La traición de Adán Capítulo 5: A ciencia cierta




Adán estaba consciente de que la inauguración de la galería de arte era al día subsiguiente; daban las diez de la noche, por lo que faltaban menos de 48 horas para el gran momento. Y tenía demasiadas cosas en mente.
La aparición de Pilar en el cuadro había complicado todo de un modo violento, aunque también se alejaba de cierta manera de lo que se le pasara por la mente, porque ella se veía diferente a las fotos, al menos cuando la mirabas con detención. Y no se trataba de la angustia que pudiese experimentar por una madre enferma, sino que había algo más. Seguramente había otra tristeza en la vida de esa mujer, y eso la hacía mostrarse más insegura. Pilar era como un avecilla frágil y atormentada ¿Seria por eso que no estaba en el país y Carmen evitaba hablar de ella de un modo concreto?
Al menos podía tener la tranquilidad de que Pilar solo sería un problema pasivo mientras  tanto, ya que no parecía del tipo de persona que aparece de improviso y ante la gravedad de una madre para poner todo de cabeza. Debía arreglárselas para que la ceremonia de inauguración pareciera pensada exclusivamente para homenajear a Carmen sin delatar nada de lo que estaba ocultando, además de aprovechar la presencia de la hija para realzar el contenido del mensaje implícito sin ser especifico. Pilar debería estar agradecida, y sin embargo se limitó a darle las gracias, pero no con el sentimiento que esperaba, sino más bien como alguien que se quita de encima un peso que no es capaz de cargar. Mejor que estuviera así, y hospedada en el hotel San Martín.
La galería estaba en perfectas condiciones, solo faltaba comenzar el siguiente día con el bullicio de los trabajadores realizando las ultimas instalaciones. La misión de Adán entonces seria programar cada centímetro de tela, cada trabajador y cada copa, hasta conseguir que el reloj funcionara a la perfección, dejando a todos atónitos con su funcionamiento aun sin que lo puedan llegar a comprender del todo.
También tenía que decidir qué es lo que haría con los dos cuadros, y ahí radicaba el principal problema. El cuadro principal de la muestra, la obra cumbre de Carmen Basaure como artista y que aún estaba envuelta en misterio, el objeto más codiciado, tenía un duplicado, no un clon sino un doble, una imagen fantasmal que parecía reproducirlo desde otro ángulo, mirado a través de otros ojos, o quizás a través de los mismos ojos, pero de otra manera, en otro tiempo, en otro sitio.
Supuestamente Bastián Donoso había pintado ese cuadro a través de los últimos quince años desde que Carmen se lo explicara durante sus amoríos, y ahora él suponía que otra persona quería hacer público El regreso al paraíso, de modo que chantajeaba a esa persona con el doble del cuadro sin saber que el regreso había sido pintado por la misma persona a quien él había amado.
Un momento.
Carmen lo había engañado, o al menos le había ocultado parte de la verdad crucial en todo este asunto, y como pocas veces, Adán no había caído en un detalle que a estas alturas era primordial. El regreso al paraíso era una obra secreta hasta el momento, porque ella había mantenido oculta su existencia en imágenes, remitiéndose a solo dar un par de escuetas entrevistas a medios muy especializados, lo que quería decir que Bastián Donoso no podía simplemente haber dado por accidente con ella ni aparecer de pronto en el panorama nacional, Bastián seguramente estaba en el país hacia tiempo o de otro modo solo podría haber realizado el intento de chantaje sabiendo quien era Carmen, y según la nota, no había muestras de que lo supiera. Eso quería decir que tras todo eso había algo más, y eso explicaría en cierto modo que a pesar de robarse el cuadro del departamento vacío aun no hubiera noticias ni nada extraño al respecto. De cualquier manera, ya era extraño que Adán se hubiera encontrado con un departamento vacío y sin ningún tipo de vigilancia, con la puerta abierta, dispuesto para robar la obra casi como si esa persona tuviera que salir apresuradamente de ahí, y más aún que luego del robo no se presentaran mensajes de correo haciendo alguna amenaza por la desaparición del cuadro. Eso significaba que tenía que preocuparse por lo que pasara al día siguiente durante la ceremonia. Lo único bueno de todo era que los medios no sabían cuál era la características específicas del cuadro, por lo que en caso de verse obligado a ocultarlo, aun el resto de la obra serviría para encubrir momentáneamente la ausencia de esa obra.
La obra cumbre de Carmen, la exposición de arte, la galería, Pilar, Carmen, el manejo de los medios, el destino del Regreso al paraíso, las acciones del abogado Izurieta.
Todo estaba en sus manos.
Como opciones tenía el éxito o el fracaso rotundo, pero Adán no había nacido para fracasar.
Fue nuevamente a la galería, y aunque a el mismo le pareció extraño, se sintió algo paranoico, de modo que se ocupó de verificar que todo estuviera como antes de salir, y por precaución extra cerró todas las puertas, desconecto los teléfonos y apagó las luces, todas menos la del taller de Carmen.
Ahí, disimulada a la perfección, había una puerta, que nadie que no supiera podría descubrir, porque incluso a tacto daba la apariencia de ser parte de la pared, tanto por peso como por forma. Inclusive al golpear se sentía como el resto de las paredes. Adán descorrió un costado, presionó, y pudo deslizar con lentitud la pesada puerta que daba paso a una habitación muy pequeña, en donde con suerte cabría una persona de baja estatura. En el interior de paredes desnudas no había nada, salvo por dos cuadros, ambos envueltos con telas blancas. En el silencio espectral de esa pequeña sala, el hombre descubrió ambas obras, las que quedaron prácticamente enfrentadas, una  a la izquierda y la otra a la derecha, ambas orientadas a él, como un enorme libro abierto justo por la mitad, hojas desplegadas a punto de rozarse. Y lo que vio en ese momento le hizo decidir cuáles serían sus acciones. Dentro de dos días, la galería de arte de Carmen Basaure sería inaugurada, y no solo se trataría de un éxito, sino que a partir de ese momento, nadie podría quedar indiferente. A partir de ese momento y gracias a él, nada en el mundo del arte volvería a ser lo mismo.
Pilar se había hospedado en el hotel San Martín simplemente porque era el primero que se le había cruzado en el camino. Estaba exhausta, porque ver a su madre en esas condiciones no solo le había dejado claro que estaría obligada  a verla y a quedarse más tiempo del que pudiera llegar a haber imaginado en un principio, sino que además haría que las cosas fueran más dolorosas. No estaba de vuelta para resolver nada en las sombras, tenía que volver para hacerse cargo.
Ese Adán Valdovinos era un tipo realmente poco común, eso Pilar lo notó a pesar del estado mental en que la dejó la noticia entregada así tan de golpe. No solo se trataba de su evidente atractivo físico, sino que transmitía algo, era como ese tipo de persona que la ves y sabes que nació para hacer bien cualquier cosa que se le ponga por delante. Eficiente, directo, sensible, inteligente, educado, cercano, practico, lógico, perfecto. Demasiado perfecto, pero para ella eso solo habría tenido algún otro significado si no se encontrara en esas condiciones; por lo menos podía decir que era un bálsamo que él se ocupara de una situación tan embarazosa cuando no había nadie más disponible.
Un momento.
Sentada en la cama del hotel aún con el equipaje dentro de la maleta, Pilar recordó que la inauguración de la galería de arte de su madre estaba a menos de dos días de ocurrir, alrededor de las siete de la tarde. Y en ese momento recordó las palabras que había escuchado como en sueños, mientras ambos se dirigían a la clínica.

–No te preocupes Pilar, todo está bajo control, te lo aseguro...Carmen me dejó instrucciones precisas de continuar con todo...

Eso quería decir que no estaba suspendido, que el evento iba a realizarse de todos modos ¡Pero era una completa locura! Cinco minutos después, comprobó que sus temores eran ciertos. Adán le había explicado, con un tacto que estaba a un milímetro del trato que se le da a una estúpida, que la muestra de arte seguiría su curso sin alteraciones por orden expresa de Carmen. Eso significaba que en esos momentos las decisiones pasaban por completo por las manos de Valdovinos. Cualquier otra persona se habría sentido ofendida por verse desplazada en autoridad en un caso como ese, pero en vez de eso, a Pilar le pareció demasiado extraño y bien orquestado que su madre tuviera un ataque justo antes de la exposición y cuando había una instrucción expresa que lo favorecía a él en todo. Tal vez fuera débil y cobarde, pero gracias a Dios Pilar no era tonta, y la capacidad de detectar cosas extrañas por suerte la conservaba intacta. Estaba cansada y era tarde, pero la joven tenía que pensar con claridad; no contaba con mucha información reciente, pero conocía bien a su madre, y sabía que además de ser una persona temperamental, era una mujer que amaba su trabajo, quizás más que a las cosas o a cualquier persona, y lo amaba tanto que no dejaría de presenciar un evento tan importante para ella solo porque algo se interponía en su camino. El sentimiento y su vanidad desmedida se lo impedirían.
¿Por qué entonces tendría esa urgencia por inaugurar, porque un interés tan profundo por mantener el curso de las cosas incluso dejándose ella misma en segundo plano?
Mientras tanto, esa noche, Sofía estaba sola en su departamento hasta  que llegó Miguel dispuesto a consolarla. Miguel era un hombre joven, de 27 años, de figura bien proporcionada, moreno, guapo, saludable y atractivo, que bien podía conseguir a cualquier mujer que quisiera. Pero no había sido el caso de Sofía. Se conocían desde la secundaria, y todo había indicado que serían una linda pareja, pero de pronto apareció en el mapa Adán Valdovinos y todo cambió del cielo a la tierra. De pronto Sofía empezó a orbitar en torno a él, como una patética luna que no tendría luz sin la facilitada por el astro rey ni movimiento sin la gravedad propia de su existencia. Y el resto del universo desapareció para ella. Cualquier persona, incluyendo al propio Miguel aunque no quisiera reconocerlo a viva voz, tendría que decir que Adán era un tipo especial, endiabladamente atractivo, seguro y perfecto en todos los aspectos, un muñequito de tienda de carne y hueso. Demasiado perfecto, pero se notaba a la legua que ella no le interesaba, que solo le decía palabras bonitas para mantenerse entretenido sin tener que esforzarse, pero aunque a ella se lo gritaran en el oído, no se daría por enterada. Para Miguel había un tema de orgullo personal, como no, pero también la deseaba como mujer, la quería para sí y no se resignaba a dejar todo tan sencillamente, por eso es que cuando la muchacha lo llamó desconsolada, supo que al fin había llegado su oportunidad.
Miguel sirvió un par de whiskies suaves mientras ella le contaba todos los detalles, completamente devastada.

– ¿Te das cuenta? Solo me dijo que lo perdonara, y eso fue todo. Yo no pude hablar más.

En una escena como es aprovecharse de ella seria relativamente sencillo, pero lo que él quería era logros y venganza a largo plazo, y para eso tendría que actuar con la cabeza fría y dejar los instintos para otro momento.

–Tienes que ser fuerte, esto es algo que debes superar.
–No sé cómo hacerlo.
–Mira – se sentó frente a ella para captar algo de su atención– sé que es difícil de entender, pero quizás en este momento tengas que tomar una decisión muy importante.

Sofía lo miró sin entender.

–No sé de qué hablas.
–Escúchame. Sé que estás dolida porque Adán te abandonó, pero la verdad es que eso ya pasó y no puedes cambiarlo, a menos que decidas olvidar tu nivel y tu dignidad y arrastrarte patéticamente ante él.

La idea claramente había cruzado por la mente de la joven, pero su crianza aún la mantenía a raya en ese sentido.

–Pero...
–Ni lo pienses. Sencillamente es que Adán tiene otros planes, y tú no estás ni vas a estar involucrada en ellos desde ahora. Nunca más volverás a ser parte de su vida.
–Lo dices como si supieras algo.
–No se trata de eso. ¿No te das cuenta del momento en el que ocurre esto?
– ¿A qué te refieres?
–Adán está a punto de inaugurar junto a Carmen Basaure una importantísima galería de arte; he descubierto algo que seguramente tú sabes mejor que yo, y es que ella está muy bien considerada en los círculos comerciales, y tan pronto como los medios expongan su obra, todos los involucrados van a verse beneficiados y sus vidas podrían dar un vuelco. Lo que quiero decir es que Adán está buscando algo más, quizás alguna artista famosa o la dueña de algún museo que este inundada en dinero, y si esos son sus planes, pues tú no le sirves.

Sofía lo miró incrédula.

–Eso es ridículo, el jamás sacó provecho de nuestra relación.
– ¿Por qué no te pedía dinero? Vamos, hay muchas otras formas de sacar provecho, como por ejemplo acompañarte a todos los sitios, dejar que el mundo sepa de su buen gusto, su inteligencia y sus contactos, eso te crea conexiones y los conocidos pueden valer oro, esa es una frase de tu padre. Hay que reconocer que fue inteligente para hacer las cosas, pero tú misma me dijiste que hace días se mostraba lejano e indiferente.
–Pensé que era por el trabajo.
–Eso, o era una indirecta. Escucha Sofía, si de verdad valoras tu integridad y tu dignidad, lo primero que debes hacer es tenerte respeto y recuperarte. Yo te prometo que voy a estar contigo para todo lo que necesites, y cuando sea el momento, actuaremos, no puedes dejar que Adán te haga daño sin recibir nada a cambio.

En realidad, la muchacha no estaba convencida de nada, solo estaba destrozada por lo que le había sucedido, porque creía que estarían juntos por siempre, que Adán la amaba o que al menos estaba empezando a amarla. ¿Acaso se trataba solo de una ilusión? quizás Miguel tuviera razón, pero resultaba tan difícil convencerse de eso y a la vez parecía tener sentido... el punto es que Adán era el único hombre que conseguía hacer que el mundo se detuviera por completo.
En dos días, sería la inauguración de la galería. La artista había confiado tanto en el como todos los que le rodeaban, y seguramente ahora él estaba a un paso de conseguir aún más de lo que ya tenía ¿cuál sería su límite entonces? Ir a hacer un escándalo en medio de la inauguración no era su estilo, Sofía podía estar dolida, pero tenía muy claro su buen nombre y apellido, una mujer de buena familia no se expone de esa forma. Pero por lo visto Adán quería para él algo que ella, con su apellido y origen no era compatible, o quizás se trataba de que no era suficiente.
No iba a permitir que todo eso la destruyera. De algún modo le demostraría a Adán Valdovinos que no era tan simple dejarla y burlarse de su amor. Por el momento solo quería llorar, pero ya llegaría su  turno, en eso Miguel estaba en lo cierto.

Para cuando Micaela llegó al departamento que había alquilado por teléfono mientras regresaba a la capital, eran más de las tres de la tarde y estaba agotada. Se dio una ducha, se tendió en la cama, y se quedó profundamente dormida. Despertó a las once de la noche, sudada, aturdida y hambrienta. Hacía bastante que no dormía tanto, seguro que era por el cambio de clima, y la energía que había empleado luchando contra la tristeza. Era fuerte, pero a veces el cuerpo te pasa la cuenta. Desfallecía de hambre, así que se dio una ducha y salió del agua justo para recibir una pizza doble queso con extra carne y botones con salsa barbacoa, una receta que seguro habría hecho desmayarse al chef del barco en el que había viajado; se sentó en la cama con su pizza, preparando mentalmente los planes, cuando se le ocurrió encender el televisor y buscar en los canales del cable. Y ahí vio la noticia.
Era una ironía demasiado grande que la galería de arte de Carmen Basaure, la madre de Pilar, estuviera a punto de ser inaugurada ¿que las coincidencias de ese tipo solo ocurrían en las películas? resultaba molesto para la digestión.
Al menos saber de ese evento le aseguraba algo, y es que otra coincidencia, la de toparse con Pilar en la ciudad, era del todo improbable.
Improbable, pero no imposible.
La posibilidad era muy, pero muy remota, mal que mal Pilar hacía ocho meses había hecho algo monstruoso, y una de las primeras personas que celebraron su partida fue la misma Carmen ¿por qué iba a volver justo en un momento como ese para arruinarle la fiesta otra vez?
En fin se dijo, no era su tema en esos momentos, ya no. Solo lo tendría en cuenta para no terminar cruzándose con la pintora en algún estúpido accidente.  Lo que haría a partir de mañana sería un tanto extraño, y quizás podría definirlo como un camino de exorcismo, un deambular por las calles en donde estaban aún vivos todos esos recuerdos. Y el primer lugar al que iría sería la Torre del nuevo extremo. Si pasaba esa prueba, lo demás sería mucho más fácil.





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