en esa persona sin nombre que lo había estado ayudando, esa sombra que lo había hecho desaparecer hasta ese momento. Y entre las ramas bajas vio un par de ellas quebradas, que tenían algún tiempo de antiguedad. Podría parecer natural, pero ambas estaban quebradas a la misma altura, y en el mismo ángulo, lo que indicaba que el autor era una persona; siguió caminando lentamente, sentía que por fin, después de interminables dieciocho días, estaba llegando a alguna parte.
2

Víctor se sentía aún muy extraño mientras hablaba con Tomás; en ese momento el otro le señaló su propio cuerpo.

-¿No piensas preguntarme que pasó contigo?
-No te entiendo.

Pero al instante se miró a si mismo; bajo las cobijas vio su cuerpo con vendas y parches, en el pecho, brazos y muslos, lo que explicaba porque desde el momento de abrir los ojos momentos atrás sentía el cuerpo algo rigido, y sobre todo pesado y sin fuerzas.

-¿Que ocurrió?

Tomás sonrió.

-Tú no dimensionas lo que está pasando Víctor. El lugar en donde caiste tiene vegetación muy variada, y hay plantas con espinas agudas; cuando te encontré estabas desangrándote, las heridas que tenías de la caída en la espalda principalmente, y en los brazos y piernas no estaban tratadas, y tenías una noche sin ningún tipo de cuidado. ¿Que fue lo que te pasó en el ojo?
-Creo que fue una astilla de vidrio, tenía problemas para ver desde antes.
-Eso creí - dijo con más vehemencia - mira, desde que te traje aquí hice todo lo que pude por controlar el sangrado, y puedo asegurarte que las heridas no se infectaron, pero no hay mucho más que pueda hacer por ustedes. Solo es cuestión de tiempo para que la policía llegue hasta aquí.

Víctor volvió a mirar al bebé, y en ese momento dos cosas muy importantes llegaron a su mente.

-Tomás ¿Porque estoy aquí, es decir, porque no llamaste a la policía en todo éste tiempo?

El otro se encogió de hombros simplemente.

-Porque no pude. Es decir, en las noticias hablan de que secuestraste al pequeño, la familia dice o insinúa que podrías tener horribles intenciones, pero lo que yo veo aquí, es a un hombre y a su hijo, veo a un hijo con su padre, solo de esa manera se puede explicar que entre ustedes dos exista esa conexión.
-Pero es arriesgado que pienses eso, si la policía llega te llevarán con ellos.

Tomás ya había pensado en esa posibilidad, pero estaba tranquilo.

-Que me lleven no es algo que me preocupa, lo que me angustia es que es lo que vas a hacer. Te dije antes que vas a tener que tomar una decisión, y ahora te lo repito; tienes que elegir entre dos opciones, una que es entregarte a las autoridades, y la otra, que es volver a irte. Si por mi fuera podrían quedarse aquí para siempre, pero eso no pasará por lo que te dije antes.
-Tomás...
-Sé que tuviste tus razones - lo interrumpió - pero lo que sea que hagas...debes entender que no estás totalmente recuperado, no sabes lo que podría suceder.

Víctor se quedó un momento en silencio, mirando al bebé que como de costumbre parecía tan tranquilo cerca de él ¿como podía simplemente...?

-No tengo muchas alternativas de todos modos - dijo sintiendo como se le apretaba la garganta al hablar - la familia De la Torre me amenazó, y esos hombres que me golpearon...se habrían llevado a Ariel si no lo hubiera logrado evitar.
-¿La madre del niño era tu novia o algo?
-No en realidad pero...Tomás, ella me pidió... No, yo le prometí que iba a hacerme cargo de Ariel, y que lo mantendría a salvo de lo que hace su familia.
-Pero has estado en riesgo todo el tiempo, solo mira las condiciones en que estás.
-No puedo hacer otra cosa - replicó en tono suplicante - Ariel es...es mi hijo, y no se trata solo de lo que le prometí a Magdalena, es que con él yo...yo descubrí que era lo único realmente importante, y si me lo quitan...entonces no habrá nada.

Se sentía abrumado por los sentimientos, parecía primera vez que lo decía así, con tanta seguridad, pero esa verdad era mucho más poderosa al escucharla. Tomás respiró profundo.

-En los años en que fui rescatista vi muchas cosas Víctor, pero hace tiempo que no veía algo así; estás tan determinado a hacer lo que prometiste, a proteger y a mantener contigo a ese niño, que vas a hacerlo, no importa cuanto tengas que sacrificar. Desafiaste a la muerte por protegerlo, y no importa cuan herido estés, tú solo vas a hacer justo lo que prometiste.

Víctor iba a decir algo, pero el otro no lo dejó.

-Estamos de acuerdo en que no puedes quedarte aquí para siempre, así que lo que quieres es salir de mi casa antes que llegue la policía. Hasta ahora mi casa ha sido tu refugio, pero si se acercan será el fin de tu huida, no hay por donde escapar excepto por una puerta.

El joven se incorporó un poco en la cama, sintiendo el dolor en las articulaciones. Era verdad, no podía quedarse más tiempo. Moviéndose un poco más tomó entre sus manos las del hombre duro y fuerte que estaba junto a él.

-Tus manos son benditas Tomás, me cuidaste a mi y a Ariel, te debo demasiado.
-No me debes nada.
-Si - insistió con más energía - te debo todo, nunca podré terminar de agradecerte por lo que hiciste. Gracias a ti todavía tengo alguna oportunidad de proteger a Ariel.

Tomás iba a decir algo, pero su oído ya acostumbrado a los sonidos del bosque, incluso a los que estaban por fuera de las paredes, detectó algo inquietante.

-No puede ser...
-¿Que pasa?

El hombre se puso de pie y corrió hacia una de las paredes; se quedó muy quieto unos momentos, y cuando volteó, su expresión había perdido cualquier signo de suavidad y se mostraba duro nuevamente.

-Hay alguien afuera de la casa.
-¿Que, como lo sabes?
-Porque cuando vives tanto tiempo aquí como yo, lo puedes identificar. Y esos pasos no solo son humanos, son de alguien que sabe muy bien como moverse.

Víctor sintió que se le oprimía el pecho.

-Tengo que salir de aquí.
-Pensé que dirías eso - replicó el hombre frunciendo el ceño - por suerte tengo algunas cosas preparadas hace días. Te daré ropa apropiada y un chaleco de sobrevivencia, lo suficiente para que puedas moverte hasta llegar a un lugar seguro.

El joven hizo un esfuerzo por incorporarse, y lo logró con algo de dificultad; sus movimientos eran lentos, pero aunque tenía multitud de dolores, ninguno parecía tan grave como para detenerlo.

-¿Pero crees que podremos salir?
-Tenemos tiempo suficiente para hacer algunas cosas. Escucha, junto a tu cama está la ropa, vistete mientras salgo a averiguar que tan cerca están de la entrada.
-¿Pero no será peligroso?
-No es fácil encontrar la entrada.

No dijo más y se alejó rapida y silenciosamente. Víctor aún tenía muchas preguntas, pero ante la situación decidió concentrarse y empezar a vestirse; había un pantalón cargo, una camisa algo grande y un chaleco muy pesado, lleno de cierres y bolsillos, el que sin embargo se sentía mucho más cómodo al tenerlo sobre el cuerpo. Mientras se vestía volvió a mirar al pequeño.

-Lo lamento, tendremos que movernos otra vez.

Sentía que se movía lentamente, pero lo que le dijera a Tomás era cierto, no estaba dispuesto a dejar que lo atraparan, menos aún después de que esos hombres lo atacaran en el bosque, porque estaba seguro de que ellos eran trabajadores de Fernando de la Torre, y eso significaba que las palabras de ese hombre al teléfono cuando todo comenzó no eran otra cosa que un aviso cierto. Sabía perfectamente que no podía escapar para siempre, pero mientras tanto buscaría un lugar seguro y después actuaría. En eso volvió Tomás.

-¿Ya estás listo?
-Si, éste chaleco es muy extraño.

El otro comenzó a sacar algo de un mueble.

-Es de supervivencia, tiene cosas que te servirán como comida seca lista para comer, utensilios como navajas y fuego y otras cosas más. Escucha, cuando te encontré no llevabas nada más contigo y tu ropa estaba inservible, pero rescaté la ropa del bebé, es la misma que tiene puesta, aunque tuve que botar la cobija porque no pude quitarle las manchas de sangre. ¿Esto es tuyo?

Le enseñó un bultito poco más grande que una moneda, el que Víctor tomó en sus manos.

-Es un bordado - dijo tontamente - no lo reconozco ¿estaba entre las cosas de Ariel?
-Si, en un doblez de la cobija, creí que era importante para ti.

La pequeña etiqueta estaba bordada, no tenía ninguna forma especifica, solo era una especie de paisaje o lienzo pequeño, tenía cara de algo inconcluso.

-Tal vez lo estaba haciendo Magdalena. Lo guardaré conmigo, es un recuerdo de ella.
-Que bien. Mira, ahora vamos a salir, te acompañaré un trecho, luego tendré que disimular tus huellas.

Momentos después estaban saliendo de la casa a un paisaje completamente impresionante; realmente la casa estaba sepultada en un bosque que casi tapaba el cielo, tan denso y colorido era que bastaba caminar algunos pasos para que la casa de rusticas maderas comenzara a camuflarse con el ambiente. No había camino demarcado, pero entre los arboles se podía entender por donde seguir, o al menos eso fue lo que le pareció.

-Escucha, por aquí...

Tomás iba a decir algo más, pero nuevamente algo que el joven no podía percibir llamó su atención; se volteó en dirección a la casa y se quedó muy quieto.

-¿Que ocurre?
-No te muevas.

Durante un momento nadie hizo nada; el bebé se sentía un poco más pesado de lo que recordaba en sus manos, o tan vez era resultado de los días acostado y las heridas. Al cabo de unos instantes Tomás hizo un imperceptible chasquido con los dientes.

-Víctor, lo lamento.
-¿Qué pasa?
-Tendrás que seguir tú solo; eso es extraño, estoy viendo a una persona cerca de la casa, pero es solo uno, no me explico porqué estaría solo una persona, los policías siempre trabajan en grupos.
-Armendáriz.
-¿Que?
-Es él, estoy seguro - replicó Víctor en voz baja - no me preguntes porqué, solo sé que es él, es ese policía. ¿Que vas a hacer?
-Por eso te dije que vas a tener que seguir solo, lo detendré el tiempo que pueda, para que puedas alejarte.
-Pero no sé donde estoy, no sé que hacer.

El otro sonrió.

-Estoy seguro que sabrás que hacer. Mira, solo tienes que seguir por el sendero, la forma de saber por donde ir es sencilla, tienes que ir junto a los arboles que tienen una rama seca a un costado, justo como ese.

Efectivamente un árbol tenía una rama baja seca, y al mirar en perspectiva podía identificar otros más, algo que sin saber no habría tomado en cuenta.

-Que buena guía.
-Después que salgas de la espesura, solo tienes que seguir hacia donde se ve el horizonte, en poco tiempo llegarás a una estación de tren. Cuando estés ahí, podrás ir adonde sea.
-Gracias por ayudarme en todo ésto Tomás, eres lo mejor que me ha pasado e  mucho tiempo, pero me preocupa que tengas problemas.
-Deja de preocuparte por mi, ahora vete.

Se volteó para alejarse mientras Víctor se iba por el camino indicado con el bebé en brazos. Al saber que se alejaba sintió que se le revolvía el estómago.

-Por favor que sea la decisión correcta, que ese muchacho y el niño estén bien.

3

-Estamos perdidos.

Romina y Álvaro iban en un automóvil de segunda mano, rapidamente por un camino rural mientras la tarde pasaba iluminada y silenciosa.

-No puede ser.
-Pero estamos perdidos Álvaro - protestó ella - deberíamos haber terminado el rodeo a la zona boscosa hace Dime minutos.

El bosque aún no terminaba y a esa hora la luz del sol no era de mucha ayuda, ya que estaba rumbo al ocaso, y sabían el punto cardinal, no así el sitio exacto. A lo lejos se escuchaba un sonido fuerte y acompasado.

-El tren...
-Te dije que no podíamos estar perdidos - exclamó él sonriendo - solo que vamos a investigar desde otro angulo, si estamos diciendo que Segovia está vivo, perfectamente podría haber alguna pista en la estación de tren o alguien lo vio.
-Sigamos por ese sendero - indicó ella más animada - así podremos hacer que estamos perdidos, la gente es muy colaboradora con los citadinos extraviados.

Romina estaba mucho más animada desde que había salido junto a Álvaro, tenía la seguridad de que estaban haciendo lo correcto; mientras tanto él la ayudaba porque estaba realmente conmovido por su actitud, pero en el fondo se negaba a creer que las cosas fueran como su amiga predecía, básicamente porque no quería decepcionarse.
Unos minutos después el auto estaba más cerca de la línea del tren, aunque aún se desplazaban por entre la tierra y la maleza.

-Ouch, éste terreno es dificil.
-No te distraigas.

Pero Álvaro frenó bruscamente.

-Ayy!! Me pegué en un brazo ¿Que te...?

Pero Romina no siguió hablando, se quedó sin palabras al ver lo mismo que le estaba indicando su amigo.

4

Cuando encontró la casa, tan rústicamente construida en medio de tantos arboles, Ignacio Armendáriz pensó inmediatamente que Segovia podía estar ahí; tenía mucho sentido, que en medio de ese espeso bosque alguien lo hubiera ocultado hasta ese momento, pero aunque interiormente algo le decía que estaba sobre la pista indicada, no quería dar aviso mientras no tuviera algo claro, porque de hacerlo terminaría por sepultar la reputación que le quedaba.

-Debe ser por aquí.

Estaba tratando de buscar un lado apropiado, la entrada a esa casa en el bosque, cuando sintió un ruido que llamó su atención.

-No se mueva.

Tomás se quedó inmóvil en cuanto el oficial de policía le apuntó con el arma.

-¿Que pasa?
-No se mueva - repitió Armendáriz acercándose - oficial de policía.
-Sé quien es - replicó Tomás sencillamente - todo el mundo lo conoce, vi su rostro en las noticias en el pueblo.

El otro hombre mostraba una tranquilidad imperturbable, pero el policía no iba a dejarse afectar.

-Eso es de ayuda, necesito entrar en la casa, es parte de una investigación.

Tomás se quedó un momento sin reaccionar, lo suficiente para que resultara sospechoso.

-Entremos a la casa, no lo haga dificil.

Con Tomás adelante, el policía avanzó hacia la puerta, entrando en pocos momentos en la casa; una mirada le bastó para comprender.

-Dígame donde está Víctor Segovia.
-Escuche, yo...
-No lo niegue - lo cortó el oficial con voz autoritaria - esas vendas, esa ropa de bebé, no puede negar que aquí hay alguien más, dígame donde está Segovia y ahorrese problemas.

Pero el hombre no se mostraba preocupado en absoluto, ni por el arma ni por la acusación que se estaba haciendo en su contra.

-Usted es muy hábil, no es fácil llegar hasta aquí, pero ustedes los policías están equivocados con Víctor, él no es ningún delincuente.

Entonces si estaba ahí, y estaba vivo.

-Eso no le corresponde a usted decidirlo.
-No, pero si ustedes persiguen a una persona como si fuera un peligroso delincuente, lo más lógico es que quiera huir y esconderse, y a ese muchacho lo han perseguido sin compasión.

Armendáriz ya había escuchado ese discurso antes, pero en ese momento tenía prioridades, y saber que el niño estaba vivo después de todos esos días no solo era un alivio, también era un aliciente para terminar con toda esa locura.

-Escuche, encubrir a un prófugo es un delito, no lo haga peor y dígame donde está el niño y Segovia.
-No puedo señor. Ya se fueron.