Maldita secundaria Capítulo 18: Las razones de Matías



Lorena y Leticia se reunieron en el centro comercial cerca de una gelatería después del mediodía.

—Gracias por venir.
—Mira, no me lo agradezcas tanto, no tengo dinero así que no voy a aguantar mucho. Dime de qué se trata.

Lorena sonrió. Lo bueno de una persona como Leticia era que siempre podías esperar la sinceridad absoluta.

—Está bien. No es sencillo, pero necesito tu ayuda en ésto, necesito saber si hay algo que te moleste, algún trauma o conflicto, es importante.

Leticia hizo una pausa, mirándola fijamente.

— ¿Y eso porqué quieres saberlo?
—Es importante, no te puedo dar muchos datos todavía, pero estoy convencida de que tiene algo que ver con lo de Matías, y tenemos que confirmarlo.
—Si, la verdad es que hay algo, supongo que con eso es suficiente.

Lorena meneó la cabeza negativamente.

—No quiero entrometerme, pero necesito saber de qué se trata. Te prometo que no se lo diré a nadie.
—Está bien —dijo Leticia— si es tan importante te lo diré, pero tienes que prometerme que no se lo dirás a los demás.
—Te lo prometo.

Leticia lo pensó un momento más.

—Desde pequeña siempre he tenido algunos problemas con mis padres; todo es porque cuando nací, llegué en un mal momento, así que eso siempre me ha provocado inconvenientes.

Lorena ahogó una exclamación de sorpresa.

— ¿Me estás diciendo que tus padres...?
—No me odian si es eso lo que estás pensando —le dijo inmediatamente— pero cuando nací, era básicamente un momento malo, ellos eran jóvenes, artistas, no estaban para hacerse cargo de responsabilidades, pero igual tuvieron que hacerlo, aunque de todos modos eso no cambió las cosas, siempre hemos tenido fricciones, y no ayuda mucho el hecho de que yo no sea bonita.
—Pero igualmente son tus padres, es decir... no lo sé, no pueden hacer un juicio así de ti.
—Las cosas no son así para ellos, aunque habla bien de ti que pienses de esa manera; ellos son artistas, desde su punto de vista tiene sentido, han estado toda su vida rodeados de belleza, así que es lógico. De todos modos no importa, eso me sirvió para hacerme fuerte y decidir por mi misma, ahora sé muy bien que puedo por mi misma, que no necesito la belleza de Luciana para valerme ante el mundo.

Lorena se sintió sorprendida de estar admirando la actitud de Leticia, pero claramente todo lo que habían vivido servía también para descubrir que cada uno de ellos era mucho más de lo que se veía a simple vista.

—Muchas gracias.
— ¿Y por qué me das las gracias?
—Porque te juzgué mal, y honestamente he descubierto que eres muy importante en el grupo; te vamos a necesitar mucho más ahora que estamos cerca del final.

Mientras tanto, Fernando se había reunido con Carolina no muy lejos de ahí.

—Gracias por venir Fernando, es importante que hablemos de un asunto.
— ¿Que ocurre, donde están los demás?

Carolina suspiró; aún no se sentía muy segura de lo que estaba haciendo, pero llegados a ese punto no les quedaban muchas opciones, y ante los últimos cambios había que arriesgarse a lo que fuera.

—Fernando, te llamé porque hay algo que necesito preguntarte, pero los demás no van a venir.
— ¿Y qué es? —preguntó él con suspicacias— te ves muy nerviosa.
—Se trata de algo que está directamente relacionado con Matías, pero no te puedo dar detalles.
—Creo que no entiendo.
—Escucha, necesito saber si es que hay algo que te esté molestando, no de ahora, sino algún problema personal o algo parecido, algo que no te deja en paz.

El otro la miró entre extrañado y divertido.

— ¿Y por qué no me puedes decir de que se trata?
—Porque aún hay que confirmar algunos detalles, por favor, es importante.
—Mira —replicó de malos modos— si hay algo ¿basta con eso?
—Un poco, pero necesito saber algún detalle —vio la desconfianza pintada en los ojos de él y se decidió— te prometo que lo que me digas, nadie lo va a saber.

Fernando se tomó un momento para responder; al final le creyó.

—Escucha, siempre me has agradado porque me generas confianza, así que te lo voy a decir, pero igual de cobro la palabra de que no le digas a nadie, y no es por los demás, es más bien porque si se empieza a saber no me voy a sentir muy cómodo que digamos.
—Tienes mi palabra.
—Hace un tiempo, antes de llegar a ésta secundaria, estuve unos meses en una correccional, y fue porque empujé a un compañero por una escalera.

Carolina se guardó los cometarios. Algo así se lo esperaba de Hernán, no de Fernando que más allá de las escaramuzas siempre estaba tan preocupado de verse bien y de flirtear con las chicas.

— ¿Fue una pelea?
—No, simplemente lo empujé, ahora que claro, lo hice porque él me había fracturado dos costillas antes y nadie  hizo nada; total que el chico era intocable porque sus padres tenían dinero, y para evitarse el juicio que desde luego iban a perder, mis padres eligieron la salida alternativa, sacarme de ahí y meterme a una correccional unos meses.

Carolina suspiró.

—Debe haber sido muy fuerte.
—Lo extraño es que no; como soy popular me hice de amigos y todo, pero lo que me hizo mal fue lo de mis padres. Sé que es egoísta, pero en el fondo habría querido que ellos pelearan más por mí que pensar en su conveniencia. Es una espina que tengo.

Estar frente a un caso que tenía que ver con eso le llegaba casi directamente, la sensación de querer que se preocupen por ti en primer lugar y luchar contra cualquier sentimiento de culpa. Al final nunca salías de eso.

—Gracias por confiar en mi Fernando —replicó la joven conmovida— te prometo que nadie sabrá ni una palabra de ésto.

Estaba prácticamente confirmado, solo tenía que hablar con Lorena y Dani.

Más tarde el grupo se reunió en la plaza Las flores, pero Luciana no aparecía.

—No lo entiendo, no sé qué le pasa.
—La llamé varias veces —comentó Alberto— pero primero saltó el buzón de voz, y ahora solo marca pero no contesta.
—Pero podríamos ir a su casa.
—Ya lo hice —dijo el más pequeño— y no hay nadie.
— ¿Y en qué momento fuiste?
—Ay, ya sabes que el tiempo es relativo, lo importante es que no tuve respuesta y claro, siendo Luciana vive en un barrio donde no hay gente chismosa que te pueda dar información.

Fernando se encogió de hombros.

—Ya, pero estamos aquí, supongo que igual le podemos decir después, ¿o no?

Dani asintió.

—Si, es verdad, ahora podemos hablar de éste asunto, después la pondremos al tanto.

Miró a Lorena dándole ánimos. Ya había llegado el momento.

—Muchachos, hay algo muy importante de lo que tenemos que hablar; desde un principio nos hemos preguntado por qué es que  Matías nos eligió a nosotros, cómo es que estamos metidos en ésto, y creo que ya sé cuál es la razón: Matías nos eligió porque todos nosotros tenemos algo en común con él, y es que estamos en algún conflicto o pasando por una situación muy compleja, y eso nos hace estar más cerca de él.

Miró a los demás y vio miradas alarmadas, pero no se preocupó mayormente.

—Ahora no es importante cual es la razón de cada uno, lo importante es que hay una conexión, y ese es el primer motivo por el que su espíritu atormentado nos escogió; pero también hay algo más, y me refiero a características de nuestra personalidad que son fundamentales.

Alberto frunció el ceño; obviamente Dani estaba coludido con Lorena  y Carolina, de ahí las miraditas cómplices.

—Entonces significa que no es casual.
—No, no lo es —replicó Lorena— para comenzar, el espíritu de Matías quedó en ésta tierra en medio de confusión, no es extraño que se sintiera más cercano con quienes tienen problemas o traumas, pero no somos las únicas personas en el planeta que los tienen. Sin embargo si somos distintos entre nosotros, demasiado diferentes ¿nunca se han preguntado qué hacemos nosotros colaborando unos con otros?
—Continuamente.
—Exacto; y es de eso de lo que se trata, somos parecidos a diferentes facetas de él, por eso es que nos eligió. Luciana es la belleza, Hernán es la fuerza, Teresa es el valor de continuar, Dani es el liderazgo, Carolina es el apoyo a los demás.
—Lorena —siguió la propia Carolina— es la visión, Alberto es la inteligencia, Soledad es la comprensión, Leticia la capacidad de sobreponerse, Fernando es la fuerza de voluntad, el señor Del Real es la familia, pero falta algo.

Hernán se cruzó de brazos.

— ¿Y qué es lo que falta?
—El amor. Ahora comprendo que en ésta historia nunca fuimos solo nosotros. Falta alguien más.

Alberto hizo una mueca.

—Eso nos devolvería a lo que dije antes sobre Matías, hay que encontrar la forma de comunicarse con él y preguntarle quien es esa persona.
—Pero eso no funcionó antes —comentó Leticia— el propio Del real nos comentó que trataron con todos los medios las personas entendidas y nadie consiguió nada.
—Porque lo hicieron de la manera incorrecta —intervino Soledad— si Matías tiene miedo y confusión, es lógico que se proteja, de eso ya habíamos hablado antes; lo que hay que hacer es comunicarnos con él. Nosotros mismos.

Teresa no parecía tan animada.

—Sí, pero recuerden que hoy en la mañana estábamos hablando del descubrimiento de Alberto y Hernán, si realmente Matías ya  no está donde mismo, va a ser mucho más difícil localizarlo.
—Ella tiene razón —comentó Leticia— pero igual como que hay un avance en la historia.
—Si, lo hay —dijo Dani animando a los otros— que por fin tengamos ésta información en nuestro poder significa que estamos mucho más cerca, solo nos falta contactar a Matías de alguna manera y descubrir ese asunto.
—Y también nos falta encontrar a Luciana —comentó Alberto marcando un número en su celular— a ver si la encuentro.

Hizo una pausa, y después le hizo gestos al resto, que se quedaron en silencio esperando.

—Luciana por fin contestas, estamos... oh, lo siento mucho, pero podría... oh...

Su expresión cambió totalmente mientras escuchaba; Soledad supuso que pasaba algo malo.

—Si, comprendo... lo lamento... de acuerdo... muchas gracias.

Cortó y se quedó literalmente sin palabras por unos momentos.

— ¿Que pasa Alberto?

No contestó.

— ¿Qué?
—Creo que tenemos un problema más inmediato del que ocuparnos ahora.
—Oh, dilo de una vez por favor.
—No me contestó Luciana, era su padre —respondió lentamente— Teresa, no eres la única, Luciana está en urgencias, sufrió un severo desmayo.



Próximo capítulo: Nunca más

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