Por ti eternamente Capitulo 21: Condena y sangre



Cuando despertó, Víctor no recordaba nada, pero tampoco tenía la más mínima noción de el lugar en donde se encontraba, o siquiera si estaba despierto o aún dormido.

A su alrededor solo había murmullos ininteligibles.

Sintió que algo lo abrumaba, y así fue como, con el pasar de los minutos, fue un poco más consciente, aunque aun estaba en un limbo entre la conciencia y la inconciencia.
Se sentía como bajo el agua, con los oídos tapados, la nariz obstruida, y los ojos aún cerrados; ¿que había pasado, porqué sentía todas esas extrañas sensaciones? ¿acsso estaba teniendo una pesadilla? Su mente no funcionaba correctamente y de algún modo lo sabía, pero a la vez, esa misma sensación lo mantenía atrapado, ahogado, inmovilizado, inútil.

Entonces abrió los ojos.

Fue muy lentamente, luchando desde algún rincón de su ser con esa extraña somnolencia, que consiguió levantar los párpados, tratando de enfocar la vista en algo, de dejar el mundo de sombras y volver a la luz del día o a la oscuridad de la noche, donde fuera que estuviese. Lo primero que pudo ver fue una neblina, una cortina borrosa enfrente, que fue disipándose con lentitud, para luego dar paso a un panorama que no podía entender, pero que de alguna manera se le antojaba críptico y tortuoso; todo era contrastes, de sombras delante de luces, danzando sin sentido, sombras alargadas, como lineas algunas, otras como humanoides con muchos brazos y piernas, sin rostro, solo observando a lo lejos o a una distancia indeterminada, moviéndose a ese raro ritmo, mientras la luz, semi oculta tras ellos se mostraba tímida, con destellos que resultaban igual de inquietantes. Luego apareció el sonido, como si sus oídos hubieran recuperado la capacidad así nada más, de golpe, siendo invadidos por ese murmullo que creyó estaba ocurriendo solo en sus sueños; otra grotesca situación, un ingrediente más para la danza, como si de algún modo ambas cosas estuvieran conectadas, las informes formas moviéndose al ritmo inconstante de los murmullos, o los murmullos saliendo de ellas ¿que era lo que estaba pasando?

-Mmppf...

Trató de murmurar algo, de abrir la boca siquiera, pero solo consiguió emitir un sonido ahogado y extraño, casi tanto como los murmullos que escuchaba. Solo entonces, al hacer el esfuerzo de hablar, algo se activó en su cerebro, y comenzó a procesar la información que a oleadas llegaba visual y auditivamente; poco a poco lo que veía comenzó a tener algún sentido, pero a pesar de saberlo, no podía identificarlo, el sopor que lo apresaba todavía ejercía el influjo sobre su ser, mas no se detuvo, siguió, casi inconsciente, tratando de de identificar algo, de mover los ojos en derredor, y de hacer algo, lo que fuera.

Y en ese momento el tacto volvió a su ser, despertando de esa somnolencia que lo había atrapado hasta entonces, y despertándolo también a él, pero recuperar ese sentido fue lo peor desde que abriera los ojos, porque el dolor hizo que su mente recordara también todo lo que había ocurrido hasta entonces. Las imágenes se agolparon violentamente en su mente, pasando frente a sus ojos, vívidas, acompañadas de los sonidos que también lo golpeaban; recordó su miedo, las amenazas, el llanto de Ariel, su huida, los gritos de Armendáriz, y esos policías con sus armas, y no solo eso, también recordó el enfrentamiento, el disparo, la voz de Magdalena antes de morir, y su miedo, todo su miedo.

-Ahggg...

Solo pudo balbucear un quejido, aunque no representaba en lo más mínimo lo que estaba sintiendo; el dolor parecía expandirse a cada momento que se hacía más consciente de lo que pasaba, recorriendo su cuerpo y golpeando sus sentidos, directamente desde el interior. De a poco comprendió que era en realidad lo que estaba viendo, aun entre nieblas, y descubrió que las sombras que de movían de esa manera irreal no eran más que ramas, ramas y hojas que se mecían entre el murmullo de la niebla, mudos testigos de lo que estaba sufriendo.

Había caído mientras trataba de escapar de la policía, pero al ser inesperada, la caída también se convirtió en una trampa casi mortal; en esos momentos, Víctor estaba tendido, inmóvil, sobre un cruel colchón de ramas y espinas, el que sin embargo le había salvado la vida. El descenso fue veloz e inevitable, pero en determinado punto la espesura de las ramas frenó el avance, haciéndolo chocar con una serie de ramas, hasta que de manera providencial terminara chocando de espalda contra un firme entramado natural de ramas, lo suficientemente añoso e inexplorado como para resistir el peso del hombre y la fuerza de la caída. Y Víctor había quedado ahí, inconsciente, tendido con la espalda atascada, acuchillada por decenas de ramas y espinas, las que durante los últimos minutos le habían arrancado hilos de sangre, que corrían hacia la vegetación como prueba de su dolor; de alguna manera había logrado sobrevivir, pero en esos momentos las espinas que lo salvaran eran también una nueva amenaza para su ser. Hacia el lado izquierdo solo veía sombras, hacia el derecho, arboles y luces a medias; entonces algo más se abrió paso entre el dolor y el golpe emocional que estaba sufriendo, algo que remeció no solo sus oídos, sino también su alma, hasta lo más profundo, y eso fue el llanto de Ariel.

-Aahh...

Intentó murmurar su nombre, pero el dolor aún se lo impedía. Pero estaba ahí, estaba llorando, tenía miedo, y como las veces anteriores, necesitaba de él; sin embargo parecía no tener fuerzas ¿como iba a ocuparse de él si no podía moverse, si sentía que la fuerza se sustituyera por dolor.

-Ariel...

Apenas susurró su nombre, haciendo un esfuerzo nuevamente. Pero no sabia en donde estaba, tenía que moverse, tenía que encontrarlo, de la manera que fuese. Haciendo acopio de fuerza, Víctor luchó contra el dolor, y obligó a su cuerpo a moverse, moviendo con ello la cabeza, y en ese instante fue que sintió como se le volcaba dentro del pecho el corazón; Ariel estaba ahí, sobre su pecho, sostenido bajo el brazo derecho, milagrosamente intacto, apoyado contra él, completamente indemne, lejos de las heridas que poblaban el cuerpo del hombre, recostado, llorando intensamente por el miedo que seguramente lo había embargado durante los últimos minutos. Su llanto era constante, pero también ahogado, seguramente porque la angustia lo había debilitado muchísimo mientras él seguía inconsciente; verlo fue un bálsamo para sus heridas, un calmante que alivió, al menos de manera pasajera, la tortura que estaba sufriendo, pero si recordar todo lo pasado había sido un golpe y descubrir en donde exactamente se encontraba acentuado su sufrimiento, tener conciencia del milagro que estaba en su diestra, firmemente sujeto contra su pecho, consiguió atormentarlo aún más, sin embargo de lo cual sabía que algo se anteponía a cualquier otra cosa.

-Tranquilo...

Su susurro no iba a ser suficiente, pero tenía que continuar, y al menos intentarlo una vez más. Dejó caer la cabeza hacia atrás, para concentrarse en hablar, aunque la sangre en el paladar seguía sintiéndose rara y ajena.

-Tranquilo Ariel...

Volvió a repetirlo un par de veces más, y extrañamente el llanto del bebé comenzó a ceder, alertado por una voz conocida que se esforzaba por transmitirle calma. Al cabo de unos momentos el llanto finalmente cedió.

-Ariel...

Estaba atrapado, en el fin de todo, en un estado en que no solo tenía heridas físicas, sino que también mentales, las que parecían haberse llevado su fuerza por completo.

-Parece que ésto fue una mala idea desde el principio - murmuró en voz baja - Ariel...perdóname, no pude cumplir la promesa que le hice a tu madre, a Magdalena...le prometí que iba a cuidarte y a mantenerte a salvo de su familia y de quien quisiera hacerte daño, pero ahora siento que no tengo fuerzas...la policía va a llegar en cualquier momento, a ti te llevarán con la familia De la Torre y yo...no sé que es lo que me va a pasar...

Se quedó sin palabras, sin llegar a comprender la magnitud de lo que estaba ocurriendo, pero sintiendo en su interior el dolor de las heridas, casi tanto como la frustración del fracaso en el que estaba sumido.
Pero cuando toda esperanza parecía abandonarlo por completo, ocurrió algo totalmente inesperado; el pequeño Ariel alargó una de sus pequeñas manos, y se acercó más a él, lo suficiente para rozarle la mejilla, y dejar sobre la piel su piel mientras lo miraba fijamente.

-Ariel...

Lo miraba igual que desde el primer momento, con fijación, casi como queriendo explorar sus sentimientos a la vez que con su manito le tocaba la cara; que confianza, que incorruptible sentimiento dedicado a quien lo mantenía consigo, nada de eso podía ser casual.

-Ariel...¿porque sigues confiando en mi?

No hubo respuesta, pero la mirada del pequeño seguía ahí, entregándole la misma seguridad de antes, fija en sus ojos como si nada hubiera cambiado.

-Tengo...tengo que...

Algo en su interior le dijo que debía seguir, que aún no era el momento de rendirse, de modo que el hombre volvió a moverse y le pidió a su cuerpo un nuevo esfuerzo, para salir del colchón de hojas y espinas que hasta ese momento lo había mantenido atrapado.

-Tengo que...

Casi no podía hablar. En un principio las espinas y ramas ofrecieron resistencia, y el dolor aumentó al tratar de quitarse de esa superficie, pero no se detuvo, rogando que funcionara y pudiera moverse. Después de unos momentos de intentarlo consiguió tener la energía suficiente, y se arrancó a si mismo del lugar en donde estaba, cayendo semi sentado en el suelo. Respiró lo más intensamente que pudo, tratando de absorber algo de aire puro, o lo que fuera que pudiera animarle, mientras mantenía en los brazos al pequeño niño.

-¿Que dices? - murmuró en voz baja - ¿crees que deberíamos seguir avanzando?

Volvió a mirarlo a los ojos, y se encontró nuevamente con la fija mirada del bebé, diciéndole sin palabras que todo estaba bien, o al menos lo estaría mientras estuvieran juntos. Así fue como Víctor tuvo la fuerza para volver a ponerse de pie, y volvió a caminar.




Por ti eternamente Capítulo 20: Pistas ciegas



Aún sabiendo que podía ser un error hacer una declaración tan pronto, Ignacio Armendáriz decidió presentarse ante los medios de prensa que ya estaban alrededor de la carretera. Antes de hacer lo que sería una declaración preliminar, los primeros segundos fueron una lluvia de preguntas, en donde prácticamente no se entendía nada pero podía extraer palabras como muerte, secuestro y desaparición; no podía dejarse afectar por esa clase de preguntas, debía mantenerse sereno.

-Silencio. escuchen, en este momento no puedo dar una declaración oficial detallada, pero de acuerdo a la importancia de los hechos y a la connotación nacional de la noticia quiero entregar la siguiente información.

Se hizo silencio.

-En el lugar en donde nos encontramos, en la carretera a la entrada del pueblo de Santa Marta ocurrieron dos hechos de relevancia, el primero de ellos un choque entre dos vehículos particulares, resultando tres personas heridas de diversa consideración, las que ahora se encuentran en observación y fuera de peligro. Paralelamente, el hombre identificado como Víctor Segovia fue encontrado en las cercanías, provocándose una persecución por parte de los oficiales encargados de su captura; durante ésta persecución un grupo de hombres interceptaron a Segovia, generándose entre ellos un enfrentamiento tras lo cual el imputado por sustracción de un menor fue acorralado por el grupo de oficiales encargado, sucediéndose la desaparición del sujeto y el menor que tenía en su poder con respecto a la intervención de civiles. Quiero recalcar que se trata de una actitud que como cuerpo de policía rechazamos, porque expone tanto a la policía como a los civiles involucrados a peligros inesperados, y que pueden exceder a los controles de las autoridades. En este caso, personalmente y como cuerpo de policía lamentamos los hechos ocurridos en lo relativo a civiles, ya que debemos consignar que en el enfrentamiento entre Segovia y el grupo de hombres que lo interceptaron tuvo lugar mientras la policía cerraba el cerco, ocurriendo por desgracia la muerte de uno de estos civiles en circunstancias que aún deben ser investigadas, para determinar los detalles y las responsabilidades. Respecto a Segovia, el sujeto fue cercado en su huida de la policía, pero no obedeció las instrucciones del personal especializado y continuó intentando proseguir con su escape, lo que expuso a su persona al peligro de un lugar inexplorado y de geografía adversa. Lamentablemente Víctor Segovia cayó por una especie de foso o pendiente de varios metros de profundidad, no habiendo resultados de su búsqueda en los noventa minutos que han pasado desde ese momento. Por último resaltar que la zona en donde se dio esta situación es una zona no habitada, dónde comienza un bosque muy tupido, en donde el terreno y la vegetación hacen sumamente difícil el desplazamiento y por ende la búsqueda. Muchas gracias.

Mientras los periodistas estallaban en más preguntas con respecto a los hechos ocurridos y a las declaraciones de Armendáriz, el oficial dio media vuelta y se internó nuevamente en el cerco de seguridad. Bárbara estaba mirándolo muy fijamente.

-¿Cómo estás?
-Tratando de asimilar lo que ha pasado ¿hay alguna novedad?
-Ninguna hasta ahora - replicó ella - pero no vamos a descansar hasta que los encontremos.

2

Álvaro continuaba recostado en la camilla escuchando incrédulo el extra informativo donde Armendáriz reconocía su fracaso.

-No puedo creerlo.

Por el trabajo que el y Romina habían tenido una serie de enfrentamientos con ese policía, lo que se intensificaba por el rechazo natural que el demostraba hacia los periodistas en general, pero en esa ocasión se esperaba todo, menos verlo fracasando, porque fracasar significaba directamente una tragedia, por mucho que su lado periodista lo llamara a salir de esa urgencia y terminar la nota. En ese momento entró Romina con una fea bata larga sobre el cuerpo, demacrada y con unos parches en una mejilla y el un antebrazo.

-Romina.
-Me dijeron que estabas aquí - dijo ella saltándose cualquier saludo - ¿como te sientes?
-Golpeado - replicó él en voz baja - pero no es tan grave; quería saber de ti desde que desperté hace como una hora pero todavía no puedo levantarme.

La mujer se sentó junto a su camilla.

- La enfermera va a regañarme cuando sepa que salí del cuarto, me amenazó. Oye - siguió más seria - escuchaste verdad?

Se miraron un momento sin decir nada. ¿hasta donde estaba la separación entre los periodistas, los amigos y las personas, en que punto uno de ellos debía detenerse para dar paso al otro?

-Si, escuché, pero no entiendo nada.
-No digas eso, tienes una idea bastante clara.

Un nuevo silencio. Si, ambos estaban volviendo al modo periodista.

-Está bien, lo primero que pensé es que esos "hombres" que interceptaron a Segovia fueran los mismos que vimos antes, pero eso no concuerda con que uno de ellos haya muerto después de ese supuesto enfrentamiento en el bosque. Romina, Segovia no podría pelear con esos tipos, nosotros los vimos.

Romina recordó el momento en que los vio, la actitud amenazante, el arma, la mirada agresiva.

-No, no podría, pero igual hay un muerto en ese lugar. Y además lo más importante sigue siendo lo de Segovia. ¿Acaso está muerto y no lo quieren decir?
-Si no lo quieren decir - comentó ella lúgubremente - la única razón que se me ocurre es que el niño también murió en la caída, y estarían esperando el informe o que la familia estuviera informada de manera oficial. Escucha, hay algo más, la policía se quedó con nuestras cosas, tienen tu libreta, la cámara y los celulares, así que es cuestión de tiempo que lleguen a la entrevista.
-Diablos, eso quiere decir que no tenemos nada con que trabajar. No puedo creer nada de esto, ni que Segovia se haya matado ni que tengamos las manos vacías, éste caso solo nos ha traído desgracias.

Romina no habló por un momento; necesitaba más, no podía simplemente quedarse ahí, ese caso, ese reportaje aún no terminaba.

-No puede ser Álvaro, no puede ser que nos quedemos sin nada, recordamos perfectamente lo que nos dijo, podemos hacer el reportaje.

Álvaro la miró lentamente. El también se sentía frustrado por las consecuencias de todo lo que habían hecho, pero por otro lado, una parte de él también sentía como irradiaba en su interior un sentimiento de culpa, una pregunta simple ¿Podrían haber retenido a Segovia con cualquier excusa y evitar lo siguiente, o al bajarse, él solo había salvado del choque para caer después?

-Tienes razón, pero después de lo que pasó, estamos involucrados, ya no somos imparciales, Armendáriz podría incluso exigir que guardemos toda la información.
-Es verdad, pero para eso tendríamos que apurarnos, tenemos que terminar el reportaje, darle un enfoque humano y hablar con los medios que ya teníamos contactados. A éstas alturas lograremos un golpe en una edición con portada incluso.
-Si, entiendo, lo más lógico es que hagamos eso, además será un buen golpe en el momento preciso, solo que tenemos que esperar hasta saber que fue exactamente lo que pasó con él, una vez que eso se sepa, el reportaje valdrá oro.

4

El oficial Armendáriz seguía muy de cerca las investigaciones que se estaban realizando en la zona donde había desaparecido Ariel de la Torre en manos de Víctor Segovia, pero los minutos pasaban cada vez más tortuosamente. En un momento vio que se acercaba Benjamín Pereira, uno de los rastreadores.

-Señor.
-¿Encontraste algo?
-Si señor, pero no son buenas noticias.

Por un momento no supo que decir, pero la imagen que apareció en su mente fue devastadora.

-¿Que pasó?
-Las condiciones del terreno son un poco distintas de lo que habíamos visto al principio señor. La zona en donde desapareció Segovia es escarpada, pero también es muy tupida, en varias zonas los arboles y la maleza cubren la tierra, y por eso es que se produjo el accidente.
-Pero eso ya lo sabemos.
-Si, pero la zona del accidente es mucho mas compleja de lo que nos esperábamos; señor, la pendiente por la que cayó Segovia tiene alrededor de cuarenta metros de profundidad, pero no termina ahí.
-¿Que quieres decir?
-Esa zona está hacia la ladera del cauce del río Alyari. Lo que implica que la pendiente no termina ahí, los colchones de hojas son sumamente intrincados, pero calculando por la altura de ésta zona y la del cauce del río, creemos que en total puede haber una diferencia de doscientos metros.

Armendáriz sintió que se contraían todos los músculos de su cuerpo. Ya no había nada mas que esperar.

-Llamen a Fernando de la Torre; hay que informarles que pueden estar preparados para lo peor.

5

-Claudio!

Fernando de la Torre se obligó a guardar silencio, a pesar de que su estado mental le indicaba completamente lo contrario. Acababa de colgar el teléfono, y la información que le habían entregado era mucho peor de lo que había visto en las noticias; pero Cláudio no estaba, había salido supuestamente a resolver el tema de Segovia para evitar que la policía lo encontrara.

-Maldita sea, esto no puede ser verdad.

Deseaba la muerte de Segovia con toda su fuerza, pero su nieto no podía estar en la misma situación, no podía ser que su nieto terminara de esa manera. Volvió a marcar el numero de su asistente, pero seguía estando fuera de área; sabía que Segovia había estado escapando de la policía con una suerte increíble, extendiendo esa huida por los últimos días, pero se suponía que Claudio tenía que solucionar ese asunto ¿Que había pasado en realidad, porque la policía le anunciaba que debía prepararse para lo peor pero aun así no le hablaban de algo concreto? No podía esperar más, tendría que comunicarse con la policía para tener toda la información.




Por ti eternamente Capítulo 19: En las manos de la muerte



A pesar de que la noticia de la desaparición de un menor a manos de un hombre ya era de conocimiento público,  los acontecimientos ocurridos esa mañana en la cercanía del pueblo de Santa Marta cambiaron todo el panorama. Alguien filtró la noticia, y todos los medios de prensa se volcaron a terreno para conseguir cualquier clase de imagen o dato que les sirviera para profundizar la noticia.
Aún sabiendo que era inútil tratar de esconder la realidad, el oficial Ignacio Armendáriz ordenó a todo su equipo acordonar el sector, cortar la única vía de acceso y solicitó inmediatamente más oficiales para poder comenzar con el rastreo y las entrevistas a todo aquel que hubiera estado involucrado o fuese testigo de cualquiera de los tres hechos que tuvieran lugar de manera casi simultánea; sin embargo y a pesar de estas rápidas precauciones, para cuando todo el sector estaba cerrado las radios emitían sendos informes sobre el escándalo de la carretera y los canales de televisión ponían al aire segmentos extra de noticias comunicando los hechos,  informando a medida que sus periodistas en terreno trataban de conseguir más datos.

-Marianne ¿Dónde están los periodistas y ese otro hombre del accidente?
-Los llevaron al centro de urgencias, al parecer todos están fuera de peligro señor.
Envié oficiales junto con ellos para evitar que los periodistas los acosen y además para que estén pendientes de cuando podamos interrogarlos; también tomamos la grabadora, la cámara y el bloc de notas que encontramos en el lugar del accidente  y conservamos los teléfonos celulares de los 3.

Armendáriz respiraba dolor.

-¿Y los otros dos?
-Están en la unidad médica del pueblo, tan pronto llegue el transporte los llevarán a la capital, no están tan grave pero su estado es de cuidado, sobre todo por lo que ocurrió ahí.
-Muchas gracias Marianne.

Ignacio Armendáriz estaba desolado, no podía entender cómo era posible que después de todo los esfuerzos que él y su equipo habían realizado, las cosas finalmente habían terminado tan mal; tenía en sus manos la investigación más desastrosa de toda su carrera y no sólo eso, ni siquiera tenía claro cuál había sido específicamente el trágico final, pero si sabía que ya lo había manchado a él, a la familia De la Torre y a la policía.

-Señor.

Se acercó Andrade, uno de los oficiales que estuvo cerca del lugar donde desapareció Segovia.

-Tenemos la mochila, al parecer era lo único que cargaba consigo en esos momentos, por lo visto la dejó antes de el momento en que...

El oficial era muy eficiente, pero era joven y lo que había visto, aunque tal vez no lo traumatizaría, si lo había afectado, por lo tanto era difícil para él enfrentar la parte más cruda de toda la trayectoria que como equipo habían realizado hasta ese terrible punto final.

-Revisen la mochila - replicó Armendáriz en voz baja - y continúen rastreando la zona, si dejó la mochila puede haber dejado algo más.

Se alejó del grupo de vuelta el incipiente bosque donde había visto por segunda vez a Segovia. No podía creer aún que había estado tan cerca, a sólo unos metros de él, y que una serie de circunstancias los había separado de esa manera. Sabía también que no podía culpar a su equipo de lo que había pasado finalmente, a fin de cuentas él mismo los había llamado temiendo lo peor,  sospechando que los últimos hechos habían desencadenado en Segovia el tipo de carácter que lo haría reaccionar de manera violenta y desatada como en un principio había esperado alcanzar a evitar. Cuando se encontró cara a cara con Segovia la primera vez, vio en él, al mismo tiempo dos tipos de personas distintas, por un lado había visto lo que le dijera de él su superior, lo que presagiaba lo que había hecho y la denuncia de la familia de la fallecida madre, con aquellas veladas segundas intenciones, lo que al mismo tiempo pudiera interpretarse como miedo a decir algo de lo que no se tienen pruebas, como también intención de causar un efecto más rápido. Pero también vio un hombre joven, más joven que él, con aspecto de muchacho, nada más un muchacho asustado, temeroso de lo que pudiera pasarle. Sabía por experiencia y por estudios que en muchos casos los sujetos con algún tipo de trastorno mental pueden adquirir comportamientos distintos a sus objetivos, y que generalmente son personas atractivas ante los demás o que provocan simpatía a través de una actitud amable o lastimera, pero independientemente de lo que pudiese haber visto en Segovia, tenía muy claro que lo principal en el caso que tenía entre manos era recuperar al bebé y ponerlo a resguardo para que no siguiera expuesto a cualquier tipo de peligro. Personalmente  creía que Segovia era más un trastornado que un criminal, pero lo que ocurriera con él, como en todos los casos que había tomado antes era algo que no dependía de él sino de las autoridades; siendo honesto consigo mismo había cometido un error al subestimar lo que ese individuo pudiera hacer, con lo que había arriesgado la integridad del menor. En esa ocasión el resultado había sido perder momentáneamente la pista del niño, su automóvil y el respeto de oficiales a cargo, pero lo que más le preocupaba no era su integridad física o lo que los demás pudieran pensar de él, lo preocupante era visualizar a través de los resultados una cara de Segovia que le era desconocida. ¿O tal vez sólo era instinto de supervivencia? Sacó una lección de esa ineficiencia, aprendió de su error y se propuso corregirlo capturando a Segovia, y  devolviendo al niño con su familia, que era el lugar de donde nunca debió haber salido. Sin embargo y a pesar de las precauciones que como policía habían tomado, otros factores se vieron involucrados, el más preocupante de ellos era la presencia de esos dos periodistas, por un lado porque eran lo bastante astutos como para estar adelante incluso de Segovia, y por otro por que eso mismo podía significar que lo hubieran ayudado desde el principio; el choque, por irónico que suene, había puesto al descubierto esta nueva faceta oculta, pero el siguiente paso había definido sus actos. La escena en la que se encontró superaba todo lo que había esperado que pasara, pero aún así el objetivo principal seguía siendo el mismo, recuperar al bebé, aunque desde luego la tarea se tornaba desesperada considerando el último hecho de violencia.
Lo último que vio de Segovia no había sido ni una fiera ni un hombre trastornado, había visto a un hombre herido, a punto de estallar, y cuando todo parecía llegar a su fin el azar había conjugado varios elementos en un horrible panorama. La reacción instintiva de Segovia, de huir y protegerse era esperable al ver en su trayectoria a oficiales armados, pero lo que ni él ni los oficiales ni el propio Armendáriz podrían predecir era el traicionero barranco, que como una trampa tragó entre sus ramas tanto al hombre fugitivo como al pequeño que llevaba entre sus brazos.

En ese momento sonó su teléfono celular.

-Señor - dijo en voz baja.
-¿Qué es lo que está pasando Armendáriz por Dios? Necesito una explicación de esto ahora mismo, toda la prensa está lanzando información de manera irresponsable, las cosas que dicen son atemorizantes.
-Lo sé señor.
-Entonces dime qué es lo que pasa.
-Se trata de Segovia y el niño señor.
-¿Qué ocurrió?
-Sufrieron un accidente.

Por un momento no pudo hablar.

-¿Qué pasó? No te quedes callado.
-Cayeron por un barranco señor. Aún no sabemos cuál es la profundidad pero mi gente está trabajando en el sitio del suceso para definir la distancia y encontrarlos.
-Encontrar los cuerpos - lo corrigió fríamente su superior del otro lado de la línea - eso es lo que me quieres decir; nuestra gente ahora va a buscar dos cadáveres.
-Señor no tenemos la seguridad de que ellos...
-Armendáriz - lo interrumpió su superior con tono autoritario - están en medio de un bosque en una zona prácticamente  inhabitada, me dices que el hombre cayó a un precipicio y un segundo después insinúas que no tienes seguridad de que esté muerto ¿Cuál es la profundidad del precipicio?
-Lo estamos investigando.
-Que lo estén investigando indica que es lo suficientemente profundo como para que alguien muera si cae en él, y aunque el hombre estuviera vivo, las posibilidades de que el niño también lo esté son ínfimas, y sólo estoy haciendo el cálculo basándome en lo que acabas de decirme; pero tú estás ahí, lo debes tener más claro que yo. Escucha Armendáriz, no te niegues a los hechos. Debo tener un informe completo en una hora.

Su superior cortó el teléfono y Armendáriz volvió a guardar el celular en su bolsillo. Era cierto, tenía que hacer frente a la realidad y reconocer que las posibilidades de encontrar con vida a Segovia y el pequeño Ariel de la Torre eran ínfimas, pero al mismo tiempo sabía con total claridad que su trabajo ahí no estaría completo hasta que tuviera una respuesta absoluta a esa interrogante. Y para eso necesitaba encontrar sea como fuere a Víctor Segovia.
2

Arturo estaba en su habitación viendo las noticias de última hora y sentía que no soportaba continuar enterándose de lo que sucedía en el exterior.

-Esto no puede estar pasando por Dios.

La información era confusa, pero en lo que los medios no se equivocaban era en decir que algo muy malo había pasado durante la persecución de la policía sobre Víctor.

El mismo se sentía muy confuso desde la última vez que había hablado con Víctor. Las cosas se había sucedido una tras otra, y él había seguido ávidamente cada detalle, cada nuevo rumor, como si en cierto modo estuviera corriendo tras la policía y los periodistas, esperando ver una luz de esperanza en un camino que a cada momento se veía más turbio y oscuro; luego sólo algunos momentos de silencio, ninguna información nueva que fuera relevante al respecto, y de pronto todo se había sucedido. Entre las muchas noticias que no le importaban había dado con el caso del choque en la carretera, muy cerca del pueblo de Santa Marta, y luego estaba lo de las redes sociales, ésta noticia no oficial tan cerca, y toda la policía movilizada porque al parecer habían encontrado una pista. Su primera impresión fue sospechar, pero luego un nuevo rumor más estremecedor que los anteriores se filtró con rapidez, la clase de noticia en donde nadie se atreve a desmentir ni confirmar nada, pero queda claro de que se trata. En su mente el temor surgió de inmediato, creyendo que la policía finalmente había encontrado a Víctor, pero amenazando con develar algo horrible que había pasado. Los más arriesgados decían que la policía había tenido que abatir a Víctor a balazos, mientras otros decían que lo habían capturado y se encontraba retenido bajo reserva máxima, mientras el niño era devuelto a las autoridades pertinentes. Había pasado más de una hora y aún no había ninguna información oficial, solo una policía de apellido Carrizo había declarado escuetamente que la investigación había enfrentado algunos contratiempos y que se estaba analizando un sector cercano al sitio del accidente en la carretera porque habían pistas más relevantes, pero no dijo nada más y eso a fin de cuentas era lo mismo que los rumores que estaban haciendo por internet.
A cada segundo parecía haber alguna nueva interrogante o cuestión que preguntarse, porque no solo no sabía en donde estaba Víctor, tampoco porqué la cosas pasaban de esa manera,  qué estaba investigando la policía en ese lugar, porqué alguien filtraría la noticia de un accidente trágico, porqué motivo la policía había cercado el sector cerca del accidente en la carretera, qué más había ocurrido, que era lo que estaban ocultando, y lo más importante de todo, porqué los policías no decían nada, porqué en la única captura de pantalla que había, de la entrevista a Carrizo los oficiales se veían tan afligidos. Arturo sentía que estaba volviéndose loco, necesitaba una respuesta y sabía que en algún momento los efectivos tendrían que decir lo que estaban ocultando. A la vez quería saber la información y tenía un miedo absoluto de escucharla.
3

Armendáriz estaba aún en el sitio acordonado cuándo Bárbara Carrizo se acercó a él.

-Ignacio.
-¿Qué pasa?
-Esos malditos carroñeros de los periodistas no se van a mover de aquí, pero lo que no me explico es quién pudo filtrar la noticia; estoy segura que ninguno de ellos lo haría.

El policía miró hacia los árboles donde esos hombres y mujeres a su cargo continuaban el rastreo minucioso que él mismo les había encargado. No, él tampoco creía que uno de ellos pudiera hacerlo.

-No lo sé, pero me preocupa que están filtrando información, sobre todo cuando no tiene nada que ver con la realidad. Ni siquiera nosotros sabemos exactamente qué es lo que pasó.

Se quedó unos momentos en silencio, recordando las palabras de su superior; realmente, en el fondo, estaba negándose a la posibilidad de que Segovia hubiera muerto, y mucho más a que el pequeño Ariel estuviera muerto. ¿Cómo podía ser, cómo podía haber terminado todo en esa horrible tragedia? Tenía que busca la respuesta, y no estaría tranquilo hasta que lo viera con sus propios ojos.
4

Gladys estaba en su casa escuchando atentamente las noticias que iban saliendo una tras otra en la radio. No podía creer lo que oía, había un estremecimiento en lo profundo de su alma tan sólo de imaginar que las cosas que estaban diciendo de Víctor hubieran provocado una desgracia. La prensa hablaban tanto de una desgracia ¿Porqué hablaban de un accidente? ¿qué acaso ese policía y Víctor habían tenido un nuevo enfrentamiento?  No podía imaginar que a ese pobre muchacho le hubiera sucedido algo grave, pero lo cierto es que ese policía grandote estaba persiguiéndolo y aparentemente en la policía tenían algún tipo de prueba, en su contra. ¿Por qué no simplemente escuchaban? Era tan sencillo como verlo, conversar con él y ver la relación que tenía el pequeño con Víctor para entender que entre ellos dos no había nada malo; había demasiada gente confundida, equivocada, y seguramente también habían muchas personas tratando de hacerles daño aunque no se imaginaba porqué.

-Por Dios - dijo en voz alta con la garganta apretada, temblando ante las posibilidades que se dibujaban en su mente - por Dios, que ese muchacho y su hijo  estén bien.

5

Álvaro despertó recostado en una camilla en un centro de urgencias; cuando abrió los ojos lo primero que vio fue la cara de la enfermera que estaba revisando su estado de salud.

-¿Cómo se siente?
-¿Dónde estoy?

La enfermera lo miró con la comprensión clásica de quien ha visto ya de todo.

-En el centro de urgencias, tuvo un accidente.
-¿Dónde dónde está Romina? ella estaba conmigo.
-Su esposa se encuentra bien, ustedes dos tuvieron mucha suerte. Sufrieron traumatismos y algunos cortes pero por lo que dijeron del choque pudo haber sido mucho peor.

En ese momento recordó lo que había sucedido; Víctor Segovia estaba junto con ellos en la camioneta le habían hecho una serie de preguntas, él descendió del vehículo para continuar su viaje y ellos habían tomado la decisión de decirle a la policía en donde estaba él, pero el otro vehículo se estrelló con ellos; sintió el golpe, su cabeza se estrelló contra el parabrisas y perdió el conocimiento.

-Necesito verla - dijo tratando de incorporarse,  pero en ese momento los golpes de los que hablaba la enfermera lo detuvieron, dejándolo recostado.
-Le dije que habían tenido suerte - lo reprendió ella - pero de todas maneras debe guardar reposo.
-Necesito ver a Romina.
-Podrá verla después ahora, tiene que descansar.

La enfermera iba a retirarse de la habitación, pero una nueva pregunta surgió en la mente de Álvaro.

-Señorita, en el lugar...en el lugar en donde fue el accidente... usted sabe si ocurrió algo más ¿qué pasó con la policía?

La mujer se quedó detenida y lo miró lentamente, decidiendo qué era lo que tenía que decir, pero al final consideró justo hablarle de algo que finalmente él de todos modos sabría.

-Mire, las cosas por aquí están muy complicadas, la policía no quiere decir nada, todos están muy nerviosos,   tienen cortado el tránsito, nadie puede ir hacia el otro pueblo ni de allá para acá, pero lo que sí está claro es que pasó algo grave.

Segovia, se dijo Álvaro mentalmente.

-Usted... usted sabe si en las noticias han dicho algo... del caso del niño desaparecido.

La enfermera frunció el ceño.

-¿Quién es usted?
-Soy periodista.
-Ah, claro, es periodista, eso significa que usted debería ser más que yo.

Aparentemente la noticia de su trabajo la había violentado, pero él estaba acostumbrado a esa reacción en las personas.

-Dígame si sabe algo, si hicieron algo mientras nosotros estábamos aquí.
-Nadie sabe nada - replicó ella en voz baja - pero escuché... la gente comenta, dicen por ahí que estaba cerca en el otro pueblo, y dicen que el lugar en donde los encontraron a ustedes hubo otro accidente, y parece que hay un muerto.