La otra matrix Capítulo 7: Un ladrón con suerte



Helios 4. Seis meses después

Los pasillos del asteroide mecanizado en donde se mantenía interno a los autobots que presentaban fallas mentales eran todos iguales, altos, sin ventanas, con luces ocultas, interruptores y de un color gris blanco inmaculado; todo el asteroide estaba construido en forma de capas concéntricas de modo que la recepción de los pacientes y el alta de éstos se realizaba en el borde exterior, y la segmentación de los internados aumentaba su complejidad conforme se avanzaba hacia el centro. Las armas estaban prohibidas en el lugar tanto para los internos como para los guardias como una medida de protección, los medicamentos a base de infusiones de energon y los aparatos de control de impulso se encontraban resguardados a fin de evitar conflictos; en todas partes se respiraba tranquilidad y control, y según las instrucciones del autobot en jefe en el asteroide debía haber un clima de sana convivencia a fin de permitir que los internados pudieran, en determinado momento, recuperar el control de sí mismos y volver a ser útiles a la sociedad. Asimismo a los internos que se encontraban en etapas avanzadas de tratamiento se les asignaba un puesto en la línea de ensamblaje de componentes electrónicos que luego eran enviados las distintas bases autobot.
Los turnos de seis horas continuas por jornada dejaban tiempo suficiente para que los internos pudieran asistir a las terapias que les correspondían e ir a reposar e interactuar con los otros, aunque esto último era tema constante de debate, ya que los internos no se comunicaban unos con otros en las zonas destinadas a esparcimiento; algunos terapeutas opinaban que era porque se sentían presionados a hacerlo y otros porque las condiciones no eran las mismas que en cybertron o alguna de las colonias de donde ellos provenían. De todos modos la forma en que se determinaba si un autobot se encontraba en condiciones de volver a la vida civil y militar que le correspondía era a través de una serie de exámenes que confirmaban sus niveles de ecualización sensorial y la reacción a distintos tipos de estímulos tanto visuales como físicos.
Heartfire llevaba seis meses internado en el Helios 4 y se había convertido en un paciente modelo; después de la primera semana de adaptación no opuso resistencia a los tratamientos, procuró aprender los horarios y protocolos correspondientes a su terapia y redactó constantemente una línea de los avances y procedimientos en él realizados, con lo que dio una importante ayuda a sus terapeutas; antes de un mes, Heartfire ya estaba trabajando en la línea de ensamblaje, cumplía con prolijidad cada uno de los horarios y turnos que le asignaban sin jamás poner algún tipo de queja, y lo único que podían destacar de él como punto negativo era que fuera de lo estrictamente necesario no hablaba con otros internos o con los terapeutas, por lo cual se estimaba que la parte social de su carácter sería la que tardaría más tiempo en recuperarse por completo. No había sido posible encontrar registros de su memoria anterior, pero al consultarle cuál sería, según su juicio, la ocupación en la que le gustaría desempeñarse a futuro, indicó que le gustaría quedarse en la línea de producción, ya que en ese lugar se sentía parte de un todo y podía aportar y sentirse apoyado al mismo tiempo.
Su terapeuta confiaba en que dos años después, si no experimentaba ninguna diferencia estaría en condiciones de ser dado de alta y postular a un puesto de trabajo en una línea de producción en un asteroide dedicado a ello.

Faltando minutos para terminar su turno en la línea de producción, Heartfire se encontraba solo en la sala de ensamblaje ya que tenía a su cargo la revisión correcta del inventario de partes ensambladas y los pendientes; una vez terminó de confirmar los datos de manera correcta salió de la sala, pero volvió unos momentos después recordando que debía dejar un apunte de realización del sistema.
Cuando cruzó el umbral de regreso se quedó inmóvil mirando hacia una esquina.

—Disculpa, pero creo que no tienes permiso para estar en este lugar.

Ninguna voz respondió a sus palabras, sin embargo el autobot caminó en dirección al punto al que miraba sin un asomo de duda en la voz.


—No quiero ser descortés, pero aunque te quedes inmóvil, de todos modos te encuentras en un lugar sin autorización, y si alguno de los guardias te ve, vas a meterte en problemas.

Sucedió un nuevo instante de silencio. Heartfire aparentemente sólo en la sala de suministros.

—Además al verte da la sensación de que estás armado, y los protocolos de Helios 4 indican que no se pueden portar armas.

De manera repentina se materializó ante él un autobot de más baja estatura, acorazado y que llevaba un cañón en la espalda. Su rostro parecía inexpresivo con las facciones cubiertas por una máscara plana y un visor, pero aún así se notaba sorprendido por la situación en la que estaba.

—Podías verme —dijo en un susurro— no estabas hablando solo como los locos de aquí.
—Mis sensores ópticos se encuentran en buenas condiciones ¿por qué no iba a poder verte? —respondió Heartfire perplejo.

El otro no respondió durante largos momentos; que alguien pudiera verlo cuando estaba usando el escudo invisible era algo en extremo extraño, más aún considerando quién era el fabricante de ese escudo.

—Es difícil de explicar, pero lo cierto es que tú no deberías poder verme.
—No eres un producto de mi imaginación —respondió Heartfire resueltamente— los terapeutas analizaron mi caso y no sufro de trastornos de percepción de imagen.

“Este tipo no está loco” Se dijo Heavythread. “No está desvariando como los otros, lo que hicieron fue lavarle el cerebro.”

—Estoy convencido de que tu salud está en perfectas condiciones —replicó Heavythread con tranquilidad— aunque sólo debo hacerte una pregunta de rigor ¿Vas a activar la alarma?

En esta ocasión fue Heartfire quien se quedó unos momentos en silencio, sin saber qué responder; en el fondo sabía que con quien estaba hablando era un intruso en esa sala de la línea de producción, y que debería dar aviso a la guardia del lugar, pero algo inexplicable se lo impedía: dar una alarma por intrusión no estaba en ninguno de los protocolos que le habían sido inculcados a lo largo de los últimos meses.

“Esto es extraño” Se dijo Heavythread “Hay dos cosas que me parecen extrañas y alarmantes, la primera de ellas es que este tipo no está loco como los otros que están encerrados en este lugar, y la segunda y la más peligrosa es que puede verme.”

Percibió que alguien se acercaba y volvió a concentrarse en el autobot que tenía frente a sus ojos.

—Escucha, alguien se acerca, así que trata de aparentar que estás solo en este lugar, porque quien sea que venga no podrá verme, y si te ven hablando solo pensarán que perdiste todos los tornillos.

En efecto, unos momentos después entró en la estancia un centinela que lo quedó mirando extrañado.

—Heartfire, estás aquí, pensé que se había quedado encendida la luz.

Durante unos segundos que a Heavythread le parecieron una eternidad, Heartfire no respondió. Después lo hizo con un tono de voz plano, desprovisto de emoción.

—Me retrasé en registrar mi salida y el reporte de provisiones.
— ¿Todo está bien?
—Sí, terminaré lo pendiente e iré a reposar.
—Entiendo, te dejo entonces, tengo que terminar mi ronda.
— ¿No descansas?
—Aún no —replicó el otro— me faltan varias horas, nos vemos,

La puerta se cerró, y Heartfire quedó nuevamente sólo, hasta que Heavythread se materializó ante él de nuevo.

—No puedo seguir mucho más tiempo aquí, y es demasiado peligroso que te deje así nada más. Cielos, Aldren va a matarme por hacer esto.
—Disculpa, no entiendo a qué te refieres.

El tanque lo contempló, pensativo.

—Lo entenderás muy pronto, amigo.

2

Cybertron. Tarn. Laboratorios subterráneos de Spektre.

—Te traicionó.
—Aún no lo hace.

Arciagan y Spektre habían procurado no tocar el tema durante los últimos meses, amén de la presión que Galvatron había realizado sobre toda la población decepticon a fin de poner en marcha el inicio de los preparativos para una guerra que, en teoría, terminaría con la tregua dentro de un tiempo indeterminado. Pero luego de la primera y tensa etapa, todo había regresado a la normalidad, al menos en apariencia.

—Estos últimos seis meses no has vuelto a tener noticias de Runflight, es obvio que ya no está en carrera por conseguir lo que le encargaste.

Spektre sabía que las cosas no habían salido como esperaba en un principio, pero aún tenía cosas sobre las que decidir.

—Reconozco que Runflight me decepcionó en ese sentido, pero si lo hizo, es porque está tras algo que le interesa más que el paquete de créditos que le ofrecí por encontrar el objeto que detectamos en el radar tiempo atrás; le ofrecí mucho dinero porque esperaba que se quedara con la riqueza, y me trajera el objeto que tenía un rango de energía idéntico a la Matrix de liderazgo que estaba en otro sitio.
—No lo hizo —apuntó ella sin emoción en la voz— pero sí siguió su ruta.
—Exacto. Tus drones espías verificaron que Ultramagnus y ese sujeto que según Runflight cargaban el objeto llegaron hasta las cercanías de Kyryon, lo que significa que fracasó en su misión de recuperarlo y traerlo; en condiciones normales pensaría que no quiere venir a rendirme cuentas y que da por perdida la paga, pero…

Arciagan continuó el hilo de sus palabras.

—Pero está desaparecido. Por eso insisto en que te traicionó, no está pensando en abandonar todo, descubrió que puede obtener un beneficio mayor y está tras de eso.
—No puede llegar hasta el objeto si éste ya está en poder de los autobots, no será tan ingenuo como para tratar de entrar en Kyryon.
—Pero igual sabes que trama algo.

Spektre sabía que una oportunidad como esa no se repetiría, quizás, en toda la eternidad. Lo que sea que fuera el objeto con esa frecuencia de energía, estaba separado de la matrix por algún motivo ¿Seguridad? ¿Duplicar la matrix? No importa de lo que se tratara, si existía, la posibilidad de que quedara en manos de Runflight era una ruina en potencia, tanto o peor que si se enteraba de ello el propio Galvatron.

— ¿Aún tienes ese contacto secreto entre los autobots?
—Sí, pero sabes que es un simple soplón de poca monta, dudo que pueda siquiera llegar a Kyryon.
—No importa, me basta con que averigue cuáles son las murmuraciones entre los pasillos; dile que necesitamos saber hasta los más ínfimos cotilleos.

Arciagan disfrutaba más la actividad que la quietud, de modo que se puso de buen humor; casi al mismo tiempo recibió un mensaje codificado.

—Tenemos noticias buenas dentro de todo.
— ¿Qué pasa?
—Hay un potencial yacimiento de cristales de amatista estelar a cierta distancia de aquí; podré continuar con mis proyectos.
—Felicidades querida.
—Gracias. Nos veremos más tarde, seré la dama de la amatista.

3

Heavythread utilizó un dispositivo de luz, el que apuntó directo a los ojos de Heartfire; un segundo después del cegador destello, el autobot pareció despertar de un sueño.

— ¿Qué es lo que pasa, que…?

Se interrumpió a sí mismo; de pronto se agolparon en su mente las imágenes y voces de los últimos seis meses, como si hubiera sido una cinta reproducida, pero en la que él participaba de manera constante.

—Estoy en Helios 4, me internaron aquí.
—Parece que estás volviendo en ti —comentó el otro con cautela—. Dicen que es confuso volver de los efectos de los tranquilizantes.
—Un poco. Espera ¿Quién eres tú?

Heavythread estaba pensando en que si estaba equivocado, muy bien ese sujeto podía matarlo sin vacilar, o a lo menos activar una alarma y con ello, causar muchos problemas. Pero como la perspectiva de los regaños de Aldren más tarde no lo hacía alegrar el día, no había diferencia significativa.

—Eso no importa ahora; escucha, yo no debería estar aquí, y tú no deberías estar aquí: te sedaron y no sabías ni quién eras, supongo que hiciste algo grave para que te medicaran de esa manera.

Escuchar eso revivió de golpe todo lo que había pasado antes de su arribo a ese asteroide; claro que había hecho algo terrible, confiar en que estaba haciendo lo correcto.

—Creo que sí, pero no viene al caso, supongo.

El otro estaba dudando de qué era conveniente decirle, pero si algo tenía claro era que no podía correr el riesgo de dejarlo ahí.

—No es bueno que estés aquí; soy del exterior, y quiero ayudarte, al menos a salir. Si aquí eres un criminal o hiciste alguna locura, entonces te entiendo y quiero ayudarte.

Aún no entendía lo que pasaba por su mente, o cuál era su posición en el espacio luego de todo lo que pasaba; aún había bruma frente a sus visores, pero tenía muy claro lo que pensaba al respecto.

—No eres de aquí ¿Verdad?
—Soy un extranjero de visita —respondió con evasivas—. No me digas que eres un nativo cybertroniano fiel a tu raza.

Siempre había sabido que existían desafiliados a las filas, cybertronianos que, hartos de la guerra, ignorantes de las razas o simplemente desinteresados de seguir órdenes, tomaban su propio rumbo, ya sea de manera independiente o formando colonias. La sensación de tristeza que a él lo embargaba en esos momentos era indescriptible.

— ¿Puedes salir de aquí?
—Sí.
—Entonces iré contigo —repuso en voz muy baja, casi hablando consigo mismo—. No dejo nada atrás, nada hay aquí para mí.

4

Asteroide Kyryon. Puente de mando. Mientras tanto.

La ceremonia iba a ser sencilla, no se trataba de hacer pompa en las circunstancias como las que actualmente pasaban a los autobots, pero Rodimus insistió en realizarla. Ultramagnus, los miembros de La muralla autobot y los principales centinelas estaban presentes.

—Viejo amigo, hago oficial tu reintegración a tu cargo de comandante de tropas, mi mano derecha, el cargo que nunca debiste dejar de ostentar y que te quité en un alarde de inseguridad.
—Rodimus…
—No —lo atajó con una sonrisa—. Es la verdad, soy yo el primero que debe reconocer y superar sus errores a fin de ayudar a otros a mejorar. Nos encontramos en tiempos difíciles, en medio de una tregua que no puede durar mucho, y que, en riesgo de ser rota por los decepticons en cualquier momento, nos exige unión, y el máximo de trabajo para estar prevenidos.

Se detuvo un momento, incapaz de hablar, pero disimulando su malestar adoptando una actitud reflexiva; unos momentos después pudo continuar.

—Este también es un momento de alegría para nosotros, ya que tenemos junto a nosotros a un amigo y poderoso guerrero que ha aceptado un cargo que le es merecido por su fuerza y capacidad. Acércate por favor.

Tau se acercó a él de entre las filas al líder autobot.

—Sé que no te gusta mucho la ceremonia, así que seré breve. Ante ustedes, mis generales a cargo de la pesada tarea de ser La muralla autobot, los comandantes de grupo y los centinelas, quiero nombrarte uno de ellos, y confío en ti para que hagas tu mejor esfuerzo en pos de la paz y la seguridad de toda la población autobot, y de toda aquélla que esté en riesgo o necesite de nuestra ayuda. Bienvenido, Sentinel Tau.

Se hizo un respetuoso silencio en el grupo; los hechos en torno a la suplantación de la identidad del guerrero estaban limitados a muy pocos autobots, y se consideraba un asunto confidencial, sin embargo de lo cual, era sabido por todos que su poder era requerido por el alto mando.

—Gracias por confiar en mí, es muy importante.
—Sé que harás lo mejor para aportar a la paz y la seguridad de todos.
—Lo haré.

Pero no sólo ese asunto ocupaba la mente de Sentinel Tau en esos momentos, también una promesa que permanecía pendiente: ahora que tenía el cargo de centinela, podría dejar de dilatar la investigación sobre la intervención de Runflight en su recuperación, y llamarlo a Kyryon para que se le reconociera el desinteresado acto que hiciera en su favor. Hasta el momento, el mercenario había cumplido su promesa de no cometer crímenes, lo que era un antecedente enorme a su favor, y si bien Sentinel Tau no esperaba que se uniera a los autobots, al menos confiaba en alejarlo de la senda del delito de manera definitiva; él había visto en aquél la bondad y la capacidad de sentir compasión cuando el peligro era insuperable, y eso no podía desperdiciarse. Haría lo posible por concertar una cita con el alto mando lo más pronto posible.



Próximo capítulo: Antigua enemistad

La traición de Adán capítulo 21: Siete días



Eva y Bernarda estaban en un bar en el que se reunían habitualmente durante la tarde cuando tenían algún asunto que tratar, y que contaba como punto de encuentro porque el sitio le pertenecía; en eso llego Adán, en una tenida semiformal en colores celestes que lo hacían lucir como un modelo publicitario. Bernarda ahogó un suspiro al verlo entrar al bar.

–Dime si no es un placer ver a ese hombre.
–Es cierto –coincidió Eva acostumbrada ya a ese tipo de comentarios de parte de la otra– es guapo.
–Guapo es demasiado poco para él; hola Adán, nuestra invitada está por llegar, supongo que se retrasó arreglándose.

Adán saludó a ambas y leyó fácilmente el mensaje visual que le transmitía Eva: debía estar muy atento.

–Puedo esperar –sonrió ocupando un lugar– además tenemos muy poco tiempo para afinar todos los detalles.

En ese momento entró Luna, y Adán supo de inmediato que ella era la mujer que le iban a presentar; se trataba de una chica realmente atractiva, de figura espléndida, voluptuosa y de movimientos sinuosos, como si estuviera danzando sugestivamente. Tenía hermosos y a la vez poco usuales rasgos, una mirada misteriosa, penetrante y al mismo tiempo joven y fresca, era la representación física de una amazona de las leyendas, la mezcla perfecta entre la frescura de la juventud y la fuerza de una fiera. Para ser una gerente de relaciones públicas era demasiado atractiva, pero para haber sido contratada por Bernarda y para ese tipo de labores parecía perfecta.

–Buenas tardes.
–Gracias por venir.  Te presento a Luna Arriaga, ella es la nueva gerente de relaciones públicas de Boulevard. Luna, él es Adán Valdovinos.
–Un placer –saludó la joven con los ojos brillantes y sonriendo– espero que trabajemos muy bien juntos, por lo pronto con Eva ya estoy interiorizándome de algunos aspectos, pero por lo que Bernarda me dijo, trabajaré directamente para ti.

Adán la invitó a sentarse como si fuera el anfitrión.

–Para mí también es un placer. Desde ahora te digo que puedes confiar en mi para lo que necesites, para mi es sumamente importante que este proyecto vaya sobre ruedas.

Bernarda sonrió al ver a su triunvirato.

–Es cierto muchachos, pero lo que tiene que ver con Boulevard ya está demasiado adelantado; gracias a la gestión impecable de Eva, estamos a muy poco de inaugurar, y tan pronto esté listo, tú Adán te harás cargo del manejo del proyecto y Luna, tú te ocuparás de lo tuyo, que por cierto incluye una gran campaña de publicidad. Además cuando comience, la idea central es que haya una nueva sorpresa cada día. Pero de eso se ocuparán principalmente ustedes, lo que ahora mismo me es mucho más importante es que hay un nuevo proyecto, del que ya te hablé Eva.
–Es  verdad.
–Se trata de un hotel de lujo junto al aeropuerto, estrenando en él un diseño totalmente innovador, y pretendo que ustedes tres se hagan cargo de absolutamente todo, Eva en la planificación de la obra, y Adán junto a Luna en la publicidad y el manejo; quiero que Boulevard sea la publicidad para el hotel.

Eva se asombró internamente, aunque no lo demostró; entonces esa era su forma de trabajar, tomaría cada cosa como un escalón hacia sus objetivos, que peligroso pero a la vez conveniente estar junto a ella. Aunque también significaba proyectar sus planes mucho más allá del futuro inmediato, para conseguir estar un paso adelante de Bernarda.

–Me dijiste que podía conservar a la parte importante del equipo en Hotel; para empezar contar con ellos es genial, y como te decía antes, mantener a  mi equipo cercano y a mi arquitecto e ingeniero es fundamental, sobre todo si quieres que me haga cargo de cada detalle.
–Planéalo como mejor sea Eva, sorpréndeme, has algo que ni a mí se me ocurriría y triunfaremos; como el tiempo apremia, la publicidad de Boulevard ya la definí y solo tendrás que integrarte Luna, pero para el hotel todo dependerá de ti, lo mismo digo Adán.

Adán estaba sacando cuentas; Boulevard era una buena plataforma, el hotel sería el piso de sus siguientes proyectos y todo se estaba dando a pedir de boca, con la única diferencia que aquí tenía que cuidarse de quienes lo rodeaban, ahora más que nunca.

–Aunque solo ahora lo sé, ya me estoy haciendo algunas ideas; tendremos que organizar el tiempo con cronómetro, porque preveo reuniones maratónicas afinando cada detalle.
–Así que se trata de eso –comentó Luna divertida– vas a hacernos una prueba de fuego con Boulevard, y lo fuerte vendrá después; pero si quieres una buena iniciativa, te advierto que estoy comenzando a idear un proyecto publicitario que va a dejar como unos infantes a todos los comerciales y carteles que has visto en este país.

Bernarda estaba disfrutando de las personas a las que había citado; cada uno de ellos era único en su tipo, y eso era exactamente lo que necesitaba con ella, personas fuera de lo común dispuestas a hacer cosas fuera de lo común: Adán era hermoso, inteligente, un imán para la gente tanto  como para el éxito, Eva era magnética, brillante, una joya de la planificación y Luna...Luna era su arma favorita, la segunda arma más importante con la que podía contar.

–Me fascina ver a personas jóvenes como ustedes estudiando un nuevo trabajo tan solo con la mente, además que son perfectos para lo que se proponen y funcionan de una manera muy parecida a mí; ahora quiero contarles lo que tiene que ver con la publicidad de Boulevard, porque quise innovar un poco y por primera vez en este país, no habrá comerciales, ni afiches de publicidad. Tengo organizadas visitas a diferentes sitios donde tú Luna, en persona y como gerente de relaciones públicas, regalarás sesiones completas de relajación en el Spa, con la única condición de enviar la invitación a unirse al sitio de la nueva Galería Cielo. Hay sitios confirmados en discotecas, bibliotecas, centros de estudios, instituciones financieras y cines, y para apoyar  todo esto contacté a una serie de rostros de la farándula para que les muestren a nuestros invitados los beneficios de lo que tendrán. Estarás en terreno con algún bailarín o una modelo y una sesión móvil de masajes y terapias, y mientras el público se admira con eso, tú ofrecerás invitaciones gratis, y lo único que el elegido tendrá que hacer es enviar la invitación de la galería y llamar a su amigo para que visite  el sitio en ese instante.

Adán ya tenía considerada la variable, por lo que no le fue difícil deducir que tenía amarrado un millonario contrato de publicidad por emplazamiento en la web, con lo que se aseguraba ingresos solo por cada visita, además de lo que tendría en su favor con las visitas pagadas o con descuento, sin contar el ahorro de millones al no hacer comerciales de ningún tipo.

–Es brillante, me encanta  –comentó Luna sonriendo ampliamente– es una estrategia que es muy poco común porque es arriesgada, pero tiene todos los ingredientes para ser un éxito, y por supuesto me tiene a mí, así que no te preocupes porque sé exactamente cómo tratar al público. ¿Cuando empezamos?
–Mañana a primera hora en mi oficina, voy a necesitar Eva, que me confirmes si estamos en condiciones de inaugurar la nueva Cielo este Sábado.
–Totalmente Bernarda, de hecho mis ojos están en terminar con lo demás para poder inaugurar una sorpresa cada vez como dijiste, solo me preocupa un poco la sala de teatro, pero si la desplazamos al tercer o cuarto lugar no habrá problemas.
–Con eso tengo, me importa únicamente que el spa este en segundo lugar, lo demás lo organizamos según el momento. Ahora que ya tenemos lista la  previa de Boulevard,  quiero darles un plazo: a partir del sábado, el resto de esa obra va a ser estrenado en siete días, inmediatamente después de eso quiero en mi escritorio la primera visualización del proyecto del hotel.

Adán sonrió.

–La tendrás Bernarda, y prometo que te vas a sorprender.
–Eso es exactamente lo que quiero. Ahora tengo que irme. Luna, acompáñame al taxi, necesito que me digas donde conseguiste los anillos que traes.

Ambas se pusieron de pie, Bernarda se despidió de los otros, y se alejaron conversando animadamente. Eva y Adán siguieron conversando con total naturalidad, sin demostrar que había algo más que los unía, aunque en sus voces se notaba la diferencia, el mensaje secreto.

–Ten ciudado con esa mujer.
–Ya había pensado que podía ser espía de Bernarda, solo hay que tener más ciudado si es posible.

Eva bebió un poco de agua.

–Quiere acostarse contigo.
–Pero yo no quiero acostarme con ella –sentenció Adán sin alterarse– jamás querría, y lo sabes.
–Ese  no es el punto, Bernarda y Luna son amigas porque son del mismo tipo de persona, están acostumbradas a conseguir lo que quieren, y no se detienen ante nada para lograrlo.

Adán estaba tan tranquilo como de costumbre; no estaban discutiendo ni algo parecido, simplemente estaban hablando de lo que era importante en esos momentos.

– ¿Se diferencian en algo de nosotros?
–Sí, ellas son personas solitarias.
–Y nosotros nos tenemos el uno al otro. Eso no va a cambiar, no hay nada que pueda alejar mi mente de ti.
–Eso no cambia lo que he dicho; Luna es una persona tanto o más peligrosa que Bernarda, y no nos libraremos de ella con facilidad.
–Lo sé. Sin embargo ninguna de ellas, ni ambas unidas pueden contra nosotros, tenemos en nuestras manos el inicio de todo.
–No cometeremos errores.
–Jamás. Es  necesario pasar sobre el Boulevard y más allá del hotel, solo así tendremos el control; aún no tengo claras las ideas, pero estoy en eso.
–Igual yo. Tengo algunas ideas, pero es mejor mantener todo como está por ahora.

Luna volvió y se integró a la conversación.

Pilar y Margarita se abrazaron eufóricas.

– ¡Ya está amiga, inauguramos el Viernes!
–Es increíble, estoy tan emocionada Margarita. Y tenemos reservas, ahora solo falta que la máquina funcione bien.

Estaban en la pequeña oficina al fondo de la edificación.

–Es el momento, la gente que contratamos está afuera esperándote: garzones, chefs, ayudantes, guardias, todos están ahí, así que tienes que darles la bienvenida y todo eso.
–Que nervios, no se me da mucho lo de hablar así en público, pero lo haré.

Respiró profundo y salió al salón, donde todo estaba listo menos el mobiliario; se dirigió a todos con una voz segura pero suave, que logró captar la atención de todos al instante.

–Buenas tardes. Mi nombre es Pilar, soy la dueña del restaurante y su jefa, les agradezco que  estén aquí. Para ustedes esto puede ser un trabajo más, pero para mí es un proyecto muy importante y estoy esforzándome al máximo en que funcione bien, así que les quiero pedir que pongan también todo su esfuerzo aquí; no soy del tipo de persona que tiene esclavos, sé que ustedes son seres humanos y por eso es que quiero que confíen en mí, que sepan que también estoy trabajando y que me importa que estén bien, porque si trabajan bien todos vamos a salir ganando. Mientras tanto esto es una apuesta, pero quiero que me ayuden a que se vuelva estable y confío en cada uno, por eso los elegí para trabajar aquí. También quiero que sepan que Margarita es mi asistente, si en algún momento no estoy pueden hablar con ella por cualquier cosa, así que háganse parte de todo esto, díganme qué funciona mal, qué funciona bien, y si tienen alguna idea o lo que nos pueda ayudar a mejorar, no se detengan, puedo escucharlos a todos. Gracias.

Se produjo en breve silencio, y un experimentado chef alzó la voz.

–Señorita.
–Dígame Manuel.
–Mire, yo he  trabajado mucho tiempo en éste rubro, ya no estoy para durar un mes en un trabajo, así que  si es por algún consejo o lo que sea, si es para que nos vaya bien, cuente conmigo, yo la voy a apoyar.
–Gracias Manuel, cuento con usted, y también con todos, no puedo hacer esto sola, así que les pido que trabajemos juntos y así creo que a todos nos irá mejor.

Algunos en el grupo lucían indiferentes, pero afortunadamente la mayoría se mostraban interesados, y ese era un excelente capital, contar con personas que estuvieran dispuestas a aportar; estaba convencida de que en esa empresa  solo tendrían éxito funcionando como un gran mecanismo. El Viernes estaba extremadamente cerca, de modo que ya sentía la emoción de la inauguración y eso se sentía muy bien.

Finalmente la campaña publicitaria de la inauguración de la nueva Galería Cielo y el adelanto del spa y centro de relajación fue un éxito rotundo, y permitió que Luna mostrara todas sus dotes como imán para la gente, cualidad en la que Bernarda no se había quedado corta en elogios; sus apariciones junto a figuras del ambiente del espectáculo en lugares estratégicos fueron llamativas en primer lugar, y al principio llegaron uno o dos medios de comunicación obviamente contratados, pero después ya no fue necesario hacer más. El enganche de los cuerpos tonificados de los modelos guiaba la vista hacia la hermosura de Luna, quien se las arregló para parecer al mismo tiempo una ejecutiva y una mujer cercana a cada persona; dirigía cada acto sin que se notara, y hacía que el público entrara en su dinámica, reaccionando eufórica cada vez que alguien conseguía un premio. Para la tercera o  cuarta presentación pública su existencia ya era conocida, y el público comenzó a esperarla en los sitios donde se rumoraba que estaría con nuevos premios. El día Sábado la galería Cielo ubicada  en el Boulevard se inauguró sin ceremonias, pero con una insólita asistencia de público y de medios de prensa, convirtiéndose en la noticia del día en las páginas sociales por la concurrencia de famosos y personas renombradas, en economía y negocios por la original propuesta publicitaria y en espectáculos por conseguir darle un segundo impulso a una muestra que ya había sido estrenada más de siete meses atrás. El domingo fue el turno del spa, al que se le registró todas las locaciones ocupadas gracias a la publicidad que había hecho Luna, sin contar que había también muchas reservas específicas por los regalos y el interés por acceder al servicio que se mostraba como accesible, conveniente y de excelente calidad. El Lunes fué el turno del Centro de terapias alternativas, el Martes siguió el cine y la sala de teatro, el Miércoles abrieron sus puertas tiendas exclusivas de ropa, joyas y exquisiteces, el Jueves fué el turno de las tiendas familiares de nombres desconocidos en el país, importados solo para el Boulevard y con productos y ofertas insólitas, el Viernes se puso en funcionamiento la cafetería, el bar, el restaurante familiar y la gelatería, para finalizar en la noche de esa misma jornada con la biblioteca internacional y un espectáculo de artistas circenses como celebración; gracias a la ingeniosa campaña y a la omnipresencia de Luna, que parecía no cansarse jamás de atraer al público, cada nuevo evento solo agrandaba el interés por los servicios del Boulevard, incrementando por supuesto los ingresos y la fama del nuevo juguete de Bernarda Solar. Tras el espectáculo el Viernes, la empresaria se reunió con Eva, Adán y Luna en el bar del Boulevard en un sector exclusivo.

– ¡Ésta ha sido una semana dura, pero ya tenemos todo inaugurado y es un éxito! Los felicito a los tres, aunque en éstos días tengo que decir que el mayor crédito se lo lleva Luna.

La morena sonrió satisfecha.

–No es para tanto, solo estoy haciendo mi trabajo, y estoy muy contenta de hacerlo.
–Eso puedo verlo; ahora quiero saber si cumplieron con lo que les pedí.

Eva sacó de su bolso una pequeña carpeta y se la entregó.

–Estaba lista ayer temprano pero no tuve oportunidad de entregártelo; esa es la primera idea por supuesto, pero también es la base para que funcione a la perfección.

Bernarda paseó la vista por los primeros bocetos y planificaciones, y tal como lo había supuesto, la idea inicial era mucho más sorprendente de lo que se esperaba.

–Me gusta, es un verdadero monstruo. De verdad que es un monstruo muchachos, así que tenemos otra razón para celebrar esta noche. La próxima semana y mientras este lugar  sigue rebosando de gente, comenzamos a construir el Hotel que le va a cambiar la vida a los pasajeros del Aeropuerto.




Próximo episodio: Pequeños triunfos.

Por ti, eternamente Capítulo 7: Noticias entre manos



—Muchas gracias, estamos a las afueras del Servicio Forense, hasta adonde ha llegado la familia de la joven fallecida recientemente y que es la noticia del momento en ésta mañana. Les recordamos que el día de ayer fue notificada la desaparición de un menor de solo cinco meses de vida. Me encuentro en compañía de la señora Ingrid, quien accedió a hablar unas palabras con nosotros. Señora Ingrid, cuéntenos un poco de lo que saben al respecto de éste extraño caso.

La cámara se trasladó del periodista a una mujer de aspecto saludable, de largo cabello oscuro, que con la mirada baja hablaba lento, intentando a medias controlar sus sollozos.

—Todo es tan extraño —comenzó con la voz temblorosa— estamos aquí para reclamar el cuerpo de mi sobrina.
— ¿Tienen alguna noción de qué es lo que le causó la muerte a su hija?

La mujer hizo una pausa.

—Mi sobrina estaba enferma, pero aún no han salido los resultados de los exámenes. Lo que más nos preocupa ahora es que desapareció mi sobrino—nieto, el hijo de ella.
—Según la información que tenemos, su familia ha hecho una denuncia por presunto secuestro.

La mujer se mostró sorprendida.

—Mire... yo... yo no puedo hablar de ese asunto porque el abogado nos dijo que era un tema complicado.
—Es decir que si están realizando algunas acciones.
—La verdad es que lo que más nos importa es la seguridad del niño, él tiene solo cinco meses de vida, necesita cuidados y estar con su familia. Por eso es que necesitamos de toda la ayuda posible, que la gente nos ayude a encontrar al niño, que miren a todas partes, porque por ahí está la persona que lo tiene, y necesitamos que nos lo devuelva.

La cámara regresó al periodista.

—Los informes más recientes nos indican que hay una sospecha sobre una persona que podría tener relación con Magdalena de la Torre, la joven fallecida, y quien podría saber del paradero del bebé o inclusive tenerlo en su poder. Desde ya se le solicita a toda la audiencia que si tienen cualquier información, se comuniquen a los números de la policía o a través de nuestros servicios de comunicación en las redes sociales. Adelante estudios.


                                                                       2

Víctor abrió los ojos lentamente. Estaba aún en la sala de espera de la urgencia en donde había pasado la noche, aún sentado en la misma silla, con Ariel durmiendo tranquilo y casi inmóvil en sus brazos. Había tratado de mantenerse lo más despierto posible, pero el sueño lo vencía a veces, haciéndolo dormitar por momentos mientras a su alrededor el movimiento seguía incesantemente. En ese momento despertó el bebé, que por cierto había dormido espléndido para su edad, despertándose solo dos veces durante la noche; el pequeño comenzó a bostezar, y por primera vez, Víctor sintió que se olvidaba de todo lo que estaba sucediendo, y se dedicó a mirar al niño en sus brazos.

—Todo lo que está pasando es tan increíble... de pronto estoy aquí contigo y... No estoy seguro de nada de lo que estoy haciendo ni sé si las decisiones que estoy tomando son las correctas, pero en ese momento, cuando Magdalena habló conmigo, no pude... simplemente tenía que hacerlo, no podía dejar de cumplir la promesa que había hecho, pero ahora todo es un torbellino y no sé qué es lo que va a pasar... Magdalena cuidó de ti, ella es tu madre, pero ahora... ahora tú me miras tanto, ¿será que me miras porque me tienes confianza? ¿O será que tienes miedo y no sabes cómo explicarlo? Sólo sé que estoy tratando de hacer lo correcto, y quisiera...

No pudo seguir hablando; un nudo en la garganta le quitaba la respiración, pero a la vez, al mismo tiempo que todo a su alrededor había cambiado para siempre, por primera vez experimentó una nueva sensación, una tibieza especial que solo surgía estando así, sólo mirando al pequeño bostezar en su regazo.

—Tengo que darte tu leche —murmuró en voz baja—, y luego voy a mudarte, todavía necesito saber qué hacer.

Pasar la noche en la urgencia había sido mejor idea de lo que él mismo había supuesto, porque en medio del constante movimiento de la urgencia, y al ser ésta un servicio público, desde luego tenía más demanda de la que podía soportar, de modo que un hombre, aun siendo joven, con un bebé en los brazos, no era nada llamativo, más bien era de lo que menos podía interesarle al resto. Se desperezó lo mejor que pudo, mudó al bebé, y después de darle la leche, decidió salir. Ya daban las siete y media, y con la amenaza constante de las noticias de primera hora, no quiso arriesgarse a ver su propia cara en alguna de éstas, aunque tenía al mismo tiempo algún tipo de curiosidad por saber qué era lo que estaban hablando de él. Salió de la urgencia por una calle lateral, sin saber muy bien aún qué hacer durante el día, pero lo que tenía totalmente claro es que no podía seguir sin información y sin teléfono, porque romper el chip con su número al que lo había llamado ese hombre amenazándolo podía ser una buena medida preventiva, pero el celular apagado en la mochila no le servía de nada; con él podía informarse de algunas cosas.

—Víctor.

Se quedó detenido ante la voz que lo llamó, sin saber qué hacer. Un momento después siguió su camino a paso más rápido, intentando parecer normal en medio de esa calle desierta, pero una mano lo sujetó por el hombro.

—Espera.

Se soltó, y entonces la voz tomó cuerpo y figura. Se trataba de Eduardo, un antiguo conocido, un tipo de casi su estatura, corpulento y de rasgos duros.

—Entonces si eras tú, el que dijeron hace un rato en las noticias.

No solo era impactante que alguien a quien había conocido en algún momento le hablara con tal propiedad, también lo era el confirmar que su identidad ya estaba en conocimiento público.

— ¿Qué es lo que quieres?
—No tienes que ser hostil, recuerda que antes fuimos amigos.
—Y recuerdo muy bien porqué dejamos de serlo; tienes malas costumbres.
—Tal vez, pero a mí no me gustan los chiquillos.

Sonaba peor escucharlo de lo que creía. Pero decidió obviar esa parte, lo primordial era salir de allí inmediatamente.

—Cállate y déjame pasar.
—No lo creo —replicó comenzando a acorralarlo—, ésta vez voy a ser bueno y voy a devolver a ese niño, su familia va a estar muy agradecida.

¡La recompensa! Víctor intentó alejarse, pero el otro tenía a todas luces más rango de movimiento y trató de acercarse al bebé.

—No te acerques.
—No me des problemas, es muy temprano para eso.

Víctor se dio vuelta para evitar al otro hombre, pero éste se le adelantó y le asestó un puñetazo en el costado.

— ¡¡Aahh!!
—No lo hagas más difícil amigo...

Volvió a golpearlo, pero eso le dio una pequeña oportunidad; Víctor giró lo más rápido que pudo y le hizo una zancadilla, haciéndolo caer con estrépito. Sin pensar en nada más, comenzó a correr.

— ¡Espera!

Al hacer caer al otro, tuvo el tiempo suficiente para alejarse, tras lo cual llegó a toda carrera a una calle más transitada; tenía el corazón a mil, pero no podía detenerse, así que subió a un bus que estaba pasando, sin saber siquiera hacia dónde iba, pero teniendo un poco de distancia de lo que acababa de ocurrir.

—Tranquilo —murmuró hacia el bebé—, todo está bien, ahora vamos a ir hacia otra parte, no te preocupes por nada, no te preocupes por nada.

Poco después, cuando creyó estar lo suficientemente lejos de la urgencia donde había tenido el enfrentamiento con Eduardo, Víctor buscó un teléfono público y marcó en él un número.

—Arriendo de autos Gómez y Gómez, habla Daniel.

La voz del otro lado de la línea se escuchaba bastante más decente que el aviso que había visto en el diario, pero en realidad esa era la idea.

—Hola, necesito rentar un auto barato.
— ¿Papeles al día?
—En realidad no.
—Eso le va a subir un treinta por ciento el costo.

Podían ser indecentes, pero tenían sus prioridades, y eso era lo realmente importante.

— ¿Puede ser para hoy?
—Sí, podría ser un sedán del '94.
—Necesito algo más barato y menos vistoso.

La voz hizo una breve pausa.

—Tengo un huevito del '89, una camioneta blanca del año pasado y un furgón utilitario con algunos años.
—El furgón.
— ¿Quiere ir a buscarlo o se lo voy a dejar?
—Lo necesito en la esquina de Miguel Antares y Guérnico lo más pronto posible.
— ¿Lo quiere por el día o por el momento?
—Por cuatro días.
—Perfecto, espere ahí y se lo voy a pasar a dejar.

La voz cortó y Víctor colgó el auricular. Aún se encontraba en un sector bastante céntrico de la ciudad, pero la dirección que había dado era más alejada, y confiaba en que fuera la mejor decisión: tenía que salir como fuera de la Capital.

Casi media hora después, Víctor se encontró en la calle acordada con un hombre de aspecto desaliñado que conducía el furgón de color gris desteñido que había solicitado. El vehículo no estaba tan mal tenido, si te fijabas en los detalles pequeños.

—Buenas —dijo el hombre— ¿usted es...?
—El que lo llamó —respondió Víctor—, necesito llevármelo ahora.

El hombre parecía totalmente desinteresado en él, lo que era perfecto para sus planes.

—Claro. Tome —le pasó unas llaves—, en la guantera está la tarjeta con mi número y "lo otro"
— ¿Qué otro?
—Usted dijo que no tenía documentos —explicó como si los estuvieran escuchando—, ahora los tiene, solo que va a tener que ser inteligente para usarlos, no resisten mucho análisis. El estanque está lleno, y por el precio que le dije, lo dejé con algunos litros en la parte de atrás.
—Comprendo —replicó Víctor entregándole el dinero—, gracias.
—No lo rasguñe ni lo choque, al término del plazo de cuatro días puede dejarlo en la dirección que aparece en la tarjeta o llamarme al número. Y por supuesto, si tiene algún problema, ni yo lo conozco ni usted me ha visto.
—Comprendo.

El hombre recontó el dinero.

—Seguro.

El hombre se guardó el dinero en el bolsillo, y dando media vuelta caminó lentamente. Víctor subió al vehículo, dejó los bolsos atrás y al bebé en el asiento de junto, mientras evaluaba el interior; estaba claro que no les podía importar mucho el furgón, porque de seguro no valía mucho más del dinero que había pagado por el arriendo. Revisó la guantera, y encontró un porta documentos con tarjetas, fotos y esas cosas, y además una licencia de conducir a nombre de un tal Orlando Ortiz, cuyo rostro era de esas caras que se parecen a cualquier persona. Comprobó su rostro en el reflejo del espejo retrovisor, y en ese momento agradeció no tener rasgos demasiado notorios, de modo que la imagen podía pasar por una suya, con algo de suerte. Respiró profundo y comenzó el viaje.


                                                                  3


Álvaro se subió a la camioneta negra ocupando el volante, mientras Romina se sentaba en el asiento del copiloto con el bolso y varias cosas en las manos.

—Pensé que me ibas a venir a buscar más tarde, son las ocho y cuarto.
—La frase de: "El tiempo es oro" es tuya.

Iniciaron la marcha a velocidad moderada.

— ¿Adónde vamos?
—A visitar a la familia del niño. ¿Has visto cómo se están moviendo todos? Ayer la noticia salía tímidamente en las noticias, y ahora ya está puesta la denuncia, se sabe la identidad del tipo y están haciendo los exámenes al cadáver de la madre.

Romina se ataba el cabello mientras hacía conjeturas.

—Tenemos que apurarnos, estos tipos de prensa ya deben estar organizándose. ¿Qué tienes?
—Esto.

Le alcanzó una carpeta que ella comenzó a revisar.

—Déjame ver. Segovia, 24 años, soltero, no tiene ningún familiar vivo, sus padres murieron, trabaja —o trabajaba supongo—, en una tienda de ropa en el centro comercial, no tiene antecedentes, no tiene deudas, bueno, una en un casa comercial pero es baja, no tiene hijos... es básicamente un tipo común y corriente, no hay mucho material que sacar de aquí. Ah, pero mira, podemos pasar a la casa de la familia, después al centro comercial y de ahí directo a la casa de Segovia, a ver lo que conseguimos.

Poco después ambos estaban en la casa de Fernando de la Torre, sentados en el patio frente a él y a Sonia, su esposa, una mujer alta y de cabello rubio, quienes estaban sentados muy juntos y quietos.

—Muchas gracias por recibirnos señor De la Torre.
— ¿Ustedes son de la televisión?
—No. Somos periodistas, y estamos recopilando datos para hacer un reportaje que va a salir en la prensa escrita sobre lo que ha estado sucediendo, y por supuesto que estamos en conexión directa con la policía.

De la Torre frunció el ceño.

—Pero nosotros ya hablamos con la policía.

Romina reaccionó a la velocidad del rayo.

—Lo sabemos, pero en éstas circunstancias todo lo que podamos hacer es importante, además que la policía tiende a prestar atención solo a las pruebas o elementos concretos, mientras que nosotros estamos interesados en toda la historia.

De la Torre ya había hablado con su abogado, y él mismo le había recomendado dar alguna entrevista para sensibilizar a la gente y además para estar prevenido ante cualquier situación.

—Magdalena siempre fue una buena muchacha; tenía su carácter, pero nunca pensé que iba a salir con algo como eso. De pronto empezó a alejarse de la familia, no la veíamos mucho por acá, y ya sabe, siempre es por algo.
—Ella no es mi hija —comentó la mujer—, pero siempre la quise como si lo fuera; cuando las cosas se pusieron complicadas quise hablar con ella, pero no quería hablar con nadie de la familia, era como si de pronto le diéramos alergia, y casi al mismo tiempo supimos que andaba con ese tal Víctor y luego quedó embarazada, pero ese solo fue el comienzo de los problemas reales, porque cuando se embarazó desapareció, dejó de venir a la casa y no contestaba el teléfono.

Álvaro tomaba notas mientras Romina seguía con las preguntas; el caso se ponía cada vez más interesante.

— ¿Y qué ocurrió entonces?
—Traté de dar con ella, de hacer que volviera o que por lo menos hablara conmigo —respondió De la Torre—, pero no había forma. Magdalena quiso alejarse y desaparecer, no podía hacer nada, usted sabe que cuando las personas son adultas uno no las puede obligar. Al menos de vez en cuando contestaba el teléfono, pero después simplemente dejó de contestar. Y entonces empecé a preocuparme, a tratar de dar con ella, pero no había forma, al menos lo que parecía era que quería esconderse a propósito.

Romina aguzó la vista.

—Pero usted dijo que ella contestaba el celular al principio y después no; ¿Qué era lo que le decía?

El hombrón hizo una breve pausa, recordando.

—Reconozco que estaba enojado. Preocupado por ella, pero enojado, sentía que todo estaba mal, que una muchacha joven como ella, que siempre fue de su casa, no tenía por qué alejarse de su familia y de su vida así como así, sobre todo estando embarazada. Pero al final cuando no me quería escuchar si la regañaba, le pedía que volviera, siempre le dije que estábamos esperándola aquí, pero nunca me escuchó.
— ¿Cómo supieron de la existencia de Víctor Segovia?
—Por ella. Un día, antes que quedara embarazada, empezó a decir que saldría con él, o la escuchabas hablando por teléfono, y parecía importante, o eso creo, usted sabe que las cosas entre los jóvenes no son como entre uno que es más adulto.
— ¿Pero si no tienen la seguridad, como puede creer que ese hombre tiene al bebé?

De la Torre ya estaba preparado también para esa pregunta; Claudio lo había advertido bien.

—Porque mi asistente llamó al número de ella, cuando me informaron que la habían encontrado; contestó una voz de hombre, y cuando le preguntó por Magdalena y mi nieto, simplemente cortó y ya no pudimos contactarlo.

Romina estaba tomando notas mentales adicionales a las que estaba tomando Álvaro; para armar lo que pretendía, necesitaba algunos datos más.

—Cuénteme un poco más de esa situación, es decir cuando supo de la muerte de su hija.

Sonia le dedicó una mirada de reprobación a la periodista e iba a decir algo, pero De la Torre se le adelantó calmándola.

—Está bien cariño, es normal que pregunten; mire, hace un tiempo decidí pedirle a algunos de mis trabajadores de confianza que me ayudaran a buscar a mi hija.
—Podría haber llamado a la policía.
— ¿Para decirles qué? ¿Que mi hija mayor de edad no quería hablar conmigo y se había ido de casa? No, eso era ridículo, pero sí podía pedirle ayuda a la gente que tengo a mi alrededor, y le pedí a algunos de mis hombres de confianza que la buscaran, que recorrieran las calles tratando de encontrarla, mientras trataba de comunicarme con ella. Cuando me avisaron que la habían encontrado muerta, yo... no supe qué hacer, sabía que estaba enferma pero no tan grave, y además pasó lo otro, mi nieto no estaba y no había ninguna razón para que no estuviera, y además en esa casa abandonada... De pronto me dijeron que su celular estaba allí, y había un número, el último que había marcado, así que mi asistente llamó y le contestaron, pero no hablaron.
— ¿Qué quiere decir?
—Que la persona, la voz de hombre, contestó, pero luego se quedó callado, y se escuchaba un llanto... después ya no pudimos volver a llamar.

Álvaro intervino con una pregunta que lo estaba asfixiando.

—Señor De la Torre, usted hizo una denuncia por presunto secuestro, pero ¿Qué sabe de Segovia, el hombre al que frecuentaba su hija? ¿Tiene alguna información de su paradero?
—Parece que nadie en la ciudad sabe dónde está.

Minutos después Romina y Álvaro ya estaban de vuelta en la camioneta rumbo al centro comercial en donde trabajaba su objetivo.

—Éste caso es demasiado interesante.
—Pero la familia sabe algo —comentó ella agudamente—, estoy segura de eso. O conocen algo de Segovia que nadie más conoce y que no está en los informes, o la madre les dijo algo importante.

Álvaro meneó la cabeza, aún con algunas dudas.

—Sí, concuerdo contigo, pero no es mucho como para avanzar; la madre del bebé está muerta, la familia claramente ya fue aconsejada sobre qué decir y qué no, y el tipo éste está desaparecido. ¿Y si solo fuera una coincidencia?
— ¿Qué quieres decir?
—Ya sabes, sólo han pasado algunas horas, no sabemos con exactitud qué ocurre, excepto que la familia tiene datos que nosotros no. Lo que sabemos es que a la fiscalía le parece plausible porque aceptaron la denuncia hoy en la mañana, pero todavía necesitamos algo más, no quiero descubrir que el tipo simplemente se fue de juerga y no tiene idea de nada.


                                                                     4


Víctor conducía el furgón a baja velocidad, comenzando a salir de la ciudad. El vehículo claramente resistía el viaje, pero igualmente tenía sus dudas.

—Debí haberte comprado una silla para bebé —comentó en voz baja, tratando de sonar natural—, pero al menos te tengo bien ubicado aquí junto a mí; cielos, ahora entiendo por qué me rentaron el vehículo con tanta facilidad, porque probablemente no valga mucho más de lo que pagué por él cuando lo arrendé. Cuatro días, de verdad no creo que esto resista cuatro días de viaje, pero ¿sabes qué? no lo vamos a necesitar tanto tiempo, porque tengo un plan, y ahora lo vamos a necesitar solo dos días, para ese momento ya vamos a estar fuera de la ciudad y podremos tomar algún bus provincial, de esos que van para zonas menos pobladas. Tenemos dinero gracias al cielo, y por suerte hay buen tiempo, así que no hay qué preocuparse.

Pero sí estaba preocupado; aún sentía las palpitaciones de los golpes a los costados del cuerpo, resultado de su enfrentamiento con Eduardo. Había sido una increíble mala suerte encontrarse precisamente con él en esas circunstancias, pero al menos agradecía haberse librado, en gran parte por suerte. Miró el celular sobre el panel del vehículo; ahora estaba encendido y funcionando con la tarjeta de prepago que había comprado, pero tener celular nuevamente era al mismo tiempo bueno y malo, porque lo que había ideado para poder informarse de lo que ocurría mientras salía de la ciudad, por otro lado lo tentaba de contactar a sus amigos. ¿Que estaría pensando Arturo? Le había mentido, y por supuesto que una parte de sí le decía que tenía que aclarar las cosas, pero estaba sometido a demasiadas amenazas como para arriesgarse, y la existencia de personas como Eduardo y la rapidez de esa denuncia por presunto secuestro que ya había confirmado por la radio lo hacían sentirse más desconfiado todavía. Lo mejor era esperar.



Próximo capítulo: Verdades a medias





La traición de Adán capítulo 20: Dueños de todo



La remodelación del Boulevard del centro comercial Plaza estaba a punto de terminar a mediados de Noviembre, y Eva se sentía satisfecha con ese proyecto a pesar de los problemas iniciales; despedir a Esteban Méndez había sido la mejor decisión junto con remover a los trabajadores que podían ser conflictivos, ya que luego de eso todo marchaba sin problemas e incluso tenía adelantado ese proyecto un 5% en relación a las proyecciones. Con la inclusión de Bernarda Solar en la junta de accionistas se había tomado un ritmo mucho más enérgico y arriesgado, además de darle prioridad al Boulevard en primer término. Tocaron a la puerta de la oficina mientras Eva revisaba su correo.

–Pase.
–Permiso –entró la secretaria– hay un documento certificado para usted señorita.
–Gracias, ahora lo veo; María, por favor llama a la señora Solar, necesito reunirme con ella para afinar algunos detalles.
–De inmediato. Permiso.

La secretaria se retiró, y Eva tomó despreocupadamente el sobre en sus manos, lo abrió, y solo entonces se percató de lo que le habían enviado y quedó helada por la sorpresa: dentro del ordinario sobre había tan solo un mechón de cabello, atado con una cinta de género rosa bordada a mano.

–No puede ser...

La había encontrado; aun después de las precauciones que había tomado, ese maldito hombre la había encontrado ¿Que iba a hacer? No podía regresar a la misma situación, pero tampoco podía arriesgarse a delatar su preocupación, y ya las tres semanas pasadas desde el incómodo suceso del espionaje eran demasiado sin ocuparse en realidad del asunto. Tenía que localizar lo más pronto posible a quien estaba detrás de todo eso y ponerle punto final a esa situación.

Mientras, la obra gruesa en el restaurante de Pilar estaba terminada y el trabajo estaba enfocado en los detalles y la ambientación interior; la zona en donde estaban era un conjunto de edificios de más de veinte años, que en su momento fueron lanzados como un proyecto revolucionario en la ciudad. Se trataba de nueve edificios similares en estructura, y conectados entre ellos en la primera planta y zócalo por una compleja red de escaleras y puentes, además de micro plazas y sectores dedicados al esparcimiento, pero aunque arquitectónicamente era llamativo, la sociedad no estaba preparada y el conjunto se volvió algo oscuro y de mal nombre. En la actualidad, más de veinte años después, mejoras en la seguridad y en los accesos, varios institutos cercanos y nuevas formas de vida revitalizaron todo el conjunto, y precisamente en el zócalo de uno de esos edificios es en donde se estableció la instalación del restaurante, que Pilar nombró Morlacos, y que por recomendación de su amiga Margarita se ambientó con la temática del dinero, tanto por ostentosas joyas falsas como por detalles de todo el lugar. Para mediados de ese mes ya casi estaba todo listo y Pilar estaba cansada pero ansiosa.

–Casi no puedo creer que haya pasado todo ésto y que estemos a punto de inaugurar Margarita...
–Hemos tenido muchísimo trabajo amiga, pero está quedando de lujo, te anticipo que será un éxito.
–Eso espero.

Margarita abrió un cofre parte de la decoración y sacó varios vistosos collares.

–Y espero que pronto esto se convierta en joyas reales, porque de tanto ver las falsas ya se me antoja tener de las verdaderas.
–Estás exagerando, no creo que nos hagamos millonarias con esto, pero si nos va a dar independencia económica.
–Mi marido está sorprendido –comentó Margarita sonriendo– pero a la vez contento, ya sabes que me apoya en todo; incluso me dijo que le haga una reserva el primer día porque se va a traer a sus amigos del trabajo.

Pilar sonrió.

–Ese hombre es un premio, no sabes lo afortunada que eres.
– ¡Si lo sé mujer!  Por eso lo tengo marcado, es mío y de nadie más.

Rieron. Pilar estaba cada vez más convencida de que había tomado el camino correcto al embarcarse en ese negocio, porque desde ese  momento se había sentido más completa, siempre ocupada y con ganas de seguir el proyecto sin detenerse; en su caso el trabajo la estaba ayudando a continuar con su vida.

Eva se reunió con Bernarda en un café del barrio empresarial mientras aún rondaba por su mente todo el asunto del sobre que había recibido; la empresaria la esperaba con un café espumoso frente a ella.

–Que gusto Eva.
–Igual para mí. Bernarda, necesito hablar algunas cosas con usted.

La empresaria frunció el ceño.

–Es imposible hablar mientras me trates de usted, así que me tratas de tú ahora mismo.
–Está bien, lo siento. Te decía que quiero aclarar algunas cosas ahora que estamos a un par de días de inaugurar el Boulevard.
–Te escucho.
–Lo primero es la campaña de publicidad, falta una semana para estrenar la obra gruesa y aún no he sabido nada.
–Eso déjalo por mi cuenta –replicó Bernarda alegremente– siempre tengo un chiche en cada proyecto, algo que depende exclusivamente de mí, y en este caso será la publicidad y la forma de relacionarnos con los medios. Así que no te preocupes por nada porque lo tengo todo controlado.

Eva asintió; era poco común pero no demasiado, ya que como responsable de la obra nunca estaría directamente relacionada con los temas de publicidad, pero al menos ya tenía la información. Siguió con el segundo tema.

–Hay algo más. El gerente de Boulevard es Adán Valdovinos, pero según lo que he hablado con él, no hay un gerente o encargado de relaciones públicas, ¿Es parte de tu plan?
–Exacto, y es tan secreto que ni él lo sabe, de hecho serás la primera en saberlo. Ahora que estas aquí quiero felicitarte por tu trabajo, hiciste las labores y los cambios perfectos para que los trabajos terminaran más de una semana antes, estoy sorprendida pero feliz contigo.

Bernarda había tomado en sus manos la parte mayoritaria de las acciones de la Constructora Del Mar y Alzarrieta, con lo que había mandado de vacaciones a Céspedes padre e hijo, y actualmente se hacía cargo de todo con una naturalidad impresionante; desde el principio le había parecido una mujer acostumbrada al poder, pero ahora estaba convencida de que trabajando con ella conseguiría muchos avances en sus proyectos personales.

–Me alegro de que todo funcione bien, pero ahora mi trabajo casi está terminando. ¿Qué sigue?
–Me gustan esas ganas –comentó Bernarda– mira, la verdad es que estoy confundida, no sé si seguir con el hotel o con la remodelación del centro de eventos.
–Un hotel –intervino Eva– es un proyecto nuevo, me imagino.
–En ese caso sí, acabo de adquirir los derechos para construir un hotel en las cercanías del Aeropuerto.
–Pero los aeropuertos son zonas en donde no puedes construir un hotel –replicó la joven– a menos que tengas en mente algo fuera de lo común.

Bernarda sonrió astutamente; esa muchacha era indicada para trabajar con ella.

–Diste en el clavo, ya sabes cuál es tu siguiente proyecto: pondré un hotel de dos plantas y con un diseño completamente innovador; aun no tengo nada claro así que tendrás que definir tu equipo y las cosas como el diseño y demás tecnicismos, pero el paso más importante que es el de los permisos de construcción ya está en mis manos. Y ya que veo ese brillo en tus ojos, dime si es que ya se te ocurre algo.
–En realidad estoy pensando muchas cosas –respondió la joven– lo principal es que quisiera conservar a algunas de las personas que están trabajando en Boulevard en mi equipo, principalmente a Bastián Sánchez como ingeniero en jefe y a Adán Valdovinos como  gerente.
–Me parece totalmente probable, además que Adán es irresistible, es perfecto en todo lo que se proponga hacer igual que tú, así que tienes mi consentimiento para eso; de hecho creo que se podría armar un fantástico triunvirato, ahora sabrás quien es la tercera persona.

Eva bebió un trago de café. Un nuevo proyecto arrancando desde los cimientos era perfecto para ella, y con Adán cerca en la fase operativa, no había forma de que las cosas salieran mal. Se les acercó una mujer realmente hermosa, sensual y de rasgos exóticos, aunque del tipo de persona con algún tipo de mezcla de herencia genética, pues al verla no sabías exactamente de donde podía venir.

–Qué bueno que llegaste.
–Hola.
–Eva San Román, te presento a la gerente de Relaciones públicas de Boulevard, Luna Arriaga.

Eva se puso de pie. No era común ver mujeres tan bonitas como ella, y la otra lo sabía a la perfección, pero a la vez se comportaba como si no hubiera nada extraño o fuera de lo común en su aspecto; en tanto, Luna miró con detenimiento a la otra mujer: era realmente bonita de rasgos y de cuerpo, tenía estilo y elegancia, como en la medida justa entre una modelo de pasarela y una sex symbol, y se veía a distancia que era inteligente y decidida, la clase de mujer que sabe muy bien que hacer y cuando, y que conoce a la perfección sus cualidades. Estrecharon las manos profesionalmente.

–Siéntate Luna. Verás Eva, conozco a Luna hace tiempo, y es la persona perfecta para el cargo, porque además de ser una muñeca, tiene un magnetismo increíble con la gente; planeo que ella se encargue de dialogar y conectar tanto con futuros inversionistas como con el público en la campaña que comenzaremos mañana, y será también tu gerente en el próximo proyecto del Hotel del aeropuerto. Estoy segura de que tú, Luna y Adán serán insuperables juntos.

Luna sonrió espléndidamente.

–Bernarda siempre me halaga demasiado Eva. Te contaré, yo tengo una capacidad natural para conectar con las personas, pero no  me gusta el mundo de la televisión y esas cosas, así que encontré en este mundo algo en lo que soy buena y además me fascina; tengo que pedirte algo en todo caso, que me des información del proyecto, pero sobre todo de cómo está el país ahora mismo, eso es fundamental.
–Puedes contar conmigo para lo que necesites, aunque no vamos a trabajar directamente estoy dispuesta a ayudarte en lo que me digas.

Bernarda estaba en la cima de la alegría.

–Excelente, excelente, ya veo que se entienden. Eva, te voy a pedir que te encargues de interiorizar a Luna sobre los detalles de este proyecto y que la presentes a los ejecutivos, porque yo ahora mismo voy saliendo, tengo un viaje relámpago.
–No te preocupes, yo me encargo.
–Nos vemos luego.

Bernarda dejó pagada la cuenta y se fue rápidamente en un taxi, mientras las otras dos mujeres se miraban fijo.

– ¿Y de dónde conoces a Bernarda?
–Trabajé con ella en Londres hace un par de años y lo hicimos fantástico, así que como ahora estoy una temporada en el país me contactó y acepté encantada por supuesto; y dime un poco como está el tema del Boulevard.
–Lo inauguramos este Sábado con la Galería Cielo que es una muestra exquisita, y ya la próxima semana comenzamos con lo demás, aunque a mí Bernarda no me ha informado de la campaña de publicidad que harán y como hoy es Lunes no hay mucho tiempo disponible.
–Sobre eso no hay problema, yo tampoco lo sé –replicó Luna con toda tranquilidad– seguro que Bernarda nos contacta hoy en la noche con el plan ya hecho. Quiero pedirte algo más Eva.
– ¿De qué se trata?
–Quiero pedirte  que cuentes conmigo para lo que pueda ayudar, para mí es muy importante que este proyecto funcione porque le pertenece a Bernarda.

Eva frunció el ceño.

– ¿Por qué motivo?
–Porque Bernarda me dió la oportunidad de desarrollarme cuando trabajamos en Londres, y si alguien me da una oportunidad nunca lo olvido y siempre trataré de hacer todo lo  posible por retribuírselo; aunque hay una paga de por medio, la oportunidad y el hecho de creer en mí no tiene precio, por eso es que no dudé en venir a ayudar.
–Entiendo –asintió Eva– pues mira, éste proyecto y el siguiente son importantes para mi también, así que te aseguro que necesitaré de tu apoyo, podemos hacer un muy buen equipo.
–Me alegro.

Eva no sabía muy bien que pensar de Luna; estaba claro que sentía gratitud hacia Bernarda, pero no tenía antecedentes de ella y por lo tanto no sabía si sería o no una ejecutiva de calidad y tampoco se le había preguntado, así que solo podía confiar en que Bernarda, como de costumbre, aplicara su ojo clínico para escoger a los mejores para tenerlos con ella.

Adán estaba de paso en la galería de arte de Carmen Basaure, que ese día estaba cerrada por mantenimiento; las cuentas eran definitivamente espectaculares, y en las tres semanas que iban desde el estreno, el público seguía asistiendo en masa a ver El Regreso al paraíso, en un afán casi insano por conocer de cerca lo que tanto se comentaba; al final parecía que todo había resultado para mejor, pues este nuevo Regreso provocaba morbo en el público que según mostraba la tendencia, perseguía con más interés aquello que lo estremecía que lo que le causaba placer. Aun así seguía pensando que a fin de cuentas esa obra encontraría la forma de arruinar a Carmen. De todos modos solo se estaba encargando de comprobar que las cosas funcionaran bien y llevar las finanzas de cerca, porque por un lado la máquina que había armado se movía casi sola, y además él estaba mucho más ocupado en lo nuevo que en eso. Ya desde un principio tener a su cargo todo el paraíso terrenal ideado por Bernarda era excelente, y a eso se le había agregado que por coincidencia Eva era la responsable de la construcción, por lo que estaban trabajando unidos aunque no lo pareciera. Lo primero en inaugurar el próximo Sábado sería la nueva Galería Cielo, junto con un restaurante temático, para luego atacar al público con un nuevo servicio cada día; con respecto a la publicidad y relaciones públicas, Bernarda estaba empeñada en mantenerlo todo en secreto hasta último minuto, lo que si bien podía parecer preocupante, viniendo de ella significaba que tenía pensado algo de verdad grande. Recibió entonces una llamada de Eva.

–Hola.
–Buenas tardes Adán –saludó ella con perfecto tono profesional– necesito que agendemos una reunión para más tarde, estoy junto a la gerente de relaciones públicas de Boulevard, ella, Bernarda, tú y yo tenemos que ajustar los detalles de campaña publicitaria que comienza mañana, durante las siguientes horas tendré la confirmación exacta.
–De acuerdo, dejaré libre la tarde para la reunión, estaremos en contacto.
–Fantástico, te llamo más tarde.

Cortó. Eva  le había transmitido mucha información en la llamada, lo primero, que no podrían hablar hasta el momento de la reunión, así que tenían que estar atentos a todo, también le dijo sin palabras que la nueva gerente era una persona que requería atención, y que Bernarda efectivamente tenía en mente algo importante, ya fuera algo nuevo o lo que tuviese que ver con la llamada que le hizo, donde por cierto la otra persona estaba allí y seguramente muy atenta, lo que quería decir que era probablemente experimentada, o bonita, o ambas. Adán decidió esmerarse más que de costumbre esa jornada, dispuesto a anular a la nueva gerente con una apariencia simplemente deslumbrante, pues eso le daría en su favor el segundo golpe después del que seguramente estaba dando Eva al conocerla y descubrir qué clase de persona era la nueva colega de Boulevard.





Próximo episodio: Siete días

La otra matrix Capítulo 6: Nunca digas la verdad



Espacio exterior fuera de la órbita de Cybertron.

Heartfire y Ultramagnus fueron dirigidos por un silencioso y malhumorado guardián autobot a una nave transporte, y dejados a cargo de un piloto igual de malhumorado que se limitó a hacer un asentimiento con la cabeza antes de ocupar su puesto y comenzar el vuelo, que tardaría poco más de una hora. Ultramagnus le explicó a su acompañante que, luego de establecerse la tregua entre Galvatron y Rodimus, los autobots dictaron una serie de medidas nuevas de seguridad, entre las que se decidió instaurar La muralla autobot, un servicio de protección que evitaba la intrusión de enemigos que pudieran provocar desastres como la batalla en Ciudad autobot en la Tierra; de manera paralela, Rodimus se rodeó de varios generales que controlaban todos los movimientos de las filas del grupo, además de los oficiales encargados de reagrupar  los perdidos o desafiliados y restaurar el orden perdido antes, durante la guerra.

— ¿Y por qué no estuviste incluido en esos cambios?
—Eso no importa ahora —dijo Ultramagnus seriamente— nuestra misión es más importante que eso.

Otra vez aparecía el mismo tema; el legendario guerrero autobot sabía todo lo que pasaba, pero evitaba mencionar lo que había producido su caída; ese punto era una espina que Soulbraker no podía evitar tener siempre en mente. De cierta manera, esperaba que, al momento de entregar la copia de la matrix, su historia y la importantísima participación de su acompañante pudieran devolverle lo que le correspondía por derecho.

«Llegaremos en diez minutos. Tendrán que esperar en la plataforma de aterrizaje a que los trasladen porque me indican que Rodimus prime está en una reunión importante.»

La voz fría del piloto fue todo lo que escucharon en el resto del viaje, y ambos pasajeros se sumieron en un extraño silencio; Soulbraker estaba nervioso por la perspectiva de entrar en contacto con los altos mandos, pero al mismo tiempo se abría un nuevo espectro de futuro antes sus sensores ópticos. Una vez que entregara la copia de la matrix, podría buscar una forma de comenzar de nuevo, ya fuera recuperar su ocupación anterior, o hacer algo más; se sacaría de encima ese tremendo peso, y su misión estaría cumplida, tal como Slimdeam se lo encomendara antes de morir; quería honrar su memoria, pidiendo que se destacara su nombre en alguno de los memoriales autobot.

Minutos después, ambos esperaban en una sala blanca de paredes desnudas y muy iluminada. Tras una espera que pareció eterna, un nuevo guardián grande y armado les indicó que lo siguieran. Pasillos sin puertas y con luz blanca en el techo, silencio y un eco sordo de los pasos que daba cada uno de ellos; finalmente llegaron a un gran salón de color metal también sin salidas y con sólo una luz central, que apuntaba al mesón donde Rodimus prime esperaba sentado a la cabecera.

—Bienvenidos.

El saludo del líder autobot fue frío y distante, pero Ultramagnus no se inmutó. El guardián se quedó de pie junto a la única puerta mientras los dos visitantes permanecían de pie frente al mesón. Rodimus terminó de ingresar una serie de datos en la pantalla que tenía frente a él, y luego se puso de pie, tras lo cual enfrentó a ambos, sin hacer ningún acercamiento.

—Ultramagnus, asumo que sabes la gravedad de la invocación de El espíritu de Primus, el peso sobre tus hombros es muy grande. Estamos en medio de una situación muy delicada.
—Entiendo a la perfección cuáles son las potenciales consecuencias de mis actos y estoy seguro que tú también lo entenderás en la medida que atiendas a la urgencia de mi solicitud.

La tensión entre ambos autobots era evidente; Soulbraker se mantuvo en silencio mientras tanto.

— ¿Quién es él?
—Su nombre es Heartfire; mientras me encontraba realizando mis labores de reagrupación de autobots perdidos luego de la guerra, este autobot pidió mi ayuda para poder entregarte un objeto perdido en las ruinas de ciudad autobot, y por la importancia del objeto y el potencial peligro de que cayera en manos incorrectas, tomé la decisión de venir directamente a rendir cuenta.
— ¿Un objeto importante? —exclamó Rodimus a todas luces sorprendido—, Es extraño, en este tiempo no hemos recibido ninguna información de algo parecido. —y dirigiéndose al otro— ¿Tú tienes un objeto importante para nosotros?

La actitud de Rodimus era contenida ante él, a pesar de lo cual no se mostraba agresivo; Soulbraker se esforzó por mostrarse tranquilo ante el nuevo líder autobot.

—Rodimus, primero quiero decir que no sé muy bien cómo es que sucedió todo esto, pero si recurrí a Ultramagnus y a ti, es porque esto es realmente importante.

Le mostró la caja que hasta entonces había mantenido en su poder, aunque aún cerrada.

— ¿Qué es esto?
—Es una copia de la matrix de liderazgo —explicó tratando de sonar tranquilo—, la encontré en las ruinas de Ciudad autobot, creo que Wheeljack estaba trabajando en ella y no tuvo tiempo de entregársela a Optimus por todo lo que pasó después.

Si a Rodimus esa información le pareció sorprendente o ridícula, no lo demostró. Con un movimiento cuidado, oprimió el interruptor y abrió la caja. Por un momento, ninguno de los tres dijo nada, en tanto el dispositivo emitía un fugaz pero potente brillo desde el centro; desde el cuerpo de Rodimus se emitió un haz de luz de las mismas características, prueba innegable de que se trataba de un objeto que funcionaba en la misma frecuencia.

—Esto es…

Una vez recuperado de la sorpresa, Rodimus volvió a cerrar la caja y centró su atención en sus dos interlocutores.

—Dijiste que este dispositivo estaba en las ruinas de Ciudad autobot.
—Sí.

Antes que Rodimus pudiera decir algo al respecto, la puerta de la habitación se abrió y entró otro guardián con una severa actitud de preocupación.

—Rodimus…
—Howbrow, dije que no me interrumpieran.
—Lo siento, pero es importante.
—Debe esperar, estoy en una reunión de máxima importancia.
—Esto también lo es, me temo que no puede esperar —insistió el otro sin moverse del umbral—, es de suma urgencia.
—No podemos estar bajo ataque.

El autobot abrió completamente la puerta y entró, señalando al exterior.

—Creo que debe verlo por sí mismo, señor.

Sin esperar a que el líder dijera algo, el autobot encendió el mando del monitor holográfico, donde se vio de inmediato una imagen tomada desde el techo de uno de los salones de trabajo; Tau y otros conversaban animados.

—No lo entiendo, dime de qué se trata Howbrow.
—Se trata de un engaño, mi señor.

Una tercera voz se dejó oír en el lugar, mientras en el salón entraba quien lo decía a voz fuerte: era un robot idéntico al que se veía al interior de la sala enfocada por cámaras.

—Debes estar sorprendido de verme Rodimus prime —dijo el recién llegado—, pero puedo aclarar todo.
—No conversaré de nada con nadie en estas circunstancias; Howbrow, acompaña a este sujeto al puente de trabajo de batalla y custodien su estadía mientras resuelvo otro asunto.
—Sí señor.
—Espera, si quieres analizar este asunto tendrás que citar también a este sujeto —acusó el otro indicando a Heartfire—, porque está involucrado, es un traidor.

2

La presencia del doble de Tau y su acusación contra los recién llegados convulsionó al máximo el ambiente. Unos minutos después, en la sala central del puente se reunieron todos.
La sala se encontraba en el centro del asteroide mecánico Kyryon, provisional centro de operaciones del mando autobot mientras la tregua con los decepticons continuara siendo un asunto delicado en términos armamentísticos y diplomáticos. A diferencia de la sala anterior, el puente de batalla era amplio, con una gran pantalla en una de sus paredes y numerosos puestos de comunicación y control repartidos por las dos laterales, además de una serie de salidas por los costados y sensores de todo tipo, preparados para mantener la seguridad al máximo para sus ocupantes; también estaba custodiada por guardianes armados que vigilaban tanto el exterior como el interior.

—Entren.

Rodimus ocupó su puesto de espalda a la gran pantalla, mientras Ultramagnus fue dejado a un costado, junto a un guardián. Heartfire y Tau permanecieron al centro y, poco después, el otro robot con la misma apariencia fue conducido al interior del lugar. Soulbraker no podía articular palabra por la sorpresa que le provocaba ver dos autobots iguales, y que además uno de ellos estuviera acusándolo de estar involucrado en todo eso ¿Qué estaba sucediendo?

— ¿Qué es esto, quién es este sujeto?
—Eso es lo que quiero saber —exclamó el líder con fuerza—. Algo muy grave está sucediendo aquí y no puedo permitirlo.
—Este sujeto me ha suplantado tiempo atrás —explicó el gran robot—, es un impostor.
— ¡Es una locura! —gritó el primero escandalizado— ¡Es claro que es una trampa!
—Puedo probar lo que digo; usen un lector de sistema nervioso.

Ante esa declaración, el autobot hizo un movimiento para tratar de salir del lugar, pero fue inmediatamente sujeto de ambos brazos por dos de los guardias. El recién llegado indicó de forma acusadora a Heartifre.

—Esa es una prueba, y la otra la tienes ahí: ese sujeto al que llamaste Heartfire es su aliado y la copia de la matrix que tienes en tu poder son la respuesta a tus inquietudes.

¿La copia de la matrix? Soulbraker sintió que la habitación le daba vueltas ¿Cómo ese doble podía saber de aquello?

—Dime cómo es que sabes de ese objeto.
—Es un experimento antiguo en el que Wheeljack estaba trabajando desde antes de mi suplantación —explicó el otro—. Cuando el conflicto con los decepticons se intensificó, meses antes de la batalla en Ciudad autobot, fui a una misión en el cordón de asteroides de Saturno en la vía Láctea, y en esa misión se desató la desgracia.

Rodimus asintió, dando a entender que la misión en cuestión había existido; en tanto Ultramagnus sólo miraba al frente, absorto en la historia, o temiendo por su seguridad tras la invocación del espíritu de Primus, Soulbraker no podía identificar sus sentimientos.

—Sufrí un ataque por parte de un enemigo desconocido, y perdí el conocimiento; cuando desperté me encontré atrapado entre enormes bloques de roca espacial de alta densidad, sin armas y con los niveles de energía al mínimo. Tras una espera que me pareció eterna, el conjunto de rocas en el que estaba atrapado se estrelló contra el cinturón energético del planeta, lo cual debió haber provocado mi muerte.

En el puente no se escuchaba un sonido excepto la voz del recién llegado; Rodimus asintió indicando a su interlocutor que prosiguiera.

—Sin embargo, un misterioso transformer me rescató en mi agonía, y llevó mi cuerpo a un asteroide mecánico donde, a pesar de mis graves heridas, consiguió mantenerme con vida; debo decir que el sufrimiento que viví es tremendo, ya que estar al borde de la muerte, con el cuerpo destrozado y la chispa expuesta, superó el límite de lo que un cuerpo común puede resolver. La maquinaria que me mantuvo con vida es conocida por ser usada para torturar prisioneros y sin embargo, me salvó.

El visitante hizo una pausa en su narración, la que por cierto se volvía más aterradora a cada palabra; Soulbraker podría decir que no daba crédito a lo que escuchaba, pero su umbral de sorpresa estaba cada vez más difuso.

— ¿Quién es el que te rescató y te mantuvo con vida?
—En su momento te lo diré, pero ahora es importante que prestes atención a mi historia; de haber seguido conectado a las máquinas que menciono, mi muerte habría sido cuestión de tiempo, pero mi salvador utilizó algo que jamás esperé: la energía de la matrix de liderazgo.

Soulbraker dio un respingo al escuchar esas palabras.

— ¿Qué?
—Mi salvador siguió a aquel sujeto por el espacio, en tanto descubrió que llevaba consigo la copia de la matrix de liderazgo. Logró tomar una fracción de esa energía vital, y con ella me devolvió a la vida.

¿Runflight?

— ¡Runflight! —gritó Soulbraker sin poder contener su asombro— ¡Ese maniático nos atacó en el espacio, es un mercenario!
—Ser un mercenario no evitó que fuera compasivo con un moribundo —dijo fríamente el otro, mirándolo a los ojos con altivez—, mientras que tú estás aquí con maléficas intenciones.
— ¡Esto es una completa locura! —gritó Soulbraker sin dar crédito a lo que oía—. Rodimus, no sé quién es él, pero me está acusando sin tener fundamentos.

Rodimus se puso de pie resuelto y firme, haciendo callar a todos con un gesto de la mano. Mientras la discusión tenía lugar, el robot que hasta ese entonces había mantenido la identidad de Tau fue desenmascarado y su máscara retirada.

—Exijo que me digas tu nombre.
—No te diré nada —exclamó el impostor desafiante—, excepto que no puedes acusarme de intentar dañar a alguien, porque en este tiempo sólo he contribuido a la causa autobot.
—Eso puedo verlo con claridad, pero la pregunta es ¿por qué?
—Hagan lo que quieran, no diré nada más.

El verdadero Tau intervino con una respuesta.

—Creo que tengo una explicación para esto: implante sensorial.
— ¿Qué?
—Sabemos que hay Transformers más débiles mentalmente que otros, y ahí es donde los traficantes de implantes sensoriales tienen su mejor negocio; de ahí a que un robot use más cantidad de códigos de lo que es sensato, hay solo un paso, y sabemos que cuando eso sucede, los afectados comienzan a sufrir alucinaciones de todo tipo, lo que los vuelve peligrosos.

Se hizo un tenso silencio, que fue interrumpido por Ultramagnus; el autobot hablaba con voz endurecida por las experiencias recientes.

—Rodimus, no alcanzo a comprender lo que está sucediendo, pero Heartfire tiene razón al decir que Runflight, el mercenario que creímos muerto, nos atacó en el espacio.
—Lo que me trae a la mente una pregunta —replicó Rodimus en voz baja— ¿Cuáles eran tus intenciones al venir a buscarme, al utilizar a Ultramagnus?

Soulbraker no lograba comprender cuál podía ser siquiera el motivo por el que estaba siendo acusado, pero la intervención de ese temerario mercenario sólo empeoraba las cosas.

—La encontré en Ciudad autobot, es obvio que se trata de un objeto valioso, por eso tenía que traerlo contigo.
—Tú no estabas en ciudad autobot, y no hay ninguna información acerca de ti previo a todo este conflicto que te trajo ante nosotros.

El autobot empezó a entrar en pánico; recién lo comprendía, lo que el verdadero Tau estaba tratando de hacer era desacreditarlo, y él había sido tan ingenuo como para ir directo al mando autobot sin tener pruebas de quién era más que su presencia y la copia de la matrix.

—Mi verdadero nombre es Soulbraker. Rodimus, no sé por qué este autobot me está acusando de tener malas intenciones, pero no es así; resulté herido durante la batalla de Ciudad autobot, y me recuperé de un modo muy extraño, pero al hacerlo descubrí también la caja con la matrix, y comencé a tratar de encontrarte. No he hecho nada malo.

Desvió la mirada hacia Ultramagnus, que lo miraba como si estuviera demente; estaba perdido, después del golpe de efecto de las palabras de Tau, su versión sólo parecía un ridículo invento.

— ¿Qué has hecho?

La voz del gran guerrero autobot destilaba una sorpresa y decepción que traspasó a Soulbraker; de alguna manera, lo que él mismo había interpretado como una misión improvisada de llevar con Rodimus prime un objeto en extremo valioso se había convertido en una pesadilla.

—Ultramagnus, lo que estoy diciendo es verdad; estaba en ciudad autobot, soy un técnico de conexiones y cableado, lo juro.

Sintió el sonido de un detector de ondas sensoriales, un sencillo aparato que a él mismo jamás se le habría pasado por la mente usar; dio vuelta y vio a uno de los guardias leyendo los resultados arrojados sobre su cuerpo y enseñándolos al líder autobot, que meneó la cabeza con preocupación.

—El escáner sensorial  muestra niveles altísimos —dijo el líder quitando fuerza a sus palabras—. Muchacho, has estado consumiendo implantes sensoriales.
—No, no es así, te digo que volví a recuperarme después que supuestamente perdí la vida en la batalla de Ciudad autobot, Slimdeam estaba ahí y…

Se quedó sin palabras al escuchar sus propias palabras; Slimdeam había muerto tratando de salvarlo, y aunque desde luego lo había visto con vida, no había tenido tiempo de registrar ese dato por causa de los barredores y la amenaza del que, casi seguro, era Runflight. Por eso su aspecto no era el mismo de antes, porque estaba muerto, y le resultaba imposible demostrar que el fallecido Soulbraker y Heartfire eran el mismo autobot. El terror se apoderó de él.

—Rodimus, escúchame, no estoy mintiendo.

Tau le dedicó una mirada despectiva, pero el líder autobot no tuvo palabras tan duras.

—Si este autobot está bajo los efectos, o las consecuencias de un implante sensorial, no creo que tenga malas intenciones como dijiste Tau.
—Lo siento si fui demasiado duro, pero las cosas no han sido sencillas.
—Para nadie lo son —reflexionó el líder con voz pausada—, y es por eso mismo que debemos actuar con cautela.

Tenía que salir de ahí, o todo terminaría mal; pero, como si hubiera estado leyendo su mente,  el mismo guardia que pasó el escáner por su cuerpo lo sujetó por los hombros.

— ¡Espera! Rodimus, no tengo malas intenciones, sólo hice lo que era correcto.

La mirada de Rodimus hacia él era en extremo compasiva, y dadas las circunstancias, resultaba aterradora por lo que podía significar.

—Muchacho, necesitas ayuda.
— ¿Qué es lo que pretenden hacer?
—Necesitas recibir ayuda profesional, debes desintoxicarte y recuperar tu conciencia, o podrías terminar haciéndote daño, o a alguien más.
— ¿Van a encerrarme, por querer ayudar? Rodimus, no pueden hacerme esto, no le he hecho daño a nadie y sólo hice lo que tenía que hacer, no estoy loco ni soy un adicto, tienes que creerme.

La voz de Ultramagnus intervino en la agitada conversación.

—Lo siento tanto, creí estar haciendo lo correcto y sólo he puesto en riesgo la seguridad del alto mando.

Rodimus dejó por un momento al alterado Heartfire y volteó hacia Ultramagnus; su voz perdió la intensidad fría de antes y se volvió amigable y sincera.

—Hiciste lo correcto viejo amigo, y estoy seguro que nunca tuviste malas intenciones; soy yo el que debe disculparse contigo. Cuando quisiste insistir en tomar las armas y luchar en contra de los decepticons, no estabas haciendo más que lo que cada uno de nosotros quería, y dadas las circunstancias actuales incluso puede que hubiese sido lo mejor. Lo que interpreté antojadizamente como un ataque contra mi reciente autoridad era una acción honesta y sincera, y te debo una disculpa por eso.
—No tienes que pedirme disculpas, yo desafié tu autoridad.
—No, no lo hiciste, ahora lo comprendo. Tu interés por mí y los autobots y llegar a poner en riesgo tu vida al traer este misterioso objeto a mis manos confirma lo que digo, y quiero enmendar en algo mi error y devolver tu rango. En cuanto a ti —dijo hacia el impostor del guardián—, serás juzgado por suplantación de identidad y se decidirá tu situación. Llévenselo.

Los guardianes se llevaron al cautivo sin que este se opusiera, pero Soulbraker seguía sujeto por otro, imposibilitado de hacer algo.

—Heartfire, te pido que me escuches.
—No, es una trampa, ese autobot está tramando algo ¡Está aliado con Runflight!
—La participación de ese mercenario en la supervivencia de Tau será revisada al igual que su situación, pero es la tuya la que me preocupa; como dije, necesitas ayuda de manera urgente. Serás enviado a Helios-4 donde recibirás el tratamiento adecuado.

Helios-4 era uno de los centros de tratamiento mental que aún subsistían en el espacio; según lo que sabía, quien entraba en ese sitio tenía pocas oportunidades de salir.

—Eso no es justo, no he hecho nada malo.
—Sé que no, y por eso es que no serás juzgado en ninguna manera, pero tengo la obligación de velar por la estabilidad de todos los autobots. Los oficiales de Helios-4 te ayudarán en todo lo que necesites.

Soulbraker miró desesperadamente a Ultramagnus, pero este se había sentado a un costado, derrotado en su ánimo por los hechos ocurridos, sintiéndose traicionado y utilizado como un novato; Tau, en tanto, había tomado distancia y observaba la escena en silencio parado a pocos metros de los guardias de la puerta. No tenía salida.

—Él está mintiendo, no soy un adicto, no puedes creerle a alguien que sólo aparece en este instante.
—Tampoco tú tienes antecedentes previos —replicó Rodimus compasivo— y por eso es que ninguno de los dos será juzgado y los casos de ambos, revisados. Tú exhibes niveles sensoriales alterados y él no, sin embargo de lo cual ambos serán sometidos a exámenes para descartar fluctuaciones que a primera vista pasen desapercibidos, pero es necesario que entiendas que necesitas ayuda y que no vamos a hacerte daño, Heartfire.
—Lo estás haciendo ahora ¿No ves que pude haber abandonado la matrix o quedarme con ella en vez de traerla aquí? Fui honesto con ustedes, me arriesgué a transportar la copia y ahora están acusándome y quieren encerrarme.
—Nadie va a encerrarte.
—Entonces déjame ir —exclamó desafiante—. Si de verdad no quieren lastimarme ni encerrarme, entonces déjenme ir; prometo que jamás me volverán a ver.

El líder autobot hizo una pausa de algunos segundos que se hizo eterna. Al final habló con un tono amistoso y suave, digno de un auténtico líder.

—Dejarte ir sería lastimarte, Heartfire. Entiendo que no lo comprendas ahora, pero eso sucederá pronto, te prometo que no olvidaré tu caso, y te visitaré de manera frecuente para ver tus avances. Hablaremos.

El guardia que lo tenía sujeto se dispuso a llevarlo fuera de la sala; todo había sido en vano, sus ideas previas y lo que podía esperar de sus acciones se disolvía entre las manos como energon fuera de un recipiente. La desesperación se apoderó de él en un nivel más alto que antes, pero nadie parecía escuchar sus gritos y la mirada derrotada de Magnus no servía para nada.

— ¡No me encierren! ¡Rodimus por favor! ¡No hagan esto por favor, es una trampa, no me lleven! ¡Noo!

3

—Los análisis sensoriales completos indican que sus niveles de alteración de personalidad son 10 sobre 15, uno de los niveles más altos que hemos visto en mucho tiempo; el afectado duda de su personalidad y asegura ser un individuo que ha asumido esta identidad tras la muerte de otro, lo que indica que puede ser amigo o cercano del segundo sujeto, sin embargo su historial es inexistente, por lo que suponemos que el nombre clave que ha entregado no es el real. De momento estamos analizando los bancos de datos para dar con su verdadero nombre, por lo que el apelativo Heartfire será correcto hasta nuevo aviso. No parece ser peligroso, aunque su capacidad de abstraerse de la realidad y mezclar eventos comprobables con situaciones ajenas es alto, por lo que resulta convincente al trato aún sin demostrar notarlo; se recomienda aislamiento inicial y un tratamiento con cargas de baja frecuencia. El detalle está en el informe.

Redrain siempre recibía personalmente a cada uno de los nuevos integrantes del centro de tratamiento de afecciones sensoriales en Helios-4, o como él le llamaba: “La gran nube”.
Sentía muchas cosas acerca de los internados, menos desprecio. En su  opinión, incluso los que recaían una y otra vez en algo que sabían que les hacía mal, terminaban en eso por alguna carencia, ya fuera amistad, créditos, dolores, batallas perdidas o fragilidad mental, pero no conseguía pensar en ellos como Transformers malvados que pretendían dañar a la sociedad; su misión podía ser difícil, lenta, invisible e incomprendida por muchos, pero él sabía que estaba haciendo  algo bueno, y si en su trabajo conseguía que al menos uno lograra mejorías, la recompensa estaba en sus manos. Recibió la tarjeta con la información del recién llegado y contempló en silencio la camilla que lo transportaba. Le pareció extraño que en su mirada y actitud no había signos de demencia o extravío, tal como indicaba el informe, sino sólo un sentimiento: Miedo.

—Hola Heartfire, soy Redrain, voy a ocuparme de ti y tu tratamiento ahora que estás en Helios-4.

El autobot no respondió, presa del temor que lo dominaba en esos momentos; tampoco lo miró a los ojos, ya que su mirada vagaba de un punto a otro, como si temiera que desde cualquier punto pudiera aparecer un enemigo invisible y mortal.

—Sé que estás asustado y que todo esto es nuevo para ti, pero te vamos a ayudar a estar bien. Esto no es una cárcel, es un centro de tratamiento, y te garantizo libertad y tranquilidad en la medida que colabores con nuestro proceso; te darás cuenta que en el interior de este lugar hay muchas actividades, y autobots dedicados a ayudar a cada uno en lo que necesiten.

Hizo una nueva pausa, en la que el único cambio fue que lo miró fijo, desprovisto de emoción.

—Te equivocas.
— ¿En qué?
—Esto sí es una cárcel —dijo con voz sombría— Y ustedes son los responsables de mi encierro.



Próximo capítulo: Un ladrón con suerte