La traición de Adán capítulo 34: La sombra de Adán



Las lágrimas son innecesarias cuando la amenaza es más grande que tus expectativas.

Eva estaba sola en su habitación de Hotel, después de que Adán se marchara en la mitad de la noche; le había dicho que necesitaba ordenar algunos asuntos luego de cerrar los negocios que había hecho a espaldas de Bernarda Solar, lo que significaba que debía librarse de cualquier prueba al respecto. Bien. De pronto llegó un aviso a su teléfono celular de origen desconocido.

''Sé que quieres ver el video que acabo de enviarte. Con mucho cariño.”

Habitualmente no hacía caso de algún mensaje de ese tipo, pero por alguna razón, sintió la necesidad de verlo, como si supiera que era lo que se escondía tras el misterioso informante. Encendió el ordenador, y  en él confirmó que tenía un mensaje, también desde una casilla de correo desconocida.

Y al ver el video, todo cambió.

Cuando se bajó de su automóvil al amanecer, Adán no estaba pensando con claridad y por lo tanto no se fijó en el vehículo que estaba estacionado a poca distancia. Entró al edificio y subió a su departamento, pero se encontró con Eva esperándolo; se veía demacrada, y su mirada era fija y dura. No, no era posible.

– ¿Qué haces aquí?
–Ahora eres dueño de todo, ¿no es así?

Entró sin invitarla a pasar, aunque ella lo hizo igualmente; era un pésimo momento para hablar, pero estaba claro que manejaba demasiada información para una sola noche.

– ¿Qué quieres?
–Quiero que me lo digas mirando mis ojos, igual como me dijiste que me amas.

Adán la miró. Lo sabía, Eva lo sabía todo.

–Dime de qué hablas.

Pero ella le dio una bofetada con todas sus fuerzas, con tanta rabia que lo hizo tambalear, descargando junto con el golpe una corriente eléctrica que le decía sin palabras lo que estaba sintiendo.

– ¡Te lo dije! –gritó fuera de si– ¡te advertí que Luna era peligrosa, te dije que eras su objetivo Adán, te lo advertí porque sabía todo lo que  teníamos en juego, pero fue inútil porque de todos modos te acostaste con esa perra!

Adán dio un paso atrás; nunca había imaginado una situación así con Eva, porque su amor y su conexión parecían indestructibles. Pero no solo era eso, había mucho más.

– ¡Cállate! No eres mejor que yo, sé los cambios que hiciste en los contratos, sé que modificaste las clausulas para quedarte con todo. No fuiste lo suficientemente lista porque dejaste una huella, por eso es que sé lo que hiciste.

Eva apretó los puños. ¿En qué se habían convertido?

– ¡Sí, lo hice!   Lo hice al descubrir lo que hiciste.
–No me digas ahora que crees que se trata de algo importante.
– ¡No se trata de eso maldita sea! –rugió la mujer mirándolo con furia– se trata de lo que hiciste, porque siempre se trató de ella, siempre quisiste acostarte con ella y con eso le diste el arma  más poderosa que podías darle.

Adán hizo un movimiento brusco y arrojó la mesa de centro de una patada contra la pared. Eva no se movió un milímetro.

–Estás equivocada. Nada de lo que ocurrió con Luna tiene que ver contigo.
–No te atrevas a decir algo así. Todo lo que pasa a nuestro alrededor tiene que ver con ambos, por todo  lo que hemos vivido y por las cosas que hemos hecho.
– ¿Y crees que Luna está a ese nivel?
–No hablo de eso, no  me trates como si fuera una estúpida. No solo le entregaste tu cuerpo, sino que permitiste que entrara en tu área privada. Ahora dime cómo es que piensas escapar.

Adán se acercó más, enfurecido por el huracán que estaban viviendo, pero Eva no demostraba el menor temor.

–Aquí no hay escapes. ¿Por qué diablos crees que hice todo lo que he hecho hasta ahora? Todo lo que he hecho en mi vida ha sido para tener el control.
– ¿Y lo pierdes acostándote con ella?
– ¡Claro que no! Luna no es nadie, no puede tocarme, y todo estaría como siempre si no hubieras cometido la estupidez de meterte con los contratos.
–Es la única forma de protegerme. No voy a hundirme por confiarte algo que no puedes resguardar.
– ¡Y lo solucionas dándome una puñalada por la espalda! ¿Quién crees que eres para tomar esa decisión?

Los ojos de Eva llameaban por la rabia que sentía. Se podía percibir en el aire la energía desplegada por los dos, el enojo y la descarga que producían sus carácteres imponentes; estaban acorralados, habían tomado un camino de destrucción del que ninguno de los dos había podido hacer pronóstico, y del que ambos desconocían algún tipo de salida.

–Lo que hice fue lo más sensato Adán, me protegí mientras tú te olvidabas de todas las precauciones que siempre dijimos que tendríamos, reconoce al menos que ese fue tu primer gran error.
–No tienes idea de lo que estás hablando. He llegado más lejos que  nunca, maté junto a ti, solo porque sé que lo que tenemos es mucho más poderoso que cualquier otra cosa, y se suponía que tú sentías lo mismo, pero ahora veo que te escapas como una cobarde.
– ¡Si piensas eso es que eres un estúpido! Nada de esto habría pasado si hubieras seguido el plan. ¿O esperabas que me quedara tranquila esperando a ver cómo le entregabas a esa perra la oportunidad de arruinarnos?

Eva se había inmiscuido en los sistemas que antes el propio Adán había intervenido, y descubriendo la verdad de él y Luna, decidió poner a salvo una parte de las cuentas directamente bajo su control, dejando el resto menos productivo para él.

–Estás delirando.
–Claro que estoy delirando ¿No lo ves? No sé dónde estoy, no sé qué diablos es lo que estamos haciendo ahora, solo sé que no voy a dejar que lo arruines todo. ¿O cómo crees que me enteré de que estabas entrando en el hotel de Luna?
– ¿Qué dices?

Eva lo miró con desprecio.

–No te seguí si es eso en lo que estás pensando; alguien me envió la información, me enviaron un video extraído de las cámaras de seguridad del hotel donde fuiste, claramente se trata de algo orquestado.

Adán se quedó un momento en blanco, impactado por lo que acababa de oír; después de su encuentro sexual con Luna, el efecto del placer y la posterior sorpresa sobre lo que había hecho Eva, no le había dejado tiempo de hacer suposiciones acerca del modo en que lo había descubierto.

– ¿Te enviaron un video?
–Sí.
–No puede ser...

Pero no se refería a eso en particular, Por un momento se olvidó de Eva, y fue directo a su ordenador.

– ¿Que estás haciendo?

Adán no contestó.

Mientras tanto, Bernarda estaba despierta en su departamento; había sido una noche agitada, pero estaba bastante más tranquila que antes.

–Pasa.

Luna llegó sonriente a pesar de la hora.

–Es la última vez que hago una reunión contigo a las siete de la mañana, sabes que no sirvo para éstas cosas.
–Pero estuviste despierta toda la noche.

La joven fue directo al bar a servirse un trago.

–Eso es distinto Bernarda. ¿Ahora vas a explicarme qué es lo que ocurrió?

Bernarda se veía cansada, pero satisfecha.

–Tuve que llamarte de emergencia porque las cosas se complicaron; uno de mis informantes me alertó de que Adán y Eva estaban aprovechándose de mí, y después de eso las cosas se precipitaron.
–Explícate.
–Esos dos intervinieron mis cuentas, con el obvio propósito de quedarse con mi dinero, y contaban con ayuda experta, ya que se estaban entrometiendo en Biel Asís, una de mis empresas. Consiguieron apropiarse del capital casi completo de esa empresa, pero creo que después cometieron un error o se precipitaron, porque quisieron tomar mucho más que Biel Asís, y dejaron esas acciones, para apropiarse de otra empresa que les pareció mucho más prometedora, Masters.

Luna silbó.

–No me parece recordar ese nombre.
–Eso es lo primero que me hace pensar que cometieron un error de principiantes o que la ambición los cegó por completo, porque Masters es una empresa de papel.
– ¿Qué?
–Eso. No hay nada ahí, excepto deudas y procedimientos mal hechos, por eso es que hace un año y medio me liberé de esa empresa por completo, y legalmente no es mía.

Luna se puso de pie jugueteando con su copa; entonces se había acostado con Adán para proteger los intereses de Bernarda tal y como siempre había pensado que pasaría, que desilusión que no hubiera ningún tipo de sorpresa, pero por otro lado, era una de las desilusiones más exquisitas que había experimentado en su vida.

–Déjame ver si entiendo. La parejita tomó el riesgo de meterse en medio de tus negocios, y cuando tuvieron la oportunidad de quedarse con una buena tajada, decidieron que querían muchísimo más, y optaron por otra alternativa que sólo es una farsa.
–Exacto. Es una ironía del destino mi querida Luna, que después de tanto confiar en Eva y en Adán, tuviera que castigarlos de éste modo, ahora mis empresas quedarán sin su dirección.
–Eres temible Bernarda, eso es lo que más me gusta de ti.

Brindaron por el éxito que tenían en esos momentos.

Por otro lado, Adán seguía frente al ordenador, sin poder superar aún la sorpresa que había vivido.

–Maldición.
– ¿Que fue lo que pasó?
–Tenías razón Eva –contestó él con voz lúgubre– esto era una trampa, siempre fue una trampa.

Se puso de pie. Mientras hablaban, todo lo que se había propuesto y lo que hasta ese momento había conseguido, se estaba yendo al demonio.

–Pero hay algo más, lo veo en tus ojos.
–Claro que hay algo más –replicó ásperamente. Le parecía estar viendo a Samuel, riéndose en su cara, que estúpido, que idiota había sido al creer que  se había deshecho de él para siempre– esto es una trampa, pero no una en la que caí yo, sino que una en la que caímos ambos, porque tanto tú como yo somos responsables.
– ¿A qué te refieres?
–Los millonarios fondos traspasados a Masters no existen, básicamente porque esa empresa no existe, es todo una mascarada, una mentira que Bernarda encargó para protegerse. Al ingresar a los sistemas de esa empresa detoné una alerta que no pude detectar, lo que permitió que todo siguiera como de costumbre, amparando la mentira en los interminables sistemas digitales que soportan cualquier cosa. Y cuando hice los traspasos a nuestras cuentas, no traspasé nada de dinero porque no lo había, pero si hice que nuestros nombres quedaran ocupando el cargo que antes ostentaba una persona ficticia.

Eva ahogó una exclamación. ¿Acaso ese siempre había sido el plan de Bernarda, destruirlos a ambos para que finalmente nadie pudiera ser tan exitoso ni tan poderoso como ella?

–Si esa empresa es falsa, quiere decir que está involucrada en algún tipo  de fraude. Oh por Dios. Adán, ¿Cómo no lo notaste?
–Esa fue la trampa en la que caí; la mentira no es reciente, parece como si estuviera desde hace mucho tiempo ahí, esperando para hacer caer a alguien, y estuve tan seguro, tan idiotamente seguro de que estaba realizando las investigaciones correctas, que me confié en lo que veían mis ojos, sin pensar en que una empresa ficticia se sostiene precisamente por la firmeza de sus mentiras. Igual que nosotros.

Eva buscó uno de los sillones para sentarse; estaba mareada, no solo por todas las implicancias que tenían las palabras de Adán, sino que principalmente por las palabras que todavía no escuchaba.

–Dijiste que ambos habíamos caído en la trampa.
–Exacto. Estamos condenados mi amor, desde ahora somos dueños de una empresa maldita, de la que estoy seguro que con solo apretar un botón, Bernarda puede reflotar ante la ley, para poder hundirnos con ella.
– ¿Intentaste revertirlo?
–Todos los accesos están cifrados ahora, por eso es que sé que es lo que pasó, y aunque no he estado ahí, podría jurar que ya han destruido todos los sistemas que utilicé, para evitar que haga cualquier cosa al respecto. En estos momentos éste ordenador y todo lo que sabemos no vale nada.
–No tenemos nada de eso, pero aún tenemos lo que ya habíamos conseguido desde antes.
–Sé a lo que te refieres, pero eso implica que tendríamos que huir del país. Con la situación en que nos metimos, no hay ninguna otra opción, Bernarda debe estar llamando a abogados y fiscales mientras hablamos. Tendríamos que salir rápido, y desaparecer para siempre, olvidar quienes somos y lo que hemos hecho. Tendríamos una cantidad aceptable de dinero, pero seguiríamos sin tener identidad válida, lo que significa que tendríamos que empezar desde cero.

El panorama se ponía peor a cada instante; Adán había caído en una trampa muy bien orquestada,  quedándose con las manos vacías solo por dejarse llevar por la ambición, y ambos se habían dejado llevar además por emociones pasajeras, él por el deseo hacia Luna, y ella por la rabia de aquella revelación, dándole paso a sus enemigos de hacer lo que quisieran y perdiendo minutos vitales. Por nada.

–Estamos acabados. Qué ironía, nunca pensé que terminaría así Adán.
–Ni yo. Pero mírame Eva, aún no estamos acabados, lo único que tenemos que hacer es salir de aquí, podemos empezar de nuevo, recomenzar nuestro camino, tomar de nuevo en nuestras manos el destino y el curso de los acontecimientos.
–Después de todos estos años, después de todo lo que hemos hecho, comenzar desde cero llevará mucho tiempo, tú mismo dijiste que la única forma de escapar es desaparecer, y eso significa que no podremos usar nuestros nombres ni nuestra historia, ni las cosas que habíamos conseguido hasta el día de hoy.

Ya lo habían hecho una vez. Adán se acercó lentamente a Eva, y ésta vez, ella no lo rechazó, al contrario, lo estrechó entre sus brazos con ardor, y nuevamente entre ambos, sintieron la misma conexión sobrenatural que la primera vez que se habían tocado; nada había cambiado, solamente la apariencia, solo el entorno, porque lo que era fuerte entre ambos permanecía inamovible.

–Puedo soportar cualquier cosa mi amor, lo que no puedo soportar es que no estemos juntos. Vámonos de éste país que solo nos trajo problemas, dejemos atrás ésta parte del mundo antes que se nos venga encima, y empecemos de nuevo, a salvo de lo que hicimos y de lo que no logramos hacer bien.

Se miraron fijamente; a ninguno de los dos le importaba la traición del otro en esos momentos, lo que importaba era lo que habían sentido, la unión exacta entre ambos que les daba al mismo tiempo emoción y paz.

–Puedo superar esto si estamos juntos. Pero si las cosas son tan graves, tendremos que salir del país lo más pronto posible, y no podemos quedarnos quietos esperando.
–Es verdad. Pongámonos en marcha.

Pilar estaba recién levantándose cuando recibió una llamada.

–Hola.
–Hola Pilar.

Era la voz de su madre. En un principio le pareció aún estar soñando, pero luego reaccionó; su madre la estaba llamando por teléfono, luego de haber salido del país prácticamente escapando de la verdad que le había estallado en la cara cuando escuchó de labios de su propia hija que todo lo que creía sobre ella era mentira. Jamás había esperado alguna acción de disculpa en primer lugar, cuando habló con ella y le llevó la grabación en donde se demostraba tangiblemente que ella no había hecho el trato con Bernarda Solar para venderle la colección de arte Cielo, no lo hizo con ese objetivo, lo hizo por rabia, porque estaba cansada de que todos a su alrededor, incluyendo a su propia madre, se creyeran con el derecho no solo de juzgarla, sino que además de decidir cuál era la verdad en la que Pilar estaba viviendo. Por esto y por otros motivos es que la llamada era una total sorpresa.

– ¿Qué quieres?

La voz tardó algunos segundos en responder. Era la misma voz de Carmen Basaure de siempre, pero  aunque sonara increíble, no era petulante ni soberbia como de costumbre. Casi podía decirse que era humildemente sincera.

–Pilar, sé que no he sido una buena madre para ti, y jamás lo seré, pero después de lo que pasó... tengo que reconocer que me equivoqué contigo, te juzgué mal.
–Es un poco tarde para reconocerlo –para su sorpresa, Pilar no se sentía enojada. Ya no. Todo eso había quedado atrás, muy atrás, y ahora solo quería trabajar, cumplir sus proyectos, y quizás empezar una nueva vida– y también es el modo equivocado de hacerlo.
–No me has dado el beneficio de la duda.
–Quizás es porque no te lo mereces. Durante toda mi vida te demostré mi cariño y mi interés, y tú solo me trataste con desdén, en algún momento tenía que cansarme de ser la tonta de la historia, ¿no crees?

Carmen no dijo nada. Pilar estaba tranquila, impresionada de sí misma, pero tranquila, entera, y por primera vez en su vida hablando con su madre como una igual; ya no iba a atemorizarse por nada ni ante nadie, sabía que tendría que enfrentar muchas cosas más en el futuro, pero la Pilar que había instalado un restaurante, que había hecho lo posible por limpiar su nombre y por salir adelante, era otra. No necesariamente más fuerte, pero definitivamente más consciente de su lugar, y de lo que merecía, y lo que no.

–Te llamé porque quiero que sepas que lo lamento. Lamento haberte tratado de la manera en que lo hice, por la forma en que te expulsé de la vida que tenías.

A la joven en ese momento se le llenaron los ojos de lágrimas; era cierto que la habían expulsado, su madre, Micaela, Bernarda, su propia debilidad e ingenuidad, todo se había conjugado en su contra en una horrible secuencia que la había arrojado a un abismo de desesperación. Lo había perdido todo, pero aún le quedaba su nueva yo, y con esa nueva vida es que decidía a quien dejar entrar, o a quien dejar pasar.

–No te ofendas, pero creo que tus razones para llamarme también son las equivocadas; estás buscando algún tipo de calma, porque sabes que lo que hiciste está mal.
–Y lo estoy reconociendo.
–Me parece bien que lo hagas, pero tienes que notar que tú misma lo dijiste, lamentas haberme acusado de cosas que no hice, pero no lamentas haberme perdido, básicamente porque nunca me tuviste. Jamás serás una buena madre para mí porque nunca me quisiste, ahora lo sé, y estoy en paz con eso, pero no esperes de mí que olvide todo lo que pasó, porque no puedo, es demasiado lo que perdí, y mucho lo que tuve que trabajar para volver a levantarme, y gran parte de eso lo logré teniendo muy claro lo que pasó. Todo no es tu culpa, hay más personas involucradas en esa historia, y yo misma soy responsable por no haber tenido la fuerza que tengo ahora para darme mi lugar.

Carmen otra vez se quedó callada. Pilar no sentía rencor, pero todo lo que había pasado entre ellas la había hecho tomar las cosas de otro modo, y lo que le decía era cierto, ya no iba a echar pie atrás, estaba de pie nuevamente, y en ésta ocasión no estaba dispuesta a mentirse a sí misma, ni a  dejarse de lado por los demás, menos aún por una persona que le decía directamente una verdad disfrazada de disculpa.

–Pilar, me gustaría saber si hay algo que pueda hacer por ti.
–Nada, no puedes hacer nada. Solo quiero que sepas que no te guardo rencor por lo que pasó, porque como te dije, también tengo parte de responsabilidad en esa historia que ahora me parece tan antigua. Sigue con tus viajes, haz lo que mejor sabes hacer, y si quieres hacer algo por mí, no cometas nuevamente los mismos errores con las personas que te rodean, porque ser tú y quedarte sola sería un gran castigo. Cuídate.

No esperó respuesta, y cortó. Carmen estaba en un lujoso hotel en la costa Griega, rodeada de algunos de los paisajes más hermosos de todo el planeta, con el teléfono en la mano luego de que terminara la llamada. El suicidio de Bastián Donoso en frente del Regreso al paraíso le había abierto los ojos, entregándole la respuesta que había ansiado desde que supo de la existencia del segundo cuadro, y a la que se había negado a reconocer aun cuando en realidad siempre la tuvo a la vista: Bastián la había amado más de lo que ella había podido imaginar, y su amor había sido puro, nacido de los sentimientos más básicos de un ser humano, y que por lo mismo son los más potentes. Perderla en esas condiciones debe haber sido una tortura, pero el hombre fue bueno desde la semilla, y en honor a su amor, pudo reproducir el cuadro que ella con tanto detalle había descrito tiempo atrás, con el único objetivo de entregárselo como una ofrenda. Seguramente saber su real origen, descubrir que era una mujer mundana y no una aparición, le produjeron sentimientos encontrados, pero una vez más el amor que sentía hizo su parte, y por eso le regaló igualmente el cuadro, con el objetivo de desaparecer para siempre y conservar su recuerdo, pero un amor tan puro se vio finalmente corrompido por su propia y posiblemente irreal imagen de las cosas, lo que lo llevó a cometer locuras, que al cabo de poco tiempo la hicieron a ella cometer un grave error. La prueba viva de uno de sus más grandes errores había sido querer rehacer el cuadro regalado por Bastián, creyendo ilusamente que bastaba con pinceles y colores para recrearlo.
Que tonta.
Lo que logró fue plasmar en el lienzo sus sentimientos más oscuros, el dolor que sentía, la rabia y la ausencia, y el pobre hombre interpretó esa imagen como el reflejo de su alma, o bien como sus sentimientos hacia él, lo que terminó por enloquecerlo. Su muerte era la representación más fiel y tétrica de sus acciones equivocadas, y de lo ciertas de las palabras de Pilar. Había estado equivocada durante mucho tiempo, y al hablar con ella en un desesperado intento de remediar algo de lo que aún se podía, solo consiguió entender que la muerte no es lo único que separa a unas personas de otras.

Eva y Adán avanzaban a toda velocidad en el automóvil alquilado, con el equipaje en el maletero, decididos a dejar todo atrás, sin esperar más, sin dar tiempo a que todo lo que temían cayera sobre sus cabezas. Mientras su automóvil tomaba la carretera luego de un corto tramo desde la salida de la automotora, Sofía subió al vehículo de Miguel.

–Supongo que alcanzaste a verlos. Huyen como cobardes.
–Tuve que apresurarme mucho, pero los vi.
–Abróchate el cinturón mi amor, vamos a seguirlos.

Comenzaron también el viaje, aunque conservando distancia prudente. Miguel estaba destilando alegría por lo que habían conseguido a última hora, porque luego de la extraña muerte de su informante parecía que todo estaba perdido, pero haber contactado a esa persona había sido su tabla de salvación.

–Entrar en contacto con Bernarda Solar fue una excelente idea, solo me pregunto cómo es que habrán llegado a nosotros.

Sofía estaba disfrutando de su venganza, pero aún estaba tranquila, porque por su mente estaban pasando nuevas ideas.

–Deben haber llegado a través de mí, recuerda que tuvo una relación conmigo.
–Tienes razón.
– ¿Te imaginas Miguel? Mi padre habría muerto, y yo con él, de haber terminado envuelta en algo tan sucio como eso, fraudes económicos.

El hombre asintió, satisfecho.

–Es una suerte que no hayas estado involucrada, al menos no de ese lado. Ahora lo único que tenemos que hacer es llamar a la policía y denunciarlos antes que salgan del país.

Pero ella negó con la cabeza.

–No vamos a denunciarlos.
– ¿Qué? Por favor no me digas que te bajó la compasión por Adán Valdovinos.
–Por supuesto que no.
– ¿Y entonces?
–Tengo mejores planes para ellos dos –respondió ella con un sutil toque de maldad en los ojos– creo que si los van a perseguir las autoridades por haber cometido delitos económicos, puede ser sencillo escapar bastante bien librados. Pero si las cosas suceden como creo que van  a suceder, entonces al salir del país agregarán algunos otros delitos como falsificación de identidad y cosas por el estilo.
–Eso no lo había pensado.

Sofía sonrió.

–No te preocupes por nada Miguel. Ahora tú y yo tenemos mucho tiempo disponible, me parece una muy buena idea viajar un poco siguiendo pistas, y cuando ya estemos listos, será cosa de llamar al fiscal amigo de mi padre, y  podremos ver desde primera fila como las cosas se les ponen feas a esos dos. Después de eso, podemos viajar adonde tú quieras, el destino es lo de menos cuando se viaja contento y la compañía ya está.

Habían tenido poco tiempo para preparar algo, pero por lo pronto las cosas funcionaban bien. Adán estaba nervioso por lo que vendría, pero tener a su lado a Eva resultaba totalmente tranquilizador.

–Ahora solo tenemos que darnos prisa, mi contacto nos está esperando en la frontera para ayudarnos a pasar sin que nos identifiquen.
–Es una suerte haber encontrado un modo seguro.

Se tomaron la mano mientras el avance en el automóvil seguía a toda velocidad. El hombre frunció el ceño al ver a su pareja nuevamente revisando información en internet.

–Deja eso, ya no tiene sentido que sigas investigando. Además solo han pasado algunas horas, dudo que algún medio esté informado de lo que pasó con Masters.
–Eso no significa que no esté pasando nada. Y no solo estoy viendo eso, hay algo más de lo que quiero asegurarme.
– ¿De qué?
–De las acciones y ganancias que tienen las empresas de Bernarda Solar. Especialmente de una.

Adán recordó la información que tenían y sonrió.

–Biel Asís.
–Exacto mi amor. Bernarda puede habernos destruido, pero seguramente está demasiado ocupada con nosotros como para ver los otros problemas que tiene.
–Había aumentado su seguridad, y después de lo que pasó en el salón de la innovación y la construcción, dudo que no esté preparada.

Eva suspiró.

–No creo que esté tan preocupada. Mira esto, las acciones de Biel Asís están al alza, con el trabajo que esa empresa tendrá con el Hotel del aeropuerto, sus ganancias serán estratosféricas. Además Bernarda no solo debe estar preocupada por nosotros, también tiene entre sus manos el problema de conseguir a otros líderes que lleven adelante su proyecto, y con eso no tiene mucho de donde elegir, recuerda que ella misma se encargó de promocionar a sus ejecutivos en el salón y puede ser que muchos de ellos estén siendo tentados; el barco se le está quedando sin tripulantes.
–Pero estás consciente de que eso no la destruirá.
–Completamente, pero no aspiro a eso; objetivamente Bernarda no nos destruyó Adán, solo nos hizo daño, grande sí, pero daño al fin y al cabo, así que lo que menos puedo esperar a cambio, es que ella reciba algo parecido, y nuestro hilo conductor podría muy bien ser Vladimir Aruse y sus aliados que están dentro de la Biel Asís. Bernarda construirá, gracias a nosotros, un gigantesco y moderno hotel al lado del aeropuerto, invertirá muchas fichas importantes allí, en un proyecto nuevo, completamente innovador y revolucionario, pero tanto tú como yo sabemos que la nave central de ese Hotel puede ser la perdición de la señora Solar.

Adán recordó los planos, y por un momento se sintió dentro de ellos, como si de un recuerdo se tratase: una enorme estructura, una cúpula decorada con infinitos detalles, elevándose en la entrada del Hotel, mostrando su magnificencia con un cielo eterno pintado por los artistas más renombrados, y ayudado por la tecnología que lo haría volverse de día permanente, entregando luz natural y cálida, engañando a los sentidos, haciendo olvidar al pasajero que se encontraba bajo tierra, todo producto del exquisito arte como un lienzo gigante, y de la arquitectura como medio para transportar a un nivel de tranquilidad y paz nunca antes sentido en medio de la ciudad. Las mismas estructuras, el mismo techo convertido en cielo en cada habitación, en cada pasillo. ¿Qué podía ser más perfecto?

–Tienes razón Eva, tendremos que estar atentos: si las cosas salen como las esperamos, dentro de poco, el gigante de Bernarda Solar se convertirá en un asesino, y la flamante dueña, en la culpable.

Estrecharon nuevamente las manos, y siguieron raudos en su ruta hacia la frontera.

Unos días después, Esteban y Micaela estaban sentados en un banco en una solitaria plaza; el viento de la tarde había ahuyentado a las parejas amorosas, y por la hora, aún no salían las personas a disfrutar de las horas previas a alguna fiesta.

–Micaela.
–Dime.
–Te amo.

La joven miró sorprendida a Esteban.

– ¿Qué?
–Algún día tenía que decírtelo –repuso él sinceramente– me enamoré de ti hace bastante rato.
–Esteban –dijo ella nerviosamente, sin saber muy bien qué hacer o qué decir– lo que dices no tiene mucho sentido...
– ¿Por qué no? Soy libre de amar a quien quiera.
–Pero soy la persona equivocada, básicamente porque tú no eres mujer para empezar.

Pero él no parecía estar haciendo ninguna confesión amorosa, de hecho ni siquiera parecía incómodo.

–Para amar no existen las personas correctas o las equivocadas. Te amé y punto, no hay nada más que decir al respecto; pero eso pasó, o al menos ya no es lo que era antes.
–No te entiendo.
–No soy un tipo romántico, creo que eso ya lo habías notado. Así que como vi que había un enorme impedimento en amarte, decidí volcar mis sentimientos a nuestra amistad; podría decir que te amo como nunca he amado a ninguna amiga.

Micaela estaba perpleja, pero no sabía si era por la declaración o por la forma de decirla. Quizás en el fondo, en algún momento lo había sospechado, pero lo consideró absurdo viéndolo desde el punto de vista de que él sabía perfectamente que a ella no le atraían los hombres. Pero Esteban sí tenía razón en algo, y es que no existen los sentimientos equivocados, quienes se equivocan son las personas.

– ¿Estás tratando de decirme que me amas como amiga porque fue lo único que se te ocurrió al ver que no tenías oportunidad conmigo?
–Básicamente sí. Y sé que soy tan lindo que no dejarás de quererme como me quieres, y que estamos tan unidos que esto solo nos unirá más.
– ¡Eso quiere decir que lo dijiste ahora porque ya lo tenías pensado!
– ¡Por supuesto que sí! De tanto investigar y pensar en conspiraciones uno tiene que aprender algo, ¿o no?
–Eres muy extraño, y además eres un aprovechador, porque efectivamente te quiero demasiado como para que lo que acabas de decirme cambie mis sentimientos. Eres el mejor amigo que me pude encontrar, y no lo digo por las intrigas o nuestra faceta de detectives privados, lo digo porque de verdad siempre estás ahí para mí.

Se abrazaron fraternalmente.

–Y con respecto a lo de la faceta de investigadores, como puedes ver, todo terminó.
–Me parece increíble que hayamos ganado. Aunque esperaba algo un poco más espectacular, como en las películas, pero reconozco que lo que sea que hizo F, fue perfecto. La pareja perfecta desaparecida, el cuerpo de ejecutivos estrella de Bernarda haciendo agua al tener a dos de sus puestos más importantes vacantes, y los inversionistas dudando de lo que pueda pasar.
–Es cierto Micaela. Solo nos queda esperar a que comience la intervención de la empresa Biel Asís en la infraestructura del Hotel del aeropuerto, para delatar todo lo que se oculta ahí, y podremos decir que se habrá hecho justicia.

Micaela suspiró.

–La extrañas, ¿verdad?
–Todos los días.
– ¿Y porque no lo intentas? Tal vez aún hay una posibilidad para ustedes dos.

La joven suspiró.

–Me enteré que se ha estado viendo con una amiga de su colega del restaurante.
–Eso no responde mi pregunta.
–No lo sé Esteban. Han pasado tantas cosas, y además de eso, nunca he dejado de sentirme culpable ¿Cómo puedo querer acercarme de nuevo a Pilar si todavía no me perdono por como la traté?
–Puede ser que tengas razón, pero deberías tenerlo en cuenta; por ahora haz el proceso ese en primer lugar, pero no te olvides de Pilar. Mira lo que pasó antes, piensa que tal vez las cosas pueden volver a cambiar. Ahora olvidémonos de todas esas cosas malas que hemos pasado, dejemos atrás por lo menos por un rato las intrigas y los secretos. Te invito una pizza.
–Te la acepto. Pero que sea con cerveza.


Fin

Antes de despedir esta obra, dejo la portada original que hice, con la nueva, que será el sello de esta historia, cuando la reescriba.






                                                                           


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