Por ti eternamente Capitulo 23: Despertando



"Hace dieciocho días que seguimos ésta noticia, y todos los medios de comunicación seguimos pendientes de la noticia del mes. Hasta el momento nadie, absolutamente nadie, puede asegurar donde está Víctor Segovia ni el pequeño Ariel de la Torre, lo que ha convertido a ésta conmovedora historia en un caso digno de no olvidar.
Hace veintidós días Víctor Segovia, por razones que se mantienen en reserva por ser parte de la investigación, se llevó consigo al pequeño de brazos de su madre, iniciando una insólita huida, en la que se intentó detenerlo en más de una ocasión, pero lo complejo del caso y el riesgo de daño para el infante complicaron todo el caso, resultando en el camino una serie de heridos, e incluso un hombre muerto, que según versiones de cercanos, sería un trabajador al servicio de la familia De la Torre, que habría resultado muerto en un confuso incidente en la carretera que une San Andrés y Santa Marta, donde además se descubrió que una pareja de periodistas aparentemente estarían involucrados en el escape de Segovia. Hasta el momento la policía ha hecho todos los esfuerzos por mantener celosamente protegido los detalles del caso, arguyendo la necesidad de mantener reserva para evitar un mal desenlace. A pesar de que en un principio Segovia había muerto junto al pequeño al caer por un barranco en el bosque en el que se internó al tratar de huir, posteriores investigaciones dejaron en claro que tanto él como el niño sobrevivieron, lo que lleva a toda la ciudadanía a hacerse la pregunta: ¿Donde están?
Ahora vamos a ver una nota con todo..."

Fernando de ma Torre apagó el televisor mientras su esposa, Ingrid, se sentaba a su lado ante la mesa del comedor.

-Amor, no es bueno que veas constantemente esos reportajes.
-No puedo dejar de estar pendiente - replicó él - amor, ésta situación está fuera de todo lo que creímos que podría pasar. Segovia está vivo, de eso estoy seguro, pero alguien debe estar ayudándolo.

La mujer sirvió café mientras tanto.

-Eso tiene sentido, pero me asusta pensar en eso Fernando; si alguien lo ayuda, significa que lo de llevarse al niño estaba planeado desde el principio.

Él también había pensado en eso muchas veces durante las más de dos semanas que habían transcurrido; no le gustaba la idea, pero por más que pensaba, no conseguía entender quien o qué querría de él.

-Si todo ésto estaba planeado de antes, no tiene sentido que simplemente desaparezca. No han pedido dinero, ni me han amenazado, nada, nada que tenga cara de algo en particular. Y eso me preocupa.

2

Álvaro se acercó a la puerta de su departamento y abrió sin preguntar quien era.

-¿Disfrutando de la cesantía?

Romina entró sin pedirlo; estaba vestida con pantalones cargo, camisa y botas, y llevaba el cabello atado simplemente en una cola y cargaba una mochila. Él estaba en buzo y con cara de circunstancia.

-¿Que haces aquí?
-¿Interrumpo algo?

Álvaro la miró con una media sonrisa que no por irónica dejaba de ser divertida.

-Ahora bromeas conmigo por lo que veo. ¿Que haces aquí?

La joven se sentó en el sofá mientras el se sentaba enfrente sin entender mucho. Desde lo de la desaparición de Segovia, habían perdido un poco de contacto, por un lado porque la policía seguía realizando entrevistas y ellos formaban parte de los interrogados, y además porque tenían que tratar de encontrar algún modo de sobrevivir cuando las puertas del área periodística se cerraban  cada día más.

-Escucha, sé que nuestra situación es complicada...
-¿Complicada? Ahora si que estás jugando conmigo Romina - la interrumpió él mirándola con las cejas alzadas - tuvimos un "accidente" en la carretera, la policía nos quitó los datos de Segovia, nos prohibieron hablar y los medios no quieren contactarnos porque somos más útiles como entrevistados que como periodistas.
-Álvaro...
-Incluso supe que un abogado del fisco quiere implicarnos como colaboradores.

Romina suspiró. No esperaba que su amistad se viera afectada, pero no lo permitiría, no tan fácilmente.

-Escucha. Todo éste tiempo me ha servido para pensar, y si lo ves desde el punto de vista de Segovia, tiene mucho sentido que quiera esconderse.
-Si es que está vivo. ¿Adonde quieres llegar?

Ella tomó aire. Un mes antes se habría reído de la imagen de si misma diciendo lo que iba a decir, ahora le parecía totalmente lógico.

-Sabes que se ha formado un gran grupo de gente que apoya a Víctor.
-Sería imposible no saberlo, eso lo comenzó algún amigo de Segovia, y se ha ido agregando gente, están en las redes sociales, a diario ese tipo incógnito sube información de él, afirma que es su amigo y que Segovia es el padre. Mucha gente lo sigue y manda mensajes de apoyo.
-Y tiene a la policía loca porque es un elemento distractivo para ellos. Mira, lo que tenemos que hacer no es un reportaje sobre el caso, eso lo están haciendo todos los canales. Lo que tenemos que hacer es emitir señal en vivo, con Segovia diciendo toda la verdad.

La reacción de Álvaro fue mucho más dramática de lo que ella se había imaginado desde antes. Se puso de pie como activado por un resorte, con los ojos muy abiertos por la sorpresa.

-¿Que? ¿Estás....estás loca?
-Probablemente Álvaro, pero eso es lo que tenemos que hacer, estoy segura. Me conseguí una cámara de vídeo profesional, la conexión se puede hacer a través de internet.

Álvaro soltó una risa nerviosa.

-Ya, quieres hacer un contacto en vivo con Segovia para que diga su verdad. ¿Piensas encontrarlo en las páginas amarillas?

Ella también se puso de pie, tratando de hacerlo entrar en su sintonía.

-Sé que suena loco, pero nosotros somos los únicos que estuvimos con  él, y ya lo encontramos antes, podemos hacerlo de nuevo. De entre todos, somos los que hemos estado más cerca de él, eso tiene que servir de algo. Y creo que podemos convencerlo de hablar, de decirle al mundo lo que realmente sucede.

El hombre se quedó mirándola durante varios segundos, sin hablar. Estaba hablando con convicción, pero algo era distinto a todo lo que en años había visto en ella.

-¿Que te sucede?

Ella respiró profundamente. No podía negarlo.

-Estuve pensando en todo lo que pasó, en el accidente y en esos tipos que me atacaron.
-Uno de ellos está muerto, la policía dice que Segovia lo asesinó.
-¿Y tú no estarías dispuesto a matar si la persona que amas corriera peligro? ¿Que pasaría si no tuvieras alternativa?

Se quedaron mirando fijamente un momento más. En ese momento algo sucedió con el hombre, que experimentó un sentimiento extraño, algo antiguo y básico. Por alguna razón escucharla decir eso hizo que recordara a sus padres.

-Romina, estás cambiando tus prioridades.
-No es eso - replicó ella. Sintió un temblor en la voz, la garganta apretada, tal vez era miedo de ser tan brutalmente sincera - más bien fue un cambio de corazón.
-Romina...
-Nadie le ha dado una oportunidad a Víctor, ni nosotros se la dimos.

Álvaro se quedó inmóvil, con la cabeza baja, sin saber que creer o que sentir.

-Ayúdame, acompañame a buscarlo. Necesito que estés conmigo en ésto.
-Esto podría dejarnos sin trabajo de por vida en el periodismo.
-Puede ser, pero siento que necesitamos hacerlo. Por él, pero también por nosotros.

Álvaro se sintió nuevamente estremecido, pero se encogió de hombros simplemente.

-Sabes que iré contigo.

3

Cuando recuperó la conciencia, Víctor se sintió momentáneamente como cuando despertaba de una noche de fiesta, con el cuerpo pesado, la cabeza como dentro del agua y los músculos pesados y torpes.

-¿Que...?

Iba a decir algo, pero el cansancio o lo que fuera lo detuvo; al abrir los ojos se encontró con luz, el techo de algún sitio y nada más ¿que estaba pasando?
Le costaba moverse, pero giró lentamente la cabeza a la izquierda, lo que hizo que viera directamente lo que había a su lado.

-Ariel...

El pequeño estaba en una especie de cama, justo a su lado, medio de costado; y lo miraba fijamente, como había sido desde el principio, sin dejar de escudriñarlo incesantemente.

-Buenas tardes.

La voz no lo sobresaltó, aunque debería haberlo hecho; era como si hubiera sentido antes esa voz, por lo que no le causaba mayor preocupación. Volteó la cabeza hacia el otro lado, y se encontró con un hombre de más de treinta años, sentado a poca distancia. Era moreno, de complexión fuerte y mirada penetrante, y por lo que se apreciaba a primera vista, estaba muy tranquilo.

-¿Quien eres tú?

Su propia voz se oía lenta y pesada. El otro hombre lo miraba atentamente.

-Me alegra que despertaras. Mi nombre es Tomás.
-¿Donde...donde estoy?
-Estás en mi casa, se podría decir que eres mi huésped. Hace dieciocho días.

Durante unos momentos no comprendió lo que estaba escuchando. ¿Dieciocho días? No tenía noción clara de nada.

-Yo...murmuró lentamente - estoy confundido...

Tomás estaba mucho más tranquilo ahora que veía a Víctor recuperar la conciencia; para los tres habían sido días muy difíciles.

-Es normal que estés confundido - replicó poniéndose de pie - has pasado por muchas cosas. No te muevas, aún estás débil.

Era extraño mirar a ese hombre y no sentir ninguna desconfianza de él, pero el estado en que estaba seguía siendo, al parecer, muy poderoso.

-¿Que...que fue lo que pasó?

Tomás se quedó cruzado de brazos a poca distancia de él.

-En un principio no lo supe con claridad, pero fui armando la historia poco a poco. Tú eres Víctor.
-Si.
-Mira, para no confundirte más te lo explicaré. Vivo en el bosque hace quince años, lo conozco como la palma de mi mano, y jamás había  visto algo así. Estás vivo de milagro.
-¿Que?
-Es la verdad. Sé de donde venías cuando caíste por el barranco, son muchos metros de profundidad, pero a pesar de todo, el bebé no sufrió ningún daño; no tiene una sola herida.

Víctor volteó lentamente hacia el pequeño, que encontró su mirada instantáneamente; si, probablemente era un milagro.

-No puedo creerlo.
-Te encontré deambulando por el bosque la mañana siguiente a cuando desapareciste - explicó sin dramatismos - estabas completamente fuera de ti mismo, y las heridas que tenías... Francamente estabas en peligro de muerte, delirabas y seguramente tenías mucha fiebre; pero aún tenías claro lo que ibas a hacer, solo repetías que no querías que nadie se te acercara, pero eso no era lo único preocupante - hizo una pausa, para él también era dificil - me costó, pero logré hacer que entendieras que no iba a hacerte daño y con eso acercarme. Lo peor es que habías pasado la noche a la intemperie, y tu bebé estaba enfermo, había cogido un resfriado.

Víctor no recordaba nada de eso, probablemente porque la fiebre era muy alta; lo último que recordaba era su huida, la caída...y el dolor, el dolor de las heridas, y sentir que todo había terminado. Todo eran nubes después.

-Conseguí que entendieras que necesitabas ayuda con el bebé, así que te traje a mi casa. Es increible, apenas podías mantenerte en pie, pero no permitiste que te alejara del pequeño, y lo más sorprendente de todo fue la reacción que tuvo él.

Víctor volvió a mirar a Tomás, sin poder creer aún todo lo que estaba escuchando; pero si sabía que ver a Ariel enfermo lo habría asustado mucho.

-¿Que pasó?

-Pasó que la preocupación que tenías por él era recíproca, porque el niño solo dejó que me hiciera cargo mientras tu estuvieras  cerca; si te alejabas lloraba, pero al momento de tenerte cerca, volvía a calmarse. La primera noche fue dura, pero la fiebre cedió al amanecer. Pero al día siguiente eras tú el que me preocupaba, habías perdido mucha sangre, y tenías golpes y heridas; como te dije antes, fui rescatista, por lo tanto tengo algunos medicamentos y elementos, pero no sabía si iba a poder curarte. Entonces fue el pequeño quien me ayudó.
-No te entiendo.

Tomás no podía evitar hablar con cierto orgullo acerca de todo lo que había pasado; pero no era orgullo de si mismo, gracias al cielo estaba más allá de eso, de quien sentía cada vez más orgullo era de ese muchacho, y del pequeño.

-Yo tampoco. O debería decir que lo entiendo pero no lo puedo explicar bien, aunque supongo que podría decir que ustedes dos están conectados, porque así como tú no ibas a permitir allá en el bosque que nadie se acercara a tu hijo, cuando empeoraste, fue él quien te dio fuerzas para continuar.

El joven se volteó otra vez hacia el pequeño. Ahí estaba, mirandolo como siempre y tan indefenso, pero tan poderoso en su significado, y en lo que podía hacer de él como persona; en cierto modo no le sonaba tan imposible como parecía.

-Después de eso me dediqué a cuidar y curar tus heridas, aunque estuviste bastante complicado, pero permanentemente fue él quien te dio la calma y la fuerza. Solo se quedaba tranquilo estando cerca de ti, solo con él cerca te quedabas quieto, y a la larga eso resultó ser lo más efectivo.

Ambos quedaron en silencio unos momentos. Habían pasado tantas cosas, y poco a poco todos los recuerdos más antiguos volvían a  su mente, la promesa a Magdalena, la forma en que había tenido que huir, las amenazas y la persecución de la policía.

-No sé como agradecerte - dijo lentamente - me salvaste la vida, nos salvaste a los dos.

Tomás se sentó junto a la camita en donde reposaba el pequeño y le dedicó una sonrisa sincera.

-No tienes nada que agradecer - replicó simplemente - ya te dije que fui rescatista, eso es parte de mi aunque ahora ya no lo haga. Y ahora que veo que están mejor entiendo que fue la mejor decisión.

Víctor aún estaba bastante confundido, pero sí tenía claro que sentía mucha tranquilidad de saber que Ariel estaba bien y a salvo. Pero las preguntas no dejaban de surgir en su mente.

-No puedo creer que haya pasado todo éste tiempo... Espera... ¿porqué estoy aquí, donde está la policía?

Iba a decir algo más, pero el otro lo silenció con un gesto de la mano.

-No te agites. Mira, para no darle largas, la policía aún está buscándolos, todo es un hervidero afuera.
-¿Que, pero como es posible, donde estamos?

Tomás no había querido pensar mucho en lo que estaba sucediendo, ni en las implicancias, pero decir las cosas siempre hacía que fuera mucho más real.

-Te dije antes que fui rescatista, pero ya no lo soy más. Me retiré a éste lugar, me alejé de todo, y el resultado es ésta casa, que está en el mismo bosque donde tuviste el accidente, pero varios kilometros alejada. Además el lugar está oculto tras un muro de piedra natural y árboles, por lo que es muy dificil que la encuentren; pero tienes que saber algo Víctor: solo es cuestión de tiempo para que la policía, o quien sea, termine por llegar aquí. Lamento decirte que aunque estás recién despertando, tendrás que tomar una decisión.


Por ti eternamente Capítulo 22: Las esperanzas se pierden



Tomás era un hombre de 35 años que ya estaba de vuelta en la vida a pesar de no ser tan mayor; había pasado por muchas cosas en el cuerpo de rescate al que perteneció por más de quince años, y muchas de ellas eran más de lo que una persona común vive en toda su existencia. Quizás por eso es que su presencia en el bosque no era tan extraña, por una parte porque sabía a la perfección como moverse en un terreno como ese, y por otro porque poseía algo de la experimentada calma de alguien que ya ha vivido lo suficiente.
En ese momento, esa mañana de Lunes estaba en lo profundo del bosque, cuando el Sol apenas se dibujaba en la lejanía a las seis de la mañana, con el rifle en las manos,  apuntando directo a su blanco.

-Eso es...no te muevas...

La liebre se había internado entre la vegetación hacía rato, pero Tomás le seguía la pista de cerca, y estaba seguro de poder hacer un tiro limpio que le aseguraría después una cena de muy buen sabor.

-Espera...espera...

Lo tenía en la mira, solo debía disparar, pero precisamente en ese instante un ruido a lo lejos advirtió al pequeño animal y lo hizo correr nuevamente.

-Diablos...

Bajó el arma, dispuesto a continuar la persecución del animal, pero el ruido que alertó a la liebre continuaba escuchándose ¿de que se trataba?

-¿Que es eso?

No lo podía identificar claramente, pero estaba ahí, a unos cuantos metros de distancia; era extraño que alguien como él no supiera que clase de ruido era cualquier cosa que escuchara en el campo o el bosque, por lo que, por precaución, volvió a levantar el rifle avanzando lentamente en dirección al origen del sonido. Unos pasos después se quedó congelado ante lo que estaba viendo.

-No puede ser...

Un hombre joven estaba frente a él, delgado, con las ropas sucias, evidentes heridas en la cara, brazos y diversas partes del cuerpo, y lo que resultaba más inquietante de todo: tenía entre sus brazos un bulto pequeño que era claramente un bebé.

-¿Que haces aquí, que te pasó?
-No...

Hizo un gesto de alejamiento con el cuerpo, pero estaba temblando de pies a cabeza, y tenía la mirada perdida, claramente esas heridas eran mucho más de lo que de veía a cinco metros de distancia, lo que sea que le hubiera causado eso podría generar un estado febril. Y en ese momento comprendió.

-Tú - dijo en voz baja - eres el de las noticias...eres Víctor...
-No...

Trataba de mantener distancia, pero en realidad apenas parecía poder mantenerse en pie; Marcos tenía que acercarse.

-Escucha - le habló lentamente - estás herido, déjame ayudarte.
-¡No!

El muchacho estaba asustado ¿que edad podía tener?

-No quiero hacerte daño. Escucha, soy rescatista, no voy a hacerte nada malo, solo quiero ayudarte.

Durante unos momentos no contestó, pero seguía manteniendo esa actitud hostil, lo que era particularmente preocupante en el estado en que estaba.

-Mírame - siguió con voz neutra, sin dar ninguna inflexión - no voy a hacerte daño, solo quiero ayudarte, sé que estás sufriendo.
Entre los temblores que remecían su débil cuerpo, el muchacho parecía dudar; supo entonces que tenía que darle alguna señal evidente de confianza.

-Mira, estoy quitando las balas del rifle, ahora están en mi bolsillo, dejaré el rifle en lo espalda - mientras lo hacía sacó lentamente algo de su cinturón - ahora mira, éste es mi cuchillo, tómalo, así vas a estar más seguro. Ahora tú vas a tener el arma, tú vas a mandar, puedes apuntarme con él si quieres.

Sus palabras surtieron efecto, porque el joven dejó que se acercara lo suficiente, y con mano temblorosa tomó el cuchillo.

-Eso está bien. Mira, quiero ayudarte, dime que pasó, como está el bebé.

Eso pareció llegar más cerca que todo lo que había dicho antes, pero la reacción del muchacho fue más preocupante que verlo en ese estado.

-No sé que le pasa - replicó débilmente - está tan quieto, y no reacciona, no me mira y solo...solo...

Tomás sintió que se le oprimía el corazón; en las noticias había escuchado que el hombre estaba dado por desaparecido desde el día anterior, e incluso algunas personas de aventuraban a decir que estaba muerto. Tenía que acercarse, tenía que verlo, aunque estuviera siendo amenazado por su propia arma.

-Escucha, voy a acercarme ahora, no te voy a tocar, solo necesito ver al bebé.

Avanzó lentamente, procurando no hacer ningún movimiento brusco. Unos momentos después estuvo lo suficientemente cerca como para poder ver al pequeño, y al hacerlo, su corazón dio un vuelco.

-Oh por Dios...

2

Claudio estaba en la oficina de Fernando de la Torre, nuevamente vestido con su traje a la medida, fresco y orgulloso como siempre, aunque su patrón se mostraba bastante alterado.

-Toda la noche - protestó el hombrón - toda la noche estuve esperando alguna noticia, estoy volviendome loco y la policía me llama diciendo que ed probable que mi nieto esté muerto.
-Cálmese señor.
-¡Como quieres que me calme! Se suponía que tú ibas a ayudar a que mi nieto volviera con su familia y ahora es posible que haya muerto.

Claudio respiraba profundamente; le provocaba un cierto placer perverso tranquilizar a su patrón con simples artilugios.

-Su nieto no está muerto.

El rostro del otro hombre se mantuvo rígido y duro como lo había estado hasta ese momento, mientras él seguía junto al escritorio, de pie y con los puños apretados.

-Dame un motivo para creerte.
-Si estuvieran muertos usted ya lo sabría. La policía no sabe donde está.

De la Torre sopesó la situación un momento, pero aunque podía estar de acuerdo, no estaba conforme.

-Ya pasó una noche, creer que están vivos y bien es pedir mucho.
-Pero no demasiado señor. Además, el plan aún sigue su curso, Segovia cargará con toda la culpa.
-Eso ya lo sé, pero nada de eso tendrá sentido si le pasó algo, y ahora que ese lugar está infestado de policías no puedes acercarte.

Claudio se acercó al bar y sirvió unos tragos; todo lo que había hecho hasta ese momento tenía buen resultado, excepto que Segovia desapareciera en ese accidente, pero aún estaba convencido de que la muerte de ese hombre lo sepultaría en vida.

-Por ahora hay que esperar, ahora que hay luz de día seguramente ese teléfono sonará señor, y usted podrá recuperar a su nieto.

3

Romina y Álvaro habían salido de la urgencia la tarde anterior, pero cuando era Lunes por la mañana las cosas solo parecían empeorar en el departamento de él, en donde ambos habían pasado la noche.

-Buenos días.

El hombre entró en la habitación en donde ella reposaba en la cama, despierta desde hacía varios minutos.

-¿Como dormiste?
-¿Como podría haber dormido? Armendáriz nos destruyó, no podemos hacer absolutamente nada porque somos parte de la investigación, y como ahora todo es público, no podemos hacer un reportaje o dar declaraciones ni nada...demonios.

Él se sentó junto a ella.

-Yo dormí más o menos, creí que sería peor dormir en el sofá pero no está mal.
-Te dije que podías dormir aquí.

Ambos sabían que su amistad era demasiado férrea como para verse afectada por la típica confusión de sentimientos por estar demasiado cerca; de hecho la opinión más importante que tenían a la hora de buscar pareja era la del otro, su confianza era total.

-No te alarmes, no estoy tan viejo todavía. Además los dos necesitábamos un poco de espacio, la única razón por la que quedamos aquí es que era más seguro estando convalecientes. Ahora lo que tenemos que hacer es pensar en lo que vamos a hacer de ahora en adelante.

Romina no contestó.

-Escucha, sé que dijimos que haríamos éste reportaje, pero ahora no hay nada que podamos hacer; tenemos que asumir que estamos de manos atadas.
-Lo sé, tienes razón, pero las cosas han sido mucho peores de lo que nos esperábamos. Estuvimos tan cerca Álvaro, tan cerca, y ahora tenemos las manos vacías.

Álvaro suspiró profundamente.

-Todo está mal para nosotros, pero no somos los únicos. Anoche trataba de dormir, y solo pensaba en Segovia, y en ese niño...yo...Dios...

4

Ignacio Armendáriz estaba en su departamento aún a las nueve de la mañana, recostado en su cama, cuando sonó su teléfono celular. Había pasado una noche horrenda, entre sueños y alucinaciones, sin poder sacarse de la cabeza las últimas imágenes que tenía de Segovia y el pequeño. El día Domingo había sido muy largo, además de infructuoso, pero finalmente los equipos de búsqueda habían tenido que retirarse ante la imposibilidad de buscar en la oscuridad, por lo que el sitio del suceso permanecía acordonado mientras amanecía nuevamente; en ese momento ya habían comenzado nuevamente los trabajos, pero él llegaría un poco más tarde, necesitaba concentrarse y presentarse como un hombre completo. Pero nunca en su vida había sido tan difícil.

-Hola.
-Ignacio, viejo, por fin logro encontrarte.

Era una frase retórica, pero escuchar esa voz lo ayudaba mucho.

-Marcos, como estás.
-Bien viejo, pero quería comunicarme  contigo, supe lo que pasó.

Marcos era oficial de narcóticos, había estudiado con él en la academia y era uno de sus mejores amigos; con él siempre se sentía a sus anchas de ser sincero y claro, y sabía que tenía su apoyo en todo.

-Estoy mal hombre.
-Imagino que si, pero tienes que estar tranquilo, además los trabajos aún no terminan, tienes que estar con tu gente.
-Lo sé, pero sabes tan bien como yo que la responsabilidad es mía; tengo la responsabilidad de lo que pasó, yo soy el culpable. No puedo quitar de mi cerebro la imagen de ese  niño muerto.

El otro hizo una pausa. En ese momento los papeles se invertían, ya que tiempo antes fue Marcos quien pasaba por un grave problema.

-Todavía no des nada por hecho, te vas a volver loco. Anda al lugar, haz tu trabajo y cuando sepas que diablos está pasando, tal vez ahí puedas culparte. Pero aún así viejo, pase lo que pase, tienes que recordar lo que nos decía el Capitán en la academia: si sabes que hiciste lo máximo, lo demás está fuera de tu control. Llámame si necesitas una cerveza.