Por ti eternamente Capítulo 18: Fin del camino



Ignacio Armendáriz corría a toda velocidad en las cercanías de la zona donde había presenciado las consecuencias del accidente en la ruta, mientras su corazón latía violentamente; tenía la poderosa sensación de que las cosas estaban yendo de mal en peor, pero la presencia de Segovia en la camioneta de los periodistas antes del choque no significaban nada a primera vista. Por otro lado, las misteriosas huellas del vehículo que se alejaban de la ruta en esa dirección eran preocupantes ¿Acaso Segovia siempre había tenido un aliado y solo esperado el momento indicado? La perspectiva resultaba nefasta, pero en ese momento dependía solo de él mismo, ya que era el más cercano a la zona; sabía que el equipo que había solicitado llegaría muy pronto, pero no podía perder ni un solo segundo.

-Oh cielos...

Una nueva escena se desplegaba a su vista; un automóvil blanco, estacionado cerca de los árboles, y tres hombres tendidos en el suelo.

-No, no puede ser...

Con el corazón azotando violentamente su pecho, el policía se acercó más a la escena que se desplegaba a sus ojos, aunque ya desde unos pasos antes sabía lo que estaba pasando.

-Maldición.

Las cosas se habían salido totalmente de control; lo que estaba viendo en esos momentos estaba más allá de toda idea previa que pudiera haberse hecho, pero ¿Quien realmente era Segovia, quien era en el fondo esa persona que aparentemente solo era un desconocido que tenía un bebé en sus brazos por razones desconocidas? Desde casi un principio había sospechado que había algo extraño, y por eso tenía algunos efectivos investigando a la familia, pero nunca creyó que las cosas llegaran a ese punto. Tenía el revólver en la cartuchera, y supo que muy posiblemente lo usaría pronto, aunque esperaba en primer lugar encontrar al tipo, y recuperar al niño sano y salvo.
2

Víctor corría lo más rápido que podía por entre los árboles y la maleza, con el bebé en sus brazos y la mochila a la espalda, pero ya después de varios minutos de intensa carrera, la adrenalina estaba decreciendo y los efectos de todo lo sucedido antes comenzaba a sentirse.

-Tranquilo bebé...tranquilo...

Ariel había calmado sus llantos, pero todavía se mostraba inquieto en sus brazos, removiéndose y gesticulando constantemente.

-Tranquilo...todo está bien...

Tuvo que dejar de correr, exhausto, y siguió caminando lentamente. Los golpes que había recibido en el enfrentamiento luego del accidente de los periodistas estaban haciendo mella en su cuerpo; se extendía un incipiente bosque ante su ojo derecho, pero nubes y oscuridad ante el izquierdo, seguramente porque los golpes en la cara habían profundizado la herida por la pelea anterior con el policía, aunque eso no era lo único, porque tenía golpes y magulladuras en el torso y en los brazos.

-Tranquilo bebé, tranquilo...

En un momento se detuvo, simplemente porque el cuerpo ya no le permitía continuar avanzando.

-Estoy tan cansado...

Sorprendentemente la visión cada vez menor por el ojo izquierdo era lo que menos le preocupaba en esos momentos, porque los golpes le habían quitado las fuerzas y la descarga de energía producto del enfrentamiento con los delincuentes lo había debilitado por completo; aún le zumbaban los oídos, haciendo que escuchara todo lo que pasaba alrededor, pero además de eso un sonido extraño y ahogado que no lo dejaba en paz.

-Estoy tan cansado - dijo en voz baja - no entiendo quienes eran esos hombres, que es lo que pretendían hacer...perdóname, ellos nunca debieron haberte golpeado, pero yo los alejé de ti, no voy a dejar que te hagan daño otra vez...

Sus palabras se diluyeron un momento; sentía dolor en muchos puntos en el cuerpo, sangre y tierra en la boca, heridas en los brazos, pero sabía que de alguna manera, el miedo estaba complotando en su contra, de modo que tenía que evitarlo, seguir funcionando o al menos hablando para no caer en completa oscuridad. De pronto notó que estaba de pie cerca de un árbol, y que la mochila estaba en el suelo ¿En que momento la había dejado caer?

-Lo siento, yo...estoy tan cansado, pero tengo que seguir, esos hombres deben estar cerca todavía, y no puedo permitir que me encuentren otra vez...tengo que alejarme de aquí, solo hace falta un poco más, un poco más...

Sabía que tenía que moverse, pero su cuerpo amenazaba con dejarlo ahí; volvió a mirar al pequeño en sus brazos, que por primera vez no lo miraba fijamente, sino que de manera errática, angustiado igual que él por lo que estaba sucediendo, sin dejar de moverse inquieto ¿Que cosas pasarían por su mente en esos momentos?

-Segovia.

La voz de Armendáriz se dejó escuchar fuerte y clara en medio del bosque; el policía había detenido sus pasos luego de extensos minutos de carrera incesante, al encontrar algunas pistas frescas en el lugar; realizando un rastreo rápido encontró huellas recientes, algunas ramas y hojas rotas, lo que explicaba claramente que Segovia o alguien había pasado por ahí hacía muy poco. Pero aunque aún no llegaba a él, algo en su ser le indicaba que estaba en el lugar preciso, que al fin terminaría con toda esa locura.

-Puedo sentirte Segovia - exclamó el oficial con decisión - ¡Sé que estás aquí!

A no muchos metros de distancia, Víctor permanecía tras un gran y añoso árbol, con el bebé muy cerca de su pecho, sintiendo el corazón golpeando con furia ante la voz de ese hombre, la misma que de manera amenazante lo había perseguido en el auto aquella mañana que parecía ya tan lejana.

-No puede ser... - murmuró con voz temblorosa - es ese policía...

Armendáriz estaba completamente inmóvil entre los árboles y la maleza; sabía que estaba ahí, lo sentía en los nervios, en el estómago, sabía perfectamente que estaba ahí, no muy lejos, entre alguna planta o detrás de algún árbol, y tenía que seguir hablando, mientras descubría las claves que le faltaban, mientras encontraba la ruta más correcta para capturarlo; solo necesitaba saber que el bebé estaba bien todavía.

-Todo terminó Segovia - sentenció con voz clara - toda ésta locura tiene que terminar.

-No puedo continuar así - se dijo Víctor mientras tanto, en voz muy baja - no puedo seguir, tengo que hablar con ese policía; él tiene que ayudarme, tiene que entender que no tuve opción, que tuve que escapar, y él sabrá la verdad cuando esos hombres hablen. Tengo que hacerlo.

Tenía un nudo en la garganta, sentía que estaba en el punto definitivo y que debía confiar, quizás no en ese policía, pero si en lo que representaba; además ya casi no tenía fuerzas para seguir escapando.

-Sé que estás aquí Segovia, y voy a encontrarte y a llevarte ahora mismo; escúchame, hasta ahora has hecho muchas cosas, pero sabes que lo último que hiciste supera todos los límites.

Víctor estaba aún de pie detrás del árbol, con Ariel en sus brazos, debatiéndose entre lo que había estado haciendo y la posibilidad de terminar con todo; la posibilidad de ser capturado era cada vez mayor, y ese policía estaba aún muy cerca de él, quizás más que antes ¿Que tanto podría correr en el estado en que estaba?

-Tú eres mi ángel - murmuró mirando a los ojos al bebé - tengo que hacer lo correcto, no puedo arriesgarte; ayúdame, ahora necesito tus alas.

Pero cuando levantó la vista era demasiado tarde para opciones; alrededor de cincuenta metros lo separaban de Armendáriz, quien, todavía inmóvil sobre la maleza lo miraba fijamente, con decisión total.

-No des ni un solo paso más.

La voz lo intimidó nuevamente, por la sorpresa, y por la fuerza de su mirada ¿Era de alguna manera distinta o solo era el efecto de la adrenalina y los dolores en el cuerpo?

-Entrégate Segovia.
-Necesito que me ayuden - dijo tratando de sonar menos asustado de lo aue estaba - esos hombres...

Se quedó un momento sin palabras, no sabía como empezar. Pero el policía si.

-Todo lo que tenga que ver con eso lo dirás en el cuartel - dijo, determinante - ahora entrégate y dame al niño.
-No lo entiendes - replicó con un dejo de desesperación - esos hombres me atacaron, querían llevarse a Ariel.

Armendáriz estuvo a punto de decir algo más, pero se contuvo; no era personal, no podía ser personal, tenía que concentrarse en lo importante, que sin duda era recuperar sano y salvo al pequeño.

-Dame al niño, no te resistas más.
-¿Encontraron a esos hombres? Ellos me atacaron, tienen que exigirles que digan la verdad.

Armendáriz avanzaba lentamente, sin quitar los ojos de los de Segovia; sabía que en una situación como esa no contaba con mucho tiempo antes de algún arranque de ira, y con el último antecedente las cosas se ponían cada vez más riesgosas.

-Escucha, te aseguro que tendrás un juicio justo, solo dame al niño y todo estará bien.

Sin embargo en ese momento, hacia el oriente de donde se encontraba Víctor, algo se movió, aunque los árboles no lo dejaban ver que era, pero entendió que se trataba de algo importante porque Segovia se volteó espantado.

-¡No te muevas!

El grito era de uno de sus oficiales, Mendoza o Arivas.

-Espera - gritó imponiendo autoridad - no se acerquen, estoy aquí.

Pero ya era tarde. En solo un segundo supo que lo que estaba pasando era una escena de doble reacción automática, donde por un lado el oficial tomaba las riendas de su propio actuar al ver a su objetivo en el punto de la mira, y por el otro el objetivo, es decir Segovia, tomaba una actitud súbita ante la sorpresa súbita, siguiendo el patrón de conducta que había seguido hasta ese momento; nada de lo que dijera en ese momento serviría a tiempo, lo único que podía hacer era correr, a toda velocidad, para evitar que se produjera una desgracia. Reuniendo toda la fuerza de su ser en los músculos de las piernas y el torso, el oficial comenzó la carrera hacia el hombre con el niño en los brazos, intentando disminuir la distancia de alrededor de treinta metros que los separaban mientras él comenzaba a correr hacia el sur.

-¡No te muevas!

El policía apuntó a Víctor con su arma de servicio, pero con eso solo consiguió asustarlo; automáticamente el joven comenzó a correr hacia el sur, asustado por todo lo que estaba pasando; ese policía solo lo había distraído para poder cazarlo, pero aunque pensara en entregarse, ver como le apuntaban a él y al bebé en sus brazos le produjo el mismo temor que los hombres de ese automóvil blanco.

-¡Aléjense de él, no disparen por ningún motivo!

Armendáriz corría a toda velocidad, sabiendo que contaba con cualquier cosa, menos con tiempo; mientras corría nuevamente hacia el sur, el oficial vio por el rabillo del ojo que más oficiales estaban apostados en puntos estratégicos al norte y al oriente, por lo que era cuestión de tiempo que lo hubieran encontrado aunque él no estuviese presente, pero había dos diferencias fundamentales, la primera, que ellos no contaban con lo último que hiciera Segovia, y que en vista de eso una actitud demasiado fuerte podría producir efectos impensados.

-¡Segovia, detente!

Mientras corría gesticulaba para detener cualquier esfuerzo de los otros oficiales, y funcionó con los que estaban más cerca, pero Souza, uno de sus más experimentados en trabajo de campo hizo un gesto que aún con la adrenalina le congeló la sangre; lo que estaba indicándole, a lo lejos era peligro mortal, y no provenía de ninguno de ellos.
La vegetación se volvía más y más espesa a cada paso que daban, y esa era la trampa mortal a la que se dirigían todos ellos, de la que Souza le estaba advirtiendo desde lejos, y desde la altura necesaria. ¡Segovia corría directamente hacia un barranco!

-¡Segovia!

Ésta vez su grito fue de auténtico espanto; en los escasos segundos que estaban transcurriendo desde que volviera a intentar escapar, todo de había vuelto un horrible presagio de los más tremendos temores que pudiese haber tejido antes, pero la experiencia también le decía que en medio del estado mental en que se encontraba, añadido a esto la presión de la aparición de los demás oficiales, Segovia no escucharía razones, y que además seguiría corriendo más por instinto que por astucia,  por lo que resultaba prácticamente imposible detenerlo. Tenía que llegar a él, tenía que detener esa carrera, ya nada importaba, ni el caso ni lo que acababa de presenciar cerca del automóvil blanco,  solo importaba correr, se desgarraría los músculos de las piernas si era necesario, pero no podía permitir que ese hombre siguiera esa carrera desesperada, no podía dejar que un niño muriera, ni en esas circunstancias ni en las que fuese.

-¡Segovia, para, vas a matarte! ¡Segovia!

Sus gritos podían fallar, pero no la fuerza de su cuerpo, el entrenamiento que había hecho durante años tenía que servir de algo; mientras seguía corriendo tras Segovia pudo advertir que los otros se quedaban quietos, sabían que no podían hacer más, el único que estaba cerca y que tenía alguna opción era él, y no pensaba quedarse de brazos cruzados, tenía que hacer el máximo esfuerzo, y en cada paso le rogó a cada fibra de su  ser que rindiera más, ante el peligro jamás se había rendido, y en realidad, a pesar de su arrojo y valentía, el oficial sabía que no estaba corriendo para detener a un hombre acusado de delitos horribles, ni para cumplir con su trabajo o su deber, estaba corriendo porque había un niño en peligro, y sabía se condenaría a si mismo si no evitaba el desastre.

-¡Segovia!

Gritó con todas sus fuerzas, se exigió un poco más, sin importarle el precipicio que veía a tan solo metros de distancia, oculto entre la vegetación de los ojos de cualquiera que no tuviera el entrenamiento o la concentración necesaria, traicionando a quien fuera que osara pasar por ahí.

Y Víctor esquivó una matas, dio dos pasos más, y desapareció, tragado por la vegetación.

-¡Noooo!


Próximo episodio: En las manos de la muerte

Por ti eternamente Capítulo 17: Ojo de cazador



Claudio esperaba sentado ante el escritorio de Fernando de la Torre, juguetando con un abrecartas con forma de espada; durante años su trabajo había estado tras una oficina y su traje de diseñador, pero en esos momentos llevaba ropa para trabajo de campo.

-¿Que pasa Claudio?
-Hay dos cosas de las que tengo que hablarle - dijo saltándose los saludos y dejando el abrecartas - por eso lo estoy molestando en la mañana.

De la Torre no era especialmente efusivo, pero claramente para él una visita de su asistente antes de mediodía era algo llamativo.

-¿Lo encontraron?
-Hay algo de eso, pero creo que antes es importante hablar de otro tema, señor. Contraté a un hacker.
-¿Para rastrear información de Segovia?
-No, para investigarlo a usted.

El rostro del hombrón pasó de la incógnita a la sorpresa, de ahí a la indignación y luego a la ofensa, todo solo en un paso, el que lo acercaba mucho más a su asistente.

-Dime porqué hiciste eso.
-Porque desde que comenzó todo ésto hay algo que no me ha dejado en paz. La señorita Magdalena tenía una serie de conflictos con usted y la familia, y ahora que ya no está y su hijo está en manos de un desconocido, hay un riesgo mucho más latente de que alguna información comprometedora esté en malas manos.
-No te des tantas vueltas.

Claudio se mantenía inmóvil, impertérrito ante la creciente molestia de su jefe. Esa misma tranquilidad la necesitaría después.

-Decidí investigar los ordenadores antiguos que están guardados en las bodegas, los mismos que estaban operativos en el tiempo que la señorita Magdalena aún estaba aquí, y con ayuda del hacker descubrí algo preocupante: hay una carpeta que contenía información comprometedora, la que fué borrada por alguien que claramente no sabía que los datos permanecen en el equipo.

De la Torre frunció el ceño, hablando en voz muy baja.

-¿Que clase de información?
-Datos de libros contables, respaldos de otros negocios, apoyo de fórmulas para encubrir ciertos movimientos, en resumen, un cóctel muy peligroso.

De la Torre se sentó ante su escritorio, una actitud que tomaba regularmente cuando quería demostrar prácticamente que él era quien mandaba, y en una situación así no quería mostrarse débil.

-Eso no tiene sentido, si Magdalena hubiera tenido datos o algo que hubiera sacado de aquí, lo habría usado en mi contra, o ese tipo lo habría hecho.
-A menos que él no supiera que esa información está en su poder.

De la Torre regresó a su escritorio y se sentó lentamente ante él, una costumbre que tenía cuando quería demostrar autoridad, y en ese momento la estaba perdiendo; pero no lo permitiría con facilidad.

-Cuando encontraron a mi hija me dijiste que te estabas haciendo cargo de sus cosas.

Claudio seguía mostrándose totalmente frío; esa tranquilidad era lo que iba a necesitar en muy poco tiempo esa mañana.

-Recuerde señor que hay algo que estaba en poder de la señorita Magdalena que aún no recuperamos.

Fernando de la Torre inspiró lentamente; algo le decía que era mejor para los planes que las cosas quedaran hasta ahí. Sin preguntas.

-La policía no puede encontrar a ese hombre ni a mi nieto antes que nosotros. ¿Porqué estás vestido de esa forma?
-Tengo que hacer una salida importante.
-¿Y que no tienes confianza en tu gente?
-Por supuesto que no señor - respondió con  una risita forzada - es suya esa frase de "No confíes en nada que no haya sido hecho por ti mismo"

El patrón asintió, severo.

-No falles.
-No lo haré señor.


2



En esos momentos Víctor estaba corriendo a toda la posibilidad que le daba el cuerpo, manteniendo a Ariel   firmemente sujeto contra su pecho. Cuando se alejó de la camioneta de los periodistas, se sintió muy desanimado, parecía que todo lo que había hecho no sirviera de nada,  excepto para alejarse un poco del asedio de la policía que estaba otra vez muy cerca, pero cuando llevaba algún trecho caminado todo cambió nuevamente. El sonido del choque, los metales friccionando a su espalda y todo ese ruido se sintió como si de verdad hubiese estado mucho más cerca de lo que estaba. Al voltear vio como la camioneta volcaba fuera de la pista, y estuvo a un paso de devolverse para ver en que podría ayudar. Pero si ese accidente llegaba en un mal momento, lo que pasó después solo podría empeorar las cosas; un automóvil apareció e  el lugar del choque, pero en vez de quedarse como cualquiera lo esperaría, el vehículo salió también de la carretera y se dirigió prácticamente en su dirección. A partir de ahí no tenía tiempo de preocuparse por si se trataba de la policía de  civil o de quien fuera, tenía que alejarse de ese sitio lo más pronto posible, y si quería eso, solo tenía como opción internarse en el bosque que empezaba por ahí y poner la mayor distancia posible.

-Tranquilo bebé, tranquilo...

Pero él mismo no podía tranquilizarse; sentía en corazón azotando su pecho, no tanto por el accidente o lo que podría haber pasado de  estar aún en el asiento del copiloto, sino que directamente por lo que podía suceder, porque, Cúanto podría escapar a pie en contra de un automóvil?

-Todo está bien bebé, todo está  bien, vamos a irnos de aquí ahora mismo.

3

Armendáriz iba en el automóvil rumbo a la siguiente zona poblada, siguiendo las pistas que habían tomado recientemente, pero algo hacía que se sintiera angustiado y confundido, antecediendo lo que fuera a pasar; fuera como fuera, resultaba inadmisible haber dejado ir  a Segovia, y aunque sabía que estaba cerca, no podía dejar que eso se repitiera.
Pero cuando iba conduciendo a alta velocidad esperando resolver lo más pronto posible un caso que se estaba convirtiendo en algo inesperado, se encontró con una nueva sorpresa, un accidente en el camino.

-Diablos, no puede ser...

Descendió a la carrera tan pronto dejó el vehículo a un costado de la vía; mientras lo hacía marcó en el auricular que llevaba en la oreja el marcado automático, que era Marianne.

-Hay un accidente en la ruta, aproximadamente a trescientos metros de la zona donde me dirigía, tres personas heridas, uno probablemente de gravedad, envía un grupo a ayudar ahora mismo.

El furgón tenía solo un ocupante, un hombre de más de cuarenta, que permanecía inconsciente aunque con pulso, seguramente porque se había golpeado la  cabeza con el parabrisas. De inmediato se acercó a la camioneta que estaba volteada de costado, donde se encontró con dos personas; la posición en que estaba resultaba muy difícil para  acceder, de modo que subió ágilmente por el costado de la puerta que quedaba expuesta.

-¿Pueden oírme  se encuentran bien?

No obtuvo respuesta. En ese momento reconoció al hombre, era un periodista que lo había estado acechando cuando tomó el caso, lo que implicaba que probablemente lo habían estado siguiendo sin que lo supiera; encontró en el asiento del volcado  vehículo una libreta, que tomó para revisar.

-Maldición, es imposible...

En la libreta habían muchas cosas garrapateadas, pero lo principal que le llamó la atención fue encontrarse con el nombre de Víctor Segovia. ¿Desde cuando tenía contacto con ellos.

-¿Dónde está Segovia, me oyes?

No obtuvo respuesta; no podía arriesgarse a mover los cuerpos sin saber si tenían algún daño severo, pero el hombre tenía pulso, lo que momentáneamente lo tranquilizaba. Esforzándose un poco más logró acercarse a la mujer, y tras comprobar que aún tenía pulso, intentó hacerla reaccionar, necesitaba la información que tuvieran en su poder.

-¿Puedes oírme? Dime donde está Segovia, que fue lo que pasó con él.

Ella pareció reaccionar, pero solo murmuró algo ininteligible; mientras tanto estaba perdiendo no solo tiempo y espacio valiosos, también perdía posibilidades de terminar ese caso con éxito.

-Escucha,  necesito la respuesta, dime dónde está Segovia.

La mujer se removió un poco más, y abrió los ojos, aunque su mirada estaba perdida y sin enfoque.

-Dime donde está. Segovia estuvo aquí, dime que pasó con él.
-Está en peligro - balbuceó sin poder enfocar aún la mirada - está en peligro, tienen que ayudarlo...

No dijo nada más porque volvió a quedar inconsciente; Armendáriz se incorporó fuera de la camioneta, mirando en todas direcciones.

4

-No puede ser, no puede ser...

Víctor continuaba corriendo, pero a esas alturas el cuerpo ya no estaba resistiendo más el escape; no quería mirar atrás, solo sabía que tenía que poner distancia, en esa ocasión más que en cualquier otra.

-Tranquilo bebé, tranquilo...

Jadeando mientras corría, el joven esperaba poder aumentar la distancia de alguna manera, pero momentáneamente solo podía confiar en esconderse en el incipiente bosque para el que faltaba muy poco para llegar. Sin embargo sintió el sonido de un motor muy cerca, y tuvo que voltear para mirar, comprobando con espanto que un automóvil blanco se acercaba a toda velocidad en su dirección.

-¡Oh no!

El auto pasó a muy poca distancia de él, se le adelantó e hizo un arriesgado giro, quedando a tan solo unos cuantos metros de él. Inmediatamente descendieron tres hombres del vehículo.

-¿Sabías que eres muy difícil de atrapar chico?
-¡Aléjense  de mi!
-Como si eso fuera a funcionar.

El que parecía ser el líder, un hombre atlético y de mirada muy agresiva caminaba hacia él con absoluta calma, sonriendo divertido por lo que estaba pasando; Víctor sabía que no tenía ninguna oportunidad de escapar de esos desconocidos, pero no podía quedarse simplemente mirando, así que aunque estaba con el  corazón oprimido en el pecho y entrando en pánico nuevamente, no se quedó quieto y comenzó a correr hacia la izquierda, pero otro de los tres hombres del auto, uno grande y de aspecto imponente comenzó a perseguirlo; el hombre era sorprendentemente rápido para el cuerpo que tenía, y en solo algunos pasos logró darle alcance, tomándolo por la espalda, atrapándolo entre sus brazos por la cintura como una gran tenaza.

-¡Suéltame!

El líder se acercó sonriente.

-Mira, hagamos esto simple, dame al  niño y todo terminará mucho más fácil.

Ariel. Querían a Ariel, pero no eran policías, parecían cualquier cosa menos eso. Víctor trató inútilmente de soltarse, pero nada de lo que hacía parecía funcionar; el tercero de los hombres se acercó y le asestó un potente puñetazo en el costado, haciendo que el aire escapara de su cuerpo.

-¡Aaggg!

El golpe le quitó más movilidad de la poca que le quedaba, y permitió que le arrebataran al pequeño de sus manos.

-¡Ariel!

El bebé había empezado a llorar con el movimiento y los gritos, pero Víctor estaba absolutamente inútil ante el  hombre que lo apresaba. El líder soltó una risita.

-Dame las gracias y vámonos de aquí antes que vuelva a aparecer la policía.

El grandote soltó violentamente a Víctor, el que cayó de bruces contra el suelo, pero no lo dejó reaccionar y se arrojó sobre él, golpeandolo con los puños en el torso. Víctor no podía hacer nada para defenderse, excepto tratar de cubrirse la cara, pero un golpe más dió justo en la frente, haciendo azotar la cabeza contra el suelo. El golpe se sintió como un sonido ahogado en los oídos, trastornando todo en una especie de sensación de ahogo, de la misma manera que cuando estás bajo el agua durante mucho tiempo.

-Ariel...

Su propia voz se escuchó extraña, como si no pudieras escucharla nadie más que él mismo, pero aunque estaba en el suelo, todavía podía ver, como esos hombres se llevaban al pequeño, ignorando sus llantos.

-Ya cállate.

El líder miró de frente al bebé que lloraba en las manos de el tipo más grande, y sin pensarlo dos veces, le dió una bofetada. En ese momento todo cambió por completo, fué como si ver esa agresión contra el niño activara en Víctor un sentimiento que jamás antes había sentido, una conjunción de furia salvaje y odio que lo arrebató por completo; de pronto no podía ver nada más que a Ariel, alejándose en brazos de sus captores, llorando desesperadamente, y todo el miedo y el dolor de los golpes desapareció de manera absoluta.

-¡Ariel!

Lo siguiente fué como si no hubiera estado pasando realmente  a través de él. Poseído de una fuerza inusitada, Víctor corrió hacia los tres hombres, lanzándose sin pensar hacia el más grande de los tres. El hombre reaccionó al escucharlo gritar, pero no lo suficientemente rápido como para evitar su ataque. El joven se arrojó al cuello y apretó con todas sus fuerzas, recuperando al niño sin causarle ningún daño y apartándose del hombrer en un par de pasos.

-Sujétalo!

El grandote retrocedió unos pasos con las manos llevadas al cuello, tosiendo ahogadamente. El hombre de rasgos orientales se acercó rápidamente a Víctor, pero éste seguía dominado por una fuerza tremenda, por lo que se apartó, dejando un instante para colocar a Ariel junto a la raíz de un árbol; no podía evitar su llanto por el momento, pero tenía claro, aún dentro de su furia, que lo primero era detener a esos hombres. Con un movimiento brusco se lanzó contra el oriental, dejando que éste lo golpeara, solo lo suficiente para acercarse poder darle un cabezazo, el que golpeó directamente en la frente del otro; por un momento pareció que no le había causado daños, pero después el tipo cayó de rodillas, aturdido. Mientras, el líder del grupo había optado por ir a tomar al niño, pero Víctor volteó en su dirección, y gritando nuevamente se lanzó conttra él.

-¡Déjalo!

Ambos cayeron al suelo, forcejeando violentamente; pero unos momentos después Víctor tomó la oportunidad y logró tomar en sus manos la cabeza de su adversario, azotándola contra el suelo. Iba a darle otro golpe, pero nuevamente los llantos de Ariel lo hicieron reaccionar, y se volvió hacia el bebé, tomándolo en sus brazos; su corazón latía quizás con la misma desesperación con la que lloraba el bebé, pero tenía que controlarse, estaba obligado a salir de ahí, y mientras esos hombres estuvieran en el suelo, tenía que aprovechar cada segundo.
Mientras Víctor se alejaba con Ariel en sus brazos, corriendo lo más rápido que podía, los tres hombres intentaban reaccionar.

-¿Que fué todo eso? - protestó el oriental - ¿No se suponía que ese tipo era común y corriente, de donde sacó esa fuerza?
-Cállate - replicó el líder sentándose lentamente en el suelo - eso no importa ahora.
-No puedo creer que haya hecho todo eso - intervino el más grande entre toses - creí que me iba a ahorcar.

El líder se puso torpemente de rodillas; no quería reconocerlo frente a los otros dos, pero a él también le había sorprendido la fuerza y furia de ese hombre.

-Tenemos que movernos - dijo ignorando los otros comentarios - ahora estamos cerca de él, solo hay que encontrarlo y terminar con ésto de una vez por todas.


Próximo episodio: Fin del camino

Adelanto exclusivo

Hace un tiempo, Víctor recibió una llamada que cambió toda su vida; Magdalena, una chica que había conocido tiempo antes, pidió con urgencia su ayuda, y él fué en su busca entre dudas y recuerdos. Pero volver a ver a Magdalena fué solo el inicio, porque al mismo tiempo, Víctor descubrió que era padre de un bebé y que éste corría un grave peligro. Con el tiempo en contra y una familia amenazando a su hijo y a él mismo, un hombre joven tuvo que dejar todo lo que conocía para poner a salvo a un pequeño bebé y preservar su futuro.
Pero la aventura que comenzó con Víctor abandonando todo lo que tenía con solo un bebé en sus brazos se iría convirtiendo en algo mucho más complejo, porque la familia De la Torre creó una serie de intrigas en su contra, y además denunció un posible secuestro, por lo que el experimentado oficial Armendáriz se hizo cargo del caso con el objetivo de recuperar al niño y hacer pagar a Víctor por los crímenes de los que se le acusaba. En el camino de una inesperada huida, Víctor contó con una serie de sorpresivos apoyos, pero también de dolorosas traiciones, lo que lo dejó con heridas físicas y emocionales, pero su desaparición no solo se volvió el objetivo de la policía, sino que también de un grupo de hombres enviados por Fernando de la Torre, y de una pareja de periodistas que querían conseguir la noticia exclusiva a toda costa.
Ahora el camino de Víctor está a punto de llegar a su fin, y todas las historias que existen, y las que se han tejido a su alrededor, están a punto de chocar.
¿Cual es la verdad?

Por ti eternamente Capítulo 16: La noticia principal



Tan pronto como salió de la pensión, Víctor se apresuró hacia el extremo contrario del pueblo en el que había pasado la noche; nuevamente sentía que todos estaban observándolo, aunque el hecho de haber salido temprano en la mañana de la pension hacía que hubiera menos gente por las callecitas de un lugar que ya no le parecía tan acogedor y calmo como antes. Encontró un pequeño grupo de buses de transporte por zona y subió al primero que encontró, afortunadamente con un poco de tranquilidad por no resultar demasiado llamativo, seguramente porque por esos lado había mucha más gente rara o que viviera en las calles. Al subir al bus y acomodarse lo mejor posible en el pequeño asiento con la mochila, los dos bolsos y el bebé en sus brazos, se sintió un poco más tranquilo, aunque entonces comenzó la molestia del bebé, que, cubierto por la cobija que lo disimulaba, estaba incómodo y evidentemente acalorado.

-¿Que pasa bebé? - murmuró disimuladamente - no puedo descubrirte ahora...

El pequeño se removía incómodo, sofocado por el calor, pero aunque había solo un par de personas en el vehículo y no estaban en asientos contiguos, sentía que cualquier cosa que hiciera llamaría la atención. Pero Ariel seguía moviéndose, y la perspectiva de algún llanto en un bus en movimiento con la amenaza de la policía en camino a la pensión que dejara solo momentos antes era muy preocupante.

-Espera, por favor espera...

Ya estaba muy nervioso y esa escena no estaba ayudando en nada, así que, sentado hacia la ventana, abrió la de corredera y se volteó hacia el exterior, descubriendo al bebé para que su torso quedara expuesto; la reacción del pequeño fué instantánea.

-¿Ves? - susurró sonriendole - solo estamos desplazándonos un poco. Sé que hace calor y que estás sofocado, pero en un rato más vamos a bajar, espera un poco por favor.

                   2

Romina detuvo la camioneta mientras Álvaro corría a subir al asiento del copiloto.

-Apresúrate, el bus acaba de irse.

Álvaro se subió mientras ella reiniciaba la marcha;  llevaban muy poca distancia del bus, y estaban obligados a guardar distancia para evitar delatarse, pero justo cuando estaban tomando la misma ruta del bus, un obstáculo apareció en el camino.

-Diablos, es el gorila, desviate ahora.

Romina hizo un giro y se ocultó en una esquina al borde del pueblo, muy cerca de donde iniciaba una nueva vía; lo que pasó fué la camioneta institucional con Armendáriz en el asiento del copiloto hablando enérgicamente por teléfono.

-Maldición, no sé en qué momento se adelantó.
-¿Habrá descubierto que Segovia va en el bus?

Romina le quitó de las manos la cámara fotográfica.

-No lo creo, probablemente solo es una coincidencia, pero si va en esa dirección es posible que se le ocurra investigar en los medios de transporte, así que no podemos quedar fuera.

Estaba revisando distraídamente las fotos mientras hablaba; no las veía en realidad, sabía muy bien que en un trabajo como ese solo veinte de cada cien fotos servía de algo, pero era lo necesario y además muchas veces las fotos sacadas al azar revelaban cosas que las sacadas a propósito no podían. Mientras la camioneta comenzaba lentamente la marcha, la mujer se quedó mirando una imagen que le llamó la atención y decidió acercarla con el zoom.

-Que raro...
-¿Que pasa?

En la foto se veía el lateral del bus en donde iba Segovia, pero la foto, si bien era perfecta porque a pesar del ángulo lo mostraba, enseñaba también algo que no se esperaba.

-No lo sé, es solo que...
-¿Que?
-Ésta foto - dijo sin poder quitarle los ojos de encima a la imagen - es tan extraña. Lo que veo aquí Alvaro...
-¿Que? Dilo de una vez.
-Es que en la foto...se ve un padre con su hijo en brazos.

Álvaro no respondió por unos momentos, pero cuando lo hizo, parecía tan enfocado en el caso como antes.

-Se supone que eso es lo que esos tipos pretenden, ¿O no?
-Si, lo sé, también estaba en los cursos de sicología del delito, recuerda que estudiamos juntos - replicó ella más livianamente - es solo que verlo así me hace pensar que definitivamente no podemos perderle la pista, porque si lo hacemos es probable que después empiece a mezclarse con la multitud.

Él se lo pensó un momento.

-Si, creo que tienes razón, lo que puede ocurrir es que el niño se acostumbre, al final es pequeño y es más sencillo; espero que todo resulte bien.

                        3

Dos oficiales de policía estaban dentro de la cabaña de Gladys, y aunque el lugar resultaba a todas luces acogedor, la actitud de ella no lo era.

-Señora, necesitamos su cooperación, se trata de un caso muy serio.

Pero ella estaba más alterada de lo que cualquiera de los dos podía esperar; y no solo estaba alterada, la preocupación la invadía también, y no era por ella misma por quien temía.

-No sé que es lo que ustedes pretenden ahora mismo.
-Señora - le explicó la mujer policía - escuche, el hombre que estuvo aquí cometió al menos un delito, usted lo vió con ese niño en sus brazos.
-Es su hijo.
-No, no lo es, se lo llevó de los brazos de su madre.
-Si, si es su hijo - replicó obstinadamente la mujer - ustedes no lo vieron, no tienen idea de lo que están hablando, ni ustedes ni ese policia bruto que estuvo aquí.

El hombre intervino para tratar de convencerla.

-Escuche señora Gladys, ese hombre.
-Se llama Víctor.
-Víctor - concedió él para no desviar la atención - obviamente le dijo que el niño era su hijo, no es la primera persona a quien se lo dice, él está convencido de que lo es.

Pero esas palabras solo consiguieron alterarla más; la mujer se puso de pie orgullosamente y fulminó a ambos con la mirada.

-¿Y quien les dijo que él me había dicho alguna cosa?
-Escuche señora...
-No, escuchen ustedes. Pueden ir a decirle a todo el mundo lo que quieran, pero ustedes no han visto a Víctor, ustedes no han hablado con él. Víctor es un buen hombre, y nadie tuvo que decirme que ese niño es su hijo, porque eso es algo que se ve, no se dice.

La policía parecía dar por perdida la situacion.

-¿Le dijo ese hombre adonde pensaba ir?
-No, y lo mejor es que no me lo haya dicho, porque está claro que ustedes no lo quieren ayudar. Pero quiero que le digan a ese bruto que estuvo aquí antes que está totalmente ciego, y que si no reacciona va a cometer un grave error. Víctor es el padre de ese niño y solo quiere mantenerlo a salvo, pero todos ustedes lo están empujando justo en la dirección contraria.
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Víctor vió como el bus, después de un  viaje relativamente corto, llegaba a una zona industrial, pero como vió la terminal muy cerca, decidió bajar antes de llamar la atención más de lo que lo había hecho hasta el momento. Desconocía totalmente el lugar en donde estaba, pero sabía con bastante seguridad que seguía alejándose hacia el xxxxx así que lo mejor que podía hacer era seguir en esa dirección; por suerte el pequeño se había calmado durante el corto viaje, pero él mismo no estaba tranquilo, necesitaba poner distancia entre el sitio de donde venía.

-Espero encontrar algo por aquí.

Las zonas industriales como esa muchas veces tenían servicios de buses que iban hacia diferentes destinos, así que solo tenía que armarse de paciencia y encontrar uno, por lo que comenzó a caminar a un costado del camino rural, lo más cerca de los árboles y matorrales que serían lo único que podría protegerlo si alguien se acercaba, aunque afortunadamente todavía podía contar con que era temprano.

Mientras Víctor hacía ésto, Romina estacionó la camioneta a varias decenas de metros de distancia, en un recodo que los mantenía protegidos de la vista de Segovia.

-Excelente Álvaro, estamos a la delantera del gorilote, y pensar que estuvo tan cerca igual que esos tipos.

Pero en esos momentos él no se mostraba tan optimista.

-Pero estamos tan cerca, ésto me preocupa.
-¿Que quieres decir?

Álvaro no la miraba a ella, miraba con el lente de la cámara en dirección a Segovia y el camino por donde seguía.

-¿Que pasaría si esos tipos que te amenazaron fueran amigos de Segovia? Tal vez escaparían con él. ¿Y si lo agarra la policía así sorpresivamente como la vez anterior pero ésta  vez si lo atrapan?
-Es parte de la crónica.

Pero él sonrió, un poco divertido; generalmente era ella quien hacía las conjeturas más allá de lo normal.

-¿No te das cuenta? Nuestra crónica termina si Armendáriz lo atrapa, y si esos tipos lo ayudan, será empezar de nuevo las persecusiones.

En ese momento ella comprendió el punto.

-Nos va a faltar el contrapunto.
-Exacto. ¿Y si lo hacemos nosotros?
-No lo sé, no estoy segura de que sea buena idea, sabes que lo de intervenir en el objeto del reportaje es siempre muy complicado.
-Lo sé - replicó él volteando a mirarla - pero no me digas que no te prende la idea de tener las declaraciones exclusivas del secuestrador.
-Por supuesto que si. Además - fantaseó con la vista perdida en el techo de la camioneta - esa declaración nos servirá en cualquier caso, esa exclusiva será oro puro.

Álvaro abrió la puerta del copiloto para bajar.

-Sabía que entenderías; ahora vamos antes que alguien aparezca.


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Víctor iba caminando por el costado de la ruta de cemento estropeado hacia la zona industrial; no era un lugar especialmente bonito, pero eso reducía la cantidad de gente que podía verlo, de modo que era una buena opción por el momento.

-Ya vamos a llegar bebé, vamos a buscar un nuevo lugar para nosotros.

Ariel se mostraba nuevamente tranquilo en sus brazos, un poco menos sofocado que antes. De pronto sintió el sonido de un motor a su espalda y se le volvió a oprimir el corazón.

-Oh, no puede ser...

No contaba con que alguien se acercara faltando tan pocos metros para llegar a las calles iniciales de la zona industrial; aún no se veía ningún vehículo, pero el motor estaba cerca y tenía muy claro que no había puesto aún demasiada distancia. Preocupado porque pudiera estar expuesto, decidió internarse entre los matorrales, al menos hasta saber claramente de que se trataba, o por lo menos ver al vehículo pasar, sabía que no era mucho pero al menos lo tranquilizaría un poco.

-Vamos a quedarnos un momento por aquí - dijo en voz baja - no te muevas por favor.

El bebé seguía tranquilo en sus brazos; de cuclillas  tras unos matorrales de más de un metro de alto, el hombre esperó a que el sonido se hiciera más intenso y apareciera algo a su vista, pero después de varios segundos seguía sin pasar nada.

-¿Habrá sido un bus en sentido contrario?

No alcanzó a preguntarse nada más. Una voz a su espalda lo hizo dar prácticamente un salto.

-Víctor Segovia.
-Oh!

Se puso de pie y volteó asustado; a poca distancia de él había dos personas, una mujer de cabello largo, de mirada aguda y rasgos bastante agraciados, y un hombre de cabello muy corto, de piel llena de pecas y el mismo tipo de mirada fulminante que ella.

-¿Que quieren?
-No te asustes, sólo queremos hablar contigo.

Estaba atrapado, y esos dos habían aparecido de la nada. ¡Claro! Ese era el sonido de motor, y estaban tan cerca que no tenía por donde huir. Pero no podía pasar eso, no podía ser tan sencillo después de lo que había pasado.

-No se acerquen.

Eso resultaría absurdo si es que ellos eran policías de civil, aunque no tenían facha de serlo. Además se mostraban muy tranquilos.

-Tranquilízate - dijo el hombre en voz baja - no queremos hacerte ningún daño, solo queremos hablar.
-Déjenme en paz por favor.
-Escucha, no somos policías si es eso en lo que estás pensando - intervino la mujer - somos periodistas.

¿Periodistas? El hombre le enseñó la cámara profesional colgando de su cuello y una tarjeta de identificación, la que a tres metros de distancia claramente no podía ver con todo detalle pero que parecía ser de algún sindicato o algo parecido; pero sea como fuere, eso no cambiaba su situación, necesitaba alejarse y no veía como.

-¿Qué es lo que quieren?
-Hemos estado siguiendo tu pista - le dijo ella en voz baja - y queremos hacer un reportaje sobre lo que está pasando ahora mismo contigo.
-¿Un reportaje? - repitió tontamente - ¿Porqué estarían haciendo un reportaje de mi, no lo entiendo.

Álvaro iba a acercarse un paso más, pero Romina lo detuvo; lo mejor era tomarse todo con demasiada calma, tenían que ser precavidos.

-Solo queremos hablar contigo.

La reacción de Víctor fué bastante sorprendente, se rió nerviosamente de ellos, sin acercarse y manteniéndose inmóvil, con ese extraño atuendo con el que lo habían visto, que claramente ocultaba la carga en la espalda y el bebé en sus brazos.

-¿Hablar conmigo? ¿Quien podría querer hablar conmigo, la policía está persiguiéndome, tuve que escapar pero al parecer todos creen que soy una especie de monstruo.

Tenía una idea bastante clara de lo que pasaba a su alrededor, eso haría más interesante el reportaje.

-Precisamente por eso - replicó ella rápidamente - creemos que es justo que tú entregues tu versión de los hechos, para que la gente sepa.

Víctor se quedó un momento sin palabras; no había pensado, ya a esas alturas, que alguien pudiera ir a decirle algo así, o que alguien quisiera escucharlo, sobretodo asumiendo que la noticia de su enfrentamiento con el policía ya era pública como su desaparición.

-¿Porqué ...? Es decir, no lo entiendo, dime porqué tendría que confiar en ustedes, podrían estar tratando de detenerme.
-La policía está muy cerca sin que nosotros hayamos hecho nada.
-¿Que?
-Álvaro - lo reprendió ella tratando de sonar más empática - no digas eso. Escucha Víctor, nosotros somos periodistas, nuestro trabajo no es entregarte a las autoridades, es contar las cosas que pasan. Sabemos lo que pasó con Armendáriz, es decir porqué tienes esas heridas en la cara, pero aunque ya hay bastante información en los medios e hicieron una denuncia, nadie sabe nada, nadie sabe porqué hiciste ésto.

Todo eso tenía sentido, y mucho más si pensaba en su propio plan de alejarse un poco mientras conseguía un abogado que lo ayudara a explicar todo sin exponerse a la Familia De la Torre.

-Sé que dicen que tengo horribles intenciones, pero es mentira.
-Entonces dinos la verdad - lo instó Romina mirándolo con ojos brillantes de emoción contenida - cuéntanos tu verdad, y te aseguramos que cuando salga el reportaje no cambiaremos nada.

Álvaro intervino para no quedar mal.

-Mira, creemos que tienes mucho que decir, pero no es un buen lugar para hablar, la policía anda cerca. ¿Hacia adonde vas?

Víctor aún no estaba seguro de lo que estaba pasando, había tomado muchas malas decisiones, pero realmente no parecía tener muchas mejores opciones de seguir a pie y sabiendo que la dueña de la pensión lo había delatado.

-Necesito alejarme de aquí - respondió con evasivas - pero no conozco el lugar y perdí el mapa.
-Tenemos un mapa - replicó Álvaro - y un vehículo. Mira, si no quieres decirnos adonde vas está bien, podemos llevarte un trecho mientras nos cuentas todo, y luego seguirás tu camino.
-Te prometemos que no vamos a decirle a nadie donde estás - complementó Romina sonriendo - será como si nunca hubieras estado en nuestra camioneta.

Subir a un vehículo con otras dos personas desconocidas no era la mejor idea, pero ella pareció adelantarse a los hechos y le enseñó las.llaves del vehículo.

-Si quieres te dejo las llaves. Así tú decides cuando quieres detenerte.

Varios minutos después, la camioneta, conducida por Álvaro, había sobrepasado la zona industrial donde Víctor había bajado del bus y se desplazaba a velocidad media por la carretera; dentro del vehículo, ninguno de los dos periodistas podía evitar posar los ojos, aunque fuera un momento, en el hombre que permanecía sentado en el asiento del copiloto con el bebé en sus brazos.

-Creo que con lo que nos dijiste es suficiente - comentó Romina revisando sus notas - tengo una idea bastante clara.
-Soy inocente.
-Entiendo a lo que te refieres - dijo la mujer sin comprometerse a nada - pero debes entender que tu versión de los hechos es bastante inverosímil.

Víctor miró por la ventana; los prados que se extendían a los lados y el inicio de esos bosques podía ser un lugar paradisíaco, pero al estar en la situación en que estaba, todo resultaba muy desesperanzador.

-Sé que no es fácil, supongo que yo mismo no me creería, pero es la verdad.
-Es difícil cuando piensas que si ese niño es tu hijo, deberías haber ido a la policía en primer lugar; con un simple examen de Adn todo se resolvería.
-No es tan sencillo, no después de que me llamó ese hombre del que te hablé amenazándome; me asusté, no sabía que hacer, y Magdalena me pidió que lo mantuviera alejado de su familia, porque tienen negocios sucios, ella me lo dijo. Si me atrapan, no sé lo que me pueda pasar, pero no creo que sea nada bueno y además me quitarán a Ariel.

Ariel. Lo decía con tanta confianza que nadie creería que era un demente; Álvaro pensaba que sería tan sencillo, solo una llamada y todo terminaría, pero por otra parte eso los comprometería, y necesitaban la mayor independencia posible para poder armar el reportaje. Luego de eso su carrera daría un vuelco.

-Por lo pronto lo importante es que tenemos la información - intervino Álvaro - estamos en conversaciones con varios medios para publicar un reportaje, y la idea es que tu declaración sea lo más importante, nos comprometemos a decir todo  lo que nos has dicho ahora.
-Gracias.
-Ahora - siguió Romina - creo que ya estamos cerca...si, mira, luego de ese giro hay una zona poblada, desde ahí podrás decidir adonde ir.
-Por favor no me delaten.
-No lo haremos, puedes confiar en nosotros. Oh, espera, a la entrada de ésta zona hay un puesto de vigilancia de la policía zonal, creo que lo mejor es que hagas un rodeo.

Le enseñó la referencia en el mapa; Víctor agradeció internamente esa advertencia, al menos parecía buena decisión haber subido al vehículo con ellos para poner un poco de distancia, pero sea como fuere, ellos estaban tras una noticia y no para ayudarlo, así que lo mejor que podía hacer era bajar pronto y alejarse; mientras les relataba todo lo que había sucecido, pensaba que no solo tenía que separarse de los periodistas, sino que además poner toda la distancia posible, porque si ellos lo habían estado siguiendo, era una suerte increíble que la policía no lo hubiera atrapado de nuevo, y después de esa espantosa pelea no quería volver a encontrarse con Armendáriz.

-Toma - dijo pasándole las llaves del vehículo a Álvaro - lo mejor es que baje ahora, tengo que seguir. Por favor no me delaten.
-No lo haremos.

La camioneta se detuvo y Víctor bajó rápidamente con el bebé nuevamente cubierto en sus brazos; Álvaro dejó estacionada la camioneta a un costado de la vía mientras Romina miraba al hombre caminar hacia la maleza y los árboles.

-Me pregunto si ésto es correcto.
-¿Estás loca? Tenemos algo que ningún medio tiene.
-No me refiero a eso - replicó ella - me refiero a dejarlo ir así...solo es una llamada, tenemos tarjetas de prepago, nadie sabrá que fuimos nosotros.

Álvaro suspiró; a él también le hacía sentido algo así, pero mantenía sus dudas al respecto.

-Pero es que sabes que si avisamos lo van a agarrar, ésta zona es menos compleja que la anterior, se nos va a acabar el reportaje.

Romina lo miró fijamente.

-¿Podrías tú con el cargo de conciencia? Hasta ahora en niño está bien, pero no sabemos hasta cuando.
-Tienes razón, entonces los llamamos como anónimo. De todos modos sabemos que contamos con un material de primera para publicar, será perfecto.

No pudo decir nada más. En ese momento una van que avanzaba por la carretera en sentido contrario aceleró al máximo, se desvió y chocó a la camioneta; el sonido de los metales se mezcló con el chirrido de los neumáticos, mientras la fuerza del golpe impulsaba a la camioneta de los periodistas fuera de la vía, dejándola volteada de costado.


Próximo episodio: Ojo de cazador