La traición de Adán Capítulo 18: Paraíso sin retorno



Faltaban solo un par de horas para la inauguración de la Galería de arte, y Adán fue al departamento de Carmen ante su llamada; había estado preocupado por su absoluto silencio y ausencia esa jornada, pero tuvo que dedicarse a ultimar todos los detalles del evento, por lo que no tuvo oportunidad de pensar a qué podía deberse aquella reclusión. Quería pensar que era una especie de introspección previa a la presentación en público, pero estaba seguro de que la verdad sería otra.

—Adán, después de la inauguración me voy del país.
— ¿Qué?

Adán la miró fijamente; había pasado en la última jornada algo que él desconocía, estaba seguro de eso, y ella no se lo diría, no en ese momento al menos. O quizás nunca lo diría, pero lo concreto, era que algo ya no seguía siendo igual.

—Así es, me voy, así que te quedarás a cargo de todo.
— ¿Y por qué te vas? ¿qué pasará con la galería?
—La galería puede sostenerse a sí misma, no me necesita aquí, además —replicó, con fuerza—, tú estarás ocupándote de los negocios, porque esto será un éxito; por mi parte debo iniciar un viaje, quiero buscar mi siguiente inspiración, algo que supere la majestuosidad del Regreso al paraíso.

Adán se quedó un momento en silencio, sabiendo que eso tenía que ver con algo más, muy probablemente con Pilar. Tendría que investigar a prisa, pero por otro lado, no le venía mal que Carmen se fuera, de hecho esa era una de las escenas más ventajosas para el inicio de su nuevo proyecto.

—No sé qué decir. Por un lado me alegro que tengas nuevas inspiraciones, pero será extraño que no estés, la galería quedara huérfana.

Carmen parecía estar pensando en cualquier cosa menos en eso, así que no le tomó importancia; tampoco tuvo la deferencia de aparentar que estaba de acuerdo con eso.

—Adán, es de suma importancia que la galería sea un éxito.
—Lo será —replicó él,— la gente quedará impactada con el Regreso al paraíso. A propósito, tú y yo seguiremos en contacto. ¿O no?
—Yo te llamaré si te necesito para algo en particular, por lo demás está todo en tus manos, así que eres libre de tomar tus decisiones; ahora ve a arreglarte para la inauguración.

La forma de despacharlo era muy elocuente, de modo que a Adán no le quedó más alternativa que salir de ahí. Tendría que programar todo con sumo cuidado, para que en ausencia de la pintora, la galería funcionara sin problemas, mientras él dedicaba su atención al proyecto de Bernarda Solar.

2


Micaela estaba en su departamento, con la segunda cerveza de la tarde y completamente deprimida cuando tocaron a la puerta. Esteban entró vestido de gala y la miró sorprendido.

— ¿Dónde has estado? Llevo todo el día buscándote, me tienes loco, y además mírate, estás en buzo cuando deberías estar lista para acompañarme de nuevo a la galería de arte.
—No voy a ir.
— ¿Y se puede saber por qué?

Micaela no había querido hablar con nadie, y no tenía claro si quería contarle o no a su nuevo amigo lo de Pilar. Pero tampoco le había dicho lo otro, así que decidió comenzar por ahí.

—Eva San Román está detrás del robo de nuestras cuentas de correo.

Esteban tuvo la amabilidad de no hacer aspavientos por su aspecto desaliñado, ni por la declaración de ella ; terminó de entrar y cerró la puerta, mientras Micaela se sentaba ante la mesa de la sala. Le dedicó una larga mirada antes de hablar, y cuando lo hizo, fue con suma cautela.

—No puedo decir que me sorprenda. ¿Cómo lo supiste?
—Estuve investigando —replicó ella, con evasivas—, van a despedirte, y a mí contigo.



—Es muy posible, pero eso no nos priva de ir allá y beber gratis.
—No iré, ve tú. No estoy de humor.

Esteban bebió un trago de cerveza.

—Pero tú no estás así por el trabajo, hay algo más en todo esto.
—Es verdad.
—Hagamos algo entonces —comentó Esteban, sonriendo con ternura—, cuéntame que es lo que ocurre, desahógate conmigo porque parece que estás desmoronándote.

Micaela sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas.

—No es eso, es que... se suponía que estaba rehaciendo mi vida, que ya había quedado atrás y ahora todo es diferente, porque...

No pudo seguir hablando, sintió que se le iba el aire del cuerpo; Esteban la abrazó.

—Tranquila. Oye, tú puedes confiar en mí, así que sácalo, di todo lo que estás pensando, vas a ver que soy un muy buen paño de lágrimas.

3



Poco después de la inauguración, la galería rebosaba de gente, y el personal iba de un lado a otro sirviendo tragos a todos los asistentes; tal como Adán lo había previsto, el misterioso hecho del disparo había centrado todas las miradas en ellos, de modo que para la inauguración todos los medios especializados confirmaron su asistencia de inmediato, e incluso se agregaron un par de revistas de sociedad con la excusa de retratar a varios de los asistentes. El hombre llevaba un traje azul petróleo confeccionado de forma exclusiva, y lucía siempre perfecto, sonriente y atento a cualquier comentario o pregunta, sin despegar los ojos del personal, y de cada detalle; se paseaba por entre los invitados sabiendo que muchas de las miradas estaban sobre él por su porte y gracia, y además, porque su manejo de la situación anterior había sido brillante, y esa prestancia y cercanía natural no se pasaban por alto. Carmen apareció a su lado con un sencillo vestido en colores verdes que mezclaba distintas tonalidades, y se quedó junto a él mientras el anfitrión, ubicado estratégicamente delante de los cuadros centrales aún cubiertos, hacía las presentaciones finales.

—Damas y caballeros, la espera terminó; tengo el honor de presentarle a cada uno la obra más importante en la carrera de Carmen Basaure hasta ahora, El regreso al paraíso.

El silencio se apoderó del lugar, y el anfitrión se hizo a un lado para permitir que las asistentes quitaran las oscuras sedas que tapaban las obras; Adán miró otra vez la obra y vio de nuevo el mismo efecto, la sensación tormentosa y angustiante que había sustituido a la paz y armonía de la obra anterior. Luego miró en sentido contrario, y entre los disparos incesantes de las cámaras de los periodistas, vio como los rostros de los asistentes quedaban invadidos por el asombro; estaba funcionando, el efecto casi mágico de los dos cuadros ubicados a una distancia y en un ángulo específico invadía a cada uno de sus espectadores, expandiendo el silencio y las murmuraciones de asombro. Una a una las asistentes descubrieron el resto de los cuadros de la galería, pero nada podía contrarrestar el efecto único del lienzo que parecía moverse por sí solo, mostrando una escena que muchos esperarían de una creación digital, pero no de la mano humana. Una crítica de arte, que estaba muy cerca de Adán, escribía a toda velocidad en un bloc sus primeras impresiones. ¨Completamente desconcertante, la afamada Carmen Basaure ha logrado crear frente a nuestros ojos una ilusión que mezcla cielo e infierno, algo que solo creímos que era posible en la pantalla de un cine. Ahora el dolor del averno y la paz del paraíso están entre nosotros.¨  Era más o menos lo que se esperaba de una crítica, aunque creía que a rasgos generales hablarían de Regreso como una obra innovadora aunque tortuosa.
Volcó su interés en Carmen, que respondía a las preguntas de algunos reporteros.

—Quiero decir que este es un gran paso para mí —estaba diciendo—, y espero que todos puedan verlo así. En el desarrollo artístico siempre estoy buscando más.

Carmen sabía muy bien cómo enfrentar las cámaras y periodistas; muy distinta de la mujer terca, apasionada y explosiva que era en un ambiente privado, cuando se trataba de una entrevista, lucía como una persona reposada, amable y cercana.

— ¿Cómo enfrentó el desafortunado incidente de la primera oportunidad?
—Solo un incidente menor — sonrió, amablemente —, pero gracias a mi asesor artístico, todo sigue en su camino correcto.

Una periodista dio con el punto. Una suerte, porque eso significaba que la información relacionada con él estaría corriendo con mucha rapidez.

—El asesor artístico es una figura conocida en Europa, pero no mucho en este país. Según lo que se sabe, no es sencillo alcanzar este cargo, y tampoco es fácil enfrentar los desafíos que trae consigo. ¿Qué la llevó a contar con uno?
—La necesidad de enfocar mi trabajo al público —replicó ella, con seguridad—, que es el importante aquí; no me sirve crear algo interesante si nadie va a verlo, y en la comunicación con el público Adán Valdovinos ha sido fundamental, pues me permite a la vez encontrar el camino hacia los sentimientos de mi público, y expresar lo que quiero en mi obra.

¨Expresar lo que quiero¨ ya no tenía el mismo sentido que antes, aunque quizás conllevaba el sentido más práctico del presente de Carmen: una mujer atormentada tratando de alcanzar algo que jamás consigue tocar. Comprobó que Pilar no había llegado, lo que confirmaba sus sospechas respecto a la sorpresiva decisión de la artista de salir del país, pero no aportaba mayores detalles; podía suponer que tuvieron un enfrentamiento, pero después de ver la actitud fría de la madre, parecía improbable que la hija tuviera el poder de obligarla a escapar de forma tan abrupta ¿O sólo se trataba de su forma de ser, que Bernarda describió poco antes?
Poco después, cuando la atención de todos estaba repartida por la galería, tuvo la oportunidad de dirigir su atención, al fin, a ver llegar a Eva. Hasta el último momento ella no le había asegurado asistir, ya que estaba ocupada con algunos asuntos de trabajo, pero finalmente se acercó; estaba más hermosa aún, si era posible, con un vestido negro largo, que destacaba por un cinto de cristales que resaltaba su esbelta figura; aunque notó de inmediato que llegaba sin Céspedes como compañía.

—Me alegra que estés aquí.
—A mí también —replicó ella, sonriendo —, aunque estoy sorprendida con lo de la obra, dijiste que era perturbadora, pero no creí que tanto.
—Lo es —comentó Adán—, pero al menos no puedo decir que pasará desapercibida; más tarde tenemos que hablar.
—De acuerdo, ve a mi hotel —replicó Eva, en voz baja.
—Tan pronto salga de aquí.

Eva se mezcló con los invitados. Ahora había logrado la inauguración, solo le bastaba despedir a Carmen en el aeropuerto para empezar su nuevo proyecto con Bernarda Solar.

4


En tanto, Bernarda estaba en su lujoso departamento disfrutando de una copa de champagne mientras escuchaba una alegre sinfonía. Aunque sonara extraño, la inauguración de Carmen Basaure le convenía progresivamente más en la medida que tuviera más éxito, pues así sería más exitosa ella con el nuevo proyecto de Cielo; a los medios les encantaba crear rivalidades, y en algunos se mencionaba “el otro polo del arte” en alusión a la nueva galería, y el relativo desgaste de la suya, que ya tenía cierto tiempo. Pues bien, ahora el enemigo más antiguo iba a regresar por todo lo alto. Tenía a Luna, a Adán Valdovinos, y también a la constructora Del mar y Alzarrieta en sus manos, de modo que las piezas estaban en donde las necesitaba; ya había comprobado que Carmen tenía hecha una reserva en una aerolínea, qué predecible para ser una artista. Solo había una molestia, y es que tenía que cambiar cerraduras y asignar algún tipo de protección a sus propiedades, porque, aunque no era un riesgo real, Micaela sí podía ser una molestia, y era algo que podía suprimirse con facilidad. No podía provocarle daño alguno, pero si tenía pensado destruir sus estatuillas, perfectamente podía querer atacar su galería o lo que fuera.
Bebió otro trago de champagne, y marcó el número del móvil de Luna; la chica respondió a los pocos segundos , escuchándose una mezcla de alegres voces y música de fondo.

—Bernarda.
—Parece que ya tienes un grupo de admiradores a tus pies — observó, con una risilla — . Eres sorprendente.
— Sólo salí a tomar un poco de aire, no quería aburrirme en el departamento. Por cierto, el chico que cuida el jardín es un sueño, sólo que es algo tímido.

Bernarda lo sabía; siempre procuraba que en sus instalaciones hubiera una combinación de gente madura , con experiencia, y jóvenes vitales y atractivos que distrajeran la vista.

—Bueno, pues muy pronto vas a conocer a alguien que no es finido en absoluto; te envié su perfil, puedes mirar tobo lo que gustes.

Luna vio el perfil en el móvil; Bernarda había escogido una Foto en donde e/ hombre estaba en la playa, a pleno sol, con un bañador azul que dejaba poco a la imaginación.

—Es guapo — admitió, sonriendo — y y tiene un físico trabajado.
—Guapo es poco para lo que es — la mujer hizo una mueca de placer — , y te aseguro que en persona se ve mucho mejor. Adán es su nombre, y es mi nueva contratación estrella: ustedes van a trabajar juntos.

Luna sabía identificar los sutiles mensajes que Bernarda incorporaba en todo lo que decía; si le estaba mostrando una foto de ese hombre, poniendo de manifiesto su atractivo, eso quería decir que él sabía usar ese atractivo como un arma, al igual que ella. La empresaria contrataba a alguien peligroso, y para hacerle frente, traía a alguien de quien estaba segura poder contar con su lealtad. Sería un trabajo interesante, faltaba saber si se trataría de un desafío o algo muy sencillo de ejecutar.


4


Pilar despertó de pronto en la noche; estaba agitada y con el rostro bañado en lágrimas; así que había estado llorando durante el sueño, obviamente por los recuerdos de su enfrentamiento con Micaela. A fin de cuentas, tenía que afectarle en algún momento, si sea como fuere se había enfrentado a ella, a la única mujer que había amado; en esos momentos le dijo todo lo que sentía, la rabia y el dolor que tenía guardado hacía ocho meses y contando, pero además de eso se encontró con algo sorpresivo, la súplica de Micaela por su perdón; había supuesto que lo negaría o que estaría obstinada en su pensamiento inicial, pero su actitud y las pruebas que le llevó habían resultado inapelables. Por un lado, al recordarlo, se sentía angustiada de verla así, pero por otro, no dejaba de tener rabia por todas las humillaciones pasadas. No sabía qué era lo que podía ocurrir después, pero sí tenía claro que no quería a Micaela ni a nadie de los involucrados en su vida, se quedaría en el país para reconstruir la vida que le habían quitado y esa era una decisión en la que no iba a dar pie atrás.
Se levantó y fue hasta el refrigerador para tomar un poco de agua fría; haciendo un recuento, incluso en el lapso de tiempo que estuvo fuera del país, toda su vida siguió congelada, y estuvo girando en torno a otras personas. Trabajó en la recepción de un hotel, y luego en relaciones públicas, cargo que desempeñaba con una sorprendente facilidad, pues la gente, en su mayoría, se sentía cómoda y en confianza al momento de verla; de alguna forma, incluso sin notarlo, estaba tratando de contentar y ayudar a otros, como si de alguna forma eso pudiera suplir lo que fue incapaz de lograr cuando todo se destruyó en su vida. Incluso su regreso, en un principio por un periodo breve, había sido impulsado por el deseo de acompañar a su madre, a la misma que la había negado y despreciado como hija. Ahora estaba de vuelta, y se sentía golpeada y cansada, pero al mismo tiempo, llena de una nueva energía; cuando llamó a su jefe en el hotel pal explicarle que no volvería, él fue muy amable, le agradeció su trabajo incansable, y la felicitó por tomar una decisión valiente que lo obligaba a empezar otro vez de cero en muy poco tiempo. No estaba segura de que fuera una decisión valiente, pero se merecía la oportunidad de rehacer su vida en donde ella quisiera, no en un sitio al que llegara por estar huyendo.


5


Adán llegó al hotel y fue recibido por Eva, que ya estaba preparada con un hermoso camisón de seda blanca; se besaron con ardor tan pronto cerraron la puerta.

—Ya lo conseguí —comentó ella, triunfante—, mañana ya no tendré que preocuparme por el gerente de proyectos.
—Fantástico, pero eso quiere decir que lo despediste hoy, porque no estaba en la inauguración.
—Tal vez lo está presintiendo, pero aún no, lo despediré mañana. Lo demás ya está cubierto.

Adán comenzó a desnudarse mientras Eva servía whisky para ambos.

—Genial, tienes dos problemas resueltos, y yo dentro de los próximos días comienzo a trabajar como administrador en el nuevo proyecto de Bernarda Solar, me contactó hace algunos días por la expansión de la galería Cielo, y ahora que termino con Carmen Basaure, es la oportunidad perfecta.

Eva frunció el ceño. Eso era una sorpresa que no estaba prevista.

— ¿Bernarda Solar?
—Sí.
—Es accionista mayoritaria en la constructora —replicó ella, alcanzándole una copa mientras evaluaba su cuerpo—; de hecho estuvo en la última reunión de directorio.
—Así que se trataba de eso —comentó Adán, sonriendo—, ese es el nuevo proyecto, seguro quiere una constructora de proporciones para sus planes, eso quiere decir que de un modo u otro trabajaremos unidos.

Volvieron a besarse.

—Y mientras estemos unidos no hay nada más que importe.
—Es verdad. Ahora celebremos, quiero hacer el amor contigo.
—No tengo ningún reparo.

Eva se despojó del camisón, dejaron las copas con las que habían brindado a un lado y se enfrascaron nuevamente en el juego del amor, donde sabían que cada caricia era deliciosa como la primera, y cada nueva sensación era incomparable. Éxito profesional, amor, placer, dos personas fuera de lo común unidas por sus propios deseos, no había nada mejor todavía para ellos.




Próximo capítulo: Cielo infinito

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