Las divas no van al infierno Capítulo 15: Ruleta rusa

Conoce este capítulo al ritmo de esta canción: Roussian roulette


Fernando estaba terminando de atender a una persona en la tienda del centro comercial cuando sacó de su bolsillo el móvil, que anunciaba una llamada.

—¿Por qué no me contestas? —dijo la voz de Márgara a modo de saludo—. Te estoy llamando desde hace rato.

Su jefe en ese momento estaba ocupado y no miraba en su dirección; el hombre se apartó un momento del módulo de atención.

—Cariño, hay mucho público hoy, estamos a tope.
—Eso no me parece suficiente —refutó la voz de ella—, soy tu novia, tienes que cuidarme.

El hombre se llevó la mano libre a la frente y luchó por mostrarse tranquilo.

—Amor, lo lamento en serio, pero no quiero que me regañen en el trabajo.
—Ven a buscarme —la voz de ella se volvió dulce de un momento a otro—, y podrás llevarme a tomar un helado, hace una tarde muy bonita y acabo de pensar en eso durante el almuerzo.

Fernando miró de reojo hacia el módulo de atención; su jefe no iba a estar para siempre ocupado en lo que estaba haciendo.

—Salgo a las siete de la tarde y tú a las siete y media, entre lo que me despido de las otras chicas —estaba diciendo ella—, y me arreglo un poco, tú alcanzas a venir sin problema, vi los tiempos de viaje en la aplicación de mapas.
—Márgara —comenzó a decir él.
—Te espero, ya sabes dónde es ¿O lo olvidaste? Por las dudas te envío la localización ahora mismo, un beso.

En el casino, Márgara cortó y se guardó el móvil en el bolsillo antes de volver a la mesa donde estaban las demás chicas del grupo.

—Perdón por la interrupción, estaba hablando con mi novio.
—Parecías muy acaramelada hablando con él —opinó Mayre.
—Sí, es que siempre se preocupa mucho por mí, como es obvio —replicó ella, con una sonrisa.
—¿Y no se ha puesto complicado con esto? —preguntó Esmeralda—. Ya sabes, los trajes que usamos son sensuales, y en las redes sociales los hombres dicen muchas cosas.

Márgara, sabiendo que toda la atención estaba en ella, se reclinó en el asiento con el vaso de jugo de frutas en la mano.

—Para nada, él sabe que todo esto es un trabajo, además tiene que apoyarme en todo lo que yo haga, es lo que corresponde.

Vio que algunas de las chicas la miraban con algo de confusión, y decidió dar un consejo al respecto, hablando con calma y seguridad.

—Escuchen, las relaciones no son tan complicabas en realidad; lo primero que tienes que saber es que es la mujer quien dirige una relación de pareja ¡Somos nosotras quienes tomamos las decisiones! Los hombres no saben hacerlo, se complican con cualquier cosa demasiado sencilla porque son unos niños ¿No han visto que se comportan de una forma tan inmadura?
—¿Entonces hay que ser más imperativa?

La chica se sacudió el cabello haciendo un gesto para quitar importancia a eso.

—De ninguna manera; escucha, ninguna mujer quiere ser la madre de su pareja, eso nunca funciona. Mi propia madre trató de controlar a papá, y por eso todo funcionó mal para ellos; una mujer tiene que ser discreta, inteligente, saber cómo manejar las cosas. Deja que se sienta macho alfa, pero debes ser tú quien decida todo, y cuando él ve que las cosas funcionan bien, que se siente cómodo y que tú llevas las riendas, simplemente se deja llevar, porque a los hombres les gusta esa comodidad.

Esmeralda la miró con algo de envidia.

—Haces que suene tan fácil.
—Oh, lo es, solo es cuestión de actitud.

En tanto, Lisandra había terminado de almorzar rápido y había regresado a uno de los salones en donde estudiaban; al día siguiente sería miércoles de nominación y tenía que conseguir quedar fuera del grupo de las nominadas. De momento no le importaba sacar premios, pero necesitaba salir de la zona de peligro y la única vía aceptable que veía era trabajar el doble y el triple, hasta que ese esfuerzo y dedicación se vieran en pantalla.
Calzó un par de tacones altos con plataforma y puso una canción de fondo, mientras se equilibraba y miraba en el gran espejo de pared; no era tan difícil mantenerse de pie y posar, lo que era complicado de sostener era una presentación en donde tuviera que moverse o bailar ¿Tanto se notaba esa inseguridad? El día anterior había estado revisando los videos suyos en el portal del canal de televisión y no le parecían tan mal, aunque tampoco podía decir que fuesen lo mejor del universo; en las redes sociales, en tanto, seguía viendo comentarios amables hacia ella, pero se sentía enfrentada a un mar de elogios hacia las otras y eso la hacia sentir invisible.

—¿Qué haces aquí, chica?

Concentrada en mirarse en el gran espejo, la chica no había visto entrar al maestro de desfile en tacones. Jaim la miraba con expresión de curiosidad.

—Solo quería ensayar un poco.

El hombre estaba apoyado en el umbral de la puerta, mirándola con la cabeza un poco ladeada.

—No te sientes a gusto en el escenario usando tacones.

El diagnostico era certero e infalible; ella suspiró, resignada.

—¿Tanto se me nota en clase?
—No contestaste la pregunta.
—Me siento insegura —admitió ella—; quiero decir, tú haces lo que sea en tacones y quiero poder hacerlo, a mi realmente me gustan, pero no lo consigo. Quiero decir, me estoy esforzando tanto que pienso que eso debería tener un sentido, que se debería notar, pero no es así, siento que las otras destacan y yo no. Me gustaría recibir algo de crédito por estar dejando todo en el escenario.

Jaim la observó en silencio por unos momentos, hasta que habló, dando su opinión con voz clara y desprovista de sentimientos.

—¿Sabes cuál es tu problema? Todavía no has entendido en dónde estás. ¿Qué quieres que suceda? ¿Qué el poder del esfuerzo te ayude a conseguir tus objetivos? Un día te despertarás y el universo entenderá lo mucho que te esfuerzas en la vida, así que las cosas empezarán a salir bien y todos dirán “Miren qué esforzada y eficiente es esta chica”.
Pero el mundo no funciona de esa manera. Cuando estás en el escenario, cuando la gente está ocupando su tiempo y sus caracteres para opinar en las redes sociales, a nadie le importa si estabas sangrando detrás del telón o si todo fue improvisación. Ahí afuera es un circo romano, acostúmbrate y empieza a hacer las cosas porque esa fue la decisión que tomaste. ¿Viniste? Entonces toma esto, las cosas malas con las buenas, y elige que es lo que vas a hacer con eso; si pierdes tiempo en ver si la gente te valora o no, nunca vas a poder mantener el equilibrio.

Dijo las últimas palabras indicando los zapatos con uno de sus largos dedos, tras lo cual hizo una ligera reverencia y salió del lugar, dejando a la chica con el eco de su declaración. En uno de los pasillos, el estilizado maestro se cruzó con Verónica, quien caminaba apurada y con evidente nerviosismo.

—¿Qué te ocurre mujer de Dios?
—¿Viste a Sandra? —replicó ella.
—Creo que estaba al fondo —señaló él un poco extrañado— ¿Todo está bien?
—Sí, por supuesto —replicó ella—. ¿Por qué no lo estaría?

La mujer siguió caminando a toda velocidad por los pasillos de las instalaciones hasta que dio con Sandra, que en ese momento daba algunas indicaciones a un grupo de técnicos; al ver la expresión de la otra productora despachó a todos y cerró la puerta para asegurarse que nadie las estaba escuchando.

—Por tu cara, parece algo importante —observó la productora.
—¿Recuerdas que dijiste que pidiera una investigación del origen de todas las chicas?

Sandra era una mujer de baja estatura, corpulenta y de rasgos fuertes; sus ojos oscuros evidenciaron una cierta alarma ante la pregunta, pero se mantuvo firme en su posición.

—Sí, lo recuerdo.
—Pues la persona que ha estado viendo ese asunto dice que hay una inconsistencia: una de las chicas nos estuvo mintiendo.

Y aún lo estaba haciendo; Sandra se dijo que esa información, manejada de la forma apropiada, podía asegurarle encontrar un modo de bloquear los planes de Kevin y al mismo tiempo asegurar que la ganadora del programa fuera definida por ella.

—¿Ya saben quién es?
—Todavía no —aseguró la otra mujer—. Dijo que necesita más tiempo porque quien hizo esa farsa sabía muy bien lo que estaba haciendo.

En cierto modo eso le convenía. Había dos días entre esa jornada y la siguiente eliminación, de modo que disponer del dato a lo largo de la semana le permitía tener en su poder algo que le permitiera cambiar el curso de los acontecimientos.

—Bien, escucha esto, esta información tiene que quedar guardada entre nosotras ¿De acuerdo?
—Pero Kevin…
—Yo voy a manejar este asunto —dijo Sandra sin comprometer palabras concretas—; tú no te preocupes nada, solo dile a tu contacto que cuando tenga las pruebas necesito saberlo de inmediato.
—Está bien, como quieras.

Era una excelente noticia que una de las chicas estuviera mintiendo; podría tomar las riendas del destino de ese programa.

2


Charlene caminaba animadamente por la calle en dirección al canal el miércoles; llevaba una cómoda tenida deportiva y a la espalda una pequeña mochila, mientras arrastraba la maleta con los vestuarios que iba a usar ese día. Se sentía de un humor magnífico, y estaba segura de que sus trucos anteriores le asegurarían un lugar cada vez más privilegiado entre las competidoras.
Pero a media cuadra del canal se quedó de una pieza.
Vio a Valentina más adelante, completamente producida; iba con un vestido básico negro, tacones a juego, un pequeño bolso al hombro, y su largo cabello negro resplandecía con un alaciado casi perfecto.
Charlene había pensado salir del canal con un atuendo preparado, para ser la primera en estar fuera de cámara lista para las fotos y los probables fans que la vieran al salir victoriosa una vez más. Ser la primera en mostrar estilo y determinación era muy importante para hacerse notar en las redes sociales.
Y Valentina se le había adelantado.

—Desgraciada —murmuró con rabia.

Tuvo que resignarse y seguir caminando, ya que en las cercanías del canal siempre podía haber fans eventuales o cámaras; se moría por salir de ahí y regresar cambiada, pero no le quedaba otra opción más que continuar con el juego. Ya se le ocurriría algo.
Su móvil anunció una llamada de Harry; no tenía registrado el número bajo ese nombre, por precaución ante cualquier eventualidad.

—¿Qué pasa?
—Tengo una información que podría interesarte —replicó él con tono confidencial—, pero aún no está confirmado a muerte.
—Me faltan diez pasos para llegar al canal, habla antes que tenga que cortar.

Harry se dio el tiempo de hacer una pausa dramática; la rubia revoleó los ojos.

—Me enteré que una consultora externa está haciendo un estudio de mercado sobre personas de entre veinte y veinticinco años que puedan resultar influyentes en determinados mercados. Y atención, sólo están analizando rostros en etapa de inicio.
—Harry, ve al grano.

El otro soltó una risa burlesca.

—No entendiste nada, lo sabía; bueno, el punto es que tu querido programa de talentos está pegando fuerte, y eso hace que las empresas quieran a algunos de sus rostros para que eventualmente sean parte de sus colaboradores.

Charlene contuvo la respiración para no soltar un grito; esa era una de las cosas que había esperado con más ilusión para empezar su vida artística.

—¿Me estás diciendo —habló más bajo, por las dudas—, que me quieren para una campaña de publicidad?
—No —respondió él con gentileza fingida—, no te estoy diciendo eso, te estoy diciendo que empezaron a hacer estudios de mercado porque a futuro puede que elijan a una o más chicas para que la represente. Y te digo —continuó hablando muy despacio y pronunciado—, que están buscando algunos perfiles de persona.

Ella decidió pasar por alto el tono burlesco de él y se concentró en el asunto que le parecía importante.

—Entonces ¿qué clase de persona es la que buscan?
—Gente buena, caritativa y desinteresada, justo lo opuesto a ti.

La rubia bufó ante el comentario.

—Será mejor que me lo digas ahora mismo antes que me canse.
—Está bien, está bien —concedió él—. Escucha, el perfil que están buscando es de personas que puedan inspirar a otros, líderes de acción es el nombre.
—Ya, no entiendo cómo hacer eso.
—Igual que como hiciste lo otro —replicó él en tono de obviedad—, aparentando que no sabes lo que estás haciendo ni en dónde estás parada. Aprovecha el impulso y demuestra que te interesa alguna causa como los niños con cáncer o algo parecido, en el matinal siempre hablan de esas cosas.

En eso tenía razón; la vena sensible de la gente nunca dejaba de estar abierta, y aunque ella misma se había dicho que no podía volver a hacerse la víctima tan pronto, esa faceta en particular no la había pensado: estimular a la gente a pensar lo mejor de ella, como una benefactora del prójimo o algo parecido. Sonaba muy bien.

—Está bien, pero no puede ser de un día para otro; voy a pensar con calma qué es lo que tengo que hacer.

Cortó y terminó el camino hasta el canal; que Valentina hiciera lo que le diera la gana, ella iba a brillar por muchas más razones que ella.

Mientras, Valeria se sentía feliz de que su plan estuviera funcionando a la perfección; desde que entró en el canal sintió las miradas asombradas de todos alrededor, y ese era un excelente inicio para sus planes. las participantes entraban por una puerta lateral a la gran escalera de entrada del canal, lo cual no era en regla algo que hiciera mella en su estatus, aunque a ella en particular le hacía mucha emoción un día llegar y salir por esa puerta enorme y bajar las escaleras mientras todos la miraban. Pero para eso había tiempo; de momento era mucho más importante conseguir que su imagen y estilo llamaran la atención, y lo estaba logrando.
De seguro las demás la imitarían después, pero lo vital era que la primera en hacerlo era ella, y ese precedente no sería pasado por alto; llegar bien preparada al canal hablaba de ser una mujer integral, que está dispuesta y concentrada en brillar como una forma de vida, no solo como el paso previo a estar ante las cámaras. En todo momento procuró lucir amable y relajada, nunca como una diva para llamar la atención como otras que luchaban por destacar; su plan era ser moderna, elegante y atractiva, pero a la vez muy cercana y natural.

—Buenas tardes Valentina.

Gael, el asistente personal de Vicenta, iba pasando con unas cajas a cuestas; ella se adelantó y abrió la puerta de vidrio del salón al que él se dirigía.

—Gracias —exclamó él, algo sorprendido.
—Por nada. Gracias a ti por estar siempre para nosotras.

Era una frase sencilla y dicha para causar efecto en cualquier persona que la escuchara, pero no dejaba de tener razón; cuando no estaba asistiendo a Vicenta en sus ideas para las clases, el joven hacía de tramoya en el canal y generalmente tenía energía para resistir todo. Casi de forma involuntaria el joven sonrió, agradecido, lo que hizo que ella se planteara con más seriedad seguir con esa actitud mucho más allá de un cambio de atuendo; podía verse mejor y a la vez demostrar con hechos que era mejor que las otras y no sólo pensaba en sí misma.

—Hola Lisandra.
—Hola, qué tal.

Lisandra se quedó un poco sorprendida ante la cordial actitud de Valentina al llegar al canal; si bien no había visto discusiones explícitas entre los participantes, era evidente que había algunos grupos menores en clase, y que en día de competencia eran frecuentes los comentarios al aire con algún texto escondido o una broma de mal gusto. Quizás Valentina solo intentaba mejorar la actitud, y para ella era algo bueno.

Tan pronto estuvieron en la zona de trabajo a las tres de la tarde, las luces y cámaras se encendieron y todo comenzó nuevamente; en esa ocasión fue Jaim quien estuvo a cargo de presentar el concepto con el que trabajarían en esa jornada.

—Buenas tardes preciosas; muy bien, no voy a hacer que pierdan tiempo, así que iré directo al grano: la palabra sobre la que tendrán que trabajar el día de hoy es equilibrio, y todas tendrán que hacer su presentación con un elemento donde deban demostrar su capacidad de mantenerse erguidas y dignas hasta el final.

¿Equilibrio? Lo que eso quería decir era en toda regla torceduras de tobillo. Charlene sonreía con amabilidad, pero por dentro se dijo que seguramente esa era una prueba diseñada para enviar a alguien directo a la eliminación.

—Como saben —continuó él—, desde la semana pasada se tomó la decisión de hacer una tómbola con los objetos que tendrán que incorporar a su presentación, así que por favor pasen, tomen una de esas pelotas de color y en el interior van a encontrar lo que les corresponde; después de memorizarlo deben dejarlo en la pizarra que está allá.

Lisandra se adelantó y fue la primera en llegar a la tómbola. Respira, respira profundamente, introduce tus dedos en ella como si estuvieras tomando un arma, se dijo, no hay tiempo para pensar.
Su corazón estaba latiendo de un modo intenso, casi podía verse el latido desde el exterior; de alguna manera estaba aterrorizaba, pero no se iba a ir, estaría en ese lugar y en ningún otro.
Cerró los ojos por una fracción de segundo, sabía que debía apretar el gatillo, así que tomó la esfera como si estuviera empuñando un arma. Sí, realmente no había entendido hasta ese momento en donde estaba, pero la jornada de eliminación del viernes pasado había pintado un panorama muy claro para todas: el hecho de estar ahí indicaba con una abrumadora claridad que era porque ninguna había perdido el juego, y ser concierte de eso hizo que sintiera un escalofrío. Su vida, todo lo que había querido lograr en el mundo del espectáculo estaba al final de un largo corredor sin salidas, y todas ellas estaban apuntando a las imágenes de las otras, que eran lo único que las mantenía allí. Al final de cada semana, siempre habría una que perdería el juego, un tocador menos en esa zona, una foto manchada de lápiz labial con la palabra “Eliminada”
¿Vería otra jornada amanecer con la luz de la salvación? Ya sabía que quien se iba no tendría la oportunidad de decir adiós.



Próximo capítulo: jueves

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