Las divas no van al infierno Capítulo 12: Lo siento, no lo siento

Conoce este capítulo al ritmo de esta canción: Sorry not sorry


—Fernando, escucha esto, todo está funcionando justo como lo esperaba.

El hombre abrió los ojos con pesadez; apenas terminó el programa le envió un saludo a Márgara y se durmió, pero cuarenta minutos más tarde ella llegaba al departamento cargada de energía.

—¿Qué?
—El programa, presta atención — lo reprendió ella con una sonrisa, mientras dejaba el bolso en el armario —, escucha esto, las estadísticas de los votos por mí van muy bien, hay un aumento sostenido desde el inicio hasta ahora ¿No es fantástico?

Él se incorporó a medias en la cama, tratando de concentrarse.

—Te felicito.

Ella terminó de guardar las cosas en el armario y tomó un lazo para recogerse el cabello.

—Es perfecto, ahora está quedando claro cómo es que van las cosas.
—Disculpa —intervino él, soñoliento. —, es que no estoy entendiendo por qué es tan bueno.
—Porque las burbujas se deshacen — explicó ella con tono académico —, las cuatro mejores de la audición ¿Recuerdas? Pues ellas sólo duraron un capítulo como las más votadas, y en cuanto a las peores, ya ves los resultados; ahora que tengo el cariño del público en el estudio y voy aumentando, es sólo cuestión de tiempo para que llegue al primer lugar.

Fernando tenía mucho sueño, pero sabía que de no hacer al menos una pregunta, quedaría como mal educado con su novia.

—¿Quién crees que sea la eliminada? Hay tres con votaciones bajas.
—Sí, pero Charlene no será, estoy segura —Se sentó en la cama y abrió su estuche de maquillaje—, ella tiene una presentación extra, se las ingeniará para que parezca que está sufriendo mucho por tener que hacerlo y la salvarán.

Él se dijo que ese comentario decía mucho de la opinión que ella tenia de esa chica rubia, pero no lo dijo. Sentado junto a ella, acarició su hombro con los nudillos.

—¿Y quién crees que sea la eliminada? También podría ser alguna de las otras.
—No, no en este caso —determinó ella, dándose un instante para dedicarle una coqueta mirada—, será una de ellas, estoy segura, es sólo que es un poco difícil saberlo, por que son bastante similares. En cualquier caso, ninguna de las dos va a llegar muy lejos ¡No están hechas para este mundo!

Se encogió de hombros, desentendiéndose de su propio comentario, como si el significado de este no fuera realmente su responsabilidad; Fernando optó por no mencionarlo para poder dormir.

2


Lisandra despertó el sábado con dolor de cabeza y sin ningún ánimo de moverse; después de la cansadora jornada anterior y la mala noticia de estar dentro de las tres menores votaciones de la semana, la perspectiva de tener que llegar a clase no era agradable. Aún sin levantarse tomó el móvil y entró a Pictagram, de donde provenía la mayor cantidad de votos junto con Veeter; sabiendo que no era la mejor idea, entró al hashtag del programa y filtró por el que le correspondía a ella. Sintió una oleada de emoción al ver que personas que no la habían visto jamás se tomaban el tiempo de escribir algo sobre ella, Y había buenos comentarios: una chica admiraba su cabello, otra que le gustaba cómo bailaba, algunos chicos le dedicaban halagos. Eran buenos comentarios, lo que le preocupaba es que eran pocos en comparación con los de varios de las otras.
Al poco, se dio cuenta que algo se repetido, y era el concepto Demi “Ella luce muy parecida a Demi” “Tal vez si no tratara de parecerse a ella” “Debería dejar de querer ser como ella”

¿Entonces se trataba de eso?
Se levantó y fue hasta el espejo del baño: estaba sin maquillaje, con los ojos hinchados y despeinada, pero si se miraba con cierta distancia, podía asegurar que el parecido con la cantante seguía presente.

—¿Qué hago?

Cambiar el color o el estilo de su cabello de un día para otro era inviable; sabía que no cualquier estilo de peinado le venía bien, pero si al público no le gustaba su parecido con esa estrella, o en el mejor de los casos pensaba que es mejor lucir como ella y no intentando ser otra, lo lógico era escuchar esa sugerencia y hacer algo al respecto.
Se lavó bien la cara y se hizo un recogido con mechones de la parte superior y costados de la cabeza, tras lo cual abrió la maleta pequeña de maquillaje y analizó lo que había hecho la noche pasaba; el público tenía razón en decir que ella trataba de parecerse a la cantante, pero ellos no sabían que se trataba de algo casi involuntario, que se produjo con el tiempo, luego de asumir que existía ese parecido.
Saber que podía tomar una fracción de la vida de esa chica guapa y talentosa ayudó mucho con la sensación de seguridad, y eso hizo que la observara más en sus videos y fotos, por lo que no fue difícil tomar prestado un poco de ella a través de la inspiración para el maquillaje: cejas un poco más marcadas, labios en tonos rosa casi natural, algo de difuminado de sombra de ojos, y con eso se sintió más bonita y segura, porque si funcionaba para alguien famoso, de seguro para ella también.
Al pensarlo en retrospectiva, la opción no había sido la correcta, porque tomó la decisión para esconder una parte de ella que estaba débil ante el mundo. Había maquillado su cuerpo para proteger su alma.
Ya no era momento para eso; ya no podía seguir escondiendo algo, si eso funcionara como un obstáculo para sus planes.
Hizo una prueba rápida con las sombras y eligió colores más llamativos. Al principio se sintió un poco falsa, pero luego sonrió y ajustó la expresión de la cara como si estuviera posando para una cámara, sonriendo y mirando fijo al frente, transmitiendo personalidad y simpatía; se sintió un poco rara aún, pero recordó que en su estadía en el programa era necesario transmitir al público y permitir que a través de las presentaciones la conocieran, lo que significaba torcer algunos conceptos personales en pos de un bien mayor.
Quizás, con el tiempo, descubriría su propio estilo, sin tener que tomar prestado el de alguien más.
Fue a la cocina, en donde su madre preparaba algo de arroz tarareando una canción que sonaba en la radio.

—Buen día, mamá.
—Hola cariño.
—¿Preparado el almuerzo tan temprano? —preguntó la joven algo sorprendida.
—No, es para el desayuno —explicó su madre—, vi una receta en el canal de Mónico y quiero aplicarla, a ver como me queda.

Su madre seguramente hablaba de alguna de las famosos cocineras que habían salido de un programa de aspirantes a chef en televisión algún tiempo atrás; se preguntó si, llegado el momento, podría hacer algo similar orientado a público joven.

—Mamá, necesito que me des tu opinión.
—Claro cielo, te escucho.
—En realidad —comentó la joven—, necesito que me mires.

Su madre bajó el fuego y le dedico a la reluciente olla una mirada que parecía una advertencia de no arruinar su preparación; su madre era una mujer de piel muy morena, que usaba el cabello recortado en una melena que le daba libertad y un aspecto un poco infantil a su rostro de facciones redondas.

—¿Crees que este estilo de maquillaje me sienta bien?
—Sí, se te ve bien, es muy veraniego.

Era una opinión sensata, pero necesitaba algo mas.

—¿Crees que no parezco auténtica con el otro maquillaje que uso?

La mirada de su madre transmitió un mensaje que no pudo comprender; la mujer le dedicó una sonrisa abierta y sincera, como siempre se podía esperar de ella.

—Mi niña. No necesitas querer parecer auténtica, solo tienes que serlo; tienes que mirarte en el espejo y ver a la misma persona que ves en tu interior. Solo piensa en cómo te ves a ti misma, y haz lo que sientas correcto.

3


Cuando Sandra entró en el despacho de Kevin, ya sabía que algo andaba mal; tenía algunas sospechas, pero se había dicho que lo mejor era esperar a saber en qué terreno pisaba; se sorprendió al encontrar también a Vicenta en la oficina, pero no dejó que se notara.

—Buen día —dijo aparentando normalidad.
—Buen día —Kevin le hizo un leve gesto para que se sentara-, las cité porque estoy un poco preocupado por lo que sucedió con las votaciones en el programa. O quizás debería decir que estoy intrigado.

Sandra mantuvo la mirada del productor; había algo en su tono que no era marca común.

—¿Sobre qué en particular estás hablando?
—Las votaciones en el estudio —explicó él—; las primeras beneficiaron a esa chica rubia.
—Charlene.
—Y no se supone que esa votación sea arreglada, pero lo fue.

Ella no era la elegida por él; la mujer sintió una oleada de satisfacción, porque tenía cada vez más descartadas para la eliminación del viernes.

—¿Cómo lo sabes?
—Revisé el reporte de cámaras, y los que la eligieron estaban sentados en bloque —la mirada del hombre era dura como el acero—; es obvio que los incitaron a votar por ella, y quien lo hizo seguramente está ahí, fingiendo que es uno más en el grupo.

Entonces a la que quería eliminar la primera semana no era ninguna de las más débiles, y su preferida no era de las más fuertes; inteligente medida para mantener todo bajo control.

—Sabíamos que al incorporar público real al programa podía pasar algo como esto —dijo ella para ganar algo de tiempo—; eventualmente los amigos o fans querrán entrar para apoyar a sus favoritas.
—¿Desde el primer programa? —preguntó él de forma retórica, con evidente escepticismo—. Lo dudo por completo.

Cambió el foco de su atención a Vicenta, quien había estado mirando el intercambio con algo cercano a la diversión.

—¿Alguno de los bailarines es gay?
—Es estadísticamente probable —respondió la maestra adoptando un tono serio, aunque su expresión decía lo contrario—. ¿Por qué lo preguntas?
—Porque necesito saber si ella tiene un aliado o alguna clase de manager; y necesito saber qué es lo que están planeando.

La maestra omitió referirse a un detalle que había notado en la más reciente emisión del programa; lo usaría cuando fuera más conveniente.

—Los chicos están acercándose a las chicas, pero en ningún momento dijiste que quisieras que uno hiciera de gay.
—Ahora es eso lo que quiero; si es tan lista como para tener alguien trabajando para ella, entonces un simple bailarín que coquetea con ella no será suficiente, porque puede creer que él se acerca por su posible fama. Pero si es evidentemente gay y se le acerca, será como un amigo fiel y soltará toda la información.

Vicenta sabía que Charlene la odiaba, de modo que la idea de poder causarle problemas no le era indiferente.

—Bien, voy a hablar con los chicos y enviar a alguien que sea apropiado.
—Perfecto —asintió el productor, aunque no lucía satisfecho—, ahora necesito algo más, algo para la jornada de eliminación.

Vicenta estaba aburriéndose de esa conversación; miró a Sandra como dándole el pase para hablar.

—Según sé, hay un guion preparado para todo este tipo de situaciones.
—Sí, estamos preparados para esto —dijo la productora—. ¿Quieres adelantar algo de lo que tenemos planeado?
—Sí, algo que haga explotar la eliminación —observó él, con tono definitivo—, pero que parezca natural, incluso casual. Que nadie sepa que esto está preparado.


4


Ante la urgente llamada de Vicenta, Alberto se reunió con Nigel en el gimnasio; el chico le hizo una seña desde la máquina en la que se estaba ejercitando al verlo entrar.

—¿Qué pasa, por qué tanta urgencia?

Alberto hacía mucho ejercicio, pero lo de Nigel era casi una obsesión; de cabello rojizo y múltiples pecas rodeando sus ojos claros, el hombre se sabía atractivo y no dudaba en hacerlo notar, como en el gimnasio donde usaba apenas unos pantaloncillos y una sudadera ajustaba que casi no dejaban espacio a la imaginación.

—Tengo un encargo especial para ti.

Le explicó el trato y lo que necesitaba obtener; el otro se sonrió como ante la idea de una broma muy divertida.

—Bueno, si recesitos a un bailarín, gay y que esté dispuesto, creo que cumplo con los tres requisitos.
—Nigel, es importante que ella crea que todo esto es natural.
—Sí, sí, como todos los demás.
—No, esto es especial —recalcó con severidad—, primero, no te puedes enganchar con ella como si fueras su amigo de verdad.

Nigel se levantó de la máquina y se acercó a él, a mínima distancia, casi al punto de tocarlo. Le dedicó una mirada cargada de intención que no dejaba dudas sobre lo que quería decir.

—Tranquilo, en primer lugar, no voy a querer coquetear con ella, es —hizo una mueca con los labios—, mujer, ya sabes. Y además, soy fiel a la causa por la que me contrataron; mi lealtad está con los billetes.

Alberto sostuvo su mida, manteniéndose firme y aparentando que no había leído el mensaje tan claro en los ojos del otro.

—Es bueno saber que eres leal.
—Podría ser mucho más leal si tú me lo pides —observó acercándose aún más—, sólo tienes que usar las palabras correctas.

Alberto sabía que esa insinuación era personal y no de trabajo, y no era primera vez que se la hacia, de modo que no se sorprendió.

—Sabes que no voy en esa dirección.
—No te estoy pidiendo matrimonio —el otro se sonrió, divertido—, de hecho, no te estoy pidiendo nada; no te preocupes, en un dos por tres esa rubia y yo seremos como hermanos.

5


Para cuando llegó el viernes treinta y uno de mayo, los ánimos de todas las chicas estaban muy distintos a como había sido con anterioridad; la presión de los ensayos y las clases hicieron mella en las chicas, por lo que el inicio de las grabaciones tuvo un sabor distinto.
Ahora todas sabían que podían ser eliminadas ese mismo día, y la inmune de la semana, pese a estar más contenta, también evidenciaba una intranquilidad, porque de no hacerlo bien, podía perder todo lo ganado.

—Charlene ¿Te sientes bien?

La rubia le sonrió a una de las chicas ante su pregunta.

—Desde luego —respondió con suavidad—, todo está bien, no hay nada de qué preocuparse.

Todas estaban yendo en una dirección u otra, ya habiéndose olvidado de las cámaras que las seguían a todas partes; en esos momentos era primordial preparar cada detalle con un máximo de atención para ganar el favor del público. Las que ya habían destacado no querían perder lo avanzado y las que estaban más atrás necesitaban avanzar a toda costa.

— Charlene está un poco rara ¿No lo crees? —le preguntó Jazmín a Rebecca.
—Es cierto, cuando llegó estaba nerviosa o algo parecido, pero insiste en que está bien.

La rubia fue hacia departamento de maquillaje; hasta el momento, ese día había sido el más complejo, porque por una parte había puesto en marcha el plan, y por otra tenía un desafío que no terminaba de cuajar. La propuesta del día era baile y doblaje de canciones en inglés, y aunque escogió un tema que le pareció perfecto, a la hora de interpretar el tema en español sonaba muy mal, y encima tenía que guardar ganas para la presentación extra, que iría con una temática sorpresa.
Abrió la puerta del gran cuarto de maquillaje y lo encontró lleno; por suerte una de las asistentes le dijo que utilizara un cuarto más pequeño a poca distancia.

—Muchas gracias.

Internamente tenía ganas de gritarle a una de las otras que se salieran de ahí, pero no podía dejar la actuación, y al mismo tiempo estaba comenzando a preocuparse.

—Pero aquí no hay nadie.

Se extrañó de encontrar el pequeño cuarto de maquillaje vacío e iba a salir, pero alguien entró en ese momento.

—Disculpa, pensé que habría alguien aquí.

Era uno de los bailarines con que trabajaban para las presentaciones; en ese momento llevaba unos pantalones muy ajustados y casi transparentes de color verde, y el torso desnudo cubierto con purpurina; le había parecido atractivo en un inicio, pero luego captó que era imposible coquetear con él.

—Yo también pensé eso —dijo ella con una sonrisa.
—Ay, me van a matar, mira —le enseñó el maquillaje del rostro—, me pasé a llevar este dibujo y tengo que estar listo para el ensayo, tenemos que marcar los pasos para la coreo de Lisandra.

El dibujo simulaba una especie de tatuaje, y tenía un costado movido; Charlene sabía que Nubia no era competencia para ella, pero le había llamado la atención que Lisandra estuviera trabajando tan en secreto.

—Pero no es algo grave —opinó mirando con detención—, se puede arreglar.
—Oh, pero yo no sé nada de pinceles ni estas cosas —declaró él, como si la insinuación fuera alguna clase de ofensa—, aun que me gusten los machos, yo también soy macho.

Charlene no pudo evitar reírse con el comentario; buscó en uno de los tocadores un delineador y se acercó a él.

—Yo te lo arreglo.
—¿En serio? Eres una diosa.

En un instante ella corrigió el defecto en el dibujo hecho en la piel del chico; se dijo que quizás no era una mala oportunidad de averiguar algunas cosas y aparentó demorarse en terminar.

—No te muevas, dame un segundo. ¿Y cómo es que no habíamos coincidido? Sólo te veo pasar.
—Es que soy un maniático del trabajo —aseguró él, inmóvil—, así que cuando hay una tarea, me quiero concentrar al máximo.
—Usted es son tan eficientes —dijo ella, como al pasar—, y pueden prepararse para varios trabajos distintos al mismo tiempo ¿Qué me decías que estabas haciendo?
-Iba a marcar los pasos de la coreo con Lisandra —replicó el—, está preparando su presentación, es como ese video de la cantante que es como una novia y luego empieza a arrojar pintura en todas direcciones.

Por supuesto que conocía el video. Con que la inocente de Lisandra pretendía derrotarla usando algo de esa artista. Pues bien, era como una declaración de guerra.

—Ya está listo —comentó con tono ido, casi como si no hubiera escuchado lo que dijo él —, ahora no te preocupes, nadie va a notar que esto está reparado.

El musculoso chico se miró en el espejo y sonrió complacido.

—Me salvaste, diosa, te debo la vida, no sé cómo pagarte.

Charlene se dijo que en realidad ya le había pagado, pero se limitó a sonreír.

—Tonterías, fue solo un detalle. Y ahora vamos a movernos, hay mucho que hacer.

Más tarde, Lisandra estaba preparando algunos detalles extra para su presentación; el conductor del programa había anunciado que las tras menos votadas irían al final, precedidas por las presentaciones de la ganadora de la inmunidad y la premiada por el publico en el estudio; sin tiempo para distraerse, la chica escuchó en segundo plano la melodía con toques country de Márgara. El aplauso del público, la voz emocionaba de Aaron Love.
Y estaba revisando el borde del falso del vestido cuando escuchó la voz sintetizada de Charlene para sonar armónica y musical.

«Y sí, sé lo mucho que debe doler.
verme así, pero se pondrá peor.»

Dejó las cosas sobre el tocador y volteó lentamente hacia la pantalla; al mismo tiempo la música sonaba lejana y nítida.

«Cariño, lo siento…pero no lo siento.»

Su canción. Charlene había robado su canción.


Próximo capítulo: Nacida para morir




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