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Broken spark Capítulo 15: Bestia, nunca más




Optimus, Rattrap. Dinobot y Rhinox continuaban su camino hacia el punto en donde estaban los discos dorados, cuando los sensores del rinoceronte detectaron algo.

—Esperen un momento, debemos deternernos.
—Nos detuvimos ya antes —murmuró Ratrap—. Oh, está bien, sólo dime qué sucede ahora.

El avance del grupo había sido más lento, ya que Rhinox tenía más facilidad de desplazarse en modo robot, pero aun así, esto le impedía actuar con la rapidez necesaria. Pero lo perdido en movilidad estaba compensado con los sentidos, que incluso después de los acontecimientos pasados, seguían al máximo.

—Alguien está muy cerca de nosotros.
— ¿Detectaste una nueva vaina stasis?
—No lo creo, el comportamiento de esta forma de energía es... su forma de desplazarse es...
— ¿Qué pasa?

Rhinox extrajo del interior de su coraza, de forma instintiva, el cañón rotor, y apuntó hacia arriba, por sobre las cabezas de los otros; sin embargo no disparó.

—Tranquilo grandulón, no tengo intenciones de atacarlos.

Blackaracnia se acercó al grupo a paso lento; los había localizado de forma reciente ¿estaría cometiendo un nuevo error al confiar?

—¿Quien eres?
—Alguien que sabe lo que está pasando en este mundo y quiere hacer algo al respecto, al menos para salvarse —replicó ella paseando la vista por el grupo—. Veo que van hacia esa zona.

Indicó el punto en donde la masa de energía plateada continuaba expandiéndose en todas direcciones; Optimus supuso que sabía más de lo que ellos.

—Tenemos que detener esa fuente de energía que está atacando la zona, antes que sea tarde ¿Tienes alguna idea?

La imagen de Silverbolt carcomido por esa fuerza, agonizando, pidiendo que ella terminara con su sufrimiento, pasó a toda velocidad por su mente.

—Esa fuerza fue desatada por Airazor y Tigreton, pero tengo la sensación de que no lo hicieron por maldad.
— ¿A qué te refieres?

La araña tomó entre sus tenazas una rama rota que reposaba sobre el suelo; la contempló un instante en silencio antes de hablar.

—Tigreton no son malos. No lo eran.
—Estás hablando del felino que amenazó a Megatron ¿verdad?

No, al parecer no se había equivocado; pero de todos modos tenía el presentimiento de que, hiciera lo que hiciera, las cosas no saldrían bien. Pero llegada a ese punto, prefería luchar que simplemente esconderse, de alguna manera se lo debía a Silverbolt, y a los demás, estuvieran donde estuviesen en esos momentos.

—Tigreton y Airazor querían salvar este mundo —repuso como si eso resolviera la incógnita—. No tenían malas intenciones, pero fueron traicionados por sus propias creencias.

Dinobot iba a decir algo, pero Optimus lo detuvo con un gesto; lo que fuera, podía esperar, mientras descubrían de qué se trataban en realidad las palabras de la araña.

— ¿A qué te refieres?
—Para ellos, este planeta era más suyo que Cybertron. No sé por qué fue de esa forma, pero lo cierto es que apartaron de sus mentes los recuerdos del pozo del allspark, y la esencia que nos hace lo que somos como seres biomecánicos. Por eso, cuando despertaron aquí, comenzaron un camino, el de fundirse con el entorno y la naturaleza que consideraban parte de sí mismos, y por consiguiente, quisieron protegerlo de ustedes, los invasores.

En eso tenían razón, pensó Optimus. Ellos eran invasores en un territorio que no les correspondía, pero no todos eran culpables. O al menos no de la misma manera.

—Cuando encontraron los discos dorados después de esa abominable tormenta, también encontraron a otros como nosotros, tan confundidos como lo estaba yo al momento de salir de la vaina, y nos aleccionaron en lo de ser una bestia por sobre todo; nos recordaban que no debíamos olvidar transformarnos, pero que eso era sólo un arma, un método para poder enfrentar los peligros que ustedes representaron para la naturaleza, que estaba sufriendo. Y cuando usaron los discos, pensaron que esa energía purificaría el planeta de los seres malignos, pero no pudieron entender que el poder de esos objetos ya había sido corrompido desde antes, por lo que aquello que debía ser bueno, se convirtió en eso.

Todos desviaron la mirada hacia la fuente de energía, que como un manto continuaba su lento pero amenazador avance.

— ¿Qué ocurrió con todos los demás? —preguntó Optimus— ¿Por qué nos buscaste?
—Espero que estén muertos —repuso ella con seriedad—, porque si no lo están, lo que les puede haber sucedido es peor que cualquier pesadilla que puedan imaginar. Esa cosa es una marabunta, que es capaz de carcomer y destrozar cualquier cosa que no sea originaria de este planeta. Lo que vi, al único que vi, había sido convertido en un esqueleto humeante, una masa de circuitos y spark que no podía morir, pero tampoco vivir.

Rattrap ahogó una exclamación de espanto, al comprobar que, en verdad, eso era peor de lo que podía imaginar.

—Vi a Megatron en compañía de otro, van en la misma dirección que ustedes pero desde otro punto; él piensa que puede utilizar la energía en su favor.
—Ya lo hizo antes —replicó Optimus en voz baja—, lo hizo provocando esa tormenta; si ahora logra apoderarse de los discos, nadie lo detendrá.
—Ni él ni nadie puede detener esto —dijo ella de modo definitivo—. El que se acerque será comido por esa fuerza, como si de un árbol se tratase, por obra de hormigas asesinas; pero aunque no sea así, esa fuerza debe ser destruida. Por esto es que estoy aquí, porque soy la única que sabe el punto exacto en donde están ubicado el centro mismo de esa fuerza, pero no puedo llegar por mis medios.

Optimus sabía que él sí. Y estaba dispuesto a hacerlo.

—Estamos tratando de detener a Megatron porque sabemos el peligro que representa. No sólo para nosotros y este planeta, sino para toda la vida en el espacio; si él está yendo en la misma dirección, significa que conoce un modo de utilizar esos símbolos, y no lo permitiré. Por las vidas de quienes habitan en este planeta, y los que están por venir.


2


Prepárate Tarantulas, falta muy poco.

El camino de Megatron y su, hasta es momento único aliado, había sido rápido y silencioso; la masa de energía plateada que flotaba en el cielo estaba cada vez más cerca, y aunque ambos podían percibir con sus sensores esa presencia, sabían también que estaban a salvo, de momento.

—Megatron, el peligro está aumentando.
—Lo sé, pero sé también cómo manejar esto.

Tarantula suponía que se debía a su reciente experiencia con el disco dorado, pero desconocía de qué se trataba, y el líder predacon había evitado toda información al respecto, por lo que su relato iba desde que consiguió los discos hasta que los perdió por el ataque de la otra fuerza energética.

—Mis radares están fuera de control —dijo el arácnido pasando a modo robot—. A partir de este punto no puedo identificar o registrar datos de nada que suceda.

Megatron se detuvo de forma abrupta, pasando también a modo robot; lo enfrentó, mirando con serenidad a quien hablaba con nerviosismo.

—Escucha Tarantula...

No pudo terminar la frase, ya que un ruido a lo lejos alertó sus sentidos; ambos voltearon en la dirección indicada, pero resultaba difícil identificar desde dónde provenía.

—Hay alguien cerca...

Las palabras de Megatron fueron más un murmullo que otra cosa; estaba seguro de que alguien estaba por ahí pero ¿De verdad habían sobrevivido los más tercos de todos? Un instante después vio, a no mucha distancia, a un grupo comandado por Optimus primal.

—No te muevas Megatron —exclamó Optimus de forma amenazante—. Este es el fin de tu camino.

El líder predacon alzó las manos en gesto defensivo.

—No vengo a pelear contigo, Optimus, ni con ninguno de tus...amigos.

Pero Optimus no bajó los cañones de los brazos.

—Sé lo que pretendes, ya he visto de lo que eres capaz.

Tarantulas se movía inquieto tras Megatron, pero este estaba por completo en calma.

—Lo que viví con los discos dorados poco tiempo atrás es la muestra de lo que esa energía puede hacer —se señaló a sí mismo—. Esta coraza transmetálica no sólo es una muestra del cambio físico, también hay un cambio interno en mí; he aprendido que no podemos sobrevivir mientras esa fuente de energía esté funcionando. Hay algo corrupto en ella, algo que nos destruirá para siempre.

Ninguno de los otros pudo disimular su sorpresa ante esas palabras, ni siquiera Tarantula; pero en su interior, el arácnido supo que lo más seguro era seguir el plan de Megatron, al menos hasta que supiera cuál era el mejor camino a seguir.

—No es sencillo creerte, y lo sabes.
—No tienes que creer en mis palabras, Optimus —replicó Megatron en voz baja, desviando la vista hacia el horizonte que brillaba con ese extraño color—. Hay cosas más grandes que nosotros, hasta yo entiendo eso; mis afanes de poder y de conquista he cometido muchos crímenes, pero cuando entiendes que la destrucción no va a dejar nada que conquistar, tu punto de vista cambia por completo. Esa energía desplegada por lo que en un momento fueron los discos dorados está corrupta, y su principal enemigo somos nosotros, no este planeta; está haciendo una acción de limpieza como si fuéramos un virus, y mientras no tengamos los medios para huir de la superficie de este cuerpo celeste, estamos condenados a muerte.

Las palabras de Megatron eran exactamente lo mismo que Optimus había deducido, y lo que Blackaracnia les dijo poco después de hablar de lo ocurrido con Tigreton y Airazor; pero aun así, tratándose de Megatron, podía ser una treta, y no existía margen de error en esta ocasión.

—Todo lo que dices suena bastante correcto Megatron, pero nada nos asegura que no sigas teniendo las mismas intenciones que antes.
—Lo que dice el valeroso líder es cierto —exclamó Rattrap, aunque desde un punto seguro tras él—, no podemos confiar en ti después de todo lo que has hecho, de lo que nos has hecho

Dinobot, sin embargo, tenía otros pensamientos al respecto, y así lo dejó ver.

—Estamos perdiendo demasiado tiempo Optimus. Que vengan con nosotros.

Durante un instante, hasta Megatron se quedó sorprendido con lo que estaba escuchando. Optimus bajó casi de forma inconciente los cañones, mientras volteaba hacia el saurio.

—Dinobot, sabes que él puede...
—Sé lo que es capaz de hacer, ya hablamos de eso; a lo que quiero llegar es a que no podemos desperdiciar nuestro tiempo en él, ni en tratar de eliminarlo. Megatron se ha propuesto llegar hasta el mismo punto que nosotros, y lo hará con o sin nuestra ayuda.

El líder predacon aguardó en silencio hasta escuhar cada una de las palabras; al hablar él, no cambió ni un ápice en el sentido de su discurso original.

—Dinobot tiene razón en lo que dice, pero también hay algo más: nuestro instinto de supervivencia es mayor a cualquier otra cosa, y no pretendo morir aquí, como seguramente ustedes tampoco. Así que, si están de acuerdo, continuemos.

El grupo continuó el avance en una tensa calma; Blackracnia había sentido un rechazo hacia Megatron desde el momento de verlo, pero tenía conciencia de que su presencia no podía ser evitada sin una fatal pérdida de tiempo. Dinobot se mostraba extrañamente sereno y silencioso, mientras Rattrap no dejaba de quejarse por cualquier cosa insignificante que sucediera; por su parte, Rhinox aguardaba a que el momento en que su presencia fuera más necesaria que en ese trayecto, ajeno al sonido sordo del avanzar de Tarantula, que intentaba mantener distancia, y a su modo, planear algo en su contra tras el fallido ataque en la derruida base decepticon. Optimus y Megatron, en tanto, dirigían la marcha, mirando al frente, avanzando casi como si se tratara de dos casuales componentes líderes de un equipo que trabajaba unido.

—La coraza transmetálica no es suficiente para enfrentar esa energía —reflexionó el saurio hacia Optimus—. Pero sé que al menos puedo resistir lo suficiente para acercarme, y puedo volar.
—También puedo volar, y de seguro más rápido que tú —replicó Optimus de forma reservada—, pero lo que importa no es tanto el acercamiento sino la forma en que vamos a enfrentar esta situación. Tú estuviste ahí, es tu responsabilidad que los discos se hayan trastocado en lo que ahora son ¿Acaso sabes cómo resolver este enigma?

No, no lo sabía, y esa era quizás la más riesgosa y a la vez más acertada apuesta que estaba haciendo en esos momentos.

—No es sencillo explicar lo que sucedió ahí dentro, no —dijo de forma ausente—, y no puedo perder tiempo divagando acerca de eso. Pero ese poder se resguardaba por sí solo, es un tipo de energía básica, que no puede ser manipulada de forma tan sencilla.
—Por eso fracasaste.

El saurio evadió el tema, para evitar terminar hablando del amigo de su enemigo que ahora estaba muerto.

—Sí, por eso fracasé. Pero alcancé a entender algo de todo esto, y es que más que destruirlos, los discos dorados deben ser separados; en un punto al centro de todo eso, ambos discos están envueltos en un espiral de energía pura, desde donde emiten esa forma plateada que vemos cada vez más cerca.

Blackaracnia sabía el punto exacto en donde eso estaba sucediendo, pero conforme avanzaba el tiempo, comenzaba a temer que su predicción acerca del destino de Airazor y los demás fuese demasiado alentadora; la muerte era una perspectiva demasiado tranquilizadora para quien estuviera más cerca de lo necesario de aquella energía, hacia la que se dirigían. Sin embargo, no podía decirlo sin dañar la misión, y con ello el destino de todos, incluso el suyo; tendría que estar más alerta aún, por si las cosas cambiaban de rumbo de forma drástica.

—No va a importar tanto la fuerza, sino la forma —sentenció Optimus ignorando sus presentimientos de malos augurios—, es primordial que estemos enfocados en esto; Megatron, si tratas de hacer cualquier cosa en contra de lo que en necesario, no dudaré en acabar contigo. No habrá advertencias.

El otro no pareció intimidado ni preocupado por la abierta amenaza, más bien se veía confiado.

—Una advertencia sana que sin duda demuestra que estamos en el lugar correcto. Ya se puede sentir la energía de esa fuerza en el aire. ¿Lo percibes?

Tanto Tarantula como Rhinox comenzaron a realizar análisis de espectro mientras el grupo se detenía; sobre ellos, en el cielo, el manto metalizado ya estaba a pocos cientos de metros, por lo que las variaciones en los campos electromagnéticos se podía sentir incluso sin utilizar sensores especiales. Se trataba de una especie de nube compacta que abarcaba desde el suelo hasta varias decenas de metros de altura; estaba avanzando, de forma lenta pero inexorable, expandiendo el diámetro original.

—Esperen un momento —dijo Rattrap—, no podemos entrar, esa cosa nos comería en un instante.

Dinobot probó con un disparo directo de sus lásers oculares; se hizo un agujero en la masa de energía, pero al cabo de un par de segundos volvió a su forma original.

—Parece que eso no sirvió de mucho lagartija.
—Te equivocas roedor —replicó Dinobot con calma—, lo que demuestra es que necesitamos configurar una frecuencia de disparo específica para que funcione.

Rhinox ya se había adelantado a este experimento, y estaba haciendo una serie de cálculos, basado en la percepción que le brindaban sus sensores internos; Tarantula estaba realizando los mismos análisis.

—Tenemos que generar un tipo de fuerza densa, que permita abrir un túnel por el que podamos pasar; para destruirlo, tenemos que llegar a su centro.
—No, eso no funcionaría —replicó Rhinox—, porque nosotros producimos la energía que esa cosa está buscando para absorver, es lo que Blackaracnia nos dijo que había sucedido antes, y debido a las altas concentraciones de energía de esa masa, se nos pegaría como una sanguijuela.

Tarantula realizó algunos análisis más, comprobando que la opinión del otro era correcta.

— ¿Y entonces qué propones?
—Tenemos que usar lásers de baja frecuencia, para generar una distorsión física en la masa energética.

El resto observaba, mientras el debate entre los científicos continuaba. Optimus no podía dejar de estar pendiente de Megatron, y a la vez preguntarse por qué es que se demostraba tan colaborativo ¿El miedo sería un factor decisivo?

—Tarantula, di cuál sería el rango correcto de baja frecuencia: hay que usarlo ahora mismo.

El otro asintió sin decir nada; ambos científicos intercambiaron datos bajo la atenta mirada de sus respectivos líderes, mientras a no mucha distancia, la masa de energía continuaba acercándose. Blackaracnia estaba cada vez más nerviosa ¿Sería de verdad prudente no mencionar lo que podía suceder? Sentía que Megatron sólo fingía, que en cualquier momento iba a atacar, de modo que siguió alerta, esperando estar equivocada. Poco después los dos científicos llegaron a un acuerdo, y todos programaron sus lásers para la frecuencia indicada: a partir de ese momento no podían cometer error alguno.

—Escuchen bien —dijo Optimus con decisión—avanzaremos por tierra en una formación cerrada, Megatron y yo a la cabeza, Blackaracnia y Tarantula a nuestro lado, Rhinox al centro, y Dinobot y Rattrap a la retaguardia. Según las instrucciones, tenemos que liberar el láser de baja frecuencia en ráfagas lentas y espaciadas, de modo que una segunda tome el rumbo de la primera, para generar una oleada.

Todos se mostraron de acuerdo; sin embargo, Optimus se sentía obligado a preguntar si alguien quería desertar, aunque nadie lo hizo.

— ¿Quién diría que las cosas llegarían a este punto? —dijo Megatron mientras avanzaban hacia la masa de energía—. De alguna manera siento que esto tenía que ser así.
—No evadas el hecho de que nada de esto habría pasado si no fuera por tu causa.
—No pretendo hacerlo; pero, sin embargo, Optimus, me gustaría que al menos en lo que a esta misión corresponde, pudieras confiar en mí.

Ninguno de los dos dijo nada, mientras el grupo se acercaba en formación cerrada hacia la nube de energía; después de una mínima resistencia, los lásers hicieron el efecto deseado, generando una especie de túnel a través del cual podían ingresar. Al interior, privados de la claridad del día y de la visión de otra cosa que no fuera una confusa nube de materia, el silencio era aterrador.

—No sé qué tan grande pueda ser tu amor por la vida, aunque sea por la propia, como para arriesgar perder lo que puede ser una fuente de energía para tus planes.
—Todos nosotros venimos equipados con un instinto similar, en ese sentido. Además, como dije hace poco, si este planeta es destruido o nosotros somos consumidos, no habrá nada que conquistar.

Iba a decir algo más, pero un extraño sonido llamó su atención en otra dirección; de pronto, entre la bruma plateada que formaba una inestable pared, se vieron varias figuras caminando de forma errática hacia ellos.

—Se suponía que los animales de este lugar escapaban de esa forma de energía —comentó Rattrap— ¿cómo puede ser que…?

Blackaracnia entendió entonces lo que estaba sucediendo, un segundo antes que sus ópticos lo vieran, y dio la voz de alarma.

—Son las otras bestias!
— ¿Qué, pero cómo?

De entre la pared de bruma, pudieron ver aparecer a Airazor, Tigreton, Depthcharge, Cobra  y Rampage, aunque sólo eran espectros de lo que habían sido tan sólo un par de horas antes. Con horror, los demás vieron sus cuerpos destrozados, corroídos por el agente externo que, como un ácido, había destruido la mayor parte de la coraza externa, dejando a la vista los circuitos, sin embargo de lo cual, esta misma fuerza los mantenía en un estado de no-muerte, donde se movían y eran capaces de detectar a otros seres, hacia los que avanzaban con mortífera decisión, dispuestos a destruirlos.

—En el nombre de todos los primes…
— ¿Pero qué demonios es esto?

Blackaracnia no pudo evitar un instante de debilidad, ante el recuerdo de Silverbolt pidiéndole que lo matara para terminar con su sufrimiento. Pero eso había sido unos minutos después de ser infectado por esa fuerza, de modo que aun tenía dentro de él un poco de la conciencia original. Estos seres estaban mucho más allá de eso.

— ¡Son zombies! —exclamó con fuerza— La energía los atrapó y los ha corrompido.

Notaron que los zombies estaban alrededor de ellos; existían leyendas acerca de los zombies, criaturas que, tras morir, eran reanimadas con algún tipo de energía muy poderosa, lo que reconstruía en parte los cuerpos, pero no devolvía el spark, por lo que os seres se convertían en devoradores de cuerpos, una innombrable forma de vida que intentaba absorber de otras como la suya la esencia, en busca del retorno que jamás iba a ocurrir.

—No se ven muy amables —dijo Rattrap mientras se acercaban a ellos—. No parece que quieran conversar ¿Qué hacemos?
—No tenemos alternativa —sentenció Optimus—. Hay que destruirlos.
— ¿Estás seguro?
—Sí, lo estoy. No importa que veamos que parecen ser como nosotros, ellos no son más bestias ni Transformers; la única forma de terminar con su sufrimiento es destruir esos cuerpos, que tienen una chispa infectada. Al destruirlos, liberaremos la spark y podremos continuar.

El grupo preparó armas, pero al mismo tiempo no podían dejar de lanzar las ráfagas a la pared de niebla plateada.

—Esperen, no podemos dejar de disparar las ráfagas de baja frecuencia, pero esas no le hacen nada a los zombies.

Optimus y Megatron tuvieron la misma idea.

—Ustedes continúen el avance en formación cerrada; nosotros nos encargaremos de ellos.

Durante frenéticos minutos, los dos líderes se enfrentaron a los zombies, usando todo su poder; la batalla fue encarnizada, pero tras varios intentos y usando todos los poderes que tenían, consiguieron derribar a Tigreton y Airazor, cuyos cuerpos, una vez destrozados, se disolvieron sobre el suelo, dejando a la spark salir de ese sitio, libre de la infección que hasta entonces la había controlado. Sin embargo estaban perdiendo mucho tiempo en mantener alejados a los demás, algo que Megatron tuvo que solucionar disparando una ráfaga de lásers muy potente, que los hizo retroceder y mantener a salvo al resto.

—Rayos.

El costo fue que la nube se volvió inestable ante el despliegue de rayos y misiles, con lo que los intentos de los otros se volvían a cada segundo menos efectivos. Megatron despedazó a Cobra de un disparo certero, quedando sólo Rampage y Deptcharge pare eliminar, al mismo tiempo los que a todas luces eran los más fuertes del grupo.

—Estamos corriendo mucho riesgo luchando a distancia —dijo Megatron—.
—Sólo nos queda luchar cuerpo a cuerpo, y esperar que no nos infecten —replicó Optimus pensando en lo mismo en ese instante—. No te descuides.

Ambos líderes, perfectamente sincronizados, se arrojaron contra los rivales, consiguiendo derribar a ambos; sin embargo, los zombies realizaron un cambio en su forma de ataque, se replegaron y quedaron de pie a poca distancia del grupo, bloqueando el paso.

— ¿Qué es lo que está sucediendo?

Rhinox sabía que las cosas iban de una forma distinta al plan, pero en esos momentos estaba perdiendo la capacidad de analizar todos los eventos sin el factor visual.

—Algo cambió en ellos —replicó Rattrap—. Es como si estuvieran defendiendo algo ¡Claro! La fuente de energía está justo detrás de ellos ¡Me oyes Optimus!

Ambos líderes lo habían escuchado. Sin otra alternativa, dispararon con todo su poder en contra de los zombies, quienes en vez de contra atacar, recibieron el impacto de forma directa.

— ¿Se rindieron?
—Oh no…

Demasiado tarde, Optimus entendió que los zombies habían buscado eso; al recibir los impactos de energía, sus cuerpos estallaron, haciendo colapsar el delicado equilibrio de la nube de energía que los envolvía a todos. De pronto, todo se convirtió en un mar de energía, que se precipitó hacia ellos con el poder de un caudal sin freno.

— ¡Nooo!

La nube de energía se transformó en un mar plateado, que en vez de dispersarse, se convirtió en un remolino, confluyendo hacia el centro. Precedido por un disparo de gran poder, Optimus surgió en vuelo, llevando junto consigo a los otros cuatro, mientras a muy poca distancia, Megatron salía, con Tarantula colgando de su costado.

—Quítate idiota, harás que pierda el equilibrio.
—No me dejes caer Megatron ¡Megatron!

El saurio se liberó de Tarantula, que cayó sin poderlo evitar sobre el mar de energía; su cuerpo se disolvió en medio de ese gran poder, en medio de un destello y un grito desgarrador. Optimus en tanto, logró esquivar algunos choros de esa extraña agua, pero sabía que el poder no era suficiente para sostener a los otros cuatro en vuelo. La distancia que los separaba del borde era demasiada, no llegaría hasta ese sitio.

— ¡Megatron!

El otro volaba con mucha más facilidad al no llevar carga consigo, e hizo un gesto de despedida mientras hablaba.

—Lo siento Optimus, pero yo no soy uno de tus allegados.

Sin embargo, Blackaracnia y Dinobot actuaron a un tiempo, interrumpiendo su escape. En un espectacular salto, Dinobot logró caer sobre Megatron, mientras la araña lanzaba tela sobre él; uniendo los esfuerzos de ambos, consiguieron someterlo y obligar a que siguiera sus movimientos.

—Sueltenme.
—Eso ni lo pienses Megatron —exclamó Dinobot—, no te dejaré huir ahora que puedes servirnos.

Aun en contra de su voluntad, Megatron y los demás sobrevolaron durante unos instantes más la masa de energía; los discos dorados al fin estaban a la vista, en el centro del gran remolino.

— ¿Puedes verlo —exclamó Rhinox— ¿Están bajo nosotros verdad?
—Sí —replicó Optimus, exhausto—, sólo tengo que hacer un disparo acertado.

No, no podrá hacerlo con Rattrap y yo a cuestas, pensó Rhinox. De pronto tuvo certeza total de lo que tenía que hacer, y actuando antes que alguien pudiera hacer otro cambio, se soltó del gorila, arrojándose al vacío.

— ¡No Rhinox!

El grito de Optimus se escuchó como un bálsamo, a lo lejos. Extrayendo sus cañones giratorios, Rhinox los programó en modo de autodestrucción, dejándolos otra vez dentro de su coraza. Sintió los gritos de sus amigos mientras caía, estaba bien, ellos lograrían vivir.
La caída inevitable del robot ciego fue más perfecta que la de uno que hubiese visto el blanco al que apuntaba; un instante después, la explosión en el centro del remolino hizo que colapsara nuevamente, produciéndose un efecto inesperado: el torrente de energía cambió de curso durante una milésima de segundo, antes de generar una enorme explosión que arrojó a todos por los aires.

— ¡No, los discos!

Con los discos destruidos, la energía perdió el centro que la había estado conduciendo hasta ese momento: un rayo rojo de gran poder fue despedido hacia el cielo, quedando como une nueva nube, esta vez en la atmósfera.
Aprovechando la distracción, Megatron consiguió soltarse de las ataduras, disparando potentes rayos que derribaron a sus captores; mientras ambos caían, decidió concentrarse en eliminar al mayor número posible de enemigos, y se lanzó en picada contra Dinobot.

—Ya no tienes nada Megatron.
—Aún puedo tener tu spark —replicó el otro, lleno de furia—, la usaré como un faro para que todos sepan quién es el predacon más poderoso de todos.

La superficie sobre la que se había esparcido la nube de energía se veía ahora como un desierto, con la tierra reseca y resquebrajada, y sólo los restos de los cuerpos de las otras bestias esparcidos por el lugar. Dinobot y Megatron cayeron engarzados en una fuerte pelea, de la que se levantó el líder predacon, victorioso.

—No importa cuánto lo intenten, el resultado sigue siendo el mismo.
—Te equivocas.

Aunque herido,  Dinobot se levantó nuevamente, y en un instante el líder predacon se vio rodeado por él, Rattrap, Blackaracnia y Optimus, todos apuntando de forma directa.

—Es tu fin Megatron.
—Te equivocas de nuevo Optimus —replicó el otro, erguido de satisfacción— ¿Acaso tu experto nunca te explicó que las explosiones pueden generar consecuencias?

Por un momento nadie dijo nada, luego fue demasiado tarde; la energía que antes había subido en una vorágine de poder, descendió sobre ellos, específicamente sobre el predacon, que había calculado el punto exacto mientras se lanzaba en picada. Envuelto en un poder nunca antes visto, Megatron se sintió todopoderoso, y desplegó rayos de poder en todas direcciones, dispuesto a terminar con ese enfrentamiento de manera definitiva.

—Todos ustedes caerán, ante mi gran poder.

Optimus entendió que Megatron había adquirido un poder con el que nadie podría lidiar; su batalla había sido en vano, lo único que quedaba era tratar de salvar las vidas posibles.

—Rattrap, Dinobot, Blackaracnia, escuchen, deben alejarse de aquí ahora mismo.

Rattrap aun estaba en shock por el sacrificio de Rhinox, por lo que escuchar esa orden le sonó ridículo.

— ¿Estás loco? Ese demente todavía está aquí, tenemos que…
—No, no tienen —replicó Optimus. Su voz era serena, a pesar de las circunstancias—. No existe forma de derrotarlo en este planeta, pero aún con ese poder, sigue atrapado aquí; ustedes, los que quedan, deben huir, encontrar los restos de las naves y salir de este planeta; de vuelta en Cybertron, podrán dar aviso de lo que está pasando.
—Pero Optimus…
—Obedezcan mi orden, es la única manera. Megatron quiere eliminarnos no sólo porque seamos una molestia, sino porque al hacerlo, nadie podrá prever sus planes en los confines de las estrellas. El sacrificio de Rhinox, y todas las muertes no deben ser en vano.

Sin esperar más volteó hacia el enemigo, y corrió hacia él, dispuesto a todo con tal de detenerlo el tiempo suficiente. Rattrap tomó la decisipon de acatar las pordenes por primera vez.

—Eres el ser más repugnante por tener la razón en los momentos equivocados.

Sin esperar más corrió en sentido contrario. Mientras tanto, Megatron disparó rayos en contra de quienes escapaban, pero fueron detenidos por ataques de Optimus.

—Optimus, has venido hasta aquí para morir.

El líder maximal no dijo nada. Activando su capacidad de vuelo, sobrevoló al poderoso rial, viendo con impotencia cómo sus armas no le causaban el menor efecto. Al menos el otro parecía que no podía volar.

—No importa si te alejas ahora —exclamó al enemigo lleno de poder—, puedo alcanzarte de todas maneras.

Por sorpresa, usó la energía que emanaba como un  látigo, con el que atrapó a Optimus, haciéndolo estrellarse contra el suelo.
No, no puedo terminar así, se dijo Optimus luchando por liberarse. No ha terminado, no puedo permitirlo.
Sin embargo, la energía estaba quemando su cuerpo de la misma manera que antes lo había hecho con Airazor y los demás; su cuerpo no resistiría mucho, al igual que las fuerzas en su interior.

—No lo entiendes, ahora he absorbido una forma refinada de la misma fuente de energía que produjeron los discos.
—Esa energía va a consumirte como a los otros.
—No, porque esto era lo que tenía que volver a la superficie del planeta; ahora que los discos se han ido, este poder es más puro que antes ¡Ya puedo sentir la fuerza de la naturaleza, la dominaré por completo!

Mientras volvía a azotar a Optimus contra el suelo, lanzó poderosos rayos, los que derribaron a Rattrap y a Blackaracnia.

— ¡No!

Sus cuerpos humeantes quedaron tirados a unos cuantos cientos de metros del punto de la batalla; Megatron se quedó de pie en modo robot, a muy poca distancia de Optimus, usando la energía que emanaba de él como una extensión de su brazo derecho. Con esa extremidad lo aplastó contra el suelo.

—Ya no queda nadie que pueda vencerme.
—Te equivocas de nuevo.

Dinobot había regresado, desobedeciendo las órdenes de Optimus; en una maniobra arriesgada, se arrojó contra Megatron, clavando en el óptico derecho el filo de su arma. Desprevenido por el ataque, Megatron no pudo contrarrestar ese golpe con el campo de fuerza, sintiendo cómo el ojo explotaba, causando una explosión y una fuga de energía.

— ¡Maldito, pagarás por eso!

Lleno de rabia, Megatron usó el otro brazo y su extensión de energía para envolver a Dinobot con él, aplastándolo también contra el suelo; todavía tenía que aprender  a manejar con detalle ese nuevo poder, pero de momento era suficiente.

—Los aplastaré a ambos como los insectos que son ¡Ríndanse ante el poderoso Megatron!

Optimus vio que el cuerpo de Dinobot comenzaba a colapsar por la descarga de fuerza sobre él, pero al mismo tiempo descubrió que su acción había tenido resultado: la fuerza que actuaba como coraza estaba fugándose por la entrada del óptico dañado ¡Era su única oportunidad!

—Esta vez no voy a fallar, ni me inclinaré ante ti.

Concentró todo su poder en el cañón del brazo izquierdo, sabiendo que sería la última oportunidad que tendría en esa batalla. El rayo entró por la abertura del óptico, explotando poco después; la coraza energética que había envuelto a Megatron se disolvió, cayendo como rocío sobre la tierra: en efecto, todo ese poder era el que había sido tomado por la acción combinada de los dos discos dorados, de modo que al estar sin control, regresó a su origen.

—Dinobot.

El líder predacon se desplomó ya sin el poder que u instante antes presumía; Optimus, en tanto, se arrastró hacia el cuerpo de Dinobot, demasiado dañado ya para poder ser salvado.

— ¿Lo lograste?
—Sí Dinobot. Lo siento, debí poder derrotarlo antes.
—Si conseguiste eliminarlo, entonces el trabajo está bien hecho —resolvió el otro, en voz baja—. Fui un elemento de peligro para todos, me alegra haber podido hacer algo por ustedes.
—Hiciste más de lo que crees; has salvado la vida de todos los que viven en este planeta.

Por un momento ninguno de los dos habló. Dinobot cerró los ojos, demasiado cansado para seguir.

—Eso está bien…Optimus…

No pudo seguir hablando. Un disparo en el centro del pecho terminó de forma acelerada con su vida.

— ¡No!

Horrorizado, Optimus volteó, encontrándose con Megatron, todavía de pie. El líder predacon lucía una herida grave en el óptico, además de una serie de daños en todo el cuerpo, pero al haber estado usando el poder del rayo en vez del suyo propio, había llegado hasta ese punto con reservas suficientes.

—No, no es posible…
—Sí, sí lo es —dijo el otro con voz alegre—. En tu afán de preocuparte de los tuyos, desperdiciaste la única oportunidad de eliminarme, justo cuando la tuviste entre las manos.

El gorila desplegó los cañones, pero ninguno de ellos funcionó; en efecto, había gastado toda su energía en ese último disparo, y en esos momentos se encontraba demasiado agotado para seguir peleando. No pudo evitar que el otro apuntara directo a su pecho.

—Habría esperado una eternidad por un placer como este. Adiós Optimus.

En un intento desesperado, el gorila se aferró al brazo de su rival, intentando bloquear la salida del arma y volver el disparo también en su contra, pero falló. Un momento después, Optimus primal caía, sin vida, de espalda sobre el reseco suelo de la superficie del planeta.

—La guerra de las bestias al fin concluye —dijo Megatron, hablando solo—. Y en este planeta existe una cantidad tan grande de energon, que es sólo cuestión de tiempo para que pueda construir mi reinado. Mi reino en el universo tendrá su centro en este cuerpo celeste.

Su voz se vio interrumpida por un sonido sordo, y una explosión que atravesó su pecho, desde la espalda.

—Es imposible, no queda nadie…no hay nadie que pueda oponerse a mí…

Pero ante su sorpresa, sí quedaba alguien. Un zombie que nadie había previsto, estaba ahí, detrás de él, y había atravesado su maltrecho cuerpo con uno de sus brazos, atrapando entre sus garras la spark del líder predacon. Herido de muerte, Megatron luchó por sobrevivir, pero en esa ocasión, sus intentos fueron inútiles; despojado de la spark, cayó de bruces, como un humeante cuerpo más sobre el desierto.

—Waspinator tiene un regalo…

La voz deformada de Waspinator se dejó oír con un eco monstruoso; afectado por la onda de energía, su resurgimiento después de haber sido destruido por Megatron lo llevó a u sólo objetivo: recuperar la vida que su líder le había arrebatado. Y el cuerpo de Waspinator, destrozado pero aún completo, sintió el calor de la spark, la acunó entre sus garras, y clavó en ella sus colmillos, preparado para absorber de la forma que fuese el elixir de vida.



Fin

Broken spark Capítulo 14: Elegir entre enemigos




Al despuntar el alba del siguiente día, en lo alto de la colina emergió el vuelo majestuoso de Airazor, quien terminaba de realizar su despliegue matutino. Tras planear en una curva cerrada, descendió y se podó en una roca alta y de angulosas facetas. A un costado, apareció caminando Tigreton, a paso sosegado, refulgiendo su coraza blanca bajo el potente sol de un día que dejaba atrás la tormenta que asolara la superficie tan sólo unas horas antes.

—Nos espera una larga jornada, Airazor.

Los ópticos de ella visualizaron en un rápido paneo la zona nevada a sus espaldas, la zona boscosa donde regía Blackaracnia, los campos de su propiedad, y el resto del horizonte, en principal las dos zonas paralelas desde donde provenían los de su especie, pero que eran tan lejanos a ellos.

—Este va a ser un día decisivo —observó ella con serenidad—. Tenemos que mantener el control absoluto de este planeta, o los otros pueden causar un daño peor que el que ya han hecho.
—Haremos todo para conseguirlo.

Avanzando de forma sigilosa, Blackarannia se situó a un costado de ambos, seguida por Silverbolt; ambos mantuvieron un silencio respetuoso, a la espera de instrucciones. Poco después, Quickstrike, Inferno, Rampage y Depthcharge se dejaron ver, como súbditos a cierta distancia, manteniendo un respetuoso silencio.

—Hemos tenido unas horas largas y difíciles —exclamó Tigreton con tono serio, dando énfasis a cada una de sus palabras—. Lo que hemos experimentado no lo entenderá nadie jamás, pero ahora sabemos con exactitud qué, y cómo hacer.

Airazor alzó la voz; tenía una calma y serenidad que parecían esparcirse por el lugar, de la misma forma que el rocío de la mañana.

—Ahora no sólo somos parte de la naturaleza, hijos, sino que somos y seremos quienes la controlamos; con el nuevo poder que nos ha sido concedido, y que surgió desde el fondo de la tierra, haremos que el equilibrio natural regrese, en toda su gloria.

Se hizo un profundo silencio, ni siquiera interrumpido por el sonido de aves o pequeñas alimañas alrededor; todos habían huido, desconociendo la naturaleza exacta de lo que los instaba a escapar despavoridos, pero sabiendo en su interior que el peligro que se avecinaba era tan grande, que sólo correr serviría para intentar mantener la supervivencia.

—Tenemos extrañas formas robóticas, alejadas de lo que la naturaleza dicta: pero tenemos la confianza en La energía, el poder de la madre naturaleza, que nos dio nuestras verdaderas apariencias, las de bestias que reinan en este mundo.

Las palabras de Tigreton eran intensas y llenas de emoción, como si a través de ellas quisiera llegar hasta la spark de cada uno de los hijos que figuraban a su alrededor. Airazor elevó el vuelo.

—A partir de ahora, junto a mi consorte Airazor, los guiaremos en esta cruzada, donde el poder que nos ha sido concedido será esparcido a todos y por todos, para justicia y paz.

Airazor llevaba consigo uno de los dos discos dorados, mientras el propio Tigreton alzaba en sus manos el segundo de ellos; ambos objetos brillaban ante la luz matutina como si tuvieran vida propia. Las miradas de los demás voltearon hacia ellos, ambos pilares de su construcción de personalidad, los seres que los llevaron al entendimiento luego del confuso despertar durante la noche, quienes les habían explicado cómo es que el destino los había llevado a ese paraje, que sería su nuevo hogar.
La luz de ambos discos brilló en el cielo.


2


Rattrap, Dinobot y Rhinox avanzaban a paso decidido en forma de bestia, el último de ellos a la retaguardia, guiándose por el sonido de los pasos de quienes lo precedían; el camino había sido silencioso para todos, incluso para Optimus, que iba al principio del grupo; sus ópticos ya lo percibían a menos distancia, mientras sus sistemas indicaban que la zona de los hielos se aproximaba. De pronto, todo el silencio alrededor fue interrumpido por un murmulo que venía desde lejos.

—Está sucediendo algo extraño —dijo Rhinox deteniéndose—. No puedo identificar lo que se aproxima.

Estaban en un punto medio entre la zona rocosa, los bosques y los hielos, aunque estos últimos estaban al frente, en línea recta. El grupo se detuvo, a la expectativa de lo que pudiera ocurrir.

—Vamos —dijo Rattrap algo hastiado por la detención, y por todo el viaje en realidad—. es spolo un ruido a los lejos, una subida de río o algo así.
—No, no es algo sencillo, y tampoco natural —objetó Rhinox—, está sucediendo algo fuera de orden.
—Él tiene razón —comentó a su vez Dinobot aguzando la vista hacia el horizonte blanco—, hay...una especie de temblor, pero no parece un movimiento telúrico natural.


Optimus decidió salir de dudas de inmediato, pasando a modo robot; en un instante activó los propulsores, tomando como punto de vista el mismo horizonte teñido de blanco al centro, y de verde hacia la derecha. Sólo le bastó una mirada para saber lo que ocurría desde esos dos frentes, y regresó al suelo a toda velocidad.

—Tenemos que refugiarnos —exclamó con decisión—, estamos en peligro.

Rattrap pasó a modo robot sin esperar nada, y extrajo desde su coraza el arma, listo para atacar.

—No vine hasta aquí para eso ¡Dime dónde están esos predacons!
—No son predacons —replicó Optimus con tono de urgencia—, no se trata de eso, no podemos atacar a quienes vienen hacia acá.
—No entiendo de lo que hablas.
—Es una estampida.

Tanto Rhinox como Dinobot fueron lo suficientemente prudentes como para pasar de regreso a modo bestia, el primero guiando al segundo hacia un lugar seguro.

— ¿Y qué clase de bestia viene en estampida?
—Todas.


3


Tarantula apareció en la senda que llevaba Megatron, hablando con tono de urgencia y apremio.

—Megatron, algo ha cambiado el panorama.
— ¿De qué se trata?
—He localizado los discos dorados, y ambos están en el mismo sitio.

Megatron se detuvo, saboreando la experiencia en esos momentos.

—Eso es excelente Tarantula, indícame las coordenadas para poder llegar lo más pronto posible.
—La situación es un poco complicada, señor.
— ¿A qué te refieres?
—Los parámetros de energía que he detectado...hay algo que está sucediendo con los discos.

La posibilidad de que alguien más estuviera manipulando los discos dorados en su ausencia era posible, pero le parecía bastante improbable. A menos que...

— ¿En qué dirección detectaste esos movimientos.
—Señor...
—Sólo dilo.
—Hacia el sector de los hielos señor.

El felino que había aparecido hace no mucho,a  amenazarlo en su territorio. De alguna manera, Megatron supo que ese sujeto tenía en su poder los discos dorados, quizás porque ya desde un principio esperaba que su supervivencia al cambio de stasis a forma robótica lo hiciera más resistente que la mayoría.

—Eso quiere decir que se avecina una interesante situación.
—Eso no es todo señor.

El felino estaba en la posibilidad de acceder a un tipo de poder que él mismo ya conocía; pero el hecho de haberlo utilizado le daba a él la ventaja, y una suerte de desinterés en las probables consecuencias. Incluso una derrota ante un ser de energía lo había hecho mejor.

—Sí, dijiste que había una complicación.
—Los datos que me entregaste de tu... experiencia pasada...no son los mismos que he detectado a través del radar.
— ¿Cómo es eso?
—Al parecer —replicó la araña—, luego de tu "experiencia" con los discos, estos también cambiaron. La frecuencia sigue siendo la misma, pero el espectro electromagnético ha cambiado. Antes era un tipo de energía fuerte, cambiante y salvaje, pero ahora parece ser sólo estable.

Megatron pasó a modo bestia y continuó su avance a paso decidido.

—Eso significa que esta vez, la batalla no es la mejor opción —reflexionó el líder predacon mientras continuaba su avance—. Y también significa que no somos los únicos en esa dirección. No pierdas el paso.


4


Hasta el momento en que los discos dorados comenzaron a brillar, uno en poder de Tigreton en la tierra, y el otro en el de Airazor en el cielo, Blackaracnia no había hecho más que estar inmóvil, a muy poca distancia de ellos; su pretendiente Silverbolt estaba cerca de ella, mirándola de reojo como todas las horas anteriores hasta ese momento, pero los pensamientos de la arácnida estaban en otra parte. Su despertar había sido tormentoso, solitario, en una situación donde sentía la energía correr a su alrededor y por su cuerpo, cambiando su forma; estaba dentro de la vaina y quería gritar de terror, pero siguió ahí sola, durante lo que le pareció una eternidad. Después salió y siguió sola, de modo que cuando los encontró a ellos, y ambos la acogieron y la entendieron, sintió que había encontrado un rumbo en su existencia.



—A partir de ahora, junto a mi consorte Airazor, los guiaremos en esta cruzada, donde el poder que nos ha sido concedido será esparcido a todos y por todos, para justicia y paz.

Escuchó las palabras de Tigreton de forma ausente, sin saber muy bien qué era lo que sucedía; sus sentidos eran muy desarrollados, de modo que en el corto tiempo que tenía en ese planeta, ya conocía quizás mucho más que la mayoría: algo no estaba bien, o dicho de otra manera, algo había cambiado de una forma que no era la correcta ¿De qué podría tratarse? Algo en su interior alertaba aún más los sistemas, diciendo a sus sentidos que no debía, que no podía ¿No podía qué, no debía qué? Mientras la reina de esa zona elevaba el vuelo con el disco sujeto entre sus patas, desplegando un brillo que parecía buscar el que emitía el disco sujeto por Tigreton en alto, Blackaracnia entendió; no desde la razón, sino desde la percepción.

—Tengo que salir de aquí.

Hizo ademán de moverse, pero Silverbolt se interpuso en tu camino, susurrando alarmado.

— ¿Qué sucede princesa?
—Déjame pasar, tengo que irme de aquí.
—No digas tonterías —murmuró él—. Nos han explicado con claridad que tenemos que estar quietos hasta que terminen el ritual.

¡De eso se trataba! En ese momento la razón completó el panorama que antes estaba apareciendo en su mente, de una forma concreta y por cierto, aterradora. Silverbolt pareció adivinar sus pensamientos, y la sujetó por los brazos.

—Tenemos que mantener el orden.
— ¡Suéltame estúpido! —exclamó ella fuera de sí— ¿Qué no entiendes lo que está pasando, no comprendes lo que nos van a hacer?

Sus gritos despertaron el interés de los demás, pero ya era tarde; la luz de ambos discos se unió en el aire, formando un arco que comenzó a moverse por sí solo, como si la energía emanada desde ellos hubiese estado incompleta hasta entonces. Blackaracnia supo en ese momento que no podía perder ni un momento más.

—No nos van a "hacer" nada —replicó él intentando calmarla—. Sabes que tenemos un objetivo.
—No, ellos están equivocados ¡Suéltame!

Consiguió soltarse de él, pero el alado intentó nuevamente interponerse en su camino, mientras alrededor la luz comenzaba a expandirse, con un brillo plateado sobrenatural.

—No tienes más opciones: O vienes conmigo a vivir, o mueres junto con ellos.

Silverbolt negó con la cabeza, dudando de cuál era la decisión que debía tomar. Ella no esperó más y pasó a modo alterno, arrojando una potente tela a un árbol cercano; con un tirón salió despedida hacia adelante, sin mirar lo que estaba sucediendo atrás, sólo pensando en que tenía que poner toda la distancia posible entre ella y aquella energía, que como un manto de luz comenzaba a extenderse por toda la superficie. Corrió y saltó, usó su tela para lanzarse desde árboles a rocas, eligió un camino ascendente por una colina, y al fin cuando estuvo a suficiente distancia, se detuvo y miró atrás.

—Oh no...

Lo que en un momento había sido un monte sobre el que se reunió el grupo encabezado por Tigreton y Airazor, en esos momentos era una gran mancha de luz, que se extendía sin detenerse, aunque a un ritmo lento; el silencio era estremecedor, como si toda la vida alrededor hubiese escapado ¡Eso era! Todos los seres vivos que podían moverse habían huido, tan pronto como sintieron esa descarga de energía, y era ese el motivo por el que se sentía tan atemorizada al desplegarse la luz de los discos. Eso significaba que era algo contra la naturaleza, y no en favor de ella como ambos les habían dicho con tanta firmeza durante la jornada nocturna ¿Acaso sería un error de ellos? Incluso con el temor y la desconfianza que había vuelto a nacer en su interior, no conseguía pensar en ellos como un agente maléfico ¿Cómo era posible entonces que no pudieran comprender que estaban a punto de desencadenar algo que no eran capaces de controlar? Por seguridad, optó por seguir hacia lo alto de una colina cercan al sitio en donde estaba, y desde donde tenía mejor visibilidad: ni un solo movimiento, sólo esa mancha, como sangre metalizada esparciéndose a través del agua en un lago calmo. Sintió pena por Silverbolt, quien tendría que haberla acompañado, pero que sin embargo había optado por quedarse, haciendo caso omiso a sus instintos. ¡De eso se trataba! Tigreton y Airazor querían hacerse uno con la naturaleza, y estaban tan obsesionados con esa idea, que olvidaron que ellos mismos no son parte de esa vida originaria; no importa cuánto puedan parecerse, o siquiera cuánto quieran respetar y proteger, ellos son organismos de otro sitio, de un planeta mecánico. de pronto algo surgió muy cerca de ella, y la arácnida soltó un grito de terror.

— ¡Por el allspark!

Retrocedió asustada cuando una figura descendió muy cerca de ella. había llegado en un vuelo silencioso, oculto en las luces de la mañana ¿Cómo podía disimular su presencia a pleno sol? El cuerpo descendió, y se quedó quieto, hasta que ella pudo distinguir de quién se trataba.

—Oh no...

Era Silverbolt, pero de lo que ella conoció de él, casi no quedaba nada. Dedujo que la energía lo había atrapado, carcomiendo su cuerpo desde fuera: las alas no eran más que un grotesco armatoste con multitud de cables y circuitos expuestos, mientras que el cuerpo, destrozado por esa energía, bullía en micro explosiones, el rostro contorsionado por una mueca de dolor.

—P....hdj...perdóname... no quise esc....cucharte...

Su ruego de perdón no fue acompañado de ningún gesto de acercamiento. Aun en su agonía, Silverbolt entendió que estaba siendo afectado por un tipo de agente corrosivo, por lo que evitaba el contacto con ella. Sin embargo, al mismo tiempo, estaba sufriendo un terrible dolor, mismo que lo había llevado hasta ahí, en busca de alguien que pudiese dar respiro a ese tormento.

—Lo siento Silverbolt —murmuró ella, conmocionada por la visión que tenía en frente—. Ahora no hay nada que pueda hacer por ti.

Sin embargo él, intentando mantenerse inmóvil, elevó uno de sus brazos, indicando hacia el centro de su propio pecho.

—Hay alg....jsllll....go...tú...pue-ddd-es terminar con esto...

No cabía duda de lo que le estaba pidiendo. A pesar de la naturaleza asesina que había sido implantada en su ser desde el momento del escaneo de la forma alterna en la superficie de ese planeta, y de la obvia reacción de extrañeza ante la aparición y aparente devoción de él, algo en su interior evitaba que pudiese actuar de forma agresiva; incluso en el momento de poner en primera prioridad su propia seguridad, algo la impulsó a decirle que huyera junto con ella. Pero ahora ya no podía salvarlo.

—Lo siento.

Por un momento la voz de Silverbolt volvió a ser la misma de la jornada pasada, tierna y respetuosa, a la vez que atenta y pasional, como la atención que le demostró desde el primer momento de verla.

—Está bien. No temo de lo que pueda pasar, si es a ti a quien estoy viendo.

Blackaracnia apuntó directo al pecho, en donde el spark casi estaba expuesto debido a las gravísimas heridas. Al realizar el disparo, él cayó de espalda, casi sin hacer ruido, como si se hubiese tendido por acción propia. La arácnida miró el suelo a su alrededor y vio que habían rastros de algún tipo de sustancia, del mismo color plata que la energía desplegada por los discos dorados; estaban carcomiendo la hierba y la tierra misma ¿Es que no iba a parar?

—Los discos deben ser destruidos —dijo con determinación—, o dentro de muy poco, no habrá ningún planeta que salvar, o por el que pelear.


5


Optimus y los demás alcanzaron por muy poco a poner distancia entre ellos y la estampida, y la experiencia para todos fue intensa; aunque para Rhinox, el nivel de confusión fue enorme, ya que sus radares y sensores enloquecieron con las miles de señales captadas tanto de los movimientos terrestres, como con las diversas frecuencias de sonido emitidas por los seres vivos de toda especia, que escapaban lo más rápido que sus medios les permitían. Una vez que los animales escaparon, lo que quedó en el camino de las bestias mecánicas fue solamente el silencio, un aterrador silencio que demostraba que en kilómetros a la redonda todo había quedado desierto. Entonces el cielo se iluminó, y vieron el surgimiento de una enorme luz plateada en el cielo.

—Mis sensores están otra vez al máximo —vociferó Rhinox—, pero no es la misma sensación de antes ¿Qué diablos está sucediendo?

Optimus contempló en silencio durante unos momentos la masa de energía sobre el cielo: de alguna manera era como si la hubiera visto antes ¡Por supuesto! Estaba en dirección al sitio que Dinobot les indicó como punto de caída de los discos, y además estaba a medio camino de los territorios antes anunciados como dominio del tigre.

—Algo muy malo está pasando en el sitio en donde cayeron los discos dorados —replicó Optimus—. La energía de los discos ha cambiado, se ha convertido en algo peligroso luego de que Megatron intentara manipularla a su antojo; incluso desde esta distancia, es como si pudiera sentir que la tierra se estremece ante el movimiento de aquella masa de energía.

Rattrap en tanto, estaba mucho más preocupado de la parte práctica de la situación.

—Optimus, espero que lo sepas: si vamos hacia allá, todos vamos a morir.


Sin embargo, en vez de ordenar silencio, el líder estaba pensando más allá de lo que sus propios ojos veían.

—Te equivocas Rattrap; si esa masa de energía no es detenida, todos moriremos en la superficie de este planeta.



Próximo capítulo: Bestia, nunca más


Broken spark Capítulo 13: Tecnología obsoleta




Megatron estaba probando sus nuevos aditamentos, momentáneamente olvidado de los detalles de la batalla que se estaba lidiando en ese planeta. Tenía cosas que le resultaban más gratificantes, por el momento. Descubrió que su nueva apariencia de tiranosaurio conservaba la fuerza y poder de origen, pero tenía muchas cosas nuevas: la coraza transmetálica resultaba ligera, y sus sistemas internos indicaban un incremento muy positivo en el balance, la aceleración y el rango de disparo, por lo que estaba en mejores condiciones que antes de tomar bajo su control el  disco dorado y sumergirse en esa enorme fuente de poder, de momento perdida. Además, tenía un tercer modo, en el que podía desplegar poderosos propulsores desde los costados, lo que significaba que su medio de transporte no sólo sería el terrestre; sin una base y con las fuerzas predacons disminuidas, resultaba obvio que ese aumento era necesario, ya  todas luces oportuno.

—Sé que estás cerca, tus patas de araña no son tan silenciosas como para burlar a mi nuevo sistema auditivo.

No se movió, mientras atrás, a cierta distancia, el movimiento continuaba a niveles casi imperceptibles para cualquier especie, la cual en determinado caso habría  caído en la trampa; Tarantula emergió de entre las rocas a poca distancia del lago, luciendo su nueva apariencia transmetálica: resultaba agradable esa mezcla perfecta de fuerza y velocidad, junto a la opción de cambiar a un tercer modo de desplazamiento, lo que abría muchas opciones de cacería. Además, ya había verificado que su resistencia al energon aumentaba en este nuevo estado, lo que en modo robot resultaría satisfactorio.

—Megatron, veo que también has evolucionado.

Ambos se enfrentaron. Megatron no consideraba que alguno de sus seguidores hubiese sobrevivido a lo último, mucho menos Tarantula, que estaba en el centro mismo de la explosión que arrasó con su base, pero tenerlo ahí sería una ayuda para sus propósitos, al menos de momento.

—Lo transmetálico es lo necesario para reformar este mundo —sentenció el líder predacon—, y tú y yo lo llevaremos a la máxima expresión. Ha llegado el momento de someter este mundo a mi poder.
—Como ordenes Megatron ¿Cuál es tu orden?

El líder lo meditó un instante.

— ¿Has tenido señales de los demás?
—Ninguna hasta el momento, señor. Después de la explosión y la subsecuente tormenta, creo que las fuerzas han quedado disminuidas en número. Pero esto que nos ha ocurrido a nosotros también podría haberle sucedido a los maximales.

Las estrategias estaban en juego incluso en esos momentos; Megatron supo que la confianza que podía depositar en Tarantula no sólo era relativa, sino que además peligrosa; pero lo necesitaba, a él y a cuántos pudiera utilizar hasta recuperar los discos dorados.

—El peligro que representan los maximales es relativo, de momento tengo otras prioridades. ¿Puedes escanear los rastros del disco dorado por la energía emanada en mí?

Tarántula pasó a modo robot, y utilizó el lector de su antebrazo para verificar las lecturas, aunque ya desde antes las conocía por las que él mismo detectaba; en el caso de Megatron, eran índices altísimos.

—Ya tengo aislada la lectura del espectro de energía —confirmó mirando al horizonte, donde el cielo nocturno ya se encontraba en calma—. De momento puedo rastrear en distancias pequeñas, pero si se trabaja en un radar, aunque sea rudimentario, podríamos dar con él en sólo algunos clics. Podríamos volver a la base a buscar implementos.
—La base debe estar destruida, sino por causa de la bomba, por efecto de la tormenta, recuerda que se produjo más cerca de nuestro asentamiento que del de ellos. Pero si es por conseguir insumos, la base maximal no sólo nos ayudará, sino que además podremos investigar algunos asuntos que tengo en mente.


2


Optimus enfrentó al visitante que los miraba en calma, sin alterarse, aunque manteniendo cierta distancia con ambos maximales.

— ¿Qué es lo que quieres ahora, Dinobot?

El otro ignoró el tono desafiante, y decidió ir directo a lo que le interesaba.

—He venido ante ti, con humildad.

Optimus no reaccionó de inmediato, porque se quedó de una pieza ante las palabras de Dinobot, pero sobre todo, su actitud. El saurio pasó a modo robot, y dejó sus armas en el suelo, abandonando cualquier acción ofensiva.

— ¿Qué es lo que pretendes?

Dinobot había seguido una ruta mental mucho más larga que la física, para llegar ahí; veía el cambio en el cuerpo del líder maximal, y podía intuirlo en Megatron, pero él mismo vivía una transformación mucho más importante en esos momentos.

—Excusarme de mis actos pasados no cambiará nada de lo que he hecho —dijo con firme determinación—. Decir que Megatron me infectó a mí con el virus para que yo actuara en su nombre sin saberlo, tampoco, pero en mi defensa puedo decir que pude deshacer parte del daño inflingido a tus huestes, no sin costo para ellas, por lo que veo.

Rhinox mantenía un absoluto silencio; estar ciego le había permitido, aun en corto tiempo, descubrir nuevas formas de absorber la información, que iban más allá de evaluar los resultados de análisis de los distintos sistemas enfocados a moverse de la mejor manera posible. Y la voz de un sujeto decía mucho más que sus palabras; se trataba de imperceptibles variaciones en la energía emitida, el tono y la pronunciación misma. De ello se podía deducir mucho.

—Dime adonde quieres llegar.
—Quise conseguir los máximos objetivos —afirmó el saurio, con voz al mismo tiempo nostálgica, pero triste—. Pensaba que consiguiendo los discos dorados conseguiría la gloria y el renombre de cybertron para mí, pero me equivoqué, y en medio de esa errónea ruta causé perjuicios que no puedo compensar. Creí que tanto Megatron como tú eran representantes modernos de historias pasadas de guerra absurda y sin sentido, pero al verte enfrentar al gigante de energía, entendí que él es la representación del caos y la destrucción, no como tú. Tú tienes dentro de ti un ideal más grande que tu propia spark, y esa esencia no ha sido corrompida ni siquiera por tu cambio físico; estoy aquí porque sé que Megatron debe ser detenido, y quiero ofrecer mi ayuda en tu cruzada por detenerlo.

Optimus guardó silencio mientras escuchaba el sincero discurso de Dinobot. Desde su propia experiencia sabía lo que aquel veneno era capaz de hacer, y lo difícil que resultaba, en primer lugar resistirse a sus efectos, y en segundo, separar dentro de la mente la verdad de las instrucciones que el mecanismo de aquel producto generaba. Rhinox se acercó de modo imperceptible y puso a tientas, pero con increíble precisión, una mano en el hombro del líder; le estaba expresando su consentimiento con el sentir expresado por el saurio ¿Acaso su nivel de percepción habría aumentado al perder la capacidad de visión?  Pero por alguna razón, quizás incluso por el riesgo extremo al que estaban sometidos, Optimus también pensaba que Dinobot estaba diciendo la verdad.

—Sabes que es muy difícil creer en tu palabra, después de todo.
—Estoy conciente de ello y no pretendo que creas en mí; sin embargo, en el escenario en que te encuentras, necesitas toda la ayuda posible, y nadie conoce a Megatron como yo. Te ayudaré a encontrarlo, y detenerlo.

Rhinox intervino con calma en la voz; sabía muy bien qué preguntar.

—Viniste aquí con un plan, supongo.
—Más que un plan, sé lo que Megatron va a hacer: ahora que sus fuerzas están mermadas y no tiene el disco dorado en su poder, necesita reponer su armamento.
—Irá de regreso a su nave.
—No —corrigió Dinobot—. Su nave ya fue muy dañada con la explosión, y además de eso, la tormenta que él mismo generó causó daños mayores. Irá al único otro sitio en donde sabe que puede encontrar suministros y armas: tu nave.

Optimus hizo una pausa, desviando la mirada hacia el cielo; las cosas estaban mal, pero ahora de un modo distinto al que esperaba minutos antes.

— ¿Te das cuenta que esto nos deja en la misma situación que antes con respecto a los predacons?
—Lo sé, pero Megatron no comete el mismo error dos veces: esta vez irá a buscar armamento y provisiones, y después irá por los discos, teniendo en la mira a cualquier superviviente para eliminarlo.
— ¿Y tu propuesta es?
—Encontrar los discos antes que él.

Antes que pudiera decir algo más, un disparo por la espalda lo derribó. Rhinox y Optimus se pusieron en guardia ante el misterioso atacante, pero después de unos momentos, quien se dejó ver era alguien a quien el líder maximal no esperaba.

— ¡Rattrap!

El aludido lucía una apariencia transmetálica: había aumentado de tamaño, se veía más robusto y el metal brillante relucía bajo la luz nocturna, lo mismo que el rifle que llevaba en las manos.

—Sí, soy yo, no esperen a alguien más.

Optimus ayudó a levantarse a Dinobot, mientras hacía gestos para el el roedor bajara el arma.

—Baja esa arma Rattrap.
—Oh no, de ninguna manera, ya hemos pasado por esto antes, y ahora voy a matar a ese asqueroso y repugnante saurio antes que pueda hacer algo más en nuestra contra.
— ¡Dije que bajes el arma!

El grito de Optimus atronó en la noche; Rattrap dudó unos momentos, pero al final se rindió ante la potente mirada del líder maximal y bajó el arma.

—Escucha muy bien lo que voy a decir: Estoy contento de que hayas regresado con nosotros, sé que eres un buen guerrero y entiendo que pasaste por un momento difícil luego de lo ocurrido con el veneno, pero no vas a volver a pasar por sobre mi autoridad.

Rattrap no podía quitar los ópticos de Dinobot, quien permanecía quieto, ignorando su presencia, mientras miraba a Primal.

—En cuanto empezó esa tormenta supe que no podía seguir ahí tirado en los restos de la base predacon —dijo en voz baja—, pero no vine aquí para volver a caer en las mismas trampas que nos tienen en estas condiciones.
—Entonce vete.
—Optimus...
—Lo digo en serio, Rhinox —enfatizó el líder—. Tal vez no tengo la experiencia necesaria, y he sido débil e indeciso en el pasado, pero llegado a este punto, tomé la decisión de detener a Megatron, cueste lo que cueste, y nadie se va a interponer en ese camino, ni siquiera ustedes. Eres bienvenido en el grupo y espero tu mejor participación Rattrap, pero si no estás dispuesto a seguir mi plan, te dejaré atrás.

El incómodo silencio que siguió fue bastante extenso; pero al final el roedor accedió.

—Está bien, las cosas se harán como tú digas.
—Dinobot viene con nosotros, nos ayudará en la búsqueda del disco dorado. Tú vas a encargarte de asistir a Rhinox para que podamos movilizarnos con más rapidez. Dinobot ¿Pudiste ver en qué dirección salieron despedidos los discos dorados cuando terminó la tormenta?

El saurio recuperó sus armas, tras lo cual miró hacia el cielo.

—Estaba a suficiente distancia de eso para ver el enfrentamiento, pero el despliegue de rayos era muy fuerte; sin embargo, creo que es en esa dirección, hacia el territorio helado.

Rhinox recordó con pesar el momento en que él y Cheetah se separaron, lo que no sólo traía malos recuerdos por lo que tenía que ver con su amigo ya desaparecido, sino además por el visitante extraño.

—Escuchen, si los discos están en esa dirección, es probable que haya un problema adicional. Al momento de llegar a la base de Megatron, apareció otro robot, un tigre que dio advertencia de destruir a quienes se acercaran a su territorio.
—Es probable que se trate de alguno de los robots procedentes de las vainas que cayeron por todo el planeta —reflexionó Optimus—. Sin el control adecuado, puede haber salido de su interior y trastornarse. ¿Dijo algo más?
—Sí. Dijo que iba a gobernar a toda forma viviente sobre la faz de esta cuerpo celeste.




Próximo capítulo: Elegir entre enemigos

Broken spark Capítulo12: Sincronía





Airazor, Tigreton y Silverbolt terminaron su viaje cuando ya estaba bastante entrada la noche y la luna resplandecía en el cielo, haciendo olvidar los estragos que la tormenta de energía causó en el lugar algunas horas antes; el sitio acordado para el descenso fue un claro al interior de un bosque muy tupido, en un punto intermedio entre la zona nevada vigilada por Tigreton y el territorio de Airazor.

—Este lugar es muy hermoso.
—Es un ejemplo de cómo la vida sigue y suma día a día —explicó Tigreton—, y es lo que tenemos que preservar.

En ese momento la aguda visión de Airazor detectó algo a cierta distancia.

—Blackaracnia ha llegado, y al parecer no viene sola.

Silverbolt volteó en la dirección que indicaba Airazor, pero no vio nada; creyendo por un momento que podría tratarse de un error, miró al águila, pero ella mantenía su serena mirada en la misma dirección ¿Acaso podía ver algo que él no? Después de un largo rato, el follaje en los árboles se removió, pero aún no podía ver nada; la voz, suave y sigilosa, era distinta a lo que se esperaba de ella pero ¿qué era lo que esperaba?

— ¿Es seguro, madre, padre?
—No temas hija —dijo Tigreton con tranquilidad—. Estás en confianza.

Por primera vez la araña se dejó ver entre las ramas, desplazándose como si flotara o no necesitara utilizar sus múltiples extremidades para hacerlo. Después de permanecer unos instantes quieta, mirando a los que la enfrentaban, se convirtió a robot, revelando su figura sugerente y de movimientos sinuosos, y la mirada aguda que se dirigió de forma directa a él.

—Parece que hay noticias.
—Así es, y es u gran momento —comentó Airazor—. Queremos que conozcas a Silverbolt, acaba de unirse a nosotros.

Ambos se miraron en silencio, estudiándose con detención, Blackarachnia observando con curiosa atención, Silverbolt cautivado por la extraña y a la vez innegable belleza de la fémina; después de unos instantes de silencio, él también se convirtió a robot y se inclinó, poniendo una rodilla en tierra, sin dejar de mirarla directo a los ojos.

—Eres como una aparición frente a mi, Blackarachnia, estoy encantado.

Ella desvió la mirada hacia los otros dos, un poco divertida por la ceremoniosidad con la que se expresaba Silverbolt.

—Es un gusto supongo.
—Tigreton dijo que eras única en tu especie y tuvo razón; resultas apabullante a la vista.

Ella no respondió, algo confundida por la forma de hablar de él; cambió de tema de inmediato.

—He encontrado a un nuevo hermano para nosotros.
—Eso es maravilloso —comentó Airazor—. Precisamente estábamos hablando de la necesidad de encontrar a los otros que están perdidos en este planeta.
—Lo he traído.

Blackarachnia guió al resto del grupo entre los matorrales y árboles contiguos al terreno en donde se encontraron: una vaina stasis figuraba colgada de la tela de araña, lo que demostraba que ella la había arrastrado hasta ese sitio.

— ¿Sabes si escaneó algo?
—No desde que la encontré —repuso ella—, no ha hecho nada en absoluto, así que pensé que lo mejor era que ustedes decidieran qué hacer.

Tigreton y Airazor se acercaron a la vaina y la descolgaron con lentitud, sin mencionar que ninguno de los dos sabía con exactitud la forma en que funcionaban las vainas; sabían que debían realizar un análisis del terreno en busca de una forma con la que realizar la modificación corporal y, a través de ello, adquirir un modo alterno. Por suerte, al momento de dejarla sobre el suelo, la vaina mostró una reacción, y el escáner analizó el terreno; después de unos momentos la tapa de la vaina se abrió y emergió de ella una forma nueva.


2


Rhinox estaba confundido acerca de las señales que identificaba a su alrededor, ahora que la tormenta había terminado; llevaba bastante tiempo en el mismo sitio, identificando ruinas y escombros, sin poder avanzar pero al mismo tiempo detectando unos niveles que no conseguía establecer con claridad.
Cuando sus sensores auditivos descubrieron un murmullo, se puso en alerta.
Cerca de él había algo, o alguien, que emitía un lastimero sonido ¿De qué podría tratarse? No era un animal de la zona ¿o tal vez uno herido? Le parecía extraño, ya que en uno de sus primeros estudios había concluido que las formas de vida tenían un avanzado sentido de la supervivencia, y ante desastres naturales tendían a esconderse en sitios seguros, por lo que estar en descampado ante una tormenta de semejantes dimensiones, y que se extendió por bastante tiempo, no era esperable que estuvieran en el exterior, y la tormenta terminó de forma abrupta, sin consecuencias.

— ¿Quién está ahí?

Por un momento se sintió angustiado: se trataba de uno de ellos; no lo supo por los informes de los sensores, simplemente lo supo, y algo en su interior le dijo que así era. La pregunta crucial que surgió en su mente, y que hacía lucir de verdad estúpida su acción de hablar en voz alta era ¿Maximal o Predacon? No lograba determinar el punto exacto de dónde venía la débil señal y el murmullo, y estando ciego, no tenía las mejores opciones de descubrir mucho más. De pronto una mano lo sujetó de una pierna.

—Ahh...ahh...

Algo extraño en la voz: no la reconocía, ni de sus aliados ni de los enemigos. Eso podía significar que fuese uno de los robots despertados desde las vainas stasis, y por ende un peligro potencial que desconocía por completo.

— ¿Estás bien?

No se movió, y en cambio, se inclinó para poder alcanzar la mano; con lentitud descubrió que el cuerpo estaba sepultado bajo una pila de escombros. Comenzó a removerlos siguiendo el contorno del brazo, y al cabo de unos momentos la figura cobró un poco más de libertad y empezó a sacudirse, lo que facilitó que entre ambos pudieran liberarse.

—En el nombre de los Primes ¿Qué te sucedió Rhinox?

El aludido se puso de pie, confundido.

— ¿Quién eres?

Optimus observó con detenimiento a su amigo; tenía una serie de heridas menores en el cuerpo, pero lo que resultaba de verdad preocupante era la lesión en el rostro; entonces supuso que, durante la tormenta generada por la demencial acción de Megatron, el científico hubiese sido tocado por un rayo que quemó sus ópticos.

—Lo lamento amigo mío, no lo noté a primera instancia.
— ¿Optimus?
—Sí viejo amigo, soy yo.
— ¿Qué te sucedió?

Se refería a la voz. Optimus miró sus manos, comprendiendo a primera vista cuál era la diferencia fundamental; en el instante de la tormenta, luego de la caída de Cheetah, fue alcanzado de lleno por un rayo, después de lo cual perdió el conocimiento, llegando a creer que iba a morir por causa de la descarga. Ahora podía ver en sí mismo, y detectarlo a través de los sistemas internos, que no sólo estaba vivo, también había cambiado: su coraza se había vuelto transmetálica, incorporando la tecnología cybertroniana de origen tanto al modo robot como al alterno. Su sistema indicaba también que los niveles de rango, fuerza, precisón y potencia de tiro eran mayores que antes, lo que significaba una inesperada, pero oportuna evolución.

—Fui cambiado por la energía del disco.
— ¿A qué te refieres?
— ¿Dónde estuviste después del ataque? —repuso el líder, pero de inmediato reformuló—. Lo siento viejo amigo, nunca quise...
—No es necesario que lo expliques —lo interrumpió Rhinox—. Entendí lo que pasó en ese mismo instante, cuando Dinobot los contagió con el veneno; pero al mismo tiempo supe que intentaste resistir lo más posible y evitar hacernos daño.

Claro que lo había intentado, pero era demasiado tarde para algunos.

—Lo intenté, pero fallé, y ahora todo es peor.
—Dime qué sucedió exactamente.

Sucedió un silencio, que el científico pudo identificar con toda claridad. Lo lamentó en su interior, pero en realidad las cosas habían llegado muy lejos como para quedarse así.

—Escucha Optimus, puede que esté ciego, pero no he perdido el resto de mis facultades. Sé que esa tormenta no es de origen natural, y puedo deducir que las cosas van de mal en peor. Soy tu amigo y seguidor, no me dejes en las sombras.

Optimus sintió un profundo respeto por Rhinox, y decidió actuar de acuerdo con eso. Ya sabía lo que estaba sucediendo en otro sitio.

—Megatron encontró un segundo disco dorado en las profundidades de una cueva bajo el territorio en donde estaba su nave,y lo utilizó para convertirse en un gigante de energía: eso es lo que provocó la tormenta. Rattrap abandonó la batalla y perdió las ganas de vivir, y Cheetah...fue afectado por la onda energética y realizó el máximo acto de heroismo, sacrificándose para detener a Megatron. Pero murió en el intento. No queda nadie más Rhinox, y ahora mismo es muy posible que Megatron siga con vida, teniendo en su poder alguno de los dos discos, habiendo evolucionado a lo transmetálico, o incluso ambos, con lo que la amenaza que representa es de un nivel incalculable. He fracasado como líder de este grupo.

Rhinox preveía la muerte de Cheetah, pero saber que ya era una realidad no disminuía la tristeza por ello. Sin embargo, las opciones seguían siendo las mismas.

—No has fracasado Optimus, has estado enfrentado a situaciones que superan los recursos que tienes; cualquier otro habría sido derrotado, pero tú sigues aquí.
—Resulta difícil enfrentar lo que ha sucedido, y las responsabilidades que me corresponden; inclusive tu estado es culpa mía, te empujé a eso y es mi fracaso.
—No, no lo es —insistió Rhinox—. Mientras estemos aquí y podamos continuar, no has fracasado.

Una voz interrumpió a ambos. Destilaba fuerza y seguridad.

—Lo que dice es cierto, Optimus. No has fracasado, y tampoco estás solo.


3


Megatron surgió de entre los escombros, y se encontró cerca de un lago; caminando con lentitud, aún reponiéndose de la experiencia vivida poco antes. Después de experimentar todo ese poder, la sensación de pérdida era desconcertante, pero al mismo tiempo sentía que las cosas no habían regresado al punto de origen ¿Qué era lo que cambiaba? Mirando alrededor comprobó los resultados del despliegue de energía: escombros, zonas humeantes, y nada de actividad alrededor; a todas luces estaba a bastante distancia del sitio en donde había emergido y luchado con esa forma de energía maximal, pero lo que de verdad parecía preocupante era que ya no tenía consigo el disco dorado, y no había la más mínima seña del segundo disco, el que permitió que
adquiriera aquel poder.
Sin embargo, a pesar de la derrota, se encontraba en buenas condiciones, y se sentía extraño, distinto ¿De qué podría tratarse? Al acercarse al lago vio su reflejo en la superficie del agua, y entendió qué era lo que afectaba a su cuerpo, y que lo hacía sentir diferente.

—Una coraza transmetálica —dijo apreciando su nueva apariencia, refulgente aun entre la oscuridad de la incipiente noche—. Entonces, no he perdido la guerra, he iniciado una nueva etapa. Con este poder, mis objetivos están más cerca que antes.

La risa de Megatron se escuchó en el vacío de la noche, y a cierta distancia, alguien lo escuchó y supo que no era el único cuyo cuerpo había cambiado.



Próximo capítulo: Tecnología obsoleta

Broken spark Capítulo 11: Dinastía bestia




Para el momento en que comenzó la tormenta de rayos, Tigreton estaba sobrepasando el perímetro en donde estaba el centro de aquel extraordinario fenómeno, corriendo en forma zigzagueante para evitar los impactos sobre la tierra. En un  momento uno de ellos estuvo a punto de golpearlo, pero el felino hizo gala de sus impresionantes reflejos y esquivó por la mínima la descarga que podría haber acabado con él; alrededor, en las planicies, e incluso en los bosques cercanos, todos los animales corrían despavoridos buscando refugio, mientras la tormenta causada por esos espectros gigantes seguía destrozando la tierra y arrancando porciones completas con cada uno de esos impactos.  Al tiempo que corría, el tigre miró hacia el cielo y vio con espanto como un ave caía en picada, perdiendo el control por la onda expansiva de un rayo que pasó a muy poca distancia. Entre el humo expandido en el suelo y el polvo en suspensión, Tigreton no supo de quién se trataba, pero apresuró aún más el paso a fin de adrle alcance; logró llegar hasta la zona en donde iba cayendo, pasando a modo robot, dio un salto, atrapando al ave aturdida: de inmediato notó que no se trataba de Airazor, pero por suerte el ave se encontraba en buenas condiciones, de modo que la dejó protegida en una pequeña caverna para que recuperara sus fuerzas.

—Descansa, estarás bien.

El ave se quedó quieta en el suelo sin demostrar ningún temor hacia él. Tigreton volvió a modo bestia y siguió corriendo a toda velocidad, tratando de dar con el paradero de Airazor.


2


Cuando recuperó el conocimiento, Rhinox no sabía en donde estaba pero sí supo de inmediato que la situación en la que se encontraba no era de las mejores; al parecer no tenía heridas que le impidieran moverse, pero la explosión dentro de la nave de Megatron, generada luego de su enfrentamiento con Tarantula, lo había arrojado a través de un muro de metal, fuera de las instalaciones. Lo que en un principio podría haber parecido un punto a favor, pues lo ponía fuera de la cadena de explosiones que de seguro se producirían a partir de entonces, resultó un peligro mayor, ya que una sección completa del costado de la nave se derrumbó sobre él; de forma providencial quedó bajo una cavidad suficiente como para no ser aplastado, pero le resultaba imposible salir y la temperatura aumentaba segundo a segundo. Sin más oportunidades, Rhinox tuvo que recurrir a uno de sus dos cañones, y disparar a corta distancia esperando no recibir un rebote mortífero, pero antes de que sus acciones pudieran surtir algún efecto, se produjo un cambio inesperado. Alguna estructura grande  de la nave se derrumbó, cayendo sobre aquella que lo mantenía prisionero, colapsando la tierra bajo sus pies. Después de un aterrador lapso de tiempo en el que todo fue ruido ensordecedor y rodar sin dirección, se estrelló con alguna clase de superficie resistente que detuvo su descenso, y algo lo golpeó con tal fuerza que sus sistemas se desactivaron. Una vez que recuperó el conocimiento hizo un escaneo del organismo, encontrándose con la sorpresa de que sus ópticos habían recibido daño térmico superior al 75%, por lo que en esos instantes y sin material técnico con el que poder trabajar, se encontraba ciego. Superada la sorpresa inicial, entendió que no tendría otra alternativa que utilizar todos los medios alternativos de localización para poder desplazarse: activó el sensor de movimiento, la geoposición, el escáner de sonido, la detección de pulsos electromagnéticos y el reconocimiento táctil; en un principio el resultado fue abrumador, había experimentado con los diversos sistemas pero jamás todos a la vez, por lo que el flujo de información fue enorme, sin embargo comprensible, y además proporcionaba una imagen mental bastante clara sobre dónde estaba. Estaba en el interior de un túnel subterráneo, sin pasos de aire o fluidos, donde la temperatura era por mucho inferior a la que existía en la superficie; lo más seguro es que el suelo bajo la nave predacon, dañado tras la caída de la misma y con ayuda de las explosiones, terminara por quebrarse, haciendo un agujero que lo envió bajo tierra. Pero no se suponía que la temperatura estuviera tan baja ¿un depósito de hielo subterráneo, minerales fríos? La caverna era lo suficientemente alta como para permitirle caminar con libertad, pero comprobaba que no era tan alta al poder alcanzar el techo con los dedos; el reconocimiento táctil le decía que no había muestras de minerales en altas cantidades, de modo que no era un túnel antiguo, y las constantes variaciones en el suelo y las partículas sueltas demostraban la inestabilidad de la conformación. En determinado punto encontró  una abertura en el techo, bastante estrecha para poder ascender apoyando espalda y manos en los costados y, sabiendo que su principal objetivo era salir a la superficie, siguió por esa vía. En esos momentos sabía que, transcurridos varios clics desde su intromisión en la base predacon, las cosas habían cambiado por completo: las peores previsiones hechas antes quedaban muy atrás respecto de lo que estaba sucediendo en realidad ¿Estaría Cheetah aún con vida? Confiaba en que los reflejos del felino, y el estar en compañía de Terrorsaur al momento de separarse, le permitieran ponerse a salvo, o que descubriera el significado del sonido de las explosiones al momento de registrarse; sin duda él no era el más experimentado del grupo, pero sometido a presión, haría su mejor esfuerzo en encontrar las vainas stasis y con ellas armar un nuevo destacamento para poder enfrentar a las fuerzas predacon. Acerca de Optimus y Rattrap, el hecho de que su líder hubiese intentado detenerse a pesar de estar infectado por el virus indicaba que su capacidad de resistencia era superior a lo habitual, pero aún con eso, las posibilidades de que se librara eran mínimas, por no decir nulas; la perspectiva de haber perdido a todo el equipo en batalla era más abrumadora que el hecho cierto de perder la vista, pero en el fondo, eso no cambiaba nada: el objetivo de la misión, tomada por Optimus al momento de entrar en ruta con la nave de Megatron, debía cumplirse si no querían que el funesto pasado volviese a suceder. Pocos minutos después estaba llegando a la superficie, pero en su ceguera se sintió confundido de los resultados que arrojaban los diversos análisis con los que sustituía la capacidad  de ver: después de analizar con más detenimiento entendió que se trataba de una tormenta, pero un suceso que era muy probable en un planeta como ese, además presentaba características de algo que sólo podía suceder en Cybertron. Los niveles de energía suspendida eran enormes e inconstantes, tal y como pasaba en las tormentas solares en su planeta natal ¿Cómo era posible? Ya sabía desde los primeros análisis que los niveles de energon en la superficie de ese cuerpo celeste eran muy altos, pero entre eso y lo que detectaba en ese instante había un tramo largo, y que era preocupante. Apenas alcanzó a caminar algunos pasos, cuando un rayo cayó con enorme poder.


3


Tigreton seguía buscando a Airazor con desesperación, cuando de manera sorpresiva escuchó el agudo tono del graznido de ella, una voz intensa y alargada, que denotaba un fuerte sentimiento, aunque no desesperación. Siguió el curso de la voz hacia unos roqueríos altos, hasta que por fin se encontró con la tranquilizadora visión de la figura de ella, erguida sobre una roca alta, con las alas abiertas en su máxima envergadura, contrastando con el cielo convulsionado donde la oscuridad y los rayos seguían chocando con desmesurada fuerza.

— ¡Airazor! —exclamó con alivio— Estaba angustiado por tu destino.

Ella hizo cambio a modo robot, descendiendo a paso lento, hasta encontrarse con él. Se veía distinta a como estaba la última vez, serena pero al mismo tiempo cambiada, como si hubiese sucedido algo que la hiciera pensar y meditar extensamente; nada que tuviera que ver con la tormenta.

— ¿Estás bien?
— ¿Hace cuánto que no te conviertes a modo robot?

La pregunta lo descolocó.

— ¿Qué? Airazor, hay un grave peligro alrededor, estaba preocupado por ti.
—Debes convertirte a robot.
—Airazor...
—Hazlo —replicó ella de forma imperativa—. Ahora mismo.

La orden no dejaba lugar a otras interpretaciones; sin embargo, durante un instante, Tigreton no supo qué hacer, ni cómo seguir la instrucción recibida ¿Hacía cuánto tiempo que no lo hacía? Sintió un extraño temor, no el tipo de temor que casi lo paralizó al suponer a Airazor en peligro, sino algo más directo, una herida interna que amenazara con poner en riesgo su integridad. Después de angustiosos segundos, al fin logró pasar a modo robot; ella lo miraba de un modo enigmático.

—Tuviste problemas para cambiar —sentenció ella. No era una pregunta—. Estamos en peligro, y he descubierto que el primer peligro al que tenemos que hacer frente, está en nuestro interior.
— ¿A qué te refieres?
—Me sucedió lo mismo que a ti, poco antes que comenzara esa extraña tormenta —explicó en voz baja—. Estaba volando, investigando el terreno y aprendiendo, cuando descubrí que estaba olvidando quién y qué era. Tigreton, nuestra conexión con la naturaleza es tan grande que por momentos olvidamos que somos robots, seres biomecánicos, que si bien hemos nacido, no somos iguales a los seres que habitan los distintos sitios de este planeta; nuestro objetivo de proteger el equilibrio no puede cumplirse si perdemos la habilidad de convertirnos, si nos mimetizamos tanto con el entorno que perdemos la esencia que es nuestro origen, y con ello el poder y las armas con las que podemos enfrentar el peligro.

Hablaba con determinación y pasión; sabía con exactitud de qué estaba hablando, y Tigreton supo que, después de un tiempo prudente, él también lo sabría, aunque en esos instantes le resultara un poco confuso.

—Te agradezco mucho que hayas hecho esto; no sabía que estaba en este tipo de riesgo.
—Hay más —comentó ella—. Tienes que acompañarme, he encontrado algo muy interesante.

Ambos cambiaron a modo bestia y continuaron avanzando, ella flotando un poco adelante, haciendo de guía. Unos minutos después quedaron enfrentados al objeto que ella quería que mirara.

—Es una vaina stasis.
—Así es —replicó Airazor—. Un nuevo aliado en nuestra causa.
—Pero veo que no lo has liberado.

Ella señaló un punto en un costado de la vaina, donde una trizadura resplandecía ante el encapotado cielo de aquella jornada.

— ¿Ha muerto?
—La vaina registra señales, pero no estoy segura de qué es lo que pueda haberle ocurrido al recibir una descarga como esa; en caso de ser necesario, podríamos tener que matarle al salir de ahí.

Enfrentar esa dura decisión junto a él decía mucho de la importancia que Tigreton estaba ganando para Airazor. Con voz más tranquila, el felino asintió.

—Lo entiendo; lo afrontaremos juntos, y veremos si debemos terminar con su ciclo, o acompañarlo.

Ambos activaron el procedimiento en la vaina, para que realizara el escáner del entorno y diera forma a la nueva criatura, pero nada sucedió. Un instante después, ambos se miraron asombrados al entender que el escáner ya había actuado, y que la tapa de la vaina se abría porque el proceso ya estaba terminado. Después de unos segundos, un ser al que ninguno de los dos pudo identificar salió de la vaina, mirando a ambos de hito en hito.


4


Rhinox sintió que el rayo lo consumía por dentro; iba a morir, fulminado por un rayo luego de llegar a ciegas a un punto indeterminado en un planeta desconocido. Iba a morir, dejando casi sin elementos al bando maximal que pudiesen detener a Megatron. Pero ¿por qué no estaba desapareciendo? Suspendido en el aire, en medio de esa oscuridad, aún tuvo tiempo de analizar, y como científico, sabía los efectos que un rayo de alto poder causaba en el cuerpo de un cibertroniano: la coraza metálica se desintegraba, como forma de proteger el cuerpo para evitar la fundición con el organismo, pero al mismo tiempo y siendo sometido a esa presión, los circuitos comenzaban a derretirse, enviando millones de señales de dolor al centro nervioso; luego los conductos de energía se destruían, provocando una serie de reacciones en cadena, hasta que después de una horrible agonía se producía el estallido de la chispa. Sin embargo, a pesar de sentirse en medio de una descarga energética, atrapado y ciego, no evidenció ninguna de estas reacciones; sí, sus indicadores estaban a tope, casi sin poder registrar lo que estaba pasando, pero seguía vivo ¿Qué clase de suceso se estaba dando en esos instantes? De forma tan sorpresiva como inició, el hecho terminó, dejándolo caer al suelo; hizo un rápido análisis de sus sistemas internos, y todos habían vuelto a la normalidad, sin evidenciar un solo rastro de sobrecarga, ni de índices alterados siquiera. Se puso de pie y puso atención en los sensores, atento por si ocurría alguna otra cosa, pero descubrió que la temperatura alrededor estaba regresando a la misma de antes de la intrusión a la nave predacon, y que los sonidos de tormenta habían cesado; un suceso tan extraño como el anterior.
Hizo un rápido escaneo del entorno y descubrió a través de sus resultados que la zona había albergado un monte o algo similar, ya que el número registrado de sedimentos y escombros se condecían con la norma proyectada por un derrumbe o aluvión en situación de tormenta.
A cierta distancia, unas rocas se movieron, y de entre ellas surgió una mano metálica, intentando alcanzar algo en la superficie, o quizás tratando de escapar.


5


— ¿Tienes un nombre, hijo?

El animal de colores grisáceos no contestó por largos momentos; la noche estaba empezando, y así fue como el aparecer de la luna hizo que desviara su vista de los dos que lo miraban, hacia el cielo, un momento antes celeste, ahora empezando a cobrar tonalidades más oscuras. Respondió en voz baja, aún asimilando lo sucedido.

—Soy Silverwolf.
—Mi nombre es Airazor, y a mi lado estás viendo a mi Tigreton. Entiendo que puedas estar confundido acerca de en dónde estás o…

El otro hizo un gesto negativo con la cabeza, pero no para negar sus palabras, sino evidenciando su confusión interna. Acababa de salir de la vaina stasis, eso lo sabía de modo consciente, pero en su interior seguía una sombra de duda, un halo que le impedía entender bien lo que pasaba con él.

— ¿Qué soy?

La pregunta, formulada en voz alta, fue más para sí que para ellos, pero ambos entendían su turbación; su pelaje se fundía con el plumaje de las alas como si fuera un solo manto, su musculatura fuerte era una con las garras de ave; ni uno ni otro, sino una versión única de ambos. Airazor fue la primera en hablar.

—Eres quien tú sientas ser.
—Pero ¿Qué soy?
—Eres parte de nuestra especie, eres nuestro hijo —explicó ella con dulzura—. Somos una raza única en este planeta en donde estamos, y convivimos con nuestras diferencias así como valoramos nuestras similitudes; tú eres parte de nosotros ahora.

Silverwolf no estaba conforme con esa respuesta.

—Lo siento, pero los veo, y ustedes son algo que puedo definir en mi mente, pero yo…es como si a la vez fuera parte del cielo bajo esa luna, y parte de la tierra en donde piso.
—No es el manto que te cubre lo que te define, sino quién tú sientas que eres en realidad. Tienes alas, y fuerza, y una vista como la mía y la fiereza de Tigreton, por lo que eres un ser especial en ti mismo; mientras nosotros hemos encontrado en nuestros mundos interiores una faceta que nos complace, la tuya es una oportunidad de mirar ambos planos, el cielo y la tierra, desde un punto de vista único. Eleva el vuelo, y cuando bajes lo entenderás.

Silverwolf sintió un profundo respeto hacia Airazor; sus palabras sonaban exactamente como el consejo que necesitaba, y su vista aguda era al mismo tiempo enérgica y serena, que lo miraba como si conociera la duda en su interior, y al mismo tiempo lo valorara por eso. Emprendió el vuelo dando un poderoso batir de alas, y tal como ella lo anticipó, esa sensación de fuerza y libertad hizo que por un instante todas sus preocupaciones desaparecieran por completo; vio más y más lejos, cómo a cierta distancia se desvanecían los ecos de una tormenta que sabía había ocurrido, por escucharla de cierta manera antes de salir de la vaina. Descendió, y al tocar otra vez tierra, la sensación fue esclarecedora: no sentía detenerse, sino avanzar de otra manera; no era un terrestre que se alejaba del suelo ni un aéreo que descendía, era ambas cosas a la vez. Y entenderlo hizo que sintiera que estaba todo en orden.

—Tenías razón, ahora entiendo todo.
—Nos alegra que hayas comprendido, hijo.
—Ahora es importante que te unas a nosotros en nuestra causa —dijo Tigreton con fuerza—. Debemos ser los defensores de este territorio, de todo lo que nos rodea, y proteger el ecosistema de las amenazas que, como la pasada tormenta, amenazan con destruir toda la vida.

Silverwolf asintió.

—Soy parte de esto; los ayudaré a mantenerlos así. Pero ¿De quien es que protegemos nuestro mundo?
—De los que son como nosotros —replicó Airazor con pesar—. Los que lo son en cuerpo, pero no en espíritu. Ellos han iniciado una guerra de bestias.

La ofensa que significó para Silverwolf saber que otros como él no entendían la esencia de la naturaleza, como él lo había hecho, y más aún, que ahora eran una amenaza para la vida misma, hizo que enfureciera. Su rugido ahogado por la fuerza se dejó sentir en el inicio de la noche, sentía rabia y no sabía qué hacer con ella.

—Los estamos enfrentando —determinó Airazor con aire tranquilizador—. Las cosas no son sencillas, pero los podremos controlar, por eso es que vinimos a buscarte,  a ti y a tus hermanos, antes que ellos los encuentren y los perviertan con sus malas artes.
—Conocerás a Blackaracnia, quien fue encontrada también por Airazor, y con ayuda de tu gran visión, estoy seguro de que encontraremos a los otros muy pronto.

Airazor elevó la vista al cielo mientras estas palabras eran dichas. La tormenta no era sólo un mal presagio, era símbolo de que algo muy perjudicial ya estaba ocurriendo, a muy poca distancia de ellos. Resultaba entonces de importancia máxima reñirse con su silenciosa hija, y juntos, encontrar a los demás para poner fin a lo que estaba pasando. Eran la única esperanza de la naturaleza.



Próximo capítulo: Sincronía