Maldita secundaria capítulo 20: Noche de estudios: Primera parte



Jueves 25 Octubre
Centro comercial

El director San Luis se reunió con el grupo durante la tarde, casi llegando la noche.

—Lamento la demora —dijo con tono de urgencia— pero tuve que inventar una serie de excusas para salir de mi casa y luego para hablar con el director del Salustre, aunque por suerte es antiguo conocido mío.
—Disculpe por presionarlo —le dijo Dani— pero no podemos esperar, la información es muy importante.

San Luis se sentó frente a ellos.

—El problema es que los informes de esa secundaria no están digitalizados, así que la única forma de verlos es ir directamente a ese lugar y revisar los archivos.
— ¿Y podemos ir ahora?
—Alberto, son casi las nueve de la noche.
—En realidad por eso vine —intervino el Director— podemos ir ahora mismo, pero tenemos muy poco tiempo, así que si tienen alguna información más clara que la que me dijeron por teléfono, sería excelente.

Dani se encogió de hombros.

—Pues la verdad es que...

Iba a decir algo más, pero Soledad le tocó fuertemente el hombro mientras contestaba el celular.

—Si... se lo agradezco muchísimo... hasta luego.
— ¿Qué pasó?
—Acaba de llamarme el padre de Luciana. Ella despertó.

El grupo se revolucionó con la noticia.

—Eso es perfecto, perfecto —exclamó Alberto— tenemos que ir ahora mismo, estoy seguro de que ella tiene información.
—Debe tener algo —intervino Soledad— porque el papá de Luciana me dijo que ella necesitaba hablar con nosotros.
—Tendremos que dividirnos —dijo Dani— Alberto, tú, Leticia, Hernán, Carolina y Soledad vayan con el director a revisar la información, los demás iremos a la clínica a hablar con Luciana.

Clínica Santa Próxima
Minutos después.

Dani, Lorena, Teresa y Fernando ingresaron a la sala de espera de la clínica, dejando a Adriano del Real esperando en el auto afuera.

—Me preocupa como se ve, está muy cansado.
—Es mejor que descanse por ahora.

Se encontraron con el padre de Luciana, que físicamente estaba más cansado que antes, pero que en esos momentos se mostraba aliviado, incluso contento.

—Gracias por venir.
—Los demás envían saludos, pero no pudieron venir —se excusó Dani— ¿cómo está Luciana?
—Sorprendentemente bien —respondió el hombre con un dejo de satisfacción— despertó como si hubiera simplemente dormido, pero me pidió hablar con ustedes.

El grupo acompañó al hombre al interior de un pulcro e iluminado pasillo.

—No sabía que hubiera horario de visita a ésta hora.
—Fernando, es una clínica privada.
—Es cierto.

Finalmente llegaron a una habitación con una enorme camilla en donde reposaba Luciana. Se veía casi como de costumbre, excepto que llevaba clínica blanca y estaba sin brillo ni sombra de ojos, aunque no parecía haber estado en coma.

—Gracias por venir amigos.
—Estamos contentos de que estés bien —replicó Lorena— estábamos muy preocupados.
—Gracias por llamarlos papa —le dijo con una sonrisa cariñosa— ¿podrías dejarnos un momento a solas?
—Desde luego cariño, vuelvo en un momento.

El hombre salió mientras Luciana se incorporaba un poco en la camilla.

—Qué bueno que vinieron, tenemos que hablar.
—Espera un momento —la interrumpió Fernando— acabas de estar en coma, pero parece que estuvieras de fiesta.
—Me siento bien —replicó ella simplemente— después les voy a decir los detalles, ahora hay algo más de que hablar.
— ¿Más importante?
—Por supuesto, no los habría llamado a ésta hora y en ésta facha por nada.

Dani sonrió aliviado; seguía siendo la misma.

—Tienes toda la razón. ¿Qué ocurrió?
— ¿Dónde están los demás? Esperaba a Alberto.
—Tuvieron que ver otro asunto.
—Ni modo; escuchen, mientras estuve dormida, se me apareció  el espíritu de Matías, aunque no fue como esa vez en la bodega, más bien fue como... como si hubiéramos estado los dos en el mismo sitio.

Lorena y Teresa cruzaron miradas alarmadas.

— ¿Y qué pasó ahí?
—Nada. Es decir, de pronto era como cuando empiezas a hablar con un desconocido y charlas y esas cosas; pero no había palabras, él no me hablaba pero yo le entendía, no sé si me explico.
—Te entiendo —la tranquilizó Lorena— te estabas comunicando con él.
—Si, y de pronto tenía así tristeza, y yo quería saber que le pasaba, era extraño porque sabía quién era y al mismo tiempo era como si hablara con alguien más, quiero decir que no parecía muerto.
—Claro.
—La cosa es que le dije que su papá estaba preocupado por él, y también nosotros, y fue como si se me acercara, algo así como cuando abrazas a una persona que está triste. Por supuesto que era un sueño o una visión así que no estaba abrazando a nadie físicamente; y después había una cara, la de una niña como de nuestra edad, y él estaba angustiado, supongo que por ella.

La niña del cuaderno, pensó Lorena.

— ¿Y cómo era ésta niña?
—Bastante común diría yo.
—Ya, pero era alta o baja, morena, esas cosas.
—Ah, pues era como bajita, de piel clara y ojos y cabello largo y lacio, como castaño o parecido, nada más.
— ¿Y que sucedió después?

Luciana hizo algo de memoria.

—Después vi la bodega, y después desperté.
— ¿Quieres decir que la bodega fue lo último que viste?
—Sí.

Lorena tenía las ideas muy claras.

—Hay que llamar a Alberto de inmediato.

Secundaria Martín de Salustre
Mientras tanto

Alberto, Carolina, Hernán y Soledad acompañaron al director San Luis al interior de la secundaria, tras un extrañado nochero.

—Muchas gracias Benjamín, desde aquí podemos continuar.
—De nada, no se preocupe.
—Saldremos en poco tiempo.

Entraron en una sala mal iluminada y llena de armarios metálicos con archivadores en su interior. Hernán silbó agudamente.

—No vamos a terminar jamás.
—No es tan complicado —comentó el director— por fortuna los informes de ese año están solo en un sitio. Según la información que tengo, debería ser... esa esquina de ahí.

Se acercaron a una esquina con varios archivadores de color verde oscuro; después de un momento de quitar polvo y telarañas, comenzaron a revisar los archivadores.

—Aquí está el curso de Matías —dijo el director enseñando un archivador— revisemos los datos de aquí primero.
— ¿Y qué estamos buscando?
—A una niña sin nombre, claro —comentó Alberto como si fuera obvio— pero si el nombre que aparece en el cuaderno es Riela, lo más probable es que sea una clave o un anagrama. No, pensándolo bien no puede ser un anagrama, juego por una palabra clave.

Se dispusieron las hojas entre ellos, cada uno apartado a una repisa diferente.

—No podíamos esperar que estuvieran segmentados por sexo —dijo Soledad— ésto nos va a llevar más tiempo.

En ese momento sonó el celular de Alberto.

—Hola... Dani, dime... que...? En serio...? Pero cuéntame más... y dime como era... excelente, genial, los amo a todos, te tengo que cortar, hablamos luego.

Cortó con la cara totalmente iluminada.

—Luciana acaba de salvarnos la vida.
— ¿Que dijo?
—Que se le apareció Matías y le mostró una imagen; es de una joven como de nuestra edad, y me dio algunos rasgos.
— ¿En serio?
—Si, dijo que tenía el cabello largo y lacio, castaño y la piel clara.

Hernán resopló con las cejas levantadas.

—Eso no reduce mucho las posibilidades.
—Ya, pero sabemos que hay alguien igual; mira, tenemos que buscar las fotos.

Soledad estaba revolviendo papeles cuando encontró una foto.

— ¡Ay por Dios!
— ¿Qué pasa?
—Miren, hay una foto de todo el curso, aunque la calidad es mala. De aquí solo hay seis que coinciden con la descripción de la niña.
—Genial, dame la hoja con la descripción de la imagen.
— ¿Que hoja? No hay ninguna hoja.

Alberto le quitó la foto de las manos.

—Pero ésto es inútil, ahora tendremos que revisar igual ficha por ficha, ¿porque no ponen un relato de la foto?
—Porque no es una película norteamericana, ahora cálmate, tenemos que hacer.

Durante los siguientes minutos, todos se dedicaron a buscar entre los registros las imágenes que necesitaban; después de un tiempo ya tenían las seis fichas que querían.

—De acuerdo, ahora hay que descifrar cual es.
—Qué raro, ninguna coincide por nombre —se extrañó Alberto— y además en el listado no hay ninguna Mariela, Gabriela o algo parecido.

Carolina volvió a rebuscar en algunos informes.

—Director, ¿qué significa el código 1601?
—Es un permiso especial por traslado, ¿por qué?

Carolina extrajo una hoja.

—Porque en éste reporte de mitad de año aparece destacado, y hay un nombre: Gabriela Ortuzar.

El director tomó la hoja y la leyó un par de veces.

—Esto significa que una estudiante fue transferida a ésta secundaria, pero luego la volvieron a transferir.
— ¿Y eso se puede?
—Ahora sería más engorroso, pero en esos años era más sencillo, bastaba llenar una ficha y ya.

Carolina volvió al archivador.

— ¿Y aquí habrá una foto de ella?
—Es difícil saberlo, si por lo que dice aquí estuvo solo cuatro meses, habría que revisar hoja por hoja.

Volvieron a repartirse el contenido que quedaba del archivador, revisando frenéticamente toda la información relacionada. Después de unos momentos Carolina encontró algo.

—Miren, aquí hay una fotografía, aunque no es muy clara que digamos.

En la imagen se veían varios estudiantes en una especie de presentación en clase, y entre ellos estaba una joven menuda, que coincidía muy bien con la descripción que había dado Luciana; todos tenían carteles con sus nombres, y en el de ella aparecía el nombre Gabriela.

—Es ella, debe ser ella.
—Pero aquí no dice nada de ella —se quejó Alberto— ¿dónde podrá estar esa información?

El director volvió a remover los archivos en el estante.

—Aquí hay un registro de estudiantes, pero no sé qué tan completo sea. Déjenme ver... aquí se menciona una muchacha transferida, pero no hay ficha de ella, supongo que no la ingresaron porque sabían que iba a estar poco tiempo.
— ¿Pero y entonces?
—Están los nombres de sus padres, y un número de contacto, es lo único que hay.

Soledad marcó el número en su celular.

—Aparece fuera de servicio, pero podríamos buscar en la guía telefónica.
—Se me ocurre algo mejor —intervino Alberto— busquemos en internet. Vamos a mi casa a ver que sale.

Pero el director le alcanzó un celular que superaba en calidad a cualquiera de los otros.

—Revisa la información desde aquí.
—Ay Dios mío —balbuceó Alberto tomando el celular— perdón, es decir, déjeme revisar aquí... lo mejor que puedo hacer es revisar en ésta red, porque no necesito claves y no es invasiva... ah... oh por todos los cielos... no puede ser...
— ¿Qué pasa?
—Estoy bastante seguro de haberla encontrado —repuso muy serio— y si es quien creo, hay una poderosa razón por la que no hay mucha información de ella. Pero no podemos resolver todo aquí, necesito mi ordenador.

San Luis comenzó a devolver los papeles a los archivos.

—Creo que ahora no podemos hacer mucho más, es tarde y le prometí al director que sería poco tiempo; ¿creen que con esa información puedan hacer algo?
—Mire, no sé si logremos solucionar todo ésto, pero tiene razón en que no podemos hacer nada más aquí.

Viernes 26 Octubre
Casa de Alberto, por la mañana.

El grupo, excepto Luciana, se reunió temprano para analizar todo lo que había pasado la noche anterior.

—Chicos, podemos hablar en paz porque, bendita sea, mi madre tuvo que hacer unos trámites y salió.

Entraron al escritorio, donde se distrajeron unos momentos en escoger de la bandeja de dulces que les había dejado la madre de Alberto.

—Miren, lo que creo es lo siguiente: Matías estaba enamorado de ésta chica, nunca la olvidó cuando ella se fue, murió queriendo decirle adiós y ahora lo que tenemos que hacer es encontrarla y hacer que ella se despida.

Leticia se sentó a un costado de brazos cruzados.

— ¿Te das cuenta que eso suena a argumento de telenovela juvenil?

El pequeño le hizo una morisqueta.

—Ya pero no es que tengamos muchas más opciones ¿o a alguien se le ocurre algo mejor?
—Yo creo que no hay que ir tan lejos —comentó Dani pensativo— primero deberíamos ver como localizamos a la chica.
— ¿Y que no me ves las ojeras? He dormido como dos horas, gracias al cielo que San Luis nos dio un permiso por hoy; ya localicé a la chica, pero, no sé cómo decirlo pero hay un problema.

Fernando se sirvió más refresco.

—Eso no es nada nuevo ¿qué pasó ahora?
—No vive en el país.
— ¿Qué?
—De hecho no es de aquí. Estuve husmeando en su muro, y creo entender que sus padres son de aquí y ella tiene doble nacionalidad, pero el problema no es que esté a kilómetros de distancia.
— ¿No? —se extrañó Soledad— eso quiere decir que hay algo peor.
—Lo hay.
— ¡Está muerta!
—No.
—Pues mejor dilo de una vez.
—Verán, la chica tiene... un hijo.

En ese momento Carolina experimentó una sensación muy parecida a las que describía Lorena cuando veía más allá de lo que podía el resto. El puzzle estaba completo.

—Alberto ¿qué edad tiene ese hijo?
— ¿Qué? Pues según el muro, seis ¿por qué?
— ¿Cómo que por qué? Alberto ¿no lo ves?

El más pequeño se sentó sobre su escritorio.

—Pues ella fue bastante precoz, pero no veo como eso podría...
—Ay Alberto, eres tan inteligente para unas cosas y tan ingenuo para otras.

Lorena comprendió cual era el curso de las palabras de su amiga.

— ¿Tú crees? Pero claro, tiene sentido.
—Por supuesto Lore, es lo único que tiene sentido para todos los casos.

Aparentemente ellas dos eran las únicas que entendían de lo que hablaban. Teresa tosió.

—Disculpen, pero si descubrieron algo sería bueno que... oh por Dios... no estarán diciendo que...?
— ¡Sí!
— ¡Pero eso sería increíble!
— ¡Ay por favor! —protestó el más pequeño aún sin entender— dejen de hablar como si yo no estuviera aquí.

Carolina sonrió emocionada.

—Alberto. El hijo de esa chica tiene seis años, podría ser hijo de Matías.

Alberto se lo tomó como un caso de matemáticas.

—Cielos, tienen bastante razón, pero aun así sigue estando la dificultad de la distancia, ella está a dos países de aquí, y aunque yo podría votar por hablarle por la red, lo más probable es que sea un poco violento.

Fernando se cruzó de brazos.

—Ya, supongamos que el hijo de esa chica es hijo de Matías, y por increíble que me suene a mí mismo decirlo, tendría todo el sentido del mundo que él siguiera aquí preocupado por él, no veo cómo podríamos hacer algo al respecto.

Hernán parecía, quizás por primera vez, muy tranquilo.

— ¿No creen que se están complicando mucho?
— ¿Qué quieres decir?
—El muerto tiene un hijo, la madre está en otro país, a lo mejor ni sabe que el padre está muerto. ¿Que no basta con tomar el teléfono, llamarla y decirle la verdad?
— ¿Estás loco? —exclamó Alberto— se va a morir cuando le digamos.
—Puede ser, pero quizás ella tiene derecho a saber, y el crío también ¿o no?

Poco después todos estaban en la sala; por decisión unánime dejaron a Lorena encargada de hacer la llamada, que ya se hacía esperar después de todo el tiempo tratando de encontrar los medios.

—De acuerdo. Muchísimas gracias, y disculpe la molestia.
— ¿Qué pasó?

Lorena se veía confundida.

—No sé si es bueno o malo, pero Gabriela no está en su casa y sus padres tampoco.
— ¿Y cómo a qué hora llegan?
—No es a que hora, es que día. Están de viaje, por lo que entendí su padre tiene un trabajo que les exige movilizarse.

Alberto se dejó caer en un sofá, derrotado.

—Por todos los cielos...
—Eso explicaría por qué hace años estaban aquí —comentó Dani— ¿pero no te dijeron en dónde están?
—Se supone que aquí, en éste país.

Carolina dio un aplauso.

—Pero eso es estupendo, solo hay que encontrarla, quizás es la única oportunidad que tengamos de terminar con toda ésta situación.
—Entonces hay que ponerse en acción ahora mismo —comentó Dani— si supuestamente vienen para éste país, hay que revisar las estadísticas del aeropuerto, Leticia, tú manejas bastante de ese tipo de redes.
—Nunca he explorado algo como esa red, pero lo puedo intentar.

Teresa tenía otra idea.

—Pero mientras tanto los demás no vamos a estar haciendo nada. Podemos dividirnos y confirmar también en el lugar.
—Buena idea —concedió Soledad— Vamos al aeropuerto, ustedes sigan buscando, nos mantendremos comunicados.

Mediodía
Aeropuerto

Dani, Soledad, Fernando y Teresa estaban ya de salida en medio de una jornada de mucho viento alrededor.

—Esto es mejor de lo que podríamos habernos imaginado —celebró Dani— gracias a los datos que encontraron Leticia y Alberto, pudimos comprobarlo, Gabriela está en la ciudad, solo tenemos que encontrarla.
—"Solo" es un término bastante optimista —comentó Fernando— cuando se trata de mala suerte nos topamos con medio mundo, pero ahora no podemos saber en dónde está.
—Tranquilo, los chicos están rastreando alguna información antigua a ver que resulta, ya tendremos novedades.
—Espero que todo resulte.

Soledad mientras tanto contestaba su celular.

—Señor Del real. Si, estamos en eso... si... no se preocupe, le avisaremos en cuanto tengamos alguna noticia, por supuesto.

Cortó y suspiró.

—Está muy emocionado, no tendríamos que haberle dicho tan pronto.
—La verdad es que él es más resistente de lo que parece, eso hay que concedérselo —opinó Teresa— además está en su derecho, objetivamente yo estoy muy emocionada también.
—Tienes razón.

En eso Dani estaba recibiendo una llamada.

—Si... Alberto, dime... si... si, conozco el lugar, podemos reunirnos allá, estaremos como en unos veinte minutos. De acuerdo.

Cuando cortó se veía radiante.

—La encontraron.



Próximo capítulo: Noche de estudios: Segunda parte

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