Por ti eternamente Capítulo 25: Rumbo a la verdad



El tiempo que había estado inconciente comenzaba a hacerse evidente en distintos niveles cuando Víctor retomó su huida. Mientras caminaba por el bosque, tratando de no perder de vista los arboles marcados por Tomás, mantenía en sus brazos a Ariel, que lo miraba muy fijamente igual que antes, algo que a diferencia de su cuerpo, no había cambiado. Claramente estaba más delgado si eso era posible, y se le hacía dificil avanzar entre la maleza, básicamente porque tenía los miembros adoloridos por la quietud, además de las heridas de las que le hablara Tomás.

-Vamos bebé, vamos a viajar en tren.

Tener a Ariel en sus brazos le daba una nueva tranquilidad, resultaba reconfortante saber que se encontraba bien, y que también podía aún cumplir con lo que había prometido. Por otro lado sentía mucha preocupación por Tomás, pero la decisión de él y la forma de instarlo a continuar, junto con la fe que le demostró, lo alentaron a seguir adelante, además que no podía perder todo ese esfuerzo.
Después de varios minutos de caminar luchando por no perder el camino, vio que los árboles comenzaban a espaciarse, dejando algo más de espacio para la maleza, lo que indicaba que estaba acercándose a la línea del tren, aunque al no escuchar nada pensó que todavía le faltaba para llegar.
Pero un movimiento a corta distancia lo hizo detenerse.

-¿Que...?

Murmuró una inquietud en voz baja, pero antes que pudiera identificar bien de que se trataba, a su derecha aparecieron dos personas.

-¡Víctor!

Los reconoció de inmediato, eran los periodistas que lo habían acompañado antes del choque. Se quedó estúpidamente inmóvil al verlos, pero ella se abalanzó sobre él y lo estrechó entre sus brazos, explotando en emoción.

-¡Estás vivo, estás vivo, lo sabía!

Álvaro sonrió sinceramente al ver la escena.

-Ésto no puedo creerlo...

-Estás vivo, los dos lo están... Álvaro, te dije que podíamos encontrarlos...

Se separó de Víctor que aún no salía de su asombro.

-Ustedes...¿que hacen aquí? ¿Como me encontraron?
-Por accidente - intervino Álvaro - pero todo es culpa de ella, estaba obsesionada con encontrarte.

Se miraron un momento en silencio. Era extraño verlos de nuevo, pero más extraño era verlos y no sentir desconfianza alguna ¿que significaba?

-Pero no entiendo nada, no entiendo que hacen aquí, pensé que estaban muertos.
-Nosotros pensamos los mismo de ustedes - dijo ella - pero con el paso de los días entendimos que estaban bien.

Siguieron caminando.

-Víctor, nosotros estábamos equivocados, y tendríamos que haberte ayudado más, publicar tu historia, pero el accidente lo complicó todo.
-¿Que quieres decir con accidente?
-Lo del choque, acabas de mencionarlo, debes recordarlo.
-Por supuesto que lo recuerdo - replicó lentamente - pero eso no fue un accidente, fue intencional.

Se detuvieron otra vez; Álvaro tragó saliva.

-¿Que quieres decir?
-Estaba lejos pero no tanto, y yo lo vi. Ese auto blanco estaba ahí, estaba junto al vehiculo que los chocó a ustedes ¿como no iban a verlo?
-Estábamos ocupados de ti. Víctor, el auto blanco...nosotros habíamos visto a esos hombres, estuvieron siguiéndonos, también amenazaron a Romina.
-¿Pero porqué no se lo dijeron a la policía?
-Porque poco después uno de ellos apareció muerto de un disparo, según los informes eres el único sospechoso de ese crimen.

La reacción del joven fue mucho menos dramática de lo que en realidad sentía, básicamente porque no tenía energías de sobra como para eso.

-¡Yo no hice eso! Cuando vi el choque me asusté, solo quería escapar de ellos, pero me alcanzaron y me quitaron a Ariel; luché con ellos, es verdad, pero no maté a ninguno, es absurdo. Además ni siquiera sé como manejar un arma.

Álvaro lo miró sonriendo; él también empezaba a creer.

-No tienes que darnos explicaciones - señaló a Romina - hay muchas personas que creen en ti, y en cierta manera te lo debemos. Te debemos la oportunidad de decirle a todos cual es la verdad.

Víctor sintió que por segunda vez alguien estaba ayudandolo de verdad.

-No puedo creer que hayan hecho ésto por mi, se los agradezco muchísimo.
-No lo agradezcas. ¿Pero donde estuviste todo éste tiempo?
-Pasaron muchas cosas, pero no puedo quedarme, Armendáriz está cerca.

Los otros dos se espantaron de inmediato.

-¿Que dices?
-Es verdad, necesito alejarme.
-Debiste haberlo dicho antes, no podemos quedarnos aquí si él está cerca, escucha, tenemos el auto a poca distancia, vámonos ahora mismo.

Comenzaron a caminar más rápido hacia el lugar en donde estaba estacionado el automóvil, mientras seguían hablando de lo que había ocurrido hasta entonces.

-Escuchen, no quiero que se arriesguen, hay gente muy peligrosa metida en ésto.
-Créeme que lo sabemos mejor que tú Víctor - replicó Romina - después de todo lo que ha pasado es probable que estés menos informado que nosotros, pero afuera todo es un hervidero, la noticia es obligada en todos los medios de comunicación, e incluso la familia De la Torre tiene un equipo de abogados preparados para lo que sea. Pero no te preocupes, vamos a hacer algo para enfrentarlos: vas a salir en televisión.

Subieron al auto, aunque Víctor, si bien estaba superando la sorpresa inicial de encontrarse con ellos, aún no asimilaba que quisieran ayudarlo, y mucho menos una idea como esa.

-¿Estás hablando en serio?
-Por supuesto que si, si queremos que ésta locura funcione lo único que podemos hacer es dar un golpe - respondió Álvaro reiniciando lentamente la marcha - y tiene que ser grande. La vez anterior todo salió mal, terminamos hospitalizados, nos quitaron toda la información que teníamos sobre ti, y quedamos imposibilitados de utilizarla porque somos parte del proceso, así que ahora lo haremos bien. Tenemos una cámara profesional y conexión a internet, así que solo necesitamos que estés dispuesto a hablarle al país de lo que está sucediendo en realidad.

Víctor se acomodaba con el niño en sus brazos; su cuerpo gritaba por descanso y estar sentado le hacía bien.

-Por supuesto que estoy dispuesto. No sé que decir, nunca creí que ustedes aparecieran a ayudarme.
-Tuvimos mucha suerte en realidad ¿Adonde ibas?
-A la estación de tren, necesito poner algo de distancia, pero la presencia de Armendáriz me preocupa.
-Ese policía es una molestia interminable, dicen que desde que desaparecieron se va a meter a la zona todos los días, y que esté en las cercanías significa que es verdad, tenemos que alejarnos ahora mismo.

Víctor no habló durante unos momentos, pensando en lo que pudiera estar pasando en la casa de Tomás.

2

Tomás estaba tranquilamente sentado en la sala de su cada mientras Armendáriz marcaba un numero en su celular.

-Marianne, soy yo. Llama a todos, encontré a Segovia.
-¿Que?
-No hay tiempo para explicarlo, pero tanto él como el niño están en las cercanías de la línea del tren rumbo a Elisa Monsalve. Envía un grupo ahora mismo en esa dirección, hay que cortarles el paso antes que tome distancia.

Cortó y se volteó hacia Tomás.

-¿En qué dirección va Segovia?
-No lo sé.

Armendáriz se estaba cansando de las personas que simplemente miraban lo que pasaba a su alrededor; era casi un milagro que el niño estuviera vivo, pero no podía, bajo ningún concepto, seguir permitiendo esa situación.

-Usted lo mantuvo aquí en ésta casa durante todo éste tiempo, no me diga que no sabe nada de él o lo que pretende hacer.

El otro se puso de pie y lo enfrentó, mirándolo severamente.

-Escuche, si me pregunta por el niño y por Víctor, ambos están bien, aunque no precisamente gracias a usted y su gente; si quiere saber adonde fueron, ese muchacho solo está tratando de proteger a su hijo, así que simplemente está buscando un lugar seguro.

El oficial frunció el ceño.

-Eso no tiene sentido y usted no es quien para decidir eso, la ley indica que la seguridad del menor es prioridad, Segovia se lo llevó sin autorización alguna y está siendo acusado de...
-No me repita lo que sale en las noticias, por favor - replicó el otro firmemente - usted está a cargo del caso ¿no puede ver más allá de lo que dicen de él? ¿No puede pensar que tal vez son ustedes los que están equivocados?
-Esto no se trata de quien está equivocado, se trata de cumplir con mi deber, de que usted cumpliera con su deber de ciudadano, usted tendría que haber llamado a las autoridades en vez de encubrirlo, la principal facultad de éste tipo de perturbaciones mentales es que quienes las tienen consiguen que la gente les crean ¿cuantas personas hasta ahora piensa que me han dicho lo mismo?
-Ese no es el punto, Víctor no es un enfermo mental, ¿acaso se ha tomado la molestia de preguntarse que pasaría si él tuviera la razón?

Armendáriz lo esposó a una barra en la chimenea.

-No voy a seguir discutiendo con usted. Ruegue que al menor no le pase nada grave, porque usted será responsable en eso.

Volteó para salir, pero Tomás aún no terminaba.

-Abra los ojos oficial. Tiene que abrir los ojos antes que sea demasiado tarde.

3

Víctor jugueteaba distraídamente con la pequeña etiqueta bordada que Tomás había encontrado entre la ropa de Ariel, mientras el pequeño reposaba con los ojos entrecerrados, mecido por el movimiento del auto entre la tierra y maleza; llevaban varios minutos de viaje, después de decidir alejarse de la estación de tren y avanzar más hacia el sur, a un sitio menos evidente según donde se habían encontrado.

-Así fue como la noticia siguió creciendo - comentó Romina - después a nadie parecía quedarle duda de que tú hubieras cometido secuestro y asesinato, además de que Fernando de la Torre o alguno de sus abogados están constantemente en tribunales.
-Es increible hasta donde ha llegado todo.
-Pero como te dije - intervino Álvaro señalando a Romina - hay gente que te quiere y te cree, un amigo tuyo hizo un foro de apoyo, y aunque al principio recibió muchos ataques, él siguió publicando, y hablando bien de ti, así como haciendo conjeturas de lo que pasa en realidad, y conforme pasa el tiempo se ha agregado más gente, distintas personas que también te apoyan. Ahora que salgamos al aire va a ser una bomba.
-Cuidado!

Álvaro frenó al perder ligeramente el control del vehículo. Romina echó algunas maldiciones.

-Fíjate por donde vas por favor, ésto ya nos ha pasado antes - protestó ella - ¿estás bien Víctor?
-Si, no es nada, solo que se me cayó algo, es una etiqueta de Magdalena.

La joven se volteó para revisar el suelo del auto.

-Espera, creo que la veo, dame un momento.
-Lo siento - se lamentó el periodista - mi culpa, mi culpa.
-No te pongas dramático, no pasa nada. Escucha, éste me parece un buen lugar, ¿porqué no lo hacemos ahora mismo?

Víctor miró por la ventana; el bosque de donde había salido estaba lejos, quizás si era suficiente.

-Si, creo que tienes razón, parece un buen lugar.
-Excelente - dijo Álvaro más animado - escuchen, ésto es muy importante, necesitamos que funcione y si lo logramos, todo el país va a estar escuchándote dentro de muy poco.

4

Fernando de la Torre estaba hundido en el sillón de su escritorio, en medio de una oficina silenciosa y fría; Claudio entró con una bandeja con un humeante café.

-Le traje un café señor, creo que lo necesita ahora que están reparando la calefacción.
-Eres muy divertido cuando quieres - opinó el otro sin moverse - mejor dime si tienes alguna novedad.

Claudio estaba internamente mucho más preocupado de lo que aparentaba; fallar en una misión tan sencilla como creyó que sería esa no solo era frustrante, sino que además causaba una serie de contratiempos.

-Tengo alguien tras una pista y siguiendo a las personas correctas, está claro que solo es cuestión de tiempo para que aparezcan y quiero estar listo para actuar.
-Ésta espera me enferma, sigo pensando en lo que podría pasar si realmente Segovia tiene alguna prueba en mi contra que le haya pasado Magdalena.

Claudio respondió quitándole importancia, aunque en realidad si le parecía muy relevante.

-Tranquilícese señor, en ésto solo importa prestar atención a un asunto, y es como evitar que ese tipo tan molesto nos cause problemas. Hasta ahora todo está de su lado señor, las probabilidades de perder terreno son pocas, y para reducirlas a cero terminaré lo que comencé hace dieciocho días.


Por ti eternamente Capítulo 24: Sobre la pista



La vida de Ignacio Armendáriz se había detenido desde el día en que Víctor había desaparecido; pero no por eso pensaba quedarse sin hacer algo al respecto. La investigación llevaba más de una semana completamente estancada, y a pesar de que se lo habían advertido, no había dejado de hacer sus propias investigaciones; en ese momento estaba en el bosque, pero bastante lejos del lugar en donde ocurriera todo aquel fatídico día. Por precaución tenía apagado el celular, y se desplazaba a pie, explorando una vez más en medio de ramas y troncos que muy bien podían tener cien años de antiguedad. Todos, incluso los más experimentados exploradores de la policía habían descartado la posibilidad, pero él seguía pensando que Segovia no solo estaba vivo, sino que estaba siendo ayudado por alguien, alguien que conocía lo suficiente el bosque como para ocultar sus huellas.

-¿Que es ésto?

Llegó a una zona bastante escarpada, en donde forzosamente debía sujetarse de las ramas y andar con extremo cuidado, agradeciendo que tuviera consigo el equipo indispensable como las botas todoterreno y los guantes, entre otras cosas. Ahí había algo extraño, ¿sería posible que estuviera tan lejos del sitio del suceso, casi seis kilometros?

-Lo sabía...ésto no es normal...

Se internó algunos metros más; la zona tenía tantos arboles y vegetación que resultaba dificil creer que un hombre pudiera desplazarse por ahí con un niño en brazos, pero los pensamientos del policía no estaban en Segovia, sino en esa persona sin nombre que lo había estado ayudando, esa sombra que lo había hecho desaparecer hasta ese momento. Y entre las ramas bajas vio un par de ellas quebradas, que tenían algún tiempo de antiguedad. Podría parecer natural, pero ambas estaban quebradas a la misma altura, y en el mismo ángulo, lo que indicaba que el autor era una persona; siguió caminando lentamente, sentía que por fin, después de interminables dieciocho días, estaba llegando a alguna parte.
2

Víctor se sentía aún muy extraño mientras hablaba con Tomás; en ese momento el otro le señaló su propio cuerpo.

-¿No piensas preguntarme que pasó contigo?
-No te entiendo.

Pero al instante se miró a si mismo; bajo las cobijas vio su cuerpo con vendas y parches, en el pecho, brazos y muslos, lo que explicaba porque desde el momento de abrir los ojos momentos atrás sentía el cuerpo algo rigido, y sobre todo pesado y sin fuerzas.

-¿Que ocurrió?

Tomás sonrió.

-Tú no dimensionas lo que está pasando Víctor. El lugar en donde caiste tiene vegetación muy variada, y hay plantas con espinas agudas; cuando te encontré estabas desangrándote, las heridas que tenías de la caída en la espalda principalmente, y en los brazos y piernas no estaban tratadas, y tenías una noche sin ningún tipo de cuidado. ¿Que fue lo que te pasó en el ojo?
-Creo que fue una astilla de vidrio, tenía problemas para ver desde antes.
-Eso creí - dijo con más vehemencia - mira, desde que te traje aquí hice todo lo que pude por controlar el sangrado, y puedo asegurarte que las heridas no se infectaron, pero no hay mucho más que pueda hacer por ustedes. Solo es cuestión de tiempo para que la policía llegue hasta aquí.

Víctor volvió a mirar al bebé, y en ese momento dos cosas muy importantes llegaron a su mente.

-Tomás ¿Porque estoy aquí, es decir, porque no llamaste a la policía en todo éste tiempo?

El otro se encogió de hombros simplemente.

-Porque no pude. Es decir, en las noticias hablan de que secuestraste al pequeño, la familia dice o insinúa que podrías tener horribles intenciones, pero lo que yo veo aquí, es a un hombre y a su hijo, veo a un hijo con su padre, solo de esa manera se puede explicar que entre ustedes dos exista esa conexión.
-Pero es arriesgado que pienses eso, si la policía llega te llevarán con ellos.

Tomás ya había pensado en esa posibilidad, pero estaba tranquilo.

-Que me lleven no es algo que me preocupa, lo que me angustia es que es lo que vas a hacer. Te dije antes que vas a tener que tomar una decisión, y ahora te lo repito; tienes que elegir entre dos opciones, una que es entregarte a las autoridades, y la otra, que es volver a irte. Si por mi fuera podrían quedarse aquí para siempre, pero eso no pasará por lo que te dije antes.
-Tomás...
-Sé que tuviste tus razones - lo interrumpió - pero lo que sea que hagas...debes entender que no estás totalmente recuperado, no sabes lo que podría suceder.

Víctor se quedó un momento en silencio, mirando al bebé que como de costumbre parecía tan tranquilo cerca de él ¿como podía simplemente...?

-No tengo muchas alternativas de todos modos - dijo sintiendo como se le apretaba la garganta al hablar - la familia De la Torre me amenazó, y esos hombres que me golpearon...se habrían llevado a Ariel si no lo hubiera logrado evitar.
-¿La madre del niño era tu novia o algo?
-No en realidad pero...Tomás, ella me pidió... No, yo le prometí que iba a hacerme cargo de Ariel, y que lo mantendría a salvo de lo que hace su familia.
-Pero has estado en riesgo todo el tiempo, solo mira las condiciones en que estás.
-No puedo hacer otra cosa - replicó en tono suplicante - Ariel es...es mi hijo, y no se trata solo de lo que le prometí a Magdalena, es que con él yo...yo descubrí que era lo único realmente importante, y si me lo quitan...entonces no habrá nada.

Se sentía abrumado por los sentimientos, parecía primera vez que lo decía así, con tanta seguridad, pero esa verdad era mucho más poderosa al escucharla. Tomás respiró profundo.

-En los años en que fui rescatista vi muchas cosas Víctor, pero hace tiempo que no veía algo así; estás tan determinado a hacer lo que prometiste, a proteger y a mantener contigo a ese niño, que vas a hacerlo, no importa cuanto tengas que sacrificar. Desafiaste a la muerte por protegerlo, y no importa cuan herido estés, tú solo vas a hacer justo lo que prometiste.

Víctor iba a decir algo, pero el otro no lo dejó.

-Estamos de acuerdo en que no puedes quedarte aquí para siempre, así que lo que quieres es salir de mi casa antes que llegue la policía. Hasta ahora mi casa ha sido tu refugio, pero si se acercan será el fin de tu huida, no hay por donde escapar excepto por una puerta.

El joven se incorporó un poco en la cama, sintiendo el dolor en las articulaciones. Era verdad, no podía quedarse más tiempo. Moviéndose un poco más tomó entre sus manos las del hombre duro y fuerte que estaba junto a él.

-Tus manos son benditas Tomás, me cuidaste a mi y a Ariel, te debo demasiado.
-No me debes nada.
-Si - insistió con más energía - te debo todo, nunca podré terminar de agradecerte por lo que hiciste. Gracias a ti todavía tengo alguna oportunidad de proteger a Ariel.

Tomás iba a decir algo, pero su oído ya acostumbrado a los sonidos del bosque, incluso a los que estaban por fuera de las paredes, detectó algo inquietante.

-No puede ser...
-¿Que pasa?

El hombre se puso de pie y corrió hacia una de las paredes; se quedó muy quieto unos momentos, y cuando volteó, su expresión había perdido cualquier signo de suavidad y se mostraba duro nuevamente.

-Hay alguien afuera de la casa.
-¿Que, como lo sabes?
-Porque cuando vives tanto tiempo aquí como yo, lo puedes identificar. Y esos pasos no solo son humanos, son de alguien que sabe muy bien como moverse.

Víctor sintió que se le oprimía el pecho.

-Tengo que salir de aquí.
-Pensé que dirías eso - replicó el hombre frunciendo el ceño - por suerte tengo algunas cosas preparadas hace días. Te daré ropa apropiada y un chaleco de sobrevivencia, lo suficiente para que puedas moverte hasta llegar a un lugar seguro.

El joven hizo un esfuerzo por incorporarse, y lo logró con algo de dificultad; sus movimientos eran lentos, pero aunque tenía multitud de dolores, ninguno parecía tan grave como para detenerlo.

-¿Pero crees que podremos salir?
-Tenemos tiempo suficiente para hacer algunas cosas. Escucha, junto a tu cama está la ropa, vistete mientras salgo a averiguar que tan cerca están de la entrada.
-¿Pero no será peligroso?
-No es fácil encontrar la entrada.

No dijo más y se alejó rapida y silenciosamente. Víctor aún tenía muchas preguntas, pero ante la situación decidió concentrarse y empezar a vestirse; había un pantalón cargo, una camisa algo grande y un chaleco muy pesado, lleno de cierres y bolsillos, el que sin embargo se sentía mucho más cómodo al tenerlo sobre el cuerpo. Mientras se vestía volvió a mirar al pequeño.

-Lo lamento, tendremos que movernos otra vez.

Sentía que se movía lentamente, pero lo que le dijera a Tomás era cierto, no estaba dispuesto a dejar que lo atraparan, menos aún después de que esos hombres lo atacaran en el bosque, porque estaba seguro de que ellos eran trabajadores de Fernando de la Torre, y eso significaba que las palabras de ese hombre al teléfono cuando todo comenzó no eran otra cosa que un aviso cierto. Sabía perfectamente que no podía escapar para siempre, pero mientras tanto buscaría un lugar seguro y después actuaría. En eso volvió Tomás.

-¿Ya estás listo?
-Si, éste chaleco es muy extraño.

El otro comenzó a sacar algo de un mueble.

-Es de supervivencia, tiene cosas que te servirán como comida seca lista para comer, utensilios como navajas y fuego y otras cosas más. Escucha, cuando te encontré no llevabas nada más contigo y tu ropa estaba inservible, pero rescaté la ropa del bebé, es la misma que tiene puesta, aunque tuve que botar la cobija porque no pude quitarle las manchas de sangre. ¿Esto es tuyo?

Le enseñó un bultito poco más grande que una moneda, el que Víctor tomó en sus manos.

-Es un bordado - dijo tontamente - no lo reconozco ¿estaba entre las cosas de Ariel?
-Si, en un doblez de la cobija, creí que era importante para ti.

La pequeña etiqueta estaba bordada, no tenía ninguna forma especifica, solo era una especie de paisaje o lienzo pequeño, tenía cara de algo inconcluso.

-Tal vez lo estaba haciendo Magdalena. Lo guardaré conmigo, es un recuerdo de ella.
-Que bien. Mira, ahora vamos a salir, te acompañaré un trecho, luego tendré que disimular tus huellas.

Momentos después estaban saliendo de la casa a un paisaje completamente impresionante; realmente la casa estaba sepultada en un bosque que casi tapaba el cielo, tan denso y colorido era que bastaba caminar algunos pasos para que la casa de rusticas maderas comenzara a camuflarse con el ambiente. No había camino demarcado, pero entre los arboles se podía entender por donde seguir, o al menos eso fue lo que le pareció.

-Escucha, por aquí...

Tomás iba a decir algo más, pero nuevamente algo que el joven no podía percibir llamó su atención; se volteó en dirección a la casa y se quedó muy quieto.

-¿Que ocurre?
-No te muevas.

Durante un momento nadie hizo nada; el bebé se sentía un poco más pesado de lo que recordaba en sus manos, o tan vez era resultado de los días acostado y las heridas. Al cabo de unos instantes Tomás hizo un imperceptible chasquido con los dientes.

-Víctor, lo lamento.
-¿Qué pasa?
-Tendrás que seguir tú solo; eso es extraño, estoy viendo a una persona cerca de la casa, pero es solo uno, no me explico porqué estaría solo una persona, los policías siempre trabajan en grupos.
-Armendáriz.
-¿Que?
-Es él, estoy seguro - replicó Víctor en voz baja - no me preguntes porqué, solo sé que es él, es ese policía. ¿Que vas a hacer?
-Por eso te dije que vas a tener que seguir solo, lo detendré el tiempo que pueda, para que puedas alejarte.
-Pero no sé donde estoy, no sé que hacer.

El otro sonrió.

-Estoy seguro que sabrás que hacer. Mira, solo tienes que seguir por el sendero, la forma de saber por donde ir es sencilla, tienes que ir junto a los arboles que tienen una rama seca a un costado, justo como ese.

Efectivamente un árbol tenía una rama baja seca, y al mirar en perspectiva podía identificar otros más, algo que sin saber no habría tomado en cuenta.

-Que buena guía.
-Después que salgas de la espesura, solo tienes que seguir hacia donde se ve el horizonte, en poco tiempo llegarás a una estación de tren. Cuando estés ahí, podrás ir adonde sea.
-Gracias por ayudarme en todo ésto Tomás, eres lo mejor que me ha pasado e  mucho tiempo, pero me preocupa que tengas problemas.
-Deja de preocuparte por mi, ahora vete.

Se volteó para alejarse mientras Víctor se iba por el camino indicado con el bebé en brazos. Al saber que se alejaba sintió que se le revolvía el estómago.

-Por favor que sea la decisión correcta, que ese muchacho y el niño estén bien.

3

-Estamos perdidos.

Romina y Álvaro iban en un automóvil de segunda mano, rapidamente por un camino rural mientras la tarde pasaba iluminada y silenciosa.

-No puede ser.
-Pero estamos perdidos Álvaro - protestó ella - deberíamos haber terminado el rodeo a la zona boscosa hace Dime minutos.

El bosque aún no terminaba y a esa hora la luz del sol no era de mucha ayuda, ya que estaba rumbo al ocaso, y sabían el punto cardinal, no así el sitio exacto. A lo lejos se escuchaba un sonido fuerte y acompasado.

-El tren...
-Te dije que no podíamos estar perdidos - exclamó él sonriendo - solo que vamos a investigar desde otro angulo, si estamos diciendo que Segovia está vivo, perfectamente podría haber alguna pista en la estación de tren o alguien lo vio.
-Sigamos por ese sendero - indicó ella más animada - así podremos hacer que estamos perdidos, la gente es muy colaboradora con los citadinos extraviados.

Romina estaba mucho más animada desde que había salido junto a Álvaro, tenía la seguridad de que estaban haciendo lo correcto; mientras tanto él la ayudaba porque estaba realmente conmovido por su actitud, pero en el fondo se negaba a creer que las cosas fueran como su amiga predecía, básicamente porque no quería decepcionarse.
Unos minutos después el auto estaba más cerca de la línea del tren, aunque aún se desplazaban por entre la tierra y la maleza.

-Ouch, éste terreno es dificil.
-No te distraigas.

Pero Álvaro frenó bruscamente.

-Ayy!! Me pegué en un brazo ¿Que te...?

Pero Romina no siguió hablando, se quedó sin palabras al ver lo mismo que le estaba indicando su amigo.

4

Cuando encontró la casa, tan rústicamente construida en medio de tantos arboles, Ignacio Armendáriz pensó inmediatamente que Segovia podía estar ahí; tenía mucho sentido, que en medio de ese espeso bosque alguien lo hubiera ocultado hasta ese momento, pero aunque interiormente algo le decía que estaba sobre la pista indicada, no quería dar aviso mientras no tuviera algo claro, porque de hacerlo terminaría por sepultar la reputación que le quedaba.

-Debe ser por aquí.

Estaba tratando de buscar un lado apropiado, la entrada a esa casa en el bosque, cuando sintió un ruido que llamó su atención.

-No se mueva.

Tomás se quedó inmóvil en cuanto el oficial de policía le apuntó con el arma.

-¿Que pasa?
-No se mueva - repitió Armendáriz acercándose - oficial de policía.
-Sé quien es - replicó Tomás sencillamente - todo el mundo lo conoce, vi su rostro en las noticias en el pueblo.

El otro hombre mostraba una tranquilidad imperturbable, pero el policía no iba a dejarse afectar.

-Eso es de ayuda, necesito entrar en la casa, es parte de una investigación.

Tomás se quedó un momento sin reaccionar, lo suficiente para que resultara sospechoso.

-Entremos a la casa, no lo haga dificil.

Con Tomás adelante, el policía avanzó hacia la puerta, entrando en pocos momentos en la casa; una mirada le bastó para comprender.

-Dígame donde está Víctor Segovia.
-Escuche, yo...
-No lo niegue - lo cortó el oficial con voz autoritaria - esas vendas, esa ropa de bebé, no puede negar que aquí hay alguien más, dígame donde está Segovia y ahorrese problemas.

Pero el hombre no se mostraba preocupado en absoluto, ni por el arma ni por la acusación que se estaba haciendo en su contra.

-Usted es muy hábil, no es fácil llegar hasta aquí, pero ustedes los policías están equivocados con Víctor, él no es ningún delincuente.

Entonces si estaba ahí, y estaba vivo.

-Eso no le corresponde a usted decidirlo.
-No, pero si ustedes persiguen a una persona como si fuera un peligroso delincuente, lo más lógico es que quiera huir y esconderse, y a ese muchacho lo han perseguido sin compasión.

Armendáriz ya había escuchado ese discurso antes, pero en ese momento tenía prioridades, y saber que el niño estaba vivo después de todos esos días no solo era un alivio, también era un aliciente para terminar con toda esa locura.

-Escuche, encubrir a un prófugo es un delito, no lo haga peor y dígame donde está el niño y Segovia.
-No puedo señor. Ya se fueron.


Por ti eternamente Capitulo 23: Despertando



"Hace dieciocho días que seguimos ésta noticia, y todos los medios de comunicación seguimos pendientes de la noticia del mes. Hasta el momento nadie, absolutamente nadie, puede asegurar donde está Víctor Segovia ni el pequeño Ariel de la Torre, lo que ha convertido a ésta conmovedora historia en un caso digno de no olvidar.
Hace veintidós días Víctor Segovia, por razones que se mantienen en reserva por ser parte de la investigación, se llevó consigo al pequeño de brazos de su madre, iniciando una insólita huida, en la que se intentó detenerlo en más de una ocasión, pero lo complejo del caso y el riesgo de daño para el infante complicaron todo el caso, resultando en el camino una serie de heridos, e incluso un hombre muerto, que según versiones de cercanos, sería un trabajador al servicio de la familia De la Torre, que habría resultado muerto en un confuso incidente en la carretera que une San Andrés y Santa Marta, donde además se descubrió que una pareja de periodistas aparentemente estarían involucrados en el escape de Segovia. Hasta el momento la policía ha hecho todos los esfuerzos por mantener celosamente protegido los detalles del caso, arguyendo la necesidad de mantener reserva para evitar un mal desenlace. A pesar de que en un principio Segovia había muerto junto al pequeño al caer por un barranco en el bosque en el que se internó al tratar de huir, posteriores investigaciones dejaron en claro que tanto él como el niño sobrevivieron, lo que lleva a toda la ciudadanía a hacerse la pregunta: ¿Donde están?
Ahora vamos a ver una nota con todo..."

Fernando de ma Torre apagó el televisor mientras su esposa, Ingrid, se sentaba a su lado ante la mesa del comedor.

-Amor, no es bueno que veas constantemente esos reportajes.
-No puedo dejar de estar pendiente - replicó él - amor, ésta situación está fuera de todo lo que creímos que podría pasar. Segovia está vivo, de eso estoy seguro, pero alguien debe estar ayudándolo.

La mujer sirvió café mientras tanto.

-Eso tiene sentido, pero me asusta pensar en eso Fernando; si alguien lo ayuda, significa que lo de llevarse al niño estaba planeado desde el principio.

Él también había pensado en eso muchas veces durante las más de dos semanas que habían transcurrido; no le gustaba la idea, pero por más que pensaba, no conseguía entender quien o qué querría de él.

-Si todo ésto estaba planeado de antes, no tiene sentido que simplemente desaparezca. No han pedido dinero, ni me han amenazado, nada, nada que tenga cara de algo en particular. Y eso me preocupa.

2

Álvaro se acercó a la puerta de su departamento y abrió sin preguntar quien era.

-¿Disfrutando de la cesantía?

Romina entró sin pedirlo; estaba vestida con pantalones cargo, camisa y botas, y llevaba el cabello atado simplemente en una cola y cargaba una mochila. Él estaba en buzo y con cara de circunstancia.

-¿Que haces aquí?
-¿Interrumpo algo?

Álvaro la miró con una media sonrisa que no por irónica dejaba de ser divertida.

-Ahora bromeas conmigo por lo que veo. ¿Que haces aquí?

La joven se sentó en el sofá mientras el se sentaba enfrente sin entender mucho. Desde lo de la desaparición de Segovia, habían perdido un poco de contacto, por un lado porque la policía seguía realizando entrevistas y ellos formaban parte de los interrogados, y además porque tenían que tratar de encontrar algún modo de sobrevivir cuando las puertas del área periodística se cerraban  cada día más.

-Escucha, sé que nuestra situación es complicada...
-¿Complicada? Ahora si que estás jugando conmigo Romina - la interrumpió él mirándola con las cejas alzadas - tuvimos un "accidente" en la carretera, la policía nos quitó los datos de Segovia, nos prohibieron hablar y los medios no quieren contactarnos porque somos más útiles como entrevistados que como periodistas.
-Álvaro...
-Incluso supe que un abogado del fisco quiere implicarnos como colaboradores.

Romina suspiró. No esperaba que su amistad se viera afectada, pero no lo permitiría, no tan fácilmente.

-Escucha. Todo éste tiempo me ha servido para pensar, y si lo ves desde el punto de vista de Segovia, tiene mucho sentido que quiera esconderse.
-Si es que está vivo. ¿Adonde quieres llegar?

Ella tomó aire. Un mes antes se habría reído de la imagen de si misma diciendo lo que iba a decir, ahora le parecía totalmente lógico.

-Sabes que se ha formado un gran grupo de gente que apoya a Víctor.
-Sería imposible no saberlo, eso lo comenzó algún amigo de Segovia, y se ha ido agregando gente, están en las redes sociales, a diario ese tipo incógnito sube información de él, afirma que es su amigo y que Segovia es el padre. Mucha gente lo sigue y manda mensajes de apoyo.
-Y tiene a la policía loca porque es un elemento distractivo para ellos. Mira, lo que tenemos que hacer no es un reportaje sobre el caso, eso lo están haciendo todos los canales. Lo que tenemos que hacer es emitir señal en vivo, con Segovia diciendo toda la verdad.

La reacción de Álvaro fue mucho más dramática de lo que ella se había imaginado desde antes. Se puso de pie como activado por un resorte, con los ojos muy abiertos por la sorpresa.

-¿Que? ¿Estás....estás loca?
-Probablemente Álvaro, pero eso es lo que tenemos que hacer, estoy segura. Me conseguí una cámara de vídeo profesional, la conexión se puede hacer a través de internet.

Álvaro soltó una risa nerviosa.

-Ya, quieres hacer un contacto en vivo con Segovia para que diga su verdad. ¿Piensas encontrarlo en las páginas amarillas?

Ella también se puso de pie, tratando de hacerlo entrar en su sintonía.

-Sé que suena loco, pero nosotros somos los únicos que estuvimos con  él, y ya lo encontramos antes, podemos hacerlo de nuevo. De entre todos, somos los que hemos estado más cerca de él, eso tiene que servir de algo. Y creo que podemos convencerlo de hablar, de decirle al mundo lo que realmente sucede.

El hombre se quedó mirándola durante varios segundos, sin hablar. Estaba hablando con convicción, pero algo era distinto a todo lo que en años había visto en ella.

-¿Que te sucede?

Ella respiró profundamente. No podía negarlo.

-Estuve pensando en todo lo que pasó, en el accidente y en esos tipos que me atacaron.
-Uno de ellos está muerto, la policía dice que Segovia lo asesinó.
-¿Y tú no estarías dispuesto a matar si la persona que amas corriera peligro? ¿Que pasaría si no tuvieras alternativa?

Se quedaron mirando fijamente un momento más. En ese momento algo sucedió con el hombre, que experimentó un sentimiento extraño, algo antiguo y básico. Por alguna razón escucharla decir eso hizo que recordara a sus padres.

-Romina, estás cambiando tus prioridades.
-No es eso - replicó ella. Sintió un temblor en la voz, la garganta apretada, tal vez era miedo de ser tan brutalmente sincera - más bien fue un cambio de corazón.
-Romina...
-Nadie le ha dado una oportunidad a Víctor, ni nosotros se la dimos.

Álvaro se quedó inmóvil, con la cabeza baja, sin saber que creer o que sentir.

-Ayúdame, acompañame a buscarlo. Necesito que estés conmigo en ésto.
-Esto podría dejarnos sin trabajo de por vida en el periodismo.
-Puede ser, pero siento que necesitamos hacerlo. Por él, pero también por nosotros.

Álvaro se sintió nuevamente estremecido, pero se encogió de hombros simplemente.

-Sabes que iré contigo.

3

Cuando recuperó la conciencia, Víctor se sintió momentáneamente como cuando despertaba de una noche de fiesta, con el cuerpo pesado, la cabeza como dentro del agua y los músculos pesados y torpes.

-¿Que...?

Iba a decir algo, pero el cansancio o lo que fuera lo detuvo; al abrir los ojos se encontró con luz, el techo de algún sitio y nada más ¿que estaba pasando?
Le costaba moverse, pero giró lentamente la cabeza a la izquierda, lo que hizo que viera directamente lo que había a su lado.

-Ariel...

El pequeño estaba en una especie de cama, justo a su lado, medio de costado; y lo miraba fijamente, como había sido desde el principio, sin dejar de escudriñarlo incesantemente.

-Buenas tardes.

La voz no lo sobresaltó, aunque debería haberlo hecho; era como si hubiera sentido antes esa voz, por lo que no le causaba mayor preocupación. Volteó la cabeza hacia el otro lado, y se encontró con un hombre de más de treinta años, sentado a poca distancia. Era moreno, de complexión fuerte y mirada penetrante, y por lo que se apreciaba a primera vista, estaba muy tranquilo.

-¿Quien eres tú?

Su propia voz se oía lenta y pesada. El otro hombre lo miraba atentamente.

-Me alegra que despertaras. Mi nombre es Tomás.
-¿Donde...donde estoy?
-Estás en mi casa, se podría decir que eres mi huésped. Hace dieciocho días.

Durante unos momentos no comprendió lo que estaba escuchando. ¿Dieciocho días? No tenía noción clara de nada.

-Yo...murmuró lentamente - estoy confundido...

Tomás estaba mucho más tranquilo ahora que veía a Víctor recuperar la conciencia; para los tres habían sido días muy difíciles.

-Es normal que estés confundido - replicó poniéndose de pie - has pasado por muchas cosas. No te muevas, aún estás débil.

Era extraño mirar a ese hombre y no sentir ninguna desconfianza de él, pero el estado en que estaba seguía siendo, al parecer, muy poderoso.

-¿Que...que fue lo que pasó?

Tomás se quedó cruzado de brazos a poca distancia de él.

-En un principio no lo supe con claridad, pero fui armando la historia poco a poco. Tú eres Víctor.
-Si.
-Mira, para no confundirte más te lo explicaré. Vivo en el bosque hace quince años, lo conozco como la palma de mi mano, y jamás había  visto algo así. Estás vivo de milagro.
-¿Que?
-Es la verdad. Sé de donde venías cuando caíste por el barranco, son muchos metros de profundidad, pero a pesar de todo, el bebé no sufrió ningún daño; no tiene una sola herida.

Víctor volteó lentamente hacia el pequeño, que encontró su mirada instantáneamente; si, probablemente era un milagro.

-No puedo creerlo.
-Te encontré deambulando por el bosque la mañana siguiente a cuando desapareciste - explicó sin dramatismos - estabas completamente fuera de ti mismo, y las heridas que tenías... Francamente estabas en peligro de muerte, delirabas y seguramente tenías mucha fiebre; pero aún tenías claro lo que ibas a hacer, solo repetías que no querías que nadie se te acercara, pero eso no era lo único preocupante - hizo una pausa, para él también era dificil - me costó, pero logré hacer que entendieras que no iba a hacerte daño y con eso acercarme. Lo peor es que habías pasado la noche a la intemperie, y tu bebé estaba enfermo, había cogido un resfriado.

Víctor no recordaba nada de eso, probablemente porque la fiebre era muy alta; lo último que recordaba era su huida, la caída...y el dolor, el dolor de las heridas, y sentir que todo había terminado. Todo eran nubes después.

-Conseguí que entendieras que necesitabas ayuda con el bebé, así que te traje a mi casa. Es increible, apenas podías mantenerte en pie, pero no permitiste que te alejara del pequeño, y lo más sorprendente de todo fue la reacción que tuvo él.

Víctor volvió a mirar a Tomás, sin poder creer aún todo lo que estaba escuchando; pero si sabía que ver a Ariel enfermo lo habría asustado mucho.

-¿Que pasó?

-Pasó que la preocupación que tenías por él era recíproca, porque el niño solo dejó que me hiciera cargo mientras tu estuvieras  cerca; si te alejabas lloraba, pero al momento de tenerte cerca, volvía a calmarse. La primera noche fue dura, pero la fiebre cedió al amanecer. Pero al día siguiente eras tú el que me preocupaba, habías perdido mucha sangre, y tenías golpes y heridas; como te dije antes, fui rescatista, por lo tanto tengo algunos medicamentos y elementos, pero no sabía si iba a poder curarte. Entonces fue el pequeño quien me ayudó.
-No te entiendo.

Tomás no podía evitar hablar con cierto orgullo acerca de todo lo que había pasado; pero no era orgullo de si mismo, gracias al cielo estaba más allá de eso, de quien sentía cada vez más orgullo era de ese muchacho, y del pequeño.

-Yo tampoco. O debería decir que lo entiendo pero no lo puedo explicar bien, aunque supongo que podría decir que ustedes dos están conectados, porque así como tú no ibas a permitir allá en el bosque que nadie se acercara a tu hijo, cuando empeoraste, fue él quien te dio fuerzas para continuar.

El joven se volteó otra vez hacia el pequeño. Ahí estaba, mirandolo como siempre y tan indefenso, pero tan poderoso en su significado, y en lo que podía hacer de él como persona; en cierto modo no le sonaba tan imposible como parecía.

-Después de eso me dediqué a cuidar y curar tus heridas, aunque estuviste bastante complicado, pero permanentemente fue él quien te dio la calma y la fuerza. Solo se quedaba tranquilo estando cerca de ti, solo con él cerca te quedabas quieto, y a la larga eso resultó ser lo más efectivo.

Ambos quedaron en silencio unos momentos. Habían pasado tantas cosas, y poco a poco todos los recuerdos más antiguos volvían a  su mente, la promesa a Magdalena, la forma en que había tenido que huir, las amenazas y la persecución de la policía.

-No sé como agradecerte - dijo lentamente - me salvaste la vida, nos salvaste a los dos.

Tomás se sentó junto a la camita en donde reposaba el pequeño y le dedicó una sonrisa sincera.

-No tienes nada que agradecer - replicó simplemente - ya te dije que fui rescatista, eso es parte de mi aunque ahora ya no lo haga. Y ahora que veo que están mejor entiendo que fue la mejor decisión.

Víctor aún estaba bastante confundido, pero sí tenía claro que sentía mucha tranquilidad de saber que Ariel estaba bien y a salvo. Pero las preguntas no dejaban de surgir en su mente.

-No puedo creer que haya pasado todo éste tiempo... Espera... ¿porqué estoy aquí, donde está la policía?

Iba a decir algo más, pero el otro lo silenció con un gesto de la mano.

-No te agites. Mira, para no darle largas, la policía aún está buscándolos, todo es un hervidero afuera.
-¿Que, pero como es posible, donde estamos?

Tomás no había querido pensar mucho en lo que estaba sucediendo, ni en las implicancias, pero decir las cosas siempre hacía que fuera mucho más real.

-Te dije antes que fui rescatista, pero ya no lo soy más. Me retiré a éste lugar, me alejé de todo, y el resultado es ésta casa, que está en el mismo bosque donde tuviste el accidente, pero varios kilometros alejada. Además el lugar está oculto tras un muro de piedra natural y árboles, por lo que es muy dificil que la encuentren; pero tienes que saber algo Víctor: solo es cuestión de tiempo para que la policía, o quien sea, termine por llegar aquí. Lamento decirte que aunque estás recién despertando, tendrás que tomar una decisión.


Por ti eternamente Capítulo 22: Las esperanzas se pierden



Tomás era un hombre de 35 años que ya estaba de vuelta en la vida a pesar de no ser tan mayor; había pasado por muchas cosas en el cuerpo de rescate al que perteneció por más de quince años, y muchas de ellas eran más de lo que una persona común vive en toda su existencia. Quizás por eso es que su presencia en el bosque no era tan extraña, por una parte porque sabía a la perfección como moverse en un terreno como ese, y por otro porque poseía algo de la experimentada calma de alguien que ya ha vivido lo suficiente.
En ese momento, esa mañana de Lunes estaba en lo profundo del bosque, cuando el Sol apenas se dibujaba en la lejanía a las seis de la mañana, con el rifle en las manos,  apuntando directo a su blanco.

-Eso es...no te muevas...

La liebre se había internado entre la vegetación hacía rato, pero Tomás le seguía la pista de cerca, y estaba seguro de poder hacer un tiro limpio que le aseguraría después una cena de muy buen sabor.

-Espera...espera...

Lo tenía en la mira, solo debía disparar, pero precisamente en ese instante un ruido a lo lejos advirtió al pequeño animal y lo hizo correr nuevamente.

-Diablos...

Bajó el arma, dispuesto a continuar la persecución del animal, pero el ruido que alertó a la liebre continuaba escuchándose ¿de que se trataba?

-¿Que es eso?

No lo podía identificar claramente, pero estaba ahí, a unos cuantos metros de distancia; era extraño que alguien como él no supiera que clase de ruido era cualquier cosa que escuchara en el campo o el bosque, por lo que, por precaución, volvió a levantar el rifle avanzando lentamente en dirección al origen del sonido. Unos pasos después se quedó congelado ante lo que estaba viendo.

-No puede ser...

Un hombre joven estaba frente a él, delgado, con las ropas sucias, evidentes heridas en la cara, brazos y diversas partes del cuerpo, y lo que resultaba más inquietante de todo: tenía entre sus brazos un bulto pequeño que era claramente un bebé.

-¿Que haces aquí, que te pasó?
-No...

Hizo un gesto de alejamiento con el cuerpo, pero estaba temblando de pies a cabeza, y tenía la mirada perdida, claramente esas heridas eran mucho más de lo que de veía a cinco metros de distancia, lo que sea que le hubiera causado eso podría generar un estado febril. Y en ese momento comprendió.

-Tú - dijo en voz baja - eres el de las noticias...eres Víctor...
-No...

Trataba de mantener distancia, pero en realidad apenas parecía poder mantenerse en pie; Marcos tenía que acercarse.

-Escucha - le habló lentamente - estás herido, déjame ayudarte.
-¡No!

El muchacho estaba asustado ¿que edad podía tener?

-No quiero hacerte daño. Escucha, soy rescatista, no voy a hacerte nada malo, solo quiero ayudarte.

Durante unos momentos no contestó, pero seguía manteniendo esa actitud hostil, lo que era particularmente preocupante en el estado en que estaba.

-Mírame - siguió con voz neutra, sin dar ninguna inflexión - no voy a hacerte daño, solo quiero ayudarte, sé que estás sufriendo.
Entre los temblores que remecían su débil cuerpo, el muchacho parecía dudar; supo entonces que tenía que darle alguna señal evidente de confianza.

-Mira, estoy quitando las balas del rifle, ahora están en mi bolsillo, dejaré el rifle en lo espalda - mientras lo hacía sacó lentamente algo de su cinturón - ahora mira, éste es mi cuchillo, tómalo, así vas a estar más seguro. Ahora tú vas a tener el arma, tú vas a mandar, puedes apuntarme con él si quieres.

Sus palabras surtieron efecto, porque el joven dejó que se acercara lo suficiente, y con mano temblorosa tomó el cuchillo.

-Eso está bien. Mira, quiero ayudarte, dime que pasó, como está el bebé.

Eso pareció llegar más cerca que todo lo que había dicho antes, pero la reacción del muchacho fue más preocupante que verlo en ese estado.

-No sé que le pasa - replicó débilmente - está tan quieto, y no reacciona, no me mira y solo...solo...

Tomás sintió que se le oprimía el corazón; en las noticias había escuchado que el hombre estaba dado por desaparecido desde el día anterior, e incluso algunas personas de aventuraban a decir que estaba muerto. Tenía que acercarse, tenía que verlo, aunque estuviera siendo amenazado por su propia arma.

-Escucha, voy a acercarme ahora, no te voy a tocar, solo necesito ver al bebé.

Avanzó lentamente, procurando no hacer ningún movimiento brusco. Unos momentos después estuvo lo suficientemente cerca como para poder ver al pequeño, y al hacerlo, su corazón dio un vuelco.

-Oh por Dios...

2

Claudio estaba en la oficina de Fernando de la Torre, nuevamente vestido con su traje a la medida, fresco y orgulloso como siempre, aunque su patrón se mostraba bastante alterado.

-Toda la noche - protestó el hombrón - toda la noche estuve esperando alguna noticia, estoy volviendome loco y la policía me llama diciendo que ed probable que mi nieto esté muerto.
-Cálmese señor.
-¡Como quieres que me calme! Se suponía que tú ibas a ayudar a que mi nieto volviera con su familia y ahora es posible que haya muerto.

Claudio respiraba profundamente; le provocaba un cierto placer perverso tranquilizar a su patrón con simples artilugios.

-Su nieto no está muerto.

El rostro del otro hombre se mantuvo rígido y duro como lo había estado hasta ese momento, mientras él seguía junto al escritorio, de pie y con los puños apretados.

-Dame un motivo para creerte.
-Si estuvieran muertos usted ya lo sabría. La policía no sabe donde está.

De la Torre sopesó la situación un momento, pero aunque podía estar de acuerdo, no estaba conforme.

-Ya pasó una noche, creer que están vivos y bien es pedir mucho.
-Pero no demasiado señor. Además, el plan aún sigue su curso, Segovia cargará con toda la culpa.
-Eso ya lo sé, pero nada de eso tendrá sentido si le pasó algo, y ahora que ese lugar está infestado de policías no puedes acercarte.

Claudio se acercó al bar y sirvió unos tragos; todo lo que había hecho hasta ese momento tenía buen resultado, excepto que Segovia desapareciera en ese accidente, pero aún estaba convencido de que la muerte de ese hombre lo sepultaría en vida.

-Por ahora hay que esperar, ahora que hay luz de día seguramente ese teléfono sonará señor, y usted podrá recuperar a su nieto.

3

Romina y Álvaro habían salido de la urgencia la tarde anterior, pero cuando era Lunes por la mañana las cosas solo parecían empeorar en el departamento de él, en donde ambos habían pasado la noche.

-Buenos días.

El hombre entró en la habitación en donde ella reposaba en la cama, despierta desde hacía varios minutos.

-¿Como dormiste?
-¿Como podría haber dormido? Armendáriz nos destruyó, no podemos hacer absolutamente nada porque somos parte de la investigación, y como ahora todo es público, no podemos hacer un reportaje o dar declaraciones ni nada...demonios.

Él se sentó junto a ella.

-Yo dormí más o menos, creí que sería peor dormir en el sofá pero no está mal.
-Te dije que podías dormir aquí.

Ambos sabían que su amistad era demasiado férrea como para verse afectada por la típica confusión de sentimientos por estar demasiado cerca; de hecho la opinión más importante que tenían a la hora de buscar pareja era la del otro, su confianza era total.

-No te alarmes, no estoy tan viejo todavía. Además los dos necesitábamos un poco de espacio, la única razón por la que quedamos aquí es que era más seguro estando convalecientes. Ahora lo que tenemos que hacer es pensar en lo que vamos a hacer de ahora en adelante.

Romina no contestó.

-Escucha, sé que dijimos que haríamos éste reportaje, pero ahora no hay nada que podamos hacer; tenemos que asumir que estamos de manos atadas.
-Lo sé, tienes razón, pero las cosas han sido mucho peores de lo que nos esperábamos. Estuvimos tan cerca Álvaro, tan cerca, y ahora tenemos las manos vacías.

Álvaro suspiró profundamente.

-Todo está mal para nosotros, pero no somos los únicos. Anoche trataba de dormir, y solo pensaba en Segovia, y en ese niño...yo...Dios...

4

Ignacio Armendáriz estaba en su departamento aún a las nueve de la mañana, recostado en su cama, cuando sonó su teléfono celular. Había pasado una noche horrenda, entre sueños y alucinaciones, sin poder sacarse de la cabeza las últimas imágenes que tenía de Segovia y el pequeño. El día Domingo había sido muy largo, además de infructuoso, pero finalmente los equipos de búsqueda habían tenido que retirarse ante la imposibilidad de buscar en la oscuridad, por lo que el sitio del suceso permanecía acordonado mientras amanecía nuevamente; en ese momento ya habían comenzado nuevamente los trabajos, pero él llegaría un poco más tarde, necesitaba concentrarse y presentarse como un hombre completo. Pero nunca en su vida había sido tan difícil.

-Hola.
-Ignacio, viejo, por fin logro encontrarte.

Era una frase retórica, pero escuchar esa voz lo ayudaba mucho.

-Marcos, como estás.
-Bien viejo, pero quería comunicarme  contigo, supe lo que pasó.

Marcos era oficial de narcóticos, había estudiado con él en la academia y era uno de sus mejores amigos; con él siempre se sentía a sus anchas de ser sincero y claro, y sabía que tenía su apoyo en todo.

-Estoy mal hombre.
-Imagino que si, pero tienes que estar tranquilo, además los trabajos aún no terminan, tienes que estar con tu gente.
-Lo sé, pero sabes tan bien como yo que la responsabilidad es mía; tengo la responsabilidad de lo que pasó, yo soy el culpable. No puedo quitar de mi cerebro la imagen de ese  niño muerto.

El otro hizo una pausa. En ese momento los papeles se invertían, ya que tiempo antes fue Marcos quien pasaba por un grave problema.

-Todavía no des nada por hecho, te vas a volver loco. Anda al lugar, haz tu trabajo y cuando sepas que diablos está pasando, tal vez ahí puedas culparte. Pero aún así viejo, pase lo que pase, tienes que recordar lo que nos decía el Capitán en la academia: si sabes que hiciste lo máximo, lo demás está fuera de tu control. Llámame si necesitas una cerveza.