Por ti eternamente Capítulo 15: Asuntos personales



Víctor despertó mucho más descansado de lo que esperaba; ya era Domingo por la mañana, bastante temprano y se sentía más despejado después de dormir seguro y en una cama, luego de una relajante ducha y además de haber compartido con el bebé momentos diferentes de estar corriendo y escapando de peligros. Pero sabía que no era conveniente quedarse ahí por más tiempo, aún tenía que poner más distancia para poder estar a salvo y preparar lo que había pensado.
Después de levantar y mudar a Ariel, le dió desayuno y él mismo comió algo de entre las provisiones que le quedaban; por desgracia había perdido casi toda su comida junto con los bolsos que quedaron en el furgón, pero podía mantenerse tranquilo con respecto a las pertenencias y alimentación del bebé, al menos si no tenía que comprar esas cosas llamaría menos la atención.

-Creo que ya es momento de irnos, todavía no dan las ocho y media así que creo que es lo mejor, antes que Eva nos descubra o venga para acá.

Comenzó a ordenar nuevamente las cosas; le gustaría quedarse más tiempo allí, pero haber pasado toda la noche bajo techo y descansando era lo más que podía permitirse en esos momentos.

En ese momento tocaron a la puerta.

-Oye, ¿Me escuchas?

Víctor vió con espanto como el pomo de la puerta giraba, y automáticamente miró en dirección a la cama, donde el pequeño permanecía quieto e ignorante de todo. El pestillo cedió ¡Tenía llave por supuesto! Contar con que el seguro interno le daría privacidad había sido una insensatez, pero ahora que ella había tratado de abrir ya sabía que la puerta estaba trancada.

-¡Oye! ¿Porqué está trancada la puerta?
-Ahora salgo.
-No quiero que tranques la puerta, abre ahora mismo.

Víctor se abalanzó sobre la cama y se puso al pecho el artesanal arnés que había hecho; necesitaba cubrir al bebé, lo demás no tenía mayor relevancia.

-Ven acá - susurró mientras cargaba al pequeño - por favor no hagas ruido.

Los golpes en la puerta se escucharon otra vez. Cuando ya estuvo cubierto con el bebé oculto, trató de mostrarse sereno y quitó el bloqueo de la puerta. Eva entró en el cuarto con el ceño fruncido.

-¿Porqué tenías así la puerta?
-Quería dormir en paz, solo eso - se excusó en voz baja - no quiero molestarla.

Ella pareció conforme con el comentario, pero aún quería demostrar su autoridad, al parecer; por un momento quitó de él la mirada para mirar en derredor.

-¿Tienes hambre?
-Tengo comida.

La mujer tenía la vista desenfocada de él a pesar de estar justo enfrente y a poca distancia; se tardó unos momentos en decir algo más.

-Entonces comiste.
-Si.
-Y claro - siguió lúgubremente - seguramente tomaste leche en ese biberón.

Víctor giró la cabeza lentamente hacia la cama; con la prisa por ocultar al bebé en las cobijas que cubrían su cuerpo había pasado por alto algo tan llamativo. En ese momento ella lo descubrió y ahogó una exclamación.

-Oh por Dios...tienes un bebé...eso quiere decir que tú...

Lo había descubierto; Víctor volvió a cubrirse con la cobija y tomó rápidamente de la cama el biberón, que era lo único que le faltaba por guardar.

-Es mejor que me vaya.

Pero Eva le tapó la salida.

-Voy a llamar a la policía.
-No tienes que hacerlo - dijo él enfrentándola - mira, no quiero problemas y no quiero darte problemas, así que solo dejame salir.

Eva sin embargo no parecía estarlo escuchando.

-No se trata de eso, no lo entiendes...todo el mundo debe estar buscándote, saliste en las noticias, pero escogiste el peor lugar para esconderte.

Aunque aún no sabía de qué se trataba, la mirada y la actitud de ella lo asustaron; dió un paso atrás, con el corazón oprimido. ¿Porqué lo angustiaba esa mirada preocupada?

-¿Quien eres tú?

                                         2

Romina y Álvaro estaban cerca de la entrada del pueblo, con ella al volante y él mirando a través de los binoculares.

-Estoy cansado - comentó él por decir algo - ha sido una noche larga.
-Al parecer Segovia tiene una capacidad natural para perderse - dijo ella con voz neutra - ayer pasamos de estar a un paso de él a perderlo, y luego de estar tras su pista a no saber si está en éste pueblito o no.
-Al menos no somos los únicos, solo imagina la cara de Armendáriz, debe estar hecho una bestia por lo que pasó ayer.

Romina se sacudió el cabello mientras abría otra botella de agua mineral con sabor a frutas.

-Tengo la sensación de que estamos en la ruta correcta, además se me hace lógico que se haya quedado, tendría que reorganizarse después de la sorpresa del gorilote.

Pero él ignoró esos comentarios al ver algo con los binoculares.

-Diablos.
-¿Que pasa?
-El vehículo del que me hablaste, está entrando al pueblo.

Romina no dió muestras de angustia, al parecer ya tenía superado ese tema, pero fuera de eso seguía siendo una mala noticia.

-Eso significa que no pudimos distraerlos.
-Tenemos que localizar a Segovia lo más pronto posible, a ver que es lo que se esconde en todo ésto.

A distancia se veía que el vehículo iba lento, seguramente los tipos tenían alguna idea o habían sacado conjeturas, pero no llegaban a destino. No aún.

-¿Alguna noticia de Armendáriz?
-Hasta ahora su equipo sigue peinando la zona; seguro que está reorganizando las ideas, no puede arriesgarse otra vez a fallar.

Mientras los periodistas hablaban de eso, Adrián y sus dos colegas estaban recorriendo al lugar a no mucha distancia.

-Ustedes dos pregunten por ahí si hay alguna pensión o algo parecido, el tipo tiene que haber pasado por aquí.

Mientras los otros bajaban del automóvil, Adrián contestaba una llamada.

-Señor Claudio.
-Te has tardado en encontrarlo.

Sabía que iba a decirle eso, pero aún no sabía lo demás.

-Es verdad, el policía complicó las cosas.
-¿Porqué?
-Porque al parecer tuvieron una pelea o algo y el tipo escapó, así que ahora está prevenido y se está ocultando; de todos modos estamos más adelantados ahora que la policía, así que ya por la tarde lo tendremos.

Claudio hizo una pausa lo suficientemente clara, sin necesitar decir más.

-No me asegures nada, a éstas alturas yo esperaría que ya lo tuvieras resuelto, sabes que la noticia está en todas partes.
-Tiene razón, pero lo haremos bien.
-Eso espero.

Cortó.

                               3

Víctor retrocedió un paso ante las palabras que había escuchado de Eva. ¿En donde se había ido a meter en esa ocasión?

-¿Quien eres tú?
-No importa quien soy, sino lo que hice - dijo ella sin quitarse aún del umbral de la puerta del cuarto - hace cuatro años maté a mi esposo.

Se quedó un momento sin palabras. Eso no se lo esperaba de ninguna manera, pero claramente ella trataba de decirle algo más ¿Porqué se veía tan angustiada?

-¿Porqué lo hiciste?
-Porque me tenía encerrada en el sótano, tenía dos cuchillos y quería matarme. Así que decidí que no iba a matarme, al menos no tan fácilmente.

Escuchar eso lo hizo recordar su enfrentamiento con el policía, y se le tensaron todos los músculos del cuerpo; él mismo había estado, unas cuantas horas antes, en una situación muy fuerte, quizás no de peligro mortal, pero si lo suficientemente peligrosa como para actuar por instinto, porque en una situación común no se arriesgaría a hacerle frente a un hombre como ese policía. Pero antes que pudiera preguntar lo que se estaba formulando en su mente, ella siguió hablando.

-Si te éstas preguntando porqué es que te digo ésto, es por lo que pasó después. Aunque tendría que haber salido libre sin cargos porque fue defensa propia, tenía antecedentes, así que me creyeron a medias; no fui a la cárcel, pero me obligaron a ser contacto de la policía, por eso es que tengo una pensión, porque así siempre estoy enterada de todo.
-Oh por Dios...
-Y si descubro algo tengo que llamarlos de inmediato, o me meteré en problemas.

Tenía que salir de ahí, era imperativo alejarse lo más rápidamente posible de esa casa; todo el descanso del baño, la comida y el sueño parecían estar muy lejos ya.

-Eva - murmuró él lentamente - escucha, solo quiero irme, te dije que no quiero problemas. No tienes porqué interponerte, no tienes porqué decir que estuve aquí.

Pero ella sonrió tristemente.

-No lo entiendes. No tengo alternativa, en la sala y en los pasillos de ésta casa hay cámaras grabando, sabrán que les mentí en algún momento.

De pronto se sintió nuevamente expuesto, como si decenas de ojos estuvieran mirándolo fijamente. Eva se movió sólo un poco, lo suficiente para quedar por fuera del umbral de la puerta, y marcó el número de la policía; Víctor no podía perder tiempo, así que armandose de valor salió del cuarto.

-¿Hola? Si, soy yo, tengo algo que decirles. El hombre que andan buscando, el que se robó al niño, está en mi casa.

Se le oprimió el corazón al escuchar esas palabras, pero decidió no mirar atrás, y cubriéndose nuevamente con la misma cobija que había usado la jornada anterior salió a toda prisa de la pensión; toda la distancia que podría haber puesto entre él y ese policía no había servido de nada, ahora nuevamente tenían una pista de su paradero, así que tenía que salir de ese pueblito lo más rápido que pudiera, antes que lo encontraran de nuevo.
                               4        

Armendáriz llegó al pueblo de San Andrés junto con su equipo de trabajo mientras respondía una llamada telefónica.

-Gracias Martínez, déjalo en el corral, por ahora ese auto no me sirve de nada.

Cortó y bajó del vehículo junto con Marianne. Había algo extraño en el aire, y sus temores se empezaban a hacer realidad.

-Está aquí.
-¿Cómo dice señor?
-Segovia está o estuvo en éste lugar Marianne, en éste pueblo pasó algo.
-¿Cómo lo sabe?

El policía señaló la calle principal del pueblo.

-Es temprano, pero hay gente en las calles y en las puertas, se ve que ocurre algo. Seguramente lo vieron, o alguien preguntó por él, y por eso están nerviosos, recuerda que en éstos pueblos nunca pasa nada.

-Pero nosotros no hemos hecho nada, usted dijo que había que actuar de otra forma.

Armendáriz pensó en ese periodista que lo había molestado antes; alguien más estaba por esos lados, y la perspectiva de algún periodista muy aventajado no era alentadora.

-Por ahora quiero que se ocupen de hacer todas las preguntas, vayan a los sitios que ya saben.
-De acuerdo.

Marianne se alejó para dirigir a los demás, mientras un hombre descendía de un automóvil y caminaba hacia Armendáriz.

-Buenos días oficial.
-Buenos días.

Era policía. Se saludaron formalmente; el otro hombre era mayor de cuarenta años, corpulento, de figura fuerte y actitud un poco tosca, lo que te da una vida alejado de la ciudad.

-Armendáriz.
-Un gusto señor, soy Vidal. ¿Que lo trae por aquí?
-Estamos haciendo un barrido de la zona, se trata de la búsqueda de una persona, concretamente el hombre que se llevó a un lactante.

El otro se cruzó de brazos.

-Lo vi en las noticias, fuerte el asunto.
-Es verdad. ¿Ha visto algo extraño, algo fuera de lo común?
-Pasó un auto blanco hace poco, se nota que no es de por aquí; no hablé directamente con ellos, pero una persona me dijo que consultaron por lugares para alojar, pero no se quedaron en la pensión. Ahora que si me pregunta por alguna persona sospechosa, no he visto nada.

Periodistas.

-¿Hace cuánto fué eso?
-Hace más o menos diez minutos.
-Gracias.
-Espere, creo que puedo ayudarlo en algo más; tenemos una persona que puede darnos más información, si me acompaña le diré.
-Está bien - replicó Armendáriz - ¿De quien se trata?
-De la dueña de la pensión.

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Álvaro se había subido al techo más alto que había encontrado en la entrada del pueblo, tratando de tener la mejor visual; era cierto que habían perdido mucho, pero seguía teniendo la sensación de que estaban en la línea correcta. En ese momento, mientras permanecia acostado boca abajo, recibió una llamada de Romina.

-¿Ya estás arriba?
-Si - respondió enérgicamente - tengo una muy buena vista, pero no he visto a Segovia.
-¿Y los del auto blanco?
-Irónicamente a un par de cuadras del gorilote; quédate ahí, trata de no llamar la atención, en seguida te aviso hacia adonde hay que ir.

No cortó, pero se mantuvo en silencio mientras miraba por las calles de cemento y tierra del lugar, donde resaltaban tanto el auto blanco de esos matones como los oficiales de polici repartiéndose por puertas y ventanas haciendo preguntas. Y en ese momento vió.

-Romina, lo encontré.
-¿Donde?
-Por la calle principal, va directo a donde pasan los buses, quiere salir de aquí.
-Voy a dar la vuelta para tener buen punto de vista desde el otro extremo - dijo ella mientras se sentía el motor de la camioneta arrancar - ¿Quien crees que lo va a atrapar primero?
-A éste paso los del auto blanco, lo que quiere decir que podríamos tener la exclusiva de su captura, si es que Armendáriz se aviva y se mueve más rápido. Además sabremos si es que esos tipos son aliados suyos o no.

Tenían la mejor oportunidad, por fin estaban sobre una noticia que hasta el momento nadie más tenía, y si las cosas funcionaban como lo esperaba, al día siguiente estarían cocinando la noticia perfecta.


Próximo episodio: La noticia principal

Por ti eternamente Capítulo 14: Caminos convergentes



Álvaro llegó pedaleando a toda la velocidad que podía al sitio en donde estaba estacionada la camioneta; se bajó de un salto, dejó la bicicleta tirada, y corrió hasta ella, que estaba sentada sobre el capó.

-¡Romina!

Ella volteó lentamente al escuchar su voz. Se le veía alterada, demacrada por el susto que había pasado, pero aún conservaba el control de si misma.

-¿Te hicieron daño?
-No - replicó ella con voz grave - no estaban detrás de mi, yo no era lo importante.

Eso lo tranquilizó mucho, aunque aún sentía el corazón oprimido por la idea de que a su amiga le hubiera pasado algo grave.

-¿Qué ocurrió?
-Estaba distrída - explicó lentamente - me estacioné aquí porque Segovia estaba siguiendo ésta ruta, pero de pronto lo perdí, fué de esos momentos en que pestañeas y desaparece. Estaba en eso cuando aparecieron esos hombres, eran tres, con facha de matones, me quitaron los binoculares, me reventaron un neumático y se fueron.

Álvaro procesaba la información a toda velocidad. Por teléfono ella no le había dicho casi nada.

-¿Que te dijeron?
-Eso es lo que me preocupa - siguió más grave - me preguntaron por Segovia y el niño.
-¿Qué?

Si antes estaba angustiado por ella, esa información lo dejó helado.

-Eso es lo que querían saber. Ya cambié la llanta. ¿Como te fué?
-Dejé a Armendáriz con una mano herida y esperando a que llegaran sus colegas. Seguro que viene todo un contingente para acá.

Pero de pronto él se sintió inseguro y débil; Romina y él no solo eran amigos hace años por motivos laborales, realmente su amistad había sobrepasado lo técnico y todo lo que les pasara era importante. En esos momentos no solo se preocupaba por el caso, la seguridad de Romina estaba primero.

-Romina...lo lamento.
-No es tu culpa.
-Puedes dejarlo, no tienes porqué involucrarte.
-Eso no es lo que me preocupa.
-¿A que te refieres?

Se miraron fijo unos momentos; si, Romina estaba nerviosa por lo que había vivido poco antes, pero había pasado momentos duros, era fuerte y lo resistiría.

-Nos falta algo muy importante en éste caso Álvaro. Piensa en ésto, hay matones persiguiendo a Segovia, ¿Porqué? ¿De donde salieron? ¿Quien es Segovia?
-Comprendo tu punto, pero lo que no comprendo es qué es lo que tendrían que ver ellos con él, a menos que lo que estuvimos hablando al principio fuera así.
-Que hay algo que no sabemos. Eso explicaría porqué es que Armendáriz está en el caso, porqué es que la familia hizo una denuncia tan rápido y porqué el tipo escapó de esa manera.
-Si, pero aunque tuviera sentido, aún no sabemos nada. Tiene que haber un nexo - siguió él un poco más animado - imagino que puede ser algún tema de familia, una venganza o algo parecido, resulta más comprensible si tomamos en cuenta la desaparición del niño.

Romina bajó del capó.

-No podemos publicar nada sin tener una información concreta, si lo hacemos nos vamos a hundir de inmediato. Tenemos que descubrir que es lo que realmente se oculta tras éste caso.

    2



Esa tarde de Sábado se estaba convirtiendo en el día más largo de la vida de Víctor, pero no solo tenía eso en mente, también otras cosas; perder el furgón había tenido varias consecuencias para él, la primera de ellas, que no tenía un par de bolsos, en donde tenía ropa suya y comida. Por otra parte, si podía pensar en algo bueno de todo lo que le estaba pasando, contaba que había rescatado el bolso con las cosas de Ariel, que en los otros dos había comida para el bebé, insumos y algo de comida para adulto, y que conservaba la mochila con los más esencial como el dinero y el teléfono celular, aunque no tenía el mapa y eso hacía todo mucho más complicado. La noche se acercaba rápidamente, lo que signicicaba que tenía que encontrar donde alojar, y principalmente deshacerse del vehículo del policía. A la hora de escapar de esa pelea el auto le había servido de mucho, ya que alcanzaba una gran velocidad, pero no solo era vistoso, sino que probablemente ya estaba encargado por robo, de modo que solo era cuestión de tiempo para que alguien notara que estaba pasando, y siempre estaba la posibilidad de que se le cruzara alguna patrulla de policía. Estaba en una zona semi rural, muy próximo a una zona industrial, por lo que tenía la posibilidad de encontrar alojamiento o algo. Estacionó el automóvil a un costado de la ruta, cerca de unos árboles, y apagó los faros. Desde ese momento era mejor caminar.

-¿Que pasa? ¿Que ocurre, tienes hambre?

El bebé se removía incómodo en las cobijas en las que estaba envuelto; durante la tarde se había mostrado de bastante buen humor y silencioso como siempre, pero el propio Víctor había optado por concentrarse lo más posible en conducir, no quería pasar por una nueva sorpresa cuando todavía sentía los malestares de llos golpes y el dolor incesante en la cara, cerca del ojo izquierdo.

-Espera, ahora te veo. Oh, te hiciste. Lo siento, tengo la cabeza en cualquier parte, ahora te cambio, espera un poco.


Reclinó el asiento del conductor, y tomó uno de los bolsos para preparar la muda del bebé. Mientras tanto pensaba en todo lo que estaba sucediendo.

-Ahora te cambio, vas a ver como quedas sequito.

El niño se comportaba muy calmadamente cuando estaba cerca suyo. Era sorprendente, pero al pensarlo, le daba la sensación de que estaban en contacto más tiempo, como si de alguna manera Magdalena le hubiera traspasado algo de sus conocimientos y su experiencia, para que las cosas no resultaran tan difíciles; sabía muy bien que las cosas ahora estarían más complicadas que antes, pero eso mismo lo impulsaba a creer en su plan original, es decir conseguir un sitio en donde refugiarse y contactar un abogado, en esos momentos era la única forma de protegerse, porque estaba claro que si la policía lo encontraba no iba a poder ni hablar antes de terminar en un calabozo. Pensó en Arturo, pero deshechó la idea de inmediato, no podía simplemente exponerlo, no después de todo lo que había pasado, además ni siquiera tenía la seguridad de que poner a su amigo en peligro nuevamente sirviera de algo.

-¿Lo ves? Ya estás seco de nuevo, ahora ya podemos seguir, te voy a llevar a pie para ver si pasamos un poco más discretos.

Una vez ya cambiado el bebé, se quedó tranquilo como era su costumbre hasta el momento; estaba decidido, tenía que seguir a pie, pero internarse en la próxima zona industrial solo, caminando y con el bebé en sus brazos seguía siendo tanto motivo de peligro como todo lo que había pasado antes, además el sol estaba iluminando con fuerza a pesar de la hora y eso era peligroso para el niño en gran medida. Pero de todas maneras tenía que seguir, así que haciendo uso de lo que se le ocurrió y lo poco que tenía a mano, se echó a la espalda la mochila y los bolsos, cargó al pequeño en sus brazos, y lo cubrió a él y a si mismo con una cobija para protegerse de la luz, y comenzó a caminar.

-Escucha, vamos a caminar un rato así, para que estés cubierto del Sol; cuando estemos más allá o encuentre donde alojarnos te voy a descubrir.

Poco después escuchó el sonido de un motor acercándose, lo que hizo que se asustara nuevamente. ¡La policía!
No tenía donde esconderse; la calle por donde había entrado en la zona industrial estaba cubierta por murallas y puertas a la calle, y en el momento en donde sintió el sonido del motor estaba lejos de la siguiente esquina. Se quedó quieto en la vereda, apoyado en un poste de luz aún apagado, con el bebé en brazos y cubierto por la cobija; no tenía sentido correr, más le valía taparse lo posible de la cara y esperar.

-Tranquilo...

Sentía el corazón a mil, pero el vehículo que se acercaba no era un auto de policía, de hecho no era de calidad como el que usaba el grandote; bajó la vista cuando se estacionó junto a él, quedándose quieto, rogando que pasara, que lo dejara solo para saber que destino elegir. Pero cuando el automóvil arrancó, se quedó con una tremenda sorpresa.

-No puede ser...

Le habían arrojado unas monedas.

-Creyeron que era un mendigo - murmuró para si, sin creerlo - Ariel, creyeron que era un mendigo ¿te das cuenta?

Por primera vez sintió algo similar al alivio; que creyeran que era un mendigo tenía sentido viendolo bien, ya que se notaba que traía bultos y estaba muy tapado, pero no solo eso, también era una buena idea parra continuar.

-Ya sé lo que voy a hacer. Voy a ser un mendigo, es la forma perfecta de salir de la vista de todo el mundo. Por ahora me voy a olvidar de los medios de transporte, lo principal es conseguir un lugar donde alojar, antes que caiga la noche.



     3

Armendáriz iba en el asiento de atrás de un automóvil que conducía Marianne; tenían que reunirse en la siguiente zona poblada, pero en esos momentos el policía estaba pensando en todo lo que había pasado antes.

-Tome.

Marianne le alcanzó unas vendas; la compañía de ella era apropiada, nunca hacía preguntas inadecuadas, y en un momento como ese, aunque probablemente tenía decenas de preguntas, no las iba a hacer mientras él se mostrara silencioso y pensativo. No se trataba de la mano, de hecho la quemadura no era grave y no acostumbraba a quejarse por cualquier cosa, lo que tenía realmente herido en esos momentos era el orgullo, y más importante que eso, la seguridad en si mismo; desde un principio había subestimado a Segovia y su capacidad física, principalmente por verlo como un tipo normal, casi flacucho, que no tendría conocimientos de técnicas de combate ni reflejos entrenados, y eso fué un tremendo error. Es cierto que el hombre no conocía nada específico, pero estaba realmente desesperado, y en casos así la gente podía sorprender, como había pasado en el momento del enfrentamiento que tuvieron; finalmente con dispararle a la rueda del furgón solo había logrado asustarlo más, y detonar con ello reacciones inesperadas. Ahora había pasado de estar a un paso de él a solo tener una noción de donde se encontraba ¿Como estaría el pequeño?

-Señor...
-Si Marianne.
-¿Quiere que nos detengamos un momento? Aún falta un poco para llegar al punto de encuentro.

Levantó la vista del suelo y la miró por el espejo retrovisor. Para su sorpresa vio que su mirada no era de incógnita, sino de angustia.

-Estoy bien Marianne.

Se miraron un momento más.

-¿Que ocurre?
-¿Como se encontraba el menor?

¿Estaba preocupada por el pequeño, por él o por el destino de la investigación ahora que sabía que su oficial al mando tenía en la cuenta un vergonzoso fracaso?

-Está bien. Y vamos a mantenerlo así.

Ella desvió la vista del retrovisor y volvió a la pista; no más palabras, pero en esos momentos se preguntaba si ella era la única que tenía dudas acerca de su cargo.


                                  4


La idea de aparentar ser un mendigo había resultado estupenda; desde que lo hiciera, al llevar el cuerpo cubierto y al bebé fuera de vista se sentía mucho más seguro, aunque cuando ya terminaba la tarde su problema se había trasladado a encontrar un sitio donde alojar;

-Tienes que ir por ahí.

Quizás por primera vez en su vida escuchar que le demostraban rechazo lo hacía sentir bien, resultaba reconfortante pasar desapercibido después de estar siendo buscado por la policía; finalmente llegó a la puerta de una casa que le habían indicado, donde salió a recibirlo una mujer de alrededor de treinta años, morena, de mirada penetrante y fuerte, que lo miró de arriba a abajo.

-La hospedería está más abajo.
-Necesito un cuarto para pasar la noche, tengo dinero.

Ella dudó un momento; iba a mandarlo al diablo, tenía que adelantarse.

-Por favor, solo quiero dormir y darme un baño.
-Está bien, pero si haces cualquier desorden te vas de inmediato, no me importa que hayas pagado.
-Le prometo que no haré nada.
-Entra. Tendrás que pagarme ahora mismo.

Entró junto a ella en la casa; no era muy grande, pero estaba bien ambientada y se veía cómoda. Pagó una cantidad de dinero que obviamente era más de lo que le habrían cobrado si no aparentara ser lo que era, pero no le importó, en esos momentos salir de la calle era lo más importante.

-Tiene baño propio, pero no hay teléfono, si quieres puedes usar el de la sala pero solo para alguna emergencia o algo local. A las once puedes pedir una once o cena, en la mañana a las nueve un desayuno, y eso es todo. Me llamo Eva.
-Muchas gracias.

La mujer lo volvió a mirar de arriba a abajo ¿Que acaso los mendigos no daban las gracias? quizás estaba hablando demasiado bien.

Por fin entró en el cuarto, cerró con pestillo para evitarse problemas, y de inmediato cerró la cortina que cubría la única ventana en la habitación, para después despojarse de la cobija que lo cubría. Ariel estaba somnoliento, pero de todos modos pareció más relajado al sentirse libre también.

-Por fin, ahora podemos tener un poco de tranquilidad.

Inmediatamente dejó en el suelo la mochila y los bolsos, y al bebé sobre la cama. LA sensación de ligereza era sorprendente, pero no era lo único, también sentía cansados los brazos.

-¿Sabes que? Creo que tengo que encontrar la forma de llevarte cargando sin tenerte en los brazos, es muy complicado para los dos, además si voy a seguir así necesito disimularte lo mejor posible.

Buscó en uno de los bolsos hasta que encontró una sábana o algo parecido, con la que se envolvió y le hizo una serie de nudos, hasta que formó una improvisada pero firme mochila, como un canguro para llevar al bebé a la espalda o al pecho.

-Estupendo, mañana cuando salgamos de aquí te voy a llevar de ésta forma y vas a estar más tranquilo; ahora lo que necesitamos los dos es un baño, que no por parecer de la calle tenemos que estar malolientes.

Fué directo al baño, y se alegró de encontrar que la ducha tenía tina. Parecía un sueño, y como no pensaba desperdiciarla, dejó corriendo el agua tibia para que se llenara, y volvió a la cama donde Ariel, como ya era su costumbre, lo miraba fijamente.

-Ésto es algo que los dos necesitamos, vas a ver como duermes después del baño.

Se desnudó, y de inmediato, arrodillado en el suelo despojó al bebé de sus ropas.

-Espero que no te asuste el agua porque si lloras voy a tener que inventar una mentira bien grande, y aquí ni siquiera hay equipo de música como para disimular. Vamos.

Entró al baño con el bebé en brazos, pero no pudo evitar quedarse mirando un momento su reflejo en el espejo; en el torso desnudo podía ver una serie de marcas enrojecidas, por los golpes que había recibido del policía, y las heridas con sangre seca en la cara producto de ese aterrador disparo, y aún después de varias horas le costaba ver con el ojo izquierdo, pero al menos el dolor había disminuido.
Se recostó lentamente en el agua tibia y reconfortante, sintiendo que esa tibieza lo abrazaba, calmando el dolor y el cansancio que sentía ¡Que cansado estaba! Una vez que estuvo recostado en la tina, bajó lentamente al bebé que mantenía en alto, haciendo que tocara poco a poco el agua, aunque el pequeño no se asustó en lo más mínimo.

-¿Se siente bien?

Al principio se veia algo confundido, pero al estar con el agua casi hasta los hombros se sintió mucho más a gusto y le sonrió.

-Ah, parece que te gusta, que bien, lo que es a mi me hace genial, no me había dado cuenta pero estoy cansado y adolorido. ¿Que dices? podemos quedarnos en un lugar así, yo podría trabajar en una pensión o en alguna tienda, en éstos pueblos dicen que siempre hay trabajo para el que lo necesita, así que solo sería eso. Podríamos quedarnos aquí para siempre.

De pronto el niño golpeó el agua con una de sus manos, lo que pareció resultarle muy divertido porque rió alegremente.

-¡Oye! Mira lo que haces, te gusta jugar con agua.

Se quedó mirándolo mientras el niño golpeaba el agua una y otra vez, riendo divertido.


Próximo capítulo: Asuntos personales