Por ti, eternamente Capítulo 6: Mentiras piadosas



Tan pronto como dejó el cuarto en donde había vivido durante años, solo con una mochila con ropa y el bebé en brazos, Víctor se alejó del lugar para evitar los arrepentimientos, y fue directo a una farmacia, donde compró todo lo que necesitaba para el bebé, es decir pañales, ropa de cambio, accesorios, leche, vitaminas y preparados; agradeció los años de escuela en donde, para ganar dinero hacía de canguro, porque gracias a eso sabía cómo cuidar de él y también identificar sus comportamientos. Sabía que estaba seco, alimentado y en perfecto estado de salud, lo que explicaba su actitud, y además era claro que tenía costumbre de comer a horas específicas, ya que en las casi dos horas que lo tenía consigo  no había hecho ninguna seña en ese sentido. De primera la paranoia lo perseguía, pero por suerte logró mantener el temple suficiente para no llamar la atención, aunque por supuesto ir por la ciudad con un bebé a cuestas claramente le parecía muy llamativo. De primer momento no tenía muy claras las cosas, pero después decidió salir de la ciudad, al menos momentáneamente, mientras se le ocurría un plan mejor, de modo que tenía que ir al terminal de buses. En la Capital había dos, así que fue al que le quedaba más cerca, pero se topó con una sorpresa inesperada.

—Lo siento joven, pero los pasajes están todos agotados.
— ¿Y eso por qué?
—Porque viene la festividad de la Virgen, en ésta época siempre se agotan.

No contaba con eso, pero aún le quedaba una oportunidad, así que salió de allí y llamó desde un teléfono público al otro terminal, donde después de mucho insistir logró reservar un pasaje al Sur para las nueve y media.

— ¿Qué pasa? Debes tener hambre, voy a darte algo de comer, no te preocupes.

El bebé estaba claramente inquieto, aunque no lloraba ni nada, pero si se movía bastante. Tuvo que devolverse al terminal y entrar a uno de los baños para padres, donde siguiendo las instrucciones del envase junto con lo que recordaba de su época de canguro preparó leche y se la dio, logrando calmarlo de inmediato.

—Tenías hambre, mira qué manera de comer.

El pequeño estaba literalmente pegado a la mamadera, pero era bueno porque eso lo mantendría tranquilo, lo último que necesitaba era llamar la atención en donde fuera que estuviese. Sabía que tenía a Ariel hacía solo unas cuantas horas en sus brazos, pero desde ese momento toda su vida estaba vuelta de cabeza; no podía olvidar las palabras de ese educado hombre amenazándolo por teléfono, diciéndole que debía entregar al bebé en una iglesia para evitarse problemas. No podía, simplemente no podía, y no se trataba de la promesa a Magdalena únicamente, también tenía que ver con su propia responsabilidad, con que él se había criado por las suyas desde que sus padres murieron, y no podía dejar a un hijo suyo en las manos de alguien más, independiente de todo lo demás.

—Vamos, tenemos que salir de viaje.

Faltaban un par de horas para que tuviera que viajar, pero mientras tanto, no le pareció buena idea deambular por todas partes cuando ya había una noticia relacionada con él en las radios, pero quedarse en un hotel era demasiado llamativo y las pensiones tendían a ser peligrosas por esas zonas; optó por ir directo al otro terminal, y quedarse en las instalaciones, al final que sabía que al tener varios pisos en el edificio adjunto, tendría la posibilidad de pasar inadvertido durante más tiempo.

                                   2          

Más tarde, Víctor ya estaba en el Terminal de buses Santa Rosario, esperando a que diera la hora indicada para abordar el bus; ya había estado en el patio de comidas en el cuarto piso y se había estado moviendo por el segundo y tercero, y para su tranquilidad no llamaba en nada la atención, ya que por un sitio como ese deambulaban familias de todo tipo, extranjeros, y gente de todas edades y orígenes, así que a fin de cuentas él con un bebé en brazos perfectamente podía pasar por un joven esperando a alguien como muchos otros. Después de las siete de la tarde, Ariel despertó buscando ansioso su cara.

—Ya despertaste —comentó mirándolo—, parece que no te caigo mal, y tú me caíste bien desde el principio, eres muy observador y tienes esos enormes ojos como los de tu madre.

Quedó en silencio durante algunos momentos, pero ante el recuerdo de esos momentos con Magdalena, se sintió flaquear, por lo que optó por desplazarse nuevamente; tomó el ascensor y bajó hasta el primer subterráneo, pero a los pocos pasos comprobó que había sido mala idea, porque ese piso estaba prácticamente vacío, solo era un largo pasillo que conectaba con los ascensores, los montacargas y las bodegas de los locatarios de los otros pisos, además de los accesos a algunos estacionamientos subterráneos.

—Creo que lo mejor es subir.

Llegó a una esquina que conducía a una de las entradas del estacionamiento, y se quedó muy quieto esperando, hasta que localizó un sonido a cierta distancia.

»Continuamos con la información que entregábamos anteriormente. Según las informaciones que se manejan, hay nerviosismo en la Fiscalía, porque ya se presentó una denuncia por la desaparición de un lactante de seis meses de vida, el que habría sido arrebatado de los brazos de su madre éste mismo mediodía; aún no hay información acerca de la identidad de la madre del lactante o de la persona que se lo llevó con paradero aún desconocido,  pero se comenta que el bebé sería parte de una importante y conocida familia con empresas bajo su manejo, lo que haría pensar en algún chantaje o venganza y algún tipo de recompensa por cualquier dato; nuestras fuentes indican que la policía ya fue contactada para coordinar la búsqueda inmediata del menor.«

Y la noticia seguía saliendo en las radios; era impresionante que en tan pocas horas ya se estuvieran filtrando detalles, se notaba que lo que decía Magdalena acerca de las influencias de su familia era totalmente cierto. Decidió devolverse y subir otra vez, así que comenzó a caminar lentamente, con el bebé en sus brazos.

—Creo que es mejor ponerte en el canguro que te compré —dijo en voz baja—, así vas a estar más tranquilo y cómodo; que bueno que no te estás enterando de nada, porque ahora en las noticias están hablando de la familia de tu madre. No sé cómo puede ser que...

Iba a decir algo más, pero se quedó muy quieto, con una extraña sensación. El corazón de pronto le azotó el pecho, se sintió seguido, como si hubiera ojos muy fijos en él.

Y en ese momento vio a un hombre a un costado marcando un número en el celular, mirándolo fijo, con una inexplicable media sonrisa en los labios, entre disculpa y satisfacción.

—Lo siento, pero tengo una familia que mantener.

Víctor sintió una oleada de furia; el tipo lo había escuchado hablar, y había sacado conclusiones con increíble rapidez. Podía hacerse el loco, pero sabía que por su propia expresión ya se había delatado.

—Y yo tengo una familia que proteger.

Y antes que el otro hombre pudiera reaccionar, se subió al ascensor y cerró la puerta, que por fortuna cerró por completo antes que nadie lo impidiera. Mientras subía sabía que no solo había perdido el pasaje que ya tenía pagado, también el lugar en donde pudiera pasar la noche; tenía que desaparecer de inmediato de ese sitio, y encontrar la forma de mantenerse oculto y lo más a salvo posible.

Sin muchas opciones y cada vez más nervioso, Víctor optó por alejarse del terminal de buses e ir directamente a un servicio de urgencia para refugiarse. Sabía que no era lo más recomendable, pero después de todo lo que había pasado en tan poco tiempo no tenía ninguna seguridad en la idea de estar en alguna clase de hostal o pensión, y por otro lado, en una urgencia se mueve tanta gente que no debería llamar demasiado la atención. Escogió la urgencia Central, ya que ahí había una enorme cantidad de flujo de personas, y se quedó en una de las salas de espera, sentado con el bebé reposando en el canguro tranquilamente, comenzando a dormirse por la hora que era, más de las diez de la noche.

—Es mejor que duermas —murmuró en voz baja—, ahora tenemos que pasar la noche aquí mientras pienso en que es lo que voy a hacer. Ese hombre estaba llamando a la policía supongo, lo que quiere decir que seguramente nos están buscando ahora mismo; tengo que salir de la ciudad, pero no puedo volver al terminal de buses, no me atrevo, sería como ir a entregarme. Necesito pensar en algo.


                                     3

Álvaro Mendoza se sentó y miró a Romina. Ella era una mujer de 28 años, alta, esbelta y de rasgos agudos, de cabello largo castaño oscuro que en ese momento llevaba atado en una cola, y de mirada reflexiva, sobre todo ante la información que estaba viendo en ese instante.

—Éste es el caso que estamos buscando.

La mujer levantó la mirada hacia Álvaro. Él era un hombre de 28 años, que había salido de la universidad junto a ella y desde entonces no se le había separado; ambos eran periodistas, aunque él solo en el último tiempo había experimentado un cambio físico; durante los años de estudio llevaba el cabello largo y un estilo un poco hippie, que abandonó junto con la licenciatura en periodismo para usar jeans y camisa y el cabello muy corto, casi rapado para evitarse los rizos rojizos. Tenía pecas en toda la cara, aunque eso no suavizaba sus rasgos duros y la expresión habitualmente aguda. Ambos eran aves de presa, habían entrado en el mundo del periodismo para hacer cosas grandes, y al parecer había llegado su momento.

— ¿Cómo te conseguiste esto?
—Un amigo que tengo en la fiscalía me dijo, pero no sabe mucho más. Lo que está claro es que los primeros informes que han salido por la prensa no son solo especulaciones, realmente alguien secuestró a un menor de seis meses, y nadie sabe en dónde está.

Romina se puso de pie.

— ¿Sabes lo que me pasa con esto? Que es del tipo de noticia que nos puede llevar a la cima, si lo hacemos muy bien, podríamos incluso pensar en que nos incluyeran en la siguiente temporada de "Reportaje a fondo"
—Tienes razón —opinó él sonriendo con agudeza—, por eso te lo conté lo más rápido que pude, porque es una noticias completamente interesante, hace mucho tiempo que no pasaba algo parecido, para ser más preciso desde ese caso cuando estábamos en la universidad, acuérdate de cómo nos imaginábamos haciendo ese reportaje o el seguimiento.

La decisión entonces estaba tomada.

—Eso es lo que tenemos que hacer, un seguimiento. Es perfecto, perfecto, tenemos que ir un poco más atrás, encontrar a la familia del bebé, y reunir todos los datos posibles, ya sabes que ahora los reportajes con historia son los más pedidos. Luego lo presentamos ya editado y con eso podemos conseguir lo que tanto necesitamos.
—Llevamos ya bastante tiempo detrás de algo así —comentó él—, pero tenemos que comenzar a trabajar ya mismo, antes que alguien se nos adelante.
—Entonces lo haremos —decidió ella—, empezamos a trabajar en éste mismo momento, tenemos que encontrar a la persona que se llevó a ese bebé, y decirle al mundo qué es lo que pasó y quien lo hizo.



Próximo capitulo: Noticias entre manos

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